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Entrevista Jiang Quiong Er Por: Florencia Sañudo Fotos: ©Xiang Shia Que el mundo del lujo se exporta a China no es una novedad. Pero que Occidente importe el lujo chino sí lo es. Es el caso de Shang Xia, maison consagrada al ‘arte de vivir’ chino a través de muebles, ropa, accesorios y joyas. Muchos se refieren a ella como “el Hermès chino”, y no es fortuito: la casa de lujo francesa es su principal propie- taria. Instalada en Shanghái en 2008 y en Pekín poco después, desde hace un año se ha asentado en Saint-Germain des Près, París. Entrevista con la diseñadora Jiang Quiong Er, su directora artística. iang Quiong Er anuló nuestra primera cita para esta entrevista un par de horas antes. La razón, supimos luego, era de peso: la ocasión de un encuentro en el palacio del Eliseo con el Presidente francés, François Hollande, y el Presidente chino, Xi Jinping, de visita en París. Una invitación, ella dice, en cali- dad de “madre de una criatura, fruto de los dos paí- ses”. La criatura, por supuesto, es Shang Xia. Jiang Quiong se disculpa profusamente, la proverbial buena educación china. Es delgada como una ramita y su rostro se ilu- mina cuando habla de su camino desde Shanghái hasta la très chic rue de Sèvres. Nacida en una familia de artistas (su abuelo era pintor y su padre, Xing Tong He, fue el arquitecto del museo de Shanghái), de pequeña estudió caligrafía y pintura con los más grandes maestros. Su gusto por la cultura francesa nació muy temprano y ya con su diploma de arquitectura y diseño partió a estudiar en la Escuela de Artes Decorativas de París, un período decisivo y formador de su vida. Al regresar a su país montó su estudio de diseño que rápidamente acaparó clientes como China Telecom y L’Oréal, y diseñó una colección de bancos en porce- lana para Artelano, especialista en muebles design de lujo. Fue entonces que comenzó a germinar en ella la idea de un nuevo lujo chino, inspirado en su tradición artesanal pero adaptado al estilo contemporáneo. Simultáneamente, Hermès China le con- fiaba la concepción de sus vitrinas, un encuentro crucial y un timing perfecto. De este nacería Shang Xia (que significa arriba/ abajo), marca china financiada en un 90% por la casa francesa. ¿Cómo nació Shang Xia? Yo dirigía un estudio de cincuenta personas y Hermès China era uno de nuestros clientes, lo que hizo que yo fuera la primera creadora no francesa en realizar las vitrinas para la marca. Fue entonces que conocí a su presidente, J Patrick Thomas, y a su director artístico, Pierre-Alexis Dumas. Fue el comienzo de nuestra historia, pues compartíamos el mismo sueño –poner en valor la cultura china– y la misma pasión por la excelencia, por las artesanías de alto nivel y por establecer un diálogo entre el artesanado local y el diseño contemporáneo. En realidad, todos mis proyectos anteriores ya estaban en esa línea y a ellos solo les faltaba la persona para cumplir ese sueño. Entonces comenzamos a construir juntos la filosofía y el corazón de los valores para Shang Xia. Ese proyecto se convirtió en mi misión. Shang Xia-Hermès, un matrimonio muy feliz… En efecto. Fue un encuentro muy bello, como un hombre y una mujer que se enamoran. El proyecto Shang Xia fue como un hijo de este encuen- tro, pero no fue planeado anteriormente. No es que yo les ‘vendí’ el proyecto ni ellos a mí. Fue a partir del encuentro humano que decidimos montarlo juntos. Y es cierto, en cierta manera es como un matrimonio muy feliz. Un matrimonio basado en los mismos valores sobre la noción del tiempo, la misma pasión sobre el savoir faire de excelencia… un matrimonio con bases sólidas. Hay pare- jas que al principio viven en una felicidad total, pero con el tiem- po esta se destiñe y luego el amor se termina. Para otras, diez años más tarde el amor es todavía más fuerte y veinte años des- pués lo es aun más. Yo creo que el nuestro va por este camino. En Occidente estamos acostumbrados a asociar el “Made in China” con una industria masiva y barata, Shang Xia es todo lo opuesto. ¿Cómo hará para superar esos estereotipos e impo- nerse en el mercado del lujo occidental? Así como los consu- midores chinos necesitan tiempo para madurar y ser más racio- nales frente a las marcas de lujo occidentales, los clientes occi- dentales también necesitan tiempo para redescubrir China. Ya en nuestros locales de Shanghái y Pekín hemos tenido muchos 3 59 58

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Entrevista

Jiang Quiong ErPor: Florencia Sañudo Fotos: ©Xiang Shia

Que el mundo del lujo se exporta a China no es una novedad.

Pero que Occidente importe el lujo chino sí lo es. Es el caso de Shang Xia, maison consagrada al ‘arte de vivir’ chino a través de muebles,

ropa, accesorios y joyas. Muchos se refieren a ella como “el Hermès chino”, y no es fortuito: la casa de lujo francesa es su principal propie-taria. Instalada en Shanghái en 2008 y en Pekín poco después, desde

hace un año se ha asentado en Saint-Germain des Près, París. Entrevista con la diseñadora Jiang Quiong Er, su directora artística.

iang Quiong Er anuló nuestra primera cita para esta entrevista un par de horas antes. La razón, supimos luego, era de peso: la ocasión de un encuentro en el palacio del Eliseo con el Presidente francés, François Hollande, y el Presidente chino, Xi Jinping, de visita en París. Una invitación, ella dice, en cali-dad de “madre de una criatura, fruto de los dos paí-ses”. La criatura, por supuesto, es Shang Xia.

Jiang Quiong se disculpa profusamente, la proverbial buena educación china. Es delgada como una ramita y su rostro se ilu-mina cuando habla de su camino desde Shanghái hasta la très chic rue de Sèvres. Nacida en una familia de artistas (su abuelo era pintor y su padre, Xing Tong He, fue el arquitecto del museo de Shanghái), de pequeña estudió caligrafía y pintura con los más grandes maestros. Su gusto por la cultura francesa nació muy temprano y ya con su diploma de arquitectura y diseño partió a estudiar en la Escuela de Artes Decorativas de París, un período decisivo y formador de su vida. Al regresar a su país montó su estudio de diseño que rápidamente acaparó clientes como China Telecom y L’Oréal, y diseñó una colección de bancos en porce-lana para Artelano, especialista en muebles design de lujo. Fue entonces que comenzó a germinar en ella la idea de un nuevo lujo chino, inspirado en su tradición artesanal pero adaptado al estilo contemporáneo. Simultáneamente, Hermès China le con-fiaba la concepción de sus vitrinas, un encuentro crucial y un timing perfecto. De este nacería Shang Xia (que significa arriba/abajo), marca china financiada en un 90% por la casa francesa.

¿Cómo nació Shang Xia? Yo dirigía un estudio de cincuenta

personas y Hermès China era uno de nuestros clientes, lo que hizo que yo fuera la primera creadora no francesa en realizar las vitrinas para la marca. Fue entonces que conocí a su presidente,

JPatrick Thomas, y a su director artístico, Pierre-Alexis Dumas. Fue el comienzo de nuestra historia, pues compartíamos el mismo sueño –poner en valor la cultura china– y la misma pasión por la excelencia, por las artesanías de alto nivel y por establecer un diálogo entre el artesanado local y el diseño contemporáneo. En realidad, todos mis proyectos anteriores ya estaban en esa línea y a ellos solo les faltaba la persona para cumplir ese sueño. Entonces comenzamos a construir juntos la filosofía y el corazón de los valores para Shang Xia. Ese proyecto se convirtió en mi misión.

Shang Xia-Hermès, un matrimonio muy feliz… En efecto. Fue

un encuentro muy bello, como un hombre y una mujer que se enamoran. El proyecto Shang Xia fue como un hijo de este encuen-tro, pero no fue planeado anteriormente. No es que yo les ‘vendí’ el proyecto ni ellos a mí. Fue a partir del encuentro humano que decidimos montarlo juntos. Y es cierto, en cierta manera es como un matrimonio muy feliz. Un matrimonio basado en los mismos valores sobre la noción del tiempo, la misma pasión sobre el savoir faire de excelencia… un matrimonio con bases sólidas. Hay pare-jas que al principio viven en una felicidad total, pero con el tiem-po esta se destiñe y luego el amor se termina. Para otras, diez años más tarde el amor es todavía más fuerte y veinte años des-pués lo es aun más. Yo creo que el nuestro va por este camino.

En Occidente estamos acostumbrados a asociar el “Made in

China” con una industria masiva y barata, Shang Xia es todo lo opuesto. ¿Cómo hará para superar esos estereotipos e impo-nerse en el mercado del lujo occidental? Así como los consu-midores chinos necesitan tiempo para madurar y ser más racio-nales frente a las marcas de lujo occidentales, los clientes occi-dentales también necesitan tiempo para redescubrir China. Ya en nuestros locales de Shanghái y Pekín hemos tenido muchos 3

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visitantes europeos y americanos que están encantados de ver esta nueva China y devinieron no solo en nuestros clientes sino en nuestros embajadores. Nosotros no somos una marca que se la juega China para los extranjeros, es una casa auténti-ca basada sobre una verdadera cultura china, pero moderna. No hacemos ‘chinoiseries’: ni pagodas, ni dragones en azul, ni peo-nías, nada de eso. La verdadera cultura china está en la propor-ción de los muebles, en las materias, en las terminaciones, en el tacto. Lo que buscamos es hacer bellos objetos que puedan transmitirse de generación en generación, que sean una cone-xión entre lo viejo y lo nuevo en un estilo intemporal que China ya tuvo y que perdió en el siglo pasado.

¿Por qué? China tiene una herencia artesanal de miles de años pero en los últimos cien años fue interrumpida muchas veces. Pasamos por conflictos internos, por la guerra contra los japone-ses y, sobre todo, por la Revolución Cultural, durante la cual muchos metiers desaparecieron. Esto afectó no solo a las artesa-nías sino a todas las artes. Mis padres, por ejemplo, que son arqui-tectos, fueron enviados al campo a trabajar como agricultores; otros, a fábricas. La ideología oficial era que todos debían ser obre-ros o campesinos. Así mucha gente perdió años de su vida. Estos últimos treinta años los dedicamos a reencontrar nuestro equili-brio, a salir de la pobreza. Ahora que la situación es próspera nos interesamos en nuestras raíces culturales. Pero si no nos activa-mos, si no traducimos todo ese savoir faire en un diseño y fun-ción que corresponde a la vida de hoy, este va a desaparecer. Por

eso, si nuestra generación no se ocupa de transmitirlo a la siguien-te, dentro de veinte años no habrá nada, porque los maestros, que tienen la edad de nuestros padres o de nuestros abuelos, van a morir. Creo que la generación que nació en los años 60, 70, 80, tiene la misión de ser un puente, antes de que sea muy tarde…

Es sabido que la clase pudiente china tienen una particular

fascinación por todas las marcas que vienen de Occidente, por sus símbolos de estatus. ¿Cómo reacciona ante el lujo made in China? Es cierto y es muy triste, pues la mayoría de esas marcas encarnan supuestamente el lujo y en realidad son masivas, son objetos artificiales y transitorios que se nos imponen. La verda-dera calidad de las prendas o los objetos hechos a mano no está ligada a una marca sino que se manifiesta cuando este objeto toca tu corazón. En China abrimos nuestra primera tienda en 2009 en Shanghái y a partir de 2012 en Pekín. El ochenta por ciento de los clientes son de China Continental, es decir de verdaderos chinos. Para nosotros es un signo fuerte: somos una marca china que los chinos comprenden, aceptan y aman. Cada vez más la clientela nacional busca la excelencia de la artesanía, los mejo-res materiales y el diseño contemporáneo, y sobre todo volver a nuestras raíces culturales en lugar de calcar de otras, y deviene en más madura y racional. Dicho esto, hay gente que llora al ver ciertas piezas porque les llegan a su corazón.

¿Cómo definiría el art de vivre chino contemporáneo? ¿En

qué se diferencia del occidental? Nuestras filosofías son muy

“Así como los consumidores chinos necesitan tiempo para madurar y ser más racionales frente a las mar-cas de lujo occidentales, los clientes occidentales tam-bién necesitan tiempo para redescubrir China”, dice Jiang Quiong Er.

Pañuelo Tótem rojo.

Dragón, ser-vicio de té en porcelana. azul.

Qiao, servicio de té en pocelana y bambú.

Zapatos Satis.

Rocking chair Da Tian en nogal y cuero.

Retrato de Jiang Quiong Er.

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lento. Pero en Europa el viaje es más importante que el destino, esa es una gran diferencia; mientras que la China es muy pragmá-tica. Yo encontré el equilibrio para vivir entre los dos países, las dos culturas, tomando lo mejor de cada una.

Cuando se le pregunta sobre su vida privada, Jiang, 36 años,

desgrana las informaciones con discreción y parsimonia. Su marido, Guillaume Brochard, dirige Qeelin, la primera marca de alta joyería china. Sus hijos se llaman Lô, un varón de 3 años y medio, y Fei, una niña de 20 meses. Pero cuando se trata de describir los objetos que pueblan la tienda, es imparable. Al describir el trabajo meticuloso que exigen las vasijas en porce-lana ‘cáscara de huevo’, con su sonido perfecto, que debe pulir-se cien veces para que los 2 mm de espesor se reduzcan a 1 mm. De la colección de muebles Da Tian Di, inspirada en el esti-

diferentes. La filosofía occidental es blanco o negro, sí o no, a o b, es decir ‘o’; en China es el ‘y’ que prima. Por eso en nuestra pintura de tinta predominan los grises, porque en la vida hay solo grises, podemos encontrar un equilibrio entre tu y yo, ries-go y oportunidad van siempre juntos, todo depende de cómo los enfrentemos. A diferencia del art de vivre francés y occidental en general, que reposa sobre la autoridad del hombre sobre la naturaleza, para nosotros, los asiáticos, los dos son uno. Es a la vez sofisticado y muy minimalista, profundo y simple, esplén-dido y zen. Hombre y naturaleza aspiran a la osmosis. Por eso los cortes de la ropa de Shang Xia son siempre holgados, relax, ele-gantes, sin perder ni su femineidad ni su masculinidad. Los occi-dentales refuerzan la silueta, nosotros la suavizamos. En los obje-tos de la casa, la decoración no debe imponerse, sino integrarse. La verdadera cultura china está en la proporción de los muebles, en las materias, en las terminaciones, en el tacto.

Después de haber vivido en Francia, ¿cuales son los aspectos

de la cultura europea que asimiló? ¿Qué es lo que le gusta, qué aprendió de ella y qué le aporta? Cada cultura tiene sus ventajas y límites muy marcados. Yo vine a Francia para hacer un posgra-do en Artes Decorativas. En China el sistema educativo es muy técnico y repetitivo. En Francia descubrí la libertad de espíritu. El sistema chino es eficaz, se avanza rápido, en Francia todo va más

“En Europa el viaje es más importante que el destino, esa es una gran diferencia; mientras que la China es muy pragmáti-ca. Yo encontré el equilibrio para vivir entre los dos países”.

Modelo Eclosión en cachemira

Colección escultura en fieltro de cache-mira.

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lo Ming, cada una de cuyas piezas exige seis meses de traba-jo, ensamblados perfectamente con muescas y espigas, que resultan invisibles luego de que se los lustra miles de veces. Del servicio de té creado con una técnica que une la porcelana blan-ca con bambú, formando un único material mixto. De las cha-quetas en fieltro de cachemira, en una sola pieza, moldeada pero sin costuras. De los adorables cuadernos divididos en cua-tro estaciones, cada una anunciada en caligrafía china antigua… ¿Los precios? Caros, muy caros (4.000 euros por el servicio de té, otro tanto por la chaqueta en fieltro de cachemira)… pero a Jiang no le gusta hablar de lujo, prefiere decir calidad. Y la cali-dad exige tiempo. Y el tiempo… es para ella el único lujo.

¿ Qué es lo que más le gusta de su trabajo? Me gusta todo por-

que se trata de algo que nunca fue hecho antes, somos los pri-meros. Quizás porque este tipo de proyecto no es fácil y exige mucha paciencia: no es porque se tenga un idea, dinero o las ganas que puedes llevarlo a buen puerto. Para mí y mis colegas de mi equipo es como una misión. Por eso me gusta todo, encon-trar al artesano ideal, diseñar, crear exposiciones, videos, imá-genes, el website, la decoración de las tiendas… Es un desafío muy excitante.

¿Cómo encuentra a los mejores artesanos en un territorio tan

inmenso como es la China? Coche, tren, avión, barco a motor… todos los medios son buenos para llegar al perfecto tallador de jade, al tejedor de bambú o al productor de lana de yak. La bús-queda es permanente. El savoir faire siempre me apasionó, tanto para mis colecciones o cuando trabajaba para otras marcas, pero Shang Xia me permite ir más lejos en mi búsqueda. Trabajamos con una veintena de profesiones diferentes: el tejido de bambú, las maderas preciosas, el trabajo del jade, el tejido de lana de yak de Tíbet, el fieltro de cachemira de Mongolia… Nuestros equipos hacen constantemente búsquedas sobre el savoir faire aún pre-sente entre ciertas minorías y pasamos mucho tiempo acompa-ñando a los artesanos a formar aprendices para que continúen

su tarea. Es importante que cada artesano permanezca en su marco de vida, por eso a veces tuvimos que ayudarles a organi-zar su estructura de trabajo. Por ejemplo, ¿para qué sirve fabri-car durante un año un objeto extraordinario como un elefante en tejido de bambú de más de dos metros de alto? Por supuesto que provoca admiración, pero no una necesidad. Hoy producen objetos útiles, ciertamente para clientes afortunados, en canti-dad limitada pero regular. Además creé un comité de expertos en distintos ámbitos –bronces, porcelana, textiles, etc.–, y el experto en cada área no solamente nos acompaña en el redescu-brimiento de la cultura y de la historia, sino que nos da cursos y conferencias, como un profesor. ¡Hay tanto para aprender!

¿Cómo le gustaría ver crecer a su marca? Estamos aún en un

período de construcción. Eso no quiere decir que no avanzamos, pero en lugar de correr, caminamos. Construir una marca basa-da en cinco mil años de historia no es fácil. Mi sueño es que Shang Xia exista dentro de doscientos años, que se siga desarrollando en manos de nuestros hijos y de nuestros nietos. Pero para cons-truir una torre de cien pisos hay que cavar cien metros bajo tie-rra a fin de darle una base sólida. Todo el mundo quiere ir rápi-do para ganar mucho y ya mismo. Nosotros apostamos a otra cosa. No es un proyecto masivo. Los proyectos masivos son los que no disponen de tiempo. Para un proyecto de alta gama, de calidad, es obligatorio tomar su tiempo.

Arriba, tienda Shang Xia París Abajo: Colección Escultura en fieltro de Cachemire

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