escuela nº 18 del de 6

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Un cuento policial (Basado en “Cuento policial” de Marco Denevi) Reescritura de Nora Navetta Esc 18 DE 6 Rumbo a la tienda donde trabajaba como vendedor, un joven pasaba todos los días por delante de una casa en cuyo balcón una mujer bellísima leía un libro. La mujer jamás le dedicó una mirada. “Tonto, mil veces tonto! ¿Cómo podés creer que una mujer así te va a dar bolilla? Ni que fueras Johnny Depp. Bueno, tampoco soy lo que se dice un sapo. Entrenar todos los días me ha dejado la parrillita bien marcada. Más de una minusa cayó en mis brazos cuando le disparé la mirada del gato con botas de Shrek. Y ni qué hablar cuando les lanzo la… ¡Alto salame! ¡Eso es lo que sos! Si ni siquiera te mira. Una mujer así no cae en trampas tan burdas. Encima lee, lee mucho. La parrillita metétela en la terraza y usála para hacer asados. ¡Dios! ¡Dios! ¿Qué puedo hacer para que me mire? Ya probé de todo y no levanta los ojos del libro. ¿De qué color serán? Si llegan a ser verdes me muero. Con ese chocolate que le cae por los hombros y se le cuela por el escote…¡¡¡Ahhhhhhhhhhh!!! ¡Pará! Si seguís así perdés el último jugador. Mejor te iría si fueras un sapo. Tal vez así la princesa… Cierta vez el joven oyó en la tienda a dos clientes que hablaban de aquella mujer. Cliente 1:- ¿Te enteraste de la última? Cliente 2:- ¡Pará! ¿No me digas que Riquelme juega el domingo? Cliente 1:- No. Se lesionó otra vez. Dicen que se pinchó un ojo con la pestaña. Se trata de la reina de acá a la vuelta… Cliente 2:-¿Blancanieves? Cliente1:- La misma. Parece que ya no es tan blanca… Cliente 2:- ¡Andaaaaá! ¡No te puedo creer! Jamás se le conoció un novio. Y mirá que pretendientes… por millones se cuentan. Más bien, quieren contar con sus millones. Está llena de guita y encima es una diosa. Como dice el dicho “Dios da pan al que no tiene dientes”. No sale nunca de la casa y se la pasa leyendo todo el día. No, no puede ser. Seguro que es otra bola que se corre para entretener al barrio…

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Page 1: Escuela Nº 18 del DE 6

Un cuento policial

(Basado en “Cuento policial” de Marco Denevi)

Reescritura de Nora Navetta Esc 18 DE 6

Rumbo a la tienda donde trabajaba como vendedor, un joven pasaba todos los días por delante de una casa en cuyo balcón una mujer bellísima leía un libro. La mujer jamás le dedicó una mirada.

“Tonto, mil veces tonto! ¿Cómo podés creer que una mujer así te va a dar bolilla? Ni que fueras Johnny Depp. Bueno, tampoco soy lo que se dice un sapo. Entrenar todos los días me ha dejado la parrillita bien marcada. Más de una minusa cayó en mis brazos cuando le disparé la mirada del gato con botas de Shrek. Y ni qué hablar cuando les lanzo la… ¡Alto salame! ¡Eso es lo que sos! Si ni siquiera te mira. Una mujer así no cae en trampas tan burdas. Encima lee, lee mucho. La parrillita metétela en la terraza y usála para hacer asados.

¡Dios! ¡Dios! ¿Qué puedo hacer para que me mire? Ya probé de todo y no levanta los ojos del libro. ¿De qué color serán? Si llegan a ser verdes me muero. Con ese chocolate que le cae por los hombros y se le cuela por el escote…¡¡¡Ahhhhhhhhhhh!!! ¡Pará! Si seguís así perdés el último jugador. Mejor te iría si fueras un sapo. Tal vez así la princesa…

Cierta vez el joven oyó en la tienda a dos clientes que hablaban de aquella mujer.

Cliente 1:- ¿Te enteraste de la última?

Cliente 2:- ¡Pará! ¿No me digas que Riquelme juega el domingo?

Cliente 1:- No. Se lesionó otra vez. Dicen que se pinchó un ojo con la pestaña. Se trata de la reina de acá a la vuelta…

Cliente 2:-¿Blancanieves?

Cliente1:- La misma. Parece que ya no es tan blanca…

Cliente 2:- ¡Andaaaaá! ¡No te puedo creer! Jamás se le conoció un novio. Y mirá que pretendientes… por millones se cuentan. Más bien, quieren contar con sus millones. Está llena de guita y encima es una diosa. Como dice el dicho “Dios da pan al que no tiene dientes”. No sale nunca de la casa y se la pasa leyendo todo el día. No, no puede ser. Seguro que es otra bola que se corre para entretener al barrio…

Cliente1:- Si te digo que va a llover, salí con paraguas. La escuché a la Marita cuando le contaba a la suegra en la carnicería. Dijo que cuando estaba cambiando las sábanas se cayó un cuaderno rojo y que cuando lo levantó pudo ver escrito de puño y letra que su “Romeo” pronto iría a buscarla…

Cliente 2: ¿Y se sabe quién es el suertudo?

Page 2: Escuela Nº 18 del DE 6

Cliente 1:- No, porque cuando intentó seguir leyendo, la dama dejó el balcón para tomar un refresco. Así que tuvo que ir para la cocina y, cuando volvió al dormitorio el cuaderno ya no estaba.

Cliente 2:- ¡Mirala vos a la “santita”! ¡Bien guardadito lo tenía!

Cliente 1:- ¡Un pobre menos! ¡Que le aproveche!

Una noche el joven, armado de ganzúa y de una linterna sorda, se introdujo sigilosamente en la casa de la mujer. La mujer despertó, empezó a gritar y el joven se vio en la penosa necesidad de matarla. Huyó sin haber podido robar ni un alfiler, pero con el consuelo de que la policía no descubriría al autor del crimen.

A la mañana siguiente, al entrar en la tienda, la policía lo detuvo. Azorado por la increíble sagacidad policial, confesó todo. El policía, sorprendido por lo que acababa de escuchar, sacó del bolsillo de su impermeable un pequeño cuaderno rojo y se lo extendió al joven que, temblando, lo abrió y buscó la última página escrita. El borde de sus pestañas no pudo contener la inundación que afloró mientras movía sus ojos de izquierda a derecha:

14 de febrero

Lo sé. Hoy es el día. Mi corazón lo grita con su loco galopar por mi pecho. La sangre se me agolpa en las mejillas. Siento desfallecer. Tantas mañanas esperando su pasajera presencia y sus locuras. ¡Si supiera de mi calculada indiferencia, de cómo cepillo mi cabello para que caiga, como al descuido, sobre mi escote! Esos ojos verdes me atormentan y su mirada me recuerda a la del gato con botas de Shrek. ¡Qué tierno! Es el hombre más dulce que he conocido. Y el más bello. No hay melodía de amor que no pueda ser tocada en el piano que se anuncia en su abdomen. De lejos veo el rojo de su uniforme y sus letras doradas “Emiliano- Tiendas Fácil” cada vez que sale a recibir la mercadería. Emiliano, amor mío, esta noche seré tuya. No, no te asustes cuando al verte, grite. No encontraré otra forma de expresar mi eterno agradecimiento por desgarrar mis cadenas de tedio, por quitar la manzana envenenada y devolverme a la vida con el más apasionado y amante de los besos.