eugenio trias

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  • 7/30/2019 eugenio trias

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    Un nuevo espritu sensible a la ciencia

    EUGENIO TRAS, filsofo. Autor de la 'La edad del espritu'

    Desde que escrib tica y condicin humana, que he incluido en la seleccin de mis librs que forma los dos volmenes de Creaciones filosficas, recientemente publicado porGalaxia Gutenberg, mi conviccin sobre la necesidad de poca de repensar nuestra condicin, y de apuntar hacia un nuevo humanismo, muy diferente del tradicional, estdel todo atestiguado por estos y otros escritos mos, todos de los ltimos 15 aos. Creo que ese humanismo requiere una fundamentacin filosfica de nuevo cuo y carcter.Yo lo he intentado con mi concepto de la condicin fronteriza, o del hombre como habitante del lmite (entre la naturaleza y el misterio). Es importante sustentar,as mismo, esta concepcin en un nuevo aliento espiritual que responda a nuestras mshondas exigencias y deseos. Lucho en filosofa en esta direccin, con la certeza queda que en tiempos de indigencia y crisis esa nueva orientacin de la reflexin filosfica es necesaria. Un nuevo sentido espiritual que se sustente en slidas bases filosficas, pero que no requiere en absoluto refrendos confesionales, abierto y conexigente sentido crtico, sensible a todos los avances de la ciencia y de la tecnologa, sera quizs el horizonte de este nuevo humanismo. Quizs los tiempos de alarmy de peligro que conllevan convulsiones, crisis, son los ms idneos para un cambioen esta direccin.

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    ............................Esta triple forma caracterstica del 'ser de Occidente', la formacin capitalista (Marx), la burocratizacin (desencantada, Max Weber) general de la dominacin y la relacin con la 'verdad' en forma tecno-cientfica (Heidegger), nos da, creo, una caracterizacin suficiente de lo que constituye, hoy por hoy, el sentido y el destino de eso que llamamos Occidente.-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------[Esa razn (ratio)] Genera, a travs de la tecno-ciencia dejada a su propia dinmica,armas mortferas capaces de destruir todo rastro de vida y humanidad. Arrasa, en la expansin de un capitalimo mediado radicalmente por su determinacin tecno-cientfic

    a, el sustrato de territorio y naturaleza que constituye la provisin sustentantedel mundo, y del habitante que da vida y humanidad a dicho mundo. Se enfrenta allmite de la guerra final, definitiva, y al lmite del imparable crecimiento en suexplotacin de la tierra. Se enfrenta, asimismo, al lmite que su propia expansin tcia posee, al desvelarse el condicionamiento de soledad en sus sondeos del mundo csmico.

    Hace unos aos seal ese triple lmite en mi libro Filosofa del futuro. Pero adems eitalismo expansivo introduce un trgico 'limes', una frontera rigurosa, entre aquel mundo en el cual se produce la apropiacin absoluta de los medios de produccin (de produccin de ciencia y tecnologa, de produccin de consumo, de produccin de formasinformativas y comunicativas) y el submundo, o mundo al revs, correspondiente a un ejrcito de reserva de desheredados del hemisferio sur, o del lado oriental del pl

    aneta que, poco a poco, se desvela como una gigantesca reserva india, un poco almodo de aquella reserva humana de la pelcula El planeta de los simios.

    Occidente est, con todo ello, tocando fondo en el lmite que le determina. Est llegando al stano mismo que soporta, en forma de temible forma siniestra, su carcter ydestino. Solo un viaje,, un giro en otra direccin puede a Occidente, y al mundo en general, librarle de haber querido, como el aprendiz de brujo, desplegar sin trabas la naturaleza de su propio 'lgos', de su razn (tecno-cientfica, capitalista,burocrtico-racional).

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    En el cristianismo se halla muy en primer plano la encarnacin del Hombre Dios y su sacrificio cruento como forma de redencin genrica de la humanidad. El mensaje paulino relativo a Jesucristo, "que ha muerto y resucitado", derramando su sangrecomo precio del rescate o redencin del gnero humano, constituye el ncleo mismo de esta gran religin. En ella se radicaliza el carcter expiatorio de la figura mesinicade Isaas II, el "siervo de Yavh", en la forma del Hijo del Hombre, o Hijo de Dios, que es Jess el Cristo, segn lo atestiguan los diferentes evangelios.

    El sacrificio de la Misa es, a este respecto, en el cristianismo latino o en elortodoxo, el ncleo cultual en donde acontece esta religin sacrificial. En el luteranismo el culto tiene lugar en el marco de la comunidad coral; o bien en la libre iniciativa personal de encuentro con la escritura sagrada, con la Biblia, traducida al alemn por Martn Lutero....................................................................................................................

    En la Modernidad, no se trata, como muchas veces se dice, del ocaso y de la destruccin de lo sagrado (que llega a su perfecta formulacin en el clebre dictum nietzscheano de "Dios ha muerto"). Se trata ms bien de su ocultacin. Lo sagrado y lo santo no se destruyen en la modernidad, simplemente se ocultan e inhiben.

    La modernidad, el mundo moderno, es el tiempo de la gran ocultacin (para decirloen terminologa prestada del chismo duodecimal). Lo sagrado y su manifestacin simblia, no queda destrudo. Subsiste en el inconsciente cultual e histrico. Y como todolo que se inhibe, se halla siempre presto a retornar, si bien de forma desplazada: por la va de la per-versin, o de una presentacin manifiesta transportada a un terreno que no es el que parece pertinente; o por la va de la neurosis, a partir deun camuflaje peculiar.

    As por ejemplo la simbolizacin de lo sagrado se desplaza del plano pertinente de la religin, tal como se produce en el imaginario social y cultural hasta el Renacimiento europeo occidental, hacia otros terrenos: al terreno de la magia naturalis, en el Renacimiento; al de la alegora urbanstica y escnica, durante el siglo XVII(edad de la Razn y era del Barroco); al del arte y la esttica (o a lo que desde m

    ediados del siglo XVIII se entiende por ambos conceptos) en los tiempos de la Ilustracin y del Romanticismo, primero, y del "movimiento moderno", a todo lo largodel siglo XX.

    El escenario visible y manifiesto, el que acapara el imaginario social y cultural, se halla dominado por lo que desde Descartes, Galileo, etc., se concibe comoRazn. sta sustituye a la revelacin religiosa en su capacidad por dotar de sentido al escenario mundano. El cerco del aparecer, el mundo, halla su "verdad" en ese escenario racional que sustituye al escenario religioso tradicional (antiguo y medieval). Pero el inconsciente cultural de la modernidad se halla impregnado delsimbolismo del cual extraa la religin, hasta finales de la Edad Media (hasta el llamado el 'otoo de la Edad Media'), toda su fuerza creadora.

    De ah la exigencia, postulada al final de ese libro mo, de una conjugacin armnica, de una articulacin sinttica, entre razn y simbolismo, que dara lugar a lo que llamen ese texto la 'edad del espritu'. Ets asntesis espiritual sera el horizonte final, escatolgico, al que se hallara orientada la modernidad una vez transcendido elbache, o la cesura, que hoy consignamos como coyuntura "posmoderna".

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    La pretensin de la razn moderna, a partir de Descartes, consiste en promover, desde su propia instauratio magna, una revelacin inmanente, producida en ella misma,

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    a travs de la cual queda establecida. La razn moderna como la araa con su tela, pretende generar una inferencia interna de los datos con los cuales se edifica y construye................................................................................

    Lo propio de la conciencia postmoderna consiste en la aceptacin de que la razn nopuede autofundarse sino que requiere, para su propia constitucin, una trama lingstica y narrativa en la cual se halla entretejida. De hecho el postmodernismo considera que la razn se desparrama en los contextos de relato y narracin que le constituyen; o en un contexto en sentido literal: el marco genrico en el cual se producen diferentes formas de textualidad; todas estas formas quedan en cierto modo amalgamadas en la misma condicin genrica textual y narrativa, independientemente desu "gnero especfico" (filosfico, cientfico, novelstico).

    De hecho el postmodernismo restablece el primado lingstico y narrativo como la materia que todo proyecto reflexivo, sapiencial o filosfico, presupone. Toda razn a partir del postmodernismo, asume la condicin, enunciada por primera vez por Schelling, de ser siempre supernumeraria en relacin a una antecedente 'revelacin' que tiene su exgesis en forma mtica (potica, narrativa, hmnica).................................................................................................................................

    Los importantes sucesos que han ocupado, durante los ltimos aos, la primera planade los medios de comunicacin, el derrumbamiento de los regmenes autoritarios del e

    ste, lo mismo que la crisis del golfo Prsico, han puesto de manifiesto con meridiana claridad la importancia radical de los sustratos religiosos o religioso-culturales que sostienen las sociedades que se disputan la hegemona de nuestro mundo.Las llamadas a la cruzada contra un enemigo satanizado se combinan con oportunistas proclamas de reconstruccin espiritual (cristiana) que quieren llenar el vaco,de sentido y de valor, dejado por regmenes polticos desmantelados.

    Todo lo cual tiene por marco y horizonte una crisis general que afecta a la idea, o al ideal, de 'razn' que Occidente, desde la Ilustracin, ha ido forjando y estableciendo. Conviene pus coger el toro por los cuernos y no arredrarse en el proceso de lcida comprobacion de la magnitud de dicha crisis. esa razn proclamada por nuestros antepasados ilustrados fue ciega en relacin a esos sustratos religiosos que ahora surgen con fuerza y vigor inusitado.

    Jams se propuso comprender, con toda su riqueza y razn de ser, esos sustratos. Losutiliz como 'sombra' o como chivo expiatorio desde el cual fundarse y constituirse como razn soberana. En lucha con la religin quiso obtener la razn su propia autojustificacin. La religin fue juzgada y fiscalizada mediante un vocablo de oprobioque haban inventado para el caso nuestros ancestros romanos: la palabra supersticin.

    En ese trmino, 'superstitio', fue acumulado por ese pueblo de abogados, leguleyosy burcratas como el reverso en negro (condenado y rechazado) de la 'religio' romana, nica forma de religin que consideraban legtima. Frente a los exactos y puntillosos ceremoniales oficiales y familiares a travs de los cuales se canalizaba la 'religio', nombraban con el trmino 'superstitio' las formas orientalizantes y extic

    as de religin que, sobre todo en el Bajo Imperio, fueron minando el carcter puramente convencional de la 'religio' oficial, ofreciendo savia vital y sentido a laexigencia popular de imperiosa salvacin.

    Superstitio quera decir acaso supervivencia, algo as como un residuo fsil del mundoancestral anterior a la hegemona de Roma. Max Weber sugiere que esa palabra queratraducir el trmino griego extasis. Frente a las religiones extticas (supersticiosas), arcaicas supervivencias del culto a la Magna Diosa (Cibeles, Isis, Ishtar,Afrodita celestial), con sus sangrientas ceremonias, como las fiestas del Taurobolium, o los clebres y temibles ritos orgisticos del templo de Hierpolis; frente a

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    las impdicas correras de los 'galli', automutilados en trgica identificacin con Atts, hijo de la Diosa; ofrente a los cultos mitraicos, gnsticos o cristianos, se alzaba esta "religin racional" de los genuinos romanos de carcter ritualista y leguleyo; un culto oficial del estado o un ejercicio privado y familiar de 'piedad' con los antepasados. Esa 'religio' solo pudo obtener un horizonte difuso de vitalidad y sentido en virtud de prtesis filosficas estoicas y tardoplatnicas.

    En el esplendor de la autoconciencia europea, satisfecha y feliz de haber alcanzado la edad adulta de la humanidad (Kant), reaparece esa vieja distincin romana.La Ilustracin, sobre todo la francesa, busca esa "religin de la razn", de carcter vgamente desta y con inflexiones sentimentales, una religin acorde a la "naturalezahumana", y en general a la naturaleza, radicalmente diferenciada de todas las supercheras "supersticiosas" que las castas sacerdotales y los dspotas desaprensivos han usado para manipular a las turbas ignorantes. En esa tajante demarcacin funda su esplndida conciencia la propaganda ilustrada de los llamados philosophes, esos adelantados del periodismo moderno.

    Las llamadas "filosofas de la sospecha" del siglo romntico y positivista son, a este respecto, ms refinadas. Heredan los estilos inquisitoriales volterianos, perolos sutilizan y sofistican. Su crtica de la religin es indirecta y policial: en vez de anatemizarla en lo que tiene de "supersticin", intentan interrogarla y abrirle un expediente judicial en el curso del cual revele al cientfico o al analistala verdad y el sentido que posee, aun sin saberlo. La clave de esa verdad y de ese sentido se la reserva, desde luego, el investigador: ste la conoce antes de in

    iciar dicho proceso. Desde diferentes claves hermenuticas sorprendemos el mismo proceder metdico en las aproximaciones a la religin de Hegel, Marx, Nietzsche, Freud o Durkheim.

    La religin ser entonces entendida como ideologa y falsa conciencia, forma opicea deconducta sustituriva d eun mundo sin corazn, forma vicaria de felicidad, de bonheur, en un marco socioeconmico insatisfactorio e infeliz, cuya clave de sentido ycuya verdad debe buscarse y hallarse en la lucha de clases y en las relaciones de propiedad. Esto es, en sntesis, la religinpara Marx, Engels y sus seguidores.

    O bien la religin se concebir como una revelacin de la 'esencia absoluta' en formay figura 'representativa', a mitad de camino entre el arte y la filosofa: una revelacin que no ha alcanzado todava la forma ajustada a la verdad, su forma conceptu

    al. As la entender hegel, y detrs de l sus discpulos ortodoxos. O bien se entenderreligin una proyeccin abstracta y enajenada de la esencia humana, o del hombre como 'ser genrico', incluso el paradigma mismo de toda enajenacin del hombre en lo abstracto y separado. En cierto modo e trinitarismo cristiano habra revelado ya esa verdad del evangelio humanista, slo que en forma todava enajenada. El cristianismo, religin del ser humano, habra adelantado, en forma todava errada, el descubrimiento 'antropolgico' de la ciencia y filosofa verdaderas: hasta aqu Feuerbach.

    Tambin podr entenderse por religin la expresin y el sntoma de una 'voluntad de podque decae, la manifestacin de una voluntad enferma que quiere contagiar a toda voluntad afirmativa el sentimiento que envenena sus entraas: un sentimiento que esen verdad resentimiento, avidez de venganza y lucha a muerte contra todo lo vital y sobresaliente. As surge un poder sacerdotal capaz de invertir estimaciones y

    valores, o de concebir lo simplemente malo, nocivo o indeseable (Schlecht) comolo maligno y lo malvado (Bse).

    La religin ser entonces en sus formas ms visibles, el contravalor creado por las castas sacerdotales. O bien ser en sus formas ms sublimes (Gautama, Buddha, Jess de Nazaret), la expresin quintaesenciada de una voluntad de poder que se precipita hacia el ocaso y que, a modo de ltimo lamento, antes de consumar su absoluta autoanulacin, anuncia el evangelio (o disangelio) de la nada. hasta aqu Nietzsche.

    O bien por ltimo, se dar a la religin el estatuto de una 'ilusin' vanamente enfrent

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    da a la necesidad y al destino (expresado por el "principio de realidad"). En periodos secularizados en los que predomina el 'hombre interior' esa ilusin se refugia en la privacidad recndita del sujeto individual, suministrando todo el surtido florido de las neurosis comunes.

    La 'ilusin religiosa' acta entonces como motor inconsciente: araa e inmoviliza el cuerpo propio a travs de complejos sistemas mticos, tal como sucede en la histeria:reglamente la ms ntima y vergonzante privacidad mediante complejos ceremoniales rituales, como ocurre en la neurosis obsesiva; genera construcciones teolgicas o teognicas que acorralan al sujeto desdoblado en la doble figura rotatoria del perseguidor y el perseguido, como acontece en la paranoia; o eleva a estatuto idoltrico el lado muerto y perdido del sujeto desdoblado, en relacin al cual el lado vivo del sujeto guarda duelo y viste de luto, como ocurre en la melancola.

    El 'espritu absoluto' hegeliano, la 'trinidad' del arte, de la religin y de la filosofa, queda, en este diagnstico de Freud y sus seguidores, convenientemente desenmascarado. La religin, en su vertiente artstica, se manifestara en la histeria; ensu modalidadfilosfica y teolgica, en la paranoia; y en su aspecto cultual, especficamente religioso, en laobsesividad y en la melancola.

    Es innegable la fuerza explicativa de todas estas variantes reseadas de la 'filosofa de la sospecha', en las cuales el fenmeno y la experiencia religiosa pasan porel juicio y el veredicto de un determinado concepto de razn (idealista, materialista, genealgico o psicoanaltico). Pero no puede pasarse por alto en esas aproxima

    ciones un proceder harto discutible: en todas ellas la religin es explicada 'desde fuera de ella misma'. Se parte de la premisa, racionalista e ilustrada, de quela religin, por ella misma, es ilusin, ideologa, concepto inadecuado, enfermedad,falsa conciencia.

    Su verdad y su sentido no pueden encontrarse en el horizonte de la experiencia yen el espacio de juego (juego lingstico o pragmtico) en el cual se manifiesta. Sesupone que su verdad y su sentido se hallan detrs, en un substrato inconsciente osubyacente que el filsofo, el cientfico o el analista debe desbrozar (y tambin desenmascacarar).

    La religin, a modo de cobaya de la razn, es conducida hasta el tribunal de la ciencia, de la razn (o de la genealoga de la 'voluntad de poder'), con el fin de ser e

    ntonces examinada, interrogada, experimentada y encuestada. Toda la riqueza y variedad de la experiencia religiosa y de los "juegos lingsticos" que promueve es entonces reconducida, a la zaga de su inconsciente verdad, hacia esa va de direccin nica que de modo autoritario se establece en esos discursos como exclusiva razn.

    Pero es quizs el momento de recordar que no es lo mismo 'lgos' que 'razn'. El 'lgoses el distintivo mismo del sujeto 'humano', lo que le identifica y capacita como humano. Y ese 'lgos' se manifiesta y desparrama en una multitud, compleja y abigarrada, de eso que el Wittgenstein mas maduro llam los "juegos lingsticos". Cada uno de esos juegos tiene su propia lgica inmanente, su verdad y su sentido. Es ms,esos juegos son "lingsticos" en ese sentido radical (antropolgico y ontolgico) que ermite pensar el lenguaje como el distintivo mismo humano.

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