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“Estudiar en regiones te hace ser un luchador para el resto de la vida” El doctor Xabier de Aretxabala encontró en la Universidad de La Frontera el alma mater que le permitió cumplir su sueño de ser médico cirujano, lo apoyó para hacer un postgrado en cirugía digestiva en Japón y le permitió conformar un equipo de trabajo sobre cáncer de vesícula en Temuco. Habiendo nacido en Rancagua como nieto de inmigrantes vascos que llegaron a Chile en busca de una mejor vida para su familia, Xabier de Aretxabala conoció dos tipos de discriminación. La primera tenía que ver con su ascendencia, que lo llevó a recibir apodos en el colegio. La segunda se relacionaba con las escasas posibilidades que ofrecía la provincia y que lo obligó, en los años 70, a salir de su ciudad natal en busca de su destino; uno que lo llevó a graduarse como el segundo mejor alumno de Medicina de la Universidad de Chile sede Temuco, institución que –tras convertirse en la Universidad de La Frontera– le abrió a Xabier las puertas hacia un exitoso futuro. Hoy, a los 59 años, es el subdirector del Hospital de la Fuerza Aérea de Chile y reconocido como un líder a nivel mundial en investigación y tratamiento del cáncer de vesícula. Su trabajo de investigación desde la UFRO contribuyó a poner a Chile en el mapa de los países que generan conocimiento de punta sobre esta enfermedad. EL VALOR DEL ESFUERZO Recorrer este camino profesional no fue fácil, aunque ayudó el carácter autónomo que formó desde pequeño: “Desde joven me enfrenté al mundo entendiendo que si alguien iba a ser responsable de mi futuro, era únicamente yo mismo”. Sus padres se dedicaron al comercio y mantuvieron a la familia con mucho esfuerzo: “Decían que no querían para nosotros la inestabilidad que ellos vivían y nos inculcaron siempre, a mí y a mis dos hermanas menores, que debíamos ir a la universidad y ser profesionales”, recuerda Xabier, quien desde que era estudiante en el Instituto O’Higgins de Rancagua sabía lo que quería: estudiar Medicina y ser cirujano. “En esos años, las opciones para los que éramos de Rancagua eran irse a Santiago o a una región con una buena universidad. Di la PAA, no me alcanzó el puntaje para lo primero y ese fue uno de los primeros choques con la realidad, que me dijo que había diferencias entre ser de regiones o ser de Santiago y que, si quería lograr lo que quería, tenía que esforzarme mucho, mucho más”, agrega. Se matriculó en la Universidad de Chile Sede Temuco, ciudad a la que se mudó en 1975. “Iba decidido a dedicarme de lleno a los estudios y me sumergí en la carrera, pero en un escenario completamente distinto a lo que hubiese sido en Santiago: éramos alrededor de 40 en el curso, los profesores nos daban una atención súper personalizada y eso forjó una relación que nos marcó de por vida”, recuerda el doctor De Aretxabala. Entendió entonces que debía poner todo su esfuerzo en ser cada vez mejor, porque era la única forma de avanzar, de descubrir más y mejorar como profesional. “Estudiar en regiones te genera hambre de enfrentarte a nuevos desafíos, para superarlos e ir más allá”, acota. Al terminar su carrera se vería enfrentado a uno de esos momentos: “Me llamaron para hacer el servicio militar justo cuando estaba terminando Medicina y tenía que entrar al internado, lo que me liberaba de esa responsabilidad. Pero mis profesores me dijeron que a lo mejor podía aprovechar de hacer el internado de Medicina Interna y Cirugía en el Hospital Militar, que en 1981 era uno de los mejores del país y así lo hice”. Xavier recuerda que en el internado compartió con compañeros y pudo poner a prueba sus conocimientos y habilidades, valorando así la formación que había recibido en Temuco: “Yo ya había entrado a pabellón, había hecho urgencias. Frente a estudiantes de Medicina de otras instituciones, mi experiencia en terreno era única y lo mismo le sucedía a muchos de mis compañeros”. Al finalizar el internado, tenía que hacer la especialidad en una época en que no había muchas becas y la búsqueda de posibilidades era sumamente competitiva. “En ese momento, nuevamente mis profesores me guiaron. La U. de Chile pasaba a ser Universidad de La Frontera y tenía que formar su nuevo cuerpo de profesores. Abrieron el concurso para becas de formación docente y gracias a ellos pude hacer mi especialidad, entre 1982 y 1985, en el Hospital de Temuco”. DE TEMUCO A KANAZAWA Con el título de médico cirujano y siendo instructor de Medicina en la UFRO, el doctor De Aretxabala sintió que un nuevo desafío se acercaba: tenía que hacer estudios de postgrado en el extranjero. “Toda mi vida he buscado salir de la zona de comodidad para ir más allá”, reflexiona. Recorrió todas las instituciones relacionadas y tras golpear muchas puertas sin ningún contacto o nexo en las manos, encontró en el consulado de Japón lo que buscaba. Obtuvo beca completa para hacer su postgrado en Japón. Primero estuvo en un curso intensivo de japonés en la U. de Nagoya, luego haciendo su postgrado en Oncología Digestiva en el Hospital Universitario de Kanazawa. “De los japoneses aprendí la rigurosidad, el compromiso y la persistencia para trabajar toda la semana sin parar y me di cuenta de que era una forma de trabajo que me encantaba”. Había llegado a Japón recién casado y en ese país estuvo, con su esposa, por más de dos años, llegando a ser Fellow del Departamento de Cirugía Oncológica Digestiva de Kanazawa. “Saltar de Temuco a hacer mi postgrado a Japón ha sido una de las experiencias más desafiantes de mi vida y solo fue posible porque conté con todo el apoyo de mis jefes en Temuco, en la UFRO y el hospital”, acota De Aretxabala. Uno de los recuerdos que emociona a Xabier es la calidez y entusiasmo con que fue recibido en 1990 de regreso a su alma mater: “Uno pensaría que los profesores y médicos más senior pudieran haberse sentido amenazados por alguien que venía del extranjero con ese nivel de especialización, pero fue todo lo contrario. Estaban ansiosos por nutrirse de mi experiencia y que la traspasara a los jóvenes estudiantes. Creo que eso terminó de forjar en mí la necesidad de ser un aporte constante en la formación de nuevos médicos y así, en mi corazón, les estoy retribuyendo un poco a ellos todo lo que hicieron por mí”. SALIR DE LA ZONA DE COMODIDAD En Temuco hizo carrera, llegando a ser profesor titular de Medicina en la Universidad de La Frontera. Corrían los años 90’ y se reencontró con Iván Roa, ex compañero de Medicina, y unidos por su interés en el cáncer vesicular, iniciaron un trabajo de equipo al alero de la Universidad de La Frontera (ver recuadro), iniciativa a la que dedicó todo su tiempo hasta 2003. Entonces, su espíritu inquieto lo llevó nuevamente a buscar nuevos desafíos: “Empecé a sentir de nuevo esa necesidad de moverme, de salir de la zona de comodidad en la que estaba, de buscar nuevos rumbos. Y cuando estaba en ese proceso, ocurrieron dos cosas en una misma semana: me ofrecieron ser parte del staff de cirujanos de la Clínica Alemana en Santiago y también del Hospital de la FACH. Las señales eran claras, había que emigrar”. SU METEÓRICA CARRERA EN SANTIAGO Llegó en 2004 a la capital con pocos contactos, pero con una carrera respetada por sus colegas como investigador, credenciales que ayudaron a allanar el camino. Pronto lo llamaron también de la Universidad de Chile, institución en la que llegó a ser en poco tiempo profesor titular, pero tuvo que dejarlo para poder dedicarse de lleno a su trabajo como parte del staff de cirujanos de la Clínica Alemana, equipo del que fue su jefe entre 2010 y 2014. “En la clínica me reencontré con Iván Roa y pudimos retomar la investigación, manteniendo así a nuestro país a la vanguardia en temas oncológicos”, señala Xabier. En el Hospital Clínico de la FACH hoy no solo es jefe de la Unidad de Cirugía Digestiva, sino que también es su subdirector y Coronel de Sanidad de la Fuerza Aérea. En ambas instituciones, una de las tareas a las que más dedica tiempo es a la guía y entrenamiento de jóvenes cirujanos: “Me encanta estar en contacto permanente con los jóvenes porque tienen hambre de conocimiento. Trato de guiarlos, de enseñarles todo lo que sé, de abrirles puertas para que se vayan forjando su futuro. Ellos me dan algo que para mí es mucho más valioso: me obligan a estar siempre al día, siempre vigente, me desafían constantemente para seguir mejorando”. Su dedicación la siente como un llamado y por ello piensa regresar en el futuro a enseñar a jóvenes médicos en el servicio público: “Son ellos, los jóvenes, los llamados a liderar las grandes mejoras que necesita nuestra sociedad y mi deseo es contribuir a ello poniendo todo mi conocimiento en sus manos”. DR. XABIER DE ARETXABALA: Este es un programa de la Universidad de La Frontera, El Mercurio y Emol para descentralizar Chile. Historias de profesionales que le ganaron a la desigualdad territorial, desarrollando sus carreras con visión global y arraigo local. EXCELENCIA SIN FRONTERAS Dos caminos que se unen Corría el año 2004 cuando Xabier de Aretxabala se integró al staff de cirujanos de Clínica Alemana. Allí se reencontró con quien fuera su ayudante en el Hospital de Temuco, la médico anestesióloga Ivette Solís. “Recuerdo que era una estudiante brillante, de altísimo rendimiento, comprometida con sus pacientes y a la que siempre le podía pedir un esfuerzo adicional. Fue siempre súper profesional”, recuerda Xabier. Después de terminar su carrera, Ivette migró a Santiago y entre 1992 y 1994 fue general de zona en la Posta Central. Luego, en 1995, comenzó su beca de especialidad en Anestesiología en la Universidad Católica. “Lo primero que noté fue la escasa informa- ción que uno recibe en regiones, que llega parcelada, confusa y que tienes que terminar armando tú misma. En cambio, la gente de Santiago lo tenía todo al alcance de la mano”, recuerda Ivette. En la beca destacó por su nivel de conocimientos y la vasta expe- riencia previa, factores que le ganaron rápidamente el respeto de sus pares. Al finalizar, le ofrecieron una plaza en el Hospital Sótero del Río. “Pero, si bien tenía trabajo, sentí fuertemente el sesgo del centralismo y tuve que demostrar mucho más cuán capaz era, por ser de provincia, por haber estudiado en una universidad de regio- nes y –además– por ser mujer”, agrega Ivette. El esfuerzo tuvo respuesta. La llamaron de Dipreca (institución a la que solo entraban médicos de las grandes universidades) y luego de la Clínica Alemana, a la que ingresó en 1999 a hacer reempla- zos, luego medio tiempo y finalmente de tiempo completo desde 2012. En ese camino fue que se reencontró con De Aretxabala: “Yo venía llegando de una pasantía en Boston en Fisiología Pulmonar. Para mí fue muy importante encontrar a Xabier, había sido un gran profesor y uno de mis grandes mentores”. Lentamente la relación de amistad que llevaban fue convirtiéndo- se en algo más. “Igual nos demoramos harto, recién desde 2013 que estamos juntos, en una relación maravillosa, enriquecedora en lo profesional –lo admiro muchísimo–, muy cómplice en lo personal y en lo ético, porque compartimos los mismos principios”, cuenta la anestesista. Esa admiración también la comparte Xabier: “Ella tuvo que luchar contra tantos prejuicios; imagino que muchos se hubiesen sentido amedrentados, pero para Ivette eran estímulos para demostrar con más fuerza su talento y capacidad. Es hoy una profesional destaca- da y eso demuestra lo que mucho sentimos: que estudiar en regio- nes te hace ser un luchador para el resto de la vida”, concluye. El Dr. Xabier de Aretxabala y la médico anestesióloga Ivette Solís. El cáncer de vesícula tiene en Chile, en especial en la región de La Araucanía, la más alta tasa de mortalidad a nivel mundial (38,2 muertes cada 100 mil habitantes). Este tipo de tumor es también la segunda causa de muerte en mujeres chilenas. A fines de los 90’, con el doctor Iván Roa conformaron un grupo de trabajo en la Universidad de La Frontera para estudiar la patología, recibiendo el apoyo de las autoridades universitarias y del Hospital Regional. “El centro que creamos con un Fondecyt se convirtió en referente internacional en un cáncer hasta entonces relativamente poco estudiado. El nivel de conocimiento de vanguardia en ciencia básica y tratamiento clínico que ahí se generó puso a la UFRO y a Temuco en el mapa de la ciencia médica internacional”, comenta Xabier, quien recuerda ese proyecto como uno de los hitos que le han permitido generar un legado para la medicina en Chile. “Fue una suma de elementos: se juntaron el hospital y la universidad adecuados que nos apoyaron con todo, el compañero de trabajo perfecto, en una zona donde había mucha casuística”, explica. Debido a esa iniciativa, el doctor De Aretxabala es reconocido a nivel internacional como líder en la materia, es relator en todos los congresos y fue presidente del capítulo chileno del American College of Surgeons. “El trabajo que realizamos ahí dio frutos. De este equipo, por ejemplo, salió el actual Jefe de Patología de la Universidad Católica, doctor Juan Carlos Roa, quien, además de estudiante, fue profesor en Patología de la UFRO previo a su traslado a la Universidad Católica. Otro hecho destacado fue el caso del doctor Iván Wistuba, quien luego de trabajar en el grupo de cáncer de vesícula biliar UFRO, pasó a trabajar al MD Anderson Cancer Center en USA, donde hoy es un destacado profesor”, acota. Hoy sigue haciendo investigación en cáncer de vesícula, buscando contribuir con mayor conocimientos de causas y tratamientos a esta patología en el país. Hospital de Temuco Dr. Hernán Henríquez Aravena. Creando conocimiento de vanguardia

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Page 1: ExcElEncia sin frontEras - ufro.emol.comufro.emol.com/pdfs/03.pdf · Universidad de La Frontera– le abrió a Xabier las puertas hacia un exitoso futuro. Hoy, a los 59 años, es

“Estudiar en regiones te hace ser un luchador para el resto de la vida”

El doctor Xabier de Aretxabala encontró en la Universidad de La Frontera el alma mater que le permitió cumplir

su sueño de ser médico cirujano, lo apoyó para hacer un postgrado en cirugía digestiva en Japón y le permitió

conformar un equipo de trabajo sobre cáncer de vesícula en Temuco.

Habiendo nacido en Rancagua como nieto de inmigrantes vascos que llegaron a Chile en busca de una mejor vida para su familia, Xabier de Aretxabala conoció dos tipos de discriminación. La primera tenía que ver con su ascendencia, que lo llevó a recibir apodos en el colegio. La segunda se relacionaba con las escasas posibilidades que ofrecía la provincia y que lo obligó, en los años 70, a salir de su ciudad natal en busca de su destino; uno que lo llevó a graduarse como el segundo mejor alumno de Medicina de la Universidad de Chile sede Temuco, institución que –tras convertirse en la Universidad de La Frontera– le abrió a Xabier las puertas hacia un exitoso futuro.

Hoy, a los 59 años, es el subdirector del Hospital de la Fuerza Aérea de Chile y reconocido como un líder a nivel mundial en investigación y tratamiento del cáncer de vesícula. Su trabajo de investigación desde la UFRO contribuyó a poner a Chile en el mapa de los países que generan conocimiento de punta sobre esta enfermedad.

EL VALOR DEL ESFUERZO

Recorrer este camino profesional no fue fácil, aunque ayudó el carácter autónomo que formó desde pequeño: “Desde joven me enfrenté al mundo entendiendo que si alguien iba a ser responsable de mi futuro, era únicamente yo mismo”.

Sus padres se dedicaron al comercio y mantuvieron a la familia con mucho esfuerzo: “Decían que no querían para nosotros la inestabilidad que ellos vivían y nos inculcaron siempre, a mí y a mis dos hermanas menores, que debíamos ir a la universidad y ser profesionales”, recuerda Xabier, quien desde que era estudiante en el Instituto O’Higgins de Rancagua sabía lo que quería: estudiar Medicina y ser cirujano.

“En esos años, las opciones para los que éramos de Rancagua eran irse a Santiago o a una región con una buena universidad. Di la PAA, no me alcanzó el puntaje para lo primero y ese fue uno de los primeros choques con la realidad, que me dijo que había diferencias entre ser de regiones o ser de Santiago y que, si quería lograr lo que quería, tenía que esforzarme mucho, mucho más”, agrega.

Se matriculó en la Universidad de Chile Sede Temuco, ciudad a la que se mudó en 1975. “Iba decidido a dedicarme de lleno a los estudios y me sumergí en la carrera, pero en un escenario completamente distinto a lo que hubiese sido en

Santiago: éramos alrededor de 40 en el curso, los profesores nos daban una atención súper personalizada y eso forjó una relación que nos marcó de por vida”, recuerda el doctor De Aretxabala.

Entendió entonces que debía poner todo su esfuerzo en ser cada vez mejor, porque era la única forma de avanzar, de descubrir más y mejorar como profesional. “Estudiar en regiones te genera hambre de enfrentarte a nuevos desafíos, para superarlos e ir más allá”, acota.

Al terminar su carrera se vería enfrentado a uno de esos momentos: “Me llamaron para hacer el servicio militar justo cuando estaba terminando Medicina y tenía que entrar al internado, lo que me liberaba de esa responsabilidad. Pero mis profesores me dijeron que a lo mejor podía aprovechar de hacer el internado de Medicina Interna y Cirugía en el Hospital Militar, que en 1981 era uno de los mejores del país y así lo hice”.

Xavier recuerda que en el internado compartió con compañeros y pudo poner a

prueba sus conocimientos y habilidades, valorando así la formación que había recibido en Temuco: “Yo ya había entrado a pabellón, había hecho urgencias. Frente a estudiantes de Medicina de otras instituciones, mi experiencia en terreno era única y lo mismo le sucedía a muchos de mis compañeros”.

Al finalizar el internado, tenía que hacer la especialidad en una época en que no había muchas becas y la búsqueda de posibilidades era sumamente competitiva. “En ese momento, nuevamente mis profesores me guiaron. La U. de Chile pasaba a ser Universidad de La Frontera y tenía que formar su nuevo cuerpo de profesores. Abrieron el concurso para becas de formación docente y gracias a ellos pude hacer mi especialidad, entre 1982 y 1985, en el Hospital de Temuco”.

DE TEmUcO A KAnAZAwA

Con el título de médico cirujano y siendo instructor de Medicina en la UFRO, el doctor De Aretxabala sintió que un

nuevo desafío se acercaba: tenía que hacer estudios de postgrado en el extranjero. “Toda mi vida he buscado salir de la zona de comodidad para ir más allá”, reflexiona. Recorrió todas las instituciones relacionadas y tras golpear muchas puertas sin ningún contacto o nexo en las manos, encontró en el consulado de Japón lo que buscaba.

Obtuvo beca completa para hacer su postgrado en Japón. Primero estuvo en un curso intensivo de japonés en la U. de Nagoya, luego haciendo su postgrado en Oncología Digestiva en el Hospital Universitario de Kanazawa. “De los japoneses aprendí la rigurosidad, el compromiso y la persistencia para trabajar toda la semana sin parar y me di cuenta de que era una forma de trabajo que me encantaba”.

Había llegado a Japón recién casado y en ese país estuvo, con su esposa, por más de dos años, llegando a ser Fellow del Departamento de Cirugía Oncológica Digestiva de Kanazawa. “Saltar de Temuco a hacer mi postgrado a Japón

ha sido una de las experiencias más desafiantes de mi vida y solo fue posible porque conté con todo el apoyo de mis jefes en Temuco, en la UFRO y el hospital”, acota De Aretxabala.

Uno de los recuerdos que emociona a Xabier es la calidez y entusiasmo con que fue recibido en 1990 de regreso a su alma mater: “Uno pensaría que los profesores y médicos más senior pudieran haberse sentido amenazados por alguien que venía del extranjero con ese nivel de especialización, pero fue todo lo contrario. Estaban ansiosos por nutrirse de mi experiencia y que la traspasara a los jóvenes estudiantes. Creo que eso terminó de forjar en mí la necesidad de ser un aporte constante en la formación de nuevos médicos y así, en mi corazón, les estoy retribuyendo un poco a ellos todo lo que hicieron por mí”.

SALIR DE LA ZOnA DE cOmODIDAD

En Temuco hizo carrera, llegando a ser profesor titular de Medicina en la Universidad de La Frontera. Corrían los años 90’ y se reencontró con Iván Roa, ex compañero de Medicina, y unidos por su interés en el cáncer vesicular, iniciaron un trabajo de equipo al alero de la Universidad de La Frontera (ver recuadro), iniciativa a la que dedicó todo su tiempo hasta 2003. Entonces, su espíritu inquieto lo llevó nuevamente a buscar nuevos desafíos: “Empecé a sentir de nuevo esa necesidad de moverme, de salir de la zona de comodidad en la que estaba, de buscar nuevos rumbos. Y cuando estaba en ese proceso, ocurrieron dos cosas en una misma semana: me ofrecieron ser parte del staff de cirujanos de la Clínica Alemana en Santiago y también del Hospital de la FACH. Las señales eran claras, había que emigrar”.

SU mETEóRIcA cARRERA En SAnTIAgO

Llegó en 2004 a la capital con pocos contactos, pero con una carrera respetada por sus colegas como investigador, credenciales que ayudaron a allanar el camino.

Pronto lo llamaron también de la Universidad de Chile, institución en la que llegó a ser en poco tiempo profesor titular, pero tuvo que dejarlo para poder dedicarse de lleno a su trabajo como parte del staff de cirujanos de la Clínica Alemana, equipo del que fue su jefe entre 2010 y 2014. “En la clínica me reencontré con Iván Roa y pudimos retomar la investigación, manteniendo así a nuestro país a la vanguardia en temas oncológicos”, señala Xabier.

En el Hospital Clínico de la FACH hoy no solo es jefe de la Unidad de Cirugía Digestiva, sino que también es su subdirector y Coronel de Sanidad de la Fuerza Aérea. En ambas instituciones, una de las tareas a las que más dedica tiempo es a la guía y entrenamiento de jóvenes cirujanos: “Me encanta estar en contacto permanente con los jóvenes porque tienen hambre de conocimiento. Trato de guiarlos, de enseñarles todo lo que sé, de abrirles puertas para que se vayan forjando su futuro. Ellos me dan algo que para mí es mucho más valioso: me obligan a estar siempre al día, siempre vigente, me desafían constantemente para seguir mejorando”.

Su dedicación la siente como un llamado y por ello piensa regresar en el futuro a enseñar a jóvenes médicos en el servicio público: “Son ellos, los jóvenes, los llamados a liderar las grandes mejoras que necesita nuestra sociedad y mi deseo es contribuir a ello poniendo todo mi conocimiento en sus manos”.

DR. XAbIER DE ARETXAbALA:

Este es un programa de la Universidad de La Frontera, El Mercurio y Emol para descentralizar Chile. Historias de profesionales que le ganaron a la desigualdad territorial, desarrollando sus carreras con visión global y arraigo local.

ExcElEnciasin frontEras

Dos caminos que se unenCorría el año 2004 cuando Xabier de Aretxabala se integró al staff

de cirujanos de Clínica Alemana. Allí se reencontró con quien fuera su ayudante en el Hospital de Temuco, la médico anestesióloga Ivette Solís. “Recuerdo que era una estudiante brillante, de altísimo rendimiento, comprometida con sus pacientes y a la que siempre le podía pedir un esfuerzo adicional. Fue siempre súper profesional”, recuerda Xabier.

Después de terminar su carrera, Ivette migró a Santiago y entre 1992 y 1994 fue general de zona en la Posta Central. Luego, en 1995, comenzó su beca de especialidad en Anestesiología en la Universidad Católica. “Lo primero que noté fue la escasa informa-ción que uno recibe en regiones, que llega parcelada, confusa y que tienes que terminar armando tú misma. En cambio, la gente de Santiago lo tenía todo al alcance de la mano”, recuerda Ivette.

En la beca destacó por su nivel de conocimientos y la vasta expe-riencia previa, factores que le ganaron rápidamente el respeto de sus pares. Al finalizar, le ofrecieron una plaza en el Hospital Sótero del Río. “Pero, si bien tenía trabajo, sentí fuertemente el sesgo del centralismo y tuve que demostrar mucho más cuán capaz era, por ser de provincia, por haber estudiado en una universidad de regio-nes y –además– por ser mujer”, agrega Ivette.

El esfuerzo tuvo respuesta. La llamaron de Dipreca (institución a la que solo entraban médicos de las grandes universidades) y luego de la Clínica Alemana, a la que ingresó en 1999 a hacer reempla-zos, luego medio tiempo y finalmente de tiempo completo desde 2012.

En ese camino fue que se reencontró con De Aretxabala: “Yo venía llegando de una pasantía en boston en Fisiología Pulmonar. Para mí fue muy importante encontrar a Xabier, había sido un gran profesor y uno de mis grandes mentores”.

Lentamente la relación de amistad que llevaban fue convirtiéndo-se en algo más. “Igual nos demoramos harto, recién desde 2013 que estamos juntos, en una relación maravillosa, enriquecedora en lo profesional –lo admiro muchísimo–, muy cómplice en lo personal y en lo ético, porque compartimos los mismos principios”, cuenta la anestesista.

Esa admiración también la comparte Xabier: “Ella tuvo que luchar contra tantos prejuicios; imagino que muchos se hubiesen sentido amedrentados, pero para Ivette eran estímulos para demostrar con más fuerza su talento y capacidad. Es hoy una profesional destaca-da y eso demuestra lo que mucho sentimos: que estudiar en regio-nes te hace ser un luchador para el resto de la vida”, concluye. El Dr. Xabier de Aretxabala y la médico anestesióloga Ivette Solís.

El cáncer de vesícula tiene en Chile, en especial en la región de La Araucanía, la más alta tasa de mortalidad a nivel mundial (38,2 muertes cada 100 mil habitantes). Este tipo de tumor es también la segunda causa de muerte en mujeres chilenas.

A fines de los 90’, con el doctor Iván Roa conformaron un grupo de trabajo en la Universidad de La Frontera para estudiar la patología, recibiendo el apoyo de las autoridades universitarias y del Hospital Regional.

“El centro que creamos con un Fondecyt se convirtió en referente internacional en un cáncer hasta entonces relativamente poco estudiado. El nivel de conocimiento de vanguardia en ciencia básica y tratamiento clínico que ahí se generó puso a la UFRO y a Temuco en el mapa de la ciencia médica internacional”, comenta Xabier, quien recuerda ese proyecto como uno de los hitos que le han permitido generar un legado para la medicina en Chile. “Fue una suma de elementos: se juntaron el hospital y la universidad adecuados

que nos apoyaron con todo, el compañero de trabajo perfecto, en una zona donde había mucha casuística”, explica. Debido a esa iniciativa, el doctor De Aretxabala es reconocido a nivel internacional como líder en la materia, es relator en todos los congresos y fue presidente del capítulo chileno del American College of Surgeons. “El trabajo que realizamos ahí dio frutos. De este equipo, por ejemplo, salió el actual Jefe de Patología de la Universidad Católica, doctor Juan Carlos Roa, quien, además de estudiante, fue profesor en Patología de la UFRO previo a su traslado a la Universidad Católica. Otro hecho destacado fue el caso del doctor Iván Wistuba, quien luego de trabajar en el grupo de cáncer de vesícula biliar UFRO, pasó a trabajar al MD Anderson Cancer Center en USA, donde hoy es un destacado profesor”, acota.

Hoy sigue haciendo investigación en cáncer de vesícula, buscando contribuir con mayor conocimientos de causas y tratamientos a esta patología en el país.Hospital de Temuco Dr. Hernán Henríquez Aravena.

Creando conocimiento de vanguardia