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ESCUCHAR AL DHARMA Y VIVIR EN EL ESPIRITU

DIÁLOGO BUDISTA-CRISTIANO(Juan Masiá Clavel y Kotaró Suzuki)

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(Reproducimos, con algunas precisiones, el texto del diálogo mantenido por Kotaró SUZUKI y Juan MASIÁ en la Jornada Interreligiosa del 14 de marzo, 2009).

Juan MASIÁ: La presentación de la traducción española de los Sutras del Loto nos proporciona la oportunidad de proseguir, esta vez en Madrid, las conversaciones budista-cristianas que venimos continuando en Tokyo desde hace siete años el señor Kotaró Suzuki y un servidor. Nacieron estos diálogos en un contexto intercultural e interreligioso. Cuando compartíamos en Tokyo nuestras respectivas creencias y el modo de expresarlas, nos preocupaba a ambos ir más allá de la mera multiculturalidad o yuxtaposición de culturas. Aspirábamos a la interculturalidad o transformación mutua de las culturas y religiones dialogantes. Deseábamos dar el paso desde el pluralismo multicultural al interactivo. En la situación actual de los encuentros interreligiosos, superada en la mayoría de los casos la postura extrema del exclusivismo (el rechazo de otras religiones y la pretensión del monopolio de la verdad para la propia religión), se tiende también a superar la postura indecisa del llamado inclusivismo (que, bajo la apariencia tolerante, acaba por absorber a las otras religiones como “miembros anónimos” de la propia). Ha pasado a primer plano en los últimos años el énfasis en el pluralismo religioso. Pero el pluralismo puede entenderse de diversas maneras. Una de ellas sería el pluralismo “multi-religioso”, que se limitaría a yuxtaponer las religiones, como en las ventas de rebajas de los grandes almacenes, para dejar a gusto del consumidor el decidirse por unas u otras. Otra manera de entender el pluralismo es la que insiste en el prefijo “inter” y no meramente en el prefijo “multi”, es decir, que los encuentros inter-religiosos conduzcan a una transformación mutua de las identidades

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participantes.Hasta aquí el prólogo. Paso a conferir esta presentación

con el señor Suzuki.Kotaró SUZUKI: Ese ha sido el talante que ha animado

estas conversaciones. Comparto con el P. Masiá la convicción de que el futuro del diálogo interreligioso va en la línea del pluralismo interactivo. No están las identidades en la meta, sino en el punto de partida, de un camino interactivo, en el que pasamos, citando las palabras que él suele repetir, “del “multi” al “inter”, sin que ninguna de las partes tenga el monopolio del punto de llegada”. También yo creo que la meta es un misterio único, pero sus nombres son variados. El punto de llegada es una convergencia de caminos, pero se llega por muchas peregrinaciones. La realidad última es una pero las apariencias son varias. De una luz única brotan reflejos múltiples.

MASIÁ: Lo suscribo. De una vida única hay diversas epifanías. Cuando desde la fe cristiana nos dejamos impactar por la “escucha budista de la voz del Dharma” o Verdad última, redescubrimos y enriquecemos lo que significa para la conciencia cristiana “respirar en el Espíritu”.

SUZUKI: La fe budista, por su parte, experimenta una transformación semejante.

MASIÁ: Ambas partes, al pasar por la interacción, nos redescubrimos a la vez que nos autocriticamos y podemos decir: soy, en un sentido, más creyente que antes y, en otro sentido, menos creyente que antes con relación a mi propia religión. Conozco mejor mi propia lengua, a la vez que la relativizo, cuando estudio una lengua extranjera. Algo semejante ocurre en el intercambio del pluralismo interreligioso. Hoy, al conmpartirlo con quienes asisten a esta Jornada, tanto el señor Suzuki como un servidor desearíamos que esta onda interactiva se expanda entre y a través de quienes hoy las escuchan o después las lean, para que se incremente la transformación mutua escuchando al Dharma y respirando en el Espíritu.

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Pero hemos comenzado ex abrupto. Permítanme que les presente al señor Suzuki. Ha sido durante diez años responsable de la Comunidad de Nerima, de la Asociación budista seglar Koseikai. Actualmente desempeña el cargo de Director de la Sección de Difusión Internacional de dicha asociación, en su sede central de Tokyo. Esta Asociación budista cuenta en sus 75 años de existencia con seis millones de fieles; es un movimiento de budismo seglar (no monástico), actualizado, con mucha preocupación social e implicado en el diálogo interreligioso y en la cooperación interreligiosa para la paz mundial. Su fundador, Nikkyô NIWANO fue observador en el Concilio Vaticano II.

De acuerdo con el señor Suzuki, he redactado en el texto preparado para la conferencia de prensa de ayer, un resumen en tres puntos sobre lo que ambos hemos comprobado que tenemos en común. Lo formulamos así:

1) En el encuentro con otra religión distinta redescubrimos y pùrificamos la nuestra.

2) No pretende el budista convertir al cristiano al budismo ni viceversa, pero ambos salimos del diálogo convertidos a una religiosidad más auténtica.

3) Las religiones unidas tienen hoy una misión común: promover el encuentro de culturas, el diálogo interreligioso y la liberación humana de los pueblos.

Pero no demos más tiempo a estos prólogos. Preguntaré al señor Suzuki. ¿Recuerda cuando comenzamos estas conversaciones?

SUZUKI: Sí, aquella tarde, en el templo del señor Komine. Era año nuevo, que en japonés se denomina “nueva primavera”. Ya desde el otoño anterior, representantes de varias religiones veníamos renuniéndonos periódicamente en mi comunidad budista de Nerima, en Tokyo. El señor Komine nos mostró, por la ventana del salón donde tomábamos el té, su jardín.

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MASIÁ: Así fue. En aquel atardecer de enero contemplamos en el jardín la rama del ciruelo: confundiéndose con los copos de nieve, apuntaban los primeros botones. ¿Qué brotará de nuestro proyecto de encuentros interreligiosos?, comentamos. 

SUZUKI: Y usted dijo: “No lo programemos de antemano. Que lo que brote sea vida y nos dé vida…”

MASIÁ: Seis años más tarde, con motivo de la publicación de 50 Cartas a Dios (PPC), la redactada por usted inspiró una entrevista publicada posteriormente en Vida Nueva (2006, noviembre). Al traducir al japonés de nuevo lo que originalmente había sido traducido de esa lengua al castellano, se multiplicaron entre nosotros los comentarios y surgió la idea de desarrollar ese intercambio en forma de libro. Para ello comenzamos por grabar nuestras conversaciones. El proyecto inicial fue creciendo inesperadamente, como si la obra se independizase de sus autores. Lo que comenzó siendo una charla sencilla de introducción a las respectivas espiritualidades budista y cristiana se iba convirtiendo poco a poco en un dúo meditativo que reflejaba la transformación mutua de los interlocutores.

SUZUKI: Con expresión budista diríamos que esos coloquios nos hacían vaciarnos de nosotros mismos, nos sumergían en una nada para renacer en una totalidad nueva.

MASIÁ: Formulado en términos judeo-cristianos, diríamos que estábamos pasando por un Éxodo hacia un Pentecostés: Pasábamos por el éxodo de la autocrítica que conduce al pentecostés de los redescubrimientos. Pero sin precipitarnos. Conscientes de que hay que morir primero para poder resucitar a una vida nueva. Atravesando el éxodo de la crítica y la revisión ante el reto de lo diferente, las religiones se abren a un pentecostés renovador, se dejan fecundar mutuamente, tras haber reconocido que ninguna tiene el monopolio del Dharma o de la verdad total a la que guía el Espíritu (Jn 16, 13). Más allá del diálogo y más allá de nuestras

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maneras de hablar de Buda o de Cristo, se atisbaba la presencia englobante del misterio que nos desborda: el secreto de la espiritualidad más allá de las religiones.

SUZUKI: “Todo se reduce, diría yo, a escuchar al Dharma”.

MASIÁ: “Todo se reduce, diría yo haciéndole eco, a respirar en el Espíritu”.

SUZUKI: Y de ahí surgió el título del libro de conversaciones que, junto con los Sutras del Loto, estamos presentando hoy: El Dharma y el Espíritu.

MASIÁ: El título inicial de la primera version en japonés de la transcripción de las conversaciones era Escuchar al Dharma y respirar en el Espíritu. Con este tema podríamos retomar hoy el hilo de nuestras conversaciones. Por cierto, hace u siglo este diálogo habría sido impensable.

SUZUKI: A comienzos del siglo XX, budistas y cristianos no acababan de aceptarse mutuamente y recelaban de esta clase de encuentros. Hoy la situación es completamente diferente. Ustedes, los jesuitas, han tenido figuras pioneras en estos encuentros.

MASIÁ. Sí, jesuitas como los PP. Enomiya Lasalle, Johnston y Kadowaki o Del Campana, son bien conocidos, en Japón y en Europa, como maestros de espiritualidad que han hecho compatible la familiaridad con el budismo y su vivencia y proclamación de la fe cristiana. Animados desde sus comienzos por la opción a favor de la inculturación de la fe, estaban apoyados por el entonces superior provincial de los jesuitas en Tokyo, el P. Pedro Arrupe, que después fue el Superior General de la Compañía de Jesús. Él contribuyó decisivamente, en la Iglesia y en la Compañía, para que arraigase el espíritu ecuménico e interreligioso, así como los esfuerzos por realizar la inculturación de la fe cristiana, en la línea renovadora del Concilio Vaticano II. Al Concilio asistió el fundador de su Asociación budista, el señior Nikkyo

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NIWANO.SUZUKI: Nuestro fundador fue uno de los observadores

de otras religiones que asistieron al Concilio Vaticano II. Él era un hombre de profunda espiritualidad. Se entrevistó varias veces con Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo II. Promovió la buena relación entre budistas y cristianos, así como la cooperación de las religiones por la paz mundial.

MASIÁ: Usted me invitó a hablar en su comunidad de Nerima. Escuché a sus fieles entonar el recitado de los sutras. Cuando, al subir al estrado hice una reverencia ante su altar e imagen, no tuve la sensación de estar haciendo un mero gesto de cortesía, sino un gesto religioso. En tiempos de san Francisco Javier esto habría sido inconcebible. Incluso hoy día, si vieran esto algunos católicos neoconservadores de mi país, pondrían el grito en el cielo diciendo que estoy adorando ídolos. Hoy, en la iglesia de Japón, comprendemos que, a través de las expresiones y símbolos de otras religiones, puede manifestarse el Espíritu. Por algo han pasado ya cinco décadas desde el Concilio Vaticano II, la mayor reforma de la iglesia católica en veinte siglos de historia.

SUZUKI: Recuerdo con gusto que nos habló usted sobre el Evangelio según Juan y sobre la respiración y la oración.

MASIÁ: Hice la prueba de citar un texto evangélico: “Yo he venido para que tengan vida”. Sin decirles que era del Evangelio según Juan, les pregunté: “¿Han oído estas palabras alguna vez?”. Levantó la mano una anciana en la primera fila: “Las repetimos al entonar el Sutra del Loto”. “Me alegro de que así sea, le dije, porque las he tomado del Evangelio según Juan”. Y se rieron, con satisfacción por la semejanza. Les leí, a continuación otro texto: “Mi paz os dejo. No como la da el mundo”. Y se notaron asentimientos de cabeza, porque les sonaba una frase semejante del mismo Sutra, que dice: “He venido para traeros la verdadera paz”.

SUZUKI: También para mí fue una oportunidad de

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constatar lo que tenemos en común.MASIÁ: Cuando contaba estas experiencias en una

comunidad cristiana, me hicieron la siguiente pregunta: “Entonces, ¿no estás tú allí para convertir a los budistas al cristianismo?”. Les respondí: “Ni mucho menos. No se trata de que yo los convierta a ellos al cristianismo, ni de que ellos me conviertan a mí al budismo, sino de que ambos nos transformemos y ayudemos mutuamente para convertirnos al Misterio del Espíritu que actúa en todas partes. “En Él, como leemos en los Hechos de los Apóstoles, “nos movemos, vivimos y existimos” (Hechos 17, 28). ¿No le parece que es así?

SUZUKI: Por supuesto que lo es. A mí me dice mucho eso de respirar en el Espíritu. Si me permite decirlo a mi manera, lo expresaría como “respirar en el Dharma”, “sentirse envuelto, arropado y sostenido por la fuente de la vida”...

MASIÁ: ¿Cómo expresa usted su fe religiosa?SUZUKI: Mi fe me hace percibir la presencia de Buda en

todo, en todas las cosas, en todas las personas. Una mañana, camino de mi dojo (local de reunión, entrenamiento y plegaria) observé una hierbecita creciendo entre las grietas del pavimento y alumbrando un diminuto botón. ¿De dónde le viene la fuerza para abrirse paso entre el asfalto? Es maravilloso. Se palpa ahí una presencia que inspira acatamiento, aunque es una presencia escondida.

MASIÁ: Escondida, pero presencia.SUZUKI: El poeta Sagyo (s.XII) lo expresó así en unos

versos muy conocidos. Seguro que usted también los ha oído. Dice así:

Palpo aquí una presencia latente. No sé lo que es. Pero me brotan lágrimas de agradecimiento

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MASIÁ: A mí también me ha atraído mucho ese poema, desde que lo escuché sorprendido en mis primeros días en Japón. Pero tiene, dentro de su brevedad, una característica difícil de traducir. Cuando trasponemos en castellano la expresión “una presencia latente”, estamos interpretando un texto que no precisa si esa presencia es alguien o algo. La palabra japonesa “nanimonoka” es ambigua. Lo mismo se puede traducir, como acabamos de hacer, diciendo “no sé lo que es”, que decir “no sé quién es”. Quizás la ambigüedad del neutro, “lo que está presente”, tenga mayor poder de sugerencia, sin necesidad de explicitar si se trata de alguien o de algo.

SUZUKI: Más importante que aclarar esa ambigüedad me parece captar el agradecimiento.

MASIÁ: A mí me impresiona en mis conversaciones con usted sobre estos temas que siempre aparece, de una u otra forma, el tema de la gratitud.

SUZUKI: Es, a mi parecer, el centro de la fe: gratitud profunda hacia la Vida y compasión hacia los todos los vivientes.

MASIÁ; ¿Desde cuándo es usted creyente budista?SUZUKI: Ahora se cumplen unos cuarenta años. Siendo

estudiante se abrieron por primera vez mis ojos a la enseñanza budista. Puedo decir sinceramente que a diario siento actuar, a mi alrededor y dentro de mí, el Dharma; vivo feliz en su compañía. Es algo que se agradece y que hace brotar la compasión universal.

MASIÁ: ¿Cómo explicar un término de contenido tan rico como Dharma?

SUZUKI: Dharma es la expresión de la verdad que iluminó a Gautama Shakamuni, el Buda. Es la Vida (¡póngalo con mayúscula!), la Vida en toda su inmensidad y hondura, pero sin forma, más allá de todo espacio y tiempo; lo llena y empapa todo, no cesa de actuar, lo vivifica todo. Eso es el

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Dharma, si hay que decirlo en una palabra.MASIÁ: Sí, ya comprendo, a mí me evoca lo que yo

formularía en términos del Espíritu, el Pneuma que movía a Jesús; pero temo que el público occidental nos pida ideas claras y distintas.

SUZUKI: Comprenderá usted, por tanto, muy bien lo que dicen las escrituras sagradas budistas sobre la presencia de Buda en todo, expresada con la metáfora de “la matriz de Buda en nuestro interior”. Supongo que está usted familiarizado con esta frase por sus estudios y traducciones de textos budistas.

MASIÁ: Sí, creo entenderla, pero me pregunto: ¿Cómo podríamos trasponer esa expresión para oídos occidentales? ¿Quizás diciendo que se refiere a lo divino o a lo búdico en mi interior? Al fin y al cabo, san Agustín decía que Dios está en “lo más íntimo de lo íntimo mío”.

SUZUKI: Si, se podría formular así. Pero, fíjese, si se puede decir que Dios o Buda está dentro de usted, es porque antes usted está dentro de Él. Si usted lo envuelve es porque previamente usted mismo está envuelto por Él.

MASIÁ: La expresión japonesa que acaba de usar usted lo mismo se puede traducir “por Él” que “por ello”.

SUZUKI: ¿No le parece que es preferible dejar las cosas un poco más difuminadas? Como dicen los maestros del Zen: “Decirlo todo claro es dejar de decirlo. Dejar algo por decir es la mejor manera de sugerirlo todo. Quien lo dice a la ligera, señal de que no lo sabe. Quien lo sabe, no se apresura a decirlo”.

MASIÁ: Tiene usted razón. Pero, volviendo a lo que me ha dicho antes, eso de que si Dios me envuelve es porque previamente estoy envuelto por Él me recuerda los poemas de los místicos españoles como Teresa de Ávila o Juan de la Cruz. Oyéndole a usted me vienen a la memoria aquellos versos:

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Alma, buscarMe has en tíBuscarte has en Mí.

SUZUKI: Me gustan mucho esos versos, invitan a escuchar la voz del Dharma en la propia interioridad.

MASIÁ: Para nosotros la oración consiste más en escuchar que en meditar, hablar o incluso hacer peticiones.

SUZUKI: Para mí orar es elevar el corazón hacia el Buda para escuchar la voz del Dharma. Suelo decir en mis charlas a la comunidad que orar es como sintonizar la radio. La frecuencia en que emite cada canal es distinta. Para elegir un programa hay que acoplar el receptor con la emisora. El Dharma llena el universo con su presencia y actúa en todo. Cuando elevamos el corazón hacia Él, somos receptores que sintonizan bien. Sin interferencias, se escucha al Dharma y brota gratitud y compasión.

MASIÁ: Usted también menciona a menudo la compasión.

SUZUKI: En el Sutra del Loto se nos exhorta a proseguir la misión del Buda, que se compadece de todos los seres y quiere salvarlos a todos. El budismo, como el cristianismo, es misionero. Nuestro fundador solía decir: “Si uno ve todas las cosas como manifestación de Buda, el mundo se transforma. Todas las personas con que nos encontramos se nos presentan como la figura del Buda”. Son palabras que reflejan el mundo interior de quien practicó durante cuarenta años la enseñanza del Sutra del Loto. Esa es la misión que encarga el Buda a sus discípulos.

MASIÁ: A mí me impresionó, cuando traduje el gran texto budista tradicional Sutra del Loto, el párrafo en que dice: “Dondequiera que vayáis, allí estaré yo siempre a vuestro lado predicando el Dharma hasta el fin de los tiempos”.

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SUZUKI: Son las palabras reproducidas en el programa de este Simposio de hoy.

MASIÁ. ¿Recuerda lo que ocurrió en la corrección de pruebas de ese programa?

SUZUKI: Usted eligió la frase y envió a la imprenta los caracteres japoneses.

MASIÁ: Sí, pero ustedes se dieron cuenta de que había una errata en mi cita. Había añadido por mí cuenta un carácter, que significa “yo”. Por tanto, la versión decía así: “Yo estaré con vosotros”. Pero ustedes me hicieron caer en la cuenta de que en el texto japonés decía: “Morando siempre con vosotros”. Sobraba el yo.

SUZUKI: ¡Qué significativo! Esa errata nos da motivo para reflexionar sobre algo tan fundamental en el budismo como liberarse del yo.

MASIÁ: Y también en el evangelio de Jesús: perderse para encontrarse, salir de sí para descubrir lo mejor de sí mismo, Dios dentro de uno mismo.

SUZUKI: En todo caso, las palabras elegidas como lema son una fórmula clave en el capítulo 16 del Sutra del Loto: “Morando siempre con vosotros, proclamando el Dharma”.

MASIÁ: Me recuerdan las palabras finales del Evangelio según Mateo. Jesús se despide de los suyos, antes de la Ascensión (los budistas dirían “antes de la extinción o paso al Nirvana”) con esta palabras: “Id y haced discípulos. Estaré con vosotros todos los días hasta la consumación de los tiempos.”

SUZUKI: En ese caso, ¡Qué cerca estamos!MASIÁ: Sí, pero este comentario no quiere decir, por

supuesto, que yo pretenda convertirle a usted al cristianismo.SUZUKI: Naturalmente. Ni tampoco yo pretenderé

convertirle a usted al budismo.MASIÁ: Así es, nuestra misión común se podría llamar

“la nueva misión”, la que llevan a cabo las religiones unidas

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en comunión de espiritualidades. Nos ayudamos mutuamente a convertirnos todos al Misterio que a todos nos trasciende y desborda. Esa es la “nueva misión”. Tras el siglo de las misiones, ha llegado la era de las religiones.

SUZUKI: A mí me parece admirable que un género de conversaciones así sea posible. Hasta hace poco las religiones pensaban que la divinidad en que cada una centra sus creencias es la única correcta y verdadera. Cada una tendía a colocar a las demás religiones en un escalón más bajo que la propia.

MASIÁ: Lo importante no es que yo consiga que la otra persona se convierta a mi religión, sino que ambos nos convirtamos a la fuente de la religiosidad, a ese Hontanar de Vida, “Incógnita o enigma X”, que se oculta y manifiesta al mismo tiempo tras los nombres de Buda, Dios o Alá.

SUZUKI: Nuestro fundador dijo que su deseo no era el mero incremento de nuestro grupo, sino que el pueblo entero descubra la religiosidad y la fe. En Cristo o en Buda. Pero que todos lleguen a despertar a la fe. Él anhelaba el aumento de la religiosidad en el mundo, aunque fuera en religiones diversas. Con el deseo de cultivar ese espíritu nació la Sociedad Inter-religiosa de Nuevas Religiones en Japon. A escala internacional, tal es la aspiración de la Conferencia Mundial de las Religiones por la Paz. El fundador Niwano quería que toda la humanidad despertase a la fe. Que todos eleven su corazón piadosamente, a Dios, a Buda. o a Alá. Si todos tuviéramos ese espíritu, vendría la paz al mundo. Esa era su firme convicción.

MASIÁ: ¿No le parece que estamos incidiendo demasiado en lo que tenemos en común? Pero las expresiones de ese misterio son cultural e históricamente muy diversas. Si estuviésemos manteniendo esta conversación de cara a un público japonés, tendríamos que aclararles muchos términos cristianos que les resultan extraños. Como nos dirigimos a un

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público occidental, creo que tendríamos que dedicar un espacio de nuestra conversación a ponerles en contacto con nociones budistas fundamentales. Permítame que le pregunte sobre algunas de ellas.

SUZUKI: De acuerdo.MASIÁ: ¿Qué es lo esencial de la enseñanza budista?SUZUKI: Que vivimos engañados o adormecidos y

necesitamos despertar, salir del engaño, dejarnos iluminar, escuchar al Dharma.

MASIÁ: ¿Y qué es o quién es el Dharma?SUZUKI: Ante todo, actividad que da vida a todo, energía

incesante que hace vivir, es el aire que respiro.MASIÁ: Leemos en las introducciones divulgadoras que

el budismo es una enseñanza sobre el sufrimiento y el camino para librarse de él.

SUZUKI: Ese fue el primer sermón del Buda. Abrir los ojos con lucidez a la realidad del dolor, salir del engaño e ignorancia radical para percatarse de la desorientación de nuestros deseos. Pero no hay que quedarse ahí. Por debajo de la ignorancia radical (no sé si se parece a lo que ustedes llaman el mal original), hay que descubrir la bondad original, lo mejor en nuestro interior. La ceguera original es el lado oscuro de la realidad. Pero el verdadero rostro de la realidad es luz y vida. Lo negativo es el contraste, como en el claroscuro de una pintura.

SUZUKI: El budismo se presenta, en sus comienzos, como una corriente de reforma religiosa, centrada en la meditación como camino para alcanzar la iluminación liberadora, la paz del nirvana. Pero no se promete esta meta como algo extraordinario para unos pocos ascetas, sino como un camino por el que cada persona puede adentrarse en medio de su vida cotidiana, evitando los extremos y concentrándose en la meditación.

MASIÁ: ¿Cómo resumir la vida, mitad historia y mitad

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leyenda del Buda?SUZUKI: Un príncipe educado en una sociedad de castas

tiene cuanto quiere, pero vive como en un invernadero. Un día sale fuera de palacio y se le abren los ojos a la dura realidad. Cambia de ruta en su vida por el encuentro con el sufrimiento: había visto a un anciano decrépito, un enfermo, un cadáver y un asceta peregrino. Abandona familia y casa para entrar por un camino de ascesis. Comienza a peregrinar mendigando y a practicar la meditación y el ayuno. Mientras considera la fugacidad de la vida, se van abriendo más y más sus ojos al desengaño y al despego. Pero un día descubre que también por este camino hay extravíos. Entonces descubre la vía media y ocurre un nuevo cambio de ruta en su vida. Tan lleno de engaños está el camino de las ascesis como la comodidad del palacio. Se engaña uno a sí mismo en medio de la ignorancia, pero también en el camino de la iluminación. En esta segunda etapa, sentándose a meditar sobre el eterno enigma del sufrimiento, halla la paz del nirvana, después de haber salido victorioso de su confrontación con el mal, personificado en la figura de Mara, el tentador. Supera los engaños del mundo pasional y de los deseos desorientados que impiden la iluminación, encuentra la paz y, dicho con expresión típica suya, "se despierta", se le abren los ojos al verdadero secreto de la realidad. Eso significa ser un buda, alguien que se despertó y fue iluminadoo. Pero no se queda ahí. La paz hallada en la contemplación no es para sí sólo. Se siente llamado a transmitir a otros el camino descubierto. Se dedicará a comunicar a otros el Dharma que se le desveló.

MASIÁ: Por tanto, desengaño, lucidez y compasión serán tres palabras claves para definir la entraña del camino sapiencial budista: escuchar la desvelación del Dharma y vivir para ayudar a que otras personas despierten a esa realidad.

SUZUKI: Así es. Las tradiciones budistas transmiten lo principal de esta enseñanza remitiéndose al llamado "sermón

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de Benarés", en el que el Buda expone las famosas "cuatro verdades": sobre el sufrimiento, el deseo, el nirvana y el camino. La vida entera, se nos dice, está llena de sufrimiento; en la raíz del sufrimiento están los deseos desorientados; extinguiéndolos, se llega a la paz del nirvana; pero, para alcanzarlo, hay que recorrer un camino largo de ocho carriles: correcto ver y pensar; correcto hablar, actuar y vivir; correcto esforzarse, atender y concentrarse.

MASIÁ: Nos preguntan en Europa si esto una religión, una ética o una filosofía. La pregunta misma está formulada desde una perspectiva occidental que condiciona la respuesta.

SUZUKI: A Gautama, la experiencia religiosa le había hecho despertar a ese modo de ver la realidad tal cual es, sin deformarla. El camino para ello es salir de sí, del engaño del yo extraviado en medio del mundo de las apariencias.

MASIÁ: Tambien yo he aprendido mucho, mientras traducía el Sutra del Loto, a superar la variedad de las apariencias. Hay que relativizar todo lenguaje, perder el miedo al relativismo. Todo lenguaje religioso es, en el fondo, un recurso salvífico. La expresion hôben, en japones, upaya en sánscrito, que se traduce como “recursos salvificos”, deberia hacer pensar a los teólogos católicos para revisar su exceso de lenguaje y de absolutizaciones dogmáticas.

SUZUKI: En el Sutra del Loto se dice que hay que recorrer el camino ejercitándose, pero cada persona ha de hacerlo de acuerdo con su idiosincrasia. Por eso el Buda predica de diversas maneras acomodándose a la índole de las personas.

MASIÁ: En Europa se percibió en algunas épocas ese budismo primitivo como si fuera un nihilismo, pero creo que no es asi. Otros vieron el Mahayana en terminos de panteísmo. Tambien creo que es inexacto. También lo es el tomar demasiado literalmente los antropomorfismos occidentales, como si el cristianismo fuera un politeísmo

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(confundiendo Trinidad con tres dioses) o un dualismo (entendiendo mal al Jesús histórico y al Cristo de la fe). Budismo y cristianismo coincidirían, en mi opinion, en no ser ni dualistas ni monistas. Pero hay que tomar en serio el vacío budista y la teología negativa cristiana para despojarse de excesos de lenguaje. Hay que vaciarse y cortar todas las afirmaciones con la cuchilla del vacío.

SUZUKI: La preocupacion del Buda Shakamuni era el sufrimiento: ¿Cómo liberarse del sufrimiento? Nacer, enfermar, envejecer, morir. Todo empieza en la ignorancia radical y originaria (en japonés, mumyô) y de ahí surge la cadena de la causalidad. Hay que liberarse del apego al cuerpo. Para liberarse hay que usar recursos. No acabamos de salir de nosotros mismos. No se trata de negar a Dios o a Buda, sino de vaciarse de todas las expresiones que los empequeñecen.

SUZUKI: Es importante el mantra: con una breve jaculatoria repetida elevamos el corazón y nos concentramos. O, más exactamente, diríamos que no es elevarse a Dios, sino percatarse de estar en él respirando en el aura del mantra que recitamos.

MASIÁ: Recuerdo la cita del filósofo Nishida sobre el bodisatva Amida. Decía que si pronunciamos de todo corazón la jaculatoria “Confío en Amida”, es porque el mismo Amida nos la está haciendo recitar desde nuestro interior.

SUZUKI: Ha de desaparecer el yo que recita o medita.MASIÁ: Pero nos cuesta que desaparezca el yo. La

autoconciencia estorba.SUZUKI: Justamente ese es el obstáculo, la

autoconciencia. De momento, al recitar, se olvida, pero enseguida reaparece. Y, sin embargo, ese es el momento que nos constituye.

SUZUKI: Dice el Sutra de los Innumerabñles Sentidos que todo es vacío. Este mundo era originariamente luz y paz.

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Pero la ignorancia y ceguera originales lo ocultan. Actúa la autoconciencia y divide en dos: yo y otros; y surge el dolor.

MASIÁ: Hay que despertar a lo que en esa obra se llama shin-nyo, es decir, al auténtico rostro de la realidad.

SUZUKI: Para eso hay que olvidarse, perderse para encontrarse, como me decía usted citando a Jesús.

MASIÁ: Y hacerse así transparente a todo, como leemos en Dogen.

SUZUKI: Pero nunca acabamos de desprendernos de nosotros mismos.

MASIÁ: En la contemplacion se llega a ese punto, pero tan sólo momentáneamente. Si presumimos de tener la iluminación, ya no es auténtica. Cada uno se aferra a sus teorías. Es bien conocido el ejemplo del herido por una flecha. "No preguntes, dice el Buda, quién disparó. Apresúrate a curarlo". La preocupación terapéutica y salvífica tiene más peso que el interés teórico o dogmático.

MASIÁ: Estos apólogos dicen más que muchas elucubraciones escolásticas.

SUZUKI: Como el maestro que dijo a sus discípulos: "Pásate diez años pintando bambúes, hazte bambú; luego, mientras dibujas, olvídate hasta de tu identificación con el bambú, olvídate de tí y de los bambúes; deja que ellos se pinten..."

MASIÁ: Así es como se hace uno receptivo para sintonizar con el "ritmo fluido de la vida", latente dentro del bambú y dentro de uno mismo. Hace falta mucha receptividad para dejarse alcanzar así por ..."ello".

SUZUKI: Los reflejos del sol en el mar de mediodía nos encandilan. Al atardecer, a medida que avanza la penumbra crepuscular, parece como si el mar nos dejara vislumbrar sus secretos a través de unas tonalidades insospechadas. Tampoco es estridente el reflejo del agua en la luna. En la tradición Zen se habla con gusto de la pequeña gota de rocío capaz de

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reflejar la luna entera. Y se acude más a la comparación con la luz de la luna que con la del sol para hablar metafóricamente de la iluminación espiritual. Una gota de agua refleja toda la luna. Desde Oriente y Occidente se contempla la misma luna. Cuando su luz incide sobre las aguas, ni el rayo de luna se humedece, ni se resquebraja la sobrehaz de las aguas.

MASIÁ: Vislumbramos el Todo y nos dejamos alcanzar por él en cada instante cuando, como decía Dogen, nos hacemos transparentes a todo.

SUZUKI: Todas las explicaciones teóricas, moralizaciones prácticas y formalismos rituales tienen que ver con deformaciones históricas de la religiosidad en las formas concretas de las religiones. Son apariencias variadas que disimulan la honda realidad única y principal.

MASIÁ: Jesús habría dicho: “Solamente una cosa es necesaria”.

SUZUKI: ¿Cómo habría sido Jesús viviendo en Japón?MASIÁ: Si la última cena de Jesús hubiera sido en Kyoto

o Hiroshima, habría compartido con su discipulado arroz y sake (licor de arroz), en vez de pan y vino. Lo evoqué así en la tarde de Pascua, reunido al aire libre bajo los cerezos en una glorieta de Tokyo con una pequeña comunidad interreligiosa. Compartimos el intercambio de espiritualidades y el brindis alegre propio del tiempo. Se sumó espontáneamente a la fiesta la “vecindad”: un grupo de “gente sin techo”, que planta sus tenderetes sin permiso en el mismo recinto del parque.

SUZUKI: ¿Hablaron de Buda y de Jesús al mismo tiempo?

MASIÁ: No gastamos tiempo en contrastar la leyenda budista del nacimiento virginal de Gautama con la narrativa de Mateo y Lucas. Budistas y cristianos actuales, pasados ya por la reinterpretación de las respectivas tradiciones, sabemos que el ropaje mítico-poético envuelve un sentido profundo: el misterio de la Vida (¡con mayúscula!) que vivifica toda vida.

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Budología y cristología se revisan hoy con reinterpretaciones enfocadas desde el tema del Espíritu y la Vida.

SUZUKI: Muchos puntos de contacto...MASIÁ: Jesús y Gautama parecieron ateos a los ojos de

la religión establecida y fueron sospechosos para los poderes de este mundo. Ambos reaccionaron ante la agresividad y crispación demoledoras con serenidad y amistad dialogantes. Ambos optaron por la no violencia y la tolerancia, por la paz y el diálogo. Ambos desencadenaron movimientos de honda transformación de la religiosidad y espiritualidad en una doble línea: de lo exterior rutinario a lo interior auténtico y del encerramiento egoísta en sí mismo a la solidaridad justa y compasiva; no sólo repartir, sino compartir. Sin embargo, ambos han sido traicionados, a lo largo de la historia, por sus propias comunidades: cada vez que se reproducen, en forma de religión organizada, las estructuras dogmatizadoras, moralizantes o ritualistas, contra las que Gautama y Jesús se rebelaron, se repite la incoherencia y contradicción que reconocían, en agosto del 2006, en la Conferencia interreligiosa mundial por la Paz, los dos mil participantes de diversas confesionalidades: “Todas las religiones, declaraban, venimos de fundadores y tradiciones de paz, pero todas, sin excepción, hemos traicionado esa herencia: condescendimos, a menudo, con violencias en la sociedad; provocamos frecuentemente violencia contra otras religiones; y alimentamos, en el interior de nuestra propia religión, semillas de violencia y represión fundamentalistas o inquisitoriales”.

SUZUKI: Déjeme que acentúe que todas las religiones, sin excepción, en algún momento de su historia han hecho lo contrario de lo que pedían sus tradiciones fundacionales.

MASIÁ: Budismo y cristianismo tienen también una historia de protecciones estatales, que fueron un arma de dos filos. Cuando a la persecución política sucedió el patrocinio oficial, las consecuencias fueron ambiguas. El rey Ashoka

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protegió demasiado al budismo y el emperador Constantino al cristianismo. Las confesionalidades estatales (acompañadas de “subvenciones”) suelen engendrar decadencia espiritual.

SUZUKI: Con lo de Constantino estoy menos familiarizado, pero lo de Ashoka sí lo comprendo. Estoy de acuerdo en que las ayudas del Estado son un arma de doble filo para las religiones.

MASIÁ: Pero en ambas tradiciones religiosas, tras los fríos invernales, brota una y otra vez la vida primaveral. Así lo comentábamos el día de Pascua budistas y cristianos, en la rfeunión antes mencionada, bajo los cerezos. Intercambiamos un mensaje de esperanza desde la fe respectiva en la iluminación y la resurrección. Pero no podemos quedarnos paralizados o adormecidos con aromas de primavera. Ni la comunidad cristiana debe quedarse a hacer noche en el monte Tabor palestino, ni la budista en la falda del monte Cresta del Águila en la India.

SUZUKI: Se le ha contagiado algo de la sensibilidad japonesa para la primavera.

MASIÁ: Aquel día anoté en mi diario así: “Va cayendo la tarde y se levanta un viento que hace nevar pétalos e invita a abrigarse un poco. Hay que levantarse y ponerse en marcha. Como Pedro, Santiago y Juan en la cima de la Transfiguración. Como los monjes Sariputra y Kasyapa en la alta esplanada de la Iluminación. Una Palabra de Luz y Vida envía en misión hacia la cotidianidad. Los budistas llaman “mundo de pesares” (saha, en sánscrito) a la realidad que la fe medieval calificó como “valle de lágrimas”. Ahí es donde budistas y cristianos han de comprometerse para enjugarlas, fomentando juntos en todas partes procesos de paz y culturas de vida”.

SUZUKI: Viendo las cosas de este modo, tal como estamos hablando en estas conversaciones y tal como usted propone las relaciones de cristianos y budistas, parece que

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deberían ser muy fáciles las relaciones mutuas. Me pregunto si no estaremos siendo demasiado optimistas. Puede que la realidad de los conflictos interreligiosos o los fanatismos nos haga apearnos a un realismo menos grato.

MASIÁ: De hecho, se ha cuestionado el diálogo, el encuentro y la convivencia interreligiosa. Nos podemos preguntar así: ¿Es posible, y cómo, convivir con otras religiones? ¿Es posible la convivencia entre las religiones? Esta pregunta nos confronta con la difícil tarea de superar los conflictos interreligiosos.

SUZUKI: No sólo de las religiones entre sí, sino dentro de cada religión.

MASIÁ. ¿Es posible, y cómo, que las religiones cooperen a la convivencia mundial? ¿Pueden y deben las religiones cooperar a la convivencia humana internacional? Esta pregunta nos pone ante el reto de que contribuyan con su aportación las religiones para sustituir espirales de violencia por procesos de paz.

SUZUKI: Difícil tarea, un gran reto. ¿Cómo lo confrontaría usted?

MASIÁ: Si me pregunta por mi respuesta a ambas preguntas, he de decir, adelantando ya desde ahora la conclusión, que quisiera apostar, como hace Hans Küng, por la respuesta afirmativa y positiva: es decir, que convivan las religiones entre sí y que cooperen las religiones a la convivencia mundial. Que convivan las religiones, autocriticándose y dejándose transformar mutuamente. Que cooperen las religiones a la convivencia mundial, fomentando juntas la superación de toda clase de violencia, los procesos de pacificación y la construcción de la convivencia mundial. Pero, ¿hasta qué punto son posibles estas dos tareas? Muchas personas lo pondrían en duda. A usted qué le parece.

SUZUKI: Por difícil que parezca, no renunciaría al ideal.MASIÁ: También yo quisiera reconocer lo difícil de

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ambas tareas, sin renunciar a acometerlas; a veces, parecen “misión imposible”. Es un hecho que están en marcha hace tiempo los movimientos de encuentros interreligiosos, pero también es cierto que se tropieza con reticencias, rechazos y dificultades desde dentro de las mismas religiones. Es también un hecho que se están promoviendo hace tiempo los esfuerzos interreligiosos para promover la paz y convivencia mundiales, pero también es cierto que se reciben críticas desde fuera de las religiones en contra del papel de éstas en los procesos de pacificación. Estas dos objeciones, si se confirmara su peso, frenarían notablemente la respuesta positiva a las dos preguntas. Mi propuesta de responder afirmativamente esas dos preguntas podría ser considerada por no pocas personas como excesivamente optimista. ¿Ocurriría lo mismo en ambiente budista?

SUZUKI: Yo no lo negaría.MASIÁ: En el caso de los católicos, nos preguntamos:

¿De dónde vienen las reservas ante los encuentros o diálogos interreligiosos? Creo que del miedo a la pérdida o debilitamiento de la propia identidad (es decir, de lo que se presupone como propia identidad). ¿De dónde vienen los rechazos ante el papel de las religiones para promover la paz? A veces, de la beligerancia proselitista, o incluso política, de algunas personas o grupos que hacen un uso ideológico de las religiones.

SUZUKI: Que al convertirse en ideologías se traicionan a sí mismas como religiones.

MASIÁ: En el primero de estos encuentros hemos ido elaborando con el tiempo una metodología que ayudaría presentar al público de habla hispánica. Recordará usted que el año pasado la formulábamos en cinco puntos.

SUZUKI: Así es. Usted los resumió después en su conferencia de Kyoto en la primavera del 2006. Tengo aquí la revista en que se publicó posteriormente. Eran los puntos

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siguientes: 1) Ante todo, comenzar conociéndonos mutuamente y poniendo sobre la mesa elementos comunes. 2) A continuación, sobre la base de compartir no sólo conversación y mesa, sino también vida y ación social, crecer en confianza para poner sobre la mesa las diferencias: lo que no tenemos en común e incluso nos parece, a veces, incompatible. 3) En tercer lugar, hacer cada religión auto-crítica públicamente, reconociendo el lastre de la historia que acarreamos, una trayectoria con riquezas y penurias, en la que a veces hemos traicionado la tradición fundacional de cada religión. 4) En cuarto lugar, sobre la base de los tres pasos anteriores, que no se dan en un día ni en un mes, empezar a construir un horizonte común de lenguaje y diálogo, no para elaborar forzada o sincretísticamente una especie de esperanto de las religiones, sino para dejarnos transformar mutuamente. 5) Finalmente, todo este proceso quedaría incompleto sin compartir a fondo el elemento que podemos llamar, si la palabra no se malinterpreta, místérico o místico. No compartir solamente la mesa, la acción o el diálogo, sino el silencio: poder estar en comunión en el silencio contemplativo, para que el misterio que penetra, envuelve y desborda a todas las religiones nos conduzca a una espiritualidad más allá de todas ellas.

MASIÁ: Esos son, efectivamente, los cinco puntos de nuestras conclusiones a lo largo de los encuentros interreligiosos

SUZUKI: Suscribo los cinco puntos, que hemos elaborado entre todos en nuestros encuentros. Pero reconozco que su puesta en práctica es difícil y se lleva mucho tiempo.

MASIÁ: Dicho así, tan brevemente, estos cinco puntos parecerán tan sólo un índice o programa. No es posible explicarlos en cinco minutos, ni tampoco en una hora. Son el resultado de años de caminar y convivir, con sus subidas y bajadas, con sus avances y retrocesos. Para mí, estos cinco

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puntos expresan las condiciones para hacer posible una convivencia interreligiosa.

SUZUKI: Esa ha sido durante varios lustros la meta y tarea que se ha propuesto la Conferencia Interreligiosa Mundial por la Paz.

MASIÁ: Hemos aludido, en varias ocasiones a lo largo de esta tertulia, a los recursos que usa el Buda para predicar su doctrina. ¿Qué son los recursos salvíficos de que habla el Buda en el Sutra del Loto?

SUZUKI: Las diversas maneras de exponer el Buda la doctrina. Como quiere que todos se salven, habla en diversas épocas y lugares de la manera que mejor le van a entender, para ayudar a cada persona a descubrir su propia budeidad.

MASIÁ: ¿Qué significa budeidad?SUZUKI: La presencia de Buda en todas las cosas y de

todas en Él. Es un tema central en todos los sutras.MASIÁ: ¿Cómo recita usted los sutras?SUZUKI: Escuchando a través de mi voz la del mismo

Buda que me hace orar y me invita continuamente a transmitir su enseñanza a otras personas.

MASIÁ: Eso quiere decir que ustedes viven la fe como misión. ¿Es correcto definir como misionera su religión?

SUZUKI: No puede dejar de serlo. Quien vive la alegría de la fe no puede menos que compartirla. Pero eso no quiere decir que nos embarquemos en formas de proselitismo coaccionantes o impositivas.

MASIÁ: ¿Es compatible la misión con el diálogo interreligioso?

SUZUKI: No sólo es compatible, sino necesaria, su unión. Las religiones unidas, como hemos comentado a menudo usted y yo, tenemos una misión común: ayudar a la humanidad al despertar de la religiosidad y al fomento de la paz.

MASIÁ: ¿Cómo se construye la paz?

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SUZUKI: Pacificándose uno a sí mismo y ayudando a pacificar a los demás. Se pacifica la sociedad mediante la práctica de la compasión y solidaridad, por encima de todas las diferencias.

MASIÁ: Comprender las diferencias es asumir el pluralismo. ¿El pluralismo religioso lleva al relativismo?

SUZUKI: No, al contrario. Es como un retablo Mandala: pluralidad unificada. Se puede unificar la pluralidad más diversa, si el telón de fondo es el Vacío y la Nada.

MASIÁ: ¿Es nihilista el budismo por su insistencia en el vacío y la nada?

SUZUKI: No. Lo importante es vaciarse de sí mismo, salir de sí para encontrarse. Ahí tocamos lo esencial del camino de la fe.

MASIÁ: ¿Cómo expresar en una palabra su fe budista?SUZUKI: Hallar la Vida del Buda en todo y en todas las

cosas.MASIÁ: Una vez me dijo un monje del Zen que cuando

cometo una burrada estoy encarnado ya en un asno y cuando actúo noblemente es como si fuese un águila. Al hablar así, aquel monje estaba releyendo metafóricamente lo que otras personas, a nivel de religiosidad popular, interpretan al pie de la letra.

SUZUKI: Todas esas comparaciones son, como venimos repitiendo desde el principio de estas conversaciones, recursos o estratagemas salvíficas.

MASIÁ: También lo es la narración mítica de Adán y Eva en la Biblia, pero muchas personas, a nivel popular, la toman al pie de la letra.

SUZUKI: Ya que alude a ella, déjeme que le pregunte. Cuando ustedes hablan de pecado original, ¿se parece esa idea a la ignorancia radical de que hablamos nosotros (en japonés mumyô; en sánscrito avidya?

MASIÁ: Pecado original es, como dice atinadamente el

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filósofo Paul Ricoeur, un pseudoconcepto. Desde tiempos de Agustín ha hecho mucho daño a la presentación del cristianismo. Se juntó una lectura literalista de la Biblia con una idea errónea sobre la transmisión de la culpa por herencia biológica. Hoy día la teología hace una revisión hermenéutica de esa lectura.

SUZUKI: También en el budismo hace falta hermenéutica. Por ejemplo, la tradición que analizaba los niveles de conciencia ponía en el fondo o sima profunda de ésta (en sánscrito, alaya, almacén) toda la carga de negatividad que en Occidente se ha puesto al hablar de pecado original. Pero yo creo que hay un nivel más hondo, como hemos comentado otras veces.

MASIÁ: Yo lo llamaría la gracia original, amazing graceSUZUKI: Las escuelas de la llamada “matriz de

budeidad” veían ese fondo como la naturaleza búdica en el interior nuestro; en japonés, busshô.

MASIÁ: En inglés lo traducen como naturaleza búdica, buddha nature, o budeidad, buddhahood. Adaptando la expresión para oídos cristianos, podríamos hablar de “lo divino en nosotros”.

SUZUKI: Y en todo, no sólo en nosotros. MASIÁ: Lo vimos cuando usted explicó el significado de

los conocidos dichos: “todo es insustancial” y “todo es efímero”. Nos decía usted en aquella ocasión que no interpretemos estos dichos como lamentaciones melancólicas y pesimistas, ni como pretexto para dejar de comprometerse con este mundo.

SUZUKI: Al contrario, si todo es insustancial, porque todo es interdependiente, caigo en la cuenta de lo mucho que debo agradecer la interrelación en que vivo. Si usted y yo estamos hablando ahora y vamos a comer juntos después, eso es posible gracias a una cantidad incalculable de personas, desde el carpintero que fabricó los sillones en que estamos

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sentados hasta los trabajadores de la viña que hizo posible el vino con que vamos a brindar, pasando por la empresa de energía eléctrica y un interminable etcétera. Por otra parte, el dicho “todo es efímero” significa, con otras palabras, que todo está en proceso de cambio, que el cambio siempre es posible. Por tanto, puedo comprometerme a cambiar las cosas. Si yo cambio, cambiará mi alrededor. Puedo y debo tomar las riendas de muchos cambios. En el budismo Mahayana se insiste, en vez de en la vida conventual, en la práctica de las etapas del camino del bodisatva en la vida cotidiana. Es un budismo para la secularidad o laicidad, como dirían ustedes. Nosotros decimos que fue el paso del shukke: entrar en un convento, al zaike: practicar el budismo en casa, en el trabajo y en la vida cotidiana.

MASIÁ: También en nuestra tradición occidental de espiritualidad cristiana se habla de etapas. Unas veces de abajo hacia arriba, como en la Subida al monte Carmelo de san Juan de la Cruz. Otras, de fuera hacia adentro, como en Las Moradas de santa Teresa.

SUZUKI: En Oriente, donde se trasciende más hacia dentro que hacia arriba, las escuelas del budismo llamado de “la sola conciencia” han visto esas etapas como grados de ir profundizando en la interioridad, precisamente a la par que se avanza en las prácticas de darse a los demás.

MASIÁ: Es decir, que se trasciende de dos maneras, por la contemplación y por la praxis, hacia fuera y hacia adentro, hacia los demás y hacia la interioridad.

SUZUKI: Así es.MASIÁ: Y lo que se encuentra en la meta de ambos

caminos...SUZUKI: Es el secreto del Dharma, lo que hemos

llamado bushô, naturaleza búdica o budeidad, que usted interpretó como “lo divino en nosotros”, y yo insisto en precisar: “en nosotros y en todo lo demás”. Por eso cuando yo

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junto mis manos para saludarle con una reverencia, estoy reconociendo la presencia de esa naturaleza búdica en usted. Reconocerla me ilumina a mí y me recuerda la presencia de esa luz también en mí.

MASIÁ: Me gusta que use la comparación de la luz, porque yo he traducido a veces por “iluminabilidad” lo que suele interpretarse como “budeidad”.

SUZUKI: Correcto. Por tener usted naturaleza búdica o divina, puede alcanzar la iluminación. Por tener iluminabilidad, es iluminable. De ordinario, quizás no se percate. Darse cuenta de ello, percatarse de la propia iluminabilidad es despertar a la iluminación. Por eso dice el sutra: “Que te dejes iluminar siempre y en todo por la luz del Dharma” (en japonés, hôtômyô).

MASIÁ: Y en el salterio recitamos: “Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en el sendero” (Salmo 118: 105). Escuchándole hablar así, me confirma que el tema de las prácticas del bodisatva nos conduce, como otros de nuestras conversaciones, al mismo punto central: es un reflejo de esa luz única con que se abría el capítulo primero del Loto, luz que emanaba de la frente del Buda.

SUZUKI: Y como usted nos dijo cuando habló a mi comunidad sobre el evangelio según Juan, la luz brota de la vida. Vivimos siendo vivificados por la vida originaria del Buda eterno. El respeto y devoción a los antepasados va más allá de un recuerdo agradecido, es uno de esos upaya (en japonés hôben) que usted ha traducido al castellano como “recursos salvíficos”, según me explicó. El estilo narrativo y poético nos ayudaría, como las parábolas de Jesús, a superar las sutilezas abstractas y secas de muchas especulaciones teológicas.

MASIÁ: Pero no faltarán quienes tengan miedo a esta relativización del lenguaje; ponen cara enfadada para condenar a los demás y se ponen tensos al hablar de religión.

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SUZUKI: Será por falta de fe, no será auténtica su religiosidad.

MASIÁ: Pero son personas presuntamente espirituales, con rostro adusto y suspicaz.

SUZUKI: Será que les falta espiritualidad. Nuestro fundador Niwano estaba siempre sonriente.

MASIÁ: En mi país se ha hecho célebre el fenómeno de la crispación, tanto en políticos como en dirigentes religiosos.

SUZUKI: Si se crispa el político, señal de que no tiene ideas. Si se crispa el religioso, señal de que le falta fe.

MASIÁ: Me deja usted sin palabras.SUZUKI: La crispación conlleva oposición y

enfrentamiento: trazamos fronteras y lindes, distinguimos entre nosotros o nosotras y ellos o ellas, entre el ser humano y la naturaleza, entre los pueblos y naciones. Pero en el mundo de la iluminación se diluyen todas las divisiones y dualidades. Por eso es posible sacar bien de todo, de la luz y de las tinieblas.

MASIÁ: Pero hay quienes sospechan de esta visión de la vida, por parecerles que no hay lugar para la responsabilidad, ni para distingir bien y mal. Esta objeción la he escuchado en Occidente al hablar sobre el budismo.

SUZUKI: No es así. Recuerde lo que dijo usted en otro momento: Ni dualismo, ni panteísmo. En el dualismo se le echa la culpa a las otras personas, supuestamente culpables. En el panteísmo se le echa la culpa a la divinidad. Pero en la unidad, ni dual ni panteísta, del budismo o del cristianismo hay lugar para la sana culpabilidad.

MASIÁ: Pero usted no tiene la culpa de desastres naturales como el producido por el tsunami tras el maremoto.

SUZUKI: No; pero, en vez de echar la culpa a Buda o a Dios, me siento llamado a hacer algo para aliviar la tragedia.

MASIÁ: ¿Qué decir del caso, por ejemplo, en que la pareja se separa y cada una de las partes pretende tener claro

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que la culpa es de la otra parte? SUZUKI: Si quiero restaurar la situación, he de renunciar

a empeñarme en hacer reconocer a la otra persona su culpa. Mientras insista en ello, no hay reconciliación posible. Pero si yo opto por cambiar, siempre hay una puerta abierta. Lo vimos al comentar la segunda de las cuatro verdades. Ocurra lo que ocurra, siempre es posible detectar en mí una parte de responsabilidad. Yo no cometí el acto terrorista, pero pienso que si me hubiese criado en las condiciones del agresor, quizás a esta hora habría cometido yo alguna barbaridad semejante. A partir de ahí, cambia mi manera de ver a víctimas y agresores. Ya no puedo dividir el mundo en buenos y malos, ni colocarme yo exclusivamente en el lado bueno, como hizo Bush al día siguiente del atentado del 11 de septiembre. Pero tampoco puedo tranquilizarme descargando toda la culpa en Bush, sin admitir que a mí me toca una parte de culpa. Soy víctima con las víctimas, pero reconozco que tengo algo en común con la maldad del agresor, de lo que necesito liberarme.

MASIÁ: ¡Que falta haría en mi país que le escuchasen estas palabras quienes se oponen a los procesos de paz y a la mediación religiosa para resolver los conflictos! ... Pero se nos está acabando el tiempo y nos acercamos al final de esta conversación. No quiero que concluyamos sin haberme atrevido a transmitirle la pregunta que están deseando hacerle muchasd de las personas aquí presentes, tal como me lo comentaban durante el café. Le pregunto, por tanto, sin más: ¿Hay lugar para un dios personal en el budismo? ¿Es divino Shakamuni el Buda?

SUZUKI: Ha hecho usted la pregunta del millón.MASIÁ: Pues vamos con ella sin miedo. No nos sentimos

obligados a ponernos de acuerdo. Usted empieza.SUZUKI: En la medida en que conozco algo del

cristianismo, percibo que nos evoca más lo personal. Si no le

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molesta, le diría que me parece demasiado... no se si el adjetivo es “humano”...

MASIÁ: Quiere usted decir, seguramente, demasiado antropomórfico.

SUZUKI: Sí, demasiado antropomórfico.MASIÁ: A la inversa, cuando hablamos de budismo ante

teólogos occidentales nos dicen que les parece demasiado impersonal y hasta hay quienes lo consideran panteísta. Sin embargo, a mí me parece, como formulan el oriental Nishitani y el occidental G. Caffarena, que hay un “clima de lo personal” en el budismo. Lo palpamos al oirles hablar de compasión, misericordia, ternura, acogida, vida que vivifica, etc.

SUZUKI: La figura de Buda que usted ha visto en nuestro templo central representa al buda histórico, a Shakamuni. Pero al mismo tiempo está idealizada o sublimada.

MASIÁ: Diríamos, quizás, que es el Buda histórico convertido en el Buda glorificado tras su entrada definitiva en el Nirvana; es como su cuerpo glorioso, por decirlo con terminología cristiana.

SUZUKI: Pero, naturalmente, una imagen no es más que una imagen y no debemos convertirla en un ídolo. A través de la corporalidad visible del Buda histórico y de la corporalidad sublimada en esa imagen del Buda, por así decirlo, en el paraíso, se nos sugiere el misterio del Buda eterno, que existe desde siempre y por siempre, sin forma, sin ser visible ni tangible, la gran energía que todo lo vivifica, el hontanar de luz y vida, rostro último de la realidad. Se hace visible en el Buda histórico que nos encamina hacia él y nos hace despertar a la realidad de su presencia en nuestro interior vivificándonos continuamente.

MASIÁ: No puedo evitar el traducir lo que usted dice en términos cristianos de Padre, Hijo y Espíritu Santo, es decir, Hontanar de Vida, Manifestación de la Vida y Fuerza que nos

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hace vivificarnos mutuamente. Pero me parece que estoy yendo demasiado lejos.

SUZUKI: No; no creo que sea ir demasiado lejos. Cuando, durante el viaje camino de Yugawara para asistir al seminario sobre budismo y cristianismo, me presentó usted el libro de Teresa Forcades sobre la Trinidad, me emocionó mucho. Me recordaba nuestra enseñanza sobre los tres cuerpos de Buda.

MASIÁ: Estoy convencido de que si el cristianismo se hubiese expandido por Extremo Oriente, en vez llevar sobre sí el lastre de Nicea y Calcedonia, ahora estaríamos hablando de la Trinidad en otros términos más parecidos a los suyos.

SUZUKI: Quizás ahí tenemos una tarea para diálogos interreligiosos más complicados que estas sencillas conversaciones nuestras.

MASIÁ: Para relacionar lo que usted dice del Buda histórico y el Buda eterno con el Dios cristiano, que manifiesta Jesús, creo que nos ayudaría comprender la enseñanza budista sobre lo que ustedes llaman los “tres cuerpos del Buda”. ¿Nos puede aclarar brevemente la doctrina acerca de tres manifestaciones del Buda (buddha-kaya)?

SUZUKI: La primera se denomina Nirmana-kaya: corresponde al Buda histórico, al cuerpo asumido con el que aparece al manifestarse en este mundo. La segunda es la llamada Sambhoga-kaya: corresponde al cuerpo que podríamos llamar beatífico, de recompensa, feliz o celeste del Buda; es el cuerpo del Buda que disfruta el premio por haber realizado la verdad durante su peregrinación por esta vida. De este segundo cuerpo se afirma que no tiene forma ni color, pero puede hablarse de él como hecho visible en una figura humana. Finalmente, la tercera manifestación es la conocida con el nombre de Dharma-kaya: el cuerpo-verdad, sin carácter "personal" (aunque con lo que usted ha llamado antes, citando a Nishitani y Caffarena, el “clima de lo

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personal”); el cuerpo que ya no es un mero cuerpo, que está por encima de todo espacio, tiempo y figura. Este tercer cuerpo se puede considerar como "pre-existente" al primero, a la vez que relacionado íntimamente con el segundo.

MASIÁ: Será inevitable que esta terminología suscite evocaciones trinitarias en el público occidental, familiarizado con la teología cristiana; no es de extrañar que surjan espontáneamente adjetivos familiares con los que, en términos cristianos, calificaríamos a Jesús como "histórico", "glorificado" o "pre-existente". Sin embargo, aunque la comparación no vaya del todo desencaminada, habrá que llevar cuidado y no precipitarse a establecer correlaciones con excesiva facilidad. De lo contrario, correríamos el riesgo de caer en la trampa de leer una tradición con las lentes de otra.

SUZUKI: Remontándonos a los orígenes de esta doctrina acerca de los tres cuerpos del Buda, hay que recordar que en el budismo Mahayana se identificó el dharma-kaya o "tercer cuerpo de Buda" con la noción de sunyata o Vacío Absoluto, tan fundamental en la vivencia religiosa y el pensamiento budistas. Es "un continuo vaciarse". Es la constante actividad de vaciarse y vaciarlo todo, que incluye el vaciarse a sí mismo de sí mismo. El "segundo cuerpo" o "cuerpo celeste" es la realización del dharma para sí y para otros. Tiene rasgos de lo personal, por contraste con la aparente carencia de ellos en el citado dharma-kaya. Pero, por otra parte, los rasgos de lo personal en este segundo cuerpo de Buda no son tan patentes como en el "primer cuerpo", es decir, aquél en el que se ha manifestado concreta y visiblemente el Buda histórico.

MASIÁ: Las dificultades para los teólogos cristianos comienzan cuando se añade que hay más de un Buda histórico.

SUZUKI: Los dos primeros cuerpos, el histórico y el celeste, son plurales, según esta doctrina: hay más de un buda histórico y más de un buda celeste. El tercero, en cambio, es

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singular; pero no como una especie de "divinidad", antropomórficamente entendida, sino como una apertura infinita.

MASIÁ. Si estuviera aquí cierto compañero mío, teólogo romano, se preocuparía mucho de distinguir entre Buda y Jesús, acentuando la unicidad de la Encarnación.

SUZUKI. Es cierto, hemos de reconozcer que el Buda no dice, como Jesús “Yo soy el Camino”, sino muestra el Camino y ayuda a que otras personas lo descubran. La tradición habla de los Siete Budas. Y se dice que es muy rara la aparición, al cabo de siglos, de un Buda en este mundo que llamamos el “mundo de pesares”, lo que ustedes en la Edad Media llamaban “este valle de lágrimas”.

MASIÁ: ¿Hay que responder entonces: Buda no es Dios encarnado, ni es una divinidad?

SUZUKI: Buda significa, sin más, alguien que se despertó, alguien a quien se le abrieron los ojos a la iluminación y después se dedicó a ayudar a que otras personas despertasen. El contenido desvelado en esa iluminación es, dicho con una sola palabra, la vida verdadera o eterna. Él lo expresó, en el marco de su época, con la expresión “el Dharma”. Pero lo de menos es esa expresión, lo importante es la vivencia que intentó comunicar. Él se resistía a perderse en debates vanos, a verbalizar, analizar y explicar esa vivencia. El análisis divide y traza fronteras: dentro de uno mismo, entre uno y los demás, entre el ser humano y el mundo, etc. Caemos entonces en el error de ver el mundo como conjunto de cosas yuxtapuestas. La iluminación nos abre precisamente al auténtico rostro de la realidad, como unidad de luz y de vida.

MASIÁ: Asiento con gusto a todo esto. Pero volviendo a mi amigo el teólogo romano, me consta que sigue preocupado por lo personal de Dios y la unicidad de su manifestación en la Encarnación.

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SUZUKI: El budista podría aceptar buena parte de lo que ese teólogo dice, con tal de que no lo dijera solamente de Cristo. Quiero decir, que no me costaría aceptar que Jesús es manifestación del Dharma, pero no la única.

MASIÁ: Aquí se dividen las teologías: la que dice que solamente Jesús es Cristo y la que piensa que la palabra Cristo abarca más que Jesús. Esta segunda, en vez de obsesionarse con repetir de qué manera y con qué sentido se puede decir “Jesús es Dios”, se centra en acentuar que “Dios es el misterio que se manifestó en Cristo”.

SUZUKI: Y usted, ¿En cuál de esas dos teologías está?MASIÁ: Quisiera tender un puente entre las dos. Veo la

posibilidad de ese puente en una cristología más del Pneuma o Espíritu que del Logos, en la línea del libro de Roger Haight, Jesus, símbolo de Dios: Jesús es Cristo, pero el Cristo no se agota en Jesús. También veo ese puente en una teología que, consciente de que la voz de Dios o del Dharma se ha escuchado a lo largo de la historia “plural y multiformemente” (Heb. 1, 1). descubre como lugar privilegiado para esa manifestación la realidad de los pobres y desfavorecidos, “fuera de los cuales no hay salvación”, como atinadamente dice el teólogo J. Sobrino.

Pero la conversación se está poniendo difícil. interrumpamos con un traguito. Dice la Biblia que el vino alegra el corazón humano.

SUZUKI: Y dice también, como le oímos comentar a usted en latín, in vino veritas.

MASIÁ: Los monjes budistas, según me enseñó usted, le ponían el nombre de “agua de sabiduría” para justificar el beberla como medicina.

SUZUKI: Y en el sintoísmo la palabra shinshû significa “bebida divina”, con semejante connotación.

MASIÁ: Pues iremos resumiendo al final de este diálogo, que ya va siendo hora de ir a tomar el aperitivo.

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SUZUKI: De acuerdo.MASIÁ: No sé si hemos agotado los temas o nos hemos

ido por las ramas. Decíamos antes que las religiones unidas deberíamos constituir una misión única para ayudar al mundo a despertar a la nueva espiritualidad.

SUZUKI. Ese ha sido el punto de arranque y el hilo conductor de esta charla. El maestro del Zen Hakuin (1685-1768) lo describe maravillosamente con estas palabras:

Todos los vivientes sonoriginariamente budas.Como el agua y el hielo.No hay hielo sin agua.Pero no nos percatamos.Buscamos en lontananzalo que tenemos tan a mano.Qué pena da ver a la gente extraviadabuscando lejos la Verdadque mora en su interior.Como quien se queja de sedmientras nada en un lago

MASIÁ: Son verdaderamente refrescantes estas palabras de Hakuin. No ha podido escoger usted nada más emblemático.

SUZUKI: Como usted dice, convergen en uno los diversos y variados caminos. Por supuesto, usted lleva muchos años en Japón y habla de un modo cercano a nosotros, quizás le entendemos mejor que a sus compañeros occidentales.

MASIÁ: Bueno, francamente hablando, yo no puedo representar ni a Oriente ni a Occidente. De Occidente, me he alejado mucho y ya no me siento en casa. En Oriente, no puedo presumir de haber acabado de echar raíces. Desde

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luego, está claro que no soy oriental, ni budista; no puedo hablar representando a la religiosidad oriental. Pero sí puedo y debo compartir lo mucho que me ha hecho aprender el contacto con personas y comunidades como la suya, así como con textos que he leído o traducido y me han ayudado a adentrarme en un ámbito cultural y religioso muy distinto del de mis orígenes. Cuando celebramos el cuarto centenario del nacimiento de Javier, mi comentario desde Japón fue sentirme animado por el que llamaron “divino impaciente” para seguir abriendo el corazón y ensanchando horizontes: para salir de la estrechez de los “orientes y occidentes locales” y caminar hacia la utopía de la auténtica mundialización, hacia lo que en algunos escritos he llamado el “otro Oriente”.

SUZUKI: Esta expresión se la hemos escuchado a usted en varias ocasiones, pero no estoy seguro de haber captado lo que intenta comunicar con ella. ¿Qué quiere decir usted con esa fórmula del “otro Oriente”?

MASIÁ: Me refiero a otra imagen distinta de la que habitualmente se tiene en mi país acerca de lo oriental como simplemente otro mundo lejano y exótico. Si el encuentro del cristianismo con el budismo se hubiese realizado en los dos primeros siglos de nuestra era, de la manera como se llevó a cabo el influjo mutuo de lo judeo-cristiano y lo helénico, la historia del pensamiento religioso habría sido muy diferente. De haber sido así, hoy hablarían los teólogos cristianos otro lenguaje distinto o con más silencios significativos.

SUZUKI: Lo de los silencios significativos suena más a oriental que a europeo, al menos desde mi punto de vista. A mí me satisface, pero ¿qué pensarán sus colegas europeos, sobre todo, los teólogos romanos, a los que usted alude a veces con mezcla de pena e ironía? ¿Será, como ya le he preguntado en otra ocasión, que se ha dado en usted una conversión a lo oriental?

MASIÁ: Más que de conversión, prefiero hablar de

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encuentro. Ni solamente un diálogo de mesa redonda académica, ni conversión en un sentido exagerado de la palabra. Un encuentro, como vimos en charlas anteriores, es distinto de un diálogo y de una conversión. Cuando charlo con usted, como hemos comentado en otro momento de esta conversación, no trato de convertirle al cristianismo, ni usted trata de convertirme al budismo. Pero los dos estamos de acuerdo en que, después de esas conversaciones, el budista sale más y menos budista que antes, y el cristiano sale más y menos cristiano que antes.

SUZUKI: Un tanto paradójico eso de “más y menos”. Aunque he de reconocer que hay momentos en que, al oirle a usted hablar de su Dios, me parece que está refiriéndose a mi Buda. Además, tengo la sensación de que a usted le ocurre algo parecido. Y, sin embargo, ambos rechazamos las etiquetas de sincretismo o relativismo cuando alguien intenta clasificarnos con ellas.

MASIÁ: Mi vivencia es que salgo del encuentro sintiéndome más cristiano que antes, en la medida en que he redescubierto aspectos olvidados de mi cristianismo. Y salgo, en otro sentido, de algún modo “menos cristiano” (¡entre comillas para que nadie se asuste!) que antes, porque me veo obligado a desprenderme de muchas adherencias históricas y lastres inmovilizadores de mi cristianismo occidental.

SUZUKI: La vivencia religiosa nos proporciona fuerza para vivir, pero pienso que la savia de la religiosidad se descubre más allá de las formas concretas, sociales e históricas de las diversas religiones.

MASIÁ: En el encuentro de budistas y cristianos, ambos profundizamos en la propia espiritualidad, tal como estamos experimentando en esta conversación. No nos convertimos las personas cristianas al budismo o las budistas al cristianismo, sino que vamos transformándonos y convirtiéndonos ambos al

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único misterio, al “vehículo único”, a la vez que cada una de las partes depura autocríticamente la propia religiosidad.

SUZUKI: Ahora comienzo a entrever por qué insistía usted tanto en decir que se trata de “otro Oriente”. Cuando usted usa el término “Oriente” no se refiere a lo que habitualmente se entiende a nivel de divulgación por esa palabra.

MASIÁ Acercarme al “otro Oriente” equivale para mí a descubrirlo en la propia interioridad. Nos ayudan para ello los encuentros como esta conversación que estamos teniendo ahora; esta charla es algo más que dialogar o debatir.

SUZUKI:. Estoy de acuerdo; en algunas ocasiones me han dejado insatisfecho los debates o diálogos de salón con exceso de discurso racional, pero sin margen para influirse mutuamente o dejarse impactar por la manera ajena de vivir la religiosidad con otras expresiones distintas de la propia.

MASIÁ. De ahí nace mi insistencia en que vayamos más allá del diálogo. Ese fue el título que puse a uno de mis primeros escritos sobre budismo. Pienso que hay que ir más allá del diálogo, porque lo que no se logra en los debates institucionales o intelectuales se descubre en los encuentros donde se comparte la vida interior y la praxis solidaria. Son difíciles los diálogos interculturales a nivel institucional, porque a cada parte le cuesta desprenderse de cotas de poder. Esto vale tanto para los altos cargos eclesiásticos católicos como para los budistas. Son difíciles también los diálogos intelectuales, porque a cada interlocutor le cuesta renunciar a los presupuestos del propio lenguaje. A veces, un teólogo o budólogo de carácter fundamentalista puede ser tan cerrado al diálogo como un dirigente religioso en un puesto administrativo de su religión. Pero son fáciles los encuentros en que se comparte con el pueblo sencillo la vida, la compasión y la responsabilidad por un futuro en paz de la

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humanidad.

SUZUKI: Ese compromiso por la paz, por la auténtica globalización de la paz y la justicia se sustenta precisamente en el fondo común de las religiones. Es una de las ideas motrices del movimiento al que nos referimos en charlas anteriores: la Conferencia Mundial de las Religiones por la Paz (WCRP).

MASIÁ: Desde mi lectura de los textos budistas en compañía de los textos del evangelio de Jesús, el mensaje de ambos se resume en dos palabras: “pacificarse y pacificar”. Profundidad de pacificarse y armonía de pacificarnos mutuamente. Es una doble tradición: de vida contemplativa e interiorización y de vida en armonía con la naturaleza y con las personas.

SUZUKI: Para eso es imprescindible una espiritualidad de salir de sí, desconectar el yo, vaciarse, como vimos que insistía Dôgen, el maestro japonés del Zen en el seglo XIII.

MASIÁ: Perderse para encontrarse, como dice Jesús.SUZUKI: Algo que ni budistas ni cristianos acabamos de

hacer, ¿verdad?MASIÁ: Así es. “Salir de sí mismo” es la clave. Salir de

sí por dos vías: la contemplación y la praxis solidaria. Salir de la espiral del engaño y salir de la espiral de la violencia. Salirse de la rueda del yo superficial, atado a las desfiguraciones de la realidad. Salir a lo que señala esa metáfora oriental del “vacío” o la “nada” -que no se debe confundir, como usted ha recalcado a menudo, con los nihilismos-; salir de sí y abrirse a esa dimensión o perspectiva desde donde se ven las cosas y personas tal cual son, sin exagerar.

SUZUKI: “Tal cuál” es la expresión que usaba al final de su vida el profesor Tamaki, en aquella tarjeta de felicitación de año nuevo que le enseñé, ¿recuerda?

MASIÁ: Sí, me impresionó mucho. Como comentamos

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en conversaciones anteriores, escuché en los últimos años de su vida al profesor Kojiro TAMAKI, creyente budista y profesor emérito de filosofía oriental en la Universidad de Tokio. Un tema central suyo era la referencia a cuatro grandes figuras: Buda, Jesús, Confucio y Sócrates. Los cuatro, solía repetir, fueron pacíficos y pacificadores. Los cuatro hicieron más con obras que con palabras. Los cuatro fueron tenidos por sospechosos por parte de los poderes establecidos, Los cuatro fueron considerados ateos por parte de la religión establecida. Los cuatro invitaron a salir de sí: hacia dentro y hacia fuera: hacia dentro, por la meditación, hacia fuera por la compasión y la solidaridad. Los cuatro invitaron a pararse a escuchar la voz que en el interior del corazón nos dice la verdad sobre nosotros mismos y sobre la vida. Los cuatro invitaron a la práctica: antes de preguntar quién disparó la flecha o quién es el herido, apresúrate a curarlo antes que sea tarde, decía el Buda.

SUZUKI: Veo que le dejó huella el impacto de Tamaki.MASIÁ: Esas palabras suyas, que repitió en varios

ensayos y conferencias de sus últimos años me han influido mucho.

SUZUKI: Si todos fuéramos por ese camino, la paz entre las religiones y la paz mundial estarían más cerca.

MASIÁ. En el camino hacia la paz, pueden y deben cooperar las religiones. Por otra parte, como se ve en la historia, todas las religiones han traicionado de algún modo la religiosidad y el espíritu de sus fundadores.

SUZUKI: Este es un tema que hay que tratar con mucha franqueza; nos afecta a todos. Es delicado decirlo si se refiere uno a otra religión; ya vimos la reacción que se desencadenó contra Benedicto XVI, por malinterpretar una palabras suyas del discurso en Ratisbona. Lo que deberíamos hacer cada uno es empezar por la autocrítica; denunciar las traiciones a la religiosidad por parte de las religiones, pero refiríendose cada

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uno a la propia en primera persona. MASIÁ: En algunos ámbitos religiosos se están dando

pasos para cambiar, como decía en la década de los sesenta R. Garaudy, "desde el anatema al diálogo", pero no a todos interesa la cooperación y el encuentro interreligioso.

SUZUKI: Hace falta, sobre todo, que cada religión renuncie a monopolizar la contribución a la paz y justicia mundiales, que deberían surgir más bien de la cooperación de todas para salvaguardar la dignidad humana y construir una ética global. Sabemos que la Regla de Oro, "no hagas a otro lo que no quieras para tí, trátalos como quisieras que te tratasen", no es monopolio exclusivo de judíos, cristianos y musulmanes. Las religiones orientales tienen una tradición de alivio del sufrimiento, armonía cósmica, solidaridad con todos los seres vivientes y compasión hacia las personas.

MASIÁ: Participo actualmente en Japón en el movimiento de las religiones para la abolición de la pena de muerte, un movimiento en el que tomaron la iniciativa grupos budistas, los mismos que están implicados a favor de la paz, en contra de la guerra y en hacer campaña por la desaparición de las minas terrestres anti-persona y por el logro de una carta de derechos humanos en Asia.

SUZUKI: En esas ocasiones coincidimos, más allá de la diversidad de expresiones y tradiciones, en un impulso común desde la Vida que nos envuelve, desde eso que llamamos “el gran fondo de la Vida”, para estar a favor de cuanto protege la vida y fomenta la paz.

MASIÁ: En los barrios marginados como el de Kamagasaki, en Osaka, o el de Sanya, en Tokio, budistas y cristianos están juntos al lado de los sin techo y a la hora de cuidar a moribundos sin familia o de enterrar difuntos abandonados. Conozco a monjes budistas dedicados por entero al cuidado de enfermos de Sida o a la atención de cuidados paliativos en hospicios. En el Consejo mundial de

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las religiones por la paz (en cuya sección japonesa he tenido ocasión de trabajar) la mayoría es budista. La colaboración con estas personas me ha enseñado a poner la práctica por delante, la praxis por delante de las teologías.

SUZUKI: Pero usted lleva muchos años viviendo en Japón. ¿Cómo expresa ahora su integración de ambos mundos?

MASIÁ: No quisiera presumir de haberlos integrado. Eso es asignatura pendiente. Por otra parte, sería muy difícil resumir en breves líneas cómo me ha influido, desde mis 25 años de edad en que llegué a Japón hasta ahora, el encuentro con el mundo oriental y, concretamente, con el budismo. A menudo me preguntan, al pedirme que tenga una charla sobre este tema: “¿Cómo vives tú mismo la relación de Oriente y Occidente o la relación entre el budismo, con el que te has familiarizado y el cristianismo de tu propia tradición?” Me lo ponen más difícil aún cuando me piden que diga en poco tiempo unas cuantas vivencias personales sobre este tema. Suelo contestar que es más difícil hablar tres cuartos de hora que escribir un libro entero.

SUZUKI: Suele decirse que hay algo que sólo se comprende desde dentro y con amor, tanto en las personas como en las culturas.

MASIÁ: También es cierto que el amor puede cegar y que hay aspectos que solamente se captan cuando nos hacen caer en la cuenta de ellos desde fuera. Los antropólogos hablan de conjugar dos perspectivas, lo que llaman con ls términos técnicos de “emic” y “etic”, inspirados por la semiótica. Se comprenderá esto, si uno vive en el vaivén entre dos perspectivas contrastantes sobre la otra cultura y la otra religión; una, desde fuera, y otra, desde dentro. Vivo simultáneamente en la vida cotidiana la experiencia antropológica de interpretar una cultura desde fuera y desde dentro. Se interpreta uno a sí mismo, confrontado con el

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encanto y rechazo que nos produce la cultura ajena; se redescubre la propia y, a la luz de ese contraste, se descubren también aspectos de la cultura ajena que, a veces, pasan inadvertidos para quienes han nacido o se han criado en ella.

SUZUKI: ¿Por qué ir, como han ido cristianos y budistas, a otro país y cultura para realizar la labor que calificamos con el término de misionera?

MASIÁ: Porque ambas culturas y religiones se necesitan mutuamente, como en el caso que se cuenta en el libro de los Hechos de los Apóstoles sobre el encuentro de Pedro, galileo cristiano, y el romano Cornelio, simpatizante del judaísmo. Si Pedro no encuentra a Cornelio, la iglesia de Jerusalén no sale de su estrechez. Si Cornelio no encuentra a Pedro, no tendrá la oportunidad de que le pongan en contacto con “lo de Jesús”. Se transforman ambos mutuamente. Así también, como resultado de los encuentros interculturales e interreligiosos, salen ambas partes con más y menos identidad cultural, más y menos creyentes que antes. Por ejemplo, la persona budista sale más y mejor (o, en otro sentido, menos) budista que antes. La persona cristiana sale del encuentro más y mejor (o, en otro sentido, menos) cristiano que antes. Ambas reconocen experiencias básicas (atribuidas por parte cristiana al Espíritu) y ambas tienen que “convertirse”, es decir, salir de sí.

SUZUKI: Es sugerente eso de que todos nos convirtamos a X, un X que nadie monopoliza.

MASIÁ: Para eso hay que descubrir la espiritualidad más allá de las formas, expresiones y concreciones históricas de las diversas religiones. Lo sapiencial, en el fondo de raíces sintoístas, budistas, confucianistas o taoístas, converge hacia una meta de iluminación y liberación, pacificarse y pacificar, lucidez y compasión, desengañarse y evitar la violencia. Sería todo mucho más fácil si en el cristianismo redescubriéramos al Espíritu olvidado.

SUZUKI: Que ustedes redescubran al Espíritu y nosotros

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al Dharma. Al final de esta conversación volvemos al tema del comienzo: Dharma y Pneuma. Diversas manifestaciones, o como usted dice, epifanías de una única fuente de vida que nos vivifica. Ese es el tema del capítulo 16 del Sutra del Loto.

MASIÁ: Si tuviera que quedarme con sólo dos capítulos del Sutra del Loto elegiría el 16 y el 25. En el 16 se habla de la vida eterna del Buda y en el 25 del bodisatva de la misericordia. Estos dos capítulos serían un buen coronamiento de nuestra conversación. Leamos para el público una sección del capítulo 16. Me gustaría relacionar al Shakamuni histórico y al Buda eterno, en la línea de este capítulo, comparando con el Jesús histórico ante el misterio que él llamaba con la palabra Abba: Padre-Madre, Hontanar de la Vida.

SUZUKI: Dice así

Desde que alcancé la iluminacióntranscurrieron ya siglos infinitos.Proclamé sin cesar la enseñanza del Dharmapara enseñar y guiara un sinnúmero de seresa la sabiduría de la iluminación.

Con el fin de salvarles a todosme manifiesto como extinguido,cual recurso de salvación.Pero, en realidad, no me extingo: permanezco. No estoy en la otra orilla, sino aquí, entre vosotros, anunciando

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día a día el mensaje del Dharma.Dirigiéndome al mundo entero,así mi oráculo proclamo:He aquí que para siemprehabito entre vosotros.No he desaparecido,aunque usando estrategias salvíficasa veces me presento como extinguidoy a veces como no extinguido.Con mi poder divino permanezco en este monte por siglos infinitosy habito, a la vez, en innumerables lugares. Veo a todos los vivientessumidos en un mar de sufrimiento.Por eso no me muestro como soy,sino que incito a que me añoren,para que se revele el Dharmacuando despierte el anhelo.

Mas no se percatan,sumidos en un mar de sufrimientos:cuando un incendio arrasa la tierraen el fin de los tiempos,mi morada, empero, permanece serena

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cobijando a humanos y divinos.

Sin cesar me pregunto:¿Cómo me las arreglarépara salvarlos a todos,a todos sin excepción?¿Cómo haré para que todos entrenpor el sendero sublime que conduce a la metade convertirse en Buda?

MASIÁ: En la era de las persecuciones en Japón, los cristianos que vivían su fe a escondidas, utilizaron imágenes del bodisatva Kannon dándoles el nombre de María Kannon. Usaron para expresar su devoción a la madre de Jesús, como símbolo de misericordia, la imagen del bodisatva Kannon.

SUZUKI: Leamos también un pasaje del capítulo 25 sobre el bodisatva Acogedor del Mundo. Dice así:

Escucha bien cómo la prácticadel Acogedor del Mundo se adapta con maestría en diversas direcciones;la amplitud de su voto es profunda como la mar,por siglos infinitos.

Él es capaz de anular el dolor de la existencia.

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Suponiendo que, con dañosa intención, se haga caer a alguien en una gran hoguera:si piensa con fuerza en el Acogedor del Mundo, la hoguera ígnea se convertirá en un estanque.Aunque los seres se encuentren presos de peligros,o que innumerables doloreslaceren su cuerpo,si invocanan la fuerza del bodisatva,Acogedor del Mundo,-todos-serán salvados de los sufrimientos terrenalesgracias a su misericordia..

A quien refleja la Verdad, de pura mirada,de vasta y gran sabiduría,de ojo misericordioso y compasivo,a él, levantamos nuestra vistasuplicando sin cesar.

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Luz pura, inmaculada,sol de sabiduría que suprime las tinieblas,capaz de extinguir el viento y el fuego de las calamidades,omnipresente ilumina el mundo;resuena como un trueno su mandamiento sobre la esencia de su compasión,a modo de grandes nubes, difunde cual ambrosía la lluvia del Dharma y ciega las llamas de la pasión.

Sobreabundante en méritos,él mira a los seres compasivo,tan inconmensurable es el océano de sus bendiciones,que merece le adoremos.

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