estética elemental

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Agustín Ciudad González: “Estética elemental”, en Desde el árbol gordo. Revista cultural, nº 8, Diciembre de 2011, pp. 11-17. ISSN: 1889-318 1 Estética elemental Estética elemental Estética elemental Estética elemental Aquí queremos rescatar la sensibilidad como componente radical de las facultades humanas de percepción y por tanto de conocimiento. Sensibilidad perceptiva que tiene su extensión en la expresividad comunicativa: la expresión (estética) como culminación del proceso epistemológico. La expresividad, entendida al modo de EISNER, es el encuentro con experiencias únicas y sorpresivas, del que nace un aprendizaje vital y no exclusivamente cognitivo o lingüístico, precisamente la limitación de un ensayo. Lo contrario es la antiexpresión academicista que censuraba MACHADO / MAIRENA hablando de los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa: un lenguaje vacío, una realidad falseada. Nada nuevo. Hay textos de ciencias sociales que, como le pasaba a DON QUIJOTE con los libros de caballerías, no los entendiera ni el mismo ARISTÓTELES aunque resucitara para sólo ello. La deshumanización del arte (ORTEGA) corre paralela a la del pensamiento, en manos del hombre-masa que, aclara ORTEGA, no es la gente del pueblo sino el especialista. Contra el Canon y el Arte Académico (por mucho que se llame moderno o posmoderno) sólo es posible volverse hacia la cultura popular y marginal. Si las venus paleolíticas y las Gracias de RUBENS son reconocidas como manifestación perdurable de lo humano, ¿por qué no las chicas de RUSS MEYER y su cine mamífero, erótico y festivo a un tiempo, Dionisos en estado puro? Y es que cuando el Canon se alía con la moral de raíz monoteísta lo acaba de estropear del todo. Lo sublime está a un paso de lo ridículo, pero esto sólo puede querer decir que lo ridículo es lo más cercano a lo sublime. Tampoco nos interesa la cultura espectáculo ni la gastronomía de laboratorio. Sobra fatuidad y falta humildad en el mundo de las ciencias humanas: es vanidoso hasta el nombre. La cultura popular se muestra así no sólo como objeto primero del análisis social, enfocado hacia una estética de la recepción, sino ante todo como fuente primera de inspiración teórica, metodológica y expresiva. Se trata de contrarrestar la tendencia natural del estudioso de ciencias sociales a enfocar exclusivamente la alta cultura. El sociólogo (con sensibilidad social) debe mirar más que ningún otro las culturas no legitimadas por las academias para evitar la congelación de su frío análisis racional mediante el calor de lo viviente. Pero no desde arriba sino desde dentro porque, admitámoslo, todos somos algo horteras, o mucho. Menos mal. Pero también hay que indagar el múltiple sentido de la marginalidad (SARAIVA). Hay una marginalidad social: en el margen está la mayoría, al menos en el margen de la alta cultura intelectual. Hay una marginalidad creativa: sólo desde el margen se pueden extender los límites del conocimiento y la creación estética. Y también hay que distinguir automarginalidad y marginalización por otros. El margen está en relación con un centro: el centro es rápidamente petrificado por las Academias y el Canon. Lo más interesante es cuando coinciden marginalidad social y creativa. Pero también hay una conexión entre cultura popular y cultura comercial, e incluso entre cultura popular y marginalidad social.

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Agustín Ciudad González: “Estética elemental”, en Desde el árbol gordo. Revista cultural, nº 8,

Diciembre de 2011, pp. 11-17. ISSN: 1889-318

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Estética elementalEstética elementalEstética elementalEstética elemental

Aquí queremos rescatar la sensibilidad como componente radical de las facultades humanas de percepción

y por tanto de conocimiento. Sensibilidad perceptiva que tiene su extensión en la expresividad

comunicativa: la expresión (estética) como culminación del proceso epistemológico. La expresividad,

entendida al modo de EISNER, es el encuentro con experiencias únicas y sorpresivas, del que nace un

aprendizaje vital y no exclusivamente cognitivo o lingüístico, precisamente la limitación de un ensayo. Lo

contrario es la antiexpresión academicista que censuraba MACHADO / MAIRENA hablando de los eventos

consuetudinarios que acontecen en la rúa: un lenguaje vacío, una realidad falseada. Nada nuevo. Hay textos

de ciencias sociales que, como le pasaba a DON QUIJOTE con los libros de caballerías, no los entendiera ni el

mismo ARISTÓTELES aunque resucitara para sólo ello. La deshumanización del arte (ORTEGA) corre paralela a

la del pensamiento, en manos del hombre-masa que, aclara ORTEGA, no es la gente del pueblo sino el

especialista.

Contra el Canon y el Arte Académico (por mucho que se llame moderno o posmoderno) sólo es

posible volverse hacia la cultura popular y marginal. Si las venus paleolíticas y las Gracias de RUBENS son

reconocidas como manifestación perdurable de lo humano, ¿por qué no las chicas de RUSS MEYER y su cine

mamífero, erótico y festivo a un tiempo, Dionisos en estado puro? Y es que cuando el Canon se alía con la

moral de raíz monoteísta lo acaba de estropear del todo. Lo sublime está a un paso de lo ridículo, pero esto

sólo puede querer decir que lo ridículo es lo más cercano a lo sublime. Tampoco nos interesa la cultura

espectáculo ni la gastronomía de laboratorio. Sobra fatuidad y falta humildad en el mundo de las ciencias

humanas: es vanidoso hasta el nombre. La cultura popular se muestra así no sólo como objeto primero del

análisis social, enfocado hacia una estética de la recepción, sino ante todo como fuente primera de

inspiración teórica, metodológica y expresiva. Se trata de contrarrestar la tendencia natural del estudioso

de ciencias sociales a enfocar exclusivamente la alta cultura. El sociólogo (con sensibilidad social) debe

mirar más que ningún otro las culturas no legitimadas por las academias para evitar la congelación de su

frío análisis racional mediante el calor de lo viviente. Pero no desde arriba sino desde dentro porque,

admitámoslo, todos somos algo horteras, o mucho. Menos mal.

Pero también hay que indagar el múltiple sentido de la marginalidad (SARAIVA). Hay una

marginalidad social: en el margen está la mayoría, al menos en el margen de la alta cultura intelectual. Hay

una marginalidad creativa: sólo desde el margen se pueden extender los límites del conocimiento y la

creación estética. Y también hay que distinguir automarginalidad y marginalización por otros. El margen

está en relación con un centro: el centro es rápidamente petrificado por las Academias y el Canon. Lo más

interesante es cuando coinciden marginalidad social y creativa. Pero también hay una conexión entre

cultura popular y cultura comercial, e incluso entre cultura popular y marginalidad social.

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¿Cuál es, pues, la estrategia a seguir? Bajar desde las alturas a la arena de lo cotidiano, la gente de a

pie, pringarse, sudar y mojarse con lo que pasa en la calle. Otra vez MACHADO / MAIRENA. Es como la

diferencia entre el primer CELA, que se pateó la Alcarria respirando aire fresco y también miserias, y el

académico que volvió a ella ¡en cochazo y con choferesa! Los hay que van por las ciencias humanas como

modelos de anuncios, impolutos, impecables: el exceso de higiene y asepsia nos ha deshumanizado porque

ha esterilizado nuestra sensibilidad.

Contra el populismo: uno, qué le vamos a hacer, es como BUÑUEL ateo gracias a Dios. Por eso acepta

que haya religiones pero no como para tragar con ellas, por muy estéticas que resulten y por masivas que

sean. Ya cantó BRASSENS / IBÁÑEZ que a la gente no le gusta que uno tenga su propia fe. El pueblo no es un

absoluto, de manera que todo lo que haga el pueblo sea valor primordial. Es el problema de MAFFESOLÍ:

asumir acríticamente el determinismo de lo popular / religioso (sale de Málaga para meterse en Malagón).

La religación social suele cristalizar en instituciones (iglesias, deporte, espectáculo audiovisual) o en el

nacionalismo, y por todos estos cauces es fagocitada por el poder y los fundamentalismos. Estamos ante

una vía de doble sentido inverso: imposición desde arriba y resistencia desde abajo, pero al tiempo

imposición desde la masa y resistencia desde el individuo.

¿Es posible un arte o, mejor, una expresión auténticamente libre? Quizá sólo se presente en

algunas personalidades excepcionales, justo aquellas que mejor supieron transitar entre la cultura popular

y la elitista, o en determinadas situaciones en que el arte popular ha sabido reflexionar sobre sí mismo. Más

válida nos parece la reflexión de CHARTIER (tomada de CERTEAU): hay que buscar, más que la identificación y

exaltación de lo popular, la negociación en libertad de estrategias adaptativas entre lo popular como masa

y lo individual, un punto de encuentro entre las estrategias impositivas de la cultura oficial (que incluye

preferentemente las ciencias sociales) y las tácticas productoras de sentido por parte de las clases

populares.

Pues algo así como VELÁZQUEZ, que si brilla fuera de los museos no es por el dominio de la

perspectiva aérea ni por sus retratos de aparato sino por su humanidad, que consiste en poner a la realeza

en su sitio: entre los bufones y criados como él, y no precisamente para reírse de ella sino para realzar la

visibilidad de los otros. Pero es que además parodió a los dioses grecorromanos más pomposos, MARTE y

APOLO (y las virtudes que simbolizaban) y ensalzó al más humano: BACO y los borrachos en el hígado del

imperio católico. Quizá si VELÁZQUEZ no hubiera sido aposentador de palacio (y plebeyo hasta la muerte) su

obra habría estado falta de humanidad, que es lo que les ocurre a los artistas de relumbrón (en su época

TIZIANO y RUBENS), justo los modelos que quería alcanzar VELÁZQUEZ. Un caso similar es CERVANTES: cuando

quiere hacer alta literatura italianizante fracasa, menos mal. Pero cuando inventa un género nuevo se

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desborda, aunque ni sus contemporáneos ni él mismo fueron conscientes de su valor. Sí lo fue el pueblo.

VELÁZQUEZ y CERVANTES transitaron por una vía solitaria pero ejemplar.

Los canales estéticos de una social idad compleja

Atrofiado ya nuestro olfato de primate, aún nos quedan recursos sensoriales que nuestra

racionalidad no puede desaprovechar. Ver es sentir y conocer. Nada nuevo. La escuela de gestalt y sobre

todo ARNHEIM han demostrado de maravilla la validez de la intuición perceptiva de las imágenes frente al

peligro de petrificación de los conceptos intelectuales, presentados consciente y racionalmente. Se trata,

pues, de aprender a mirar, de mirar con ojos nuevos por encima de las orejeras de la presunta

(presuntuosa) ciencia social, estrechamente limitada a los modelos económico y matemático, o a los

discursos lingüísticos, conquista de los defensores de lo cualitativo pero aún limitados a estos discursos.

Todavía resuenan los ecos de la reciente querella de las humanidades organizada por los talibán de la

cultura escrita / elitista frente a la cultura audiovisual / popular. El argumento fundamental de los

defensores de la cultura escrita es la poca capacidad de abstracción que genera la imagen y la cultura visual

frente a la palabra y la letra impresa. Pero este planteamiento es simplificador por muchos motivos. Una

cosa es la escritura y otra, muy distinta, la cultura oral. Una cosa es la imagen, cualquier imagen, y otra la

cultura visual, que más exactamente es audiovisual. Cierto que la palabra escrita / leída supone un mayor

grado de racionalización y abstracción, pero la cultura popular no protestante (hispanoamericana, africana,

asiática) ha sido y es todavía en gran parte analfabeta, y por tanto alejada de los niveles de racionalización

que algunos presuponen para la sociedad tradicional anterior a los medios de masas, y se encuentra más

cercana a una cultura de la metáfora, como por ejemplo el enorme refranero español. Es importante

constatar que gran parte de la población ha saltado en pocas décadas del analfabetismo lectoescrito al

analfabetismo audiovisual, sin haber rozado siquiera los benéficos efectos de la cultura escrita.

Es necesario un enfoque globalizador, que haga completamente inútil la dicotomía imagen /

palabra, sin tener que destacar exclusivamente las características de un término en detrimento del otro. La

percepción visual, dice ARNHEIM, no es una ayudante del intelecto, un simple registro óptico de imágenes,

sino uno de sus componentes fundamentales por cuanto permite formarse una configuración de lo que nos

rodea. Por eso hemos de disentir de los iconoclastas y apocalípticos sobre el valor superior de la mediación

del lenguaje, o sobre el carácter irrefutable (y así impedimento al razonamiento) de la imagen. La imagen

no tiene un valor absoluto y definitivo, sino relativo e incompleto, que necesita una toma de postura del

espectador. La interpretación de la imagen no es unívoca. La interpretación... y la elaboración de imágenes.

Además, el carácter irrefutable de la imagen también se podría adscribir al lenguaje. A uno le enseñan a

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hablar y uno aprende su lengua materna como algo natural, irrefutable. En este sentido, también el

lenguaje es algo mítico en cuanto falsamente obvio y que se-da-por-sentado. Nada nuevo, lo dijo BARTHES.

Escuchar es sentir y conocer. La música es ante todo canal de impregnación o contagio inconsciente

de sentimientos comunitarios, de religación entre unos y otros y con lo viviente, para lo que lo mismo valen

MOZART o BEETHOVEN que CAMARÓN o ROSENDO MERCADO ¿O es que los flamencos y rockeros no tienen esos

mismos sentimientos, siendo como son de la misma especie? Otra cosa es que se trate de gustos de

distinta clase (BOURDIEU). Pero se trata de aprender a escuchar por debajo de lo ritual y lo institucional, no

tanto de hacer sociología al uso sino de integrar lo musical (armonía, melodía, ritmo, pero también

desarmonía y ripio, ruido y silencio) en el conocimiento de lo social porque ¿se imaginan un mundo sin

sonido y sin música? Pues entonces ¿cómo son posibles unas ciencias humanas ciegas, sordas y aburridas?

Las ciencias sociales han de sintonizar (SCHULTZ) con las músicas del mundo pero no sólo las étnicas tan de

moda, también con las del barrio, las de la banda municipal y de la discoteca. También la palabra se

escucha, pero los científicos sociales están demasiado acostumbrados sólo a leer, que es muy poco natural.

La música tiene ritmo y la poesía también; no sólo la poesía, sino los diálogos y conversaciones grupales,

como bien saben los interaccionistas. La música se canta, se toca, se escucha y se baila (porque se oye con

el cuerpo entero). Pero sobre todo se disfruta. Algunos incluso eligen una música para su entierro.

Sentido (sociológico) del humor: si ARISTÓTELES descubrió en el hombre al único animal que ríe,

BAJTÍN define concluyentemente la risa como fundamento de la socialidad y como captación del sentido del

mundo. Sin embargo eso no se estudia en los libros de filosofía y sociología, tan serios ellos. HEIDEGGER

habla del arte como desvelamiento de la verdad. Sí, pero ¿qué verdad? No hacen falta majestuosas obras

sublimes para desvelar el sentido de la vida. Tanta majestuosidad a veces emboba y estorba a la verdad. Se

suele confundir lo sublime con lo solemne, pero hay que extender los dominios de lo sublime a registros

más cotidianos. Ya decía TERESA DE ÁVILA que encontraba a Dios entre los pucheros, aunque más sublime

(por divertida) es la fuente-urinario del gran DUCHAMP. Nada nuevo. Reír es sentir y conocer. Por eso hacer

reír y hacer pensar es el rasgo definitivo de la expresividad y de la capacidad de impregnación de los

documentos estéticos de aplicación e inspiración en ciencias sociales. Porque rigor no es rigor mortis. El

humor es el canal subliminal por donde fluyen inconscientemente maneras de representar y de estar en el

mundo. Y, como todo, tiene una doble naturaleza: narcótica y liberadora. También hay estilos / clases de

humor: la ironía puede acabar en distinción culta y burguesa, la burla suele usarse para resistencia de las

clases populares frente a los de arriba. Ambos estilos son igualmente válidos, pero con una condición:

reírse de sí mismo antes que del otro. No falla. Y el humor negro es el punto de conexión de los dos

ámbitos, porque ambos, burguesía y pueblo, deben enfrentarse a la muerte, que iguala a todos. El humor

permite encontrar sentido a la muerte y a la vida. Definitivamente, esto del humor es una cosa muy seria.

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Este carro sólo es de comediantes

Toda una declaración de principios del más barojiano de los aventureros del cómic: el desertor

CORTO MALTÉS (HUGO PRATT) despachando a un héroe de carrera (militar) como el BARÓN ROJO.

Pero queremos empezar más atrás, por aquello de buscar la autoridad de los clásicos. LAZARILLO DE

TORMES es un buen ejemplo para comentar, entre otras cosas, la llegada de la marginalidad a las academias,

de manera que queda congelado en forma de clásico de la literatura, relegado al cajón de los especialistas y

así pervertido de su valor primigenio. Lección para el presente y para olvidadizos de la historia. Aún más

edificante es la historia del hermanico negro de LÁZARO:

“Y acuérdome que estando el negro de mi padrastro trabajando con el mozuelo, como el

niño veía a mi madre ya mí blancos y a él no, huía de él, con miedo, para mi madre, y señalando con

el dedo, decía:

-¡Madre, coco!

Respondió él riendo:

-¡Hideputa!

Yo, aunque bien muchacho, noté aquella palabra de mi hermanico y dije entre mí: ‘¡Cuántos

debe de haber en el mundo que huyen de otros porque no se ven a sí mismos’”

He aquí todo un análisis de la construcción social de la identidad, del estereotipo y del prejuicio,

que para sí quisieran algunos manuales de psicología social, en boca del antihéroe por antonomasia.

Repárese que la pieza clave de la escena es la palabrota, ahora sí admitida en la academia porque se trata

de una obra clásica, pero no cuando efectiva y cotidianamente se hace uso de ella en todo tipo de

ambientes, hasta los más refinados. Y, en fin, nada como la picaresca para valorar las heroicidades de las

clases populares.

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CHARLOT es otro pícaro / héroe, con perdón

de los puristas: en TIEMPOS MODERNOS (1935) realiza

una disección del taylorismo (y la naciente

modernidad) que debería ser obligatoria en los

programas universitarios. Pero como es cine

cómico... Su receta para sobrevivir en la sociedad

de consumo de la época: cocaína y alcohol ¿Pero

no era para niños?

Pícaros de tebeo: CARPANTA (ESCOBAR)

nunca llegó a comerse el pollo y además estuvo a

punto de ser prohibido, igual que LAZARILLO,

porque en la España de Franco no se pasaba

hambre. Pero como los tebeos son cosas de

niños...

Como si no hubiera formato y temática más picarescos que el tebeo y sobre todo, más que el cómic

de diseño, el fanzine, casi facsímil de las antiguas hojas sueltas. Por no hablar de los pícaros de hoy: MAKOKI

(GALLARDO Y MEDIAVILLA) y la peña de EL VÍBORA: benditos.

Otros personajes minusvalorados: BART SIMPSON (MATT GROENING) y MANOLITO GAFOTAS (ELVIRA LINDO).

Imagínenselos juntos de excursión al museo, uno volviendo del revés los cuadros modernos para ver si

alguien nota la diferencia, otro retitulando un cuadro como LAS TRES GORDAS, ¿lo adivinan? Literatura infantil,

cosa de niños, pero dicen que sólo los borrachos y los niños dicen la verdad, sobre todo si a través de ellos

habla una mujer como ELVIRA LINDO.

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Cosas de viejos, que son como niños, oiga: PEDRO ALMODÓVAR realizó en sus primeros tiempos un

inigualable análisis de la tercera edad y la cultura popular. Hablamos de ¿QUÉ HE HECHO YO PARA MERECER ESTO!

(1984) donde dibuja quizá el mejor retrato de la mujer manchega, en la estela del gran SANCHO PANZA. Se

trata de una abuela, emigrada desde el pueblo a Madrid, donde vive con su familia (hijo, nuera y nietos) y

con una vecina que ejerce de prostituta decente. Oigamos a la abuela, hablando de la gran ciudad:

“¡Qué frío hace en este Madrid! Si no me llevas al pueblo, este invierno me voy a helar viva”

“Como no arreglen pronto el ascensor no voy a poder salir de casa. Me siento como una

presa”

“Yo me quiero ir al pueblo. No quiero morirme en Madrid y queme entierren lejos de casa”

Le gustan los animales y guarda palos en su armario, y cuando le presta uno a la vecina, le dice:

“No lo vayas a perder, es un tronco muy hermoso”

Diálogo entre la abuela y su amiga Paquita (representada por FRANCISCA CABALLERO, la madre de

ALMODÓVAR):

ABUELA: Oye, y por cierto, ¿y en el pueblo quién se ha muerto últimamente?

PAQUITA: Se muere mucha gente. No queda un viejo. Pero lo que es menester es que pare

ahí, en los viejos, que no se lleva a los jóvenes, que el pobre Torreznos se ahorcó antes de...

(...) ¡Tú no sabes los viejos que se han muerto! ¡Y muchísimo frío que hace, menos mal que

hay más leña pa calentarnos...!”

Manchegos en Madrid pero sin las concesiones al costumbrismo reaccionario del cine de boina de

LAZAGA y PACO MARTÍNEZ SORIA.

La abuela también imita la jerga juvenil con expresiones como “estoy enrollada con el punto”,

“¡dabuti, tío!”, o “como flipo con las burbujas ¿a ti no te enrollan?” (bebiendo agua con gas, que guarda con

magdalenas en un armario y bajo llave). A su nieto adolescente lo mismo le peina que le acompaña al bar y

juega a la máquina tragaperras:

“Tengo un vicio... es lo único que me gusta de Madrid”

“Me gustan las magdalenas, el cementerio, las bolsas de plástico, el dinero”

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El protagonismo de la película es de tres mujeres, tres vidas paralelas: ama de casa (emigrada y

deprimida, ejerce de chacha), abuela rural y prostituta decente: respectivamente CARMEN MAURA, CHUS

LAMPREAVE, VERÓNICA FORQUÉ. Tres joyas.

La abuela, enrollada con el punto, espeta

a la vecina y la nuera: “Mira, paso total de

vosotras... paso total”

Cultura popular, cultura de mercadillo y de todo a cien, estampitas de santos, luto, revistas del

corazón y culebrones, entreverado con posters de grupos rockeros, pastillas antidepresivas y drogas varias

(más bien domésticas, nada de diseño: se trata de necesidad, no de capricho). Lejos estamos de una cultura

académica (monumentos, bellos paisajes, alta literatura, traición etnográfica...) muy valiosa, sí, pero que

suele resultar ajena a las vivencias de los auténticos protagonistas de la cultura, que no son los culturólogos

sino la gente de a pie.

Y si no, oigan a la abuela metida a culturóloga:

ABUELA: ¿Qué tal los deberes?

NIETO: ¡Cantidad de chungos!

ABUELA: Bueno, venga, que te voy a ayudar.

NIETO: A ver, dime cuál de estos autores son románticos y

cuáles realistas. ¿Ibsen?

ABUELA: Romántico.

NIETO: ¿Lord Byron?

ABUELA: Ese, realista

NIETO: ¿Goethe?

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ABUELA: Realista también.

NIETO: ¿Balzac?

ABUELA: Romántico ¿Ves qué fácil?

Así de fácil y así de claro: transgresión en la mesa camilla. ¿Alguien le puede pasar una copia a

BLOOM, el del canon literario occidental? Sociología de la educación y de la recepción estética, directo al

corazón y sin monsergas. Toda la estética de la película transpira profundamente según los cánones

populares: desde el papel pintado y la decoración hortera del minúsculo y agobiante piso a la escena

folclórica en que el mismo ALMODÓVAR sale cantando “La bien pagá” desde la pantalla del televisor,

contemplado con deleite por la abuela, que usa moño y mandil. Pero sin casticismos, con sentimiento y

humor a un tiempo. Y, por encima de todo, una visión no androcéntrica de la realidad que dotan al

conjunto de sensibilidad y sentido crítico.

GREASE (RANDAL KLEISER, 1978) y su retrato de la cultura hortera norteamericana tampoco le va en

zaga. El repeinado cantante FRANKIE AVALON es el ángel de la guarda que despierta del sueño de estrellas a

una estudiante de secundaria (formación profesional, rama de peluquería para más señas) avisándole de

las consecuencias amenazantes del fracaso escolar. ¿Movilidad social o trayectorias de clase? se pregunta

la sociología (CACHÓN). Mejor díselo cantando, FRANKIE:

“La historia que cuentas es triste,

la conocida historia de una adolescente que no hace nada malo.

Ahora tu futuro está muy poco claro...

Si dejas los estudios no tendrás el día de la Graduación...

Una fracasada escolar... aplicando permanentes y champús...

Es hora de que conozcas las consecuencias...

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Te creías muy afortunada pero no tendrás ninguna cliente

Como no seas una prostituta.

Más vale que lo olvides

¿Quién quiere que le arregle el pelo una cateta?

Quítate esa expresión de ángel y vuelve al instituto...

Ahora tengo que irme a ese centro comercial... en el cielo”

(Suspiros y violines)

Cambiando de tercio, KIKO VENENO inventó hace años la rumba surrealista y la universidad con estos

pelos. Doctor en la carrera de la vida, KIKO VENENO no necesita títulos porque, como él canta, este carro solo

es de comediantes. Sus historias hablan de superhéroes del barrio y mitos varios:

“Joe Jackson, Mozart, Joselito el Gallo,

Comandante Ruz, Orson Welles y Rita Hayworth.

Bob Dylan y Di’Stefano, Fender y Espartaco,

Curro Romero, el Gordo y el Flaco”

Universos tan cercanos y transparentes que por eso mismo no los vemos, ya dijo ELOUARD que hay

otros mundos pero están en éste:

“Me quiero asegurar que mi sombrero está bien roto

y los rayos pueden entrar en mi cabeza.

Te quiero conquistar con el suave viento

gratis y fresco de mi abanico de cristal”

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Fresco como el colgate. Y sin embargo, estamos deslumbrados por el oropel. Esta marginalidad

musical es la auténtica vanguardia, pero sin fanfarria. Guitarra flamenca y poco más para una mirada

certera, sensible, humana ¿Tan raro es?

“La máquina que mueve el mundo se ha estropeao,

Dicen los mecánicos que tiene el punto desajustao,

Pobrecita... necesita un milagro”

“Si tú no te das cuenta de lo que vale

el mundo, es una tontería

si vas dejando que se escape lo que más querías”

FRANK ZAPPA es otro desconocido por la cultura oficial, que no por otros lares. Inventó la música

payasa (FERNÁNDEZ SERRATO), porque lo ridículo puede convertirse en sublime. SANDERS describe a ZAPPA

como un brillante rapsoda electrónico, justo en el sentido de la antigua Grecia: el rapsoda como un

cantante que une cosiendo fragmentos de variadas fuentes para formar una obra a base de relatos cortos

cantados. El interés del oyente se mantiene a través de infinidad de cambios en los tiempos de la batería,

frases, rellenos, coros, efectos especiales, secuencias de acordes inusuales, veloces transformaciones en el

humor y en el tono, y absurdos vocales cantados. DADA rockero:

Hein-Hein-Hein

Nya-nya-hein-nya-nya-hein-nya-nya-hein

Hoey-Hoey-Hoey

(como antes

“Bababadalgharaghtakamminarronnkonnbronntonnerrnntuonnthunntrovarrhounawnskawntoohoohoorde

nenthurnuk!”

James Joyce, Finnegan´s Wake)

Brillante One size fits all. Pobre ensayo mudo. ZAPPA el histrión arremetió contra la hipocresía

puritana de una sociedad que se autocalificaba de liberal pero al mismo tiempo le acusaba de obsceno.

Cantó a la modernidad de la contracultura americana: we’re only in it for the money, descubriendo la careta

de muchos farsantes que arrimaron el ascua a la sardina de la rentable cultura pop. Era amigo de MATT

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GROENING (LOS SIMPSON) y de LIBERATORE (Ranxerox), que le diseñó la portada de algún disco. Señor, qué

peligro de personal. En 1992 presentó fugazmente su candidatura a la presidencia de Estados Unidos. Ganó

CLINTON, también a obscenidad. Y la parodia definitiva: un musulmán cachondo (ZAPPA en Sheik Yerbouti)

como presidente de EEUU. O bien, Zappa/Ranxerox enfrentándose electoralmente a

Schwarzenegger/Terminator: nunca la lanza embotó la pluma, que dijo CERVANTES. ZAPPA for president! Y

nos habríamos evitado muchos problemas.

Pícaros, negros, desertores, niños, abuelas, prostitutas, chachas, rumberos, macarras, peluqueras,

payasos... Volvamos al canon clásico. ¿No era eso de que el hombre es la medida de todas las cosas? Pues

eso queríamos decir. Vale.

Referencias

ANÓNIMO (1987): Lazarillo de Tormes. Ed. Cátedra, Madrid.

ANTROPOLOGÍA. REVISTA DE PENSAMIENTO ANTROPOLÓGICO Y ESTUDIOS ETNOGRÁFICOS, nº 15-16, marzo 1999.

Monográfico: El Sonido de la Cultura. Textos de Antropología de la Música.

ARNHEIM, R. (1993): Consideraciones sobre la educación artística. Ed. Paidos, Barcelona.

BAJTÍN, M. (1987): La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento. Ed. Alianza, Madrid.

BARTHES, R. (1980): Mitologías. Ed. Siglo XXI, Madrid.

BOUYSSE, G. y DARROW, G. (1985): Liberatore. Portrait de la bête en rock star! Ed. Aedena / Albin

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