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BALTASARISAZACALDERON De la Academia Panameña de la Lengua, CorrespondientedelaRealAcademiaEspañola CatedráticodelaUniversidaddePanamá ESTUDIOS LITERARIO Ediciones CULTURAL PANAMEÑA Imprenta LAACADEMIA Panamá 1967

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BALTASAR ISAZA CALDERONDe la Academia Panameña de la Lengua,Correspondiente de la Real Academia EspañolaCatedrático de la Universidad de Panamá

ESTUDIOS LITERARIO

Ediciones CULTURAL PANAMEÑAImprenta LA ACADEMIA

Panamá1967

Noticia sobre el autorPanameño de origen, el autor

de este libro hizo estudios su-periores en la Universidad deMadrid, en cuya Facultad deFilosofía y Letras obtuvo eldoctorado (1934), con nota desobresaliente y Premio Extra-ordinario, Fundada la Univer-sidad de Panamá en 1935, sele llamó poco después al ejerci-cio de la cátedra en materiasde filología española, y desdeentonces dedica la mayor partede su actividad a las tareas do-centes .

Discípulo de Menéndez Pidal,de Américo Castro, NavarroTomás y Pedro salinas, cuandofuncionaba en Madrid el Centrode Estudios Históricos (1928-1934), aprendió en aquella re-putada escuela de trabajo inte-lectual el gusto por la investi-gación seria y documentada,cuidadosa en el acopio de mate-riales pero cauta, metódica ypulcra en la exposición ; máspreocupada del enfoque analí-tico, comprensivo v esclarece-dor, que de la erudición farra-gosa e indigesta .

Fruto de las búsquedas reali-zadas entonces es su libro ElRetorno a la Naturaleza, publi-cado por la Editorial Aguilar(Madrid, 1934), que en una in_traducción al estudio del temaen la literatura española, abar-cado en las distintas tendenciasbajo las cuales se ofrece desdela Edad Media, y en los ampliosdesarrollos obtenidos durante laépoca renacentista. El libro fueacogido con interés en el círculode estudiosos de la literaturaespañola, así en la peninsulacomo en otras partes, y ha sidocitado y comentado favorable-mente por diferentes autores .Agotada va la primera edición,está solicitando una segunda,

(Pasa a la otra solapa)

En la portadaDon Quijote y Sancho Panza, en la admirable ilus-

tración del artista español José del Castillo, que figura enla monumental edición del Quijote publicada en 1780 porla Real Academia Española .

Estudios Literarios

BALTASAR ISAZA CALDERONDe la Academia Panameña de la Lengua,Correspondiente de la Real Academia EspañolaCatedrático de la Universidad de Panamá

ESTUDIOS LITERARIOS

Ediciones CULTURAL PANAMEÑAImprenta LA ACADEMIA

Panamá1957

DON FRANCISCO DE QUEVEDO Y VILLEGAS(1580-1645)

Este ensayo sobre la persona-lidad de don Francisco de Que-vedo, fue leído en parte por elautor en la Velada conmemorar£- .va del tercer centenario del falle-cimiento del insigne literato es-

pañol celebrada en el Aula Máxi-ma (le la Universidad de Panamá.

I

ESCORZO BIOGRAFICO

Más no fuera yo español si nobuscara peligros, despreciándolosantes para vencerlos después.(QUEVEDO, España Defendida)

La vida de don Francisco de Quevedo, que se extiende desde lapenúltima década del siglo XVI hasta casi mediada la centuria si-guiente, tiene un paralelismo dramático con las primeras fases delproceso histórico en que la monarquía española, antes pujante y res-petada, cede su puesto de preponderancia a otros poderes que aguar-daban con impaciencia el momento de surgir como primeros, actoresen la historia europea .

No tuvo nuestro escritor una infancia plácida . Huérfano desdemuy tierna edad, por la muerte de su padre, careció del apoyo deci-sivo de la autoridad paternal, si bien doña María de Santibáñez, mu-jer de singulares prendas, que abandonó la vida cuando ya su hijocontaba unos veinte años, pudo proporcionarle, siendo, como era,dama de la corte, algunos valimientos que permitieron al mozo mo-verse con desembarazo en el ámbito cortesano.

-5-

Mostró Quevedo despejada inteligencia y singular capacidadde asimilación desde muy niño . En la Universidad de Alcalá estudiócon gran facilidad los primeros cursos, y cuando apenas tenía cum-

plidos los quince egos mereció- cl gradoen Teología, con admiración de los doctos por la fertilidad de su ingenio.Afanoso de, saber,

no quiso limitarse a una sola disciplina, e hico incursiones en la filosofía, elderecho, las artes, la medicina, y estudió,además, con provecho, las lenguas latina, ,griega, hebrea, arábiga, francesa eitaliana,

en todas las cuales adquirió fama de entendido . Mantuvocorrespondenciaen latín con el prestigioso humanista belga Justo Lipsio, senequista eminente, cuyas obras eran muy celebradas enEspaña, y

quien, cuando Quevedo escasamente cuentaveinticinco años, le escribe, movido de un alto aprecio intelectual hacia el', joven escritor

incitándole a emprender la defensa de Homero, y estampa, parahonra insigne de su amigo hispano, este subidísimo elogio :

Nam amo et, et: hic animo interiori indui,o magnum decus Hispanorum. (t)

Pues te admiro, y aquí en lo íntimo delalma te introduje, ¡oh gloria suprema de los españoles!

Su primer biógrafo, don Pablo Antonio de Tarsia, expresa enlos siguientes términos la entrega casi total de nuestro escrito' a lastareas intelectuales:

"Estaba siempre ocupado, ya estudiando, ya comunicandosus estudios con ostentación de la viveza y prontitud de su inge-nio, y nunca menos solo que cuando solo . Andando por las ca-lles en su coche, acostumbraba llevar consigo papel y tinta, para apuntar lo que podía ofrecerle su continuada aplicación, quesolía traerle en el interior tan elevado, que, encontrando algún

amigo-no reparaba a lo exteriordelos cumplimientos y cortesías; lo cual en don Francisco no era falta, sino sobra deaten-ción a cosas más altas" . (2)

Era tan versado en letras como diestro en las armas . Tal grado

(1) Epistolario de Quevedo, en Obras Completas, M . Aguilar, Editor .Madrid, 7932. Obras- en prosa, pág. 1363-a . La frase O magnum

decís Hispanorum está escrita en lengua griega en el original .12) Edic. Aguilar, Obras en verso, pág . 731-h .

de habilidad alcanzó en el manejo de la espada que hubo de venceren cierta ocasión al afamado maestro de esgrima don Luis Pachecede Narváez, a consecuencia de lo cual este último, herido además porlas burlas quevedescas, cobró gran aversión hacia s u contender, biendemostrada más tarde en el escritorio difamatorio intitulado Tribunalde la justa venganza .

En la mayoría de los manuales de historia literaria se hace de-pender el primer viaje a Italia de nuestro escritor, de cierto lancecaballeresco en el cual don Francisco dio muerte, según versión largamente

difundida, al ofensor de una dama. Las pruebas decumentales descubiertas por varios investigadores permiten desechar tal

especie, que impugna resueltamente, sobre todo, don Luis AstranaMarín, editor moderno del polígrafo madrileño . (3)

Su marcha a Italia se explica mas bien, gracias a sus vincula-ciones con don Pedro Girón, Duque de Osuna, figura prócer de lapolítica española de la época, quien, nombrado como Virrey deSicilia (1610) por Felipe III, probablemente quiso disponer de unexcelente colaborador en la persona de Quevedo, cuyas dotes de sag

acidad y patriotismo se hermanaban bien con las difíciles empresas de Osuna en tierras italianas.

Quevedo fue un capacitado y leal servidor de Osuna, el cual leencomendó misiones delicadísimas, entreotras la de ganar en favord- sus proyectos políticos la voluntad de la corona española, comoenviado especial de! Virrey ante el monarca . La corte hispana estabaminada por toda clase de intrigas y ambiciones . Osuna, convencido,

ante el infructuoso resultado de sus primeras gestiones, de la necesidad de abrir camino tranco a sus planes mediante el recurso pocohonorable de las dádivas, hubo de enviar crecidas sumas y joyas asu emisario, quien luego le escribe :

"Yo recibí la letra de los treinta mil ducados de onze reales, y la hize acetar luego, y como al descuido, he hecho sabidores de la dicha letra a todos los que entienden desta manera de

escribir. Andase tras mi media corte, y no hay hombre que nome haga mil ofrecimientos en el servicio de vuecelencia ; que

(3) );die. Aguilar, Obras en verso, pág . 781-b .

aquí !os mas hombres se han vuelto putas, que nos las alcanzaquien no da . . . Y aseguro a vuecelencia que en lugar de alar-garme, me he arrugado con el dicho dinero, tamo pergamino alfuego. A todos los tengo con esperanzas ; hágoles gestos de dádiva, hablo palabras con barriga, preñadas ..."(4)

Estos rasgos enérgicos, mordaces, del estilo quevedesco, tienen lavirtud de presentarnos, en rápido escorzo, un panorama escalofriante

de la honda descomposición política que minaba hasta la entrañaa la España de entonces, que ya no contaba con voluntades reciasni con hombres de gobierno capaces de mantenerla en plenitud dePoder y de grandeza .

El Duque de Osuna fue promovido (1616) al gobierno del reinode Nápoles, y Quevedo continuó prestándole valiosa colaboración, atal punto que su parecer sobre todas las cuestiones importantes erarequerido en primer término . Osuna, temperamento impulsivo y ambicioso, aunque de muy acendrado españolismo, precisaba a su lado

un hombre como don Francisco, de aguda penetración y de frío razo-namiento, que le sirviese de consejero, cuando no de agente confi dencial en misiones que pidieran muy señalada competencia.

La política de Osuna en Italia sufre un grave trastorno car lallamada Conjuración de Venecia (1618), urdida, según las versio

nes más autorizadas, para comprometer su nombre y perderle, lomismo que a otros significados españoles que desempeñaban altoscargos en Italia . No se ha comprobado con seguridad si Quevedoparticipó en aquellos intrincados manejos políticos . Es lo cierto, sinembargo, que sus posteriores andanzas en España, para salvar elcrédito de su protector, fracasaron totalmente de suerte que, caídoel Duque, don Francisco hubo de acompañarlo en su adversa fortu-na, pues se le decretó prisión en la Torre de Juan Abad .

Con la muerte de Felipe III (1621), que trae consigo la instan,ración de una nueva política, presidida por el Conde-Duque de

Olivares, Quevedo obtieneelperdón para sus yerros pasados,yconsi•

( 4 ) Edic. Aguilar, Obras en prosa, pág. 1373 .

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consigue volver a la corte, ejercitando el doble recurso de arrojar denuestos sobre la figura del ministro anterior yde halagar, en cam-bio, al que ahora disfrutaba el favor real.

No era Quevedo, sin embargo, un adulador de profesión . Porencima de esa táctica de conveniencia exclusivamente personal, quebusca tras el halago el provecho, y que usó al advenimiento de]Conde-Duque, sin duda para conjurar el ostracismo a que le habíacondenado el régimen precedente, estuvo siempre su amor entraña-ble a España . Y lo prueba cumplidamente la actitud de crítica severay valiente que adoptó cuando sus ilusiones respecto a la virtud regen

eradora del gobierno de Olivares se trocaronen hondo desengaño.Hasta la mesa del propio Felipe IV y al amparo de la servilleta regiallegó (1639) un memorial de tono sombrío, causante de su encierroDurante cuatro años en un calabozo inmundo, situado en la proxi-midad de un río, del cual salió, -tras el derrocamiento

del Conde-Dun que, gravemente enfermo y casi de camino hacia el sepulcro.

Es conmovedora la carta que el ilustre cuanto infortunado presodirige al Conde-Duque, cuando estaban por cumplirse dos años desu rudo cautiverio, y que no alteró en forma alguna la cruel ven-ganza del favorito :

"Fui traído en el rigor del invierno, sin capa y sin una ca-misa, de sesenta y un año, a este convento real de San Marcosde León, donde he estado todo este tiempo en rigurosísima prisión, enfermo con tres heridas, que con los fríos y la vecindadde un río que tengo a la cabecera, se me han cancerado, y porfalta de cirujano, no sin piedad me las han visto cauterizar conmis manos ; tan pobre, que de limosna me han abrigado, y en-tretenido la vida . El horror de mis trabajos ha espantado a to-dos" .. . . .

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'Tos que me ven no me juzguen preso, sino con sumo rigorjusticiado ; por esto no espero la muerte, antes la trato

: prolijidad suya es lo que vivo; no me falta para muerto sino la sepultura, por ser el descanso de los difuntos" . ( 5 )

(5) Edic. Aguilar, Obras en prosa, pág . 1581 .

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Cuando Quevedo, "ciego del ojo izquierdo, tullido y cancerado"(6), y luego de haber escrito, tras la caída del Cande-Duque (enero

1643), dos cartas a Felipe IV, en solicitud de gracia, consiguió quese ablandara ánimo del monarca (junio, 1643), estaba tan arrui-nado físicamente que sólo pudo resistir durante dos años más, losindos padecimientos contraídos mi la cárcel .

0 8 de septiembre de 1645 las campanas conventuales de Santo Domingo de Villanueva doblaban por el alisa de quien, en tiem pos mas venturoso, no traspuestas aún losveinticincoaños, había

m erecido del eminente Justo Lipsio la envidiable consagración demagnus decus Hispanorus : "gloria suprema de los españoles'"

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CONCECPCION DE LA VIDA

Cuando Quevedo viene a' mundo (15L(1), los sueños de grandezaespañola corren parejos con las últimas décadas d el

reinado de Felipe II . cuyo ideal de imperar en un orbe católico, libre de herejías,iba sufriendo progresivas e inevitables reducciones .

La atmósfera espiritual de España está perturbada por la severa represión que trae consigo fa Contra-Reforma, la cual en el monarca español halló su más fuerte y combativo paladín . Las tintas deltelon de fondo que bordea el escenario donde habrá de moverse elfuturo escritor son, pues, un tanto sombrías. Nada queda ya delRenacimiento plácido, eufórico, de los primeros tiempos del sigloXVI. que invitaba a vivir en perpetuo derroche de entusiasmo y gocede la existencia

Quevedo surge a la vida en ambiente viciado por la depresiónespiritual, las persecusiones inquisitoriales, la. extremada penuria delerario

públi

co, que obligaba a tomar para el Estado los dineros particulares venidos de ultramar, con las consiguientes protestas y re

sentimientode las personas despojadas; sin contar la pobreza general, las revueltas internas de Aragón, con la secuela de violentas represiones, las guerras y contratienmpos exteriores, que culminaron con

el desastre de la Armada Invencible .

( 6 ) Edic. Aguilar, ob ras en prosa, Segunda Carta al Conde-Duque,pág. 1583 .

Todos esos factores negativos debieron influir poderosamente enla formación espiritual de Quevedo, quien, por otra parte, no traíacomo legado natural, que contrarrestara ese ambiente adverso, untemperamento propicio a los transportes del optimismo . Por el con

trario, su inclinación personal le lleva a situarse en plano de cons-tante disconformidad, a juzgar hombres y cosas por su aspecto me-nos favorable ; sin librarse a sí mismo, por lo demás, de esta de soladora perspectiva.

Posiblemente contribuyó a formar las aristas agrias de su carácter, la falta de asistencia paterna., con motivo de su temprana orfan-

dad ;y también los defectos físicos que le impedían mostrar en lacorte una figura gallarda, a tono con aquel medio social de refinadagalantería y de lujosa ostentación. Su biógrafo Tarsia, muy devoto desu persona, le describe en los siguientes términos :

"Fue don Francisco de mediana estatura, pelo negro y algoencrespado ; la frente grande, sus ojos muy vivos ; pero tancorto de vista, que llevaba continuamente antojos ; la nariz ydemás miembros-, proporcionados ; y de medio cuerpo arriba fuebien hecho, aunque cojo y lisiado de entrambos pies, que lostenía torcidos hacia dentro ; algo abultado, sin que le afease; muy

blanco de cara; y en lo más principal de su persona concurieron todas las señales que los fisónomos celebran por indiciode buen temperamento y virtuosa inclinación ;de manera quede su ánimo en piedad y letras excelente no se podía decir loque a un filósofo mal encarado dijo un astrólogo : Taus animus

male habita!(Tu ánimo vive en mala posada)"(7)

En el retrato anterior destaca, en mengua de nuestro escritor, elgrave impedimento de ser "cojo y lisiado de entrambos pies", que debió sobrellevar con permanente disgusto . Nota saliente de su fisonomíason los "antojos" con armadura apropiada para sostenerse en la narizque desde entonces -y acaso porque el usarlos varón tan conspicuo,agradando a la gente, se convirtió pronto en moda- reciben el nombre de "quevedos" .

Tarsia no acierta, en cambio, en su conclusión sobre "e! buentemperamento y virtuosa inclinación" de don Francisco, deriván-dolos de sus prendas físicas . Aunque precisa poco después el sentí-

(7) Edic. Aguilar, Tomo de Obras en Verso, pág . 801 .

do particular que pretende asignar a tal expresión, añadiendo quesupo reportar sus liviandades juveniles con la devoción al estudio ylos ejercicios virtuosos, de modo "que nunca se desmandó a cosaque oliese a escándalo" .

Quevedo no guarda recuerdos gratos de su infancia ni parecemostrar gran apego a la vida . En 1608 escribió un romance de acen-tos amargos, a través cle los cuales se trasluce una sensibilidad en-ferma, que desvalora los bienes humanos y se confiesa en total aban-dono de ilusiones y esperanzas. Comienza por renegar de su naci-miento y luego acumula sobre su existencia una lúgubre enumeraci ón de los males y miserias que ella le apareja:

Parióme adrede mi madre,¡ojalá no me pariera!

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Murieron luego mis padres ;

Dios en el cielo los tenga,porque no vuelvan acá,y a engendrar más hijos vuelvan .Tal ventera desde entonces

me dejaron los planetas .que puede servir de tintasegún ha sido de negra .

No hay camino que no yerre,ni juego donde no pierda,ni amigo que no me engañeni enemigo que no tenga (e)

La lectura del romance deja una impresión sombría acerca deltemperamento de nuestro autor . Hombre de humores agrios, aquejado de una integral desesperación frente a la vida . Cuando lo com puso no tenía sino veintiocho años y ninguna de las calamidades que

después le sobrevinieron le había mostrado aún su rostro tormentoso .

Hay que pensar, por lo tanto, en un pesimismo temperamental, quegravitaba en el fondo de su ser, predisponiéndose a lanzar una mi-rada torva hacia el mundo circundante, sin atenuaciones ni alternativas de benevolencia .

( 8 ) )Joie, Aguilar, Obras en verso, pág . 272 .

De aquí surgen, sin dura, su propensión hacia la sátira mordaz y las característicasdesu estilo literario, cargado de adjetivos

lacerantes, de poderosa energía, que suenan como latigazos en el rostro de sus víctimas. Quevedo llegó a convertirse en hombre temible

por la causticidad de su pluma, que amo respetaba estados ni condiciones, ni se guardaba de reparar en los estragos causados al adversario.

u obra, con todo, amo es toda ella sátira emponzoñada o virulenta. En esto reside, precisamente, la radical contradicción de estehombre extraordinario, que se entrega con religioso fervor a com-poner un tratado de moral, de teología o de vida cristiana . a l igualque, en plano completamente opuesto, esgrime con ferocidad el armaterrible de la diatriba sin misericordia ni escrúpulos . Si no es que,deslizándose hacia fondos más bajos, escarba con pestilente rea-lismo en lo más ingrato de la humana podredumbre para ofrecerun cuadro repulsivo . En Quevedo alternan, con bastante frecuencia,el humanista y tratadista eminente junto al cínico estercolero .

¿De dónde arranca esta dualidad , este entrecruzamiento de dospersonas colocadas en tan radical antagonismo? Hay en nuestroescritor una poderosa inteligencia que se ejercita desde muy joven encomplicados ejercicios teológicos . Recordemos que su primer gra

do de la Universidad de Alcalá, obtenido a los quince años, fue el deTeología ; disciplina que a fuerza de cristiano, prosiguiócultivandoen los años venideros

. Era, por otra parte, un extraordinario humanista, que conocía a perfección amo solo las lenguas clásicas sinotambién !as semánticas y las europeas más importantes de su tiempo .Los escritores antiguos nunca le negaron sus secretos y pudo abrev ar con largueza en tan doctos manantiales.

Con tan excelente versación en lenguas antiguas y modernas,es fácil pensar que la española en sus manos fue, instrumento defácil manejo al par que inagotable repertorio de voces y giros que,

respondían con docilidad a su llamamiento creador . Por ello es unode los autores españoles de, mayor riqueza en el léxico y de másabundante caudal en el estilo .

Mas, como ya sabemos también, es un hombre desceandrado, tetrico, que desdeña los valores de la existencia y no vacila en hundir

su estilete hasta lo más hondo, aunque resulten al descubierto lasentrañas sangrantes. Por este plano (le descenso, de negación absolu-ta, Quevedo se hundirá, según veremos, en el mundo de la picaresca .

111

DOLOR DE ESPAÑA

Dulce et decorum est pro patria mariDulce y honroso es morir por la patria .

Hay un elemento positivo, de singular relieve, en el fondo mímico de Quevelo, que explica muchos de sus desplantes y dignificano pocas de sus actuaciones . El satírico amargado que lleva dentroreacciona con violencia ante las debilidades de sus compatriotas,cuando advierte que tienen puestos los ojos, atalayas de apetitos dese nfrenados, en los bienes que son comunes a los españoles.Su in-

dignación patriótica no tiene entonces límites, y estalla en terriblessarcasmos .

Había en nuestro escritor una profunda preocupación por losmales de la patria . Pensaba con dolor que ellos derivaban en granparte de la codicia insaciable de sus dirigentes y de las personas queles rodeaban con más estrecha vinculación a las tareas de gobierno .En la carta al Duque de Osuna ya citada, escrita el 16 de diciembrede 1615, pinta con desprecio a toda aquella casta de hombres dis-puestos a vender favores oficiales a quien mejor les pagase . (v)

Tiene el escritor madrileño un patriotismo dolido, exacerbadopor los infortunios internos y los reveses exteriores, cuando no porataques injustos que España recibe de extranjeros predispuestos con-tra ella. Su plana no permanece en sosiego cuando considera ultra-jado el buen nombre de su patria, pues ya desde entonces asomaen sus previsiones (le español pundonoroso la certera de, que se estáformando en Europa una atmósfera nociva, de incomprensión y menosprecio

(9) Con ocasión del proceso incoado contra los Duques de Osuna y deUceda (1621), ex-Virrey el primero en Nápoles y ex-ministro

de Felipe 111 el segundo, fue requerido don Francisco para ren-dir declaración acerca de las personas comprometidas en el ofrecimientocimiento de dinero, y en ella puntualiza los nombres . Véase latranscripción del texto de la misma en la edición citada de lasObras en prosa de Quevedo, por M . Aguilar, pág . 1373 .

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menosprecio hacia la península. Su España Defendida (1.609) es un alegato nacido de esta esencial preocupación :

"Cansado de ver el sufrimiento de España, con que ha de-jado pasar sin castigo tantas calumnias de extranjeros, quizásdespreciándolas generosamente, y viendo que desvergonzados

nuestros enemigos, lo que perdonamos modestosjuzgan que loconcedemos convencidos y mudos, me he atrevido a responderpor mi patria y por mis tiempos : cosa en que la verdad tienehecho tanto, que sólo se me deberá la osadía de quererme mos-trar más celoso de sus grandezas, siendo el de menos fuerzas en-

entre los que pudieran hacerlo" (t0)

En esta justificación de su escrito hay tres afirmaciones impor-tantes : que los ataques extranjeros son calumnias, y por lo tanto to-talmente infundados e injustos ; que el no responder a tales desafue-ros es inconveniente a todas luces, porque el silencio podría interpretarsecomo confesión muda de culpa;y por último, que su actitud

personal al contestar puede atribuirse a celo excesivo . mas, en todocaso, egitimado en !a justicia del propósito.

Se advierte pues, que nuestro autor tiene puesta una atenciónextremada en cuanto se, roza con la dignidad. española . En esto noadmitía que nadie se le adelantase, y tampoco podía callar, por su-puesto, las lacras observadas en el trato diario con las cosas de lapeninsula, pues su sentido de la rectitud le incitaba a denunciar tosabusos donde quiera que se presentaran . En su austera concienciade patriota tanto mal causaban a su tierra los malquerientes de fueracomo los viciosos de adentro, por lo cual era preciso dar la batalla aentrambas partes. Mas en ocasiones adopta un tono fatalista, com-pungido, al comprender que el mal, por muy extendido y arraigado, no tiene ya remedio . En estos términos acongojados se dirigea su gran amigo Justo Lipsio (1604) :

Quid de mea Hispania non querula voce referam? Vos bellipreede estis . N os otii, te ignorantiae, Ibi miles noster, opesqueconsumuntur. Hic nos consumuntur . Hic

(10) Edic. Aguilar, Obras en prosa, pág . 273 .(11) Edic. Aguilar, Obras en prosa, pág . 1361-b.

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Acerca de mi España ¿qué contaré a no ser con voz doliente?Vosotros sois presa de la guerra. Nosotros, de la ociosidad y dela ignorancia. Allá nuestro soldado y nuestros haberes se consu-men. Aquí nos consumimos nosotros . . .Conviene recalcar esta idea de que España, en concepto de Que-

vedo, sufre una crisis tan profunda que no puede escapar a su fataldesintegración . Este pensamiento parece obsesionarle y está en in .tima relación con los productos más densos y peculiares de su arteliterario. Su lenguaje, al surgir este tema, se carga de vocablos ne

gadores, que traducen la obsesión de aniquilamiento, de pérdida delos valores vitales y de las razones que hacen apetecible le vida . Elautor reitera una y otra vez esta especie, y sólo muy contadas veces,como podrá verse en seguida, adopta una postura más lisonjera .

Cuando llegó al poder el Conde-Duque de Olivares (1621), en elánimo de Quevedo parece surgir la esperanza (le un cambio bené-fico en la dirección de la política española, basado en el criterio fa-vorable que le merecía el personaje recientemente encumbrado . Eratan grande su decepción sobre el régimen fenecido que acaso pensó,de buena fe, en rectificaciones de fondo vinculadas a la mudanza .Aunque tampoco debe desconocerse, como causal de su buena dispo-sición hacia Olivares, el no oculto anhelo de sacudirse el destierro aque le había compelido el gobierno anterior ; y por de contado, eldeseo de asegurarse nuevamente el valimiento perdido . En una de susepístolas más conocidas y celebradas, escrita en 1624, se dirige alConde-Duque con los siguientes optimistas apóstrofes :

Que la cortés estrella que os inclinaa privar, sin intento y sin venganza (12)milagro que a la invidia desatina,tiene por sola bienaventuranzael reconocimiento temeroso,no presumida y ciega confianza .

(12) Alude a un juicio que expresó en escrito anterior -Grandes ana-les de quince días (1121)- acerca del Conde-Duque, atribuyén-dole poca ambición de llegar al poder :"y para ver cuanto talento sobraba al conde de Olivares, no

es menester más de ver el conocimiento con que le dejó pasar ;que quien sabe despreciar el poder, es el benemérito ; y el que lecodicia, es el temerario ; y en el uno es gloria la que deja, y encl otro peligro lo que tiene" .Vid. Edic. Aguilar, Obras en prosa, pág . 475-a .

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Pues os dió el ascendiente generosoescudos, de armas y blasones llenos,y por timbre el martirio glorioso, (13)mejores son por vos los que eran buenosGuzmanes, y la cumbre desdeñosaos muestra a su pesar campos serenos (14)

La epístola que nos ocupa tiene un valor circunstancial, de obe-diencia a un propósito de halago político, en la parte transcrita, queremata la composición . Se inicia, en cambio, con muy otros arran-ques, que cuadran mucho mejor en la manera artística de Quevedo porau entonación rotunda y su arrogante sinceridad :

No he de callar, por más que con el dedo,ya tocando la boca, ya la frente,me representes o silencio o miedo (15)

¿No ha de haber un espíritu valiente?¿ Siempre se ha de sentir lo que se dice?¿Nunca se ha de decir lo que se siente?habrá quien los pecados autorice,

y el púlpito o la cátedra compradosharán que la lisonja se eternice?

Y, bien introducidos los pecados,¿verán a la verdad sin voz, desnuda,y al interés echándole candados?Pues sepa quien lo niega, y quien lo duda,

( 1 i) Se refiere al martirio del hijo de Guzmán el Bueno, ascendien-te medieval del Conde-Duque de Olivares, con ocasión del sitiode Tarifa, cuya defensa le había encomendado el rey SanchoIV el Bravo (1292) . Guzmán el Bueno, que custodiaba la plaza,prefirió soportar el dolor de] asesinato de su hijo, que estabaen manos de los atacantes, a entregar la plaza . Se cuenta queGuzmán arrojó desde la muralla su propio cuchillo, dirigiendoa sus enemigos las siguientes palabras : "Si en el campo nohay acero, ahí va el mío ; que antes os diera cinco hijos, el lostuviera, que una villa que tengo Por el rey" .

(14) Edic. Aguilar, Obras en verso, pág . 137-b.(i5) Este verso aparece, con la variantes "silencio avises o amenaces

miedo", recogida en algunas ediciones . El texto reproducido eneste trabajo corresponde a la edición de Aguilar, Madrid, 1932,Obras en verso, pág. 136, preparada por Luis Astrana Marín,quien, a su vez, en nota, explica : "(1) Copia de] amanuense deQuevedo . Ms, inédito en poder de mi amigo D . Luis Valdés . Esel texto primitivo de tan célebre composición, sin retoques niinjerencias extrañas" .

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que vestirse al tope de fino diamante .Si el rey es cabeza del reino, mal pudo

lucir la cabeza de un cuerpo desnudo (16) .

Los fragmentos transcritos evidencian la extraordinaria poten-cia del ataque contra la corona, la cual debió sentirse tambaleante sobr

e las sienes del rey que, entregado a las frivolidades y pasatiempos preparados expresamente por Olivares, con el propósito de

mantenerle ajeno a los negocios públicos, había contraído la graveresponsabilidad de sumir a su pueblo en tan grande miseria, mien-tras derrochaba alegremente los dineros urgirlos por tantos desdi-chados .

Enla formidable invectiva quevedesca hay un acento de sin

ceridad desgarrada, una confesión de honda melancolía, a pesar deloe violentos sarcasmos que surgen a cada paso . Quien habla ante elmonarca arriesgando tanto, no pudo hacerlo nunca en gesto dearrogante altanería, sino movido de poderosas razones . La parte final de la epístola es reveladora en este sentido. Quevedo no pretendo

ofender, mas tampoco quiere adular . El gobernante que sólo escu-cha lisonjas, en realidad procede contra su propio interés ; porquesó o de la verdad podrá esperar luz y acierto para sus providenciasde gobierno . Los cuatros versos últimos pintan con dramática plas-ticidad el estado de ánimo del escritor, su profunda angustia de español

; hacen patente la causa primordial del escrito, que no es, des pués de todo, sino el postrer arrebato ¿e un gran patriota que mira

cerrados todos los caminos, que grita desesperadamente por la sal-vación de España :

Servicios son grandes las verdades ciertas ;las falsas lisonjas son flechas cubiertas .

Si en algo he excedido, merezca perdones .Dolor tan del alma no afecta razones!

¿Se quiere una demostración más decisiva del duelo íntimo delescritor, de su intensa melancolía? No supieron verlo, obcecados porla furia de sentirse descubiertos en sus culpables manejos, quienesse lanzaron sobre el hombre infortunado, con inflexible voluntad deestrangularlo. Mas por ello mismo la figura del artista crece enproporción a la pequeñez de sus perseguidores . Si grande era el

(16) Edic. Aguilar, Obras en verso, págs. 143-144.

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agravio al poderoso, mucho mayor era la culpa que tenía acumuladapor sus continuos desafueros. Mas quiso la fortuna, tan contradic-toria siempre, que pereciese el justo, acaso para dejar más patentessu gloria y su martirio .

Desde ese momento la vida de don Francisco entra en períodoagónico. El memorial dirigido a Felipe IV lleva escrita, en realidad, su propia sentencia . Del largo y espantoso cautiverio que sufrirá después dirá en su postrera carta al Conde-Duque : "Ya no esvida la mía, sino prolijidad de la muerte" ( 17 ) . Los filos acerados desus sátiras ya no volverán a fustigar a funcionarios venales, y conello tendrán un respiro los validos inescrupulosos . Más la posteridad, con mayor sentido de la justicia, sabrá vindicar la memoria dequienes a causas nobles debieron su infortunio . De don Franciscode Quevedo se podría afirmar sin exageración que fue un mártir desu patriotismo .

(17) Edic. Aguilar, Obras en prosa, pág . 1583-a .

LA CONCEPCIÓN CERVANTINA DE LA NOVELALA HAZAÑA LITERARIA DE CERVANTES

Si se quiere una figura que simbolice el genio literario españolen su hora de mayor plenitud, surge sin apremio el nombre de Cer-vantes. Ninguno, en efecto, acude con tanta espontaneidad a cualquie-ra cita donde se ventilen achaques del idioma, como testigo de másreputada opinión . Es el escritor hispano de más universal resonanciay debe contarse también entre las glorias mayores de la humanidaden lora .

Conviene decir esto con el propósito de que, se comprenda y va-lore en su extraordinaria significación para la hispanidad, el cente-nario que este año se conmemora. Que si en otros aspectos de la acti-vidad intelectual cabezas cimeras de distintas naciones aventajan a lasde habla española, un prestigio literario como el de Cervantes repre-senta, en cambio, rarísimo privilegio concedido a pocos pueblos enla historia (le la espiritualidad humana .

El crédito literario de nuestro escritor radica muy principalmen-te en sus aptitudes de novelista . Probó fortuna en el teatro ymantuvo trato asiduo con las musas . Mas supo reconocer honradamente que no debía ilusionarse con adquirir la corona de poeta y quetampoco le era permitido disputar a su contemporáneo Lope de Vegael señorío de la escena . A trueque, sin embargo, de recabar para sí,como quien ara en terreno propio, seguro de sus potencias y recursos, los lauros del narrador :

"A esto se aplicó mi ingenio, por aquí me lleva mi inclinación, y más que me doy a entender (y es así) que soy el prime-ro que he novelado en lengua castellana ; que las muchas nove-las que en ella andan impresas todas son traducidas de lenguasextranjeras, y éstas son mías propias, no imitadas ni hurtadas :

mi ingenio las engendró y las parió mi pluma, y van creciendoen los brazos de la estampa ."

De tal suerte se expresaba Cervantes en el prólogo que colocófrente a las Novelas Ejemplares . La posteridad ha confirmado conamplitud y admiración este juicio valorativo . Es más, ha llegado aconsiderarle, en la historia literaria de Europa, como el primer gran

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MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA(1547 - 1616)

maestro del género . Toda la tradición novelesca anterior queda incorpo rada dentro del marco cervantino, y sale de tal crisol remoza.

U, depurada y provista de los ingredientes con los cuales fructifica ará espléndidamente en el mundo moderno .

HOMBRE DEL RENACIMIENTO

Resulta indispensable mirar a Cervantes dentro del ambiente his-tórico en que le correspondió vivir, si queremos aprisionar las direc-trices de su arte. No vaya a pensarse, como algunos han sostenido,que fue hombre de cultura rudimentaria, a quien una mente biendotada por naturaleza salvó de mostrar en su obra la pobre calidadde su haber intelectual .

Si bien es cierto que faltaron a nuestro autor, a causa de su po-breza --no remediada, como en casos más afortunados, mediante unaprotección generosa- las enseñanzas recibidas en los claustros salm antinos ocomplutensespor otros ingenios contemporáneos, debe re-

conocerse, en cambio, la evidencia, revelada a través de sus produc-ciones, de una formación debida al propio esfuerzo que le permitehablar cabalmente de los temas más apasionantes de la época rena-centista .

Debió ser de particular importancia, en la elaboración de susideas sobre el arte, In permanencia en Italia, donde se debatían, enaquella sazón (1569.1575), cuestiones que el autor español reflejarámás adelante al concebir personajes y asuntos novelescos, revelandoasí la huella perdurable que dejaron en su ánimo .

A diferencia de Lope de Vega, en quien la espontaneidad crea-dora carece de cauces reguladores, Cervantes es un escritor imbuidode ideas racionalistas, respetuoso de las normas, incapaz de dejarsearrastrar por excesos imaginativos o pasionales . Lo prueba, por ejem-plo, su fidelidad al arte dramático de corte tradicional, ligado estre-chamente a la preceptiva clásica, que defiende con tesón frente a losdesbordamientos irreverentes de otros autores . No supo adaptarse nun,ca a esa manera de hacer comedias que Lope hizo triunfar ruidosa.mente en las tablas, entre aplausos delirantes del público, y hubo derenunciar por elfo, entre molino y resignado, a sus empeños dra-máticos .

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El culto racionalista, característico de la época, comparte susprivilegios con la exaltación de los valores humanos de orden vital oemotivo. En consecuencia, Cervantes se impone a veces rectificacionesde los puntos de vista intelectuales cuando los hechos de la realidadintroducen un sesgo contradictorio . La vida también tiene sus dere-chos, y los asume con plenitud a lo largo de la obra cervantina .

Acaso, además, porque nuestro autor no es una mente esclavi-zada a las verdades admitidas ni fanático de ninguna doctrina. Subuen sentido le preserva de Colocarse en posiciones irreductibles, yejercita muy bien la facultad de la crítica, que es actitud esencial delhombre renacentista, llevada a la más sutil perfección por Erasmo, elmaestro indiscutido del humanismo .

La valoración de las cosas humanas, la exaltación de los valoresvitales se junta, por otra parte, con el relieve especial que se concedea la naturaleza, casi elevándola a categoría divina en gesto que, co-nocido el predominio coetáneo de la religión cristiana, debió sonara grave irreverencia .

Cervantes no prescinde, por cierto, de tan arriesgado encareci-miento, e inserta en la Galatea (1585) el siguiente juicio, en que atri-buye a poderes naturales la creación del ser humano :

"En todas las obras hechas por el mayordomo de Dios, na-turaleza, ninguna es de tanto primor ni que más nos descubra lagrandeza y sabiduría de su hacedor como la compostura del hom-bre, tan ordenada, tan perfecta y tan hermosa, que le vinieron allamar mundo abreviado ."

Es de notar, además, el concepto óptimo acerca del hombre querevela el párrafo transcrito, muy a tono con la ideología renacentista,que exaltó a un grado extraordinario la personalidad humana, encontraste con la posición de humilde criatura que ocupó dentro delinundo medieval. La glorificación del hombre, el reconocimiento amplio de sus capacidades y poderes, constituye, en verdad, un resorteesencialísimo que trastorna la estructura del orden imperante en laEdad Media, subordinado totalmente a la voluntad divina, y abre ca-mino a la época moderna, asentada, en cambio, sobre un vasto e in-tenso predominio ele los valores humanos .

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LA NOVELA ANTERIOR A CERVANTES

Cervantes llevará a la novela, según veremos, temas y manerasde ver estrechamente vinculados al orbe estético del renacimiento .Importa contar, ahora bien, con la tradición narrativa que su épocarecibe, sobre la cual habrá de operar nuestro escritor, insuflándoleaires renovadores.

En primer lugar, el libro de caballerías . Relacionado en sus orí-genes con la épica medieval, constituye la primera manifestación dela novela europea, ya emancipada y organizada como género de propia sustantividad ; si bien, a causa de defectos congénitos que fueronacentuándose en torpes imitaciones de los primeros modelos, no lo-gró consolidar u existencia .

Desde un punto de vista histórico y pensando en el apogeo yluego en el progresivo descrédito de la literatura caballeresca, convienerecordar que ella responde a los ideales de unasociedad para la

cual la institución de la caballería debió constituir una proyecciónexterior de sus gustos aristocráticos, urgidos de fiestas brillantes, or-namentales, presididas por la mujer, señora de pensamientos y accio-nes heroicas .

Mas cuando esa concepción de la vida se resquebraja, no fueronya los libros caballerescos respuesta adecuada a las inquietudes y an.helos sociales . Surgen los reproches contra las fallas visibles de suestructura o la falsedad de contenido, se les tilda de inmorales y seinvita a arrinconarlos sin miramientos.

La novela pastoril ofrece, hacia mediados del siglo XVI, una so-lución de índole completamente distinta. Los factores que determinan

su aparición no son ya de origen medieval . Hay que buscarle entronques, inns bien, en inclinaciones de signo contrario a la decrecienteafición hacia los libros de caballerías . La vida del campo, sencilla,rústica, extraña a las intrigas cortesanas, se presentó como una tentadora promesa, capaz de hacer olvidar, siquiera en la ficción literaria, el tinglado de vanidades del mundo señorial o palatino .

ACTITUD CRITICA DE CERVANTES

La cosecha narrativa anterior a Cervantes no se redujo exclu-sivamente a las novelas caballeresca y pastoril . Mas éstas solicitaron

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de modo particular su atención, haciéndole reflexionar sobre el mé-rito artístico que pudiera acreditárseles, a la luz de las ideas que ha-bían llegado a formar su credo estético .

En la época de sus andanzas italianas, hacia mediados del sigloXVI, era motivo de meditación entre los hombres de letras la diferencia establecida por Aristótoles en su Poética entre el historiadory el poeta :

"De lo dicho resulta claro no ser oficio del poeta el contarlas cosas como sucedieron sino cual desearíamos hubieran sucedido, y tratar lo posible según verosimilitud o según necesidad .Que, en efecto, no está la diferencia entre poeta e historiador enque el tino escriba con métrica y el otro sin ella . . . empero dife

réncianse en que el uno dice las cosas tal como pasaron y el otrocual ojalá hubieran pasado ." ( 1 )

En virtud de los conceptos enunciados, quedaba patente para lasgentes preocupados de la época una especie de escisión entre des mun-dos: el de la realidad cotidiana, ámbito de las cosas que ocurren efec-tivamente, y el de la creación poética, propicio a presentar no las im-perfecciones y vicios que afean la vida, sino los ideales que la dig-nifican .

La vida con sus ocurrencias tiene un campo muy circunscrito, re-ferido al contorno de seres y acontecimientos . La historia no puedefalsearlos, debe ateners e a u escueta verdad ontológica . En cambio,el poeta domina un horizonte amplio de posibilidades : u sentidocreador, aunque sin apartarse de lo verosímil, es decir, de cuantopuede concebirse dentro del mundo real, le permite forjar con mayorperfección ambiente y personajes, dotándolos de aquellos ingredientes elevados o nobles que suelen escasear en la flaca naturaleza hu-mana .

Surge de aquí, como dominio propio del arte, la concepción deuna realidad ideal, muy superior a la prosa corriente de la vida .Esta última sería el campo reservado a los menesteres del historiador .

(t) Versión de Juan David García Bacca, México, 1946, p. 13 -- LaPoética había sido traducida al italiano por Robortelli en 1648 .Apareció en edición española, traducida por D . Alonso Ordóñez,en Madrid, 1626 .

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Un peligro asomaba, sin embargo, para el arte. A fuerza de concebír criaturas con el mayor grado de perfección posible, secorre el

riesgo de alejarlas cada vez más del mundo real, convirtiéndolas enseres abstractos, incapaces de actuar y de sentir como los hombresverdaderos . Semejante coyuntura podía acarrear, a la larga, un divorcio insalvable entre el arte y la vida, restando al primero ese calor de humanidad, de apelación al hontanardel sentimiento, sin el

cual no se concibe la emoción estética.

En la pi-impera mitad del siglo XVI este problema no se habíalado el ámbito propio de los criados, fuertemente apegado

a las realid ados groseras y hasta malolientes; de otro, lapareja de los aristocráticos amantes, Calisto y Melibea, dotada de uncandoroso idealismo, que resulta, a la postre, sacrificada en rudochoque con fuerzas

hostiles a su idílico transporte . Cervantes, consciente ya del conflictopresentado aún desde, un punto de vista teórico . Un libro capital co-mo La Celestina, escrito a fines de la centuria anterior, ofrece de unestético antes esbozado, expresó sobre La Celestina el siguiente jui-cio, en el cual resume toda una teoría artística :

Libro en mi opinión divinosi encubriera más lo humano

Cervantes percibe con suficiente clarividencia que no conviene dejarse arrastrar a ninguno de los extremos: ni cruda desnudezdelasmiserias terrenas, ni ascensión a un mundo de encantamiento paradisíaco donde falten los contactos con las asperezas de la vida .

Es verdad, por otra parte, que esta opinión cervantina no eracompartida abiertamente por sus contemporáneos . No pocos ingeniosdi aquel tiempo declaraban resueltamente su parecer en el sentido dereclamar obras ajustadas a lis exigencias de una severa moral, deacuerdo con prescripciones de la iglesia . A esta tendencia obedecenla mayoría de las críticas formuladas contra los libros de caballerías,considerando que sus autores, al introducir pasajes escabrosos o escenas lascivas. pecaban contra la honestidad y ofrecían lecciones perniciosas a sus posibles lectores .

Nuestro autor s e pronuncia a su vez contra la literatura caba-lleresca, mas sus reproches arrancan de muy otro fundamento . Se re-lacionan con sus puntos de vista de orden estético y dejan a un ladolas cuestiones de carácter moral .

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"De mi sé decir - -comenta el canónigo en cl capítulo XLIX,Primera ]'arte del Quijote - que cuando los leo (los libros decabal crías ) , en tanto que no pongo la imaginación en pensarque son lodos mentira y liviandad, no me dan contento ; perocuando caigo en la cuenta de lo que son, doy con el mejor dellosen la pared, y aun diera con él en el fuego, si cerca o presente'e tuviera, bien como a merecedores de tal pena, por ser falsosy embusteros, y fuera del trato que pide la común naturaleza,y corno a in inventores de nuevo modo dc vida, y como a quienda ocasión que el vulgo ignorante venga a creer y tener por

verdaderas tantas necedades como contienen" .Cervantes censura el arte caballeresco porque adultera la

naturaleza, cambia de extraña manera las condiciones de los hombres,haciéndoles autores de hazañas imposibles . Considera que las accio-nes deben estar proporcionadas a la capacidad do quienes las rea-realizan. Romper ese equilibrio que, dispone adecuadamente las cosas,de suerte que los efectos mantengan la debida relación con las cau-sas respectivas, es tarea reprobable .Hace, no obstante, un reconocimiendo : los hechos disparatados,las mentiras contadas con gracia, pueden causar deleite . En otra par te explica mejor su pensamiento, complementándolo:

"Y puesto que el principal intento de semejantes libros seael deleitar, no se yo como puedan conseguirle, yendo llenos detantos y tan desaforados disparates ; que el deleite que el alease concibe, ha de ser de la hermosura y concordancia que veey contempla en las cosas que la vista o la imaginación ponendelante ; y toda cosa que tiene en sí fealdad y descomposturano nos puede causar contento alguno ."

(Quijote, 1, capítulo XLVII)

Su teoría estética se acerca aquí al pensamiento aristotélico an-tes enunciado, en el sentido de asignar al arte una misión ennoblecedora

. Donde quiera que advierta desarreglo, impureza de formaso de contenidos, debe el artista corregir defectos, introducir el sen-tido de la armonía, capaz de suscitar emociones placenteras . Una exi-gencia estética, de corte renacentista, impulsa -la pluma de Cervan-tes, inclinándole a mirar la belleza y la gracia como metas del arte .

Otras ideas expresadas en los pasajes anteriormente transcritos,

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relativas a la función docente ele la obra poética, apareada con la deproporcionar deleite, que circulaban en la época renacentista -y deellas se hace eco Cervantes-- tienen como antecedente un conocido ver-so de Horacio, en su Epístola a los Pisones :

Aut prodesse volunt aut delectare poetae ...O quieren ser útiles o quieren deleitar los poetas .

SU CONCEPCIÓN DE LA NOVELA

La diferencia de objeto y de método que Aristóteles establecióentre la poesía y la historia, suministró a los hombres del Renacimiento una base doctrinal para reflexionar más cumplidamente sobre

la función del arte. Bajo imperativos de orden religioso, hubo quie-nes no acataron otra forma de obra artística que la colocada en elplano idealista de lo poético, prescindiendo de cualquiera concomi-tancia con las cosas terrenas . Hasta se introdujo el procedimiento deconvertir a lo divino los libros mundanos, creyendo con ello librar-los de toda impureza.

Cervantes, menos sectario y mucho más artista, entrevió quela verdadera obra de arte no podía acomodarse estrictamente a unplano ideal, carente de contactos con la vida. Pero tampoco aceptóque la realidad abrupta, sin paliativos, pudiese ser materia adecua-da para la creación estética . Cobran así sentido su reproches contralos libros de caballerías, tachándolos de mentirosos y falseadores dela verdad, al mismo tiempo que su juicio sobre La Celestina, censu-rándole el dejar al desnudo feas muestras de la humana podredumbre .

Como buen renacentista, miraba con ojos racionales la tarea crea-dora, juzgando que no era lícito extraviarla en desafueros imaginati-vos. Había que frenar la fantasía, atemperándola a proporciones queno violentasen las normas naturales .

La doctrina aristotélica estaba muy arraigada en la mente delautor español. Sirve de soporte a sus ideas centrales sobre la creaciónnovelesca. Un personaje del Quijote, según se verá en seguida, larecoge casi textualmente :

"-Así es -replicó Sansón- ; pero uno es escribir comopoeta y otro cono historiador : el poeta puede contar o cantarlas cosas, no como fueron, sino como debían ser ; y el historia-dor las ha de escribir, no como debían ser, sino cono fueron,sin añadir ni quitar a la verdad cosa alguna ."

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(Quijote, 11, capítulo III)

Su concepción d° la novela, de la cual es ejemplo máximo elQuijote, consistió en acercar la zona del idealismo poético al planorealista de lo histórico, de modo que no pudiera el poeta perderseen delirios imaginativos sin sentir, en el momento oportuno, una lla-mada del mundo real que le obligase a cortar su impetuoso desvarío .

Don Quijote es el héroe poético, Sancho es un representante dela realidad pueblerina . El caballero, llevado de sus altos pensamien-tos, vive en un mundo quimérico dentro del cual transforma las co-sas y personas que le rodean, acomodándolas disparatadamente asus delirios imaginativos. Sancho se encarga de advertirle a cadapaso que son muy diferentes de sus fantasías las realidades con quetropiezan . Mas e' caballero, ciego a toda prudente advertencia, trans-figurando en aventuras caballerescas vulgares sucesos del acontecercotidiano, acomete con ímpetu para recibir luego . en pago de suslocuras, rudos golpes de la vida prosaica, sorda a sus alucinados re-clamos.

Ahondando un poco en los elementos que integran esta admirable hazaña novelesca se advierte que, a diferencia de los libros decaballerías, cuyo ambiente y personajes son del todo ficticios, Cer-vantes ha colocado a u héroe sobre un escenario concreto . Sus an-danzas discurren a través de tierras españolas, y todos los pormeno-res descriptivos se refieren a situaciones, lugares, sucesos o personasconcebidos dentro de la realidad peninsular .

Ahora bien, para poder acomodar una trama caballeresca, porlo menos en apariencia, sobre un medio tan esencialmente distantede los exigidos por la técnica de aquel tipo de nove la, Cervantes acu-ñó el recurso de convertir en loco al protagonista, de modo que lacaballeria sólo existe, como él elemento de ficción, en la mente trasto-cada del personaje .

Pero obsérvese que la locura de don Quijote es un elemento fun-cional, de valor incalculable, en la concepción de la novela . Sin ellael autor no habría podido escribirla. Pero, además, considerando co-mo completamente admisible la circunstancia de que alguien llegue,a perder el juicio, las andanzas caballerescas de don Quijote, en cuanto acciones atribuidas a un demente, son del todo aceptables y ad-quieren la categoría de realidad efectiva, no imaginada tan solo . Con

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ello Cervantes logró un nuevo triunfo, desde el punto de vista de sucredo estético, ya que los disparates de don Quijote, que serían completamente reprobables en una persona cuerda, no suscitan objeción

admitidos como reacciones de un pobre demente .

Nuestro escritor ejerce una cuidadosa vigilancia sobre las actua-ciones de sus personajes. Cada uno ha de comportarse con arreglo asu condición temperamental, sin traicionarla ; ha de ser fiel a lascaracterísticas de la esfera social de donde procede . Las maneras deactuar, las ideas, las formas del lenguaje, deben acomodarse al am-biente dentro del cual se agita . Es decir, se impone una consecuencia entre el ser y el obrar, entre la mente y la conducta,

Por este motivo Cervantes rechaza, en un conocido pasaje de)Coloquio de los perros, el convencionalismo de la novela pastoril, laninguna correspondencia que sus fingidos pastores guardan con laverdadera rusticidad así de hábitos como de palabras :

"Pero, anudando el roto hilo de mi cuento, digo que . . . nodebía ser verdad lo que había oído contar de la vida de los pastores

; a lo menos, de aquellos que la dama de mi amo leía enunos libros cuando yo iba a su casa, que todos trataban de pastores y pastoras, diciendo que se les pasaba toda la vida cantando y tañendo con gaitas, zampoñas, rabeles y chirumbelas

...Digo que todos los pensamientos que he dicho, y muchos más,me causaron ver los diferentes tratos y ejercicios que mis pastores y todos los demás de aquella marina tenían de aquellos que

había oído leer que tenían los pastores de los libros ; porque silos míos cantaban, no eran canciones acordadas y bien compuestas, sino un

Cata el lobo do va, Juanica,

y otras cosas semejantes ; y esto no al son de chirumbelas, rabeles o gaitas, sino al que hacía el dar un cayado con otro o

al de algunas tejuelas puestas entre los dedos ; y no con vocesdelicadas, sonoras y admirables, sino con voces roncas, que, solas o juntas, parecía, no que cantaban, sino que gritaban o gruñían

. Lo más del día se les pasaba espulgándose oremendando

sus abarcas

..."

Es muy propio de la técnica novelesca cervantina poner : •u vio-lento contraste la realidad con la ficción . Es un maestro de estosjuegos irónicos, en los cuales ejercita, junto con su aguda capacidadcrítica, el recurso de acudir a In experiencia en demanda de compro-bación, colocando en ella facultades aleccionadoras o antídotos paradesvanecer ilusiones .

Recuérdese, por ejemplo, el capítulo en el cual narra Ce r vantesde modo insuperable el supuesto encuentro de don Quijote con suseñora Dúlcinea,ideadosocarronamente porSancho con el propósitode acallar la continua insistencia de su amo en ver a la dama de suspensamientos, concebida, como es de presumir, de alto linaje, notecontinente, amén de otras singulares prendas de belleza y de gracia .El escudero mira venir hacía el lugar donde se hallaban a tres la-bradoras montadas sobre sendos pollinos, y advierte a su amo :

"Pique, señor, y venga, y verá venir a la princesa nuestraama vestida y adornada, en fin, como quien ella es . Sus donce-llas y ella todas son una ascua de oro, todas mazorcas de per-las, todas son diamantes, todas rubíes, todas telas de brocados . . ."

Se produce luego un divertido diálogo entre los dos personajes,a través del cual el escudero so empeña en desvanecer los recelos dedon Quijote, quien, al observarlas de cerca, no comprende ni justi-fica los encendidos elogios de Sancho . Mas acaba por arrodillarsejunto con su escudero ante aquellas imaginarias princesas, a su vezllenas de perplejidad por tan desusado homenaje, al cual siguen otrosridículos sucesos. Don Quijote, desilusionado, comenta al término dela escena :

"-Sancho : ¿qué te parece cuán mal quisto soy de encantadoras? . . . que no se contentaron estos traidores de haber vuelto y transformado a mi Dulcinea, sino que la transformaron yvolvieron en una figura tan baja y tan fea como la de aquellaaldeana, y juntamente 1e quitaron lo que es suyo de las principales señoras, que es el buen olor, por andar siempre entreámbares y entre flores . Porque te hago sabor, Sancho, que cuando llegué a subir a Dulcinea sobre su hacanea -según tú dices,que a mi me pareció borrica-, me dió un olor de ajos crudosque me encalabrinó y atosigó el alma ."

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(Quijote, II, capítulo X)

Un espíritu burlón, truhán de la peor calaña, que debió encon-trarse por aquellos parajes al acecho de infortunios quijotescos, sol-tó acaso una estridente carcajada, ante el fiasco del pobre caballero .

Todo el mundo de sus ilusiones : los palacios encantados, las be-llas damas recamadas de pedrería, el prestigio no igualado de susportentosas hazañas, el magnífico espejismo de cuya sutil sustanciaalimentaba su andariega existencia, rodaba por tierra en aquellos an-gustiados momentos . Mas la vida nunca fue de otro modo .

El secreto del arte cervantino consiste, probablemente, en que,con un sentido de humanismo integral, upo juntar en una fórmulacarente de exclusivismos las dos potencias que rigen la vida del hombre : aquella que le acerca al inundo animal, donde impera el instin-to, y esa otra que, en alas del ideal, le empuja hacia los dioses. Am-bas, en variada proporción, son responsables del humano destino .

Panamá, octubre de 1947 .