espacio-tiempo- ¿cosmologia vs cosmogonÍa
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Cosmología y Cosmogonía: espacio-tiempo
COSMOLOGÍA Y COSMOGONÍA:
El Espacio–Tiempo
El Modelo Estándar de la Física dice que el Big Bang ocurrió en el tiempo T=0
y que hablar de "ANTES" no tiene sentido (antes no existía el tiempo).
Además dice que todo el Universo se encontraba, en ese t=0 en un “estado
de INFINITA densidad y temperatura", fase a la cual le llaman de
SINGULARIDAD INICIAL (S-I), entendiéndose aquello, dicen, desde el punto de
vista de infinitud matemática. ¿No es extraño, o por lo menos cuestionable,
que no acepten y así lo demuestran matemáticamente, que no pueda haber
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un tiempo antes de esa singularidad? Admite la ciencia y supone que haya
una densidad y temperatura INFINITAS, para justificar matemáticamente el
Big Bang, pero no acepta el concepto de eternidad, respecto del tiempo. Esto
suena a una 'tautología invertida' o paradoja, por no decir una perogrullada
científica. Por otro lado, se argumenta como una de las pruebas de la
existencia del inicio del Universo desde el BB, hace más o menos 15 millardos
anglos de años, las llamadas radiaciones de fondo descubiertas. La
cosmogonía esotérica seria y profunda fácilmente explica dicho fenómeno y
la física cuántica, desde la óptica científica, se acerca a las mejores
explicaciones del origen del Cosmos.
Ante estos simples razonamientos, se ha argumentado lo siguiente:
“Los acontecimientos anteriores a la gran explosión no pueden tener
consecuencias y no deberían formar parte de ningún modelo científico del
universo, por ello, deberíamos eliminarlos del modelo y admitir que la gran
explosión fue el origen del tiempo, ello significa que preguntas como
¿quien estableció condiciones para el Big Bang? no son cuestiones que la
ciencia estudie.”
Una de las grandes limitaciones que tiene la ciencia y talvez la más seria, está
sinterizada magníficamente en las palabras arriba citadas. No admitir o
pensar siquiera en la posibilidad de que haya conocimientos más allá de la
fría deducción y no cuestionar sus propios dogmas, restringe muchas veces
la expansión de la ciencia. Veamos:
Si admitimos la posibilidad de que haya habido acontecimientos anteriores al
Big Bang, intrascendentes, según lo que se dice arriba, por no generar
consecuencias visibles, aquella posibilidad ya sería suficiente semilla para
insinuar un “tiempo” que le precedió al punto cero de la Gran Explosión.
Una de las mejores definiciones del tiempo real es ésta: “El tiempo es una
magnitud física con la cual nosotros podemos medir y registrar el transcurso
de las variaciones o cambios perceptibles de los sujetos y acontecimientos”.
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Y ¡Oh, sí que hubo acontecimientos muy significativos y de consecuencias
fundamentales antes del denominado t=0 de la ciencia!
Tratemos de explicarnos entonces. Dicha gran explosión solamente tiene
sentido y se justifica matemáticamente sí “antes” no hubiera nada, como
bien se anota arriba, pero si nos alejamos por un momento de los
preconceptos, probablemente necesitaremos seguir indagando y buscando
una mejor explicación al proceso de la existencia de las cosas, la energía, la
materia y todos los fenómenos físicos y espirituales que acontecen en esta
realidad- irrealidad multidimensional.
Para la ciencia, el concepto de tiempo ha ido cambiando su definición a lo
largo de la historia. Hay dos referencias clásicas sobre el tema del tiempo:
Newton y Leibniz. Newton, un hombre de profundas reflexiones religiosas y
metafísicas, definía al tiempo como un espacio recorrido dividido para una
velocidad determinada: t= e/v, lo que le daba a esa magnitud una calidad
absoluta, pues es independiente del observador o actor de ese proceso y por
tanto el espacio, también es absoluto (‘sensorium divinatitis’). En su
“Philosophiae Naturalis Principia Mathematica” nos dice que, dada su propia
naturaleza, el tiempo es absoluto y fluye de manera invariable e
independiente a nada externo, siendo su sinónimo la palabra duración; los
términos segundo, minuto, hora, día, el mes o el año, son medidas de esa
duración o tiempo relativo, aparente, y puede ser exacta o variable, pero
independientes, en cierta manera, del verdadero tiempo, el inmutable, según
su significado. Y Newton era un defensor de lo que ahora se denomina el
sustantivismo, es decir la consideración de que la relación espacio-tiempo es
una entidad ontológica independiente de las cosas materiales, prescindiendo
de que existan o no, y por otra parte, mientras que Leibniz, su antípoda
filosófica, abrogaba por el relacionalismo, el cual reduce el sistema espacio-
tiempo al conjunto de relaciones entre los corpúsculos o partículas
elementales de las que está compuesta la materia y que, por consiguiente,
no puede existir sin estos corpúsculos materiales. Por supuesto que en la
época de iluminado Leibniz, éste hablaba en términos de que el espacio no
era más que el conjunto de relaciones entre los puntos (mónadas) densos
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que coexisten sincrónicamente, en similar momento, mientras que el tiempo
no era más que el conjunto de relaciones entre puntos que no existen
simultáneamente y uno es el origen (la causa) del otro.
Einstein removió estos conceptos al enunciar su teoría de la relatividad y
establecer, primero un límite necesario en el Universo, una constante
universal invariable que es la de la velocidad de la luz, por lo que ya ese
tiempo y el espacio dependían del observador que mida o sea actor del
suceso. En síntesis, el espacio y el tiempo son relativos para cada observador.
Estos conceptos parecían algo incómodos para muchos por varias
consideraciones, como su inconsistencia con las leyes newtonianas y durante
muchos años Einstein se ocupó en tratar de quitar esas molestias, para
finalmente encontrar los adecuados equilibrios al enunciar en 1915 la Teoría
General de la Relatividad en la cual ligaba las dos variables, el espacio y el
tiempo y los emparenta con la gravedad, la que solo se manifiesta si hay
masa. Bajo estas consideraciones, la geodesia hace que los movimientos
curvilíneos de los planetas sean rectilíneos y el tiempo se ralentiza cuanto
más cerca estemos de un objeto masivo, etc., etc.
Volviendo a las grandes corrientes del pensamiento sobre esta discusión
entre los substantivistas y los relacionalistas que se han continuado hasta
nuestros días, nuevos problemas han aumentado el debate, como el
descubrimiento por Gödel que da unas soluciones a las ecuaciones de
Einstein al implicar un tiempo cíclico, o la propuesta de Putnam y Rietdijk,
que defiende un mundo de cuatro dimensiones estático, en vez de apoyar la
teoría de que el Universo es una sucesión dinámica de mundos
tridimensionales.
Ahora, el señor Hawkins, apoyándose en Gödel, hace una especial
consideración alrededor de T=0 que nos ayuda acercarnos a nuestras
explicaciones. Centrándonos en nuestro universo, y siguiendo la Teoría de la
‘Ausencia de Límites’ (absolutos, digo yo) de Stephen Hawking y Jim Hartle,
estamos en un Universo oscilante, esto es, en un Universo sujeto a una
sucesión interminable de expansiones y contracciones, pero con una notable,
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muy notable, particularidad: siempre se asocia el Big Bang con el tiempo igual
a cero, y el Big Crunch con el tiempo final, que es el modelo clásico del Nobel
Friedmann del Universo oscilante para una masa total capaz de frenar la
expansión por la gravedad.
Javier de Lucas hace una síntesis magistral de lo indicado y nos dice que
según el modelo de Hawking, una vez producido el primer Big Bang
correspondiente a la fluctuación cuántica que originó nuestro Universo, se
produce la inflación y posterior expansión del espacio en un "tiempo
complejo" (en conexión con la concepción del tiempo de Newton). Y ahora
viene lo bueno: el tiempo que nosotros manejamos es sólo una de las dos
componentes del tiempo complejo, la componente real, existiendo otra
componente, la componente imaginaria. En el Big Bang, la componente real
es cero, pero no lo es la componente imaginaria. A lo largo de la expansión,
crece paulatinamente la componente real, mientras la imaginaria disminuye.
El Universo en expansión llega a un radio crítico, a partir del cual cesa la
expansión y comienza el colapso; el tiempo real comienza a disminuir hasta
llegar a cero (Big Crunch), pero el tiempo imaginario ha ido aumentando, por
lo que el tiempo complejo NUNCA SE HACE CERO. Esto involucra la
desaparición de las "singularidades", y por lo tanto aparece una ilustración
de un Universo finito pero ilimitado, sin bordes ni fronteras, autocontenido.
Podríamos visualizarlo en un símil, como la esfera terrestre desde una
perspectiva bidimensional, desplazándonos por su superficie desde el polo
norte, que sería el Big Bang (¡ya no es una singularidad!), alcanzando un
tamaño máximo en el ecuador, comprimiéndose después hasta alcanzar el
polo sur, que sería el Big Crunch (tampoco es una singularidad), y a su vez
una nueva expansión hasta volver al ecuador, donde vuelve a alcanzar su
máximo tamaño, y nueva compresión hasta el polo norte (Big Crunch e
inmediato Big Bang), en una infinita serie de ciclos que son compatibles con
la sucesión esotérica de la ciclicidad del CAOS y el COSMOS, en constante
devenir y creciente perfectible evolución, como la respiración cósmica de
Brahma. La cosmogonía Heindeliana nos habla de que la evolución se
produce en una suerte de espirales en espirales y espirales casi infinitas de
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creciente perfeccionamiento y que a cada ciclo o período le sigue el caos en
una noche cósmica recuperadora de la sustancia- raíz espiritual, de la cual
nace la quintaesencia actual, término derivado del concepto medioeval del
éter y que hace referencia a la materia y energía oscura del modelo
estándar de la física de avanzada actual. La constante cosmológica, Lambda
(λ) einsteniana, desprestigiada el siglo pasado por los teóricos de la física y
nuevamente reivindicada gracias a la denominada “aceleración cósmica”.
Seguido aquello, se inicia un nuevo amanecer, equivalente a un nuevo Big
Bang, una recapitulación de lo ya realizado, siempre desde un cero relativo,
desde ese imprescindible tiempo igual a cero de la Física moderna, pero de
perfección creciente. En cada ciclo, de constante repetición perfectible,
nuevas oleadas casi infinitas de espíritus puros emanados en el Gran Espíritu
Universal, ingresan en el gran concierto evolutivo y los otros continúan su
aventura experiencial en esta luminosa y magna obra de la Mente Divina.
Física teórica aparte, y siempre apegándonos a la ultraciencia que es el
ocultismo científico, nos basaremos a continuación en el aforismo hermético
de ‘como es arriba, así es abajo’ y podemos inferir que estos eónicos ciclos
del Universo y de sus componentes galácticos, estelares y planetarios, serían
como las varias encarnaciones del cosmos que se producen en cada ciclo
espiralado... En cada ciclo, de constante repetición perfectible, nuevos
espíritus puros ingresan en el gran concierto evolutivo y los otros continúan
su dinamia experiencial en esta luminosa y magna aventura de la Mente
Divina. El ser humano va evolucionando de similar manera y nace en un
tiempo relativo cero, se expande conciencialmente - experimenta y conoce
mediante el ensayo y el error, como ocurre en cualquier plano del Universo;
los agujero negros son los digestores de los resbalones estelares - y muere o
sumerge en un aparente caos inane (que es el mundo espiritual), siendo la
muerte el bálsamo reparador, para renacer en un ambiente nuevo y
diferente y seguir creciendo. Por ello y de allí el concepto de que en los
mundos espirituales se dice que el tiempo no existe, lo cual no es exacto,
pues su presencia opera en función de esta paradoja (singularidad) cíclica
infinita. Lo eterno y verdadero, lo imprescindible y que tiene consecuencias
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fundamentales antes del Big Bang presente, es por tanto, lo espiritual. Los
investigadores de avant garde ya lo está estudiando y muy seriamente. No les
queda más remedio.
José Mejía R.
20-abril, 2013