epistemología social y consenso en la ciencia

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ARTÍCULOS CR ´ ITICA, Revista Hispanoamericana de Filosof´ ıa Vol. XXXI, No. 92 (agosto 1999): 3–36 EPISTEMOLOGÍA SOCIAL Y CONSENSO EN LA CIENCIA FERNANDO BRONCANO RODRÍGUEZ Universidad de Salamanca 1. El conocimiento en contextos sociales y el individualis- mo metodológico El conocimiento científico solamente es posible por la exis- tencia de redes sociales de una estructura institucional com- pleja. En la ciencia se produce un fenómeno de división social del trabajo que abarca desde la interdependencia de las disciplinas a la mucho más interesante interdependencia de los individuos en la resolución cotidiana de problemas. Se abre así un campo nuevo de reflexión que puede con- siderarse como epistemología social. Tiene por objetivo la legitimación del conocimiento ante los desafíos de argu- Este trabajo ha sido posible gracias al proyecto PB95-0125-C06- 04 de la Dirección General de Ciencia y Tecnología del Gobierno Español. Las varias dicusiones con Ernest Sosa a lo largo del verano de 1998 en la Universidad de Brown fueron decisivas en la redacción. Versiones anteriores del trabajo han sido presentadas en el Seminario de Filosofía de Kansas State University, en Manhattan (Kansas), y en Santiago de Compostela. Las dos audiencias fueron muy importantes en la redacción final. Agradezco especialmente a Marcelo Sabatés, John Eltzer, Javier Echeverría, Wolfang Balzer y a León Olivé sus persisten- tes dudas. Jesús Vega, como siempre, me ha ayudado en las versiones finales y en buena parte de las ideas originarias. 3

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Filosofía y ciencia

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  • ARTCULOS

    CRITICA, Revista Hispanoamericana de FilosofaVol. XXXI, No. 92 (agosto 1999): 336

    EPISTEMOLOGA SOCIAL Y CONSENSO EN LACIENCIA

    FERNANDO BRONCANO RODRGUEZUniversidad de Salamanca

    1. El conocimiento en contextos sociales y el individualis-mo metodolgico

    El conocimiento cientfico solamente es posible por la exis-tencia de redes sociales de una estructura institucional com-pleja. En la ciencia se produce un fenmeno de divisinsocial del trabajo que abarca desde la interdependencia delas disciplinas a la mucho ms interesante interdependenciade los individuos en la resolucin cotidiana de problemas.Se abre as un campo nuevo de reflexin que puede con-siderarse como epistemologa social. Tiene por objetivo lalegitimacin del conocimiento ante los desafos de argu-

    Este trabajo ha sido posible gracias al proyecto PB95-0125-C06-04 de la Direccin General de Ciencia y Tecnologa del GobiernoEspaol. Las varias dicusiones con Ernest Sosa a lo largo del veranode 1998 en la Universidad de Brown fueron decisivas en la redaccin.Versiones anteriores del trabajo han sido presentadas en el Seminariode Filosofa de Kansas State University, en Manhattan (Kansas), y enSantiago de Compostela. Las dos audiencias fueron muy importantesen la redaccin final. Agradezco especialmente a Marcelo Sabats, JohnEltzer, Javier Echeverra, Wolfang Balzer y a Len Oliv sus persisten-tes dudas. Jess Vega, como siempre, me ha ayudado en las versionesfinales y en buena parte de las ideas originarias.

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  • mentos escpticos que se originan en el carcter social delconocimiento cientfico. La mayora de estos argumentosse originan en contextos de investigacin sociolgica y sereducen a la frmula la verdad es lo que la comunidadafirma que es la verdad. En esta nueva y peligrosa formade escepticismo, las relaciones sociales desempean el papelque los sentidos o la memoria cumplieron en la epistemo-loga tradicional.En primer lugar, tenemos que despejar una aparente in-

    consistencia que surge de una doble afirmacin: la primeraes que el conocimiento cientfico es posible solamente gra-cias a la existencia de redes sociales complejas. La segundaes el principio de individualismo (ontolgico) de que so-lamente los cerebros individuales pueden producir conoci-miento.Hasta ahora no conocemos otras mentes que las huma-

    nas. No hay mentes colectivas. Este principio de indivi-dualismo es ontolgico, causal, pero no implica necesaria-mente que la epistemologa tenga que ser necesariamenteindividualista.1 El conocimiento se produce en las men-tes individuales, en los estados mentales portadores de con-tenido, pero el contenido no es algo que necesariamente sequede limitado a la frontera establecida por el individuo,pues los estados mentales portan contenido en la medi-da en que mantienen relaciones estables y robustas con el

    1 Seguiremos aqu la lnea de Philip Pettit, 1993, acerca de que esposible una mezcla de individualismo ontolgico acerca de la produc-cin causal del conocimiento y una visin externalista e incluso holistaacerca de los contenidos mentales. Las instituciones y las colectividadesproducen informacin, la almacenan, la transmiten; pero no la explotany por eso no producen conocimiento. Slo las mentes son capaces deconsiderar razones y sobrepesar evidencias y, por tanto, producir co-nocimiento. ste es el punto de mayor alcance del individualismo queestamos considerando. Varias conversaciones con el profesor Eltzer ycon Len Oliv me han permitido aclarar este punto. Solamente cuandotenemos conciencia somos capaces de razonamiento reflexivo.

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  • medio. El cerebro es un sistema que explota la informa-cin que se produce tanto en las estructuras internas comoen las estructuras externas con las que interacta. Clark yChalmers, 1998, han denominado la mente extendida a estaconcepcin de la mente. El lenguaje pblico, la escritura,los signos, las seas y los mltiples objetos cargados designificados de los que nos rodeamos son instrumentos sinlos que los cerebros seran casi impotentes. Pensemos en unmatemtico al que se le obligase a realizar todos los clcu-los mentalmente, sin la ayuda de los instrumentos de laescritura numrica.2 Una parte de este mundo externo sonlos estados mentales de otras personas. Usamos a los otroscomo instrumentos de inferencia con la misma confianzaque tenemos en nuestras propias capacidades mentales.La epistemologa tradicional consideraba a las otras men-

    tes como problema epistemolgico solamente desde el pun-to de vista del testimonio en tanto que fuente discutible deconocimiento. Pero en la epistemologa social, la divisinsocial del trabajo es algo ms que testimonio. Las otrasmentes son instrumentos genuinos externos de nuestrossistemas cognitivos. El testimonio es relevante epistmica-mente slo en la medida en que aceptamos la informacinde los otros, pero lo que estamos postulando es una capa-cidad de manipular la mente de los otros para conseguirinformacin, del mismo modo que manipulamos la natu-raleza para conseguir informacin a travs de los sentidos(Lipton, 1997). La fiabilidad del testimonio es slo una par-te de los lazos sociales que nos permiten emplear a otroscomo instrumento informacional.

    2 Tomaremos aqu la idea de la mente extendida solamente concarcter heurstico y didctico: no estamos afirmando que los objetosexternos, las mesas, los libros, los microscopios, formen parte de lamente, sino la afirmacin mucho ms dbil de que un funcionamientoadecuado de ella exige la interaccin continua con el medio.

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  • Antes de seguir por este camino, un breve excursus: unepistemlogo de orientacin individualista todava podracontestarnos que el hecho de que necesitemos a los otroses un hecho irrelevante para la epistemologa, aunque pue-da interesar a la psicologa. As, podra objetar que existeuna asimetra entre el conocimiento personal y las fuentessociales que hace que el carcter social sea algo externo a laepistemologa. Y podra aducir en su favor varias razones,de las cuales las ms relevantes me parecen las dos siguien-tes: en primer lugar, los otros son agentes intencionalesque pueden engaarnos. A diferencia de las facultades per-sonales, que son escrutables por la conciencia y el juicio,los otros no; pueden engaarnos independientemente delas relaciones causales que, por ejemplo, constituyen la fia-bilidad de mis sentidos, mi memoria o mis capacidades deinferencia. El individualista nos concedera que a lo msque se puede llegar es a una induccin sobre la trayectoriaanterior de los otros, y basar el juicio en esa trayectoria. Demanera que el testimonio es solamente una fuente entreotras. Represe en que el propio Descartes es conscientede esta asimetra cuando postula la necesidad de que existaDios como fuente garante del conocimiento, pues ocurreque Dios podra engaarnos, de modo que, afirma Descar-tes, slo el creyente, que sabe por otras fuentes que Diosno engaa, puede estar seguro de su conocimiento. Y el nocreyente jams sabr si Dios le engaa o no, puesto que sesupone que Dios es un agente intencional.3

    En segundo lugar, puede aadir el epistemlogo indi-vidualista, incluso suponiendo la fiabilidad absoluta de laotra fuente, siempre permanecer un dficit que provienedel hecho de que el razonamiento del otro no es nuestro

    3 Esta necesidad de una justificacin ulterior ha sido cuidadosa-mente considerada por Ernest Sosa para criticar el confiabilismo clsi-co y proponer una versin ms fuerte que el propuesto por Nozick yderivados. Vase Sosa, 1998.

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  • razonamiento: las razones por las que aceptamos la palabradel otro no son las razones por las que el otro confa enlo que dice. De forma que se produce una asimetra en lajustificacin que exige que el otro nos d, juntamente conla informacin, las razones de su confianza. Pero entoncestodo consiste en una reduccin de sus palabras a nuestrapropia capacidad de juzgar. Represe en que sta es la raznpor la que se exige en la ciencia la repetibilidad de los ex-perimentos, lo que explica por qu la revolucin cientficaexigi el abandono de la autoridad como fuente social deconocimiento a favor de una epistemologa personal. Demodo que el epistemlogo individualista podr acusarnosde querer volver a estadios epistemolgicos anteriores a lamodernidad.Estas dos objeciones son serias y hay que reconocer

    una dosis de razn. Mas podemos responder aduciendo pornuestra parte que el epistemlogo individualista en realidadse ha percatado muy poco de las capacidades individuales,porque bien puede ocurrir que nuestras capacidades nonos conviertan en la nica autoridad epistemolgica. Pen-semos, por ejemplo, en el hecho puesto de manifiesto porlos psiclogos de que los sesgos en nuestro razonamiento,de acuerdo con varios de ellos, son universales e inevitables.Seran, en esta interpretacin, ilusiones cognitivas al modode las ilusiones perceptivas. Pero las ilusiones perceptivasson relevantes epistemolgicamente porque nos muestranla insuficiencia del percepto como fuente de informacin.Cuando sufrimos una ilusin perceptiva necesitamos pre-guntarle algo ms a la naturaleza. Por ejemplo, en la ilu-sin de Lyons, que nos muestra dos lneas como si fuerandesiguales al aadirles dos bordes diferentes, debemos re-construir la figura para descubrir la igualdad de las lneas,del mismo modo que al ir a comprar una camisa que com-bine con la chaqueta le pedimos al vendedor que nos lamuestre en condiciones de luz natural para estar seguros

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  • del color. Bien puede ocurrir que, si de hecho sufrimosilusiones cognitivas y stas tienen la importancia que algu-nos psiclogos sostienen,4 necesitemos el auxilio de otrasmentes para descubrir el error, y, en lo que a nosotros nosimporta, que abandonemos el injustificado reducto de laprimera persona como la nica fuente de autoridad epist-mica (lo que no significa el abandono de la primera personacomo fuente de autoridad epistmica).Tomemos ahora un ejemplo que afecta a las objeciones

    anteriores: necesito hacer un clculo complejo, descubromis deficiencias y acepto la ayuda de un ordenador. Pon-gamos por caso, la prueba del teorema de los cuatro colores,ya que le exige un largo tiempo a un ordenador. El ordena-dor me da un resultado determinado por sus capacidadesde procesamiento, que yo no conozco o no tengo por quconocer. Acepto el resultado y lo incorporo a mi teora co-mo una prueba definitiva del teorema; pero mi aceptacindel resultado no se limita a la mera aceptacin de la pa-labra del ordenador como testimonio. Es algo ms fuerte:estoy seguro, razonablemente, de que est bien construidoy realiza los clculos adecuadamente y acepto su palabracon ms tranquilidad que si yo mismo hubiera realizado elclculo.Hay una objecin de orden contrario que todava tene-

    mos que contestar:5 por qu no abandonamos entonces elindividualismo?, por qu no postulamos directamente quelas comunidades producen conocimiento? Hay una raznpoderosa: las comunidades producen informacin, pero noconocimiento. El conocimiento es informacin ms refle-xin cuidadosa sobre la validez, y esta reflexin exige con-

    4 Vanse Kahneman y Tversky (1996) y Piatelli-Palmarini (1994)como defensas de la persistencia de las ilusiones cognitivas y de susignificado social y epistmico.

    5 Esta objecin se debe a Len Oliv, a quien de nuevo agradezcolas discusiones y clarificaciones de mi punto de vista.

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  • ciencia, la nica capaz de conceder legitimidad a la acepta-cin de la informacin. La conciencia activa los contenidosy toma decisiones epistmicas en funcin de las relacionesentre esos contenidos. En una comunidad puede producirseargumentacin, pero son al final las conciencias individua-les las que resultan convencidas: la comunidad como tal nosopesa las razones ni toma decisiones si no es por el mediovicario del voto o de las autoridades que la representan. Lascomunidades se constituyen como una red de acciones co-municativas entre mentes interdependientes. Pero slo lasmentes individuales son capaces de interpretar, entendery aceptar o rechazar las intenciones comunicativas de losotros. Muchos animales tienen redes sociales; pero solamen-te los humanos son capaces de acciones comunicativas: elacto de la proferencia tiene la intencin estratgica de ma-nipular la mente ajena para que acepte lo que le decimos.La mente consciente es, sin embargo, la nica que permiteuna aceptacin legtima de conocimiento. Un doctor puedemanipular la mente de un paciente mediante hipnosis, perono habr accin comunicativa: no existe la alternativa deque el otro no acepte lo que le digamos.Para concluir este punto: la epistemologa social va ms

    all del testimonio, pero se queda ms ac de la mentecolectiva. Las redes sociales no sustituyen al cerebro.

    2. La calidad epistmica en contextos sociales

    Un grupo de autores que se denominan contextualistas (DeRose, 1995) han propuesto recientemente que se considereel conocimiento como una relacin que tiene un compo-nente necesariamente contextual que determina el estndarde calidad que estamos aplicando. El estndar de calidadse mide por el nmero de alternativas que consideramosrelevantes, y que son las que suministran las posibilidadesescpticas o argumentos derrotadores de nuestro conoci-

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  • miento. Se ha propuesto como ejemplo el concepto de lla-no: cundo podemos decir de un paisaje o de un plano quees llano, es algo que depende racionalmente del contexto enel que estemos examinando el plano. En Castilla el paisajees generalmente llano, pero nunca aceptara este criterio dellanura para mi mesa de trabajo, y probablemente el criterioque empleara para mi mesa de trabajo no sera aceptablepara un diseador de un espejo astronmico, pongamos porcaso. El escptico, y especialmente el escptico filosfico,es alguien que nos desafa modificando el contexto en elque hemos definido nuestro estndar de calidad epistmi-ca. Pues bien, si aceptamos este carcter perspectivista ocontextualista de todo conocimiento, podemos introducirde forma natural en la epistemologa el carcter social co-mo un juego de coordinacin, en el que se establece uncontexto de calidad socialmente aceptable.Nuestro argumento es que este contexto de calidad no

    puede considerarse un resultado atomista en el sentido, porejemplo, de la media de calidad aceptable por los miembrosde una comunidad,6 sino que resulta de una dinmica es-trictamente social en la comunidad. Es decir, a menos quela comunidad de sujetos haya desarrollado una dinmicaadecuada, no se podr establecer el consenso necesario pa-ra este criterio. Antes de llevar ms lejos este argumentodebemos reconsiderar un paso dentro del esquema natura-lista epistemolgico.Nuestro conocimiento se compone de muchas verdades,

    algunas interesantes y otras intiles, al menos a primera

    6 En el caso de las capacidades individuales, podemos considerarel valor medio de una poblacin como un ndice de nuestra capacidad,pero se trata en este caso del valor de una creencia que no habra sidoproducida a menos que la comunidad tuviese ciertos lazos. Pinseseen el caso de por qu aceptamos las noticias de la televisin comoverdaderas: no es nuestra confianza simple en el presentador, sinoalgo ms serio y problemtico, como confiar en el sistema entero deproduccin de informaciones.

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  • vista. En principio, podra saber el nmero de pelos quetiene en la cabeza el portero de la seleccin de Francia;pero, racionalmente, no creo que merezca mucho esfuerzoemprender un programa de investigacin para conocerlo.Sabemos cosas o deseamos saberlas porque son un reservo-rio potencial de satisfaccin de deseos.La mayor calidad epistmica est profundamente relacio-

    nada con esta utilidad potencial de nuestro conocimiento.Los controles de calidad son, en cierto modo, garantas quenos damos a nosotros mismos para que en los momentosadecuados nuestro conocimiento sea til. Nos preocupa,por ejemplo, que nuestro coche haya sido sometido a con-troles de calidad estrictos en la fabricacin de las piezas yen el montaje, y estamos dispuestos a pagar un poco mspor eso. Lo hacemos porque no nos gustara que el cochefallase en los momentos ms inoportunos, y el control decalidad nos garantiza, dentro de lo humanamente posible,que el coche va a durar lo suficiente. Un control de calidades as un medio por el que aumentamos la probabilidad devida til o minimizamos la probabilidad de error del coche.El control de calidad es una comprobacin que hacemos

    de las propiedades de algo de acuerdo con cierta escalade medida. En un coche, examinamos la resistencia de laspiezas de acuerdo con escalas que pueden ser ms o menosexigentes, dependiendo de lo estrictos que queramos ser.En el terreno epistmico, de forma anloga, el mayor omenor rigor del control de calidad determina el contextoepistmico en el que nos hemos situado. Supongamos quevamos a comprar una camisa que haga juego con el trajeque debemos llevar en cierta ocasin. Seguramente en elmomento de la compra le exigiremos ms a nuestros siste-mas perceptivos y no nos fiaremos de la constancia de colorque tienen en situaciones normales, as que le pediremosal dependiente que nos deje examinar la camisa a la luznatural del sol para saber su color con mayor fiabilidad.

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  • Hemos actuado como escpticos parciales respecto a nues-tros propios sentidos porque, como recordaba Sellars, yasomos mayores y hemos aprendido que a veces las cosas noson como parecen ser. En trminos ms precisos, significaque hemos aceptado como relevantes las alternativas en lasque la camisa azul de hecho es de un verde plido o deun violeta. Un control de calidad ms rgido es una expan-sin de los mundos posibles que determinan la relevanciade una alternativa incorporando posibilidades nuevas noconsideradas hasta ahora y dotndolas de una probabilidadsuficiente.La utilidad, el rigor de los controles de calidad y los

    contextos epistmicos estn, de este modo, profundamenterelacionados. Y hay un sentido en el que racionalmente po-demos considerar ms o menos relevantes las alternativasescpticas que nos modifican el contexto de conocimien-to. As, el escepticismo pirroniano contra las propiedadessecundarias estaba perfectamente justificado en el comien-zo de la Edad Moderna puesto que el aristotelismo haballenado la naturaleza de propiedades cualitativas que im-pedan la matematizacin de la realidad. Pero no podemosexigir impunemente un cambio de contexto de calidad sinsimultneamente decir quin paga los costos del control decalidad y con qu objeto debemos situarnos en otro contex-to ms riguroso. De modo inverso, el sujeto cognoscenteno es ni puede ser la nica autoridad en la determinacindel contexto de calidad epistmica relevante, en un sentidomuy similar al modo en que el agente no puede ser con-siderado la nica autoridad en la determinacin del valormoral de una accin.Desde este marco vamos a considerar ahora cmo el co-

    nocimiento ha llegado a tener un carcter social que no sepuede reducir a la simple suma del conocimiento de lossujetos individuales. La idea es que el contexto de calidadepistmica que instauran las formas colectivas de conoci-

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  • miento no puede ser establecido por la accin cognitiva in-dividual sin una clase de accin cognitiva colectiva aadida.La utilidad de estas formas de conocimiento se extiende aun dominio mucho ms amplio que el de la mente indivi-dual en las diversas alternativas que es capaz de imaginaren su estado cognitivo actual. Este carcter extendido delconocimiento, que se convierte as en un bien pblico, sesostiene solamente en la medida en que el contexto epist-mico es lo suficientemente riguroso y, consecuentemente,los controles de calidad asociados. Del mismo modo queciertas virtudes como la justicia son virtudes esencialmen-te sociales, el conocimiento considerado como bien pblicotiene un carcter esencialmente social. Nuestro argumentoes que esta caracterstica es contingente al conocimiento.Ha adquirido este carcter en virtud de que ciertas comu-nidades humanas han tenido una historia singular en estadireccin y solamente en la medida en que se mantenga elestatuto conseguido permanecer esta caracterstica.

    3. Una historia hobbesiana del origen del conocimiento

    Nuestro argumento es que el trabajo cooperativo en el te-rreno del conocimiento es relevante epistmicamente cuan-do tiene efectos sobre la calidad epistmica de las creenciasque mantienen los sujetos, los nicos capaces de mantener-las. Podemos traducir este criterio en la idea de que hayun conjunto de normas o patrones de conducta que defi-nen la calidad epistmica que no podran ser seguidos amenos que en la comunidad se dieran ciertas condicionesde relacin.El caso en el que estamos pensando es claramente el

    de la ciencia moderna. La ciencia es un tipo especfico deinstitucin que se desarrolla sobre formas anteriores de or-ganizacin del conocimiento. Se origin por la confluenciade circunstancias histricas peculiares que dieron origen a

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  • instituciones y normas de comportamiento epistmico queconsideramos el sustrato del mtodo cientfico. En ciertaspocas los gobernantes reunan a los sabios en ciertos luga-res o casas de la sabidura para tener disponible el mejorconocimiento, los mejores cerebros y los mejores maestros.Pero lo que ocurre con la ciencia es algo diferente. No essimplemente un lugar donde se renen los sujetos que sededican a investigar.7 De modo similar a lo que ocurre conotras instituciones sociales, la acumulacin cuantitativa dapaso a cambios cualitativos. As, en cierto momento se for-man tradiciones disciplinarias, se establecen controles decalidad aceptables, se formulan normas ms o menos pre-cisas de comportamiento en la investigacin y se desarrollalo que llamamos mtodo cientfico, que, en realidad, no esms que un conjunto de normas de calidad que operan envarios niveles, algunos cognitivos y otros sociales.Cabe, pues, pensar en una historia similar a la hobbe-

    siana respecto al origen de los contextos sociales de co-nocimiento. Porque debemos diferenciar claramente entrenuestro carcter social como personas o como especie, y elcarcter social del conocimiento. No en todas las pocas hatenido esta relevancia el carcter social. Durante muchos si-glos el conocimiento ha permanecido en un estado artesanalbasado en las relaciones de aprendizaje maestro-alumno. Elmaestro transmita su saber y, en la medida de lo posible,sus mtodos y capacidades a sus alumnos directos, quie-nes, en el mejor de los casos, creaban su propia escuela ycontinuaban la tarea. El carcter social en este caso es evi-dente, pero trivial y en buena parte fastidioso. Recordemos,en este sentido, que la epistemologa moderna, cartesiana,

    7 Aunque en algunos momentos de su historia puede que no hayasido ms que esto; como la Royal Society, por ejemplo, que en susprimeros momentos no es mucho ms que un escaparate en el quelos investigadores exponen sus resultados, quizs motivados por ciertoafn de competencia respecto a otros investigadores.

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  • se fund en buena medida para separar el argumento deautoridad derivada del maestro de la autoridad epistmicareal que deba limitarse a las relaciones actuales entre lacreencia y la base de su justificacin. Acudir a la autoridaddel maestro se convirti en la Edad Moderna en paradigmade error epistmico radical. En adelante se diferenciar en-tre el origen del conocimiento, que bien puede estar en laautoridad social de la relacin maestro-alumno, y la justifi-cacin del conocimiento, que consiste en una relacin entreuna creencia y sus posibles evidencias socavadoras, de cu-ya fortaleza slo la razn del individuo tiene la autoridadlegtima de juicio.La ciencia contempornea instaura una especie de pro-

    duccin industrial que se separa del trabajo artesanal cogni-tivo, para continuar con nuestra analoga, no slo en cuan-to a la especializacin de cada individuo o grupo en undominio especfico del conocimiento, sino ms all, en lacreacin de una compleja red de actividades cognitivas in-terdependientes, tanto en el nivel del contenido como en elde la justificacin. La autoridad individual no se elimina,pero se convierte en insuficiente como autoridad epistmi-ca. La novedad de la ciencia moderna est en que, por unlado, multiplica las capacidades cognitivas del grupo por ladedicacin especfica de todas las capacidades individualesa tareas concretas, como ya seal Adam Smith: la especia-lizacin por s misma aumenta la riqueza de las naciones,pues hace que cada individuo se dedique especficamentea aquello para lo que est mejor preparado; pero, por otrolado, la novedad radica en que la red de actividades afectatambin a los contextos de relevancia epistmica. La cien-cia moderna crea nuevos contextos y estndares de calidadepistmica que exigen necesariamente la existencia de ungrupo. Y en este sentido se modifica la relacin social tra-dicional.

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  • En este contexto, tenemos ahora un problema de coordi-nacin de sujetos individuales, incluso en sus mejores dis-posiciones epistmicas. Supongamos un problema prcticocomo el de organizar la salida de un edificio en una amena-za de incendio: si los individuos coordinan sus conductas,conseguirn salir a tiempo; si no coordinan sus conduc-tas, no conseguirn salir a tiempo. La propiedad de la ac-cin reside en la capacidad de cooperacin de cada unode los individuos, quienes tienen que ceder parte de suautoridad en la accin para coordinarla con las accionesde los otros. Y esta coordinacin es independiente de sila accin es realizada o no por sujetos racionales. Inclusoparece que no siempre es mejor ser perfectamente racio-nal en ese contexto: si todos son mximamente racionales,considerarn que lo ms racional para ellos es adelantarsea los dems y llegar antes a la puerta. Si esta conductaes eficiente o no depende de cuestiones externas, como elnmero de agentes que tomen esa decisin, la velocidad ala que escapen y la capacidad de flujo de la salida. Si staes pequea para el nmero de personas que han decididoescapar, las consecuencias son catastrficas.Del mismo modo, en la ciencia se presentan problemas

    similares de coordinacin. Si los agentes coordinan sus tra-bajos, llegan a resultados de una calidad epistmica acep-table; si no coordinan sus trabajos, no llegan a esos mis-mos resultados. Pero la coordinacin no puede realizarse decualquier forma: cada uno debe ceder autoridad epistmicaa los otros agentes o, si se quiere, siguiendo el planteamien-to que hemos realizado anteriormente, puede usarlos comoinstrumento de su propio razonamiento, y, paralelamente,el trabajo personal que se realiza para el bien comn debecumplir los mximos estndares de calidad que uno seacapaz de desarrollar. Pero los agentes no tienen por qucoordinar sus conductas para buscar el desarrollo del cono-cimiento, sino, por ejemplo, para ser ricos o para obtener

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  • prestigio y poder. Supongamos que el resultado fuese, noobstante estos intereses espurios, un resultado verdadero:podramos afirmar en este caso que la comunidad conoceque p? La intuicin es que no, que la coordinacin y elmantenimiento de la coordinacin deben haberse produ-cido en virtud de la capacidad del sistema para preservarciertas capacidades epistmicas.La historia hobbesiana tiene impacto epistmico slo en

    la medida en que el problema de la coordinacin no sea unproblema trivial. Lewis, 1969, estipula que una norma esuna coordinacin de expectativas entre individuos dondecada uno espera de los otros que se comporten adecua-damente respecto a la norma. En segundo lugar, la normadebe suponer un mximo de utilidad. En tercer lugar, debehaber un conocimiento compartido de que esta situacin esbeneficiosa para todos. La cuestin es si la consecucin deestas condiciones es trivial en el sentido de que la dinmi-ca de agentes individuales interactuando libremente sigueuna trayectoria convergente hacia esta solucin indepen-dientemente de cualesquiera condiciones. Pero el logro dela coordinacin no es trivial; necesitamos una explicacinde las condiciones de posibilidad de esta emergencia. Y nolo es si ocurre que en la situacin original los agentes seencuentran sometidos a dilemas de racionalidad. Entiendoaqu por situacin original algo muy similar a lo que seentiende en las teoras del contrato social: no necesaria-mente una situacin histrica sino una situacin ideal en laque suponemos a los agentes y en la que o bien no estnsometidos a constricciones o bien somos nosotros los queimponemos las constricciones (caso de Rawls). Pues bien,en esta situacin original puede ocurrir que al agente to-mado individualmente le sea ms provechosa una situacinde no cooperacin con otros.Hay una historia muy divertida que cuenta A. Koestler

    sobre Tycho Brahe y Kepler en The Sleepwalkers y que

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  • ejemplifica muy bien estos posibles dilemas de racionali-dad: Tycho Brahe haba contratado a Kepler para que stele resolviese matemticamente el problema de la rbita deMarte, un problema que Tycho Brahe saba que desborda-ba sus capacidades matemticas. Tycho Brahe dispona detodos los datos observacionales necesarios, que haba idoacumulando a travs de una larga vida de observaciones;por otra parte, para Tycho la solucin del problema signi-ficara un apoyo importante a su teora del sistema solar.Para Kepler los datos observacionales de Tycho eran un re-galo del cielo, pues eran lo que necesitaba para desarrollarsus clculos copernicanos que deberan probar la simetrade los movimientos celestes. Parecera a primera vista queel acuerdo era tan sencillo que una simple exposicin delos deseos personales debera llevar inmediatamente a unintercambio de habilidades y resultados. Pero las cosas noeran tan sencillas en la realidad. Para Tycho, la posesinpersonal de los datos era todo su patrimonio personal, delque dependan su prestigio y sus contratos. Sin ellos noera ms que un astrnomo entre otros. Adems, su sis-tema era profundamente inconsistente con el copernicanoy haba razones astronmicas, filosficas y religiosas pa-ra defenderlo frente a l. Para Kepler, las cosas no erandistintas: tena un proyecto que desbordaba claramente loque Tycho le peda; es ms, de llevarse completamente acabo, el sistema de Tycho se mostrara intil. Necesitaba,adems, muchos ms datos que los de la rbita de Marte; enrealidad, necesitaba incluso para resolver el problema todotipo de datos para situar la rbita de la Tierra y establecerel sistema de referencia desde el cual observar. El resul-tado fueron dos aos de tensiones insoportables entre dospersonalidades fuertes, una exigiendo resultados matem-ticos con los mnimos datos posibles, y la otra exigiendolos datos necesarios. Segn cuenta Koestler, lo que bienpuede ser leyenda, Kepler solamente pudo resolver su pro-

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  • blema cuando, en los primeros instantes de la muerte deTycho, se apropi de los manuscritos y los puso a salvo delos discpulos y herederos de Tycho. Los otros discpulosde Tycho, creyendo que lo valioso de su legado eran losinstrumentos, se apresuraron a robar la parte equivocada.No tardaron en descubrir su error. Esta historia, sea o nofiel a lo que realmente ocurri, parece verosmil.

    4. Condiciones de emergencia de una solucin fiable

    Cuando surge este tipo de cuestiones entre cientficos oacadmicos, las respuestas habituales se pueden clasificarsegn dos modelos que se identifican con el homo econo-micus y con el homo ethicus, respectivamente. En el pri-mero se considera que el sujeto cognitivo es un calculadoreconmico que intercambia bienes con otros. La ciencia,como cualquier otro sistema econmico, sera en este mo-delo un sistema en el que los agentes intercambian bienesque tienen ciertas propiedades que los hacen valiosos. Elmercado libre generara un sistema de recompensas y cas-tigos suficientes para producir sistemas de equilibrio quemaximicen la utilidad general. La segunda respuesta, que aveces se ofrece al tiempo que la primera, sostiene que elcemento de la ciencia es un cdigo tico que los investiga-dores internalizan en sus fases de aprendizaje. Investigado-res como Merton y, ms recientemente, Javier Echeverray D. Resnik han estudiado conjuntos de normas que estnincorporadas en la ciencia sin las cuales la institucin nosera viable. Estas normas estaran incorporadas a priori enlos esquemas de accin cientfica resolviendo los dilemasde racionalidad mediante la constriccin de las normas deaccin.La tensin entre los dos modelos es un problema ge-

    neral de filosofa de los valores que afecta e infecta todala vida social; mas, por ello mismo, tambin afecta a una

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  • institucin intrnsecamente normativa como la ciencia. Noestamos planteando el tema general de cul es el origen delos valores (epistmicos), sino el de cules son las condicio-nes por las que los sujetos individuales pueden prestarsea colaborar en tareas epistmicas cuando podran hacerlode manera individual. Y, sobre todo, cmo esta colabora-cin no se reduce a una simple suma de las capacidadesindividuales, sino que aumenta el contexto de calidad delconocimiento; es decir, los sujetos colaboran porque estacolaboracin aumenta la calidad del conocimiento. En elmodelo de mercado, los agentes intentan maximizar susintereses personales que son epistmicos y no epistmicos,es decir, buscan el aumento de conocimiento, pero tam-bin ciertas formas de recompensa en forma de prestigio,poder interno, riqueza, influencia social, etc. En el modelokantiano, los cientficos se someten de una u otra forma aun cdigo de comportamiento que es un reflejo en el planosocial de las reglas metodolgicas del mtodo cientfico. Elmodelo kantiano presupone un sujeto que ha internalizadoreglas que lo convierten en una especie de altruista epis-tmico. El modelo de mercado solamente supone agentesepistmica y moralmente interesados, que no necesariamen-te trabajan en pro de objetivos generales, sino tan slo afavor de los suyos propios. La cuestin es si el modelo demercado permite garantizar el cracter de bien pblico delconocimiento y si el modelo kantiano es compatible conuna forma naturalista de explicar la aparicin de normassocialmente aceptadas. Traducido a trminos econmicos,se trata de si el modelo kantiano permite garantizar unadistribucin social de esfuerzos que sea eficiente y si elmodelo econmico permite garantizar una distribucin deesfuerzos que sea epistmicamente fiable.Volvamos de nuevo al caso de Tycho Brahe y de Kepler.

    El problema que plantea este episodio de interaccin cog-nitiva es que, desde el punto de vista econmico, tanto el

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  • caso en el que ninguno colabora como el caso en el que am-bos colaboran constituyen igualmente equilibrios que hande ser considerados eficientes. El modelo no nos explicapor qu debera ser elegida la cooperacin en vez de laexplotacin de uno por el otro. Y el problema del modelokantiano es que no explica por qu una vez que la normaha sido instaurada y que cada uno de ellos puede prede-cir la conducta del otro, alguno de ellos no va a usar eseconocimiento para defectar.Podemos traducir esta tensin en constricciones que de-

    be cumplir un proceso de aparicin de normas epistmicasque sea fiable y al mismo tiempo compatible con el natura-lismo. La institucin colectiva del conocimiento ser fiablesi instaura normas de comportamiento cognitivo en los su-jetos que establecen estndares de calidad epistmica msrigurosos que los que existiran si estas normas no se cum-pliesen. La institucin ser compatible con el naturalismo,por otra parte, si el proceso de instauracin y estabilizacinde las normas no acude a instancias externas o superioresque imponen las normas, pues entonces generaramos unrecurso ad infinitum en la explicacin de las normas.

    1. Condicin de automantenimiento

    Un grupo de normas es automantenida si la dinmica delos intereses de los agentes que pertenecen al colectivo de-sarrolla mecanismos autnomos de mantenimiento. Uno deestos mecanismos es la reciprocidad. Entendemos por re-ciprocidad un sistema de juego limpio sostenido sobre lasexpectativas de que el otro se comportar cooperativamenteen respuesta a nuestra accin cooperativa, y que se compor-tar competitivamente en respuesta a nuestra accin com-petitiva. As, Tycho puede esperar de Kepler que ofrecerlo mejor de s mismo en respuesta a su oferta de datosempricos; pero Kepler tambin puede esperar que Tycho

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  • gastar tiempo y recursos propios, incluso por encima desus intereses inmediatos, en vengarse si Kepler no respondeadecuadamente a las normas. Es posible que la ciencia mo-derna haya sido posible por la aparicin de un principio dereciprocidad en el comportamiento, en el sentido de que sehaya normalizado la capacidad de ofrecer resultados a otros,pero tambin una capacidad hipercrtica para no perdonarlos defectos cognitivos de los otros. Una distribucin ade-cuada de capacidades de generosidad carnapiana y crueldadpopperiana podra tener la fuerza de un posible mecanismoautomantenido. El miedo a la reaccin pblica sera, desdeeste punto de vista, el principal mecanismo psicolgico desostenimiento de las comunidades cientficas.La diferencia de la ciencia y las comunidades cognitivas

    con otros sistemas sociales es que este mecanismo de pre-mios y castigos debe ser interno, pues solamente los agentescognitivos implicados tienen la capacidad de juzgar cundouna conducta ha sido cooperativa y cundo no lo ha sido.Las comunidades cientficas han desarrollado sus propiossistemas de premios y castigos en forma de instituciones,como el peer-review, exposiciones pblicas en reuniones yotros tantos sistemas conocidos por los investigadores. Estesistema automantenido genera esta impresin de repbli-ca autnoma de las ciencias que ha sido reivindicada porautores como Michel Polanyi y que ha sido criticada igual-mente por autores como Feyerabend y algunos socilogosconstructivistas.8

    8 Una vez que adoptamos este criterio de automantenimiento, ob-servamos algunos dilemas serios ante los que se encuentran las aproxi-maciones constructivistas. Por una parte defienden que todo el cono-cimiento es una construccin social determinada por los intereses dela sociedad; por otra parte, los anlisis etnometodolgicos que aplican,por ejemplo Latour y Woolgar, enfatizan los elementos endogmicosy corporativistas del conocimiento. Ambas afirmaciones se encuentranen tensin porque lo lgico es que induzcan una salida no cooperativaentre las partes de la comunidad para beneficiarse de los intereses

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  • La condicin de automantenimiento ha sido argumenta-da de manera muy convincente, desde mi punto de vista,por Binmore en la discusin entre las formas de utilita-rismo de Harsany versus el contrato social del Rawls de ATheory of Justice. Es una condicin naturalista que me pa-rece necesaria para cualquier explicacin de la aparicin denormas que, en algn sentido, limpia el campo de otrasposibles soluciones menos eficientes. En trminos de teo-ra de juegos, desarrolla la tesis de que TIT-FOR-TAT limpiael juego de otras posibles estrategias menos eficientes. Lacuestin es si la reciprocidad es suficiente como explicacindel xito epistmico de la cooperacin, pues la reciproci-dad es compatible, por ejemplo, con formas no eficientes

    sociales. Pensemos en el caso de tres agentes: Kepler, Tycho y elarchiduque Fernando II, que representa en este caso a la sociedad:por qu van a colaborar Kepler y Tycho cuando les puede ser msbeneficioso simplemente servir a los intereses de Fernando II de mane-ra individual? Feyerabend, mucho ms consistentemente que muchosconstructivistas, ha abogado a favor de una evaluacin directa de losresultados de la ciencia por parte del juicio pblico de los ciudadanos,precisamente porque quiere disolver los sistemas de cooperacin inter-na de la ciencia que l considera perniciosos cultural y polticamente.La propuesta es consistente, y lo que es ms importante, es consistentecon los epistemlogos que no creen en el efecto de la cooperacinsocial como algo relevante epistmicamente. Implicara un sistema depatronazgo individual en el que la sociedad establecera relaciones concada uno de los cientficos, uno a uno de acuerdo con sus capacidades.De hecho, ste fue el comienzo de la ciencia en el Renacimiento yen algunas sociedades anteriores. El arte y la ciencia se desarrollaronparalelamente en el Renacimiento bajo un sistema de patronazgo. Elarte se ha mantenido en ese sistema pasando a un sistema de mercadoindividual de obras. La ciencia, por el contrario, uni el sistema de pa-tronazgo con el sistema cooperativista que imperaba en la universitasmedieval y en las sociedades secretas de la Edad Moderna y gener elsistema cuasiautnomo que conocemos. La tesis que sostengo es que,aunque esta propuesta es consistente, llevara a procesos de menorcalidad epistmica, porque abrira muchas ms oportunidades para eluso estratgico de la retrica: Fernando II tendra que convertirse enun escptico a la altura de Kepler y Tycho para evitar ser explotadopor ellos.

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  • desde el punto de vista epistmico en el sentido que esta-mos sosteniendo aqu. Si hay, por ejemplo, un tercer actorcomo la sociedad que podra representar Fernando II, unasolucin de este tipo es una coalicin de Tycho y Keplerpara explotar a Fernando II.

    2. Condicin de bien pblico del conocimiento

    Desde el punto de vista epistmico, el conocimiento debeser verdadero; pero desde el punto de vista naturalista yfiabilista que estamos desarrollando, debe ser til. Hemossostenido al principio que la utilidad es utilidad referida aun dominio mayor que el de los intereses del sujeto quedesarrolla el conocimiento. Encontrar una salida para unomismo en el incendio de una discoteca es til; pero lo quebuscamos es una salida para todos los que estn en la disco-teca, y esa condicin no es compatible con muchos tipos desoluciones. La propuesta de los epistmicamente realistas esque la bsqueda de leyes universales e independientes de lamente es el camino ms eficiente para conseguir creenciasrealmente tiles; pero no vamos a discutir el controvertidotema del realismo. La cuestin que debatimos es si el siste-ma de normas defiende o no un conocimiento til en estesentido modal y transcendente a los intereses parroquianosde cada comunidad.En el caso de la ciencia contempornea, las diversas co-

    munidades producen conocimiento que es til para sus pro-yectos actuales de investigacin, pero que debe o deberaserlo para proyectos futuros y para proyectos de otras co-munidades con premisas cognitivas y prcticas diferentes.Muchos crticos de la idea de que la verdad explica el xi-to han argumentado que en ocasiones las creencias falsasproducen consecuencias tiles en la accin. Por ejemplo, laastronoma ptolemaica nos permite navegar en las nochesestrelladas con la misma fiabilidad que la copernicana. Pe-

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  • ro la cuestin es si la astronoma ptolemaica mantiene suutilidad, por ejemplo, cuando tenemos que construir unpndulo de Foucault. Si el nico objetivo es la utilidad pa-rroquiana, no dudo que sera posible encontrar explicacio-nes sofisticadas para que la astronoma ptolemaica sea tilconstruyendo pndulos de Foucault; pero inmediatamen-te podemos aducir otro contexto completamente diferente,como es el de la observacin de paralajes interestelares,etc. Lo que nos importa, pues, es que nuestros produc-tos intelectuales preserven su utilidad de manera mximaen condiciones cambiantes de aplicacin y contexto. Estapreservacin de la utilidad podemos considerarla un bienpblico que excede la utilidad obtenida por cada uno delos agentes implicados en el proceso.Nos encontramos en este caso con un problema que po-

    siblemente no puede ser resuelto solamente con un siste-ma de premios y castigos recprocos, porque tenemos queexplicar cmo ha sido posible un sistema cooperativo queproduce bienes cuyo valor es distinto de la recompensa querecibe cada uno de los participantes, y que adems depen-de tambin del nmero de participantes en la cooperacin.Cualquier bien se convierte en un bien pblico simplemen-te si no excluimos a nadie de su disfrute, haya o no hayaparticipado en su produccin. De hecho, los bienes pbli-cos no necesitan tener ninguna propiedad extraa, bastacon que los gastos de exclusin sean mayores que la utili-dad de disfrute del bien pblico. En el caso de la pintura,por ejemplo, podemos considerarla como un bien pblicosi la mostramos en los museos, o como un bien privado sientra en un sistema de mercado de coleccionistas. No esimposible, al menos en teora, imaginar mundos en los queel conocimiento se convirtiese en un bien exclusivo del quepudieran disfrutar slo aquellos individuos o clubes quecumplieran ciertas condiciones o pagasen el costo. Algunosintentos de patentar resultados cientficos parecen ir en esa

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  • direccin; pero me parece que los costos de la exclusividadson socialmente insoportables. Imaginemos que hacemosexclusivo a nuestro grupo el disfrute de cierto teorema. Acausa de las interdependencias informacionales, tendramosque garantizar que nadie que no pertenezca al grupo puedaacceder no solamente al teorema, sino a todas las premisasy al conocimiento necesario para su descubrimiento, lo queimplicara reformar por grados el sistema de enseanza, etc.Claramente, los costos creceran de manera exponencial conrespecto a la utilidad de la exclusividad.Reparemos, pues, en que podemos sostener cierto conse-

    cuencialismo respecto al valor epistmico del conocimientoy sostener al mismo tiempo serias dudas acerca de la posi-bilidad de mantener este sistema simplemente con indivi-duos interesados slo en lo suyo. Independientemente deque sean o no conscientes de ello, la produccin colectivade conocimiento exige cierto nmero de altruistas coope-radores. Los economistas han estudiado el problema de losbienes pblicos como un problema especial de dilemas deracionalidad. A diferencia del caso de Tycho-Kepler, enel que solamente necesitamos el acuerdo entre dos agen-tes, los dilemas de bienes pblicos implican la cooperacincolectiva de numerosos agentes. En el caso de la ciencia,por ejemplo, nos encontramos con el problema histricode que la mejor fsica es tan buena como el peor de losinstrumentos matemticos de los que depende. Newton nopudo desarrollar la mecnica hasta que no se desprendi dellastre de las matemticas de la proporcionalidad, preana-lticas, que le planteaban problemas prcticos dificilsimospara resolver las curvas no construibles mediante mtodosde regla y comps. Y no necesit colaborar con nadie por-que l mismo fue el creador de los nuevos instrumentos;aunque, realmente, como tambin l mismo lo reconoci, lohizo subido a los hombros de gigantes como Isaac Barrowo Descartes y Galileo.

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  • Muchos historiadores y socilogos piensan que este tipode razonamientos pertenecen a la historia heroica y a loscuentos de hadas. Pero el problema que proponemos esrealmente serio: con meros actores recprocos no despegaun sistema de provisin de bienes pblicos tan complejocomo el de la ciencia. El sistema de reciprocidad permi-te explicar que, una vez que hemos alcanzado un sistemade normas, ste tienda a autorreforzarse por varios meca-nismos de expectativas sobre las reacciones de otros; perono explica por s mismo una dinmica que tienda a incre-mentar la colaboracin. El sistema de reciprocidad se basaen mecanismos internos cognitivos por los que los agentestienen expectativas acerca de cul ser la reaccin de otrosa su propia conducta. Los mecanismos cognitivos puedenvariar, sin embargo, cuando cambiamos algunos parme-tros del contexto social. Los economistas especialistas enteora de juegos han desarrollado modelos matemticos desituaciones de dilema en los que cabe el surgimiento decolaboracin en grado creciente. Se trata de complementarmecanismos evolutivos con mecanismos cognitivos.Represe en que, desde el punto de vista epistmico,

    nos salimos ahora de una descripcin internalista. Nos en-contramos ahora con que la racionalidad cognitiva de losagentes debe ser complementada con ciertas caractersticasque surgen del contexto social, que son o pueden ser espe-cialmente favorables para el aprendizaje de la cooperacin.Pero esta nueva condicin no es ajena al fiabilismo. El fiabi-lismo exige que ciertos procesos sean fiables, pero no exigeque los procesos sean necesariamente internos. Algunas ca-ractersticas benevolentes del medio pueden ser necesarias.Pensemos, por ejemplo, en una capacidad extraordinariacomo la constancia de color que tienen nuestros sistemasvisuales. Es una caracterstica de gran sensibilidad y preci-sin en contextos normales; pero bajo una iluminacin desodio, la luz amarilla que habitualmente se emplea en el

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  • alumbrado pblico, nuestros sistemas perceptivos confun-den completamente los colores. Esto no nos hace ser es-cpticos en circunstancias normales respecto a la fiabilidadde nuestra vista. La condicin evolutiva de que en ciertossistemas sociales es ms probable el surgimiento de colabo-racin no debe ser entendida, pues, como una explicacinmilagrosa cuando faltan otras, sino como una tesis empri-ca del fiabilismo que debe ser comprobada empricamente,pero que tiene hasta el momento una aceptacin bastantegeneralizada entre los matemticos de teora de juegos. Setrata de la condicin que examinaremos a continuacin.

    3. La condicin del tamao adecuado de la comunidadcognitiva

    Ya Mancur Olson, 1965, observ que las condiciones dedilemas de racionalidad en contextos de cooperacin cam-biaban cuando modificbamos el tamao del grupo y elnmero de interacciones entre los miembros. As, mientrasque en una gran ciudad es muy costoso conseguir que losciudadanos colaboren, por ejemplo, no tirando basura alsuelo, es fcil explicar por qu habitualmente es ms senci-llo conseguirlo en un piso compartido por cuatro personas opor una familia. En un grupo pequeo es ms probable quese estabilicen estrategias ms interesantes desde el puntode vista de la colaboracin que TIT-FOR-TAT; por ejemplo,estrategias en las que se perdona ms de una defeccin yotra serie de variantes que han estudiado los tericos dejuegos. En las simulaciones no se necesitan agentes espe-cialmente lcidos, basta con que recuerden, por ejemplo,cul fue la actitud en la ltima colaboracin con un agentedeterminado. Esta memoria es algo que no exige grandescostos cognitivos en pequeos grupos en los que la inte-raccin es frecuente. En estos contextos puede aprendersea colaborar mediante mecanismos como los del manteni-

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  • miento de la reputacin. La reputacin es algo que modificala estrategia de juego. El agente ya no mira solamente lautilidad de la accin inmediata, sino la utilidad respecto almantenimiento de la reputacin. Es la razn por la que loscapos de la mafia estn dispuestos a vengarse, no importael costo que tenga la venganza, incluida la propia vida. Unaamenaza es sumamente efectiva cuando, paradjicamente,nunca se lleva a cabo; pero para eso es necesario que losotros agentes sepan que el otro est dispuesto a pagar todoslos costos necesarios para que la venganza sea efectiva. Ylo mismo ocurre con lo contrario, con la colaboracin.Ahora bien, la modificacin de la utilidad estratgica de

    las acciones es relativa a las capacidades de procesamientode relaciones sociales de cada uno de los agentes. Y nuestratesis es que con agentes limitados desde el punto de vistacognitivo, la capacidad de establecimiento de relaciones so-ciales estables probablemente tenga un lmite superior y ha-ya parmetros estables acerca del nmero de componentesde un grupo en el que puede surgir y ser estable un sistemade normas automantenido. En el caso de las comunidadescientficas, esta cuestin es sumamente importante, porqueel sistema es automantenido y autnomo. Si pensamos enun estadio, por ejemplo, el nmero de personas que res-petan ciertas reglas de comportamiento es ilimitadamentealto; pero el sistema de autoridad es externo, quizs deter-minado por la propia estructura arquitectnica del estadio,y aun as, en casos de pnico colectivo, observamos cmoel acuerdo social de las normas se pierde rpidamente.En la ciencia tenemos dos procesos que se han producido

    conjuntamente y que curiosamente abundan en la idea deque los tamaos del grupo son relevantes para el surgimien-to y mantenimiento de las normas. Por una parte, sabemosque el nmero de cientficos ha crecido de manera expo-nencial desde que tenemos datos fidedignos cuantitativos.Por otra parte, los mismos estudiosos, como Solla Price y

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  • D. Crane, han detectado la relativa estabilidad del nmerode participantes en lo que se han llamado colegios invisi-bles, que es el grupo en el que los miembros se reconocencomo pares o reconocen autoridades mutuas, y en el quese llevan a cabo las crticas que contribuyen al desarrollo.Sorprendentemente, estos colegios tienen un nmero simi-lar de individuos independientemente de la disciplina o laespecialidad.Si ponemos en comunicacin ambos datos, vemos que

    presentan cierta forma de inconsistencia. Pero reparemosen que simultneamente la ciencia contempornea ha su-frido un no menor y espectacular proceso de subdivisinen ultraespecialidades. Hay razones internas de especializa-cin que explican esta divisin; pero tambin hay otras queobedecen a esta relativa estabilidad de los grupos. Represesolamente, por citar un ejemplo ms cercano a los filsofos,en la lgica formal. Todava en 1950 algunos filsofos po-dan considerarse simultneamente lgicos en general y fi-lsofos en general. Carnap, por ejemplo. Si pensamos en lasituacin actual de multiplicidad de especialidades lgicas,observamos que ni siquiera los especialistas son capacesde estar al tanto no ya de los desarrollos, sino siquiera delas especialidades relevantes. Un especialista en recursinprobablemente podr citar, pero no estar familiarizado conlos desarrollos en lgica borrosa o en lgicas de la creencia,que, a su vez, pueden ser investigadas simultneamente enespecialidades de tradiciones diferentes como la ingenierarobtica, la inteligencia artificial y la lgica tradicional.Ni siquiera los ms ultrainternalistas defensores de la

    autonoma de la ciencia dejarn de reconocer la existenciade un elemento de contingencia en la deriva de las discipli-nas. A pesar de que los constructivistas siempre puedenencontrarle una explicacin externalista, mi hiptesis esque el mantenimiento de cierta constancia en el tamaode los grupos refleja el precio de la colaboracin cognitiva.

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  • La heterogeneidad en los grupos no es buena ni mala en smisma; sin embargo, unida a sistemas de colaboracin ba-sados en el control mutuo, permite estabilizar esos mismossistemas en agregados tan enormes como los que componenel sistema de la ciencia contempornea. El hecho de que lascomunidades cientficas tiendan a mantener los lazos inter-personales relativamente fuertes, debido a una constanciaen el nmero, hace que puedan sobrellevar los problemasde free-riders, y a mantener altos los estndares de cali-dad epistmica. El crecimiento masivo no ha impedido laestabilizacin de comunidades, refutando a quienes predije-ron el fin de los lazos comunitarios bajo el peso de la masa(Ortega), la dinmica de las relaciones sociales (Marx), laubicuidad del poder (Foucault).En la ciencia, adems de los lazos internos, recordemos

    la condicin anterior, existe la interdependencia entre lascomunidades que refleja la interdependencia de los conte-nidos en los que reside la preservacin de la utilidad. Estasrelaciones intercomunitarias no implican que estemos pos-tulando que los grupos se convierten en individuos, ponien-do en grave riesgo el individualismo metodolgico y conello el naturalismo. No es necesario: se pueden considerarlos grupos como filtros de intereses y niveles de exigen-cia epistmica relativamente estables bajo el intercambio yla renovacin de sus componentes. Los cientficos indivi-duales compiten por conseguir las fuentes de informacinms novedosas y relevantes, compiten por ser escuchados ycompiten porque sus ideas se acepten y difundan entre lascomunidades ms exigentes. Y lo mismo que ocurre con losinvestigadores en fase de produccin madura, ocurre conlos investigadores en formacin. Y los componentes de lascomunidades tienen inters en servir de filtro para escogera los mejores miembros y mantener su estatuto epistmico,imponiendo formas de comportamiento y seleccionando a

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  • quienes tienen la apariencia promisoria de cumplir las nor-mas y estndares de calidad del grupo.No es exclusiva de la ciencia esta doble dinmica. Marcel

    Proust describe en A la bsqueda del tiempo perdido cmolos crculos de la clase alta parisina estaban embarcados enuna dinmica similar para preservar la exquisitez (o cursile-ra, depende de la perspectiva) de su crculo. La diferenciaentre la ciencia y un sistema de clubes como las tertu-lias parisinas es la interdependencia cognitiva de todos losclubes. No es la exquisitez cognitiva de un club lo queimporta, sino el que sus resultados sean tiles para el restode los clubes, slo esta condicin sostiene la estabilidad deuna comunidad. En otro caso se producen dinmicas detensin y divisin. De forma inversa, entre miembros dedistintas comunidades que comparten similares problemase intereses, que a veces son marginales en sus grupos, seproducen fenmenos de convergencia que conducen a nue-vas comunidades. sta es la razn fundamental por la quese producen especialidades a tanta velocidad.Las especialidades no son solamente fruto de especiali-

    zaciones de teoras generales que se aplican a campos dife-rentes, ni de la subdivisin de dominios en subdominios,sino tambin, y a veces es mucho ms importante, sonfruto de la convergencia de campos alejados en esfuerzosde conectar investigaciones. Pinsese en la reciente con-vergencia de neurofisilogos, psiclogos y matemticos decomputacin: la comunidad de intereses personales reflejainterdependencias cognitivas sobre las que descansa, al finy al cabo, el valor de la ciencia como empresa social quepaga el resto de la sociedad.Ntese, para acabar, que esta condicin de tamao de

    grupo y dinmica de comunidades, a diferencia de las dosanteriores, es una condicin emprica, puesto que derivade la comprobacin de nuestras limitaciones como agentescognitivos capaces de cooperacin en ciertas circunstancias.

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  • Pero, por la misma razn, abre un campo de colaboracinentre la sociologa, la psicologa y la epistemologa. La tesisque sostenemos es que la dinmica evolutiva que conduce ala cooperacin es una dinmica que depende de la creacinde medios sociales suficientemente benvolos. Del mismomodo que los psiclogos desarrollan teoras de cmo es po-sible la racionalidad en condiciones de limitaciones cogniti-vas, podemos plantearnos las condiciones de posibilidad dela racionalidad colectiva sin presuponer situaciones idealesde normas preexistentes.

    5. La contingencia del conocimiento en contextoscolectivos

    Nunca se enfatizar con suficiente fuerza la contingenciae historicidad del carcter colectivo actual de ciertas for-mas del conocimiento como las que representa la ciencia.Tienen razn los epistemlogos individualistas cuando sos-pechan que se trata de un resultado marginal de nuestrascapacidades: mientras que la evolucin biolgica nos hadotado de capacidades y virtudes constitutivas, slo la de-riva histrica ha permitido estos acuerdos ms o menosestables que han conducido, en no ms de dos siglos, alfenmeno contemporneo de la ciencia. La extraa mezclade escepticismo organizado y trabajo cognitivo altruista haproducido una amplificacin de los contextos de calidadepistmica que no sabemos si podra haberse producido deotra forma; pero el resultado han sido formas de virtudescognitivas pblicas que hay que aadir a las individuales.Este proceso difiere sutilmente del equilibrio reflexivo am-plio que postulara Rawls como proceso de fundamentacinde las normas. En el proceso de deriva histrico hay ele-mentos cognitivos y reflexivos racionales por parte de losagentes, y hay elementos de seleccin de variaciones queno han sido necesariamente conscientes. Lo que importa es

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  • si los equilibrios resultantes entre los intereses y capacida-des de los agentes son suficientemente fiables respecto alos retos escpticos relevantes. El fiabilismo no exige comocondicin de conocimiento el saber que se sabe. Tampocose exige la completa intencionalidad del proceso; en otrocaso tendramos que eliminar buena parte de nuestras capa-cidades personales. Y lo que es ms importante, tampoco seexige ninguna necesidad lgica o histrica en el desarrollodel conocimiento.

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    Recibido: 18 de febrero de 1999

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  • SUMMARY

    Knowledge becomes social when the cooperation of a communityorganizing the work in a distributed way is necessary in orderto produce it. In this social case the epistemology acquires somespecial characteristics because the epistemic quality must beguaranteed in the framework of a social division of cognitivelabor. The problem is that scientific communities suffer of thesame free-rider problems as other cases of collective action. Inthis context the paper proposes a consensus model based in theidea of a self-maintained social contract.

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