eusebio ruvalcaba, la música

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El afinador de pianos Hay quien distingue en él al pianista verdadero. Desde que cruza el umbral de aquella casa. Aun con mayor ceremonia que le pianista cuando se dispone a sentarse en el banquillo y dar inicio a la música, el afinador contempla el instrumento. Se le queda mirando como el cazador escudriña la presa muerta que habrá de alimentar a su familia. Con esa gratitud. Con esa disposición. Se aproxima entonces al piano, pone las manos en el teclado y toca unos cuantos acordes para sentir en carne propia aquella agonía. El piano le devuelve el sonido como el venado el hálito de vida al cazador compasivo. Enigma musical ¿Cómo articular la música? se pudo preguntar John Cage —nunca Johannes Brahms. ¿Cómo imbricar un silencio con el otro, una frase con la siguiente? La respuesta es inefable, y no corresponde a estas líneas. Pero acaso la música, sus redes, se articules como la urdimbre que ante nuestros ojos teje en silencio aquel hombre concentrado en su trabajo. O como los caminos que urden las hormigas para retornar a casa. O quizá como los hilos de agua que se enmarañan en la ventana luego de una tarde lluviosa. O simplemente como dos almas desdichadas

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Fragmentos

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El afinador de pianos

Hay quien distingue en l al pianista verdadero.Desde que cruza el umbral de aquella casa.Aun con mayor ceremonia que le pianista cuando se dispone a sentarse en el banquilloy dar inicio a la msica,el afinador contempla el instrumento.Se le queda mirando como el cazador escudriala presa muerta que habr de alimentar a su familia.Con esa gratitud. Con esa disposicin.Se aproxima entonces al piano,pone las manos en el teclado y toca unos cuantos acordespara sentir en carne propia aquella agona.El piano le devuelve el sonidocomo el venado el hlito de vidaal cazador compasivo.

Enigma musical

Cmo articular la msica?se pudo preguntar John Cagenunca Johannes Brahms.Cmo imbricar un silencio con el otro,una frase con la siguiente?La respuesta es inefable,y no corresponde a estas lneas.Pero acaso la msica,sus redes,se articules como la urdimbreque ante nuestros ojos teje en silencioaquel hombre concentrado en su trabajo.O como los caminos que urden las hormigaspara retornar a casa.O quiz como los hilos de aguaque se enmaraan en la ventanaluego de una tarde lluviosa.O simplemente como dos almas desdichadasque busquen un poco de comprensin.

La noche del Guarnerius

El violinista contempla a su pblicoy permanece a la mitad del foro.Dispone la msica frente a sy comienza a perfilarse el dilema.Una y otra vez danzan y se yerguensus dedos, mientras la mano derechamantiene suave y rgido el arco.Las cuerdas dobles se enciman, discutenpor sonar. Pero el violinista sigue:en su fiebre se imagina encenderla cintura de una mujer, derruirlas murallas del silencio. De pronto, se detiene y admite su derrota:no es l sino su violn, quien seduce.

Juguetera musical

ICuando los templos fueronderrumbadosy las catacumbasobstruidasel nico altar indestructiblefue, entonces,Johann Sebastian Bach.

IIJohannes Brhamsvivi un segundo msamortajadoen sus tres sonataspara violn y piano.

IIIPara entrar a ora Mozart,el requisito nicoera sermayores de amor.

IVEl Responsorio de Mario Lavistaemprende el vuelodesde el rbol de la Noche Triste.

VDesbordan a las notasy escurren por los pentagramas,los colores de Los cuadros de una exposicin.

VILa Pattica de Chaikovskies una mujerque desea y no ha podido morirdesde hace cien aos.O ms.

VIILos platillosson los chasquidos del ltigode Dios.

VIIIMientras que el rgano nos describeel viaje que haremos apenas cerremos los ojos,el clavicordio nos recuerdael golpe polifnicodel corazn de Bach.

IXBeethoven nacinen 1770,un 16 de Mozart.

XCada vez que suena la Marcha fnebremuereuna campana.

XIApenas con un pianosumergidopara interpretar a debussy

XIIMe han robado!,exclam el tzentzontleal or um Stradivariuscantaren el concierto.

XIIIEn desibelius,que no decibeles,el sonido debera medirse.

XIVMozart y el clarinete,vecinos de cuna.

XVLas teclas son blancas y negras.En un principio, los negros tenan prohibido tocar las blancas.

XVILa naturaleza creen el centro de todo tmpanoun hueco minsculocon la forma de una nota musicaldonde slo cabe, libre al fin,la ltima notade la Gran fuga.

XVIIMaria Anna Thekla Mozart,prima de Mozart,con quien el genio cruz una correspondencia luminosa por escatolgicaen plena juventud,cuando no hay otro modo de denominar a las cosasms que como se les nombra.Costumbre que no abandon Mozart,en su msica.Por el resto de su vida.

XVIIIEl perfume es a las mujereslo que el pianissimo a los intermezzi de Brahms.

XIXDe las combinaciones felicesque el hombre ha creado,ms an que el caf con leche,ms an que las dos manecillas del reloj,el violn y el pianoes el colmo de la dicha.

XXEl tro de Smetana va ms allDel tro que tanto ponderGiovanni Giacomo Casanova.

XXIEn el punto donde se equilibran tensin y arteel violn posee una pieza clave, llamada alma.Se la distingue si se mira al instrumento por las efes.O si se lo escucha interpretar a Mozart.

XXIINo es posible imaginarse a Brahms frente a otroinstrumento que no sea el piano. O a Beethoven.O a tantos otros. Tal vez porque de niosel teclado les quedaba a la altura del corazn.

XXIIIEl melmano compra discos, lee biografas de msicos,colecciona programas de mano. Por sus venascircula msica. Y muchas veces ama an ms la msicaque los propios msicos. Pero llora en vez de tocar.

XXIVImpertrritas, las quintas.La quinta de Beethoven. La de Prokofiev.La quinta de Nielsen, y la de Shostakovich.La de Mendelssohn, conocida como La Reforma.Y qu decir del cuarteto de Haydn, denominado Las Quintas?Y del ccrulo de quintas de Newton, que Scriabin tom para asociar color y sonido?En Tlalpan abundan las quintas:la Quinta Carmela, al Quinta Ramn,la Quinta de las Rosas.Y nadie sorprende.

XXVAquel melmano se pregunt:y si pierdo el odo, qu ser de m?A lo que el ngel guardin de Beethoven repuso:La msica est en ti.No tienes ms que cerrar los ojos y evocarla.

XXVIMozart encontr en las corcheaslas canicas que haba perdido.

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Ernest ChaussonEugne Ysae Modest Mussorgsky BrahmsNiccolo PaganiniEdvard GriegSaint-SensAlexander ScriabinAlexander BorodinCarlos LuyandoPablo de Sarasate