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Con el concepto de esquema de la Crítica de la razón pura, Kant intentó dar respuesta al problema de la relación epistemológica entre símbolo y objeto. En su propuesta, Kant combinó tanto elementos del empirismo como del racionalismo de su tiempo. Lo hizo de tal suerte que su teoría del conocimiento quedó cuestionada por su dualidad entre actividad intelectual y actividad sensorial. Tratando de superar esa dualidad, Cassirer (1874-1945), por una camino, y Piaget (1896-1980), por otro camino (por citar sólo dos casos paradigmáticos), desarrollaron una teoría genética a partir de la reformulación del concepto kantiano de esquema. La sola mención de la fuente kantiana gravitando en ambos pensadores, nos permite vislumbrar hasta qué punto los límites y las posibilidades del constructivismo kantiano han estado presentes en la posteridad

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Page 1: Enrique García: «El Constructivismo Kantiano en La Posteridad»

«EL CONSTRUCTIVISMO KANTIANO EN LA POSTERIDAD»

ENRIQUE GARCÍA (UNLP)

Llamado a funcionar como una forma vicariante de representarnos el

tiempo, el Esquematismo se erige en una pieza clave dentro de la estructura de la

Filosofía Crítica kantiana.

Como ha dicho el Kant de los Prolegómenos, la suerte de la Metafísica,

«siempre desfavorable», quiso que Hume no fuera entendido por casi nadie. Baste

con decir que los integrantes de la filosofía de la Escuela Escocesa fueron los que

produjeron la primera reacción sistemática contra la filosofía de Hume. Sin

embargo, la reacción más notable fue iniciada con el despertar de la Crítica

kantiana. Es, precisamente con Kant, con quien llegaron a exponerse claramente

las dificultades observadas en torno al tiempo en perspectiva filosófica. Para

entonces, Locke (1632-1704) ya había advertido sobre esas dificultades. Pero, un

siglo después de Kant, el tiempo siguió constituyendo un problema filosófico

crucial.

Fueron los escritos de Hume los que interrumpieron el adormecimiento

dogmático de Kant. Además, fueron esos mismos escritos los que le imprimieron

una nueva dirección a sus investigaciones de filosofía especulativa, que por

entonces dominaba la filosofía alemana y concitaba su complacencia. Empeñado

en superar el criterio de Hume para la captación del mundo mediante una

continua sucesión de objetos, Kant entrevió su objetivo: tematizar sobre la

permanente y sintética unidad de la conciencia; algo que Hume rechazaba

rotundamente. Consideró que el tiempo debía preceder a la intuición empírica, y

también a cada parte de tiempo; separó las facultades de la sensación de las

facultades del entendimiento; y advirtió la gravitante importancia de los factores

epistemológicos, psicológicos y ontológicos implicados en toda experiencia.

Debe recordarse que, antes de aproximarse a los problemas del espacio y

del tiempo como filósofo crítico, Kant había pasado por innumerables soluciones

contrapuestas, con las cuales la física buscó resolver también esos mismos

problemas. Así, a Kant, (a), lo encontramos en la Monadología physica de 1576,

intentando reconciliar los principios de la filosofía de Leibniz con la física de

Newton. Dos años más tarde, (b), lo encontramos en la Nueva doctrina conceptual

del movimiento y del reposo de 1578, adoptando la opinión de los relativistas,

estableciendo el principio de la relatividad de todo movimiento, oponiéndose al

pensamiento ortodoxo predominante, sin que fuera capaz de apartarse de la

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influencia de la física matemática de su tiempo. Luego, (c), lo encontramos

coincidiendo con Euler (1707-1783) en la defensa de los conceptos newtonianos

del tiempo absoluto y el espacio absoluto, en el Ensayo para introducir en la

filosofía el concepto de cantidad negativa de 1763. Seis años más tarde, en 1769,

(d), lo encontramos acompañando, una vez más, a Euler en una pretendida prueba

del espacio absoluto, agregando a los argumentos basados en principios

mecánicos, otros argumentos provenientes de la geometría pura. Posteriormente,

(e), lo encontramos pronunciando la Disertación inaugural de 1770, que marcó un

hito decisivo en su carrera y sentó las bases de la Crítica de la razón pura. Allí, en

la Disertación inaugural, produce el desprendimiento total de la discusión del

espacio y el tiempo como conceptos físicos. Los encuadra bajo el dominio de la

Filosofía Trascendental. El tiempo ya no constituye algo objetivo y real, sino que

es intuición pura y condición subjetiva, por la naturaleza del psiquismo humano,

necesaria para que el psiquismo coordine con una ley, cualesquiera datos

sensibles. Finalmente, (f), lo encontramos en los Principios metafísicos de la

ciencia natural de 1786, participando de una discusión adicional sobre el espacio

absoluto y el tiempo, y sustrayendo el problema del campo de la física. El tiempo

es una forma de la intuición, una intuición pura de la sensibilidad, una forma o

concepción universal que tiene universalidad lógica y es, así, diferente de una

objetividad física.

El espacio absoluto y el tiempo absoluto, tomados como entidades

existentes fuera de las realidades y acontecimientos empíricos, son rechazados

por Kant porque los considera ficticios. Un criterio mejor consistiría en considerar

espacio y tiempo como un esquema de conexión por el cual lo que se percibe a

través de los datos de los sentidos se explica en relaciones de coexistencia

yuxtapuesta (espacio) y de secuencia sucesiva (tiempo). Esto quiere decir que el

espacio y el tiempo son «trascendentalmente ideales», y «empíricamente reales»

a la vez.

Esa suerte de fraseología, se alzó con frecuencia como un escollo para los

lectores. En efecto, es así porque para Kant realidad empírica significa validez de

toda experiencia, y no existencia de la experiencia como concepto objetivo. El

tratamiento que Kant hace aquí, detrae «objetividad física» al espacio y al tiempo

[1] El tiempo, para Kant, no tiene una existencia separada como un objeto real

que pueda ser percibido. El tiempo es (a) la regla del entendimiento; (b) el único

medio por el cual la existencia de fenómenos puede adquirir unidad sintética que

señala, a priori y con validez universal, su lugar en el tiempo a cada uno de los

1[?] Con posterioridad, Einstein (1879-1955) manifestará que él mismo había hecho lo propio, pero de otra manera.

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fenómenos [2] Por lo común, la epistemología del físico parte de la experiencia

para dirigirse hacia la idea. Kant, en cambio, va a marchar desde la idea para

dirigirse, en sentido inverso, hacia la experiencia. El filósofo está más interesado

en la naturaleza del tiempo como una forma universal de la experiencia, y el físico,

en cambio, se refiere, en primer lugar y primordialmente, al problema que le

plantea la medición del tiempo.

Al respecto, Cassirer se ha preguntado ¿hasta qué punto la doctrina de

Kant se involucra con el destino de la física newtoniana, en la cual tenía bastante

confianza y cuyo sistematizador filosófico parecía ser? Se sabe que Kant estuvo

mucho más involucrado con las dificultades propias, inherentes a ese destino, que

comprometido con el destino (como fin último) de la física newtoniana. En

conexidad con este tema, está, (a), la discusión del tiempo como percepción y

como concepto, y, (b), una lucha entre los puntos de vista subjetivo y objetivo en

relación con el tiempo, además de, (c), un creciente hincapié en la objetividad

como un rasgo propio en él. Estas discusiones llevaron el conflicto hacia el seno

de la metafísica contemporánea, con, (a), Bergson (1859-1941), por un lado, quien

niega la existencia del tiempo objetivo e identifica el tiempo con nuestra

conciencia de él, y con, (b), los físicos y los realistas que nos aseguran su

existencia objetiva, lo que conduce al problema de su medición, por otro lado.

El rol del tiempo es capital. El tiempo le confiere contenido al

pensamiento. Realiza el entendimiento. El puesto central del tiempo, en la teoría

kantiana del conocimiento, proviene del dualismo establecido entre la sensibilidad

y el entendimiento. El hombre carece de un entendimiento intuitivo capaz de

producir los objetos de sus representaciones. La sensación es la puesta en

contacto con una exterioridad incognoscible denominada cosa en sí. Si el tiempo

no fuera una intuición pura a priori de la sensibilidad producida por la

imaginación trascendental de conformidad con las categorías, que es decir de

conformidad con las formas lógicas del pensamiento que dan unidad a la

diversidad, no habría conocimiento posible: seríamos incapaces de unificar

representaciones en una experiencia.

Eso que hace la unidad de la experiencia, no es el tiempo, sino la

apercepción trascendental. Pero el tiempo permite pasar de esa unidad pura a la

multiplicidad empírica, porque él es, él mismo, la unidad de una multiplicidad.

Hay, a la vez, producción de lo múltiple como múltiple y reunión de ese múltiple

en la forma única de la conciencia con intervención intermediaria de las

categorías. Las categorías determinan, unifican la diversidad de la intuición

sensible. Kant denomina a esta «determinación», una síntesis figurada que es la

2[?] Kant, Immanuel; Crítica de la razón pura, Ibíd., A215, B262, p. 239.

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síntesis trascendental de la imaginación. La imaginación es la facultad de

representar en la intuición un objeto. La imaginación pertenece a la sensibilidad,

pero como espontaneidad que actúa por sí misma. La imaginación produce el

tiempo para construir su representación conforme a las categorías. Esta

producción del tiempo se denomina autoafección del psiquismo (Krv: B 69), y es

un efecto del entendimiento sobre la sensibilidad, y una primera aplicación del

entendimiento.

Ahora, ya sabemos que las categorías, aunque no funden conocimiento

alguno y estén fuera del tiempo y por ende merecerían algún significado,

adquieren significado por el tiempo. El esquema no debe considerarse como el

mero esquema de un objeto empírico real, sino como el arquetipo y el modelo de

los posibles objetos de la experiencia. Así, al retrotraer la intuición pura y el

concepto puro a su raíz lógica común, el esquematismo aúna, en realidad, la

intuición pura y el concepto puro [3] La Teoría del Esquematismo responde,

entonces, a una doble tendencia: «[(a)] la limitación de las categorías a lo sensible

representa, frente a la metafísica racionalista, un postulado completamente nuevo

y paradójico; y este postulado es ... el que se trataba de realizar, sin menoscabar

por ello, en el sentido sensualista, [(b)] la razón de ser lógica del concepto puro»

[4]

Con el concepto de esquema de la Crítica de la razón pura, Kant intentó

dar respuesta al problema de la relación epistemológica entre símbolo y objeto.

En su propuesta, Kant combinó tanto elementos del empirismo como del

racionalismo de su tiempo. Lo hizo de tal suerte que su teoría del conocimiento

quedó cuestionada por su dualidad entre actividad intelectual y actividad

sensorial. Tratando de superar esa dualidad, Cassirer (1874-1945), por una

camino, y Piaget (1896-1980), por otro camino (por citar sólo dos casos

paradigmáticos), desarrollaron una teoría genética a partir de la reformulación del

concepto kantiano de esquema. La sola mención de la fuente kantiana gravitando

en ambos pensadores, nos permite vislumbrar hasta qué punto los límites y las

posibilidades del constructivismo kantiano han estado presentes en la posteridad.

[IV] - BIBLIOGRAFÍA

Allison, Henri E.; El idealismo trascendental de Kant-Una interpretación y defensa, Editorial Anthropos, Barcelona, España, 1992.

Cassirer, Ernst; El problema del conocimiento en la filosofía y en la ciencia

3[?] Cassirer, Ernst; El problema del conocimiento en la filosofía y en la ciencia moderna , Ibíd., pp. 666 y 667. 4[?] Cassirer, Ernst; El problema del conocimiento en la filosofía y en la ciencia moderna, Ibíd., p. 669.

Page 5: Enrique García: «El Constructivismo Kantiano en La Posteridad»

moderna (traducción al español de Wenceslao Roces), T. II, Fondo de Cultura Económica, México, 1956.

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Kant, Immanuel; Los progresos de la Metafísica desde Leibniz y Wolff (traducción al español de Félix Luque), Editorial Tecnos, Madrid, España, 1987.

Kant, Immanuel; Prolegómenos a toda metafísica del porvenir. Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime. Crítica del juicio (traducción al español de Manuel García Morente), Editorial Porrúa, México, 1999.

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Torretti, Roberto; Manuel Kant, E