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del mundo (ante, y no antes), hace de su posición la posesión del lenguaje: la luz. La luz que es fuego que es aire que es viento, arcilla, barro, madera que es lenguaje. Del mismo modo que Octavio paz en el Mono Gramático siente y no siente, piensa e inventa la India, Asturias crea y no crea el principio crepuscular del hombre ameri- cano. para él el fuego y la luz, matrimonio eterno, se unitlron (consumieron, consuma- ron) gracias a un Dios imperfecto, fragmen- tado en miles de pequeñas partículas que volverán a su vez a ser ilimitadas, infmitas. La deslumbrante belleza del libro, fruto no de su rigor lógico sino de su evidente encadenamiento formal, visual, se da en este sentido; el libro, la escritura quisiera brillar como una piedra de cuarzo, arder co- mo una antorcha, ser brasa: Salí de mí. Dejé mi cuerpo en los baños de vapor y por entre árboles blancos que al arder multiplicaban sus ramas de hu- mo fragante, escapé lfasta perderme en la polvareda que levantaban los gigantes y las fieras, en espera del sol que caía sin prisa, el peso de los astros lo empuja- ba. Asturias en esta obra, al contrario de Arguedas y de Carpentier, al contrario in· cluso de algunas de sus obras, no narra, nos suspende, detiene, petrifica. Tres de cuatro soles es la suma inmovilidad que narra todo el tiempo que pasó / pasa / pasará, narra el vacío. Su difícil lectura proviene de su constante contradicción, de su desa· rrollo por señales, pequeñas señales inter- mitentes, de su escalera totalmente des- provista de proporción: Tres de cuatro soles es un desmesurado soneto, cuyos úl· timos versos (un terceto) aún tenemos que escribir. Vale la pena ir más allá. Detrás del reino del lenguaje y la luz está el reino de las imágenes, de la mariposa que se mira al espejo, al espejo de saliva que analiza Dori· ta Nouhaud en su extenso (agobiante) y riguroso prólogo. Sí, más allá del lenguaje surge la imagen, la imagen de Dios, imagen pagana desde su nacimiento: Asturias está dentro de una tradición; Paz, Roa Bastos, Neruda, Arguedas; prácticamente toda la literatura de los últimos cincuenta años ha intentado de una u otra manera el regreso, la retraducci6n de nuestro pasado. Todos los intentos, incluso los marcadamente reli· giosos (Lezama Lima, Arguedas) rebosan paganismo, su fiesta es de máscaras, dp.safío 42 Libros y escándalo. A su vez los escritores más "europeos" (Paz, Cortázar, Roa Bastos) no niegan una filiación, o un deseo de ella, con cultos arcanos. Dos excepciones: en Borges es un elemento más de su envolven· te y maravillosa retórica, en Onetti desapa· rece en ese desarraigo asfIXiante de sus personajes. Pero volvamos a la obra de Asturias, desborda paganismo, exsuda sexualidad, sen· sualidad y cadencia, repetición de la forma, obsesión de la forma, de la palabra (en este punto el prólogo es excesivo en su análisis estructural y lingüístico, se vuelve un ilegible -no por complicado- por ser exasperante· mente aburrido), del calor y del olor. La lectura debe también ser obsesiva; el hermetismo (a veces traicionado en deméri- to de la obra) del texto no proviene más que de su riqueza, de la dificultad enorme de acometer el hecho, el acto de escribir, como narrar, decir la tradición, hablar la, leyenda. Decía antes que Tres de cuatro soles inmoviliza: en realidad esta inmovili· dad no sólo es aparente, es total: nos hipnotiza, nos desfonda, cabría decir que para leer libros como Tres de . cuatro soles tenemos que detener incluso la circulación de nuestra sangre: nos permitiría oir hasta el último susurro del hombre, mirar la postrer llamarada del Dios Sol. Asturias consigue momentos de belleza extraordinaria; la obra sin embargo no tiene una redondez conseguida. Primero me pare- ció que esto iba en contra de ella, ahora no estoy tan seguro, tal vez sea necesario que se conserve como mineral en bruto, que no sea ornamento ni folklore, sino efectiva- mente leyenda. Tres de cuatro soles principia la publica· ción de la Edición Crítica de las Obras completas de Asturias; por un lado es. motivo para alegrarse que el Fonda acome- ta una empresa de tal magnitud y que lo haga en colaboración con una editorial francesa. Por otro lado esperamos que estas Obras completas no resulten el Mausoleo del escritor, como en el caso de Reyes; para ello sugeriríamos al Fondo una edición de Tres de cuatro soles (y de todas las obras que como esta están inéditas) aligera· da del prólogo y de gran parte de las notas que impiden la lectura al que no va con una deliberada intención de José María Espinasa Miguel Angel Asturias, Tres de Cuatro sole•. Fondo de Cultura Económica, México, 1978. Memoria de la especie de Raúl Navarrete* La muerte, el tiempo, el nacimiento y la corrupción son temas que se encuentran presentes, implícita o explícitamente, en cada uno de los poemas de Memoria de la especie, libro ganador del Premio Nacional de Poesía 1977. Pero esta característica que podría volver monótono el libro, queda compensada por el dinamismo y la preci- sión de la imagen de Raúl Navarrete, pero sobre todo porque Memoria de la especie se constituye como el proceso de una mirada sobre el mundo, proceso que concluye en un nihilismo congruente con la posición que esa mirada ha sostenido a lo largo de las cuatro secciones que dan forma al libro y que son: Vamos a hablar del mundo, El tiempo nos susurra al oído, Hablan algunos hombres en contra de hombres innumera· bies y Memoria de la especie. En la primera sección, Navarrete plantea las situaciones que utilizará como base de sus imágenes. Niños jugando, hombres ca· minando por callejones, corredores o pla- zas, viejas gritando y muchos amaneceres y atardeceres, entre otros, son traídos por primera vez a escena pero no son juzgados, de ellos no hay ni aceptación ni rechazo, ésto corresponderá a las siguientes páginas. En este inicio se destacan como los poemas

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Page 1: es. · Del mismo modo que Octavio paz en el Mono Gramático siente y no siente, piensa e inventa la India, Asturias crea y no crea el principio crepuscular del hombre ameri cano

del mundo (ante, y no antes), hace de suposición la posesión del lenguaje: la luz. Laluz que es fuego que es aire que es viento,arcilla, barro, madera que es lenguaje.

Del mismo modo que Octavio paz en elMono Gramático siente y no siente, piensae inventa la India, Asturias crea y no creael principio crepuscular del hombre ameri­cano. para él el fuego y la luz, matrimonioeterno, se unitlron (consumieron, consuma­ron) gracias a un Dios imperfecto, fragmen­tado en miles de pequeñas partículas quevolverán a su vez a ser ilimitadas, infmitas.La deslumbrante belleza del libro, fruto node su rigor lógico sino de su evidenteencadenamiento formal, visual, se da eneste sentido; el libro, la escritura quisierabrillar como una piedra de cuarzo, arder co­mo una antorcha, ser brasa:

Salí de mí. Dejé mi cuerpo en los bañosde vapor y por entre árboles blancos queal arder multiplicaban sus ramas de hu­mo fragante, escapé lfasta perderme enla polvareda que levantaban los gigantesy las fieras, en espera del sol que caíasin prisa, el peso de los astros lo empuja­ba.

Asturias en esta obra, al contrario deArguedas y de Carpentier, al contrario in·cluso de algunas de sus obras, no narra, nossuspende, detiene, petrifica. Tres de cuatrosoles es la suma inmovilidad que narratodo el tiempo que pasó / pasa / pasará,narra el vacío. Su difícil lectura provienede su constante contradicción, de su desa·rrollo por señales, pequeñas señales inter­mitentes, de su escalera totalmente des­provista de proporción: Tres de cuatrosoles es un desmesurado soneto, cuyos úl·timos versos (un terceto) aún tenemos queescribir.

Vale la pena ir más allá. Detrás del reinodel lenguaje y la luz está el reino de lasimágenes, de la mariposa que se mira alespejo, al espejo de saliva que analiza Dori·ta Nouhaud en su extenso (agobiante) yriguroso prólogo. Sí, más allá del lenguajesurge la imagen, la imagen de Dios, imagenpagana desde su nacimiento: Asturias estádentro de una tradición; Paz, Roa Bastos,Neruda, Arguedas; prácticamente toda laliteratura de los últimos cincuenta años haintentado de una u otra manera el regreso,la retraducci6n de nuestro pasado. Todoslos intentos, incluso los marcadamente reli·giosos (Lezama Lima, Arguedas) rebosanpaganismo, su fiesta es de máscaras, dp.safío

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Libros

y escándalo. A su vez los escritores más"europeos" (Paz, Cortázar, Roa Bastos) noniegan una filiación, o un deseo de ella,con cultos arcanos. Dos excepciones: enBorges es un elemento más de su envolven·te y maravillosa retórica, en Onetti desapa·rece en ese desarraigo asfIXiante de suspersonajes.

Pero volvamos a la obra de Asturias,desborda paganismo, exsuda sexualidad, sen·sualidad y cadencia, repetición de la forma,obsesión de la forma, de la palabra (en estepunto el prólogo es excesivo en su análisisestructural y lingüístico, se vuelve un ilegible-no por complicado- por ser exasperante·mente aburrido), del calor y del olor.

La lectura debe también ser obsesiva; elhermetismo (a veces traicionado en deméri­to de la obra) del texto no proviene másque de su riqueza, de la dificultad enormede acometer el hecho, el acto de escribir,como narrar, decir la tradición, hablar la,leyenda. Decía antes que Tres de cuatrosoles inmoviliza: en realidad esta inmovili·dad no sólo es aparente, es total: noshipnotiza, nos desfonda, cabría decir quepara leer libros como Tres de . cuatro solestenemos que detener incluso la circulaciónde nuestra sangre: nos permitiría oir hastael último susurro del hombre, mirar lapostrer llamarada del Dios Sol.

Asturias consigue momentos de bellezaextraordinaria; la obra sin embargo no tieneuna redondez conseguida. Primero me pare­ció que esto iba en contra de ella, ahora noestoy tan seguro, tal vez sea necesario quese conserve como mineral en bruto, que no

sea ornamento ni folklore, sino efectiva­mente leyenda.

Tres de cuatro soles principia la publica·ción de la Edición Crítica de las Obrascompletas de Asturias; por un lado es.motivo para alegrarse que el Fonda acome­ta una empresa de tal magnitud y que lohaga en colaboración con una editorialfrancesa. Por otro lado esperamos que estasObras completas no resulten el Mausoleodel escritor, como en el caso de Reyes;para ello sugeriríamos al Fondo una ediciónde Tres de cuatro soles (y de todas lasobras que como esta están inéditas) aligera·da del prólogo y de gran parte de las notasque impiden la lectura al que no va conuna deliberada intención de estudi~.

José María Espinasa

• Miguel Angel Asturias, Tres de Cuatro sole•.Fondo de Cultura Económica, México, 1978.

Memoria de la especiede Raúl Navarrete*

La muerte, el tiempo, el nacimiento y lacorrupción son temas que se encuentranpresentes, implícita o explícitamente, encada uno de los poemas de Memoria de laespecie, libro ganador del Premio Nacionalde Poesía 1977. Pero esta característica quepodría volver monótono el libro, quedacompensada por el dinamismo y la preci­sión de la imagen de Raúl Navarrete, perosobre todo porque Memoria de la especie seconstituye como el proceso de una miradasobre el mundo, proceso que concluye enun nihilismo congruente con la posiciónque esa mirada ha sostenido a lo largo delas cuatro secciones que dan forma al libroy que son: Vamos a hablar del mundo, Eltiempo nos susurra al oído, Hablan algunoshombres en contra de hombres innumera·bies y Memoria de la especie.

En la primera sección, Navarrete plantealas situaciones que utilizará como base desus imágenes. Niños jugando, hombres ca·minando por callejones, corredores o pla­zas, viejas gritando y muchos amaneceres yatardeceres, entre otros, son traídos porprimera vez a escena pero no son juzgados,de ellos no hay ni aceptación ni rechazo,ésto corresponderá a las siguientes páginas.En este inicio se destacan como los poemas

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más completos Polvo e Instante y querealizan plenamente el mayor mérito de lapoesía de Navarrete y que consiste en elcontrapunto de elementos abstractos conconcretos, quedando conjugada la imagende algo general en un detalle.

El tiempo nos susurra al oído es unasección donde el tono de los poemas esmás intenso, a la vez que desgarrador, ydonde aparece "la vieja, loca y dormidatierra" como primer principio de todo yque por ser el lugar de cualquier nacimien­to, lleva en su seno el fm. Así, la tierranace y muere, es creada y picoteada por lospájaros, florece y agoniza, se presenta comola madre del proceso de corrupción pormedio del cual el hombre oye el susurrodel tiempo, repitiéndolo de manera idénticaa como se presenta en su mundo. EnMedianoche, Navarrete nos dice:

Nadie lo sabe. Somos seres con movimiento,olvido, polvo de la tierra que se deshace,

En ella(fantasmas del olvido y del miedo)nos movemos un poco y palpitamostambién. Luego nos apagamos.

A medida que avanza el libro, se hace máspatente la vida como agonía y que enrealidad está más lejana de la vida mismaque la inuerte. La tierra madre pasa a sertierra madrastra y ya ningún acto redime alhombre que tiene "Vergüenza de vivir enlas mañanas cenagosas", siempre ante losojos de la muerte que lo dejan mudo, tienevergüenza de estar en el cúmulo de atroci­dades que se presentan a su mirada. De estamanera, la tercera sección repite fielmenteuna frase de Melville que Navarrete hautilizado como epígrafe del libro: "Aquíestoy, arropado con escorias". Ha llesado elmomento de hacer una decisión frente almundo: no ser en él. Los poemas son ahoramás impactantes y desgarradores reflejando.este rechazo total. Habla un hombre co­mienza

Muérete de hambre, ingrato, y desocupael mundo.

Devora las semillas nutricias, y el vientoy los despojos

de la tarde saciada. Engulle los ropajesde la felicidad, cómelo todoy luego vete, huye y desaparece,húndete.· ..

La decisión está tomada, es preferible lamuerte a la vida, "esta fría babosa que se

alarga y se va", es preferible la muerte atoda la serie de atrocidades que se presen­tan ante el hombre. Sin embargo esta furiadesaparece y Navarrete encuentra en lacuarta y última sección de su libro el iínicocamino posible para los todavía habitantesde la tierra: la resignación. Después de losmomentos de pánico y terror, de miedo yangustia no hay nada capaz de asustar alhombre que lanza una mirada totalmentenadificada hacia el futuro:

...Los hombres han caído.Por los caminos de la tierra nadie viene.

A un año exacto de haber obtenido elPremio Nacional de Poesía por la Casa dela Cultura de Aguascalientes, Memoria de laEspecie nos muestra a un buen poeta que sibien no ha introducido ninguna novedadtemática o estructural, sí domina sus instru­mentos y lo demuestra ofreciéndonos unlibro de homogénea calidad cuyo mayormérito, como habíamos dicho con anterio­ridad, es el encuentro de los detalles dondese realizan con una gran intensidad proble­máticas generales.

Jordi Arenas

* Memoria de la especie. Joaquín Mortiz. Méxi­co, 1978.

El cine y laimaginación romántica

El arte cinematográfico es la expresión dela realidad, del sentimiento y la imagina­ción de nuestro tiempo. Ha heredado lasglorias de todas las artes, su creación. Decada una de ellas el cine ha retomado elencanto de su naturaleza, pero con la visiónde explorar sus propias dimensiones artísti·cas y técnicas.

No cabe duda en cuanto al contenido delas historias que se presentan en el cine,que éstas de alguna manera tienen unarelación con la literatura no sólo contempo­ránea a este medio de comunicación audio­visual, sino con la obra liter¡¡ria de todoslos tiempos. Frank D. Mc. Connell visualizala influencia del romanticismo literario, es­pecialmente en el cine norteamericano, através de su texto El cine y la imaginaciónromántica (Ed. Gustavo Gili, Barcelona,1977) en el cual no se habla precisamentede las obras literarias llevadas a la pantalla,sino que se introduce en este campo a