“euskadi ciudad global y la nueva gobernanza … · que ayer y hoy han estado más que...
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“Euskadi Ciudad Global y la Nueva Gobernanza
Territorial”
ALBERTO ALBERDI LARIZGOITIA
Departamento de Industria, Comercio y Turismo
Gobierno Vasco
Mesa redonda del curso
Ciudades Región Globales. El nuevo papel de las autoridades
urbanas y regionales en la gestión de las políticas públicas
Donostia-San Sebastián, 2 de julio de 2004
Mis primeras palabras tienen que ser de agradecimiento por la invitación a
estar presente en esta mesa redonda que cuenta con tan distinguida
participación. Les confieso que yo no he sido ajeno a la idea de organizar
este Curso, pero créanme que eso no explica mi presencia hoy aquí ni
tampoco me impide felicitar a la Dirección de Economía y Planificación por el
acierto en el planteamiento de una iniciativa que sitúa a Euskadi a la cabeza
de la reflexión europea en un campo que no va a dejar de crecer en
importancia en el inmediato futuro.
Parece evidente que nuestro cometido aquí no es el repetir conceptos sino
aplicarlos a la realidad vasca. Por eso creo que lo que debemos hacer es
subirnos a hombros de esos gigantes de la geografía y la economía política
que ayer y hoy han estado más que cumplidamente representados aquí para
tratar de arrojar luz sobre el papel de Euskadi como en la presente ola de
globalización.
Como yo me considero dentro de este debate desde hace algún tiempo, y el
tiempo es limitado voy a entrar de lleno en la polémica, trayendo a colación
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algunas ideas expresadas por Michael Keating1 en sus escritos de forma algo
provocadora (no necesariamente en la intervención de esta mañana y
ciertamente refiriéndose a las visiones más extremas como las de Kenichi
Omahe): ¿Son las ciudades región globales un mito cuya adopción por las
élites locales forma parte del proceso de invención de las regiones? ¿Forma
parte el modelo de la región competitiva de la misma construcción
ideológica?
Bien yo creo que el nuevo regionalismo y el nuevo modelo competitivo
responden a dos realidades incontestables allí donde hay regiones
consolidadas y estados federales, allí donde hay naciones sin estado con
marcada identidad, como Euskadi, e incluso empieza a serlo allí donde
todavía impera un centralismo que se revela como un obstáculo serio al
desarrollo económico.
Una cosa es que exista una relativa autonomía entre la esfera económica y
la política, algo que es cierto, pero no lo es menos que el nuevo regionalismo
y el nuevo modelo competitivo son realidades tan tozudas como en su día lo
fueron la construcción de los mercados nacionales y el modelo de regulación
fordista imperante hasta hace muy pocos años.
Quiero decir con esto que las construcciones políticas no podrán ignorar a las
fuerzas del desarrollo, no sin costes evidentes en términos de progreso y
bienestar. Y en sentido contrario, que las demandas del modelo económico
tienen que influir sobre el modelo institucional.
Esto lo sabemos muy bien en Euskadi pues la historia nos muestra un largo
proceso de arrumbamiento del autogobierno foral por las embestidas de un
liberalismo decimonónico que esgrimía la fuerza de la construcción del
1 Michael Keating (2001): “Governing Cities and Regions: Territorial Reestructuring in a Global Age”. Incluido en Global City-Regions. Trends, Theory and Policy, Editado por Allen J. Scott, Oxford University Press.
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mercado nacional. Y al mismo tiempo la experiencia vivida en los ochenta y
noventa nos ha confirmado la enorme contribución de unas instituciones
enraizadas en la realidad de Euskadi para llevar a cabo una transformación
exitosa de la economía.
Es muy difícil ir contra las fuerzas del desarrollo, que ayer soplaron en una
dirección y hoy lo hacen en otra muy distinta. Hasta tal punto es así que
creo que esa misma dialéctica entre economía y política acaba
transformando a ambas y que incluso el mismo discurso ideológico no va a
permanecer ajeno a esa realidad. Bueno, es posible que algunos discursos lo
hagan pero eso sólo significará que caminan con diez o veinte años de
retraso.
Yo apunto pues a esa interacción entre economía y política, una interacción
que es tan intensa que no sorprende que algunos desde una perspectiva
institucional llegan incluso a sugerir que no cabe distinguir entre ambos
campos y que hablar de economía y de política es en definitiva hablar de
instituciones en la que ambas realidades se encarnan.2
GLOBALIZACIÓN Y REGIONES
Es lo mismo que pasa con la propia globalización que nos trae tan de
cabeza. En sí misma es un proceso político: los estados directamente y a
través de los organismos internacionales (lo que genera una dinámica algo
diferente que tiene sus particularidades) deciden acabar con las barreras
financieras y comerciales. Ahora bien ¿Es que eso no tiene nada que ver con
la tecnología y la economía? Evidentemente cada globalización tuvo su
correlato con la tecnología y los mercados del momento. La actual tiene en
común con el imperialismo del siglo XIX que está espoleada por la misma
eterna búsqueda de las ventajas en costes y de la ampliación de los
mercados, por más que hoy se use el consenso de Washington
(liberalización, privatizaciones y ajuste del gasto) en lugar de la cañonera
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del comodoro Perry. Pero lo que la diferencia de manera fundamental tiene
precisamente que ver con una tecnología que ha hecho progresar la
movilidad y, sobre todo, la comunicación y la información para favorecer el
funcionamiento de las economías y las empresas en red y permitir la toma
de decisiones en tiempo real en todo el planeta.
Esto creo yo que es lo más relevante, porque los otros aspectos son ecos del
pasado: hoy se pueden mostrar cifras que dicen que la apertura comercial
de muchas economías e incluso los flujos de capitales fueron tan intensos en
la globalización imperialista del siglo XIX como ahora, aunque es verdad que
no entonces no existían tantas empresas multinacionales y que nuevas
economías se incorporan ahora a los flujos de comercio. Y de la misma
manera se puede decir que lo que tomamos como asombrosa paradoja
actual, esto es, que cuando el mercado se vuelve global se reafirma la
importancia de lo local, no es sino un retorno a la situación previa al inicio
de la andadura del proceso de creación de los estados nacionales, por eso
algunos han hablado del retorno de la Edad Media.
Por todo lo anterior, la globalización actual tampoco es completa sino que
sigue siendo desigual: intensa para aquello que es digitalizable y, ahí entra
algo tan importante como el dinero, alta para algunas mercancías, limitada
para las personas e inexistente para muchos bienes y servicios. Esto
responde a razones objetivas de la naturaleza de las distintas producciones,
pero de manera fundamental a la dirección del proceso político que está
transformando las instituciones nacionales e internacionales.
La cuestión es que esa transformación institucional hacia afuera promovida
por los estados se vuelve en forma de boomerang hacia su interior a través
de una presión desde la base regional que demanda transformar las
2 Mari-Laurie Djelic and Sigrid Quack ( Ed.) (2003): “Globalization and Institutions”, Edward Elgar.
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instituciones internas.3 ¿Por qué? Porque las regiones se han convertido en
los motores de la economía global.
Aquí, después de lo avanzado del curso les supongo conocedores de los
principales argumentos y conceptos que hay detrás de esa afirmación: del
cambio del modelo fordista a la producción flexible y a la incertidumbre de
un mundo abierto, de que la productividad depende de la participación en las
nuevas redes y de las ligazones espaciales, de esas untraded
interdependencies de las que habla el profesor Storper o del sinekismo del
profesor Soja, de las economías externas que se encuentran en el interior de
los clusters, y de que en ese mismo clima de proximidad es donde se
produce el aprendizaje, la innovación y el desarrollo de la economía del
conocimiento.
Esto es el nuevo regionalismo, que aunque el profesor Keating lo ponga en
duda lleva aparejado un nuevo modelo competitivo. Pero claro se trata de
entender bien cuáles son las bases de ese modelo. En el modelo tradicional
de la ventaja comparativa en el comercio internacional parecía existir un
lugar para todos mediante una especialización guiada por la abundancia
relativa de factores (el vino y el algodón del ejemplo de Ricardo). Muchos
economistas ortodoxos están descubriendo ahora al calor de la globalización
lo que insignes postkeynesianos como Paul Davidson llevan décadas
diciendo: que la ventaja comparativa ricardiana es la traslación a la esfera
internacional de los postulados de la ley de Say, y que cuando existen
movilidad de factores y recursos ociosos lo que rige es la ventaja absoluta.
3 Eso se ve claro en la experiencia autonómica española, que siendo inicialmente una respuesta a las aspiraciones nacionales de Euskadi y Cataluña, se trató de diluir a través de la generalización del Estado Autonómico con el resultado de que hoy, parafraseando al propio Keating, coexisten regiones políticas (aquellas que en el que el sentimiento de identidad conduce a valorar las cosas por su impacto en ellas) y regiones administrativas (unidades apropiadas para la instrumentación de políticas y la prestación de servicios). En realidad la dinámica del Estado se traduce en permanentes intentos de reducir a las naciones políticas a regiones administrativas, al tiempo que estas últimas evolucionan siguiendo el camino marcado por las primeras, porque comprenden la funcionalidad de ese desarrollo institucional para su desenvolvimiento en la economía global.
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Por eso por muy de moda que esté el asunto de las deslocalizaciones, no es
posible atribuir ese fenómeno a la globalización, cuando en realidad se
deriva de los supuestos de un modelo que ha estado vigente durante
muchas décadas en los mercados nacionales, y a nivel internacional en la
medida en que no existieran barreras ni plena ocupación. La diferencia ahora
reside en que las regiones compiten globalmente y que las otrora
desigualdades regionales estatales se proyectan también hacia la esfera
internacional. Por eso mismo las propias ciudades globales se convierten en
espejo de las enormes desigualdades que existen a escala planetaria,
reproduciendo una geometría fractal que tan bien ha ilustrado Edward Soja
en sus análisis de Los Angeles.4
Con el tema de las deslocalizaciones en su apogeo se comprueba que el
factor costes laborales menores tiene un atractivo irresistible. En realidad se
trata del retorno de una vieja historia muy debatida en los años setenta,
sobre todo por la literatura de inspiración marxista bajo la etiqueta del
intercambio desigual, por Arghiri Emmanuel, Samir Amin, Christian Palloix y
otros. Entonces se responsabilizaba a las multinacionales ubicadas en países
en desarrollo como ejemplo de explotación, usando un oscuro aparato
conceptual marxista que en realidad lo que quería decir era algo tan sencillo
como que aquellas industrias de alta productividad se beneficiaban al
retribuir a los trabajadores de acuerdo con las productividad media de los
países de acogida y no de sus plantas. A mi me sorprende ver cómo
eminentes geógrafos como Edward Soja todavía sostienen esa visión de la
relación centro periferia que insiste en ver en las desigualdades de salarios y
productividad el verdadero motor de la economía capitalista.5
La visión de los costes laborales es un señuelo equivocado: la dinámica
permanente hacia la diferenciación y hacia la igualación es parte del núcleo
4 Edward Soja (2000): “Postmetropolis.Critical Studies on Cities and Regions”. Blackwell Publishing.
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de la competencia tradicional, incide en la posición relativa de las empresas
pero en conjunto es un juego de suma cero que ni explica el incremento de
la productividad ni el nacimiento del beneficio. Lo realmente importante son
dos motores ajenos a esa concepción que son los incentivos para la
innovación y el mercado. Por eso más que apoyarse en Ernest Mandel yo
hubiera recomendado recordar a Rosa Luxemburg o directamente al propio
Marx o a Adam Smith.
Y es que la nueva competencia es otra cosa; por más que sorprenda a más
de uno lo que se redescubre con el retorno de la ventaja absoluta es la vieja
competencia depredatoria llevada a un mundo sin barreras. En el fondo la
vieja economía ortodoxa que definiera Lionel Robbins como la que se ocupa
de la asignación de recursos escasos entre fines alternativos; o en palabras
llanas, producir allí donde sea más barato.
No es lugar para extenderse, pero si hay nuevo regionalismo y nueva
competencia, es también porque hay nueva economía, que en mi opinión
cabe asociar a la visión postkeynesiana y su énfasis en la producción y la
productividad y no en los recursos escasos. Creo que como en otros muchos
aspectos esta nueva economía se comienza a imponer sin un reconocimiento
expreso a sus figuras señeras, entre las que en el presente caso habría que
citar la de Luigi L. Pasinetti. Esto es lo que sugiere cuando menos el reciente
éxito de las propuestas de William Baumol6 de que la verdadera
potencialidad de la economía empresarial reside en la búsqueda del progreso
tecnológico y la innovación y no como antes se creía en la competencia
destructiva. O en el ámbito empresarial, la última elaboración de Michael
Porter que llama ahora competencia estratégica, y que se puede definir
como la búsqueda de una posición única que no sea replicable por el
mercado, y que se consigue a través de elecciones diferenciadoras a lo largo
5 Véase el capitulo 4 de Edward Soja (2003): “Postmodern geographies. The Reassertion of Space in Critical Social Theory”. Verso.
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de toda la cadena de valor, esto es a través de la actividad innovadora. Esta
competencia a diferencia de la vieja, ya no consiste en un juego de suma
cero, sino que es un juego de suma positiva porque los aumentos de la
productividad expanden la tarta y las posibilidades de consumo. Además el
nuevo juego competitivo tiene como caldo de cultivo el nuevo regionalismo
con las notas distintivas citadas antes, y en definitiva el reconocimiento de
que los sistemas de innovación son hoy sistemas regionales y no sistemas
estatales que resultan inadecuados para la nueva competencia estratégica.
Por eso precisamente en ese mundo las regiones han descubierto que la
incesante búsqueda de costes más bajos es un camino hacia ninguna parte.
EUSKADI CIUDAD-REGIÓN GLOBAL
El análisis del fenómeno que nos ocupa comenzó por las ciudades: primero
en los lejanos años sesenta con las World Cities de Peter Hall y en su
conceptualización actual a partir de los ochenta con las Ciudades Globales de
Saskia Sassen. Como es conocido, de cara a esa identificación del papel de
nodos de coordinación de la economía global que caracteriza a las ciudades
globales juega un papel destacado la presencia de servicios financieros y
otros servicios avanzados a empresas, que desde entonces han sido
profusamente utilizados para seleccionar a las ciudades globales.
Obviamente, el tamaño es un factor explicativo fundamental de las ciudades
globales pero no lo es todo, ya que no impide que ciudades no muy grandes,
como Singapur, sean piezas claves en el sistema mundial formando parte de
las diez ciudades de primer nivel.7 Lo que si resulta evidente es que
atendiendo a este enfoque Euskadi, Bilbao más exactamente como metrópoli
principal, no figura en los rankings habituales, no ya de primer nivel sino de
segundo (Madrid figura entre las once de este nivel) o incluso entre las
treinta y cinco de tercer nivel, que incluye a Barcelona y que detecta al
menos signos de formación de una ciudad global. Dicho sea de paso, en ese
6 William Baumol (2003): The Free-Market Innovation Machine: Analyzing the Growth Miracle of Capitalism Princeton University Press.
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bloque no están nuestras vecinas Burdeos, Oporto ni Toulouse, pero sí otras
como Lisboa, Amberes, Edimburgo, Leeds, Lille, Glasgow, Bolonia,
Manchester, Birmingham… a muchas de las cuales Bilbao podría aspirar a
equipararse. Otro indicador de la posición de Bilbao nos la da su lugar
trigésimo segundo entre las ciudades europeas más adecuadas para los
negocios, muy lejos de Barcelona, sexta, y Madrid, séptima.8
Aunque no cabe descartar que en breve Bilbao se introduzca en esos
rankings, es verdad que todavía son débiles las señales de emergencia de
uno de esos hub de interconexión de la economía local y la global al igual
que lo son también los flujos de personas y conocimiento con las ciudades
globales.
Sin embargo, la nueva conceptualización de las ciudades-región que ha
emergido a finales de los noventa de la mano de Allen J. Scott y Michael
Storper supone un cambio cualitativo de enorme trascendencia, que sirve
para racionalizar y comprender mejor una realidad como la vasca. Como
dice Saskia Sassen9 mientras las ciudades tienen más que ver
fundamentalmente con el poder y la presencia de servicios avanzados y son
más proclives a las desigualdades, las ciudades-región engloban a una base
económica más amplia que protagoniza la competencia internacional de la
industria y que va asociada con una más amplia distribución de los
beneficios de la globalización. Lo cierto es que mientras el origen de las
ciudades globales está a menudo ligado al poder político y a la función de
capitalidad y centro de coordinación del mercado nacional, las nuevas
ciudades-región surgen de la actividad económica concentrada
7Véase al respecto el studio de J.V. Beaverstock, R.G. Smith and P. J. Taylor: “A Roster of World Cities”. http://www.lboro.ac.uk/gawc/rb/rb5.html. 8 European Cities Monitor 2002.Cushman&Wakefield, Healey & Baker. http://www.cushmanwakefieldeurope.com/global/en/ECM2002forweb.pdf 9 Saskia Sassen (2001): “Global Cities and Global City-Regions: A Comparison”. Incluido en Global City-Regions. Trends, Theory and Policy, Editado por Allen J. Scotr, Oxford University Press.
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territorialmente, y por ello la forma en que se insertan en las redes globales
también responde a lógicas diferentes.
A primera vista Euskadi como país industrial abierto al exterior y con un
sistema policéntrico o polinuclear de ciudades parece que encaja bien en
esta reciente conceptualización que a medida que avanza la globalización
está llamada a adquirir una progresiva importancia. Pero claro, además de
esa percepción a primera vista habría que contrastar con datos si realmente
la economía vasca responde a ese modelo de región global.
La primera característica de una ciudad-región tiene que ver con sus
relaciones económicas con el exterior como manifestación de su inserción en
la competencia global, lo que nos remite en concreto al comercio y a los
flujos de inversiones.
En cuanto al comercio, lo primero que hay que decir es que las
exportaciones vascas de bienes y servicios representan ahora en torno al
65% del PIB del cual 30 puntos corresponden al extranjero y 35 al resto del
Estado. Como tantas veces se afirma, las relaciones de las regiones globales
con sus mercados nacionales de origen continúan siendo importantes sin
duda: el mercado español es más importante que todo el resto de países.
Ahora bien, es conveniente poner en perspectiva estos datos; y así si
tomamos la serie de Cuentas Económicas que arranca desde 1980 vemos
que durante ese periodo se ha reducido la tasa de exportaciones debido a
que el porcentaje del resto del Estado se ha visto minorado en unos 25
puntos en tanto el internacional aumentaba en unos cinco. Esa es sin duda
una transformación notable, máxime si se tiene en cuenta que en esos
veintidós años el sector terciario ha aumentado más de diez puntos su peso
en el valor añadido, lo que ha debido influir en una menor apertura exterior.
Además de constatar la propensión exportadora de Euskadi y su evolución,
es de interés señalar también que Euskadi figura dentro del grupo de
Comunidades Autónomas de alta propensión exportadora con niveles
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similares a Cataluña, Aragón y Galicia, dentro de un ranking que encabeza
Navarra y en el que Valencia, Murcia y Castilla-León figuran más atrás pero
también están por encima de la media del Estado. Es llamativo el hecho de
que la gran ciudad-región de Madrid, cuyo éxito económico no tiene
parangón en la geografía económica de España, tan sólo tiene una
propensión exportadora sobre PIB del 12%, lo que confirma su papel de
ciudad global de alto nivel, con un sector terciario que casi alcanza el 80%
del PIB, muy por encima de su carácter de región global.
En materia de inversiones exteriores, es conocido que existe una gran
concentración en Madrid, tanto de los flujos de entrada como de salida, y
que esto no es ajeno al efecto de las sedes sociales. La distribución está tan
sesgada que se puede decir que sólo Cataluña y en menor medida Euskadi y
Aragón y alguna otra Comunidad según los años mantienen unos
porcentajes de participación que se aproximan al peso de sus economía en el
Estado. En el caso vasco concretamente, tomando la media del periodo
1993-2003, se obtiene un porcentaje cercano al 4% para las inversiones
brutas efectivas en Euskadi y del 8% para las inversiones vascas en el
exterior.
En los años recientes, ha habido además mayor confusión en torno al
comportamiento de las inversiones por las constantes modificaciones de las
estadísticas y por el salto que tuvo lugar en 1999 en el que se inició un
boom de operaciones financieras a través de entidades tenedoras de valores
que nada tenían que ver con genuinas inversiones directas o greenfields . De
cualquier manera, puede decirse que los datos de la última década vienen a
confirmar un discreto papel de la inversión exterior en la economía vasca, ya
que la que la inversión bruta foránea ha supuesto en torno a un 1,6% del
PIB vasco.
Está bien soñar con la vía irlandesa, y no cabe duda de que muchas de las
Comunidades que gozan de una alta propensión exportadora se lo deben a
inversiones exteriores de gran impacto en sus economías; pero ese es un
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modelo que tiene sus riesgos como se está haciendo patente ahora (en
cierto sentido Álava es nuestro pequeño ejemplo que se aproxima a ese
modelo, aunque afortunadamente su tejido industrial se ha diversificado en
la última década). Dicho en otras palabras, tener un desarrollo endógeno
basado en empresas arraigadas en el Pais tiene sus indudables ventajas
como se ha demostrado en la experiencia de superación de la gran crisis
económica y como creo se va demostrar en la presente ola de globalizacion.
Ahora que se habla tanto de sostenibilidad pensando en el medio ambiente,
sería bueno también aplicar el mismo concepto al modelo de crecimiento y
no quedarse sólo en los resultados de comercio exterior durante un periodo
determinado.
Por eso haríamos bien en fijarnos no sólo en las inversiones extranjeras y
atender también a nuestras inversiones en el exterior, que son un activo
fundamental de nuestra economía, como voy a tratar de argumentar a
continuación.
Antes hacíamos referencia a que el proceso de globalización es político pero
se ve favorecido por la búsqueda de ventajas en costes y por la ganancia de
mercados.
Quiero hacer una reflexión para subrayar este último aspecto antes de iniciar
el análisis de la proyección exterior de la economía vasca. Para comenzarlo,
valga el ejemplo de la nueva revolución digital que estamos viviendo, en la
que el acceso a los mercados ha sido casi instantáneo ya que es una
característica propia del espacio digital la de conformar una unidad accesible
de inmediato. Por eso no es de extrañar el estallido de las punto.com, unas
empresas que de la noche a la mañana se vuelven globales con los mismos
costes fijos y con unos costes variables decrecientes y a veces despreciables
a partir de cierto nivel.
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Pero en este caso la tecnología nos puede obscurecer la verdadera esencia
de la magia del negocio que no es otra que el mercado. Adam Smith llamó la
atención sobre cómo el tamaño del mercado permite la especialización y con
ello ganancias de productividad. Pero es que además el crecimiento del
mercado es el que determina los beneficios empresariales como bien
muestra el ejemplo extremo de las empresas de Internet. Esta es una
historia conocida, porque el mismo estallido se vivió en la anterior
revolución: los algodoneros de Manchester inundaron el mundo con sus
productos logrando fabulosas acumulaciones de capital en cortos periodos de
tiempo.10
La economía vasca de reducida dimensión también está sujeta a la regla de
los mercados: históricamente ligada a los mercados del norte de Europa y en
su etapa más reciente a la construcción del mercado nacional español, que si
bien ayudó a arruinar sus instituciones de autogobierno contribuyó al
nacimiento de empresas de cierto tamaño que luego con la apertura de
mercados fueron capaces de navegar en el exterior y de competir en Europa
después de la adhesión.
Las empresas son por naturaleza globales – salvo aquellas que tienen una
dimensión local o de proximidad. Otra cosa es que por las instituciones que
regulan su funcionamiento en los mercados, por su gestión y competitividad
lleguen efectivamente a serlo.
Por eso vamos a echar un vistazo a la realidad actual del Pais Vasco
basándonos en el estudio “Las empresas vascas frente a los mercados
exteriores” publicado en 2003 por el Departamento de Industria, Comercio y
Turismo del Gobierno Vasco, a través del cual podemos analizar algunos
rasgos de tres grupos de empresas: las no exportadoras, las exportadoras y
las que tienen implantaciones exteriores.
10 Eric Hosbawm (1997): “La era de la revolución: 1789-1848”. Editorial Crítica.
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Empresas no exportadoras
De acuerdo con el mismo de las 6.135 empresas que figuran en el Catálogo
Industrial y de Exportadores (CIVEX) de 2002, 3.644 son no exportadoras,
es decir, en torno a un 60% . Lo interesante de ese grueso de empresas que
no tiene actividad exportadora, es que sólo un 17% son locales, mientras
que un 24% tiene como ámbito la economía vasca y un 58% el Estado.
Parece claro que no hay motivo para que la empresa que no es local, no sea
internacional, por lo que en realidad volviendo otra vez a los porcentajes
totales podríamos decir que un 40% son empresas exportadoras pero que
un alto porcentaje del resto podría serlo. Hecho que se confirma porque esas
mismas empresas confiesan en casi una tercera parte que algunos de sus
competidores exportan y que la mitad de ellas experimenta la competencia
internacional.
Bien no es cuestión de analizar ahora cuáles son las barreras que
experimentan esas empresas para acceder a los mercados exteriores, que
basculan entre la apelación al tamaño (el 70% tiene menos de 20
trabajadores) y otro conjunto de factores que revelan una impotencia de
fondo que les hace sentirse incapaces de abordar el desafío.
Empresas exportadoras
Se trata de un colectivo importante, como decíamos casi del 40% incluyendo
además las que tienen implantaciones, en el que sorprendentemente hay
una presencia importante de empresas pequeñas: el 79% tiene menos de 50
trabajadores y un 50% menos de 20, y un colectivo significativo que cuenta
con una experiencia reciente en materia internacional: frente a un 40% de
veteranos hay un grupo con peso algo superior que lleva menos de 10 años
de actividad exportadora, de ellos cerca de la mitad con una apenas un
lustro o menos de experiencia.
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Empresas con implantaciones exteriores
Se trata del último paso de la proyección internacional de las empresas, en
el que se encuentran un colectivo de 426 empresas, que mayoritariamente
cuentan con implantaciones comerciales, y con un colectivo cercano al
centenar que tienen 184 implantaciones productivas y que son las
multinacionales vascas.
Cómo son y dónde están, desde cuándo y porqué estas multinacionales
vascas son las preguntas clave para entender la vocación global de la
economía vasca.
Bien, lo primero que hay que señalar es que no son en general empresas
grandes: sólo un 22% tiene más de 250 trabajadores y la mayoría de ellas
pertenecen al estrato de entre 50 y 250 empleos. Se ubican
preferentemente en América (55%) y en la Unión Europea (30%) y
residualmente en el resto de Europa y en Asia. Además se trata de
implantaciones recientes, porque más de un 70% llevan menos de 10 años y
de ellas la mitad menos de cinco. En cuanto a las razones, se han
internacionalizado no por la búsqueda de ventajas en costes salariales sino
por dos razones fundamentales: por la necesidad de situarse próximo a los
clientes y para aprovechar oportunidades de negocio.
Un ejemplo paradigmático de esa radiografía de la empresa vasca y los
mercados exteriores la da el grupo Mondragón Corporación Cooperativa, que
tiene un destacado protagonismo en las estadísticas anteriores y que es el
grupo empresarial vasco por excelencia.
Un breve repaso de sus cifras nos sirve no sólo como ejemplo sino también
para completar la perspectiva anterior con la del empleo implicado en esas
184 implantaciones productivas. De hecho, alrededor de una quinta parte de
esas implantaciones corresponden a MCC. En estos momentos la
Corporación Cooperativa tiene una plantilla de algo más de 68.000
trabajadores, cuando tan sólo hace una década tenía algo más de 25.000.
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EMPLEO Y SU DISTRIBUCION GEOGRAFICA DEL GRUPO MONDRAGON
CORPORACION COOPERATIVA
Fuente: www.mcc.es
Aunque el empleo del grupo en Euskadi ha crecido regularmente, es obvio
que esa vertiginosa expansión ha sido posible por la fuerte proyección
exterior de MCC, tanto en el resto del Estado, principalmente de la mano del
grupo de distribución, como internacionalmente gracias a las implantaciones
industriales. En la actualidad MCC tiene un 12% de su empleo en el
extranjero con siete delegaciones corporativas, 93 comerciales y 37 plantas
productivas: en Alemania (2), Reino Unido (3), Italia (2), Francia (4),
Polonia (1), República Checa (4), Turquía (1) y Rumania (1) dentro de
Europa; en Mexico (3) y Brasil (5) en el continente americano; y en China
(6), India (2), Tailandia (1) dentro de Asia,y finalmente en Marruecos (2) en
el Norte de África.
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Es decir que MCC representando una quinta parte de las implantaciones
tiene en torno a 7.000 trabajadores en el extranjero, lo que nos sugiere que
la dimensión de la internacionalización vasca puede alcanzar un porcentaje
cercano al 4% del empleo total de nuestra economía, o a un 14% del
empleo industrial, comparación que parece todavía más pertinente.
Y lo que es más llamativo todavía, en el plan estratégico para el 2008, MCC
prevé 17 nuevas implantaciones productivas en el exterior y doblar la cifra
actual de participación de la fuerza laboral del extranjero y las ventas
debidas a la producción exterior. Todo ello al tiempo que prevé también
elevar la participación de las ventas internacionales en las ventas totales
desde el 50% al 60%.
En definitiva, como hemos visto en el caso de las empresas vascas, aunque
la historia pesa y se hace patente la dependencia de la senda de una larga
etapa dominada por el mercado estatal, se detecta una clara tendencia de
cambio profundo hacia una vocación internacional. En realidad, hemos
comprobado que la proyección exterior de la empresa es un proceso de
aprendizaje, una carrera que comienza por la iniciación a la exportación,
sigue por las implantaciones comerciales y termina por las implantaciones
productivas. Y lo que es más importante que se trata de un proceso muy
reciente, especialmente en lo que a implantaciones productivas se refiere,
que comienza a ser visible y que nos lleva a contemplar con relativismo las
propias tendencias del comercio exterior y que justifica comenzar a hablar
también de Euskadi como ciudad-región global.
O mucho me equivoco o esta es una realidad que todavía no es percibida y
comprendida no ya por la ciudadanía sino por actores significativos del
escenario económico y sobre todo del político. Pero se trata de una realidad
que debe tener hondas implicaciones para las políticas públicas, cuestión que
vamos a abordar a continuación.
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LA GOBERNANZA DE EUSKADI CIUDAD-REGIÓN GLOBAL
Yo me imagino que hay alguna intencionalidad en el uso de la palabra
gobernanza, y que aunque está rodeada de una polémica enorme por la
pluralidad de significados con la que a veces se usa, se sugiere como un
concepto útil para enmarcar nuestra reflexión sobre el gobierno de las
ciudades-región globales.
Desechando visiones que reducen el concepto al predominio del mercado,
con las que se acaba por identificar por gobernanza algo parecido al
consenso de Washington, creo que lo que a todos nos sugiere es un acción
de gobierno que tiene en cuenta la participación del sector privado y de la
sociedad civil y que se caracteriza por la transparencia y la rendición de
cuentas. La Academia de la Lengua ha adoptado una definición que va en
esa línea: “manera de gobernar que se propone como objetivo el logro de un
desarrollo económico, social e institucional duradero, promoviendo un sano
equilibrio entre el Estado, la sociedad civil y el mercado de la economía”.
Bajo esta idea de la gobernanza, la primera reflexión que cabe hacer es que
llevarse a la práctica se precisan ámbitos territoriales reducidos y que en tal
sentido Euskadi parece un marco propicio de esta forma de concebir las
políticas públicas. En segundo lugar, mirando a nuestra propia experiencia
no creo que se puede sostener que esa idea de gobernanza se acabe
transformando en un gobierno de las empresas, que es la crítica que más
frecuentemente se oye.
El sistema tiene el riesgo de adoptar un sesgo corporativista en todas las
políticas y también es cierto que se deja sentir la presión desde la base;
pero el gran desarrollo de las políticas sociales en Euskadi en los últimos
años demuestra que participación privada no tiene nada que ver con un
gobierno de las empresas.
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Además de referirnos al cómo de las políticas, hay que referirse al qué y al
quién; es decir, a las políticas y la forma de implementarlas que precisan las
regiones globales, y específicamente Euskadi, para su desenvolvimiento en
el nuevo entorno.
Antes de entrar en cuestiones concretas, me parece conveniente hacer dos
apuntes para enmarcar el tema de la gobernanza, siguiendo de cerca
algunas de las ideas de Allen J. Scott11. El primero es una referencia a la
dependencia de la senda, para recordar que Euskadi, como otras naciones o
regiones globales, está encerrada en su propia trayectoria histórica y tiene
que enfrentarse a la competencia mundial de otros espacios construyendo a
partir de esa realidad. La segunda, que ni el Estado, ni tampoco las
instituciones de la Unión Europea, suponen un muro de protección frente a
los desafíos del exterior, porque los mercados son abiertos, las normas de
competencia inapelables y lo más que se puede esperar de esas instancias
es el funcionamiento de mecanismos de aseguramiento compartidos ante
circunstancias de adversidad.
Yo creo que nuestro éxito en la transformación económica de los últimos
veinticinco años se debe a una comprensión bastante cabal de este marco de
funcionamiento. Un marco que demanda una dirección estratégica del
desarrollo con una búsqueda permanente de la definición y construcción del
futuro en la que todos los instrumentos y políticas deben adaptarse a la
singularidad de la condiciones de nuestra economía y nuestra sociedad. Esto
es lo que podríamos denominar un modo de regulación económica y social
regional cuyo alcance podría explicarse a través de los puntos siguientes:
11 Allen J. Scott (1998): “Regions and the World Economy. The Coming Shape of Global Production, Competition, and Political Order”. Oxford University Press.
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1. Poder político y de regulación para favorecer el desarrollo de servicios
avanzados ligados a las funciones de control de la ciudad-región
global.
2. Desarrollo y gestión de las infraestructuras para configurar
definitivamente como ciudad nuestro sistema polinuclear de capitales
y para integrar la misma en las redes internacionales.
3. Desarrollar un sistema propio de educación y formación en todos sus
niveles y grados, incluido el aprendizaje a lo largo de toda la vida,
como base de la nueva sociedad del conocimiento.
4. Capacidad para desarrollar un sistema de innovación regional pegado
al territorio a sus empresas y agentes.
5. Promoción y regulación de la producción y de su internacionalización.
6. Regular un sistema de relaciones laborales que responda a la nueva
dinámica región-mundo y no al carácter unitario del viejo Estado.
7. Capacidad de ordenar la protección social de una forma integrada y
que responda a la dinámica social específica de Euskadi.
8. Participar en la en la solidaridad interpersonal en el ámbito del Estado
y en la definición de los niveles e instrumentos de solidaridad
interterritorial para promover el desarrollo económico y la cohesión
social entre las regiones europeas.
9. Definir los mecanismos de aseguramiento mutuo y cobertura de
riesgos basados en las regiones, preferiblemente a escala europea.
10. Desarrollar la cooperación y las relaciones interregionales a
escala global.
Cada una de estas líneas de desarrollo de las políticas públicas o de la
gobernanza forma indudablemente parte de la experiencia reciente, con sus
éxitos y con sus debilidades, que podrían ser hoy aquí objeto de debate.
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Creo que parte de esa di rección estratégica basada en la reflexividad y la
capacidad de construir futuro consiste precisamente en cuestionarse no sólo
las políticas públicas sino el propio marco institucional en el que se ejercen.
En un momento de transición política, esa tarea de detección de los frenos y
disfunciones del modo de regulación regional en torno a los temas
enunciados tiene una gran importancia, y como de hecho esa tarea ya se ha
llevado a cabo en el documento Razones Económicas para un nuevo marco
institucional12, más que repetirlas aquí extensamente se lo que procede es
remitirse a ellas.
Es muy posible que con la discusión de ese nuevo marco institucional o
inmediatamente después de acordado el mismo se replantee la cuestión
territorial. En este punto creo que todavía hay recorrido para dar más
protagonismo a las instituciones de los Territorios, en materia de
infraestructuras por ejemplo, y en general para mejorar el funcionamiento
de la gobernanza sin perder la idea de que la ciudad vasca sigue siendo
pequeña para el mundo global y de que es preciso favorecer las economías
de aglomeración.
Finalmente quiero señalar siguiendo también a Allen Scott que la ciudad-
región no es solamente una construcción económica, que dentro de la
misma, como el caso de Euskadi muestra y ocurre también en otras partes,
está emergiendo una verdadera ciudadanía regional, forjada en una
comunidad material de intereses, de obligaciones y derechos subjetivos así
como de defensa frente a los riesgos del mundo global. El desarrollo de ese
modo de regulación regional es una pieza fundamental de esa ciudadanía
emergente y una fuente de legitimación e impulso de un nuevo consenso
12 Gobierno Vasco (2004): “Razones económicas para un nuevo marco institucional. La propuesta de nuevo Estatuto Político como instrumento para desarrollar el crecimiento y el bienestar de la sociedad vasca”. http://www.nuevoestatutodeeuskadi.net/docs/razones_economicas_c.pdf
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entrecruzado. Pero en una nación como Euskadi en el que el poder de la
identidad, que contribuye intensamente al desarrollo de ese modo de
regulación, es también muy fuerte se precisa también no sólo de un acuerdo
sobre unas determinadas capacidad de actuación sino también de una
transacción y reconocimiento suficiente de esa identidad que resuelva el
choque de simbolismos del viejo estado nacional y del emergente estado-
región.
Parece que existe un consenso acerca de que en el nuevo escenario no
asistimos a una desaparición de los estados, si no que estamos
construyendo un sistema completamente nuevo. Cualquier actitud que no
pase por el reconocimiento sincero de ese escenario, y se aferre al viejo
modelo es una invitación a las naciones y regiones a comenzar su
construcción por una imitación del mismo.