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1 Evaluación de la Calidad Ecológica del Hábitat Ripario en Tramos del Río Muerto, Yerba Buena, Tucumán, Argentina. Tesinista: Leila M. Gonzalez Director: Martín G. Sirombra Trabajo Final de Licenciatura en Ciencias Biológicas or. Botánica Año 2005

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Evaluación de la Calidad Ecológica del

Hábitat Ripario en Tramos del Río

Muerto, Yerba Buena, Tucumán,

Argentina.

Tesinista: Leila M. Gonzalez

Director: Martín G. Sirombra

Trabajo Final de Licenciatura en Ciencias

Biológicas or. Botánica

Año 2005

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RESUMEN

El término latino “riparius” significa “de o perteneciente a la orilla de los ríos”; que

adaptado al anglosajón “riparian” hace referencia a las comunidades bióticas de las orillas de

ríos y lagos, por ello se considera a las riberas como interfases entre ambientes acuáticos y

terrestres. Generalmente tienden a estar cubiertas por vegetación, siempre que el sustrato y las

crecientes del río lo permitan.

Actualmente este ambiente se encuentra afectado por numerosas actividades

antropogénicas, como ser la extracción maderera, el vertido de residuos, asentamientos urbanos e

industriales, que se traducen en un paulatino deterioro ambiental.

El presente trabajo propone evaluar la calidad ecológica del hábitat ripario del río Muerto.

Este es un curso de agua subtropical de montaña, influenciado por características ambientales,

geomorfológicas y antropogénicas.

La evaluación de la calidad ecológica riparia se realizó mediante la aplicación del “Índice

Q.B.R.” sigla que proviene del catalán: Qualitat del Bosc de Ribera.

Se establecieron 12 estaciones de muestreo en las que se aplicó el índice. Los resultados

muestran un marcado deterioro en la calidad del hábitat ripario, basados en las alteraciones y

canalizaciones del canal fluvial, como así también en la cobertura vegetal del área de ribera.

El análisis florístico arrojó como resultado 32 especies arbóreas nativas (6 exóticas); 10

especies arbustivas nativas (2 exóticas). El análisis de similitud entre los diferentes sitios de

muestreo y tomando como base la presencia y ausencia de especies arbóreas y arbustivas,

reflejan que las especies más frecuentes en estas riberas corresponden a un 75 % del total de las

estaciones analizadas. Además en el análisis de cluster se identifican dos grupos con

características florísticas diferentes.

La evaluación por rangos de calidad del índice QBR, permite una rápida interpretación

del estado ecológico de las riberas del río Muerto; reflejando una marcada diferencia en cuanto a

la estructura, cobertura y composición florística de las zonas riparias estudiadas. Finalmente se

proponen recomendaciones para preservar el ambiente ripario.

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CAPÍTULO I

INTRODUCCIÓN

Las Riberas un tipo de Humedal

La Convención Ramsar (1971) define a los Humedales como aquellos ambientes que

comprenden una amplia variedad de hábitat como pantanos, turberas, llanuras de aluvión

(riberas), ríos y lagos, de aguas poco profundas, temporarias o permanentes inundadas,

estancadas o corrientes, dulces, salobres o saladas, y toda superficie cubierta de agua de origen

natural o artificial.

Cicerone et al. (2003) afirma que los humedales poseen amplias y variadas

características, siendo constante el gradiente elevado de humedad en el suelo el cual permite el

alojamiento de diferentes especies vegetales exclusivas (hidrofitos) o no de estos ambientes.

Es por ello que se pueden encontrar numerosas formas de vida adaptadas cada una a sus

propios requerimientos. Estas adaptaciones favorecen la alta biodiversidad y productividad que

caracterizan a los humedales, además de su encumbrado valor estético y socio cultural asociado

al paisaje del que forman parte, motivo más que importantes para conservarlos.

Cuencas Hidrográficas y Ríos

Tanto los humedales como las cuencas hidrográficas y los ríos, presentan un sinfín de

belleza paisajística y numerosos motivos ecológicos y biológicos para su conservación.

Las Cuencas hidrográficas son definidas como una unidad fisiográfica, conformada por el

conjunto de sistemas de cursos de agua determinados por el relieve. Sus límites o “divisorias de

aguas” están dados naturalmente y corresponden a las partes más altas del área que encierra un

río (Ramakrishna, 1997).

Las cuencas, también conocidas como zonas de captación, son cada una de ellas

diferentes en cuanto a su tamaño, características físicas, biológicas, sociales, y culturales (UICN,

2000). Sin embrago todas poseen como factor común: ser las unidades del paisaje que aportan

agua y sedimentos por arroyada difusa, a un cauce en una sección dada (Aguilo Alonso y

Aramburu, 2000) (Figura Nº 1).

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Figura Nº 1: Alimentación de los ríos por arroyada difusa Fuente: Strahler, 1992

En las cuencas se produce la captación de agua proveniente de las precipitaciones y el

flujo de las vertientes; permitiendo en su recorrido final la formación de un río.

Según Strahler y Strahler (1989) los ríos son componentes esenciales del paisaje

continental, son cursos de agua corriente que fluye por la superficie del terreno, moldeando bajo

su acción erosiva el relieve por donde transcurre. En su recorrido realizan un arduo trabajo

geológico que consiste en tres actividades interrelacionadas: erosión, transporte y sedimentación

(Apéndice I).

Los procesos erosivos que actúan en la dinámica de un curso de agua, no son ni

permanentes ni casuales, sino discontinuos, cambiantes en su modalidad, en los efectos que

produce y directamente relacionados con el clima (Viers, 1974).

Para Strahler y Strahler (1989) la acción de los cambios climáticos sumado a las

características superficiales de una cuenca hidrográfica, producen diferentes fases de alteraciones

en la descarga de materiales y en el cauce de un cuerpo de agua. Las primeras variaciones serán

facilitadas por la escorrentía, y cuando la cantidad de carga de fondo sea elevada junto con la

crecida, originará entonces una elevación del lecho. A medida que este fenómeno aumenta y

disminuye la descarga de materiales de escorrentía, el río es ahondado activamente; mientras

tanto, disminuye el nivel de las aguas y aumenta el fondo del lecho debido a la acumulación de

materiales aluviales.

La deposición de sedimentos permite nuevamente la elevación progresiva del lecho del

cuerpo de agua. Entretanto, las orillas son excavadas progresivamente, fenómeno que recibe el

nombre de erosión lateral.

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En el proceso erosivo de los cuerpos de agua, se desprenden numerosos materiales que

serán arrastrados y depositados en áreas menos elevadas. Uno de los sitios de deposición pueden

ser las orillas del cauce fluvial, denominadas riberas aluviales, las cuales constituyen la base para

el desarrollo del lecho de inundación (Figura Nº 3). En otras circunstancias, puede ser que la

erosión lateral continúe y las franjas de lechos de inundación lateral se ensanchen formando

meandros aluviales, o barreras de sedimentos naturales que darán lugar a una típica corriente de

agua anastomosada (Strahler y Strahler, 1989) (Figura Nº 2).

Figura Nº 2: Proceso de erosión lateral Fuente: Strahler y Strahler, 1989

En general todos los cursos de agua corriente tienden a desplazarse siguiendo la pendiente

hacia niveles más bajos en su trayectoria. El área por donde transcurre su recorrido puede ser

más o menos estrecha y es denominada: cauce fluvial (Smith y Smith, 2001). Los cauces son

modificados físicamente en el ciclo hidrológico del cuerpo de agua, cuando se encuentran

inundados la mayoría de los días del año, recibe el nombre de canal bajo.

Hacia ambos lados del curso de agua se observan zonas elevadas llamadas márgenes u

orillas, las cuales encauzan el flujo de agua (Strahler, 1992). Generalmente en los márgenes se

visualizan indicios de las crecientes máximas, lo cual facilita la determinación del máximo nivel

alcanzado por el agua (Strahler, 1992; Puchulu y Sayago, 1991; Guido y Sesma, 1995; Neder y

Puchulu, 1995) (Figura Nº 3).

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Figura Nº 3. Elementos de un lecho fluvial Fuente: Viers 1973

Se puede definir a la Orilla de un cuerpo de agua, como la zona perteneciente al cauce

fluvial que es inundable en crecidas ordinarias en un periodo aproximadamente de dos años

(Munné et al., 1998-a).

Para Munné et al. (2003) la acción modeladora de las crecidas ordinarias suele resultar en

la formación de un talud (bankfull) que marca el límite y se convierte en el mejor indicador del

final de la orilla y el inicio de la ribera.

Según el Protocolo HIDRI (2006) la porción de tierra formada por la corriente aluvial a

los costados del cuerpo de agua es denominada Bankfull u orilla. Las orillas o bankfull se forma

en un periodo relativamente estable en las condiciones climáticas del área, permitiendo la

existencia de un equilibrio entre el flujo de agua y el canal por donde transcurre la misma.

Estas áreas son fácilmente identificadas, ya que sobre ellas se asienta en la mayoría de los

casos la vegetación natural riparia. Suelen ser zona más elevada que el canal fluvial o de estiaje

por donde transcurre el agua, generalmente están compuestas por depósitos de arena, rocas o

fragmentos de ellas dispersos y raíces expuestas o no de la vegetación que crece en las mismas

(Figura Nº 4).

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Figura Nº 4: Canal fluvial, bankfull y ribera Fuente: Protocolo HIDRI, 2006

Todas las características indicadas con anterioridad son también compartidas por los ríos

de montaña. A estos últimos se los suele dividir o definir en tramos o cursos. Cada una de estas

secciones se diferencian por ejemplo por la velocidad de las aguas, y por los sedimentos que

transportan y o arrastran (Schroh, 1998).

A los cursos altos o superiores de un río se los caracteriza por poseer lechos angostos,

escabrosos, fondos rocosos y una elevada pendiente que le confiere la típica rapidez a la

corriente de agua, y le otorga un alto potencial erosivo. Este ambiente es típico de ecosistema

heterótrofo, es decir que presentan una elevada tasa respiratoria y alta oxigenación, siendo la

producción de nutrientes escasa. Por otro lado la vegetación riparia no presenta diferencias con

respecto al resto del bosque o ecosistema adyacente (Schroh, op. cit.).

Mientras en los tramos medios el lecho de inundación es más amplio y menos abrupto

que en los cursos superiores; compartiendo ambos los fondos rocosos, según sea el ambiente por

donde transcurre. El deslizamiento de la corriente de agua para los cursos medios, es por terrenos

con pendientes menos abruptas, favoreciendo la deposición de sedimentos y acarreando un

considerable poder erosivo.

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El hábitat acuático que se desarrolla en la citada zona es autótrofo, posee una tasa de

producción y respiración mayor que 1; favoreciendo al aumento de la diversidad de especies allí

presentes; como así también a la temperatura y la turbidez del agua; en consecuencia disminuye

la cantidad de oxígeno. Para estos ambientes la flora es más diversa, siempre que el sitio se

encuentre en un óptimo estado de conservación o con pocas modificaciones antrópicas (Schroh,

1998).

Finalmente en el curso bajo o inferior de un río se produce la acumulación de grandes

depósitos de arena y limo en sus márgenes u orillas. El caudal, la temperatura y turbidez son

máximos con respecto al resto de los tramos, mientras que el oxígeno es mínimo (Schroh, op.

cit.).

Cabe señalar que en numerosos casos los ríos de montañas son definidos como torrentes,

compartiendo las características mencionadas, además de una serie de fenómenos torrenciales

comunes entre ellos. Estos fenómenos torrenciales se encuentran directamente vinculados con la

presencia de caudales sólidos y la existencia de crecidas violentas y repentinas. Suscitando

entonces los fuertes acarreos provocados por la fuerza tractiva del caudal, que será mayor cuanto

mayor sea el caudal, la pendiente y la velocidad de escorrentía (Martensen y Casagrande, 1997).

Podemos decir entonces, que el dinamismo torrencial de las aguas sobre los cauces

aparece ligado a la tensión tractiva. Esta tensión ejerce un control móvil sobre el cauce que lo

limita, a la vez que transporta los materiales en suspensión y el agua (Martensen y Casagrande,

op. cit.).

Martensen y Casagrande, op. cit. afirman que cuando la tensión tractiva de las aguas

supera la capacidad de resistencia del contorno o margen, entonces ocurren fenómenos de

socavación y graves daños tanto in situ como ex situ. Es por ello que se llevan a cabo medidas

protectoras y preventivas de curvas y orillas de estos ambientes.

En si todos los ríos constituyen dinámicos sistemas hídricos, relacionados con las

características geomorfológicos y climatológicas de la zona en donde se encuentren. Estas

particularidades le confieren o no cierto grado de peligrosidad al curso de agua y su entorno.

Además debe considerarse a estos ecosistemas naturalmente valiosos, no tan solo por el valor

intrínseco del agua como recurso natural, sino también por la diversidad de procesos naturales

que allí ocurren. Entre otros el desarrollo de especies de flora y fauna que los caracteriza

(Schmidt y Otaola-Urrutxi, 2002; Ward, 1998).

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Riberas

El hábitat que se desarrolla a lo largo de las orillas de un curso de agua se denomina

riberas, las mismas se encuentran directamente influenciadas por el cuerpo de agua (González

Del Tángano, 2002) (Figura Nº 4).

Según Strahler y Strahler (1989) el ambiente ribereño es el que esta formado por el río

aluvial y su lecho de inundación (Figura Nº 3).

El término latino “riparius” significa “de o perteneciente a la orilla de los ríos”, que

adaptado al anglosajón “riparian” hace referencia a las comunidades bióticas de las orillas de ríos

y lagos (Naiman & Decamps, 1997)

Para Munné et al. (1998-a) las riberas son zonas inundables en crecidas de gran magnitud

(periodos de hasta 100 años), en ellas se pueden incluir a las terrazas fluviales. Es importante

tener en cuenta que la frecuencia de las inundaciones permitirá la existencia de especies

vegetales adaptadas a estas perturbaciones. Este mismo autor determina, que un buen indicador

del límite del área riparia es el cambio en la cobertura vegetal natural por comunidades

dominadas por especies propias del ecosistema forestal adyacente.

Según el Protocolo HIDRI (2006) cuando las riberas se encuentren alteradas total o

parcialmente, ya sea por usos agrícolas, urbanos o industriales, los límites de las mismas estarán

dados por manchas residuales de vegetación de ribera más allá de los prados, campos de cultivo

o espacios construidos. Indicando esto la proximidad del nivel freático a la superficie y por lo

tanto la extensión de la zona riparia. Otro indicador del área de ribera puede ser el aumento de la

pendiente hacia el cauce, ya que implica un distanciamiento entre la superficie y el nivel freático.

Robins & Cain (2000) definen al ambiente ripario como aquel perteneciente al banco de

un río, haciendo referencia a las comunidades bióticas que viven en ambas márgenes del cuerpo

de agua.

Schroh (1998) menciona que todos los ecosistemas fluviales pueden ser extensos y a

menudo poseer comunidades riparias diferenciadas de las entidades en que se encuentran. Estos

bosques ribereños en las diferentes ecoregiones del mundo varían ampliamente en cuanto a los

procesos dinámicos que en ellos ocurren, ya sea físicamente, florísticamente y estructuralmente

(Aguilo Alonso et al., 2000), expresados a través de la historia natural y sucesional del área en

particular (Arcos Torres, 2005).

Generalmente los suelos de zonas riparias carecen de estructura, son rugosos, con buena

aireación debido a la frondosidad natural de la vegetación riparia (González Del Tángano, 2002),

mientras que la presencia de residuos orgánicos le confiere su mejor calidad (Robins & Caín,

2000).

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Sin embargo la mayoría de las áreas riparias presentan amplias características que las

hacen únicas e importantes, por ejemplo Schade et al., (2002); Brosofske et al., (1997) y Gregory

et al., (1991) mencionan la capacidad de estos ecosistemas para diseñar micro ambientes

terrestres y acuáticos utilizados por los organismos que lo habitan.

Mitsch et al. (1994) y González Del Tánago (2002) han estudiado la función de las

riberas como zonas de transición o interfase entre el medio acuático y el medio terrestre de las

inmediaciones de un río. Sin embargo, aún queda mucho por conocer referente a su función

como corredor en sentido longitudinal y la importancia que pueden llegar a tener en el

desplazamiento de especies silvestres, entre parches de diferentes ambientes cercanos a los

mismos (Naiman & Decamps, 1997).

Para que estos ambientes sean considerados como corredores tienen que presentar tres

aspectos fundamentales: en primer lugar la sinuosidad del río, que depende del trazado del cauce

y la magnitud del caudal, la pendiente y la carga de sedimentos del cuerpo de agua. En segundo

lugar su altura relativa en el entorno, ya que el bosque de ribera adquiere mayor importancia en

cuanto a su estructura vertical en zonas de relieve llano y no en áreas montañosas. Y finalmente

la conectividad con el ambiente adyacente (González Del Tángano, 2002).

González Del Tángano (op. cit.) define la conectividad como “el grado de conexión o

continuidad espacial del corredor, que determina la eficacia de su estructura para el transito y

dispersión de las especies a lo largo del mismo”.

Sea o no eficaz la estructura florística de los ambientes riparios, estos sitios tienden a

estar cubiertos por vegetación, siempre que el sustrato, la recurrencia de las grandes avenidas y

la geomorfología lo permitan. O sea que la vegetación se distribuirá según el grado de humedad

del curso de agua, recibiendo el nombre de bosques de galería, bosques de ribera o sotobosques

(Munné et al., 1998-b).

La vegetación constituyente de este entorno es por lo general alta y densa,

estructuralmente más compleja que el medio circundante. Las más de las veces posee un

microclima húmedo y se encuentra sujeta a variaciones ocasionales del curso del agua, que en

muchos casos afectan a la misma flora causando su destrucción (Treviño et al., 2001).

Sin embargo la vegetación ribereña juega un papel fundamental sobre la calidad

ambiental de los ecosistemas adyacentes, ya que la cobertura arbórea y o arbustiva funciona

como un “paraguas” evitando la insolación directa de las aguas y por lo tanto controlan la

temperatura de las mismas (Beschta et al., 1997). Así mismo mejoran la concentración de

oxígeno disuelto, regulando la entrada de luz en las aguas y el crecimiento de algas (González

Del Tángano, 2002). Además la masa vegetal que se incorporada en los cuerpos de agua funciona

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aportando grandes cantidades de nutrientes orgánicos, los cuales en muchos casos son la

principal fuente de energía para el inicio de la cadena trófica en el medio acuático (González Del

Tángano, op. cit.).

También podemos mencionar a estas zonas como áreas que permiten el mantenimiento de

valiosos recursos forestales y silvestres (Indiana Division of Forestry, 2004).

Con respecto a la capacidad de los bosques de riberas como sitio que permite el

establecimiento de diferentes especies animales, es que Indiana Division of forestry (op. cit.)

sugiere que la remoción de bosques conduce por clareo al desplazamiento y perturbación en la

estructura de los ensamblajes de peces.

La sustracción, sustitución y paulatino deterioro del bosque de ribera, conlleva a una

constante disminución de las aves típicas de la zona riparia (Smith & Johnstone, 1977;

Woinnarski et al., 2000). Indiana Division of Forestry (2004) afirma lo expuesto, ya que la

eliminación de los estratos vegetales elimina consigo las áreas propicias para la nidificación y la

invernada de una gran cantidad de aves silvestres y con ello disminuye la composición

poblacional de aves en estos ecosistemas, que suelen poseer una mayor riqueza y abundancia de

especies que en los ambientes vecinos (Arcos Torres, 2005).

Estudios realizados por Arcos Torres (op. cit.) en comunidades de aves de ecosistemas

riparios, arrojan datos de impactos sustanciales por la deforestación y modificación ambiental de

los paisajes vecinos. Menciona la escasa información respecto a la dinámica poblacional de las

aves en el agropaisaje fragmentado y la relación con los anchos de franja, por lo que aconseja su

estudio, ya que existe una estrecha relación entre la fragmentación del bosque, el número de

especies y la disponibilidad de nichos para la alimentación y reproducción.

También este autor propone para la conservación de aves migratorias y residentes,

mantener bosques riparios con franjas de 50 m de ancho como mínimo.

Conjuntamente con las características mencionadas, la vegetación ribereña de cuencas y

vertientes (Strahler y Strahler, 1989), juega un papel esencial y fundamental en la retención y

atenuación de grandes crecientes (Decamps, 1996), retardando y reduciendo la velocidad de

escorrentías superficiales, pudiendo favorecer en la recarga de aguas a los acuíferos. También

actúa reteniendo los nutrientes y sedimentos arrastrados y desprendidos de tierras más altas sean

o no suelos de cultivo (González Del Tángano, 2002).

González Del Tánago (op. cit.) asegura que los bosques riparios contribuyen a la

estabilidad de las orillas a través de su sistema radical, disminuyendo el riesgo de erosión por la

acción de la corriente; la presencia de raíces aumenta la cohesión del suelo y su resistencia, a la

vez que disipa la energía y velocidad de las aguas.

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Es por ello que el manejo apropiado de zonas riparias mejoraría la calidad del agua, las

infiltraciones y disminuiría los daños río abajo ocasionados por las inundaciones (Arcos Torres,

2005). En términos generales las inundaciones son procesos naturales recurrentes que forman

parte de la dinámica de un río, y las comunidades vegetales de zonas inundables tienen

características específicas. Estas especies vegetales son capaces de resistir suelos saturados de

agua, erosión y depósitos de sedimentos en sus raíces; son flexibles para aguantar el desarraigo

ocasionado por las crecidas, o capaces de seguir viviendo tras ser arrancadas, a base de emitir

raíces adventicias (Aguilo Alonso et al., 2000).

No debe dejarse de mencionar el rol paisajístico que juegan las riberas, ya que se destacan

por ejemplo, por ser lugares de recreación (Gonzalez Del Tánago, 2002). Sin embargo en

numerosas ocasiones las actividades humanas llevadas a cabo en estos ambientes, producen

impactos negativos en el paisaje. Entre ellas podemos mencionar a la forestación (Indiana

Division of Forestry, 2004); como así también la deforestación o extracción de madera

(Sirombra, 2003; Arcos Torres, 2005), aparejando consigo la pérdida y o reducción de la

biodiversidad de estos bosques riparios a corto plazo.

Mientras que un ejemplo de la pérdida de biodiversidad a largo plazo puede ser por la

degradación de cuencas hidrográficas y cauces de los ríos. Dando como resultado consecuencias

socio-culturales de gran impacto, agravadas si nos emplazamos en los bosques de montaña

(Sirombra, op. cit.).

Las características topográficas de los bosques de montaña, revelan la importancia de la

vegetación en la intercepción de lluvias, reducción de insolación, transpiración, estabilización y

anclaje de los suelos. Estudios realizados en la Sierra de San Javier ratifican el hecho y

mencionan las conocidas erosiones causadas por deforestaciones (Halloy et al., 1994).

Cabe mencionar que la mayoría de las veces el proceso de deforestación de bosques

naturales, se lleva a cabo para realizar actividades agrícolas, sumado a ello el uso de plaguicidas,

fertilizantes y otros productos químicos difícilmente degradables, fuentes de contaminación de

suelos y aguas (Piña, 1990); hecho reportado por González Del Tánago (2002) en las riberas

españolas.

A continuación la Figura Nº 5 resume las características mencionadas:

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Figura Nº 5: Funciones ecológicas y servicios ambientales del bosque ripario Fuente: Arcos Torres, 2005

Muchas funciones ecológicas de la zona riparia, como las indicadas en la figura Nº 5, son

alteradas por manipulaciones antrópicas. Entre ellas mencionamos las actividades de ganadería y

pastoreo (Chaney et al., 1990); el ingreso del ganado vacuno a los aguadas; las invasión de

malezas, el efecto de borde relacionado a la amplitud de la franja riparia; vaciaderos de residuos

sólidos; vertidos de efluentes líquidos; vías de tránsito, etc. (Sirombra, 2003).

En muchos casos estas actividades están ligadas a la realización de obras de canalización

del cauce fluvial (previa eliminación de la cobertura riparia) y por lo tanto estos sitios se

transforman en áreas poco atractivas y estériles paisajísticamente (Smith y Smith, 2001).

Es por ello que Munné et al. (1998-a) consideran imprescindible integrar a los bosques de

ribera en estudios de ecosistemas fluviales (físico-químicos, biológicos, hidráulicos, etc.), debido

principalmente a su importancia como componente funcional.

Estos bosques de ribera constituyen una parte esencial en la cuantificación de la calidad

ecológica de los ríos, pudiendo expresarse en función de la naturaleza de la estructura de la

vegetación componente, y en el funcionamiento de dicho ecosistema (Munné et al., op. cit.;

Suarez et al., 2002).

Es importante destacar que no todas las riberas poseen una amplitud definida y constante,

por ello los estudios para aplicaciones de técnicas conservacionistas varían en estas áreas. Se

sabe que a mayor amplitud ribereña mejor conservación de la biodiversidad; pero las zonas

estrechas pueden ser útiles para algunas especie que no se encuentren perturbadas por los efectos

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de borde, como por ejemplo los cambios en temperatura o la invasión de especies exóticas. Por

ello deberían ser tenidas en cuenta para poder determinar la eficacia del corredor como tal

(Robins & Cain, 2000).

Robins & Cain (op. cit.) afirman la importancia en conservar los bosques riparios (sin

tener en cuenta la amplitud de la franja riparia), como una pieza clave para la preservación de las

cuencas hidrográficas. Consideran imprescindible el esfuerzo en las realizaciones de

investigaciones y análisis socio-culturales, para así conseguir ventajas en las leyes necesarias en

la protección, manejo y restauración de áreas degradadas pertenecientes a bosques de riberas.

Según Sattler, (1993); Douglas & Pouliot (1997), citados en Woinarski et al., (2000) y

Arcos, (2004) afirman la existencia de escasas investigaciones con respecto a los sistemas de

bosques de ribera de los trópicos; y aún mas en cuanto a estudios de conservación y condiciones

de soportar la presión de uso.

Por todo lo expuesto, el presente trabajo aporta conocimientos sobre el estado ecológico

de los bosques de ribera. Para ello se propone la utilización y aplicación del “Índice QBR” sigla

que proviene del catalán: Qualitat del Bosc de Ribera (Munné et al., 1998-a), como herramienta

que permite evaluar la calidad ecológica del hábitat ripario.

Carrascosa & Munné (2000) afirman que a pesar de que el índice QBR fue ideado

originalmente para ser aplicado en ríos mediterráneos de la península ibérica, puede utilizarse

con algunas modificaciones en otros tipos de ríos.

Se destaca que este índice ha sido aplicado en diferentes ríos de la Provincia de Tucumán,

sin haberse realizado alguna modificación para tal uso. Un ejemplo de ello es el trabajo realizado

por Ruedas (inédito), en los ríos Tipas y Tacanas en San Pedro de Colalao; concluyendo sus

investigaciones con resultados satisfactorios.

Para llevar a cabo el presente estudio se consideró necesario la realización de ajustes en el

diseño original del índice; de esta manera se logró aplicarlo con éxito en cursos de agua

subtropicales de montaña en Tucumán.

Cabe mencionar que el presente trabajo es el primero en su tipo, que aborda el estudio de

la calidad ecológica de los bosques de ribera bajo el enfoque propuesto.

Se destaca que al no existir publicaciones sobre estudios en los que se aplique este índice

en el área estudiada, se considera a la presente contribución como inédita, con un enfoque único

para Tucumán y el NOA.

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CAPÍTULO II

ÁREA DE ESTUDIO

Para llevar a cabo el presente trabajo se ha seleccionado parte de la cuenca del río

Muerto.

Características geográficas

El Río Muerto se ubica al oeste de la ciudad de San Miguel de Tucumán, emplazándose

dentro de la ladera oriental de la Sierra de San Javier. Esta serranía limita al norte por el río

Tapia, al sur por el río Colorado, al este por la llanura Tucumano centro-este y al oeste por el

valle de San Javier. La altura máxima es de 1876 msnm, alcanzada en las cumbres del Taficillo.

La cuenca del Río Muerto abarca desde la quebrada de las Cañas al norte y La Rinconada

al sur (Halloy et al., 1994) (Mapa Nº 1).

El presente curso de agua adquiere una dirección norte–sur (26° 40´ y 26° 50´ latitud sur

y 65° 22´ y 65° 19´ de longitud oeste) desplazándose el mismo por una falla de origen tectónico

con una superficie aproximada de 43 km2.

Se puede acceder al río ya sea por la Avenida Aconquija y luego continuando por la ruta

provincial Nº 338; o por el acceso al camino del dispensario de Horco Molle.

Corresponde mencionar que algunos tramos del río Muerto donde se realizó este estudio,

forman parte del Parque Sierra de San Javier (sur: 26º 47.954´ y oeste: 65º 19.680´).

Características geomorfológicas

La Sierra de San Javier pertenece a la provincia Morfoestructural de Las Sierras

Pampeanas constituidas por un complejo metamórfico, integrado por pizarras y filitas verdosas.

En algunos sectores afloran sedimentos cretácicos-terciarios compuestos por areniscas rojas. Los

depósitos cuaternarios cubren casi la totalidad de la cuenca, y están compuestos por limos

loésicos, materiales clásticos cenoglomerádicos y depósitos fluviales (Neder y Puchulu, 1995).

Los suelos son en general bien drenados debido a su permeabilidad moderadamente lenta

(Puchulu y Sayazo, 1991).

También se observan terrazas fluviales constituidas geológicamente por gravas y arenas

fluviales del holoceno (Martensen y Casagrande, 1997).

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Características climáticas

Según Ortiz (1978) las precipitaciones medias anuales de las laderas orientales de las

sierras, tienen un promedio anual de precipitación, para el año indicado, de 1330 mm.

Actualmente estos valores oscilan hasta 1600 mm., en algunas ocasiones llegan hasta 2000 mm.

(Martensen, com. pers.).

Las precipitaciones se concentran en el periodo estival-otoñal, debido a la caracterización

del régimen monzónico con mayores lluvias en Diciembre-Marzo, período en que suelen ocurrir

las crecidas violentas y repentinas (Martensen y Casagrande, 1997).

Características hidrogeológicas

Hidrológicamente la Sierra de San Javier esta formada por una densa red de drenaje con

ríos de carácter transitorio (torrencial), que luego de recorrer la sierra desembocan en el

pedemonte oriental. La mayoría de estos cursos fluviales presentan control estructural, variando

de un diseño de drenaje subangular a subdendrítico. Siendo el sistema hidrológico principal y

más importante el de la Cuenca Intramontana del río Muerto (Ortiz, 1978), (Guido y Sesma,

1995).

La cuenca está constituida de norte a sur por los siguientes arroyos o subcuencas: Arroyo

“Las Cañas”; Arroyo “Las Conchas”; Arroyo “Doña Hortensia”; Arroyo “Aguas Blancas”;

Arroyo “El Frontino” y Arroyo “El Parque” (Puchulu y Sayazo, 1991; Neder y Puchulu, 1995)

(Mapa Nº 1).

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Mapa Nº 1: Cuenca y Subcuenca del Río Muerto

Fuente: Neder y Puchulu (1995)

Área de estudio

El arroyo “Las Cañas” nace a los 1100 msnm, transcurre por un valle limitado por dos

fallas con dirección norte-sur una que corre junto a las Lomas de Imbaud y otra junto a la Sierra

(Ortiz, 1978). En su recorrido el curso de agua presenta una dirección noroeste-sureste y toma

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agua de varios afluentes permitiendo el aumento de su caudal que finalmente arrojará al río

Muerto (Martensen, com. pers.).

Los arroyos “Las Conchas” y “Doña Hortensia” se deslizan en dirección noroeste–sureste

hasta alcanzar el cauce del río Muerto.

Los arroyos “Aguas Blancas”, “El Frontino” y “El Parque” se desplazan en dirección casi

oeste–este finalizando su recorrido también en el río Muerto.

La mayoría de estos cursos fluviales suelen transportar agua en los meses estivales y

permanecer secos el resto de año.

Según Guido y Sesma (1995) la dinámica fluvial que presenta el río Muerto permitió la

formación de incipientes terrazas fluviales.

Rodríguez (1987) afirma que la dinámica de las aguas del río Muerto alimentan al arroyo

Manantial que discurre en sentido noroeste-sudeste, uniéndose en su trayectoria con el río Lules

y lo acompaña hasta su desembocadura en el río Salí.

Características florísticas

La vegetación responde a las particularidades geomorfológicas y pluviométricas. En las

superficies cumbrales y de vertientes se observan pastizales de altura entremezclados con

vegetación propia de selva montana.

Por otro lado estas superficies junto con los arroyos pertenecientes a la cuenca del río

Muerto y el mismo piedemonte, han sido afectadas por la deforestación de especies nativas

(Neder y Puchulu, 1995) y en algunos casos por la introducción de especies exóticas.

Estudios de vegetación realizados por Ortiz (1978) para el arroyo “Las cañas”, revelan

que la flora riparia en el presente curso de agua se distribuye en una clara selva en galería.

Encontrándose representado el estrato arbustivo por: Psycotria cartagenesis; Cestrum

strigillatum; Cestrum parqui; Rubus imperiales. Mientras que el estrato arbóreo esta

caracterizado por: Urera caracasana; Anadenanthera colubrina; Enterolobium contortisiliquum;

Cupania vernalis y Urera baccifera, etc.

Para Ortiz (op. cit.) la selva con menos humedad (porción menos lluviosa) esta

representada en mayor proporción por especies caducifolias como: Rapanea laetevirens; Tipuana

tipu; Anadenanthera colubrina; Piptadenia excelsa; etc. También este autor menciona a la

vegetación cultural secundaria, como producto de las modificaciones antrópicas; entre ellas se

encuentra: Tecoma stans.; Celtis pubescens; Celtis iguanea; Solanum riparium; etc. Concluye

entonces que fisonómicamente el sitio es un bosque arbóreo bajo, con carácter secundario, por ello

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se hallan especies típicas de zonas modificadas antrópicamente, como por ejemplo: Morus sp.;

Tecma stans; Heliocarpus popayanenses Cupania vernalis; Ligustrum lucidum; Solanum

riparium; Celtis pubescens; Celtis iguanea; etc.

Por otro lado Imbert (1996) asegura que la zona correspondiente al arroyo “Las Cañas”

presenta un potencial de renovación dado por el abundante y diverso sotobosque.

Millo y Morales (1997) realizaron análisis de la vegetación ribereña del arroyo “Las

Conchas”, encontrando una leve a moderada alteración agravada en las zonas con mayor

pendiente. Se aprecian bosques secundarios originados por la tala del bosque nativo ubicados en

las proximidades de la margen occidental del río Muerto.

Los citados bosques secundarios se han formado en parcelas abandonadas hace

aproximadamente unos 20-25 años. En ellos se encuentran especies nativas mezcladas con

exóticas, por ejemplo: Ligustrum lucidum; Persea americana; Morus sp.; Heliocarpus

popayanensis; Tecma stans; Solanum riparium; Cupania vernalis; Blepharocalyx gigantea;

Jacaranda mimosifolia; Cinnamomun porphyriu; entre otras. El estrato arbustivo posee una gran

cobertura dominado por Psycotria cartagenesis; Vernonia squamulosa. Mientras que el estrato

herbáceo es bajo y cespitoso cubierto casi en su totalidad por hojarascas.

Actividades antropogénicas. Características

Muchas actividades antrópicas llevadas a cabo en la cuenca intramontana del río Muerto,

han afectado y lo siguen haciendo a toda él área y sus alrededores. Los efectos negativos pueden

ser observados no tan solo con las pérdidas de suelo y vegetación, sino también por una

importante alteración a nivel paisajístico.

Entre algunas de las actividades perjudiciales llevadas a cabo en las superficies cumbrales

y las vertientes de la presente cuenca, se mencionan: la agricultura, el sobrepastoreo y la

deforestación. Mientras que en el piedemonte se llevan a cabo actividades intensivas agrícolas y

frutihortícolas (Neder y Puchulu, 1995).

Guido y Sesma (1995) mencionan que para el citado año las terrazas fluviales fueron

utilizadas para cultivos de citrus y caña de azúcar asociados a la vegetación natural.

Estudios realizados por Imbert (1996) en el arroyo “Las Cañas” confirman que las

actividades antrópicas llevadas a cabo en el presente curso ha sido principalmente la extracción

de áridos. La mencionada actividad fue realizada por una empresa constructora y enmarcada

dentro de un proyecto de canalización del cauce del citado arroyo. Este último fue llevado a cabo

por la Dirección Provincial de Agua de la provincia de Tucumán (D.P.A.).

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En general todas las actividades extractivas de áridos en el cauce, producen acumulación

del descarte, ya sea en el lecho del río o en sus márgenes.

Los áridos están especialmente desarrollados en las llanuras aluviales, de inundación y

terrazas; se encuentran formados por arenas, gravas y bloques. Son fanglomerados de pie de

monte, producidos por la destrucción de las rocas de basamento, depósitos de origen aluvial y

sedimentos finos de tipo loésicos con aporte eólico. Estas características permiten obtener una

variada selección granulométrica (Avila et al., 1998).

Según Avila et al. (op. cit.) la calidad del los árido varía según el tipo de depósito y lugar

de donde se extraiga, sin embargo todos ellos se adaptan a los mas variados usos. Por lo tanto la

explotación permanente o de forma alterna de estos recursos no es rara, encontrándose canteras

secas ubicadas sobre las márgenes del río Muerto.

Como producto final de las actividades ripieras y las citadas obras se observaron

deforestaciones y modificaciones de la línea de ribera (Imbert, 1996).

También es relevante mencionar los efectos de las actividades antrópicas producidas por

las obras viales sobre la ruta provincial Nº 338. La presente promueve la remoción del suelo y

basamento, incrementan el deslizamiento, deformación y fractura, tanto para el camino como

para las mismas obras viales realizadas. Esto conlleva a la producción de una gran cantidad de

materiales de arrastre de los arroyos y el consiguiente aumento del poder erosivo, procesos

geológicos más activos de la sierra (Moreno, 2006).

Lo expuesto se encuentra relacionado con la extracción de la vegetación primaria,

produciendo disminución o falta de cohesión de los suelos y texturas gruesas entre otras

características, que finalmente facilitan el arrastre selectivo de las partículas finas dejando

expuesto el material grueso en superficie, que será posteriormente erosionado por el agua (Ortiz,

1978).

Actividades antropogénicas riesgosas para el ambiente

Según Sayago et al. (2006) se considera “riesgo a todo proceso natural, potenciado por la

influencia antrópica, que genera efectos perjudiciales traducidos en pérdidas humanas,

económicas o naturales y cuya valoración es posible mediante metodologías científicas o

criterios empíricos”.

Es por ello que todas las actividades llevadas a cabo con anterioridad son consideradas

riesgosas para el área en estudio, ya que las mismas tienden a producir diferentes procesos

erosivos que se conjugan con riesgos ambientales in y ex situ.

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Moreno (2006) afirma que la cuenca hidrográfica del río Muero es importante en la Sierra

de San Javier en cuanto a la generación de procesos morfodinámicos fluviales y aluviales que allí

ocurren; como así también por la existencia de numerosos procesos erosivos siendo los más

frecuentes remoción en masa y erosión hídrica (Neder y Puchulu, 1995).

Según Sayago et al. (1998) la cuenca presenta de “severo” a “grave riesgo” de erosión

laminar eliminando en gran parte el horizonte superficial del suelo. También en las zonas de

piedemonte, se manifiesta el riesgo de erosión en cárcavas, siendo este moderado a severo, al

igual que el riesgo de remoción en masa (Sayago et al., 2006).

A pesar que la remoción en masa no caracteriza a los fenómenos erosivos aquí presentes,

estos se manifiestan con pequeños desplomes y deslizamientos en las orillas de los cauces

(Sayago et al., 1998).

Para Neder y Puchulu (1995) “...la cuenca intermontana del río Muerto se encuentra

dentro de un marco de gran susceptibilidad erosiva”. Estos autores evalúan el riesgo erosivo de

los arroyos de la cuenca obteniendo los siguientes resultados: en el arroyo “Las Cañas” el riesgo

es grave con perdida del suelo medidas en Tn/ha/año de 70.10, el área de riesgo predominante es

de 2.86 km2 o sea 4%.

Para el arroyo “Las Conchas”, “El Frontino”, “Aguas Blancas” y “El Parque” el riesgo

erosivo es muy grave. Mientras que para el primer arroyo citado la pérdida de suelo es en el

orden de 111.6 Tn/ha/año y el área de riesgo predominante es de 2.8 km2 es decir un 65.4 %;

para los dos siguientes arroyos la pérdida de suelo es de 106.85 Tn/ha/año; siendo el área de

riesgo predominante de 1.9 km2, o sea 51.3 %; mientras que el ultimo arroyo tiene una pérdida

de suelo calculada en 124.6 Tn/ha/año, con un área riesgosa de 1.12 km2, en definitiva 256.9%.

Por otro lado Eremchuk y Mon (2006) considera que el tramo canalizado del río Muerto

hasta su unión con el canal oeste, presenta una valoración de riesgo alto, con grandes amenazas

debido a los procesos de avulsión (Apéndice I) de las aguas por crecidas ordinarias provenientes

de la cuenca alta del río.

Entonces sumado a los peligros erosivos del área (incluido la zona de piedemonte), deben

agregarse los graves riesgos de inundaciones fluviales y severos riesgos de inundaciones

pluviales (anegamientos) además de los graves riesgos de aluvionamintos (Sayago et al., 1998;

Sayago et al., 2006).

Sayago et al., (1998) afirman que el riego de inundación se encuentra relacionado con el

incremento del caudal en los cauces, especialmente en periodos de intensas lluvias; además de la

inexistencia de medidas de control o sistematización a nivel de cuenca.

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En síntesis: las características topográficas, litológicas, de vegetación y uso del suelo le

confieren a la cuenca intermontana del río Muerto, una elevada susceptibilidad ambiental. Esta

se encuentra agravada por la presencia antrópica manifiesta en mayor medida con la eliminación

de la cobertura vegetal (Guido y Sesma 1995), la construcción de obras viales, la degradación de

las cumbres y las vertientes (Puchulu y Sayazo 1991), con serios procesos de erosión laminar y

en cárcavas, en respuesta a la presencia de suelos loésicos; deforestación; quema de pastizales;

sobrepastoreo y un importante proceso de urbanización (Guido y Sesma 1995).

Para Moreno (2006) el área es representativa de las condiciones ambientales del noroeste

argentino; donde la acción antrópica produce una fuerte degradación ambiental reflejada en la

aceleración y agravamiento de procesos naturales.

Actualmente muchas de las citadas actividades antrópicas han sido reducidas o

eliminadas por completo. Entre ellas se mencionan a la deforestación, tanto en las cabeceras de

cuencas, en las vertientes y en el piedemonte del área estudiada; como así también a la

disminución del pastoreo y el uso del fuego (Grau, A. 2007, com. pers.).

Lo expuesto puede ser justificado ya que la mayor parte de la cuenca corresponde a

terrenos protegidos pertenecientes al Parque Sierra de San Javier (dependientes de la Universidad

Nacional de Tucumán) y por lo tanto las prácticas extractivas de vegetación, el manejo de

ganadería, de suelo y sus usos son restringidos o eliminados gracias a las políticas del mismo

parque.

Es así que se observan incrementos de la cobertura boscosa y arbustiva en áreas

cumbrales y de vertientes (Grau, A. 2007, com. pers.). Este proceso puede deberse a un aumento

significativo en las precipitaciones del noroeste argentino en los últimos 20 años (Bianchi y

Yañez, 1992), produciendo entonces mayores posibilidades para el establecimiento de diferentes

especies vegetales arbóreas y arbustivas.

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CAPÍTULO III

RELEVANCIA DEL PROBLEMA PLANTEADO

Nivel global

Cuando se estudian los ríos o sistemas fluviales hay que considerar cualquier estrés

ambiental natural u antropogénico que imposibilite la formación de un potencial bosque de

ribera, cuya ausencia podría infravalorar su estado de conservación general (Suárez et al., 2002).

La inexistencia de los bosques de ribera debido a procesos antropogénicas, se encuentra

directamente relacionada con un sin fin de causas directas e indirectas. Entre las primeras se

mencionan a la agricultura, ganadería, minería, industrias, transporte, comunicación,

urbanización, etc. Mientras que para las causas indirectas se citan a las presas, embalses,

canalizaciones, protección de márgenes, contaminación, deforestación, etc. (Malanson, 1995).

Sean unas u otras las causas del deterioro del valor ecológico y biológico de las riberas,

todas ellas afectan al equilibrio del sistema, además se sabe que para poder llegar a optimizar un

buen manejo de las zonas riparias, es de gran utilidad inferir sobre la calidad ambiental de los

ecosistemas acuáticos que las rodean (Beschta et al., 1997).

Por otro lado la alteración de los bosques de ribera puede ocurrir por causas ambientales

naturales, tales como erosión de los márgenes del cauce, por efecto de rápidas y violentas

escorrentías y aluviones y a ello se adicionan las condiciones geomorfológicas y climáticas del

área.

Según Minetti (2007, com. per.) en la última década el aumento de precipitaciones es

sostenido en el noroeste Argentino. En Tucumán este incremento es del orden de 50 %

comparando Enero 2005 / 2006. Para Sayago et al. (2006) el aumento en las precipitaciones en el

noroeste de Argentina implicaría un riesgo de inundaciones, remoción en masa y elevación de

napas. Asegurando que el problema es mayor en áreas urbanas donde la relación infiltración–

escorrentía ha sido modificado por los cambios artificiales de las primitivas líneas de

avenamiento (segado, modificación y desvío de cauce, construcción de canales, etc.).

Es decir que los factores naturales climáticos y antrópicos son los que hoy día afectan en

mayor medida a las pérdidas de los bosques de ribera de nuestros ríos.

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Nivel local

Una vez analizadas las características del área en estudio y relacionadas con las

planteadas en párrafos anteriores, se puede realizar una breve reseña de los problemas que

ocurren en la cuenca del río Muerto.

Entre los de mayor envergadura se encuentran los inconvenientes que provocan las

inundaciones y anegamientos. Este es un tema recurrente año tras año y aún presenta pocas

expectativas ante buenas y factibles soluciones (Diario La Gaceta, 2007).

Las crecientes ocurren en periodos estivales y afectan a los pobladores que se ubican en la

antigua llanura de inundación del río, los cuales utilizaron estas áreas para realizar actividades

agrícolas. Es decir que el sector con mayores riesgos de sufrir anegamientos de materiales

transportados, es la fracción sur oeste de la ciudad de Yerba Buena (Guido y Sesma, 1995).

Consecuentemente se colmatan los cauces en las zonas bajas, lo que contribuye aún más al

desborde hídrico y a las inundaciones de localidades pobladas aguas más abajo (Puchulu y

Sayago, 1991), afectando también en mayor o menor medida las tomas de captación de agua y

las áreas de cultivo de las zonas pedemontanas (Halloy et al., 1994).

Reseña histórica

Una de las primeras medidas que se realizaron para minimizar los daños ocasionados por

las inundaciones del río Muerto, fue la realización de obras de canalización en diferentes tramos

del curso de agua y en su cuenca.

Según Ortiz (1978) para el año 1972, la dirección Provincial de Hidráulica de Tucumán

(D.P.H.) había comenzado con los trabajos de sistematización en el arroyo “Las Cañas” el cual

se llevó a cabo hasta Febrero de 1974.

Mientras que el Parque Biológico Lillo (Instituto Lillo) entre los años 1973 a 1975 realizó

lo mismo en los arroyos “Las Conchas” y “Doña Hortensia”, con la finalidad de contención del

viaducto y el funicular. En cambio para los arroyos “El Parque” y “El Frontino”, los trabajos de

contención fueron realizados por la Dirección Provincial del Agua de Tucumán (D.P.A.) entre

los años 1968 hasta 1971.

Sin embargo las sistematizaciones fueron poco efectivas y todas estas obras fueron

destruidas por grandes crecientes registradas a partir del año 1971 hasta 1978, siendo las de

mayor envergadura las correspondientes a los años 1975, 1976, 1977 y 1978 (Ortiz, 1978).

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Foto Nº 1: Casa inundada por aluviones del río Muerto Fuente: Ortiz, 1978

Pero no tan solo en los años mencionados las inundaciones provenientes del río Muerto

fueron un motivo preocupante, ya que según registros obtenidos a partir del Archivo de

microfilm del Diario La Gaceta (1954), habría ocurrido una inundación en Yerba Buena,

“…sobre la Avenida Solano Vera donde desemboca el cauce del Río Muerto...”, así mismo el

informe señala que “… violentos torrentes inundaron casas y destruyeron plantaciones,…los

trabajadores de irrigación reparan tales daños…”, por este motivo se habrían realizado algunas

obras de canalización para la zona correspondiente a la Rinconada.

Según Guido y Sesma (1995) mencionan para este año que los citados problemas se

habrían visto disminuidos con la construcción del canal de Yerba Buena, el cual capta las aguas

del río Muerto y las conduce al canal Sur que rodea por el sur a la ciudad de San Miguel de

Tucumán descargándolas finalmente en el río Salí.

Sin embargo los daños producidos por anegamiento no habrían sido totalmente

solucionados ya que registros del Diario La Gaceta (1999) afirman que “…el sector sur oeste de

la ciudad de Yerba Buena – La Rinconada - fue victima del desborde del canal del Río Muerto;

quedando El Barrio Portal del Cerro y el Barrio XIII totalmente anegados….”, “…Esto dejó

como saldo 35 familias evacuadas…”, “…Las autoridades municipales informaron que el

desastre se produjo porque el canal del Río Muerto se tranco y provocó un desborde. Los vecinos

sostienen que el problema es debido a la construcción del country Las Yungas por las talas del

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sitio y destrucción de las defensas naturales…vecinos aseguran que el canal esta abandonado y

tapado de matorrales y ripio”, en el mismo informe “…las autoridades gubernamentales aseguran

soluciones pero a largo plazo…”.

Como muestran los relatos, los efectos de inundaciones y anegamientos han sido

frecuentes tras el paso de los años. Ya Ortiz (1978) plantea que tales efectos son productos de

ruptura de las infraestructuras montadas debido a la falta de mantenimiento de tales obras, ya que

las mismas fueron construidas por diques de piedra en seco, que necesariamente necesitan

reparación a lo largo del tiempo.

Según Martensen y Casagrande (1997) el efecto de las deficientes estructuras de

contención junto con los grandes sedimentos arrastrados y sumados a que en los últimos 20 años

ha disminuido la energía de transporte de estos cuerpos de agua, llevó entonces ha producir una

acumulación importante de sedimentos dentro del cauce.

La acumulación de sedimentos en el cauce del río sobrellevó a su extracción. Ortiz (1978)

señala que para este año las extracciones de lajas, áridos, limo y arcilla fueron para fines

industriales y de construcción (fabricación de ladrillos, tejas, tejuelas, hormigón, etc.), cuya

actividad fue llevada a cabo por organismos oficiales y empresas privadas.

Por otro lado Martensen y Casagrande (op. cit.) mencionan que para este período las

canteras en el río Muerto se ubicaban aguas abajo del área protegida y estaban autorizadas por la

Municipalidad de Yerba Buena. Sin embargo no se tuvo en cuenta que las mismas se emplazaban

en una zona del cauce que presentaba erosión lateral y profundización del mismo.

Para el año 2005 los problemas de extracción de áridos no dejaron de ser importantes para

los pobladores aledaños al río en estudio, ellos manifestaron “…la destrucción y el socavamiento

irracional a la que está sometiendo al Río Muerto, ya que La Municipalidad de Yerba Buena y

particulares están extrayendo miles de metros cúbicos de áridos con escaso o nulo control, sin

prever las consecuencias que pueden ser catastróficas para quienes viven en las cercanías del

río...” (Diario La Gaceta, 2005).

Por orto lado mientras que el cauce del río Muerto comenzaba a elevar su nivel de base,

las orillas comenzaron a erosionarse y ensancharse, debido a la invasión de los márgenes por

flujos y sedimentos y consecuentemente la disminución de la pendiente (Martensen y

Casagrande, op. cit.). Cabe mencionar que la zona en estudio registra un grave riesgo de erosión

lateral de cauce (Sayago et al., 2006).

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Aspectos legales

Muchos son los países que reglamentan mediante leyes, la protección de los bosques de

ribera, indicando las restricciones respecto a sus usos. Sin embargo estas políticas no siempre son

aplicadas y respetadas (González Del Tángano, 2002; Arcos, 2004).

Argentina y Tucumán no se encuentran exentos a tales situaciones. En Argentina existe

La ley Nacional de Defensa de la riqueza forestal, Ley Nº 13.273, Decreto 710 del año 1995

(Perez Miranda, 2002). En donde el artículo Nº 1 define a los Bosques como toda formación

leñosa, natural o artificial que por su contenido o función sea declarada en los reglamentos

respectivos como sujeto al régimen de la ley.

Mientras que el artículo Nº 5 realiza una clasificación de bosques, donde menciona los

“Bosques Protectores como aquellos que por su ubicación sirvan conjunta o separadamente para:

proteger el suelo, caminos, las costas marítimas, riberas fluviales y orillas de lagos, lagunas,

islas, canales, acequias y embalses y prevenir la erosión de las planicies y terrenos en declive;

proteger y regularizar el régimen de las aguas; también hace referencia a las inundaciones y a la

protección de especies de flora y fauna cuya existencia se declare necesaria”. Por otro lado los

“Bosques Permanentes serán aquellos que por la constitución de su arboleda y / o formación del

suelo deban mantenerse…”, también se refiere a “Bosques Experimentales” y “Bosques de

Producción”.

La misma legislación declara “obligatoria la plantación y conservación de árboles en

terrenos fiscales o privados para la fijación de márgenes de río, arroyos, lagos, …”.

En Tucumán la Constitución del año 2006 Artículo 41: 13.-.13 “la provincia adopta como

política prioritaria de estado la preservación del medio ambiente, ya que es un patrimonio

común. Toda persona tiene derecho de gozar de un ambiente sano y equilibrado, así como el

deber de preservarlo y defenderlo en provecho de las generaciones presentes y futuras. El daño

ambiental conlleva prioritariamente la obligación de recomponerlo y/o repararlo”.

Según las atribuciones de la provincia ésta debe proveer: art. 1º) “los medios legales para

proteger la pureza del ambiente preservando los recursos naturales, culturales y los valores

estéticos que hagan a la mejor calidad de vida…”, art. 3º) “deberá prevenir y controlar la

contaminación y la degradación de ambientes por erosión, ordenando sus espacio territorial para

conservar y acrecentar su equilibrio”, art. 4º) “protegerá las reservas naturales declaradas como

tales y creará nuevas con la finalidad de que sirvan como bancos de semillas de flora autóctona,

material genético de fauna y lugares de estudio de las mismas”, art. 5º) “Fomentará la

forestación, especialmente con plantas autóctonas, tanto en tierras privadas como en las del

estado”, art. 8º) “Garantizará el amparo judicial para la protección del ambiente”, art. 10º)

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“Establecerá la obligatoriedad de la evaluación previa del impacto ambiental de todo

emprendimiento público o privado susceptible de relevante efecto”.

En la Ley Nº 6253 del año 1991 “Ley de Medio Ambiente” menciona como fundamental

el racional funcionamiento de los ecosistemas humanos y naturales, mediante una regulación

dinámica del ambiente, armonizando las interrelaciones de Naturaleza - desarrollo – cultura en

todo el territorio de la provincia de Tucumán. Para ello plantea la Regulación, Control o

Prohibición de toda actividad que pueda perjudicar o perjudique alguno de los bienes protegidos

por esta ley, en un corto mediano y largo plazo.

Entonces por los antecedentes legales que existen, sería de esperar que nuestros bosques

de ribera se encuentren amparados ante los efectos perjudiciales provocados en mayor medida

por causas antrópicas.

Medidas preventivas a considerar

De acuerdo a las características de susceptibilidad que presenta él área estudiada es que

numerosos autores proponen realizar diferentes medidas preventivas.

Puchulu y Sayago (1991) proponen un proyecto de sistematización de bajo costo de la

cuenca del río Muerto el cual consta de tres etapas: la primera se refiere a la preservación y

estabilización de las cabeceras de los tributarios, por medio de estabilización de las pendientes,

reforestación y drenaje vial. La segunda etapa consistiría en la estabilización de los tributarios

principales y secundarios a través de tareas de estabilización de pendientes, reforestación,

retención de sedimentos, protección de márgenes y construcciones ingenieriles; como así

también evitando el tránsito de personas y animales en las partes altas de la cuenca. Finalmente

la tercera y última etapa, propone estabilizar el camino a San Javier y sistematizar los principales

afluentes del río Muerto.

Estos autores enfatizan también en emplear materiales locales de bajo costo y obras de

ingeniería de escasa complejidad.

Estado actual de las riberas del río Muerto

Actualmente los bosques riparios del río Muerto son sistemas que sufren el impacto de las

actividades antrópicas, ya sea por la utilización de sus riberas para asentamientos de viviendas

(Foto Nº 2), como así también para fines agrícolas, madereros, para senderos de motrocross, etc.

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Además en el cauce se destacan las ripieras que junto con los vertidos de residuos, (Foto

Nº 3) juegan un importante rol visual - paisajístico en el medio.

Foto Nº 2: Asentamientos antrópicos en las riberas del río Muerto

Foto Nº 3: Vertido de residuos en la ribera del río Muerto

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Como ya se mencionó, el deterioro paulatino de las zonas riparias que funcionan como

lechos contenedores y encausadores de los torrentes del río, han provocado problemas de

anegamiento e inundaciones en localidades pobladas aguas abajo, conjunto a esto las cuantiosas

pérdidas económicas.

Se puede inferir entonces que los factores que causan estos daños son los deficientes o no

apropiados manejos del hábitat ribereño desde épocas pasadas, sumado a la alteración

antropogénica de la vegetación natural de ribera, además del manejo inadecuado del cauce.

A todo esto se agrega el incumplimiento de las pautas legales y compromisos asumidos

para preservar los bosques de ribera y la falta de políticas de gestión. También se destaca el

escaso presupuesto para hacer cumplir los requerimientos necesarios (legislación vigente) para la

protección de estos ambientes.

En síntesis, se considera indispensable realizar el estudio del hábitat ripario del río

Muerto, ya que de esta manera se podría revaluar la zona a través de los atributos y funciones

que en él se encuentren. Para ello se propone realizar un primer diagnóstico de la situación actual

a través de la aplicación de un índice que detecta alteraciones en su calidad ecológica, y a partir

de las valoraciones obtenidas, proponer planes de manejo en la restauración y o conservación de

un potencial bosque de ribera.

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CAPÍTULO IV

OBJETIVOS E HIPÓTESIS

OBJETIVO GENERAL

• Analizar la calidad ecológica del bosque de ribera del río Muerto, utilizando el índice

QBR y sus variaciones en función de diferentes parámetros fisiográficos y ambientales.

OBJETIVOS ESPECÍFICOS

I) Analizar, describir y comparar el estado de calidad ecológica de la vegetación de ribera en

tramos del río Muerto.

II) Diseñar un conjunto de acciones orientadas a la preservación del ecotono ripario y el

mejoramiento de su calidad a largo plazo.

HIPÓTESIS DEL TRABAJO

I) La calidad ecológica en que se encuentra el ecotono ripario, permite inferir el estado

ambiental general del sistema ecológico adyacente a la interfase riparia.

II) La sensibilidad del índice permitirá detectar cambios de calidad en la interfase riparia de los

tramos evaluados y relacionarlos con actividades antropogénicas.

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CAPÍTULO V

METODOLOGÍA

Para realizar el trabajo de campo se tomó como punto de referencia el puente ubicado

sobre el río Muerto (563 msnm) en la ruta provincial Nº 338, que comunica San Miguel de

Tucumán con San Javier.

Las primeras estaciones de muestreo se ubicaron a 200 m tanto hacia el sur como hacia el

norte de esta construcción vial. Cada punto de muestreo se denominó Estación (E). Las

estaciones ubicadas al sur del puente fueron tres, designadas cada una de ellas mediante letras;

mientras que fueron nueve las ubicadas hacia el norte y distinguidas con números arábigos.

En cada estación se trazó una transecta lineal a lo largo de un tramo de 50 m, dispuesta en

la zona donde se desarrolla la vegetación riparia y en forma paralela al curso de agua. Las

siguientes estaciones de muestreo se situaron a 200 m, medidos a partir de los 50 m utilizados

previamente para la transecta de cada estación, de modo tal que la distancia real entre estaciones

fue de 250 m.

Esquema representativo del método utilizado para realizar el muestreo

SECTOR SUR PUENTE SECTOR NORTE

E-A E-1 E-2

200 m 50 m 200 m 200 m 50 m 200 m

250 m

En cada estación se relevó la composición florística, las alteraciones físicas observadas en

el cauce y en la ribera (extracción de áridos, erosión, obras de defensa), el tipo de contaminantes

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(residuos sólidos orgánicos), las plantaciones forestales con especies exóticas, el tipo de

conexión entre el ecosistema de ribera y el ecosistema adyacente utilizando planillas de campo

confeccionadas al efecto.

Una vez establecida la transecta, se caracterizó la morfología del tramo fluvial

correspondiente al sitio de estudio adaptando la metodología propuesta por Rosgen (1996). La

calidad del bosque de ribera se evaluó siguiendo la metodología de Munné et al. (1998-a),

integrándola con la propuesta del Protocolo HIDRI (2006). En función de las particularidades del

área de estudio se efectuaron modificaciones para poder aplicar el índice en ríos subtropicales de

montaña, con las que se ajustó el diseño de las planillas de campo (Apéndice II).

Metodología específica para cada sector de muestreo

En cada estación de muestreo se utilizaron cuatro planillas de campo diferentes (Apéndice

II).

La planilla número 1 corresponde a “La caracterización de la morfología fluvial para

el tramo en estudio” permitiendo el análisis de diferentes ítems:

1- Tipificación o geometría del canal fluvial. Este apartado permite a través del trabajo

de campo y de laboratorio (fotografías aéreas) describir y analizar la forma del canal fluvial

(Rosgen, 1996). Pudiendo entonces definir al tramo en estudio como rectilíneo, sinuoso,

meandriforme o trenzado (Figura Nº 6).

Rectilíneo Sinuoso

Meandriforme Trenzado

Figura Nº 6: Tipología del canal fluvial Fuente: Pedersen et al., 2004

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a

2- Variaciones en el ancho del canal fluvial. La variación de amplitud es la relación

entre la dimensión máxima y mínima del canal fluvial (zona de crecidas ordinarias) en todo el

tramo en estudio. El ancho debe medirse como la distancia en metros, entre el margen derecho e

izquierdo (de ambas orillas) perpendicular a la dirección del flujo de agua, de forma

independiente a las islas que puedan existir (Figura Nº 7), Rosgen (1996). Esta relación permite

establecer diferentes categorías de variación de amplitud (Apéndice II, Planilla Nº 1).

∆ = Ancho máximo / ancho mínima

Ancho máximo

Ancho mínimo

Figura Nº 7: Variación en el ancho de un tramo fluvial

3- Variación en profundidad del canal fluvial. Se valoró a través de una transecta

transversal al río. Teniendo en cuenta el ancho del río (por donde circula el agua) en el momento

de muestreo y el ancho del bankfull (máximo nivel que alcanza el agua en ambos márgenes en

épocas de crecidas ordinarias). Por lo tanto la determinación de la profundidad depende de la

variación de la misma en una sección dada, pudiendo ser entonces baja, media o elevada (Figura

Nº 8).

Baja Media Elevada

Figura Nº 8: Categorías de variación en profundidad del canal fluvial

Fuente: Pedersen et al., 2004

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4- Tipo de valle fluvial. Este apartado se analiza a través de diferentes categorías

propuestas según sea la forma del valle fluvial: garganta; forma de V; forma de U estrecha;

forma de U ancha; no perceptible y asimétrica (Figura Nº 9).

Garganta Forma de V U estrecha U ancha

No perceptible Asimétrica

Figura Nº 9: Tipo de valle fluvial Fuente: Pedersen et al., 2004

5- Pendiente del río. Se calculó a través de la media de tres lecturas realizadas (con

clinómetros) cada 10 m aproximadamente una de otra.

Una vez analizadas las características antes descriptas, se procedió a realizar las

observaciones y definiciones relativas a la segunda planilla, definiéndola como “Ficha

descriptiva de la localidad en estudio” (Apéndice II, Planilla Nº 2).

Antes de utilizar esta planilla es importante definir y delimitar correctamente el canal

bajo, la orilla y ribera de un río (según se explica en el Capítulo I).

Una vez limitadas visualmente las citadas zonas se procede a definir:

1- Uso del suelo y vegetación en áreas circundantes a la ribera. A través de la presente

observación se evalúa la estructura de la zona riparia. Para ello se utilizaron métodos visuales

llevados a cabo en el campo y análisis de fotografías aéreas en laboratorio. Clasificando

finalmente el suelo en tres categorías de uso: Naturales, Agrícolas o Urbanos.

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2- Amplitud de la zona riparia. Se punteó observando ambas márgenes de la ribera,

pudiendo establecerse los siguientes valores:

1 a 5 m

5 a 10 m

10 a 20 m

3- Pendiente de las orillas. Se calcula como la diferencia (en metros) en elevación entre

dos puntos en el sistema fluvial dividido por la distancia (en km) que los separa (Rosgen, 1996).

Clasificándose en:

Muy Suave: si su ángulo es inferior a 10º.

Suave: si posee un ángulo que varía entre 10º y 22,5º.

Moderada: si el ángulo es entre 22.5º y 45º.

Escarpado o empinado: si el ángulo es menor a 45º.

Vertical: si el ángulo es igual a 45º.

4- Porcentaje de canalización o encauzamiento del tramo en estudio. Con este

parámetro se puede determinar el grado de alteración del canal fluvial, ya que se evalúa la

proporción de sectores afectados por encauzamientos respecto a la longitud total del área

evaluada. Se pondera el encauzamiento según si afecta a una o a ambas riberas, punteándose

como: ≤ 25 %; entre 25 % y 50 %; entre 50 % y 75 % o ≥ 75 %.

5- Tipo de encauzamiento. Este apartado es definido según sean las estructuras de

protección utilizadas:

• Tierra compacta o Mota: cuando se encuentra cúmulos de tierra en el margen del río.

• Grandes piedras sueltas o Escolleras: son obras de cantos rodados, generalmente de gran

tamaño, dispuestas en el margen del río.

• Gavión: piedras de tamaño medio y grava incluidas dentro de una malla de alambre.

• Muro de cemento lateral: construcción de una pared gruesa de hormigón dispuesto

lateralmente al río.

• Muro de cemento diagonal al río: construcción diagonal de cemento o pared gruesa

ubicada en forma diagonal al río.

También se recolectaron datos de altitud con GPS.

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Finalmente se utilizó la tercera planilla para realizar el análisis de la vegetación mediante

la aplicación del índice de Calidad Del Bosque de Ribera (QBR) (Munné et al., 1998-a; 1998-b,

2003) (Apéndice II, Planilla Nº 3).

Antes de ejecutar este apartado es necesario tener en cuenta las siguientes

consideraciones.

Consideraciones previas a tener en cuenta en la aplicación del índice QBR

Pasos a seguir: Protocolo

1. Seleccionar el área de observación. Es elemental diferenciar la orilla de la ribera; para

luego poder calcular la amplitud potencial del bosque de ribera y aplicar el índice correctamente.

2. Independencia de los bloques a analizar. Los cuatro bloques en los que se basa el

índice son totalmente independientes unos de otros. Cada uno valora diferentes componentes y

atributos del sistema: El primero tiene en cuenta el grado de cubierta vegetal de las riberas. El

segundo, la estructura vertical de la vegetación. El tercero, la calidad y la diversidad de la

cubierta vegetal y finalmente el cuarto, el grado de naturalidad del canal fluvial. De tal modo que

la puntuación de cada uno de estos bloques no puede ser negativa ni superior a 25.

3. Cálculo Bloque por bloque. En cada apartado hay cuarto entradas principales de las que

se escoge una de ellas, cada ingreso posee una puntuación determinada. Estas puntuaciones son

modificadas en positivo o negativo tantas veces como sea necesario. Es decir que se sumarán

todos los elementos que aportan cierta calidad al ecosistema de ribera; mientras que se restarán

aquellos que supongan un distanciamiento respecto a las condiciones naturales. Todas las

características señaladas se analizan considerando ambas márgenes del río como única unidad.

4. Nota. Para poder aplicar el índice se utilizan áreas que presentan potencialidad de

albergar una masa vegetal permanente, sin tener en cuenta las zonas con sustrato duro (puentes,

caminos, etc.), ya que en la misma la vegetación no puede enraizar.

5. Puntuación final. Estará dada por la suma de las puntuaciones de los cuatro bloques

(previamente obtenidos en el trabajo de campo) variando entre 0 puntos como mínimo y 100

puntos como máximo. Estos resultados expresan en cinco rangos de calidad ecológica de la zona

estudiada.

Se destaca que cada clase o rango se encuentra representado por un color característico

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(Figura Nº 10), permitiendo de esta manera, una mejor interpretación visual de los datos que

serán representados en un mapa del área de estudio.

Rango de puntuación Nivel de

del QBR calidad 92 - 100 Muy bueno 72 - 92 Bueno 52 - 72 Moderado 27 - 52 Deficiente 0 - 27 Malo

Figura Nº 10: Valores de puntuación para el Índice QBR y

Calidad Ecológica correspondiente Fuente: Munné et al., 1998-a

La Figura Nº 10 expresa de forma clara y precisa las puntuaciones con sus respectivos

colores y significados. Siendo el color azul indicador de un muy buen estado natural del

ecosistema ribereño sin alteración de la vegetación. Mientras que el color verde nos indica una

leve perturbación en las riberas y el color amarillo, revela una calidad aceptable a moderada con

inicio de alteraciones importantes. En cambio cuando el color es naranja o rojo, indica una fuerte

alteración y deficiente a pésima calidad ecológica de las riberas.

Sin embargo para llegar a obtener alguno de estos resultados, los cuales infieren la

calidad del bosque de ribera, es por lo tanto importante la correcta manipulación de la hoja o

planilla de campo y para ello a continuación se indican las características que deben tenerse en

cuenta.

Consideraciones previas para utilizar la hoja de campo

Según Munné et al., (1998-a; 1998-b, 2003) el índice QBR valora la calidad del bosque

de ribera y con ello el grado de alteración de la zona riparia en cuatro bloques independientes,

contabilizando para cada apartado ambas riberas en conjunto.

El Primer Bloque considera importante la evaluación en porcentajes del grado de

cobertura vegetal de la ribera. En este apartado se contabilizan todas las especies vegetales

(árboles, arbustos, tanto pequeñas como grandes matas, lianas, cañas y herbáceas; pero no se

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tienen en cuenta aquellas especies que sean de crecimiento anual). También se destaca el papel

del bosque de ribera como elemento estructurador del río y su papel en la fijación del sustrato

frente a grandes crecientes.

En el mismo apartado se pondera la conectividad entre las riberas y los sistemas forestales

adyacentes (Figura Nº 11, 12, 13 y 14), existiendo una total conectividad, cuando no existe

ninguna alteración de origen antrópico longitudinal y paralela al río.

Sin embargo los caminos con menos de 4 metros de ancho, no se consideran como

elementos de aislamiento con el ecosistema adyacente, no así las carreteras asfaltadas, los

caminos anchos, los campos de cultivos, etc., ya que estos últimos rompen la conectividad de la

vegetación ribereña.

A continuación se ejemplifica la conectividad de la ribera, mediante diferentes gráficos que

permiten una clara interpretación del Bloque Nº 1.

Figura Nº 11: Conectividad Total Figura Nº 12: Conectividad superior a 50 %

Figura Nº 13: Conectividad entre 25 y 50 % Figura Nº 14: Conectividad inferior al 25 %

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El Segundo Bloque evalúa la estructura de la vegetación. La puntuación de este apartado

se encuentra directamente relacionada con el bloque anterior (Apéndice II, Planilla Nº 3).

Mientras que en el primer bloque analizamos la cobertura horizontal de la vegetación, en

el presente ítems tenemos en cuenta la biodiversidad de la comunidad estudiada o sea la

estructuración de la misma en su estado natural. Para ello es relevante el porcentaje de árboles y

arbustos, la discontinuidad entre las manchas de vegetación, la existencia de sotobosque y el

efecto de las plantaciones. Reflejándose entonces la biodiversidad del área.

Por lo tanto solamente es punteado sobre zonas donde existe cobertura vegetal y no sobre

la totalidad de las riberas. Hay que tener en cuenta que sobre una misma superficie, la suma del

porcentaje de cobertura de árboles y arbustos puede ser superior al 100 % dado que son estratos

de vegetación diferentes que pueden sobreponerse (Figura Nº 15, 16 y 17).

Cabe destacar que la presencia de helófitos o arbustos, mejora la complejidad de la zona

riparia aumentando la biodiversidad, por ello se introduce como un elemento positivo en el

presente apartado.

Mientras que negativamente se contabilizan las distribuciones en manchas, regular o no

de la vegetación nativa, como así también las plantaciones de árboles exóticos, debido a la

desestructuración ecológica que las mismas producen, siendo restablecidas las funciones como

corredor biológico cuando existe un denso sotobosque.

Para obtener una buena interpretación de la lectura se plantean gráficos que interpretan la

cobertura vegetal:

Árboles Arbustos

Figura Nº 15: Porcentaje de árboles y arbustos en la zona de ribera

Cobertura = ∑ A, B, C y D

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Figura Nº 16: Cobertura de helófitos o arbustos en la orilla superior al 50%

Figura Nº 17: Cobertura de helofitos o arbustos en la orilla entre el 25 y el 50%

El Tercer Bloque tiene en cuenta la calidad de la cobertura vegetal considerando la

naturalidad y complejidad del sistema; previa determinación del tipo geomorfológico de la

ribera.

La Geomorfología de la ribera se evalúa en la segunda hoja de la planilla de campo del

Índice QBR (Apéndice II, Planilla Nº 3). En esta sección se puntea el desnivel del margen

derecho e izquierdo del río, la presencia o no de islas y el porcentaje de sustrato duro que impida

el desarrollo de la cubierta vegetal. De acuerdo al resultado obtenido se definen tres tipos

geomorfológicos de ribera:

• El tipo 1 corresponde a riberas cerradas, generalmente de cabeceras, con baja

potencialidad para desarrollar un bosque.

• El tipo 2 indica las partes medias de los ríos, con potencialidad intermedia para

desarrollar un bosque de galería.

• El tipo 3 representa generalmente tramos bajos de ríos, son riberas extensas con alta

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potencialidad para albergar un bosque y con diferentes especies arbóreas e incluso pueden existir

islas fluviales.

Una vez definido el tipo geomorfológico característico según la puntuación, se procede

nuevamente al tercer bloque. De esta manera se mide la naturalidad y complejidad de la cubierta

vegetal la cual se encuentra totalmente relacionada con la diversidad de especies autóctonas

existentes o no en el área estudiada.

Se penalizan por ejemplo la existencia de especies alóctonas, las infraestructuras humanas

en la zona de ribera o la presencia de vertederos o acumulaciones de basuras.

En el caso que existan estructuras o construcciones de dimensiones reducidas, como así

también aquellas que estén completamente naturalizadas e integradas en la vegetación, no serán

penalizadas. De igual forma la presencia de basura debido a la capacidad de arrastre del agua.

Solamente será considerada cuando se encuentre en forma de cúmulos por vertidos.

El Cuarto Bloque evalúa el grado de naturalidad del canal fluvial, es decir que considera

las alteraciones del canal del río debido a las modificaciones producidas por el hombre. Sean

estas terrazas adyacentes al lecho del río, con la consecuente reducción del cauce o estructuras

sólidas en el lecho ubicadas en diferentes posiciones.

Finalizado el análisis del Índice QBR, se procedió en el campo al realizar el inventario

florístico de árboles y arbustos, tanto nativos como exóticos (Apéndice II, Planilla Nº 4).

El relevamiento florístico fue realizado en cada estación de muestreo y en ambas

márgenes del río, para ello se consideró clases de abundancia o clases de especies.

Para cuantificar la abundancia de las especies vegetales se realizó una asignación en

cuatro diferentes clases de importancia estimadas según el número de individuos existentes por

especie. Dado el grado de subjetividad de la valoración esta debe ser siempre realizada por el

mismo investigador (Sirombra y Fernández, 2001).

Clase 1: entre 1 – 5 individuos. Se las denominará especies Puntuales, son

especies muy poco frecuentes y muy poco abundantes.

Clase 2: entre 5 – 10 individuos. Se las denominará especies Ocasionales, son

especies frecuentes pero poco abundantes.

Clase 3: entre 10 – 15 individuos. Se las denominará especies Abundantes.

Clase 4: más de 15 individuos. Se las denominará especies Dominantes, Muy

Abundantes o Frecuentes.

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Para el análisis e interpretación de datos de presencia - ausencia de especies vegetales por

estación de muestreo, se realizó un análisis de cluster utilizando el coeficiente de Sorensen (CD

= 2 A / 2 A + B + C). Es un coeficiente de asociación para datos de doble estado que enfatiza las

presencias compartidas (A) y puede tomar cualquier valor entre 0 (menos similitud) y 1 (máxima

similitud) (McGarigal et al., 2000).

También se analizaron fotografías aéreas a escala 1:50000 pertenecientes al año 1968 y al

año 2006. De esta manera se pudo comparar la evolución temporal de la comunidad riparia y su

entorno geomorfológico.

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CAPÍTULO VI

RESULTADOS

I- De las características morfológicas en los tramos estudiados

Las observaciones realizadas en el río Muerto, manifiestan que la tipología del canal

fluvial es tipo rectilíneo para las estaciones “A”, “B”, 1, 2, 5, 6, 8 y 9; mientras que las

estaciones “C”, 3, 4 y 7 tienden a tener un canal fluvial de tipo sinuoso (Tabla Nº 1).

Tabla Nº 1. Características geomorfológicas de los tramos estudiados en el río Muerto

Estación Tipo de canal fluvial

Amplitud del canal fluvial

Amplitud del curso de agua

Variación en la

profundidad

Amplitud del

bankfull

Profundidad del bankfull

C Sinuoso 53.9 2.80 Baja 53.90 2 B Rectilíneo 58.50 3.15 Baja 58.50 3 A Rectilíneo 33.60 5.90 Media 39.90 2 1 Rectilíneo 25.30 3.33 Media 25.30 2.40 2 Rectilíneo 47.40 2.90 Baja 47.40 3.40 3 Sinuoso 66.75 7.15 Baja 59.60 3 4 Sinuoso 73 ---- Media 73 2.20 5 Rectilíneo 43 7 Media 43 4.50 6 Rectilíneo 58 2 Baja 58 3 7 Sinuoso 53.30 2.20 Media 53.30 4 8 Rectilíneo 50 4.20 Baja 50 2 9 Rectilíneo 46 5.70 Baja 46 1.50

Los resultados referidos a la tipología del canal fluvial (Tabla Nº 1) han sido contrastados

con fotografías aéreas del año 1968 y del año 2006 observándose que la morfología del canal se

mantuvo prácticamente constante a lo largo este período. Sin embargo la amplitud del canal

fluvial aumentó considerablemente en casi toda el área analizada siendo las estaciones de mayor

impacto las Nº 3, 4, 5, 6, 8 y 9.

La tabla Nº 1 muestra la variación en la profundidad del cauce en las estaciones

estudiadas, las cuales presentan un patrón de baja a mediana profundidad aún en aquellas zonas

en donde el agua circula libremente por la superficie del cauce, sin superar una amplitud media

de 3.64 metros. Debido a la escasa profundidad que moldea el agua en el canal fluvial es de

esperar que la amplitud del bankfull se encuentre correlacionada con la amplitud del canal

fluvial. Mientras que la profundidad media del bankfull no supera los 2.75 m, esto se justifica ya

que el río Muerto se encuentra en un valle fluvial con forma de U ancha, característico de un

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cursos de agua de montaña pero no de cabecera.

Los análisis tipológicos, de amplitud y variación tanto del canal fluvial como del bankfull

nos permiten inferir características que se encuentran relacionadas con el área circundante al

curso de agua. Entre ellas se mencionan la amplitud, el uso del suelo y vegetación en zonas

periféricas del canal fluvial (Tabla Nº 2).

Tabla Nº 2. Características descriptivas de los tramos estudiados de las riberas del río Muerto

Estación Uso del suelo cercano a

ribera

Amplitud de la zona riparia

Pendiente de la orilla

% de Canalización

QBR

Este Oeste Este Oeste Este Oeste Este Oeste C Natural Natural 1-5 m 5-10 m suave muy

suave ---- ---- 55

B Urbano Urbano 1-5 m 1-5 m suave muy suave

25-50 25-50 0

A Urbano Urbano 1-5 m 1-5 m moderada muy suave

25-50 25-50 0

1 Urbano Urbano 5-10 m 1-5 m moderada moderada ≤ 25 ≤ 25 5 2 Natural Natural 5-10 m 5-10 m suave moderada 50-75 ---- 10 3 Natural Natural 5-10 m 5-10 m moderada moderada ≤ 25 ≤ 25 10 4 Natural Natural 5-10 m 1-5 m moderada moderada 50-75 ≤ 25 10 5 Natural Natural 1-5 m 5-10 m moderada suave 50-75 50-75 30 6 Natural Natural 5-10 m 5-10 m moderada suave ≤ 25 ≤ 25 65 7 Natural Natural 5-10 m 5-10 m suave suave 25-50 25-50 50 8 Natural Natural 10-20 m 10-20 m moderada moderada 50-75 50-75 60 9 Urbano Natural 5-10 m 10-20 m moderada moderada ≥ 75 50-75 55

En la Tabla Nº 2 se presentan las características descriptivas de las riberas analizadas del

río Muerto observándose que las estaciones “B”, “A” y Nº 1 exhiben una marcada urbanización

en ambas márgenes del canal fluvial. En cambio la misma característica se encuentra únicamente

en el flanco oriental en las estaciones Nº 2 y Nº 9. Se destaca que solamente en las estaciones Nº

1 y Nº 2 el uso del suelo es urbano no rural, denominado así ya que la zona es considerada como

área residencial. También en las últimas estaciones citadas, se visualizan caminos no

consolidados que descienden desde las propiedades privadas hacia el lecho del río. Las

estaciones “C”, 3, 4, 5, 6, 7, 8 y 9 presentan en ambas márgenes del río (excepto en la estación 9)

vegetación natural con respecto al ambiente circundante de la ribera siendo poco intervenida y o

utilizada por parte del los pobladores aledaños a las mismas.

Los resultados obtenidos a partir de las fotografías aéreas del año 1968 demuestran que

las riberas del río Muerto eran utilizadas con fines agrícolas disminuyendo esta actividad en las

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áreas cercanas a la naciente del río.

Las foto-interpretaciones correspondientes al año 2006 se encuentran relacionadas con los

resultados de la Tabla Nº 2. En ésta se observa que las estaciones (A, B y C) ubicadas al Sur del

puente que atraviesa el río Muerto presentan en su mayoría una amplitud riparia que oscila entre

1 a 5 m, mientras que prácticamente la totalidad de las estaciones correspondientes al sector

norte varían entre 5 a 10 m. También se aprecia que la amplitud ribereña para las estaciones Nº 1

y Nº 4 (orientación oeste) es de 1 a 5 m. Observándose en la cuarta estación un denso

sotobosque. Por otro lado las estaciones Nº 8 y Nº 9 superan ampliamente los valores de

amplitud ribereña con respecto a los restantes tramos estudiados.

También es importante mencionar que en el lecho del cauce de las estaciones Nº 3, 5, 6 y

7 se llevan a cabo actividades extractivas de áridos, visualizándose además zarandas y

maquinarias utilizadas para tal fin (Foto Nº 4).

Foto Nº 4: Saranda en el cauce del río Muerto, utilizada por las ripieras

En la Tabla Nº 2 se representan las características correspondientes a la pendiente

observando que las estaciones “C”, “B”, “A” con orientación oeste exhiben pendientes muy

suaves, siendo suave en los márgenes este de las estaciones “B”, “C” y Nº 2, en cambio las

estaciones Nº 5 y Nº 6 presentan el mismo resultado en el margen oeste y la estación Nº 7

comparte este resultado en ambas márgenes del río. Las características moderadas han sido

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observadas en las estaciones “A”, 3, 4, 5 y 6 (orientación este) 1 y 2(orientación oeste) y en

ambas márgenes de las estaciones 8 y 9.

Con respecto a la canalización de los tramos estudiados las estaciones “A” y “B” cuentan

con canalización entre 25 a 50 % en ambas márgenes (Tabla Nº 2) siendo las estructuras

predominantes grandes piedras sueltas o escolleras. Es relevante destacar que actualmente en

éstas estaciones se llevan a cabo obras de canalización (en forma de muros ubicados lateralmente

al río) realizadas por la Dirección Provincial del Agua de Tucumán (D.P.A.) (Foto Nº 5).

Casi la totalidad de las restantes estaciones analizadas, presentan canalización entre 50 y

75 % para sus márgenes orientales siendo este valor compartido con el flanco occidental.

También se observa un porcentaje de canalización menor al 25 % en los márgenes oeste de las

estaciones Nº 1, 3, 4 y 6.

Foto Nº 5: Obra de canalización del sector Sur del Río Muerto

Las prácticas de encauzamiento en el sector norte del río Muerto fueron en su mayoría

realizadas a través de compactación de tierra junto con cúmulos de grandes piedras sueltas o

escolleras. Sin embargo en la estación Nº 2 con disposición este se observa una construcción de

cemento a modo de muro o pared lateral al río. Este mismo tipo de obra de cimentación se

encuentra en la estación Nº 3 pero con orientación diagonal respecto al curso de agua.

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II- Del Índice QBR

En la Tabla Nº 3 se presentan los valores del Índice QBR obtenidos tras su aplicación en

las riberas del río Muerto. Los resultados muestran que el mayor porcentaje (67 %) de estaciones

analizadas en el sector Sur del río Muerto (A, B y C) poseen mala calidad ecológica en sus

riberas y el 33 % restante se encuentra en deficiente calidad riparia (Figura Nº 16).

Tabla Nº 3. Valoración del Índice QBR y Calidad riparia

67%

33%

Mala

Deficiente

Figura Nº 16: Calidad ecológica del bosque de ribera del sector sur del río Muerto

Los datos de la Tabla Nº 3 muestran que el 45 % de las estaciones 1 a 9 corresponden a

riberas con mala calidad ecológica, el 33 % con calidad deficiente y el 22 % restante pertenecen

a riberas con calidad ecológica moderada (Figura Nº 17).

Estación Valor QBR

Calidad Riparia

C 55 Deficiente B 0 Mala A 0 Mala 1 5 Mala 2 10 Mala 3 10 Mala 4 10 Mala 5 30 Deficiente 6 65 Moderada 7 50 Deficiente 8 60 Moderada 9 55 Moderada

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45%

22%

33%

Mala

Deficiente

Moderada

Figura Nº 17: Calidad ecológica del bosque de ribera del sector norte del río Muerto

Si el análisis se realiza en ambas zonas en conjunto como un todo sin diferenciar los

tramos correspondientes al sector sur y norte del mismo río, entonces se obtiene que del 100 %

de las riberas analizadas la mitad de ellas corresponde a una calidad mala y el resto es

compartido entre una calidad ecológica deficiente y moderada (Figura Nº 18).

50%

25%

25%

Mala

Deficiente

Moderada

Figura Nº 18: Calidad ecológica de las riberas del río Muerto

Es decir que el intervalo del índice con valores que oscilan entre 0 a 27 puntos concentra

el mayor porcentaje de estaciones. Esta proporción disminuye en el resto de los tramos

estudiados (Figura Nº 19). En la misma figura se observa que ninguno de los sitios analizados

supera los 72 puntos del índice QBR o sea que ninguno de ellos posee un estado muy bueno o

simplemente bueno de calidad en sus bosques de riberas.

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50

50%

25% 25%

0% 0%0%

10%

20%

30%

40%

50%

60%

0 - 27 27 - 52 52 - 72 72 - 92 92 - 100

Mala DeficienteModerada Buena Muybuena

Mala 0 - 27

Deficiente 27 - 52

Moderada 52 - 72

Buena 72 - 92

Muy buena 92 - 100

Figura Nº 19: Porcentaje y calida ecológica de las riberas del río Muerto

En el Mapa Nº 2 se presenta la cartografía resultante de la aplicación del índice QBR

según los rangos de calidad riparia.

En general el índice QBR permite interpretar diferentes características de la vegetación de

ribera del río Muerto, observándose una asociación e interacción de especies nativas vs. especies

exóticas (Tablas Nº 4 y 5). Estas interacciones permiten el establecimiento de un sotobosque

abierto en las estaciones bajas (C, B, A, 1, 2, 3, 4).

A medida que se asciende por las riberas del río Muerto el sotobosque comienza a ser más

cerrado, favoreciendo al establecimiento de numerosos renovales de especies vegetales nativas

típicas del presente ambiente yungüeño. Ésta característica favorece a las puntuaciones mayores

(Calidad Moderada) del índice (Tabla Nº 3). Sin embargo de acuerdo a los resultados del índice

QBR el río Muerto tiende a una disminución de la calida ecológica de las riberas, debido a que la

cantidad de estaciones con valores próximos a cero son mayoría en relación a las estaciones con

valores superiores a 70 puntos (Figura Nº 19).

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Mapa Nº 2: Calidad riparia de sectores del río Muerto, obtenida a través del Índice QBR

III- Del relevamiento florísticos obtenido en los tramos estudiados

Los resultados del relevamiento florístico se muestran en el Apéndice III y en las Tablas

Nº 4 y Nº 5.

En las estaciones analizadas se contabilizaron: 32 especies arbóreas, de las cuales 6 de

ellas son exóticas. Se considera que la cantidad de especies arbóreas alóctonas no es relevante en

comparación con las 26 especies nativas restantes. Sin embargo se destacan dos especies

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arbóreas exóticas típicamente invasoras Morus sp. y Ligustrum lucidum existentes en casi todas

las estaciones con características poco frecuentes a dominantes respectivamente (Tabla Nº 4).

En cuanto a las especies nativas arbóreas ninguna alcanza una dominancia completamente

visible en toda el área estudiada; en cambio se encuentran interrelacionadas unas con otras

siendo Tecoma stans, Piper hieronymi y Piper tucumanum las mas frecuentes o abundantes en

toda el área. Cupania vernalis, Vassobia brevifloa y Trema micrantha son especies poco

frecuentes o menos abundantes para el mismo ambiente. Las especies Bauhinia candicans,

Juglans australis, Cederla lilloi, Allophylus edulis, Myrcianthes pungens, Blepharocalyx

salicifolius, Enterolobium contortisiliquum y Pisonia ambigua son poco abundantes o puntuales

para el área analizada.

En la Tabla Nº 5 se observan 10 especies arbustivas nativas y 2 exóticas. De las especies

arbustivas nativas Psycotria cartagenesis es dominante, mientras que Rubus imperiales y

Chamissoa altísima comparten la abundancia junto con Ricinos communis (especie exótica) en

toda el área estudiada. Lantana camara es otra especie exótica que presenta una distribución

poco frecuente o poco abundante. Ésta especie al igual que otras exóticas tanto arbóreas como

arbustivas se ubican linealmente en ambas márgenes de las riberas del río Muerto.

También se registró Bambusa tuldoides (caña exótica) distribuida en matas aisladas en las

estaciones “B”, “C”, 1, 5 y 6; con igual distribución se relevaron palmeras y bananeros.

Vernonia squamulosa, Celtis iguanea, Rubus imperiales y Chamissoa altísima son

arbustos con características apoyantes encontrándolos en un rango de puntuales a abundantes

respectivamente (Tabla Nº 5). Cestrum strigillatum y Cestrum parqui son especies arbustivas

ocasionales o poco frecuentes.

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Tabla Nº 4: Matriz de clases de abundancia de las especies Arbóreas encontradas en las riberas del río Muerto. Se indican con asterisco (*) las especies exóticas

Especies Árboles / Estaciones C B A 1 2 3 4 5 6 7 8 9 *Ligustrum lucidum Aiton 4 3 4 4 4 4 4 3 4 3 3 0 *Morus sp. 4 4 3 2 2 2 2 2 2 3 3 2 *Psidium guajava 0 0 0 1 1 1 0 1 0 0 1 1 *Eucalyptus sp. 0 0 0 2 1 0 0 1 0 0 0 0 *Grevillea sp. 0 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0 Eriobotrya japonica (Thunb.) Lindl. 1 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0 Tecoma stans (L.) Juss. ex H. B. K. 4 4 2 3 4 4 1 1 1 1 4 4 Vassobia brevifloa (Sendtn.) Hunz. 0 0 0 2 2 1 2 2 2 0 2 0 Urera baccifera (L.) Gaud 0 0 1 0 1 2 1 1 1 1 1 1 Heliocarpus popayanensis H. B. K. 2 2 1 0 2 1 0 2 2 3 3 4 Piper hieronymi C. DC. 2 0 1 0 0 3 3 4 4 3 0 0 Piper tucumanum C. DC. 2 0 0 0 0 3 3 4 4 3 2 2 Bauhinia candicans Benth. 0 0 0 0 0 1 1 0 0 0 0 0 Cinnamomun porphyria (Grises.) Mez 0 1 0 0 0 1 0 2 3 3 2 2 Cupania vernalis Cambess. 1 0 0 0 2 2 2 3 2 3 2 1 Juglans australis Grises. 0 0 0 0 1 0 1 0 0 1 1 0 Eugenia uniflora L. 0 0 0 0 0 0 2 1 3 3 2 2 Cedrela lilloi C. DC. 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0 1 Solanum riparium Pers. Syn. 0 2 0 1 0 1 1 0 1 4 4 1 Blepharocalyx gigantea Lillo 0 0 0 0 0 0 0 1 1 0 1 2 Allophylus edulis (St. Hill.) Radlkofer 0 0 0 0 1 0 1 1 1 1 1 1 Tipuana tipu (Benth.) O. Kuntze 0 0 0 4 1 1 2 2 2 3 3 3 Jacaranda mimosifolia D. Don 0 0 0 0 0 2 0 1 0 0 0 1 Tessaria integrifolia Ruiz et Pavon 0 0 0 4 0 0 2 1 1 1 1 1 Salix humboldtiana Willd. 0 4 0 3 1 1 0 0 1 0 0 0 Tabebuia avellanedae Lor. ex Griseb. 0 0 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 Myrcianthes pungens (Ver) Legrand 0 0 0 0 0 0 0 1 0 0 0 1 Anadenanthera colubrina (Vell.) Brenan var. cebil (Grises.). Altschul 0 0 0 0 0 0 0 1 0 0 1 1 Blepharocalyx salicifolius (H.B.K.) O. Berg. 0 0 0 0 0 0 0 1 0 0 1 1 Urera caracasana (Jacq.) Gaudich ex Griseb. 0 0 0 0 1 2 2 2 0 0 2 2 Enterolobium contortisiliquum (Vell. Conc.) Morong 0 0 0 0 1 1 0 0 0 0 1 1 Trema micrantha (L.) Blume 0 0 0 3 2 2 2 2 2 0 3 1

Pisonia ambigua Heimerl 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 1 1

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Tabla Nº 5. Matriz de clases de abundancia de las especies Arbustivas encontradas en las riberas del río

Muerto. Se indican con asterisco (*) las especies exóticas

Especies Árbustos / Estaciones C B A 1 2 3 4 5 6 7 8 9 Cestrum strigillatum Ruiz et Pavón 0 0 0 4 2 2 2 2 2 2 2 2 Cestrum parqui L`Heritier 0 0 0 4 4 3 3 2 2 2 2 2 Psycotria cartagenesis Jac. 2 0 0 4 4 4 4 4 4 0 4 4 Baccharis tucumanensis (var. tucumanensis) 0 0 0 3 0 0 0 0 0 0 3 2 Phenax laevigatus Wedd. 0 0 0 4 0 2 1 1 1 0 1 2 Boehmeria caudata Sw. 0 0 0 0 0 0 0 1 0 0 1 0 Vernonia squamulosa Hooker et Arnott 0 0 0 0 0 1 0 0 0 0 0 1 Rubus imperiales Cham & Schltdl. 0 0 0 0 3 1 3 3 1 0 3 1 Chamissoa altísima (Jacq.) H.B.K. 0 0 2 4 0 4 3 0 3 0 4 1 Celtis iguanea (Jacq.) Sarg. 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 1 *Ricinos communis L. 0 4 4 3 3 3 3 3 3 1 1 1 *Lantana camara L. 3 4 0 3 2 1 1 1 0 0 1 1

IV- Del análisis de cluster

Los resultados obtenidos del análisis de cluster revelan que las especies arbóreas más

frecuentes encontradas en las riberas del río Muerto corresponden a un 75 % del total de las

estaciones analizadas. En ellas se encontraron dos especies arbóreas exóticas Morus sp. y

Ligustrum lucidum, y cinco especies arbóreas nativas: Tecoma stans, Urera baccifera,

Heliocarpus popayanenses, Cupania vernalis y Tipuana tipu. En menor proporción se observan

a Piper tucumanum, Solanum riparium y Trema micrantha.

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Mientras que las especies arbustivas correspondientes al 75 % son dos exóticas y dos

nativas siendo Ricinus communis, Lantana camara, Cestrum parqui y Cestrum strigillatum

respectivamente. Con porcentajes menores se encuentra Psycotria cartagenesis.

En la Figura Nº 20 se observa el resultado de la aplicación del análisis de clasificación

(presencia o ausencia) de las especies vegetales arbóreas y arbustivas encontradas en las riberas

del río Muerto. En base a ello se determinan dos diferentes grupos que comparten especies en

común.

Figura Nº 20: Fenograma resultante de la aplicación del análisis de cluster Árboles-Arbustos riberas río Muerto. Sorensen vecino cercano. Distance (Objetive Function)

En el primer grupo se encuentran las estaciones “C”, “A” y “B”. Las estaciones “C” y

“A” se ubican próximas en el fenograma debido a que poseen especies similares (Tabla Nº 4 y

5). Mientras que la estación “B” se separa de las dos anteriores por poseer especies arbóreas

(Cinnamomun porphyria, Solanum riparium y Salix humboldtiana) no comunes a las estaciones

“A” y “C”. También se observa que las estaciones “A” y “B” que se encuentran próximas unas

de otras, arrojan valores para el índice QBR que determinan una mala calidad ecológica en sus

riberas, sin embargo la estación “C” no comparte este valor (Tabla Nº 3).

El segundo gran grupo contiene a las estaciones correspondientes al sector norte del río

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Muerto, a su vez este grupo se divide en 3 subgrupos menores. El primer subgrupo corresponde a

la estación Nº 1 por ser la única que posee la especie arbórea Cedrela lilloi. En el segundo

subgrupo se ubican las estaciones Nº 2 y Nº 3 ya que poseen numerosas especies comunes a

ambas (Tabla Nº 4 y 5). La segregación de estas estaciones con las restantes es debido a la

existencia de dos especies exóticas registradas únicamente en la estación Nº 2 Grevillea sp. y

Eriobotrya japonica. Además de observarse Tabebuia avellanedae solo en la estación Nº 3.

Es relevante mencionar que el primero y segundo subgrupo además de la estación Nº 4

del tercer subgrupo poseen valores muy bajos del índice QBR (Tabla Nº 3) por ello su cercanía.

El tercer subgrupo corresponde a las restantes estaciones de muestreo y refleja claramente

las similitudes con respecto a las observaciones de las especies encontradas entre las estaciones

Nº 4 y Nº 6 (Tabla Nº 4 y 5).

Por otro lado la estación Nº 5 posee mayor relación con las estaciones Nº 8 y Nº 9

observándose en las riberas de estas últimas la mayor similitud existente en toda el área

analizada además de la mejor puntuación para el Índice QBR (Tabla Nº 3).

La más alejada en similitud del tercer grupo es la estación Nº 7 debido a la inexistencia de

especies encontradas en las demás estaciones.

A partir de la Figura Nº 20 se puede afirmar que las similitudes entre especies arbóreas y

arbustivas observadas en las estaciones de muestreo no son un reflejo de los valores de calidad

del bosque de ribera.

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CAPÍTULO VII

DISCUSIÓN

I- De las características de los tramos estudiados

Según lo expuesto en capítulos anteriores y comprobado a través de datos

fotointerpretativos a lo largo de 38 años se observa que el río Muerto es un sistema hídrico que

no presenta significativas modificaciones en cuanto a la tipología de su canal fluvial. Sin

embargo existe una serie de características que fueron cambiando a lo largo del tiempo.

Entre los caracteres modificados se encuentra la amplitud de canal fluvial y de su lecho

de inundación. Esta variación es evidente en los tramos medios a bajos del cauce de agua y se

relaciona con la propia dinámica del río. Además según Martensen y Casagrande (1997) las

variaciones son también debidas a las actividades extractivas de áridos muy comunes en toda el

área de estudio.

Las ripieras se ubicaron en la mayoría de las veces en sectores cercanos al puente de la

ruta provincial Nº 338, actualmente estas actividades son llevadas a cabo en sectores orientados

hacia el norte del curso de agua. Las mismas adquieren importancia en cuanto al impacto visual,

paisajístico y ambiental producido en el área, ya que el movimiento de vehículos y maquinarias

provoca polvo y ruidos en el ambiente e inestabilidad de las barrancas del río, al no dejarse

distancias precautorias de separación para realizar esta labor (Gamundi y Arroyos, 2006).

Es de considerar que todas las actividades extractivas de áridos realizadas

inadecuadamente, producen impactos de significativa importancia y de efectos variados. Entre

ellos se encuentran los mencionados por Martensen y Casagrande (op. cit.), Ortiz (1978) y

Gamundi y Arroyos, (op. cit.) como por ejemplo la erosión en los barrancos, el deterioro de

obras de infraestructuras y consecuentemente las inundaciones y aluviones.

Coincidiendo con las exposiciones de Martensen y Casagrande (op. cit.) y Ortiz (1978)

las actividades extractivas ocasionan un paulatino deterioro del cauce conjunto con el gradual

aumento de su amplitud y disminución de la zona riparia.

Por otro lado las prácticas extractivas de áridos son justificadas como medidas de control

para nivelar el canal fluvial, ya que los diferentes materiales granulométricos, acarreados por los

arroyos que forman parte de esta cuenca, son depositados en el lecho del río Muerto. La

sustancial acumulación de sedimentos conlleva a una elevación en el nivel de base del curso de

agua y con ello el riesgo de sobrepasar los niveles altitudinales de las riberas; ocasionando por lo

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tanto, daños significativos en ellas y en zonas aledañas a las mismas.

A pesar de esta justificación La Dirección de Minería de Tucumán tiene la posibilidad de

denegar permisos de explotación, siempre y cuando técnicamente se demuestre que hay algún

grado de peligrosidad provocado por el emprendimiento minero. Una vez finalizada la tarea

extractiva los canteristas tienen la obligación de recomponer la cantera, es decir mimetizarlas con

el entorno natural del paisaje (Gamundi y Arroyos, 2006). En el río Muerto esto nunca ocurrió y

no presenta expectativas de acciones ante la legislación vigente.

Además de las inevitables marcas en el terreno que dejan las maquinarias que llevan a

cabo la actividad extractiva, también existen las marcas de la irresponsable presencia del hombre

en este ambiente, manifestado por la existencia de numerosos desechos dispersos tanto en el

cauce del río como en sus riberas.

Los residuos encontrados adquieren relevancia siendo en su gran mayoría productos de

difícil degradación natural, como por ejemplo filtros de aceite, plásticos, partes metálicas de

carrocerías, alambres, etc.

En definitiva estas prácticas llevadas a cabo sin controles ambientales previos, durante y

posteriores a dicha actividad producen a mediano o largo plazo un deterioro ambiental

progresivo.

El detrimento del ambiente no tan sólo es un factor provocado por la circulación de

transeúntes ocasionales que se encuentran directamente relacionados con las actividades

extractivas, sino que también es el producto de asentamientos urbanos en las riberas del curso de

agua.

Los asentamientos urbanos se han clasificado como rurales y no rurales. Ubicándose estos

últimos en la margen derecha de la zona norte del cauce, cercanos al puente de la ruta provincial

Nº 338 área considerada “residencial”. Mientras que los asentamientos rurales se sitúan en ambas

márgenes de las estaciones “A”, “B” y Nº 9. Según registros de fotografías aéreas los

asentamientos rurales en las riberas del río Muerto no habrían sido un factor ocasional, sino

ligados a la utilización agrícola de las zonas riparias.

En todas las estaciones estudiadas la influencia antrópica es un elemento constante de

perturbación, ya que no existe por parte de los pobladores aledaños a las riberas, medidas

tendientes a conservarlas. Es por ello que estas áreas tienden a disminuir su valor ecológico. Sin

embargo la inexistencia de la presencia de ganado, como de actividades agrícolas en las riberas,

favorecería a la recuperación de las mismas.

Es relevante mencionar que las estaciones de muestreo situadas en tramos medios a altos

del río Muerto (dirección norte) presentan mayor amplitud riparia, mejor estructuración y

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cobertura vegetal. Estas particularidades están netamente ligadas a la existencia del Parque Sierra

de San Javier el cual se manifiesta a partir de la estación Nº 5.

Es de esperar que en los dominios pertenecientes al área protegida mejore la calidad

ecológica de las riberas analizadas, en comparación con las que no se ubican en zonas

protegidas. Sin embargo en los predios del parque se aprecia una leve mejoría en cuanto al

ambiente ripario, arrojando el índice una valoración deficiente y no moderada o buena. Esto

podría deberse a las cercanías de los asentamientos rurales, los cuales poseen caminos de

múltiples usos que se conjugan con el ambiente provocando su desvalorización. Además se

agrega la existencia de canteras y extensos caminos que producen un declive en cuanto a la

calidad de la vegetación y disminución de los valores numéricos punteados del índice.

Pero si conjunto con lo expuesto se tiene en cuenta que a medida que se transita hacia

zonas cercanas a la naciente del río las vías de comunicación son cada vez menos y los controles

por parte de los guardaparque se “intensifican”, entonces se observa que la calidad del bosque

ripario y su sotobosque comienzan a mejorar.

La regeneración de estos sitios es más visible en las márgenes occidentales del cauce del

río y acontece desde sotobosques abiertos con escasos renovales a densamente poblados con

numerosos renovales de especies nativas.

Según los análisis realizados en la zona de estudio se infiere que las características

sucesionales secundarias observadas en las riberas del río Muerto podrían estar relacionadas con

la amplitud del cauce fluvial y su escasa profundidad.

Las características de amplitud y profundidad del cauce fluvial permitirían que en los

momentos de crecidas máximas del río el flujo de agua se desplace por el lecho primario y

secundario de inundación, permitiendo de este modo acumular en mayor o menor medida

sedimentos en el área de bankfull. La acumulación de diferentes depósitos transportados por las

escorrentías, habría provocado un aumento en el nivel altitudinal de bankfull, que posteriormente

delimitaría el área del canal y de la ribera (Protocolo HIDRI, 2006).

El acumulo de sedimentos transportados mejoraría la estructuración en los suelos de las

riberas y a la vez favorecería la implantación y crecimiento de especies vegetales típicamente

tolerantes a las perturbaciones estacionales.

Contrariamente en numerosas ocasiones la desestructuración de los bankfull o riberas,

ocasionaría que en los momentos de grandes escorrentías la masa de agua se desplace sin perder

su fuerza tractiva en el recorrido (Martensesn y Casagrande, 1997). El deslizamiento conlleva a

la adición de diferentes tipos de materiales orgánicos e inorgánicos productos de la erosión de las

riberas y del cauce.

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La desestabilización de las zonas riparias en el río Muerto llevaría y ha llevado a la

formación de grandes crecidas y avulsiones y con ello las consecuentes causas agua abajo del río.

Las inundaciones no son raras en el área de estudio (Ortiz, 1978; Diario la Gaceta, 1999,

2005, 2007; Puchulu y Sayago, 1991; Guido y Sesma. 1995) es por ello que se aplicaron

numerosas obras de canalización en diferentes tramos del río Muerto (Ortiz, 1978 Puchulu y

Sayago, 1991; Guido y Sesma, 1995).

Los relictos de las infraestructuras de contención se observan en diferentes zonas del río.

Por ejemplo en la estación Nº 3 se encuentra un muro de cemento con disposición longitudinal al

curso de agua. Entre las estaciones Nº 2 y Nº 1 como entre “A” y “B” se visualiza una

construcción de cemento a modo de terrazas ubicadas en forma transversal al río, estas obras

permiten una notable disminución de la velocidad del agua. Sin embargo las mismas no han sido

monitoreadas para sus posteriores mantenimientos y o recuperaciones. Las fallas en estas

infraestructuras no son solucionables acorto plazo, ya que a ellas deben agregarse las variaciones

climáticas evidenciadas en un progresivo aumento de lluvias (Universitas, 2007).

Actualmente se llevan a cabo obras de infraestructuras de canalización realizadas en la

zona denominada sector sur del río Muerto, para ello se extrae materia prima de las ripieras

ubicadas aguas arriba del curso de agua.

La actividad extractiva es selectiva en cuanto al tamaño del material a utilizar, las rocas

descartadas en esta selección han sido colocadas a modos de montículos de “rocas sueltas” en

ambas flancos del cauce. De esta manera se establecieron las contenciones en ambas márgenes

del río Muerto. El modo de llevar a cabo las estructuras de contención son cuestionables cuando

el proyecto se difunde como “La Sistematización Del Río Muerto”.

II- De la aplicación del Índice QBR

El índice QBR permite valorar la calidad ecológica de las riberas de un curso de agua de

forma conjunta en ambos flancos. Sin embargo por las características ecológicas y

antrópogénicas de la zona estudiada se cree que las condiciones ecológicas de la vegetación

riparia podrían ser analizadas en forma independiente en ambas márgenes y no como un todo.

Por otro lado el índice es considerado como una herramienta de fácil aplicación por

cualquier personal medianamente capacitado para hacerlo. No obstante para llevar a cabo esta

tarea es necesario poseer previos conocimientos de taxonomía vegetal de la zona en estudio.

Las valoraciones numéricas totales del índice QBR oscilan entre 0 y 100 puntos, no

superando los 25 puntos en cada apartado. Pero en algunas ocasiones los resultados de tales

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puntuaciones arrojaron valores negativos. Según Munné et al., (1998-a) dado este caso los

números son redondeados a cero cuando sobrepasan los 25 puntos, son llevados al máximo valor

que se puede obtener por bloque, o sea 25.

Se considera que este procedimiento lleva a infravalorar las riberas que se encuentren con

puntuaciones mayores o sea con un mejor estado de conservación y a supravalorar a las áreas

totalmente degradadas.

Por otro lado el apartado número uno tiene en cuenta el grado de cobertura riparia y la

conectividad de la misma con el ecosistema adyacente; no así a los caminos no asfaltados de

menos de cuatro metros. Si embargo estos últimos deberían ser apreciados y analizados, no como

elementos aisladores del medio ya que sus dimensiones no justifican la discontinuidad, pero si

como elementos de futuras perturbaciones en el área.

El segundo apartado del índice evalúa la complejidad de la vegetación riparia, sin

considerar las plantas anuales que típicamente crecen en la zona de ribera y que son las primeras

colonizadoras en la sucesión vegetal. En este mismo bloque se penaliza a aquellas especies

arbóreas ubicadas linealmente o a las que se encuentran distribuidas aleatoriamente en manchas.

No se tiene en cuenta las características del sotobosque que a lo largo del tiempo permitirán o no

el restablecimiento del área degradada.

El apartado número tres presenta la dificultad en cuanto al conteo de especies nativas

arbóreas y arbustivas, ya que en el área de estudio los valores numéricos propuestos por Munné

et al., (op. cit.) son claramente superados. Es por ello que este apartado requiere modificaciones

para su posterior aplicación en zonas subtropicales de montaña.

Carrascosa & Munné (2000) plantean adaptaciones y modificaciones del tercer apartado.

Sin embargo cualquier modificación que se realice a un índice originalmente diseñado para otra

región, debe ir acompañado de numerosos estudios de validación y finalmente adaptación de los

puntajes de los taxones mencionados. Es por ello que el ajuste del diseño experimental y

metodológico fue el que mayor tiempo demandó; realizándose numerosos censos de especies

arbóreas y arbustivas hasta lograr obtener valores próximos a las condiciones potenciales de

dicha vegetación riparia.

En el apartado tres se observa que solo se penaliza la existencia de residuos productos de

vaciaderos acumulados en la zona y no considera a aquellos que son arrastrados por la

escorrentía del propio río. Sin embargo sean unos u otros los residuos, deberían ser tenidos en

cuenta en la puntuación ya que producen un impacto visual negativo desvalorizando así el área

riparia.

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III- De los resultados obtenidos a partir del índice QBR y del relevamiento florístico

El impacto antropogénico ocurrido en el pasado y actualmente en las riberas del río

Muerto ha llevado al deterioro de estas áreas. Por ello no es sorprendente la inexistencia de

puntuaciones altas para el índice QBR, ya que estos valores reflejan el estado y uso ecológico no

tan solo de las riberas sino también del canal fluvial.

No obstante en tramos superiores (cercanos a la naciente de este curso de agua) los

valores numéricos ascienden, esto podría ser consecuencia de un menor impacto antrópico. El

presente argumento adquiere mayor relevancia si se considera que a partir de la estación Nº 5 nos

encontramos en terrenos del área protegida.

Por otro lado en las áreas alejadas al Parque Sierra de San Javier las prácticas agrícolas

junto con los asentamientos urbanos han llevado a la extracción del bosque de ribera. La

eliminación de la cobertura vegetal riparia del río Muerto ha ocasionado problemas relacionados

con inundaciones y aluviones agravados por las condiciones geomorfológicos y climáticas del

área (Puchulu y Sayago, 1991; Neder y Puchulu, 1995; Guido y Sesma, 1995; Martensen y

Casagrande, 1997; Sayago et al., 2006).

Es por ello que en numerosas ocasiones se realizaron obras y proyectos de canalización

para disminuir los daños en las riberas y zonas aledañas a las mismas.

Tanto las infraestructuras de canalización las terrazas para reducir la velocidad de la

escorrentía, como así también las plantaciones alóctonas y cualquier actividad antrópica, llevada

a cabo en los cursos de agua y sus riberas, tienden a desestabilizar el índice QBR. Este

desequilibrio provoca una disminución de los valores punteados en cada apartado. Por lo tanto la

calidad ecológica riparia de las zonas más alejadas al área protegida presentan puntuaciones

bajas y con pocas probabilidades de mejorar sus riberas, a menos que existan fuertes

intervenciones planificadas a favor de dicho proceso.

En tanto en los tramos medios (estaciones Nº 5 y Nº 6) los resultados infieren que el

ambiente tiende una recuperación moderada de sus bosques riparios, dada por el mayor número

de renovales y ejemplares adultos de especies arbóreas y arbustivas nativas.

Entre las especies integrantes de las riberas y sus sotobosques se encuentran individuos

nativos y exóticos. Mientras que el número de especies arbóreas nativas es 26 contra 6 exóticas y

10 especies arbustivas nativas contra 2 alóctonas, siguen siendo las especies nativas las

dominantes o abundantes en el área. Esto podría ocurrir ya que pocas de las especies invasoras

llegan a estabilizarse y progresar en el ambiente (Grau y Aragón, 2000). Sin embargo sus

impactos son considerables en cuanto a la calidad del bosque de ribera.

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La gran mayoría de las especies exóticas se ubican en forma aleatoria o lineal a lo largo

de ambas márgenes del río. A pesar de su escasa abundancia, en relación al número de especies

nativas, ellas juegan un papel fundamental en la cobertura de los suelos del área riparia. La

presencia de las especies invasoras en las riberas, podrían ser consideradas como elementos

estructuradores del suelo, dejando de lado la alteración provocada en si por la invasión.

Entonces podemos decir que tanto unas especies como las otras juegan un papel

fundamental en la regeneración de los suelos de las riberas, ya que ellas desarrollan una trama

entrelazada de raíces que tienden a aumentar la mecánica en general de los suelos, dificultando el

deslizamiento y desmoronamiento de las riberas.

Por ello se plantea considerar a las especies exóticas dentro de planificaciones

conservacionistas conjunto con las especies nativas de esta manera se podría prevenir problemas

de degradación ambiental y recuperar áreas perturbadas.

También deberían tenerse en cuenta futuros estudios de investigaciones concernientes a

interacciones, establecimiento y regeneración de las especies nativas vs. exóticas y sus posibles

dispersores. Esto puede ser justificado ya que la mayoría de las especies vegetales exóticas

encontradas en el área son dispersadas por aves y por lo tanto pueden ocasionar una potencial

agresividad al ambiente ripario y sus inmediaciones.

Conocer la abundancia y riqueza de las aves de un ecosistema permite inferir la calidad

del hábitat presente y con ello el planteo de mejoras en los manejos de bosques de ribera (Arcos,

2004).

Como se manifestó en los capítulos anteriores los suelos de riberas ofrecen un claro

beneficio económico, por ejemplo el estabilizamiento de las orillas al retrasan las crecientes.

Como así también favorece a la recarga de los acuíferos y a una disminución de riesgos

hidrológicos a corto y largo plazo entre otros (Naiman & Décamps, 1997; Beschta et al., 1997;

Munné et al., 1998-a; González Del Tángano, 2002; Indiana Division of Forestry, 2004).

En numerosas ocasiones el resultado de la eliminación de la cobertura riparia se

manifiesta por los daños ocasionados debido a grandes crecientes aguas abajo. Una de las

medidas para prevenir este desastre natural es a través de las obras de infraestructura y

canalización de los cursos de agua. Sin embargo el mayor problema de estas construcciones es su

deficiente planeamiento y ejecución.

Por otro lado en Argentina y Tucumán existen legislaciones para proteger los bosques de

riberas, sin embargo pareciera que hacer cumplir las citadas leyes, no es parte de las acciones

gubernamentales. Esto se traduce en la necesidad de implementar políticas que tiendan a

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incorporar herramientas para la evaluación de impactos ambientales, y de esta manera poder

garantizar la valoración de todos los recursos del paisaje.

También es importante mencionar que la vegetación riparia del río Muerto no se

encuentra estructurada en galerías, presentando característica similar o prácticamente igual a la

vegetación del bosque circundante. Esto se debería a la constante humedad (precipitaciones

uniformes en las laderas orientales de la sierra de San Javier) en toda el área, favoreciendo

entonces al reclutamiento de las mismas especies vegetales tanto en las zonas riparias como en

los bosques circundantes a las mismas.

En síntesis, el bosque de ribera en el río Muerto ha sufrido desde antiguas épocas

procesos de fragmentación debido a las prácticas agrícolas y forestales extractivas. Sin embargo

actualmente se observa una gradual sucesión secundaria manifestada en la cobertura de los

suelos riparios, encontrándose especies arbóreas alóctonas como por ejemplo Ligustrum lucidum

que se combinan con tempranas especies arbóreas pioneras y tolerantes como Tecoma stans o

Cupania vernalis entre otras (Tabla Nº 4 y 5). Los procesos sucesionales producirían a lo largo

del tiempo la recuperación ecológica de estos ambientes

IV- Del análisis de cluster

El análisis de la agrupación de especies arbóreas y arbustivas realizada a partir de una

matriz de abundancia, refleja que la mayoría de las estaciones analizadas tienden a una

agrupación geográficamente altitudinal. Esta característica se encuentra relacionada con las

condiciones geomorfológicas y ambientales, las cuales permiten el establecimiento de la

vegetación.

A partir de la Figura Nº 20 se puede observar dos grandes grupos que relacionan las

similitudes entre especies arbóreas y arbustivas existentes en ellos. Sin embargo estas

asociaciones no son un reflejo de la calidad del bosque de ribera del río Muerto. Por ejemplo la

estación Nº 4 y Nº 6 con valores ecológicos riparios muy distintos (Tabla Nº 3) se ubican en el

mismo subgrupo y a la vez claramente separadas de los demás sitios analizados.

La misma observación se realiza en las estaciones Nº 5, Nº 8 y Nº 9 las cuales se

encuentran ubicadas en el fenograma (Figura Nº 20) muy cercas una de otras. Este tipo de

congregación, nos permitiría inferir que las diferentes valoraciones para el índice QBR

(deficientes y moderadas, Tabla Nº 3) están dadas por variaciones en cuanto a las condiciones

ambientales, geomorfológicos y antropogénicas.

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No obstante la agrupación de las estaciones según la similitud de especies vegetales

existentes en ellas, permiten inferir que son sitios ecológicamente similares y que con un

adecuado manejo de sus zonas riparias, aumentaría la valoración en cuanto a la calidad del

bosque de ribera.

Finalmente en la figura Nº 20 se puede observar que la calidad ecológica riparia no se

encuentra relacionada con la altitud de las estaciones estudiadas, ésto es verificado en las

estaciones “C” y la Nº 9 ambas con valores deficientes para el índice QBR.

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CAPÍTULO VIII

CONCLUSIÓN

I- De la aplicación del Índice QBR

En base a los análisis realizados y sus resultados se afirma que el índice QBR es una

herramienta útil para establecer y evaluar el nivel de calidad ecológica de las riberas estudiadas.

Sin embargo al ser un índice cualitativo las valoraciones efectuadas son subjetivas, es por

ello que siempre deben ser realizadas por el mismo investigador.

Es importante que en el sitio a estudiar se consideren todos los factores ambientales que

interactúen en el área, sean estos naturales o antrópicos; y posteriormente se aplique el Índice

QBR. De esta manera se podrá inferir a cerca de la potencialidad de recuperación del bosque de

ribera.

El Índice QBR es totalmente independiente de la composición taxonómica vegetal de las

riberas, como así también de la complejidad y naturalidad del área analizada; es por ello que

puede aplicarse en diferentes zonas riparias.

En cuanto a los bloques componentes del Índice, el número uno, dos y cuatro son

expeditivos y no presentan mayores inconvenientes, salvo que la identificación y diferenciación

de especies arbóreas y arbustivas sea un problema para el ejecutor. Es por ello que se recomienda

una familiarización con la flora característica del sitio a estudiar; por ejemplo mediante

observaciones, recolecciones y posterior identificación de especies vegetales.

La dificultad del apartado número tres, se encuentra en el momento de definir el número

de especies nativas arbóreas y arbustivas para el área analizada. Para salvar este inconveniente,

se realizaron relevamientos de abundancia florística de la ribera del río Muerto y de esta manera

se pudo adaptar el presente apartado a las condiciones locales.

II- Del río Muerto y sus riberas

El río Muerto ha experimentado a lo largo del tiempo numerosas modificaciones

referentes a su dinámica y naturalidad, como las alteraciones producidas por las actividades

antropogénicas. Entre ellas se destaca a las ripieras y sus desechos (producto de esta acción),

distribuidos por el cauce y las riberas próximas a la actividad extractiva.

A partir de las observaciones realizadas la presencia de las ripieras en zonas del área

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protegida del Parque Sierra de San Javier podrían ser significativamente cuestionables, debido a

su ubicación y al impacto visual y geomorfológico que producen en el área.

Otro factor de impacto es la expansión urbana (residencial y rural) en la interfase riparia,

ocasionando un deterioro en la cobertura vegetal y en numerosas ocasiones, introduciendo

especies vegetales exóticas para la zona.

Es entonces importante enfatizar que la influencia antrópica en el área estudiada, se

manifiesta tanto en las riberas como en el cauce del río Muerto, ocasionando numerosas

alteraciones ya sea a través de construcciones de caminos, de sendas para mountainbike, de obras

de infraestructura de canalización del canal fluvial, del agrandamiento del lecho fluvial. Como

así también ocasionando la disminución de la amplitud de estos bosques riparios, alterando sus

funciones y los servicios que provee al medio.

Las citadas características antropogénicas además del impacto visual que provocan

podrían actuar en el tiempo como importantes elementos fragmentadores del bosque de ribera.

La pérdida superficial de las riberas podría ocurrir entre otras características por una

sistematización deficiente del cauce. Las triviales construcciones no llegan a mitigar la fuerza de

las crecidas, ni a disminuir sustancialmente su caudal; provocando por consiguiente la abrasión

de las zonas riparias. En algunas ocasiones esto se evidencia a través de rupturas y exposiciones

de las raíces de especies vegetales.

Por otro lado se destaca que el índice no se encuentra condicionado por las características

perturbadoras naturales (precipitaciones, inundaciones, aluviones, etc), ni por la tipología de la

comunidad vegetal, ya que esta última puede ser un reflejo de la geomorfología, la altitud y la

climatología de la zona.

En cambio si tiene en cuenta la valoración de las perturbaciones de origen antropogénico,

que son las que mayor impacto producen, desestabilizando la estructura de la comunidad riparia.

Según las observaciones y análisis realizados en el área de estudio, se podría inferir a

partir del estado sucesional general que presenta el bosque ripario del río Muerto (estaciones

“C”, 3, 4, 5, 6, 7, 8 y 9), que la vegetación daría paso a una lenta pero progresiva recuperación

del bosque secundario.

Sin embargo lo expuesto podría estar en contraposición de los valores numéricos

arrojados por el índice QBR en las riberas del río Muerto. Ya que según estos resultados las

zonas riparias estudiadas tienen una alteración importante, debido a que se encuentran

relacionadas con las actividades antrópicas pasadas y presentes en el área.

Se sugiere integrar a posterior estudios de aves como bioindicadores del ecosistema

ripario del río Muerto y su función como corredor biológico. Además de la realización de

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inventarios relacionados con las características fenológicas de las especies vegetales nativas y

exóticas. De esta manera se podría inferir las interrelaciones existentes entre ellas y la

posibilidad de recuperación del bosque secundario nativo.

En síntesis se concluye que la vegetación de ribera del río Muerto se encuentra en buen

estado de conservación; representado por los numerosos estratos vegetales de diferentes especies,

típicas de la cuenca intermontana del río Muerto.

Asimismo se plantea como urgente la necesidad de la valoración de estos humedales o

bosques de ribera; ya que los impactos negativos del presente ecosistema pueden superar los

limites de estabilidad y recuperación del ambiente, transformándose entonces en perturbaciones

que lleven al empobrecimiento, eliminación y disminución en los recursos naturales allí

existentes.

Por lo expuesto se proponen a continuación medidas tendientes a mejorar, restaurar y

conservar a los bosques de ribera del río Muerto.

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CAPÍTULO IX

RECOMENDACIONES

El presente capítulo trata de ser una herramienta para preservar la calidad de los bosques

riparios del río Muerto.

Por las características descriptas en este trabajo, se sugiere realizar medidas tendientes a

disminuir los perjuicios que ocasionan las crecientes de citado río. Se propone a nivel local

ejecutar un Comité de “Cuenca del Río Muerto”, u otra entidad similar, que tienda a monitorear

los cursos de agua de esta cuenca y de esta manera prevenir posibles daños ocasionados por las

crecientes.

Para ello se considera imprescindible que formen parte de esta labor el personal del

Parque Sierra de San Javier (guardaparques), como así también entidades gubernamentales, no

gubernamentales, personal técnico - científico y todos aquellos que mediante capacitaciones

pudieran realizar tareas de monitoreo y control, no tan solo de los cursos de agua de esta cuenca

sino también de sus bosques de riberas.

Es necesario revalorizar la cuenca del río Muerto, ya que el agua que proviene de ella es

utilizada para consumo humano por pobladores aledaños. Es entonces indispensable realizar un

enfoque sistémico del área, o sea como un todo, en el que interactúan tiempo, espacio, recursos

socio - culturales, económicos, políticos, biológicos, cinéticos, etc.

Cualquier proyecto de restauración, protección y prevención de las riberas del río Muerto,

necesitan previamente estudios de las interrelaciones de los diferentes componentes que integran

este ecosistema, como ser características geomorfológicos, biológicas y socio – culturales entre

otras. Ya que el objetivo tiende a la recuperación del equilibrio natural del ambiente; hay que

tener en cuenta también, que este equilibrio es dinámico por el propio carácter del curso de agua.

Por ello se propone llevar a cabo diferentes acciones que conjuntamente tiendan a la

recuperación del bosque de ribera. Coincidiendo con las propuestas de Puchulu y Sayago (1991),

se mencionan medidas Forestales, Geotécnicas, Hidrogeológicas e Ingenieriles.

Las Medidas Forestales en las riberas son imprescindibles para evitar la degradación y o

posible desaparición de estas áreas. Como se ha mencionado en éste trabajo (Schmidt y Otaola –

Urrutxi, 1999) la vegetación juega un rol fundamental al estabilizar los taludes y márgenes

riparios, ya que su sistema radical aumenta la rugosidad del cauce, disminuyendo la capacidad

erosiva del mismo.

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Llegar a reconstruir un bosque de ribera tal cual fue en su estado más natural, debe ser el

objetivo básico de la restauración de ambientes riparios. Para ello se propone la realización de un

vivero, con el cual se pueda aumentar sustancialmente los renovales de especie nativas, que

luego serán plantados estratégicamente en las riberas del río Muerto.

A partir de este emprendimiento, se lograría recuperar total o parcialmente los bosques

riparios y junto a ello la abundancia de algunas especies nativas en esta zona. La importancia de

recuperar especies vegetales nativas tendientes a desaparecer, se debe no tan solo a su valor

paisajístico sino también por su rol ecológico y protector del ambiente ripario.

No debe olvidarse que una buena cobertura de vegetación de ribera proporciona ventajas

a las poblaciones aledañas a los cursos de agua. Por ejemplo, permite la estabilización de los

suelos a través de su sistema radical, además mejora la estructura del suelo a través del aporte de

materia orgánica. Es así que la vegetación actúa minimizando los problemas de erosión e

inundación, ya que disminuyen la velocidad de la corriente de agua.

Entonces elegir un modelo o política de restauración de cauce y ribera, debe estar

acompañado de soluciones naturalistas - estéticas. Es decir que las construcciones de

canalización e infraestructuras que tiendan a minimizar el riesgo de desbordes del río Muerto,

tendrán que ser medidas que provoquen el mínimo impacto visual y a la vez respeten la línea

ambiental del ecosistema. O sea que se trataría de lograr reconstruir un ambiente ripario lo más

natural posible, minimizando cualquier evento natural u antrópico que lo haya desequilibrado.

Es por ello que identificar las especies nativas óptimas potenciales para el área es de gran

importancia.

También debe tenerse en cuenta que la elección de las especies debe ser de acuerdo al

área de la ribera a restaurar, ya que si es un lugar propenso a sufrir anegamientos o escorrentías

rápidas, deberán colocarse especies tolerantes a estas condiciones, con trocos flexibles y de

propagación por estacas como por ejemplo Salix humboldtiana.

Mientras que la vegetación a replantar en zonas más alejadas del cauce y cerca de los

límites externos de las riberas, serán especies con crecimiento más lento y troncos más duros,

quizás aquellas especies nativas tardías en la sucesión.

Se considera importante el mantenimiento y monitoreo de las especies plantadas, ya que

de esta manera se podrá extraer aquellas exóticas, u otras que de alguna forma impidan el

crecimiento de los renovales de especies nativas.

Se sugiere no realizar las plantaciones aisladamente o en filas, ya que de esta manera no

se contribuye a una protección en sí de la ribera, sino por el contrario se tiende a crear un nuevo

problema de erosión, causado por la discontinuidad en el flujo de agua.

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Una vez decidido realizar la forestación, es aconsejable llevarla a cabo con diferentes

especies tanto nativas como exóticas, eligiendo aquellas que mejor se adapten a las

características paisajísticas y ambientales del área.

Para ello se propone diferentes especies (nativas y exóticas), que según las observaciones

realizadas en el área, podrían ser utilizadas obteniéndose resultados satisfactorios.

El hecho de plantear la utilización de especies alóctonas, es debido a las características

funcionales (al igual que las especies nativas), de permitir una estructuración, retención y

mejoramiento de los suelos de las riberas del río Muerto. Las particularidades que poseen

algunas especies exóticas, es su rápido crecimiento en comparación con las nativas, por lo tanto

otorgarían una mayor cobertura del suelo en menor tiempo. Esto se traduce a menos erosión de

las riberas debido a escorrentías e inundaciones.

Entre las especies exóticas aconsejadas se encuentran las cañas. Por ejemplo la caña de

castilla, o la caña de bambú, las cuales suelen ser utilizadas en otras regiones para estabilizar

acequias. A pesar que estas especies carecen de un sistema radical profundo, si poseen extensas

raíces rizomatosas, que tienden a fijar el suelo y prevenir su erosión. Es por ello que se aconseja

que las mismas sean ubicadas en laderas, barrancos y proximidades a las orillas del río.

También se podrían utilizar Eucaliptus sp., ya que son especies con rápido crecimiento y

permitirían la fijación de suelos riparios.

Ninguna de las especies exóticas mencionadas ocasionarían una importante alteración

paisajística, debido a que se encuentran integradas al paisaje natural del área; además estarían

acompañadas de especies nativas.

En algunas ocasiones las plantaciones de especies exóticas vs. nativas, favorecerían a la

formación de un sotobosque abierto con renovales de especies nativas. Sin embargo si se realizan

monitoreos y un adecuado control de extracción de especies exóticas, se llegaría a lo largo del

tiempo, a la regeneración de un sotobosque cerrado y una arboleda típicamente nativa.

Las especies nativas aconsejadas para el comienzo de la etapa de recuperación de las

riberas, deben preferentemente poseer crecimiento rápido y un sistema radical profundo. Por

ejemplo Tecoma stans “guaran”, este es un árbol que no supera los 8 metros de altura, sus raíces

no son muy profundas, pero favorecen a una buena estructuración y retención del suelo. Además,

permite que en sus cercanías crezcan renovales de otras especies. Se dispersa por el viento y

fácilmente pueden realizarse almácigos a través de semillas o estacas.

Solanum riparium “tabaquillo”, también es un árbol de hasta 8 metros de altura con las

mismas características que Tecoma stans. Siendo ambos muy comunes en los ambientes riparios

de la serranía.

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Heliocarpus popayanensis “afata blanca”, es un árbol de 5 a 10 metros que se regenera

por semillas y posee un crecimiento rápido, con la particularidad de estar relacionada con

ambientes transformados de la sierra.

También es importante considerar a Tessaria integrifolia “palo bobo” ya que tolera suelos

anegados, al igual que Salix humboldtiana “sauce criollo”. Este último presenta raíces densas,

profundas y superficiales, favoreciendo la retención y fijación del suelo; además poseen una

elevada capacidad colonizadora y de recuperación después de ser cortados o dañados.

Otra especie nativa es Tipuana tipu “tipa” la cual crece rápidamente en suelos alterados,

encontrándose generalmente sus renovales en las orillas de los cursos de agua de esta cuenca.

Finalmente deben incorporarse aquellas especies nativas de crecimiento lento y con

mayores requerimientos ambientales, como por ejemplo Cinnamomun porphyria y Eugenia

uniflora.

También es importante para estabilizar las orillas, utilizar materiales propios del área,

como troncos, ramas de árboles caídos, rocas, etc. y con ellos realizar trincheras, combinadas con

mallas de alambre. De esta manera la escorrentía deposita sus acarreos entre el entramado.

Otro ejemplo es la utilización de estaquillas, por ejemplo de Salix humboldtiana

dispuestas en las orillas del curso de agua.

Dentro de las medidas ingenieriles los espigones son muy útiles para alejar el agua de las

orillas e impedir el socavamiento de las mismas y conjunto a ello el aumento en la amplitud del

cauce del río y la disminución de la zona riparia.

Estas estructuras se ubican apoyadas o empotradas en las mismas orillas del río,

generalmente son económicas y de fácil construcción. Pueden ser realizadas con diferentes tipos

de materiales como maderas, troncos, ramas de árboles caídos, piedras, concreto, etc. Es

importante que estas obras sean permeables al flujo de agua y disminuyan la velocidad de

escorrentía; de esta manera son retenidos los materiales acarreados y fluye el agua con menos

fuerza y carga de sólida. Una ventaja importante de esta estructura, es que si parte de ella es

dañada la restante sigue actuando en defensa del sitio donde fue construida (Martensen y

Casgrande, 1997).

También deben realizarse medidas que tiendan a disminuir la erosión retrógrada del río,

esto podría ser a través de gaviones o muros de contención ubicados en sus márgenes.

En definitiva sean las medidas a tomar forestales, geotécnicas, hidrológicas o ingenieriles,

es necesario que cada una de ellas y en conjunto, posean estudios detallados que revaliden las

ubicaciones, y materiales a utilizar para las construcciones de obras de infraestructura en la

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canalización del río Muerto. De esta manera se podrían tomar medidas más correctas para prever

costos económicos y ambientales.

Por todo lo expuesto, se considera que la mejor obra de reconstrucción de ecosistemas

riparios es aquella que ejecuta la prevención antes que la restauración.

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CAPÍTULO X

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AGRADECIMIENTOS

Quiero dejar mis más sinceros agradecimientos a mi director y amigo Martín Gonzalo

Sirombra, quien paso a paso me ha guiado en el apasionante mundo de la ecología de riberas y

me dio las palabras justas para seguir adelante en el camino de mis estudios.

A la Secretaria de Ciencias y Técnicas de la Universidad Nacional de Tucumán (CIUNT),

por haberme dado la posibilidad, mediante la beca obtenida, de realizar esta investigación.

A la Cátedra de Ecología General, por haberme facilitado el espacio físico en el

desarrollo del presente trabajo.

A la Lic. Ana Lía Aquino y a la Geóloga Maria Elena Puchulu, por facilitarme tan

amablemente bibliografía de apoyo al tema de trabajo.

A los encargados del Archivo de La Gaceta, por su disposición ante mis constantes

pedidos.

Al Geólogo Valladares, perteneciente al SEGEMAR, por su desinteresada amabilidad en

facilitarme fotografías áreas.

Al Geólogo Julio Martensens del Parque Biológico Sierra de San Javier.

A los Guardaparques Imbert y José Tisone.

Al personal de Sección Alumnos y de la Biblioteca de la Facultad de Ciencias Naturales.

A Alejandra Molina, Ivana Guerra, Gabriel Rodríguez, quienes desinteresadamente y con

sus picardías, me ayudaron en las labores de campo.

A la Lic. Leticia Mesa y a la Dra. Mariela Alderete.

A mi hermana Anahí, por estar en todo momento a mi lado.

A mi amor Gabriel que trabajó a mi lado en el campo y me brindó palabras de aliento en

los momentos más difíciles de la realización de este trabajo.

A mi familia, simplemente por estar…

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APÉNDICE I

TERMINOLOGÍA GEOMORFOLÓGICA Y BIOLÓGICA

• Agua de arroyada - flujo superficial - arroyada difusa: escorrentía del agua laderas

abajo, se inicia cerca de la cima de la montaña. Cuando el agua adquiere forma en manto es

denominada flujo superficial, el mismo tiene aspecto de una delgada capa de agua que se desliza

sobre una superficie lisa del suelo, regolita o roca (Strahler y Strahler, 1989; Strhler, 1992).

• Aguas encauzadas o cursos fluviales: agua que discurre por canales delimitados por

márgenes laterales (Strahler y Strahler, 1989).

• Aluvionamiento o deposición: se refiere a parte de la carga del río, ocurre a medida que

disminuye la competencia (propiedad de una corriente de agua de transportar en un punto dado

bloques de determinado tamaño), es selectivo, efectuándose según la disminución de la velocidad

del agua, ya que ella no es uniforme en toda su anchura. Es un fenómeno discontinuo igual que el

transporte (Strahler y Strahler, 1989).

• Aluviones: material detrítico generalmente no consolidado, depositados de forma

permanente o transitoria, debido a la disminución de la fuerza de arrastre de las corrientes

fluviales (Aguilo Alonso et al., 2000).

• Amplitud del cauce: es la distancia en metros, ancho, a través del río de una orilla a la

otra (Strahler y Strahler, 1989).

• Arroyada concentrada o flujo en cursos de agua: es cuando el agua se mueve hacia

niveles más abajo en un cauce largo y estrecho, denominado cauce fluvial, limitados en ambos

lados por zonas más elevadas llamadas márgenes las cuales encausan el flujo (Strahler, 1992).

• Arroyada de manto: agua que se desplaza por la superficie del terreno en forma de una

delgada película (Strahler y Strahler, 1989).

• Crecida: es cuando el flujo de agua de la corriente es mayor que los límites del cauce, por

lo tanto se desborda el agua, produciendo inundaciones sobre tierras adyacentes al mismo

(Strahler y Strahler, 1989).

• Avulsión: proceso provocado por desbordes permanentes de ríos fuera de su lecho de

inundación (Eremchuk y Mon, 2006).

• Bankfull : porción de tierra formada por la corriente aluvial a los costados del canal.

Puede ser más elevada que el cauce por donde transcurre el agua. Sobre ellas se asienta la

vegetación natural riparia.

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• Barrancos: son canales semejantes a cañones cuyas cabeceras se van desarrollando

vertiente arriba (Strahler y Strahler, 1989).

• Canal de estiaje: ocupa solo una pequeña parte del lecho aparente de un río, sobre todo

en aquellos de régimen irregular. No se encuentran definiciones marcadas de sus márgenes.

Divaga por el interior del lecho aparente de una orilla a la otra. Puede dividirse en brazos más o

menos numerosos (Strahler y Strahler, 1989), que se encuentran ocupados por las aguas más

bajas (Viers, 1974).

• Carga de río: material sólido transportado en suspensión o de fondo, por una corriente de

agua (Strahler y Strahler, 1989).

• Carga de una corriente de agua: masa o el volumen del material que evacua el agua. La

naturaleza del material depende de la petrográfica de la cuenca, del clima y de la velocidad del

agua (Viers, 1974).

• Cauce: depresión alargada, generalmente estrecha, ocupada y configurada por una

corriente fluvial en su progresivo desplazamiento hacia niveles inferiores (Strahler y Strahler,

1989).

• Caudal o descarga de agua: volumen de agua que atraviesa una sección transversal de la

corriente por unidad de tiempo, se expresa en metros cúbicos por segundo (Strahler y Strahler,

1989).

• Corriente: masa de agua larga y estrecha que fluye por un canal o cauce y que se

desplaza hacia niveles inferiores bajo el influjo de la fuerza gravitatoria (Strahler y Strahler,

1989).

• Corriente anastomosada: corriente con un cauce poco profundo que arrastra gran

cantidad de aluviones, y que se subdivide y vuelve a unir repetidamente, cambiando

continuamente de posición (Strahler y Strahler, 1989).

• Daño: proceso social en si mismo, efectuado por transformaciones sufridas o potenciales

(Aguilo Alonso y Aramburu, 2000).

• Deposición fluvial: acumulación de partículas rocosas en el fondo de una corriente, en el

lecho de inundación adyacente, o en un delta al llegar a aguas tranquilas (Strahler y Strahler,

1989).

• Estructura vertical : distribución de las especies en capas o estratos (Aguilo Alonso y

Aramburu, 2000).

• Estructura horizontal : distribución de los individuos que confieren un modelo – patrón,

para cada especie y para la vegetación como un todo (Aguilo Alonso y Aramburu, 2000).

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• Erosión: suscitada por el transporte de la corriente de agua, y la remoción del material

mineral del fondo y de las orillas del cauce (Strahler y Strahler, 1989). Según Viers (1974), la

erosión es un fenómeno concreto y muy diversificado en sus modalidades. Es la acción de roer,

gastar y provoca una pérdida de sustancia del relieve y elabora un vació, una disminución del

volumen.

La erosión presenta una segunda fase que es la ablación y el desplazamiento de los

materiales desgastados, por acción del transporte (Viers, 1974).

• Erosión en surcos: se puede dar por acción de la escorrentía, sumado a las abruptas

vertientes, formándose acanaladuras o surcos típicos en el suelo. Con el tiempo, los mismos

pueden transformarse en grandes depresiones llamadas barrancos (Strahler y Strahler, 1989).

• Espigón: paredes o diques construidos por el hombre de forma perpendicular a la costa.

Sirven para controlar la erosión de las playas (Strahler y Strahler, 1989).

• Gradiente o pendiente del río: es la proporción del desnivel de la superficie del río por

distancia avanzada en el plano horizontal, se expresa en metros de desnivel por kilómetros

recorridos o millas de distancia horizontal del curso del río o en porcentaje (Strahler y Strahler,

1989).

• Interferencia: es la mayor o menor adecuación entre el proceso natural y el proceso

social (Agilo Alonso y Aramburu, 2000).

• Heliófitos: plantas criptofitas (yemas de renuevo ubicadas debajo de la superficie del

suelo o bajo el agua), que viven en agua o en suelos saturados de agua (Agilo Alonso y

Aramburu, 2000).

• Inundabilidad : riesgo con que se produzcan inundaciones (Agilo Alonso y Aramburu,

2000).

• Inundación: aumento de las aguas de avenida de un río aluvial de modo que se desborda

por encima de los límites de su cauce ocupando todo el lecho de inundación (Strahler y Strahler,

1989).

• Lecho de Inundación o Lecho mayor: extensión de tierra baja y llana que limita el

cauce en uno o en ambos márgenes; son inundados por las corrientes de agua en períodos de

máxima crecidas aproximadamente una vez al año (Strahler y Strahler, 1989). Viers (1974),

define a esta zona como: Lecho primario, de inundación aparente, llanura de inundación o baja

aluvial. La zona se encuentra cubierta por depósitos aluviales, de arena, arcillas y/o limos. Esta

es una franja de tierra relativamente plana, junto a un río y que sufre desborde de las aguas

durante las crecidas. El ancho de una llanura de inundación está en función del caudal del río,

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velocidad de la tasa erosionante, pendiente del canal, y dureza de su pared. No son usuales en los

canales de las partes altas de la cuenca fluvial.

• Lecho aparente: es el alveolo bien determinado entre las orillas, formado por los

materiales rodados por las aguas, arena y gravillas, poco enmascarados, generalmente se

encuentra ocupado por vegetación o poblaciones humanas (Strahler y Strahler, 1989). Para Viers

(1974) es llamado lecho menor u ordinario, ocupado por las aguas más altas y medias, puede

encontrarse en algunos casos por bancos de aluviones con vegetación escasa o nula.

• Peligrosidad: se refiere al proceso natural en si mismo, y trata de clarificar sus sistema de

relaciones intrínsecas, valorando su potencialidad como causante de transformaciones en el

medio, independientemente de que en él haya o no actividad social, por ello es evidente que

determinados procesos naturales son por si mismos más peligrosos que otros (Agilo Alonso y

Aramburu, 2000).

• Potencial Recreativo: se refiere a la menor o mayor aptitud de la vegetación para

sustentar actividades recreativas al aire libre por sus características fisonómicas y estructurales.

Relacionado mayormente con actividades que se centran en la permanencia y contemplación

(esparcimiento pasivo); son importantes las características acogedoras y estéticas visuales del

área (Agilo Alonso y Aramburu, 2000).

• Reversibilidad: expresa el grado de dificultad que una comunidad estudiada tiene para

volver naturalmente a su estado anterior al impacto o sea recuperar su estado primitivo

degradado por actividades humanas o no (Agilo Alonso y Aramburu, 2000).

• Río alóctono: corriente que fluye a través de una región con clima seco y cuyo caudal

proviene de terrenos más elevados, donde si existen excedente hídrico (Strahler y Strahler,

1989).

• Río Aluvial : es aquel que fluye sobre una espesa acumulación de sedimentos aluviales,

formados por el propio río en sus primeras etapas de actividad. Estos experimentan inundaciones

con frecuencia anual o bianual durante la estación lluviosa. La inundación cubre parte o gran

parte de todo el lecho de inundación que esta limitado en cada lado por abruptas vertientes

denominadas Escarpas (Strahler y Strahler, 1989).

• Sedimentación: es la acumulación progresiva de las partículas transportadas sobre el

lecho del río de inundación o fondo de una masa de agua no corriente (Strahler y Strahler, 1989).

También pude llamarse Acumulación, ocurre como fin a la erosión, y puede o no modelar la

geomorfología de un paisaje (Viers, 1974).

• Sistema de drenaje: es el conjunto de cursos de agua que circulan vertientes abajo, desde

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el punto donde empezaron a fluir. Estos sistemas se componen de una red ramificada de canales

fluviales que recogen agua de diferentes vertientes; todos ellos delimitados por las divisorias de

agua que contornean la cuenca de drenaje. Podemos decir que el sistema de drenaje es un

mecanismo de convergencia que encauzan e integran la escorrentía en una trayectoria cada vez

más activa en cuanto a intensidad y profundidad del cauce (Strahler y Strahler, 1989).

• Terrazas: superficies relativamente planas, horizontales o con suaves inclinaciones,

limitada por una ladera fuertemente ascendente en uno de sus lados y por una ladera descendente

en el lado opuesto. Suelen ser largas y estrechas, y formadas por corrientes de agua (Agilo

Alonso y Aramburu, 2000).

• Terrazas aluviales o fluviales: Se forman medida que el río va excavando lentamente el

relleno aluvial de su valle. Son lechos abandonados por incisiones. Han sido ocupadas por el

hombre ya que muchas veces sus suelos son ricos para desarrollara actividades agrícolas

(Strahler y Strahler, 1989).

• Terrazas encajadas: están esculpidas en masas de aluviones superpuestas, son reflejos

de alternancias repetidas de fases de acumulación o de terraplenado y de fase de erosión (Strahler

y Strahler, 1989).

• Terrazas escalonadas: formadas en sustratos y taludes de roca in situ, adquieren formas

de escalones sucesivos (Strahler y Strahler, 1989).

• Terrazas Rocosas: son opuestas a las terrazas fluviales, conserva una capa de aluviones,

más o menos gruesa que recubre un sustrato de roca in situ (Viers, 1974). Son primitivos lechos

de inundación, situados muy por encima del nivel del río. Puede que en ellos queden marcados

las sinuosidades de los meandros, llamados meandros encajados, diferentes de los del lecho de

inundación de un río aluvial (Strahler y Strahler, 1989).

• Transporte: es el movimiento de las partículas erosionadas mediante su arrastre por el

fondo de un lecho, por suspensión o por disolución (Strahler y Strahler, 1989).

• Vertientes: área de la superficie del terreno inclinada respecto a la horizontal, se extiende

desde divisorias o cumbres hasta fondo de valles. Guían el flujo de agua bajo la influencia de la

gravedad. Todas las vertientes de una misma área, se relacionan entre ellas, para formar sistemas

de drenajes en los que el flujo de escorrentía converge finalmente en un río (Strahler y Strahler,

1989).

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APÉNDICE II

PLANILLAS DE CAMPO

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PLANILLA Nº 1 : CARACTERIZACIONES DE LAS CONDICIONES MORFOLÓGICAS DEL TRAMO EN ESTUDIO 1- TIPOLOGÍA DEL CANAL FLUVIAL (marque con X) TRAMO Nº…. Rectilineo Sinuoso

Meandriforme Trenzado 2- VARIACIÓN EN EL ANCHO DEL CANAL FUVIAL (marque con X) ∆ = ancho máximo / ancho mínimo Es la relación entre la dimensión máxima y mínima del canal fluvial en el tramo estudiado. Ancho: distancia entre margen derecho e izquierdo perpendicular a la dirección del flujo, independiente de las islas. 3-VARIACIÓN EN PROFUNDIDAD (marque con una X) Se realiza una transecta transversal al río para calcular la sección. Se basa en la apreciación visual durante la inspección a lo largo del tramo. Medir el ancho del río (por donde corre el agua) en el momento del muestreo y el ancho del bankfull (máx nivel de agua entre márgenes). La determinación depende de la variación de la profundidad en las secciones medidas

Baja Media Elevada 4- TIPO DE VALLE FLIVIAL (marque con una X)

5- ANCHO DEL BANKFULL : PROFUNDIDAD DEL BANKFULL : 6- ANCHO DEL CURSO DE AGUA: 7- PENDIENTE DEL RÍO :

Variación en ancho Refererencia Máximo Mínimo

Muy elevada > 2,00

Elevada 1,51 - 2,00

Moderada 1,26 – 1,50

Baja 1,11 – 1,25

Muy baja 1, 00 – 1, 10

Valor obtenido

Garganta Forma de V U Estrecha U Ancha No perceptible Asimétrica

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PLANILLA Nº 2 : FICHA DESCRIPTIVA DE LA LOCALIDAD EN ESTUDIO

ESTACIÓN O TRAMO Nº AUTOR FECHA

1- DATOS GENERALES RÍO

CUENCA

LOCALIDAD

ALTITUD

PUNTO GPS

ORIENTACIÓN DEL TRAMO

2- USOS DEL SUELO Y VEGETACIÓN CIRCUNDANTE AL ÁREA DE ESTUDIO (marque con X)

NATURAL AGRÍCOLA URBANO MARGEN ESTE MARGEN OESTE 3- AMPLITUD EN METROS DE LA ZONA RIPARIA EN ESTUDIO (marque con X)

1 – 5 m. 5 – 10 m. 10 - 20 m. MARGEN ESTE MARGEN OESTE 4- PENDIENTE DE LAS ORILLAS (marque con X)

Muy suave ≤ 10º

Suave 10º≤ 22.5º

Moderado 22.5º ≤ 45º

Escarpado más de

45º

Vertical = 90º

MARGEN ESTE MARGEN OESTE 5- PORCENTAJE DE CANALIZACIÓN DEL TRAMO EN ESTUDIO (marque con X)

No canalizado ≤ 25 % 25 – 50 %

50 – 75 % ≥ 75 %

MARGEN ESTE MARGEN OESTE 6- TIPO DE CANALIZACIÓN (marque con X)

Tierra compacta o Mota

Grandes piedras sueltas

Gavión Muro de cemento lateral

Muro de cemento diagonal

MARGEN ESTE

MARGEN OESTE