Esta es la historia de tres amigos, uno llamado  Mundano, otro Incrédulo y el último  Indeciso. De los tres, Mundano era el que más se entretenía, experimentando con todo lo que él pensaba que le podía traer placer. Y aunque nada lo mantenía totalmente satisfecho… Seguía siempre buscando, porque amaba mucho las cosas de este mundo. Los deseos de la carne y la vanagloria de la vida.

Los otros dos amigos, aunque tenían los mismos gustos que éste, vivían un poco diferente a él. Incrédulo estaba más preocupado en sus estudios, que en cualquier pasatiempo, porque quería abrir su propio negocio, deseando ganar más dinero, para cumplir su sueño de vivir rodeado de lujos y viajar por todo el mundo.

Y hablando de sueños, ésta era la especialidad de Indeciso, porque como no sabía lo que quería hacer con su vida, entonces dormía casi todo el día y después gastaba todo el resto del tiempo, sentado frente a un televisor o escuchando música.  Pero un día se enfermó de algo inesperado y pocos días después murió.

Mientras, Mundano e Incrédulo recordaban a su amigo Indeciso, hablando sobre cómo él  nunca aprovechó su vida. Se dieron cuenta que aunque ellos dos hacían más con su tiempo, nada tenía valor ni provecho, porque ellos también, tarde o temprano, iban a desaparecer de este mundo. Incrédulo, que era el que estudiaba y meditaba más, se puso a analizar su vida, y de pronto dijo:

“Me acabo de dar cuenta, que este mundo en el que nacemos es un globo de entretenimiento, donde existen muchas formas para invertir con todo nuestro corazón, nuestra alma y nuestras fuerzas, el poco tiempo que tenemos de vida. Sin ponerle mucha atención a la triste realidad, de que nadie tiene control de su propia vida…

Al poner la cabeza en la almohada cada noche, yo no puedo estar seguro, que despertaré otra vez… Aunque coma saludablemente y haga ejercicios, no tengo promesa de que no me enfermaré… Y también he entendido que aun cuidándome y teniendo buena salud, todos estamos creados para ir envejeciendo hasta que el cuerpo no resiste más y fallecemos”.

Mundano, riéndose para disimular el temor que sentía de pensar en la muerte, le dice: “La vida es corta amigo, por eso tenemos que disfrutarla. Como dice también la canción: “La vida es un carnaval”.

“Ese no puede ser todo el sentido de la vida, respondió Incrédulo. Si la vida es para entretenernos en fiestas y vicios. ¿Por qué tenemos lágrimas?  ¿Quién nos las dio, sino alguien que sabía que tendríamos dolores? ¿Y para qué tenemos pruebas, o por quién somos puestos a prueba, si de todas maneras cuando muramos, de nada nos van a servir esas experiencias en el sepulcro, donde no hay vida?

Otra cosa que hay que notar es que todos decimos “mi vida”, pero nadie jamás ha podido escoger los acontecimientos de su propia vida. Como el nacimiento, el crecimiento, la apariencia, la salud y la manera de morir.

Ahora estoy seguro que tiene que existir un Creador del universo, que es el que sostiene nuestra vida. Y de ahora en adelante voy aprovechar el tiempo que me queda aquí, buscando para aprender, cuál es el propósito que Él tiene para sus criaturas. Pues creo de todo corazón, que hay algo más, después de los afanes de este mundo.

Así que mi amigo, de hoy en adelante no me llamaré más Incrédulo, puedes comenzar a  llamarme Peregrino, porque anhelo una patria mejor”.

Con su nuevo nombre y sus nuevos propósitos, salió Peregrino a buscar “al Autor de la vida” (Hech. 3:15) en el libro más antiguo de la historia humana llamado la Biblia, la Palabra de Dios. Pensando que por ser el libro más vendido, del que se imprimen aproximadamente 150 millones por año, debería contener alguna verdad.

También había escuchado que ha habido más de 25,000 encuentros arqueológicos que relacionan a personas, lugares y eventos de la Biblia, y ninguno se contradice con las escrituras bíblicas. Peregrino encontró que la Biblia es el único libro en el mundo, que contiene cientos de profecías bien detalladas.

Ahora estoy seguro que tiene que existir un Creador del universo, que es el que sostiene nuestra vida. Y de ahora en adelante voy aprovechar el tiempo que me queda aquí, buscando para aprender, cuál es el propósito que Él tiene para sus criaturas. Pues creo de todo corazón, que hay algo más, después de los afanes de este mundo. Así que mi amigo, de hoy en adelante no me llamaré más Incrédulo, puedes comenzar a  llamarme Peregrino, porque anhelo una patria mejor”.

Estadísticamente no hay manera alguna que el hombre pueda predecir el futuro. Sin embargo cuando la Biblia fue escrita, el 25 por ciento de su contenido eran predicciones de acontecimientos futuros, que la mayoría de ellos se han cumplido con exactitud.

Una de esas profecías que impactaron a Peregrino fue cuando leyó el Salmo 22, donde menciona al Salvador del mundo, Jesucristo, experimentando la agonía de la crucifixión. Algo que fue escrito 800 años antes de que la crucifixión fuese usada como castigo.

A Peregrino también le llegó la hora de partir de este mundo, inesperadamente así como a su amigo Indeciso. Pero con una gran diferencia, pues Peregrino sí pudo cumplir con su sueño de viajar por todo el mundo “amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre” como aprendió del Apóstol Pablo. Col. 1:28.

Yo también aprendí mucho de mi amigo Peregrino. Asimilé a través de sus enseñanzas que “El Dios que hizo el mundo, y todas las cosas que en él hay, éste, como sea Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos de manos. Ni es honrado con manos de hombres, necesitado de algo; pues Él da a todos vida, y respiración, y todas las cosas. Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habitasen sobre la faz de la tierra, y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los términos de la habitación de ellos…

…para que buscasen a Dios, si en alguna manera, palpando, le hallen, aunque cierto no está lejos de cada uno de nosotros. Dios manda a todos los hombres en todo lugar que se arrepientan, por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón Jesucristo a quien designó, dando fe a todos, con haberle levantado de los muertos”, Hechos 17:24-31.

Les digo que yo me llamaba Mundano. Pero hoy gracias a Dios y a mi amigo Peregrino tengo otro nombre, Extranjero, que anhela “La ciudad de oro puro” (Apc. 21:18) donde “no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor” (Apc.21: 4. “No habrá allí más noche, y no hay necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará, y reinarán por los siglos de los siglos.

Todos los días mueren aproximadamente 150,000 personas en el mundo. Y ahora te pregunto: ¿En quién pones tu fe? ¿A quién deseas imitar? Al Mundano… Al Incrédulo… Al Indeciso o al Peregrino y El extranjero que anhelan una patria celestial. Yo prefiero poner mi fe en el único que murió y resucitó, Jesucristo quien dijo: “De cierto, de cierto os digo, que el que guarda mi Palabra, nunca verá muerte” (1 Juan 8:51).