¿es cultura el turismo cultural?

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    RESUMEN: El epteto de cultural se viene utilizando, como reclamo adulterado, deun tipo de ocio revestido de grandes galas: el turismo asociado al patrimonio histrico.El usuario se lanza a la consecucin de la aparente felicidad mediante un subproductomanipulado, abreviado o allanado de la autntica esencia histrica de una civilizacin,sin percatarse del engranaje mercantilista del que pasa a formar parte, o aceptndolo

    como una parte ms de s mismo. La etiqueta de cultural a menudo se desvirta por eluso superficial que se hace de ella.

    Debera considerarse acultural todo aquel turismo que implica una opcin deocio desvinculada del patrimonio el turismo de playa, montaa o rural? Se puedeadquirir cultura mediante los viajes o la cultura es algo que debe llevarse consigo nece-sariamente para interpretar lo que se percibe?

    Hasta ahora los estudios sobre turismo cultural se han centrado en potenciar sueficacia, desde el punto de vista empresarial, pero no en analizar el fenmeno en sdesde una perspectiva humanstica, lo cual es un grave error de planteamiento.

    Palabras clave: Turismo, Cultura, Ocio, Patrimonio.

    ABSTRACT: The epithet of cultural has been used as an adulterated attraction fora kind of leisure activity dressed up in all its finery: the type of tourism that is linked tothe historic heritage. The tourism client sets off for an apparent happiness by means

    Foro de Educacin, n.o 9, 2007, pp. 71-79

    ISSN: 1698-7799

    ES CULTURA EL TURISMO CULTURAL?Is cultural tourism actually cultural?

    Dr. David Senabre Lpez1

    1. Profesor encargado de la Ctedra de Geografa. Universidad Pontificia de Sala-manca. Miembro de la Junta Directiva del Comit Nacional Espaol de ICOMOS (Interna-tional Council on Monuments and Sites, Consejo Internacional de Monumentos y Sitios,UNESCO). Correo electrnico: [email protected].

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    of a manipulated, abridged or smoothen by-product of a civilisations real historicessence, without paying any attention to or passively assumin the mercantilistmachinery that it is part of. The label of cultural is often distorted by the superficialmade of it.

    Should other forms of tourism that do not involve heritage such as beach holi-days, rural tourism or mountain holidays be considered as a-cultural? Can anybodyacquire any culture just by travelling or culture is something that must be carried on bythe traveller so as to properly value what he sees?

    Surveys on cultural tourism so far have concentrated on boosting its efficiencyfrom a business point of view which is a wrong approach instead of analysing the

    phenomenon from a humanistic perspective.Key words: Tourism, Cultura, Leisure, Heritage.

    Fecha de recepcin: 24-II-2007Fecha de aceptacin: 18-IV-2007

    La bsqueda de la felicidad como punto de partida del turismo

    Es probable que el mero enunciado de este ensayo resulte chocante a losojos de quienes no se hayan planteado nunca tal interrogante. Pero no deses-peren por ello,porque la pregunta,a pesar de parecer retrica incluso pudien-do llegar a serlo, tiene respuestas tan variadas que podra, por esa mismarazn, alejarse de su inters por resolver dicho dilema, aun cuando ste se lesenunciara ahora y aqu, por primera vez.

    Detrs de cualquier atisbo de respuesta sobre tal cuestin siempre estar,en el fondo, la difcil resolucin de algo que asfixia hoy a la sociedad de corteoccidental: encontrar la felicidad, a toda costa. O mejor dicho: tal vez dejar queotros definan, construyan y ofrezcan dicho formato de felicidad a todos aque-llos que estn dispuestos a identificarse como tal convertirse en seres felicesepisdicos o en aspirantes a serlo.

    Tambin en la actividad ldico-festiva del ocio y el tiempo libre o sobretodo aqu las aspiraciones lgrimas de buscar felicidades han llegado, y lohacen hoy, de la mano de dos formas profetizantes, nada edulcoradas. Prime-ro, por medio de una cierta ideafelicitante, promotora de la esperanza y la ilu-sin, que nace de mezclar en la coctelera, de manera irregular, el sentido pri-

    migenio y transformado de conceptos como cultura, turismoypatrimonioy, porotra parte, por medio de la economa de baja escala, que se entrega e integra,por captulos, en nuestras vidas sencillas, haciendo que se transformen encomplejas, de forma artificial y gratuita. Es aquella economa que organiza losciclos vitales del consumidor, en torno al tronco comn de un calendario ccli-co, con quien contamos cada vez que nuestro aparente espritu libre llama a las

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    puertas del asueto, para pecar con l.Tenemos derecho a la fantasa y la recla-mamos2.

    Para que funcione la combinacin de ambos factores recordemos denuevo, esa amalgama envilecida de significados de cultura, turismoypatrimo-nio, con la actividad econmica del consumo cclico no debemos olvidar, enningn caso, que la vorgine del turismo, su razn ltima, es eminentementefestiva; de relajo total; laxa de profundidades; inapetente por su propia raznde ser de estmulos que signifiquen profundidad, hondura o trascendencia.Me interesa subrayar este carcter ldico porque es gracias a l como se inser-ta, con eficacia, el calendario del consumo turstico en nuestras vidas.La accinde dedicar tu ocio y tiempo libre a trabajar para el sistema econmico que vivede esas actividades, cuando ests disfrutando del asueto organizado (s, hedicho bien, trabajar, porque las actividades humanas en que un turista seembarca son una forma sustantiva de trabajo sin remuneracin, pero trabajo, afin de cuentas) es bsica, porque sin ese vrtice de actividad festiva y enloque-cida no viviran todos los subsistemas econmicos que trazan su esencia sobreeste annimo pero efectivo trabajo del bueno del turista. Y l sin ni siquierasospecharlo.

    Esta brillante y provocadora idea del viajero que en realidad desempeaun trabajo cuando disfruta de su ocio (un trabajo para los empresarios que a suvez viven de l y de su inversin festiva en tiempo libre) fue visionariamenteexpuesta de forma preclara hace ya trece aos por un filsofo espaol, con

    cuya teora mantenemos un acuerdo leal3.

    Por qu usan el epteto cultural para definir una nueva clase de turismo?

    A pesar de que el consumo del turismo es una actividad que impacta porel nmero de quienes la practican, y a pesar de ser relativamente reciente suimplantacin social (apenas cuarenta aos con esta dimensin), es ahoracuando la suma de las ofertas ha diversificado, a su vez, el conjunto potencialde consumidores, y cuando hemos podido comprobar las ramas de especiali-zacin que admite su prctica.

    2. Tal y como afirman dos de los ms lcidos crticos del fenmeno del turismo,

    desde la Antropologa Social, Llorens Prats y Agustn Santana (Universidad de Barcelona yUniversidad de La Laguna), en su artculo: Reflexiones librrimas sobre patrimonio, turis-mo y sus confusas relaciones: La actividad turstica promueve y vende esperanzas e ilu-siones estticamente diseadas, fantasas, y es este encantamiento el que se consume y per-cibe. (Ver la Bibliografa, ibdem, pp. 11 y 12).

    3. ECHEVERRA EZPONDA, J., Telpolis. Ed. Destino, 2 edicin, marzo de 2000,Barcelona, 188 pp.

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    Desde el momento en que se decidi entrar en el mundo enloquecido dela competitividad, la bsqueda de las frmulas ms eficaces para ofrecer comointeresante cualquier atisbo de vestigio patrimonializante del pasado de cadalugar ha disparado, a su vez, el inters de empresas, agentes, gestores polticosy el mundo de la publicidad. Tambin, por supuesto, de la ciencia social que esdefensora de estos procesos artificiales de transformacin del valor antropol-gico del pasado, como productos mercadotcnicos. Que de todo hay.

    La discusin sobre si es o no positivo el uso del turismo como recursoregenerador de espacios asfixiados o carentes de otros impulsos, y otras cues-tiones transversales a aquella disquisicin, parece ya una cuestin periclitada,porque es sorprendente el nmero de afiliados doctrinales al credo, sin conce-siones, de las bondades de este man; del s, por supuesto (por esta mismarazn, permtanme que me resista a creer en su caducidad como polmica,porque es ms efervescente de lo que parece). En esta tesitura no son frecuen-tes las reflexiones con valor crtico que traten de colocar, cada parte de estaconstruccin artificial llamada turismo cultural, donde le corresponde.

    El mundo acadmico presenta sntomas de haber perdido cierto horizon-te de percepcin minuciosa; por ejemplo aquel tan simple que explique, infor-me o revele la evidencia de cmo se estn produciendo cambios en los propiosconceptos, empleando para ello trminos equvocos, difusos o directamentecontradictorios. Que explique, por lo tanto, cmo se estn induciendo trans-formaciones internas, de forma consciente y espuria, con un corte propositivo

    entre la feria de vanidades y el mercado inequvoco de lo feliz que resultarecrear el pasado, incluso inventarlo. El mero hecho de ser conscientes decmo funcionan los mecanismos que impelen a esto sera ms que suficientecomo respuesta. Al ser conscientes de ello, podrn buscarse despus resortesde correccin.

    En otras dos ocasiones he tenido la oportunidad de expresar de formasinttica mi preocupacin directa respecto de cmo operan con sutileza, en eluniverso de los adjetivos calificativos de algunos fenmenos sociales repre-sentativos de este momento universal (es indudable que el hecho del turismo,como abstraccin y como movimiento en millones de viajeros, lo es), la pre-sencia de ligeras transformaciones del significado de las cosas, que terminanpor prostituir los verdaderos sentidos de unos y otro4. En un mundo donde la

    eficacia de la venta mercadotcnica se mide por el xito en plantear y colocarcon sagacidad un universo denso de eufemismos, no era impensable adivinarque esta situacin tambin llegara aqu, al turismo.

    4. Ver la Bibliografa.

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    El empleo del adjetivo cultural para definir aquella actividad tursticaque se contrapone al estereotipo ms extendido de qu se entiende por ocio,descanso y asueto (consumir sol y playa), es algo que debera analizarse conms profundidad por varias ciencias de incontrovertible eficacia5. Pero, prime-ro, no se hace por todas y, segundo, ni siquiera con las inclinaciones esperadas,y s ms bien desde postulados descriptivos o complacientes. Podra haber unaexplicacin vlida para este pudor en situarse frente a lo que sucede y exami-nar con eficacia sus consecuencias.

    Tal vez, y como punto de debate, deberamos presentar aqu una de lasclaves que gravita sobre todo, en la que creo con absoluta vehemencia: la pro-digalidad y rapidez con la que se suceden hoy los procesos sociales suscitatanta fascinacin y representa tal acumulacin de ideas, imgenes e informa-cin sin digerir, sustituyendo en un sinfn lo nuevo a lo inmediato, que podrallegar a oscurecer la distincin entre aquello que slo responde a una moda, delo que tiene un cariz de hondura. De hecho, lo confunde, transmitiendo siem-pre un ideario de mundo feliz, de exultante prosperidad. De esplendor sobrela hierba. De conciencias satisfechas, aquietadas, responsables. De disfrute enpaz del ocio. Naturalmente, desde el minoritario y exclusivista modelo occi-dental de vivir la vida.

    Hoy, ms que nunca, precisaramos de esa hondura mencionada, porquesirve para marcar distancias y despejar de inconsistencias lo sustantivo. Unahondura que podramos emplear para interrogarnos sobre si el turismo deno-

    minado cultural lo es, como tal. Quin puso el cascabel de culto al gato delocio y del tiempo libre, que se entiende bajo determinados modelos de consu-mo, invirtiendo el asueto en la contemplacin de elementos del pasado, en dis-tintos formatos, enclaves y conservaciones? Quin asegur, y con qu bases,que el hecho de viajar con una vocacin seriada por acumular espacios, arqui-tecturas y patrimonio de la memoria de un lugar en la retina (y mucho menosen la memoria de conclusiones y reflexin posterior), debe ser tipificado comocultural? Frente a qu otra experiencia debe contraponerse lo cultural?Al sol y la playa? Al ocio sin viajes? Al entretenimiento en el mundo rural,sin ms expectativas que las teraputicas? Hay que considerar estas tres lti-mas formas aculturales, como contraste?

    S que puede resultar provocadora la pregunta pero se trata de avivar

    debates. Insisto: Por qu consideramos culto el hecho, sin ms, de viajar visi-tando series interminables de lugares y monumentos? No falta en ese a prio-ri un elemento esencial? No sera mejor empezar analizando cul es el nivel

    5. Desde mi punto de vista seran, en este orden prelativo, las siguientes: la Filoso-fa, la Antropologa Social, la Geografa Regional, la Sociologa, la Pedagoga y la PsicologaSocial.

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    de formacin educativa, de aprendizaje y reflexin, de poso de cada uno cuan-do viaja? La humanidad que viaja y consume aquello que se define comoturismo cultural es ms culta despus? Dnde queda relegado el significa-do de Cultura? Con qu pretensiones?

    Las operaciones simblicas culturales en que se estructura la oferta delturismo con este sesgo no son, en modo alguno, representaciones de la heren-cia cultural de la humanidad, por mucho que la publicidad insista en ello deforma machacona6. Son toscas simplificaciones. Porque la verdadera esenciadel testimonio de lo que ha sido la humanidad tiene otro perfil: es la acumula-cin de la experiencia cultural humana, compleja.Y esa misma circunstancia: seracumulacin, formar parte de la experiencia y resultar compleja, es lo ms ale-jado que pudiramos imaginar de los formatos en que se est presentando locultural referido al turismo. Por todo ello, legtimamente quedara desautoriza-do aquel planteamiento.

    Podramos llegar a considerar como algo vlido que sta reduccin sedeba a una forma especfica de mercadotecnia por la cual los lugares arquet-picos del hombre se reducen a descomposiciones alegricas que sean digeri-bles por el comn? Y si fuera as, no se incurre, en realidad, en una profundacontradiccin, al tratar de acotar, reducir y manipular el significado trascen-dente de la cultura7? Por qu adquiere un cariz de calidad, de distincin, cual-quier producto turstico al que se le aade este atributo? Por qu es tan eficazla impronta de ese epteto, colocada en el producto turstico? Qu hay de

    atractivo en la vanidad humana que arrastra a identificarse como cultos al con-sumir este tipo de manifestaciones?

    El camino que queda por recorrer para ser capaces de dar respuestas alconjunto de interrogantes que aqu he presentado es, me temo, muy largo.Y amedida que las experiencias se sigan dejando llenar por este particular mode-lo humano de vida superficial, sometido a un ritmo que se estructura sin nues-tra voluntad por el mercado, la eficacia por despejar el bosque de las dudasser menor. Al menos, que seamos conscientes de ello, en libertad.

    6. Y por mucho que parte del mundo acadmico se muestre encantado en Congre-sos y reuniones feriadas donde el turismo cultural mantiene su protagonismo. Es muy sig-nificativo comprobar cmo en realidad lo que se hace en todos ellos es asumir el fenme-no, como algo que no se discute, casi inmanente.Y a partir de ah formular propuestas que

    aumenten su eficacia.7. Entender la cultura como una reduccin a unos pocos patrones, que es lo que est

    ocurriendo en el campo del turismo cultural, demuestra la ignorancia absoluta de su esen-cia. En este sentido, la trivializacin reduccionista de la cultura ya haba sido advertida porotros motivos, a travs de filsofos como Jorge A. Ruiz de Santayana (1863-1952), en su obraThe Life of Reason: Reason in Society (1905-1906, p. 111), al anotar: Culture is on the horns ofthis dilemma: if profound and noble it must remaind rare; if commn it must become mean .

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