escuela convite
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José Alonso González Solano Página 1
CONVITE
CONVIVENCIA Y TERRITORIO
ESCUELA ITINERANTE
El conocimiento en red y en movimiento
¿Qué es?
Propuesta educativa bajo la forma de Escuela Itinerante. Es decir, no la
encontraremos en un único y fijo lugar. Se le hallará en todos aquellos espacios en
donde convivan –temporal o permanentemente- individuos interesados en generar
procesos de territorialidad sobre los espacios que comparten.
La Escuela da preeminencia a los procesos colectivos sobre los estrictamente
individuales, pero sin que el sujeto pierda aquellos rasgos que le distinguen o
particularizan, esto es, su propia y autentica individualidad, su Ser. Lo que implica
deponer la primacía del yo sobre el Ser. Un yo que por lo general está asociado a
atributos y asignaciones sociales. Por el contario una concepción de Ser que privilegia
en su configuración tres dimensiones que son asumidas como totalidad o unidad
indivisible: la corporalidad. Según Durkheim, el cuerpo como “factor de individuación”.
El complexus de prácticas y hábitos y los discursos. Todo ello, además se enmarca en
la dialéctica tiempo – espacio. (Según Aristóteles el Ser como sustancia, compuesta de
materia y forma; las cuales están unidas inseparablemente. Además, según el mismo
Heidegger, Ser es tiempo)
Pero, además los procesos colectivos están fundamentados en la construcción de
relaciones de reciproco reconocimiento. Se trata de establecer la alteridad como
principio fundante de la propuesta educativa. Para el encuentro y reconocimiento del
“Otro” es necesario e ineludible el conocimiento de si-mismo, desde lo cual resulta
lógica la construcción del reconocimiento mutuo. Justamente, este encuentro que está
mediado por acciones, relaciones e interacciones, configura o reconfigura nuestra
Identidad. Identidad que además es herencia. Dos para ser más precisos, según
Maalouf (1999). “Cada uno de nosotros somos depositarios de dos herencias: una,
vertical, nos viene de nuestros antepasados, de las tradiciones de nuestro pueblo; la
otra horizontal, es producto de nuestra época, de nuestros contemporáneos”.1
Pero, esa herencia horizontal, que según Maalouf es la más determinante, la
reconfiguramos constantemente, casi de manera cotidiana. Para lo que proponemos se
le asocie con procesos de territorialidad. O lo que Marc Augé refiere como “contactos
con el exterior”.2
1 MAALOUF. A. “identidades asesinas” (1999)
2 "Es estúpida la idea de que la multiplicación de los contactos con el exterior es una amenaza contra la
identidad, algo que se escucha a menudo No hay identidad sin la presencia de los otros. No hay identidad sin alteridad"
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Desde esta perspectiva teórica la primera referencia habría que hacerla al espacio
social. Esto es, el espacio físico en el que cotidianamente vivimos. El mismo que
vamos cargando de vivencias, de recuerdos, de sentido. El mismo que demarcamos y
configuramos con nuestra palabra (discurso), con las acciones que provienen de
nuestra visión del mundo (prácticas), en suma lo que vamos definiendo como nuestra
identidad. Ese espacio que nos remite a imágenes de vivencias pasadas propias o de
otros. Y es justo así cómo ese espacio físico que además es social lo vamos
convirtiendo en Territorio. El mío, el nuestro. Es por eso que la Escuela-Territorio debe
ser itinerante.
El niño, el joven, el adulto, en general toda aquella persona que ingresa a un proceso
educativo, en esencia lo que hace es construir nuevos Territorios a partir de su relación
con los Otros.
¿Y el problema?
En el modelo de educación tradicional, desde los niveles primarios hasta los superiores,
es evidente la primacía del espacio instituido al que el estudiante debe acogerse. Es el
espacio sobre el que el estudiante despliega todas las acciones formativas que le son
transferidas. En el modelo de escuela tradicional el estudiante no construye su propio
espacio de vida, éste ya le viene dado. Poco o nada influye él en su configuración. En
el modelo educativo tradicional la escuela no “va” donde el estudiante, es él quien “va”
a ella. En ese sentido la escuela puede vérsele como una forma típica del no-lugar de
Foucault. 3 En este modelo educativo el estudiante no termina por configurar su
territorio en la escuela, simplemente porque desde el inicio del proceso interioriza que
él ahí sólo está de paso.
Sentimiento que se acrecienta cuando es “llenado” por imágenes que –muy
probablemente- le den identidad a la escuela, pero sobre las cuales él no construye
significado alguno. Son sólo los espacios diseñados e instituidos como “ideales” para
que él reciba los contenidos de las diversas asignaturas. Así, el espacio de sistemas y
tecnología estará provisto de aquellos artefactos connaturales a este campo. Con el de
artes pasará lo mismo. Pero, además el aula tendrá colgado en sus paredes carteles
alusivos al conocimiento que en el transcurso del proceso ira recibiendo del profesor de
turno. En los últimos tiempos es prominente el esfuerzo de las instituciones educativas
por proveerse de un amplio y hermoso campus que en más de las veces sólo está para
el disfrute visual del estudiante, para la contemplación, con una orden implícita y sin
posibilidad de discusión alguna: “favor no tocar”.
En el tránsito de espacio físico a espacio social y a la construcción de territorio no
participa el individuo solo. En lo fundamental lo hace con otros. Sin embargo en la
escuela tradicional esos “otros” son aquellos que la institución acoja como tal. Para el
caso, los compañeros de clase, generalmente sólo estos. Los profesores, no todos por
supuesto. Y, los directivos en menor proporción, tal vez el rector y alguien que oficie
3 FOUCAULT, Michel. “De los espacios otros”
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como coordinador de alguna función académico-administrativa. Posibilidades bastante
limitadas en la construcción de espacios sociales diversos y complejos como la vida
misma. Por eso la Escuela - Territorio no tendrá sede fija, ni única. Ella estará en el
interior de aquellas comunidades, grupos sociales, instituciones, grupos de interés,
equipos de trabajo en donde se sienta y viva un interés legítimo por la configuración
de espacios compartidos para el desarrollo y bienestar colectivo.
Cabe mencionar, además, que la escolaridad y uno de sus problemas más agobiante:
la deserción, tienen su origen en la atomización que ha hecho el modelo dominante del
proceso educativo. Esto es, la escuela por un lado, por otro la vida de familia, otro
más para la vida social y seguro otro para la vida productiva. Desde siempre se creyó
que la vida escolar debía estar aparte de todas las demás vivencias del individuo. Ha
sido la fragmentación más absoluta de una totalidad tan natural como es la vida
misma. Somos un mismo ser dividido en momentos, etapas, experiencias; cada una
de las cuales opera como única y excluyente de las otras. Esto vale para aspectos
tanto sociales como biológicos. Entonces, hablamos de deserción cuando se está
adentro y adentro significa necesariamente barreras, sean estas físicas, mentales o
emocionales. Porque se puede desertar de un claustro, pero también de una ideología,
como también de una relación sentimental. Por lo tanto, pareciendo trivial la
respuesta, el asunto sería eliminar aquellas “barreras” que nos sujetan a algo y de lo
cual estamos propensos a desertar. La única forma de eliminar la deserción, es
eliminando aquello que la genera y esto no es otra cosa que el enclaustramiento al que
sometemos al Otro. Si no hay enclaustramiento, no habrá deserción. La escuela debe
operar bajo la esencia misma del ser natural, es decir de manera LIBRE.
¿Por qué razón deben los estudiantes permanecer tanto tiempo en la escuela?
¿Por qué someter al estudiante, en alguna condición de discapacidad, a que asista
todos los días al “enclaustramiento pedagógico”?
¿Por qué exigir al estudiante de la periferia marginal a que se desplace todos los días
al “enclaustramiento pedagógico”?
Sin duda las respuestas son más de índole administrativa que pedagógica.
¿Por qué, entonces, no construir con “Ellos” sus propias condiciones escolares en
términos de espacios pedagógicos?
El currículo de esta escuela tendrá una multiplicidad de espacios, tantos como el
estudiante, el maestro y la institución consideren.
Entonces, ¿dónde estará?
Legitima pregunta para una escuela que propone no estar en sitio fijo y único. Estará
en donde su propuesta sea acogida. En donde prime la vida colectiva, el esfuerzo
participativo y solidario. En donde el individuo conserve su individualidad y con ella
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sume a la construcción de una identidad grupal, bajo la premisa de que pertenecer a
una colectividad no tiene por qué significar la pérdida de autenticidad, y de identidad.
Todo lo contrario, sólo en la medida que yo sepa quién soy, puedo integrarme y
reconocerme con otros.
Podrá hacer parte de las comunidades educativas que le acojan como alternativa para
la construcción de identidad individual y grupal de los educandos. Responsabilidad
indiscutible de la institución, para lo cual resulta oportuno y edificador contar con
agentes externos que aporten diversidad y complejidad al ejercicio.
Podrá estar en las dinámicas de trabajo de colectivos y comunidades sociales, políticas,
culturales, deportivas y económicas que valoren una propuesta de educación
descolarizada, que haga manifiesta la importancia del otro en la construcción de
espacios de vida compartidos. El barrio, la comuna, la vereda, el grupo asociativo, la
cooperativa, el grupo político, la banda de músicos o de actores, el equipo deportivo, el
departamento comercial de una empresa. Todas estas formas grupales requieren ser
productivas en el marco de sus propias lógicas organizativas y de resultados.
Para todas ellas resulta oportuno y novedoso un modelo descolarizado de educación
que postule la preeminencia de lo propio, de lo mío, de lo auténtico en últimas de la
identidad particularizada sobre imposiciones estándar. En todas ellas es necesario
resignificar el concepto de territorio. Pues, es evidente en nuestros días, el signo de los
esfuerzos aislados y desarticulados. “Cada quien o cada cual por su lado” parece ser la
consigna. Incluso muy a pesar de compartir límites o fronteras físicas, ideológicas y
hasta emocionales el signo de hoy es la distancia. De ahí la importancia del territorio,
mucho más allá de su significado geográfico o físico, el territorio es un asunto humano
y social.
¿Qué propone?
Descubrir y potenciar en el individuo su capacidad para las relaciones, que sólo son
posibles en la medida que éste es consciente de la presencia del Otro:
Relaciones de espacio: estar juntos / hacer juntos / expresar juntos
Relaciones de tiempo: trayectos compartidos
- Relación espacio/tiempo con el Otro, desde la cual nos reconocemos-
“Todo vivir humano ocurre en conversaciones, y es en esa relación espacio – tiempo
donde se crea la realidad que vivimos”
Humberto Maturana
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Las relaciones como aquella capacidad humana que aflora autónomamente en el
individuo como producto de considerar su identidad como una totalidad de la que son
parte inseparable: su cuerpo / sus prácticas - hábitos / sus discursos.
Estructura de la propuesta
Todo INDIVIDUO posee
La capacidad de construir RELACIONES
A partir del reconocimiento del Otro
Alteridad
La construcción de esas relaciones están asociadas a su
IDENTIDAD
Su Identidad la configura a través de:
Su CUERPO
Como estructura que materializa y visibiliza sus relaciones
El saber - estar
Sus PRÁCTICAS y HÁBITOS
Como el saber-hacer que le otorga movilidad a sus relaciones
Sus DISCURSOS
El uso de la palabra (saber-decir) como medio de expresión de sus relaciones.
TODO ELLO EN UN ESPACIO / TIEMPO
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Preparó:
JOSE ALONSO GONZÁLEZ SOLANO
Administrador de Empresas
MSc Educación
Doctorante en Estudios Territoriales