espiriwalidad eucaristica de madre sacramentogenerosidad total a la llamada de dios. pero madre...

45
ESPIRIWALIDAD EUCARISTICA DE MADRE SACRAMENTO Dos años antes de morir, Santa Micaela escribía desde Barcelona: «Les aseguro que es mi elemento y mi vida el Santísimo Sacramento» (1). Pala- bras que señalan la clave para explicar toda una espiritualidad fecunda. La eucaristía fue el centro de su vida: <<Il1is amores» (2), «mi encan- to y mi pasión dominante» (3). Ahí está mi Amo y Señor, mi Amo y mi Amigo, y mi Querido y mi todo» (4). Su Autobiografía es un testimonio bien elocuente de amor eucarístico. En ella confiesa: Este Sacramento es «lo que yo más amo en el mun- do ... , puedo decir es mi delirio, mi locura, pues por Ello sufro todo y con gozo grande de mi alma» (5). Tales expresiones definen de algún modo la existencia de Madre Sa- cramento: Diálogo continuo de amor con Jesucristo presente en la Euca- ristía. Esto mismo dan a entender las hermosas declaraciones de los testi- gos en el proceso de canonización: el sagrario era «objeto predilecto de sus amores» (6); y este amor «se reflejaba en todos sus actos y palabras» (7). Muy acertadamente Pío XI resumía en 1934 el mensaje espiritual de nues- tra santa: «brilló por su amor a la eucaristía» (8). El fácil apreciar el hecho de esta devoción. No lo es, sin embargo re- (1) 25 marzo 1863, a la Hna. Corazón de María: CS IV p. 5-6. (2) Madrid, 11 abril 1862, a la Superiora de Zaragoza: CS III p. 273. (3) Madrid, 9 enero 1863, a D." Jacoba Balzola: CS III p. 433. (4) Madrid, 8 octubre 1863, al Excmo. Sr. Fr. Fernando Blanco, obispo de Avl- la: CS IV p. 137. (5) A 279. (6) PIV Ss CXXIX, Sor María Anunciación, f. 951 v. (7) Ibid., Ss CXXX, Sor María Ignacia Domenech, f. 898 v. (8) Bula de Canonización, 4 marzo 1934, f. 6. Nos hemos servido de la fotocopia que se encuentra en el Archivo Generalicio de las Adoratrices.

Upload: others

Post on 23-Jan-2021

1 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: ESPIRIWALIDAD EUCARISTICA DE MADRE SACRAMENTOgenerosidad total a la llamada de Dios. Pero Madre Sacramento se abrió plenamente al diálogo con el Señor, y comulgó todas las riquezas

ESPIRIWALIDAD EUCARISTICA DE MADRE SACRAMENTO

Dos años antes de morir, Santa Micaela escribía desde Barcelona: «Les aseguro que es mi elemento y mi vida el Santísimo Sacramento» (1). Pala­bras que señalan la clave para explicar toda una espiritualidad fecunda.

La eucaristía fue el centro de su vida: <<Il1is amores» (2), «mi encan­to y mi pasión dominante» (3). Ahí está mi Amo y Señor, mi Amo y mi Amigo, y mi Querido y mi todo» (4). Su Autobiografía es un testimonio bien elocuente de amor eucarístico.

En ella confiesa: Este Sacramento es «lo que yo más amo en el mun­do ... , puedo decir es mi delirio, mi locura, pues por Ello sufro todo y con gozo grande de mi alma» (5).

Tales expresiones definen de algún modo la existencia de Madre Sa­cramento: Diálogo continuo de amor con Jesucristo presente en la Euca­ristía. Esto mismo dan a entender las hermosas declaraciones de los testi­gos en el proceso de canonización: el sagrario era «objeto predilecto de sus amores» (6); y este amor «se reflejaba en todos sus actos y palabras» (7). Muy acertadamente Pío XI resumía en 1934 el mensaje espiritual de nues­tra santa: «brilló por su amor a la eucaristía» (8).

El fácil apreciar el hecho de esta devoción. No lo es, sin embargo re-

(1) 25 marzo 1863, a la Hna. Corazón de María: CS IV p. 5-6. (2) Madrid, 11 abril 1862, a la Superiora de Zaragoza: CS III p. 273. (3) Madrid, 9 enero 1863, a D." Jacoba Balzola: CS III p. 433. (4) Madrid, 8 octubre 1863, al Excmo. Sr. Fr. Fernando Blanco, obispo de Avl-

la: CS IV p. 137. (5) A 279. (6) PIV Ss CXXIX, Sor María Anunciación, f. 951 v. (7) Ibid., Ss CXXX, Sor María Ignacia Domenech, f. 898 v. (8) Bula de Canonización, 4 marzo 1934, f. 6. Nos hemos servido de la fotocopia

que se encuentra en el Archivo Generalicio de las Adoratrices.

Page 2: ESPIRIWALIDAD EUCARISTICA DE MADRE SACRAMENTOgenerosidad total a la llamada de Dios. Pero Madre Sacramento se abrió plenamente al diálogo con el Señor, y comulgó todas las riquezas

ESPIlUTtrALIDAD EUCARÍSTICA 401

coger en un trabajo breve todos los matices que esa vivencia eucarística lleva consigo. Santo Tomás afirma que este sacramento contiene todo el fruto de la Pasión (9). Es verdad que no siempre estos frutos llegan a ser reales en la comunión sagrada, porque el hombre no siempre responde con generosidad total a la llamada de Dios. Pero Madre Sacramento se abrió plenamente al diálogo con el Señor, y comulgó todas las riquezas del pan sagrado. No es posible reducir a un frío esquema los abundantes frutos de la cruz y, en consecuencia, tampoco los efectos admirables de la eucaris­tía en Santa Micaela.

Por eso aquÍ vamos a fijar la atención sólo en el dogma de la presencia real: cuerpo, sangre, alma y divinidad de Nuestro Señor Jesucristo están presentes en el Santísimo Sacramento verdadera, real y sustancialmente. Es una verdad central de nuestra religión, vivida siempre en la Iglesia y defi­nida solemnemente por el Concilio de Trento (10). En la eucaristía está presente Jesucristo con su sacrificio, fuente de todas las gracias. Pero ese mismo Cristo es a la vez segunda Persona de la Trinidad, Hijo de María Virgen y primogénito de todos los hombres. De hÍ que el pan eucarístico nos comunica la gracia en Jesucristo, nos introduce en la vida inefable de la Trinidad Santísima, nos pone en contacto con la Virgen María, y nos abre caritativamente hacia todos los hombres, redimidos en la cruz.

El 3 de septiembre último, Pablo VI recordaba al mundo con toda pre­cisión la fe católica sobre la presencia real del Señor en la Eucaristía (ll). Madre Sacramento vivió místicamente el dogma santo. Y es muy oportuno hoy recoger esta experiencia, como testimonio viviente y palpable de nues­tra sagrada doctrina.

En esta perspectiva se explican también las devociones más destacadas en la espiritualidad de Santa Micaela: junto a la eucaristía, devoción es­pecial hacia la Santísima Trinidad, a la Pasión del Señor y a la Virgen María. Y así mismo, los sentimientos paradójicos que animaban su cora­zón: con un deseo ardiente de acompañar al Señor, permanecía ante el sagrario todo el tiempo disponible, como alma verdaderamente contem­plativa; y a la vez, una actividad desbordante la entregaba a buscar el bien de los demás.

Santísima Trinidad, Pasión de Cristo, devoción tierna a María. Contem­plación amorosa de Jesús Sacramentado y actividad continua por salvar a los hombres. Todas estas realidades están de algún modo presentes en el Misterio eucarístico.

(9) Cf. nI, 79, 1. (10) Ss. XIII, can. 1; Dz. 883. (11) Carta Ene. Mystertum jtdei: "Ecclesia", sábado 18 sept. 1965. Véanse prin­

cipalmente las páginas 16-17.

Page 3: ESPIRIWALIDAD EUCARISTICA DE MADRE SACRAMENTOgenerosidad total a la llamada de Dios. Pero Madre Sacramento se abrió plenamente al diálogo con el Señor, y comulgó todas las riquezas

402 J. ESPEJA OP

1. COMUNION DE VIDA EN JESUCRISTO

La santidad es una comunión de vida con Dios que se realiza mediante la gracia. Jesucristo es el lugar de esta comunión (12). Como este mismo Jesús está presente en el sagrario, la eucaristía es el sacramento de nuestra santificación, de la comunión de vida en Jesucristo.

Como los demás sacramentos, también éste confiere una gracia particu­lar. Pero a diferencia de los otros, contiene realmente a Jesucristo, plenitud de gracia, autor y consumador de todos los ritos sacramentales. Por eso goza de extraordinaria eficacia, transformando al hombre, conforme a su buena disposición y entrega. La abnegación de Madre Sacramento fue to­tal, y así participó abundantemente de tantas gracias como Dios ofrece al hombre en la comunión eucarística. r

), •. ¡;'.' - ,- :'~-, -;0 I ;

r~~~. ·,t.~ " .' -r-' .... ,.;- ~'~ 'I~1~~~!','

~~':" __ " ""-;."r"-:-,.;-~.--

A) FUENTE DE TODAs LAs GRACIAS

HermOSa definición de la eucaristía (13). En ella está presente el mis­mo Verbo encarnado: como Dios es principio de tOdas las gracias; y como hombre es plenitud de quien todos participamos. Cristo se definió a Sí mismo como el «pan vivo», y la gracia es la forma de esta vida sobrena­tural (14).

Pero hay más. El sacramento del altar contiene al mismo Jesús que se encarno y fue crucificado. La encarnación y la cruz resumen el Misterio de Cristo, fuente de todas las gracias que Dios envía al mundo. Son impre­sionantes las afirmaciones de Santo Tomás: «así como el Señor vino al mundo, trayéndole la vida de la gracia, se acerca en este sacramento a cada hombre, concediéndole esta misma vida» (15); o de otra forma, «la eucaristía produce en el hombre el mismo efecto que la pasión realizó para todo el mundo» (16).

Brevemente podríamos decir que la eucaristía es un sacramento ge-

(12) "Dios me ha dado la vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo tiene la Vida" (1 Jn 5, 11-12).

(13) Cf. Catecismo del Con. de Trento, p. U, cap. 4, n." 47; UI, 79, 1 ad 1. (14) Jn 6, 51. (16) III, 79, 1. (16) Ibid.

Page 4: ESPIRIWALIDAD EUCARISTICA DE MADRE SACRAMENTOgenerosidad total a la llamada de Dios. Pero Madre Sacramento se abrió plenamente al diálogo con el Señor, y comulgó todas las riquezas

ESPIRITUALIDAD EUCARíSTICA 403

neral, como la Encarnación y la Cruz: realidades sensibles determinadas por Dios que producen no sólo una gracia particular, sino todas las gracias. Por eso no es posible recibir ningún auxilio del cielo independientemente de la eucaristía: «si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre no tendréis vida en vosotros» (17).

Santa Micaela experimentó ese influjo universal del Santísimo Sacra­mento. Relata este favor divino en su Autobiografía. Tuvo lugar un día, estando de Guardia. «Pensar que el Señor se halla solo y encerrado en los sagrarios ... me quejaba yo a El de que se hubiera multiplicado tanto en tantas iglesias» (18). Y Dios le concedió este favor: «me hizo ver el Señor las grandes y especiales gracias que desde los sagrarios derrama so­bre la tierra y además sobre cada individuo, según la disposición de cada uno ... y como que las despide de Sí, en favor de los que las buscan» (19). La eucaristía es el centro de la iglesia y del mundo. Contiene la misma re­dención que da sentido al tiempo y a la historia de los hombres: «Me hizo comprender de un modo admirable cómo participaba toda la tierra de esta influencia ... yo vi como una gradación la influencia de pueblos a pueblos y ciudades hasta llegar a sus iglesias o sagrarios» (20). Lógicamen­te concluye la santa: «me causó gran sorpresa no sólo para alegrarme de que haya tantas iglesias, sino para aumentarlas a costa de mi vida si ser pudiera» (21).

Late aquí una profunda verdad teológica. San Pablo decía a los Co­rintioS: «todas las cosas son vuestras, vosotros, de Cristo, y Cristo de Dios» (22); y en la carta a los Romanos afirma que Dios hace concurrir todos los acontecimientos para el bien de los que le aman (23). En el plan divino, los seres inferiores se ordenan al servicio del hombre justificado y esta justificación incorpora al hombre al misterio del Señor presente en la eucaristía. Toda la gracia llega a nuestro mundo en Jesucristo, que para nosotros vive en el sagrario. De ahí la participa el hombre. Y en este hombre unido a Cristo y dedicado a la gloria de Dios, adquieren sentido el mundo y las cosas de la tierra. Es muy significativa aquí otra experien­cia de Santa Micaela: «me hizo ver el Señor cómo el mundo todo era para mí un Sagrario y mi corazón un copón» (24). Cristo en el sagrario es fuente de gracia. El cristiano, en comunión con El, introduce a Cristo en el mun­do de la carne y así da sentido a la creación.

(17) Jn 6, 53. (18) A 387. (19) A 387 s. (20) A 388. (21) A 387. (22) 1 Cor 3, 22-23. (23) Cf. Rom 8, 28. (24) F 237.

Page 5: ESPIRIWALIDAD EUCARISTICA DE MADRE SACRAMENTOgenerosidad total a la llamada de Dios. Pero Madre Sacramento se abrió plenamente al diálogo con el Señor, y comulgó todas las riquezas

404 J. ESPEJA OP

B) ALIMENTO ESPIRITUAL DE LAS ALMAS

La eucaristía, sacramento general, es también uno de los siete ritos sa­cramentales de la Iglesia. Confiere su gracia especial como los demás. Cada uno, según lo da a entender el simbolismo externo, produce un determi­nado efecto. El agua del bautismo habla de purificación y la unción de enfermos con óleo santo significa y causa fortaleza.

Las especies eucarísticas de pan y vino nos· dicen que la gracia de este sacramento es un alimento espiritual. Jesucristo había anunciado la euca­ristía: «Mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida» (25). y el Concilio de Trento lo define: «alimento espiritual de las almas» (26). Santo Tomás explica que su efecto es «nutrir espiritualmente al hombre, uniéndole a Jesucristo» (27).

La eucaristía es alimento diario del espíritu. Jesucristo compara este sacramento con el maná que sostenía al pueblo elegido en el camino hacia la tierra prometida (28). Se llama Viático, porque nos alimenta en el ca­mino hacia la patria (29).

Esto fue realmente la comunión sagrada para M. Sacramento. Es la im­presión que producen sus escritos y notas íntimas. El Santísimo era su con­fidente, su ayuda, su refugio, su director en la obra por ella realizada. Ahí encuentran explicación sus pensamientos, deseos y actividad. Todo se cen­tra en la comunión eucarística.

Alimento de cada día. Aunque no era costumbre en su tiempo, ella reci­bió al Señor diariamente. Su Autobiografía es un hermoso testimonio del compromiso hecho con Jesús: «Yo no te faltaré; que no quede por tí el hallarme siempre» (30). Y así fue. En los días de la revolución francesa de 1848 era difícil oir misa y comulgar. Pero el Señor no la abandonó. Podía recibir la comunión todos los días: «me aseguró de este modo que El suele hacerlo, que no se puede explicar pero que deja una gran seguridad de ser así» (31). Dios dispuso de tal forma las cosas que, a veces, incluso los mis­mos revolucionarios ayudaban a Micaela en el cumplimiento de sus deseos. De esta forma-comenta-«efectivamente sucedió que no perdí una misa ni una comunión» (32).

La misma asistencia divina acompañó a la santa en Bélgica, mientras estuvo acompañando a su hermano Embajador de España. Si un sacerdote se negaba a darle la comunión diaria porque no era costumbre en aquel en-

(25) Jn 6, 55. (26) Ss. XIII, cap. 2: Dz. 875. (27) nI, 79, 5 c. (28) "pan que comieron los padres" (Jn 6, 58). (29) Cf. nI, 79, 4 c. (30) A 125. (31) A 73. (32) !bid.

Page 6: ESPIRIWALIDAD EUCARISTICA DE MADRE SACRAMENTOgenerosidad total a la llamada de Dios. Pero Madre Sacramento se abrió plenamente al diálogo con el Señor, y comulgó todas las riquezas

ESPIRITUALIDAD EUCARÍSTICA 405

tonces, Dios intervenía, y el sacerdote se disculpaba: «he tenido gran pena en quitársela-la comunión-a Vd.» (33).

La eucaristía era su alimento necesario para vivir. Por motivos de sa­lud, su cuñada tuvo que regresar" a España desde Bélgica. Madre Sacra­mento fue su compañera. Al ver los preparativos del viaje--dice--«me temí perdería mis comuniones, único consuelo que tenía mi alma y corazón» (34). Pero el Señor tampoco falló esta vez al compromiso. Durante el viaje «siem­pre encontraba a punto en todas partes la misa y comunión» (35). El dis­ponía las cosas, en ocasiones milagrosamente, para que no faltase el pan de los ángeles.

Otra vez, estando con su cuñada en los baños de Spa, se lamentaba pen­sando que algún día no podría recibir la comunión. El Señor ratificó su compromiso: «tú no me faltes, que Yo no te faltaré jamás» (36). Los dos guardaron fidelidad. Y así, refiriéndose a este compromiso, Madre Sacra­mento escribe: «esto fue el año 1847, en julio creo. Y hoy que estamos en 1865: ni un día dejé de hallar al Señor, siendo necesario muchas veces que el Señor hiciera milagros para que esto se cumpliera» (37).

Santa Micaela experimentaba verdaderamente la gracia de la comunión eucarística: alimento diario del espíritu y sentía la necesidad urgente de recibir todos los días a Jesucristo. Cuanto más intensamente vive el hombre su fe, más desea la intimidad con el Señor y, en resumen, la comunión sa­cramental. Se explican ahora las declaraciones de los testigos en el proceso: «pedía continuamente a Dios Nuestro Señor que le concediese durante toda su vida tan señalado beneficio (38). Cuando estaba enferma «solía levan­tarse exclusivamente con objeto de comulgar» (39). Y siempre «disponía sus viajes de manera que nunca le faltase la comunión» (40).

Para ella la comunión era todo: su alimento y su mayor consuelo. Ma­ría Asenjo declara: «la oí decir que la mayor aflicción de su alma sería no poder recibir la comunión» (41). Sin la comunión no podía vivir. En cierta ocasión, habiéndole prohibido comulgar su Director, «sentía tal pena que creo que si durara, ella sola sería bastante a quitarme la vida» (42). Fue grande la abnegación a que llegó nuestra santa. Para desprenderse de cual­quier gusto sensible en la comunión, dejó de comulgar dos días separados en el transcurso de seis meses. Y comenta: «pensé que si esta pena du­rase tres días, me quitaría la vida (43). Claro es que en esta experiencia mística hay una intervención del espíritu que produce en el alma sentimien­tos imperceptibles a la sola razón.

M. Sacramento vivió ese gran dogma católico: la eucaristía es alimento

(33) A 86. (34) A 123. (35) A 128. (36) A 107. (37) Ibid. (38) PIV Ss. LXVIII, Sor Corazón de Maria, f. 422. (39) !bid. Ss. LX, Sor Catalina de Cristo, f. 707 v. (40) Ibid. Ss. XLII, D. Luis Mufiiz, f. 237 v. (41) !bid. Ss. XXI, f. 128. (42) A 382. (43) P 41.

Page 7: ESPIRIWALIDAD EUCARISTICA DE MADRE SACRAMENTOgenerosidad total a la llamada de Dios. Pero Madre Sacramento se abrió plenamente al diálogo con el Señor, y comulgó todas las riquezas

, ji

406 J. ESPEJA OP

espiritual de las almas. Pero nuestro alimento corporal tiene efectos bien conocidos: sostiene al organismo, hace posible el desarrollo del hombre, repara las fuerzas perdidas en el trabajo y causa placer al asimilarlo. Aná­logamente-concluye Santo Tomás-el pan eucarístico «sostiene, aumenta, repara y deleita» (44).

Sostiene

Llevamos en nuestra naturaleza la consecuencia del pecado original. El bautismo quita la mancha. Pero la concupiscencia permanece y con ella la posibilidad de pecar. El enemigo es nuestra propia carne. Y sin embar­go, hay que mantener en nosotros el espíritu evangélico, caminando con los ojos puestos en el cielo. La comunión eucarística nos defiende y nos mantiene fieles al Señor.

M. Sacramento también experimentó esa lucha. La sintio en su propia carne. Pero comulgó todos los días. Y con la virtud de esa comunión, man­tuvo su vida espiritual y las fuerzas para seguir luchando: «este día, como era consiguiente, sufrí como los demás. Comulgué deshecha en llanto ... Me quedé después de la comunión tranquila y en paz» (45). Ahí está el efecto primero del pan eucarístico: nos mantiene en gracia contra las tentaciones que diariamente nos invaden,. haciendo presente a nios en nuestra vida.

Santa Micaela sufrió muchas. injusticias y calumnias. Su existencia fue continua actividad batalladora. Lo exigía la misión que Dios le había en­comendado. Los cimientos de su hermosa obra, como toda obra redentiva, fueron el abandono, la pobreza y la persecución. Sólo con una fe inque­brantable y una confianza plena en Jesucristo, pudo mantenerse firme. En­contraba esta firmeza en la eucaristía.

Jesús Sacramentado estaba siempre muy cerca de sus necesidades. Fal­taba dinero para alimentar a las colegialas de Madrid y-cuenta-«me en­tré en una Iglesia a pedir socorro a mi refugio al Santísimo» (46). En otro apuro, «como mi refugio para todo es el Santísimo, y yo le trataba como mi mayor amigo, le puse una carta ... y la mandé poner debajo de la cus­todia» (47). Lo mismo ocurre cuando un comerciante la apremia con in­sultos: «me fui a la capilla, a pedir al Señor fuerzas y luz en tal apuro. Salí muy fortalecida» (48). En fin, resume ella misma: «es muy común y casi diario, el ser socorrida por el Santísimo en los apuros» (49).

Pero no sólo es en las necesidades económicas. La santa tenía un tem­peramento fuerte y finamente sensible. Debió sufrir mucho cuando todos la ahandonaron, e incluso la persiguieron. Tuvo momentos de angustia al verse despreciada e injustamente herida en su amor propio. Fue en uno de estos momentos cuando escribió: «me fui a la capilla a pedir a Dios luz

(44) III, 79, 1 c. (45) ER 1869, p. 48 s. (46) A 49. (47) A 204. (48) A 408 a. (49) 11' 60.

Page 8: ESPIRIWALIDAD EUCARISTICA DE MADRE SACRAMENTOgenerosidad total a la llamada de Dios. Pero Madre Sacramento se abrió plenamente al diálogo con el Señor, y comulgó todas las riquezas

ESPIRITUAUDAD EUCARíSTICA 407

y paciencia que es lo que más necesito yo en estos casos tan violentos para mi orgullo» (50).

Las calumnias afectaban mucho a su corazón sensible. Para no caer en la ira o desánimo, se acercaba «a buscar mi refugio en el sagrario» (51). El pecado la amenazaba también, como a todos los mortales; y de la Euca­ristía esperaba ayuda y defensa. En un coloquio ante el Santísimo, exclama: «cómo me veo; y las [faltas] que aún cometeré, si no me guardas tú, Dios mío» (52).

Ahora se explica la unánime declaración de los testigos en el proceso. El Señor de la eucaristía era su «principal auxiliador en todas las ne­cesidades y estrecheces» (53). Sólo en El «buscaba remedio y consue­lo» (54). Al sagrario «acudía en todos sus apuros» (55) y «en demanda de socorro se postraba ante Jesús Sacramentado» (56). Después «tenía su con­fianza en su Santísimo Sacramento» (57); de El «esperaba todo» (58), in­cluso «los cosas más difíciles de conseguir» (59). Y el Señor siempre la escuchaba: «todo lo encontraba en el Sagrario» (60).

Cuando en agosto de 1865, Madre Sacramento disponía su viaje para Valencia; llevaba el presentimiento de que allí terminaría su vida terrena. Al despedirse en Madrid de sus hijas tan queridas, su corazón se entris­teció mucho. También en esos momentos necesitaba ayuda del sagrario. Un testigo declara: «entró dos o tres veces en la capilla, como agitada y arrebatada de color. Desde la puerta de la capilla miraba ... se iba y volvía después a entrar» (61). Ya en Valencia, segura de que llegaba la hora de la prueba, otra vez acude al Santísimo: «que avisen a las Casas y pongan Manifiesto» (62).

Así fue la vida de Santa Micaela. Actividad militante, apoyada y sos­tenida por el Señor presente en la eucaristía. La Bula de Canonización des­taca entre sUs virtudes, una «fortaleza invicta» (63). Es natural: comulgó todos los días el pan que mantiene a los hombres en su caminar por la tierra. Ella se abrió totalmente al don de Dios, y recibió fuerzas para seguir caminando hasta llegar a la tierra prometida.

(50) A 535. (51) ER 1860, p. 50. (52) ER 1862, p. 121. (53) PIV Ss. XIII, Sor Elena de la Cruz, f. 80. (54) Ibid. Ss. XXI, D." María Asenjo, f. 130. (55) Ibid. ~s. LXX, Sor Corazón de María, f. 471.. (56) Ibid. Ss. CXXXVII, Sor María Anunciación, f. 940. (57). Ibid. Ss. XVI, Don Juan García, f. 352. (58) Ibid. Ss. XXI, Dofia· María Asenjo, f. 130. (59) !bid.· Ss. LXX, Sor Corazón de María, f. 471 v. (60) Ibid. Ss. CXI, Sor Catalina de Cristo, f. 704. (61) Ibid. Ss. XC, Sor Catalina de Cristo, f. 694. (62) Ibid. Ss. LXVII, Sor Corazón de María, f. 412 v. (63) Página 19.

Page 9: ESPIRIWALIDAD EUCARISTICA DE MADRE SACRAMENTOgenerosidad total a la llamada de Dios. Pero Madre Sacramento se abrió plenamente al diálogo con el Señor, y comulgó todas las riquezas

408 J. ESPEJA OP

Aumenta

Es otro efecto de la comida material: hace posible el desarrollo del or­ganismo, aumenta su vitalidad. En el plano de la gracia, el bautismo nos incorpora a Jesucristo. Todos los bautizados formamos un' solo cuerpo con El y en El. Pero esta unión llega a ser realidad perfecta mediante la comu­nión eucarística. Gracias a ella nos transformamos cada día más en El, im­primiendo en nosotros su imagen y sus misterios. Crecer a la medida de Cristo, plenitud de gracia, equivale a desarrollar la vida espiritual. La co­munión sagrada nos incorpora a Cristo y así aumenta nuestra vida.

M. Sacramento es un ejemplo admirable de vida cristiana. Comulgando el pan eucarístico profundiza cada vez más en la consagración del bau­tismo, hasta llegar a la Íntima unión con Jesucristo. Luchó por evitar el pecado y dominar sus pasiones, particularmente su carácter demasiado enérgico. Le empujaba a esta lucha el deseo ardiente de vivir en comu­nión con Dios. Este deseo es una gracia, que ella recibía en el banquete sagrado. Cada encuentro con el Santísimo «me infunde un deseo de no se­pararme de El en la vida si ser pudiera» (64).

Con este deseo pone manos a la obra. Traza un programa de purifica­ción. Y llega a esa confianza plena en manos del Señor: de la comunión saca fuerzas-dice-para «dejarle obrar en mí como sea su voluntad, sin resistirme en nada de lo que sea su agrado mandarme» (65) . Ya tenemos el ideal de la perfección evangéHca: comunión con Dios en Jesucristo Sa­cramentado. Así podríamos definir la vida de Madre Sacramento. En se­guida veremos algunos detalles de esta comunión.

Es verdad que la eucaristía nos hace crecer a la medida de Cristo, aumentando así nuestra vida espiritual o comunión con Dios. Pero la comu­nión total, efecto acabado de la eucaristía, sólo tendrá lugar en el cielo. Por ello Santa Micaela, viviendo este crecimiento en el Señor, desea llegar hasta la comunión plena: «porque deseo la muerte para unirme a mi Dios, no lo sé; pues le acabo de recibir en mi pecho» (66).

Repara

En nuestra lucha diaria hay momentos de cansancio y apatía, imper­fecciones y faltas leves. Al fin y al cabo, pérdida de fuerzas. Y es necesario repararlas continuamente porque la lucha es continua. También para esto recibimos la sagrada comunión.

Madre Sacramento experimentó el desánimo ante las injusticias e in­comprensiones. Necesitó actualizar muchas veces su fe, levantar el corazón al cielo. Para ello encontraba ayuda en el Santísimo: «yo recobré mi espí­ritu y fuerza de espíritu que bien se necesita. Pero yo le tengo en el Sa-

(64) A 34. (65) ER 1860, p. 61. (66) Ibid.

Page 10: ESPIRIWALIDAD EUCARISTICA DE MADRE SACRAMENTOgenerosidad total a la llamada de Dios. Pero Madre Sacramento se abrió plenamente al diálogo con el Señor, y comulgó todas las riquezas

ESPIRITUALIDAD EUCARíSTICA 409

grario» (67). También debía sentir cansancio cuando en su Autobiografía escribe que al comulgar «quedé muy mudada... con gran paz y alegría para trabajar y sufrirlo todo» (68). Sin duda tuvo algunos momentos de menor fervor espiritual; pero en la comunión encontraba su alivio. Después de comulgar-escribe en los ejercicios de 1859-«recuperé mi estado habi­tual de la presencia de Dios, propósitos de vigilarme mucho y ajustar mi vida» (69). La comunión, en fin, la hacía reponerse del cansancio y de la apatía. Ella misma afirma que le daba «como fuerza física y cierta energía contraria al abatimiento del mab> (70).

Nuestra santa pasó días amargos, a causa de unas religiosas francesas a quienes encomendó su primer colegio. Sufrió mucho: desprecios, vio­lencias y calumnias. Por fin logró que marchasen. Y después de una noche terrible, se acercó a la eucaristía para recobrar fuerzas: «mandé muy tem­prano recado al Cura párroco; y él nos dijo la misa y puso al Señor en el sagrario. Esto me dio a mí grandes fuerzas y me sentía con ánimo para todo» (71).

Madre Sacramento, bajo la luz del espíritu, se veía pecadora, llena de faltas y con temor. Y también aquí la eucaristía intervino como fuente de esperanza y posibilidad de reparación: «Jesús Sacramentado que es mi único consuelo. Este Jesús por quien vivo hace dieciséis años ... ¿le he de temer hoy que le necesito tanto para que me perdone tanta falta, tan­tas?» (72). No se puede condenar el alma que, arrepentida de sus pecados, recibe con amor y confianza al Señor presente en la eucaristía.

Deleita

Es la cuarta modalidad que el Doctor angélico encuentra en el efecto de la sagrada comunión. La liturgia llama a la eucaristía «pan del cielo portador de todo placer» (73). Y Santo Tomás afirma que en el banquete santo «el alma se deleita espiritualmente, gustando la dulzura de la bon­dad divina» (74). Como todos los sacramentos, este confiere gracia y ca­ridad. Pero la eucaristía además produce un deleite actual en el hombre que se abre a recibirla sin obstáculo (75). Deleite y gozo especiales que Santa Micaela experimentó abundantemente.

1. El Santísimo Sacramento es testimonio hermoso de amor divino ha­cia los hombres. «En él-declara el Concilio de Trento-nuestro Salvador derramó las riquezas de su amor» (76). Es el mayor signo de amor que

(67) Guadalajara. 5 abril 1862. a la Hna. Caridad. es UI p. 268. (68) F 52. (69) ER 1859, p. 15. (70) ER 1862, p. 113. (71) A 234. (72) ER 1862, p. 120 s. (73) Verso del himno en las visperas del "Corpus". (74) IU, 79, 1 ad 2. (75) Cf. III, 79, 8. (76) Ss. XIII, cap. 2, Dz. 875.

17

Page 11: ESPIRIWALIDAD EUCARISTICA DE MADRE SACRAMENTOgenerosidad total a la llamada de Dios. Pero Madre Sacramento se abrió plenamente al diálogo con el Señor, y comulgó todas las riquezas

! ¡

410 J. ESPEJA OP

Jesucristo puede darnos actualmente. Es verdad que la Pasión testifica de modo pleno la grandeza de este amor, pues el amor se mide por el sacri­ficio y allí el Señor dio su vida por nosotros. Pero ahora su cuerpo es ya glorioso: no puede morir. Y su amor se mantiene de modo admirable en el Sacramento de su muerte.

Bajo la luz del espíritu, M. Sacramento vivió ese amor manifestado en la eucaristía: «no sabemos... lo que es Dios por el Santísimo» (77), esto me saca a mí de quicio o de juicio» (78). Y lógicamente respondió con amor y gratitud: «me fui a comulgar y ... deseé amarle» (79). Y es que «tanta grandeza-escribe en otra ocasión-no cabe en un corazón tan pequeño» (80). Se explican ahora los deseos que la animaban a des­agraviar al Señor por tantos desprecios a su amor. Para cumplir estos de­seos, brotó en su alma la idea de fundar un Instituto de Esclavas del San­tísimo Sacramento. Fruto de esta vivencia era también su alabanza con­tinua al Señor por este don admirable. Frecuentemente exclamaba: «mil veces seas, Señor, bendito por haberte quedado sacramentado» (81). Sor Catalina recuerda una hermosa letrilla que la santa cantaba y hacía can­tar a sus acompañantes: <<Alabemos al Señor-que tras de tanto tormento­se quedó en el Sacramento-como víctima de amor» (82). Verdaderamente en la eucaristía el Redentor ha dejado su sacrificio a la Iglesia y a los hombres (83).

De aquí viene la tierna devoción de Santa Micaela al Sagrado Corazón de Jesús «en que Dios nos ha concedido los tesoros de su amor» (84). El tesoro mayor es, sin duda, la eucaristía. Es muy significativo el que Madre Sacramento encargase labrar una custodia en forma de corazón. Aún la conservamos como preciosa reliquia. En la fiesta del Sagrado Corazón gus­taba muy especialmente el amor que Jesús ofrece al hombre en el Santísi­mo Sacramento. Y ella respondía con amor «renovando sus votos», con tal devoción que «manifestaba hasta en el semblante... las llamas que abrasaban sus entrañas ... y dulzuras en que abundaba su alma» (85).

Esta experiencia mística la llevaba a trabajar para que todos los hom­bres respondieran al amor. Fue la consigna de las Adoratrices, sus hijas: «que en el amor de Jesús Sacramentado, nadie nos lleve ventaja jamás, hijas mías» (86). Para que los hombres sepan responder al Señor «doy cuanto puedo, soy y tengo» (87). Un testigo declara en el Proceso: «Di­rigió M. Sacramento todas sus acciones, todas sus miras, a procurar el

(77) Barcelona, 10 novbre. 1861, a la Hna. Rosario: CS !II p. 170. (78) ER 1864, p. 151. (79) ER 1860, p. 58. , (80) Madrid, 13 junio 1862, a unas monjas de clausura: CS III p. 306. (81) ER 1861, p. 81. (82) PIV Ss. CXI, f. 704. (83) En la ley nueva el verdadero sacrificio de Cristo se comunica a los fieles

bajo las especies de pan y vino <III, 22, 6 ad 2). (84) Oración de vísperas del Sagrado Corazón de Jesús. (85) PIV Ss. CXXII, Sor Felipa Fernández, f. 801, v. (86) Valencia, 2 noviembre 1862, a la Hna. caridad Superiora de Madrid; CS

!II p. 385. (87) Murcia, 10 dicbre. 1862, a la Superiora de Zaragoza: CS !II P. 418.

Page 12: ESPIRIWALIDAD EUCARISTICA DE MADRE SACRAMENTOgenerosidad total a la llamada de Dios. Pero Madre Sacramento se abrió plenamente al diálogo con el Señor, y comulgó todas las riquezas

ESPIRITUALIDAD EUCARÍSTICA 411

mayor honor y adoración a tan augusto misterio» (88). Aquí se resume toda su vida y obra.

2. Pero dejemos esta consideración. Santo Tomás, hablando de la co­munión sagrada, dice que causa un deleite o gusto especial. También lo experimentó con exquisitos matices nuestra santa. Sirvan de ejemplo al­gunas expresiones: al comulgar «deseé amarle; y este deseo con vehemen­cia me hizo feliz» (89); «recibí al Señor con extraordinario consuelo» (90); «comulgué con grandes consuelos» (91); «perfumó con suavísima fragancia su mansión» (92). En las comuniones que recibió acompañando a su cu­ñada desde Bélgica a España, «me regalaba mucho» (93). Es muy signi­ficativa su declaración: «me daba un consuelo tan extraordinario en la comunión que por muchos años he creído lo sentían todos generalmente en la comunión, y así hablaba de ello como que les sucedía iguab> (94). Entre los favores recibidos unida al sagrario, cuenta: «son muchas veces las que mi alma... [ha sentido] unas explicaciones y afectos muy particu­lares y muy variados» (95). Como fruto de esta experiencia, surgió la Guar­dia al Santísimo: «para desahogo del alma, para descanso del espíritu y consuelo del corazón» (96). M. Sacramento fue la primera en hacer la Guardia en Madrid y confiesa muy significativamente: «lloré de gozo» (97).

El amor consumado lleva consigo la satisfacción del alma. El Santí­simo «dejaba una paz y un gozo especial, que me tuvo recogida todo el jueves y viernes» (98). En otra ocasión, escribe: «me quedó en vez del malestar que sentía, una gran paz y un cierto contento interior que no sé explicar» (99). Es el resultado de vivir la presencia real de Jesucristo cuan­do el espíritu obra en el hombre «sentí al Señor unido a mi alma y dentro de mí con gran gozo y paz y como fuego que atravesaba mi pecho» (100). Es la íntima alegría de sentirse amado por un Dios Padre infinitamente bueno: este pensamiento «me hizo feliz» (101). Debía ser éste un gozo extraordinario, pues según declaran los testigos «... no pudiendo contener dentro de su seno la espiritual alegría que rebosaba por todos los sen­tidos» (102).

Pero hay más. A diferencia de los otros sacramentos, la eucaristía, por su propia virtud, hace brotar actos de amor en quien la recibe, gozándose el alma en la grandeza de la bondad divina (103). Si esto falla en la

(88) PIV Ss. eXXXVIII, Sor María de la Anunciación. f. 937 v. (89) ER 1861, p. 58. (90) F 36. (91) ER 1859, p. 15. (92) Madrid, 1 junio 1862, a unas monjas de clausura: es nI p. 306. (93) A 160. (94) A 162. (95) F 12. (96) RI 104. (97) A 35. (98) F 85. (99) ER 1862, p. 113. (100) F 241. (101) F 79. (102) PIV Ss. XXXV. D. Joaquín Mufiiz, f. 197 v. (103) ef. III, 79, 1 ad 2.

Page 13: ESPIRIWALIDAD EUCARISTICA DE MADRE SACRAMENTOgenerosidad total a la llamada de Dios. Pero Madre Sacramento se abrió plenamente al diálogo con el Señor, y comulgó todas las riquezas

412 J. ESPEJA- OP

práctica es porque el hombre no se entrega plenamente al diálogo con Dios. M. Sacramento se confió al Señor y vivió con intensidad esta expe­riencia mística: «me fui a comulgar y ... deseé amarle con vehemen­cia» (104). Otra vez en Santander pensando en la comunión «prorrumpí en actos de amor» (105). Y en los ejercicios de 1862 escribe: después de comulgar «perdía el juicio en expresiones de amor» (106). Encontramos aquí la confirmación admirable de una hermosa doctrina de Santo Tomás, cuya práctica resultaría imposible sin la intervención del espíritu de Dios en el alma. M. Sacramento nos enseña que esa intervención es real cuando el hombre se entrega plenamente a la llamada del Señor.

3. Se comprende ahora el deseo ardiente de nuestra santa por recibir el pan vivo: «siempre espero la sagrada comunión con ansia e impacien­cia... se me hace larga y penosa la noche, que es como una distancia in­mensa que me separa de unirme a mi Dios» (107). Su mayor sufrimiento era dejar la comunión. Fácilmente se comprende cómo se preparaba. Un testigo declara que «todas las acciones de la Sierva de Dios eran una pre­paración continuada a recibir la sagrada comunión» (108). Podemos su­poner también el fervor que inundaba a su alma en estos momentos. Sor Ignacia Domenech afirma: «no encuentro palabras para poder explicar­lo» (109). Según otras declaraciones en el Proceso, «comulgaba todos los días con el fervor de un serafín» (110). Y, después de comulgar, «su rostro estaba como transfigurado» (1l1). Otras veces « ... exhalando frecuentes y profundos suspiros, mezclados con abundantes y fervorosas lágrimas» (112).

En verdad, Santa Micaela vivió el mensaje de amor que Dios nos envía en el Santísimo Sacramento. Gustó plenamente el pan de vida, alimento que sostiene al hombre en su caminar por la tierra; repara las fuerzas per­didas en la lucha de cada día; y aumenta la vida espiritual hasta llegar a la perfecta comunión con Dios en Jesucristo, gustando la bondad di­vina.

C) COMUNIÓN y PRESENCIA

La comunión con el Santísimo para nuestra santa no se reducía al mo­mento de comulgar. Más bien informaba toda su existencia y actividad. Ya hemos visto al principio algunas expresiones llenas de amor hacia la eucaristía. Este amor lo manifestaba en relación con todas las cosas per-

(104) F 79. (105) F 237. (106) ER 116. (107) A 189; F 36. (108) PIV Ss. LXVIII, Sor Corazón de María, f. 418. (109) Ibid. Ss. CXXX, Sor Maria Ignacia Domenech, f. 904. (110) !bid. Ss. LXVIII, Sor Corazón de María, f. 418. (111) !bid. Ss. XXXV, D. Joaquín Mufiiz, f. 197 v. (112) Ibid. Ss. CXXVIII, Sor Felipa Fernández, f. 812 v.

Page 14: ESPIRIWALIDAD EUCARISTICA DE MADRE SACRAMENTOgenerosidad total a la llamada de Dios. Pero Madre Sacramento se abrió plenamente al diálogo con el Señor, y comulgó todas las riquezas

ESPIRITUALIDAD EUCARíSTICA 413

tenecientes de algún modo al Sacramento· del Altar, definía su vida de oración y animaba sus actividades.

l. Todas las cosas relacionadas con el Santísimo la inspiraban devo­ción. Una vez fue limpiando un cáliz: «sentí un fervor tal, que pasé con él entre mis manos más de una hora sin darme cuenta» (113). En otra ocasión, contemplando el cáliz elevado en la misa, «me trastorné y recogí de modo que no sé el tiempo que me estuve en medio de la iglesia de cara a la capilla» (114).

Sentía devoción especial ante el Santísimo expuesto. Lo llama «bálsa­mo que cura todas mis dolencias» (115). Frecuentemente, mirando con amor a la custodia, recibía especiales gracias: «de qué gozo, Señor, inun­daste mi alma, tú lo sabes cuando te vi salir del sagrario» (116). En otra ocasión, encontrándose inesperadamente con el Señor expuesto: «qué gozo sentí y cómo se lo agradecía» (117). Los testigos en el Proceso declaran que ante el Manifiesto «la veíamos todas ordinariamente con el rostro en­cendido y notábamos las palpitaciones de su corazón por los movimientos de la ropa exterior» (118). Cuando había exposición en la capilla «sólo se retiraba de la real presencia brevísimos momentos para tomar algún ligero alimento» (119).

El «Corpus» es la fiesta del Santísimo Sacramento. «En las procesio­nes... iba muy cerca del Señor, Q sea, delante de la custodia ... notando en su semblante y expresiva mirada de sus ojos, que en aquellos momen­tos debía estar su corazón inflamado de santo amor» (120).

El sagrario contiene al Señor. Estar en la capilla durante largas horas -declaran los testigos-era «su delicia y descanso» (121). Delante del sa­grario pasaba mucho tiempo «en la más fervorosa oración» (122), tan enar­decida, que lo manifestaba al exterior con señales que llamaban la aten­ción» (123). Otros afirman que, mientras permanecía junto al Santísimo, «se distinguía ... por su especial recogimiento y fervor» (124), «parecía un ángeb> (125), y miraba atentamente «como embelesada» (126).

Todos los objetos relacionados con la eucaristía recibían su especial cuidado: «Procuró destinar las mejores joyas de nuestra Casa para enri­quecer y adornar la custodia y el copón, respondiendo así a los sentimien­tos de su alma ... Con los diamantes y otras alhajas de las primeras Ado­ratrices hizo labrar la actual custodia y un copón ... Buscaba los más ex­quisitos perfumes para la capilla y cuidaba con mucho esmero que la ha-

(113) A 385. (114) F 31. (115) Barcelona, 18 marzo 1863, a D. Pablo Yurre: CS IV, p. 2. (116) ER 1861, p. 81. (117) ER 1861, p. 74. (118) PIV Ss. XI, D." Elena de la Cruz, f. 70. (119) Ibid. (120) Ibid. Ss. LXX, Sor Juana Adriá, f. 788 v-789. (121) Ibid. Ss. LXVIII, Sor Corazón de María, f. 416 v. (122) !bid. Ss. XXIV, D. Joaquín Mufiiz, f. 197. (123) Ibid. (124) !bid. Ss. CXXIII, Sor Felipa Fernández, f. 821. (125) Ibid. Ss. CXLI, D." Manuela García, f. 970. (126) Ibid. Ss. CXXXII, Sor María de la Anunciación, f. 938.

Page 15: ESPIRIWALIDAD EUCARISTICA DE MADRE SACRAMENTOgenerosidad total a la llamada de Dios. Pero Madre Sacramento se abrió plenamente al diálogo con el Señor, y comulgó todas las riquezas

414 J. ESPEJA op

rina y el vino para la consagración fuesen de lo mejor y más preciado ... [Cortaba las hostias] sobre una peanita de finísima piel blanca, se ponía siempre delantal, manguitos y guantes blancos que sólo usaba para este objeto, utilizando para redondear las hostias unas tijerinas de las cuales no se hacía uso para ninguna otra cosa ... La lámpara era de plata en for­ma de corazón» (127). Son detalles que revelan un gran fervor y devoción tierna al Santísimo.

Cualquier cosa relacionada con este Sacramento la emocionaba gran­demente. Así le ocurrió una vez en la iglesia de los jesuitas de Valladolid, contemplando un cuadro. Representaba la profanación de la eucaristía: un judío llevaba un copón lleno de hostias: San Norberto le sorprendió y aparecía el copón tirado y las formas consagradas esparcidas en el suelo. M. Sacramento nos dice: «al verlas yo fue tal la pena y turbación que sentí..., que las hubiera borrado del cuadro con un torrente de lágrimas del corazón» (128).

2. En los ejercicios de 1861 escribe: «tengo un deseo que devora mi corazón de acompañar al Santísimo» (129). Un año antes había escrito a don Manuel Dronda: «si me. hacen a mí dejar el mío [mi amado esposo Jesús], dejo antes la vida» (130). Es verdad que este fervor tenía lugar especialmente en sus comuniones y ratos de oración ante el sagrario: «go­zaba comulgando, visitando el sagrario y hablando de las finezas del amor divino» (131). Pero la presencia eucarística se extendía a toda su vida y actividades.

Su oración giraba en torno a la eucaristía. Con ella «cualquier punto de meditación que eligiera venía a relacionarlo con la sagrada eucaris­tía» (132). Su director espiritual le solía decir: «Qué ingeniosa es usted para encontrarlo todo en la eucaristía» (133). Naturalmente donde mejor centraba su espíritu era en el misterio del amor que nos revela el pan sagrado. Esa meditación-escribe-«me saca a mí siempre de quicio» (134). Aunque no perdía habitualmente la presencia del Señor, sentía «gran ne­cesidad de pasar unas horas a solas con mi Dios, con mi amado Jesús sa­cramentado» (135).

3. La eucaristía animaba toda su vida. El Santísimo es «mi todo» (136). Quiso que la llamaran Sacramento «para tener el consuelo que me lo re­cordasen siempre que me nombrasen» (137). Dejó establecido que el sa­ludo en su Instituto fuera «Alabado sea el Santísimo Sacramento», que en todos los actos sus hijas comenzasen con esas mismas palabras, y que

(127) Ibid. Ss. XV, D.' Elena de la Cruz, f. 518 v-519. (128) F 231. (129) ER 1861, p. 83. (130) Barcelona, 4 novbre. 1861, a D. Manuel Oronda: CS HI p. 155. (13D PIV Ss. XV, D." Elena de la Cruz, f. 92-92 v. (132) Ibid. Ss. CXI, Sor Catalina de Cristo, f. 704. (133) !bid. (134) ER 1860, p. 50. (135) Madrid, 7 abril 1862, a la Superiora de Zaragoza: CS IH P. 272. (136) Santander, 24 dicbre. 1864, a la Superiora de Barcelona: CS IV p. 307. (137) A 465.

Page 16: ESPIRIWALIDAD EUCARISTICA DE MADRE SACRAMENTOgenerosidad total a la llamada de Dios. Pero Madre Sacramento se abrió plenamente al diálogo con el Señor, y comulgó todas las riquezas

ESPIRITUALIDAD EUCARíSTICA 415

imprimieran también en las puertas y entradas de las casas, en los libros de cuentas y en toda clase de papel (138). Serían «como el escudo de armas del Instituto» (139). Es emocionante ver en los autógrafos de la santa, que aún conservamos, la custodia dibujada en cada página. Esta presencia fue también uno de los objetivos de la Guardia al Santísimo, y la movió a escoger un día de retiro en la semana «para este día pensar en el santísimo» (140). Todo ello nos habla de una comunión perenne.

La comunión con el misterio eucarístico animó todas sus actividades. Cuando pedía limosna en Valencia, saludaba con las palabras «Bendito sea el Santísimo»: «gozaba yo en decirlo por todo el pueblo y que en cada calle se le nombrase y bendijese mil veces» (141). En sus viajes no perdía esa presencia. Cuando veía una iglesia, llena de gran alegría, exclamaba: «allí está la iglesia, allí está el Santísimo, allí está mi amado» (142). En los ejercicios de 1861 escribe: «me meto siempre en todos los sagrarios que hallo al paso» (143). Sor Corazón de María nos cuenta que al llegar a una ciudad donde no tenía casa, «todos los días quería ir a las cuarenta horas y, además, procuraba hacerse con la llave de alguna iglesia para poder entrar a las horas que podía y hacerla guardia y oración delante del Santísimo» (144).

4. También su actividad apostólica es fruto de esa comunión euca­rística: «voy a todas partes como indigna sierva del que pasó haciendo bien (145). La misión que el Señor le había encomendado era difícil y encontraba muchos adversarios. Por eso actuaba siempre en íntima unión con Jesucristo: «vamos, Señor, ven conmigo, que para ti y por ti salgo a pelear con el torbellino de enemigos que se presentan hoy en las calles. y viene como un manso corderito» (146).

Al leer su Autobiografía, da la impresión de que M. Sacramento fue y ella mismo se consideraba, como instrumento del Señor presente en el altar. Aparece esto con toda claridad en lo relativo a la organización y gobierno de su Instituto. Fue, sin duda, el quehacer principal de su vida, y en todas las dificultades Jesucristo actuaba como Director real de la obra: «yo no puedo decir en verdad que gobierno. El es el que todo lo hace seguramente; y con una humildad tan grande que se esconde para que se crea soy yo y no Ella que gobierna esta gran máquina» (147). Por las mismas fechas escribe al obispo de Avila: «[El] solo es el que go­bierna» (148).

(138) Cf. PIV Ss. CXI, Sor Ca.talina de Cristo, f. 704-704 v. (139) Véase la carta escrita el 22 de junio de 1863 a D. N. N. del Comercio de

Barcelona: CS IV p. 64. Véase también ib. la nota 3 de la p. 65. (140) A 363. (141) Valencia, 27 octubre 1862, al obispo de Avila: CS !II p. 375. (142) PIV Ss. CXI, Sor Catalina de Cristo, f.703 v. (143) ER 83. (144) PIV Ss. LXVIII, f. 417 v. (145) Cádiz, 6 mayo 1863, al Excmo. Sr. Diputado General de Guipúzcoa: CS

IV p. 23. (146) Madrid, 13 junio 1862, a unas monjas de clausura: CS III p. 306. (147) Madrid, 25 marzo 1861, a la Hna. Caridad: CS III p. 107. (148) Barcelona, 30 novbre. 1861: CS III P. 189.

Page 17: ESPIRIWALIDAD EUCARISTICA DE MADRE SACRAMENTOgenerosidad total a la llamada de Dios. Pero Madre Sacramento se abrió plenamente al diálogo con el Señor, y comulgó todas las riquezas

416 J. ESPEJA OP

Impresiona ver la unión profunda entre Jesús Sacramentado y Micaela. Forman como un solo principio de actividad. Como la causa principal y el instrumento: «El me ayuda. Pero yo también le ayudo, que sin mí no tenía El esta Superiora» (149).

Ella se entregaba al Señor: «no hay como ponerse en sus manos y de­jarse llevar como El quiera» (150). Estaba segura de que El era el res­ponsable de la obra y tenía plena confianza: «cielo.y tierra me han de servir. Y si me estorban los montes mi Señor, Superior, Amigo, y Amante y mi Esposo los aplanará» (151). Esto nos recuerda las palabras de Cristo: «tened fe en Dios. En verdad os digo que si alguno dijere a este mdnte: quítate y arrójate al mar, y no vacilare en su corazón, sino que creyere que lo dicho se ha de hacer, se le hará» (152). La entrega confiada al Se­ñor, esta sencillez filial que supone la negación de sí mismo y el ejercicio de tantas virtudes; es fundamento y clave de la perfección evangélica.

Viviendo esta íntima comunión, Santa Micaela iba con todos los pro­blemas al sagrario: «yo todo se lo consultaba y preguntaba [al Se­ñor]» (153). Se quejaba a El «como con un amigo íntimo» (154). Qué her­mosa resulta su confesión: «yo le digo: vamos, Señor, a ver cómo hacemos esto» (155). Y una vez en presencia de Jesucristo, «juntos resolvemos» (156). De ahí que el éxito sea también de ambos. Cuando la santa logra que no le quiten el Santísimo de la capilla, exclama: «triunfamos, Señor, triun­famos» (157).

5. Fueron grandes las dificultades que encontró para establecer el Ins­tituto de las Adoratrices. Pero en sus luchas siempre acudía al Señor: «[a El] iba con mis quejas ... y le decía me debía dar un camino para aprender a remediar las necesidades» (158). Hay muchos ejemplos. En cierta ocasión, llegó mediodía y no había nada para comer en el colegio: «lloraba yo al pie del altar y di unos golpecitos a la puerta del sagrario: Señor y mi Dios, mira, que no tenemos que comer» (159). Otra vez era después de una orden que creía mal dada: «me fui a pedir al Señor lo arreglara, como hago en todas mis cosas, con el Santísimo» (160). La obra era de Jesucristo y El dirigía en realidad: «si lo hago mal, El tiene gusto que yo vea cómo lo arregla» (161). M. Sacramento era consciente de ello y todo lo arreglaba con llamar a la puerta del sagrario (162).

Ahí dejaba seguras a sus hijas: «cuando salgo a la visita de alguna

(149) Valencia, 8 novbre. 1862, al Sr. obispo de Avila: es III p. 392. (150) Valencia, 12 septbre. 1861, a la Hna. Caridad: CS lIT p. 124. (151) Madrid, 8 agosto 1861, a D. Manuel Dronda: CS lIT p. 92. (152) Mc 11, 22-23. (153) A 365. (154) F 66. (155) Valencia, 8 novbre. 1862, al Sr. obispo de Avila: CS ITI p. 392. (156) Ibid. (157) A 281. (158) A 363. (159) A 374. (160) A 352. (161) Valencia, 2 novbre. 1862, al Sr. obispo de Avila: CS III p. 392. (162) Cf. A 376.

Page 18: ESPIRIWALIDAD EUCARISTICA DE MADRE SACRAMENTOgenerosidad total a la llamada de Dios. Pero Madre Sacramento se abrió plenamente al diálogo con el Señor, y comulgó todas las riquezas

ESPIRITUALIDAD EUCARfSTICA 417

casa, dejo toda mi gente en el sagrario metida y le hago al Señor respon­sable de ella» (163). Al fin y al cabo, eran esclavas del Señor. Por eso El las «cuida y guarda de tal modo que aturde» (164).

Ya en el gobierno y dirección particular de las casas, Jesucristo le avi­saba de cuanto ocurría en el colegio: «en la casa, oficinas, ya en las clases y demás» (165). Lo cuenta ella misma. Un día estando en misa mayor, «me avisó el Señor había fuego en la cocina» (166); «estando en misa otro día, tuve otro aviso que había fuego en una buhardilla» (167). Y así-escribe­«me presentaba donde había algo que cortar o corregir» (168). Esto traía a la Madre muchos compromisos «porque buscaban indagar quién me había dado cuenta» (169). Se explican ahora las declaraciones del Proce­so: «adivinaba los pensamientos, que nunca la podíamos engañar, y que siempre sabía cuanto pasaba en las casas» (170).

«Para mí la vida es Cristo» (171). Algo parecido a estas palabras de San Pablo escribía M. Sacramento en los ejercicios de 1862: «[Jesús] este por quien yo vivo» (172). En Jesucristo encontramos a Dios. Y su misterio está presente en la eucaristía. Por eso vivir en comunión con el Santísimo es comulgar también la vida de Dios. Santificarnos.

La existencia de Santa Micaela fue íntima comunión eucarística. Se abrió totalmente a la vida que Dios ofrece en la sangre de la Nueva Alian­za. Y así, comiendo el pan sagrado, creció a la medida de Cristo. Y su espíritu actuó en ella, causando esa profunda unión que el Señor ha pro­metido a quienes se le entreguen. Aunque fuera de nuestro pobre alcance humano, la comunión eucarística es don admirable que Jesucristo ofrece a todos: «permaneced en Mí y Yo en vosotros» (173).

n. COMUNION CON LA SANTISIMA TRINIDAD

La declaración del Señor es sublime: «como me envió mi Padre y vivo yo por mi Padre, así también el que me come vivirá por mí» (174).

Estas palabras resumen el plan de Dios sobre el mundo, la misión del Redentor y la esencia de la Iglesia peregrina en la tierra.

(163) F 92. (164) Ibid. (165) F 22. (166) F 29. (167) F 30. (168) F 22. (169) F 23. (170) PIV Ss. CXXXIII, Sor María Ignacia Domenech, f. 920. (171) Flp 1, 23. (172) ER 114. (173) Jn 16, 4. (174) Jn 6, 54.

Page 19: ESPIRIWALIDAD EUCARISTICA DE MADRE SACRAMENTOgenerosidad total a la llamada de Dios. Pero Madre Sacramento se abrió plenamente al diálogo con el Señor, y comulgó todas las riquezas

'! '

418 J. ESPEJA OP

Dios ha querido comunicar su vida a los hombres. La historia sagrada es manifestación de esa voluntad misericordiosa. El Verbo Encarnado es portador de la vida divina: «lleno de gracia y de verdad» (175) y la Igle­sia militante es la reunión de hombres que, en torno a la eucaristía, viven en comunión con la Santísima Trinidad.

El pan sagrado nos incorpora a Jesucristo y nos introduce en la vida de Dios. De ahí las dos expresiones que Santo Tomás indiferentemente emplea al señalar el efecto de la eucaristía: «perfeccionar al hombre, uniéndole con Dios» (176), o «alimentarle, uniéndole a Cristo». Unir a Cristo y a Dios viene a ser lo mismo. La eucaristía, introduciéndonos en Jesús, nos incorpora a la vida trinitaria. O de otra forma, nos comunica la vida de Dios en Cristo Jesús.

y se explica. El Señor, realmente presente en la eucaristía, pertenece a otro universo más profundo. En la segunda Persona de la Santísima Trinidad, unido Íntimamente al Padre y al Espíritu Santo (177): «El Es­píritu de verdad ... tomará de 10 mío y os 10 dará a conocer. Todo cuanto tiene el Padre es mío» (178). Por eso, comulgar a Jesucristo equivale a introducirse de algún modo en la misteriosa permanencia de las Divinas Personas.

Aquí está el sentido teológico de la eucaristía: «yo estoy en mi Padre; vosotros en mí y yo en vosotros» (179). Para esto vino Cristo al mundo e instituyó la Iglesia: «como tu Padre, estás en mí y yo en ti para que también ellos sean en nosotros» (180).

M. Sacramento vivió intensamente la presencia de la Trinidad en la eucaristía. Los mismos sentimientos que animaban su alma hacia el Hijo, se dirigían también al Padre y al Espíritu Santo. Al fin y al cabo, según declaró el Señor, amar a Cristo es amar al Padre; y separarse de El es aborrecer al Padre (181).

En los ejercicios espirituales de 1859 escribía: «siempre tendré gran devoción a la Santísima Trinidad» (182). Los testigos del proceso hablan de una «especial veneración» (183) y «suma devoción» (184). Y así cele­braba «con gran solemnidad la festividad de dicho sagrado misterio» (185), «cuya protección invocaba con frecuencia» (186), y «nos hacía rezar por cualquier cosa que se quisiera alcanzar, tres Padrenuestros en honor de las tres Personas» (187).

Y siguen las declaraciones. Esta devoción la movió a trabajar para

(175) Jn 1, 14. (176) IIr. 79, 1 ad 1. (177) "Yo estoy en el Padre y el Padre está en mi" (Jn 14, 10-11; 10, 30; 10,38). (178) Jn 16, 13-14. (179) Jn 14, 20. (180) Jn 17, 21. (181) Jn 15, 24. (182) ER 17. (183) PIV Ss. XX, D." Maria Asenjo, f. 125. (184) Ibid. Ss. LX, D. Juan Garcia, f. 347 v. (185) !bid. Ss. XXI, D." María Asenjo, p. 1:l5. (186) !bid. Ss. XX, D." Maria Asenjo, f. 118 v. (187) Ibid. Ss. CXXX, Sor Maria Ignacia Domenech, f. 897 v-898.

Page 20: ESPIRIWALIDAD EUCARISTICA DE MADRE SACRAMENTOgenerosidad total a la llamada de Dios. Pero Madre Sacramento se abrió plenamente al diálogo con el Señor, y comulgó todas las riquezas

ESPIRlTUAUDAD EUCARÍSTICA 419

fundar en Madrid una archicofradía en honor de este misterio (188). Y quedó bien impresa en la legislación de su Instituto: «Todo lo que se pueda hacer en memoria de la Santísima Trinidad para honrar las tres divinas Personas, será preferido» (189). Y en particular, ordenó «rezar el Trisagio diariamente» (190).

Vivió profundamente esta comunión con las divinas Personas. En su alma actuó el Espíritu Santo de un modo admirable. «[Pentecostés]-di­ce-es mi fiesta favorita» (191). Y su amor al Padre fue semejante al de Cristo Jesús. No es más que la consecuencia lógica de la comunión con el Señor Jesús, Segunda Persona de la Santísima Trinidad.

Veamos en concreto. San Juan afirma que en Jesucristo los hombres conocen al Padre, le aman y le glorifican. Es natural que, si M. Sacra­mento vivió intensamente la permanencia de Jesús, esas relaciones con el Padre sean también características de su espiritualidad.

l. CONOCIMIENTO DEL PADRE

En ocasión solemne J ésús se manifestó como la revelación del Padre, camino para llegar a El: «si me habéis conocido, conoceréis también a mi Padre» (192); el que me ha visto a mí, ha visto al Padre» (193).

Este mismo Jesús está presente en la eucaristía. No es, pues, extraño que Santa Micaela, en la comunión sagrada vivida con tanta plenitud, en­contrase también a la Trinidad.

En el Santísimo Sacramento contempló el misterio trinitario. Unas ve­ces preparándose para la comunión, «vio a la Santísima Trinidad» (194). Otras, después de recibir el pan sagrado, «vi cómo la Santísima Trinidad guarda mis votos» (195); con frecuencia «veía la Santísima Trinidad en la sagrada Forma cuando estaba manifiesto su Divina Majestad» (196). Ella misma cuenta entre los favores recibidos: «Estando el Señor mani­fiesto en la capilla, por tres veces en diferentes días he visto la Santísima Trinidad» (197). La visión debió ser frecuente durante la celebración del santo sacrificio: «en la misa, nuevo modo de ver la Trinidad» (198).

Un testigo en el Proceso trae un dato interesante. Como ella tenía estas visiones con mucha frecuencia, «nos preguntaba con la mayor naturali-

(188) ef. Ibid. Ss. LX, Don Juan Garcfa, f. 347 v. (189) RI 151. (190) PIV Ss. XX, D.' María Asenjo, f. 125. (191) Madrid, 5 junio 1862, a la Superiora de Barcelona: CS In p. 300. (192) Jn 14, 7. (193) Jn 14, 9. (194) PIV Ss. cxn, Sor Catalina de Cristo, f. 709. (195) EH 1861, p. 91. (196) PIV Ss. LXIX, Sor Corazón de María, f. 463 v. (197) F 50. (198) ER 1859, p. 11.

Page 21: ESPIRIWALIDAD EUCARISTICA DE MADRE SACRAMENTOgenerosidad total a la llamada de Dios. Pero Madre Sacramento se abrió plenamente al diálogo con el Señor, y comulgó todas las riquezas

420 J. ESPEJA OP

dad si también la veíamos las religiosas que nos hallábamos con ella en la capilla» (199). Y de hecho sucedió alguna vez que así fue en realidad, pues gozaron del mismo favor otras religiosas de la Comunidad: «en efec­to todas vimos en este día lo mismo» (200).

M. Sacramento debió tener revelaciones muy especiales del misterio trinitario. Entre los favores recibidos, escribe: «es muy común en la ora­ción comprender este misterio de muchos modos distintos con gran con­suelo de mi alma» (201) y más adelante: «comprendí en mí misma una explicación del misterio de la Santísima Trinidad que acababa de ver dis­tintamente» (202). En esta contemplación muchas veces se quedaba ex­tasiada: «me sucede cuando el Señor me explica el misterio de la Santí­sima Trinidad» (203).

Esta comprensión debió ser profunda: «muy claramente y con una cer­teza, como si no fuese cosa misteriosa» (204). Y dejaba en el alma «gran deseo de amar» (205), «grandes efectos» (206). Este es el conocimiento místico que compromete totalmente al hombre, que es al mismo tiempo intelectual y afectivo.

Esta experiencia tiene cabida dentro de la más pura teología. En el Santísimo Sacramento está realmente la Persona del Verbo Encarnado. Y lo que le constituye en Persona es la generación (207). Luego está ahí como Hijo, pues sólo como tal, es Persona. Pero no es un hijo al modo humano. El hombre una vez engendrado por el padre, vive ya separado e independiente del mismo. La generación trinitaria es una cosa hecha, pero eternamente presente en su realización. Donde está el Hijo está tam­bién el Padre, engendrándole, dándole filiación.

Pero hay más. El Hijo es también, juntamente con el Padre, principio del Espíritu Santo. Y esta segunda procesión trinitaria es como la primera eternamente presente y actual. Donde esté el Verbo estará también el Es­píritu Santo, término de la espiración.

La presencia de una Persona divina lleva consigo a las otras dos. El Verbo está personalmente en la eucaristía. Con El estarán de algún modo también el Padre y el Espíritu Santo.

Hasta aquÍ nos lleva la especulación teológica. Es verdad que muchas veces no gustan los hombres esa inefable presencia de la Santísima Tri­nidad en la eucaristía. Pero, cuando el alma se entrega plenamente a la comunión sagrada y se deja animar por el Espíritu de Dios, tiene la ex­periencia de esa realidad sublime. Es el caso de M. Sacramento.

(199) PIV Ss. LXIX, Sor Corazón de Maria, f. 463 v. (200) F 50. (201) F 70. (202) F 96. (203) A 461. (204) F 96. (205) !bid. (206) A 461. (207) Cf. S. Tomás, I, 34, 1; 42, 5.

Page 22: ESPIRIWALIDAD EUCARISTICA DE MADRE SACRAMENTOgenerosidad total a la llamada de Dios. Pero Madre Sacramento se abrió plenamente al diálogo con el Señor, y comulgó todas las riquezas

ESPIRITUALIDAD EUCARíSTICA 421

2. AMOR AL PADRE

Entre el Padre y el Hijo hay una corriente de amor desde toda la eter­nidad. Y en ese amor introduce también la comunión con el Verbo En­carnado: que el amor con que tú me has amado esté en ellos» (208). En Cristo encontramos el amor de Dios: «El que me ama a mí, será amado de mi Padre» (209). Y el amor a Cristo establece esa relación íntima, de amistad en las divinas Personas y el hombre: «Si alguno me ama ... mi Pa­dre le amará; vendremos a él y en él haremos morada» (210).

Es también consecuencia de la comunión trinitaria: «Todo cuanto tie­ne el Padre es mío» (211). De ahí que «el Padre os ama porque vosotros me habéis amado» (212). El amor a Cristo presente en la Eucaristía ló­gicamente lleva consigo el amor a las otras dos Personas divinas.

1. En M. Sacramento la Íntima comunión con Jesucristo Sacramen­tado es también intimidad con el mismo Dios. Su amor alcanza igualmen­te a Cristo y al Padre.

El amor de Dios en Jesucristo es la esencia del cristianismo: «yo digo amadas hijas, no hay más que amar al Amado y todo sobra» (213). Por eso, en noviembre de 1862 les había escrito: «que nuestro distintivo sea el amar a Dios como nadie» (214).

M. Sacramento encarnó esta vivencia con plenitud: «Cuantas personas trataron a la Sierva de Dios, se apercibían pronto del grandísimo amor que la inflamaba» (215). Muchas expresiones de sus escritos revelan los senti­mientos de su alma: Dios-escribe-es «mi amo y Señor ... , mi querido y mi todo» (216), «para mí es mi dicha» (217), «mi encanto y mi pasión dominante» (218).

En este diálogo de amor con Dios que es la vida espiritual, El tiene la iniciativa (219). El suscita los deseos de amor en el hombre mediante su gracia. Consciente de ello, M. Sacramento escribía a Mons. Fernando Blan-

(208) Jn 17, 26. (209) Jn 14, 21. (210) Jn 14, 23. (211) Jn 16, 14. (212) Jn 16, 27. (213) Cádiz, 29 abril 1863, a las Hnas. Caridad y Corazón: CS IV p. 17. (214) Valencia, 2 novbre. 1862, a la Hna. Caridad, Superiora de Madrid: es

!II p. 385. (215) PIV Ss. CXXX, Sor Maria Ignacia Domenech, f. 898. (216) Madrid, 8 octubre 1863, al Sr. Obispo de Avila: CS IV P. 137. (217) Cádiz, 4 mayo 1863, a D. Nicolás López Ballesteros: es IV p. 20. (218) Madrid, 9 enero 1863, a D." Jacoba Balzola: CS !II p. 433. La misma ex­

presión en otra carta desde Madrid, 13 junio 1862, a unas religiosas de clausura: CS III p. 306.

(219) Cf. 1 Jn 4, 19: "El nos amó primero". La justificación comienza con la llamada de Dios (cf. Conc. Trid. Ss. VI, cap. 5, Dz. 797).

Page 23: ESPIRIWALIDAD EUCARISTICA DE MADRE SACRAMENTOgenerosidad total a la llamada de Dios. Pero Madre Sacramento se abrió plenamente al diálogo con el Señor, y comulgó todas las riquezas

422 J. ESPEJA OP

co, «pídale Vd. que yo le ame, pero mucho. No me contento con amarle poco» (220).

Y el Señor le concedió este deseo: «Hay una paz en mi alma y un deseo de amar a Dios» (221). En otra ocasión declara: «yo, hijas mías, deseo amar a Dios» (222). Animada por este deseo va realizando su vida: «Oh, cuándo le amaré yo como deseo y es debido» (223). Tal es el ideal de los santos. Ideal que sólo tendrá realidad plena en el cielo. Pero que anima ya toda la vida terrenal: (mada amo más que al amante Jesús de mi alma: nada quiero, nada deseo más que mi Dios, que quema y abrasa como fue­go» (224).

Pero este deseo debe ponerse en práctica según las posibilidades y cir­cunstancias de la iglesia peregrina. En la justificación debe cooperar el hombre, respondiendo a la llamada de Dios. Santa Micaela lo sabía bien cuando escribe: «que no me quede en el deseo y en el proponer» (225).

2. Y así llevó a la práctica estas ansias de amor de Dios: «yo hago lo que puedo por mi parte» (226).

Sin embargo, otra vez la paradoja de la vida cristiana en la tierra. El hombre del espíritu nos inclina al amor de Dios. El de la carne, en cam­bio, pone dificultades para cumplir los buenos deseos: «deseo amarle y formo ya un contraste grande con mis obras y deseos» (227). Tenemos ya entablada la lucha, el estado de tensión propio de los que aún caminamos. M. Sacramento daba la consigna: «es preciso que se tenga hambre de Dios» (228). Si este deseo falta, no será posible mantenerse firmes en la lucha.

A pesar de esta lucha, M. Sacramento respondió y puso en práctica su vocación de amor. Sometió su voluntad a la del Señor: «mis deseos que son siempre los suyos» (229). Un año antes de morir, descubría su alma: «no diré como una balsa, sino como un horno que arde para servir a Dios» (230). Y a El dirigió en realidad su vida: «El corazón y pensamiento los mismos; en Dios y para Dios ofrece pocas variaciones» (231). En una carta al Obispo de Avila, refiere el lema que animaba su espíritu: «Soy de Dios» (232). Y lo realizó plenamente: «no me cuadra más que hablar de Dios, vivir por El» (233).

(220) (221) (222) (223) (224) (225) (226) (227) (228) (229) (230) (231) (232) (233)

Valencia, 15 marzo 1861: es UI p. 14. Barcelona, 30 novbre. 1861, al Sr. obispo de Avlla: CS III p. 189. Madrid, 13 junio 1'862, a unas religiosas de clausura: CS III p. 305. ER 1864, p. 152. Madrid, 29 enero 1860, a la Hna. Caridad: CS U p. 70. Valencia, 14 se:Pt;bre. 1861, a la Superiora de Madrid: CS III p. 126. ER 1862, p. 133. Madrid, 12 octubre 1862, al Sr. obispo de Avlla: CS III p. 360. PIV Ss. CXXX, Sor María Ignacia Domenech, f. 903 v. Madrid, 9 enero 1864, a D. Manuel Dronda: CS IV p. 175. Madrid, 7 febrero 1864, a la Superiora de Burgos: es IV p. 182. Murcia, 30 dicbre. 1862, a la Hna. Caridad: CS III p. 429. Valencia, 8 novbre. 1862, al Sr. obispo de Avila: CS JI! p. 391. F 241.

Page 24: ESPIRIWALIDAD EUCARISTICA DE MADRE SACRAMENTOgenerosidad total a la llamada de Dios. Pero Madre Sacramento se abrió plenamente al diálogo con el Señor, y comulgó todas las riquezas

ESPIRITUALIDAD EUCARíSTICA 423

3. El amor busca la presencia continua de la persona amada. Los tes­tigos del Proceso declaran que M. Sacramento «no perdía la presencia de Dios Nuestro Señor» (234). Esta presencia debió ser íntima, pues en los ejercicios de 1861 declara: «el alma vive en Dios y vive Dios en el alma» (235). Pocos meses después escribe desde Madrid: «estoy en la ma­yor intimidad con el Superior» (236).

Impresiona ver cómo Santa Micaela se veía en Dios y experimentaba la presencia de Dios en su alma. He aquí algunas expresiones: «Este Dios mío, propio mío» (237). «¡Cómo estoy con mi Diosl Es todo mío. Sí, muy mío y yo toda suya» (238). Ella misma se da cuenta del alcance de estas expresiones y escribe por las mismas fechas: «es avaricia decirle mío, sí, que me parece es muy mío y yo toda muy suya» (239). Y en su Autobiogra­fía: «digo siempre mío a Dios porque le tengo por tan mío como si fuese yo sola para El» (240).

Bajo la acción del Espíritu, M. Micaela sentía el amor divino hacia ella: «lloro de gozo al ver lo que es Dios para mí» (241).

y se veía a sí misma como propiedad del Señor: «toda soy suya, por­que no hay palabras que lo digan; hay más lenguaje y palabras en el cora­zón que las que se pueden decir con letras humanas. AqUÍ son precisas las divinas» (242). De Dios era su corazón: «¿por qué no hablas, Dios mío, a tu corazón que es el mío, pues que mía ya no es [soy], soy tuya?» (243). Y del Señor también su querer: «Ya no tengo voluntad más que la de Dios» (244).

De esta forma su existencia es una respuesta al amor divino. Bien es­cribe ella misma: «El sólo me ocupa la vida» (245). El amor exige iden­tificarse de algún modo con la persona amada: <macer la voluntad de Dios porque este es mi deseo habitual» (246). Y también entrega amorosa: «no sé hacer nada mejor que obedecen) (247).

La gracia es una participación de la naturaleza divina. Introduce al hombre en la familia de Dios: cuando se vive en perfección, llega el alma a experimentar esa unión íntima con el Señor. El está presente en sus afec­tos íntimos: «Cuando tú, Señor, estás contento, yo me vuelvo loca» (248). Y también en los acontecimientos de cada día: «para mí no hay más que Dios en todo» (249). Naturalmente la presencia de Dios clara e indefec­tible sólo tendrá realidad en el cielo. Y en esta perspectiva, fácilmente se

(234) PIV Ss. LXXIX, Sor Corazón de María, f. 530. (235) ER 95. (236) Madrid, 20 agosto 1861, al Sr. obispo de Avila: CS III p. 100. (237) Barcelona, 30 novbre. 1861, al Sr. obispo de Avila: CS III p. 189. (238) Madrid, 21 junio 1861, al Sr. obispo de Avila: CS !Ir p. 68. (239) Valencia, 18 marzo 1861, a la Superiora de Zaragoza: CS !Ir p. 17. (240) A 503. (241<) Madrid, 14 junio 1865, a la Superiora de Burgos: CS IV p. 347. (242) ER 1862, p. 128. (243) Madrid, 20 agosto 1861, al Sr. obispo de Avila: CS Ilr P. 100. (244) ER 1862, p. 129. (245) Barcelona, 5 dicbre. 1861, a la Hna. Caridad: CS III p. 198. (246) ER 1864, p. 139. (247) Madrid, 28 junio 1861, a D." Candelaria Dronda: CS Ilr p. 73. (248) F 68. (249) Madrid, 21 junio 1861, al Sr. Obispo de Avila: CS !Ir p. 68.

Page 25: ESPIRIWALIDAD EUCARISTICA DE MADRE SACRAMENTOgenerosidad total a la llamada de Dios. Pero Madre Sacramento se abrió plenamente al diálogo con el Señor, y comulgó todas las riquezas

¡ .

424 J. ESPEJA OP

explica los deseos que a veces sentía M. Sacramento: «ve1'é a Dios si me muero; y me consuelo con morir» (250).

Dada esta intimidad con el Señor, se explican las declaraciones del Pro­ceso: «su confianza en Dios era ilimitada y esperaba contra toda esperanza las cosas más difíciles de conseguir» (251). Su propia confesión en 1862 es hermosa: «tengo una fe tan grande que no confío más que en El» (252). Se entregaba filialmente en sus manos paternales: «mi salud y vida corren de su cuenta» (253). Y esperaba con seguridad en Dios: «tanto que temo falte en esto por exceso» (254).

4. Amar a Dios fue la constante aspiración de su vida. Con la expe­riencia mística de este amor, se lamenta: «es un dolor que no se quiera ver lo que es Dios para el que le quiere amar» (255). Que los hombres le amen «es toda mi ambición» (256), «no quiero ser yo sola, quiero que todas amen conmigO) (257). Esta aspiración explica la vida apostólica admirable de nuestra santa.

Bajo la perspectiva del amor, enjuicia M. Sacramento el pecado, el in­fierno y los sufrimientos de esta vida.

El pecado es una ofensa a Dios, Padre bueno, que nos ama: «[pidan a Dios] que no le ofenda, que es un dolor sea yo ingrata» (258). El pecado va contra el amor de Dios. Y así escribe en los ejercicios de 1862: «con­fieso que ni la muerte, ni el juicio y ni el infierno me hacen la impresión que me causa considerar la ofensa de Dios mía y ajena, la ingratitud que encierra un solo pecado. Esta meditación va directamente a mi alma y co­razón» (259).

Las mismas penas eternas horrorizan sobre todo porque impiden la unión con el amado: Después de una meditación sobre el infierno, en los ejercicios de 1862, dice: «Las penas que he leído ¡qué horror! No, no me mueven. N o verás a tu Dios, alma mía, esta sí que es pena muy grande para mi corazón» (260).

En la economía actual de redención, es necesaria la purificación dolo­rosa. Santa Micaela se impuso duras y terribles penitencias. Pero el sufri­miento cristiano, es aceptable y hermoso como testimonio de amor: «qué consuelo es sufrir por amor suyo», escri:be al obispo de Murcia (261). Por eso es necesario abrazarse a la cruz: «porque así se prueba el fino amor» (262).

No es que el sacrificio sea agradable en sí mismo. Pero los santos 10

(250) ER 1862, p. 122. (251) PIV Ss. LXX, Sor Corazón de Maria, f. 471-471 v. (252) Valencia, 8 novbre. 1862, al Sr. obispo de Avila: es IU p. 391. (253) Madrid, 9 enero 1864, a D. Manuel Dronda: es IV p. 175. (254) ER 1862, p. 152. (255) Valencia, 15 marzo 1861, al Sr. obispo de Avila: es IU 'P. 14. (256) Barcelona, 6 dicbre. 1861, a la Superiora de Zaragoza: es III p. 200. (257) Madrid, 13 junio 1862, a unas religiosas de clausura: es UI p. 305. (258) Madrid, 1'2 octubre 1862, al Sr. obispo de Avila: es UI P. 360. (259) ER 140. (260) ER 120. (261) Madrid, 18 agosto 1865: es IV p. 379. (262) Madrid, 7 febrero 1864, a la Superiora de Burgos: es IV p. 182.

Page 26: ESPIRIWALIDAD EUCARISTICA DE MADRE SACRAMENTOgenerosidad total a la llamada de Dios. Pero Madre Sacramento se abrió plenamente al diálogo con el Señor, y comulgó todas las riquezas

ESPIRITUALIDAD EUCARíSTICA 425

ven como expresión y exigencia del amor: «le amamos en sufrir» (263), y en esta perspectiva, se explican los sentimientos de nuestra santa: «es un placer tener algo que sufrir por Dios» (264), «y por su amor padecer es de­masiado dicha para mí» (265). El espíritu llega a actuar de tal forma con sus dones, que el sufrimiento resulta agradable. Cuando el alma experimen­ta el amor de Dios, no teme ningún dolor por fuerte que sea: «comprendo que nada por Dios me sería hoy penoso» (266).

En esta línea se encuentran las ansias de martirio que animaban a M. Sacramento. El martirio, la entrega total de la vida es el testimonio más fehaciente del amor. El amor de Dios la llevó a entregarse: «Yo sé decir a Vd. que si cien veces me hallase en mí opulenta casa y goces, la dejaría por Dios» (267). Y el mismo deseo le impulsaba al martirio: «quisiera ser mártir para probarme a mí misma que soy capaz de amar a un Dios tan bueno. Pídaselo Vd. que derrame toda mi sangre por amor suyo» (268).

En 1862 M. Sacramento escribe a unas monjas de clausura. Les habla­ba del amor de Dios: «este es mi sueño dorado, mi ambición, mi embe­leso y, como dije, es mi pasión dominante» (269).

Los hombres aman a Dios en Jesucristo. El mismo que vive realmente en la eucaristía. Comulgar el pan sagrado equivale a introducirse en ese amor divino. Ahí encuentra explicación el amor filial de M. Sacramento.

3. GLORIFICAR AL PADRE

La vida de Jesucristo es un homenaje cultual a Dios (270). Según el Concilio Vaticano II, Cristo en sus misterios realiza la perfecta glorifica­ción del Padre y es la plenitud del culto divino (271).

El misterio de la cruz está presente en la eucaristía: «Cuantas veces comáis este pan y bebáis este cáliz, anunciáis la muerte del Señor» (272). Por eso la comunión sagrada introduce al hombre en el sacrificio redentor y le proyecta al culto divino. Así los hombres glorifican al Padre en Jesu­cristo. Es otro aspecto fundamental que encontramos en la vida eucarís­tica de M. Sacramento.

El 1862 escribe a la Superiora de Zaragoza: «El celo por la gloria de Dios me devora y roba tiempo, corazón y vida» (273). Estas palabras de­finen su vida, hecha en la intimidad del sacrificio eucarístico.

(263) Madrid, 1 septbre. 1861, a la Hna. Caridad: CS III p .. 110. (264) Madrid, 23 mayo 1863, a las Hnas. Caridad y Pentecostés: CS IV p. 31. (265) Valencia, 5 marzo 1861, al Sr. obispo de Avila: CS III p. 14. (266) P 4. (267) Jerez, 14 mayo 1863, a las Hnas. Caridad y Misericordia: CS IV P. 27. (268) Madrid, 20 agosto 1861, al Sr. obispo de Avila: CS nI p. 100. (269) Madrid, 13 junio 1862: CS III p. 305. (270) "Todas sus acciones miran únicamente a la gloria del Padre y a la ma-

yor santificación del hombre." (Ene. Mediator Dei, 20 novbre. 1947 AAS 39, p. 527. (271) Cf. Consto De Sagrada Liturgia, cap. I, n.O 6. (272) 1 COl' 11, 26. (273) Murcia, 10 dicbre. 1862: CS In P. 418.

18

Page 27: ESPIRIWALIDAD EUCARISTICA DE MADRE SACRAMENTOgenerosidad total a la llamada de Dios. Pero Madre Sacramento se abrió plenamente al diálogo con el Señor, y comulgó todas las riquezas

,

¡ ,

426 J. ESPEJA OP

La gloria de Dios fue la determinante de su existencia y actividad, «el único blanco de sus deseos y aspiraciones» (274). Otros testigos declaran que «en todo su porte y conducta revelaba bien a las claras que sólo bus­caba la gloria de Dios» (275). Ella misma se define: «yo por la gloria de Dios lo hago todo y lo digo» (276). Y ciertamente en su actividad hay algo que da sentido: «hacer siempre lo mejor y lo que dé más gloria a Dios» (277). Sólo esto la mantiene en pie y la anima a luchar: «no puede usted pensar qué vida llevo tan ocupada, pero como es por Dios todo lo doy por bien» (278). Brevemente la glorificación de Dios era «como último fin de todas sus acciones» (279).

Servir a Dios

La glorificación o culto lleva consigo un acto de sumisión. Precisamente Jesucristo dio gloria al Padre inmolándose a Sí mismo por obediencia (280).

Ya hemos hablado cómo Santa Micaela llegó a identificar su voluntad con la de Dios. En los ejercicios de 1862 pide: «enséñame a hacer tu vo­luntad. Este es mi constante deseo» (281). Y un año más tarde ruega que la encomienden «para hacer en todo la voluntad del Señor cueste lo que costare» (282).

En su Autobiografía declara que la voluntad de Dios es «el único mó­vil de mis acciones» (283). Y en los ejercicios de 1860 revela el estado de su alma: «ya no puedo querer más que lo que quieras de mí» (284). De esta forma se propone «hacer en todo lo que conociera Dios quería» (285). Quiere ser obediente hasta el fin. «Mándame morir por ti» (286). Y aquí viene la idea de esclavitud al Señor. La sumisión a la voluntad divina prácticamente se traduce en servicio de Dios. Jesucristo es el Siervo pa­ciente de Yavé. Así entendía M. Sacramento su profesión religiosa: «Yo ... movida de deseo de serviros ... os hago voto de pobreza, castidad y obe­diencia» (287).

Ella misma se define como esclava del Señor: «estoy ya juramentada por ti... soy tu esclava» (288). Tiene conciencia clara de qqesu vocación es servirle y glorificarle: «Dios quiere que le sirva como El quiere ser

(274) PIV Ss. LXXVI, Sor Corazón de Maria, f. 514. (275) !bid. Ss. XXXVI, D. JoaqufnMufíiz, f. 209 v. (276) Madrid, 10 octubre 1863, a la Superiora de Burgos: CS IV p. 138. (277) Madrid, 7 enero 1'864, a D. José Iglesias: CS IV p. 170. (278) Madrid, 29 enero 1863, a la Superiora de Valencia:· es IrI p. 438. (279) PIV Ss. XXXVI, D. JOáquinMufíiz, f. 209 v. (280) ef. Ef 5, 2; cf. S. Tomás, IrI, 62, 5 c. (281) ER 10.7. . (282) Madrid, 9 enero 1864, a D. Manuel Dronda: es IV p. 176. (283) A 473. .. . (284) ER 47. (285) A 126. (286) ER 47. (287) ER 1861, p. 101. (288) ER 1860, p. 46-47.

Page 28: ESPIRIWALIDAD EUCARISTICA DE MADRE SACRAMENTOgenerosidad total a la llamada de Dios. Pero Madre Sacramento se abrió plenamente al diálogo con el Señor, y comulgó todas las riquezas

ESpmITUALIDAD EUCARíSTICA 427

servido» (289). Y acepta su vocación con alegría: «ni soy libre ni quiero serlo» (290).

Dios le mueve interiormente a la entrega: «lo quiero también con todo mi corazón» (291), «lo deseo con placer» (292). Siente la necesidad ur­gente «de ponerlo en práctica» (293). Y con la ayuda del cielo se propone: «Serviré a mí Dios como El quiere que le sirva» (294) «cueste lo que cues­te» (295).

Pido al Señor fuerzas para responder a esta llamada: «sírveme tú a mí, Dios mío, en que yo te sirva bien» (296). Es su continua plegaria: «dame, Señor, que yo te sirva» (297). Y la única preocupación es realizar prác­ticamente sus deseos: «ando con el temor de no acertar a servir al Señor como El pide y espera de mí» (298).

El Hijo vino al mundo para servir al Padre. Hoy está en la eucaristía para que todos los hombres lleguen a ser los siervos fieles del Señor. M. Sa­cramento experimentó en sí misma esta sublime realidad, comulgando a Jesucristo.

Culto divino

Los hombres glorifican a Dios reconociendo sus perfecciones y alabán­dole. Esto quiere decir culto divino.

En 1865 M. Sacramento escribe a Don Juan Ferreiro: «¡Bendito sea Dios I y yo puedo decir a Vd., sin mentir, que lo alabo a voz en grito» (299). Esta alabanza anima toda su existencia. También en las contradicciones: «Dios que permite las penas para que se le alabe en medio de ellas». Así es­cribe a Mons. Landeira, obispo de Murcia, cuando M. Sacramento marcha a Valencia por última.vez (300). La vida cristiana en la tierra es una con­tinua profesión de· fe en Dios y en sus misterios. Tal es la definición del culto divino.

Pero en la economía actual sólo hay culto agradable a Dios en Jesu­cristo o en su sacrificio. Y este sacrificio está presente en la eucaristía. De ahí que vivir la realidad de este sacramento lleva consigo ofrecer culto

. a Dios, y no es posible la verdadera adoración del Señor independiente­mente de la eucaristía. Como el Santísimo Sacramento contiene el amor de Dios hacia los hombres y la misma divinidad, honrar el misterio euca­rístico es también homenaje cultual hacia Dios.

(289) ER 1862, P. 128. (290) ER 1860, p. 47. (291) ER 1862, p. 119. (292) !bid. (293) Ibid. (294) ER 1862, p. 121. (295) P 4. (296) ER 1862, p. 128. (297) Ibid. (298) Madrid, 12 enero 1864, al Excmo. Sr. D. José López Crespo, obispo de

Santander: es IV p. 177. (299) Santander, febrero 1865: es IV p. 316. (300) Madrid, 18 agosto 1865: es IV P. 379-380.

Page 29: ESPIRIWALIDAD EUCARISTICA DE MADRE SACRAMENTOgenerosidad total a la llamada de Dios. Pero Madre Sacramento se abrió plenamente al diálogo con el Señor, y comulgó todas las riquezas

428 J. ESPEJA OP

Sor Catalina declara en el Proceso que es público y notorio que M. Sa­cramento consagró toda su vida a honrar y promover el culto y adoración a tan alto misterio (301) . Ya en concreto dirigía «todos los actos de su vida a procurar el mayor honor» (302). Otros testigos vienen a decir lo mismo: a ello «consagró toda su existencia» (303), «todos sus afanes» (304).

De ahí sus esfuerzos para que este culto se realizase lo más dignamente posible: «todos los obsequios eran para el Santísimo Sacramento. Y siem­pre inventaba nuevos modos de honrarle, pareciéndole poco cuanto en su obsequio se hiciera» (305). Su mayor entusiasmo estaba en destejar al Santísimo Sacramento» (306). Exigía «exquisito aseo, pulcritud y orden en todos los objetos del culto» (307). Y, aunque pasó serios apuros económi­cos, «nunca economizó, no quería economizar cosa alguna en los adornos, ornamentos y decoro del culto» (308). Sor Juana cuenta cómo siendo ella sacristana, la Madre le hacía notar: «mira, mira esos corporales que los planches bien, muy bien, pues a mí estas cosas me gustan limpísimas y sobremanera arregladas» (309).

Sabemos cómo este celo por el culto divino la movía a confeccionar or­namentos para iglesias pobres. Cómo «ella misma por sus manos confeccio­naba ramos de flores y otros objetos con que mejor adornar los alta­res» (310). Luis Muñiz declara que mientras estaba en Avila cuidaba «de la lámpara y aseo de la iglesia parroquial de Santo Tomás» (3U). Ya hemos visto con qué esmero confeccionaba el pan sagrado y cómo destinó las mejores alhajas para honrar al Santísimo.

Con estos sentimientos, dedicó el jueves a la adoración de S. D. Ma­jestad (312), organizó la guardia continua e instituyó las Adoratrices del Santísimo Sacramento: «ángeles que asistimos al trono eucarístico de J e­sús en la tierra» (313).

Concluimos este capítulo. En Cristo los hombres conocen al Padre, le aman y ofrecen culto digno. Jesucristo está hoy en la Eucaristía. La comu­nión sagrada nos introduce en el misterio trinitario. Tal es la experiencia personal de M. Sacramento.

(301) Cf. PIV Ss. CXI, Sor Catalina de Cristo, f. 703-703 v. (302) !bid. (303) Ibid. Ss. CXX, Sor Juana Adriá, f. 788 v. (304) !bid. Ss. CXLV, D. Salvador López, f. 1029. (305) !bid. SS. LXVIII, Sor Corazón de Maria, f. 419 v. (306) Ibid. Ss. CXXIX, Sor Maria Anunciación, f. 951 v. (307) !bid. Ss. XLII, D. Luis Mufiiz, f. 236 v. (308) Ibid. Ss. XXI, D.' Maria Asenjo, f. 127 v. (309) Ibid. Ss. CXX, f. 789. (310) !bid. f. 793. (311) Ibid. Ss. XLII, f. ¡l36 v. (312) Cf. RI 13. (313) Santander, 24 dicbre. 1864, a la Superiora de Barcelona: CS IV p. 801.

Page 30: ESPIRIWALIDAD EUCARISTICA DE MADRE SACRAMENTOgenerosidad total a la llamada de Dios. Pero Madre Sacramento se abrió plenamente al diálogo con el Señor, y comulgó todas las riquezas

ESPIRfrUALIDAD EUCARÍSTICA 429

111. NACIDO DE MARIA VIRGEN

También lo enseña la fe: mediante la consagración, el pan se convier­te en el verdadero cuerpo de Cristo,nacido de la Virgen (314).

1. Quizá sea conveniente recordar una idea teológica de la Encar­nación. Por la unión hipostática, la humanidad asumida del Verbo es per­sonalmente Dios. La naturaleza divina se une a la naturaleza humana, dán­dole su propia personalidad. Esto mismo sigue ocurriendo en la eucaristía, que contiene a Cristo íntegro, Dios y hombre. Ella representa de una for­ma real el misterio de la Encamación. De ahí que la Santísima Virgen esté presente, inseparable, pues el que está en el Sacramento es su propio hijo.

En este contexto teológico son comprensibles las palabras que Santa Mi­caela escribe en un día de retiro de 1860: «me fui a comulgar y ... me pa­reció ver a la Santísima Virgen» (315).

Por otra parte, la eucaristía es renovación sacramental del sacrificio de la cruz. La Santísima Virgen fue asociada por Dios a cooperar con Jesu­cristo en la redención de los hombres. Y en consecuencia, está íntimamente unida al sacrificio santo de la misa. El amor a la eucaristía lleva consigo amor a la Sma. Virgen. Amando a María, aceptamos el plan de Dios que la eligió, imitamos a Jesucristo que siguió el plan divino encarnándose en sus entrañas, y quedándose en el sacramento del altar.

M. Sacramento vivía nuestra fe católica: «El mismo [Jesús] que es­tuvo encerrado en el seno de María Virgen, lo está hoy en el sagrario» (316). Dios la escogió a su Madre entre todas las mujeres y la llenó de bendi­ción. De ahí que nuestra santa alabase al Señor «por todas las gracias que os dignasteis depositar en mi Madre María Santísima» (317).

El título más grande para la Virgen es el ser Madre de Cristo. Fue aso­ciada para engendrar al Verbo en el tiempo. La generación eterna y la temporal terminan en el mismo Hijo, Verbo encarnado. Cristo es hijo de Dios e hijo de María. Ella fue escogida por el Eterno Padre para ser Ma­dre del Hijo en sentido propio, pues la humanidad asumida era personal­mente el Verbo. Y el Espíritu Santo formo en sus entrañas el cuerpo sacra-tísimo de Jesús. .

Santa Micaela debió comprender esa unión íntima entre la Santísima

(314) Cf. Cone. Romano, Profesión de Berengario, 11 febrero 1079: Dz. 355. (315) ER 58; ef. F 79. (316) ER 1864, p. 143. (317) ER 1864, p. 155.

Page 31: ESPIRIWALIDAD EUCARISTICA DE MADRE SACRAMENTOgenerosidad total a la llamada de Dios. Pero Madre Sacramento se abrió plenamente al diálogo con el Señor, y comulgó todas las riquezas

-1 1; L

430 J. ESPEJA OP

Trinidad y María, cuando define a la Virgen: «Hija del Padre, Madre del Hijo, Esposa del Espíritu Santo» (318).

Las tres Personas divinas se encuentran de algún modo presentes en la eucaristía y con ellas también María Santísima. Así lo vio M. Sacramen­to al comulgar en un día de retiro de 1861 (319).

2. Madre de Jesucristo quiere decir Madre comprometida a la reden­ción. El Niño nacido en Belén es presentado ya como Salvador (320). Ma­ría queda así incorporada a esta obra salvífica.

La salvación es única, pero se desarrolla en tres fases. En la Encarna­ción por la que el Verbo se constituye en Mediador, pues en su Persona une a Dios y al hombre. La segunda tiene lugar en la cruz, donde se re­concilia el hombre con Dios. En la tercera fase, esa reconciliación universal se aplica a los individuos particulares. En las tres fases la Santísima Virgen actúa con el Hijo.

Cuando M. Sacramento pensaba en los sagrarios abandonados por los hombres, se acordaba de María: «en el seno de María Santísima había amor para Jesús, pureza, adoración, compañía, respeto, sumo cuida­do» (321). La Santísima Virgen cooperó en la. primera fase de nuestra salvación.

Pero además fue asociada en el calvario a Jesucristo, siervo paciente. Fue integrada en el único sacrificio redentor. Sus penas, incluidas en la inmolación de Cristo, son también de algún modo causa de nuestro rescate. Con razón, Madre Sacramento exclamaba: «Madre de los Dolores, que yo te hice sufrir» (322). A la Virgen Dolorosa dedicó el primer colegio de Madrid. En 1863 escribe: «son mis amores los Dolores de María» (323). En memoria de los mismos «buscó las siete señoras que la acompañaran para emprender su obra y las siete chicas que la comenzaron» (324). Y en la cláusula 13 de su testamento, otorgado en 18 de marzo de 1864, reco­mienda a sus hijas «que todas améis mucho por mí a Jesús Sacramentado y a su Madre Santísima de los Dolores».

La Santísima Virgen sigue asociada al Señor en la aplicación del fruto redentivo en la Iglesia. M. Sacramento anima a las primeras Adoratrices: «¿Qué no hará [María] por sus. hijas que Ella misma salvó?» (325). Al fin y al cabo, la aplicación del sacrificio redentor es el modo de hacer eficaz la salvación conseguida en el Calvario por el Señor Jesús y su M. Santí­sima. Consciente. de esta profunda realidad teológica, nuestra Santa la es­cogió «por Madre y encargada de sus buenas obras» (326), colocaba las nuevas fundaciones «bajo su guarda» (327), la nombró para siempre pro-

(318) !bid; (319) Cf. ER 58. . (320) "Os ha nacido hoy un Salvador, que es el Cristo Sefíor en la Ciudad de

David". (Lc 2, 11). (321) ER 1864, p. 144. (322) ER 1862, p. 121. (323) Burgos, 24 jUlio 1863, a la Superiora de Barcelona: es IV p. 89. (324) Ss. LX, D. Juan Garc!a, f. 348 v. (325) Madrid, 31 agosto 1'861, a la Superiora de :Zaragoza: es IU p. 108. (326) A 29. (327) Barcelona, 8 novbre. 1861, a D. Manuel Dronda: es UI p. 165.

Page 32: ESPIRIWALIDAD EUCARISTICA DE MADRE SACRAMENTOgenerosidad total a la llamada de Dios. Pero Madre Sacramento se abrió plenamente al diálogo con el Señor, y comulgó todas las riquezas

ESPIRITUALIDAD EUCARÍSTICA 431

tectora de sus ejercicios espirituales (328), y en las manos de la Señora hizo sus votos religiosos (329).

María actúa en nuestra santificación, «bajo cuya protección empezaba todas sus obras» (330) M. Sacramento. Ella nos defiende del pecado: «Guárdame, María de los Dolores, Madre mío, no te fíes de mí» (331). Nos libra del infierno: «¿No es verdad que yo no temo el infierno porque te tengo a ti como Madre y Abogada?» (332). Y nos espera en el cielo junto al Padre: «el premio es ver· a Dios y a la Santísima Virgen» (333). Ella, primicia de la Redención, es imagen de lo que nosotros mismos se­remos.

La eucaristía es la Encarnación continuada, el sacrificio de la cruz re­novado y la comunión con Dios, cuya plenitud será realidad hermosa en el cielo. Tres fases de la obra salvífica a la que la Santísima Virgen está unida indisolublemente por ser Madre del Hijo, presente en el sagrario. Madre Sacramento, viviendo el misterio eucarístico, experimentó la comu­nión con María.

3. Ahora se comprende su amor, devoción y confianza mariana. En 1863 escribe desde Montserrat: «la Moreneta del alma es una alhaja que amo yo» (334). Los testigos de la canonización hablan de un «amor inde­finible» (335) y declaran que «amaba con gran ternura a la Santísima Vir­gen» (336). Cuando en 1841 pierde su buena madre, Micaela eligió a María, se entregó a Ella con amor y bajo su amparo maternal, realizó toda su obra.

También su devoción a la Madre de Jesús fue ~xtraordinaria. Según los declarantes en el Proceso, era una «devoción especiab> (337), «profun­da» (338), «tierna» (339) ,«ardentísima» (340). Ya hemos dicho que entre sus muchas ocupaciones marianas gustaba especialmente evocar los Dolo­res de la Santísima Virgen. Nuestra Señora de los Desamparados «fue ob­jeto de su predilección» (341); y, según el mismo testigo, «era también muy devota del Santísimo Rosario» (342). En el Reglamento interior señala una característica de la espiritualidad de su Instituto, que debe encarnar especialmente la Directora: «deberá ser devota del Santísimo Sacramento y de la Santísima Virgen» (343). La eucaristía y la Madre de Jesús son rea­lidades Íntimamente unidas en el plan salvífico de Dios.

Todo esto explica la confianza ilimitada en María. M. Sacramento co-

(328) Cf. ER 1862, p. 107. (329) Cf. ER 1861, p. 76. (330) PIV Ss. V. D. Juan de Dios Montañés, f. 45. (331) ER 1862, p. 129. (332) !bid. p. 121. . (333) Zaragoza, 20 marzo 1862, a la Vice superiora de Madrid: CS III p. 260. (334) Montserrat, 4 abril 1863, a la Hna. Corazón de Maria: CS IV p. 8. (335) Cf. PIV Ss. CXVlII, f. 415. (336) !bid. Ss. CXI, Sor Catalina, f. 702. (337) Cf. Ibid. Ss. CXXX, Sor Maria Ignacia, f. 898. (338) Ibid. Ss. XXXV, D. Joaquín Muñiz, f. 196 v. (339) Ibid. Ss, XLII, D. Luis Muñiz, f. 235 v. (340) !bid, Ss. XXI, D;n María Asenjo, f. 1'25. (341) !bid. Ss. LV, D. Juan García, f. 348 v. (342) Ibid. (343) RI 160.

Page 33: ESPIRIWALIDAD EUCARISTICA DE MADRE SACRAMENTOgenerosidad total a la llamada de Dios. Pero Madre Sacramento se abrió plenamente al diálogo con el Señor, y comulgó todas las riquezas

432 J. ESPEJA OP

nocía su relevante puesto en la economía de la salvación. Es Madre de Cristo y de todo su cuerpo místico que es la Iglesia. Por ello, «si busca­mos a la Santísima Virgen como nuestra Madre con constancia, Ella nos demostrará que lo es» (344). Ella misma habia experimentado esa protec­ción maternal: «En muchas ocasiones la Santísima Virgen me ha sacado de grandes apuros» (345). Y lógicamente, invitaba a sus hijas «a tener gran confianza ... en la intercesión de la Virgen Santísima» (346).

La Santísima Virgen es el camino escogido por Dios para venir al mun­do, redimirnos y aplicar la redención en la Iglesia. El mismo Cristo nacido de María Virgen, muerto en la cruz y actualmente activo, está presente en la Eucaristía. Este Sacramento nos pone en contacto con la Encarna­ción, muerte expiatoria y resurrección gloriosa del Señor, Hijo del Padre e Hijo de María. Pero eso nos introduce en la comunión con la Santísima Trinidad y también con la Madre de Jesús, «unida con lazo indisoluble a la obra salvífica de su Hijo» (347).

IV. COMUNION CON EL PROJIMO

l. El dogma de la presencia real nos lleva aún más lejos. El Señor presente en la eucaristía es el mismo que nació de María Virgen y que murió en la cruz. El mismo que es cabeza del cuerpo místico y de todos los hombres (348). Cuando el hombre entra en comunión con El, queda proyectado hacia la comunidad humana que, en los planes de Dios, forma una sola persona mística con el Redentor. Por eso el Concilio de Trento llama a la eucaristía «símbolo de unidad y caridad» (349). Santo Tomás viene a decir lo mismo con expresiones distintas: el efecto de este sacra­mento es la caridad o la unión del cuerpo místico (350).

Esta dimensión de la presencia real eucarística se encuentra destacada muy especialmente en M. Sacramento.

A mediados de agosto de 1865 se disponía a marchar a Valencia. Debía consolar a sus hijas castigadas por el cólera. Ante la noticia del viaje el obispo de A vila comentaba: «esta vuela a Valencia, a recibir allí el mar­tirio de caridad» (351).

(344) PIV Ss. XXXV, D. Joaquín Mufiiz, f. 196 v. (346) F 45. (346) PIV Ss. XXII, D." María Asenjo, f. 128 v. (347) Conc. Vat. II, Consto De Sagrada Liturgia, clliP. V, n. 103. (348) er. S. Tomás, III, 8, 1-3. (349) Ss. XIII. Decreto de la Sagrada Eucaristía, introd.: Dz. 873 a. (350) Así en lII, 73, 3 e, afirma que este Sacramento realiza la unión del cuer­

po místico; y en q. 79, 4 c, dice que su efecto es la caridad. (351) PIV Ss. XXXV, D. Joaquín Mufíiz, f. 195 V.

Page 34: ESPIRIWALIDAD EUCARISTICA DE MADRE SACRAMENTOgenerosidad total a la llamada de Dios. Pero Madre Sacramento se abrió plenamente al diálogo con el Señor, y comulgó todas las riquezas

ESpmITUALIDAD EUCARfSTICA 433

Su heroica muerte por amor a los hermanos, no fue más que el expo­nente claro de una vida entregada a los demás. Ella misma se define en su Autobiografía: «Yo lo hago todo por caridaro>, «me hallaba yo a la práctica ser esclava de la caridad» (352). Las frases de los testigos en el Proceso impresionan: «la caridad con los prójimos era en la Madre Sacra­mento como una especie de pasión dominante» (353), «era caritativa en extremo» (354) «era toda caridad para con sus prójimos» (355). «Pasión dominante». La misma expresión aparece hablando del Santísimo Sacra­mento y del amor de Dios según hemos visto. No son tres amores, sino más bien facetas del único amor sobrenatural.

El 21 de agosto de 1865 M. Sacramento escribía su última carta. Iba dirigida a su pariente el Marqués de la Motilla. Ahí refleja lo que fue su vida en la tierra: amor a los hombres que arranca y se consuma en la eucaristía. Anuncia en la carta su viaje a Valencia. Visitará aquella casa «para tener el gusto de verlas y consolarlas, pues como hijas que son no puede serme indiferente la aflicción» (356). Muestra también el afecto a sus deudos: «con las noticias que de todas piutes se reciben del cólera estoy con cuidado» (357); por ello «no dejes de escribirme para tener el gusto de saber de vosotros» (358).

Y en seguida, incorpora este amor al de la eucaristía, centro de su vida: invita a su primo a cooperar en la preparación de una hermosa corona para el Santísimo que estrenará el día de San Miguel: «así tendrás parte en la obra, seguro de que el Señor, a quien se dedica, sabrá recompensarlo muy bien» (359).

2. Amor a Dios y amor a los hombres en la eucaristía. Dos facetas o vertientes de un solo amor. La eucaristía, conteniendo a Cristo, es sacra­mento de amor divino hacia los hombres y de amor humano hacia Dios. Tal es la obra de Jesucristo mediador. Dios amando al hombre y el hom­bre que adora con amor a Dios.

y es que en la eucaristía el Señor nos ha dejado su sacrificio, expiato­rio y satisfactorio del pecado. Pero éste no sólo había separado al hombre de la comunión vital con Dios. Dividió también a los hombres entre sí. El odio y venganza de Caín hacia su hermano es fruto de la primera caída y triste anuncio de tantos rencores que infectarían la futura historia humana. Por eso el sacrificio de Cristo, actualizado sacramentalmente en el altar, tiene también una dimensión horizontal: restablece la comunión de vida con el Padre y a la vez con los hermanos. San Pablo escribe a los efesios: «habéis sido acercados por la sangre de Cristo, pues El es nuestra paz que hizo de los dos pueblos uno, derribando el muro de la separación, la

(352) A 366. (353) PIV Ss. LXXV, Sor Corazón de Maria, f. 505-505 v. (354) Ibid. Ss. XXXVII, D. Joaquín Muñiz, f. 207. (355) Ibid. Ss. CXXXI, Sor María Ignacia Domenech, f. 904 v.-905. (356) Madrid, 21 agosto 1865, al Sr. Marqués de la Motilla: es IV p. 384. (357) Ibid. (358) Ibid. p. 385. (359) !bid.

Page 35: ESPIRIWALIDAD EUCARISTICA DE MADRE SACRAMENTOgenerosidad total a la llamada de Dios. Pero Madre Sacramento se abrió plenamente al diálogo con el Señor, y comulgó todas las riquezas

434 J. ESPEJA OP

enemistad» (860). Cristo dio a entender que la fraternidad entre los hom­bres sería el efecto de su muerte. En la noche que se ofrecía al Padre, ruega para que los hombres sean «uno como nosotros» (361). Y manifiesta a los discípulos su principal deseo: «que os améis los unos a los otros» (362). La eucaristía es el cáliz de la «Sangre derramada para remisión de los pecados». Restablece por tanto, el amor de unión entre los hombres.

Hemos visto que la comunión sagrada nos introduce en la vida trini­taria. Pero el amor a Dios y al prójimo son aspectos de un solo precepto de la nueva ley. Lo dijo el Señor en la última cena: «si guardareis mis preceptos permaneceréis en mi amor... este es mi precepto: que os améis los unos a los otros» (363). El amor a Cristo postula y exige el amor a los hombres. San Juan lo explica en su primera carta: «Vivir en comunion con Dios es andar en la luz, que lleva consigo la comunión con los her­manos» (364). Más aún: el amoral prójimo es la prueba de estar en comu­nión de amistad con Dios» (365). Por lo demás, ¿la comunión de vida con Dios en Jesús Sacramentado no implica una participación Íntima en sus deseos? El motivo que anima toda la economía salvífica, cuyo centro es la cruz y la eucaristía, es un deseo de amor. En resumen, permanecer en Dios o en Cristo es amar a los hombres (866).

'M. Sacramento veía claramente esta conexión, al señalar los fines de su Instituto: «vivir sirviendo al prójimo y de este modo llenar su fin de amar a Dios» (367).

San Pablo viene a decir lo mismo de otro modo. Jesucristo es cabeza de toda la Iglesia, e incluso de todos los hombres, pues la redención va destinada al género humano sin exclusivismos (368). Entre Cristo y sus miembros hay una corriente de vida. Esta vida ya informa a muchos hom­bres y en los planes de Dios, debe informar a todos los humanos para constituir un solo cuerpo bebiendo el mismo espíritu (369). Comulgar a Cristo es entrar en comunión con toda la Iglesia: «formamos un cuerpo quienes comemos el mismo pan» (370). Y es entrar también en comunion de algún modo con toda la humanidad, representada en la naturaleza asumida y objeto del amor redentivo. La Esclava del Santísimo Sacra­mento-M. Micaela-explica a sus hijas: «es también esclava de la ca­ridad, que es clavo de amor: el amor de Jesús la hace mirar a su prójimo como a sí misma» (371).

(360) Ef 2, 13-14. (361) Jn 17, 11. (362) Jn 15, 1'2. (363) Jn 15, 9-12. (364) cr. 1 Jn 1, 7: "si andamos en la luz, como El está en la luz, entonces es­

tamos en comunión unos con otros". (365) cr. 1 Jn 3, 13: "Sabemos que hemos sido trasladados de la muerte a la

vida, porque amamos a los hermanos." (366) Cf. 1 Jn 5, 3: 3, 11-12: 4, :U. (367) RI 150. (368) Cf. 1 Jn 2-2: "El es la propiciación por nuestros pecados, y no sólo por

los nuestros, sino por los de todo. el mundo." (369) cr. 1 COl' 12, 12-l'3. (370) cr. 1 COI' lO, 17. (371) RI 62.

Page 36: ESPIRIWALIDAD EUCARISTICA DE MADRE SACRAMENTOgenerosidad total a la llamada de Dios. Pero Madre Sacramento se abrió plenamente al diálogo con el Señor, y comulgó todas las riquezas

ESPIRIT11ALIDAD ~CARfSTICA 435

Lo da a entender claramente el aspecto sacramental de la eucaristía. Los sacramentos causan una determinada gracia, de acuerdo con la sig­nificación del rito sensible. Pan y vino eucarísticos nos hablan de una multitud-muchos granos de trigo, varias uvas de un racimo-formando una sola realidad. Con razón S. Agustín llama a este sacramento «signo de unidad y vínculo de caridad» (372).

En esta perspectiva teológica se explica el amor de Madre Sacramen­to hacia sus prójimos. Comulgando con Jesucristo y con la Trinidad San­tísima, experimentaba el amor paternal de Dios a los hombres. Ella misma lo dice: «delante del Santísimo las amo más de lo que la gente expresa con palabras en el mundo» (373).

3. Veamos cómo la santa razona este amor al prójimo viviendo la presencia real de Cristo en la eucaristía.

El Señor en el sagrario es testimonio vivo de amor misericordioso a los hombres, pues está ahí para aplicar a cada uno el fruto redentor. Y co­mulgar equivale a participar ese amor. Ya hemos hecho alusión al com­portamiento injusto y grosero que tuvieron con la Madre unas religiosas francesas a quienes encargó la dirección de su primer colegio. La Supe­riora después de muchos fracasos, se encontró sola y albandonada de todas. Pero M. Sacramento la recibió caritativamente, pensando en la eucaris­tía; «duo veo en mí cada día con qué amor viene [el Señor] a mí que tanto le he ofendido?» (374).

Hay otra verdad que fundamenta el amor cristiano a los hombres. Cristo, presente en la eucaristía, está presente también en el prójimo. El mismo lo ha dicho: «Cuantas veces hicisteis eso a uno de estos mis her­manos menores, a mí me lo hicisteis ... cuando dejásteis de hacerlo, con uno de mis pequeñuelos, conmigo dejásteis de hacerlo» (375). El pecado hace a todos los hombres, prójimos indigentes; y por la Encarnación, Cris­to se constituye en primogénito de toda la humanidad. Todos, pues, somos «pequeñuelos» o «hermanos menores», y en todos Cristo está de algún modo presente.

Esta presencia, aunque misteriosa como la presencia eucarística o la presencia del Señor en la jerarquía eclesiástica, es, sin embargo, real. Y M. Sacramento vivía esta. realidad. En cierta ocasión se encontró con una mujer leprosa a quien nadie quería atender. Sabemos lo espantoso y re­pugnante de esta enfermedad. Nuestra Madre, sintiendo la natural re­pugnancia, ve en la enferma a Cristo, y ejerce la caridad: «al fin me re­solví, figurándome que era. el Señor representado por aquella infeliz cubierta con una coraza de costras hediondas» (376). Tuvo que cogerla en brazos. Confiesa que fue horrible. Pero-concluye-«qué gozo sentí des­pués, pués se imprimió fuértemente en mi corazón que era él Señor el que

(372) Comento al Evang. de S. Juan, Trat. 26, n. 13; PL 35, 16, 14. (373) Barcelona, 19 octubre 1861: es III p. 150. (374) A 265. (375) Mt 25, 40, 45. (376) A 465.

Page 37: ESPIRIWALIDAD EUCARISTICA DE MADRE SACRAMENTOgenerosidad total a la llamada de Dios. Pero Madre Sacramento se abrió plenamente al diálogo con el Señor, y comulgó todas las riquezas

436 J. ESPEJA OP

había cogido en brazos, y rebosaba de gozo» (377). Consciente de esta presencia de Cristo en el desvalido, escribe desde Santander: «El mundo huye del pobre y de la pobreza y yo los busco, y soy avara, como a mi mejor tesoro» (378).

4. Más aún. La eucaristía, testimonio claro de amor, es una llamada a perdonar: «en la noche en que fue entregado, tomó el pan» (379). Cristo sabía que le iban a condenar tan injusta como realmente. Y mientras le traicionaban los hombres, se quedó con ellos para alimento del camino.

Comulgar a Cristo Sacramentado equivale a respirar perdón. Cuando iniciaba su hermosa obra, M. Sacramento fue calumniada injusta y gra­vemente por un sacerdote. Más tarde el difamador cayó en delito y se le quiso formar expediente. Pero la Madre intervino en su favor: «10 impedí con ruegos y 10 defendí como a un amigo. Me fui a buscar al personaje que con justicia 10 atacaba, y pedí por él y rogué tres horas hasta con­seguir le perdonara» (380). Este personaje que, sin duda, conocía la mala conducta de dicho sacerdote con la santa, se extrañaba de que aun ella misma le defendiese. Pero M. Sacramento contestó, invitándole a perdo­nar: «tengo un derecho de exigir que usted haga lo que yo hice, y antes que yo Jesucristo nos dio ejemplo» (381).

La eucaristía es testimonio vivo de amor a los hombres. En el prójimo está presente el mismo Jesús del sagrario. El, instituyendo la eucaristía, proclama la necesidad de perdonar.

Con estas ideas básicas se explica el amor de M. Sacramento a sus pró­jimos. Amor universal, afectivo y efectivo, hasta la muerte. Como el amor del Señor Jesús que se recibe en la comunión sagrada.

«Nadie estaba excluido de su caridad»

Así declara en el Proceso Sor Corazón de María, que conoció íntima­mente a la santa (382). En ello nos descubre una nota del amor sobrena­tural: universalidad. Universal es también el amor de Cristo a los hom­bres. Otros testigos declaran que M. Sacramento .amaba al prójimo «sin distinción de clases» (383), «según el precepto de Dios» (384).

Este amor no sólo era afectivo, sino también eficaz. La bula de cano­nización llama a la casa de Micaela «templo de caridad» (385r. y toda su vida fue un caminar siguiendo los pasos del que pasó por el mundo haciendo bien. Los testigos declaran en el proceso con distintas expresio­nes: «sólo pensaba», «era muy celosa», «procuró por todos los medios

(377) A 466. (378) Santander, 24 dicbre. 1864, a la Superiora de Barcelona: CS IV p. 301. (379) 1 Cor 1'1, 23. (380) P 35. (381) P 35-36. (382) Cf. PIV Ss. LXXV, f. 505 v. (383) Ibid. Ss. CXXXI, Sor María Ignacia Domenech, f. 905. (384) !bid. Ss. VI, D. Juan de Dios Montafiés, f. 48. (385) Folio 4.

Page 38: ESPIRIWALIDAD EUCARISTICA DE MADRE SACRAMENTOgenerosidad total a la llamada de Dios. Pero Madre Sacramento se abrió plenamente al diálogo con el Señor, y comulgó todas las riquezas

ESPIRITUALIDAD EUCARfsTICA 437

posibles ... el bien material y espiritual del prójimo» (386); y así «ejercitó incansablemente las obras de misericordia toda su vida» (387). Ya en un aspecto negativo, «nunca hablaba mal de nadie» (388), «ni jamás descubrió las faltas de sus prójimos y [las] achacaba a ignorancia» (389).

«Para salvar almas»

M. Sacramento deseaba y en lo posible procuraba todos los bienes ma­teriales y espirituales a sus prójimos. Pero también aquí hay una jerarquía de valores. Dios ha subordinado los bienes materiales a la consecución de lo espiritual. La caridad, participación del amor divino, guarda tam­bién ese orden. De ahí que el amor al prójimo tiene por objetivo primario el bien de su alma. La salvación de las almas es como una obsesión en la vida de Santa Micaela. Al fin y al cabo, también es la obsesión de Cristo, y explica el por qué de la eucaristía.

En los ejercicios de 1861 M. Sacramento decide: «para salva1' almas no pe1'donal' medio ninguno» (390). Y así en la práctica «su caridad y celo no reconocían límites cuando se trataba de la conversión de algún alma extraviada» (391).

El celo por la salvación de las almas la animaba porque vivía los mis­mos deseo~ ardientes del Señor: «el cora:z;ón muy herido al ver lo que importa la salvación de las almas y por ellas murió mi Jesús» (392). Pen­sar en la perdición eterna de los hombres «es para mí como una espuela clavada en mi corazón» (393). Sin duda, recibió luces especiales del Es­píritu para comprender la grandeza de la pasión y el terrible fracaso de la condenadón eterna. Por eso decide: «trabajar y rogar por evitar caiga [en el infierno] aunque no sea más que un [alma]» (394).

La salvación de las almas-dice-«me mueve a sacrificar mil vi­das» (395). Y ciertamente, a este quehacer dedicó su existencia. «Solía ... mortificarse para alcanzarles [a sus prójimos] el perdón de Dios y su san­ta gracia» (396), y «hacía penitencia por los pecados de las chicas que recogía en su casa» (397). Para ello trabajó y fundó su Instituto. Y «ma­nifestaba grandes deseos de padecer el martirio trabajando en la conver­sión de las almas» (398). Los mismos deseos que tuvo el Señor al dejamos la eucaristía, entregándose por nosotros.

(386) PIV Ss. CXXXVIII, Sor Maria Anunciación, f. 945 v; Ss. CXLI, D.' Ma-nuela Garcia, f. 966; Ss. CLV, D. José Clavero, f. 1032 v.

(387) Ibid. Ss. LXXV, Sor Corazón de Maria, f. 505 v. (388) Ibid. f. 505. (389) Ibid. Ss. XIV, Sor Elena de la Cruz, f. 86. (390) ER 81. (391) PIV Ss. CXXXI, Sor Maria Ignacia Domenech, f. 905. (392) ER 1862, p. 114. (393) ER 1864, p. 146. (394) Ibid. (395) ER 1864, p. 151. (396) PIV Ss. CXLI, D.n Manuela Garcia, f.- 966-966 v. (397) Ibid. Ss. XIV, Sor Elena de la Cruz, f. 86. (398) Ibid. Ss. XI, Sor Elena de la Cruz, f. 68.

Page 39: ESPIRIWALIDAD EUCARISTICA DE MADRE SACRAMENTOgenerosidad total a la llamada de Dios. Pero Madre Sacramento se abrió plenamente al diálogo con el Señor, y comulgó todas las riquezas

438 J. ESPEJA OP

«Providencia de los necesitados»

Así define Sor Corazón de María a M. Sacramento {399). Es verdad que todos los humanos somos indigentes y necesitados. Pero en nuestra sociedad hay algunos oficialmente pobres, abandonados de la fortuna ma­terial, despreciados de los hombres. Quizás porque en esos desgraciados está más presente Jesucristo, Santa Micaela les dirigía un cuidado espe­cial. La bula de canonización afirma que «desde los primeros años brilló por su caridad principalmente para con los pobres» (400). Según los de­clarantes en el Proceso, ya desde niña «tenía gran caridad con los po­bres» (401). Y «sus aficiones se dirigían ya desde muy joven ... a proteger a los pobres y a enseñar la doctrina cristiana a las niñas» (402). Así lo hacía durante sus vacaciones en Guadalajara. Socorrer a los pobres, ves­tir sus carnes y darles limosna. A esto se entregaba «con amoroso afán» (403).

La obra a que Dios llamaba a Micaela eXlgla un corazón compasivo y una caridad sin límites. Necesitaba dedicarse «sin cesar al servicio de los pobres y los enfermos más repugnantes, proporcionándoles toda clase de recursos» (404). La educación fina y la sensibilidad exquisita de su alma debían purificarse hasta vencer tantas naturales repugnancias. Ella lo sabía. Y así, atendiendo a esos pobrecitos, «procuraba vencerse hasta lograr que desapareciera de sU ánimo esa prevención» (405). El motivo sobrenatural que la informaba podía más que el egoísmo de la carne.

«Providencia de los necesitados». Hermosa definición para la vida de una mujer que, siguiendo a su Maestro, pasó· por nuestra tierra evange­lizando a los pobres, curando enfermos y haciendo bien a todos.

«Perdonó siempre gene1'Osamente»

El amor a los enemigos es otra característica de Cristo y del Evan­gelio. También es nota destacada en la espiritualidad M. Sacramento. «Per­donó siempre generosamente» (406).

La Madre sufrió muchas persecuciones. Además de las insidias del ma­ligno anejas a toda obra grande, el campo en que M. Sacramento desarro­lló su actividad exigía el choque directo contra las pasiones de los hom­bres, y esto le ocasionó serios disgustos. Los testigos declaran en el Pro­ceso que era <<insultada, calumniada y ofendida en su honor inmaculado y en la pureza de sus intenciones» (407).

Hemos referido ya el caso de un sacerdote que la calumnió injusta-(399) Cf. Ibid. Ss. LXXV, f. 507. (400) Folio 3. (401) PIV Ss. XX, D." María Asenjo, f. 118. (402) Ibid. Ss. CXXII, Sor Felipa Fernández, f. 799 v. (403) Ibid. (404) Ibid. Ss. LXXV, Sor Corazón de Maria, f. 505 V. (405) Ibid. Ss. CXXII, Sor Felipa Fernández, f. 799 V. (406) Ibid. Ss. LXXV, Sor Corazón de María, f. 505 v. (407) Ibid. Ss. LXXII, Sor Corazón de Maria, f. 488 v.

Page 40: ESPIRIWALIDAD EUCARISTICA DE MADRE SACRAMENTOgenerosidad total a la llamada de Dios. Pero Madre Sacramento se abrió plenamente al diálogo con el Señor, y comulgó todas las riquezas

ESPIRITUALIDAD EUCARíSTICA 439

mente. No fue el único. Su Autobiografía narra la paciencia ante la in­comprensión y persecuciones. El perdón fue siempre la única respuesta. Perdonó a la joven que llevaba escondida una navaja para matarla (408). Acogió fraternalmente a un famoso comandante que la había calumnia­do (409). Atendió en los últimos momentos a un cochero cuyos insultos groseros había recibido pacientemente: «le abracé para que viera le per­donaba» (410). También cuenta su actitud con una religiosa que, después de abandonarla, levantó falsos testimonios contra ella: «estando a la muer­te con un cáncer, en una buhardilla, la fui a curar, socorrer y perdonar las calumnias» (411).

El perdón de los enemigos exige una purificación continua del senti­miento natural. El rencor y el deseo de venganza atenazan fácilmente nuestro espíritu, impidiendo seguir el precepto evangélico del perdón. Los testigos en el Proceso declaran que «jamás se abrió en su corazón el me­nor rencor a sus enemigos» (412). Naturalmente este dominio de los ins­tintos se manIfestaba al exterior: «nunca oí quejarse a la Sierva de Dios de sus enemigos y mucho menos desearles mal» (413). «Jamás expresó deseos de venganza» (414), ni dijo «palabra alguna que indicase ren­cor» (415). Cuando sufría injusticias, «ni se quejaba o censuraba a los que la ofendían» (416). Ella misma confiesa: «no me importó jamás saber mis enemigos» (417). Y cuando los conocía «jamás se negó a reconciliar­se con [ellos]» (418).

El amor a los enemigos proclamado por Cristo va más lejos aún. Es necesario hacer el bien a cambio del mal recibido. Y hasta aquí llegó Ma­dre Sacramento. Hemos visto algunos ejemplos de esta caridad cristiana con los pe"rseguidores. Entre sus penitencias, cuenta: «servir y hacer sa­crificios grandes por mis enemigos» (419). Las declaraciones de los tes­tigos son hermosas: «los más favorecidos con toda clase de socorros por la Madre Sacramento fueron siempre sus perseguidores y calumniado­res» (420); y a los que más la mortificaban, más les favorecía (421). Ella misma cuenta en el relato de sus penitencias que «se llegó a decir ya como general, que yo pagaba a mis enemigos, que es mejor el insultarme» (422).

Verdaderamente podemos concluir con los declarantes en el Proceso: «siempre devolvió bien por mal» (423).

(408) Cf. A 469, (409) Cf. A 349. (410) A 529. (41'1) A 357. (412) PIV Ss. XCIII, Sor Catalina de Cristo, f. 714. (413) Ibid. Ss. XLII, D. Luis Muñiz, f. 239 v. (414) Cf. Ibid. Ss. LXXII, Sor Corazón de Maria, f. 488 v. (415) !bid. Ss. VI, D. Juan de Dios Montañés, f. 48 v. (416) Ibid. Ss. LXXV, Sor Corazón de Maria, f. 505. (417) A 503. (418) PIV Ss. XXIII, D.n Maria Asenjo, f. 135. (419) P 8. (410) PIV Ss. LXXVI, Sor Corazón de Maria, f. 511. (421) Cf. Ibid. Ss. XXXVII, D. Joaquín Muñiz, f. 207 v.

"(422) P 8. (423) Cí. PIV Ss. CXXXVII, Sor Maria AnUnciación, f. 947; Ss. CXXVI, Sor

Felipa" Fernández, f. 825; Ss. CXXXII, Sor Maria Ignacia Domenech, f. 908.

Page 41: ESPIRIWALIDAD EUCARISTICA DE MADRE SACRAMENTOgenerosidad total a la llamada de Dios. Pero Madre Sacramento se abrió plenamente al diálogo con el Señor, y comulgó todas las riquezas

440 J. ESPEJA OP

No es que fuera insensible a las injurias. Ella misma dice: «me cues­ta» perdonar (424). Pero actuó en su alma dócil el Espíritu de Dios y llegó a experimental' los sentimientos de Cristo. Así al final de su Autobiografía escribe: «ni me cuesta perdonarlos [a mis enemigos], ni vivir con ellos como antes» (425). Es una gracia o don especial que transforma los sen­timientos humanos «debo a Dios el favor de no sentir nada contra mis enemigos» (426).

La comunión sagrada introduce en el amor de Dios en Cristo. Y este amor exige guardar el precepto del Señor, amando también a los ene­migos.

«Mucho quiero yo a mis hijas»

Así escribía desde Santander el 20 de noviembre de 1864 (427). Estas palabras reflejan un aspecto de su caridad vivida en la comunión euca­rística.

Es curioso. El amor de Madre Sacramento se dirige a la vez de modo especial a sus enemigos y a sus hijas. A lo humanamente más repugnante para ella y a lo más querido. Y es que ahí está la paradoja del amor so­brenatural. No es el motivo humano, sino la presencia de Dios en el pró­jimo lo que determina el amor de caridad. El prójimo para Madre Sa­cramento fueron aquellas personas que Dios le puso bien cerca en la vida: los enemigos que la persiguieron y las hijas que secundaron su obra: ellas son «mi gloria y mi corona ... mi tesoro» (428).

El amor de Santa Micaela a sus hijas es algo sumamente delicado. Me­rece la pena recoger aquí siquiera los rasgos fundamentales de este amor. Con ello nos asomaremos un poco más a la rica psicología humana de esta mujer y contemplaremos la maravilla de la gracia que, sin destruir los vatores humanos, imprime en ellos una transformación divinizadora.

Todas las cartas de Madre Sacramento llaman la atención por su es­píritu vibrante, sencillez y espontaneidad. Alejado cualquier formulismo, en ellas se trasluce un alma poseída del Espíritu, una fina sensibilidad y un gran sentido común. Especialmente son hermosas las cartas dirigidas a las primeras Adoratrices. En una escrita el 8 de enero de 1864, revela su corazón maternal: «amo [a mis hijas] de un modo que no lo pueden pensar» (429). Veamos siquiera brevemente algunos rasgos de este amor.

l. Sintió un afecto muy especial por sus hijas. Buena prueba de este amor son algunas expresiones: «mucho quiero yo a mis hijas)>, (430), «mu­cho las quiero» (431), «cómo las quiero» (432), «las amo con todo mi co-

(424) P 8. (425) A 501. (426) A 501. (427) es IV p. 275. (428) Santander, 24 diciembre 1864, a la Superiora de Barcelona: es IV p. 300. (429) Madrid, 8 enero 1864, a la Superiora de Zaragoza: es IV p. 173. (430) Santander, 20 noviembre 1864, a la Superiora de Burgos: es IV p. 275. (431) Valencia, 19 marzo 1861, a la Superiora de Madrid: es III p. 21. (432) Valencia, 19 marzo 1861, a la Superiora de Zaragoza: es III p. 22.

Page 42: ESPIRIWALIDAD EUCARISTICA DE MADRE SACRAMENTOgenerosidad total a la llamada de Dios. Pero Madre Sacramento se abrió plenamente al diálogo con el Señor, y comulgó todas las riquezas

EspmITUALlDAD EUCARíSTICA 441

razón» (433), «amo a mis hijas con delirio» (434). En fin, escribe a la Superiora de Burgos: «j amás me querrán ellas como yo» (435). Dos años antes había escrito a las Adoratrices de Madrid: «no sabré gobernarlas, enseñarlas, les daré mal ejemplo. Pero ¿amarlas?, eso sí que sé con todo mi corazón» (436).

También son buen testimonio de este amor las frases últimas de las cartas dirigidas a sus hijas: «te quiere de corazón tu Madre» (437), «las ama a todas su Madre» (438), «la ama de corazón su Madre» (439), «las amo, ¡ohl, como una Madre cariñosa» (440). De expresiones parecidas están llenas sus cartas y revelan un corazón profundamente maternal.

Debió ser impresionante y muy tierna la despedida de Madre Sacra­mento en las Casas de Pinto y de Madrid, cuando se disponía a marchar por última vez a Valencia. Los testigos declaran: «daba pena contemplar el cariño con que nos reunía en torno suyo como queriendo tenernos abra­zadas y formando de todas un solo grupo» (441). «Llegada la hora de [partir] . .. nos parecía como que encontraba dificultad material en sepa­rarse de nosotras» (442). «Miraba a todas como despidiéndose» (443). «Por fin, con mucho cariño se despidió de todas» (444).

Este amor no excluía a ninguna de sus hijas: «las amo a todas» (445). Y escribiendo a la Maestra de Novicias de Madrid, comenta: «no deseo más ... vivir con unas que con otras. A todas las amo y recuerdo con gus­to» (446). Lo mismo declara un año más tarde: «el cariño llega a to­das» (447).

Solía decir que sus hijas «en el cielo lo conocerán y verán que sólo he vivido por Dios y para ellas» (448). Y así fue en realidad. Su amor fue verdaderamente efectivo como la caridad cristiana. En 1863, en una carta a Hna. Caridad, le dice que «piensa en todas» (449). Un año más tarde insiste en la misma idea: «las Madres podrán a veces olvidarse de sus hijos. Pero a mí me es imposible olvidar a las hijas que El me dio» (450). Confidencialmente escribe a la Casa de Madrid: «amadas hijas de mi co-

(433) Murcia, 10 diciembre 1862, a las Hnas. Corazón y Caridad: CS !II P. 417; Burgos, 22 junio 1863, a la Superiora de Barcelona: CS IV p. 68.

(434) Cestona, 6 agosto 1862, a la Superiora de Valencia: CS I!I p. 317. (435) Avila, 15 septiembre 1863, a la Hna. Rosario, Superiora de Burgos: CS

IV p. 124. (436) Valencia, 13 marzo 1861, a las Hnas. de Madrid: CS !II p. 12. (437) Barcelona, 18 marzo 1863, a la Superiora de Madrid: CS IV p. 1. (438) Montserrat, 4 abril 1863, a Sor Corazón de María, Superiora de Madrid:

CS IV p. 8. (439) Burgos, 14 junio 1863, a Sor Corazón de María, Secreto Gen.: CS IV p. 53. (440) Santander, 11 diciembre 1864, a la Hna. María del Carmen y Hnas. de

Madrid: CS IV p. 293. (441) PIV Ss. X, Sor Elena de la Cruz, f. 63 V. (442) !bid. f. 64. (443) lbid. Ss. LXVI, Sor Corazón de María, f. 409 V. (444) !bid. Ss. CX, Sor Catalina de Cristo, f. 694 V. (445) Valencia, 26 marzo 1861, a las Hnas. de Madrid: CS m p. 25. (446) Barcelona, 1 enero 1862, a la Hna. Caridad, Maestra de novicias: CS l!I

p.lm. (447) Burgos, 24 julio 1863, a la Superiora de Barcelona: CS IV p. 89. (448) Madrid, 8 enero 1864, a la Hna. Superiora de :Zaragoza: CS IV p. 173. (449) .Zaragoza, 14 marzo 1863: CS !II p. 461. (450) Santander, 24 diciembre 1864, a la Superiora de Barcelona: CS IV p. 300.

19

11 .. !

Page 43: ESPIRIWALIDAD EUCARISTICA DE MADRE SACRAMENTOgenerosidad total a la llamada de Dios. Pero Madre Sacramento se abrió plenamente al diálogo con el Señor, y comulgó todas las riquezas

442 J. ESPEJA OP

razón ... no ha pasado un día ni dos horas en el día que no las recuerde con amor» (451).

2. El amor busca la unión. Por eso Madre Sacramento experimentwba la urgente necesidad de estar junto a sus religiosas. Tales deseos mani­fiesta en 1862 desde Murcia: «yo las quiero tener aquí todas» (452). Antes había escrito a las novicias de Madrid: «el no vernos, hijas mías, es una privación para el corazón de esta madre que os ama» (453). A pesar de la separación física, impuesta por los muchos viajes y ocupaciones de la Madre, ella mantenía la presencia afectiva: «las llevo siempre en el co­razón» (454).

El auténtico amor busca siempre el bien de la persona amada. Santa Micaela escribe al .convento de Madrid: «no quisiera que tuviesen penas en mi ausencia» (455). Siente todo lo que pueda hacer sufrir a sus reli­giosas, incluso los preceptos dados por ella misma: «me duele dar órde­nes que hagan sufrir a mis hijas» (456). Y está dispuesta a cargar con los males de todas para aliviarlas: «yo quiero para mí los padecimientos me­jor [que] ustedes sufran nada» (457). Su amor abrazaba especialmente a las enfermas: «tomaría sobre mí con mucho gusto todos sus padecimien­tos con tal de que ella no los tuviera» (458).

Su vida fue en realidad un continuo trabajo por hacer el bien a las colaboradoras que el Señor le había concedido: «por nada en el mundo dejaría yo de contribuir para que lo sean [más felices mis hijas] en cuanto yo pueda» (459). Como definitiva meta, su deseo apunta a la santificación, sumo bien que podemos desear a una persona: «las quiero santas a todas; y no me conformo con' que sean menos» (460).

Pero el testimonio de este amor fue más lejos aún. En 1861 escribía a sus hijas de Valencia: «sólo les digo que las amo más de lo que pa­rece» (461). Y se lo demostró cuatro años más tarde. «Impulsada por su ardiente caridad y por el amor que profesaba a sus hijas» (462), marchó a Valencia. Ella misma señala el motivo de su viaje: «para tener el gusto de verlas y consolarlas, pues como hijas que son no puede serme indife" rente la aflicción en que se hallan por la enfermedad allí reinante» (463). y en Valencia la llamó el Señor. Había dado testimonio de confianza en Dios y de amor a sus hijas. «En el cielo conocerán y verán que sólo he vivido por Dios y para ellas.» Su muerte acredita la verdad de estas pa­labras.

(451) Gestona, 12 septiembre 1862, a las Hnas. de Madrid: GS III p. 341. (452) 5 diciembre 1862, a la Hna. Corazón: CS III p. 416. (453) Barcelona, 7 noviembre 1861': CS nI p. 159. (454) Santander, 24 diciembre 1864, a la Superiora de Barcelona: CS IVp. 301. (455) Valencia, 19 marzo 1861: es III 'P. 21. (456) Madrid, 21 octubre 1863, a la Superiora de Valencia: CS IV p. 142. (457) Barcelona, 10 octubre 1861, a Hna. Caridad: CS nI p. 143. (458) Madrid, 31 mayo 1861, a la Superiora de .Zaragoza: CS In p. 54. (459) Madrid, 7 enero 1'864, a la Superiora de Burgos: CS IV p. 172. (460) Barcelona, 18 enero 1862, a Hna. María Virtudes: CS In p. 228. (461) Madrid, 6 abril 1861: CS III p. 31. (462) PIV Ss. LXVI, Sor Corazón de María, f. 408 v-409. . (463) Madrid, 21 agosto 1865, al Marqués de la Motilla: CS IV p. 384.

Page 44: ESPIRIWALIDAD EUCARISTICA DE MADRE SACRAMENTOgenerosidad total a la llamada de Dios. Pero Madre Sacramento se abrió plenamente al diálogo con el Señor, y comulgó todas las riquezas

ESPIRITUALIDAD EUCARíSTICA 443

3. El temperamento de Micaela era fogoso y finamente sensible. Ella se conocía muy bien. Y se daba cuenta del peligro: «mucho quiero yo a mis hijas; puede que peque de más» (464). Y en otra carta a la Superiora de Barcelona, escribe: «como voy para vieja, noto que cada día las quiero más, temo si las amaré demasiado» (465).

Pero supo informar esta sensibilidad ardiente con el amor de Dios y convertirla así en hermoso instrumento de la gracia: «el Señor en los ejer­cicios me dio a conocer es suyo el amor que a todas mis hijas profeso» (466).

En este sentido es muy elocuente la reacción que tuvo, ·cuando murió la Hna. Caridad; Esta religiosa debía tener cualidades humanas y virtu­des nada comunes. En los planes de Madre Sacramento, la Hna. Caridad estaba llamada a sucederla en la dirección de la obra. Sin embargo, cayó enferma. Aunque la Madre rezó mucho, Dios se la llevó. «El parte [de su muerte] -escribe la Santa-me destrozó el corazón» (467). Pero Santa Micaela decía: «Sólo a El doy mis hijas con gozo y alegría del alma» (468). y su reacción ante la muerte de su hija, y el derrumbamiento de sus pIa­nes fue hermosa: «Dios es el que todo lo dispone bien y que sea bendito no una, sino mil veces en la tribulación» (469).

4. Hemos dicho que el amor al prójimo era consecuencia lógica de vivir el misterio eucarístico. Así se explica el amor de Madre Sacramento hacia todos sus hermanos. Pero es en el amor a sus hijas donde señala con mayor claridad su dependencia de la eucaristía.

Del sagrario parte su tierno amor hacia ellas: «mi amor a Jesús es la causa de tanto recuerdo hacia mis hijas» (470). Y Jesucristo también ani­ma y consuma este amor: «las meto en el sagrario y en el Corazón de mi Jesús» (471). E igualmente debe proyectarse y terminar en el misterio eucarístico: «que nuestro mutuo amor se halle reunido siempre en el sa­grario y sea cerca o lejos siempre lo hallemos allí» (472). Junto al Señor presente en el altar, las encontraba a todas y en El su amor hacia ellas era tierno y eficaz: «a todas las meto en el sagrario conmigo» (473).

Un amor sobrenatural, que purifica y eleva la exquisita sensibilidad de Madre Sacramento. Amor que radica y se alimenta en la Eucaristía, y como efecto del pan sagrado, alcanza realidad plena en el cielo: «llega­rá un día en que el mundo no nos separará, y Dios en su gloria nos ha de juntar para no separamos jamás» (474).

(464) Santander, 20 noviembre 1864, a la Superiora de Burgos: CS IV p. 275. (465) Santander 24 diciembre 1864: CS IV p. 301. (466) Ibid. (467) Madrid, 31 julio 1863, a D. Nicolás López Ballesteros: CS IV p. 95. (468) Santander, 24 diciembre 1864, a la Superiora de Barcelona: CS IV p. 309. (469) Avila, 1 agosto 1863, a la Superiora de Barcelona: CS IV p. 97. (470) Cestona, 12 septiembre 1'862, a las Hnas. de Madrid: CS III p. 341. (471) Santander, 24 diciembre 1864, a la Superiora de Barcelona: CS IV p. 300. (472) Madrid, 30 junio 1861, a Sor Concepción: CS III p. 81. (473) Barcelona, 1 enero 1862, a la Roa. Caridad, Maestra de novicias: CS nI

p. 211. (474) Murcia, 10 diciembre 1862, a las Hnas. Corazón y Caridad: CS nI p. 417.

Page 45: ESPIRIWALIDAD EUCARISTICA DE MADRE SACRAMENTOgenerosidad total a la llamada de Dios. Pero Madre Sacramento se abrió plenamente al diálogo con el Señor, y comulgó todas las riquezas

444 J. ESPEJA OP

Rsumamos: En la eucaristía está presente Jesucristo, que es Dios y hombre. En cuanto hombre, nació de la Virgen María, murió por nosotros en la cruz y fue constituido primogénito de todos los humanos. Por ser Dios, segunda Persona divina, nos introduce en la Comunidad santa de la vida trinitaria. Madre Sacramento recibiendo con amor el pan sagrado alcanzó el espíritu de Cristo, espíritu de comunión íntima con la Santísima Trinidad, con María Virgen y con todos los hermanos redimidos por el Señor.

Brevemente podríamos definir la espiritualidad de Santa Micaela: fe en la presencia real de Cristo en la eucaristía, vivida con plenitud.

JESÚS ESPEJA OP

Facultad teológica de San Esteban. Salamanca