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Entre el 09 y el 20 de julio de 2015 en Bogotá, se
está realizando la XX versión de la feria mas
importante del agro Colombiano, en la cual todos
los sectores agropecuarios exhiben los mas
representativo de sus marcas, servicios y
productos. Esta es una fiesta de la ruralidad,
donde los colombianos, tienen la oportunidad de
sentir de primera mano, la potencialidad que
tiene el país como reserva mundial de alimentos,
biodiversidad y agroenergía.
Gráfica 1: Stand FedeBiocombustibles Corferias pabellon 1 – AgroExpo 2015
Y es que por estas fechas tan convulsionadas,
donde se ha puesto por parte de algunos sectores
en entre dicho los esquemas que protegen al agro
Colombiano como el SAFP (Sistema Andino de
Franja de Precios) , sistema que ha producido
estabilidad en cultivos como, arroz, cebada,
maíz, soja, trigo, palma y azucarero entre otros,
es necesario recordarles a quienes piden el
desmonte de estos mecanismos que en el caso de
la palma de aceite y la caña de azúcar, y por la
existencia del SAFP, se han generado el sustento
diario a mas de 700 mil colombianos.
Gráfica 2: Trabajo Por Mi Tierra – Fuente: ASOCAÑA En el caso del biodiésel, biocombustible producido
100% en Colombia, la materia prima empleada es
el aceite de palma, el cual es obtenido a lo largo y
ancho del territorio nacional en 62 núcleos
palmeros , como se ve en la grafica 2, y vale decir
que esta agroindustria es hoy sostenible por varios
esquemas, entre esos el SAFP.
Gráfica 3: Nucléos palmeros – Fuente: FEDEPALMA De acuerdo a el análisis de ciclo de vida de los
Biocombustibles en Colombia realizado por el
consorcio CUE en el 2012, los cultivos Agro
Energéticos tienen un potencial de expansión
óptimo de alrededor de 2,7 millones de hectáreas,
y el adjetivo “óptimo” hace referencia a que estas
áreas no contemplan sectores con bajo potencial
de ahorro en carbono (menor del 40%), cultivos
alimenticios, o áreas protegidas como resguardos
indígenas o parques nacionales naturales.
Por otro lado y de acuerdo al Atlas de Biomasas, publicado por la Universidad Industrial de Santander (UIS) y la Unidad de Planeación Minero Energética (UPME) en el 2012, Colombia genera alrededor de 60 millones de toneladas anuales de residuos con alto contenido energético
Gráfica 4: Atlas de Biomasas residuales. Fuente: (UIS-UPME) Es por esto que en el marco de la Expo del Agro
Colombiano, los biocombustibles hacen presencia,
como un sector apalancador del desarrollo rural,
generador de progreso y empleo justamente
remunerado, que requiere del respeto y
sostenimiento de las políticas publicas, pues los
biocombustibles son un sector que levantan la
mano y dicen “presente, aquí estamos para apoyar
el postconflicto”.
Fuente: Fedebiocombustibles.
Fuente: www.fedebiocombustibles.com
El pasado 6 y 7 de julio la Federacion Nacional de
Biocombustibles partició en el Foro, Retos y
Perspectivas del Mercado de Combustibles
liquidos, evento que se llevó a cabo en la ciudad
de Bogota y que contó con la participación en
varios expertos del sector, en donde se evaluaron
entre otros temas, las directrices en materia de
combustibles liquidos que da el Plan Nacional de
Desarrollo 2014-2018 y los alcances del decreto
de coordinacion sectorial pública, en donde se
establecen los lineamientos de politica en
materia de combustibles liquidos y
biocombustibles, asi como las experiencias
mundiales de seguridad de abastecimiento en
este campo de la industria petrolera.
Este espacio buscó reunir a todos los involucrados
en la cadena de abastecimiento de combustibles
líquidos, refinadores, transportadores,
distribuidores mayoristas y distribuidores
minoristas, y productores de biocombustibles,
para que explicaran sus expectativas de cara al
papel que se emprende con el nuevo regulador
sectorial. De la misma forma, el Gobierno
Nacional a través del Ministerio de Minas y
Energía (MME) y la Comisión de Regulación en
Energía y GAS (CREG), expusieron su visión ante
los nuevos retos que se avecinan en materia de
planeación y regulación para el mercado, dada la
actual dinámica del sector.
En el día de la apertura del foro, un panel de
expertos analizaron los elementos claves para
garantizar el abastecimiento de combustibles, en
el que participaron Carlos David Beltrán, director
de Hidrocarburos del Ministerio de Minas y
Energía; Juan Pablo Ospina, VP Comercial y
Mercadeo de Ecopetrol; Álvaro Castañeda,
Director de Proyectos y Operaciones de CENIT;
Gustavo Morales, Vicepresidente de Downstream
de la ACP; Juan Diego Jaramillo, Distribuidor
Minorista; y Carlos Grateron, Director Técnico de
Fedebiocombustibles. La agenda del foro para el
7 de julio se centró en el papel de la regulación
en el mercado de combustibles líquidos.
Los invitados para el desarrollo de esta temática
participaron de un conversatorio moderado por
David Yanovich, consultor de Cerrito Capital, y
estos fueron: Jorge Pinto Nolla, Director Ejecutivo
de la CREG-Comisión de Regulación de Energía y
Gas; Carlos Mateus, Director de Planeación de
Fedebiocombustibles; Claudia Bayona,
representante de los distribuidores minoristas;
Julio Cesar Vera, VP de Combustibles de Gulf
Colombia; Orlando Lamo Vázquez, Director 3
Comunicado de Prensa Bogotá, 8 de julio de 2015
Comercial de CENIT y Juan Pablo Ospina, VP
Comercial y Mercadeo de Ecopetrol.
Fuente: www.combustiblesliquidos2015.com
Comunicado de prensa CENIT
Author: José Graziano da Silva –
Director General of the United Nations Food and
Agriculture Organization
Over the past several years, biofuels have become a
bone of contention. For some, a renewable energy
source produced from organic matter amounts to a
magic wand in the fight against climate change. But
others view biofuels as an existential threat,
because the plants used to create them compete for
agricultural land and water that would otherwise be
used to grow food.
But this is a false dichotomy. The choice cannot be
between food and fuel. We can make good use of
both. Given the right conditions, biofuels can be an
effective means to increase food security by
providing poor farmers with a sustainable and
affordable energy source.
In some land-locked African countries, gasoline costs
three times the global average, making fuel prices
one of the main barriers to agricultural growth.
Extending the use of biofuels in these regions could
boost productivity and create new employment
opportunities, especially in rural areas. The effect
could be made even stronger if the additional
demand for feedstock created by biofuels was met
by family farmers and small-scale producers.
Biofuels have become a fact of life, and their use is
expected to continue to increase steadily. In 2013,
biofuels accounted for 3% of the total transport fuel
used around the world, according to a report by the
Food and Agricultural Organization and the OECD.
While this percentage is expected to remain steady,
we can nonetheless expect the production of
biofuels to grow in absolute terms as the global
market for transport fuels also expands.
Indeed, global biofuel production is projected to be
double by 2023 relative to its level in 2007. If that
prediction is borne out, biofuels will consume 12% of
the world’s coarse grain, 28% of its sugar cane, and
14% of its vegetable oil. As production of these fuels
grows, we will require policies, programs, and
capacities that ensure that they are used
sustainably, without distorting food markets or
compromising food security, which will always be
the first priority.
The pioneers of biofuels would probably be
surprised by how little they contribute to the total
world fuel supply today. Rudolf Diesel’s first engine,
designed in the late 1800s, ran on fuel derived from
peanut oil. Henry Ford once scouted Florida in
hopes of buying tracts of land to plant sugar cane,
convinced that the United States would not tolerate
the pollution from burning fossil fuels or the
dependency implicit in importing oil to produce
gasoline.
Only in recent decades have biofuels regained their
original appeal, owing to efforts to secure
affordable energy, generate income, and mitigate
the dependency of which Ford warned. More
recently, concerns about pollution, climate change,
and the finite nature of fossil fuels has driven a
spike in demand – one that must now be managed.
Flexibility is key to efforts to leverage the world’s
growing reliance on biofuels to boost agricultural
productivity, accelerate rural development, and
increase food security. For example, policymakers
must defuse the competitive pressures between
food and fuel by designing schemes to counter price
volatility for basic foodstuffs. Authorities could
require that the percentage of biofuels blended
with conventional fuel be increased when food
prices drop and cut when they rise. This would serve
as a sort of automatic stabilizer. Poor farmers would
continue to enjoy robust demand for their products
even when food prices dropped, and consumers
would be protected from rapid or excessive price
increases.
National targets could also be made more flexible.
If mandates for biofuel use were applied over
several years, instead of only one, policymakers
could influence demand in order to minimize
pressure on food prices.
Finally, at the individual level, greater flexibility
could also be built in at the pump, through the
promotion of flex-fuel vehicles of the type already
in use in Brazil. If cars are equipped with engines
that can run on conventional fossil fuels or blends
with high percentages of biofuels, consumers can
adapt to changes in prices by switching between one
or the other.
Finding the right balance will not be easy. But if we
harness our collective knowledge, include
developing countries’ smallholder farmers in this
effort, and maintain our focus on reducing poverty
and protecting the vulnerable, we can have more
fuel, more food, and greater prosperity for all.
Fuente: https://agenda.weforum.org