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Ginés Martínez de Aranda (c. 1600) en su manus- crito de cantería denomina «caracol de dos subidas» a aquellas parejas de escaleras de traza circular que, inscritas en una misma caja, ascienden entrelazadas desde un arranque a la misma cota. Se trata, por lo tanto, de dos caracoles iguales, girados 180 grados, con circulaciones, entradas y salidas diferentes y que comparten el mismo cilindro contenedor. En nuestra comunicación hemos adoptado, desde un punto de vista más amplio, el término «caracol de varias subidas» a los casos en que nos encontramos un grupo de escaleras de caracol (no necesariamen- te dos como en la definición de Aranda) que com- parten el eje y la caja perimetral y también a los que discurren por cilindros coaxiales, es decir, aquellos en que una escalera de mayor diámetro envuelve a un caracol interior. Para este último caso Vandelvi- ra reserva la denominación de «caracol de empera- dores». Los primeros dibujos que conocemos sobre estos tipos de escaleras se encuentran en el manuscrito B de Leonardo da Vinci realizado alrededor de 1490 y depositado en la Biblioteca de l’Institut de France. En el folio 47r podemos observar un dibujo en pers- pectiva aérea y una planta que nos muestra una torre de planta cuadrada que alberga cinco escaleras de tramos rectos. A cuatro de ellas se accede por las cuatro esquinas de la torre y se desarrollan entre la caja exterior e interior de la construcción. Se trata de la misma escalera que se va copiando en cada uno de los lienzos de la muralla de la torre. Por último la caja interior alberga una quinta escalera de cuatro tramos rectos y hueco central (figura 1). Entre el utilitarismo y la escenografía: el caracol de varias subidas en la arquitectura española Alberto Sanjurjo Álvarez Figura 1 Escalera de varias subidas de planta cuadrada. Una discurre por el interior y otras cuatro por el exterior. Dibujo de Leo- nardo Da Vinci (c. 1490, 47r)

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Ginés Martínez de Aranda (c. 1600) en su manus-crito de cantería denomina «caracol de dos subidas»a aquellas parejas de escaleras de traza circular que,inscritas en una misma caja, ascienden entrelazadasdesde un arranque a la misma cota. Se trata, por lotanto, de dos caracoles iguales, girados 180 grados,con circulaciones, entradas y salidas diferentes yque comparten el mismo cilindro contenedor. Ennuestra comunicación hemos adoptado, desde unpunto de vista más amplio, el término «caracol devarias subidas» a los casos en que nos encontramosun grupo de escaleras de caracol (no necesariamen-te dos como en la definición de Aranda) que com-parten el eje y la caja perimetral y también a los quediscurren por cilindros coaxiales, es decir, aquellosen que una escalera de mayor diámetro envuelve aun caracol interior. Para este último caso Vandelvi-ra reserva la denominación de «caracol de empera-dores».

Los primeros dibujos que conocemos sobre estostipos de escaleras se encuentran en el manuscrito Bde Leonardo da Vinci realizado alrededor de 1490 ydepositado en la Biblioteca de l’Institut de France.En el folio 47r podemos observar un dibujo en pers-pectiva aérea y una planta que nos muestra una torrede planta cuadrada que alberga cinco escaleras detramos rectos. A cuatro de ellas se accede por lascuatro esquinas de la torre y se desarrollan entre lacaja exterior e interior de la construcción. Se trata dela misma escalera que se va copiando en cada uno delos lienzos de la muralla de la torre. Por último la

caja interior alberga una quinta escalera de cuatrotramos rectos y hueco central (figura 1).

Entre el utilitarismo y la escenografía: el caracol de variassubidas en la arquitectura española

Alberto Sanjurjo Álvarez

Figura 1Escalera de varias subidas de planta cuadrada. Una discurrepor el interior y otras cuatro por el exterior. Dibujo de Leo-nardo Da Vinci (c. 1490, 47r)

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Texto escrito a máquina
Actas del Sexto Congreso Nacional de Historia de la Construcción, Valencia, 21-24 octubre 2009, eds. S. Huerta, R. Marín, R. Soler, A. Zaragozá. Madrid: Instituto Juan de Herrera, 2009

Peladán (1910, 30) recuerda la bondad de estas es-caleras que permiten su uso diferenciado y su inde-pendencia física, factor este importante en la defensade los edificios, pues evita que los asaltantes, al to-mar la escalera, puedan entrar en todas las dependen-cias del castillo o palacio. Es evidente que estos te-mas preocuparon a Leonardo, pues ensayó diferentesdiseños de escaleras múltiples en una sola caja, conel objeto de discriminar y diferenciar su uso, posible-mente para la arquitectura militar. En el folio 68v delcitado manuscrito representa dos escaleras de tramosrectos que se cruzan utilizando una misma caja, queWitheley (1993, 2) denomina como X-tipe. En el fo-lio 69r junto a una vista de una fortaleza dibuja dosescaleras entrelazadas alrededor de un machón cen-tral (figura 2). Estos dibujos son los que han induci-do a algunos autores a sostener la tesis de que la au-toría intelectual de la conocida escalera central delChateau de Chambord ejecutada en el siglo XVI sedebe a Leonardo Da Vinci. (Guillaume 1985, 33–34,Pérouse 1985, 86).

Estos autores sostienen que no había precedentesanteriores a los dibujos de Leonardo de este tipo deescaleras representativas, al considerar que los ejem-plos de escaleras tardomedievales, de pequeñas di-mensiones, respondían a intenciones exclusivamente

utilitarias muy alejadas de los planteamientos de di-seño de escaleras principales como la de Chambord.

LOS CARACOLES DE DOS SUBIDAS TARDOMEDIEVALES

Los primeros ejemplos tardogóticos tienen una seriede rasgos comunes como son sus reducidas dimen-siones y el interpretar un papel menor en la compo-sición del edificio. Pero presentan una gran ventaja,que es su gran practicidad y la posibilidad que per-miten de establecer dos circulaciones separadas enun mínimo espacio (Witheley 1993). Este tipo de es-caleras fueron utilizadas, fundamentalmente en el si-glo XIV, tanto en la arquitectura religiosa como enla civil.

El colegio de las Bernardinas de Paris, reconstrui-do parcialmente a partir de 1336, poseía un caracolde dos subidas con doble machón inscrito en una cajacon planta en forma de un falso óvalo. Esta escalera,recogida por Viollet en su diccionario (1854, t. V,306–307) a partir de la descripción de Sauval (1724,l. IV, t. I, 435), fue demolida en el siglo XIX. Peroconocemos más ejemplos insertos en arquitecturasreligiosas, como es el caso de la escalera de la Collé-giale Saint-Pierre en La Romieu o la de la Catedralde San Vito en Praga, ambas del siglo XIV. Losejemplos más notables en la arquitectura civil se en-cuentran en el Chateau de Saumur, en la tour SaintNicolas en la Rochelle y en el Grand Chatelet de Pa-ris, todas francesas y todas ejecutadas en el sigloXIV (Whiteley 1993).

La escalera de la torre oeste de la iglesia de St.Editha en Tamworth, construida en el siglo XV, es elúnico ejemplo conocido en Inglaterra. Se trata de un«husillo de dos subidas» como lo bautizará más tardeMartínez de Aranda. El primero, accediendo desde elexterior, sube hasta la cubierta de la torre y da accesotambién, en un primer nivel, a una habitación situadaen la parte opuesta de la misma fachada de la torre.El otro caracol, al que se ingresa por el interior de laiglesia, sirve de acceso al campanario, a la sala decampanas y a dos salas ubicadas en el lado opuestode la torre. Al contrario de lo habitual, no encontra-mos en este caso una justificación suficiente para laseparación de las dos circulaciones. En la mayoría delos ejemplos tardomedievales se puede identificarclaramente una organización en las circulacionesademás de la función de cada escalera. En los casos

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Figura 2Estudio de dos caracoles entrelazados, posiblemente, parauna fortaleza. Dibujo de Leonardo Da Vinci (c. 1490, 69r)

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de La Rochelle y Saumur los papeles están nítida-mente diferenciados entre una circulación relaciona-da con la actividad defensiva y militar y otra destina-da al uso residencial. En los edificios religiosos laseparación de usos entre escaleras también era paten-te, por ejemplo, en el colegio de las Bernardinas deParis, una escalera que partía de la sacristía servía alas partes altas de la iglesia y la otra, comunicaba di-rectamente los dormitorios del colegio con el coro(Whiteley 1993).

Esta organización de circulaciones podía perseguirdiferentes objetivos. Fray Lorenzo de San Nicolás(1633, t. I, 119v) atribuye esta división, por medio dedos escaleras, al debido decoro y decencia, al esta-blecerse un itinerario separado para hombres y otropara mujeres. Delorme (1567, 122) se centra en lasgrandes mansiones y palacios y la encuentra benefi-ciosa pues permite tener más espacio y desahogopara la gran multitud de personas que subirán y baja-rán por ellas. En cualquier caso parece que se buscancriterios exclusivamente funcionales para organizarestas circulaciones separadas.

Recientemente hemos encontrado un caracol dehusillo doble en la cabecera de la Catedral Vieja deSalamanca. Se trata de una escalera levógira, con undiámetro de caja de 224 cm (8 pies castellanos), unmachón central con un diámetro de 28 cm (1 pie) y,por lo tanto, un paso de 98 cm (tres pies y medio).Las tabicas de los peldaños tienen una altura de23 cm (10 pulgadas castellanas). Su superficie de in-tradós no está labrada formando un helicoide, sinoque es fruto de la colocación de las piezas de peldañoprismáticas, lo que produce una superficie inferiorescalonada. Hemos comprobado que los bloques depeldaño están partidos en dos piezas coincidiendo, enalgunos casos, con el eje del machón central, y, enotros, con la intersección entre machón y peldaño.Estas particiones se encuentran tanto en las piezasdel caracol visitable, como en las piezas del caracoloculto que sirve de intradós. A día de hoy, dado elestado de la escalera, no hemos podido encontrar laentrada y salida del segundo caracol, por lo que semantiene la duda si será una construcción caprichosasin aprovechamiento funcional o si, por el contrario,

Entre el utilitarismo y la escenografía: el caracol de varias subidas en la arquitectura española 1319

Figura 3Izquierda. Planta de la Catedral de Salamanca. (Street 1926, L IV). Derecha. Caracol doble en la cabecera de la CatedralVieja. S. XII. Fotografía del autor

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esta segunda escalera tiene un acceso y una salidaque le confiere una utilidad prácticamente segura enuna construcción del siglo XII. De ser así estaríamosante el caracol doble conocido más antiguo de Euro-pa (figura 3).

EL CARACOL DE VARIAS SUBIDAS EN EL SIGLO XVI

El utilitarismo que caracterizó a los caracoles de dossubidas medievales dejará poco a poco el lugar a rea-lizaciones más importantes ejecutadas por maestrosde prestigio, que buscan además la singularidad ensus obras.

En el siglo XVI se realiza el doble caracol de la fa-chada de la Catedral de Rodez en el sur de Francia,la conocida doble rampa para acceder al pozo de Or-vieto obra de Sangallo y la más conocida y citada es-calera central del Chateau de Chambord.

El modelo llegó también en este siglo a Méxicodonde, de la mano del maestro Toribio de Alcaraz, seconstruyó un caracol de dos subidas en la torre de laCatedral inacabada de Pátzcuaro (Gómez Martínez1996, 244) (Bérchez 2003, 224) (Chanfón 1986, 61).

Estas realizaciones contribuyen a que en tratados ycolecciones de dibujos de autores de la talla de Palla-dio, Vignola o Du Cerceau aparezcan estos tipos deescaleras.

Ignacio Danti publica en 1583 con sus propios co-mentarios le due regole della prospettiva pratica deVignola, diez años después de la muerte de este. Enlos últimos folios, casi a modo de corolario, dibuja yexplica la «Scale à lumaca doppie». Presenta dos ver-siones: la primera, similar, según él, al pozo de Orvie-to, se apoya por el interior en una caja cilíndrica conhuecos a modo de ventanas. Al describir la escalera,recalca que no hay ejemplo alguno en la antigüedadde este tipo de escaleras. Cita también la escalera deChambord de la que dice que está formada por cuatroescaleras todas abiertas, posiblemente influido por eldibujo de Palladio de 1570. La segunda versión con-siste en una escalera doble sin apoyo central alguno.En el lenguaje de Martínez de Aranda se trataría deun «caracol de Mallorca de dos subidas» (figura 4).

En su descripción añade unas recomendacionesbasadas en el diseño de unas piezas para la realiza-ción de un modelo en madera, de una escalera de do-ble, triple o cuádruple subida. Estas piezas son simi-lares a las que presentará Agatino Daidone en su

Breve Ristretto de 1714 (Zaragozá 2003, 154). Dantiresume el espíritu de los autores renacentistas ala-bando este tipo de escaleras al decir que son «cosa invero de grandissima commodità, & bellezza».

Palladio ([1570] 1988, 141) realiza el conocido di-bujo de la escalera de cuatro tramos independientes,reproducido y copiado en infinidad de textos. Aludea que su dibujo representa la escalera que el reyFrancisco de Francia ordenó construir en Chambord.Cuatro escaleras con cuatro entradas, en el centro deledificio. La escalera está totalmente abierta, hueca enel centro, de tal forma que los transeúntes puedenverse mientras suben o bajan, sin que se impidan mí-nimamente el paso. Aquí encontramos una diferenciade concepción notable con la finalidad religiosa deotras escaleras tardomedievales que evitaban el con-tacto y también la visión: el utilitarismo medievalfrente a la escenografía protobarroca (figura 5).

Los autores se han planteado por qué Palladio di-buja esta escalera de cuatro tramos y abierta, si final-mente en Chambord se construye una de dos y entor-no a una linterna central que cierra el espacio.

El proyecto que definitivamente se construye enChambord pudo ser precedido por dos anteriores.Del primero tenemos constancia por unos dibujos deFelibien de 1680 que representan un modelo en ma-dera del proyecto de 1519, hoy perdido, y que hasido atribuido a Dominique de Cortone. Se caracteri-za por una composición de planta cuadrada con cua-tro volúmenes cilíndricos en las esquinas y escalera

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Figura 4Izquierda. Scale à lumaca doppie. Derecha. Piezas para larealización de un modelo de escalera doble, triple o cuádru-ple (Vignola 1583, 144–145)

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de honor adosada a la fachada principal. Según Pe-rouse (1989, 64–66) en este primer proyecto pudo in-tervenir Leonardo da Vinci y Dominique sería unmero ejecutor de la maqueta. Chambord tiene una ca-racterística especial y es que es una construcción «anovo». Por lo que su diseño pudo convertirse en uncampo ideal para la experimentación en los aspectoscompositivos, además de los constructivos.

Perouse (1989, 65) se basa en el dibujo de Palladiopara suponer que existió un segundo proyecto conescalera situada en el centro y que estaba compuestapor los famosos cuatro tramos entrelazados. Esta dis-posición de la escalera obligaría a una distribuciónde las salas en ascensión helicoidal y por lo tanto aunas fachadas asimétricas. Los maestros que dirigie-ron en sus primeras etapas la obra no estaban cualifi-cados probablemente para realizar tal proyecto, que,según esta teoría, podría ser obra de Leonardo.

El Chateau de Le Muette, comenzado en 1542,presentaba también una escalera doble pero de ámbi-to rectangular. La planta del desaparecido Chateau,que conocemos por Androuet du Cerceau ([1576](1988), 102–104), se inscribe en un rectángulo concuatro pabellones en las esquinas, con la escalera dehonor en la fachada principal en una disposición«hors-ouvre», típica de los palacios franceses tardo-góticos. En las cuatro esquinas de la planta, en lacharnela entre el pabellón central y los cuatro pabe-llones residenciales, podemos observar también cua-tro escaleras menores con acceso por dos salasopuestas, lo que indica la existencia de un caracol dedos subidas en cada caja cilíndrica (figura 6).

Du Cerceau representa también en una colecciónde dibujos conservados en el Museo del Louvre el re-mate de una escalera de dos subidas con una linternacentral como la de Chambord (figura 7).

Pero el interés que demostraron los tratadistas delRenacimiento por este tipo de escaleras no fue co-rrespondido en los tratados técnicos franceses dedi-cados a la «coupe des pierres». Ninguno de ellos, conexcepción de De l’Orme (1567), representa o estudiaalgún tipo de caracol de dos subidas.

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Figura 5Escalera del Chateau de Chambord según Palladio. Copiaen el manuscrito atribuido a Juan de Aguirre (BNE Ms.12744, 46r)

Figura 6Planta del Chateau de Le Muette (Androuet du Cerceau[1576] (1988), 102)

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De l’Orme (1567, 122–123) presenta una escaleradoble al modo de la vis Saint Gilles, cubierta por unabóveda rampante formada por cinco hiladas de dove-las que cubren, cada una, el equivalente en planta atres o cuatro peldaños. Propone también, aunque nolo dibuja, la posibilidad de evitar el machón centraltransformando la escalera en una doble «vis suspen-du». Se trata prácticamente de una declaración de in-tenciones, lejos del completo repertorio que propo-nen los manuscritos y tratados españoles.

EL CARACOL DE DOS SUBIDAS Y EL CARACOL DE

EMPERADORES EN LOS MANUSCRITOS Y TRATADOS

ESPAÑOLES DE CANTERÍA

Emparentado con el caracol doble de De l’Orme, en-contramos el «caracol de emperadores» en el manus-

crito de Vandelvira (ETSAM R31 c. 1580). Un cara-col exterior en vía de San Gil envuelve a un caracolde Mallorca interior, que sustituye el lugar ocupadonormalmente por el machón central. Se trata por lotanto de dos caracoles concéntricos en lugar de entre-lazados, como hemos visto hasta ahora.

La relación con el autor francés la podemos en-contrar en las últimas líneas de su explicación delmodelo cuando dice que:

Je n’oubliray à dire qu’on peult faire trois vis de mesmesorte, l’une qui sera au lieu du noyau, & les autres deuxqui rampèrent tout autour, ainsi que nous avons dit cydevant (De l’Orme 1567, 122).

Es evidente que estamos ante una escalera princi-pal, para un palacio o casa importante (de emperado-res) que utiliza la escalera interior para el servicio.

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Figura 7La vis de la cage d’escalier. Dibujo de Jacques Androuet duCerceau, Museo del Louvre. Fotografía: © RMN / ThierryLe Mage

Figura 8Caracol de emperadores en el manuscrito de Vandelvira(ETSAM R31 c. 1580, fol. 54r)

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Prueba de ello es que Vandelvira, a diferencia deotros modelos, se ocupa en definir la decoración delos lienzos de los muros interior y exterior de la esca-lera principal. Cristobal de Rojas (1598, 101) presen-ta una escalera similar a la de Vandelvira, aunque elcaracol de servicio interior parece ser un husillo (fi-gura 8).

Ginés Martínez de Aranda (SHM Aranda c. 1600)presenta hasta cuatro diferentes aparejos de caracolesde dos subidas: un caracol de husillo, un caracol deMallorca, un caracol exento y lo que él denomina«caracol en vuelta» con su cerramiento plano a reglade hiladas atravesadas (Calvo 1999, t. III: 191–230)(figura 9).

Un amplio repertorio de casos que confirma el ca-rácter casi enciclopédico de esta obra inconclusa oparcialmente desaparecida (Calvo 2009, 122–130).No estamos ante un compendio de soluciones habi-tuales, del autor, reproducidas en un cuaderno perso-nal listo para su uso, sino de un listado de referencia,en algunos casos sin demasiada utilidad práctica. Setrata pormenorizadamente la versión doble de un ca-racol estudiado en los folios anteriores. Martínez deAranda mantiene el criterio de aumentar significati-vamente en cada versión de caracol doble el númerode peldaños por planta y la dimensión de la tabica.Así, en los dos aparejos de lechos horizontales, el hu-sillo y el caracol de ojo, pasa de doce peldaños porplanta a dieciocho, y eleva la dimensión de la tabicade una cuarta de vara a una tercia. Esto significa queal dar una vuelta cada caracol subirá dos plantas conuna altura de seis varas, lo que da una altura libre enel punto más desfavorable de la escalera de tres varasmenos una tabica, es decir, 223,2 cm, utilizando lamétrica castellana.

En los otros dos casos, el caracol exento y el cara-col en vuelta, Aranda resuelve la unión entre pelda-ños no solo con una superficie de apoyo horizontalsino también con un engatillado, lo que produce unmayor canto en la pieza de peldaño. En el caso delcaracol en vuelta, se trata de un caracol que se apoyaen un machón de gran diámetro y en una caja peri-metral, el número de peldaños por giro es de vein-tiuno y en el caso del caracol exento pasa de dieci-séis a veintidós peldaños por planta, debido alcapialzo que tiene la sección transversal del peldaño(figura 10).

La solución del engatillado entre peldaños ha sidofrecuente en los tratados en Francia a la hora de des-

cribir algunos tipos de escaleras en caracol, como la«vis a jour», y muy habitual en el patrimonio cons-truido francés. Sin embargo, no ocurre así ni en latratadística ni en las obras construidas hispanas. Solola encontramos en Portor (BNE Ms 9114 c. 1708),

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Figura 9Izquierda. Caracol de ojo redondo de dos subidas (SHMAranda c. 1600, 239 (249)). Derecha. Reconstitución Gráfica

Figura 10Reconstitución gráfica. Izquierda. Caracol en vuelta con sucerramiento plano a regla de hiladas atravesadas alrededorde un macho redondo de dos subidas (SHM Aranda c.1600, 232(242)). Derecha. Caracol exento alrededor de unmacho redondo capialzado en circunferencia de dos subidas(SHM Aranda c. 1600, 238 (246))

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nueva muestra de su vinculación con el manuscritode Aranda (Calvo 2009, 131) (Sanjurjo 2008, 2009,261–262).

Alonso de Guardia (BNE ER 4196) dibuja un ca-racol de husillo de dos subidas con veintidós pelda-ños por planta en su colección de apuntes y dibujosen los folios en blanco del libro de Battista Pittoni,Imprese di diverse Principi duchi, signori e d’altripersonaggi et huomini illustri, con versos de Ludovi-co Dolce, impreso en Venecia en 1566.

Joseph Gelabert ([1653] 1977, fol. 34 (pág. 82))en L’art del picapedrer presenta los «Dos caragolsqui ballen per dins un rado» (Dos caracoles que gi-ran dentro de un único círculo) (Rabasa 2007).Aporta el dato de que «existen en algunas partes deEspaña» y nos da algunas recomendaciones útilescomo que el círculo debe ser muy grande para per-mitir el desarrollo de los dos caracoles en una solacaja. Indica la métrica básica de su propuesta que secompone de un diámetro de caja de dieciocho pal-mos (3,519 m) y una división de la circunferencia enveinte partes.

El caracol se plantea como un caracol de Mallorca,con una moldura de remate interior. El autor, en estecaso, nos indica que «el hueco se puede tapar con si-llería o como se quiera». Al introducir en el hueco unmachón, la escalera se transforma en un husillo queva acompañado de una moldura. Esta situación, pocohabitual, se repite en un dibujo del manuscrito deJuan de Aguirre y se puso en obra en la Sacristía dela Capilla Real del Convento de Santo Domingo, enla ciudad de Valencia.

El citado manuscrito de Juan de Aguirre (BNEMs. 12744) presenta en sus primeros folios unas tra-zas de escaleras entre las que se encuentran un cara-col de Mallorca, un caracol de husillo con machónentorchado y un caracol de dos subidas. La traza delcaracol de dos subidas que se encuentra en el folio2r, presenta todas las características para su perfectadefinición. Reparte 18 peldaños por planta, nos da ladimensión de la tabica al trazar las cerchas extendi-das necesarias para labrar molduras y pasamanos ydefine la superficie de apoyo de un peldaño en el si-guiente. Es interesante observar la sección del pasa-manos de la caja exterior. Se trata de un caracol dehusillo doble con moldura alrededor del machón (fi-gura 11).

Estos primeros folios nos aportan la informaciónde que el autor o uno de los propietarios del manus-

crito pudo conocer la especial forma de hacer de lasescaleras mediterráneas.

EL CARACOL DE DOS SUBIDAS DEL CONVENTO DE

SANTO DOMINGO EN VALENCIA

El 18 de junio de 1439 se inauguraron con gran so-lemnidad las obras de construcción de la CapillaReal del Convento de Santo Domingo en Valencia,según privilegio otorgado por el rey Alfonso V. Se leencarga a Francesc Baldomar, el más prestigioso ma-estro del momento, la dirección de las obras que ter-minaron en 1463 ya bajo el reinado de Juan II (Zara-gozá 2000, 2003).

De la sacristía de la Capilla parten dos caracolesen una misma caja, separados por un machón central.El de la izquierda sube a una estancia situada sobrela sacristía y el de la derecha sube directo a la terra-za, primero entrelazado con el anterior y, en su últi-mo tramo, en solitario, convertido en un caracol deojo, denominado ya desde el XVI como caracol deMallorca (Sanjurjo 2007) (figura 12).

Los dos caracoles son dextrógiros, como es habi-tual en tratados y obras, la caja que comparten amboscaracoles tiene un diámetro aproximado de 275 cm,el machón central 35 cm, y el paso es de 120 cm. Elcaracol izquierdo tiene 23 peldaños precedido de 6peldaños para situarlo dentro de la caja. El caracolderecho tiene un total de 63 peldaños. La tabica co-

1324 A. Sanjurjo

Figura 11Izquierda. Caracol de dos subidas en el manuscrito atribui-do a Juan de Aguirre (BNE Ms. 12744, 2r). Derecha. Re-constitución gráfica

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mún para los dos caracoles es de 22,6 cm que se co-rresponde con un palmo valenciano, y la altura libreen el interior de la escalera es de 203 cm, el equiva-lente a nueve tabicas. Presenta como rasgo distintivouna moldura adosada al machón, desfasada en hori-zontal respecto del peldaño al que pertenece; estohace que la moldura adquiera la condición de pasa-manos en el plomo de su peldaño. Los peldaños,como es habitual en este tipo de escaleras, no son en-terizos sino que están divididos en dos partes unapara cada caracol. Lo que si resulta excepcional es lajunta: en lugar de ser vertical, presenta una hélice enlas proximidades del encuentro de cada intradós, per-fectamente labrado, con el nabo (figura 13). Estoprovoca que la superficie de unión entre las dos pie-zas sea alabeada. El machón no presenta otras parti-ciones que pudieran responder a una penetración del

peldaño en un machón formado por varias piezas. Elúltimo tramo del caracol derecho guarda notables se-mejanzas con el caracol del Castillo de Almansa ycon el de la Lonja de Palma, aunque este es levógiro(figura 14).

LA TRIPLE ESCALERA DEL CONVENTO DE SANTO

DOMINGO DE BONAVAL EN SANTIAGO DE

COMPOSTELA

En octubre de 1695 se firma el contrato para la cons-trucción del claustro y las dependencias que lo ro-dean del Convento de Santo Domingo de Bonaval,

Entre el utilitarismo y la escenografía: el caracol de varias subidas en la arquitectura española 1325

Figura 12Caracol de dos subidas en la Sacristía de la Capilla Real delConvento de Santo Domingo de Valencia. Fotografía del autor

Figura 13Detalle del encuentro entre peldaño y machón. Caracol dedos subidas en la Sacristía de la Capilla Real del Conventode Santo Domingo de Valencia. Nótese el desfase entre lamóldura y el peldaño y la junta helicoidal entre el intradós yel machón. Fotografía del autor

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situado extramuros de la ciudad de Santiago. Comoen el caso valenciano, se busca al arquitecto másprestigioso para tal obra: Domingo de Andrade. Lasobras se terminaron en 1705. La mayor parte de loconstruido por Andrade en Bonaval se conserva hoyen día, y destaca por su originalidad y repercusión laescalera triple situada en el ángulo Noroeste (Bonet[1966] 1984, 364) (Taín 1998, t. I, 218–221).

En la condición decimotercera del pliego del contrato seestipulaba que: es condición que en la escalera se pongabarandilla de hierro y se asegure en los pilares con sus ti-rantes, y los balaustres sean redondos y fuertes, pero bienlimados y pulidos. Y si dicha escalera fuere de caracol deMallorca se escusa dicha varandilla. Pero en todo cassoeste el maestro obligado a disponerla de tal modo que deella se comunique el passo a todos los dormitorios de

uno y otro lienzo, y que le deje con toda la luz necessaria(Taín 1998, t. II, 533–540).

Los condicionantes de proyecto no obligaban a talalarde constructivo: tres escaleras se entrelazan en elespacio cilíndrico que comunica con los pasillos delas habitaciones, los peldaños vuelan sobre el vacíocon el único apoyo del muro perimetral y de la zancainterior que asciende helicoidalmente desde nivel dearranque de las tres escaleras. Los peldaños, labradosen su superficie inferior formando un helicoide divi-dido por falsos sillares, no apoyan prácticamente so-bre el inferior, como se puede observar al ver el pasode la luz entre ellos (figura 15).

Se trata de un triple caracol volado, utilizando laterminología de Portor (BNE Ms 9114) o incluso

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Figura 14Izquierda. Último tramo en caracol de Mallorca de la escalera de la Sacristía de la Capilla Real del Convento de Santo Do-mingo de Valencia. Derecha. Caracol de Mallorca en el Castillo de Almansa. Fotografías del autor

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se le podría relacionar con las geometrical stairca-ses, escaleras voladas en piedra de moda en la In-glaterra de mediados del siglo XVII y XVIII. Seutilizaron como escaleras principales dispuestas arecorrer espacios de gran importancia desde el pun-to de vista compositivo. Quizás las dos más repre-sentativas son la Tulip staircase en la Queen’sHouse de Greenwich obra de Iñigo Jones(1616–1635) o la escalera de la torre suroeste de laCatedral de St. Paul en Londres, obra de Christop-her Wren (1705) (Blutman 1967). Estas escalerasbasaban su estabilidad en el empotramiento en elmuro y en un mínimo apoyo con el peldaño inferiorsin ninguna zanca perimetral como presenta nues-tra escalera de Bonaval.

En este ejemplo compostelano se cumplen perfec-tamente las intenciones del dibujo de Palladio, la luzbaña este espacio que se transforma en un bello esce-nario para la arquitectura.

El caracol de varias subidas que aparece en la ar-quitectura medieval por su economía de medios yposibilidades funcionales alcanza cotas de virtuosis-mo sin igual en estos ejemplos españoles.

NOTA

El presente trabajo forma parte del proyecto de investiga-ción «La construcción en piedra de cantería en el ámbitohispánico: fuentes escritas y patrimonio construido» delque es investigador principal D. Enrique Rabasa Díaz(BIA2006–13649).

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Figura 15Escalera triple del Convento de Santo Domingo de Bonavalen Santiago de Compostela. Fotografía del autor

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