estigma socioconstruccionismo

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  • 7/27/2019 Estigma Socioconstruccionismo

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    Socioconstruccionismo, Terapia Reflexiva Sistmica, Intervencin AccinGenerativa y Micropoltica y Potica. Propuestas de investigacin en

    personas estigmatizadas: esquizofrenia y trastornos de la alimentacin

    Josep Segu Dolz()() y Sara Oliv Horts()

    Resumen

    Qu es la Normalidad/Anormalidad en psicoterapia? Es posible eliminar laestigmatizacin social de las personas diagnosticadas de trastornos mentalesgraves como los de la Esquizofrenia o la Conducta Alimentaria?

    Las dificultades por las que atraviesan dichas personas se intensifican con laestigmatizacin social a las que estn habitualmente sujetas a travs del cadavez ms intenso etiquetaje a que se les somete por medio de los mtodostradicionales basados en manuales diagnsticos, estadsticos y biomdicos,

    como el DSM-IV-TR (2002). Y, consecuentemente, a las accionessupuestamente teraputicas que sobre ellas se ejercen, que responden atcnicas prediseadas que poco tienen que ver con la singularidad ycreatividad de cada ser humano y su entorno social.

    Partiendo de las orientaciones socioconstruccionistas de Kenneth J. Gergen(2001, 2003, 2010) proponemos alternativas al diagnstico, como ladescripcin densa (Geertz, 1973) y la interpretacin significativa (Gergen,2010) con el objetivo de entender mejor qu y cmo est pasando. Y actuar enbase a ese entendimiento.

    Desde nuestra propia experiencia con personas diagnosticadas yestigmatizadas trabajamos sobre las propuestas de la Terapia ReflexivaSistmica (Andersen, 1991; Fraga Gmez et al., 2012), la Intervencin AccinGenerativa psicosocial dialgica (Segu, Oliv, Ux y Contreras, 2012; FriedSchtinman y Schtinman, 2000; Fried Schtinman, 2008, 2010; Seikkula, 2008) yla Micropoltica y la Potica (Pakman, 1997, 2011) mostrando basesepistemolgicas interdisciplinares que describen significados, y proponenacciones crticas y formas de hacer productivas orientadas a eliminar laEstigmatizacin Social de las personas diagnosticadas de Trastorno MentalGrave.

    NOTA: En este texto se utiliza en algunas ocasiones el gnero neutro sin que ello implique

    nunca ningn tipo de discriminacin sexista.

    Miembros de la Red de Trabajo para Dilogos Productivos, www.dialogosproductivos.netParticipantes en el Diploma Internacional en Prcticas Dialgicas

    Miembro Asociado del Taos Institute, http://www.taosinstitute.net

    Contacto: [email protected]

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    Proponemos acciones de poca ortodoxia y alta innovacin. JorgeSanhueza Rahmer. Presentacin del proyecto Formacin accin:comunidad de aprendizaje y prctica dialgica. Accin de dilogo social

    en el contexto poltico durante la reunin virtual del DiplomaInternacional en Prcticas Dialgicas. 27 de marzo de 2012.

    "Qu tal si planteamos que las disidencias, marginales o no, lasdiversidades, permitidas o no, las rebeldas, aceptadas o no, aseguran elabastecimiento de oxgeno a las sociedades?". Cisneros Puebla, CsarA. (2009). El oxgeno y la psicologa social. En Soto Ramrez, Juan (ed.)(2009), Psicologas intiles. Mxico: UAM, Unidad Iztapalapa. Pg. 48.

    You are a conversation. Kenneth. J. Gergen. Gergen's SocialConstruction Workshop. Wallingford, Pennsylvania. June 4-6, 2004.

    Introduccin

    Quin decide lo que es normal o anormal en psicologa?

    Instituciones como la Organizacin Mundial de la Salud (OMS) o la AmericanPsychiatric Association (APA) son enormes mquinas de produccin de poder ydominacin sobre las personas, especialmente esta ltima. Una institucin deorientacin claramente biomdica y compuesta en su mayor parte por expertosde un lugar concreto del mundo decide quin es normal o no, qu es bueno omalo para la salud mental de millones de personas cuyas culturas y formas devida nada tienen que ver con ese lugar del mundo.

    El etiquetaje mental a que lleva basar las intervenciones psicoteraputicas enlos criterios citados conduce a una hiperdiagnosis y a una sobremedicacin conpsicotrpicos. Es decir, a la drogadiccin legal de las personas detrs de la queestn los intereses econmicos de las grandes multinacionales farmacuticas.Diversas asociaciones y entidades cvicas se enfrentan a esta situacin. Porejemplo, Citizens Commission on Human Rights International (CCHR-I,http://www.cchr.org).

    Es posible una alternativa? S. Actualmente, frente a esta situacin desdediversos lugares se est trabajando en otras formas de poner en prctica lapsicoterapia. Formas con las que estamos de acuerdo y que introducimosbrevemente en este trabajo.

    Pensamos que es ms til hacer una descripcin que poner una etiqueta;tambin en interconsulta o derivacin. Al etiquetar caemos en el riesgo deconfundir la puramente fsico biomdico- con lo psicolgico y viceversa. Siatendemos, sin embargo, a la narracin del paciente como una descripcin ypotenciamos que sea as- podemos co-construir un entramado psicolgico,biolgico, social y tambin potico como creatividad que ample las

    posibilidades de conversacin y dilogo que limita la postura del expertoalimentada por manuales como el referenciado.

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    Un mdico de familia, por ejemplo, puede conocer a sus pacientes desde hacemucho tiempo, pero raramente incluye aspectos psicosociales mucho menoscreativos- en sus anamnesis. Normalmente se limita a preguntar lo que el guinde etiquetaje ha establecido como pertinente, independientemente de la

    persona que tiene delante. Est, entonces, cerrando puertas a momentosrealmente interesantes y pertinentes para el caso que motiva la consulta.Probablemente no pueda hacer mucho ms debido a las limitaciones de tiempoy recursos que la Administracin de la Salud impone. Pero esta forma de actuarse traslada tambin a la llamada atencin a la salud mental conconsecuencias desastrosas; algunas de las cuales relatamos en este escrito.

    Cuando las personas que consultan por problemas mentales no responden alas terapias establecidas en los guiones prediseados por la propia etiqueta, seles adjudica el poco honroso ttulo de enfermos problema, con depresionessecundarias y cosas por el estilo. De verdad estas frmulas y protocolos

    responden a lo que el especialista en salud mental ha encontrado? O es queno ha buscado ms all del encuadre de la persona como complicada yproblemtica, cerrando puertas a alternativas posibles?

    Ninguna de las etiquetas, categoras, frmulas y protocolos al uso puedendescribir la complejidad de los seres humanos y de sus narraciones sobre suspropios estados de nimo. El puro etiquetaje psi siempre basado en losdficits de la persona; nunca en sus posibilidades- no describe lo que unapersona es o experimenta (padece, tiene, siente). No podemos ponernosen la cabeza de la persona que consulta a travs de lo que el DSM-IV-TR(2002) o la psicopatologa clsica, moderna y dominante interpreta sobre lapropia etiqueta.

    Por otro lado, en la prctica cotidiana parece que raramente podamos salir deun sistema de etiquetacin mental para poder funcionar con una ciertacoherencia, racionalidad y base cientfica. Aparentemente, si atendemos solo alo que la persona consultante nos explica evitando esa etiqueta/interpretacinno podemos utilizar clasificaciones lgicas y no podemos entrar en su cabezapara entender su mundo interior mediante procesos de intersubjetividad yempata.

    En este ensayo defendemos y argumentamos que una realidad teraputicadiferente a la de la diagnosis etiquetadora es posible. Que la normalidad oanormalidad- de los discursos y quehaceres procesuales humanos no sedecide en los despachos o universidades, sino en la calle y en la accin. Ymostramos que esas realidades teraputicas se estn llevando a cabo a travsde inspiraciones y prcticas alternativas pero fundamentadas- a las de lasorientaciones modernas y dominantes. Como indicamos en el ttulo nuestraintencin no es disear una tcnica nueva o algo parecido, sino invitar a lareflexin y a la investigacin sobre cmo se estigmatiza a las personasdiagnosticadas de trastorno mental.

    Dos ejemplos de la vida cotidiana

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    A diferencia de lo que sera normal en un escrito ms o menos cientfico yacadmico primero marco terico, luego corpus del trabajo y finalmenteconclusiones- danzamos entre lo terico y lo prctico, entre la epistemologa yla reflexin, sin por ello renunciar a una coherencia descriptiva queconsideramos imprescindible para, al menos, poder explicarnos. As, relatamos

    a continuacin dos ejemplos de primera mano y ms adelante fundamentamosalgunas de las ideas que apenas hemos esbozado hasta aqu.

    Dilogos con una comunidad de personas diagnosticadas de "trastornosmentales graves", como la Esquizofernia

    Entendemos aqu por comunidad no slo al grupo de personas afectadas, sinoa todo su entorno social e institucional: los propios diagnosticados, sus familiasy amigos, las instituciones (gobiernos locales y regionales, el sistema mdicode seguridad social, la polica,...).

    Al inicio de la intervencin la comunidad est muy desestructurada,prcticamente sin recursos econmicos ni apoyos externos. Las crisis yconflictos entre los afectados son constantes y los aspectos teraputicos -adems de la fuerte medicalizacin de los diagnosticados- prcticamenteinexistentes, limitndose a terapias de grupo con las familias orientadas por unpsiquiatra psicoanalista y actividades ldicas de baja intensidad teraputica.

    En su momento realizamos acercamientos no teraputicos a las personasdiagnosticadas al objeto de conocer mejor sus sntomas y lo que dicen sobre smismas.

    El Seor Juan (55 aos) afirma: Hoy estoy contento. He visto pasar a laseora Mara volando con unas alas muy bonitas y me ha saludado. El nivelde comunicacin entre la persona y el interventor parece imposibleconstituyndose un caso extremo de lo que tcnicamente podemos calificarcomo comunicacin paradjica. Hay, sin embargo, aspectos emocionales quepueden rescatar algo de la posible relacin si no teraputica, s humana. ElSeor Juan carga desde hace aos con un diagnstico de Esquizofrenia, consu correspondiente intensa medicacin psicotrpica.

    Yssica (19 aos). El caso de la princesa solitaria. Es una chica

    aparentemente normal. Conduce y estudia con resultados ms o menosintermedios. Pero est diagnosticada de Esquizofrenia Paranoide. Est sola.Ha tenido alguna que otra relacin con chicos; relaciones que estos rompenrpidamente. Sus amigas no quieren ir al cine ni a las discotecas con ellaporque tiene un carcter raro.

    Carmen (25 aos). Usted err en su diagnstico, seor Psiquiatra!!!. De laEsquizofrenia al Asperger. En nuestro acercamiento inicial ya detectamos quepuede haber algunos diagnsticos errneos. Pero la autoridad del aparatopsiquitrico impide cualquier duda al respecto. Recientemente, en una brevevuelta al campo, se nos confirma que el diagnostico de Esquizofrenia no era

    correcto.

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    Yssica y Carmen soportan tambin una fuerte medicacin psicotrpica.

    Cmo acercarnos y sumergirnos en esta comunidad en concreto? Muchas ymuchos especialistas dirn que, primero de todo, hay que ser empticos.

    Afirmamos que la empata, tal como se describe en la psicologa comn, esuna falacia; es imposible. Simplemente no es posible ponerse en el lugar delotro, en sus zapatos, como popularmente se metaforiza. El concepto deempata implica entrar en la mente de la otra persona. Y esto es claramenteinalcanzable, entre otras cosas porque nadie sabe dnde est la mente, nisiquiera lo que eso es. Si es algo que est en el interior, abrimos a la personacon un bistur y lo buscamos ah? Si tiene que ver con la intersubjetividad, nosperdemos, ya que nuestros discursos no contemplan conceptos dualistas comosubjetividad (lo ntimo, lo que est dentro) y objetividad (lo pblico, lo que estfuera). Si estas afirmaciones son mnimamente aceptables, entonces las cosasparecen complicarse cuando las relaciones son con personas cuyos discursos

    difieren de los comnmente aceptados como normales, racionales y lgicos.

    En su lugar proponemos el concepto de simpata, no en su versin popular deuna manera de ser, sino en la de ponerse al lado de la otra persona ycolaborar con ella desde un plano de igualdad emocional. El Seor Juan,Yssica y Carmen adems de estar fuertemente drogados- construyendiscursos, formas de ver la vida y quehaceres seguramente muy diferentes alos nuestros o a los mayoritarios. Pero eso no significa que los nuestros losmayoritarios- sean mejores que los suyos. Tampoco nos movemos en trminosde mejor/peor, bueno/malo o cosas por el estilo.

    Adoptamos un punto de vista psicosocial y entonces nos damos cuenta de quela visibilidad social del problema del trastorno mental es muy baja desde ladesaparicin de los manicomios en Espaa a finales de los aos ochenta delsiglo pasado. Qu pasa con los enfermos? Simplemente se les siguedrogando y se les prcticamente- encierra en sus casas, con sus familias, sinproveer desde las administraciones pblicas de alternativas sociales y recursosde salud aceptables.

    Cmo actuamos en este caso? Inspirndonos en la orientacin de laInvestigacin Accin Participativa (IAP; Martn-Bar, 1998; Montero, 2003;

    Villasante, Montas y Mart, 2000) -bsicamente en los aspectos relacionadoscon el empoderamiento o empowerment- conseguimos mejoras especialmenteen aspectos organizativos y de dilogo con las instituciones pblicas orientadasa acceder a recursos econmicos y otros como locales para oficinas,materiales de informtica y similares. Diseamos un programa de visitas adomicilio por parte de psiclogos voluntarios que se paraliza tras variasintervenciones. Proponemos acciones contundentes como complemento a losdilogos. Encontramos fuertes resistencias fundamentalmente por parte de lasinstituciones (incluyendo al psiquiatra) y los sectores ms reaccionarios de lacomunidad (algunas familias). Abandonamos el programa. La comunidad siguefuncionando en la actualidad, al parecer con un nivel organizativo aceptable,

    aunque creemos que el teraputico/social no ha mejorado sensiblemente.

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    De la terapia individual a la terapia como danza dialgico-relacional. Actividadfsica y enfermedad en el caso de los Trastornos de Alimentacin

    Durante algo ms de un ao participamos en un programa de intervencin engrupo con personas diagnosticadas de Trastornos de la Conducta Alimentaria

    (TCA) en un hospital de da.

    Para el diseo de la intervencin recopilamos informacin en los planosbiolgico, psicolgico y social. Hacer un programa de re-acondicionamientofsico desde un marco multidisciplinario permite conectar lo fsico con aquellopsicolgico y social. No podemos hablar slo de los cuerpos y sus sustanciascomo elementos aislados ni de enfermedad fsica, sin hablar del contexto quelo rodea. Por lo tanto, nos centramos en la interaccin establecida entrecuerpo-ejercicio fsico. Esta interaccin nos proporciona el marco paraaproximarnos a esta relacin. Y a partir de aqu, poder elaborar un programade intervencin que potencie los recursos de la persona, respetando las

    necesidades, limitaciones, posibilidades y motivaciones de sus participantes,no centrndonos nicamente en los dficits.

    La intervencin se dirige a personas ingresadas en etapa I o II, es decir, lasque siguen un rgimen de hospital de da, ya que en otras etapas van ganandogradualmente en autonoma y reduciendo su horario dentro del centro. Elprograma no solo se da en el plano psicolgico, sino tambin en el fsico ysocial.

    La intervencin se orienta al restablecimiento de la curva ponderal de peso,pero tambin a atender demandas a nivel emocional-cognitivo, a reducirprocesos de ansiedad, tristeza e inestabilidad emocional.

    A nivel fisiolgico establecemos patrones de actividad fsica semanalcomplementando el seguimiento nutricional. A nivel social potenciamos laautoaceptacin del cuerpo y la comunicacin con el grupo mediante el impulsode habilidades sociales de expresin.

    Las personas que trabajamos con la etiqueta de trastornos de la alimentacinpercibimos su carcter socialmente construido, relacional, complejo y enconstante evolucin. El diseo de intervencin propuesto por la institucin se

    aplica de acuerdo a cada caso (anorexia, bulimia, vigorexia, obesidad ansiosa).Puede ser abordado desde varias pticas, siendo adecuada la multidisciplina,donde se tiene en cuenta no slo al consultante identificado y su procesoevolutivo, sino a sus sistemas familiares y sociales, sus redes relacionales,como un entramado que configura su realidad.

    Acontecimientos vitales y cambios, como separaciones de los padres,abandonos, abusos, violencia, etapas del ciclo vital, omisiones, problemas yconflictos familiares subyacentes o relacionales, de roles, prdidas defamiliares o de figuras importantes pueden ser un referente en la narracin devida de algunos consultantes, aunque nunca nos centramos exclusivamente

    en estos referentes. Tambin la influencia social dominante ejerce su poder enestos diagnsticos.

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    En relacin con la llamada anorexia, por ejemplo, querer estar delgado no slose hace por querer cumplir un estereotipo esttico dominante, y asemejarse alas modelos famosas por ejemplo, sino tambin quiere decir ser aceptado porsu entorno, apreciado, aprobado, valorado - sobre todo por uno mismo-. Ser

    diferente, perfecto, cumplir con los criterios para gustar. Estos requisitosacaban por instaurarse como patrn de relacin. Cuando un nio de 11 o 15aos restringe la ingesta de alimentos no suele ser solamente para ajustarse aunos ideales estticos, sino por conflictos relacionales referentes a diversosdiscursos identitarios sobre el cuerpo, la familia, con los dems o con unomismo.

    En casos de etiqueta diagnstica de TCA proponemos como alternativa ladanza orientada por el Construccionismo social. No miramos hacia dentro delcuerpo a la bsqueda del m mismo, sus problemas, conflictos y dficits,sino hacia fuera, encontrando el nosotros-en-relacin.

    Proponemos como objetivos psicolgicos de la intervencin:

    Divertirse en grupo y sentirse parte de l. Promover la re-elaboracin de la identidad corporal a travs de la danza. Trabajarhabilidades sociales, sensibilidad y aceptacin por parte del grupofacilitando un contexto de trabajo creativo para los participantes.

    Desarrollar la conciencia del propio cuerpo, de las identidadesmltiples y diferentes roles de gnero, ampliando repertorios,resignificndolos y flexibilizndolos.

    Canalizar emociones, sensaciones, que no gustan, frenan- o nose sabe cmo gestionar- a travs de la danza y la msica, facilitando laelaboracin de significados compartidos.

    Contribuir a desbloquear tensiones, movimientos; aprender adetectarlas y canalizarlas en la danza y otras tcnicas de desbloqueo yrelajacin.

    Trabajar la aceptacin del propio cuerpo, la vergenza,

    negaciones, el movimiento, las relaciones con uno mismo y los otros.Con todo ello tiene que ver la tolerancia, la flexibilizacin de esquemas,el dilogo con las propias obsesiones, la aceptacin de la diferenciacomo diversidad.

    Activar y reforzar cualidades personales, opiniones y vocespropias a travs de la danza. Potenciar la autoestima, la flexibilidad, laautoimagen, la afectividad, la sensualidad, la seguridad y la confianza.

    Aumentar el repertorio de relatos, posturas, msicas, movimientosy respuestas afectivas de la persona y darse cuenta de ellas.

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    Tambin trabajamos en todo momento cuestiones relacionadas con laidentidad de gnero, no con el fin de que se ajuste a un modelosocialmente dominante, sino para que cada persona pueda encontrar unespacio de expresin donde elaborar sus identidades, en este caso durantela dialctica cuerpo-danza. El ncleo de esta dialctica es la

    deconstruccin de la feminidad/masculinidad y de la mujer/hombre, y elposible surgimiento de nuevas identidades.

    Trabajamos cmo bailamos en sincrona con aquello que decimos. Esto es,atendemos a la relacin entre cuerpo-persona como herramienta decambio.

    Tenemos xito o fracasamos con este tipo de intervenciones? No nosmovemos en estos conceptos. Entendemos que la propia intervencinprocesual est generando cambios que posibilitan dilogos alternativos conuno mismo y con los dems. A travs de la danza relacional. Evaluar el xito o

    fracaso es tarea de los mdicos y las instituciones. Nosotros no atendemos aeso; atendemos a las personas.

    Mirando al Socioconstruccionismo

    El Construccionismo social (CS) o Socioconstruccionismo se ha convertido enuna de las orientaciones ms influyentes en la psicologa social llegando atraspasar sus lmites e introducindose en disciplinas aparentemente tancerradas como la psicologa del desarrollo o la psicoterapia.

    Desde esta orientacin no se propone ningn tipo de tcnicas o mtodosespecficos al uso. Es ms bien una mirada filosfica y prctica, unaperspectiva comprensiva cuyo objetivo ltimo es buscar la forma de crearposibles mundos mejores sin prescribir recetas tecnolgicas o metodolgicassino potenciando la capacidad creativa e imaginativa del ser humano.Atendemos fundamentalmente a aspectos emocionales y relacionales.

    Lo emocional y relacional son dependientes de cultura. No hay ningn libro deinstrucciones interior heredado genticamente que determine estosconstructos. Muy al contrario, los contenidos estn en lo exterior, en lo social.Parten de un mundo simblico de significados culturales (Bruner, 1990) que se

    construyen en la interaccin social (Gergen, 1991).Desde este punto de vista todos los contenidos socioculturales son ficciones(Ibaez, 2001) y metforas (Gergen, 1994) expresadas de forma narrativa, yaque no hay una realidadexterior -ni mucho menos interior- esperando a serdescubierta. Los humanos construimos nuestras realidades en base a diversosfactores, fundamentalmente referidos a nuestra necesidad de adaptarel medio.Obsrvese que un punto de vista biologicista (y evolucionista/darwiniano)propone todo lo contrario, nuestra adaptacin al medio. Creemos que si algunafuncin tiene la inteligencia es la de trasformar la realidad. Para adaptarnos sinms a ella nuestro cerebro no hubiera evolucionado de la forma en que lo ha

    hecho, seguiramos viviendo en el paraso, como hacen todos los animales,que no son capaces de prever sus acciones ni las consecuencias de las

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    mismas, funciones fundamentales de nuestras capacidades diferenciadas delresto de seres vivos.

    Kenneth J. Gergen (1994) entiende que la vida social est constituidafundamentalmente por las emociones, no que son un elemento ms de la

    misma. Los humanos -como seres esencialmente sociales- vivimos en unaconstante interaccin con los dems. La lnea divisoria entre el Selfy el Otheres enormemente difusa. Tanto es as que nadie es capaz de definir entrminos, digamos, objetivos, dnde empieza lo uno y dnde lo otro; quelementos de la realidad psicolgica forman parte de cada uno de los dosentes. En un mundo emocional interactivo la esencia de las emociones no estms que en los trajes a medida (self-tailored; Swim, 2003) que cada unotejemos en nuestros dilogos cotidianos con el otro social; el Otrogeneralizado (Herbert Mead, 1956) incluso en nuestras auto narraciones.

    El lenguaje multidireccional y multivariado (poligltico y heteroglsico, Bakhtin,

    1981) construye la realidad. El monlogo es imposible. El dilogo interior,ilusorio. No hay ninguna realidad ms all de la interaccin simblica entre dos-como mnimo- entidades que se comunican. Pero la heteroglosia dialgica nose queda en una simple cuestin de interpretacin de smbolos; est a la basede la construccin de la identidad, tanto personal como social. El asunto es queel "Self" es "dialgico, una relacin." (Holquist, 1990, pg. 19). Y la relacinentre el "Self" y el "Other" se da siempre en espacios temporales desimultaneidad. La interaccin -la utterance bakhtiniana- "es" siempre al mismotiempo. Y no hay espacio sin devenir, como sabemos. La cuestin, pues, esque la individualidad (el Self) ocupa las mismas dimensionesespaciotemporales que la alteridad (el Other). No hay identidad -ni emocin-posible sin relacin.

    Algo que parece interesante es aclarar el uso que aqu hacemos de laspalabras proceso y relacin. Desde el Socioconstruccionismo no se entiendela realidad como un mundo de cosas y hechos acabados sino de procesos. Larealidad social no sera una suma de objetos susceptibles de ser retratadosestticamente, sino una pelcula relacional sin fin, al tiempo que sinpredeterminacin. Por otro lado todos los procesos son relacionales, por lo queno hay realidad ms all de la relacin (Gergen, 1994, 2009).

    Un anlisis socioconstruccionista de las emociones, pues, nos invita areinterpretarlas como

    " acontecimientos dentro de pautas relacionales: como accionessociales que derivan su significado e importancia de su situacin dentrode rituales de relacin () las emociones, sostenemos en general, noestn incrustadas en lo profundo de la psique, no son el producto dereglas sociales, " (Gergen, 1.994: 269).

    Y "las emociones no 'tienen influencia en la vida social': constituyen la vidasocial misma" (Gergen, 1994: 273). Pero, adems, constituyen la base de la

    visin moral de la propia vida social y dotan de responsabilidad al sujeto comoagente. La persona est emocionalmente integrada en la cultura de su entorno.

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    Sus emociones no son reguladoras de su comportamiento: son sucomportamiento, absolutamente incrustado en un mundo que transmite larepresentacin sociocultural que le corresponde de acuerdo a sumacrosistema: individualismo, competitividad, consciencia de las propiaslimitaciones para conductas trangresoras. Dnde ponemos el lmite entre la

    integracin e identificacin emocional con las normas del grupo y las normasmacroinstitucionales? Asistimos a un enfrentamiento entre sistemas, s. Peroadems, a un enfrentamiento excluyente. La conducta prosocial operativasignifica elegir entre unas normas u otras. Y esa eleccin puede suponer laestigmatizacin si no es acorde con lo que dicta lo macroinstitucional.

    Pero adems, en demasiadas ocasiones vemos que se cree que los tpicossociales generan constructos mentales internos en las personas. Desde elSocioconstruccionismo no creemos en la posibilidad de cualquier supuesto decognicin interna. Entendemos, ms bien, que la cognicin como algoconstruido, sin supuestos previos, creada a travs del lenguaje en cada nueva

    conversacin (ver Gergen, 1991, 1994, 1999; Shotter, 1993; Potter, 1996; oSearle 1995)- es socialmente construida y compartida en el entornocomunicacional.

    No basta con interpretar los discursos en funcin del entorno sociocultural. Espreciso ir ms all mediante un trabajo muy fino de anlisis de todas lascircunstancias que llevan a las personas a hablar como hablan y a nuestrasociedad a estereotipar como estereotipa y estigmatizar como estigmatiza.

    El proceso, probablemente, no se acabe nunca ya que el anlisis de estascuestiones ir generando nuevas. Como apunta John Shotter (1993: 102),

    Nos encaminamos hacia un nuevo mundo de problemas planteados porun autntico reconocimiento de la importancia de las diferencias msque de las similitudes, y de la trascendente influencia que ese mundoejerce sobre el carcter de las cuestiones que ahora creemos decisivoabordar.

    Permtasenos resumir en cuatro puntos algunas de las bases delConstruccionismo social, orientadas por algunos de los autores citados.

    Anti-esencialismo.- Los seres humanos no disponemos de ningntipo de esencia "interior" que nos haga pensar como pensamos ni actuarcomo actuamos.

    Anti-individualismo.- El centro de inters del psiclogosocioconstruccionista se traslada del individuo a los procesos deinteraccin social.

    Anti-realismo.- No hay ninguna realidad ah fuera esperando a serdescubierta o interpretada. Los humanos construimos -en un procesodialgico y social- la llamada "realidad".

    Anti-dualismo.- La cultura occidental -gracias a la moral

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    judeocristiana, a Descartes e, incluso ms all en el tiempo, a Aristtelesy Platn- tiene una fuerte tendencia a presentar las cosas en trminosdualistas y opuestos. Bueno/malo, masculino/femenino, verdad/mentira,cuerpo/espritu,... mente/cultura. Esta es una forma parcial de construirla realidad que no necesariamente tiene que ser "cierta". Hay otras

    formas. El pensamiento oriental, por ejemplo, tiende a polarizar elmundo, pero contemplando la complementariedad de las cosas, no suoposicin.

    Ms all de la filosofa dualista y de la oriental, pensamos que la construccinsocial de la realidad es multivariada. No existe una "Verdad" absoluta y laciencia de la modernidad es slo una forma ms de ver las cosas que fue tilen su momento. Quiz ya no lo sea tanto, al menos en la ciencia psi

    La Descripcin densa

    La etnografa nos proporciona algunas ideas que son de enorme utilidad ennuestra propuesta de sustituir las etiquetas por las descripciones. Si la culturatiene esa influencia tan notable en nuestras formas de ser como defendemosdesde el Construccionismo social, algunas de las propuestas de la etnografapueden seguramente orientarnos.

    Una de las primeras reflexiones que proponemos es que cada cultura esdiferente. Claude Lvi-Strauss en "Raza y cultura" (1971) y en muchas otras desus obras deja constancia de la llamada "diversidad cultural". Clifford Geertz yotros antroplogos contemporneos y postmodernos abundan en el tema. Y eletngrafo Stephen A. Tyler anuncia en 1969 (:77) que La Teora no es tantouna TEORA DE LA CULTURA como las teoras de las culturas,(maysculas e itlicas en el original). Pero adems, muchos de ellos semuestran enormemente escpticos sobre la posibilidad de hablar "por" losdems (Geertz, 1988; Tedlock, 1987; Tyler, 1987).

    Trasladando brevemente todo esto a la psicologa proponemos que laspersonas respondemos a criterios de diversidad, no de normalidad ouniformidad; que no es posible una teora nica ni una psicoterapia nica-sobre la mente y lo psquico; y que es indigno interpretar sin ms a laspersonas en base a criterios cannicos que no tienen nada que ver con sus

    realidades. En lugar, pues, de normalidad, unicidad y criterios cannicos osea etiquetas, categoras, frmulas y protocolos al uso- proponemos algo muyprximo a la Descripcin densa (Geertz, 1973) ocupada en el detalle fino de losdiscursos de las personas sobre s mismas y sus realidades. Si esto es as,entonces y siguiendo con Clifford Geertz- estos discursos nos facilitan elacceso a lo inslito, al flujo de los procesos psicosociales, al anlisismicroscpico de lo cotidiano, a la no prediccin, a la no generalizacin. GeorgeE. Marcus (1998), por su parte, propone una etnografa multisituada quepodramos adaptar como terapia multisituada. Algunas de sus propuestasestn basadas en seguir/entender (en las dos acepciones del ingls to follow):

    A la gente y a las cosas en su trnsito por diferentes contextos.

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    Las metforas descubriendo sus correlatos sociales ysignificaciones simblicas.

    El terreno, la historia, la alegora como heursticos constructoresde los significados ocultos de los procesos.

    Las vidas y las biografas.

    Los conflictos como fuente de conocimiento.

    Michel Agar (1994) con su concepto de languaculture nos recuerda quelenguaje, identidad y cultura son indesligables. Y decimos que nos lo recuerdaporque ya en los albores de la psicologa el ruso Alexander L. Luria (1976) enuna investigacin sobre los campesinos de las estepas del Asia Central diceque (citamos textualmente; el orden es nuestro):

    "La ampliacin de los lmites de la conciencia y la formacin denuevos cdigos es resultado de la vida social del hombre." (pg. 23)

    "Muchos procesos psquicos no pueden existir fuera de lascorrespondientes formas sociales de vida." (pg. 23)

    "El lenguaje, (...) cumple en el ser humano todo el complejotrabajo de analizar y sintetizar la informacin que llega a su poder,ordena el mundo percibido por el ser humano, codifica las impresiones."(pg. 22)

    "...los que hablen un idioma con complejos sistemas gramaticales(no significa que) se hallen en un nivel intelectual ms elevado ydiferenciado." (pg. 16).

    El asunto del lenguaje es central para los intereses de este trabajo y delSocioconstruccionismo en general; no en vano es la base de todo tipo dediscurso, narracin y construccin de historias, sean teraputicas u otras. Elpropio lenguaje es, pues, totalmente dependiente del entorno sociocultural y eletnocentrismo en que los occidentales estamos inmersos es un lamentableestereotipo y una falacia. La famosa "inteligencia emocional" occidental no es

    de ninguna utilidad para un habitante de las estepas rusas (incluso en laactualidad). Pero adems, dicho tipo de inteligencia difiere mucho en culturascon un nivel tecnolgico similar o superior al nuestro, como la japonesa. U otrasculturas de otras partes del mundo, como la maya. O de nuestro propioentorno, como la gitana u otras en las que, por ejemplo, estn fuertementearraigadas determinadas creencias religiosas.

    Los hechos no estn escritos en la realidad social. El objetivo del investigadoretnogrfico y del psicoterapeuta- no es poner al descubierto realidadessociales o psquicas que estaban ah previamente a su intervencin. Muy alcontrario, se trata de co-construir procesualmente esas realidades eninteraccin con sus protagonistas y sus contextos. Desde este punto de vistaes preciso estar atento a elementos que pueden ser sorpresivos, que pueden

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    aparecer cuando no se esperaban, que no se haban contempladopreviamente. Es factible adoptar la actitud de ceirse exclusivamente a losobjetivos y tcnicas teraputicos previamente construidos haciendo caso omisoa lo nuevo o sorprendente. Pero tambin es posible abrirse a la flexibilidad,reservarse el derecho a modificar el diseo del proceso, poner en cuestin los

    objetivos.

    La flexibilidad facilita, adems, algo que no suele aparecer en textos cientficosal uso y que proviene precisamente del campo de la etnografa: la complicidad.la complicidad juega a y construye expresamente un sentido diferente y mscomplejo de la sustancia de la relacin etngrafo-sujeto (Marcus, 1998: 121).La nueva relacin nacida y que va ms all del rapport o de la colaboracin-de la complicidad genera una complejidad comunicacional y emocional enorme.La identificacin absoluta con el otro es imposible. Sera algo similar a la yacitada empata. Pero es honesto mantener esa distancia; esa superioridad delque sabe hacia el que no sabe, especialmente cuando lo que se pretende es

    aprender del que, supuestamente, no sabe? La desigualdad de relaciones depoder, ponderadas a favor del antroplogo, no puede ser dada por supuesta eneste mundo de etnografa multiubicada (Marcus, 1998: 121). Una etnografa una psicoterapia- multisituada y postmoderna invita a ponerse al mismo nivelque la persona que consulta, a trabajar con todos los implcitos propuestos porMarcus (1998) - la gente, las cosas, las tramas, las vidas, los conflictos y,especialmente, las metforas- y con su entretejido social. La complicidadsupone construir nuevos espacios simblicos; tambin imaginarios yemocionales- de inter-relacin. Supone que ambos terapeuta y consultante-participan en la danza dialgica al mismo nivel, crean sus tramas y vidas con lamisma implicacin, comparten experiencias y sensaciones. El entorno debefacilitar este tipo de implicacin.

    Estas reflexiones y sugerencias estn muy prximas, en nuestra opinin, a lasterapias postmodernas, en las que el terapeuta asume que el autntico expertoen el motivo de consulta es el propio consultante (Anderson, 1997, 2012). Esesta una filosofa ms que un mtodo que enfatiza los significados co-construidos, no los impuestos; se potencia hablar usando el lenguaje delcliente, no el propio; se reduce la presencia del propio conocimiento paraincrementar la del otro; se admite la incertidumbre; se toman en cuenta loscontextos y culturas locales en que se desarrolla el discurso teraputico; el

    cambio se produce; los problemas y las categoras diagnsticas no sonentidades objetivas causadas por alguien o algo; cada persona representa no aun slo individuo, sino a una compleja red de relaciones; el consultante es elexperto en el dilema y en s mismo; el terapeuta es el experto en facilitarprocesos dialgicos generativos de nuevas posibilidades.

    Como se ve, nada que ver con las orientaciones mainstream en psicoterapia

    Terapias reflexivo s istmicas (TSR)

    Y cuando hablamos de terapias postmodernas lo hacemos en plural porque,

    igual que pasa en el CS con el que tienen una fortsima imbricacin, no hay

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    UNA terapia postmoderna sino variadas orientaciones. Y algunas de ellas sonlas reflexivo sistmicas, de las que tambin hablamos en plural.

    Esta es una formulacin prctica que estamos usando en la actualidad a nivelde covisin en resolucin de conflictos (Segu, Oliv, Ux y Contreras, 2012) y

    sobre la que mantenemos un dilogo constante en el marco del DiplomadoInternacional en Prcticas Dialgicas (Fraga et al., en proceso de produccin).

    Las terapias reflexivo sistmicas adoptan plenamente los supuestos delConstruccionismo social, de la descripcin densa y de las terapiaspostmodernas. E introducen un elemento del que, sin ser novedoso, hacen unuso diferente: el equipo o team reflexivo. En este caso, a diferencia deorientaciones ms tradicionales no se usa el espejo unidireccional o el vdeo. Elequipo reflexivo permanece presente a lo largo de toda la sesin y sus dilogosposteriores son compartidos.

    Una de las ideas es proponer que el dilogo entre interventores o terapeutas yteam sea observado por los consultantes desde fuera aunque estandopresentes. Esto no se consigue con facilidad ya que estos tienden a interveniren cuanto oyen palabras ajenas sobre sus propias vidas y problemas. Enningn caso se prohbe o impide su intervencin; pero quiz se pierde algo delvalor teraputico que puede aportar ver la propia vida como relatada por otros.As, estamos pensando en formular el dilogo interventores o terapeutas-teamcomo un juego con sus propias reglas. Daremos a conocer los resultados enprximos informes.

    En cualquier caso la funcin del equipo reflexivo se define (Andersen, 1991)como una forma de cooperar multiplicando y diversificando las voces en uncontexto cmodo, de igualdad, afable, conversacional. El team tiene una doblefuncin: ofrecer ideas adicionales al consultante y sugerencias al sistemateraputico.

    Hay aspectos en los que, aunque ya se han sugerido, creemos importanteinsistir. Flexibilidad. Construccin social de los mundos psi. Posturacolaborativa. No neutralidad. En este ltimo caso debemos decir que, adiferencia de metodologas clsicas de mediacin en conflictos o tambin enterapia, nosotros no somos neutrales; no nos situamos en medio de nada.

    Tomamos partido, s. Primero por los valores narrados por los consultantes.Pero si sus actos, intenciones, discursos pueden hacer dao a s mismos o alos dems, manifestamos tambin nuestra opinin. No decimos a nadie lo quetiene que hacer. Pero tampoco somos monjitas de la caridad que dicen s atodo.

    Dentro, entonces, de esta no directividad y naturalidad de las conversaciones,el equipo reflexivo pone nfasis en la relacin, en lo generado, creado,accionado o derivado durante la conversacin; nunca en un insight cuyosignificado desconoce y nunca llegar a alcanzar. Podemos potenciar comodilogo relacional, productivo y generativo que una consultante diga Cuando

    aparece el Genio, hablo con mi Angelito y eso me calma, entendiendo queeste discurso forma parte intrnseca de la relacin y el proceso generativo, no

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    de su yo interior. Si esta narracin es importante para la consultante, esimportante. Si es verdadera para ella, es verdad. Si le es til para calmar susprocesos de ira o ansiedad, lo potenciamos hasta que aparecen esosmomentos inesperados a que ya hemos aludido o los eventos generativos ypoticos de que nos ocupamos en breve. En nuestra opinin, este discurso es

    menos daino para su organismo y seguramente para su mente, sea eso loque sea, que una dosis de halopereidol o diazepam.

    Atendemos as a la polivocalidad y no imponemos un discurso dominante,abriendo nuevas posibilidades sin centrarnos en el problema, incluso, muchasveces, sin ni siquiera hablar del problema o conflicto.

    Las TRS son, entonces, modalidades muy flexibles en cuanto al uso de suspropias tcnicas, que nosotros preferimos llamar prcticas. Atienden a valoresticos y estticos. Son cmodas para todos los participantes. Abrenalternativas. Se adaptan a la manera de ver el mundo de los consultantes. Y se

    basan en un respeto inmenso hacia el ser humano.

    Dialogando generativamente

    Apostamos por una postura generativa (Fried Schtinman y Schtinman, 2000;Fried Schtinman, 2008, 2010) que, partiendo de las propuestas formuladashasta ahora, se centra fundamentalmente en las maneras de hacer queproducen posibilidades ms all de los procesos de construccin de etiquetajesy realidades objetivas. En esta postura estn siempre presentes lossentimientos, emociones, afectos y pasiones propias del consultante, apelandoa ellas y no slo a su razn o capacidad de entender las cosas como son ocomo deben de ser. Si un consultante manifiesta que es consciente de que esuna persona conflictiva y el terapeuta le contesta S, realmente eres un casoconflictivo puede ocurrir que se confirme la veracidad del guin previo,crendose una versin de la realidad objetiva sobre la que habr que trabajarobjetivamente. Pero tambin puede ocurrir que el consultante venga con laesperanza de que intentemos convencerle de que no es tan conflictivo y, al nohacerlo, se abran nuevas puertas, nuevas situaciones participativas, viables yvlidas en la narrativa de dficit aprendida por esa persona.

    Entonces, cul es la tcnica a aplicar? No lo sabemos. Y no lo sabemos

    porque nunca sabemos ni sabremos cul va a ser la reaccin del consultanteante nuestra afirmacin. Nunca sabemos por dnde ir el dilogo porquesiempre se va construyendo en el propio proceso comunicativo.

    Los dilogos generativos no son una tcnica. Van ms all del dilogoapreciativo o incluso de los dilogos productivos. No hay un forma de hacer lascosas bien o mal, sino diferentes formas de hacer a travs de los procesoscompartidos. Todo proceso generativo despierta en s nuevas expectativas yesperanzas de una vida, quiz, mejor. Implican siempre ese proceso simptico

    que no emptico- de coger de la mano al otro y tirar para adelante en una amodo de tercera cultura (Gergen, 2011) en la que no prevalece ni la tuya ni la

    ma.

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    S que es preciso estar muy atentos a las posibilidades de dilogo que puedenemerger en cada momento del proceso. Esto es, a poder dibujar con otroscolores, otras formas o, tambin, a incorporar nuevos repertorios demovimientos a nuestra danza dialgica.

    Qu cambia en el contexto cuando buscamos trabajar en este espaciocomunicativo de coordinacin como campo generativo? El espacio decolaboracin entre la narracin de la persona y la nuestra lo hace singular.Justamente el espacio, no tanto lo que se est narrando en s. Espacioemocional y relacional, de acuerdo con el CS. Las hiptesis y propuestas sobreel motivo de consulta, por ejemplo, se vuelven imaginativas y peculiares, seelaboran precisamente en ese espacio de relacin que no se encuentra nidentro ni fuera de la mente de las personas, sino en el propio procesocomunicativo.

    Desde este enfoque generativo nos dirigimos a la observacin abierta y densa

    al mismo tiempo, y al reconocimiento de la capacidad de innovar de laspersonas. Nos damos cuenta de que en nuestro propio discurso tambinusamos etiquetas. Pero no las excluimos ni las negamos, sino que nos damosla oportunidad de cuestionarlas para trascenderlas, reflexionar sobre su peso ysu efecto sobre la realidad psicosocial del consultante. Estn ah, s. Peronuestra propuesta es dejarlas pasar y focalizar nuestra atencin en buscarmomentos productivos, que produzcan.

    Qu produzcan qu? Buscar momentos productivos es como pasar de pensaren las tres dimensiones de siempre a pensar en multidimensiones; pasar deuna sola voz a la polifona; ni horizontal ni vertical, sino en red. Un momentoproductivo es generativo. No se preforma previamente por un guin. Un guinpreformado en terapia o en gestin de conflictos o en cualquier tipo deimplicacin psi- tiene una sola dimensin, una sola realidad estructurada.Dimensin nica y realidad estructurada que obvian la conversacin, lossilencios, los procesos contextuales, sociales y cotidianos y muchos msaspectos que pueden surgir durante la comunicacin.

    Desde una orientacin generativa las psicosis, por ejemplo, no sonenfermedades en el sentido clsico de atencin a los problemas y los dficits,sino que pueden considerarse como una manera de afrontar experiencias que

    adopta una persona que no tiene un lenguaje propio ms all de susalucinaciones e ideas delirantes (Seikkula, Alakare y Aaltonen, 2001). Desdenuestra perspectiva, pues, ese lenguaje vale. Y lo interesante del caso esestirarlo dialgicamente hasta donde se pueda, hasta que se generan esasnuevas posibilidades a que nos referimos repetidamente.

    Micropolticamente y poticamente hablando

    Una persona dice al inicio de la consulta No me digas que lo que me pasa sonnervios, eso ya lo he visto en Internet. Tiene que haber algo ms. Un padrepide pasar el test WISC a su hijo porque quiere un diagnstico de

    superdotacin. Una trabajadora solicita confirmacin de su diagnstico dedepresin.

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    En el primer caso est solicitando anlisis, tests y diagnsticos. Seguramentemedicacin (que, por otro lado, los psiclogos no podemos recetar, aunque asse viene demandando desde diversos y arriesgados lugares). En el segundo elpadre probablemente est queriendo justificar y traspasar a los profesores la

    responsabilidad por los conflictos que su hijo genera y su bajo rendimiento enla escuela. En el tercero, quiz la trabajadora ha asumido su etiqueta de soydeprimida y se encuentra ms o menos a gusto de baja laboral y drogndosecon fluoxetina. Podemos seguir el juego. O podemos no hacerlo. El juego delpoder del experto en etiquetas.

    Siguiendo a Kenneth J. Gergen (2009) el poder del significado de una etiquetadeterminada se genera en el momento en que se establece una coordinacinentre las palabras del consultante y las del terapeuta. Y con lo institucionalbiomdico. Lo interesante, remarcado por Marcelo Pakman (2011), es ver si elterapeuta es capaz de rechazar el rol que le ha tocado asumir en el guin. Si

    es capaz, entonces esa forma de rechazo se relaciona con una posible formams creativa y generativa de hacer, es decir, de trascender los patronescomunicativos y comportamentales de siempre que dictamina la atractivafuerza del mtodo, la tcnica y la etiqueta diagnstica.

    El etiquetaje lleva a un exceso de patologizacin en el mundo de la psicologa,la psiquiatra y la medicina general al atribuir cualquier sntoma a posiblesproblemas mentales (traumas, depresiones, estrs). Ser capaces de distinguirun momento como propio del modelo patologizante y orientarse hacia lacoordinacin que se establece entre las personas al compartir significados esadoptar una postura poltica contra la persistencia del modelo

    La micropoltica (Pakman, 2011) alerta seriamente sobre la implementacin delos procedimientos que legitiman el libre mercado como ideologa en laadministracin de la salud. El pelirgo est ah. Pero est tambin en que el libremercado no tiene ms ideologa que la de multiplicar el capital a costa de loque sea. Seguir los guiones preescritos y prescritos configura la identidadprofesional de psicoterapeuta en un complejo, aunque cmodo, guin tecno-racional. Siguiendo a los filsofos post-estructuralistas y especialmente aMichael Foucault, Marcelo Pakman nos recuerda que la micropoltica, comoejercicio del poder y la dominacin, acta de una forma silenciosa e invisible.

    El modelo psi biomdico se materializa en lo neurolgico. Necesita, deverdad, la psicologa teraputica justificarse en la neurologa? O es posibleuna psicoterapia autojustificable en sus propias prcticas? Las neurociencias yla biologa burocratizan la profesin psi, reducindola a unos cuantosmanuales, tests y recetas de psicotrpicos. O sea, la reduccin al control socialinstitucional. El psicoterapeta, actuando de forma a-crtica, reproduce lasestructuras y procesos de control, promocionando la medicalizacin de la vidacotidiana y canonizando lo que se ha de hacer en la vida, el control, lapotenciacin de las emociones obligatorias. Es evidente que estamosgeneralizando.

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    Hemos esbozado algunas alternativas a esta forma de actuar. Y Pakmanpropone la crtica y la bsqueda de lo que llama eventos poticos, no en unsentido esttico, sino en uno singular. Buscar la singularidad es encontraralternativas a la visin exclusivamente tcnica de lo psi. Los seres humanossomos ms que un puado de neuronas y neurotransmisores. Y la potica est

    ah, en la literatura y otras artes, pero tambin en pequeas experienciascotidianas que abren puertas a esa generatividad y creatividad que tantoestamos defendiendo y cuyo valor teraputico hacemos ver desde estas lneasfrente a los excesos del etiquetaje mental, el hiperdiagnstico y laestigmatizacin de los diferentes mentales, sea eso de mentales lo que sea.

    Dudas y preguntas

    Como venimos proponiendo (Segu y Oliv, 2012), las prcticas teraputicaspsi estn fuertemente constreidas por tres enfoques: a) focalizacin en laindividualidad; b) trabajo con criterios diagnsticos estadsticos generalsticos; y

    c) uso de tcnicas prediseadas de intervencin. Los tres llevan, en uncontinuum sin vuelta atrs, a la estigmatizacin de las personasdiagnosticadas; estigmatizacin que empeora su situacin y su desarrollopsicosocial.

    En estas lneas creemos haber apuntado algunas alternativas, justificndolasen casos reales y fundamentndolas en aportaciones de personas que sabenms que nosotros. Pero esto no acaba aqu.

    Cmo afectan estas miradas a la idea del sujeto postmoderno? Es pensableun sujeto tambin el diagnosticado- como proyecto?

    Cmo a la idea previamente establecida del guin del rol de consultante yterapeuta?

    Y al concepto de poder?

    Cmo afecta a lo que sabemos de los usos y abusos del lenguaje? Como algovivo y dicho. Y tambin como prescriptor de verdades y realidades.

    Finalmente, por ahora, Cmo trasnforman estas miradas la legitimacin de las

    disciplinas psi?Esperamos seguir dialogando sobre estas y otras cuestiones en otros tiemposy lugares. Tambin, si se tercia, a travs del correo electrnico que figura a piede pgina al principio. O, si el lector lo desea, entrando en nuestro blog sobreSC: http://www.construccionismosocial.net. Estamos a tu disposicin.

    "A fin de posibilitar la construccin de un nuevo lenguaje en el queexpresar ciertos acontecimientos difciles de la propia vida, pareceimportante llevar a cabo un dilogo abierto, sin temas o frmulasplaneados de antemano. Tales acontecimientos pueden ser de cualquier

    ndole y haber ocurrido en cualquier momento; diversos tipos decontenido pueden abrir el camino a una nueva narrativa. Sean cuales

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    fueren los antecedentes de las alucinaciones, hay que tomarlas muy enserio y no cuestionar la realidad del paciente durante la situacin decrisis, sobre todo en la fase inicial del tratamiento". Seikkula, Jaakko;Alakare, Birgitta y Aaltonen, Jukka (2001) El enfoque del dilogo abierto.Principios y resultados de investigacin sobre un primer episodio

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