eva y maria

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Oh cítara mía, inventa nuevos motivos de alabanza a María Virgen. Levanta tu voz y canta la maternidad enteramente maravillosa de esta virgen, hija de David, que llevó la vida al mundo.

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Eva y Maria(Carmen 18, 1)Oh ctara ma, inventa nuevos motivos de alabanza a Mara Virgen. Levanta tu voz y canta la maternidad enteramente maravillosa de esta virgen, hija de David, que llev la vida al mundo.Quien la ama, la admira. El curioso se llena de vergenza y calla. No se atreve a preguntarse cmo una madre da a luz y conserva su virginidad. Y aunque es muy difcil de explicar, los incrdulos no osarn indagar sobre su Hijo.Su Hijo aplast la serpiente maldita y destroz su cabeza. Cur a Eva del veneno que el dragn homicida, por medio del engao, le haba inyectado, arrastrndola a la muerte.Como el monte Sina, Mara te ha acogido, pero no la has calcinado con tu fuego incombustible, porque has obrado de modo que tu hoguera no la abrasase, ni le quemara la llama que ni siquiera los serafines pueden mirar.Aqul que es eterno fue llamado el nuevo Adn, porque habit en las entraas de la hija de David y en Ella, sin semilla y sin dolor, se hizo hombre. Bendito sea por siempre su nombre!El rbol de la vida, que creci en medio del Paraso, no dio al hombre un fruto que lo vivificase. El rbol nacido del seno de Mara se dio a s mismo en favor del hombre y le don la vida.El Verbo del Seor descendi de su trono; se lleg a una joven y habit en ella. Ella lo concibi y lo dio a la luz. Es grande el misterio de la Virgen pursima: supera toda alabanza.Eva en el Edn se convirti en rea del pecado. La serpiente malvada escribi, firm y sell la sentencia por la cual sus descendientes, al nacer, venan heridos por la muerte.Y a causa de su engao, el antiguo dragn vio multiplicado el pecado de Eva. Fue una mujer quien crey la mentira de su seductor, obedeci al demonio y abaj al hombre de su dignidad.Eva lleg a ser rea del pecado, pero el dbito pas a Mara, para que la hija pagase las deudas de la madre y borrase la sentencia que haban transmitido sus gemidos a todas las generaciones.Mara llev el fuego entre sus manos y ci entre sus brazos a la llama: acerc sus pechos a la hoguera y amamant a Aqul que nutre todas las cosas. Quien podr hablar de Ella?Los hombres terrenales multiplicaron las maldiciones y las espinas que ahogaban la tierra. Introdujeron la muerte. El Hijo de Mara llen el orbe de vida y paz.Los hombres terrenales sumergieron el mundo de enfermedades y dolores. Abrieron la puerta para que la muerte entrase y pasease por el orbe. El Hijo de Mara tom sobre su persona los dolores del mundo, para salvarlo.Mara es manantial lmpido, sin aguas turbias. Ella acoge en su seno el ro de la vida, que con su agua irrig el mundo y vivific a los muertos.Eres santuario inmaculado en el que mor el Dios rey de los siglos. En ti por un gran prodigio se obr el misterio por el cual Dios se hizo hombre y un hombre fue llamado Hijo por el Padre.Mara es la vid de la estirpe bendita de David. Sus sarmientos dieron el grano de uva lleno de la sangre de la vida. Adn bebi de aquel vino y resucitado pudo volver al Edn.Dos madres engendraron dos hijos diversos: una, un hombre que la maldijo; Mara, Dios, que llen al mundo de bendicin.Bendita, t, Mara, hija de David, y bendito el fruto que nos has dado! Bendito el Padre que nos envi a su Hijo para nuestra salvacin, y bendito el Espritu Parclito que nos manifest su misterio! Sea bendito su nombre.* * * * *La cancin de cuna de Mara(Himno, 18, 1-23)He mirado asombrado a Mara que amamanta a Aqul que nutre a todos los pueblos, pero que se ha hecho nio. Habit en el seno de una muchacha, Aqul que llena de s el mundo (...).Un gran sol se ha recogido y escondido en una nube esplndida. Una adolescente ha llegado a ser la Madre de Aqul que ha creado al hombre y al mundo.Ella llevaba un nio, lo acariciaba, lo abrazaba, lo mimaba con las ms hermosas palabras y lo adoraba dicindole: Maestro mo, dime que te abrace.Ya que eres mi Hijo, te acunar con mis cantinelas; soy tu Madre, pero te honrar. Hijo mo, te he engendrado, pero T eres ms antiguo que yo; Seor mo, te he llevado en el seno, pero T me sostienes en pie.Mi mente est turbada por el temor, concdeme la fuerza para alabarte. No s explicar cmo ests callado, cuando s que en Ti retumban los truenos.Has nacido de m como un pequeo, pero eres fuerte como un gigante; eres el Admirable, como te llam Isaas cuando profetiz sobre Ti.He aqu que todo T ests conmigo, y sin embargo ests enteramente escondido en tu Padre. Las alturas del cielo estn llenas de tu majestad, y no obstante mi seno no ha sido demasiado pequeo para Ti.Tu Casa est en m y en los cielos. Te alabar con los cielos. Las criaturas celestes me miran con admiracin y me llaman Bendita.Que me sostenga el cielo con su abrazo, porque yo he sido ms honrada que l. El cielo, en efecto, no ha sido tu madre; pero lo hiciste tu trono.Cunto ms venerada es la Madre del Rey que su trono! Te bendecir, Seor, porque has querido que fuese tu Madre; te celebrar con hermosas canciones.Oh gigante que sostienes la tierra y has querido que ella te sostenga, Bendito seas. Gloria a Ti, oh Rico, que te has hecho Hijo de una pobre.Mi magnificat sea para Ti, que eres ms antiguo que todos, y sin embargo, hecho nio, descendiste a m. Sintate sobre mis rodillas; a pesar de que sobre Ti est suspendido el mundo, las ms altas cumbres y los abismos ms profundos (...).T ests conmigo, y todos los coros anglicos te adoran. Mientras te estrecho entre mis brazos, eres llevado por los querubines.Los cielos estn llenos de tu gloria, y sin embargo las entraas de una hija de la tierra te aguantan por entero. Vives en el fuego entre las criaturas celestes, y no quemas a las terrestres.Los serafines te proclaman tres veces Santo: qu ms podr decirte, Seor? Los querubines te bendicen temblando, cmo puedes ser honrado por mis canciones?Esccheme ahora y venga a m la antigua Eva, nuestra antigua madre; levante su cabeza, la cabeza que fue humillada por la vergenza del huerto.Descubra su rostro y se alegre contigo, porque has arrojado fuera su vergenza; oiga la palabra llena de paz, porque una hija suya ha pagado su deuda.La serpiente, que la sedujo, ha sido aplastada por Ti, brote que has nacido de mi seno. El querubn y su espada por Ti han sido quitados, para que Adn pueda regresar al paraso, del cual haba sido expulsado.Eva y Adn recurran a Ti y cojan de m el fruto de la vida; por ti recobrar la dulzura aquella boca suya, que el fruto prohibido haba vuelto amarga.Los siervos expulsados vuelvan a travs de Ti, para que puedan obtener los bienes de los cuales haban sido despojados. Sers para ellos un traje de gloria, para cubrir su desnudez.SermonesLa cruz de Cristo, salvacin de los hombres:Nuestro Seor, pisoteado por la muerte, la holl luego en desquite, como quien pisa con sus pies el polvo del camino. Se someti a la muerte y la acept voluntariamente, para vencer as la resistencia de la muerte. Sali nuestro Seor llevando la cruz, sometindose a las exigencias de la muerte; pero luego clam en la cruz y sac a los muertos de la regin de las sombras, contra la voluntad de la muerte.La muerte someti al Seor a travs del cuerpo humano que l tena; pero l, valindose de esta misma arma, venci a su vez a la muerte. La divinidad, oculta tras el velo de la humanidad, pudo acercarse a la muerte, la cual, al matar, fue muerta ella misma. La muerte destruy la vida natural, pero fue luego destruida, a su vez, por la vida sobrenatural.Como la muerte no poda devorar al Seor si ste no hubiese tenido un cuerpo, ni la regin de los muertos hubiese podido tragarlo si no hubiese tenido carne humana, por eso vino al seno de la Virgen, para tomar ah el vehculo que haba de transportarlo a la regin de los muertos. All penetr con el cuerpo que haba asumido, arrebat sus riquezas y se apoder de sus tesoros.Llegse a Eva, la madre de todos los vivientes. Ella es la via cuya cerca haba abierto la muerte, valindose de las propias manos de Eva, para gustar sus frutos; desde entonces Eva, la madre de todos los vivientes, se convirti en causa de muerte para todos los vivientes.Floreci luego Mara, nueva via en sustitucin de la antigua, y en ella habit Cristo, la nueva vida, para que al acercarse confiadamente la muerte, en su continua costumbre de devorar, encontrara escondida all, en un fruto mortal, a la vida, destructora de la muerte. Y la muerte, habiendo engullido dicho fruto sin ningn temor, liber a la vida, y a muchos juntamente con ella.El eximio hijo del carpintero, al levantar su cruz sobre las moradas de la muerte, que todo lo engullan, traslad al gnero humano a la mansin de la vida. Y, as, en el mismo rbol que contena el fruto amargo fue aplicado un injerto dulce, para que reconozcamos el poder de aquel a quien ninguna criatura puede resistir.A ti sea la gloria, que colocaste tu cruz como un puente sobre la muerte, para que, a travs de l, pasasen las almas desde la regin de los muertos a la regin de la vida.A ti sea la gloria, que te revestiste de un cuerpo humano y mortal, y lo convertiste en fuente de vida para todos los mortales. T vives, ciertamente; pues los que te dieron muerte hicieron con tu vida como los agricultores, esto es, la sembraron bajo tierra como el trigo, para que luego volviera a surgir de ella acompaada de otros muchos.Venid, ofrezcamos el sacrificio grande y universal de nuestro amor, tributemos cnticos y oraciones sin medida al que ofreci su cruz como sacrificio a Dios, para enriquecernos con ella a todos nosotros .(Sermn sobre Nuestro Seor, 3-4.9; Liturgia de las Horas)Comentario sobre el DiatssaronLa segunda venida de Cristo:Con la ltima venida pasar algo semejante a lo que pas con la primera.As como los justos y los profetas esperaron al Mesas pensando que se haba de manifestar en su tiempo, tambin hoy cada uno de los cristianos desea que llegue en sus propios das. Cristo no revel el da de su venida, principalmente por esta razn: para que todos comprendieran que aquel a cuyo poder y dominio estn sometidos los nmeros y los tiempos no est sujeto al destino ni a la hora. Pero el que desde toda la eternidad haba determinado este da y describi detalladamente las seales que lo precederan cmo poda ignorarlo? Por eso con aquellas palabras invit a considerar sus seales, para que, desde entonces y para siempre, las generaciones de todos los siglos pensaran que su venida podra acontecer en su tiempo .Estad en vela, porque cuando el cuerpo duerme es nuestra naturaleza la que domina y obramos no guiados por nuestra voluntad, sino por los impulsos de nuestra naturaleza. Y cuando un pesado sopor, por ejemplo, la pusilanimidad o la tristeza, domina al alma, sta es dominada por el enemigo y, bajo los efectos de ese sopor, hace lo que no quiere. Los impulsos dominan a su naturaleza y el enemigo al alma.Por lo tanto, el Seor recomend al hombre la vigilancia de todo su ser: del cuerpo, para que evitara la somnolencia; del alma, para que evitara la indolencia y la pusilanimidad como dice la Escritura:Despertaos, como conviene; y: Me levant y estoy contigo; ytambin:No desfallezcis.Por eso, investidos de este ministerio, no sentimos desfallecimiento.Para que los discpulos no le preguntaran sobre el tiempo de su venida, Cristo les dijo:Por lo que se refiere a aquella hora, nadie sabe nada; ni los ngeles del cielo ni siquiera el Hijo. No toca a vosotros conocer el tiempo y la ocasin.Lo ocult para que estemos prevenidos y para que cada uno de nosotros piense que ello puede tener lugar en su propio tiempo. Pues si Cristo hubiera revelado el da de su venida, sta se hubiera tornado un acontecimiento indiferente y ya no sera un objeto de esperanza para los hombres de los distintos siglos. Dijo que vendra, pero no dijo cundo, y por eso todas las generaciones y pocas lo esperan ansiosamente.Aunque el Seor estableci las seales de su venida, sin embargo, en modo alguno conocemos con exactitud su trmino; pues estas seales aparecen de muy distintas maneras y pasan, y algunas de ellas todava perduran.(18, 15-17; Liturgia de las Horas)