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Entrevista a Eric Sardinas realizada por Charly Hernández para El PaísTRANSCRIPT
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El salvaje y árido slide de Eric Sardinas Por: Fernando Navarro
26 OCT 2011
Texto: Charly Hernández.
La sombra de un sombrero tejano tapa los desafiantes y oscuros ojos de
Eric Sardinas (Florida, 1970). De mentón perfilado y serio semblante, arrecia su propio temporal cuando sus botas hacen crujir el entarimado
del escenario armado con un dobro Washburn ES20-CEB sacado de la
época más madmaxiana.
Pese a su escasa discografía (cuenta con cinco álbumes oficiales) ya ha logrado ser una leyenda del blues, aunque no pertenezca a la escuela
ortodoxa de Robert Johnson, la cual cuenta con aventajados y
eléctricos alumnos tales como Muddy Waters, Buddy Guy, B.B. King,
Lightin Hopkins o Howlin’ Wolf. No obstante continúa la estela de -entre otros muchos- Johnny Winter, Stevie Ray Vaughan, Rory
Gallagher y Gary Moore. Tal vez John Mayall no fuese mentor directo,
pero quien tuvo retuvo. Además, lo curioso es que al igual que Mark
Knopfler, Sardinas nació siendo zurdo pero toca como un guitarrista diestro, lo que convierte su técnica en un virtuosismo aprendido de oídas más atractivo en directo que en disco.
Era 1999 cuando el
encuerado guitarrista
empezaba a despuntar
La Ruta Norteamericana se detiene hoy en “Parada para repostar”, la
sección en la que otros autores escriben sobre música estadounidense. El blog tiene el placer de contar con un gran artículo-entrevista sobre Eric
Sardinas de Charly Hernández, colaborador de diversos medios
musicales. Disfrutad del salvaje y árido slide del músico de Florida.
Canción: The Devil Comes Back to Georgia. Autor: Mark O'Connor junto a
Marty Stuart y Johnny Cash versionando a Charlie Daniels. Año: 1992. Sello:
Warner. Canción pinchada por José María Moriñigo.
Participa en "La canción del Jukebox" 'pinchando' una canción. Manda tu
selección de música norteamericana con el enlace de Youtube o Vimeo a la
dirección [email protected] e indica tu nombre. Tu canción
sonará durante una semana en este Jukebox digital.
Viaja por el pasado, el presente y el futuro de la música popular
norteamericana. Disfruta del rock, pop, soul, folk, country, blues, jazz... Un
recorrido sonoro con el propósito de compartir la música que nos emociona.
Fernando Navarro
Periodista e historiador, Fernando Navarro es
redactor del diario El País. Colabora
habitualmente en el suplemento cultural
Babelia y las revistas Ruta 66, Rolling Stone,
Efe Eme y Ritmos del Mundo.
Listas de reproducción temáticas de La Ruta
Norteamericana. Música para mover las caderas,
engancharse al soul, desmelenarse con guitarras o
soñar despierto.
¡Escucha nuestra lista!
Fernando Navarro
SOBRE EL BLOG
SOBRE EL AUTOR
LA CANCIÓN DEL JUKEBOX
SPOTIFY
ESKUP
entre el selecto club
de amos y señores del blues tras haberse
pelado los pies en las
esquinas, tocando por
unos pocos dólares callejeros. Su impronta
no dejaba indiferente
a aquellos que lo
veían por primera vez. Allí, sobre el escenario y bajo los focos, un
hombre desconocido
para muchos hacía slide con una botella
de cerveza. Su voz
rasgada era el legado
de Winter y sus
espectaculares
movimientos machacaban a cualquier bluesman apático. Era incendiario y puro show. Ya por entonces aparecía en el mercado su primer plástico, editado por Evidence Records y bautizado como Treat me right. Aquella
primera entrega era una muestra de actitud frente a lo que todavía estaba por venir. Catorce balazos de blues-rock donde la metralla llevaba por
título “My baby’s got something”, “Sweetwater blues”, “Murdering blues”, “Low down love”… junto a “Tired of trying”, ¡mano a mano con el demonio blanco! Eso sin olvidar la versión de “Rollin’ and tumblin”. Demasiado para
los mortales.
Con aquel primer golpe prometedor tenía que seguir algo bueno después. Pero tuvieron que pasar dos años para que Devil’s train figurara como
segundo asalto. Aunque entrando en el nuevo milenio apareció Angel
face, un EP que sirvió de refuerzo para unos cimientos que comenzaban a fortalecerse sobre sus bases. Ya en 2001, la continuación de Treat me
right seguía por los derroteros anteriores, aunque quizá ya andaba más cercano al blues tejano por lo que dejan entrever los cortes “Texola”, “Gambling man blues” (a dúo con Honeyboy Edwards) y “Country mile”. La punzante gama eléctrica de su dobro seguía siendo la firma de todos los cortes, en especial de “My kind of woman”. Pero por primera vez
bajaba el ritmo y suavizaba la voz cuando el minutaje moría entre el silencio de los acordes que “8 goin’ south” terminaba por apagar.
¿Era Black pearls un hijo bastardo del hard-rock más light y de un emborronado blues? Posiblemente. Parte de culpa (para bien o para mal,
según se mire) puede tenerla el productor Eddie Kramer debido a que
dejó un sonido demasiado limpio. Una producción que no le hacía justicia a “Sorrow’s kitchen”, una buena canción que se quedó en un intento pop.
Si hay que nombrar un salvavidas para que el resto del track-list pudiera
mantenerse a flote ese era “Four roses”, pese a que el exceso de
guitarras (como en casi en la totalidad del long-play, exactamente en
“Flames of love”) eclipsara al característico slide que hacía sonar a través del dobro. Pero antes de que saltaran algunas alarmas, Eric Sardinas
dejaba atrás el año 2003 de Black pearls para tomarse un tiempo.
«La clave de la humildad y de la integridad de la música están ahí, eso en primer lugar. Pero el enfoque de lo que quieres hacer no tiene por
qué ir a ningún lado, procurando mantenerse hasta la mitad de lo que se puede hacer. Tienes que tenerlo claro a la hora de manipular y
crear lo que se tiene en la cabeza, pues el propio estudio puede
robarte esa magia. No lo olvides, amigo: honestidad e integridad. Si
eso está “ahí”, su destreza podrá volar y sortear a la pureza. Por ese motivo toco así en directo, porque refleja este enfoque del que te hablo. ¡Es la única manera de conectar con todos los presentes!»
Cinco años después de aquel ‘susto’, Sardinas formaba la que es hasta el
día de hoy su actual banda de acompañamiento, Big Motor. De hecho el
siguiente largo no iba a tener nada que ver demasiado con lo
anteriormente publicado. En primer lugar porque fichaba por Favored
Nations, sello del mismísimo Steve Vai. Y segundo porque volvía a las raíces junto a una banda con nombre propio y teniendo a Matt Gruber
en la producción. Este trabajo homónimo era un guiño (a su manera) al gospel, al rock and roll, rythm & blues y, como no, al blues. “Gone to
Memphis” sorprendía gratamente a la audición, pues era algo distinto. Contenía unos coros femeninos muy claros y llevaba por una senda más calmada. Seguía el rastro de pasos “Burning love”, excelente homenaje a
Elvis Presley que no estaba solo dentro del catálogo de covers, ya que
la sombra de Tony Joe White se hacía presente con “As the crow flies”. Acabando con la cultura
Actitud Country
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«Estando en el estudio no creo que la magia se rompa en pedazos,
pero si se rompe siempre se puede volver a juntar de nuevo. ¿Y sabes por qué? Porque podemos».
En el presente año presenta Sticks
and stones, el cual se convierte en el
primer álbum que sale bajo Provogue Records, dejando atrás la vida con Favored Nations. Métodos algo anárquicos para dejar crecer todas y cada una de las piezas de este último trabajo. Once cortes que sudan y
rezuman rock and roll de carretera y
blues del Delta del Mississippí a partes iguales pero conviviendo bajo
el mismo patrón. “Road to ruin” y
“Cherry wine” ejercen como maestras de ceremonia abriendo el LP en
todo su espectro eléctrico, donde “County line”, con el traqueteo
ferroviario, determina el límite de a la hora de bajar el ritmo. Y francamente, es un trabajo que entretiene y se hace gustar, pero sin
llegar a ser un hito. “Behind the 8” tiene mucho del Johnny Winter de los
ochenta, cuando el albino publicó los majestuosos Guitar slinger (1984) y
Third degree (1986). En cambio se prodiga Eric Sardinas con la voz y el
dobro como único instrumento en “Ratchet blues”. Es ahí, cuando Sticks
and stones pierde fuerza hasta terminar varado en la balada crepuscular
titulada “Too many ghost”. Pero al fin y al cabo Eric Sardinas había encontrado su hogar y a su familia tras haber estado en distintas casas
de acogida donde no terminaba de encontrar el mojo necesario.
«El productor Matt Gruber y yo tratamos de trabajar muy bien esa
característica de libertad. Todo es cuestión de ver la energía después de su integridad. Su relación con la música y la visión pone de manifiesto momentos de orgánica magia. Se siente y sabe a dónde se dirigen las canciones, así que sin pensar en la energía se centra en dejar ir el momento y que las canciones nos llevaran por su camino».
Recientemente y como viene siendo prácticamente una tradición, se dejó caer por diversas salas de este bendito país; La Faktoría en Terrasa, Live en Madrid, Jimmy Jazz en Vitoria o dentro del Serie Z Festival en Jerez,
todo ello para presentar Sticks and stones, el último latigazo donde vuelve a estar acompañado de Big Motor, la que ya es su banda de escuderos oficial, formando de este modo un trío soberbio compuesto de bajo, guitarra y batería que –como antes se ha mentado- es el verdadero motor
de la máquina en los recitales (si es que les puede llamar así) en vivo.
«Siempre me ha gustado la claridad y la pureza, la energía que ofrece la formación en trío. Hay una realidad y honestidad con la que conectar en ese sentido. Tengo un romance con la profundidad;
consiste en dejar la música en el esqueleto para tocarla en vivo. Siento la música como algo muy mío, como el respirar, tío. No hay que olvidar que debe de mantenerse el fuego primigenio de la sinceridad
musical con mensajes ardientes. Me siento en el límite cuando despojo a la música de su esencia».
Pero antes de dar por finiquitado el texto conviene repasar nombre por
nombre para saber quienes están tras Big Motor. Levell Price (bajo) y
Chris Frazier (batería) son los dos hombres de confianza con los que cuenta Eric Sardinas. Chris Frazier ya venía de lejos, acreditado en como baterista en Black pearls no continuaría con su puesto en Eric Sardinas
and Big Motor por no poder compaginar su agenda entre Sardinas y
Steve Vai. Su lugar lo ocuparía Patrick Caccia, pero no por mucho
tiempo, pues Frazier volvía sentarse al timón del motor siendo la mano derecha de Eric.
«He hecho mucha música junto a Chris; dos giras por todo el mundo y trabajos en el estudio. Nuestra historia y química musical es muy fuerte. Con Chris y Levell juntos me siento en familia. Se crea una
energía muy hermosa. Por supuesto que Patrick forma parte de esa familia y también ocupa una parte de mi corazón, tanto en lo musical como en lo personal. Él ahora está trabajando duro con su música, siempre lo ha deseado así».
Pero el fantasma de la suspicacia sobrevuela cuando coinciden dos
datos: que Eric Sardinas dejara el sello de su amigo Steve Vai. Y que
Chris Frazier (batería de Steve Vai) se fuese con Sardinas en esta nueva andadura. ¿Esto es por algún tipo de trato o venganza?
Ala Oeste
Antes ciego que sordo
Aquella extraña canción
Autobús Mágico
Cielo Vacío
Corazón de Rock'n'Roll De Serchers
Dedos Pegajosos
El Callejón del hambre
El Descodificador
El Detonador
El Mundano
El rincón de Javier Márquez
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Héctor G. Barnes
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Jazz y otras hierbas
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Hay 4 Comentarios
Lo bueno de Eric Sardinas pueden ser sus discos pero sin duda lo mejor es su
directo.
Publicado por: C | 26/10/2011 12:44:18
Hola, Buen articulo si señor, yo la verdad es que sabia mas bien poco una canción o dos, pero prometo desde ahora descubrir mas y mejor su obra, gracias por esta
magnifica aportación. Salud.
Publicado por: Chema | 26/10/2011 12:15:06
El slide de Sardinas se mueve eléctrico en sus dedos sobre las acústicas resonadoras, rápidos, sin titubeos. Bajo la cortina de sudor de sus conciertos se convierte el blues en rock duro y el rock duro en puro blues del Delta. Magnífico, innovador. La primera vez que le escuché me quedé estupefacto, al igual que cuando descubrí a Seasick Steve. Alegría para el alma. Salud.
Publicado por: Reblues | 26/10/2011 11:44:12
Cuando escuché por primera vez el "Treat me right" parecía como si toda esa energía que llega a la guitarra a través de los cables y que descarga en un torrente de blues asalvajado entrara por mis oídos y me poseyera. Aun hoy, cada vez que la vuelvo a escuchar, recargo las pilas.
Publicado por: Javi | 26/10/2011 11:07:28
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«No puedo evitar sonreír ante esa pregunta, tío. Justamente he estado en casa de Steve hace una semana. Estamos muy cerca,
siempre en contacto el uno con el otro. Nos une una pasión inquebrantable: la música. Todos nosotros somos una familia. Es más ¡funcionamos como una familia! Nos tenemos un profundo respeto».
Pues que así sea y sigan manteniéndose unidos. No sólo el propio Eric Sardinas con Steve Vai, sino que el gran motor no se quede en punto
muerto en mitad de la ruta trazada. Se avecinan torrentes de slide y voz
arenosa en los próximos años para sacudir los estertores de la historia de la música. Liberado el blues de toda la paja y hojarasca, para al final
simplificarlo, se llega a la conclusión de que no es más que un par o tres acordes. Pero amigos, esto es como el buen sexo; algo tan simple hay
que saber hacerlo bien para introducirlo en el interior del cuerpo (propio y
ajeno) y alcanzar así el clímax. Simple, sí, pero no sencillo.
Texto: Charly Hernández, periodista musical que ha colaborado (y
colabora) en medios como Efe Eme, Mariskal Rock, Paisajes Eléctricos, Mondo Sonoro, Cambio 16 o Popular 1. Ha trabajado en algún que otro
documental. Por su pluma han pasado personajes que van desde Johnny
Winter, Andrés Calamaro, Eric Burdon, Miguel Ríos o John Mayall.
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