ensayo unam sobre la región más transparente.pdf

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    de seres solitarios y desanclados en busca de su identidad,as como la incorporacin de tcnicas literarias en las queel monlogo interior, el fragmento y la simultaneidad detiempos, permitieron que la novela diera cuenta con acier-to de los personajes del siglo xx, en cuyo interior, el siglonihilista y atroz, poda ambientarse en los espacios ajenosde ciudades tan distantes, ya fuera en Manhattan Transfe rde John Dos Passos o enBerlin Alexanderplazt de AlfredDoblin.

    . E ,

    La ciudad aparece en la novela que nos ocupa, como unespacio en construccin, acotado por el tiempo, en trancede modicarse, en cuyas manifestaciones se va conguran-do su singularidad que la har inconfundible. Se trata de laciudad homnima del pas: la Ciudad de Mxico, capaz deconvocar por igual lo inmemorial del mito identitario dela nacin, lo azaroso de la historia patria y los avatares deltiempo de las muchas vidas que trascurren en la cotidiani-dad dura y violenta; de personajes que, pese a proceder dediversos orgenes sociales, arrastran en su interior complejoy contradictorio, el mismo vaco que los incita, por igual,a una bsqueda sin sosiego. De ah que esta convocatorialo sea tambin de personajes conformadores de la ciudad-urbe, provenientes de distintos lugares de dentro y fuera

    del pas, de situaciones familiares muy diversas, de los es-tratos sociales ms opuestos, de gneros y proyectos de vidapropios, en el transcurrir de vidas desancladas, abocadas aconvivir en el mismo territorio de un lugar que fue y quetambin se est haciendo, cuya escenicacin nmada encalles, plazas o barrios diversos, los convierte en presa fcilde la inestabilidad y el desencuentro. La ciudad-urbe emerge, desde el comienzo de la nove-la, localizada en el punto de cruce, formado por el signodel innito en el que el recorrido del tiempo del mito se

    encuentra con el de la historia, marcando dos direccionesque al alejarse se confunden en el diario vivir de quienesla habitan. As la ciudad-urbe es en la medida en que se vapoblando, poco a poco, con una plyade de personajes queviven su propio tiempo, en el transcurrir de cada da y quecon voz propia van tejiendo, en el avance de la narracin,su perl, al mismo tiempo que el de la ciudad-urbe. Enesta espacialidad coexistirn un desde siempre sealadopor una de las cicatrices del ombligo de la luna sobrela que se levant Tenochtitlan, un antes y un despus

    marcado por el caos heredado de las consecuencias de laRevolucin Mexicana, al comienzo del siglo xx y un aquy un ahora incesante, de los aos cincuentas, en el devenir

    de los das recurrentes del Distrito Federal, mientras quesus habitantes buscan, sin descanso, una identidad queno saben si les ser posible. Estos son los tiempos contra-puestos y entreverados, intermitentes y permanentes quese espacializarn en la Ciudad de Mxico, transformada enel Distrito Federal. Estos son los tiempos que atraviesanntegramente el perl de los personajes, en cuya maraa derelaciones se construye el mundo desgarrado de la nacinmexicana que tambin est acosada por la necesidad dedarse una respuesta a s misma. Slo en esta intrincada ysutil red de relaciones, es como los personajes se constituyenen tanto sujetos con identidad propia, al ser narrados en eldesarrollo intrincado de la trama (Ricoeur, 1996:139), consus recuerdos dolorosos, expuestos en monlogos intermi-nables, en soliloquios recurrentes, en miradas furtivas, encuitas personales o en dilogos que, en muchas ocasiones,no son ms que la ancdota de la incomunicacin. Estacomplejidad de situaciones diversas es la que le hace ecoal balbuceo del habla local con los vvidos tonos de laoralidad.

    As pues, la ciudad es tiempo espacializado porquehay personajes que la habitan y estos lo son porque sonnarrados o porque ocupan un tiempo y un lugar en el textode la narracin. Son personajes que al decir del mismoFuentes: no son retratos sino prototipos inventadospor m que toman de aqu y de all rasgos de personasvivas, pero que no se basan en nadie en particular (Za-

    bludovsky, 2008:A7). No se trata pues de una suma depersonajes conguradores de la ciudad, sino de facetasdel tiempo, presentes en su dimensin mtica e histrica,hechas vida en la cotidianidad de los rasgos humanos, delos sentimientos verbalizados, de los secretos compartidos,de los ideales frustrados, de las vidas padecidas o de losngulos de visualizacin del mundo, unidos todos por labsqueda incesante de una identidad que siendo personal,lo es de la nacin y siendo nacional, lo es de la existenciahumana, signada indefectiblemente por el transcurso del

    tiempo y nalmente por la muerte. De esta manera, laciudad se convierte en personaje, en devenir permanente,del cmo era, en el cmo se ha transformado que continatransformndose, cada vez que van apareciendo, a modo detestigos, sus iconos, sus calles, sus avenidas, sus edicios ylugares en una dialctica entre lo privado y lo pblico, entreel mundo interior y el exterior, entre el adentro y el afuera,como rostros de una sola realidad que, al ser descrita, setransgura en el relato, en virtud del poder de la palabra:hacer irrumpir una palabra con vocacin de espejo en

    el mundo de lo supuestamente no verbales aspirar a lamxima ilusin de realidad: hacer creer que las palabrasson las cosas (Pimentel, 2001:17).

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    sus contornos. La primera est asociada al proyecto civili-zatorio, cuyo origen conceptual se remonta a la antigedadgrecolatina y necesariamente a la constitucin de la polis y lacivitas . La ciudad es el asiento de la institucionalidady de la legitimacin del poder, de la cultura letrada y dela constatacin formal de que se ha cumplido bien con latarea impuesta por la cultura occidental, terrenos en losque sus habitantes son reconocidos y protegidos por un realsentimiento de pertenencia que al ser identicados comociudadanos, evocan necesariamente su participacin en loslogros del mundo moderno, que ms an pueden ostentar,a partir de la ciudad, como propios. La segunda, basada enla materialidad del asentamiento, en tanto urbe, tambinindicada en el pensamiento antiguo, se construye en lavorgine de su construccin material. En esta realidad lamedida se impone y la cuanticacin del crecimiento quetiende a devorar paulatinamente los modos de vida de laciudad, es la que registra el vrtigo de la desmesura y delanonimato y con ello la prdida de la identidad y la fatalinstauracin de la incomunicacin. Las urbes, hoy transfor-madas en megalpolis, como babilonias contemporneas,hacen de la soledad, del desamparo, del anonimato, de lamasicacin, los desafos permanentes al diario vivir de sushabitantes, abocados a la prdida y reconstruccin incesantede su identidad. A esta doble tensin, se suma, en el caso de la Ciudadde Mxico, la derivada de su propia historia que va del

    mito fundacional, de origen azteca, a la historia patriamexicana, aderezada por la revolucin-industrializacinsustitutiva y la urbanizacin catica en la que se debate laurbe. Este es, a su vez, el constituyente de la trama de laciudad novelada en una deslumbrante comprensin de laciudad mtica que convive con la histrica, lanzada a undestino incierto, impulsado hacia un horizonte dibujadoen el mapa monstruoso del Distrito Federal.

    . E

    Ixca Cienfuegos es la voz de fondo de alguien cuyo nombrepropio porta el enigma entre una androginia de gnero y unnombre mestizo, de origen indgena y castizo, a la vez porcierto cargado de una fuerza mltiple, pues son muchosfuegos que le otorgan un rango de sabidura. En ocasio-nes, es la voz ancestral de una conciencia colectiva, que lomismo se nutre, a veces, en los ritos indgenas de TedulaMontezuma que en lecturas de clsicos occidentales. En

    otras ocasiones, es el o la testigo de situaciones cruciales yconfesiones secretas hechas por los diferentes personajes.Pero siempre, Ixca ser la voz acompaante, como si ejer-

    ciera, en la singularidad de cada uno de ellos, una relacincercana, a veces con la autoridad paterna suciente pararecordarles la ley; y a veces, con una hermandad cmplicey necesaria para que cada quien exprese, a sus anchas, supalabra y como facilitador moderno para que saquen lossecretos ntimos que cada quien guarda en lo profundode su silencio. Es el nico personaje que expresa su origencon plena seguridad de su ancestro: mi nombre es IxcaCienfuegos, nac y vivo en Mxico. D.F. En Mxico no haytragedia: todo se vuelve afrenta (Fuentes, 1973:19). Supresencia que puede ser furtiva o abiertamente maniesta;porta en todo caso, la fuerza de la convocatoria, previaadvertencia, a partir de una sentencia de la que no hayescapatoria, pues es en la ciudad de la derrota violada enla que toc vivir, como si se tratara de un desafo cargadode fatalidad que para su enunciacin necesita hilvanarloen una secuencia de metforas que crecen en nudos deparadojas que a medida que se desarrollan van echandofuego a calicaciones inconexas que punzan sentimientosen un horizonte sin salida:

    Aqu vivimos, en las calles se cruzan nuestros olores de sudory pachul, de ladrillo nuevo y gas subterrneo, nuestras carnesociosas, jams nuestras miradas. Jams nos hemos hincado juntos, t y yo, a recibir la misma hostia; desgarrados juntos,creados juntos, slo morimos para nosotros, aislados. Aqu ca-mos. Qu le vamos a hacer. Aguantarnos mano. A ver si algnda mis dedos tocan los tuyos. Ven djame caer contigo en la

    regin lunar de nuestra ciudad. ciudad puado de alcantarillas,ciudad cristal de vahos y escarcha mineral, ciudad presencia detodos nuestros olvidos, ciudad de acantilados carnvoros, ciudadde la brevedad inmensa, ciudad a fuego lento ciudad delhedor torcido ciudad reexin de la furia, ciudad.ciudadperra, ciudad famlica, suntuosa villaAqu nos toc. Qu levamos a hacer. En la regin ms transparente del aire. (Fuentes,1973: 20-21)

    Esta es la afrenta convertida en el desafo que cada quienporta en silencio, sin que pueda resarcirla porque la con-

    ciencia est rasgada, atravesada por la fatalidad, de la queslo hay atisbos. Como en el frescoSueo de una tardedominical en la Alameda Central de Diego Rivera, enLaregin ms transparente los distintos personajes deslan consus atuendos, sus lenguajes, sus perles, sus soliloquios, susencuentros vacos y sus mscaras en el gran paseo ofrecidopor la ciudad-urbe, en el que dejan sentir el dolor de suafrenta, mientras constituyen su mundo desde su miradaoblicua con la que entretejen la maraa de relaciones pasio-nales y mezquinas, trianguladas por intereses y apetitos que

    los postran en una incomunicacin insuperable. Tras lasmscaras que simulan su participacin, todos buscan unaidentidad que no encuentran y que permanece confundida

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    especiales, los salva, en esta aparente convivencia, de serunos ms de la orga especular en que se mueven, a cadainstante, y en la que slo hay desacuerdos y en la que cadauno se mira perplejo en el otro, como si todos estuvieranatrapados en un laberinto que es el de sus propias vidas.

    . L

    La urdimbre espacial es discontinua y, sin embargo, orga-nizada a partir del centro simblico, salvaguarda del mitofundacional. El espacio acota y focaliza al personaje quien lomodela con su uso hasta hacerlo suyo como un imaginariopropio, a la vez que le sirve de referente socializador en lacomunicacin con los otros y de denidor de su indivi-dualidad. En efecto, el espacio fsico signicado coadyuvaa la construccin de los personajes, a la localizacin de suscuerpos que median entre la interioridad y la ajenidad dela exterioridad y en los que la narracin se hace verosmil,en un contexto de signicacin en la particularidad decada uno de sus conos.

    En el caso de la de Ciudad de Mxico, el centro sim-blico es el espacio paradigmtico por excelencia, puespocas ciudades en el mundo contienen tanto simbolismonutrido en tiempos diversos, materializados en un sololugar. Sobre los rastros arqueolgicos del Templo Mayor,identicadores de la ciudad prehispnica, se yerguen, con

    tal fuerza. los smbolos del poder poltico del Estado y dela civilizacin catlica que, cualquiera otro evento que eneste mbito del primer cuadro, representado en el Zcalo,se celebre, adquiere un signicado contundente. Aqu seerige un punto de referencia insustituible, indicado porla amante bandera nacional que ondea a cada instante,revolviendo los colores de la patria. Es por esto que lospartidos polticos, las iglesias, las instituciones del go-bierno, los movimientos sociales y todo aquel que aspirea potenciar su voz no ceja en llegar al este lugar de poder

    simblico. A partir del Zcalo se extiende desaante la urbe trans-formada en megalpolis que como anti-ciudad, crecesignada por los avatares de la secularizacin y los jugososrditos de la urbanizacin. Desde ah la urbe esparce susreferentes icnicos que singularizan sus espacios, ya seaen la desnudez de una calle, la frialdad de una avenida, elbullicio de un cabaret o en la clida intimidad familiar deun departamento, en los que lo privado se hace pblico y

    la vida interior se exterioriza como soporte en el que cadabiografa adquiere su perl. Tena que ser el Zcalo el escenario idneo para queIxca viviera la alucinacin que lo transport de repenteal origen, despus de haberse encontrado con Tedula enel atrio de la catedral y haber tenido un percance con unnio, al caer la tarde, en el momento en que se ocultabael sol y los fantasmas de la noche comienzan su recorridospor los vericuetos de la ciudad-urbe.

    Cruz la avenida y lleg hasta el centro del Zcalo..Cien-fuegos se detuvo, la cara abierta hacia ese ltimo rayo. Palacio,Catedral, el edicio del Ayuntamiento y el lado desigual, depiernas arqueadas, dejaban que la penumbra construyera unaregin de luz pasajera, opaca entre la sombra natural de piedrasrojizas y de marl gastado. Por los ojos violentos y en fuga deIxca corra otra imagen: en el sur, el ujo de un canal oscuropoblado de tnicas blancas; en el norte una esquina en la cual la

    piedra se rompa en signos de bastones ardientes, crneos rojosy mariposas rgidasen el oeste, el palacio secreto de albinosy jorobados, colas de pavo real y cabezas de guila disecadaQuiero otra noche, no sta murmuruna noche enla que se puedan recoger los fragmentos de la luna, todos losfragmentos rotos del origen

    Por su parte, Federico es l mismo porque desde la exclu-sividad de su ocina, ubicada en un piso alto, puede pasarsu mirada sobre el panorama annimo de la urbe que seextiende en su inmensidad griscea, como la testigo elque, pese a su paradoja, es la que le legitima su ideologatriunfalista:

    Mire para afuera le dice a Ixa. Ah quedan todava millonesde analfabetas, de indios descalzos, de harapientos muertos dehambre, de ejidatarios con una simple parcela de temporalde desocupados que huyen a los Estados Unidos. Pero tambinhay millones que pudieron ir a las escuelas, que nosotros, laRevolucin, les construimos millones para quienes se acabla tienda de raya y se abri la industria urbana, millones que en1910 hubieran sido peones y ahora son obreros calicados

    (Fuentes, 1973:120).

    Tambin Rodrigo vive la soledad de sus angustias en elclaroscuro apartamento del Chopo, donde el vidrio dela ventana, a modo de espejo, le sirve para mantener unacomunicacin visual con su madre, ante la imposibilidadde una comunicacin verbal entre ambos. La anchura dela avenida Reforma se convierte, en alguna ocasin, en elgran divn que, a la altura de la calle Sevilla, le ofrece a

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    Rodrigo el ambiente propicio para que uyan sin cortapisassus recuerdos, confundidos con sus fantasas . Mientrascamina con Ixca, sobreviene la catarsis liberadora del agobioproducido por sus sentimientos ntimos

    nunca me bast ese retrato tieso y amarillo de un hombreuniformado y mi madre nunca quiso recrear la imagen que

    yo deseaba que no era la de ella porque para ella mi padre eraotro (Fuentes, 1973:133).

    A su vez, el grupo de Bobo, expresin de la clase media,no diere mucho del ornato del apartamento en el que serene habitualmente, ambientado con muebles del bajoimperio, uvas de vidrio, rosetones, ceniceros peruanos,como si hiciera juego con la variopinta gura de las vidasde sus integrantes que el padre de uno de ellos calic comoviciosos, dipsmanos, amapolos (Fuentes, 1973:27).

    Slo en la sordidez de una cantina aromatizada delicor, aturdida por el ardor de un mariachis y el amasijode cuerpos desparpajados, tenia que suceder el asesinatode Gabriel, una noche de celebraciones patrias. Gladys esella, al contonearse por la cntrica avenida Hidalgo parallegar al Bali Hai, el bar de humo de cigarro y de licor,convertido en su morada sustituta de su cuarto de latnperdido en Nonoalco. All fue donde vendi sus encantosy comparti sus intimidades con Beto, ambos enrojecidos,bajo el claroscuro del techo, mientras ella entre sueos,alucinaba con tanta nitidez un mundo que la convirti enla privilegiada, al tiempo que musitaba las incoherencias,como una iniciada en los misterios insondables, con losque se hizo posible que volviera sobre lo impronunciableque permanece en el origen:

    son las enanas de largos cabellos aceitados que nos abrazany bailan sobre nuestros ombligos; el guajolote nos habla desdeel trono de amatistas y con las plumas nos coloca las mscarasdel sueo y de la danza: la msica es la voz de la mujer depiedra que agita las aguas del lago los enanos nos trajerony nos llevarn, el conejo y el agua, la serpiente y el cocodrilo,la cierva y el jaguar Y fue dicho el primer discurso para quetodos recibieran su grano de maz y construyeran su ciudad(Fuentes, 1973:207).

    As deslan los diferentes lugares asociados a su simbo-lismo: el Palacio de Bellas Artes, el hotel del Prado, lasVizcanas, la Veracruz, el Caballito, la avenida Jurez, Re-forma y tantas calles, Rosales, Guadalquivir, Sadi Carnot,evocadoras de recuerdos y escenas de la vida, en colonias

    alejadas por la extensin del espacio fsico y social, comola inmensurable distancia que hay entre la Doctores y elbarrio alto de las Lomas. Estos son lo signos con los queel espacio adquiere realidad y que permiten que la ciudad-urbe teja su sintaxis.

    Estamos pues ante una novela con cuya textualidad secoloca contundente entre la Ciudad de Mxico y el DistritoFederal y entre el mito identitario y la historia idealizada,por las que deslan personajes mltiples con sus das sa-boreados con toda la libertad de su habla y representadoshbilmente por Carlos Fuentes con los recursos retricosdel lenguaje gurado. Las imgenes uyen generosas enconnivencia, lo mismo con las guras de pensamiento quecon las de palabra que expresan en contundentes impreca-ciones, prosopografas minuciosas o severas sentencias, elalma compleja de los personajes. El acompaamiento delas metforas permite que intervengan las posibilidades degneros diversos, desde el lindante con el ensayo losco,hasta el reportaje y la crnica periodstica, articulados poruna estructura en la que subyacen otros textos que el lectormexicano encontrar con ms facilidad, pero que tambinlectores de otras partes descifrarn por lo que la novela tienede universal, con la virtud que le ha otorgado el tiempo,pues a cincuenta aos de su publicacin,La regin mstransparente mantiene intacta su vigencia.

    Bibliografa Fuentes, Carlos,La regin ms transparente, Mxico: Fondo deCultura Econmica, 1973.

    Pimentel, Luz Aurora,El espacio en la ccin, Mxico: Siglo Editores/ , 2001.

    Ricoeur, Paul,S mismo como otro,Mxico, Siglo Editores,1996.

    Zabludovsky, Jacobo, Carlos Fuentes, enEl Universal , Mxico,20 de octubre de 2008: A7.

    M A . Es Profesor-Investigador en la Unid

    Xochimilco de la , adscrito al Departamento de Poltica y Cul-tura. De nacionalidad colombiana, ha publicadoLa ciudad contra elcastillo. -Xochimilco, Coleccin Ensayos, (1984); la compilacinsobre poesa de la ciudad en el siglo xx:Voces con ciudad , ColeccinMolinos de Viento. (2000). Ha participado con ponencias sobreliteratura y ciudad en eventos sobre el tema en Francia, Mxico yColombia, publicadas en revistas y compilaciones, referidas a Ba-rranquilla, enEn diciembre llegaban las brisas de Marvel Moreno; aCartagena de Indias, enEl amor y otros demonios , de Gabriel GarcaMrquez; y a Medelln, enLa Virgen de los Sicarios , de FernandoVallejo. Contacto: [email protected]