Ética profesional y la discapacidad

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“Ética profesional y discapacidad” Natalia González Banchero Psicopedagogía tercer año Ética y formación profesional

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Page 1: Ética profesional y la discapacidad

“Ética profesional y discapacidad”

Natalia González Banchero

Psicopedagogía tercer año

Ética y formación profesional

Valdivia, 14 Agosto de 2010

INDICE

Page 2: Ética profesional y la discapacidad

I. INTRODUCCIÓN

II. ÉTICA Y DISCAPACIDAD

III. EDUCACIÓN Y DISCAPACIDAD

IV. AFECTO EN LA EDUCACIÓN ESPECIAL: LA IMPORTANCIA DEL

AFECTO EN LA EDUCACIÓN ESPECIAL

V. PERFIL DEL EDUCADOR QUE TRABAJA EN EDUCACIÓN

ESPECIAL

VI. INTELIGENCIAS MULTIPLES Y DISCAPACIDAD

VII. REHABILITACION Y HUMOR

VIII. CONCLUSIÓN

I. INTRODUCCIÓN

Page 3: Ética profesional y la discapacidad

Más o menos el 10% de la población del mundo sufre algún género de

discapacidad.

Trabajar en el tema de la discapacidad requiere necesariamente que se

haga una reflexión profunda acerca de la ética y la moral, dos conceptos

que muchos ven desde una mirada lejana y poco práctica pero que en

realidad, es una mirada necesaria para que el quehacer profesional no

se convierta en un simple asistencialismo.

Existen diferentes tipos de discapacidades, entre ellas se encuentra la

discapacidad física, la discapacidad sensorial y la discapacidad mental,

también existen muchas enfermedades que producen discapacidades y

que en muchos casos no son tipificadas como tal, por ejemplo la

obesidad, la artrititis, los problemas cardiacos, etc.

Existen múltiples mecanismos para que las personas discapacitadas

exijan sus derechos ya que son personas útiles y capaces de salir

adelante no tienen porque depender siempre de los demás.

Las personas con discapacidad física pueden explorar sus habilidades a

nivel intelectual y las personas con discapacidad cognitiva pueden

explorar sus habilidades manuales, artísticas, deportivas. Nadie que

tenga una discapacidad debe perder la esperanza de ser productivo y

útil a la sociedad.

II. ÉTICA Y DISCAPACIDAD

Cuando una persona se enfrenta a una situación de discapacidad,

temporal o definitiva, la familia y el mismo individuo, se enfocan en el

trabajo físico de rehabilitación que se requiere para superar y habilitarlo

Page 4: Ética profesional y la discapacidad

para la vida cotidiana, situación que es vital en cualquier proceso de

rehabilitación, las familias y las personas con discapacidad deben recibir

un acompañamiento psicológico que le permita asumir su situación

actual y encontrar las herramientas necesarias para seguir adelante en

el camino, la familia también debe ser acompañada para facilitar el

proceso y no sobreproteger al individuo, ni tampoco discriminarlo y

aislarlo, esto es más importante en el caso de las familias con niños con

discapacidad, a las que muchas veces le dan el diagnóstico médico sin

darles información acerca del tratamiento y menos sin darle esperanzas

de las posibilidades que su hijo tiene de desarrollar su vida con calidad y

con parámetros cercanos a la normalidad, por tanto es importante que

cualquier proceso de rehabilitación tenga un componente físico y

también un componente psicológico para el individuo y para su familia.

El tema de la discapacidad es un tema complejo que involucra a quien la

vive, a sus familiares, su entorno social y los trabajadores de la salud

que rodean el proceso de rehabilitación en caso de que este suceda, en

algunas ocasiones las personas con discapacidad son mostradas a nivel

de medios de comunicación relacionadas a situaciones de minusvalía

(menos valor), tristeza y en algunos casos mendicidad y pobreza,

buscando despertar en el espectador un sentimiento de compasión y

lástima.

Sin embargo es importante considerar que al relacionar la imagen de la

discapacidad con la imagen de mendicidad, se menoscaba la dignidad

de la persona discapacitada, es decir nadie quiere tener a su lado a

alguien que le genere lástima constante, o nadie quiere contratar un

empleado al que nunca le va a poder exigir resultados por sentir

compasión, además eso genera en la persona con discapacidad un

sentimiento de dependencia a la sociedad, una victimización que le

llevará a perpetuar su situación. En resumen “soy débil necesito de

Page 5: Ética profesional y la discapacidad

otros para sobrevivir, no puedo esforzarme necesito de la

caridad de mi prójimo”, este es un sentimiento que denigra su

integridad como persona y lo coloca en un lugar de indefensión y

dependencia.

El ser humano está en una permanente búsqueda de la felicidad,

entendiendo por tal disfrutar de una vida que vale la pena ser vivida, de

una vida que en su totalidad podremos calificar como lograda, como

realizada. Una vida en la que se integra armoniosamente un complejo

conjunto de experiencias en el marco de un adecuado proyecto de

autorrealización.

Debemos reconocer a las personas con discapacidad como sujetos de

este horizonte de vida lograda. Y no les reconocemos de ese modo no

sólo cuando maliciosamente les truncamos sus posibilidades, sino

cuando quienes se relacionan con ellas, incluso desde la mejor voluntad

benefactora, se centran en evitarles sufrimientos y en ofrecerles

entornos seguros a costa de reducirles el campo de sus iniciativas

posibles. Todos los humanos, discapacitados o no, estamos llamados a

explorar todas nuestras potencialidades en ese término medio que no

excluye los riesgos cuando valen la pena y se asumen en marcos

razonables.

Este deseo de vida lograda se apoya necesariamente en la estima de sí

mismo.

Anhelamos la felicidad de modo adecuado y con la contundencia

necesaria cuando en nosotros está sólidamente arraigada esa estima.

Para entenderla correctamente es conveniente tener presente que se

trata de una estima no sólo psicológica sino también moral.

Es psicológica, por supuesto, precisamos disfrutar de grados suficientes

de consistencia personal que se expresan luego como autoconfianza en

nuestras posibilidades. La autoestima funciona aquí sobre todo como

valoración de nuestra capacidad de obrar intencionalmente y con

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iniciativa. Cuando una circunstancia personal, como puede ser la

discapacidad, amenaza con quebrar esta confianza, lo primero que se

impone es alimentar, desde uno mismo y con la ayuda de los otros

cuando sea preciso, aquellos mecanismos que permiten afianzarla.

Esta estima de sí es también y sobre todo moral. Primero porque la

misma experiencia psicológica de autoconfianza forma parte de ese

anhelo de vida lograda que es en sí moral. Pero sobre todo porque lo

que debe alentarla de fondo no es la mera constatación de nuestras

capacidades de diverso tipo, en la conciencia lúcida de nuestras

limitaciones. Lo que debe fundamentarla es nuestra firme convicción de

que somos sujetos de dignidad. Esto es, personas que como tales nos

constituimos en fines en sí, que valen por sí mismas, que, por tanto, no

podemos ser instrumentalizadas ni despreciadas, tengamos las

limitaciones que tengamos. Personas que desde ahí, desde lo que más

importa, somos radicalmente iguales.

Sabemos que, desgraciadamente, esta apelación al reconocimiento de la

dignidad no está de sobre, especialmente cuando nos referimos a las

personas con discapacidad intelectual, que hasta muy recientemente

han sido tratadas literalmente como animales, ya sea primero como

animales peligrosos de los que debemos protegernos con mecanismos

de exclusión, ya sea luego como animales domésticos a los que

tratamos con atenciones pero en marcos de control y reclusión.

Si la orientación ética es hacia la autonomía, la fundamentación es hacia

la justicia. Hay concepciones de la justicia que no plantean más

obligación hacia el otro que la de no obstaculizar directamente sus

libertades. Aplicado a nuestro caso, toda la discapacidad que podemos

promover en vistas a su autonomía, entra dentro de la perspectiva

asistencial derivada de nuestra benevolencia. Esto es, la sociedad como

tal no tendría deberes a este respecto con las personas con

discapacidad. Los individuos concretos de esta sociedad pueden

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sentirlos a nivel personal, desde sus convicciones éticas o religiosas, y

tratar de realizarlos, por ejemplo organizándose en instituciones

privadas, pero debe quedar claro que ese deber es individual y no

responde a derecho exigible por la persona discapacitadas.

Debemos considerar a las personas no como discapacitadas, sino como

personas con capacidades diferentes. Esta es una perspectiva que

algunos países se están planteando especialmente en torno a los sordos.

La comunidad de sordos no sería una comunidad discapacitada, sino

diferente, con una lengua, una cultura y una forma de pensar gestadas

en su historia colectiva, que les son propias. Su desventaja, su

«inferioridad» no sería constitutiva, sino inferioridad propia de los grupos

culturales que han sido dominados por otros; injusticia, por tanto.

Desde esa constatación, se afirman derechos diferenciales de grupo: a

que se respete su diferencia, a gestionarse ellos mismos y a acceder a

aquellos bienes que precisan para mantener y desarrolla su cultura. Con

esa perspectiva habría que plantear el acceso de esta comunidad a las

posibilidades de la sociedad del conocimiento.

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III. EDUCACIÓN Y DISCAPACIDAD

Existe un gran debate acerca de si la educación para niños con alguna

discapacidad debe darse de manera inclusiva o no, este debate no

puede ser visto a la ligera, no se puede simplemente decir hagamos una

escuela inclusiva, porque en la realidad las instituciones de educación

públicas sin tener inclusión ya presentan muchas dificultades, en sus

métodos de enseñanza los cuales no están acorde de los cambios de la

tecnología, ignorando las necesidades de los niños actuales, son

escuelas masivas donde las diferencias individuales son pasadas por

alto, donde se le da mayor importancia a la cantidad que a la calidad,

teniendo en cuenta esto la inclusión no es la mejor alternativa, pues si

en la actualidad la escuela no es un lugar donde se respete la diferencia,

teniendo niños especiales se incrementaría más esta dificultad

creándole más problemas a la comunidad educativa

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IV. AFECTO EN LA EDUCACIÓN ESPECIAL: LA IMPORTANCIA

DEL AFECTO EN LA EDUCACIÓN ESPECIAL

Uno de los temas álgidos cuando se habla de educación es el tema del

afecto, ¿debe ser el docente cálido con el estudiante? O ¿debe tener una

relación formal en la que no se involucre afectivamente con sus alumnos

para evitar faltas de respeto o afectarse demasiado con las

problemáticas del niño? Esta discusión cobra más importancia a la hora

de hablar de educación especial puesto que en este tipo de educación el

alumno requiere mayor compromiso de parte del docente pues la

discapacidad le exige al educador más estrategias, mayor creatividad

para hacer que sus alumnos comprendan y aprendan y una mayor

tolerancia frente a las diferencias de sus alumnos, además cuando un

educador enseña a alumnos con discapacidad, se movilizan sus recursos

afectivos, salen a la luz sus prejuicios acerca de la discapacidad.

¿ QUÉ ES EL AFECTO?

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Para empezar es importante identificar que significa afecto, el afecto es

una proceso de interacción social que se da entre dos o más personas,

es algo que fluye y se traslada de una persona a otra, es diferente de la

emoción pues la emoción es una respuesta individual interna y no

requiere la interacción con otro. Brindar afecto requiere un esfuerzo y

una intencionalidad, pues las personas se esmeran en demostrar ese

afecto y fomentan conductas para ello. Se puede definir también el

afecto como el trabajo no remunerado en beneficio de la supervivencia

de otras personas, las necesidades de afecto dependen de muchas

circunstancias, las personas que han recibido afecto en su infancia y en

el transcurso de su vida tienen parte de ese afecto recibido como un

recurso a la hora ser afectuoso con otro, pueden expresar emotividad de

una manera más natural y espontánea que aquellos que no lo han

recibido.

EFECTOS DEL DÉFICIT AFECTIVO

El déficit afectivo provoca que el cerebro esté sometido a un estrés

excesivo debido a que, o bien tiene que atender a demasiadas

situaciones que aún no está preparado para resolver, en el caso de los

niños, o bien tiene que atender a demasiados problemas de otras

personas, dejando de lado los propios problemas, en el caso de los

adultos .

En los niños, el déficit afectivo se produce tanto por vulnerabilidad como

por sobreprotección. La vulnerabilidad hace que el niño deba afrontar

problemas sin tener la capacidad suficiente para superarlos, lo que

conduce a un desarrollo desequilibrado de sus capacidades y de su

personalidad. Por el contrario, la sobreprotección hace que el niño no

Page 11: Ética profesional y la discapacidad

adquiera los aprendizajes necesarios para sobrevivir, es decir, que sufra

un grave déficit de desarrollo, de modo que, posteriormente, será

incapaz de afrontar los retos que le imponga la vida. Ayudar al

desarrollo de un niño significa protegerlo de las situaciones que no

puede superar y enfrentarlo a las situaciones que sí tiene capacidad

para resolver.

V. PERFIL DEL EDUCADOR QUE TRABAJA EN EDUCACIÓN

ESPECIAL

Los niños con discapacidades son demandantes de una gran cantidad de

afecto especialmente al conocer las historias de ellos podemos

identificar muchas experiencias en las que los padres por no aceptar las

discapacidades de los hijos los abandonan o les maltratan, son niños que

crecen en situaciones carentes de afecto y de muestras de ternura, por

tanto al llegar al aula escolar esta demanda de afecto recae en el

educador, quien aunque no debería ser la primera fuente de afecto de

los niños en ocasiones se convierte en la única que lo proporciona.

Los niños con educadores afectuosos demuestran una mejor disposición

y motivación en el aula, presentan mejores relaciones con sus

compañeros y sus actitudes son más positivas, los educadores

afectuosos se preocupan más por tener un contacto individual con cada

niño (aun en grupos grandes) identificando la manera en que el niño

debe ser tratado y conociendo la forma adecuada de reforzar

positivamente a su alumno, al realizar contacto físico con el niño el

educador le transmite una seguridad mayor y favorece la formación de

una autoestima adecuada, cuando el niño ve en su educador a una

persona cercana puede confiar en el cuándo en él y tendrá a quien

acudir en caso de necesitarlo.

Un educador afectuoso es más tolerante a las dificultades que presente

el alumno, a los comportamientos desadaptados que presente

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ocasionados por su discapacidad o por las carencias afectivas a que ha

sido sometido, el afecto se puede demostrar con lenguaje verbal o no

verbal dentro del aula de clase, contacto visual afectuoso, una caricia,

un abrazo, una palabra de felicitaciones o de aliento, pedir a sus

compañeros que lo aplauda cuando ha realizado una acción positiva. De

igual manera un educador afectuoso no deja de lados las normas y los

límites, el educador debe manejar un equilibrio para determinar cuándo

debe demostrar al alumno que su comportamiento fue inadecuado y la

manera en que debe corregir su conducta. De igual manera debe evitar

involucrase demasiado pues esto puede hacer que se afecte con las

dificultades del niño lo que le impedirá tomar decisiones adecuadas y

objetivas, por eso debe tener muy presente cual es su rol como maestro

sin exceder sus funciones para de esta manera dar un trato afectuoso a

todos sus alumnos.

Por esto el rol del maestro debe estar muy bien delimitado, encontrando

un balance entre la autoridad que no se debe perder en un salón de

clase y la vinculación afectiva que se debe tener para promover el

desarrollo del menor.

Daniel Goleman (2000) en su libro Inteligencia Emocional plantea la

importancia de que los profesores y padres realicen en si mismos un

proceso de mejoramiento y conocimiento de sus emociones, que les

permita dirigir sus emociones de manera que pueda alcanzar resultados

exitosos. Esto permitirá que el profesor maneje diversas situaciones

dentro del aula de clase. Para responder a la pregunta planteada

anteriormente se puede afirmar que el profesor afectuoso si favorece el

proceso educativo, pues se ha demostrado que los niños con suficiente

contacto avanzan más en su desarrollo, su capacidad de aprendizaje es

mayor y tienen un promedio de vida más largo, el afecto eleva la

capacidad inmunológica del organismo y acelera los procesos de auto

curación. La presencia de afecto en el aula disminuye la agresividad y

Page 13: Ética profesional y la discapacidad

las conductas auto eróticas y estereotipadas, el contacto físico es

terapéutico y curativo. El maltrato o la indiferencia produce niños más

agresivos, con tendencias a la depresión, incapaces de relacionarse

afectivamente y menos motivados ante el aprendizaje.

VI. INTELIGENCIAS MULTIPLES Y DISCAPACIDAD

Page 14: Ética profesional y la discapacidad

Ver la discapacidad cognitiva a través del concepto de inteligencia

planteada por Gardner es ampliar las posibilidades del individuo a

desarrollarse en la sociedad, ya que al conocer una población de niños

discapacitados encontramos que sus mayores falencias se encuentran

en los dos primeros tipos de inteligencia, la lingüística y la lógico

matemática sin embargo en los otros tipos de inteligencia se presentan

grandes habilidades, de todos modos no se puede olvidar que al no

contar con la habilidad lingüística ni matemática el aprendizaje se

dificulta lo que no quiere decir que con un adecuado manejo no se

pueda desarrollar.

Es evidente la capacidad que tienen los niños con discapacidad para la

inteligencia cinestésico corporal y la inteligencia musical, por esto estas

áreas deben ser reforzadas en el trabajo diario del aula, ya que es la

puerta de entrada para desarrollar mayores habilidades en los niños en

la expresión y producción de lenguaje.

Implementar por tanto un programa de inteligencias múltiples dentro del

aula trae grandes ventajas a los niños con discapacidad, porque le

permitirá explorar formas alternativas de obtener conocimiento,

favorece su autoestima y autoconfianza, al sentir que hay actividades

que puede realizar de forma adecuada, tales como interpretar un

instrumento o una melodía, se produce una mayor motivación a asistir a

clase, disminuye el cansancio institucional tanto por parte de los

docentes que también desarrollan creativamente sus inteligencias, como

del alumno que verá valoradas sus habilidad, una escuela especial con

estas características es innovadora y propone alternativas más eficaces

de promover la autosuficiencia en el individuo.

Page 15: Ética profesional y la discapacidad

VII. REHABILITACION Y HUMOR

Las investigaciones sobre el humor y la risa en el ámbito de la salud

concluyen que la risa tiene efectos favorables sobre la fisiología

humana, la comunicación y sobre aspectos psicológicos y espirituales, la

risa estimula el sistema nervioso simpático, los aparatos respiratorio y

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circulatorio, con una buen dosis de risa la persona se relaja, la presión

arterial baja, la digestión mejora, la tensión muscular disminuye y el

dolor se reduce gracias a la secreción de endorfinas La risa se ha

considerado una salida segura y aceptable para emociones reprimidas.

Cuando hablamos de personas con discapacidad podemos darnos

cuenta que aprender a reírse de sí mismos y de su situación es una base

importante para encontrar una aceptación y propender a una mejor

rehabilitación, sin embargo algunas veces el humor mordaz e irónico es

usado como herramienta de autoagresión, esto es resultante de un

proceso de aceptación doloroso y mal elaborado, no se debe confundir

nunca una broma a una burla.

Una actitud positiva frente a la enfermedad y hacia las personas que los

cuidan y apoyan ayuda a mejorar su proceso y facilitará su paso por los

malos momentos.

VIII. CONCLUSIÓN

La ética es una construcción social y cultural que debe ser revisada

constantemente en las ONG, fundaciones, centros de rehabilitación, para

que sus procesos conlleven a un fin último:

“Mejorar la calidad de vida de la persona con discapacidad y

promover su independencia.”

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Es importante que las fundaciones y entidades que trabajan en pos de

la salud y rehabilitación de los discapacitados, generen propuestas de

difusión de la discapacidad en su real magnitud sin realizar spot

publicitarios lastimeros donde se muestre al discapacitado como una

víctima, sino como una persona con dificultades que merece ser

integrado a la sociedad, de manera afectiva, productiva y social, sin

menoscabar su integridad; donde se generen políticas de inclusión e

igualdad, donde se abran espacios de accesibilidad no solo física sino

también social, en una conclusión donde la persona con discapacidad

sea el promotor de su propio bienestar y forme parte activa en su

proceso de rehabilitación.