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Escalante Fernández, C. (2010) Inspectores y Maestros Rurales Ante La Educación de Los Indígenas en El Estado de México 1920-1930

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  • Cuadernos InterculturalesISSN: [email protected] de Playa AnchaChile

    Escalante Fernndez, CarlosInspectores y maestros rurales ante la educacin de los indgenas en el estado de Mxico de las

    dcadas de 1920 y 1930Cuadernos Interculturales, vol. 8, nm. 14, 2010, pp. 21-33

    Universidad de Playa AnchaVia del Mar, Chile

    Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=55217005003

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    Sistema de Informacin CientficaRed de Revistas Cientficas de Amrica Latina, el Caribe, Espaa y Portugal

    Proyecto acadmico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

  • Cuadernos Interculturales. Ao 8, N 14. Primer Semestre 2010, pp. 21-33 21

    Inspectores y maestros rurales ante la educacin de los indgenas en el estado de Mxico

    de las dcadas de 1920 y 19301*

    Schools inspector and rural teachers in the education of the Native people in the state of Mexico

    in the decades of 1920 and 1930

    Carlos Escalante Fernndez2**

    Resumen

    En este trabajo se muestran algunos rasgos y pautas comunes en las visiones que te-nan inspectores educativos y maestros rurales en los aos de 1920 a 1940, en torno a los indgenas con los que convivan en las localidades y escuelas rurales. Tales visiones eran pre concepciones que coincidan en visualizar al indgena como un ser inferior y con frecuencia provocaron desencuentros que obligaron a estos educadores a modi-ficar sus expectativas y redisear parte de sus estrategias de trabajo. Para tal efecto, se ilustran, sin nimo de generalizacin, varios casos ocurridos en el estado de Mxico, entidad federativa ubicada en el centro del pas.

    Palabras clave: Educacin indgena, inspectores educativos, maestros rurales, visiones sobre el indgena, estrategias docentes.

    Abstract

    During the post revolution (1920-1940) in Mexico, educational inspectors and rural tea-chers had to work with the indigenous population in the countryside. Taking the state of Mexico, I show, in this work, some of their ideas about this population and how to educate them. I want to prove those set of ideas were racial prejudices, and the educators must had to change them, so they had to think over the indigenous education in other ways.

    Key words: Indigenous education, educational inspectors, rural teachers, ideas about indigenous people

    *1 Recibido: abril 2009. Aceptado: agosto 2010. Este artculo forma parte del proyecto de investigacin La educacin indgena en el Estado de

    Mxico (1889-1922) adscrito al Colegio Mexiquense A.C.

    **2 Investigador de El Colegio Mexiquense A.C., Mxico. Correo electrnico: [email protected]

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    1) Introduccin

    La historia social de la educacin ha contribuido mucho a enriquecer la historiografa educativa en varios pases de Amrica Latina, al introducir el estudio de nuevos temas, al renovar las formas de abordar el pasado educativo, al diversificar las fuentes primarias y proponer nuevas formas de lectura de las mismas, y al centrar el anlisis en las prcticas sociales y culturales de los procesos educativos. En Mxico, una de estas aportaciones ha sido la de reconocer la importancia que han tenido diferentes actores sociales en la con-formacin de la escolaridad y de los sistemas educativos, los cuales no aparecan como agentes socioeducativos relevantes en las investigaciones anteriores en las que se enfati-zaba el quehacer y las obras de los pedagogos y filsofos, de los grandes profesores y de los responsables de la conduccin gubernamental de la educacin. Desde la historia so-cial resultan relevantes las prcticas y concepciones educativas que tenan grupos socia-les como las mujeres, los campesinos, los artesanos y obreros, los indgenas, entre otros1.

    En pases multitnicos como Mxico, la importancia de los indgenas ha sido cre-ciente, sin embargo, su estudio histrico es relativamente incipiente y estamos lejos de contar con un conocimiento suficiente que permita dar cuenta de la historicidad de los procesos escolarizados impulsados por las lites y destinados a los diferentes grupos indgenas, y ms lejos an de conocer las estrategias educativas que los propios indge-nas han diseado a lo largo de los dos siglos de vida independiente del pas2.

    Con la intencin de contribuir al conocimiento del tema, en este artculo se muestran rasgos y pautas comunes de visiones coincidentes que prevalecieron entre profesores rurales e inspectores de la educacin en el estado de Mxico (entidad fede-rativa ubicada en el centro del pas), en torno a los indgenas y a lo que crean que era su actitud frente la escuela y ante las actividades que sta desarrollaba con nios y nias, en el Mxico posrevolucionario de las dcadas de 1920 y 19303. Aunque esas visiones estaban cargadas de prejuicios, no impidieron que los profesores cambiaran algunas de sus prcticas, frente a las exigencias que las en las localidades en las que trabajaban les impusieron los propios habitantes indgenas.

    1 Baso estas apreciaciones en la lectura de los dos estados de conocimiento que se han realizado en el pas correspondiente a la produccin acadmica de las dcadas de 1982 a 2002: Quintanilla y Galvn (1995) y Galvn, Quintanilla y Ramrez (2003).

    2 Una revisin de la literatura historiogrfica sobre indgenas y educacin en Amrica Latina, puede consultarse en Escalante (2005). Para el caso particular de Mxico, pueden verse Escalante (2003 a y b), en los que se analizan investigaciones realizadas en la dcada de 1990. Previamente Portal y Valenzuela publicaron en 1983 una bibliografa mexicana sobre indigenismo y educacin indge-na en la que no reportaron ninguna investigacin histrica sobre el tema, lo que confirma la idea de lo incipiente de esta temtica. Algunas de las referencias ofrecidas por las autoras, se refieren a material publicado en los aos de las dcadas de 1930 y 1940 y que hoy constituyen fuentes primarias para los estudiosos de ese perodo (Portal y Valenzuela, 1983).

    3 En este perodo se registr en el estado de Mxico las implantaciones de la escuela rural adminis-trada por el gobierno federal a travs de la Secretara de Educacin Pblica en los aos de 1922 a 1934 y de la educacin socialista en los aos subsiguientes.

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    Mediante la consulta de reportes escritos elaborados por inspectores y maestros rurales en los que informaban a las autoridades federales sobre sus actividades y proble-mas en las escuelas de su responsabilidad, as como del testimonio de una destacada pro-fesora rural trato de ilustrar una realidad histrica en la que agentes educativos actuaron tratando de desempear su labor, al calor de las consignas y objetivos oficiales y de sus propias creencias y convicciones, adems de bosquejar la actitud de los pueblos de indios ante la escuela y ante la tarea de los maestros rurales. Conviene establecer que la seleccin de ejemplos tratados en este artculo no tiene la pretensin de construir generalizaciones, sino simplemente la de documentar una realidad compleja en la que, dada la creatividad de cada maestro y maestra, las prcticas fueron diversas, lo que abre interrogantes futuras sobre la interaccin de maestros y nios en contextos rurales con poblacin indgena.

    2) Miradas sobre los indgenas

    A lo largo del siglo XIX se fue conformando en el pas una visin cada vez ms siste-mtica sobre los indgenas y la nacin, la cual articulaba diferentes miradas sobre los indgenas y mostraba el peso que tena el factor racial en el progreso de la sociedad mexicana (Uras, 2005). En la prensa de la poca se debatieron ideas en torno a los ind-genas, en especial al peligro que representaban para los habitantes si no se les vigilaba o asimilaba al pas. El fantasma de la guerra de castas estaba presente en la mentalidad de muchos habitantes de Mxico, especialmente los que vivan en el noroeste y sureste del pas, pues los yaquis en Sonora y los mayas en la pennsula yucateca haban tenido una actitud beligerante y guerrera que haba desatado conflictos militares severos.

    De acuerdo con Antonio Santoyo, en la prensa de finales de siglo se podan dis-tinguir tres posturas en torno a los indgenas: las que propugnaban por el exterminio de los indgenas, las que buscaban su integracin a la vida nacional y las voces pater-nalistas que vean que mediante la educacin se poda mejorar la condicin de los indgenas del pas (Santoyo, 2001).

    La idea de la educacin como funcin de integracin nacional y redentora de los indgenas, comenz a figurar en el debate educativo en el perodo final del porfiriato (como se conoce a la dictadura de Porfirio Daz quien gobern al pas por ms de trein-ta aos, de 1876 a 1880 y de 1884 a 1910). As por ejemplo, en la inauguracin del Con-greso Pedaggico en 1889, Joaqun Baranda, secretario de Justicia e Instruccin Pblica, sostena que se deba llevar la escuela al campo, a las tribus indgenas rezagadas de la civilizacin, para proyectar un rayo de luz en medio de la noche secular en que viven ms de cuatro millones de nuestros hermanos (citado por Aguirre Beltrn, 1983: 121)4.

    En la discusin sobre la uniformidad de la enseanza que tuvo lugar en el men-cionado Congreso, Baranda sostena que lo:

    que hasta hoy se ha hecho a favor de la desvalida raza indgena, han sido es-fuerzos aislados, y por lo mismo de poco alcance. Unifrmese la enseanza pri-

    4 Segn Aguirre Beltrn, quien fue una figura muy importante del indigenismo mexicano en el siglo XX, la postura de Baranda sobre la cuestin tnica, era integrativa o asimilativa.

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    maria obligatoria por todos los mbitos de la Repblica, y pronto se ver por los hechos, que no existe la pretendida inferioridad de la raza indgena, y que sus hijos son capaces de rivalizar con el blanco y el mestizo en la lucha por el saber (citado por Aguirre Beltrn, 1983: 124).

    El movimiento armado revolucionario de la dcada de 1910 modific algunas de las percepciones discriminatorias y racistas, especialmente la que se refiere a la idea del exterminio indgena, la cual fue prcticamente desterrada del debate pblico. Sin em-bargo, en las siguientes dos dcadas se mantuvieron miradas sobre los indgenas simi-lares a las del siglo XIX, al menos en cuanto a percibirlos como inferiores o dbiles, a los cuales, y en eso se insisti mucho, haba que redimir mediante la educacin y hacerles justicia a travs del reparto de tierras, una de las banderas del movimiento revoluciona-rio5. En la dcada de 1920 las discusiones sobre la cuestin indgena giraron en torno a su incorporacin a la nacin, mientras que en la siguiente dcada el debate se desplaz hacia las formas de integrarlos al conjunto de la sociedad (Loyo, 2006).

    El programa federal puso como prioridad la educacin en el campo. Varias fueron las iniciativas para llevar la escuela a lo largo de la geografa rural del pas: escuelas rura-les, misiones culturales, escuelas normales rurales fueron las ms destacadas y conocidas. Desde el discurso del gobierno federal se puso nfasis en la redencin del campesino (figura en la que se subsumi al indgena) a travs de la educacin y del reparto de tierras para formar ejidos. Maestros y maestras rurales asumieron su tarea con compromiso y convencidos de la importancia que tena su misin. No obstante, las miradas sobre el indgena mantuvieron ciertas caractersticas constantes. Jos Mara Puig Casauranc, se-cretario de educacin de 1924 a 1928, sostena a finales de su gestin que:

    los indgenas y los campesinos tienen, respecto de la nuestra, una cultura in-ferior [...] Su estndar de vida es casi primitivo [...] Un pas en tales condiciones no puede constituir, propiamente una nacionalidad en el noble y alto sentido de igualdad real de derechos y oportunidades, es decir, una nacionalidad que aspira a organizarse de acuerdo con los principios democrticos, por lo que era necesario integrarlos y resultaba urgente establecer bases de comn entendi-miento y crear instituciones que rehabiliten de un modo definitivo a los grupos desincorporados. (Citado en Civera, 2008: 41-42. Los subrayados son mos)

    En la dcada de 1930, en el pas surgi con claridad la idea generalizada de que haba que emprender estudios cuidadosos para el conocimiento adecuado del indio, a partir del cual poder implementar polticas para su atencin (Loyo, 2006 y Caldern, 2009). As, por ejemplo, en 1938, Carlos Basauri, jefe del Departamento de Educacin In-dgena, al participar en la III Conferencia Interamericana de Educacin, procur abordar el problema del bilingismo y la educacin en Mxico, desde sus diferentes aspectos:

    5 Los trabajos de Alexander Dawson (1998) y de Stephen Lewis (2006) muestran el contexto y los trminos de los debates en torno al problema indgena y a la edificacin revolucionaria de la nacin.

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    sociales, psicolgicos y pedaggicos. Con una notable coincidencia con los pensadores decimonnicos, Basauri sealaba que:

    la falta de comunicaciones tanto materiales como espirituales entre la poblacin indgena y los sectores mestizo y blanco y tambin la falta de relaciones de toda ndole entre los diferentes grupos tnicos que componen la poblacin indgena, fomenten provincialismos mezquinos que dificultan la formacin de una nacio-nalidad coherente y vigorosa para Mxico. Cada grupo tnico por reducido que sea, circunscribe el concepto de patria a la regin en que se habla el dialecto que conoce y tenemos as, una nacionalidad de hecho por cada idioma o dialecto que se usa. (Basauri, 1938. En: AHSEP, seccin subsecretara, caja 17, expediente 19)6

    Como resultado de sus estudios en torno a las lenguas indgenas y de su experiencia como funcionario de la Secretara de Educacin Pblica, Carlos Basauri sealaba que era muy importante reconocer que las lenguas indgenas tambin representan un gran valor cultural y que tratar de destruirlas, lo que es imposible, provocara reacciones hostiles entre los indios y el resto de la poblacin que habla el castellano y en consecuencia, nuestro de-seo de unificar ideolgicamente a la poblacin quedara ms lejos de su realizacin.

    No obstante el reconocimiento del valor de las lenguas indgenas, Basauri sos-tena en esta ponencia y en su trabajo cotidiano que las escuelas rurales y en general todas las agencias que tiene el Gobierno para hacer evolucionar la cultura de los indios deben intensificar la campaa de castellanizacin, por lo que, sealaba que deba dar-se al indio el idioma oficial como un instrumento: primero, para establecer la comunica-cin intelectual con el resto de la poblacin y segundo, para su defensa; as, conclua su razonamiento, deba considerarse el idioma castellano como un arma que sirva al indio para salvaguardar sus intereses comerciales, legales, etc., y por lo mismo debe exten-derse la enseanza de la lengua nacional a todos los mbitos del pas (Basauri, 1938)7.

    6 La coincidencia con los pensadores del siglo XIX estaba en una visin evolucionista de la cuestin indgena y en suponer que en el carcter nacional se reflejaban atavismos de la raza indgena, aun-que no coincidiera con los que manejaban los intelectuales del XIX como propios del indgena, tales como la pasividad, la hipocresa, la melancola, la timidez, el servilismo y la capacidad de su-frimiento (Uras, 2001: 218. El subrayado es mo)). Pero a diferencia de Basauri (1938), hubo otros fun-cionarios y educadores que mantuvieron vigentes en su pensamiento los atavismos atribuidos a los indgenas, como, por citar un ejemplo, el caso de un director de la Escuela Normal Rural de San Antonio de la Cal, en Oaxaca (uno de los estados con mayor poblacin indgena del pas), quien informaba en 1926 que a los estudiantes les haba procurado despertar las facultades latentes del grupo de simpticos indgenas, y que mucho se haba avanzado en la obra de transformacin de estos indios tmidos que entraron hace un ao a esta Institucin y hoy regresan a sus hogares a disfrutar de las vacaciones quese les concede, llenos de nuevos entusiasmos y, mirando la vida de sus pueblos desde otro ngulo, se sienten fuertemente solicitados a llenar de entusiasmo el pra-mo de la vida pueblerina (Secretara de Educacin Pblica, 1928: 349. Los subrayados son mos).

    7 Tal postura haca reafirmar las convicciones de funcionarios educativos federales quienes desde finales de los aos de 1920, profesaban la firme conviccin de que el espaol deba ser la lengua nacional (Ramrez, 1928).

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    La puesta en operacin en el medio rural de ideas y proyectos como los mencio-nados adquiri concrecin por el trabajo cotidiano de maestros, bajo la gua de los ins-pectores, quienes constituyeron enlaces entre las autoridades educativas y los pueblos. En el siguiente apartado se ilustra, en base a la descripcin y anlisis de algunos casos ocurridos en el estado de Mxico, como se dio esa interaccin.

    3) Inspectores y maestros rurales en el estado de Mxico

    El estado de Mxico es una entidad federativa ubicada en el centro del pas. Su conformacin territorial prcticamente envuelve en su totalidad al Distrito Federal (sede de los poderes federales), lo que la convierte en una regin estratgica en varios sentidos, situacin que marca el contorno particular en el que se han desen-vuelto las polticas educativas del siglo XX, especialmente luego de que el sistema educativo se centraliz, hecho que tiene un derrotero importante con la creacin de la mencionada secretara. A las diferentes regiones rurales del estado de Mxico, la Secretara de Educacin Pblica lleg en sucesivas etapas dentro del perodo de 1922 a 1927. A partir de ese ao, la presencia federal en la entidad, en materia edu-cativa fue en aumento. Para 1928, de acuerdo con Ernesto Meneses, en el estado de Mxico haba 309 escuelas rurales federales atendidas por 462 profesores rurales, de las cuales 172 escuelas estaban asentados en poblados indgenas, lo que repre-sentaba el 12% de las escuelas rurales federales en el pas, y lo colocaban como la entidad federativa con ms escuelas de este tipo en poblados indgenas. En estos establecimientos trabajaban 180 maestros, contando con una asistencia media de 11 024 nios y 4 232 nias (Meneses, 1986: 459 y 461).

    En el caso del norte del estado, donde habitan los mazahuas y los otomes, la escuela rural federal se asent a partir de 1927 como resultado de un acuerdo entre el gobierno de la entidad y la Secretara de Educacin Pblica, que dispuso que las escuelas controladas por el gobierno estatal que se localizaban en los pueblos de los municipios de esa regin pasaran a control administrativo de la Federacin. Muchos de los maestros continuaron trabajando en el mismo esta-blecimiento escolar, aunque a partir de ese momento los profesores seguiran sindolo en calidad de maestros rurales federales. La mayora de ellos se haba formado en la escuela decimonnica y sus prcticas profesionales estaban ci-mentadas en la cultura escolar de dicha escuela, por lo que tuvieron que hacer esfuerzos para adaptarse a la nueva propuesta de la escuela rural, que supona trabajar no slo al interior del aula, sino en la comunidad, con nios y con jvenes, adems de impulsar proyectos productivos en el campo y favorecer la organiza-cin de los campesinos del lugar.

    Docentes ms jvenes incorporaron en sus prcticas las consignas oficiales sobre la escuela rural, haciendo un esfuerzo notable por ganarse a los habitantes de las co-munidades en las que trabajaban. Alicia Civera ha destacado que el xito de la escuela rural federal en el caso del municipio de Malinalco, situado al sureste del estado de Mxico, se debi al trabajo poltico que los maestros rurales realizaron en los pueblos y

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    localidades de dicho municipio, situacin que tambin result clave en otras regiones de la entidad (Civera, 1997a)8.

    En el perodo ms intenso de la educacin socialista operada en el pas bajo la presidencia del General Lzaro Crdenas (1934-1940), a escala de la entidad, la misma autora ha sealado que los procesos de aceptacin o rechazo de la escuela rural por parte de la poblacin rural fueron mediadas por la personalidad de los maestros e ins-pectores, quienes deban mostrar un comportamiento ejemplar para ganarse a la po-blacin: ser cordiales, respetar a las muchachas y abstenerse de beber (Civera, 1997b: 160). Agrega que frecuentemente aunque los padres de familia se opusieron al pro-grama educativo o a la escuela, la autoridad y el respeto que maestros e inspectores se iban ganando lograban la cooperacin de los vecinos para la asistencia de los alumnos; la construccin de la casa del maestro, del edificio escolar, del campo deportivo o de la parcela (Civera, 1997b: 160-161). Esto obliga a analizar con detenimiento no slo lo que los maestros pensaban sino tambin cmo operaban en su trabajo educativo y social en el que fueron, por lo general, eficientes agentes culturales que operaron com inter-mediarios entre el proyecto educativo gubernamental y las comunidades del campo.

    Una maestra rural que labor en el Estado de Mxico, y de quin se escribe ms adelante, rememoraba en su calidad de protagonista en el acontecer de la escuela rural, que el sistema de educacin rural construido a partir de los aos de 1920 fue un sistema de educacin compartido con la comunidad y se llev a cabo con entusiasmo, con fe y con la seguridad que imprima la educacin compartida de ese tiempo, a cargo de un ejrcito de maestros, hombres y mujeres, que supieron interpretar la funcin que se les encomendaba. Para estos maestros, sealaba la profesora:

    no haba obstculos invencibles; saban su condicin emprica de maestros del campo y, por lo tanto, la tarea que tenan encomendada. Su falta de conocimientos pedaggicos la cubran con voluntad y valenta sin lmites. Dentro del aula si as se poda llamar a la sombra de un rbol, una enramada o un portal-, se organizaban grupos de nios que acudan a recibir sus clases, tanto en la maana como por la tarde. Las noches se dedicaban a los adultos que acudan a alfabetizarse y a consul-tar con los maestros sus problemas relacionados con la tenencia de su tierra. Tam-bin se daba orientacin para mejorar los cultivos y medios eficaces para utilizar sus abonos, cmo combatir plagas, epidemias, etctera. (Ontiveros, 1987: 75-76)

    Segn esta profesora, casi todas las escuelas rurales contaban con su parcela, algu-nos anexos para hortalizas, gallineros, apiarios, o pocilgas y campos deportivos. Los mue-bles eran construidos por los adultos que concurran a las clases nocturnas (Ontiveros, 1987: 77). Lneas ms adelante se describir su accionar en la entidad en la dcada de 1930.

    En el caso de los inspectores educativos de la Federacin, por lo general eran personas que llegaban al estado de Mxico provenientes de otras entidades y haban

    8 Un anlisis sobre cmo sortearon las maestras rurales la resistencia inicial de las madres de familia en el caso de la regin de Tecamachalco, en el estado de Puebla, puede verse en Vaughan (2003), a partir del cual se puede comparar con lo sucedido en el estado de Mxico.

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    sido reclutados por su destacada labor docente. La mayora de ellos venan con el con-vencimiento de que la propuesta educativa federal estaba llena de bondades y que auguraba la redencin del indio. En ese sentido, estos educadores introdujeron nuevas prcticas ya que cumplan funciones diferentes a las que tuvieron los inspectores paga-dos por el gobierno del estado9.

    A pesar de la conviccin de estos inspectores educativos federales, sus miradas hacia los indgenas eran similares a las de los intelectuales del siglo XIX, aunque renova-das con una idea firme de justicia social, no exenta de paternalismo.

    Algunos ejemplos pueden ilustrar esta situacin paradjica10. El expediente de la escuela rural de San Agustn Huitzizilapan, en el municipio de Lerma muestra cmo las maestras que trabajaron entre 1930 y 1941, as como los inspectores que la visita-ron en este perodo jams hicieron alusin en sus informes escritos a que dentro de la poblacin del lugar haba nios y nias otomes, salvo en un cuestionario enviado por la Secretara en 1938, en el que se preguntaba qu raza predominaba en el lugar. Sin embargo, cuando se referan a la poblacin del lugar, aparecan los estereotipos. El inspector Arcadio Lozano en 1930 informaba a las autoridades educativas federales que haba sustentado una conferencia en la escuela sobre Deberes y derechos del ciudada-no, en virtud de que la mayora de los pueblos ignora por completo estas prcticas (el subrayado es mo). La idea de la ignorancia de los habitantes aparece en este reporte asociada a la buena intencin de Lozano y su convencimiento de que la transmisin de sus conocimientos podan ser de utilidad a los adultos del pueblo, especialmente en lo relativo al ejercicio de la ciudadana, vista por este funcionario educativo en el marco de los derechos y obligaciones que cualquier individuo deba tener ante el Estado.

    Tres aos despus manifestaba que la escuela estaba situada en plena montaa y la gente es un poco arisca, por lo que el profesor no puede tener una asistencia mayor, porque los padres de familia, no quieren enviar a sus hijas de 14 aos. As el problema de la inasistencia escolar era atribudo bsicamente a la actitud arisca de los padres de familia, ignorando otras posibles causas como la pobreza del pueblo, que l mismo reportaba a las autoridades educativas. Pero Lozano no era el nico agente educativo que mostraba desencuentros con el pueblo. El profesor de esta escuela, Moiss Cas-tillo Muoz, en 1936 sealaba que no pudo hacer muchos trabajos manuales por la pobreza de los vecinos11. Si bien el maestro conoca las limitaciones econmicas del vecindario, quiz por su visin del mismo de antemano descartaba realizar ciertas acti-

    9 De acuerdo con Mlada Bazant, desde 1874 apareci en la legislacin educativa del estado de Mxico la figura del inspector de instruccin pblica, cuya misin era la de visitar continuamente las escuelas e informar sobre lo que aconteca en ellas, adems de que valoraban las aptitudes y disposicin de los preceptores, a la vez que vigilaban su conducta cotidiana (Bazant, 1998: 65). Para hacer un contraste entre el quehacer de estos inspectores con los de la federacin, resulta til revisar a: Vaughan (2002).

    10 He abordado algunos ejemplos similares en: Escalante (2006 y 2008).

    11 Todas las citas correspondientes a esta escuela provienen de: SEP, Fondo Direccin General de Educa-cin primaria en los Estados y Territorios, Seccin Escuelas Rurales Federales, caja 37, Expediente relati-vo a la Escuela Rural Federal San Agustn Huitzizilapan, Lerma. Vale la pena mencionar que los trabajos en esta escuela fueron regulares, por lo que se puede decir que su funcionamiento fue exitoso.

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    vidades sugeridas en el proyecto de la escuela rural, como las manuales, aduciendo la pobreza de los padres de familia, situacin que puede generalizarse a muchas escuelas de la regin. En sus bien intencionadas plticas en los hogares de los padres de familia, jornaleros en su mayora, no dejaba de aparecer su peculiar mirada de ellos: deca que en estas visitas buscaba darles orientaciones como deben vivir mejor y con poco dine-ro pero que sean aseados y se baen por lo menos 2 veces a la semana.

    Otros casos reflejaban falta de comprensin hacia la problemtica particular de algu-na comunidad, como el caso del experimentado profesor J. Alczar Robledo, quien mostr durante su gestin como inspector en el norte del estado de Mxico, su compromiso con los profesores rurales de su zona escolar y su apoyo decidido a los campesinos y jornaleros agrcolas de la regin, en su mayora indgenas. Sin embargo, no dejaba de cuestionar la for-ma de vida de algunos mazahuas de la regin, como por ejemplo los padres de familia de El Tunal, en el municipio de Atlacomulco, a los que caracterizaba como apticos en grado su-perlativo, adems de que, segn l, estaban completamente abandonados y los perciba, en sus visitas de inspeccin a la escuela de esta localidad, como muy sucios, sin reparar en la carencia de agua potable que prevaleca en el pueblo. En este caso, el inspector sugera la clausura de la escuela porque no le vea futuro, pero los padres de familia reclamaron y evi-taron finalmente su cierre. As, no obstante el desencuentro cultural, la escuela pudo seguir funcionando y atendiendo a nios y nias del pueblo12.

    Por otro lado, tambin hubo muchos maestros, que no obstante sus pre concep-ciones sobre los indgenas, realizaron una importante labor social y educativa, la que los llev a redefinir su criterio en torno a los indgenas. Fue el caso de la profesora rural Ana Mara Ontiveros, quien trabaj en varias escuelas de pueblos otomes en el muni-cipio de Jilotepec, al norte del estado. No obstante que, en algunos casos, enfrent la oposicin de los padres de familia, azuzados por los opositores a la educacin socialista cardenista, la maestra logr mejoras en la escuela y en la comunidad, adems de que introdujo nuevas prcticas sociales.

    Luego de 60 aos de labor docente, la profesora Ontiveros escribi su testimonio en el que destaca la narracin de su experiencia en esas escuelas rurales, dependientes de la Secretara de Educacin Pblica. Tras lograr su ttulo de maestra normalista en una escuela normal rural, en la que aprendi las miradas ofciales en torno a indgenas y cam-pesinos, y con varios aos de servicio docente en el vecino estado de Michoacn, la maes-tra lleg en 1934 a Coscomate del Progreso en el municipio de Jilotepec. All encontr un edificio escolar prcticamente en ruinas. Usando su experiencia previa, bajo un plan tra-zado en forma emprica consistente en observar a la gente para irla conociendo, lo que paulatinamente le permita hacer visitas a sus casas para ganar su confianza y hacer que los padres de familia anhelaran mejores condiciones de educacin para s mismos y para sus hijos (Ontiveros, 1987: 79), la profesora logr la ayuda de los pobladores del lugar.

    De esta manera, apuntaba logr reparar el edificio e inaugur la escuela, orga-nic el archivo escolar que se encontraba en un caos absoluto, constru gabinetes de aseo, organic a los campesinos, estructur la banda de msica y pugn porque se abriera una carretera de acceso al municipio (Ontiveros, 1987: 85).

    12 Un anlisis detallado de lo que sucedi con esta escuela puede seguirse de la lectura de Escalante (2006).

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    Al ao siguiente, fue enviada a la escuela de Dexcan el Alto en el mismo mu-nicipio de Jilotepec. All encontr una poblacin dividida en grupos agraristas y no agraristas que pugnaban entre s y que me impidieron durante dos o tres semanas abrir la escuela, pues yo iba a sustituir al maestro de la comunidad, que era de ideas religiosas muy semejantes a las de ellos y por eso lo defendan. Por estos motivos los campe-sinos no enviaban a sus nios a la escuela, porque decan que no queran maestros renegados (Ontiveros, 1987: 85)13.

    En medio de esta situacin difcil, la profesora rural consign a un lder del pueblo que no quera que la maestra ocupara la escuela y comenzara su labor y dialog con los vecinos. As, con el mayor tacto, pero armada de enorme decisin intent explicarles los objetivos de la escuela socialista, tratando de deslindar los rumores que la cuestionaban. Pasado ese momento inicial de insercin, en el que incluso fue amenazada de muerte, la profesora pudo finalmente trabajar en la escuela y con el tiempo consigui varias obras:

    logr construir un horno para pan, una cocina, una tienda escolar, promov la reparacin y acondicionamiento del campo de basquetbol, sembr arbolillos y plantas de ornato, organic a las seoritas de la poblacin para que prestaran sus servicios en un botiqun comunal que imparta primeros auxilios, instal un molino de nixtamal para el servicio de la comunidad e impuls la organizacin de una banda de msica; adems promov la construccin de puentes vecinales. (Ontiveros, 1987: 85)

    La enumeracin de estas actividades ejemplifica lo que eran las acciones sociales y educativas significativas entre los maestros rurales de esa poca, que iban encami-nadas a lograr la redencin campesina e indgena al dotarles de mejores condiciones de vida e introducirles hbitos y conocimientos que les posibilitaran salir de su atraso y postracin. Pero ello fue posible por el consentimiento activo de los vecinos de los pueblos, en base al dilogo y el respeto, tal como lo muestra la profesora Ontiveros.

    4) Consideraciones finales

    El ejemplo de la maestra Ontiveros, que podemos conocer a travs de su testimonio, ilustra los avatares de profesores y profesoras rurales, quienes con mucho entusiasmo buscaron llevar la educacin al campo y dotar a los indgenas de herramientas que les ayudasen a mejorar sus condiciones de vida. No obstante lo extenso y detallado del relato, no debe dar pie a generalizaciones, pues sin duda, cada escuela y cada maes-tro en particular tuvieron sus propias nociones y sus diferentes maneras de encarar el problema educativo de los indgenas. En todo caso, lo valioso de fuentes como la que aqu se presenta estriba en que permite describir la cultura escolar que se recre en la situacin local caracterizada por un contexto de cultura indgena. Al mismo tiempo los

    13 Segn la profesora, la divisin en el pueblo era consecuencia de la puesta en marcha de la educacin socialista, pero en la regin muchos pueblos estaban divididos a consecuencia del reparto agrario.

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    reportes hechos sobre las actividades de las escuelas rurales nos complementan esta descripcin, y nos muestran que pese a que numerosos actores compartan una visin estereotipada sobre los indgenas, la actitud cotidiana de stos, buscando defender sus derechos, oblig a los maestros y maestras rurales, as como a algunos inspectores a redefinir su accionar, lo que les hizo cambiar algunos rasgos de esa mirada que no estaba excenta de prejuicios. Pero otros profesores mantuvieron, como se ha ilustrado, casi intacta su mirada, lo que les impidi comprender cabalmente la realidad social en la que trabajaban lo cual condicion su xito profesional y limit su labor educativa.

    A partir de lo anterior se puede apreciar que en los aos de 1920 a 1940, la inte-raccin entre los maestros rurales federales y los pueblos del estado de Mxico estuvo mediada por nuevas prcticas que introdujeron los maestros y los inspectores federa-les, quienes tuvieron que apropiarse de la propuesta educativa de la escuela rural y de la escuela socialista, y manejarse con sus concepciones sobre los habitantes indgenas de los lugares en los que trabajaron. As, se insertaron en una compleja realidad en la que las historias de los pueblos, sus aspiraciones de justicia y sus propias concepciones educativas estuvieron presentes en la trama cotidiana y contradictoria, de la que aqu slo se han dado algunas pinceladas de bosquejo, pero que requieren de investigacio-nes futuras, ancladas en la historia social de la educacin.

    5) Fuentes y bibliografa

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