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ESTILOS DE CRECIMIENTO ECONÓMICO PERIFÉRICO E INSERCIÓN DE AMERICA LATINA EN EL MERCADO MUNDIAL José Ramón García Menéndez 1.- La crisis del Estado oligárquico Desde las guerras de independencia, en la segunda mitad del siglo XIX, y, especialmente, tras la Primera Guerra Mundial, las jóvenes repúblicas americanas intentaron configurar una política económica y social que estructurara la economía y sociedad de cada ex-colonia. Fue en está etapa histórica cuando se iniciaron tres procesos mutuamente condicionados, cuya peculiar combinación y evolución hasta la actualidad caracterizan el estilo de crecimiento adoptado e ilustran el grado de (sub)desarrollo económico y de (des)vertebra- ción social alcanzado en América Latina, por encima de las necesa- rias precisiones nacionales del caso. Asimismo, el grado de depen- dencia económica y política a la coyuntura y exigencias de la econo- mía internacional también se vinculan a estos tres procesos que indicaremos brevemente. a) Inicio y fuerte impulso de la industrialización, diversifican- do el origen sectorial del producto global que, hasta entonces, se lograba en la explotación de los recursos naturales y en el uso intensivo de fuerza de trabajo cuyo costo no sólo se mantuvo en la época colonial a niveles próximos de subsistencia sino, también, sometida con frecuencia a relaciones sociales con predominio de rasgos atávicos pre-capitalistas (esclavitud, servidumbre, etc.) que califican la naturaleza de la penetración del capitalismo en América Latina desde el siglo XVI, con la articulación de mecanismos pre-ca- pitalistas para asentarse como modo de producción dominante en toda la región. [444]

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ESTILOS DE CRECIMIENTO ECONÓMICOPERIFÉRICO E INSERCIÓN DE AMERICA LATINA

EN EL MERCADO MUNDIAL

José Ramón García Menéndez

1.- La crisis del Estado oligárquico

Desde las guerras de independencia, en la segunda mitad del sigloXIX, y, especialmente, tras la Primera Guerra Mundial, las jóvenesrepúblicas americanas intentaron configurar una política económicay social que estructurara la economía y sociedad de cada ex-colonia.

Fue en está etapa histórica cuando se iniciaron tres procesosmutuamente condicionados, cuya peculiar combinación y evoluciónhasta la actualidad caracterizan el estilo de crecimiento adoptado eilustran el grado de (sub)desarrollo económico y de (des)vertebra-ción social alcanzado en América Latina, por encima de las necesa-rias precisiones nacionales del caso. Asimismo, el grado de depen-

• dencia económica y política a la coyuntura y exigencias de la econo-mía internacional también se vinculan a estos tres procesos queindicaremos brevemente.

a) Inicio y fuerte impulso de la industrialización, diversifican-do el origen sectorial del producto global que, hasta entonces, selograba en la explotación de los recursos naturales y en el usointensivo de fuerza de trabajo cuyo costo no sólo se mantuvo en laépoca colonial a niveles próximos de subsistencia sino, también,sometida con frecuencia a relaciones sociales con predominio derasgos atávicos pre-capitalistas (esclavitud, servidumbre, etc.) quecalifican la naturaleza de la penetración del capitalismo en AméricaLatina desde el siglo XVI, con la articulación de mecanismos pre-ca-pitalistas para asentarse como modo de producción dominante entoda la región.

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b) El segundo proceso iniciado tras la primera gran postguerrafue la aceleración de la urbanización que reforzó la existencia de unmercado interno consolidado y con cierto poder adquisitivo (y, tam-bién, muy concentrado en las grandes capitales). Durante la GranDepresión y la crisis del comercio internacional de los años 30, estosnúcleos urbanos reemplazaron al mercado mundial como agenteimpulsor del dinamismo económico. Tanto el proceso de industriali-zación como el de urbanización configuran, hasta la década de los 50,nuevos grupos sociales que no sólo modificaron los parámetros de laestructura de clases colonial sino que, también, expresaron aspira-ciones colectivas y respuestas políticas que canalizaban el desconten-to y la tensión derivada de la Gran Depresión en América Latina.

c) El tercer proceso hace referencia a las relaciones externasdel continente con el resto del mundo y los cambios que sufren estasrelaciones hasta la década de los 50. Como típica región colonial,América Latina vinculó su grado de industrialización al comporta-miento de los enclaves de exportación (productos básicos y materiasprimas). Con el estancamiento del comercio internacional, en losaños 30, la industrialización fue impulsada no tanto por una voluntadpolítica endógena propia, sino por la necesidad de sustitución deaquellas importaciones tradicionales ya que los problemas debalanzade pagos, a lo largo de la Gran Depresión, se manifestaron en unadrástica reducción de los ingresos de exportación y en una ausenciacasi total de financiación externa que limitaba el poder de importarbienes y servicios que ahora deberían producirse en el interior. Estaetapa, denominada de "crecimiento hacia dentro", originó un empujeadicional en el proceso de industrialización pero solamente en aque-llas producciones ligeras (tejidos, aumentación, electrodomésticosno sofisticados...) que no se podían importar pero sin alcanzar amanufacturas y bienes de equipo cuyo ciclo de transformación fueraamplio o implicara un añadido tecnológico de importancia.

No cabe duda que la interacción de la industrialización "espon-tánea" (urbanización, concentración demográfica, diseño de merca-do interno) y la vinculación del grado de crecimiento a las pautasexternas del comercio internacional no produjo resultados similaresen toda la región.

Mientras algunos países latinoamericanos aprovecharon lascondiciones favorables de una "industrialización inducida" desde elexterior (Argentina, Chile, Uruguay y, como caso especifico, Brasil),otros, en cambio, no consiguieron recuperar el nivel de ingresoprevio a la crisis, ya fuera por la inexistencia de ciertos factores

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imprescindibles en la estrategia del "crecimiento hacia adentro" (in-fraestructura, mano de obra calificada), o por la debilidad de losgrupos sociales en asumir una función redistributiva capaz de trans-ferir ingresos entre sectores y capas sociales.

De esta forma, si algunos países latinoamericanos consiguieronseguir la industrialización sustitutiva diversificando su producciónligera, incorporando tecnología al proceso productivo, estimulandola entrada de capital foráneo en inversiones directas, modernizandoy ampliando el acceso de la población al sistema educativo y decalificación profesional así como de los distintos servicios sociales(sanidad, justicia, etc.) que legitimaban socialmente la estrategia decrecimiento introvertido, otros países centraron su introversión eco-nómica en el monocultivo agrario o en el petróleo (ambas actividadescontroladas por las empresas transnacionales).

En definitiva, tales procesos económicos, sociales y demográfi-cos, simultáneamente, dieron lugar a una nueva configuración deintereses y grupos sociales cuyas aspiraciones políticas precipitaronla quiebra del modelo oligárquico anterior y la crisis del proyectopolítico-económico que sustentaba el patrón de desarrollo basadoexclusivamente en las actividades de exportación primaria desdeestructuras económicas heredadas de la época colonial, en donde losenclaves extractivos no difundieron el dinamismo del crecimiento alresto de los sectores y espacios. Con la crisis del Estado oligárquicose quiebra también una peculiar relación de dominación en la estruc-tura de clases. La oligarquía exportadora que lidera las fracciones dela burguesía local no es capaz de mantener la alianza implícita entrelos intereses sociales del agro (terratenientes y estancieros cuyafunción principal era el de la expoliación extensiva e intensiva deproductos básicos de exportación, con fuerza de trabajo sobreexplo-tadáy relaciones de servidumbre cuasi pre-capitalistas) y los interesesde la minoría capitalina que monopoliza el sector exportador y lanzaal mercado mundial producciones cuya competitividad no se funda-menta en incrementos de productividad sino en congelación decostos.

2.- El Estado reformista

La relación dialéctica entre la descomposición del Estado oligárqui-co, la realidad socioeconómica latinoamericana y el surgimiento delos regímenes reformistas constituirá el hilo conductor del proceso

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histórico desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta laactualidad y caracterizará el tipo de inserción de América Latina enel mercado mundial en los últimos años.

Los regímenes reformistas y los proyectos político-económicosque impulsaron, adquirieron forma concreta según .las circunstanciashistóricas y estructurales de cada país. En este sentido, los términosde "reformismo", "populismo" y "desarrollismo", con los que se deno-mina al fenómeno de quiebra y recambio del Estado oligárquicorefleja la ambigüedad y la diversidad de experiencias del Estadoilustrado en América Latina.

No obstante, el proyecto reformista contiene cuatro rasgosgenerales y comunes que se refieren a los valores básicos del modeloy trascienden las especificidades nacionales. Es necesario subrayar,también, que la misma ambigüedad para nominar a un fenómenohistórico complejo impregnó al significado impreciso de algunosaspectos de dichos valores referentes a dos interrogantes de granrelevancia: ¿cómo se articulan los componentes esenciales de unprograma reformista en un modelo de política económica concreto?y ¿cuáles son los grupos sociales más adecuados no sólo para servirde soporte al proyecto reformista sino, también, llevarlo ala práctica?

a) Modernización social, económica y política. Esta idea apun-ta a la pretensión de constituir sociedades urbano-industriales si-guiendo la senda brindada por la experiencia de los paísesdesarrollados. Un referente, por tanto, muy ambicioso en la letra apesar de las limitaciones implícitas en una estrategia de mimetismo:transformación económica liderada por la industrialización, mejorade las condiciones de vida de la población a través de una elevacióndel ingreso personal, ampliación del consumo y acceso a los serviciossociales y, por último, modificación de las estructuras políticas a finde dotar de un mayor grado de participación y poder político, enalgunos casos, a capas de la población previamente postergadas enla gestión de la cosa pública por el modelo oligárquico.

Sin embargo, el ideario modernizante es un recurso retórico,voluntarista, del proyecto reformista que sigue el conocido apotegmadel Gatopardo: que todo cambie para que todo siga igual. No seríajusto afirmar que la descomposición y recambio del modelo oligár-quico en América Latina ralentizase el discurrir histórico en el tópicocitado pero los resultados de la modernización económica, social ypolítica fueron muy parcos en relación con los objetivos marcados:ni se afianzó el crecimiento endógeno propuesto ni se vertebraronsociedades sometidas a la égida teórica anglosajona de análisis del

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subdesarrollo como una etapa transitoria hacia techos de prosperi-dad crecientes según establecían los estudios-tipo rostownianos.

b) Nacionalismo. Esta característica se aprecia en dos formasprincipales. Primero, como afirmación frente a los centros desarro-llados a los cuales se había subordinado América Latina durante elperíodo de crecimiento "hacia afuera". Esta reorientación naciona-lista no pretendió romper los vínculos con las metrópolis sino inten-tar el establecimiento de una relación de creciente igualdad, tantoen lo económico como en lo político. Y segundo, el ascenso delnacionalismo en el proyecto reformista buscó integrar, estructurar yvertebrar economías y sociedades profundamente heterogéneas co-mo eran las jóvenes repúblicas americanas cuyo proceso de inde-pendencia se gestó apenas un siglo antes.

En el plano político-económico, este valor básico desempeñóun estímulo adicional para el logro de fines ineludibles para laconsolidación del capitalismo en América Latina.

En primer lugar, la superación de la incomunicación entre elmercado urbano y el mercado rural y la lucha contra las desigualdadesregionales heredadas del período colonial y de la etapa de crecimien-to "hacia afuera".

En segundo lugar, superación de las desigualdades de tipoétnico-cultural y rescatar a la población indígena o mestiza delsometimiento secular.

En tercer lugar, afirmar la identidad nacional y consolidar cadamercado interno, tanto en el plano económico como en el de laprofundización de los canales representativos y participativos de lademocracia liberal.

c) Estatismo. El tercer valor básico del proyecto reformistaconsiste en otorgar al Estado un papel decisivo en la formulación yejecución de la estrategia de transformación del viejo y periclitadoEstado oligárquico. En esencia, frente a la condicionalidad de loscentros económicos y políticos metropolitanos y a los ambiciososobjetivos fijados por el reformismo de postguerra, los agentes socia-les internos que apoyaban dicha estrategia constituían un frentedebilitado por la heterogeneidad de los intereses que se sustentaban.Por ello, estas fracciones de clase que comandaban el proyectoreformista se volvieron a las instancias estatales como las únicasposibles que organizaran, en términos gramscianos, la hegemoníapolítica y orientaran los intereses económicos internos ante los nú-cleos de poder internacional, privados o transnacionales.

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Con las debidas diferencias y especifidades de cada país, estosvalores penetraron en todos los proyectos reformistas surgidos de lacrisis oligárquica: el aprismo (Perú), el varguismo (Brasil), el pero-nismo (Argentina), el batllismo (Uruguay), el alessandrismo (Chi-le)... Sin embargo, existe una considerable distancia entre laspropuestas ilustradas de estos valores y su materialización en lapráctica político-económica. Así lo confirma la necesaria sistemati-zación de la experiencia histórica de los diversos proyectos naciona-les y de sus resultados socioeconómicos.

d) El ideario cepalino. Este esfuerzo de síntesis teórica y debalance político-económico fue llevado a cabo por la ComisiónEconómica para América Latina, hasta el punto en que las ideas dela institución, plasmadas en numerosas publicaciones cruciales en lasciencias sociales en Latinoamérica, constituyeron un verdadero ma-nifiesto de la región sobre la viabilidad del proyecto reformista y dedefensa de los valores anteriormente señalados.

En primer término, la CEP AL brindó un examen crítico sobrela naturaleza y funcionamiento del patrón de desarrollo "hacia afue-ra", basado exclusivamente en la dinámica exportadora de productosprimarios, con la serie de limitaciones que dicha estrategia suponíapara el logro de esa anhelada modernización económica, social ypolítica de América Latina. La re-interpretación cepalina de losfenómenos aludidos permitió refutar académicamente las teoríasortodoxas dominantes y ofreció una sólida argumentación a econo-mistas y representantes políticos del populismo que intentaban,pragmáticamente, encontrar una vía desarrollista alternativa.

En segundo término, la CEP AL diseñó las líneas maestras deun programa de política económica genérico que, en el plano teórico,permitía superar la situación periférica subordinada del continente,lo cual suponía -según afirmaba la institución- atacar la raíz principaldel atraso económico de América Latina. Esta función doctrinariano sólo asume todos los valores de referencia (modernización, na-cionalismo y estatismo) sino que, también, señala medidas específicasde carácter sectorial (industrialización vertical, dinamismo sectorexterno, aportes tecnológicos, reforma agraria, acumulación de ca-pital) y se pronuncia sobre el marco político-institucional más idóneopara llevar a cabo las propuestas de política económica fundamenta-les relativas a la racionalidad del proceso, la dotación de infraestruc-tura física, las inversiones sociales, expansión y reforma de losaparatos productivos y redistributivos del Estado, el control nacionalde las riquezas básicas, etc.

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En realidad, como hemos apreciado en la introducción, lavalidez teórica y la viabilidad práctica de las propuestas de CEP ALsufren claras insuficiencias. No obstante, el ideario cepalino inspiróun Corpus de teorías y recomendaciones de política económica desdey para América Latina, no reduciendo su influencia a los aspectosestrictamente técnicos, como organismo sin carácter ejecutivo, sinoproporcionando juicios de valor, análisis positivo y criterios de actua-ción, además de aglutinar y estimular la vitalidad de las cienciassociales en Latinoamérica a lo largo de las cuatro últimas décadas.

Los contra-ataques neoliberales, en los años 70, se debieron, enconsecuencia, tanto al intento de recuperar la estrategia de extrover-sión económica, de apertura irrestricta, consustancial con el modelooligárquico como a la pretensión de subsanar los defectos estructu-rales provocados por la práctica de dicho ideario.

3.- América Latina y la segmentación del comerciointernacional

3.1. América Latina y las consecuencias de la política comercialde Estados Unidos

Cuando se examinan los efectos de la política económica norteame-ricana sobre el comercio externo de América Latina, destacan espe-cialmente los relativos al sector de productos básicos de zonatemplada, afectado desde el final de la Segunda Guerra Mundial, porla reacción político-económica de los países capitalistas avanzados alos graves parámetros de la Gran Depresión y a las características dela economía de guerra.

El régimen de precios garantizados en la agricultura norteame-ricana debido a la crisis de los años 30, culminó en un considerableaumento del producto agrícola protegido que tendió a mantenersehistóricamente, a pesar de la envergadura de la acumulación deexistencias. La única salida de stocks agrícolas norteamericanos fuela exportación generosamente subsidiada.

La estructura de precios garantizados y de subvenciones a laexportación permitió a Estados Unidos competir con relativa ventajasobre las exportaciones latinoamericanas en productos en los que sehabía especializado previamente, tanto por condiciones naturalespropicias como por el modelo de desarrollo del capitalismo a escala

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mundial donde Latinoamérica le toco desempeñar un rol periféricoy dependiente.

Si observamos los datos del Statistical Abstract of the USA,correspondiente a 1961, se constata que las exportaciones totales deEstados Unidos (medidas en millones de dólares comentes) fueronde 3.167 (1936-1940) y de 11.675 (1946-1950), hasta alcanzar la cifrade 19.019 (1956-1960). En la composición de estas exportacionesdestaca, a nuestros efectos, el valor creciente que adquieren lasexportaciones norteamericanas de granos, aceites y grasas vegetales,semillas oleaginosas, productos de granja y algodón que repre-sentaban, en las tres etapas, los siguientes porcentajes, 13.4,19.5 y15.4.

No cabe duda que esta expansión tan acentuada de las expor-taciones agrícolas norteamericanas, en especial a lo largo de la últimapostguerra, se debió a los subsidios de producción y exportacióncomo a la salida de productos agrícolas por canales no comercialesal amparo de la conocida ley 480, de 1954. Mediante este mecanismo,como pieza de la política exterior de Estados Unidos, se exportaronexcedentes agrícolas como ayuda a los países aliados tradicionalmen-te servidos por la exportación latinoamericana, lo que deprimió elprecio internacional de algunos productos básicos.

Siguiendo la misma fuente estadística, observaremos que, en lasetapas 1954-1958 y 1959-1961, los subsidios a la producción y expor-tación de productos agrícolas alcanzó un valor equivalente al 85%de los ingresos de las exportaciones totales norteamericanas deproductos agrícolas (33.590 millones de dólares), de las que el 29%se canalizaron por la vía de la ayuda estratégica amparada en la Ley480, de 1954.

No obstante, la política comercial norteamericana no sólo afec-tó a las exportaciones de América Latina por una competitividadsubsidiada en trigo, arroz, algodón o maíz, sino que, como primerimportador de ciertos productos básicos, Estados Unidos articulórígidas barreras arancelarias y prácticas proteccionistas que asegura-ron su mercado interno a los productores nacionales o a las impor-taciones originarias en países aliados o de alto interés geopolítico.En este sentido, es preciso subrayar dos casos presentes a lo largo dela década de los sesenta que ilustran lo afirmado con anterioridad.La política de aislamiento al régimen castrista en Cuba promovióque, en Estados Unidos, se aplicaran duras restricciones cuantitativasa las importaciones de azúcar y se ofrecieran precios subsidiados quecompensaran los altos costos de producción interna. De esta forma,

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Estados Unidos aseguró el abastecimiento del 60-70% al mercadointerno en perjuicio de un producto básico de exportación de variospaíses latinoamericanos del área caribeña. El caso de las carnes rojases muy significativo. Mediante consideraciones sanitarias no especi-ficadas claramente, Estados Unidos discriminó la exportación argen-tina y uruguaya de carnes de bovino en la misma medida en queaumentó sus importaciones provenientes de Australia y Nueva Ze-landia, en un desvío de comercio internacional planeado por el ReinoUnido como contrapartida al apoyo de la política exterior norteame-ricana en diversos foros internacionales en lo que se cuestiona lahegemonía de una potencia implicada en la guerra de Vietnam.

Como consecuencia, la participación de Estados Unidos en elcomercio mundial de productos agrícolas aumentó consider-ablemente en exportaciones de ciertos productos que constituyeronel tradicional monocultivo de América Latina, mientras que la parti-cipación latinoamericana fue disminuyendo progresivamente:

Porcentajes de Estados Unidos y América Latina en lasexportaciones mundiales

1934-38 1959-61 1934-38 1959-61Estados Unidos América Latina

TrigoCebadaMaízAlgodón

361581

62505367

24146512

64

206

Fuente: StatisticalAbs. ofUSA, 1961.

Sin embargo, las limitaciones político-económicas y los altibajoscíclicos de la economía norteamericana no impidieron que Estados"Unidos perdiese su rol de principal agente del intercambio comercia}latinoamericano pues, aproximadamente, un 30-35% de las exporta-ciones regionales se dirigen hacia ese mercado, lo que representa un12-15% de las importaciones norteamericanas. Asimismo, un terciode las importaciones latinoamericanas provienen de Estados Unidos

Pero existen elementos tras ese aparente equilibrio comercialque podríamos destacar: primero, América Latina sufre un persis-

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tente déficit en el saldo corriente con Estados Unidos; segundo, laparticipación de los combustibles (petróleo y derivados) crece con-tinuamente en la estructura de las exportaciones latinoamericanas,hasta representar un 50% de dicho flujo en detrimento de los pro-ductos básicos agrícolas y manufacturas que, en 1980, lograron unmodesto 18% de las exportaciones destinadas hacia Estados Unidos;y, tercero, en cambio, aproximadamente el 75% de las importacioneslatinoamericanas provenientes de Estados Unidos correspondían aproductos manufacturados.

La tradicional asimetría, por tanto, de la estructura del comer-cio bilateral es manifiesta y con tendencia a intensificarse en loconcerniente al comercio del petróleo y derivados. Y ello es negativopor lo que significa de esquilmación de un recurso energético limita-do, cuya producción y comercialización internacional está controladapor empresas transnacionales de matriz norteamericana y con pre-cios fijados a la sombra inestable de la OPEP; un recurso, por lodemás, que su exportación intensiva no significa reinversión produc-tiva ni vitalización del ciclo productivo interno de los países exporta-dores latinoamericanos.

En cambio, Estados Unidos ha desalentado la penetración deciertas manufacturas competitivas en su mercado interno y no sólocon prácticas neoproteccionistas encubiertas para superar las cláu-sulas que comprometen a los partícipes de las últimas rondas delGATT sino, también, con instrumentos político-económicos restric-tivos como la Ley de Acuerdos Comerciales de 1979. A partir de estemomento, la presidencia norteamericana tiene poderes discreciona-les para utilizar cláusulas de salvaguardia o imponer derechos aran-celarios compensatorios a las importaciones que se estimensubsidiadas en origen,

A pesar de la naturaleza excepcional del instrumento legal, éstefue utilizado con profusión en períodos electorales o como represaliapolítica. La actuación de la administración Reagan, desde 1981,recrudeció el proteccionismo larvado en la última administracióndemócrata y la ley de 1979 se reforzó con la superposición de la Leyde Comercio y de Aranceles de Aduana de 1984, de la que resulta unentramado de medidas proteccionistas que amplía el poder políticode la Casa Blanca para imponer la salida del sistema de preferenciasde Estados Unidos a todos los países miembros de la OPEP, en unaprimera etapa, y de los países considerados "de dominación por partedel comunismo internacional".

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La transmisión de efectos directos e indirectos de la políticaeconómica norteamericana agravó aún más la asimetría indicada. La"reaganomics" combinó peculiarmente, en la experiencia histórica dela economía internacional, fuertes déficits presupuestarios, gastopúblico expansivo para el apoyo de la industria armamentista, recortedrástico de los gastos sociales, política monetaria restrictiva, intensoproceso de endeudamiento con el exterior..., que da lugar a unapolítica económica dotada de altos grados de inestabilidad que cues-tiona la solidez de una economía para ser la locomotora anunciadadel relanzamiento internacional.

Las consecuencias negativas se transmiten, en un medio cre-cientemente transnacionalizado y de interdependencia político-eco-nómica, a la periferia latinoamericana a través de dos canalesprincipales. En primer término, a corto plazo, en un incrementorelevante de las prácticas proteccionistas que afecta a las exportacio-nes tradicionales y en una tendencia alcista de los tipos de interésque convulsiona el mercado privado de capitales y agrega mayorincertidumbre a la resolución satisfactoria del problema del endeu-damiento externo de América Latina. En segundo término, a medioplazo, el reciclaje tecnológico de los países centrales promovido porla crisis energética y por los avances de la industria de armamentosque puedan redundar en el proceso productivo podrían provocar,indirectamente, la aceleración de procesos de ahorro y sustituciónde ciertas materias primas de exportación latinoamericana (petróleo,hierro, caucho, cobre...) sin que dichos procesos tengan contraparti-das similares (diversificación productiva, industrialización local...) enAmérica Latina.

3.2.- Las dificultades en las relaciones comerciales entre AméricaLatina y los países de comercio de Estado

Independientemente de la estrategia de industrialización adoptadapor cada país, el sector externo se presentó, en general, como unelemento crucial para el crecimiento económico de América Latinaa cuyo servicio se puso gran parte de la política económica propuestao aplicada. Junto a los objetivos de consolidación de las exportacio-nes tradicionales y de diversificación de las exportaciones de manu-facturas, se buscaron nuevas posibilidades de ampliación geográficade los mercados de exportación.

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De esta forma, al margen del comercio con Estados Unidos yEuropa, se evaluaron las perspectivas de intensificar las relacionescomerciales con los países integrados en el COMECON, un espacioeconómico que, en principio, ofrecía una atractiva capacidad deabsorción de exportaciones latinoamericanas que no fue aprovecha-da hasta la década de los sesenta.

No obstante, la relativa autarquía de los países del Este, supeculiar sistema de pagos en las transacciones internacionales en unmercado donde la libra esterlina y el dólar constituían los medios depago generalmente aceptados, las dificultades en equiparar y unificarcriterios sobre precios de bienes y servicios transados, la ausencia derepresentantes y agencias de export-import e, incluso, la adecuaciónde los equipos industriales a las necesidades intermedias de los paíseslatinoamericanos, constituyeron, entre otros, los obstáculos princi-pales que impidieron relanzar estas relaciones definitivamente.

A principios de la década de los 60, algunos datos estadísticosofrecidos por CEP AL constataban las razones de un prudente opti-mismo. Mientras las importaciones latinoamericanas provenientesde los países socialistas se mantuvieron en una participación estable(del 0.8 en 1953, al 1.9% en 1960, es decir, importaciones de 158millones de dólares en 1960), aunque, evidentemente, con cifras muymodestas dado el potencial de los casos en cuestión; las exportacio-nes latinoamericanas hacia dichos países adquirieron un peso relati-vo mayor (del 1 % en 1953 al 3.6 en 1960, y para este año con un valorde 320 millones de dólares).

Hasta 1961, Argentina y Brasil concentraron la mayor parte delas relaciones comerciales con los países de Europa Oriental en sudoble sentido, a excepción de la importancia cuantitativa de casosmuy puntuales (las exportaciones uruguayas de 1954 y 1958; lasimportaciones venezolanas de 1959 a 1961). Lógicamente, a partirde 1961, Cuba adquirió una importancia cardinal en el comercio deAmérica Latina con el CAME.

El boicot impuesto por Estados Unidos a Cuba y seguido porlos gobiernos latinoamericanos con representación en la OEA, en-frió la potencialidad de unas relaciones comerciales que ya habíanencontrado un cauce formal satisfactorio para las partes implicadas.Este cauce estaba en la letra y en el espíritu de cooperación de losconvenios bilaterales firmados por Brasil, Argentina y Uruguay conla Unión Soviética, Checoslovaquia, Polonia y la República Demo-crática Alemana, fundamentalmente.

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En síntesis, estos convenios eran peculiares -dado el ambientegenerado en las relaciones internacionales por la guerra fría y laheterogeneidad estructural de los firmantes- con cuentas de compen-sación externas en instituciones financieras que hicieran frente a loscompromisos bilaterales de los créditos recíprocos (swings). El co-mercio se redujo a una lista de productos concretos y con montosequilibrados, lo cual resultaba que los convenios firmados actuabancomo auténticos mecanismos de trueque. Unas relaciones de true-que que entran en crisis, primero, por el abandono de las cuentasbilaterales y la incorporación de América Latina al multilateralismocomercial bajo la hegemonía del dólar y, segundo, por el temor a lasrepresalias comerciales y financieras de Europa y Estados Unidosante el caso ejemplarizante del aislamiento occidental al régimencubano de 1959.

Si bien la experiencia de los acuerdos bilaterales mostró algunasinsuficiencias (por ejemplo, la tendencia a la acumulación de saldosacreedores en las cuentas de compensación por parte latinoamerica-na), el resultado neto fue, en una primera aproximación, positivo,pero en cambio, subrayó la envergadura de otras dificultades cuyaresolución definitiva es ineludible si se estima oportuno aprovechare intensificar las relaciones económicas con los países integrantes delCAME.

1.- En los planes económicos de los países socialistas el comer-cio internacional fue situado en un lugar secundario o residual.Aunque las tendencias introvertidas de la política económica plani-ficada centralmente se han suavizado en gran medida y los beneficiosde una mayor especialización internacional fueron considerados enel cálculo de los planifícadores, lo cierto es que la apertura externase efectuó entre los propios países del CAME, sin reducir significati-vamente las restricciones al comercio con otras áreas geográficas.

2.- El segundo problema a resolver es el establecimiento eficazde mecanismos de intercambio entre América Latina y los países decomercio de Estado que sustituyan los decadentes convenios bilate-rales que suponen una escasa fluidez comercial o dificultades adicio-nales en localizar, para ambas partes, los artículos del intercambioque sean atractivos para el país acreedor en la cuenta de compensa-ción. Este problema se resolvió, en parte, con las posibilidadesconvenidas en utilizar los saldos en los restantes países del CAME.

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3.-Respecto a los precios, son ya conocidas las diferencias entrela formación de los precios de transacción en un espacio o en otro.Respecto a los productos primarios, los precios de referencia gene-ralmente aceptados son los fijados por el mercado mundial, sobre loscuales se tiene información precisa o estimable (stocks, volumen decosechas, etc.). En cambio, el problema adquiere gran complejidadcuando se trata de manufacturas y bienes de equipo industrial cuyascotizaciones internacionales son de difícil equiparación. El sistemade comercio bilateral facilitaba la práctica del dumping al no posibi-litar el cálculo de las diferencias de contabüización de los costes deproducción. Un obstáculo adicional se presenta en las característicasestructurales de la oferta de bienes de capital de los países del Esteque, en relación a la demanda latinoamericana, son equipos sobredi-mensionados, de escasa adaptación a los equipos ya instalados y sinla total seguridad del servicio técnico inmediato y de repuestos de losequipos importados.

4.- Por último, existe una prevención histórica de AméricaLatina en torno a la incertidumbre que pueda provocar la mayordependencia comercial con el CAME y la suspensión unilateral delcomercio por parte de las economías planificadas centralmente, unhecho -se argumenta- menos probable en las relaciones con econo-mías capitalistas. No obstante, la cautela está injustificada por laexperiencia, incluso a lo largo de la etapa histórica del bloqueoorganizado al régimen cubano. En este sentido, a partir de 1972, conla integración de Cuba al CAME, existió un tímido relanzamiento delcomercio con los países del Este que culmina con un saldo comercialcreciente favorable a Latinoamérica. Según datos de CEPAL, en 1960,elbalance era prácticamente equilibrado y en torno alos 150 millonesde dólares de valor de exportaciones/importaciones entre ambaspartes para alcanzar, en 1982, una situación en la que las exportacio-nes latinoamericanas hacia el CAME fueron de 3.184,6 millones dedólares poruñas importaciones de 825.8 millones de dólares, es decir,un saldo comercial positivo a favor de América Latina de 2.359millones de dólares.

Por otra parte, es necesario resaltar las dificultades existentespara penetrar en el mercado del COMECON puesto que éste origina ydestina al mismo el 50% de su comercio externo, en el que, a su vez,la mitad corresponde a la Unión Soviética. Además, el intercambiocomercial América Latina/cAME es desequilibrado, con una alta

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concentración de los distintos flujos. Según CEP AL, en 1982, lasexportaciones latinoamericanas hacia el CAME estaban formadas enun 92% por productos alimenticios, materias primas no comestiblesy grasas, mientras que el 62.5% de las importaciones del CAMEcorrespondían a productos químicos, manufacturas y maquinaria ymaterial de transporte.

Los países miembros del CAME han rechazado con insistencialas denuncias latinoamericanas de asimetría comercial en la queAmérica Latina reducía sus exportaciones a productos básicos deahmentación y materias primas, que contienen un escaso valor aña-dido y no favorecen la industrialización de la región. El CAME aduce,al respecto, la ausencia de competitividad en precios, calidades y decondicionantes técnicos y sanitarios de los productos latinoamerica-nos, al mismo tiempo que las manufacturas más interesantes (por latecnología incorporada) son producidas en América Latina por em-presas transnacionales que imponen restricciones a la comercializa-ción con mercados de exportación pertenecientes al área socialista.

En definitiva, la resolución de los problemas planteados revita-lizarían el comercio entre América Latina y el COMECON, aprovechan-do la potencialidad de un mercado de exportación segmentado querequiere, además, intensificar la mutua información institu- cional,reparar la deficiente infraestructura comercial (representa-ciones,empresas mixtas de export-import) y perfeccionar los mecanismos detransporte, seguros y servicios técnicos.

3.3. Una introducción al comercio eurolatinoamericano

En los primeros años de la segunda postguerra, América Latina acusóíndices relativamente altos de exportaciones que significaron, enalgunos ejercicios, un valor aproximado al 20-25% del productobruto global de la región.

A pesar del crecimiento lento del flujo exportador, AméricaLatina mejoró, en términos modestos pero positivos, la relación realde intercambio con los países industrializados lo cual amplió Jacapacidad de compra de importaciones necesarias que venían asatisfacer, en buena medida, la acumulación de necesidades conteni-das a lo largo de la guerra.

Agotado el ciclo de recuperación de la economía internacionaltras la Segunda Guerra Mundial, el volumen de las exportaciones yla relación de intercambio sufrieron un deterioro significativo en una

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valoración de conjunto, por cuanto si el promedio anual de exporta-ciones en la década 1951-1961 fue de un 30% mayor que el promediode la década anterior, la caída de la relación real de intercambioanuló, en la misma época, el 60% de dicho crecimiento.

En este sentido, sería preciso interrogarse cuáles fueron losfactores que contribuyeron a esta limitación a la expansión de lasexportaciones latinoamericanas. La respuesta, en términos genéri-cos, hace referencia a la situación de los principales productos básicosde exportación tradicional en el marco de la política comercial deotros segmentos del mercado mundial como los aquí brevementeanalizados.

Sin que ello impida una profundización posterior, será necesa-rio introducir en este momento algunos comentarios en torno altratamiento restrictivo de la política económica comunitaria respectoa las exportaciones de América Latina.

La política agrícola de la CEE se caracterizó, desde sus inicios,por un abierto propósito de autosuficiencia en materia de agriculturacontinental y de régimen cuasi-autárquico de proteccionismo quediscrimina las relaciones comerciales externas a favor de los territo-rios de ultramar asociados, especialmente en lo relativo a productostropicales. En cuanto a los productos de zona templada, el objetivode autoabastecimiento era, en rigor, una finalidad ya establecida enel Tratado de Roma para hacer desaparecer algunos factores comer-ciales que presionaban históricamente en la balanza de pagos de losseis países constitutivos de la CEE.

Observemos, por ejemplo, el caso de algunos productos básicosde exportación latinoamericana de ámbito tropical, como el café,cacao o bananas. En este comercio, los exportadores latinoamerica-nos se ven perjudicados por los elevadísimos gravámenes internos,los costos de distribución de estos productos en el seno de la CEE ypor las preferencias de los países comunitarios en importar productostropicales de sus ex-colonias.

Hasta 1971, el precio final para el consumidor europeo de estetipo de productos podía ser, como el cacao latinoamericano, de un900% superior al precio de importación. Tanto para éste como paralos demás, y según cálculos de CEP AL, la relación entre precio finalpara el consumidor europeo y los precios de importación puedenpresentarse de la siguiente forma:

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Producto Precio final Precio de ImportaciónCafé X Del23al48%deXBananas X Del 38 al 45 % de XCacao X Del 9 al 22 % de X

La presión fiscal comunitaria a este tipo de productos tropicalesde exportación latinoamericana constituyó una auténtica carga com-pensatoria a la competitividad internacional. En este sentido, laCEPAL calculó para los dos primeros años de funcionamiento de laCEE, unos ingresos de exportación de café latinoamericano, en valorFOB, de 600 millones de dólares, aproximadamente, mientras que larecaudación de la CEE-6 por carga indirecta a este producto superólos 689 millones de dólares.

También es cierto que el precio final de los productos tropica-les, como el caso de las bananas, se encarece por los elevados costosde distribución de exportaciones alimenticias no duraderas. La CEE-6, en 1962 y siguiendo los cálculos de CEPAL, elevó el precio globalfinal de estos productos en 655 millones de dólares dedicados a lamejora de los canales de comercialización y conservación. No obs-tante, este defecto de longevidad de los productos tropicales porrazón de cambios climáticos y de exigencias en el transporte seríacomún con las exportaciones de los territorios de ultramar privilegia-dos con los acuerdos preferenciales. En este sentido, la CEE-6 y conlas ampliaciones posteriores, prefirió regular su flujo importadordesde estas áreas que ya tenían una clara influencia monetaria euro-pea. En algunos productos tropicales, como los plátanos, existía unatarifa externa común del 20 por ciento para todas las exportacionespero se cerró el mercado europeo a cualquier oferta competitiva deprocedencia latinoamericana.

Como veremos posteriormente, los productos de zonas templa-das también sufrieron rígidas restricciones cuantitativas y fuertecarga arancelaria. Por ejemplo, a lo largo de la década de los 60 y apesar de las presiones diplomáticas en Bruselas, la carne de vacunoestaba sujeta a una cuota de tonelaje y a un arancel comunitario del20%. Para los cereales no existían limitaciones cuantitativas pero seles aplicaban los gravámenes móviles (variable levies) cuya funciónconsistió en elevar el precio final de las importaciones de grano por

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encima de los precios garantizados en la Comunidad que, transito-riamente, se fijaban por cada miembro de la CEE hasta que, en 1970llegaran a igualarse. Algunos ejemplos de estos gravámenes móvilesdiscrecionales y auténticamente atentatorios contra la fluidez demercado mundial, podían alcanzar el 112% (en el caso del trigo) o e106% (para el sorgo) y aplicados por Alemania Federal en 1962.

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EL PROCESO LEGISLATIVO EN LAS COMUNIDADES EUROPEAS

I. INTRODUCCIÓN DE LA PROPUESTA II. EVALUACIÓN. DELIBERACIÓN Y NEGOCIACIÓN ÜLDECICION

GRUPOS DE INTERÉSCOMUNITARIO. EXTRA-COMUNITARIOS. GOBIERNOSEXTRANJEROSORGANISMOS INTERNA-CIONALES. ETC.

L

NIVEL SUPRANACIONAL

COMITÉ ECONÓMICO YSOCIALCOMITÉS DEL PARLA-MENTO EUROPEO

NIVEL NACIONAL

(2)ELSTAFFDELACOMISIÓN ESTUDIALAS ALTERNATIVAS

PARLAMENTOSGRUPOS DEINTERESES. PARTIDOSPOLÍTICOS. SINDICATOSCÁMARAS. GOBIERNOSEXTRANJEROS. ORGANISMOSIMTERNACIONALES.ETC.'

(3)ELSTAFFDELACOMISIÓN FORMULAUNA PROPUESTA

COMISIÓN

~1(«)EL COMETE DE RE-PRESENTANTES PERMA-NENTES LA EVALÚAY NEGOCIA

mCONSEJO DEMINISTROSRESUELVE

GRUPOS DE ESTUDIOY COMITÉS DE EXPERTOSNACIONALES

ACCIÓN FORMAL =- NEGOCIACIÓN =- CONSULTA Y PRESIÓN =

RELACIONES INSTITUCIONALES E INFORMALES OPERATIVASEN LAS NEGOCIACIONES EUROPA OCCIDENTAL - AMERICA LATINA