enrique garcía: «el momento de la conciencia en la fenomenología del espíritu de hegel»

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UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA PLATA Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación «EL MOMENTO DE LA CONCIENCIA EN LA FENOMENOLOGÍA DEL ESPÍRITU»

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Page 1: Enrique García: «El Momento de La Conciencia en la Fenomenología del Espíritu de Hegel»

UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA PLATAFacultad de Humanidades y Ciencias de la Educación

«EL MOMENTO DE LA CONCIENCIA EN LA FENOMENOLOGÍA DEL ESPÍRITU»

Page 2: Enrique García: «El Momento de La Conciencia en la Fenomenología del Espíritu de Hegel»

Enrique V. García2006

[I] «» INTRODUCCIÓN

Hay varias razones que aconsejan la lectura de la Fenomenología del

espíritu de Hegel (1770-1831): (a) porque constituye la última gran síntesis de la

historia de la filosofía; (b) porque se trata de un texto que inaugura una nueva

manera de pensar; y (c) porque «abrió el espacio mental que [...] hizo posibles» [1]

(c.1) los existencialismos, y (c.2) los marxismos, como las dos filosofías más

representativas del siglo XX.

La dialéctica, o «el espíritu de contradicción organizado» (como Hegel

también la llamaba), es uno de los principios fundamentales del sistema filosófico

hegeliano: «la serie de las configuraciones que la conciencia va recorriendo por

este camino constituye [...] la historia desarrollada de la formación de la

conciencia misma hacia la ciencia» [2] Ese camino es (a) de orden lógico y no

temporal, es (b) «él mismo ciencia», es (c) en lo tocante «a su contenido, la ciencia

de la experiencia de la conciencia», [3] y es (d) «una técnica mediante la cual

impone [...] un [...] modelo rítmico [triádico] al contenido de la experiencia» [4]

La cita sugiere la existencia de un esquema de figuraciones que constituye

la dirección formal que la conciencia natural, partiendo de la certeza sensible,

tendrá que recorrer a lo largo del tiempo para llegar al saber absoluto [5] que

compondrá la historia universal. Podemos entender la lógica dialéctica de la

figuración como la partitura de una obra musical, por ejemplo de una sonata, de la

cual un músico, a menos que tuviese la capacidad de Mozart de «leer» música

«absolutamente», nada sabe, y que para conocerla tiene que interpretarla de

principio a fin. En la ejecución traspasará varios movimientos, análogos a los que

Hegel llamará «momentos» o «figuraciones», como scherzo, adagio, o rondó.

Solamente, cuando el intérprete concluya el último de los movimientos, habrá

logrado tomar conciencia de la sonata en su totalidad. La partitura sería

equivalente a la «serie» de configuraciones mencionada; y la ejecución de la obra,

a la historia de la conciencia que se despliega hasta conocerse a sí misma.

1[?] Valls Plana, Ramón; Del yo al nosotros (Lectura de la Fenomenología del Espíritu de Hegel), Editorial Laia, Barcelona, España, 1979, p. 17. 2[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu (traducción al español de Wenceslao Roces), Fondo de Cultura Económica/RBA Coleccionables, S. A., Barcelona, España, 2002, p. 54. 3[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd., p. 604[?] Mure, G. R. G.; La filosofía de Hegel (segunda edición) (traducción al español de Alfredo Brotón Muñoz), Editorial Cátedra, Colección Teorema, Madrid, España, 1988, pp. 43 y 44. 5[?] Momento del auto-conocimiento del todo. Saber de la comunidad humana que sabe que es la totalidad del espíritu que es la totalidad sin resto y es ella misma. Momento en el que se consuma el viraje de la Filosofía a la Historia, el lugar donde el espíritu se manifiesta y vive. (Véase Valls Plana, Ramón; Del yo al nosotros, Ibíd., pp. 358 y 375).

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Page 3: Enrique García: «El Momento de La Conciencia en la Fenomenología del Espíritu de Hegel»

En el noveno párrafo de la Introducción a la Fenomenología se afirma que

en la orquestación de la historia hay una meta cuya progresión incontenible «no

puede encontrar satisfacción en ninguna estación anterior» [6] La progresión

hacia esa meta comienza en el Momento de la Conciencia.

[II] «» EL MOMENTO DE LA CONCIENCIA

La Fenomenología relata la trayectoria del movimiento dialéctico de la

experiencia de la conciencia que parte de la nuda certeza sensible y llega hasta la

razón como saber científico, es decir filosófico o absoluto: «la Fenomenología

sigue el desarrollo ideal del hombre que de un ser meramente sentiente llega a

convertirse en un consumado filósofo» [7] Siendo así, la Fenomenología puede

concebirse como «la biografía espiritual del hombre individual moderno [...] que

trata de la naturaleza humana como proceso y resultado», tejiendo una

«desconcertante odisea de la mente» [8]

La tríada principal de la Fenomenología es una concatenación de

consciencia, auto-conciencia, y razón. «Podríamos resumir los tres capítulos de la

consciencia –certeza sensible, percepción, y entendimiento- diciendo que para

nosotros [los lectores] [...] el objeto de la consciencia pasa a ser lo que Hegel

llama concepto [...] y que no es otra cosa que el sujeto desarrollándose,

oponiéndose a sí mismo y volviéndose a encontrar en esa oposición» [9]

Hegel nos pide que lo acompañemos en la observación de las fases que van

sucediéndose, sin dejar de advertirnos que las transiciones no serán lo mismo para

el sujeto de la experiencia efectiva que para el filósofo que las observa

dialécticamente ordenadas: «el sujeto de la experiencia está inmerso en ellas»; en

cambio, «el filósofo conoce [...] el resultado que arroja el proceso [...] pero

observará y [...] expondrá el proceso tal como es [...] para el sujeto de la

experiencia» [10]

Las figuras de la conciencia que examinamos aquí son: (a) la certeza

sensible; (b) la percepción; y (c) y el entendimiento.

[A] «» LA FIGURA DE LA CONCIENCIA COMO CERTEZA SENSIBLE

La Fenomenología es la «ciencia de la experiencia de la conciencia» [11]

Constituye un saber que explica la necesidad de esa experiencia toda vez que, aún

cuando la conciencia no lo registre así, en la conciencia no hay nada que suceda

que no sea necesario. Explicar esto supone hacer filosofía que mira, filosofía que

6[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd., p. 55.7[?] Mure, G. R. G.; La filosofía de Hegel, Ibíd., p. 73.8[?] Mure, G. R. G.; La filosofía de Hegel, Ibíd., p. 75.9[?] Hyppolite, Jean; Génesis y estructura de la «Fenomenología del espíritu» de Hegel (Tercera edición), Ediciones Península S. A., Barcelona, España, 1998, p. 75. 1 0[?] Mure, G. R. G.; La filosofía de Hegel, Ibíd., p. 76. 1 1[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd., p. 60.

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Page 4: Enrique García: «El Momento de La Conciencia en la Fenomenología del Espíritu de Hegel»

ve, filosofía que conoce y reconoce la necesidad de mirar, y que a veces pregunta:

«hay que preguntarle [...] a ella misma» [12]

La proposición «ciencia de la experiencia de la conciencia» permite

vislumbrar la intención de Hegel respecto de la certeza sensible como etapa de

comienzo y punto de partida de la «exposición [que] versa solamente sobre el

saber que se manifiesta», sobre «el camino de la conciencia natural que pugna por

llegar al verdadero saber», sobre «el camino del alma que recorre la serie de sus

configuraciones [...] que su naturaleza le traza, depurándose así hasta elevarse al

espíritu, y llegando, a través de la experiencia completa de sí misma al

conocimiento de lo que en sí misma es» [13] Ese camino del alma tiene una

característica: es «el camino de la duda o [...] el camino de la desesperación» [14]

donde no hay vacilación seguida de la eliminación de la duda, vuelta y retorno a la

verdad anterior, como al principio, sino que la duda es «más bien la penetración

conciente en la no verdad del saber que se manifiesta» [15] Frente a esa no

verdad, el camino es el desarrollo real: la propia convicción sin que el error

retroceda ante la verdad de una conciencia inclinada a realizar su propio examen.

Pero, ¿por qué esta figuración de la certeza sensible fue puesta por Hegel

dentro del Momento de la Conciencia? Bueno, el mismo Hegel lo sugiere: porque

es una necesidad que «hace que este camino hacia la ciencia sea ya él mismo

ciencia y sea [...], en cuanto a su contenido, la ciencia de la experiencia de la

conciencia»; [16] ciencia de la experiencia que la conciencia hace sobre sí, y donde

los momentos del todo se llaman «figuras de la conciencia».

Si tuviésemos que sintetizar el significado que encierra el título I. Certeza

sensible o el esto y la suposición, podríamos decir que tematiza el saber tal y como

se nos ofrece, es decir sin concepción, esto es el saber no concipiente «que [...] no

puede ser sino aquello que es él mismo saber inmediato, saber de lo inmediato [no

mediado] o de lo que es [y no de lo qué es]»: [17] «la certeza sensible es una

aprehensión inmediata por debajo de cualquier distinción entre verdadero y falso,

pero es indudable y una especie de saber, [...] pues es unidad de pensamiento y

ser [...] En sí misma [...] es un mero señalar mudo, un querer decir lo que no

puede decirse, una intuición inarticulada. Sujeto y objeto son meros ‘esto’. Sólo un

señalar y algo señalado, y la verdad de esta certeza no consiste más que en que

este objeto meramente es» [18]

Hegel concibe esta clase de conocimiento «como el conocimiento de

riqueza infinita a la que no es posible encontrar límite si vamos más allá en el

espacio y en el tiempo en que se despliega» [19] También es el conocimiento más

verdadero porque no ha dejado de lado nada del objeto, puesto que lo tiene todo

1 2[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 64. 1 3[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 54. 1 4[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 54. 1 5[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 54. 1 6[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 60. 1 7[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 63. 1 8[?] Mure, G. R. G.; La filosofía de Hegel, Ibíd., pp. 76 y 77. 1 9[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 63.

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ante sí en toda su plenitud. Sin embargo, «esta certeza se muestra ante sí misma

como la verdad más abstracta [más separada] y más pobre» [20] puesto que

enuncia que solamente sabe que algo es, pero no sabe qué es: su verdad apenas

contiene el ser de la cosa.

En la certeza sensible no estoy cierto de ésta cosa porque yo me haya

desarrollado como conciencia, ni tampoco porque la cosa de que estoy cierto sea

ella, en ella misma, «una relación plena de riqueza o un múltiple comportamiento

con respecto a otras» [21] En síntesis, «el yo no significa un representarse o un

pensar múltiple, ni la cosa tiene la significación de múltiples cualidades, sino que

la cosa es, y es solamente porque es; ella es» [22] Lo que Hegel establece aquí es

que ese «ella es» comporta lo esencial para el saber sensible, y este puro ser

inmediato «constituye la verdad de la cosa» [23] Asimismo, la certeza, como

relación, es una pura relación inmediata: «la conciencia es yo y nada más, un puro

éste» [24]

En ese puro ser que Hegel refiere, se halla en juego mucho más que lo

dicho. Hegel mismo nos vendrá a decir que «una certeza sensible real no es

solamente esta pura inmediatez, sino un ejemplo de ella» [25] El objeto no es sólo

un «esto» inmediato: es solamente un ejemplo de la «estidad», y hay otros

«estos». Hay una distinción fundamental: en esta certeza quedan fuera del puro

ser, tanto el «éste como yo y el esto como objeto» [26] Ni el uno (el yo), ni lo otro

(el objeto) son algo inmediato, sino, al mismo tiempo, algo mediado: «yo tengo la

certeza por medio un de otro, que es precisamente la cosa; y ésta, a su vez, es la

certeza por medio de un otro, que es precisamente el yo» [27]

[1] «» EL OBJETO EN LA FIGURA DE LA CONCIENCIA COMO CERTEZA

SENSIBLE

Hasta aquí hemos visto que hay una diferencia entre la esencia y el

ejemplo, entre la inmediatez y la mediación. Esta diferencia la encontramos en la

certeza sensible misma, y «debemos acogerla en la forma como está en ella» [28]

En esta certeza, «lo uno está puesto como lo que es de un modo simple e

inmediato o como la esencia, es el objeto; en cambio, lo otro lo está como lo no

esencial y mediado, que es allí no en sí, sino por medio de un otro, el yo, un saber

que sólo sabe el objeto porque él es y que puede ser o no ser» [29]

El objeto, que es indiferente a ser o a no ser sabido y que permanece

aunque no sea sabido... es. El objeto es; es lo verdadero y la esencia, en cambio el

2 0[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 63. 2 1[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu Ibíd.., p. 63. 2 2[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 63. 2 3[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 63. 2 4[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 63. 2 5[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., pp. 63 y 64. 2 6[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 64. 2 7[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 64. 2 8[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., 64. 2 9[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 64.

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Page 6: Enrique García: «El Momento de La Conciencia en la Fenomenología del Espíritu de Hegel»

saber no es sin el objeto: el saber no es si el objeto no es. ¿La certeza sensible está

en el objeto? Responder esto requiere centralizar el objeto a fin de comprobar si

es, en realidad en la certeza sensible misma, «una esencia como la que pretende

ser; si este su concepto de ser esencia corresponde al modo como se halla

presente en dicha certeza, [...] considerarlo solamente tal y como la certeza

sensible lo tiene en ella» [30] Pero, ¿de qué modo hacerlo? Pues preguntándole a

la certeza sensible misma: ¿qué es el esto?, de tal suerte que tomado «bajo la

doble figura de su ser como el ahora y el aquí [las versiones espacial y temporal

del esto], la dialéctica que lleva en él cobrará una forma tan inteligible como el

esto mismo» [31]

Aquí despuntan el tiempo y el espacio. El sujeto de la experiencia está

condenado a ellos al querer decir «esto». Y «aquí» y «ahora» generan su propia

pluralidad. Habrá muchos «aquí» y muchos «ahora».

Dice Hegel que a la pregunta ¿qué es el ahora?, contestaríamos: «el ahora

es la noche» Pero, si «ahora, este mediodía revisamos esta verdad [...] no

tendremos más remedio que decir que dicha verdad ha quedado ya vacía» [32]

¿Qué ha pasado? El «ahora» se conserva como algo que es y, en cambio, «es la

noche» no se conserva, de lo que se sigue que el«ahora que es la noche se

conserva, es decir, se le trata como aquello por lo que se hace pasar como algo

que es; pero se muestra más bien como un algo que no es» [33] Esto quiere decir

que el ahora se mantiene como siendo algo que no es la noche. Asimismo se

mantiene el «ahora» como siendo día, que ahora es, como «un algo negativo en

general» [34] El «ahora» está, entonces, mediado, determinado como algo que

permanece y se mantiene porque otro (el día y la noche) no es (no son), lo que no

impide que siga siendo indiferente a lo que sucede en torno a él, puesto que la

noche y el día no son su ser. Al no ser día ni noche, que no son su ser, «no le

afecta para nada este su ser otro» ahora. [35] Hegel remata el párrafo siendo

bastante claro cuando dice al respecto que «a este algo simple, que es por medio

de la negación, que no es esto ni aquello, un no esto, al que es también indiferente

el ser esto o aquello, lo llamamos universal; lo universal es, pues, lo verdadero de

la certeza sensible» [36]

Así, cuando queremos (y creemos) decir el esto singular, en realidad (y aún

sin saberlo) decimos el esto universal, decimos «ello es, es decir, el ser en

general» [37] En otras palabras: «aunque de momento sólo como generalidad

nuda, lo que está apareciendo» –va a decir Mure- «como el verdadero objeto de la

experiencia es el universal» [38] expresado en el lenguaje. De lo dicho se sigue que

3 0[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 64. 3 1[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 64. 3 2[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 64. 3 3[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., pp. 64 y 65. 3 4[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 65. 3 5[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 65. 3 6[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 65. 3 7[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 65. 3 8[?] Mure, G. R. G.; La filosofía de Hegel, Ibíd., p. 77.

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Page 7: Enrique García: «El Momento de La Conciencia en la Fenomenología del Espíritu de Hegel»

«el lenguaje es lo más verdadero» [39] La experiencia está atravesada por el

lenguaje. El lenguaje es la piedra de toque, dado que el ser no se puede

representar sino enunciar. Sin embargo, cuando yo hablo, no siempre digo lo que

quiero, no puedo decirlo: hay inadecuación entre el decir y el querer decir. Es

mediante el lenguaje que se expresa lo verdadero, que se muestra lo verdadero, y

no con lo que yo quiero decir: el decir es más verdadero que el querer decir.

Mediante el lenguaje también refutamos nuestra suposición, nuestra opinión

primera acerca de lo que era o creíamos que era el esto, de tal suerte,

considerando que «lo universal es lo verdadero de la certeza sensible y el lenguaje

sólo expresa este algo verdadero, no es en modo alguno posible decir nunca un ser

sensible que nosotros suponemos» [40]

Lo mismo ocurre con el aquí. «El aquí es, por ejemplo, el árbol». Pero esta

verdad cambia ni bien me dé vuelta, ni bien gire y dirija la mirada hacia otro

lugar, hacia otro aquí, donde «el aquí no es [ya] un árbol, sino que es una casa»

[41] y sin embargo el aquí permanece, no desaparece aún con la desaparición de la

casa o del árbol. Es indiferente a ser casa o árbol. De nuevo «el esto se revela [...]

como una simplicidad mediada o como universalidad» [42]

[2] «» EL SUJETO EN LA FIGURA DE LA CONCIENCIA COMO CERTEZA

SENSIBLE

La verdad del objeto de la certeza sensible muestra en ella misma lo

universal, permaneciendo como su esencia el ser pero no inmediato, sino mediado

y, a la vez, negado. Mediación y negación son esenciales al ser puro de la

experiencia, no «como lo que nosotros suponemos como el ser, sino como el ser

determinado como la abstracción o lo universal puro» [43] Lo que antes era

esencial en la certeza sensible, el objeto, ya no es esencial en esta experiencia; y el

saber del objeto que antes era inesencial, ahora es esencial: «su verdad está en el

objeto como mi objeto o en la suposición; es porque yo sé de él» [44] La certeza

sensible fue, de esa manera, desalojada del objeto singular, pero no por ello ha

sido superada, sino que se ha limitado a replegarse en el yo, que es la afirmación

de lo que se le opone. Esto es, «el verdadero objeto de la certeza sensible [...] no

puede ser el objeto surgido como universal. El objeto no es ya la verdad esencial,

existe lo conozca yo o no. Ahora existe para mí porque lo conozco como

puntualmente señalado, ejemplificado, en mi certeza subjetiva. La verdad esencial

es ahora sólo el hecho inmediato de mi ver, oír [...] conscientemente» [45].

El yo también está mediado por la misma dialéctica. Tampoco él es sólo un

cierto «esto» inmediato. La fuerza de la verdad de la experiencia reside ahora en

3 9[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 65. 4 0[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 65. 4 1[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 65. 4 2[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 65. 4 3[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 65. 4 4[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 66. 4 5[?] Mure, G. R. G.; La filosofía de Hegel, Ibíd., p. 78.

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Page 8: Enrique García: «El Momento de La Conciencia en la Fenomenología del Espíritu de Hegel»

el yo, «en la inmediatez de mi vista, de mi oído» [46] Se ha evitado el aquí y el

ahora singulares que nosotros suponemos: «el esto y la suposición». Yo los tengo:

«el ahora es día porque yo lo veo; el aquí es un árbol por lo mismo» [47]

La certeza sensible experimenta, en sí misma, la misma dialéctica

descripta en la experiencia del objeto. «Yo, éste, veo el árbol y afirmo el árbol

como el aquí; pero otro yo ve la casa y afirma que el aquí no es un árbol, sino que

es la casa» [48] La legitimidad reside en el carácter inmediato del ver y en la

seguridad y en la afirmación de la casa y el árbol en cuanto a su saber, pero una

de ellas desaparece en la otra. Lo que no desaparece aquí es el yo en cuanto

universal, cuyo ver es «un simple ver mediado por la negación de esta casa, [...] y

que en ello se mantiene igualmente simple e indiferente» [49] Esto quiere decir

que el yo sólo es universal; del mismo modo que el «éste», el «aquí», y el «ahora».

El yo que supongo singular no lo puedo decir y, entonces, digo todos los yo. Es

imposible decir el singular.

«El ego que ve este árbol de noche y el ego que ve esta casa de día son

tan diferentes [...] como los dos ‘esto-aquí-y-ahoras’. Análogamente al objeto, el

ego se determina y mantiene (es para sí) sólo porque no es otro ego (siendo así

para otro). De nuevo es el lenguaje el que muestra esto [...] Digo ‘yo’ y sólo quiero

decir mi sí único [...] He confesado que ejemplifico un sujeto o ego universal» [50]

Los diversos yoes que aquí se funden como un universal no son otras personas,

son meras ejemplificaciones de mi sí idéntico todavía no determinado por mí

frente a las demás personas: son meros ejemplos de «estidad».

Hasta aquí, lo que la certeza sensible experimentó fue que su esencia no

está ni en el objeto ni en el yo, y que la inmediatez no es la inmediatez del objeto

ni la del yo, sino que lo que supongo en ambos es más bien algo inesencial: el

objeto y el yo son lo universal en el que no permanece ni el ahora, ni el aquí, ni el

yo que supongo.

[3] «» LA EXPERIENCIA EN LA FIGURA DE LA CONCIENCIA COMO

CERTEZA SENSIBLE

Una vez que objeto y yo advienen juntos como universales, la verdad

esencial de la experiencia ya no es unilateral, no proviene exclusivamente del

objeto, ni tampoco del yo: la verdad esencial de la experiencia es toda la certeza

sensible. «En términos triádicos, esto es la doble negación en la síntesis de la

inmediatez original de la certeza sensible» [51] El «es» y el «ha sido» se unen y

juntos forman una pluralidad de «ahoras» instantáneos; y los diversos «aquís», se

funden en un «aquí» sintetizado en el que se revelan el «arriba», el «abajo», el

«delante» y el «detrás» El ego es un sujeto impar antes que singular, concreto en

4 6[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 66. 4 7[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 66. 4 8[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 66. 4 9[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 66. 5 0[?] Mure, G. R. G.; La filosofía de Hegel, Ibíd., p. 78. 5 1[?] Mure, G. R. G.; La filosofía de Hegel, Ibíd., p. 79.

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una diversidad de contenido, uno con un objeto que no es sólo un «esto-aquí-y-

ahora», sino un lugar presente.

Es de este modo que, al filósofo que observa, la certeza sensible se le

aparece en su naturaleza verdadera como un «proceso-y-resultado» dialéctico [52]

«Llegamos al resultado de poner la totalidad de la certeza sensible misma como su

esencia, y no ya sólo un momento de ella, como sucedía en los dos casos

anteriores, en que su realidad debía ser primeramente el objeto contrapuesto al yo

y luego el yo» [53] Esto quiere decir que, ahora, la que se mantiene como

inmediatez, es la certeza sensible misma en su totalidad, excluyendo la

contraposición entre objeto y yo. A esta inmediatez pura (distinta de la real) no le

interesa el ser otro de aquí como árbol que se torna en un aquí que es no-árbol, no

le interesa el ser otro del ahora como día que se torna en un ahora que es no-día,

ni le interesa el ser otro del yo para el que otro es no-yo, es decir es objeto. Si yo

evito girar y dirigir la mirada hacia otro aquí, también evito que el aquí se

convierta para mí en un no-árbol. Tampoco me entero si otro yo ve el aquí como

no-árbol o si yo mismo, en otro caso, tomo el aquí como no-árbol o el ahora como

no-día, «sino que yo soy puro intuir» [54]

Dice Hegel que «yo, para mí, [...] me mantengo en una relación inmediata»

Y como la certeza sensible se niega a salir de sí, e insiste en un ahora que es

noche o en un aquí que es árbol, o en un yo para quien ahora es noche y aquí es

árbol «vamos nosotros hacia ella y hacemos que se nos muestre el ahora que se

afirma. [...] pues la verdad de esta relación inmediata es la verdad de este yo, que

se circunscribe a un ahora o un aquí» [55] Si después nosotros asumiésemos la

verdad de ese yo, que se circunscribe a un ahora o un aquí, o nos mantuviésemos

alejados de esa verdad, «superaríamos con ello la inmediatez que le es esencial»

[56] La certeza está del lado del yo. Pero, ¿cómo está constituido lo inmediato que

se nos muestra? «Se muestra el ahora, este ahora. Ahora; cuando se muestra, ya

ha dejado de existir» [57]: su verdad consiste en haber sido, no en ser.

Hegel explica la trayectoria del movimiento diciendo que: (a) indico como

algo ya superado el ahora que afirmo como verdadero, con lo cual supero la

primera verdad; (b) afirmo, como segunda verdad, que lo que ha sido está

superado; y (c) lo que ha sido no es; supero lo que ha sido o el ser superado, la

segunda verdad, negando lo negado y retorno a la primera afirmación: el ahora es.

«Pero este primero reflejado en sí no es exactamente lo mismo que primeramente

era, [...] algo inmediato, sino que es [...] algo reflejado en sí o algo simple, que

permanece en el ser otro lo que es: un ahora que es absolutamente muchos

ahora», [58] el ahora que lleva en sí muchos ahora, muchas horas, muchos ahora,

muchos minutos, muchos ahora, muchos segundos, y así sucesivamente hasta que

5 2[?] Mure, G. R. G.; La filosofía de Hegel, Ibíd., p. 79. 5 3[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 67. 5 4[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 67.5 5[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 67.5 6[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 67.5 7[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., pp. 67 y 68.5 8[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 68.

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desaparece en muchos ahora: «una pluralidad de ahoras compendiada» [59] es

ahora la indicación, es decir «la experiencia de que el ahora es universal» [60]

Respecto del aquí, «el aquí que se trataba de indicar desaparece en otros aquí,

pero también éstos, a su vez, desaparecen; lo indicado, retenido y permanente es

un esto negativo, que sólo es en cuanto que los aquí se toman como deben

tomarse, pero superándose en ello; es un simple conjunto de muchos aquí» [61] De

otro modo, el punto estriba en el aquí supuesto; pero el aquí supuesto no es, sino

que al indicárselo como lo que es, la indicación no se muestra como un saber

inmediato, sino «como un movimiento que, partiendo del aquí supuesto, conduce a

través de muchos aquí al aquí universal, que es una simple multiplicidad de aquís»

[62]

Dice Hegel que «la dialéctica de la certeza sensible no es sino la

simple historia de su movimiento o de su experiencia y, a su vez, la certeza

sensible misma no es sino esta historia» [63] «La conciencia natural llega, por ello,

siempre, por sí misma, a este resultado, lo que en ella es lo verdadero y hace la

experiencia de ello; pero enseguida vuelve a olvidarlo y reinicia el movimiento

desde el principio» [64] El ser de las cosas exteriores, en cuanto estos o cosas

sensibles, tiene verdad para la conciencia, es una afirmación que no sabe lo que

dice ni sabe que dice lo contrario de lo que se propone. «La verdad del esto

sensible para la conciencia debe ser experiencia universal, pero resulta que la

experiencia universal es más bien lo contrario» [65] porque toda conciencia supera

a una verdad como la que refiere. Por ejemplo, «el aquí es un árbol o el ahora es

mediodía», expresa lo contrario: «el aquí no es un árbol, sino una casa». Esta

afirmación supera a la primera; es una afirmación semejante de un esto sensible; y

queda superada también inmediatamente. En toda certeza sensible sólo se

experimenta el esto como un universal, lo contrario de lo que aquella afirmación

asegura que es la experiencia universal.«El esto sensible supuesto es inasequible

al lenguaje, que pertenece a la conciencia, a lo universal en sí [...] Lo que se llama

lo inexpresable no es sino lo verdadero, lo no racional, lo simplemente supuesto. Si

quiero echar mano del discurso, que tiene la naturaleza divina [...] y no dejar [...]

que se exprese [...] en palabras [...] puedo indicar [...] y hago [...] la experiencia de

lo que es de hecho [...] la verdad de la certeza sensible: lo indico como un aquí

que es un aquí de otros aquí o en él mismo un simple conjunto de muchos aquí: es

decir, que es un universal; lo tomo como tal y como es verdad y, en vez de saber

algo inmediato, lo percibo» [66]

[B] «» LA FIGURA DE LA CONCIENCIA-PERCEPCIÓN

5 9[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 68.6 0[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 68.6 1[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 67.6 2[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., pp. 68 y 69.6 3[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 69.6 4[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 69. 6 5[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 69.6 6[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 70.

10

Page 11: Enrique García: «El Momento de La Conciencia en la Fenomenología del Espíritu de Hegel»

El principio que rige la percepción es lo universal. Como la certeza

inmediata quiere captar el esto y no lo logra aunque crea haberlo captado, la

certeza inmediata no alcanzará lo verdadero, ya que su verdad es lo universal. «La

percepción, por el contrario, capta como universal lo que para ella es lo que es»

[67] Siendo la universalidad el principio que rige la percepción, en general

también lo son los momentos que se distinguen en ella: «el yo es un universal y lo

es el objeto» [68] Del principio de universalidad nacen dos momentos que no

constituyen sino el desdoblamiento de su manifestarse: (a) la percepción; y (b) el

objeto. El objeto es, conforme a la esencia, lo mismo que es el movimiento; éste, el

movimiento, es el despliegue y la distinción de los momentos, aquél, el objeto, es

la reunión de ellos.

La esencia de la percepción como principio es lo universal. Frente a ello, el

que percibe y lo percibido, son lo no esencial. En cuanto el que percibe y lo

percibido son lo universal o la esencia, ambos son esenciales; pero en cuanto se

relacionan el que percibe con lo percibido, como contrapuestos, «solamente el uno

puede ser lo esencial, y la diferencia entre lo esencial y lo no esencial tiene que

repartirse entre ellos» [69] De tal suerte, en tanto lo uno determinado como lo

simple, el objeto (al que le es indiferente el hecho de que sea percibido o no) es la

esencia, el percibir como el movimiento es lo inconstante (que puede ser o

también no ser) y lo no esencial.

Ese objeto al que Hegel se refiere debe, ahora, determinarse con más

precisión.«Como su principio, lo universal, es en su simplicidad algo mediado, el

objeto debe expresar esto en él como su naturaleza, mostrándose así como la cosa

de múltiples cualidades» [70] La riqueza del saber sensible pertenece a la

percepción, no a la certeza inmediata. Solamente la percepción tiene en su

esencia la negación, la diferencia o la multiplicidad.

[1] «» EL CONCEPTO SIMPLE DE LA COSA

Hegel presenta en este ítem un eje conformado por tres nociones: (a) la

noción de propiedad; (b) la noción de coseidad; y (c) la noción de cosa.

La (a) propiedad nace de la negación, no como supresión sino como

dialéctica, es decir como negación determinada o productiva [71] del esto de lo

sensible. Así se obtiene lo que Hegel llama propiedades. Esta negación del esto de

6 7[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 71. 6 8[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 71. 6 9[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 71. 7 0[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 71.71[?] De ordinario nos sentimos inclinados a pensar la unidad individual de las cosas finitas como algo positivo. La reflexión hegeliana mostraría que la unidad individual de las cosas finitas es algo positivo en lo negativo. Del mismo modo, si una cosa finita cambia de tal modo que sigue siendo la misma luego del cambio, de nuevo se mostraría que se trata de algo positivo en lo negativo, de una unidad concreta determinada, es decir negada en las diversas fases de su proceso temporal y a través de ellas. No se trata de colocar la nada, es decir la negación en la que aquel que negase se subordina a lo negado. Y es constitutivo de su identidad: yo soy aquello que niego. En esta relación entre el que niega y lo negado, la identidad del que niega está determinada por lo negado: no hay negación sin diferencia. Aquí, como se advierte hay algo vinculado con el signo lingüístico: la prioridad de las relaciones por sobre los términos.

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Page 12: Enrique García: «El Momento de La Conciencia en la Fenomenología del Espíritu de Hegel»

lo sensible produce el universal sensible. Tomemos, por ejemplo, un esto blanco, la

blancura. Las propiedades como la blancura son un universal sensible. El esto que

se pone como no-esto es un esto superado. Por consiguiente no se pone como

nada, sino como nada determinada, es decir como «una nada de un contenido, [...]

del esto» [72] De tal suerte, sigue aquí presente lo sensible mismo, no como en la

certeza inmediata, como lo singular supuesto, sino como universal o como lo que

se determinará como propiedad.

La superación importa (a) un negar; y (b) un mantener o conservar. Siendo

así, «la nada, como nada del esto, mantiene la inmediatez y es ella misma sensible,

pero es una inmediatez universal» [73] El ser es un universal porque contiene en él

la mediación o lo negativo. Pero, en cuanto expresa esto en su inmediatez, es una

propiedad distinta, es una propiedad determinada. Con ello se ponen muchas

propiedades de estos al mismo tiempo, las unas negativas de la otras. «Una cosa

sensible es una unidad de propiedades sensibles [...] Pero cada una de estas

propiedades pertenece también a un hatajo [conjunto] de otras cosas, de modo

que cada propiedad es determinada sólo frente a sus otros ejemplos. Las

propiedades están meramente conjuntadas» [74] La cosa es un mero médium en el

que una indefinida multiplicidad de universales, todos distintos unos de otros,

están juntos.

Según Hegel, «al expresarse en la simplicidad de lo universal», las

determinabilidades «se relacionan consigo mismas, son indiferentes» unas

respecto de las otras, y «cada una de ellas es para sí y libre de las demás» [75] La

universalidad simple igual a sí misma es distinta y libre de esas sus

determinabilidades: «es el puro relacionarse consigo mismo o el médium en que

todas estas determinabilidades son, y en el que, por tanto, se comprometen en una

unidad simple, pero sin entrar en contacto, pues [...] por participar de esta

universalidad son indiferentes para sí» [76]

Uno puede decir que, en cuanto universal, (a.a) estas propiedades son

indiferentes: no son ni esto, ni lo otro; y (a.b) estas propiedades son

determinaciones. En esa medida, y de tal suerte, están en relación con otras

propiedades.

La (b) coseidad que reúne las propiedades es el mismo puro universal o

médium. La coseidad, entonces, es el lugar en el que las propiedades consideradas

en su universalidad se compenetran pero sin tocarse. Un cristal de sal es blanco,

salado y también (coseidad) cristal. La coseidad es lo que pone las propiedades en

relación sin que interactúen entre sí. La universalidad simple igual a sí misma,

distinta y libre de estas sus determinabilidades, el puro relacionarse consigo

mismo, el médium en que todas estas determinabilidades son, y en el que, por

tanto, se compenetran en una unidad simple, pero sin entrar en contacto, pues

7 2[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 72.7 3[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 72.7 4[?] Mure, G. R. G.; La filosofía de Hegel, Ibíd., p. 80. 7 5[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 72.7 6[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 72.

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Page 13: Enrique García: «El Momento de La Conciencia en la Fenomenología del Espíritu de Hegel»

precisamente por participar de esta universalidad son indiferentes para sí, «puede

ser llamado la coseidad en general o la esencia pura» [77] Es el «aquí» y el

«ahora» como un «conjunto simple de muchos» [78] que son, «en su

determinabilidad, universales simples [...] Esta sal es un aquí simple y, al mismo

tiempo, múltiple», [79] es blanca, salada y cúbica. Es de múltiples propiedades

dadas en un simple aquí en el que se compenetran: «ninguna de ellas tiene un

aquí distinto del de otra, sino que cada una de ellas se halla siempre en el mismo

aquí que las demás; y al mismo tiempo, sin hallarse separadas por distintos aquí,

no se afectan las unas a las otras [...]; lo blanco no afecta [...] lo cúbico, [...] sino

que, siendo cada una de ellas [...] un simple relacionarse consigo misma, deja

tranquilas a las otras» [80]

La (c) cosa en general, es decir el otro modo de cosalidad, es el lugar

donde se dan las cosas determinadas. Consideradas en su determinación, las

propiedades establecen entre sí

una relación de exclusión, una unidad exclusiva. Algunas de ellas (blancura y

saladez, por ejemplo) conviven entre sí. Otras (blancura y negrura, por ejemplo)

no conviven entre sí: «la distinción dentro de esta unidad, en cuanto no es una

unidad indiferente, sino excluyente, que niega a otro [...] es, asimismo, uno,

unidad excluyente» [81]

Este es el primer movimiento de la percepción; consiste en partir del

universal sensible. De este modo surge, para Hegel, la experiencia de lo que hay

que llamar objeto. Es un punto de llegada que ha pasado antes por la propiedad, la

coseidad, y la cosa: «lo uno es el momento de la negación, en cuanto se relaciona

consigo mismo de un modo simple y excluye a otro y aquello que determina a la

coseidad como cosa» [82]

El objeto se presenta como una unidad problemática, en movimiento. Es

uno (como unidad exclusiva) y también múltiple. Es uno y múltiple. Esto se sigue

de la universalidad y la determinación. El objeto hace referencia a una comunidad

de objetos. Está en relación con ellos (el blanco en el copo de algodón y en el

grano de sal, por ejemplo). Pone de relieve la universalidad de las propiedades. Lo

otro dado está en oposición, que se sigue de su determinación. El objeto es uno y

lo diverso, «es () la universalidad pasiva indiferente, el también de las múltiples

propiedades o más bien materiales, () la negación asimismo como simple o lo uno,

la exclusión delas propiedades contrapuestas, y () las múltiples propiedades

mismas, la relación entre los dos primeros momentos, la negación en cuanto se

relaciona con el elemento indiferente y se expande en él como una multitud de

diferencias» [83]

7 7[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 72. 7 8[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 72.7 9[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 72.8 0[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 72. 8 1[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 73.8 2[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 73. 8 3[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 73.

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[2] «» LA PERCEPCIÓN CONTRADICTORIA DE LA COSA

Lo que obtiene la conciencia perceptora, captando este objeto y

comportándose como pura aprehensión, es lo verdadero. Pero la conciencia

perceptora no pone nada de su parte en ese acto: no modifica la verdad con lo que

ella pudiere agregarle o sacarle. Por eso, «siendo el objeto lo verdadero y lo

universal lo igual a sí mismo, y la conciencia, en cambio, lo variable y lo no

esencial, a ésta puede ocurrirle que aprehenda el objeto de un modo inexacto» [84]

Como su criterio de verdad es la igualdad consigo mismo, «el ser otro mismo es

inmediatamente para él, pero [...] [ya] como lo superado» [85] Su comportamiento

es «relacionar entre sí los distintos momentos de su aprehensión» [86] «Si en esta

comparación se muestra una desigualdad, no se trata de una no-verdad del objeto

ya que éste es lo igual a sí mismo, sino una no-verdad de la percepción» [87]

La conciencia, en su percibir real, hace una experiencia: «el desarrollo de

las contradicciones presentes en él» [88] Yo capto un objeto que se ofrece como un

puro uno, pero descubro en él también su propiedad: es un universal que, por

serlo, rebasa la singularidad. Si se toma el primer ser de la esencia objetiva como

un uno en su verdadero ser, y se toma el objeto como lo verdadero, la no-verdad

cae sobre mí, y la aprehensión no es acertada. «La universalidad de la propiedad

me obliga a captar la esencia objetiva más bien como una unidad en general.

Percibo, además, la propiedad como determinada, contrapuesta a otro y que la

excluye» [89]

Cuando yo determino la esencia objetiva como una comunidad con otras

esencias objetivas o como la continuidad, yo no aprehendo acertadamente.

Entonces, para constituir la determinabilidad de la propiedad, debo «separar la

continuidad y poner aquella esencia como uno excluyente» [90] De tal suerte, en el

uno separado hallo muchas propiedades de éstas esencias objetivas que no se

afectan las unas a las otras, «que son indiferentes entre sí» [91] En consecuencia,

yo «no percibía acertadamente el objeto cuando lo aprehendía como excluyente,

sino que así como antes sólo era continuidad en general, ahora es un médium

común universal en el que muchas propiedades, como universalidades sensibles,

son cada una para sí y, como determinadas, excluyen a las otras» [92] Sin

embargo, aún así, lo simple y lo verdadero que yo percibo tampoco es un médium

universal: es «la propiedad singular para sí, [...] no es ni propiedad ni un ser

determinado; [...] no es en un uno ni tampoco en relación con otros» [93] Siendo

así, y considerando que «propiedad sólo lo es en el uno, y determinada solamente

8 4[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 74. 8 5[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 74. 8 6[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 74.8 7[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 74. 8 8[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 74.8 9[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 74.9 0[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 74. 9 1[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 74.9 2[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., pp. 74 y 75.9 3[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 75.

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en relación con otros», [94] entonces ese puro relacionarse consigo misma, ya no

tiene en sí el carácter de la negatividad, permanece como ser sensible en general;

y la conciencia para la que ahora hay un ser sensible sólo es suponer, ha salido de

la percepción y retornado a sí misma. Hay que considerar que el ser sensible y la

suposición se forman en la percepción y que, entonces, yo «me veo repelido hacia

el punto de partida» [95] e impulsado a cumplir nuevamente el mismo ciclo. La

conciencia repite el recorrido, pero de un modo diferente: «ha pasado [...] por la

experiencia de que el resultado y lo verdadero del percibir son [...] la reflexión

dentro de sí misma partiendo de lo verdadero. De este modo se ha determinado

para la conciencia cómo se halla esencialmente constituido su percibir [...]: no es

una aprehensión pura y simple, sino que en su aprehensión la conciencia [...] se

refleja dentro de sí, partiendo de lo verdadero» [96] Esto es lo que hace cambiar lo

verdadero. Ahora encontramos, tal como ocurría en la certeza sensible, que en el

percibir se presenta el lado por donde la conciencia se ve «de nuevo empujada

hacia sí misma, [...] conoce más bien lo que cae en ello, es la no-verdad allí

presente» [97] La conciencia, en base a este conocimiento, distingue ahora su

aprehensión de lo verdadero de la no-verdad de su percibir; lo corrige y, cuando

ella misma emprende su rectificación, cae en ella la verdad, como verdad del

percibir. La conciencia ya no percibe meramente, además es conciente de su

reflexión dentro de sí y separa esta reflexión de la simple aprehensión misma.

«[...] comienzo dándome cuenta de la cosa como uno y tengo que retenerla

en esta determinación verdadera; si en el movimiento de la percepción se da algo

contradictorio con aquella determinación, habrá que reconocerlo como mi

reflexión» [98]: la cosa es uno, y tengo la conciencia de que esa diferencia, con la

que ha dejado de ser uno, recae en nosotros. Toda la diversidad de estos lados no

la sacamos de la cosa misma, sino de nosotros. Nosotros somos el médium

universal en el que esos momentos se separan y son para sí. De otro modo, «el

sujeto de la percepción deviene (vagamente) consciente [...] de su experiencia

como un proceso en el que ahora ha sido reflejado sobre sí mismo por el objeto»

[99] Así, la verdad esencial, es decir la realidad que ha de aprehender el sujeto, ya

no reside en el objeto, reside en el contenido de su propio percibir subjetivo: el

objeto se convierte en lo inesencial.

Ahora, la conciencia asume lo que antes le atribuía a las cosas. Se lo

atribuye a sí misma: «se da [...] la experiencia de que la cosa se presenta para la

consciencia que la aprehende de un determinado modo, pero, al mismo tiempo, es

fuera del modo como se ofrece y reflejada en sí o tiene en sí misma una verdad

opuesta» [100]

9 4[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 75.9 5[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 75.9 6[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 75.9 7[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 75.9 8[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 76.9 9[?] Mure, G. R. G.; La filosofía de Hegel, Ibíd., pp. 80 y 81. 1 0 0[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 77.

15

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[3] «» EL MOVIMIENTO HACIA LA UNIVERSALIDAD INCONDICIONADA Y

HACIA EL REINO DEL ENTENDIMIENTO

El objeto es, ahora, para la conciencia, todo ese movimiento dialéctico que

antes se distribuía entre el objeto y la conciencia: «la cosa es un uno, reflejado en

sí; es para sí, pero también es para otro; y es tanto un otro para sí como ella es

para otro» [101] La cosa es «en sí» y «para otro». Pero, ¿quién es ese «otro» de un

objeto? Como la contradicción, concebida como el relacionismo de un

sustancialismo, ahora está referida a objetos entre sí, parece ser que aquí Hegel

introdujo la pluralidad de objetos, al mismo tiempo que abandonó el «monismo de

objeto» con el que había venido explicando cada movimiento, cada dialéctica, cada

experiencia.

Como la cosa es lo que es en virtud de sus propiedades, la conciencia, por

una parte reconocerá la objetividad de esas propiedades, y por otra parte le

atribuirá la unificación de esas propiedades a su propio percibir: «la cosa se pone

como ser para sí o como negación absoluta de todo ser otro y, por tanto, como

negación absoluta, relacionada solamente consigo; [...] la negación relacionada

consigo es la superación de sí misma, o el tener su esencia en un otro» [102] Dicho

objeto debe tener una propiedad esencial que constituya su simple ser para sí,

pero también debe tener en él mismo la diversidad que, aún siendo necesaria, no

constituya la determinabilidad esencial. Lo no esencial, que debe ser al mismo

tiempo necesario, se supera a sí mismo o es aquello que es la negación de sí

mismo. En un primer momento la cosa se afirma absolutamente, siendo lo que es

sin más, en sí y para sí. Pero en un segundo momento, se descubre que la cosa

sólo es lo que es a través de la negación de lo otro. La cosa está enlazada con el

resto a través de la negación y sólo es lo que es dentro de esta relación negativa

con lo que no es ella: «el objeto es más bien [...] lo contrario de sí mismo: para sí

en tanto es para otro y para otro en tanto es para sí» [103] Es para sí, reflejado en

sí, un uno que se pone en unidad con su contrario, el ser para otro, y, por tanto,

sólo como superado. El objeto es superado en sus puras determinabilidades o en

las que debieran constituir su esencialidad. «Partiendo del ser sensible, se

convierte en algo universal; pero este universal [...] que proviene de lo sensible, es

esencialmente condicionado por ello mismo, y [...] no es, en general,

verdaderamente igual a sí mismo, sino una universalidad afectada de una

contraposición» [104] Estas determinabilidades puras parecen expresar la

esencialidad misma, pero solamente son un ser para sí, que lleva implícito el ser

para otro; pero, al ser estos dos momentos esencialmente en una unidad, se

presenta ahora la universalidad absoluta incondicionada, no condicionada por lo

sensible, y es aquí donde la conciencia entra por primera vez en el reino del

entendimiento. «Por tanto, aunque la singularidad sensible desaparezca en el

1 0 1[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 78.1 0 2[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 79.1 0 3[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 79.1 0 4[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., pp. 79 y 80.

16

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movimiento dialéctico de la certeza inmediata y devenga universalidad, ésta es

sólo universalidad sensible» [105]

Junto a un ser para sí, condicionado por lo sensible, aparece yuxtapuesto

otro ser para sí, el de la universalidad contrapuesta a lo singular, constituyendo un

ser condicionado por esa sensibilidad. Estos dos extremos contradictorios

aparecen, además de yuxtapuestos, en unidad donde lo común a ambos, el ser

para sí, lleva implícita la contraposición en general: es, al mismo tiempo lo que no

es un ser para sí.

El entendimiento al que nos referimos se apoya en tres elementos que lo

mantienen en cohesión y lo colocan en una posición dominante: (a) lo que hace de

lo sensible la esencia para la conciencia, (b) lo que determina su comportamiento

hacia la conciencia, y (c) lo que la conciencia discurre en el movimiento del

percibir y de lo verdadero para el entendimiento. «Por este camino, dicha

conciencia marcha inconteniblemente hacia el resultado de la misma superación

de todas estas [...] determinaciones esenciales, pero en cada momento singular

sólo tiene conciencia de una de estas determinabilidades como lo verdadero, para

pasarse en seguida a la opuesta» [106]

[C] «» LA FIGURA DE LA CONCIENCIA COMO FUERZA Y

ENTENDIMIENTO, FENÓMENO Y MUNDO SUPRASENSIBLE

«Al término de su experiencia la conciencia percipiente se da cuenta de

que el objeto es un objeto reflejo en sí mismo. Eso significa que el objeto es

concepto en sí, es racionalidad. [...] el objeto es de suyo subjetividad. [...] la

conciencia todavía no lo sabe y por eso no se reconoce en lo objetivo. El proceso

del reconocimiento de sí mismo en la objetividad lo consumará la conciencia al

término del tercer capítulo, titulado fuerza (=dimensión objetiva) y entendimiento

(=dimensión subjetiva)» [107]

Hasta esta figuración el sujeto se había mostrado oscilante. Ahora, el

sujeto pasa al entendimiento más allá de los sentidos. Hasta aquí, Hegel dejó

establecido que el objeto ha cobrado ya movimiento, que «se construye en virtud

de un movimiento interior de autonegación» [108] Para la conciencia perceptora

todo era una cosa. El sujeto ahora tiene que hallar la verdad en un universal no

condicionado por los sentidos. De tal suerte, esse est percipi debe convertirse en

esse est intelligi.

Al comenzar el capítulo dedicado al entendimiento «la conciencia conserva

su comportamiento objetivo porque sigue considerando que ella no interviene en

el movimiento de autoconstitución del objeto» [109] La conciencia será, ahora,

entonces, entendimiento que «penetra en el fondo permanente de la cosa [su

1 0 5[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 80.1 0 6[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 81.1 0 7[?] Valls Plana, Ramón; Del yo al nosotros, Ibíd.., p. 65. 1 0 8[?] Valls Plana, Ramón; Del yo al nosotros, Ibíd.., p. 66. 1 0 9[?] Valls Plana, Ramón; Del yo al nosotros, Ibíd.., p. 66.

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interioridad]» [110] porque «la conciencia no es todavía para sí misma el concepto,

por lo cual no se reconoce en aquel objeto reflejado» [111] Pero los esfuerzos de la

conciencia objetiva van a resultar vanos para fijar absolutamente el objeto

considerándolo como independiente de su propio acto. De ese modo la conciencia

se dará cuenta de que el fondo último de la cosa (su interioridad) es ella, la

conciencia misma. En ese momento, la objetividad será vista ya como subjetividad

reconocida. El objeto será el mismo yo y la conciencia será auto-conciencia.

Este proceso pasa a través de tres momentos: (a) la fuerza; (b) la ley; y (c)

la infinitud. La (a) fuerza, energía o actividad del objeto, es el movimiento reflejo

que se expande y regresa a sí mismo dinamizado ya por la conciencia perceptora.

El entendimiento trata de fijar ese dinamismo en forma de (b) ley que inmoviliza

de tal manera al objeto en su formulación abstracta que reincidirá en su

inmovilismo. «La ley necesita entonces una declaración o explicación que muestre

cómo en ella se contiene la diversidad» [112] La figura del entendimiento comienza

con la experiencia del movimiento dialéctico entre lo uno y lo múltiple que se da

en el objeto. El entendimiento es la misma percepción que se vuelve conciente de

la necesidad de mantener juntos esos dos momentos del objeto, la unidad y la

multiplicidad. La cuestión vuelve a introducir la conciencia en el objeto. El

lenguaje explicativo es la acción misma del entendimiento universal: «en la

explicación encontramos cabalmente mucha auto-satisfacción, porque aquí la

conciencia [...] se halla en coloquio inmediato consigo misma, gozándose

solamente a sí misma; parece ocuparse de otra cosa, pero de hecho sólo se ocupa

de sí misma» [113]

Es por lo expresado que cuando las explicaciones que da el entendimiento

queden incorporadas a la cosa, la cosa se habrá (c) infinitizado, es decir que las

diferencias, que en la explicación quedaban todavía extrínsecas a la ley explicada,

se habrán incluido en el objeto. «Este ser él mismo (identidad) y su contraposición

(diferencia)» [114] «es la diferencia como diferencia interna o diferencia en sí

misma, o como infinitud [...] A través de la infinitud vemos que la ley se ha

realizado plenamente en ella misma como necesidad y que todos los momentos del

fenómeno han sido recogidos ahora en su interior [...] Esta infinitud simple o el

concepto absoluto debe llamarse la esencia simple de la vida, el alma del mundo,

la sangre universal, omnipresente, que no se ve empañada ni interrumpida por

ninguna diferencia, sino que más bien es ella misma todas las diferencias así como

su ser superado y que, por tanto, palpita en sí sin moverse, tiembla en sí sin ser

inquieta» [115] El objeto ha cobrado ahora plena objetividad. Se ha hecho

plenamente inteligible lo racional. «La riqueza de sus determinaciones que para la

conciencia sensible quedaban fuera del concepto han sido conceptualizadas»: [116]

1 1 0[?] Valls Plana, Ramón; Del yo al nosotros, Ibíd.., p. 66.1 1 1[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 82. 1 1 2[?] Valls Plana, Ramón; Del yo al nosotros, Ibíd.., p. 66.1 1 3[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., pp. 102 y 103. 1 1 4[?] Valls Plana, Ramón; Del yo al nosotros, Ibíd.., p. 66. 1 1 5[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., pp. 100 y 101. 1 1 6[?] Valls Plana, Ramón; Del yo al nosotros, Ibíd.., p. 67.

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se ha manifestado la inteligibilidad o verdad del ente. «La infinitud o esta

inquietud absoluta del puro moverse a sí mismo, según lo cual lo determinado de

algún modo, por ejemplo, como ser, es más bien lo contrario de esta

determinabilidad, es, ciertamente, el alma de todo el recorrido anterior, pero

solamente en el interior ha surgido ella misma libremente» [117]

Al reconocerla como interioridad o como fondo de la cosa la conciencia

verá la infinitud su propia imagen. Cobrará, así, conciencia de sí misma: será

autoconciencia, el movimiento de auto-diferenciación de oposición u objetivación a

sí misma para contemplarse. «Yo me distingo de mí mismo, y en ello es

inmediatamente para mí el que éste distinto no es distinto» [118]

Hacia el final del capítulo sobre el entendimiento aparece el verdadero

concepto de infinito. Infinito como aquello que incluye en sí mismo la

contradicción, como aquello que hace imposible poner lo contradictorio como

sustancia separada, como aquello en que la diferencia habrá derivado. La

conciencia (subjetiva y objetiva) no son dos cosas sino una y la misma. Esta cosa

incluye en sí misma su propia contradicción. Este infinito como unidad del objeto

con el sujeto, o como comunidad del en sí o para sí, es el concepto absoluto.

El entendimiento se dará cuenta de que no hay nada fuera de él y que el

objeto es sí mismo. Hay una compenetración entre infinito y absoluto. Absoluto (el

devenir) no es la eliminación, sino la inclusión de la diferencia.

Al revelarse el fondo objetivo (la interioridad) de las cosas se revela como

subjetividad: «Se alza, pues, este telón sobre lo interior y lo presente es el acto por

el que lo interior mira lo interior. [...] Y se ve que detrás del llamado telón, que

debe cubrir el interior, no hay nada que ver, a menos que penetremos nosotros

mismos tras él, tanto para ver, como para que haya detrás algo que pueda ser

visto» [119]

La condición de posibilidad de todo el proceso que sostenía el telón de

fondo objetivo de las cosas y lo animaba, y que ahora ha emergido a la luz de la

conciencia, era auto-conciencia. La conciencia objetiva, aislada de su propio acto,

queda revelada como auto-conciencia. Sin ella no hay conciencia. Sin verdad

subjetiva no hay verdad objetiva. «El proceso necesario de las figuras anteriores

de la conciencia, para la que lo verdadero era una cosa, un otro que ella misma,

expresa cabalmente que no sólo la conciencia de la cosa sólo es posible para una

conciencia de sí, sino, además, que solamente ésta es la verdad de aquellas

figuras» [120]

Hegel nos ha dicho que existe una relación fundamental entre objetividad

y subjetividad, que es inconcebible una verdad objetiva en sentido pleno que no

esté ligada a la subjetividad en general y que la subjetividad es la que constituye la

verdad objetiva. En el límite es la subjetividad divina el origen de toda objetividad.

Si la conciencia humana es capaz de verdad plenamente objetiva es porque se

1 1 7[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 102. 1 1 8[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 103. 1 1 9[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 104. 1 2 0[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 103.

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adecua a la subjetividad divina. El universal del entendimiento ha retractado su

momento de particularización a sí mismo, pero no puede darle ningún relleno

concreto. «De este modo, resulta que la esencia verdadera interna, el

suprasensible más allá o detrás del telón de la apariencia [...], no es nada real. La

cortina sólo oculta un vacío hasta que el entendimiento la atraviesa y se encuentra

sólo a sí mismo. La ‘explicación’ del entendimiento [...] sólo produce [...] la

descripción de lo que la auto-conciencia es» [121]

Es por eso que podemos decir que lo único que sabemos es que, siendo

verdadero todo ente en el fondo debe ser él mismo subjetividad: «con la

autoconciencia entramos, pues, en el reino propio de la verdad» [122], su lugar

originario.

[III] «» CONCLUSIÓN

La dialéctica de la certeza sensible se presenta con una contradicción: por

un lado se pretende como una forma de conocimiento y, por el otro, se rige por el

principio de la aprehensión inmediata. Así, al comprender por qué una forma de

conciencia se contradice en sí misma, uno se sitúa ya en la próxima etapa de la

dialéctica. Comprender que «ahora» es la noche y que «ahora» no es la noche es

comprender que «ahora» tiene la estructura de un término general, es decir de un

término que refiere una instancia particular sin ser idéntico con la misma. El

conocimiento, el ejemplificado por el «ahora» como un ejemplo de «estidad», tiene

la estructura de la referencia a una instancia particular a través de un término

general que puede en principio aplicarse a otros ejemplos. Eso es justamente lo

que Hegel entiende por percepción, que es el próximo paso en la progresión de la

experiencia de la conciencia. El entendimiento se da cuenta de que la esencia de

las apariencias, el origen de la unidad y el orden de las apariencias no es algo que

está «más allá» sino que es la propia actividad del entendimiento. Hegel afirma

que el entendimiento sólo se experimenta a sí mismo. Hegel dice esto... pero lo

hace desde la perspectiva de un «nosotros», no ya desde la perspectiva de un yo.

[IV] «» BIBLIOGRAFÍA

Cortés Morató, Jordi y Martínez Riu, Antoni; Diccionario de filosofía en CD-

ROM, Empresa Editorial Herder S.A., Barcelona, España, 1996.

Hartmann, Nicolai; La filosofía del idealismo Alemán (Traducción al español de

Hernán Zucchi y de Emilio Estiú), Editorial Sudamericana, Buenos Aires,

Argentina, 1960.

Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu (traducción al español de Wenceslao

Roces), Fondo de Cultura Económica/RBA Coleccionables, S. A., Barcelona,

España, 2002, p. 60

1 2 1[?] Mure, G. R. G.; La filosofía de Hegel, Ibíd., pp. 83 y 84. 1 2 2[?] Hegel, G. W. F.; Fenomenología del espíritu, Ibíd.., p. 107.

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Page 21: Enrique García: «El Momento de La Conciencia en la Fenomenología del Espíritu de Hegel»

Hyppolite, Jean; Génesis y estructura de la «Fenomenología del espíritu» de

Hegel (Tercera edición), Ediciones Península S. A., Barcelona, España, 1998, p.

75.

Mure, G. R. G.; La filosofía de Hegel (segunda edición) (traducción al español de

Alfredo Brotón Muñoz), Editorial Cátedra, Colección Teorema, Madrid, España,

1988, pp. 43 y 44.

Valls Plana, Ramón; Del yo al nosotros (Lectura de la Fenomenología del Espíritu

de Hegel), Editorial Laia, Barcelona, España, 1979.

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