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Estudiante: María Victoria Pasarello; 4.272.263-2.
Docente Tutor: Mag. Gabriela Etcheverry.
Docente Revisor: Mag. Jorge Maceiras.
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Índice.
Resumen………………………………………………………………………………………………… 3
1. La genealogía visible de los grupos y una luz sobre sus invisibles. ……………………… 4
1.1. La etimología del término grupo.
1.2. Momento socio-histórico: las condiciones para la producción teórica y epistémica de
los saberes sobre los grupos terapéuticos.
2. Algunos desarrollos sobre los grupos terapéuticos. …..…………………………………….. 8 2.1. Discusión en torno a la conformación de los grupos terapéuticos.
2.2. Respecto a la numerosidad.
3. Yo y tu, aquí y ahora, qué y cómo: el aporte de la terapia Gestalt. ………………………….11 3.1. Desarrollo histórico de la terapia Gestalt
3.2. Fundamentos filosóficos de la Terapia Gestalt
3.3. Aportes y conceptos fundamentales para el trabajo en terapia grupal gestáltica.
4. De las puertas para adentro: Gestalt del Oeste y Gestalt de Este, de la rivalidad al diálogo. ………………………………………………………………………………………………… 19 5. Actitud y técnica en Terapia Gestalt. ……………………………………………………………. 21
5.1. La actitud del terapeuta en gestalt
5.2. Estar presente: su dimensión técnica
6. La clínica grupal en acción: hacia el encuentro de posibilidades. ………………………… 23 6.1 Gestalt en grupo
6.2 Gestalt de grupo
6.3. Una posibilidad de integración: la gestalt grupal.
7. El lugar de la comunicación en la terapia grupal gestáltica. ……………………………….. 27 7.1. La resonancia: un aspecto curativo.
8. La coordinación de los grupos terapéuticos: una mirada hacia la diversidad de formas. …..…………………………………………………………………………………………. 29
8.1. El arte de trabajar juntos: la coterapia.
9. La terapia grupal gestáltica: una comunidad creativa ....……………………………………. 33 10. Otros universos posibles. ………………………………………………………………………. 35 Bibliografía. …………………………………………………………………………………………… 38
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Resumen. En el presente trabajo, se intentará dar cuenta del recorrido histórico de los grupos terapéuticos
haciendo énfasis en el aporte de la terapia gestáltica como cuerpo teórico y escuela de
pensamiento, en busca de nuevas posibilidades de contemplar la terapia grupal.
Se abrirán líneas de reflexión en torno a las diferentes posturas coexistentes dentro de la terapia
gestáltica con el fin de que la integración permita nuevas maneras de pensar los grupos
terapeúticos. Se dará importancia al lugar que ocupa la comunicación y las diversas formas de
coordinación, pensando este espacio como una comunidad creativa, cuna de agenciamientos y
desviaciones transformadoras, que serán no solo productores de subjetividad sino también la
contingencia de nuevos universos pensables y posibles.
Palabras claves: Grupo, Terapia grupal, Gestalt, Subjetividad.
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1. La genealogía visible de los grupos y una luz
sobre sus invisibles.
1.1 La etimología del término grupo.
Existen diversas concepciones académicas para definir el término Grupo, para comenzar se
releva la información proporcionada por Ana María Fernández (1999) en su libro El campo grupal.
La palabra grupo ha hecho surgir diversas producciones de sentido a lo largo de la historia. La
misma tiene su origen en el término italiano groppo o gruppo que refiere a un “Conjunto de
personas esculpidas o pintadas” (p.16), en tiempos del Renacimiento estas esculturas
sobresalientes ubicadas en los edificios de la época, tenían como característica particular que
para ser apreciadas debían contemplarse en su totalidad, por lo que era necesario rodearlas.
Anterior a que el término grupo fuera tomando la definición sociocultural, que hoy aparece en el
diccionario de la lengua española: “Pluralidad de seres o cosas que forman un conjunto, material o
mentalmente considerado”, uno de sus significados fue el de Nudo que al mismo tiempo deriva
del término germano: Kruppa que señala a una “masa redondeada o forma circular”.
A partir del siglo XVIII la palabra grupo, en una de sus acepciones, comienza a referenciarse
comúnmente para denominar a “un conjunto de personas unidas por un fin común”.
Tanto el Círculo como el Nudo tienen especial significación para el ámbito grupal que compete
aquí: los grupos terapéuticos.
Círculo y Nudo son dos líneas en las que pueden pensarse diferentes cuestiones.
El Círculo muestra una forma geomètrica que proporciona sentido de unión y horizontalidad.
Ancestralmente el Círculo aparece en casi todas las culturas y civilizaciones como un símbolo de
poder, utilizado para diferentes fines y con distintas representaciones, el arquetipo del círculo
representa desde la antigüedad, los ciclos de la vida, la naturaleza y el cosmos, la unión, la
fuerza, la completud, la perfección y la existencia de un todo sagrado que es más grande que
aquellos que lo componen. La circularidad habilita la igualdad en término de distancia y permite
reconocer a todos aquellos que la conforman.
La palabra Nudo proviene del latín, nudus que significa Lazo, para la RAE es “Unión. Lazo. 1
Vínculo”.
Por su parte Didier Anzieu (1923-1999) psicoanalista francés reconocido por sus investigaciones
sobre la dinámica de grupos, propone que el nudo en términos grupales, refiere a la cohesión
1Diccionario Real Academia Española, en adelante RAE
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necesaria entre sus miembros. A partir de estas conceptualizaciones se abren líneas de
pensamiento hacia qué tipos de nudos o desnudamientos pueden presentarse dentro de un grupo.
La palabra grupo nace con el Renacimiento (SXV-XVI), así denominado por el amplio surgimiento
de nuevas ideas y un gran movimiento sociocultural de Europa Occidental marcado especialmente
por la cultura greco-romana. Tiempo de grandes transformaciones en todos los aspectos que
involucran al hombre, tanto socioculturales como económicos, se hacen presentes nuevas
concepciones epistémicas que transforman la visión del mundo. Se realiza una restructuración
que es de vital importancia: la nuclearización de la familia. Reconocido e investigado
posteriormente en el campo de las ciencias humanas y sociales como el primer grupo al que el
sujeto pertenece.
1.2. Momento socio-histórico: las condiciones para la producción teórica
y epistémica de los saberes sobre los grupos terapéuticos.
Estados Unidos, 1920-1929. Esta década está marcada por varios acontecimientos de relevancia
en lo que a grupos se refiere.
Al finalizar la Primera Guerra Mundial en noviembre 1918, Estados Unidos pasa de ser deudor del
sistema europeo a ser acreedor tanto de Francia como de Inglaterra y sus aliados, convirtiéndose
en la primera potencia económica mundial. Este crecimiento, rápido y desmedido, tiene su origen
principalmente en la producción de mercadería en serie propulsadas en las fábricas de Henry
Ford.
Comienza a ser relevante para la ciencia la formación de agrupaciones humanas en respuesta a
una demanda estrictamente empresarial: hay un declinamiento de la producción donde el
taylorismo no es suficiente para dar cuenta de lo que está sucediendo; el estudio de los grupos
surge para comprender este decaimiento.
Las primeras intervenciones son realizadas por Elton Mayo (1980-1949), sociólogo y psicólogo
industrial especializado en las organizaciones y las relaciones humanas. Sus experimentos se
llevan a cabo en la Western Electric Company ubicada en Hawthorne, entre 1927 y 1932. Mayo
descubre que la mayor productividad de los trabajadores está determinada por los vínculos
interpersonales afectivos generados entre ellos. Esto influye directamente en mayor o menor
productividad y eficiencia.
Se pasa así del organigrama de Taylor al sociograma naciente, en un intento de dar cuenta
gráficamente de las diferentes interrelaciones entre los hombres que componen ese grupo de
trabajo y la relación entre estos y la producción.
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Con estos nuevos descubrimientos aparece por primera vez la noción de “moral de grupo” que da
pie a otra concepción muy significativa que se retomará a continuación: el todo es más que la
suma de las partes.
Otro aporte de relevancia es el de Kurt Lewin (1890-1947), reconocido psicólogo que nace en
Alemania y se radica en Estado unidos en 1930, su enfoque se dirige principalmente a la
investigación sobre la psicología de los grupos y las relaciones interpersonales.
Toma de la teoría de la Gestalt la noción de que “El todo es más que la suma de las partes” esta
concepción hace referencia a que la conducta del sujeto puede explicarse a través de la
configuración que se da entre este y su ambiente, en un momento determinado. A esta
configuración la denomina campo dinámico y surge de la interacción de las fuerzas que lo
componen y el equilibrio generada entre las mismas.
El primer experimento de Lewin comienza en 1938, el objetivo es trabajar la noción de campo
dinámico. Para esto conforma tres grupos de niños y los somete a tres climas sociales distintos:
democrático, autoritario y Laissez faire, esta última es una expresión que refiere a la libertad de
acción, su traducción al español significa dejar hacer. La investigación arroja como resultado lo
siguiente: el ambiente y la configuración del mismo, determinan las conductas de sus integrantes.
Constatando que la agresividad y la frustración es manejada más saludablemente por los
integrantes de los grupos democráticos, alcanzando con mayor facilidad la regulación equilibrada
de las fuerzas que componen el campo.
Lewin (s.f) citado por Peñarrubia (2014, p. 25) sostiene que:
La persona no es un sistema inerte, sino que está sometida a tendencias (por ejemplo sus
necesidades), qué es el aspecto dinámico, en interacción con las condiciones del entorno que es su
aspecto mecánico. Se comporta en tanto, en función de unas y otras, según la fórmula C=f (P,A),
qué significa que la conducta (C) es función (f) tanto de la persona (P) como de sus condiciones
ambientales (A).
Ana María Fernández (1999) distingue tres momentos epistémicos para el desarrollo de los
saberes acerca de los grupos.
El primero tiene que ver con lo mencionado anteriormente: el aporte de Lewin y la gestalt sobre
campo dinámico. El momento histórico del mismo se ubica entre los años 1930 y 1940. Se exigen
nuevas formas de abordaje para un transitar más efectivo de las dificultades. Surge una nueva
tecnología: los dispositivos grupales y un nuevo técnico: el coordinador de grupos.
El segundo momento se focaliza alrededor de la búsqueda de organizaciones grupales en un
intento de explicar cuales son las instancias que posibilitan sus movimientos ya que comienzan a
multiplicarse en varios ámbitos de la esfera social.
En torno a la psicología y la psicosociología la polémica se desplegará alrededor de esclarecer y
determinar si la teoría psicoanalítica puede aplicarse legalmente en los dispositivos grupales
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terapéuticos y/o si es necesario elaborar herramientas e instrumentos teóricos específicos. Las
discusiones girarán en torno a la posibilidad de explicitar desde el psicoanálisis los aspectos que
emergen del campo grupal y paralelamente la lucha por la cristalización y hegemonización en los
campos intelectuales del momento.
Por último es necesario un cambio en el paradigma teórico y una revisión de las prácticas
grupales. Esto propone una compleja labor centrada en desmontar dos ficciones siempre
recurrentes: la del individuo como unidad que imposibilita pensar lo grupal y la del grupo como
intencionalidad es decir, como una unidad que posee deseos y emociones.
En tiempos de Postguerra las terapias grupales tienen su auge alrededor del mundo, esto da
impulso para crear las dos primeras asociaciones de terapia de grupo en Estados Unidos: la
Asociación de Psicoterapia y Psicodrama de Jacob L. Moreno (1889-1974) y la Asociación de
Psicoterapia de Grupo de Samuel R. Slavson (1890-1981).
Moreno, psiquiatra, educador y aficionado al teatro fue el creador del Psicodrama: técnica
terapéutica que se basa en la improvisación, el individuo toma escenas del pasado o imaginarios
del futuro, situaciones externas o internas tanto reales como imaginadas y las representa en el
presente.
Moreno es considerado una de las figuras más controversiales en el campo de la psicología de
este tiempo, contemporáneo a Freud le cuestiona al psicoanálisis su herramienta más importante:
la asociación libre, sosteniendo que no se trata de asociar libremente ideas sino de con quién
puede asociarse libremente el sujeto, centrando su interés en las conexiones entre los mismos y
el concepto jungiano de inconsciente colectivo.
Moreno (1979) aporta a la terapia grupal no solo el concepto de la misma sino también la noción
de encuentro y reciprocidad que denominó Telé: el autor citado por Peñarrubia expresa que “Una
relación personal será sana, si y sólo si, es recíproca: si ambas personas se valoran mutuamente
de forma real y verídica independientemente del signo de la valoración” (2014, p.42), existe tanto
telé positivo como negativo, la cohesión grupal corresponde al primero y el conflicto al segundo.
Slavson, educador y asistente social, apunta sus estudios hacia los más pequeños; su aporte más
importante tiene que ver con el descubrimiento de que los niños entre los seis y los doce años,
fase de la evolución libidinal que Freud denominó como periodo de latencia, cuando se
encuentran dentro de un grupo ganan espontaneidad mediante las interacciones dentro del
mismo.
Luego de la revolución grupal y su auge, a partir de los años 50 todo el campo que refiere a la
salud mental se torna escabroso y complejo debido a las infinitas controversias entre distintas
escuelas de pensamiento. Entre las ya establecidas orientadas al psicoanálisis y lideradas por
Freud y Adler y los neofreudianos como Horney y Sullivan y una gran cantidad de nuevas
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terapias: el Análisis Transaccional (Eric Berne), la Terapia Centrada en la Persona (Rogers), la
Terapia Gestalt (Fritz Perls) y la Terapia Existencial (V. Frankl). Tanto la terapia Gestalt como la
terapia Transaccional nacen en contextos grupales.
Moreno y Perls son figuras representativas de lo que luego vino a llamarse Humanismo o Tercera
Fuerza (siendo el psicoanálisis la primera, secundado por el conductismo y cognitivismo), esta
fuerza ha soportado infinitas y diversas críticas de las que además los humanistas son
responsables, en su afán de priorizar los aspectos afectivos y/o emocionales y reducir la
importancia tanto de la teoría como los aspectos intelectuales, apoyándose en la afirmación de
cambio antes que insight, lo que termina por parecerse más a la noción psicoanalítica de acting
out.
En el ámbito de la psicología se entiende por humanismo el movimiento que surge en los años 50
y se consolida en los 60, que comprende al hombre como una totalidad irreductible a sus
funciones.
Los representantes del humanismo sostienen que el pasado no tiene una importancia real y se
centra en romper las resistencias en el presente y desde la experiencia, este movimiento
intelectual crece en y desde el caos, sin delimitación clara y casi sin sustento teórico.
Aun así la tercera fuerza aporta a lo grupal una variedad de técnicas y herramientas de
intervención sumamente valiosas, entre ellas la inclusión del cuerpo como una vía más hacia el
conocimiento y la transformación del sí mismo. Una fuerza que sostiene su ideal en el poder de
los grupos humanos, que desestima el patriarcado y apuesta a la autorregulación grupal.
El desafío es ahora intentar dilucidar cómo nacen, qué son, cómo funcionan y para qué, las
terapias grupales, sus fundamentos empíricos y sus diversas formas, sus entrecruzamientos
teóricos, quizá en busca de la existencia de puentes bajo el agua de las islas teóricas.
2. Algunos desarrollos sobre los grupos terapéuticos.
2.1 Discusión en torno a la conformación.
Con el objetivo de poner sobre la mesa algunas de estas discusiones dialécticas se exponen las
diferentes ideas que aparecen al momento de pensar un grupo terapéutico, las concepciones y
formas de abordarlo y el acento sobre las maneras en que la terapia gestáltica realiza esta labor
para visualizar críticamente el aporte de este cuerpo teórico.
Desde los postulados individualistas se expresa que no existen los grupos sino que es un término
que permite nombrar los múltiples procesos individuales, apoyándose en que no existe nada
grupal que anteriormente no exista en lo individual.
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Émile Durkheim (1858-1917) sociólogo y filósofo francés, entiende el grupo como una entidad
mental que aunque se genera a partir de mentalidades individuales, es diferente a estas,
considerando que esta entidad mental es algo más que la simple suma de individuos particulares.
Muchos autores entre ellos Floyd Henry Allport (1890-1979) considerado el fundador de la
psicología social como cuerpo teórico, consideran que el grupo como tal es una falacia,
resumiendolo al individuo como único eje y sosteniendo que la configuración grupal se da por la
suma de los mismos.
Los psicoanalistas han discutido a través del tiempo la posibilidad de existencia de un
inconsciente grupal.
Como ya se ha mencionado, Lewin es uno de los primeros en investigar las dinámicas grupales,
concibe al grupo grupo como poseedor de características diferenciadas posibles de ser
estudiadas que se dan dentro de un campo estructurado.
Jean Paul Sartre (1960), en su libro La edad de la razón, define a la grupalidad como el resultado
del pasaje desde la serialidad a la reciprocidad: una serie de personas intercambiables se
organiza con un fin, este fin genera un vínculo recíproco que toma el lugar de la serialidad. Se
toma el concepto de reciprocidad en tanto vínculo con un otro que es significativo, particular e
insustituible en la configuración grupal.
La discusión en torno a la posibilidad de conceptualizar a los grupos terapéuticos es extensa y
tiene diversas aristas y puntos de partida, los enfoques psicológicos difieren y acuerdan en
distintos puntos y existen varias formas válidas de llevar adelante la práctica grupal terapéutica.
En América Latina, Argentina inicia su movimiento grupal en 1947 y su mayor exponente es
Enrique Pichon-Rivière (1907-1977) reconocido médico psiquiatra y creador de la teoría sobre
grupo operativo. Pichon-Rivière parte del modelo de Lewin y la táctica de Schilder, en 1954 funda
la Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia de Grupo. De estos derivan los grupos
analiticos de reflexion con un encuadre psicoanalítico.
Los psicoanalistas argentinos León Grinberg (1921-2007), Marie Langer (1910-1987) y Emilio
Rodrigué (1923-2008) entienden el grupo terapéutico como una gestalt, posible de ser
interpretada desde el enfoque psicoanalítico de transferencia y contratransferencia, en el aquí y
ahora grupal. Se interpreta al grupo como un todo: en relación a sus roles, que derivan de una
emoción compartida, a sus actitudes y fantasías, tanto en relación a sus compañeros u otros
sujetos externos como hacia el terapeuta y la formación de subgrupos como parte de la totalidad y
al mismo tiempo destructores de la misma.
La existencia, desarrollo y sostén en el tiempo de un espacio grupal es posible si su organización
habilita la satisfacción de al menos algunos de los deseos inconscientes, como la coherencia y
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conservación del psiquismo grupal y algunas demandas tanto sociales como materiales de la
realidad.
Joseph Zinker define al grupo de la siguiente manera:
Un grupo no equivale a la simple suma de los individuos que lo componen. Todo grupo es un sistema
único, dotado de su propio carácter especial y su propio sentido del poder; un conglomerado de las
energías que emanan de los individuos y se interrelacionan en una configuración sistemática. Es una
totalidad, una entidad, una Gestalt cuya índole es más amplia que la suma de sus partes. (Zinker,
2003, p. 128)
Isabel Diaz Portillo (2000) en su libro Bases de la terapia de grupo, plantea que los grupos tienen
cuatro funciones centrales: asignar lugares y espacios; cognición y representación; defensa y
protección; y producción y reproducción.
Quizá la mayor dificultad para pensar la grupalidad y los grupos deviene del obstáculo que se
genera al momento de descentrarse de la representación unificada, autónoma e individual de las
personas, si existe un acuerdo general es que el grupo es un espacio donde nadie es el origen ni
el fin, tampoco el centro, ni el único allí.
2.2 Respecto a la numerosidad.
Quizá pueda remontarse en un principio a lo más básico: el grupo está constituido por un número
de componentes (personas) que tienen un objetivo común, entre estos componentes se da una
interrelación subjetiva.
Moreno sostuvo desde el comienzo que dos personas interrelacionadas y cooperando entre sí
vinculadas desde un Telé positivo, equivalente a la reciprocidad y/o empatía, constituyen un
grupo.
Francisco Peñarrubia (2014), nacido y radicado en España, psicólogo gestáltico, considerado uno
de los introductores de la Gestalt en su país, sostiene que dos o tres no conforman un grupo, sino
que tanto el dúo como el trío, se definen con otra entidad correspondiente a la pareja y la trinidad,
otro espacio delimitado entre la individualidad y el colectivo.
Anzieu marca la formación de un grupo a partir de cuatro ya que es el número mínimo que permite
más interacciones que componentes (A-B, A-C, B-C, B-D, C-D) enfatizando la ya mencionada
frase: el todo es más que la suma de sus partes.
Nicolás Caparrós (1990), psicoanalista grupal español contemporáneo, expresa que la formación
de un grupo es posible a partir de cinco personas donde se dan las siguientes configuraciones:
dos y tres. Por un lado la consideración de la angustia atribuida a la pareja: ansiedad persecutoria
y angustia de confluencia. Por otro las emociones vinculadas al trío: conflicto, culpa y exclusión.
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Teniendo en cuenta lo anterior puede decirse que a partir de cinco personas es posible la
configuración para un grupo terapéutico y a partir de ellos se sitúa entre diez y veinte
participantes, según la orientación teórica y modalidad de trabajo, tanto como las limitaciones,
capacidades y experiencia de él o los coordinadores.
3. Yo y tu, aquí y ahora, qué y cómo: el aporte de la
terapia Gestalt. Los primeros referentes de la TG Fritz Perls, Laura Perls y Isadore From, atribuyen a Otto Rank 2
(1884-1939) la primera utilización de la la expresión “aquí y ahora” que viene acompañada de la
importancia del “cómo”. Esta expresión y este término son dos pilares elementales de la TG,
Celedonio Castanedo en su libro Grupos de encuentro en Terapia Gestalt: de la silla vacía al
círculo gestáltico. expresa que:
La ciencia de la teoría de la Terapia Gestalt es la comprensión de estos dos términos. “Ahora”
cubre todo lo que existe. El pasado ya no es y el futuro aún no ha sido. El “ahora” incluye el
equilibrio de estar “aquí”, es la experiencia, la implicación, el darse cuenta. El “cómo” cubre todo lo
que es estructura, todo lo que ocurre, el proceso continuo. Todo el resto es irrelevante.
(Castanedo, 1997, p.24)
3.1 Desarrollo histórico de la terapia Gestalt.
La TG (1940) es creada por Friedrich Salomon Perls conocido como Fritz Perls (1893-1970)
neuropsiquiatra y psicoanalista alemán y tan aficionado al teatro como Moreno, del que toma
algunos aspectos fundamentales para el desarrollo de la gestalt.
Este modelo alternativo de terapia surge en respuesta a la inflexibilidad del psicoanálisis clásico.
La terapia gestalt pone énfasis en el encuentro aquí y ahora, en lo que está sucediendo en el
presente dejando a un lado cualquier tipo de interpretación, concibe y da fundamental importancia
a las potencialidades del ser humano entendiendo que cada uno es portador de un saber
excepcional sobre sí mismo y que en el encuentro terapeuta-paciente, el compromiso y la
presencia aquí y ahora, facilitan el darse cuenta de ese saber y contribuyen al desarrollo personal
del sujeto.
El surgimiento de una descripción fenomenológica de los acontecimientos presentes es algo
nuevo para la psicología de entonces.
2 Terapia Gestalt, en adelante: TG
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La gestalt tiene desde esta época dos estilos: uno que tiene un enfoque más teatral, basado en la
catarsis y el compromiso persona-persona lo que Gary Yontef (1995) llamó terapia Bum-bum-bum
y otro que pone énfasis en el trabajo y proceso continuo orientado hacia el contacto.
Según el autor “Perls era teatral desaforado y narcisista. Lograba tanto comprometer cómo
enfurecer a la gente. Obtuvo una reacción del personal psiquiátrico y los residentes en formación
así como también de los pacientes psicóticos que no habían sido alcanzados por nadie más.”
(Yontef, 1995, p. 8)
Perls fue precursor de la terapia Bum-bum-bum.
Por otra parte Jim Simkin (1919-1984) psicólogo clínico y psicoterapueta de grupos,
contemporaneo de Perls y su coterapeuta de grupos de formación y psicoterapia, en el instituto
Esalen en California, posee un estilo de abordar la terapia gestáltica bien diferente: más metódico
y menos exacerbado, más enfocado en la presencia activa, la responsabilidad y la confianza en la
autorregulación organísmica de los pacientes y el propio proceso continuo de terapia.
Los primeros grupos gestálticos en palabras de Yontef :
Alteran la base misma del psicoanálisis al enfatizar el contacto con la realidad sobre la
transferencia, la presencia activa sobre la pantalla en blanco, el diálogo y enfoque fenomenológico
sobre la asociación libre y la interpretación, la teoría de campo sobre la teoría mecanicista, y la
teoría de procesos sobre las dicotomías aristotélicas y newtonianas. (Yontef, 1995, p. 29)
Perls abandona su trabajo como terapeuta individual sosteniendo que toda terapia individual está
obsoleta o en camino a serlo, afirmándose en su observación de que en las situaciones grupales
ocurre algo que es imposible en una sesión individual: el grupo entero ve con claridad la obviedad
del conflicto que acontece menos aquel que es portador del mismo; frente a esta certeza grupal el
paciente no puede utilizar sus conocidos mecanismos defensivos o sus diversos sistemas
manipulatorios frente al terapeuta o su repudio cuando la manipulación no es funcional. Sumado a
esto se experimenta dentro del grupo una confianza mucho mayor entre los miembros que
sobrepasa con creces la confianza hacia el terapeuta.
Ya ingresando en 1970, la meditación toma el lugar de la incitación. Los gestaltistas comienzan a
trabajar con la interioridad del sujeto. Se introduce a la terapia gestáltica todo lo relacionado con la
ideología y la cultura de Medio Oriente: la lectura de los chakras y el aura, el budismo, el sufismo,
etc.
La teoría sigue siendo un pendiente medular.
Los fundamentos de la gestalt, tanto teóricos como prácticos, se apoyan en el diálogo dentro del
campo individuo-ambiente, todo este auge espiritual no hace más que separar al sujeto de su
medio, volviéndose extremadamente individualista, disgregando el darse cuenta del contacto.
Todo este ruido en torno a la terapia gestáltica, gestado y promocionado por los mismos
gestálticos, demuestra una falta de comprensión de lo que la terapia significa.
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Dice Yontef:
Este enfoque demuestra una incomprensión de lo que es la psicoterapia y manifiesta una pérdida
de profundidad y flexibilidad. Aquí ser emocional reemplaza la verdadera comprensión y la catarsis
reemplaza la verdadera creatividad. Definida de este modo la terapia gestáltica es solo otra forma
más de modificación conductual. (Yontef, 1995, p.18).
Llegando a los años 80 los gestálticos comienzan a darse cuenta de la dimensión de sus
acciones, surgen nuevos movimientos dentro de la gestalt que apuntan a la revisión y restauración
de lo que hasta acá se viene realizando. Yontef (1995) plantea que fueron seis aspectos básicos
los que permitieron una reformulación y mejor puesta en práctica de la gestalt: Primero habilitar el
diálogo entre distintas teorías sabiendo que no hay respuestas fáciles. Segundo y al decir de
Lewin “no hay nada más práctico que una buena teoría”, es necesario formular una base teórica
coherente y consistente que permita mejores resultados, una buena teoría es siempre un gran
desafío dialogal, una lucha insistente de sus aspectos conflictivos, lo que no puede exponerse a
una buena crítica no es confiable. Tercero, la necesidad de entrecruzamientos transdisciplinares y
de discusiones entre diferentes escuelas de pensamiento, que favorecen el crecimiento. Cuarto,
darse cuenta que no hay camino fácil para la formación de buenos terapeutas. Quinto, el
pendiente fundamental de ampliar la literatura, presentar material actualizado que constate el
diálogo inter comunidad terapéutica y permitir el acercamiento de otros profesionales que aporten
a la construcción de una base solidificada. Y por último, recordad las raíces, mejorar el manejo y
aumentar la conciencia de la teoría gestáltica original expresadas por Perls, Hefferline y
Goodman en 1951, mucho antes de la popularidad, mucho antes del caos, y una vez asimilado tal
conocimiento ser capaz de trascenderlo.
3.2 Fundamentos filosóficos de la gestalt: El existencialismo y la
fenomenología
El existencialismo es una corriente filosófica surgida en el siglo XIX, los existencialistas se
centran en el análisis de la condición humana poniendo su acento en el estudio de la libertad, la
responsabilidad individual, la emociones y la búsqueda de un sentido y un significado a la vida de
las personas.
Los referentes existencialistas que mayor influencia tienen en la TG son Sören Kierkegaard
(1813-1855), precursor del existencialismo y el valor de la subjetividad y de la contradicción “entre
más pienso, soy menos y pienso menos y más soy”. Ludwig Binswanger (1881-1966) fundador de
la Sociedad Suiza de Psicoanálisis, creador del análisis existencial, sus estudios se basan en la
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importancia de las vivencias corporales del sujeto y su medio. Karl Jaspers (1883-1969) que pone
su foco en la psicopatología fenomenológica existencialista para afinar la conciencia de la
existencia del sujeto en relación al mundo. Y Martin Heidegger (1889-1976) precursor del análisis
existencial del “estar aquí” que llamó Dasein, dirigiendo su estudio hacia la valoración de la
angustia, de la duda existencial y la finitud del ser.
La fenomenología es un movimiento filosófico del siglo XX que se inicia de la mano de Edmund
Husserl (1859-1938) nacido en la ciudad de Prossnitz República Checa, éste funda la
fenomenología trascendental y con ella el movimiento fenomenológico considerado uno de los
más importantes de ese siglo.
La fenomenología es un método de pensamiento basado en la comprensión de lo que se presenta
como obvio y revelado por la situación, los fenomenólogos llaman a esto “lo dado”, se intenta por
medio de esta metodología dejar a un lado toda idea preconcebida y centrar la atención en la
experiencia, acercándose tanto como sea posible a la esencia de todas las cosas, lo que Platón
llamó Idea.
Esta tendencia cuestiona al positivismo y sus concepciones sobre la exactitud, objetividad y
neutralidad de los acontecimientos.
El principio básico de la fenomenología es la Intencionalidad de la Conciencia, siendo la intención
la estructura propia de la misma y no una propiedad de los actos psíquicos, siempre está referida
a un objeto: “conciencia de” .
Edmund Husserl sostiene que la conciencia es trascendente, siendo la intencionalidad la esencia
de la conciencia que supera la dicotomía sujeto-objeto, tanto uno como el otro existen, sin
embargo cobran sentido en la relación dada entre ambos. Husserl plantea que en la conciencia
intencional existe una estructura bipolar que se distingue como: acto psíquico del pensamiento
individual e intencional de pensar (noesis) y el contenido objetivo de ese pensamiento (noema),
siendo el contenido independiente de la acción.
La TG es explícitamente un enfoque fenomenológico y existencial.
Tomando el libro de Serge Singer, fundador de la Escuela Parisina de Gestalt y de la Asociación
Francesa de Gestalt, titulado La Gestalt: una terapia de Contacto (1987), se puede mencionar
cuáles han sido los aportes fundamentales de la fenomenología y el existencialismo a esta forma
de terapia.
Del existencialismo la TG se nutre esencialmente de:
● La preponderancia de lo vivido de forma concreta en relación con los principios abstractos,
así se considera existencial todo aquello que se vincula a la manera en que la persona
experimenta, asume y/o dirige su existencia.
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● La originalidad y singularidad de cada existencia humana que es irreductible de la
experiencia individual, objetiva y subjetiva.
● La concepción de responsabilidad, cada ser humano es responsable de la participación
activa y de la construcción de su proyecto existencial, la responsabilidad confiere sentido a
lo que le sucede y a la realidad, creando cada día su libertad siempre relativa.
De la fenomenología toma lo siguiente:
● La importancia de la descripcion antes que la explicación de los acontecimientos y
experiencias, el cómo es anterior al por qué.
● Lo primordial es la vivencia inmediata tal como se percibe y/o se siente corporalmente aquí
y ahora.
● Lo que el sujeto advierte del mundo y su ambiente está determinado por factores
subjetivos e irracionales que le dan un sentido singular a su percepción.
● La relevancia de que cada experiencia es única y ajena a teorizaciones preestablecidas.
3.3 Aportes y conceptos fundamentales para el trabajo en terapia grupal
gestáltica.
La terapia gestáltica es fundada por Fritz Perls en los años 40, sin embargo su legado ha crecido
y se ha desarrollado tanto como se ha transformado. Partiendo de que un cuerpo teórico es
siempre dinámico, muchas figuras contemporáneas y post-perlsianas han aportado al crecimiento
sobre todo en teorizaciones e investigación de la Gestalt.
Esta teoría se apoya sobre la base de diferentes conceptualizaciones que la hacen posible.
A continuación se expondrán aquellos postulados con los que se ha construído la terapia
gestáltica.
● La psicología de la forma: La Gestalt.
La psicología de la forma es creada por los psicólogos Wertheimer, Kohler y Koffka en Alemania
entre la primera y la segunda guerra mundial, su interés recae sobre el análisis de los fenómenos
perceptivos, centrado también en el dinamismo entre figura y fondo: de aquí surge la palabra
Gestalt, no posee una traducción en español, se la asemeja a forma o configuración.
Esta concepción Figura-fondo es tomada por la terapia gestáltica y sostiene que ambas se
encuentran dentro de un campo. Desde el fondo surge una forma clara y delimitada que se vuelve
prioritaria: la figura. Esta se sostiene sobre este fondo que pasa a segundo plano y al mismo
tiempo forma parte del todo. No existe figura sin fondo, ya que el ojo del ser humano percibe
15
totalidades. Esto resulta nuevo en el campo de la ciencia que en este tiempo se rige por el
asociacionismo.
En palabras de Perls:
Una Gestalt es una configuración, una forma, la forma particular en que se organizan las partes
individuales que la constituyen. Su premisa básica es que la naturaleza humana se organiza en
formas o totalidades y es vivenciada por el individuo en esos términos y puede ser comprendida
únicamente en función de las formas o totalidades de las cuales se compone. (Perls, 1973, p.19)
De la psicología de la forma también se toma el concepto de gestalt incompleta: se entiende que
el sujeto tiende a completar la figura que percibe aunque esté incompleta, los asuntos inconclusos
visto como figuras inacabadas favorecen la neurosis. A esta tendencia a la completud se la
denominó: ley de cierre.
En terapia gestáltica la función del organismo tiene una característica principal: formar gestalts en
base al principio de pregnancia: tendencia a crear la mejor forma posible que las condiciones
permitan. Aquello que en un momento y tiempo determinado encuentra un foco de atención es
una gestalt significativa: una necesidad, emoción, sensación o experiencia que aparece y necesita
cerrarse mediante la autorregulación organísmica.
● Teoría fenomenológica de campo.
La teoría de campo es el enfoque más funcional a todo el sistema teórico que sostiene la terapia
gestáltica. Es su pilar fundamental.
Es importante comenzar por esclarecer que la teoría de campo es un enfoque y el campo es la
herramienta que se utiliza en él. Existen diversas teorías de campo válidas.
En gestalt esta teoría refiere a un método de descubrimiento que se centra en la descripción del
campo como una totalidad que contiene cualquier suceso actual. El campo es un todo donde sus
partes se relacionan y corresponden unas a otras, y por tanto ninguna parte queda exenta de la
influencia de las demás.
Esta noción viene a reemplazar la anterior visión reduccionista que toma cada partícula o cosa por
separado.
En terapia gestalt la persona y su ambiente conforman un campo único y determinado en un
momento dado.
La visión sobre el campo es descriptiva y fenomenológica, describe la estructura a través del “que”
y la función a través del “cómo”. No es interpretativa ni es clasificativa.
El campo es procesual: todo en él deviene, es la totalidad que surge del individuo y su ambiente.
Desde un enfoque fenomenológico cualquier suceso puede ser estudiado o vivenciado,
incluyendo tanto las experiencias subjetivas como las objetivas. El terapeuta atiende además
aquellos aspectos negados o inhibidos de la experiencia. Queda por fuera de esta teoría todo lo
16
que es introyectado, preestablecido, aprendido o inferido por otros. Solo contempla lo que
Wertheimer (1945) denomina “experiencia no corrompida por el aprendizaje” o la
intelectualización.
● Teoría de la personalidad y autorregulación organísmica.
La existencia de un sujeto se da por medio de la interdependencia ecológica, es decir existe en la
medida que se diferencia tanto como se contacta con un otro, siendo esta la doble función del
límite organismo-ambiente.
Para la regulación eficaz del límite es necesario que este sea permeable permitiendo intercambios
al mismo tiempo que posee la suficiente firmeza para ser autónomo.
En gestalt la palabra metabolismo es utilizada metafóricamente para denominar los procesos
psicológicos, entendiendo que el ser humano es un organismo vivo que se autorregula por medio
de la homeostasis.
Cuando este límite se hace difuso y se altera la diferenciación entre sí mismo y el ambiente, se
activan distintos mecanismos de resistencia según la estructura psíquica de la persona.
Otro concepto fundamental que se desprende de lo anterior es el de autorregulación organísmica,
este concepto está basado en la confirmación de que el individuo es sobre todo un organismo
vivo, que posee determinadas necesidades que debe satisfacer para seguir viviendo: minerales,
proteínas, vitaminas, movimiento, estímulos sensoriales, afecto y sueño, cuando una de estas
falta el organismo busca la manera de administrarlas, cuando sobran las elimina. El organismo
busca siempre mantener el equilibrio homeostático, que es alterado de forma continua por
diversas necesidades, recuperando su funcionamiento coherente e integrado.
Desde la TG se sostiene que la autorregulación organísmica es un proceso biológico complejo y
holístico, y que cada organismo buscará los mejores medios para regularse teniendo en cuenta
sos capacidades y los recursos ambientales.
Según Yontef (1995) la autorregulación organísmica en TG se asienta sobre el reconocimiento de
un conjunto complejo y completo de toda la información que proviene de tres ejes: mental,
sensorial y emocional, vinculado tanto a los recursos como a las necesidades, que surgen a nivel
interno y externo. Autorregularse es entonces la tendencia a la asimilación más que a la
introyección, esto genera resoluciones integradas, un darse cuenta consciente y responsable de
las fuerzas en conflicto, consecuente con el campo del que el individuo forma parte.
Los terapeutas gestálticos mediante el diálogo y el darse cuenta apuntan a restituir y fortalecer la
autorregulación en el paciente, aceptando lo que el paciente es en ese momento y confirmando su
inherente potencial para autorregularse.
17
● Teoría paradójica del cambio.
Este concepto se basa en un enunciado simple: “ser lo que se es”, lo paradójico radica en que
más se intenta ser lo que no se es y más se permanece igual.
Desde la perspectiva gestáltica uno de los objetivos es la integración de aquello que es negado,
por medio de la teoria paradojica del cambio se promueve en el proceso terapéutico del paciente
la visibilización y aceptación de aquello que en realidad es, basado en dos axiomas principales: Lo
que es, es y Una cosa conduce a la otra. Para esto se acompaña a la persona hacia el
reconocimiento de sí mismo mediante el auto-apoyo, esta herramienta permite dejar de apoyarse
en factores externos y construir apoyos internos. El auto apoyo tiene como eje fundamental la
identificación de la condición presente: experiencia, situación y conducta y la aceptación tanto de
las fortalezas como de las debilidades.
El terapeuta no dirige, no empuja, no guía y no sana al paciente ya que estas actitudes sólo
afianzan las resistencias y por debajo de ellas hay un mensaje sutil y contundente: no basta con lo
que eres.
Corresponde al profesional abandonar su rol de agente de cambio y generar espacio y tiempo
para el paciente, propiciando transformaciones significativas y disciplinadas.
● Teoría de la indiferencia creativa de Sigmund Friedlander: integración de polaridades.
Esta teoría es tomada por Perls para integrar al enfoque gestáltico el concepto de polaridades. El
filósofo Sigmund Friedlander (1870-1955) creó el concepto de indiferencia creativa basado en la
afinidad de los contrarios, sosteniendo que cada suceso está marcado por un punto cero del que
surge la diferenciación de las polaridades y al mismo tiempo donde ambas se encuentran. Cuando
los contrarios se confrontan surge de allí una simetría que antes permanecía invisible, el punto
cero es el centro, la neutralidad. Esto viene a reformular la concepción dual causa-efecto. Todos
los organismos actúan de forma dialéctica.
Perls (1951) sostiene que si se permanece en este punto puede visualizarse creativamente los
dos polos de un mismo acontecimiento, lo que permite un saber mucho más profundo tanto de la
estructura como de los aspectos funcionales del organismo.
Ludwig Frambach, psicoterapeuta gestáltico contemporáneo, citado por Claudio Naranjo sostiene
que la indiferencia creativa es:
Equi-disposición imparcial y ecuanimidad. No se trata de aislar los opuestos como excluyentes entre
sí, sino de centrarse con flexibilidad en su centro indiferente, son una unidad de contrarios,
diferenciados polarmente, siendo la indiferencia creativa la que proporciona el magnetismo de los
extremos. (Naranjo, 2002, p.106)
18
En terapia gestalt las polaridades forman parte tanto de la conducta como del pensamiento, son
parte constituyente de la percepción que se tiene sobre sí mismo y la realidad, estas polaridades
pueden ser egosintónicas y por tanto aceptables para la psique o egodistónicas, no aceptadas por
ella.
En gestalt la búsqueda se orienta hacia la integración de estos aspectos aparentemente distantes
reconociendo la complementariedad de los mismos. El concepto psicoanalítico de catexis
esclarece esta noción: existe una actitud del ser humano sobre aquello que desea que es al
mismo tiempo repelente y atrayente.
● Enfoque dialogal
El diálogo en terapia gestalt es considerado como aquello que emerge de forma auténtica en la
interacción entre dos o más sujetos, surge sí y solo sí no es dominado o determinado por ninguno
de los participantes. Martín Buber (1878-1965) y su modelo relacional denominado “yo-tú” son el
fundamento básico para el enfoque dialogal.
La actitud dialogal se basa en lograr ser lo que se es para luego encontrarse con otro.
El diálogo es parte fundamental tanto de la teoría como de la metodología en terapia gestáltica.
Se centra en la constatación de que una relación es posible solo mediante el contacto, que
permite tanto el crecimiento como la formación de la identidad. El contacto se define por la
experimentación del sujeto entre “yo” y “no-yo”
El diálogo comprende la conducta que surge entre “yo” y “tu” como un contacto real entre dos
personas de forma auténtica, considerando al otro más como un fin que como un medio para un
fin.
4. De las puertas para adentro: Gestalt del Oeste y
Gestalt del Este, de la rivalidad al diálogo. La terapia gestalt es fundada por Fritz Perls y Laura Perls, en la década de los 40. Ambos
coinciden en los pilares básicos de la gestalt y es al final de los años 50 cuando comienzan a
diferir en el modo de abordar la terapia.
Por un lado Perls lidera la Gestalt de la costa Oeste junto con Isadore From, Paul Goodman, Elliot
Shapiro, Paul Weiss y Richard Kitzler promoviendo el movimiento en el Instituto Humanista Esalen
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ubicado en la ciudad California. La modalidad de esta escuela en ese tiempo es vivir, sentir y
experimentar, la teoría ocupa un segundo plano.
Por otro lado Laura Perls lidera la Costa Este dentro del Instituto de Terapia Gestalt de Nueva
York, más afín con el modelo de la Escuela Cleveland una de las más influyentes en cuanto a
formación gestáltica, que fue fundada en 1950 por Fritz Perls y su esposa, Cleveland tiene sus
intereses puestos más en la sistematización teórica y el desarrollo de la teoría de campo y de
autorregulación organísmica y no tanto sobre el desarrollo de la intuición propio de California.
Teniendo en cuenta que esta corriente terapéutica nace en un contexto grupal el modelo antes
mencionado se centra en dos ejes puntuales: el primero es que el crecimiento y desarrollo de la
persona y de su creativa potencialidad está estrechamente vinculada a un sistema social definido
(ambiente) que funciona organismicamente. El segundo sugiere que tanto los sujetos como los
grupos atraviesan etapas de desarrollo dentro de un proceso dinámico de cambio, que en líneas
generales puede catalogarse en términos conductuales basados en un movimiento que va de la
dependencia hacia la contradependencia y luego hacia la interdependencia.
Desde ambas instituciones el ser humano es tomado desde una visión holística y los
profesionales centran su atención en que el contacto no puede producirse excluído del entorno.
La principal discrepancia radica en que en la costa Oeste se toma como unidad de medida al
individuo en sí mismo. En la costa Este la unidad de medida es la relación dada entre el
organismo y su ambiente.
Históricamente desde el surgimiento de la TG, se realiza una diferenciación marcada entre las
formas de abordaje de la gestalt en Nueva York (Este) y la gestalt en California (Oeste); Joel
Latner (1983) Psicoterapeuta gestáltico de NY, citado por Naranjo, expresa que “Las diferencias
entre nosotros no se basan en diferencias geográficas, de personalidad o temperamento, sino en
elementos opuestos no integrados de nuestra teoría y práctica y problemas no resueltos entre
ellas.” (2002, p. 71).
Sin embargo cabe destacar que en el transcurso del desarrollo de la gestalt a nivel mundial esta
diferenciación se ha vuelto reduccionista y de niveles geográficos, generando confusión y
simplificando su complejidad. La mayoría de los gestálticos de la costa Este entienden que los
californianos basan su forma de trabajo en talleres orientados a la técnica, sobre todo la utilización
de la Silla Vacía, siendo teatral y demostrativo, sin embargo estas caracterizaciones son
principalmente atributos de Perls sobre todo en sus últimos años de vida. Su forma de llevar
adelante los grupos terapéuticos se limita al trabajo uno-a-uno, primando la confrontación y la
inflexibilidad, dejando por fuera la terapia individual y negando el reconocimiento de otros
referentes gestálticos del momento. Sin embargo aunque Perls cuenta con varios seguidores, una
gran parte de los profesionales de Esalen no acuerdan en su metodología, entre ellos el
20
reconocido Simkin, más interesado en el desarrollo teórico de la corriente y el acento en el diálogo
y el proceso.
Por su parte a la gestalt de Cleveland se la reconoce como sofisticada, intelectualizante y
doctrinaria, más apegada al desarrollo tanto teórico como filosófico y psicológico de la TG.
El cuestionamiento apunta a desarmar la concepción unitaria y homogeneizante para dejar
entrever que tal vez las variaciones metodológicas se deben más a las diferencias entre individuos
y no a las divisiones geográficas, la TG en la actualidad es holística e integrativa, va en aumento
su desarrollo teórico e investigativo tanto como la utilización de sus técnicas.
5. Actitud y técnica en Terapia Gestáltica.
A continuación se expresan distintos aspectos sobre la actitud profesional y humana del terapeuta
gestáltico y su importancia para el desarrollo del trabajo psicoterapéutico grupal, para luego
desarrollar las técnicas que son consecuentes con esta actitud. Teniendo en cuenta que las
técnicas son siempre y en todas las disciplinas ni más ni menos que herramientas que apuntan a
una mejor labor.
Las técnicas son la expresión práctica de las ideas que definen a los diferentes enfoques, sin
embargo la efectividad o éxito de un proceso terapéutico no son consecuencia solamente de la
aplicación de técnicas, sino de aquello que surge entre los individuos que conforman ese espacio
grupal, lo que en gestalt se denomina diálogo.
La actitud del profesional otorga sentido tanto a las herramientas como a las formulaciones
intelectuales.
Lo más importante aquí es el cómo de las técnicas.
5.1 La actitud del terapeuta en gestalt.
Naranjo (2002) sostiene que existen tres elementos que constituyen a la actitud esencial
gestáltica: la actualidad, el estar consciente y la responsabilidad, esto es: estar presente de forma
consciente y responsable en todas y cada una de las propias acciones o sentimientos, estos tres
elementos son simultáneos y dependientes.
Hay en esta actitud una filosofía implícita de la terapia gestáltica, sus elementos se manifiestan en
distintas actitudes específicas: existe en los profesionales un respeto por la enfermedad de la
persona, no hay una intención de cambio. Aceptar al otro como es en ese momento facilita la
21
autorregulación y promueve el auto-apoyo, esto se traduce inevitablemente en crecimiento y es
denominada teoria paradojica del cambio.
Otro aspecto clave de la actitud gestáltica es buscar el equilibrio entre apoyo y frustración, Perls
(s.f.) manifiesta que el crecimiento o la maduración surgen en el pasaje del apoyo externo al auto
apoyo.
En gestalt las resistencias son tomadas como acciones que el sujeto realiza, por tanto puede
decidir sobre estas en tanto puede identificarlas, de esta manera se busca el mayor
reconocimiento posible de las mismas.
Por último y no menos importante, una actitud gestáltica es la desestimación de las explicaciones,
interpretaciones, justificaciones y la actividad conceptual en general, entendiendo que al hablar
“acerca de” o sobre las cosas o sucesos solo aleja al individuo de su experiencia directa con la
vivencia.
A partir de esta concepción de la actitud gestáltica se desprende la filosofía implícita de la gestalt
que se transmite de persona a persona y desde el diálogo en un espacio terapéutico, en grupos
de formación, talleres, etc. mediante tres principios que Naranjo (2002, p. 109) plantea así:
1. Valoración de la actualidad temporal (el presente vs. el pasado o el futuro), espacial (lo
presente vs. lo ausente) y sustancial (el acto vs. el símbolo).
2. Valoración de la atención y aceptación de la experiencia.
3. Valoración de la totalidad y la responsabilidad.
En gestalt coexisten una gran variedad de técnicas que abarcan un gran abanico de conductas,
estas pueden ser, estructuradas o no, introspectivas e interpersonales, verbales o no verbales,
dirigidas o semidirigidas, simbólicas o no simbólicas y orientadas hacia afuera y/o hacia el trabajo
interno. Muchas de ellas son propias de este enfoque y muchas otras han sido tomadas y
reformuladas para su aplicación.
5.2. Estar presente: su dimensión técnica.
La concepción sobre estar presente aquí y ahora, tiene para este enfoque una triple dimensión:
conceptual, filosófica y técnica.
En la psicología contemporánea la inflexión en el presente se ubica en el impacto de dos fuentes
además del psicoanálisis: los grupos de encuentro y las disciplinas espirituales de Oriente.
En TG hay dos maneras en que estar presente es utilizado en su dimensión técnica: la primera
tiene que ver con una intervención clara del terapeuta hacia el paciente: centrarse en aquello que
ingresa en su campo actual y expresarlo, reemplazando el razonamiento por la observación. La
segunda tiene que ver con representar el pasado o el futuro mediante una acción realizada en el
22
presente, una representación escénica lograda en tres niveles: postural, oral y gestual, como en la
modalidad psicodramática.
Las técnicas que se utilizan son las siguientes:
Técnicas Supresivas: Los actos supresivos son una serie de prescripciones negativas y
establecidas. Son dadas a los pacientes sobre todo de grupo terapéutico a modo de reglas
básicas que deben ser respetadas. Los actos supresivos apuntan a que el paciente deje de lado el
habitual mecanismo de evitación de la realidad.
Los principales no-no de la TG son: No contar historias. No anticiparse. No hablar acerca de
(acercadeísmo) evitando las racionalizaciones, los por qué y los porque, impulsando tanto a
pacientes como terapeutas hacia la descripción fenomenológica, descriptiva y perceptual, sin
juicios valorativos. No vivir desde los debería (debeísmo) no decirse o decirle a otro lo que debe
ser o hacer intentando desarticular los introyectos, normas y pautas preestablecidas. Y no
manipular, entendiendo que algunas acciones manipulativas constituyen evitaciones de
conciencia que eluden la toma de responsabilidad, por esto en gestalt las palabras: ello, él, ella,
ellos, uno, etc. son sustituidas por yo o tú.
Hay elementos de la manipulación que son altamente visibles en contextos grupales: las
preguntas que evidencian la falta de contenido, duda o juicios valorativos, las preguntas son
sustituidas por afirmaciones en primera persona. Las contestaciones a este tipo de
cuestionamientos ya que se orientan a buscar acreditación. Pedir permiso, ya que sugiere una
acción tendiente a delegar la responsabilidad. Y las exigencias, que son más que una expresión
de deseo.
Técnicas Expresivas: Las técnicas expresivas apuntan como ya lo dice el término a expresar
intensificadamente, considerando que mucho del percatarse de sí mismo del sujeto tiene que ver
con aquello que no expresa (supresivo) y con aquello que sí hace.
Este tipo de técnicas estimula al paciente a exteriorizar en palabras, formas o acciones, aquello
que siente o que ha logrado comprender.
Las técnicas expresivas están regidas por tres principios: iniciación de la acción: es arriesgarse,
expresarse mediante acciones o palabras y superar la evitación del contacto. Completar la
expresión: para lograrlo existen diferentes procedimientos que van desde la repetición simple de
algo que el paciente afirma o hace corporalmente de forma mecánica hasta la actuación de
aquello con lo que se identifica, dando una expresión motriz a un sentimiento, idea, imagen
recuerdo o cosa.
Por último, ser directo: que sugiere poner entre paréntesis las minimizaciones, los rodeos y la
vaguedad, para lograrlo se sustituye la palabra “pero” por “y” o “sin embargo”
23
Técnicas de Integración: son aquellas que promueven la integración a la personalidad de aquello
que es negado por el sujeto, mediante dos ejercicios específicos: encuentro interpersonal y
asimilación de proyecciones.
6. La clínica grupal en acción: hacia el encuentro de
posibilidades. Francisco Peñarrubia es sin duda el referente gestáltico que más hincapié ha hecho sobre las
diferentes formas de llevar adelante la terapia de grupo en gestalt. Tomando sus textos Terapia
Gestalt (1984), Terapia Gestalt: la vía del vacío fértil (1998) y Círculo y Centro: el grupo gestáltico
(2014) como bibliografía básica se desarrollarán los distintos modelos de terapia grupal que se
desenvuelven en este enfoque, complementando con aportes de diferentes psicoterapeutas
grupales pertenecientes a esta corriente, al psicoanálisis y a la psicología social que colaboran al
incremento y crecimiento de la terapia grupal gestáltica. Algunos de ellos serán Marina Varas
(2011), Joseph Zinker (1977), Hernán Kesselman, Eduardo Pavlovsky y Luis Frydlewsky (1984)
6.1. Gestalt en grupo.
El mayor exponente de la gestalt en grupo es Fritz Perls, a quien Claudio Naranjo denomina como
un Neofreudiano. Fritz Perls es el fundador de la TG en 1940; es cierto también que su formación
se enraiza con fuerza en el enfoque psicoanalítico y aunque desarrolla una nueva variedad de
técnicas y herramientas para el espacio terapéutico la metodología que utiliza para este es la
misma que los primeros psicoanalistas grupales: lo que vino a llamarse terapia en grupo.
Su método consiste en realizar terapia uno-a-uno es decir terapia individual frente a un grupo que
oficia de testigo presencial de lo que se está vivenciando, estos testigos se abstienen de participar
y la resonancia es su herramienta más significativa para vincularse en ese suceso. La herramienta
técnica utilizada es la silla vacía: allí invita al paciente a presenciar el vacío y ampliar la conciencia
externa e interna.
Esta técnica es muy sencilla y efectiva siendo utilizada por los gestálticos en una gran diversidad
de situaciones y temáticas y consiste en la invitación del terapeuta a que el sujeto siente allí
cualquier persona, cosa, situación, aspecto suyo o ajeno, recuerdo o imaginario que le genere
conflicto. Una vez ahí se trata de dialogar con ese interlocutor que se tiene en frente, primero el
paciente expresa lo que sea que tenga para decir luego ocupa el lugar en la silla vacía y responde
siendo ese personaje, se entabla una conversación dialogal que finaliza cuando se logra un grado
24
de aceptación, comprensión y/o integración entre ambos. El terapeuta actúa como facilitador del
proceso.
Perls se apuntala sobre la psicología de la forma: el grupo es el fondo que sostiene a la figura
emergente.
El modelo de terapeuta que se le atribuye al padre de esta corriente es el de líder autoritario, su
forma es esencialmente directiva y no tiene la confianza puesta en la autorregulación orgánica del
grupo. Esta dinámica centra su atención en el poder del terapeuta.
La mayor crítica a este método se basa en el supuesto de que existe una no consideración del
grupo total, otra que además se ha extendido a todos los enfoques humanistas, es el abuso de la
grupalidad sobre el uso del grupo en sí mismo.
La efectividad de una terapia en grupo depende en buena parte de las facultades de quien la guíe
para afectar tanto al protagonista del trabajo como al grupo total; el registro del terapeuta de qué
está sucediendo con los espectadores da cuenta de la autenticidad de la labor y del participante
en el centro; el aburrimiento, el cansancio y la desatención son muestra de lo no auténtico. Existe
entre el dúo terapeuta paciente y los demás una alimentación recíproca dada a veces por
resonancia y otras veces por diferenciación de contrarios, el grupo no es indiferente cuando lo que
está sucediendo es genuino.
El primer trabajo de silla caliente es también el primer eslabón de una cadena de sucesos, donde
todos participan de uno en uno en tanto el tiempo de sesión lo permita.
Esta modalidad tiene sus limitaciones y es al mismo tiempo original y potente, toda terapia grupal
tiene una meta social y posiblemente sea esta la manera que más se acerca a ella, allí radica su
mayor aptitud y su mayor condicionante.
6.2. Gestalt de Grupo
Este modelo es impulsado por Kapner en los años 70 en un intento de trascender las limitaciones
de la terapia en grupo, intentando ir más allá de la silla vacía, su estilo deviene de la psicología de
la forma, su postulado básico es: “El todo es más que la suma de las partes” y es introducido y
practicado principalmente por los terapeutas gestálticos más afín con el modelo Cleveland.
Teniendo en cuenta su premisa principal se visualiza al grupo en dos líneas simultáneas: el
desarrollo individual dentro del grupo y el grupo como una red social. El coordinador se vuelve un
administrador de los tres ámbitos en juego: intrapersonal, interpersonal y grupal, y se sostiene
sobre la teoría de campo Lewiniana.
25
Aunque han existido grandes discusiones e intentos de asemejar la teoría de campo a la teoría de
sistema postulada por los sistémicos, Margherita Spagnuolo hace una clarificación fundamental y
muy pertinente:
El enfoque sistémico es comparativamente más sencillo de usar que el enfoque de campo, porque
ofrece la seguridad de una estructura formal, sin embargo limita las posibilidades creativas que se
generan en la frontera de lo desconocido con todos los miedos e incertidumbres o las posibilidades
esperanzadoras de la naturaleza humana que sólo la perspectiva de campo puede reconocer. El
campo en la terapia gestalt es un proceso y no un sistema. ( Spagnuolo, 2002, p. 68)
Esta matriz gestáltica plantea que el grupo atraviesa cuatro fases: fase de identidad que alude a la
dependencia y el mecanismo que prima es el de confluencia grupal (grupo idealizado, grupo
perfecto, todos somos uno). Fase de influencia, aquí surgen las normas y roles grupales y remite
a la contradependencia. Fase de intimidad, aquí el trabajo adquiere mayor profundidad y surgen
las interacciones grupales genuinas, es decir la interdependencia. Y la fase de cierre, es el último
tramo del proceso grupal, allí se reconocen las transformaciones, se recoge el aprendizaje y se
acepta la experiencia. Este modelo es resonante con el de Foulkes sobre el grupoanálisis que fue
una incidencia directa para la terapia de grupo. La diferencia con el grupoanálisis no está dada en
la teoría ya que son bastante similares sino en la manera de llevarla a cabo; el terapeuta
gestáltico es más directo, interviene en las interacciones y propone ejercicios que involucran la
totalidad de los miembros incluyéndose, prestando especial atención en la autenticidad de la
conducta y el diálogo.
6.3. Una posibilidad de integración: La gestalt grupal.
Ya sobre la década de los 80 cuando los integrantes de la comunidad gestáltica comienzan a
revisar sus postulados en pos de un crecimiento más sustancial de la TG, Kepner reformula su
visión apuntando a la integración de ambas modalidades y hace surgir lo que denomino gestalt
grupal, un modelo que permite fusionar los dos aportes básicos: el psicoanalítico y el lewiniano.
Otro de su exponentes es Peñarrubia que ya en los 90 aúna tres niveles de trabajo: propuestas
grupales, propuestas en parejas o subgrupos y trabajos de silla vacía. La labor del terapeuta es
múltiple y su rol varía desde la directividad absoluta hasta su opuesto según el caso, el polo
directivo requiere entrenamiento en técnicas expresivas su antagónico solicita la capacidad de
aplicar la regla de “no hay reglas” propiciando espacios no estructurados que apuntan a la
autogestión grupal.
Claudio Naranjo (1990) desarrolla esta especificación como una manera de autoterapia o terapia
autogestionada, el terapeuta supervisa lo que sucede poniendo plena confianza en la
26
autorregulación y en el aspecto curativo que constituye la interacción relacional. Es
responsabilidad del grupo el acompañamiento, la escucha y la presencia activa basado en normas
autogestivas para tal regulación que apuntan a neutralizar los juegos sociales y las
manipulaciones.
Bennis y Shepard (1956) plantean que el proceso grupal atraviesa dos ciclos: la dependencia y la
interdependencia, una línea vertical que corresponde a la concepción freudiana de identificación
con el padre/terapeuta y una línea horizontal que refiere a los vínculos afectivos entre los
miembros. La resolución de estos dos ejes definen el proceso grupal, estos autores afirman que
hasta no estar resueltos los conflictos de poder que corresponden a la fase de dependencia no es
posible que surjan los fenómenos afectivos horizontales que son los que refuerzan la profundidad
del trabajo terapeútico.
Al mismo tiempo el grupo está constituido por sujetos dependientes y contradependientes
compulsivos afectivos y fóbicos al contacto y aquellos que entablan relaciones adecuadamente
mediante el mecanismo saludable de contacto/retirada.
Todo esto actúa de forma dinámica marcando la existencia grupal. Casi la totalidad de los grupos
atraviesan una primera fase de “encantamiento mágico” teñido por el imaginario, la proyección
positiva y la ilusión, el poder es depositado en el terapeuta que en gestalt devuelve a quien
corresponda ese poder. Luego adviene el caos determinado por el desenamoramiento y el
contacto con la realidad, aparece el conflicto y el desequilibrio emocional y estructural que se
encuentra íntimamente relacionado con el concepto de Bion de ataque-fuga, el liderazgo pasa de
los dependientes afectivos a los rebeldes, aparece el resentimiento por el “abandono” del
terapeuta, se evoluciona hasta la resolución, y aquí el liderazgo es tomado por los independientes
que aportan una mirada en perspectiva para atravesar el caos y restituir el equilibrio. Esto se
traduce en una maduración grupal que permite a los sujetos hacerse cargo de la responsabilidad y
empoderarse, el crecimiento es paralelo al conflicto.
Vale aclarar que cada una de estas fases es necesaria y saludable en su justa medida y en tanto
encuentren fluidez, es un ciclo que tiende a repetirse varias veces en el proceso grupal.
La definición de Didier Anzieu (1993) citado por Peñarrubia sobre los grupos deja entrever el
imaginario grupal expresando que son:
Un entramado de reglas, de costumbres establecidas, de ritos, actos y hechos de posición (puestas
dentro del grupo) y de una comunicación particular y propia que sólo los miembros conocen: toda la
vida del grupo está atrapada en una trama simbólica que es la que lo hace perdurar. (2014, p. 56).
En gestalt grupal algunos trabajos personales tienen como objetivo develar un conflicto grupal que
no termina de configurarse.
27
Otra intervención muy común en este estilo es lo que se denomina experimento. Irving y Miriam
Polster (1976) presentan tres ejes gestálticos funcionales a la gestalt grupal: la posibilidad de
hacer experimentos, la toma de contacto y el darse cuenta o toma de conciencia. El experimento
es un ejercicio improvisado y propuesto por el terapeuta que según una hipótesis que ha creado,
toma insumos del campo presente para verificarla o desecharla, un experimento puede incluir
varias técnicas y varios momentos, generalmente se pone en juego una escena metafórica o real
y es llevada adelante de forma espontánea por integrantes y terapeuta.
7. El lugar de la comunicación en terapia grupal
gestáltica. Todo lo mencionado en el capítulo anterior sobre el proceso grupal refleja el modo de
comunicarse en el interior de un grupo. La comunicación abarca aspectos verbales y no verbales
y redes comunicativas.
Amalio Blanco (2005) Psicólogo y licenciado en sociología, en su libro Psicología de los grupos
retoma lo propuesto por Harold Leavitt en 1951 sobre las redes comunicativas, planteando que
existen cuatro tipos según sus grados de centralización: la red radial o de rueda, esta posee un
centro en donde toda la comunicación es centralizada; el trabajo o modalidad propuesta por Perls
corresponde a este tipo. La red en Y, donde la comunicación es en un principio lineal y luego
encuentra sus bifurcaciones. La red circular, aquí no existe centro de centralización comunicativa
sino que los integrantes se comunican entre sí, un ejemplo es los grupos autogestionados de
Alcohólicos Anónimos. Y por último la multicanal donde acontece toda la variedad de
entrecruzamientos comunicativos, este tipo es propio del modelo Cleveland, más complejo que el
modo Perlsiano y que exige un grado de cohesión y maduración grupal mucho más alto.
A modo de integración en la actualidad los espacios terapéuticos gestálticos intentan habilitar los
cuatro tipos de redes comunicativas en función del momento grupal, el desarrollo del trabajo, las
tareas cuando las hay y los conflictos individuales y/o grupales que necesitan ser elaborados.
Humberto Maturana en su libro Emociones y Lenguaje en Educación y Política, deja ver otro
aspecto de la comunicación expresando que el nacimiento de la humanidad está en el lenguaje y
que la emoción que lo hace posible es el amor. Sostiene que el desarrollo del cerebro está
relacionado con el lenguaje y su relación con los aspectos emocionales, osea con la
comunicación. Para esto utiliza ejemplos de la vida de los insectos, en sus palabras:
El amor como la emoción que constituye el operar en la aceptación mutua y funda lo social como
sistema de convivencia, ocurre también en los llamados insectos sociales. Si ustedes observan un
28
hormiguero notaran que las hormigas no se atacan mutuamente [...] cooperan en la construcción y
mantención del hormiguero y comparten alimentos. (Maturana, 1992, p.24)
El silencio es un aspecto muy importante de la comunicación y se manifiesta de dos maneras:
existe un silencio cargado de sentido y darse cuenta, un silencio presente y necesario donde
habita el tiempo requerido para elaborar acontecimientos o sucesos grupales. Por otro lado hay un
silencio cargado de ansiedad, tenso y vacío, que permite ver la evitación del contacto en el
presente con los aspectos negados, dolorosos o conflictivos, este tipo significa una traba, un
estancamiento en el proceso y es necesario desactivarlo.
7.2 La resonancia: un aspecto curativo.
El término resonancia deviene del latín resonantĭa que refiere a la cualidad de realizar un sonido
de forma repetitiva, Según la RAE, dos de las acepciones para la definición de la palabra
resonancia son “ Sonido producido por repercusión de otro.” y “Cada uno de los sonidos
elementales que acompañan al principal en una nota musical y comunican timbre particular a cada
voz o instrumento”.
Esta expresión aparece por primera vez en el campo de la psicoterapia de la mano de David
Boadella creador de la Biosíntesis. Luego es tomado por la gestalt y el psicodrama.
La concepción psicológica para este término es la facultad de que las experiencias, historias de
vida, pensamientos, acciones, emociones, etc. de un sujeto resuenen como una melodía conocida
en otro.
En terapia grupal la resonancia aparece cuando los integrantes y/o el o los terapeutas pueden
reconocerse en la temática de un individuo. La escena o historia individual es vivida con una carga
emocional propia. Resonar no es sentir igual que otro, sino hallar similitudes en afecciones
parecidas.
La resonancia no es propiedad de la psicoterapia sin embargo es trascendental dentro del grupo y
se trabaja continuamente con ella. Es una herramienta eficaz de registro del campo.
A diferencia de la identificación la resonancia no es un mecanismo defensivo, si no lo contrario: es
un factor consciente que estimula la desestructuración dentro del grupo, habilitando la presencia
de los participantes desde un lugar genuino e involucrado.
29
8. La coordinación de los grupos terapéuticos: una
mirada hacia la diversidad de formas. Los primeros intentos de abordajes grupales con fines terapéuticos son atribuidos a Joseph Pratt
que en 1905 introduce dentro de una sala de pacientes tuberculosos lo que denominó “clases
colectivas”, Pratt utilizó las emociones de la comunidad con fines terapéuticos apoyado en dos
cimientos: activar las emociones individuales y grupales y oficiar como “padre bueno”, una figura
paterna que contiene y genera vínculos estables y fuertes entre y con los enfermos. Ana Maria
Fernandez toma de Grinberg en El Campo Grupal (1999) el concepto de “terapias exhortativas
parentales que actúan por el grupo” para denominar a este tipo de coordinación.
En el otro polo se encuentran las terapias que actúan “por el grupo” con una estructura fraternal
un ejemplo de estas es Alcohólicos Anónimos (A.A.) que desde 1935 comienza a utilizar la
dinámica fraternista que disminuye al máximo la figura paternal centrada en el coordinador. Los
grupos de A.A. actúan por resonancia, es decir los rehabilitados colaboran con los que aún no lo
están mediante su propia vivencia y al mismo tiempo encuentran un nuevo lugar para
posicionarse frente a la enfermedad, generando redes de sostén y sentimientos de pertenencia
que habitualmente no sienten en otros lugares de su vida cotidiana.
El grupo de Pratt y A.A. son los primeros grupos terapéuticos funcionales, la forma de
coordinación de cada uno muestra dos polaridades respecto al lugar del coordinador: uno lo
promueve y el otro lo abole, se forma así una nueva dicotomía.
Martin Grotjahn en su libro El arte y la técnica de la terapia grupal analítica (1979) dedica un gran
apartado para explicitar su concepción acerca de la significancia y perfil del terapeuta grupal; para
este autor el terapeuta debe prestar particular atención a sus áreas libres de conflicto y la
influencia que estas ejercen dentro del grupo: su marco cultural, sus valores, su tendencia a ser
más o menos dogmático, tolerante o impaciente, rígido o desestructurado, todo esto se relaciona
directamente con la atmósfera grupal. Para Grotjahn el terapeuta grupal se despliega en dos
aristas: él como persona y él como terapeuta, dos aspectos que tienen injerencia en el trabajo y
que son simultáneos y dependientes.
Pavlovsky y De Brasi (2000) plantean que la coordinación dependerá tanto del estilo personal del
terapeuta como de los objetivos del grupo explicitos e implicitos. Estos autores plantean que hay
dos tipos de eficacia en la forma de coordinación: una explícita que tiene que ver con la
congruencia entre la forma de coordinación y los objetivos del grupo, y otra implícita que es el
30
efecto que tiene la forma de coordinación en el imaginario del grupo (transferencias hacia el
coordinador, efectos en la ilusión y mito grupal y efectos ideológicos).
La coordinación de un grupo terapéutico está determinada por el enfoque teórico y conceptual de
quien coordine; desde la TG se ofrecen diferentes recursos y un encuadre preferencial filosófico
orientado hacia el humanismo, lo vivencial y la lectura fenomenológica no interpretativa. Eduardo
Carabelli (2013) entiende que el coordinador oficia de posibilitador facilitando las interacciones y el
autodescubrimiento, la diferencia única entre quien coordina y los miembros es funcional,
apuntando a la mayor horizontalidad posible.
Este autor esboza que existen dentro de la terapia grupal tres niveles de movilización emocional:
intrapsíquico, interpersonal y grupal, estos niveles son interdependientes potencializándose y
siendo mutuamente resonantes. El coordinador deberá prestar atención a este trío y evaluar con
cual de ellos es congruente trabajar dependiendo del momento grupal. Para Carabelli la
coordinación tiene tres momentos de trabajo: comunicacional que refiere a la interacción verbal y
no verbal, las forma de contacto y las formas de vinculación. Experimental-individual que se
relaciona directamente a la utilización de técnicas expresivas que pueden involucrar experimentos
y/o propuestas que tienen un protagonista único. Y experimental- grupal, que involucra el la
experimentación a todos o varios de los miembros en una actividad o experimento.
Isabel Diaz Portillo (2000) puntualiza que el terapeuta de grupos está constantemente expuesto a
una variedad de estímulos emocionales que pueden dificultar su capacidad de observación de los
fenómenos que acontecen dentro del grupo, por esto sugiere que la contemplación y tolerancia
frente a la variedad de sentimientos e interacciones multidireccionales que aparecen dentro de la
red grupal, es fundamental ya que son un constante desafío.
La autora toma de Bejarano (1972) la expresión “escucha analítica del grupo” como herramienta
virtuosa del terapeuta a la hora de considerar el discurso manifiesto y acciones del grupo en su
dimensión ocultista, en tanto lo manifiesto esconde el discurso latente. Considerando
especialmente la meta-comunicación referida al cómo y porqué del discurso.
Las características personales del terapeuta cumplen un rol diferencial ya que los pacientes en el
proceso de fortalecimiento yoico, tienden a imitarlo.
Por otra parte, el grado de transparencia permitida o esperada del terapeuta fluctúa de una
corriente a otra. En TG se promueve al profesional a ser lo más transparente posible en lo que
refiere a valores y personalidad, quedando a criterio de cada cual cuando es conveniente revelar
aspectos de su vida personal a favor del proceso terapéutico, entendiendo que ante cada
revelación existe una posibilidad de descubrir algo nuevo dentro de su mundo interno. El
entrenamiento de terapeutas grupales gestálticos hace énfasis en la capacidad de trabajar desde
la igualdad, lo que requiere un grado de humildad mayor a la capacidad de liderazgo.
31
8.1. El arte de trabajar juntos: la coterapia.
Existen diferentes modos válidos de trabajar en coterapia, algunos psicólogos eligen
complementar su labor con profesionales de la psiquiatría, aquí existe un objetivo común y cada
cual se ocupa del ámbito en que es competente. Otra modalidad se define por un terapeuta más
activo y otro más pasivo que responde a la experiencia de cada uno y los ubica en relación de
jerarquía, esto es más habitual en los grupos de formación.
Según Pedrals y ayudantes la coterapia es definida como “El arte de complementar la acción
terapéutica desde diversos campos de tratamiento de lo humano, con un objetivo común, y con el
particular desafío de apuntar todos en la misma dirección.” (Pedrals, et al., 2007, párr. 2). Esta
definición puede ser complementada por Pavlovsky “La pareja terapéutica opera en absoluta
condición de igualdad en lo que se refiere a importancia, funciones, operancia y jerarquía desde el
punto de vista de los pacientes”. (Pavlovsky, 1974, p. 208).
Según Nigro, Letto y Menegazzo (2016) En TG el trabajo en coterapia exige al equipo una
cooperación laxa, espontaneidad y respeto por los diferentes modos de intervención y visión. Se
apunta a la construcción de un vínculo integrativo, complementando y potenciando el proceso
terapéutico grupal. Esta modalidad está en sintonía con el paradigma de la intersubjetividad en
tanto es una búsqueda junto al otro, un co-pensamiento y una co-creación.
Este modelo vincular desmitifica la imagen idealizada y omnipotente del terapeuta, amplificando la
observación y percepción del entramado grupal.
La coterapia es un desafío particularmente complejo y requiere de los terapeutas un trabajo
continuo del vínculo que los une y sobre sí mismos para conocer y reconocer tanto las habilidades
como los puntos ciegos y los juicios y prejuicios sobre algunos temas que aparecen en el grupo
(sexualidad, dinero, ideología, muerte, violencia, afectos, etc.), cada temática requiere una
distancia que permita una mirada abarcativa frente a los procesos interrelacionales y la globalidad
del sistema. Este trabajo es sinérgico, es decir su efecto es mayor que la suma de las dos
individualidades por separado.
Esta modalidad requiere ante todo la validación del saber del otro y la capacidad para discrepar.
Según Nigro, et al, (2016) En TG se prioriza que los modelos teóricos y las concepciones sobre
salud y enfermedad sean compartidos por ambos en pro de un consenso de objetivos.
Independientemente de quién sea el que intervenga o comunique, la coterapia es una unidad de
dos individualidades. La dinámica dada entre los terapeutas funciona dentro del grupo como
espejo de un modelo de relación que se pretende sea saludable. El trabajo alterno de ambos
permite una observación más ajustada y más amplia. Además en este estar junto a otro, es más
32
factible que el terapeuta pueda mostrar abiertamente su vulnerabilidad frente a situaciones en las
que resuena y se siente impactado, la confianza habilita el sostén.
Pavlovsky (1974) en referencia a las intervenciones psicodramáticas con grupos de niños expresa
una concepción importante en tanto sucede también en los grupos terapéuticos de adultos, la
pareja co-terapéutica mujer-hombre evoca la pareja parental; esto es igual de válido para la
terapia grupal gestáltica entendiendo que los pacientes traen al grupo dinámicas familiares que se
reactualizan con mayor facilidad en una coterapia mixta, ya que se proyecta en los terapeutas
cuestiones vinculadas al los modos de relacionamiento parentales introyectados simbólicamente.
El autor retoma de Moreno su planteo de que si el terapeuta es partícipe de la realidad grupal
actuando corporal y verbalmente frente y ante los pacientes, esto significa una nueva manera de
relacionamiento paciente-terapeuta, que se constituye por sentimientos reales y actuales y no por
transferencia. Pavlovsky plantea también que existen dos tipos de escenas del coordinador: el
terapeuta como pantalla en blanco para las proyecciones de los pacientes o el terapeuta como
parte de la totalidad donde se incluye su personalidad, su ideología, contexto socio-político, etc.
La terapia grupal ya es por sí misma un atenuante de los fenómenos transferenciales, el trabajo
en coterapia diluye el efecto de estos fenómenos que se sustituyen por las relaciones entre los
miembros incluidos los terapeutas y el lugar asumido dentro de la red.
Anzieu (1993) explicita que existen tres modos de contratransferencia: Neurótica o narcisista,
vinculada a que el grupo evoca la situación familiar del terapeuta. Los miembros como espejos del
profesional que le devuelven una imagen de sí. Y la relación personal entre los terapeutas que
Kaës denomina intertransferencia, esta intertransferencia requiere ser explicitada frente a los
pacientes tanto en acuerdos como en desacuerdos, permitiendo una visualización de lo que
acontece y disminuyendo el imaginario grupal.
En la relación co-terapéutica existen algunos inconvenientes a tener en consideración: la
competencia o lucha por el liderazgo que implica ignorar o invalidar el saber y las intervenciones
del otro, cuando esto sucede se pierde el foco de la tarea que es el grupo. La fusión o confluencia,
aquí el vínculo se vuelve simbiótico donde se ausentan los espacios propios e individuales. Y la
falta de acuerdo persistente entre los terapeutas, esto puede traer grandes dificultades
comunicacionales que vuelve incongruente el mensaje que se da al grupo, esto genera confusión
e inestabilidad en los pacientes.
En el Libro ya mencionado Tramas familiares (2016) las autoras sugieren un cuestionario de
diecinueve preguntas exhaustivas que cada terapeuta responderá con la mayor honestidad
posible y entregará a su compañero antes de comenzar a planear un trabajo juntos, este
cuestionario puede retomarse varias veces en el proceso y algunas de las preguntas son las
siguientes: ¿Qué imagino de vos?, ¿para qué quiero trabajar con vos?, ¿qué necesito de vos?,
33
¿qué tenés vos que yo no tenga?, Me da miedo trabajar con vos porque…, desconfío de vos
porque…, confío en vos en…, me averguenzo de mi ...y tengo temor de que no me comprendas,
¿cuáles son los pacientes que me dan miedo?, ¿con qué pacientes me es difícil trabajar?, ¿cuales
son los pacientes que rechazo? ¿cuales son mis valores más significativos?, ¿cuales son mis
escenas temidas?, ¿cual es mi ideología religiosa, política, espiritual, etc.?, ¿de qué manera
atraviesan cada uno de estas creencias mi práctica profesional? entre otras.
9. La terapia grupal Gestáltica: una comunidad
creativa. Este apartado intenta integrar un concepto fundamental de la TG: el ajuste creativo como función
del Self y su injerencia dentro de la terapia grupal gestáltica, a la vez que visibiliza la creatividad
como una facultad innata del ser humano.
Según la RAE la definición del término creatividad es la “facultad de crear” y “la capacidad de
creación”, entendiendo que un sujeto creativo es aquel que “posee o estimula la capacidad de
creación, invención, etc” y es “capaz de crear algo” nuevo.
Una definición integrativa del proceso terapéutico creativo es la que aporta Joseph Zinker:
La terapia es el proceso de cambiar la toma de conciencia y la conducta, la condición del proceso
creativo es el cambio, la transmutación de una forma en otra, de un símbolo en un insight, [...] de
este modo la creatividad y la psicoterapia se interconectan en un nivel fundamental: la
transformación. (Zinker, 2003, p. 8).
En TG la idea de ajuste creativo es nuclear y refiere a las funciones del self: ello, yo y
personalidad, por un lado la función ello se encarga de activar las necesidades del organismo, la
función yo se remite a buscar soluciones para satisfacer la necesidad en base a la información
que brinda la función personalidad. El ajuste creativo consiste en buscar resoluciones alternas a
las conocidas por el sí mismo, que sean ajustadas al entorno y permitan el contacto
organismo-ambiente.
Perls, Hefferline y Goodman (2000) definen al Self como un sistema de ajustes creativos,
entendiendo que todo contacto es creativo y dinámico, y que las tres funciones del self son las
etapas principales del ajuste creativo.
Según Spagnuolo (2002) el hincapié puesto en el ajuste creativo en el proceso terapéutico grupal
tiene una gran implicancia, ya que habilita al sujeto a confiar en sus recursos, en que es capaz de
autorregularse y ajustarse de forma creativa para resolver viejos conflictos con nuevas soluciones.
Por otra parte el término ajuste invita a prestar atención a la relación del sujeto con el entorno,
34
hacia una perspectiva integrativa del campo relacional. por último el ajuste da lugar a la
experimentación de nuevas formas o conductas en busca de soluciones creativas en su vida
cotidiana.
La creatividad equivale a una cierta manera de utilizar lo que está disponible en el ambiente a
favor de las necesidades organísmicas, a hacer un uso infinito de recursos necesariamente finitos.
Para Zinker (2003) el grupo no es solamente el reflejo de una pequeña comunidad sino también
un espacio de co-creación, de creación en común, definiéndolo como una comunidad creativa de
aprendizaje.
El proceso creativo es terapéutico en sí mismo, e invita al individuo a dialogar con aquellos
aspectos rechazados o proyectados en el ambiente, este diálogo permite la apropiación de lo
atemorizante y otorga el poder de transformarlo creativamente en energía disponible y activa para
nuevas resoluciones.
Sobre la terapia grupal gestáltica el autor sostiene que:
Es un permiso para ser creativo. Nuestro instrumento metodológico básico es el experimento, una
aproximación conductista para desplazarse hacia un funcionamiento nuevo. El experimento de
dirige hacia el corazón de la resistencia, transformando la rigidez en un sistema elástico de apoyo.
(Zinker, 2003, p. 15)
El proceso grupal gestáltico tiene cuatro principios básicos de funcionamiento: primacía en cada
momento de la experiencia grupal, proceso de desarrollo de la conciencia grupal, importancia del
contacto activo de los participantes y empleo de experimentos de interacción estimulados por el o
los terapeutas que intervienen activamente.
La noción de comunidad tiene su importancia en tanto ningún tema que surge individualmente
está aislado de un tema en común que es grupal, todo tema individual es un tema social,
comunitario, esto forma la conciencia grupal que es más que la conciencia de cada cual.
Otro concepto fundamental es que el crecimiento del individuo se ubica en el entre del organismo
y el ambiente, es decir entre yo-no yo, lo que obliga al sujeto a inventar nuevas respuestas para
avanzar hacia la transformación. El ambiente tiene un impacto contundente e innegable sobre él y
éste crece mediante el equilibro entre la asimilación y la acomodación en un entorno cambiante,
realizando continuamente diversos ajustes creativos.
10. Otros universos posibles. La realización de la totalidad de este trabajo trae consigo diversas preguntas que van emergiendo
a su largo y su ancho, posibilidades de nuevos pensares sobre el pensar que lo funda, van
surgiendo líneas por las que se fugan diversos acontecimientos o mejor, diversos agenciamientos
35
que amplían la realidad posible. Como sucede en los procesos grupales, la realización del mismo
tuvo una instancia de enamoramiento y afiliación a una escuela de pensamiento: la terapia gestalt,
en su transcurso hubo tiempos de enfrentamiento, de conflicto y caos, de desenmascaramiento y
vuelta a la realidad y llegando al final es tiempo de aprehender, de recoger el aprendizaje y
sembrar nuevas preguntas.
Poder visualizar este trabajo en perspectiva permite pensar que quizá sea un ejemplo de
producción de subjetividad; la producción subjetiva tiene un aspecto claramente hegemonizante,
va en busca de universalizar los sujetos y las cosas, reduciendo casi todo a aspectos dicotómicos
y aparentemente opuestos que sitúa a unos contra otros, nosotros- ellos, opresores-oprimidos,
buenos-malos; las escuelas de pensamiento, sus cimientos teóricos y sus representantes forman
parte de esta máquina de producción subjetiva.
Sobre el final se intentará concebir los grupos terapéuticos como ¿territorio? para el encuentro de
agentes (sujetos) heterogéneos que devienen.
La clínica grupal como klinica, al decir de Baremblitt (1997), que no es reductible sólo al ejercicio
de una especialidad o el dominio de una teoría, sino como un acontecimiento que ocurre en
cualquier sitio movido por voluntades constituidas de subjetividades que se encuentran y trabajan
conjuntamente hacia la resolución, destrucción o transformación de aquello que aparece.
Para esto se utilizará una concepción que resulta fascinante y que pertenece a Epicuro: el desvío
de los átomos. Según este postulado que proviene de la física, los átomos caen en línea recta por
el peso de la gravedad atravesando el vacío; sin embargo en un momento y lugar indeterminado
algunos de estos se desvían, su movimiento varía espontáneamente, a esta desviación se la
denomina Clinamen.
De esta manera la desviación puede pensarse como parte necesaria del funcionamiento
maquínico, en tanto un opuesto no existe sin el otro, así la clínica puede ocupar un lugar en el
pasaje entre la desviación y lo preestablecido, siendo tanto una como el otro, ampliando la
producción transformadora de subjetividad y la gama de posibilidades conocidas, construyendo
Clinamens dentro de los caminos ya instaurados.
Poder pensar el desvío, el paciente, los síntomas, los grupos terapéuticos, más allá de lo
conocido, abre nuevos universos posibles que encuentran un lugar dentro del campo.
A medida que dentro del mundo interno de cada sujeto se van reconociendo nuevos desvíos y a
fin de restaurar el equilibrio, el individuo va transformando y construyendo nuevas contingencias
de sí mismo y también en relación y interacción con los otros y las cosas.
Así el clinamen, la crisis, el error, lo diferente, son pensados como agentes de cambio, promotores
de nuevos descubrimientos maquínicos y nuevos productos a fin de cuentas subjetivantes.
36
Los grupos terapéuticos tomados como puntos de partida hacia nuevas subjetividades y modos de
pensamiento.
Quizá la mayor riqueza de un grupo terapéutico sea la posibilidad de poder concebirlos como
¿territorio? de encuentro de diversos agentes que tienen la posibilidad de generar nuevos
espacios de crítica y autocrítica heterogéneos en y desde lo colectivo, hacia adentro y hacia
afuera de ese territorio (capacidad de desterritorialización de los agenciamientos).
Sin embargo surge aquí una nueva pregunta ¿el grupo puede concebirse además como parte del
campo? para pensar sobre esto se toman las nociones de Territorio, Ámbito y Campo planteadas
por Maceiras J. y Bachino, N. (2008); territorio es definido por la RAE como “Porción de la
superficie terrestre perteneciente a una nación, región, provincia, etc.” y/o “Terreno o lugar
concreto, como una cueva, un árbol o un hormiguero, donde vive un determinado animal, o grupos
de animales relacionados por vínculos de familia, y que es defendido frente a la invasión de otros
congéneres”, esta definición remite a que un territorio posee límites visibles y establecidos. A
partir de aquí puede pensarse que quizá el grupo terapéutico es una posibilidad de
desterritorialización, es decir una contingencia para salirse de las líneas constituidas, de las
disciplinas que actúan, disponen y determinan sobre estos espacios terapéuticos, a fin de salirse
de ese recorte de realidad que no hace más que encarcelar a los cuerpos teóricos en sus propias
dicotomías y búsquedas de verdades absolutas, desterritorializarse para encontrarse, produciendo
conocimiento en ese encuentro.
Poder pensar los grupos terapéuticos como espacios de encuentro de agentes que abren puertas
de salida hacia lo múltiple dejando atrás la lógica de lo uno, abriendo caminos sorprendentes que
se articulan, multiplican, conectan y acoplan entre sí, volviendo difuso cualquier límite, pasando
del territorio al campo como universo posible.
El grupo terapéutico como parte del campo permite romper estructuras ya establecidas, en tanto
la estructura relaciona sólo elementos homogéneos, cada componente de un agenciamiento es al
mismo tiempo una multiplicidad real o en potencia de serlo, entonces la posibilidad de encuentro
de esas multiplicidades dentro de un espacio terapéutico grupal es la posibilidad de
transmutación, de ir hacia el campo.
Los marcos teóricos y las bases conceptuales que permiten la existencia de una disciplina son al
mismo tiempo su casa y su cárcel, son tanto posibilidad como máquinas de producir subjetividad
muerta, en tanto oculta su potencial de cambio y resignificación, las disciplinas coexisten en una
lucha dialógica que pulsea constantemente entre estructura y transmutación.
Lo que posiblemente haga al interés sobre los grupos terapéuticos y su evidente factor curativo,
no sea consecuencia de su marco conceptual, ni de sus lineamientos teóricos o herramientas
utilizables en su desarrollo, tal vez no sea el/los coordinador y no sean los participantes, si no más
37
bien la inmanente posibilidad creativa de transformación capaz de trascender lo dicotómico, lo
preestablecido, lo nombrable, una nueva subjetividad naciente que supera la noción de salud o
enfermedad y hace camino hacia nuevos universos antes impensables y ahora parte de la
realidad o como sugiere Baremblitt “de la realidad otra, inmanente a la realidad que conocemos”.
(2014, p. 9).
Deleuze y Guattari (1994) plantean que un agenciamiento posee dos líneas de acción: la colectiva
de enunciación y la maquínica del deseo (máquina de producción de deseo), el sujeto dentro de
un grupo puede pensarse entonces como un agente que enuncia lo colectivo y la máquina de
producción deseante funcionará allí en el punto de encuentro entre este y otro/s agente/s.
También puede abrirse una línea de pensamiento sobre la relación existente entre vínculo y
agenciamiento: el vínculo como máquina productora de nuevos deseos que si bien produce
subjetividad homogeneizante también permite a los agentes transformarse redireccionarse hacia
nuevas redes cartográficas de sí mismos, nuevas posibilidades de transformarse en otros junto a
otros.
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