espacio dramático en la celestina

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  • 7/26/2019 Espacio dramtico en La Celestina

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    spacio dramtico y espacio simblico en

    La elestina

    de

    Fernando de Rojas

    Michel Moner

    Universidad de Grenoble

    Haciendo caso omiso del problema de la autora y de la estratificacin textual de la

    (tragi)comedia, una de las cuestiones ms conflictivas que se han planteado en el terreno

    de la crtica celestinesca, ha sido la de su teatralidad. Y por lo visto se ha mantenido

    hasta la fecha la lnea divisoria entre los que leen

    La Celestina

    como un dilogo, o una

    novela dialogada, en cierta m edida irrepresentable, y los que opinan que se trata de una

    autntica obra de teatro

    1

    . Huelga decir, por lo tanto, que no se pretende zanjar el debate

    en esta comunicacin, si bien un anlisis sistemtico de la espacialidad y del juego

    dramtico, antes parece aducir indicios a favor de la segunda interpretacin, o sea de la

    lectura deLa Celestinacomo una obra de teatro, en el pleno sentido de la palabra.

    Bien es verdad que de leerla as, surgen no pocas dificultades, ya que no parece que

    existieran, en el tiempo en que se concibi la obra, lugares teatrales adecuados, tales

    como para cumplir con todos los requisitos de su representacin. Pero por otra parte,

    sabido es que en el teatro primitivo, igual se supla la falta de espacio especfico, de

    decorado, de recursos o de maquinaria, por toda una serie de procedimientos y

    estratagemas con los que se consegua facilitar al pblico los elementos escenogrficos

    (relativos al decorado, alumbrado, sonido, etc.), indispensables para la comprensin de la

    representacin. Ahora bien, dichos elementos abundan precisamente enLa Celestina,

    especialmente en lo que toca a los datos topogrficos o arquitectnicos. Basta con

    examinar, por ejem plo, cm o se trasladan los personajes d e un lugar para otro (de la casa

    de Calisto a la de Celestina, de la de Celestina a la de Melibea, etc.) para com probar que

    1

    Las divergenc ias se mantienen entre los editores mod ernos de

    La Celestina. Cfr.

    la introduccin de

    Peter E. Russel (Fernando de Rojas,C omedia o tragicomedia de C alisto y Melibea, Madrid, Castalia, 1991,

    pp .53-55) y la de D orothy S. Severin La Celestina,M adrid, Ctedra, 1991, 5a ed., pp. 27 y 38).

    Studia urea. Actas del III Congreso de la AISO,

    II, Toulouse-Pamplona, 1996

    AISO. Actas III (1993). Michel MONER. Espacio dramtico y espacio simblico en ...

  • 7/26/2019 Espacio dramtico en La Celestina

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    2 8 0 M. MONER

    sus itinerarios han sido cuidadosamente trazados y programados de tal forma que el

    pblico disponga de los elementos necesarios para seguir los desplazamientos, reales o

    ficticios, de las

    dramatis personae

    y sepa perfectamente dnde ub icarlas: en una calle, a

    la puerta de una casa, en una escalera, etc. M s an: los indicios textuales destinados a

    marcar los trayectos y la actuacin de los personajes dentro del espacio escenogrfico,

    parecen tener mayor transcendencia que la de una mera funcin didasclica. O por lo

    m eno s, el anlisis sistemtico de las fases de traslado o de transicin, en tre los diferentes

    escenarios internos a la obra, deja tranparentar un doble sistema de oposiciones, tanto en

    el plano horizontal, exterior / interior, como en el plano vertical, abajo/arriba. Com o si

    en la versin teatral, el espacio escenogrfico tuviera que repartirse y usarse segn

    esquemas de representacin, al parecer de alto rendimiento semitico y en todo caso,

    cargados de significado

    2

    .

    EL ESPACIO HORIZONTAL: INTERIOR / EXTERIOR

    La circulacin de los personajes entre los diferentes espacios sociales (noble /

    innoble) representados por las casas de Calisto y Melibea, por un lado, y las de

    Celestina y dems prostitutas y rufianes, por otro lado, viene caracterizada por un

    procedimiento recurrente, que consiste en marcar el paso, toda vez que un personaje est

    en situacin de pasar los umbrales de una casa o de penetrar en un espacio c errado. E ste

    fenmeno, que podramos calificar de umbralstico (no encuentro equivalente a la

    expresin francesa,

    effet de seuil

    o

    effet de sas

    ), consiste en hacer que los

    personajes se detengan y permanezcan un tiempo (en todo caso, ms de lo de bido) en e sa

    zona fronteriza (um bralstica) que separa el exterior del interior, generalmente ante una

    puerta cerrada

    3

    . As es como presenciamos toda una serie de escenas de carcter ms o

    menos entremesil, que se representan en los mismos umbrales de la casa, o entre

    puertas, como si el recin llegado tuviera primero que someterse a determinadas

    formalidades de acceso, antes de penetrar en nuevos espacios de sociabilidad o de

    intimidad, como la sala (de estar), la cmara, el huerto, etc. Tenemos varios

    ejemplos de ello, especialmente en los principios, empezando por el primer

    desplazamiento de Sempronio desde la casa de Calixto a la de Celestina, donde la llegada

    un tanto inesperada del criado provoca un pequeo alboroto y da lugar a un curioso juego

    de escena, en forma de farsa entremesil

    4

    :

    2

    Es muy sugestivo, al respecto au nque no siempre convincente, e l estudio de Fema ndo

    Cantalapiedra, Lectura semitico-formal de La Celestina, Kassel, Reichenberger,1986.

    3

    Vase F. Cantalapiedra,

    op. cit.,

    pp. 162-164. Desde luego, los conceptos interior y exterior

    han de entenderse en sentido lato y en todo caso relativo. La lnea divisoria (umbral, puerta, escaleras,

    patio, zagun), puede situarse a la periferia de cualquier espacio privado o ntimo (huerto, sala, habitacin,

    etc.). Lo que importa es que pueda dar lugar a juegos significativos (atraccin / repulsa), segn se trate de

    un espacio codiciado y / o vedado, como la cmara de Elicia, por ejemplo, o la camarilla de las escobas, en

    la casa de Celestina.

    4

    La Celestina,

    pp. 104-105 (salvo indicacin contraria, las citas y referencias remiten a la edicin

    de D. S. Severin).

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    ESPACIO DRAMTICO

    Y

    ESPACIO SIMB LICO

    ENLACELESTINA 2 8 1

    CELESTINA. Albricias, albricias, Elicia: Sempronio, Sempronio

    ELICIA. (Ce, ce, ce

    CELESTINA. Por qu?

    ELICIA. Porque est aqu Crito.

    CELESTINA. Mtelo en la camarilla de las escobas, presto: dile que viene tu primo y mi

    familiar

    ELICIA. Crito, retrhete ay; mi primo viene, perdida soy

    CRITO. Plzeme; no te congoxes).

    SEMPRONIO. Madre bendita, qu desseo traygo Gracias a Dios que te me dex ver.

    CELESTINA. Hijo mo, rey mo, turbado me as; no te puedo hablar. Torna y dame otro

    abrazo. Y tres das podiste estar sin vernos? Elicia, Elicia, ctale aqu

    ELICIA. A quin, madre?

    CELESTINA. A Sempronio.

    ELICIA. Ay, triste, qu saltos me da el coracn Y qu es de l?

    CELESTINA. Vesle aqu, vesle; yo me lo abra?ar, que no t.

    ELICIA. Ay, maldito seas,traidor Postema y landre te remate y a manos de tus enemigos

    mueras y por crmenes dignos de cruel muerte en poder de rigurosa justicia te

    veas, ay, ay

    SEMPRONIO. Hy, hy, hy Qu as mi Elicia? De qu te congoxas?

    ELICIA. Tres das ha que no me ves Nunca Dios te vea; nunca Dios te consuele ni visite

    Guay de la triste que en ti tiene su esperanca y el fin de todo su bien

    SEMPRONIO. Calla, seora ma; t piensas que la distancia del lugar es poderosa de

    apartar el entraable amor, el fuego que est en mi cora9

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    2 8 2 M. MONER

    caracterstico en este caso es antes que nada la compartimentacin del espacio interior en

    cuatro subespacios:

    interior A

    (sala: en la planta baja)

    interior B

    (cmara: en el primer

    piso)

    interior C

    (escaleras y rellano) e

    interior D

    (camarilla de escob as). De modo que el

    espacio e scnico que corresponde a la casa prostibularia de la vieja alcahueta (interior A +

    B + C + D), se nos presenta desde el principio, como un espacio de doble, triple o

    cudruple fondo, sabiamente com partimentado. Dicho en otras palabras, con dobleces y

    falacias, a imag en de la propia Celestina y de sus a hijadas.

    A co ntinuacin, la vuelta de Sem pronio a casa de Calisto, en compaa de Celestina,

    resulta an ms significativa, desde este punto de vista, ya que esta vez la tensin se

    establece claram ente en la lnea divisoria entre exterior e interior, amn de que d a lugar a

    dilaciones tan marcadas que hasta rayan en lo inverosmil

    6

    :

    CELESTINA. Llama.

    SEMPRONIO: Tha, tha, tha.

    CALISTO. Prmeno

    PRMENO. Sefior?

    CALISTO. No oyes, maldito sordo?

    PRM ENO. Qu es, seor?

    CALISTO. A la puerta llaman; corre.

    PRMENO. Quin es?

    SEMPRONIO. Abre a m y a esta duea.

    PRMENO. Seor, Sempronio y una puta vieja alcoholada daban aquellas porradas.

    CALISTO. Calla, calla, malvado, que es mi ta; corre, corre, abre

    Ahora bien, cuando era de esperar, con las prisas que le da Calisto, que el criado se

    precipitara a abrir la puerta, he aqu que se detiene en contarle a su amo, con pelos y

    seales, la vida, fama y mritos de la vieja Celestina. Dicho en otras palabras,

    Calisto y Prmeno entablan a deshora un largo dilogo, de carcter expositivo, eso s

    pues nos trae cantidad de informaciones sobre el personaje de C elestina, pe ro que

    constituye una fuerte distorsin temporal hasta cierto punto inverosmil, o en todo caso

    difcilmente compatible con la lgica de la accin dramtica

    7

    . Y cuando por fin, ambos,

    amo y criado empiezan a bajar las escaleras para abrir la puerta, el movimiento queda

    interrumpido e n el acto, pues Calisto y Prme no se detienen en las grada s, para prestar

    6

    Ed. cit., p. 108.

    7

    El comentador annimo de La Celestina observa, al respecto: algunos quieren reprehender a

    nuestro author en que se detuvo mucho en recontar la vida de Celestina y su bivienda en esta parte, estando

    ella y Sempronio esperando a la puerta. Segn l, hubiera sido mejor que el dilogo entre Calisto y

    Prmeno tuviera lugar inmediatamente despus de la salida de Sempronio (citado por P. E. Russel,

    Comedia

    o tragicomedia de Calisto y Melibea,

    ed. cit. p. 239). Es significativa, por otra parte, la reaccin de P. E.

    Russel, que rechaza, o por lo menos minimiza estas objeciones, haciendo hincapi en que estamos ante

    una obra compuesta para ser recitada por una sola persona, circunstancia que deba disminuir mucho, al

    orla sus primeros lectores, toda conciencia del defecto mencionado por el comentador ibid.). Pero el

    disminuir [...] la conciencia del defecto no pasa de ser un paliativo poco satisfactorio, ya que la distorsin

    temporal no deja de ser considerada a pesar de todo como una carencia estructural. Ahora bien, puede que

    el defecto no fuera tal defecto sino acierto dramtico: basta con aceptar la idea de que la escena no

    slo fue escrita para ser leda, sino tambin para ser representada.

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    ESPACIO DRAMTICOYESPACIO SIMBLICOE NLACELESTINA 28 3

    odo a l a s pa labras de Ce les t ina y Sempronio

    cfr.

    l a ac t i tud de Sempronio en casa de

    Celes t ina) . Slo que no se t ra ta , una vez ms , s ino de tea tro en e l tea t ro, ya que en

    rea l idad , l a v ie ja t a imada es t improv isando a in tenc in de Ca l i s to una au tn t ica

    com edie ta , que se representa por lo tanto en la mi sm a cal le , ante la puer ta de la casa

    8

    :

    CELESTINA. (Passos oygo; ac descienden; haz Sempronio que no lo oyes. Escucha y

    dxame hablar lo que a ti y a m conviene.

    SEMPRONIO. Habla.)

    CELESTINA. No me congoxes ni me importunes, que sobrecargar el cuydado es aguijar al

    animal congoxoso. Ans sientes la pena de tu amo Calisto que paresce que t

    eres l y l t, y que los tormentos son en un mismo sujecto. Pues cree que yo

    no vine ac por dexar este pleito indeciso o morir en la demanda.

    CALISTO. Prmeno, detente. Ce , escucha qu hablan stos; veamos en qu bivimos. O

    notable mujer, o bienes mundanos, indignos de ser posseydos de tan alto

    corazn. O fiel y verdadero Sem pronio Has visto, mi Prm eno? O yste?

    Tengo razn? Qu me dizes, rincn de mi secreto y consejo y alma ma?

    PRMENO. Protestando mi inocencia en la primera sospecha, y cumpliendo con la

    fidelidad, porque te me concediste, hablar; yeme, y el affecto no te ensorde,

    ni la esperanca del deleite te ciegue. Timplate y no te apressures, que muchos

    con cobdicia de dar en el fiel, yerran el blanco. Aunque soy mogo, cosas he

    visto assaz, y el seso y la vista de las muchas cosas demuestran la esperiencia.

    De verte o de oyrte descender por la escalera, parlan lo que stos fingidamente

    han dicho, en cuyas falsas palabras pones el fin de tu desseo.

    SEMPR ONIO. (Celestina, ruynmente suena lo que Prmeno dize.

    CELESTINA. Calla, que para la mi santiguada, do vino el asno vendr el albarda; dxame t

    a Prmeno, que yo le har uno de nos, y de lo que oviremos, dmosle parte: que

    los bienes, si no son comunicados no son bienes. Ganemos todos, partamos

    todos, holguemos todos. Yo te le traer manso y benigno a picar el pan en el

    puo, y seremos dos a dos y, como dizen, tres al mohno).

    CALISTO. Sempronio

    SEMPRONIO. Seor?

    CAL ISTO. Qu haces llave de mi vida? Abre.

    8

    Ed. cit., pp. 114-116 . En el final de este pasaje difieren las dos edicione s menciona das ms arriba.

    La de Severin, que sigue la edicin de Zaragoza (1507), presenta un esbozo de dilogo a travs de la

    puerta, entre Calisto y Sempronio:

    CALISTO. Sempronio

    SEMPRONIO. Seor?

    CALISTO. Qu haces llave de mi vida? Abre.

    En la edicin de Russel, en cambio, Calisto no se dirige a Sempronio, sino a Prmeno, o sea que ambos

    dilogos (Sem pronio / Celestina, por un lado y Calisto / Prme no, por otro lado), se man tienen por se parado

    hasta que se abra la puerta (lectura, a mi modo de ver, ms coherente):

    CAL. Prmeno

    PAR. Sefior?

    CAL. Qu haces llave de mi vida? Abre Comedia o tragicomedia de Calisto y Melibea, ed. cit., p.

    250.

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    2 8 4 M.MONER

    Acabamos de ver que entre el momento en que Celestina y Sempronio llaman a la

    puerta de Calisto y el mom ento en que penetran en la casa, el tiempo dram tico se alarga

    sobremanera. Pero observamos por otra parte que esta distorsin tem poral redunda a su

    vez en un como desdoblamiento del espacio escnico, que se escinde, a la vista del

    pblico, en dos subespacios claramente separados: uno en la parte alta del escenario

    (donde actan Calisto y Prmeno), y otro en la parte baja (donde actan Celestina y

    Sempronio). As que, mientras Prmeno, en el subespacio superior, est retratando a

    Celestina, con sus peculiares atributos de puta vieja, alcahueta y hechicera, sta ocupa

    con Sempronio el subespacio inferior, ante la puerta de la casa, donde se va a representar

    la comedieta umbralstica. Ahora bien, sabemos que en dicha comedieta, Celestina

    ya no aparece como puta vieja, sino todo lo contrario: como persona caritativa y

    servidora fiel, al parecer dispuesta a perder la vida por Calisto. En otras palabras,

    Celestina se atribuye a s misma un papel (positivo), que no es sino el envs del retrato

    (negativo) que Prm eno acaba de pintar de ella, a intencin de Calisto. De mod o que nos

    encontramos frente a un dispositivo escnico de configuracin compleja, que permite

    jugar simultneamente en diferentes registros y con diferentes mscaras, lo que no

    contribuye poco a recalcar la falacia y la complejidad de los caracteres y de las

    situaciones.

    Por otra parte, bien se echa de ver, que la comedieta que se representa en los

    um brales de la casa de Calisto, es muy parecida a la que recin acabamos de p resenciar en

    la casa de Celestina. La divisin cuadripartita del espacio escnico (interior / exterior,

    arriba / abajo), as como la utilizacin de los dos registros (voz alta / voz baja), los

    movimientos que se cortan en seco, cuando se trata de pasar de uno a otro espacio y

    hasta la situacin de teatro en el teatro, revelan a todas luces la aplicacin deliberada

    de una m isma receta dramtica. En ambos casos vemos claramente cmo el traslado de

    uno a otro espacio resulta tan problemtico como para necesitar por parte de los

    personajes, una adaptacin previa a la nueva situacin. De ah que la zona

    um bralstica funcione como una cmara de descom presin effet de sas),y d lugar

    a juegos dilatorios o maniobras de diversin, cuanto ms significativos que en dichos

    casos se trata nada menos que de cruzar, en ambos sentidos, la frontera que separa dos

    espacios sociales y morales antagnicos: la noble mansin de Calisto y la casa

    prostibularia (innoble) de Celestina. Pero tampoco deja de resultar significativo que

    esta adaptacin de los protagonistas (su puesta en conformidad con el nuevo medio,

    por decirlo as) se resuelva en forma de una representacin, cuya trama, reparto de

    papeles y acotaciones escnicas corren a cargo de Celestina, la gran manipuladora que

    rene entre sus manos todos los hilos del enredo. El mismo procedimiento se renueva

    ms adelante, en condiciones parecidas, o sea en el Auto V, cuando Celestina, ya de

    vuelta de su primera embajada a casa de Melibea, se presenta otra vez con Sempronio a

    la puerta de la casa de Calixto. Slo que en este caso, Sempronio intenta defraudar a

    Celestina y sustituirla en el papel de director de escena, para tratar de quitarle la

    iniciativa

    9

    :

    9

    LaCelestina,ed. cit., pp .

    175-176. Como

    en

    otros casos parecidos

    de

    escenas um bralsticas,

    P. E.

    Russel optapor introducir acotaciones para distinguir entre lo que sediceen vozalta y lo que sediceen

    AISO. Actas III (1993). Michel MONER. Espacio dramtico y espacio simblico en ...

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    ESPACIO DRAMTICOYESPACIO SIMB LICOENIA

    CELESTINA

    28 5

    PRMENO. Seor, seor

    CALIXTO. Qu quieres, loco?

    PRMENO.

    A

    Sempronio

    y a

    Celestina

    veo

    venir cerca

    de

    casa, haziendo paradillas

    de

    ratoenrato,yquando estn quedos, hazen rayasen elsuelocon elspada.N o s

    qusea.

    CALISTO. Odesvariado, negligente Veslos venir,nopuedes baxar corriendo aabrirla

    puerta?

    O

    alto Dios,

    o

    soberana deidad Con

    qu

    vienen? Qu nuevas traen?

    Quetangrandehasidosutardancaque ya msesperavasuvenidaque el fin de

    mi remedio. O mis tristes oydos aparejaosa lo que osviniere,que enbocad e

    Celestina est agora aposentado el alivio o pena de mi coracn O si en

    sueos

    se

    passava este poco tiempo, hasta

    ver el

    principio

    y fin de su

    habla

    Agora tengo por cierto que es mspenoso al delincuente esperar la cruda y

    capital sentencia

    que el

    acto

    de la ya

    sabida muerte.

    O

    espacioso Prmeno,

    manosde muerto Quitayaessa enojosa aldava; entrar essa honrrada duea,en

    cuya lengua est

    mi

    vida.

    CELESTINA. Oyes, Sempronio? De otro temple anda nuestro amo; bien difieren estas

    razonesa las queoymos aPrmenoy a l a laprimera venida; de mal enbien

    me pareceque va. No aypalabrade las quedizeque novalea lavieja Celestina

    ms

    que una

    saya.

    SEMPRONIO. Pues miraqueentrando hagasque no ves aCalistoyhables algo bueno.

    CELESTINA. Calla, Sempronio,queaunqueayaaventuradomivida,msmerece Calistoy

    su ruegoytuyo,y msmercedes esperoyo del.

    ARGUMENTO DEL SEXTO AUTO

    CALISTO.

    Qu

    dizes, seora

    y

    madre ma?

    CELESTINA.O miseor Calisto,yaqu ests?

    En resumidas cuentas, comprobamos que esa zona umbralstica que se abre entre

    uno y otro espacio, viene a ser algo as como unos bastidores (valga el anacronismo)

    respectodelescenario propiamente dicho:u nlugaren el que losactoresde la comedia

    ponen

    sus

    mscaras

    o su

    m aquillaje

    y van

    haciendo m emoria, repasando

    su

    papel, antes

    de salir a representarlo frente al pblico. Slo que en este caso el pblico lo est

    voz baja Aparte), as como la situacin espacial de los hablantes Afuera). Pero el uso de esas acotaciones

    resulta a veces discutible. A mi modo de ver, no es nada cierto que la ltima rplica de Celestina (al final

    del auto VI) haya de leerse como un aparte. Todo lo contrario: Celestina ha de hablar en voz alta y un tanto

    subida de tono para que Calisto pueda orla desde el otro lado de la puerta. O sea para que se entere de que

    ella: 1) sigue dispuesta a aventurar su vida por l (aunque aya aventurado m i vida, ms m eresce Ca listo);

    2) cuenta con recibir buena recompensa de sus servicios (ms mercedes espero yo del). De ah que

    cuando la puerta se abra, Celestina se haga la sorprendida (O mi seor Calisto, y aqu ests?) y eluda la

    pregunta de Calisto, quien, a su vez, finge no haber odo las ltimas palabras de la vieja (Qu dizes,

    seora y madre ma?). Todo este juego, junto con el tratamiento un tanto exagerado que se dan

    mutuamente Calisto y Celestina, no es, a mi modo de ver, sino pura duplicidad en un dilogo en el que cada

    uno de los protagonistas juega a cul ms hipcrita.

    AISO. Actas III (1993). Michel MONER. Espacio dramtico y espacio simblico en ...

  • 7/26/2019 Espacio dramtico en La Celestina

    8/12

    2 8 6 M. MONER

    presenciando tod o, ya que por la magia de la representacin se le abre precisamen te ante

    los ojos el espacio recndito de los bastidores, que vienen a ser, al fin y al cabo, el

    laberinto donde se fraguan las falacias y los engaos de la com edia. As que lo que se

    nos ofrece, en cierto modo, es nada meno s que una teatralizacin de las motivaciones y /

    o pensamientos ocultos de los protagonistas (equivalente de la introspeccin o

    exposicin monologstica), mediante un juego de duplicaciones (propio del teatro en el

    teatro), que permite recalcar la duplicidad de los mismos y la complejidad de los

    caracteres. No es ninguna casualidad, por lo tanto, que este juego de dobleces se

    verifique en el umbral, y ms concretamente en el mismo punto de comunicacin entre

    espacio exterior y espacio interior, ya que viene a ser algo as como la lnea divisoria

    entre el yo ntimo y el yo social

    10

    .

    EL ESPACIO VERTICAL: ARRIBA / ABAJO

    Ya hemos visto que la presencia de escaleras en la casa de Celestina, como en la de

    Calisto, da lugar a juegos escnicos que amplifican las tensiones entre los diferentes

    subespacios, a la par que contribuye a configurar la dimensin vertical del espacio

    escnico . El procedim iento se repite en forma al parecer no menos significativa, cuand o

    Celestina se presenta por primera vez en casa de Melibea. Sabido es, en efecto, que la

    alcahueta topa primero con Lucrecia, conocida de ella por ser prima de Elicia, lo que da

    lugar a un breve dilogo de reconocimiento mutuo. De ah que parezcan reunidos todos

    los requisitos para que la accin no se demore en semejantes preliminares y Celestina

    pase adelante con su embajada. Slo que, una vez ms, en el momento en que se la

    invita a entrar, la alcahueta queda detenida en los umbrales de la casa en la misma

    puerta o en el zagun , mientras se entabla un curioso dilogo entre Lucrecia y su a ma,

    que la est llamando desde arriba

    11

    :

    LUCRECIA. [...] Entra y spera aqu que no os desabenirs.

    ALICIA. Con quin hablas, Lucrecia?

    LUCRECIA. Seora, con aquella vieja de la cuchillada que sola bivir aqu en las teneras a

    la cuesta del ro.

    ALISA. Agora lo conozco menos. Si t me das a entender lo incgnito por lo menos

    conozcido, es coger agua en un cesto.

    LUCRECIA. Jes, seora, ms conoscida es esta vieja que la ruda , no s cmo no tienes

    memoria de la que empicotaron por hechizera, que venda las mogas a los

    abades y descasava mil casados.

    1 0

    De ah que el auto VI se abra, de manera un tanto abrupta, al mismo tiempo que la puerta de la

    casa, con la rplica de Calisto: Qu dizes, seora y madre ma? (ed. cit., p. 176). Este corte en m edio

    del dilogo le resulta extrao a P. E. Russel, que considera esta cesura como un ejemplo de la

    arbitrariedad de la divisin en actos impuesta a la obra

    Comedia o tragicomedia de Calisto y Melibea,

    ed.

    cit., p. 336). Pero estas incongruencias o arbitrariedades

    vid. supra,

    nota 7), dejan de ser tales, siempre que

    se acepte la idea de que la obra pudo ser compuesta dentro de una perspectiva dramatrgica. Esto es: para

    ser representada.

    11

    Ed. ci t, pp. 151-152.

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    ESPACIO DRAMTICOYESPACIO SIMBLICOENIA

    CELESTINA

    2 8 7

    ALISA. Qu officio tiene? quic por aqu la conocer mejor.

    LUCRECIA. Seora, perfuma tocas, haze solimn, y otros treynta officios; conosce

    mucho en yervas, cura nios, y aun algunos la llaman la vieja lapidaria.

    ALISA. Todo esso dicho no me la da a conocer. Dime su nombre si le sabes.

    LUCRECIA. Si le s, seora? No ay nio ni viejo en toda la cibdad que no le sepa; avale

    yo de ignorar?

    ALISA. Pues, por qu no le dizes?

    LUCRECIA. He vergenca.

    ALISA. Anda, bova, dile, no me indignes con tu tardanca

    LUCRECIA. Celestina, hablando con reverencia, es su nombre.

    ALISA. Hy, hy, hy Mala landra te mate si de risa puedo estar, viendo el dessamor que

    deves de tener a esta vieja que su nombre has vergenca de nombrar; ya me voy

    recordando della. Una buena piega; no me digas ms. Algo me vern a pedir; di

    que suba.

    LUCRECIA. Sube, ta.

    Como bien se echa de ver, la intervencin de Alisa en medio de la escena

    umbralstica resulta un tanto incongruente (ya que el dilogo entre Lucrecia y

    Celestina, basta a todas luces para dejar las cosas en claro), o en todo caso no parece

    nada necesaria para facilitar la inteligencia del texto, ni impulsar la progresin de la

    accin dramtica. Y se puede decir lo mismo de esa especie de retrato en clave de la

    vieja alcahueta que Lucrecia brinda a Alisa, mientras Celestina est esperando a que la

    dejen entrar; el cual, dicho sea de paso, no deja de recordar el panegrico irnico que

    Prm eno b rinda a Calixto en condiciones parecidas, al llegar Celestina por prim era vez a

    casa de Calixto. De modo que este breve dilogo entre Lucrecia y Alisa, antes parece

    dilatorio y redundante, o por lo m enos, de escaso rendimiento, desde el punto d e vista

    dramtico

    12

    . Pero al mismo tiempo, se nos presenta, una vez ms, un tipo de relacin

    dialogstica que pone en contacto los subespacios alto y bajo del escenario, como para

    confirmar la pertinencia y tal vez sugerir el valor metafrico o simblico de este

    procedimiento, cuyo carcter recurrente no deja de llamar la atencin: el dilogo de

    doble nivel

    13

    .

    12

    D. S. Severin, que considera, igual que P. E. Russel, que la obra ha sido escrita para ser leda, se

    encuentra, al parecer, frente a una dificultad, a la hora de integrar este dilogo en la economa de la obra.

    O por lo menos intenta encontrarle una justificacin a las dilaciones de la criada con la hiptesis de que

    Lucrecia siente miedo al pronunciar el nombre de Celestina por su asociacin con el diablo. (ed. cit, pp.

    152-153). Pero de ser as, no se entiende que Lucrecia haya exclamado sin la menor reticencia, al ver a

    Celestina en la calle, Celestina, madre, seas bienvenida ibid., p. 151). De hecho, lo que siente Lucrecia

    no es miedo , sino vergenza, segn dice ella misma

    ibid.,

    p. 152), por considerar el nombre de Celestina

    como palabra asquerosa. De ah que se resista a pronunciarlo en presencia de Alisa, su ama, y acabe por

    acudir a la salvedad de hablando con reverencia ibid.). En realidad, se trata de una especie de chiste;

    cfr. el dicho que trae Correas, y que tal vez proceda de la misma vena: Aldonza kon perdn. Nota la

    mistiquez de algunos ke piden perdn para nonbrar algunos vokablos, sin ser menester salva para ellos,

    Vocabulario de refranes y frases proverbiales

    (1627), ed. de L. Com bet, Bordeaux, 1967, p. 50. O sea que,

    una vez ms y esto es lo que importa, el autor echa mano de una situacin tpica para marcar el paso

    y hacer que se detenga la accin dramtica en el momento de trasladarse de uno a otro espacio.

    13

    Recordem os que ya presenciamos un intercambio verbal de este tipo, en el primer auto, al llegar

    Sempronio a casa de Celestina, ya que dialogan, por una parte, Celestina y S empronio, situados en la planta

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    2 8 8 M. MONER

    Huelga decir que, al hacer que el eje de la comunicacin se site repetidas veces en un

    plano vertical, con una circulacin de la palabra orientada de arriba abajo y de abajo

    arriba, no puede dejar de ser significativo, en una obra como sta, teniendo en cu enta qu e

    la misma nos sita dentro de un espacio social y moral fuertemente jerarquizado: amo /

    criado, noble / innoble, doncella / prostituta, etc. Slo que el uso o la ocupacin de

    sendos espacios, alto y bajo, no coincide de ninguna manera con la escala de valores

    sociales o morales, que sera de esperar. Todo lo contrario. El sistema es perfectamente

    reversible. Basta con recordar, entre las muchas inversiones o permutaciones que se

    verifican en la obra, la figura recurrente de la inversin de papeles (Criador / criatura,

    amo / siervo etc.) y, por supuesto el insoslayable leitmotiv de la cada

    14

    . No sera de

    extraar, por lo tanto, que la distribucin espacial de los protagonistas en sistemas

    dialogsticos v erticales, tuviera algo que ver con esta dramatizacin de los antagonism os

    y esa perturbacin de las jerarquas (textuales, sociales y morales) que caracterizan la

    tragicomedia. De hecho, parece servir, antes que nada, para acostumbrarnos a seguir el

    vaivn de la palabra, de abajo / arriba y de arriba / abajo, y prepararnos solapadam ente a

    dirigir nuestra mirada hacia la cumbre de la torre, que es donde el autor pretende llevarnos

    desde el principio, para dar el salto mortal

    15

    . As es cmo llegaremos sin sorpresa a la

    grandiosa e scena del suicidio, en la que la posicin espacial de los protagonistas viene a

    cobrar su pleno significado: Melibea, encima de la torre, en lo ms alto del escenario, y

    Pleberio, al pie de la misma. Com o si la tremenda distancia que separa al padre d e la hija

    no fuera ms que la culminacin de un proceso iniciado desde el primer auto y reiterado a

    continuacin, como otros tantos indicios premonitorios que anticipan el desenlace

    trgico. Desenlace en el que la verticalizacin del espacio dramtico viene a co nsagrar la

    dinmica y el alcance de la inversin de papeles. Y lo cierto es que sta no puede ser

    mejor evidenciada: por un lado, la situacin preeminente de la hija, en el subespacio

    superior, y por otro lado, la situacin subalterna del padre, en el subespacio inferior. Por

    una parte, la hija que toma la palabra y las decisiones, y por otra parte, el padre, que

    escucha el parlamento de su hija, como un nio aleccionado, sin ms remedio que callar

    baja de la casa, y por otra, Elicia, que se ha quedado en el piso superior. El procedimiento se puede

    observar en otras ocasiones, por ejemplo, cuando vuelve Celestina a su casa despus de la visita nocturna a

    Aresa (auto VII, ed. cit., p. 209).

    14

    Para F. Cantalapiedra, en cambio, elalto es el subespacio del bien y del poder poltico religioso y

    el bajo es el subespacio del mal y de la clase vil, no religiosa op. cit., p. 145). Pero esta concepcin

    mecanicista, segn las propias palabras de Cantalapiedra (p. 143), pierde su operatividad en muchos

    casos. Especialmente en la casa de C elestina (auto I) y en la de Aresa (auto VII), donde la distribucin de

    los personajes en los subespacios alto y bajo no coincide en absoluto con una divisin jerrquico-moral. Y

    eso que tam poco entra en este esquema la escena final del suicidio de M elibea.

    13

    As lo entendi, al parecer, el director de escena, Antoine Vitez, en la adaptacin de la obra que

    present en el festival de Avin, en julio de 1989. Segn recuerda Joseph Snow, el escenario (de Yannis

    Kokkos) era una construccin vertical que parta de la boca del infierno al nivel del escenario y, luego,

    suba unas escaleras que zigzagueaban hacia una puerta alta rodeada por nubes y ngeles: una

    representacin del mundo jerrquico, moral (Celestina en las tablas, Celestinesca, 13, 2, 1989, pp. 88-

    89). Huelga decir que esta representacin del espacio coincide con la que se puede observar en los

    retablos, en la pintura religiosa y en el teatro medieval.

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    ESPACIO DRAMTICO

    Y

    ESPACIO SIMBLICOENLACELESTINA

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    y aguantar. HastaqueMelibeaseprecipitea suspiesy ledevuelva,con elsacrificiode

    su vida,sudignidaddepadre, convirtindoledefigura ridiculaenfigura pattica.

    Ahora bien, sera

    de

    esperar

    que la

    cada

    de

    Melibea cerrara este proceso

    de

    intercambios de palabras entreel subespacio bajo y el subespacio altodelescenario.

    Pero no es as. En primer lugar, Pleberio, enloquecido por el dolor, se dirige

    alternativamentea sum ujer,a susvecinos,alcuerpode suhijay a smismo: Ay,ay,

    noble mujer [...] Ogentesquevensa midolor,oamigosy seores [...] O mihijay

    mi bien todo, crueldad seraquebivayosobreti [...] O mis canas, salidas para aver

    pesar[...] Omujerma [...] Oduro cora?ndepadre

    16

    . Hastaque por fin, no lequeda

    ms remedio que el de interpelar a otras instancias y potencias, naturales o

    sobrenaturales: Mundo, Fortuna, Amor...As escmosepasa paulatinamentedelllanto

    alaprotesta,y de labsquedade lacompasina labsquedade unaexplicaciny de una

    justificacin

    de los

    hechos.

    Lo que

    implica

    un

    cambio

    en la

    actuacin

    del

    personaje

    y,

    por supuesto,unanueva orientacindel eje de lacomunicacin.

    A m edida

    que el

    planctus

    se va

    amplificando, hasta convertirse

    en

    protesta abierta,

    el tono de Pleberio se hace ms imprecatorio y sus palabras parecen cobrar mayor

    alcanceque el de la mera expresinde ladesesperacinde un padre. Sus quejas se

    estructuran poc o

    a

    poco

    en

    forma

    de

    reproches

    y

    preguntas acusadoras,

    que

    todas parecen

    apuntar haciaunmismofin.ComosiPleberio pretendiera nada m enosquedesenredar

    los hilosde la tragedia, hasta encontrarse,tal vez, con elDeus exmachinaque losest

    moviendo,por supuesto desde arriba.De ah que el desgraciado vaya recorriendolos

    eslabones

    de una

    cadena existencial

    que ya no son

    sino otros tantos motivos

    de

    llorar

    y

    desesperarse:Otierra dura [...] O fortuna variable [...] Ovidade congoxas llena

    [...], o mundo, mundo [...] O amor, amor []

    17

    - Y mientras van creciendo su

    desesperaciny su ira, suspalabrasseenderezan,pordecirloas,haciaelmismo cielo,

    tan vaco,alparecer, com olacumbrede latorrede la queacabadecaer Melibea. Hasta

    queel dolor,o tal vez el mismo vacoy silencio hermtico contrael quechocansus

    preguntas,leobliganadesandarelcaminoy avolver irremisibleydefinitivamente los

    ojos hacialatierra dura, donde yaceelcuerpo destrozadode suhija

    18

    :

    Del mundomequexo porqueen s mecri, porqueno medando vidanoengendraraen l a

    Melibea;

    no

    nascida,

    no

    amara;

    no

    amando, cessara

    mi

    quexosa

    y

    desconsolada

    postrimera.O micompaera buenay (o) mihija despedazada [...] Porqu medexaste

    triste

    y

    solo

    in hac

    lacrymarum valle?

    Osea que laspalabras,y porsupuestoelgestoy lamiradadePleberio,orareclinado

    sobreelcuerpo destrozadode suhija,oraerguido haciaelcielo, para interpelaraldios

    amory atravsde l, tal vez, aotro Diosan mspoderoso ,ora, por fin,resignado

    a contemplar sin remedio la soledady ladesesperacin que reinan en este vallede

    16

    Ed. cit., pp.336-337.

    17

    Ibid., pp.

    337-341.

    18

    Ibid.,

    p. 343.Sabidoes que ellamentodePleberiohadado lugarainterpretaciones divergentes.A

    mi modo

    de ver, el

    anlisis

    de la

    obra desde

    la

    perspectiva

    de su

    estructuracin espacial debera contribuir

    en aclarar

    las

    perspectivas.

    AISO. Actas III (1993). Michel MONER. Espacio dramtico y espacio simblico en ...

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    lgrimas, reconstruyen un a modo de crculo, con el que se cierra definitivamente la

    comunicacin entre lo alto (ya vaco y silencioso) y lo bajo (ya hundido en quejas y

    lgrimas). Crculo que abarca en su inexorable trazado la totalidad de la tragedia del

    hombre, indefenso frente a las misteriosas e irrefrenables fuerzas que le superan y rigen

    su destino

    19

    . Y entre ellas, por supuesto, la mayor potencia: el propio Criador, origen y

    principio de todas las cosas, y por lo tanto, primer eslabn en la implacable cadena de

    causalidades que ha de arrastrar el hombre hacia su desastrado fin.

    1 9

    No por eso comparto del todo, al respecto, la opinin de Stephen Gilman La Esparta de Fernando

    de Rojas, Madrid, Taurus, 1978, pp. 358-369), si bien me parece una de las ms fecundas y sugestivas.

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