evolucion homogénea del dogma

747
 Whü obstat: Dr. Vicente Serrano, Censor. Unpnmatur: t José María, Obispo auxiliar y Vicario general Madrid, 13 de agosto de 1963. Núm. de Registro: 4.602.-19 63 Depósito Legal: M. 11.260.-1963 RAYCAR, S. A. Impresores. Madrid  ÍNDICE GENERAL Pdgs. INTRODUCCIÓN GENERAL 3 I. El P. Marín-Sola y su obra 11 II. «La evolución homog énea del dogma católico» 32 III. El actual problema teológico y «La ev olución homogénea del dogma católic 51 IV. Características de esta edición 11 5 INTRODUCCIÓN 121 CAPITULO I.—Las diversas especies y grados de evolución 133 SECCIÓN I.—La evolución en general 133 SECCIÓN II.—Los tres grados de evolución doctrinal 136 SECCIÓN III.—La evolución en los diversos géneros de cien- cias 142 SECCIÓN IV,—La evolución mediante el raciocinio o paso de la esencia a sus propiedades 146 SECCIÓN V.-—La evolución mediante el raciocinio o paso de la causa a sus efectos 151 CAPITULO II.—  La evolución del dogma y la virtualidad implícita del dato revelado 154 SECCIÓN I. —El punto de partida de l a evolución dogmática. 154 SECCIÓN II.—Origen histórico de la confusión moderna sobre la verdadera virtualida d revelada 160 SECCIÓN III.—Clasificación de las diversas teorías católicas sobre esta materia 185 SECCIÓN IV.—La virtualidad físico-conexiva no es verdadera virtualidad revelada ni teológica 191 SECCIÓN V.—La verdadera virtualidad revelada y teológica es la virtualidad implícita o metafísico-i nclusiva 210 SECCIÓN VI.—La virtualidad metafísico-inclusiva es realmen te homogénea con el dato revelado 223 SECCIÓN VIL—Dos concepciones opuestas sobre la virtuali dad revelada o sagrada teología 232 CAPITULO III.—  La evolución del dogma y la autoridad de la  Iglesia 236 SECCIÓN I.—La virtualidad revelada antes de la definición de la Iglesia ... 238

Upload: maxieraso

Post on 22-Jul-2015

423 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Wh obstat: Dr. Vicente Serrano, Censor. Unpnmatur: t Jos Mara, Obispo auxiliar y Vicario general Madrid, 13 de agosto de 1963.

NDICE

GENERAL

Pdgs.INTRODUCCIN GENERAL 3

I. II.

El P. Marn-Sola y su obra La evolucin homognea del dogma catlico

11 32 51 115121

III. El actual problema teolgico y La evolucin homognea del dogma catlico IV. Caractersticas de esta edicinINTRODUCCIN

CAPITULO I.Las diversas especies y grados de evolucin SECCIN I.La evolucin en general SECCIN II.Los tres grados de evolucin doctrinal SECCIN III.La evolucin en los diversos gneros de ciencias SECCIN IV,La evolucin mediante el raciocinio o paso de la esencia a sus propiedades SECCIN V.-La evolucin mediante el raciocinio o paso de la causa a sus efectos CAPITULO II.La evolucin del dogma y la virtualidad implcita del dato revelado SECCIN I.El punto de partida de la evolucin dogmtica. SECCIN II.Origen histrico de la confusin moderna sobre la verdadera virtualidad revelada SECCIN III.Clasificacin de las diversas teoras catlicas sobre esta materia SECCIN IV.La virtualidad fsico-conexiva no es verdadera virtualidad revelada ni teolgica SECCIN V.La verdadera virtualidad revelada y teolgica es la virtualidad implcita o metafsico-inclusiva SECCIN VI.La virtualidad metafsico-inclusiva es realmente homognea con el dato revelado SECCIN VILDos concepciones opuestas sobre la virtualidad revelada o sagrada teologa Nm. de Registro: 4.602.-1963 Depsito Legal: M. 11.260.-1963 CAPITULO III.La evolucin del dogma y la autoridad de la Iglesia SECCIN I.La virtualidad revelada antes de la definicin de la Iglesia ...

133 133 136 142 146 151 154 154 160 185 191 210 223 232 236 238

RAYCAR, S. A. Impresores. Madrid

VI

NDICE GENERAL

NDICE GENERAL

Vil

Pgs. SECCIN II.La virtualidad revelada despus de la definicin de la Iglesia SECCIN III.El lugar orgnico de la autoridad de la Iglesia en nuestra fe divina SECCIN IV.Si la Iglesia convierte la revelacin mediata o virtual en inmediata SECCIN V.Dos funciones de la autoridad de la Iglesia respecto al depsito revelado SECCIN VI.La autoridad de la Iglesia comparada con la de Dios y la de los Apstoles SECCIN VILSi la evolucin dogmtica despus de los Apstoles es subjetiva u objetiva SECCIN VIII.Si las definiciones de la Iglesia completan o perfeccionan el depsito ... CAPITULO IV.Las diferentes vas de la evolucin del dogma. CAPITULO VILLa evolucin del dogma y la opinin tradicional SECCIN I.La opinin de los Santos Padres SECCIN II.La opinin de Santo Toms SECCIN III.Desde Santo Toms a Molina SECCIN IV.Desde Molina a nuestros das SECCIN V.La mente de Melchor Cano SECCIN VI.Respuesta a un estudio histrico SECCIN VILExamen de una obra novsima Ki'LOGONDICE ONOMSTICO NDICE ANALTICO DE MATERIAS

Pgs.

249 257 276 291 295 298 303 308

567 568 573 578 596 631 654 686 736741 745

SECCIN I.La evolucin dogmtica por va especulativa ... 308 SECCIN II.Ejemplos histricos de evolucin dogmtica por va especulativa 321 SECCIN III.Ms ejemplos de lo mismo 335 SECCIN IV.Si cabe evolucin dogmtica por va de asimilacn 351 SECCIN V.La evolucin dogmtica por va afectiva o experimental SECCIN VI.Otras observaciones sobre la va afectiva ... SECCIN VILLas analogas o imgenes de la evolucin dogmtica CAPITULO V.La extensin de la evolucin dogmtica y ref' tacin de la llamada fe eclesistica SECCIN SECCIN SECCIN SECCIN santos I.Origen y sentido de la moderna fe eclesistica. II.La fe eclesistica y las conclusiones teolgicas. III.La fe eclesistica y los hechos dogmticos ... IV.La fe eclesistica y la canonizacin de los

359 373 386 392 393 407 431 452

CAPITULO VI.Solucin de las objeciones contra la evolucin del dogma SECCIN I.Objeciones contra la evolucin dogmtica en general SECCIN II.Ms objeciones contra lo mismo SECCIN III.Objeciones contra la identificacin de la extensin de la evolucin del dogma con la extensin de la infalibilidad SECCIN IV.Objeciones contra una de las pruebas principales de la evolucin del dogma

479 480 501

525 548

LA VOZ DE LA TRADICIN

O Timothee, depositum custodi (S. PAULUS). Depositum iuvenescens (S. IRENAEUS). Quodcumque igitur in hac Ecclesiae Dei agricultura fxde Patrum satum est, hoc idem floreat ac maturescat, hoc idem proficiatac perficiatur (S. VINCENTIUS LIRINENSIS).

Ad fidem pertinet aliquid dupliciter. Uno modo dxrecte... Alio modo indirecte et secundario, sicut ea ex quibus sequitur corruptio alicuius arculi... Et rea utraque potest esse haeresis, eo modo quo et fides. dem iudicium est de his et de illis, quia ad unum sequitur alterum. Quia quaedam continentur in fide Ecclesiae sicut conclusiones in principiis. Quia qui dicit unum, dicit quodammodo multa: et haec sunt quae praecedunt articulum et quae consequuntur ad ipsum. Et quantum ad hoc potest quotidie fides explican, et per studium Sanctorum magis ac magis explicata est (S. T H O M A S ) . Ad illud quod opponitur quod multa sunt credenda, quae in articulis non continentur, dicendum quod verum est... de consequentibus, sicut multa alia quae de psis articulis elxcxt S. Scriptura et doctrina theologica, sicut Christum a sua conceptione habuisse plemtudinem gratiae, et consimilia (S. BONAVENTURA). Nihil est asserendum de veritate fidei, nisi quod traditur in Scriptura, vel ab universali declaratur Ecclesia, vel ex altero istorum sic tradito vel declarato necessario et evidenter sequitur( D U N S SCOTUS).

Duae sunt viae quxbus decerni potest rehgioni christianae quid credendum sit... Nec refert, in S. Scriptura et aliis, an aliquid sit revelatum explicite ut creatio mundx, Incarnatio Verbi et alia huiusmodi an implicite, ut sunt omnia quorum opposita non possunt sustiner cum veritate S. Scripturae et aliorum quae certa fide tenemus, nisi quod ingenio, labore, ratione et intellectu opus est, ut manifestentxir haec, quae implicite dicuntur contineri, esse necessario connexa illis in quibus contineri dicuntur(CARDINALIS CAIETANUS).

INTRODUCCIN

GENERAL

f

Uno de los muchos errores modernismo consista en la afirmacin de que el dogma catlico no conserva siempre el mis* mo sentido. El contenido dogmtico no est sujeto a la invariahilidad de los datos objetivamente revelados por Dios, sino ms bien a la contingencia de los factores psicolgicos y religiosos de los hombres. Los dogmas son cosas tan contingentes y mudables como las condiciones subjetivas del hombre que los admite. Y como estas condiciones evolucionan y cambian frecuentemente, sin que en las evoluciones y cambios haya continuidad sustantiva y homognea, sucede que los dogmas pueden cambiar de con' tenido sustancial y q u e las frmulas dogmticas pueden tener, en el decurso de los tiempos, sentidos completamente diversos y aun opuestos. Estas enseanzas fueron condenadas por Po X en la encclica Pascendi dominici gregis, de 8 de septiembre de 1907 l . Y en el Juramento antimodernista, prescrito por el propio Po X, se dice: Fidei doctrinam ab Apostolis per ortodoxos Patres eodem sensu eademque semper sententia ad nos usque transmissam, sincere recipio; ideoque prorsus reiicio haereticum commentum evolulionis dogmatum, ab uno in alium sensum transeuntium 2. La condenacin pontificia se refiere a la evolucin del dogma de un sentido en otro; pero por un fenmeno muy explicable de reaccin lleg a tomarse como sospechoso el mismo trmino de evolucin. No negaba Po X que el dogma evolucionara, sino que evolucionara perdiendo su primitivo sentido revelado; en otros trminos, que fuera sujeto de evolucin transformista. Sin embargo, las mentes estaban bien preparadas para identificar los trminos de evolucionismo y transformismo, porque la ciencia y la teologa los venan utilizando como sinnimos; la ciencia, porque consideraba la evolucin a travs de concepciones darwinianas; la teologa, porque la consideraba a travs de concepciones modernistas 3 ."Acta Sanctae Seflis" 40 (1907) 593ss. Iuramentum antimodernisticum: AAS 2 (1910) 669-672; DENZINGER, 2.145. "Es posible que a ciertos lectores ms piadosos que ilustrados les suene mal el ttulo mismo de Evolucin homognea del dogma catlico que hemos dado a nuestra obra. Desde que Darwin emple la frase de Evolucin de las especies para significar el transformismo de unas especies en otras, y mucho nis desde que el hertico modernismo aplic esa doctrina transformista al dogma catlico, ciertos telogos excesivamente tmidos miran con desconfianza el nombre mismo de evolucin, como si toda evolucin fuese necesaf lamente transformista y no hubiese evolucin alguna homognea; o como si2 3 1

jcto de que enviaran a Roma las observaciones que estimaran c portunas. En la comisin que al efecto se nombr en la j?a c: ticia eclesistica de Nueva Orlens ocup el P. Marn el c ra ) de secretario. El Padre propuso personalmente 76 innova? t o s s al proyecto. De ellas, 63 aparecieron incorporadas literalnt^Ste al cdigo definitivo. Las enmiendas del P. Marn coincidieron, sin duda, con otras idnticas que debieron proponerse desde otra partes; pero lo cierto es que tal cual l las propuso estn hoy en el derecho cannico. Por todo esto se ve que sus facultades intelectivas no estaban circunscritas a una sola disciplina. Eran excepcionales en toda clase de conocimientos; aunque de hecho tuvieran ms oportunidad para manifestarse en el campo filosfico y teolgico, en el que brillaron con luz particular. 2) El expositor y el pedagogo.Hay grandes sabios, grandes pensadores, grandes investigadores, individuos de gran vala personal, que no cuentan con dotes suficientes para comunicar sus conocimientos ni para hacer que los dems participen de sus investigaciones. Son muy distintas las facultades de comprender y de exponer. Para lo primero se requiere capacidad intelectual; para lo segundo, adems, capacidad de traducir en palabras y en escritos los conocimientos que se adquieren, y traducirlos no slo con la claridad con que se poseen, sino, adems, con la claridad que necesita quien debe de adquirirlos. En el P. Marn no tiene lmite la claridad de exposicin. Parece no encontrar obstculo entre la idea de la que se ha posesionado y la expresin adecuada a la mentalidad de sus lectores, con la que stos deben penetrar en el conocimiento de dicha idea. La palabra justa, el ejemplo oportuno, la repeticin insistente..., todo le favorece para hacerse entender de todos. Ya dijimos ms arriba que, si algn defecto hay en l, es el de la insistencia y el de la repeticin, o lo que es lo mismo, el exceso de diafanidad. Quien lea la presente obra se convencer muy pronto por propia experiencia de la exactitud de lo que decimos. Pero no slo tiene el don de traducir de manera sumamente inteligible las verdades que posee y comprende; adems sabe relacionarlas con otras verdades y otros problemas ms claros y fundamentales de una manera tal que el lector o el oyente

23

P. M. VELASCO, Ensayo bibliogrfico p.4.

EL P. MARN-SOLA Y SU OBRA

19

o ven a la luz de verdades que conocen

jrontamente aprecian la exactitud de lo que se les dice, pues bien.

Hay un dato que no podemos pasar en silencio, y que est muy relacionado con sus dotes pedaggicas: el de saber dar inters a los problemas q u e trata. Los problemas de que el Padre Marn trataba eran seguidos con inters creciente, o porque lo tenan en s o porque l saba drselo. U n a cuestin o un problema que no despierta inters o inquietud, difcilmente se seguir ni en el libro ni en la clase; y si no se sigue, es muy difcil que logre imponerse. El P. Marn conoca todo esto. De ah que siempre eligiera para sus escritos problemas acuciantes o de actualidad; y, si no lo eran, que los propusiera l mismo de manera tal que despertaran en sus lectores u oyentes el inters que pareca dormido. En una palabra, si los problemas no eran actuales, los haca l. La evolucin homognea del dogma catlico es un ejemplo de lo primero. Ms arriba dijimos ya algo sobre la actualidad del tema, sobre la desorientacin que en torno a l haba creado el modernismo, sobre la indebida utilizacin que los modernistas hacan de la historia de los dogmas y del carcter psicolgico y afectivo de la verdad religiosa. Y dijimos tambin que el P. Marn se apoder de una palabra de poder altamente sugestionado^ evolucin, y de unas armas mal esgrimidas, la, historia de los dogmas y la experiencia religiosa, para utilizarlas en servicio y beneficio de la ortodoxia tal cual la entiende y explica la teologa tradicional. Otro ejemplo de lo mismo nos lo da la serie de artculos que con el ttulo general de Catolicismo y protestantismo public en el peridico de Manila Libertas los aos 1902-1903. Los artculos fueron veintids 2 4 . La oportunidad, inmejorable. Las islas Filipinas haban pasado del dominio espaol al americano apenas haca dos aos. Los protestantes empezaron a abrir capillas e iglesias en el archipilago. Era necesario orientar a los catlicos en esta coyuntura; y para eso escribi el P. Marn su larga serie de artculos. El estilo es periodstico y gil, sin menoscabo de la solidez de su contenido. Forzosamente tendremos que volver sobre estos artculos ms adelante, cuando hablemos de su carcter de polemista, porque la reaccin que produjeron en el campo protestante merece glosa aparte. Pero haba casos en los que el inters no lo daban las circunstancias, sino' que lo creaba l mismo. La teologa est llena de problemas discutibles; problemas que en un tiempo apasio24 He aqu los ttulos de estos artculos: El catolicismo y las sectas protestantes, tres artculos; Catolicismo y protestantismo. Iglesia luterana, cuatro artculos; Catolicismo y protestantismo: Iglesia reformada, un artculo; Catolicismo y protestantismo; Iglesia anglicana episcopal, dos artculos; Catolicismo y protestantismo: El movimiento de Oxford y su desenlace, tres artculos; Catolicismo y protestantismo: Pusesmo y ritualismo, tres artculos; Catolicismo y protestantismo: Estado actual de la Iglesia anglicana, cuatro artculos; Catolicismo y protestantismo: El anglicanismo y la Iglesia romana, dos artculos.

20

INTRODUCCIN GENERAL

naron, pero que llegaron a languidecer, y lnguidos se presentan en las clases y en los libros. Quiz porque la historia teolgica haya demostrado que no hay manera de resolverlos de modo enteramente satisfactorio. U n o de ellos es el de las relaciones entre la mocin divina y la libertad creada. Si hay algn problema de suyo acuciante, es ste; y, sin embargo, parece anacrnico tratarlo con pasin y con ardor. Se han perdido en el camino de las disputas sobre la materia demasiadas energas, y se ha hecho demasiada poca luz en asunto tan misterioso. Esto induce a que quien escribe o quien estudia el problema no pueda disimular cierto aire escptico sobre la eficacia de las soluciones que propone o le proponen. Por eso decamos que parece algo anacrnico' tratarlo con ardor y con pasin. Y, sin embargo, el P. Marn logr apasionar a los telogos en torno a esta cuestin. Y esto, porque renov su planteamiento y su solucin. Los renov en el sentido autntico de la palabra, porque los despoj de muchos aditamentos que l estimaba accidentales, y que inducan a oscurecerlos, y los redujo a la simplicidad con que salieron de la mente y de la pluma de Santo Toms. Esto caus sorpresa en todos los campos; en el tomista y en los no tomistas. Y sucedi que un problema que en tiempos pasados apasion vivamente a los telogos, y que hoy languideca, cobr de nuevo su antiguo inters. Aunque no' tuvieran otro mrito los artculos publicados en La Ciencia Tomista bajo el ttulo de El sistema tomista sobre la mocin divina 25 , bastara para justificarlos el de haber revivido el inters por un problema teolgico de envergadura que pareca mortecino, y el de haberlo vivido sin salirse de los cnones de la ortodoxia catlica ni de la ortodoxia tomista. Otro ejemplo de esto lo tenemos en su trabajo sobre la causalidad fsica de los sacramentos y la reviviscencia. Tambin era un problema vivo e interesante por su contenido, pero que languideca en las pginas de los libros y en las aulas. El lo reaviv al renovarlo en un trabajo publicado sobre la materia en Divus Thomas, de Friburgo 2 6 . El inters que despertaban sus escritos dan el ndice del inters que despertaban sus lecciones. Todava se recuerdan las maravillosas explicaciones de su ctedra de Friburgo. Los misterios ms sublimes de la teologa y del dogma adquiran en sus explicaciones una luz atrayente y fascinadora. Ejerca el Padre un poder fascinador sobre sus alumnos. Posea para ello claridad de exposicin, elocuencia vibrante, simpata personal. Fue ^-dice su compaero y bigrafo P. Velasco caudillo de las juventudes catlicas de estudiantes de la Universidad de Friburgo, y en su persona pareci revivir el espritu de Francisco25 Publicados en julio-agosto de 1925, enero-febrero de 1926 y mayo-ionio de 1926. 26 Divus Thomas de Friburgo, enero de 1925.

EL P. MARIN-SOLA Y SU OBRA

21

de Vitoria 27. La Libert, de Friburgo, haca de l esta semblanza: El P. Marn aada a una ciencia teolgica tan vasta como profunda todas las cualidades necesarias para hacer que la enseanza sea atrayente y eficaz: claridad y lgica en la exposicin, originalidad y seguridad en la expresin, dominio, ardor y elocuencia en la palabra, con un espritu amplio y marcadamente abierto, al que no> era ajeno nada de cuanto es huma-no y moderno en las mltiples manifestaciones de la vida intelectual 2 \ 3) El polemista.El P. Marn no era un espritu cerrado. * Le gustaba contrastar sus ideas. Por eso, antes de escribir una obra la publicaba por entregas en artculos monogrficos, que iban apareciendo en diversas revistas cientficas. De este modo poda apreciar las reacciones que sus doctrinas producan en los telogos; responda a sus observaciones y dificultades, y as, al publicarse despus, la obra sala ya bien defendida. Este es el procedimiento que sigui con La evolucin homognea del dog' ma catlico, y ste empez a seguir con su obra postuma, todava indita, Concordia tomista entre la mocin divina y la lu bertad creada. Dios le haba dotado con buenas cualidades de polemista. La primera, la comprensin de las verdades que expona. Ya hemos dicho que no se decida a escribir hasta que no crea dominar completamente la materia de que escriba, hasta que la reduca a los principios inconcusos de la teologa y del tomismo, hasta que apreciaba su conexin con otras verdades teolgicas y tomistas. Esto haca que estuviera bien dispuesto a la lucha, pues prevea cualquier ataque, y tena los puntos, al parecer dbiles, bien guardados. No le hubiera sido posible esto si se hubiera limitado a un conocimiento- no comprensivo de los problemas de que escribi, o> si se hubiera satisfecho con conocerlos por razones inmediatas y superficiales, desconociendo su conexin con razones ms universales y con otros problemas afines. Adems de este dominio de la materia, que es imprescindible al buen polemista, posea el P. Marn otra cualidad: la de dominar fcilmente el alcance de la dificultad que se le propona. Ya hemos recordado su confesin, de que entenda cuanto estudiaba. Tambin entenda lo que se le objetaba. Con lo que le era fcil hacer el contraste entre lo por l propuesto y las dificultades que le oponan. Generalmente se trataba de dificultades ya resueltas en la simple proposicin y explicacin de sus doctrinas. Dijimos ya que antes de proponerlas las reduca a los principios inconcusos de la teologa y del tomismo, y las relacionaba con otras doctrinas afines. La dificultad, en27 28

P. M. VELASCO, Ensayo bibliogrfico; en nuestra copia, p.6. La Libert (Friburgo), 17 de junio de 1932.

22

INTRODUCCIN GENERAL

general, proceda de no tener en cuenta alguna de estas reducciones o relaciones. Hemos de aadir otro detalle. Su afn comprensivo, que le llevaba a no hablar de nada sin que previamente lo dominara, y que le induca a dominar tambin el contenido1 de las dificultades, le impulsaba asimismo a no dejar en stas ningn cabo suelto, viniera o no viniera con oportunidad. Materialmente desmenuzaba las palabras y los conceptos de su objetante. Para confirmar cuanto llevamos dicho, puede el lector leer todo el captulo 6 y las dos ltimas secciones del 7 de la obra que tiene entre manos. Ver cmo el P. Marn analiza con una detencin minuciosa cada una de las objeciones que le proponen. La descompone y va respondiendo con calma y con firmeza a cada una de sus partes, a las no pertinentes y a las pertinentes. Y ver asimismo cmo con mucha frecuencia la parte pertinente de las dificultades se resuelve con la llamada de atencin o con el recuerdo de algn principio o algn detalle de su exposicin, que el objetante ha manifestado ignorar o no ha advertido. Dijimos hace unos momentos que tena temperamento de polemista. Era un luchador. La polmica le encantaba; no la hua nunca, antes bien, la buscaba. Quiz en esto pecara por exceso, como pec tambin, segn indicamos ms arriba, por el exceso de afn de claridad, que le hizo incurrir en demasiadas repeticiones. Creemos que su espritu luchador le perjudic no poco; con ms tranquilidad y ms calma hubiera podido terminar obras que dej sin publicar. Su deseo de contrastar sus opiniones y de polemizar le rest tiempo y sosiego para terminar la construccin del edificio cientfico que intentaba. Pero el espritu de lucha era innato en l, que era una autntica figura del vigor navarro; vigor que gusta manifestarse en la pelea. Nunca supo desprenderse de l. Nunca su espritu luchador tuvo el menor asomo de aspereza. Era caritativo y elegante por naturaleza y por virtud. El vigor k> dejaba para las doctrinas, para defender las que le parecan verdaderas y para oponerse a las que estimaba falsas. Para las personas con quienes tena que discutir guardaba siempre la mxima consideracin y la mxima exquisitez. Jams sali de su pluma una palabra dura o fuerte que pudiera herir a sus opositores. El lector puede observarlo por s mismo en la presente obra. Nosotros nos reservamos darle ms confirmaciones en el apartado que dedicaremos a disear su fisonoma moral. 4) Tres testimonios excepcionales.Cualquier lector puede ver por s mismo cmo era la fisonoma intelectual del P. Marn. Est muy reflejada en sus escritos, y muy particularmente en esta obra. Cuando la lea apreciar personalmente la exactitud de los juicios que hemos hecho. Pero queremos ahora re-

EL P. MARN-SOLA Y SU OBRA

23

cordarle tres, de entre los muchos que sobre su persona y su obra se emitieron. Tienen un valor excepcional por la cualidad de quienes los hacen. El primero' es del maestro general de la Orden de Predicadores; el segundo, de la provincia dominicana de Filipinas, de la que era hijo, y en la que desarroll durante muchos aos su labor docente: el tercero de la Universidad de Friburgo, cuya ctedra de dogma ocup desde 1919 hasta 1927. El Rvmo. P. Theissling, maestro general de la Orden, gir visita cannica a Friburgo en el ao 1920. Haca un ao que el P. Marn desempeaba su ctedra de dogma, en la que haba sucedido al P. Norberto del Prado. La fama del P. Norberto era grande, y su produccin teolgica, numerosa y clsica. Despues que el Padre General oy a los miembros de la Facultad de Teologa y a los alumnos, se expres sobre la doctrina y sobre la pedagoga del P. Marn del modo siguiente: Quoad soliditatem doctrinae aequas P. Norbertum, et quoad modum docendi superas eum 29 . El cronista de la provincia de Filipinas hace en su crnica oficial el siguiente elogio: Era el P. Francisco Marn un espritu procer de inteligencia y de corazn. Entendimiento profundo, intuitivamente comprensivo, analtico y sinttico a la vez, y de un equilibrio mental objetivo que admiraba a todos los que se acercaban a consultarle. Las materias que estudiaba las dominaba a fondo1 hasta llegar a la raz de las cuestiones y sus derivaciones a los grandes problemas que con ellas se relacionaban. De ah el dominio de las claves fundamentales en los asuntos que trataba: el punto de partida que tomaba para iluminar el desarrollo de los problemas, objeto de su estudio; el orden, claridad y lgica impecable con que los desenvolva; la serenidad y el poder discursivo con que se apoderaba de la mente de sus discpulos en todas las ctedras que regent, lo mismo en el colegio de Letrn y Universidad de Manila que en Espaa, Amrica y Suiza. Tena su palabra un poder sugestivo asombroso, que subyugaba en la enseanza, cuyo recuerdo eterno perdurar siempre en sus carsimos discpulos. De ah el entusiasmo y amor febril que en su corazn despertaba, el amor intenso y afectivo que engendraba hacia su persona, como profesor, y la correspondencia fiel e inviolable de l para con ellos. Realizbase de la ms excelente manera la compenetracin de un gran maestro que saba ensear, con la vivsima ansia del discpulo de aprender la sabidura que admiraba en su maestro, que se derramaba en su espritu, cual pursimo manantial rico y abundoso en sus luminosas lecciones. Fue tambin, por sus condiciones de organizador y orador elocuente, caudillo de las juventudes catlicas de estudiantes de la Universidad de Friburgo', y en su persona pareci revivir P. M. VBLASCO, Ensayo bibliogrfico p.7.

24

INTRODUCCIN GENERAL

el espritu de Francisco de Vitoria. Tal fue la nueva vida que comunic a los que se sentaban al pie de su inmortal ctedra; el espritu de estudio y de investigacin filosfico-teolgica que engendr en todos; la renovacin de los grandes problemas que agitaron a las escuelas antiguas y agitan a las modernas, presentndolos con soberana originalidad, con soluciones geniales que cortan el nudo gordiano de las dificultades a los grandes problemas teolgicos 30 . Y para terminar, vase el elogio que hace de l la Universidad de Friburgo: El P. Marn-Sola fue profesor de teologa dogmtica en nuestra Universidad desde otoo de 1918. En esta ctedra importante haba brillado ya otro espaol, su inmediato predecesor, el inolvidable P. Norberto del Prado. El P. Marn-Sola desempe su ctedra con una brillantez y un xito difciles de superar. A una ciencia teolgica tan vasta como profunda una todas las cualidades que hacen la enseanza atrayente y eficaz: claridad y lgica en la exposicin, originalidad y seguridad en la expresin, dominio, ardor y elocuencia en la palabra, y una amplitud de espritu marcadamente abierto, al que no era extrao nada de cuanto es humano y moderno en las mltiples manifestaciones de la vida intelectual. Su entendimiento, audazmente personal, renovaba todas las cuestiones que trataba. La inspiracin profundamente religiosa de su alma sacerdotal daba siempre una nota sensible a sus lecciones. Sus clases eran el encanto de los oyentes, que cada da ms numerosos y ms entusiastas se agolpaban al pie de su ctedra. No es, pues, extrao que fuera unnime y profundo el sentimiento de todos cuando se supo, en el verano de 1927, que circunstancias imperiosas le llamaban a Espaa. Posea temperamento de polemista... y era tambin un orador de singular poder... 3 1 . La coincidencia de todos los juicios es exacta. El P. Marn era un intelectual autntico: pensador, expositor, polemista, de espritu abierto', muy humano. Fue un gran telogo. Escritor profundo y formador de telogos y de escritores.3. SU PRODUCCIN LITERARIA

La produccin literaria del P. Marn Sola es mltiple, como mltiple fue su actividad profesional. Desde el ao 1900 hasta el de 1932, en que muri, se dedic de lleno a la enseanza. De estos treinta y dos aos, veintids a la enseanza de la teologa en Avila, Manila, Rosaryville y Friburgo. En Avila, tres aos, del 1906 al 1908 y el 1911; en Manila, cinco, a saber: del 1908 al 1910 y del 1929 al 1932; en Rosaryville, seis, des Ib., p.8-9. S' La Libert (Friburgo), 17 de junio de 1932.

EL P. MARN-SOLA Y SU OBRA

25

de 1913 hasta 1919, y en Friburgo, ocho, desde 1919 hasta 1927. El total de los aos que se dedic a la enseanza de teologa es el de veintids. En Manila simultane su docencia con el oficio de redactor del peridico Libertas. Era esto en los aos 1902-1906, cuando enseaba matemticas en el colegio de Letrn y filosofa en la Universidad. Ms tarde, del ao 1908 al 1910, siendo ya profesor de teologa, fue nombrado director de dicho peridico. Sus veintids aos de enseanza de teologa y sus seis aos de periodista fueron muy fecundos en escritos. Vamos a resear aqu sus principales trabajos periodsticos y todos los que escribi de carcter teolgico 3 2 :1. E catolicismo y las sectas protestantes.-Tres artculos en el peridico Libertas, de Manila (1902). 2. Catolicismo y protestantismo. Iglesia luterana.Cuatro artculos en id. (1902). 3. Catolicismo y protestantismo. Iglesia rejormada.Un artculo en id. (1902). 4. Catolicismo y protestantismo. Iglesia anglicana episcopal.-Dos artculos en id. (1902). 5. Catolicismo y protestantismo. El movimiento de Oxford y su desenlace.Tres artculos en id. (1902). 6. Catolicismo y protestantismo. Pusesmo y ritualismo.Tres artculos en id. (1902). 7. Catolicismo y protestantismo. Estado actual de la iglesia angli' cana.Cuatro artculos en id. (1903). 8. Catolicismo y protestantismo. El anglicanismo y la Iglesia romana. Dos artculos en id. (1903). 9. La evolucin homognea del dogma catlico.Un volumen en 4. c mayor, de 600 pginas, publicado por la Biblioteca de Tomistas Espaoles en Valencia el ao 1923. Esta obra se haba publicado anteriormente, en artculos monogrficos, en las revistas La Ciencia Tomista y Revue Thomiste. 10. L'volution homogene du dogme cathlique.Dos volmenes en 4. Vol.l, 535 pginas; vol.2, 375 pginas (Friburgo, Suiza, 1924). Es la traduccin francesa de la obra anterior. El autor aument la obra con nuevas notas en casi todas las secciones, aadiendo una seccin totalmente nueva, la 6. a del c.4. 11. Proponitur nova solutio ad conciliandam causalitatem physicam Sacramentorum cum eorum reviviscentia: Divus Thomas, jan. 1925, p.49-63 (Friburgo 1925).32 Adems de los escritos que reseamos en el texto, tiene otros muchos, principalmente periodsticos. Los escribi durante los cuatro aos que fue redactor y los dos que fue director de Libertas. El propio P. Marn tena coleccionados sus artculos de Libertas en 22 cuadernos. Se trata de editoriales, trabajos apologticos y de controversia con los protestantes, aglipayanos y otros sectarios. Public adems: Santo Domingo de Guzmn y las misiones de infieles: "Misiones Dominicanas", agosto de 1921. Panegrico de Santo Toms de Aquino, predicado ante 30S catedrticos de la Universidad de Madrid el 15 de marzo de 1908 y publicado en Avila el mismo ao.

26

INTRODUCCIN GENERAL

12.

El sistema tomista sobre la mocin divina: La Ciencia Tomista, julio-agosto de 1925, p.5-55. 13. Respuesta a algunas objeciones acerca del sistema tomista sobre la mocin divina: La Ciencia Tomista, enero-febrero de 1926, p.5-74. 14. Nuevas objeciones acerca del sistema tomista sobre la mocin divina: La Ciencia Tomista, mayo-junio de 1926, p.321-397. 15. Concordia tomista entre la mocin divina y la libertad creada. Obra indita de 4 vols. en folio.Vol.l, 1039 pginas de texto y XLIX de ndices,- vol.2, 643 y x x i ; vol.3, 612 y L X X X I ;vol.4, 646 y LXXXV.

4.

FISONOMA

MORAL DEL P.

MARN-SOLA

La fisonoma moral del P. Marn-Sola tena rasgos verdaderamente atractivos y ejemplares, tanto en el aspecto religioso como en el aspecto humano. Se hizo amable a Dios y se hizo tambin amable a los hombres. 1) Lo religioso en el P. Marn.Posea el Padre un espritu profunda y slidamente religioso. Muchas veces hemos repetido que su carcter no era nada superficial; no lo era tampoco su piedad. Muy ocupado en el pensamiento y en el estudio de las verdades dogmticas, no se contentaba con un conocimiento meramente especulativo de las mismas. Nadie como l supo exponer el valor afectivo y perfectivo del dogma catlico, asunto al que dedic dos secciones en La evolucin. Penetraba en el conocimiento de los dogmas y encontraba el camino fcil para convertirlos en fuente de vida espiritual y divina. De ah que poseyera una piedad tan slida, una piedad dogmtica. Fcilmente converta sus estudios de teologa en autnticas elevaciones dogmticas de la ms pura vena mstica. Alguna vez se aprecia esto en sus escritos, y se apreciaba frecuentemente en sus conversaciones. Y lo traduca en cualquier manifestacin exterior de su vida. Somos testigos presenciales de algunas de estas elevaciones hechas para nosotros, cuando ramos estudiantes; y podemos dar testimonio tambin de la exactitud con que traduca en su vida exterior la contemplacin divina, de la que internamente estaba tan Heno. A esta piedad profunda y sencilla a la vez una una humildad no menos profunda y sencilla. Parece que, dado su temperamento renovador, revolucionario, polmico, en el terreno doctrinal, temperamento del que hemos hablado ms arriba, deba ser en el terreno moral un espritu alborotado. Nada ms lejos de la verdad. El P. Marn era ejemplarmente humilde y ejemplarmente sencillo. Es explicable el afn entraable con que defenda sus doctrinas. Le haba costado muchas vigilias y muchos trabajos construir sus sntesis doctrinales; y haba pasado no menos vigilias y no menos trabajos para encontrar la raz tradicional de lo que

EL P. MARN-SOLA Y SU OBRA

27

enseaba. Dijimos en otro lugar que sus trabajos, tan renovadores y revolucionarios, tenan siempre hondo fundamento doc' trinal y positivo. Con acierto O' sin l, de ello ahora no nos ocupamos, lo cierto es que nadie puede negar que las obras del Padre Marn poseen slida base de principios y slida base de tradicin, y que l da pruebas de haber pensado mucho' y de haber ledo mucho tambin. Por eso decamos que era explicable el celo entraable con que defenda lo que tanto le haba costado. Pues bien, sus largas vigilias y sus intensos trabajos, toda una vida de dedicacin y de estudio, y el fruto de este estudio y de esta dedicacin, eran cosa a la que estaba dispuesto a renunciar ante un solo texto de Santo Toms en el que el Santo afirmara claramente lo contrario. Es cierto que la autoridad de Santo Toms es muy grande; pero es muy grande tambin el sacrificio que supone la renuncia al fruto de toda una vida de pensar, repensar, construir e investigar, la renuncia a toda una construccin cientfica que ha costado tantos aos, la renuncia a quince mil testimonios recogidos en la tradicin teolgica, la renuncia a lo que supone toda una vida de intenso trabajo, por un solo testimonio del Doctor Anglico. Quince mil textos tiene el P. Marn recogidos en su obra sobre la Concordia te mista entre la mocin divina y la libertad creada. Y, no obstante, escribe: Todo telogo que no est conforme con algunos aspectos relativamente nuevos que esperamos exponer en estos artculos, tiene un camino muy llano y muy corto para convencernos. Sin necesidad de largos razonamientos en contra, mustrenos un solo texto de Santo Toms en que se diga claramente lo contrario, y est seguro de nuestra rectificacin 33 . Ejemplos como ste, de humildad y de modestia, abundan en su vida. Siendo estudiante intervino en cierta ocasin brllantsimamente, arguyendo contra un catedrtico, en una conclusin pblica; el catedrtico se vio completamente cercado por el joven estudiante. Y testifican sus condiscpulos que jams le oyeron hacer en las conversaciones la menor alusin a33 Esta sumisin del P. Marn a la autoridad doctrinal de Santo Toms no era servil. No se trata de una fe ciega en la autoridad del Anglico, ni de una renuncia total al propio pensamiento. Algunas veces le omos decir que esta fe y esta dcil sumisin mental a las doctrinas del Aquinatense las fundaba en la propia experiencia. Haba experimentado muchas veces cmo las afirmaciones del Santo estaban bien afincadas en los principios de la razn y de la revelacin, y esto haca que fiara ms de lo que en l lea que de lo que l mismo investigaba. Siempre dio pruebas de gran fidelidad a las enseanzas de Santo Toms. Cuando en los aos 1925-1926 conmovi tanto a los telogos con sus artculos acerca de El sistema tomista sobre la mocin divina, publicados en "La Ciencia Tomista", pas en Friburgo una gravsima enfermedad. Durante ella escribi un juramento de sumisin a las doctrinas del Doctor Anglico y una emooionanite peticin a Dios de que le llevara de este mundo si sus interpretaciones se apartaban del autntico pensamiento del Maestro. Dios no quiso que entonces muriera, y le dio tiempo para escribir los cuatro volmenes en folio, que an no han sido publicados. Esta fidelidad no quiere decir que se limitara a leer; no descansaba hasta que no comprenda lo ledo y estudiado. Cosa que, por lo dems, suceda bastante pronto, porque el entendimiento del P. Marn era claro y profundo.

28

INTRODUCCIN GENERAL

lo que acababa de ocurrir 34 . Los exmenes que hizo de lector fueron brillantsimos, en vista de lo cual hizo el rector de la Universidad de Manila, que presida dichos exmenes, que se graduara de licenciado y de doctor sobre la marcha, proposicin a la que el P. Marn se resisti, por no llamar la atencin, ya que esto estaba fuera de costumbre. Cuando se le propuso para maestro en Sagrada Teologa, siendo ya catedrtico en Friburgo, no consinti en aceptar el magisterio si no se lo daban tambin a otro compaero suyo de ctedra cuyos mritos eran muy inferiores a los suyos, indicando con ello que aceptaba el grado de maestro no a ttulo personal, sino para dignificar la ctedra. El espritu renovador con que estudiaba y propona las cuestiones teolgicas que explicaba en la ctedra o en el libro le produjo no pocas pruebas y sinsabores. Las reacciones que sus artculos producan en quienes no pensaban como l eran naturales; pero el Padre era muy sensible y le afectaban mucho. Sin embargo, jams se le oy una palabra de recriminacin. Su epistolario ntimo es una prueba fehaciente de su humildad y de su espritu religioso. Y los hechos demostraron siempre estar conformes con las palabras que en sus cartas escriba. 2) Lo humano en el P. Marn.Hemos dicho que el Pa-' dre Marn tena un temperamento batallador. A pesar de ello, sus intenciones, cuando escriba, no1 eran de polemizar, sino de construir: Aunque nuestros artculos deca en La Ciencia Tomista, en cuanto de nosotros dependa, no tendrn nada de polmicos... 3 5 . Pero prevea que los hechos se encargaran de incumplir sus intenciones. A pesar de nuestro deseo de evitar todo lo que tenga el menor aspecto de polmica, prevemos que no han de faltar molinistas, y sobre todo tomistas, que no estando conformes con nuestras ideas, las han de atacar y han de obligarnos a la rplica 36 . Sus rplicas eran siempre ejemplares. Jams sali de su pluma ni de su boca una palabra dura que redundara en perjuicio de su contrincante. Era fino, suave y elegante. Toda la seccin VII del captulo 7 de La evolucin est dedicada a polemizar con el telogo que llev la voz de la opinin opuesta a la del Padre. Dedica 48 pginas a resolver las dificultades que le propone, que son veintisiete " Pues bien, apenas si cita su nombre tres veces, y siempre con encomio 3S .34

35 El sistema tomista sobre la mocin divina: "La Ciencia Tomista", julioagosto de 1925, p.8. 36 Ib. 37 La evolucin homognea n.491-519. Las 48 pginas a que se refiere el texto son38de la 524 a la 571, ed. de Valencia. Tampoco cita a sus opositores en otros lugares de su obra. Por ejemplo, el c.4 s.l, seccin motivada toda ella por la objecin que le propuso un telogo, cuyas palabras cita sin citar el nombre. Todo el c.6, dedicado enteramente a la solucin de dificultades, sin citar tampoco los nombres de quienes se las propusieron.

Declaracin de su compaero de estudios P. GREGORIO ARNAIZ.

EL P. MARN-SOLA Y SU OBRA

29

Reservaba la rplica para la doctrina, guardando una exquisita consideracin para quien la propona. H u y de hacer degenerar las cuestiones objetivas en discusiones ms o menos personales, como sucede frecuentemente con las polmicas sostenidas en revistas 39 , No fueron suficientes para hacerle renunciar a este prop' sito que se haba hecho de no descender de lo objetivo y doctrinal a lo subjetivo y personal los duros ataques de que en ocasiones fueron objeto sus doctrinas y las calificaciones duras con que a veces fueron juzgadas por algunos crticos. Nunca el P. Marn perdi su calma y su serenidad: siempre se manifest comprensivo y elegante. El, polemista por naturaleza, estaba, sin embargo, tan ajeno a lo personal de las polmicas y apeteca tanto solamente el esclarecimiento de las doctrinas, que llegaba a aorar los tiempos en los que se discuta sin citar los nombres de los autores que disputaban. Respecto a lo que aade nuestro objetante... solamente haremos las observaciones siguientes... Cuarta, que si esta discusin... ha de continuar, convendra que no se asemejase a la virulenta discusin que en el decadente siglo XVIII entabl nominal y apasionadamente Concina contra Billuart, sino a la manera suave con que en el clsico siglo XVI el Ferrariense supo combatir al cardenal Cayetano en muchas cuestiones, pero sin nombrarle, y, mejor an, a la manera verdaderamente santa con que, en el siglo de oro de la escolstica, los dos ms grandes discpulos de San Agustn, cual eran Santo Toms y San Buenaventura, supieron mantener interpretaciones divergentes sobre la doctrina del maestro comn, sin jams atacarse el uno al otro y sin perder ni hacer perder un tomo de su mutua amistad 40 . Estaba dotado de una gran amplitud de criterio. Muy firme en sus convicciones; pero nunca pensaba que sus doctrinas deban imponerse como las definitivamente verdaderas. Lo eran para l ; pero, lo seran en s? Amplitud de criterio peda insistentemente en sus artculos. A los adversarios, si existen, no les pediramos ms que un poco de paciencia y otro poco1 de amplitud de criterio. De paciencia, para no dejarse arrebatar por las impresiones de uno o dos artculos, y darnos tiempo para desarrollar todo nuestro pensamiento en artculos sucesivos... De amplitud de criterio, para no calificar de falsa una afirmacin por el solo hecho de parecer nueva o extraa, y mucho ms para no calificarla de antitomista por el hecho de ir contra uno, varios o muchos tomistas, cuando hay otros tomistas de verdadera talla que la apoyan *K Respecto a la escuela tomista, como respecto a la doctrina catlica, debe guardarse la unidad39 El sistema tomista sobre la mocin divina: "La Ciencia Tomista", julioagosto de 1925, p.8. 40 Nuevas observaciones acerca del sistema tomista sobre la mocin divina: "La Ciencia Tomista", mayo-junio de 1926, p.396-397. 41 El sistema tomista sobre la mocin divina: "La Ciencia Tomista", julioagosto de 1925, p.8.

30

INTRODUCCIN GENERAL

en cuanto a las cosas necesarias o evidentes; pero no menos debe guardarse la libertad en cuanto a las cosas dudosas; y m u ' cho ms debe guardarse la caridad en cuanto a todas las cosas: In necessariis, unitas; in dubiis, libertas; in mnibus, chantas42. El carcter suave, elegante, humano de su polmica lo manifest siempre: cuando se trataba de cosas discutibles y cuando se trataba de cosas indiscutibles. Sus puntos de vista sobre la evolucin del dogma y sobre la concordia entre la mocin divina y la libertad creada, podan discutirse; l los discuta, convencido de la verdad de lo que sostena, pero admitiendo la posibilidad del fallo propio, porque el hombre no goza de infalibilidad. Pero sus puntos de vista sobre la doctrina catlica comparada con la protestante no se podan discutir: eran puntos de vista dogmticos y, por lo tanto, infalibles. En esto no haba libertad, pero an caba la caridad. Y as sucedi con los artculos que public en Manila sobre el protestantismo; artculos objetivos, serenos, desapasionados, que produjeron excelentes efectos, incluso en los mismos protestantes. El obispo episcopaliano de Manila le escribi una carta en la que deca: Sus artculos acerca de la Iglesia angloamericana estn escritos con un espritu tan suave y recto, que yo los he ledo con placer 43 . Peda el indicado obispo que se publicara en el peridico Libertas la carta que l diriga al autor de los artculos Catolicismo y protestantismo, a fin de que los lectores catlicos conocieran el agrado con que se lea entre los protestantes lo que el P. Marn escriba. El P. Marn contest tambin en el peridico asegurando que el tono suave de sus escritos era exigencia impuesta por la sociedad y la fraternidad cristianas. Deca: Agradecemos, ante todo, sus frases de elogio a nuestros modestos artculos sobre el protestantismo. El espritu suave y recto que con benvola cortesa nos atribuye produce en nosotros la satisfaccin que acompaa siempre al cumplimiento de un deber. Nada, en efecto, ms grato para un cristiano que el apreciar con moderacin y justicia las ideas de aquellos que disienten de sus convicciones, a la vez que guardan la caballerosidad y respeto debidos a toda clase de personas)) 44 . Pero nunca esta suavidad personal tenida para con los protestantes deba confundirse con debilidad en las ideas catlicas o inters en componendas doctrinales. Sin embargo aada, para ser sinceros, debemos hacer constar que mientras la Iglesia episcopal no se una a su antigua madre, la Iglesia romana, y reconozca al Soberano Pontfice como pastor y jefe supremo de la Iglesia universal, los catlicos no podremos considerar jams a los episcopalianos como correligionarios ni creer que en su Iglesia pueda encontrar nadie42 Nuevas observaciones acerca "La43 Ciencia Tomista", mayo-junio Carta de IRVING SPENCER, P. Marn en el ao (s.f.) 1903. 44 Contestacin del P. Marn al

del sistema tomista sobre la mocin divina: del 1926, p.397. obispo episcopaliano de Manila, dirigida al obisipo episcopaliano de Manila.

EL P. MARN-SOLA Y SU OBRA

31

los medios de salvarse, fuera del caso de una buena fe completamente invencible 45 . A este carcter comprensivo, suave y elegante del P. Marn debe aadirse el espritu juvenil, en ocasiones hasta infantil, que posea. Se encontraba entre los jvenes como en su propio ambiente; se haca como uno de ellos y a la vez manifestaba la superioridad en aos, en conocimientos y en madurez con que los aventajaba. Era para ellos una mezcla de compaero, de maestro y de padre. Esto, juntamente con la claridad de sus explicaciones y el inters que daba a las cuestiones que explicaba, son la clave de sus xitos entre los estudiantes. Para ellos era el amigo que los comprenda, el mecenas, el orientador. Ms arriba hemos transcrito testimonios irrecusables de los cronistas de la provincia de Filipinas, en la que vivi tantos aos, y de la Universidad de Friburgo, en la que ense ocho; testimonios que hablaban del entusiasmo y ardor febril que despertaba en el corazn de los jvenes; del amor intenso y afectivo que engendraba en ellos hacia su persona 4 6 ; y de que nada de cuanto es humano le era extrao 47 . El P. Marn renov los tiempos clsicos en que los religiosos ejercan una influencia decisiva en las masas universitarias; revivan en l los das en que el maestro Jordn de Sajonia era el encanto de las juventudes estudiosas, y las ganaba; y los das en que Santo Toms de Aquino conversaba con sus discpulos de la Sorbona, a orillas del Sena, manifestndose el mejor amigo de quienes horas antes se haba manifestado en la ctedra el mejor maestro. Quienes nos han dejado escrita su semblanza espiritual, y l mismo, dan testimonio de que las virtudes humanas que posea, y que acabamos de mencionar, eran, adems de fruto natural y de educacin, efecto de sus virtudes sobrenaturales. La semblanza que a su muerte escribi la universidad de Friburgo recuerda la inspiracin profundamente religiosa de su alma sacerdotal 48 . Y el propio P. Marn responde al obispo anglicano que le felicit por el tono suave y 'justo de sus artculos sobre el protestantismo; Los catlicos (estamos) dispuestos siempre a guardar cuanta consideracin impone la sociedad y la fraternidad cristiana, aun para aquellos a quien no podemos dar el sagrado abrazo de la comunin religiosa en la unidad de la fe 4 9 . ib. 46P. M. VELASCO, Ensayo bibliogrfico p.9. 47 La Libert (Friburgo), 17 de junio de 1932. Ib. 49 Carta del P. Marn al obispo episcopaliano de Manila.

LA DEL

EVOLUCIN DOGMA

HOMOGNEA CATLICO

La obra que hoy reeditamos es la ms importante de las pU' blicadas por el P. Marn Sola, pues, aunque hay otra que la sobrepasa (tiene cuatro volmenes), todava no se ha publicado. Tambin es sta la que le dio nombre universal en el campo teolgico y la que consagr definitivamente su personalidad. Empez a publicarla el ao 1911, en forma de artculos, en La Ciencia Tomista. El ttulo general de aquellos artculos era: La homogeneidad de la doctrina catlica. Ms tarde refundi dichos artculos, los orden ms armnicamente, aadi algn otro publicado en Revue Thomiste, escribi casi todas las secciones de los captulos 6 y 7, y con todo ello form la presente obra, que public en Valencia el ao 1923, con el ttulo de La evo-' lucin homognea del dogma catlico, inaugurndose con ella laBIBLIOTECA DE TOMISTAS ESPAOLES,

fundada por el P. Luis

Urbano. La segunda edicin apareci el ao 1924 en Frburgo (Suiza). Era una edicin en lengua francesa, en dos volmenes en 4., notablemente perfeccionada, pues, aparte la ampliacin de no pocos conceptos y la adicin de algunas notas, contiene una seccin completamente nueva dedicada a la evolucin dogmtica por va afectiva, va de la que, aunque habla tambin la edicin espaola, no la expone con el relieve con que aparece en la francesa. Para proceder con orden en este apartado que dedicamos a dar noticia de la obra que hoy reaparece, lo dividiremos en los puntos siguientes: 1) Circunstancias en que apareci La evolucin homognea. 2) Contenido de la obra. 3) La evolucin homognea y la opinin teolgica.1. CIRCUNSTANCIAS EN QUE APARECI LA EVOLUCIN HOMOGNEA

Cuando el P. Marn empez a escribir sobre la homogeneidad y la evolucin de la doctrina catlica estaba muy reciente la condenacin del modernismo. El advirti que el modernismo haba tomado en sus manos una cuestin real, dndole soluciones conv

LA EVOLUCIN HOMOGNEA

33

pletamente heterodoxas. La condenacin de las soluciones heterodoxas no deja resuelta la cuestin; antes bien, deja la puerta abierta para que lo que es real, vivo y acuciante se estudie y se intenten, por lo tanto, soluciones conformes con la fe. Se impone dar salida aceptable a la cuestin real, que los modernistas resolvieron mal. Se debe advertir que esta cuestin tena dos aspectos bastante unidos entre s: primero, el del desarrollo o evolucin del dogma catlico, y segundo, el de la influencia que en este desarrollo tiene la experiencia religiosa. Dos aspectos que consider mal el modernismo, y que los telogos catlicos tenan que reconocer que existan, deban apoderarse de ellos y explicarlos rectamente. En esta labor se empearon bastantes; las soluciones que dieron no fueron siempre convergentes, aunque todas dejaran a salvo lo dogmtico del asunto. Entre quienes bajaron a la arena se cuenta el P. Marn Sola con la presente obra. El modernismo era una concepcin (irracional de la doctrina catlica. La filosofa modernista es fundamentalmente agnstica, y este agnosticismo se proyecta sobre las verdades religiosas y sobre los dogmas. En consecuencia, la fe no es un asentimiento intelectual, sino un sentimiento ciego; no est en la inteligencia, sino que ms bien procede del corazn, movido bajo la presin del subconsciente. Ut a philosopho exordiamur, philosophiae religiosae fundamentum in doctrina illa modernistae ponunt, quam vulgo agnosticismum vocant50. (Fides) quae initium est ac fundamentum cuiusvis religionis in sensu quodam intimo collocari debet, qui ex indigentia divini oritur. Haec porro divini indigentia... latet primo infra conscientiam, seu, ut mutuato vocabulo a moderna philosophia loquuntur, in subconscientia, ubi etiam illius radix occulta manet atque indeprehensa . El desarrollo del conocimiento religioso (si conocimiento puede llamarse lo que no llaman ms que sentimiento, que procede ciegamente del subconsciente) no se realiza por la vitalidad que hay en la propia verdad objetiva, que se empieza por desconocer, sino por imperativos propios de la vida del sujeto que tiene la experiencia religiosa. La doctrina religiosa, los dogmas, evolucionan y se desarrollan al dictado de la propia psicologa del homb r e ; ms que de un desarrollo objetivo se trata de un desarrollo subjetivo; ms que de un desarrollo racional o doctrinal, de un desarrollo ciego y vital, afectando el adjetivo vital, no a la verdad o dogma desarrollados (que esto sera ortodoxia pura), sino solamente al sujeto que los siente, al hombre. De aqu se sigue una consecuencia inmediata: la de que la evolucin doctrinal y dogmtica no est sujeta a un proceso homogneo. Si se desarrollara por presin interna de la propia verdad desarrollada, por explicacin de lo que en la verdad est5 Encclica Pascendi Dominici gregis: AAS 40 (1907) 596. 51 Ib., p.598. 2.EVOL. HOMOGNEA

34

INTRODUCCIN GENERAL

implicado, por salida a luz de lo que en ella virtualmente se contiene, podra hablarse de una evolucin homognea. El extremo alcanzado en la evolucin estara contenido en el principio desarrollado o en el punto de partida. Pero no sucede esto; el desarrollo, segn las concepciones modernistas, es heterogneo; el extremo alcanzado a travs de una o ms evoluciones puede coincidir o puede no coincidir con el dato primitivo, puesto que quien dicta en definitiva dicho desarrollo y dichas evoluciones no es la fecundidad interna de la verdad, que al desarrollarse siempre conserva la identidad real consigo misma, sino las disposiciones subjetivas del hombre religioso, que son sumamente contingentes y cambiables. Evolvi tamen ac mutari dogma non posse solum, sed oportere, et modernistae ipsi perfracte affirmant, et ex eorum sententiis aperte consequitur... Necesse est ut formula primitiva acceptetur a corde ab eoque santiatur; itemque, sub cordis ductu sit labor, quo secundariae formulae progignuntur. Hinc accidit quod debeant hae formulae, ut vitales sint, ad fidem pariter et ad credentem accomodatae esse ac manere. Quamobrem si quavis ex causa huiusmodi accommodatio cesset, amittunt illae primigenias notiones ac mutari indigent 52 . Finalmente, afirman los modernistas que este desarrollo dogmtico, con desviaciones de sentido en relacin con los primitivos datos, es cosa confirmada por la historia de los dogmas. Era necesario hacer luz en todo esto. La Iglesia conden los errores que acabamos de resear; pero quedan en pie muchas cosas: el hecho de que el dogma ha progresado; el hecho de que el dogma, aunque se obtenga por revelacin objetiva de Dios, no est desconectado de la vida de quien lo cree; el hecho de que la conexin entre dogma y vida cristiana tiene influencia en el desarrollo dogmtico de la doctrina revelada. Se impona, pues, concordar estos hechos con dos elementos de los que el telogo catlico no puede prescindir; con el carcter racional de la verdad, negado por el agnosticismo modernista, y con el carcter homogneo de la evolucin doctrinal, negado por el transformismo doctrinal modernista tambin. Esto era plantear y resolver con armas, criterios y resultados ortodoxos el problema que planteaba y resolva el modernismo con criterios y resultados inaceptables dentro del catolicismo. A esto se dedicaron los telogos, y a esto se dedic el P. Marn Sola, convencido de que la teologa tradicional contaba con elementos suficientes para resolver satisfactoriamente los problemas acuciantes que tena planteados la Iglesia. Las soluciones catlicas salvaban siempre aquello a lo que no se puede renunciar; todas admitan una fe racional y un proceso homogneo. Pero no todas explicaban con la misma exhaustiva plenitud el alcance de la racionabilidad de la fe y del desarrollo de los dogmas en su relacin con las intervenciones afectivas en52 i b p.602.

LA EVOLUCIN HOMOGNEA

35

dicho desarrollo, y el alcance asimismo del propio desarrollo de las verdades dogmticas. La evolucin homognea refleja estas discusiones habidas entre catlicos. Tras las palabras suaves y tranquilas del autor de la obra se deja entrever la viveza de las disputas; viveza y crudeza de la que alguna vez se queja. Haba autores que, sin olvidar que la e es una virtud intelectual, explicaban el desarrollo de las verdades que con ella se aceptan mediante un proceso predominantemente afectivo. No es extrao; siempre ha habido entre los autores catlicos las dos tendencias de intelectualistas y msticos. La verdad est en el equilibrio' de la razn y de la voluntad. El desarrollo dogmtico rarsima vez o casi nunca ser por pura dialctica. Esta suele venir despus para justificar la hecha espontneamente o intuitive con la prctica o experiencia cristiana. As se cumple el dicho de Santo T o m s : 'Prius vita quam doctrina'. De no ser as le sera fcil sealar ejemplos concretos, reales, de ese desarrollo dialctico, y no debera contentarse con alguno hipottico 53 . As le deca un comunicante, hacindose eco de las tendencias predominantemente msticas o afectivas en el desarrollo dogmtico. El P. Marn satisfizo los escrpulos del comunicante proponiendo en su libro una cantidad bastante respetable de hechos histricos que prueban el desarrollo por va de raciocinio. En el otro extremo se encontraban quienes explicaban el desarrollo dogmtico por la va del entendimiento; pero de una manera insuficiente doctrinal e histricamente. Ya ha adivinado el lector que nos hacemos eco solamente de las tendencias con las que tuvo que enfrentarse el P. Marn cuando escriba esta obra, que son la heterodoxa o modernista, y entre las catlicas la predominantemente mstica y la insuficientemente intelectual, que es a la que ahora empezamos a aludir. Expone el Padre ampliamente en la obra el sentido tradicional de la implicitud revelada. Todo lo que est implcito en los principios es homogneo a los mismos; lo implcito en los principios revelados est revelado, y si est revelado puede ser definido como dogma de fe. Ahora bien, hasta dnde llega la verdadera implicitud? Dice el P. Marn que el sentido tradicional de la implicitud metafsica y teolgica llega hasta lo virtual inclusivo. Por lo tanto, toda verdadera conclusin teolgica est implcitamente revelada y puede ser definida como de fe. Y en consecuencia, la doctrina catlica puede desarrollarse mediante la definicin de la Iglesia hasta convertir en dogmas de fe divina las autnticas conclusiones teolgicas. No todos pensaban ni piensan as. Y no le faltaron contradictores. El desarrollo dogmtico por va de raciocinio no llega hasta el virtual inclusivo, sino hasta el formal implcito. Nada es susceptible de definirse como dogma si no est formalmente53

La evolucin homognea c.4 sec.l n.190.

36

INTRODUCCIN GENERAL

revelado. Y las conclusiones no lo estn. Por eso no pueden nunca convertirse en dogmas. Alrededor de esto gira toda la obra. El P. Marn prueba en ella que el sentido tradicional del virtud implica identidad real con sus principios, continencia en ellos, inclusin en los mismos. Y, por lo tanto, las conclusiones teolgicas que estn virtual' mente contenidas en los principios revelados, estn reveladas. De manera virtual e implcita, es verdad; pero, en fin de cuentas, reveladas. Y si estn reveladas pueden ser definidas. Despus de la definicin de la Iglesia deben creerse con fe divina. Pero no aseguraba esto el P. Marn discurriendo solamente de este modo. Es cierto que el concepto de la verdadera virtualidad metafsica le llevaba a concluir como conclua; pero tambin lo es que la historia de los dogmas le prestaba argumentos de primera categora. Hay no pocos dogmas hoy definidos y credos ya con fe divina que llegaron a definirse siguiendo un proceso de raciocinio autntico. El se encarga de exponerlos con amplitud. Quienes defienden que solamente se pueden definir como dogmas de fe las conclusiones de implicitud formal, y no las de implicitud virtual, tendran que explicar cmo en determinados casos S4 la Iglesia ha definido dogmas que no aparecen revelados con revelacin formal implcita. Es un hecho histrico fuera de toda duda dice- que muchos dogmas se han desarrollado o han evolucionado por la va de conclusin teolgica propiamente dicha, y (hemos probado) que ese hecho debe ser reconocido por todo telogo moderno, como fue reconocido por toda la teologa tradicional hasta el siglo XVII... Una vez restablecida la verdadera inteligencia del virtual revelado, es fcil entender cmo puede existir, y existe de hecho, en el dogma catlico verdadera y propia evolucin, pero evolucin homognea, con lo cual desaparece esa antinomia q u e pareca existir entre la enseanza de la teologa catlica y los hechos de la historia 55 , y se desvanece por completo la objecin modernista sobre el transformismo del dogma S6 .54 Examina 'diez dogmas que llegaron a definirse previo un proceso de investigacin y de estudio, que se manifiesta claramente en las mismas palabras conciliares o pontificias con que se prepara la definicin o se explica lo definido. Estudia los diez casos en el c.4 sec.2-3. 55 Se refiere aqu a la enseanza de la teologa a partir de la desviacin realizada en el sigilo xvn. Al tomarse por conclusin teolgica eil virtual conexivo, y al no ser revelado este virtual, Jas conclusiones no pueden definirse como dogmas, deca ia teologa; y, por otra paute, la historia afirma que ha habido definiciones de verdades conocidas por va de verdadera conclusin. Solamente se puede definir como dogmtico, enseaban tambin determinados telogos modernos, lo revelado formal implcito; como, por otra parte, la historia de Jos dogmas dice que ha habido definiciones dogmticas de verdades reveladas virtualmente, pareca no haber coincidencia entre la teologa y la historia. Los esclarecimientos realizados por el P, Marn en esta materia cierran el paso a estos inconvenientes y ponen de acuerdo Jas enseanzas teolgicas e histricas. 5 * La evolucin homognea in.tr. n . l l .

LA EVOLUCIN HOMOGNEA

37

El motivo, pues, de enfrentarse con la concepcin de un desarrollo dogmtico limitado a las conclusiones de tipo formal implcito, concepcin que le parece corta, es mltiple: Primero, porque de esa manera no se resuelve la objecin modernista sobre el transformismo del dogma. Si lo virtual no es homogneo, como quiera que de hecho la Iglesia ha definido muchos virtuales, resulta que hay dogmas que no son homogneos con el dato revelado. Segundo, porque el sentido tradicional del virtual metafsico o teolgico es el de un virtual incluido en los principios y, por lo tanto, revelado. Tercero, porque solamente as tienen explicacin las definiciones con las que la Iglesia ha sancionado el proceso de determinadas verdades dogmticas. Como se ve, el P. Marn tuvo que luchar no poco con ideas teolgicas ortodoxas, pero mucho ms estrechas que las suyas y que las que l estimaba tradicionales. Y luch contra ellas por un motivo fundamentalmente dogmtico: no por un afn de escuela (tanto ms cuanto en este punto toda la teologa tradu cional estaba acorde, dice), sino por un afn de dar el golpe ms certero a los errores modernistas sobre la evolucin transformista de la doctrina catlica. Dan testimonio de estas contiendas todo el captulo- 6 y las dos ltimas secciones del captulo 7 de la obra.2. CONTENIDO DE LA EVOLUCIN HOMOGNEA

Ya ha quedado delineado de alguna manera el contenido de la obra. Vamos, sin embargo, ahora a hacer aqu un resumen ms detenido; cosa fcil, porque los trabajos del P. Marn eran, y ste lo es de una manera especial, modelo de rigor lgico y de claridad. Claridad y lgica que hacen factible una rpida visin de conjunto. El libro tiene siete captulos, y cada captulo est dividido en varias secciones. El captulo primero es fundamental: se exponen en l las diversas clases de evolucin doctrinal, las diversas clases de distincin que hay en las cosas y que puede haber entre el principio de donde parte la evolucin y el trmino a donde llega, las diversas clases de discurso mediante e que la evolucin doctrinal se realiza, etc. El desarrollo o evolucin doctrinal puede ser de tres maneras, segn conduzca a frmulas o expresiones diferentes de las del principio, o a conceptos distintos, o a realidades distintas. El desarrollo o la evolucin meramente nominal o de frmulas, conservndose el mismo concepto- y la misma realidad en la primera frmula que en la ltima, es necesariamente homogneo. Tambin Ib., n.70.

40

INTRODUCCIN GENERAL

de la Iglesia es objeto solamente de asentimiento teolgico; esto afirman Santo Toms, Cayetano, Capreolo, etc. Para acortar las distancias entre estas dos posiciones, introdujo Surez la nomenclatura de formal confuso y virtual propio, Humando formal confuso a lo que tradicionalmente se llamaba virtual implcito, que es el virtual metafsico y teolgico. En otros trminos, la tradicional conclusin teolgica pasaba a ser considerada como objeto de revelacin formal, y en este caso poda decirse que era de fe antes de la definicin de la Iglesia. Y el virtual conexivo o fsico pasaba a llamarse virtual propio. Como la conclusin teolgica es de lo virtual propio, resultaba que pasaba a ser conclusin teolgica la que se distingua realmente del principio revelado, y sta no era de fe antes de la definicin de la Iglesia. Despus que el P. Marn ha hecho luz en esta confusin de nomenclatura, con repercusiones doctrinales que en seguida pone de manifiesto, pasa a exponer cul es el verdadero virtual teolgico o la verdadera conclusin teolgica. Es el virtual inclusivo o la conclusin que se deduce mediante discurso esencial. La conclusin teolgica es conclusin metafsica, necesaria; est, por lo tanto, objetivamente implcita en los principios revelados, que son los principios de la teologa. Las menores de razn, que entran a formar parte de los raciocinios teolgicos, son meros instrumentos, con los que se saca lo que hay en las mayores reveladas; no son principios de los que se deducen las conclusiones, sino con los que se deducen. Lo deducido estaba en las mayores de fe. Las conclusiones teolgicas pueden considerarse antes y despus de la definicin de la Iglesia. Antes no son de fe, porque, aunque en ellas se contenga una verdad revelada, se conoce como revelada no por la proposicin de la Iglesia, sino por la luz de la propia razn. Falta, pues, una condicin necesaria para el asentimiento de fe. La Iglesia puede definirlas porque estn incluidas en la revelacin y tiene poder y asistencia del Espritu Santo para explicar infaliblemente lo que est implcito en la palabra de Dios. Esta explicacin no entraa nueva revelacin. Despus de definidas deben ser aceptadas con fe divina, pues se han convertido en dogmas de fe. En efecto, el objeto alcanzado por las conclusiones teolgicas o, mejor, la verdad expresada por estas conclusiones est revelada por Dios, pues estamos en que se trata de un virtual inclusivo; despus de la definicin se acepta esta verdad por la proposicin infalible de la Iglesia y no porque el telogo o el fiel vea la inclusin con la luz de su propia razn, y lo que es revelado y la Iglesia infaliblemente propone es dogma de fe. Se cumplen todas las condiciones requeridas para que una verdad sea dogmtica: revelacin divina y proposicin infalible de la Iglesia, asistida por el Espritu Santo. Este la asiste no slo para

LA EVOLUCIN HOMOGNEA

41

reponer lo revelado, sino tambin para explicarlo o para deseni uarlo. Pero antes de que la Iglesia llegue a definir' como dogma una (inclusin teolgica, definicin que hace con la asistencia infalihlc del Espritu Santo, utiliza diversas vas para cerciorarse humanamente de que se trata de conclusiones verdaderamente inclusivas. Bien entendido que este cercioramiento o la utilizacin recia de estas dos vas no son el fundamento del acierto infalible le la Iglesia al definirlas ni, en consecuencia, el fundamento de l,i conversin de las conclusiones en dogma. El fundamento de todo esto, repite insistentemente el P. Marn, es la asistencia ilivina infalible. Las vas clsicas por las que se explcita la revelacin virtual inclusiva son d o s ; la va del entendimiento, del discurso o del estudio y la va de la voluntad, de la connaturalidad, de la experiencia de lo divino. La va del discurso o del estudio es la ms conocida y, al mismo tiempo, la ms firme. La ms conocida, porque el carcter especulativo de la fe y de la teologa estn muy a la vista. La ms firme, porque el discurso y la. especulacin estn sujetos a nn desarrollo que se realiza al impulso de factores y de leyes necesarias e inmutables, cuales son las que presiden la vida del entendimiento. La ms conocida, porque precisamente por desarrollarse bajo el impulso de leyes necesarias e inmutables es de fcil constatacin objetiva. Es relativamente fcil ver si un proceso intelectual est bien hecho o hay en l algn fallo, y, por lo tanto, ver si la conclusin est incluida en los principios de los que se deduce o no. La va de la voluntad o de la experiencia de lo divino es otra autntica va de evolucin doctrinal, teolgica y dogmtica. Por esta va se alcanzan verdades derivadas de principios, si bien el medio de su aprehensin no es intelectual, sino experimental o de contacto' vital. En efecto, existe en los fieles un principio divino de vida: la gracia. De l proceden no pocos hbitos infusos : las virtudes teologales y los dones del Espritu Santo. Iodo esto da una manera de ser divina al hombre que lo posee, manera de ser que es un principio de intuicin o de apreciacin de lo divino.^ As como los hbitos naturales, que son rectos secundum rationem, inclinan naturalmente a apreciar la rectitud racional de las cosas, as los hbitos divinos inclinan a apreciar el carcter divino de lo que se les opone o se les propone. Cuando una cosa es apreciada, o adivinada, o sentida por el sentido* de lo divino que en nosotros hay, esa cosa es divina, es sobrenatural. La va de voluntad ni es tan firme ni tan segura como la del entendimiento. No tan firme, porque las leyes de la voluntad son ms contingentes. No tan segura, porque la misma contingencia de la voluntad la hace sujeto de no pocos engaos. Con facilidad lo que se cree proceder de la gracia procede de un estado psquico

42

INTRODUCCIN GENERAL

natural o anormal. Es ms fcil que el engao se d en lo afectvQ que en lo racional. Y el fallo del raciocinio es de constatacin ms fcil que el de la experiencia vital. De ah que el desarrollo doctrinal por va de voluntad deba ir siempre confirmado por el discurso teolgico. El P. Marn aduce diez ejemplos tomados de la historia de los dogmas, todos ellos de proceso dogmtico efectuado por va de entendimiento o de discurso. En algunos de ellos se aprecia tambin el influjo que ejercieron la piedad de los fieles, la gracia divina y los hbitos infusos. Despus de exponer y probar ampliamente cuanto hasta ahora venimos indicando, dedica el P. Marn un captulo entero a probar que no existe la llamada fe eclesistica. La teologa m o ' derna afirma que las conclusiones teolgicas, despus de la definicin infalible de la Iglesia, son credas con fe eclesistica. Y afirma esto porque piensa que dichas conclusiones no estn reveladas, que no son un virtual inclusivo o incluido en los principios teolgicos. Son un virtual conexivo, unido, etc. Al no ser revladas, la Iglesia no puede definirlas como reveladas, y cuando el cristiano las acepta, no fundamenta su asentimiento en la revelacin divina, sino en la sola proposicin infalible de la Iglesia; por eso la fe es eclesistica. El P. Marn dice que esta fe no existe. Desde el momento en que ha afirmado que las conclusiones teolgicas son inclusivas y que el virtual teolgico es un autntico virtual metafsico, y no fsico, la fe eclesistica no tiene para l ninguna razn de ser. Cuando la Iglesia define infaliblemente una conclusin teolgica, define una verdad revelada, y la fe con la que se acepta la revlacin definida por la Iglesia es la fe divina. Once pruebas propone para probar que la fe eclesistica no se da y que el objeto que se le atribuye es objeto de fe divina. Y hace a continuacin un estudio especial sobre los llamados hechos dogmticos y otro sobre el hecho dogmtico concreto de la canonizacin de los santos. Con esto queda la obra virtualmente terminada. Si la conclusin teolgica o el virtual teolgico es inclusivo, est revelado. Si revelado, puede llegar a ser dogmtico; para serlo basta que la Iglesia lo proponga infaliblemente como revelado. Y si es dogmtico debe aceptarse con fe divina y la fe eclesistica no tiene razn de ser. Este es el ciclo que el P. Marn recorre en su obra. Aade dos captulos ms. El sexto, que titula Solucin de las objeciones contra la evolucin del dogma, y el sptimo, titulado La evolucin del dogma y la opinin tradicional. En este ltimo da pruebas el P. Marn de una erudicin teolgica asombrosa. Hasta el siglo XVII, la opinin tradicional asegura que las conclusiones teolgicas son definibles, y una vez definidas deben ser credas con fe divina. En ese siglo empieza la desorientacin en la nomenclatura y en la doctrina. Empiezan algunos

LA EVOLUCIN HOMOGNEA

43

autores a entender por conclusin teolgica la verdad conexa con lo revelado, en vez de entender como tal la verdad inclusa. En esta coyuntura, la conclusin teolgica no est revelada y no puede ser definida. Se impone volver al concepto primero y tradicional del virtual teolgico, revelado, definible, susceptible, mediante la intervencin de la Iglesia que define, de aumentar el nmero de los dogmas. Hay, pues, desarrollo o evolucin dogmtica.3. LA EVOLUCIN HOMOGNEA Y LA OPININ TEOLGICA

Ya dijimos que la obra se public primeramente en artculos de revista. Debidamente ordenados y refundidos dieron origen a La evolucin homognea del dogma catlico. Los artculos en cuestin empezaron a publicarse en La Ciencia Tomista el ao 1911; La evolucin apareci en 1923. Dos aos despus de su publicacin y catorce despus de empezados los artculos, en 1925, expone el propio P. Marn del modo siguiente la reaccin que produjeron sus escritos: Al aparecer los primeros artculos hubo bastante revuelo entre los telogos, tanto espaoles como extranjeros. Unos crean que extendamos demasiado la evolucin del dogma; otros, al contrario, opinaban que restringamos con exceso la infalibilidad de la Iglesia; no faltaron algunos, en fin, que pensaban que nos apartbamos en ciertos puntos de la doctrina tradicional de la escuela tomista. Afortunadamente, a medida que la serie de artculos fue avanzando, fueron tambin calmndose los recelos de nuestros crticos, y cuando aparecieron reunidos y ampliados en el voluminoso tomo' de la edicin espaola y luego en los dos volmenes de la edicin francesa, merecieron calurosos elogios de telogos de todas las nacionalidades y escuelas, especialmente de telogos tomistas de la altura de los padres Gardeil, Pegues y Ramrez 60 . El autor de La evolucin era un telogo de convicciones arraigadsimas y, al mismo tiempo, de espritu profundamente liberal. En las cosas necesarias, en los principios de la fe, como todo fiel cristiano, no admita discusin. Para l eran tambin incuestionables los principios del tomismo, de los que nunca crey separarse. Era tomista de conviccin. Pero admita que en el tomismo hay muchos matices, muchas aplicaciones que no tienen la solidez de los principios, y cuando pensaba esto, pensaba sobre todo en los tomistas ms que en el tomismo. Esto establecido, peda para s libertad de accin, siempre movindose, desde luego, dentro de lo que en fe y en ortodoxia tomista es incuestionable 6 1 .60 El sistema tomista sobre la mocin divina; "La Ciencia Tomista", julioagosto de 1925, p.5. 61 "Respecto a la escuela tomista, como respecto a la doctrina catlica, debe guardarse la unidad en cuanto a las cosas necesarias o evidentes; pero no menos debe guardarse la libertad en cuanto a las cosas dudosas; y mucho ms debe guardarse la caridad en cuanto a todas las cosas: "In necessariis, unitas;

44

INTRODUCCIN GENERAL

Esta libertad que peda para s la reconoca gustoso en los dems. Jams quiso imponer a los otros su propio pensamiento; quera convencer, como es natural, pero admita el hecho de que los dems no se convencieran. Por eso nunca le extra que sus doctrinas encontraran oposicin, aun dentro de los mismos tomistas. Y de hecho la encontraron. Algunas tesis suyas encontraron oposicin muy viva. Vamos a exponer con toda brevedad cmo fue recibida La evolucin homognea entre los telogos. El acaba de decirnos que telogos de todas las nacionalidades y escuelas la acogieron con calurosos elogios; y es verdad. No es extrao, porque la cuestin que propone y resuelve en su obra no es propiamente cuestin de escuela, puesto que tradicionalmente entendieron los telogos de las escuelas ms diversas el virtual teolgico a la manera como el P. Marn lo expone. Le fue, pues, factible conciliarse la simpata de los representantes de todas ellas. Numerosas revistas francesas y extranjeras han dado ya a conocer, y han apreciado, esta importante obra del P. Marn Sola. Piensan casi unnimemente que en ella se soluciona el angustioso problema de la evolucin del dogma 62 . As se expresaba una revista de los franciscanos franceses. No nos atreveramos nosotros a hablar de unanimidad, pero s a decir que el conjunto de la obra, o sea la identificacin de la conclusin teolgica con el revelado virtual inclusivo, la consiguiente afirmacin de que la conclusin teolgica est revelada, el paso ulterior de que puede ser definida como dogma de fe divina, y, por lo tanto, la afirmacin de que el dogma se desarrolla y que la fe eclesistica es intil, puesto que el objeto que se le asignaba (las conclusiones definidas) es objeto de fe divina; todo este conjunto lgico encontr amplia aceptacin en el mundo teolgico. Vamos a recordar algunos ejemplos de esta aceptacin, tomados de todas las escuelas y de autores independientes. Los dominicos PP. Ramrez, Pegues y Gardeil, profesor en Friburgo el primero, en Roma el segundo y restaurador y patriarca del tomismo en Francia el tercero, se adhirieron completamente, y sin reservas, a la doctrina del P. Marn, en las reseas que de su obra publicaron en diversas revistas. El P. Ramrez deca en La Ciencia Tomista: A nuestro juicio, la obra del P. Marn expresa la verdadera mente de Santo Toms y de la teologa tradicional. En este sentido, su obra nos parece definitiva, y no dudamos en llamarla clsica. Quien se tome el trabajo de leerla serenamente y de estudiarla a fondo quedar convencido de que el P. Marn tiene razn 63 . Y el autor del Comentario literal de la ((Suma Teolgica, P. Pegues, se expresa del siguiente modo en Revue Thomiste:in dubiis, libertas; in mnibus, chantas" (Nuevas observaciones acerca del sistema tomista sobre la mocin divina: "La Ciencia Tomista", mayo-junio de 1926, p.397). 62 Etudes Franciscaines, marzo-abril de 1925, p.220. La Ciencia Tomista, noviembre-diciembre de 1923, p.396.

LA EVOLUCIN HOMOGNEA

45

Es un libro demasiado lleno, demasiado denso, demasiado lgico para que se pueda prescindir en algo de l sin mermarlo y sin perjudicar su valor demostrativo... Puede asegurarse que prueba su tesis con tal abundancia de pruebas de autoridad y de razn teolgica que el espritu queda como deslumbrado... 64 . El P. Gardeil, en Revue des Sciences Philosophiques^ et Thologiques: Hay que leer todas las partes (del libro), ingeniosas y convincentes, en las que la historia de las doctrinas alterna sin cesar con los principios doctrinales, sin que el espritu, iluminado y satisfecho, pueda dejar una lectura que le encanta... Creo que esta hermosa sntesis resuelve todas las dificultades que suscita la historia de la evolucin del dogma o, por lo menos, da la clave con la que pueden resolverse 65 . Conocido es el elogio que de la obra del P. Marn Sola hizo en Estudios Eclesisticos el jesuta P. Alfonso Mara de Elorriaga, ilustre profesor de teologa en Salamanca, y ms tarde en el Colegio Mximo de Oa. El P. Elorriaga escribi varios artculos en Estudios Eclesisticos, exponiendo su pensamiento, distinto del pensamiento del P. Marn, en lo referente a la autoridad divina de la Iglesia en sus definiciones doctrinales y a la capacidad prxima del virtual inclusivo para ser credo con fe divina antes de ser definido por la Iglesia. Pero se mostr conforme con el punto central de la obra, que es la determinacin del autntico virtual inclusivo y su definibilidad, y, en consecuencia, de la evolucin dogmtica por va de conclusin teolgica. Teora dice admirablemente trazada y desenvuelta, y esplndidamente confirmada por el R. P. Marn Sola en su magistral obra La evolucin homognea, del dogma catlico... A la verdad, si alguna obra hay de carcter teolgico que plantee y resuelva el problema de la evolucin, no de la evolucin teolgica sino* dogmtica, muy distinta de aqulla; no de la inmutabilidad del dogma dentro de sus varias y progresivas frmulas ; no de la evolucin del dogma en nuestro conocimiento y sentido subjetivo del misterio, sino en su propia razn objetiva, con crecimiento, no transformista, sino' homogneo y quasi vital, es la obra a que nos referimos... No cabe concepcin del progreso dogmtico ms objetiva, ms honda y encumbrada a la par, ni se presentar fcilmente estudio ms claro, delicado y concienzudo que aventaje al presente en fino anlisis, raigambre teolgica y copia de claras pruebas en pro de su teora tomstica y tradicional sobre la evolucin... En tan tristes circunstancias llega y aparece ante nosotros, para nuestra dicha, como poderoso y preservativo o curativo remedio, la luminosa obra de La evolucin homognea, del P. Marn Sola, con la que fcilmente sabremos todos, si la estudiamos bien y explotamos,Revue Thomiste, enero-febrero de 1924, p.57ss. 65 Revue des Sciences Phosophiques et Thologiques, p.582ss.64

octubre

de

1924,

46

INTRODUCCIN GENERAL

salvar la homogeneidad de la evolucin dogmtica y conciliaria con la historia 66 . El mismo P. Elorriaga ampliaba en carta al P. Marn el juicio que expuso en Estudios Eclesisticos, con las siguientes palabras: No es pequeo mi gozo de haber aprovechado esta ocasin (la de escribir su artculo en la mencionada revista) para manifestar algo de la estima extraordinaria y nica en su gnero en que aprecio su obra... Crame, Padre m o : yo, dentro de mi pobre erudicin, slo dos obras hallo que sobre la evolucin del dogma tengan para el telogo un valor incomparable: la del Lirinense y la de vuestra reverencia. Y como obra cientfica y teolgica, la hallo nica y sin par a la de vuestra reverencia. No estoy solo en este concepto extraordinario de su mrito dentro de esta misma casa en que esto escribo 67 . Es tradicional en la escuela escotista el admitir la definibilidad dogmtica de las conclusiones teolgicas o del virtual inclusivo. Por eso los franciscanos recibieron con elogio y aceptatacin la obra del P. Marn. He aqu algunos ejemplos: Etudes Franciscaines: Muchas revistas francesas y extranjeras han dado ya a conocer y a apreciar el notable trabajo del P. Marn Sola. Casi unnimemente encuentran en dicho trabajo la solucin al angustioso problema de la evolucin del dogma 6S . Estudis Franciscans: Se inaugura esta biblioteca (la de T o mistas Espaoles) con una obra (la del P. Marn) que ser consagrada por la fama... La exposicin doctrinal de todas las cuestiones se apoya sobre bases slidas, cimentadas por una lgica verdaderamente tomista: la lectura se hace atrayente gracias a su luminosa claridad. El autor manifiesta a travs de toda la obra una gran elevacin de pensamiento y una gran serenidad e imparcialidad de juicio... Esta misma elevacin de juicio aparece no' solamente en el modo como expone las teoras, sino tambin en la manera como trata a las personas, sobre todo a los grandes maestros de las diversas escuelas, cualidad que a veces falta en los filsofos y en los telogos modernos... La obra del P. Marn Sola siempre merecer los mayores elogios 69 . La adhesin de los telogos franciscanos a la doctrina sobre la definibilidad del virtual inclusivo o a la tesis del progreso dogmtico por va de verdadera conclusin teolgica se ha puesto de manifiesto en el reciente movimiento asuncionista, en el que han defendido que la Asuncin es definible porque est virtualmente revelada 70 .66 Estudios Eclesisticos, enero de 1929, p.42-44. Carta del P. ELORRIAGA al P. Marn, escrita desde Oa el da 25 de abril de 1929. s Etudes Franciscaines, marzo-abril de 1925, p.220. 69 Estudis Franciscans, febrero de 1924, p.134-135. 70 Hay muchas confirmaciones de esta adhesin. Pueden verse, p.ej., las del Congresso Nazionale Mariano dei Frati Minori d'Italia, celebrado en Roma en 1947, en cuyas actas se lee a propsito de la definibilidad de la Asuncin: "II Congresso Mariano Francescano non ha coraggio di aderire ineondiziona-

LA EVOLUCIN HOMOGNEA

47

El agustino P. Juan Manuel Lpez escriba en Espaa y Amrica: Obra considerable y completa, piedra angular muy slida de la Biblioteca de Tomistas Espaoles; trabajo acabado, debido a una inteligencia de altos vuelos, en posesin de principios filosficos muy firmes y de un conocimiento teolgico muy extenso... Nos es grato declarar que todos (principalmente los eclesisticos y los profesores de teologa) deben haber ledo y meditado atentamente esta obra excepcional 71 . R. Proost, crtico de' la Revue Bndictine, escribe: El P Marn Sola, profesor en la Universidad de Friburgo, es un tomista de verdadera cepa, del vigoroso temple de Bez y de }uan de Santo Toms. La evolucin del dogma, que es el asun' to de que trata, es una cuestin actual, moderna, que se resuelve con principios de la escuela tomista, sin recurrir a expedientes inventados por los telogos modernos. Creemos que el autor ha logrado hacer ver cul es la doctrina tradicional sobre el punto esencial de su tesis y que la solucin que nos ofrece es clara y resiste victoriosamente a las dificultades que se le pueden oponer... Desde el punto de vista del mtodo, el P. Marn Sola posee una riqueza de documentacin y una argumentacin incomparables. Aadamos, para terminar, que el libro est escrito con admirable claridad 72 . La Ilustracin del Clero, revista de los daretianos, escriba: La adquisicin y estudio de esta obra maestra ser indispensable a todos los que se consagren a los altos estudios religiosos... Es necesario esa especie de propedutica integral, en la que el estudio de la filosofa, presupuesto de la teologa no menos que la fe, nos preservar de los tres grandes errores seudoteolgicos de la poca: el fidesmo, el racionalismo y el agnosticismo radical 73 . Las publicaciones del clero secular tampoco fueron remisas en los elogios. Citaremos algunos ejemplos.tamente alia sentenza di coloro, che ritenendo, come principio fisso, che solamente le vert rivelate in modo frmale, sia pur implcito, possano essere definite, affermano que_ l'assunzione contenuta in tal modo mella rivelazione... aggiungiamo che non pero in nessum modo necessario che i teologi provino che questa verit sia contenuta formaliter implicite nella rivelazione, dal momento che basta una inolusione solamente virtuale di una veri nella rivelatione, perche la Chiesa possa proceder a definir che questa verit sia tenuta come rivelata "et propter auctoritatem Dei revelantis" (Acti del Congresso Nazionale Mariano dei Frati Minori d'Italia p.694-695). En el Congreso Mariano de Puy-en-Velay se expresaba as el P. BONNEFOY: "Notre choix est fait depuis iongtemps...: les conclusions thoiogiques peuvent tre dans certaines conditions, l'object d'une dfinition dogmatique. C'est la seule doctrine qui puisse se rclamer de la Tradition, la seule aussi qui soit capable de rendre compte de faits dogma-tiques incontestables" (UAssomption de la Tres Sainte Vierge, Congrs Marial du Puy-en-Velay, agosto de 1949, p.233). El mismo P. Bonnefoy public un magnfico trabajo abundando en la misma idea de la definibilidad de las conclusiones teolgicas o del virtual revelado en la revista "Marianum", fase.2 de 1950, bajo el ttulo VAssomption de la T. S. V. est-elle definissable comme revel "formaliter implicite"? 71 Espaa y Amrica, febrero de 1924, p.285ss. 72 Revue Bndictine, octubre de 1924, p.355ss. 73 La Ilustracin del Clero, noviembre de 1925, 83.

48

INTRODUCCIN GENERAL

El profesor de dogma del Seminario de Madrid, don Celedonio Len, a pesar de no admitir todos los puntos de vista del P. Marn, escriba en Revista Eclesistica: Pro aris et focis ha defendido la definibilidad de fe de esas conclusiones teolgicas el R. P. Marn Sola, cuya muerte llora en nuestros das la teologia catlica, en su admirable obra, digna de figurar entre las obras maestras de los grandes telogos espaoles del siglo de oro 74 . Este libro deca el crtico del Boletn Oficial del Arzobispado de Valencia es, gracias a su fondo doctrinal, el mejor que se ha publicado en Espaa, y aun en Europa, en estos ltimos aos 7S . Ephemerides Theologicae Lovanienses se expresan as: Que sepamos, no se haba estudiado todava con tanta profundidad y con tan feliz independencia..., frente a opiniones ya hechas, el aspecto teolgico y tradicional de una cuestin, tan palpitante como la de la evolucin del dogma. Para resolverla todava no se haban unido, en una medida tan amplia, el mtodo histrico y el mtodo especulativo 76 . Y Divus Thomas, de Friburgo: Pocas obras se encontrarn que esclarezcan todas las oscuridades y dificultades de la materia de que tratan con una penetracin tan profunda, con una exactitud .cientfica tan impecable, y que a la vez sealen el camino de la verdad con una mirada tan lcida y con una mano tan segura. La obra del P. Marn Sola es un verdadero opus aureum, un monumento aere perennius ? 7 . Por ltimo, Batiffol escriba en La Vie Catholique: Hemos tenido la feliz sorpresa de ver cmo un dominico espaol nos presenta el complemento que necesitaba la concepcin de Newman en la cuestin del desarrollo del dogma. Y lo hace con la riqueza de informacin y con la seguridad doctrinal que ya otros han elogiado... Se trata de una doctrina muy estudiada, muy madura; y veo que personalidades que nada ti