estados unidos de américa matriz productiva
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Cambio en la matriz productiva de Estados Unidos tras la segunda guerra mundial presentada en el libro de OveryTRANSCRIPT
Estados Unidos de América: la transformación de la matriz productiva
Después de años de aislamiento y desarme, Estados Unidos no era una gran
potencia terrestre y Berlín consideraba que pasarían años antes de que el
potencial económico del país americano se tradujera en fuerzas armadas de
temer. En realidad, la transformación demoró solo unos meses y la economía de
consumo estadounidense se movilizó tan rápidamente que ya en 1943 fue posible
destinar una parte importante de la producción a ayudar a sus aliados europeos.
El problema no era de recursos, claramente Norteamérica poseía los necesarios
para un prodigioso esfuerzo bélico. En 1941, EEUU producía más acero, aluminio,
petróleo y vehículos motorizados que todos los demás estados juntos. El
verdadero quid se encontraba en conseguir las adhesiones para destinar aquellos
cuantiosos recursos hacia una guerra desarrollada a un océano de distancia en un
país sin tradición de industria militar. La intervención en la Primera Guerra Mundial
empezó demasiado tarde como para crear una producción de guerra de
envergadura.
Estados Unidos era una economía de libre mercado que, a fines de los años
treinta, abandonó una década de dificultades económicas para tener un auge en el
sector de bienes de consumo. El crecimiento de una economía militar, a diferencia
de Alemania o la URSS, dependía de lograr un amplio consenso en todos los
espacios políticos: desde los tercos patronos republicanos a los inflexibles
sindicatos demócratas. La gran oportunidad de Roosevelt de trascender y llevar a
la movilización económica fue el ataque de Pearl Harbor por parte de Japón.
Al unirse a la contienda aliada, Estados Unidos era aún una economía
predominantemente civil, con un aparato estatal pequeño, impuestos bajos y unas
fuerzas armadas que acababan de dotarse de material. El país tuvo que hacer
frente a estados que llevaban ocho o nueve años de carrera armamentística y que
destinaban más de la mitad de su producto nacional a la guerra.
Los planes gigantescos que Roosevelt y el Congreso aprobaron en las primeras
semanas de la guerra no solo fueron frutos de la riqueza de recursos sino de un
verdadero miedo a la inferioridad militar. Es así que la industria militar
estadounidense tomaría forma en sólo un año. En 1942, mucho antes de lo que
sus enemigos habían creído posible, Estados Unidos produjo más que el conjunto
de los Estados del Eje: 47 mil aviones.
La producción en esta escala hizo que la victoria alidada fuese una posibilidad,
aunque en ningún sentido automática.
Dado a la urgencia de la movilización, el gobierno no tuvo más remedio que
depender de la iniciativa y aptitudes técnicas de las empresas. Las virtudes de la
tradición industrial estadounidense –la experiencia generalizada de la producción
en serie, las habilidades técnicas y organizativas, la disposición de “ver en
grande”, el ethos competitivo- eran justamente las características necesarias para
transformar rápidamente la producción.
Haciendo uso de las empresas privadas, como General Motors, Estados Unidos
se lanzó a la industria bélica. La gran escala de la producción antes de la guerra,
que era fruto del tamaño y riqueza del mercado interior norteamericano, permitió el
uso generalizado de las técnicas más modernas de producción en serie.
Es así que la guerra activó la decaída cultura empresarial estadounidense. Tras
una década de depresión y mucho desempleo, tanto empresas como trabajadores
se beneficiaron de la guerra. El contraste era notable no sólo con la Unión
Soviética, sino también con todos los demás pueblos en guerra. Al contrario de
aquellos la pujante producción bélica dejaba lo suficiente para proporcionar a los
civiles bienes de consumo y alimentos con normalidad. El racionamiento era
limitado y se aplicaba sin rigor exceptuando la gasolina. Los salarios incluso
subieron, aumentando los ingresos de las familias. Para millones de
estadounidenses que en la década de 1930 habían vivido de la asistencia pública
y la caridad, la economía de guerra fue una bendición… sin ir más lejos durante el
conflicto se fundaron más de medio millón de empresas.-
En 1943 (tres años después del inicio del conflicto) ya existía una disparidad
decisiva entre la cantidad de armas y material de que disponían los aliados y la
producción de sus enemigos Italia, Alemania y Japón: más de tres a uno en
aviones y carros de combate, cuatro a uno en cañones pesados. De los tres
estados del Eje, solo Alemania tenía los recursos económicos, la mano de obra
especializada, la pericia técnica y la capacidad industrial que se necesitaban para
hacer la guerra en la misma escala que la Unión Soviética y Estados Unidos.