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CON Y SIN FILTRO, ¿LA MISMA PERSONA?
OJOS GRANDESSweet Selfie
NIÑASnapchat
PIERCINGInstagram
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HOMBRESnapchat
BELLEZASnapchat
Aspecto real, sin �ltros
Aspecto con filtros
Tipo de filtro
Aplicación que lo hace
BLASTInstagram
Fuente: Elaboración propia a partir de las aplicaciones de Instagram, Snapchat, Sweet Selfie y Air Brush. Fotografías modelos: 123.rtf
Enganchados a los
filtrosEl auge de las máscaras de realidad aumentada redefine el ideal de belleza
VALENTINA RAFFIO
BARCELONA
«Los filtros de Insta-gram y Snapchat te crean la ilusión de una belleza que
jamás conseguirías en la vida real y, en cierto modo, también unas expectativas de cómo debe-rías ser para encajar en ese ideal», argumenta Mateo Jarami-llo, de 24 años. Este joven, como muchos otros de su generación, reconoce que debido a esta pre-sión estética omnipresente en las redes sociales, hace años que no sube una imagen de sí mismo sin ningún tipo de retoque. «Siempre me he sentido insegu-ro por cómo se ve mi nariz en las fotografías, pero ahora que pue-do ver en tiempo real cómo que-daría retocada, la idea de operar-me está cobrando fuerza», con-fiesa. Su historia no es un caso aislado. Cada vez son más los ex-pertos que advierten de que la moda de los filtros de realidad virtual que embellecen y distor-sionan las facciones está afectan-do a la manera con la que los usuarios se ven a sí mismos, agu-dizando inseguridades latentes.
Las revistas médicas han bau-tizado este fenómeno como dis-morfia de Snapchat, en referencia a la primera red social que lanzó las populares máscaras digitales que deforman la apariencia del rostro. Los primeros filtros per-mitían verse, por ejemplo, con enormes y brillantes ojos y unas divertidas orejas de perro. Pero ahora la retórica ha cambiado. Actualmente, los más populares se perciben como una herra-mienta de embellecimiento ins-tantáneo. Un solo clic permite transformar radicalmente la fi-sonomía del rostro creando la ilusión de unos ojos más gran-des, unos labios prominentes, unos pómulos marcados y una nariz fina. Y es este el nuevo es-
tándar de belleza que compite con la realidad.
El 55% de los cirujanos plásti-cos estadounidenses reconocen un aumento del número de pa-cientes que acuden a su consulta porque quieren parecerse más al reflejo de sus filtros. Un reciente estudio publicado en la revista JA-MA alerta de este fenómeno al al-za. En él, los investigadores expli-can que los clientes ya no acuden a la cirugía para parecerse más a sus famosos de referencia, sino que reclaman acercarse más a su propia imagen captada a través de un filtro. Dentro de esta nueva lógica, las nuevas operaciones más demandadas tienen que ver con corregir la asimetría facial, la caída de los párpados, la aparien-cia de las arrugas y el aspecto de la nariz. También se ha incremen-tado de manera significativa la demanda de un aumento de los labios para acercarse a esa ima-gen que a través de un filtro pue-de lograrse en solo segundos.
ESPEJISMOS DIGITALES / Los profe-sionales de la medicina y la ciru-gía estética reconocen que el boom de los selfis también ha irrumpido con fuerza en las con-sultas españolas. El último son-deo realizado por la Sociedad Es-pañola de Cirugía Plástica, Repa-radora y Estética (SECPRE) indica que más del 10% de los españoles ya acuden a la clínica estética con un selfi como referencia pa-ra la operación. «Desde hace uno o dos años hemos constatado un incremento de algo más del 50% de los tratamientos que se refie-ren a pequeños retoques en na-riz, labios, ojeras o para mitigar las incipientes arrugas del ros-tro», explica Alberto Morano, vi-cepresidente de la Sociedad Espa-ñola de Medicina Estética (SEME). El experto vincula este auge a la influencia de las redes sociales. Ahora las imágenes del antes y el
Cada vez más usuarios se operan para parecerse a sus imágenes retocadas
consecuencias psicológicas
Los efectos adversos de los fil-tros persisten incluso cuando estos desaparecen y el usuario vuelve a visualizar su rostro sin ningún tipo de distorsión. Es en este momento cuando surge la inevitable comparación en-tre el yo real y el yo retocado. «El peligro de estos filtros de embellecimiento es que afec-tan tanto a la autoimagen co-mo a la autoestima. Si te acos-tumbras a verte a ti mismo a través de una imagen distorsio-
nada, puedes desarrollar un tras-torno disociativo [en el que ya no te reconoces a ti mismo en una fotografía que no esté retocada] y posteriormente un trastorno dis-morfóbico [por no poder estar a la altura de la imagen digital]», explica Úrsula Eleonore Oberst, psicóloga y profesora de la Uni-versitat Ramon Llull (URL). «El problema es que transmiten la idea de que para verte bien tie-nes que ajustar tu rostro a lo que ves en la pantalla», añade.
Una obsesión con graves efectos en la autoestima
33 Mateo Jaramillo, usuario de estos filtros.
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LABIOS Y NARIZAirBrush
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GORDOInstagram
EL PERIÓDICO
después se han convertido en un fenómeno viral, los más jóvenes navegan en un entorno en el que los retoques estéticos están total-mente normalizados. Esto, ade-más, coincide con que la edición fotográfica se ha democratizado hasta tal punto que todo el mun-do puede acceder a ella con la ayuda de un dispositivo móvil.
La suma de todos estos facto-res en el mundo digital configu-ra unos nuevos estándares de belleza que, al traspasarse al mundo real, no son más que un espejismo inalcanzable. El ros-tro perfecto de Instagram difícil-mente tiene parangón con la realidad. Incluso pasando por el quirófano. «Hay retoques que son imposibles de conseguir en la vida real», recalca Jesús Beni-to Ruiz, presidente de la Asocia-ción Española de Cirugía Estéti-ca Plástica (AECEP). El cirujano
10%de los españoles ya acuden a la cirugía estética con selfis con filtros para pedir al médico que quieren parecerse a esa imagen en la operación.
55%de los cirujanos de EEUU
reconocen un aumento de la cifra de pacientes que acuden a su consulta con la idea de parecerse a su selfi retocado.
explica, por ejemplo, que aña-dir un volumen excesivo a los la-bios podría deformar el rostro; también subraya que no tiene sentido intentar corregir una asimetría facial que solo existe en la cámara. «No es razonable que los selfis marquen el están-dar de belleza porque nada que hagamos en la realidad podrá competir con una imagen digi-tal, ficticia e idealizada», zanja.
Y es que la irrupción de los nuevos filtros de embellecimien-to está desdibujando la línea en-tre realidad y fantasía. En la co-munidad médica ya son muchos los profesionales que se mues-tran abiertamente preocupados ante las implicaciones de este fe-nómeno. Frente a esto, los exper-tos apelan a la ética cuando se de-tecten «preocupaciones que van más allá del bisturí y la aguja». H
La psicóloga argumenta que este fenómeno puede resultar particularmente dañino para co-lectivos psicológicamente vulne-rables como es el caso de los ado-lescentes. «No es sano que a una edad en la que estás forjando tu identidad, las redes sociales te expongan a un estándar ficticio e inalcanzable. Es un problema que este tipo de distorsiones pa-sen a formar parte de tu visión de la realidad», añade Oberst.
La obsesión por encajar en los cánones de belleza digitales pue-de trasladarse al mundo real en forma de un trastorno obsesivo, como es el caso de los ya diagnos-ticados casos de dismorfia de Snapchat. «Este trastorno es más
que una inseguridad o una falta de confianza. Es un problema de gran trascendencia que solo se soluciona con atención psico-lógica», recalcan los primeros estudios sobre la cuestión.
Y es que cuando se impone la dictadura de los filtros es fácil que todo lo que no se sitúe en estos parámetros se perciba co-mo una anomalía. De ahí a la obsesión por encajar a cual-quier precio en los cánones es-téticos tan solo habría un paso. «Aunque muchos vean todo es-to como un mero pasatiempo, el afán por exponerse a unos cánones extremos tiene conse-cuencias extremas sobre la sa-lud mental», recalca Oberst.
Los complejos son algo radicalmente humano y nos unen en la ver-güenza de nuestra sin-
gularidad. Quién no ha pensado alguna vez que le gustaría tener más de esto, menos de aquello, ser más fuerte, cambiar de esta-tura o tener otra piel. Y a menu-do, los anhelos convergen. Diga-mos que el canon es esa presión social que promueve un tipo de hermosura: compartida y refor-zada a base de estereotipos o modas. En definitiva, la preciosi-dad es artificial por definición en el momento en que existen códigos sociales sobre los cuer-pos. En cada época y lugar hay un límite claro entre los fí-sicos normales y los desa-justados.
Así, aprendemos a con-vivir con ese ideal de belle-za aceptada y amable-mente forzosa. También crecemos pensando que aceptarse o no es única-mente una elección perso-nal, sin tener en cuenta que nuestras miradas es-tán completamente con-dicionadas. Ahora bien, ¿si nos levantamos y nos vemos feas, el problema es tener espejo? Y si la dic-tadura de la belleza es an-cestral, ¿en qué se diferen-cian los filtros de Insta-gram y la Venus de Milo? La respuesta está en las formas, más que en el fondo.
Las redes sociales son labora-torios de identidad donde nos si-tuamos como producto a mos-trar. Cuando comenzó Insta-gram, la tónica era mostrar fotos que parecían espontáneas y ca-suales, aunque costaran 50 in-tentos. Después apareció Snap-chat y volcó las miradas hacia los filtros y las historias efíme-ras, con éxito –hasta el punto de que Facebook e Instagram te-mieron la pérdida de usuarios–. Como respuesta, los filtros deja-ron de ser exclusiva de Snapchat y se extendieron a las demás re-des. Con la diferencia de que los primeros filtros se correspon-dían con animales o criaturas fantásticas y coloreadas, pero ca-da vez se acercan más a un catá-logo de retoques.
Entendamos por un momen-to el filtro como plantilla: el mensaje ya no está en una escul-tura a la que mirar y en la que inspirarse, sino que puedes apli-car la plantilla literalmente so-bre tu rostro. Combinemos esto con la gran variedad de aplica-ciones y recursos que permiten retocarlo absolutamente todo. La consecuencia directa es huir de nuestros cuerpos. Los escon-demos tras un ideal que ni elegi-mos ni cuestionamos.
Puede resultar incluso lúdi-co si lo hacemos de vez en cuan-do, o desde el humor. El proble-ma está en vivir para hacerlo y obsesionarse con la distancia
entre lo que somos y lo que que-remos ser.
Los efectos de habitar en la distorsión tanto pueden desper-tar el narcisismo como agravar los problemas de autoestima. Que Instagram ahora retire los filtros semejantes a la cirugía es-tética es un gesto. Pero los filtros nos siguen recordando las im-perfecciones y qué tenemos que hacer para ajustarnos a la nor-ma. Si estas herramientas te lle-gan cuando estás intentando en-tender quién eres –como la ado-lescencia o en momentos de fra-gilidad– , la predisposición a sus-tituir lo percibido por lo proyec-tado es enorme. Por no decir có-mo refuerzan los estereotipos fe-meninos, favoreciendo la hiper-sexualización y la cosificación. Quizá como Afrodita, pero co-rregida y aumentada. H
Filtrar prejuicios o negar cuerpos
Análisis
Liliana ArroyoDOCTORA EN SOCIOLOGÍA. ESADE
REUTERS / MAX ROSSI
33 Selfi bajo el paraguas.
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Un fenómeno en el punto de mira
Seis jóvenes reflexionan sobre el uso y abuso de los filtros que distorsionan su imagen
De la diversión a la ofuscación
LOS TESTIMONIOS
habitualmente usadas por estos jóvenes. Seis de ellos aportan su testimonio sobre su relación con los filtros de Instagram, una ten-dencia que algunos definen co-mo pasatiempo pero que otros reconocen que acaba yendo más allá.
3 Carmen Olivares: «Existe una presión social por la perfección, tengo ciertos problemas de au-toestima o disforia dependiendo del día, y uso sobre todo aplica-ciones como Photoshop antes de publicar fotos donde soy el cen-tro de atención –normalmente
con algún rasgo con el que no es-tás familiarizado, son herra-mientas cada vez más desarro-lladas que te permiten verte con alteraciones a tiempo real sin mayor complejidad que aplicar el filtro. Sí es verdad que hay gente que luego no se reconocen sin ellos, yo no siento que esté en ese punto, los uso como pasa-tiempo».
3 Leire González: «Suelo usar de vez en cuando filtros por diver-sión, salen memes que me hacen mucha gracia. Pero es cierto que
C. GUILLERMO / L. TOLEDANO
BARCELONA
La última y tecnológica genera-ción del 98 ha crecido en un mun-do de redes sociales donde quien no tiene un perfil aspira a tener-lo. Fotolog, Tuenti, Facebook, Snapchat y ahora Instagram son
Instagram borra filtros para «proteger la salud mental» b La red se deshará de las máscaras que promuevan la cirugía estética extrema
b La medida persigue prevenir el malestar causado por estos efectos
Hay rincones del mun-do en los que las foto-grafías no generan corazones. En algu-
nos lugares de Australia, Brasil, Canadá, Irlanda, Italia, Japón y Nueva Zelanda, los likes han de-saparecido de algunas redes so-ciales. El fenómeno no es ca-sual. Hace algunos meses, Face-book e Instagram anunciaron que ponían en marcha un expe-rimento para averiguar cómo reaccionan los usuarios a una
VALENTINA RAFFIO BARCELONA
vida sin me gustas. La medida se plantea como una herramienta para mitigar los efectos adver-sos de la presión social que su-pone conseguir estas insignias de éxito digitales. Algo que, paradójicamente, genera ma-lestar para algunos.
Ahora, tras el boom de los fil-tros de realidad virtual enfoca-dos al embellecimiento, Insta-gram ha decidido poner freno a este fenómeno viral. La platafor-ma ha anunciado que irá elimi-nando progresivamente todos los filtros que promuevan direc-
ta o indirectamente la cirugía es-tética extrema. La red argumen-ta que el objetivo no es otro que proteger la salud mental de los usuarios ya que, según denun-cian los expertos, la imagen dis-torsionada ofrecida por estas máscaras digitales está afectan-do negativamente a la autoesti-ma de muchos de ellos. «La po-pularización de estos filtros ha-ce que uno se sienta inadecuado en el mundo real y puede desen-cadenar un trastorno dismórfi-co», denuncian los médicos des-de la revistas especializadas.
INSEGURIDAD DIGITAL / En el foco, los filtros de embellecimiento creados por los mismos usua-rios de la app a través de la plata-forma Spark AR, un canal para que puedan elaborar sus pro-
pios diseños, subirlos a la plata-forma y compartirlos. La crea-ción de este canal el pasado agosto ha logrado que en tan so-lo unos meses el número de máscaras de realidad aumenta-da, anteriormente de autoría ex-clusiva de Instagram, se multi-plique a un ritmo vertiginoso. Es aquí donde empezaron a sur-gir las máscaras de embelleci-miento extremo creadas por usuarios. Para algunos, un mero pasatiempo con el que verse di-ferente. Para otros, una fuente de inseguridades.
Los profesionales del mundo de la estética y de la psicología alertan de que, en la era de las fo-tografías filtradas, la populariza-ción de estas máscaras digitales está generando falsas expectati-vas sobre cómo debería lucir un rostro para considerarse bello. Ya en el 2017, un estudio de la Royal Society apuntaba a que Ins-tagram y Snapchat eran las re-des con un peor impacto en la sa-lud mental de los usuarios. Su uso se ha relacionado con senti-mientos de ansiedad, depresión y malestar con la propia imagen.
La plataforma también plantea eliminar los ‘likes’ con el objetivo de mitigar la ansiedad de los usuarios
A LA MODA Carmen Olivares, María Ávila, Leire González, Clara García, Laia García y Pau Ruano, tras hacerse un selfi y pasar por el filtro.
si es con amigos, no–, pero suelo blanquearme los dientes. Son dos minutos y te ahorras la pre-sión que conlleva dejarlos». 3 María Ávila: «Uso de vez en cuando filtros, son creativos y di-vertidos. Es curioso poder verte
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LLL
cuando tengo un día donde me
veo particularmente bien, uso la
cámara normal e inconsciente-
mente cambio a la de aplicacio-
nes como Instagram. No sé a qué
se debe, pero supongo que mi ce-
rebro se ha acostumbrado a la
imagen limpia que dejan los fil-
tros. Me veo mejor con filtros su-
tiles o que incorporan elemen-
tos como pestañas que sin ellos
aunque vaya maquillada».
3 Clara García: «Cuando introdu-
jeron los filtros que modifican los
rasgos faciales, los usaba como al-
go divertido y para ver cómo que-
daban. Pero cuando los usas asi-
duamente te ves mejor y al final
te cuesta colgar una foto sin ese
filtro. A mí me ha pasado, final-
mente tan solo me reconocía con
ellos. Me di cuenta de la gravedad
del asunto cuando un amigo res-
pondió a una historia que colgué
usando uno de esos filtros dicién-
dome que no parecía yo. Creo que
los filtros tan exagerados son una
adicción y pueden suponer un
problema para gente con poca
autoestima, sobre todo para los
adolescentes».
3 Laia García: «Suelo usar filtros
que favorezcan mis rasgos facia-
les. Creo que los filtros de Insta-
gram se crearon para divertir,
como lo hacen aquellos que de-
forman del todo la cara o los que
distorsionan la voz. Pero ahora
se puede apreciar un aumento
de los que modifican la cara se-
gún los estándares de belleza ac-
tuales y que disimulan imperfec-
ciones como puede ser el acné.
Al fin y al cabo se trata de una
red social en la que la imagen
cuenta mucho y es normal que
se utilizen este tipo de efectos».
3 Pau Ruano Alarcón: «Suelo
usar filtros por dos motivos: por-
que me hacen gracia –como po-
nerme un tuit de Pedro Sánchez
en la cabeza– o porque me gusta
cómo me quedan. Muy rara vez
subo un selfi sin haber utilizado
un filtro, no me siento cómodo
sin ellos. A veces tengo proble-
mas de autoestima y supongo
que por eso los acabo emplean-
do. El filtro le añade un toque,
pero solo lo utilizo en las histo-
rias; si son fotos del perfil, como
mucho tienen algún retoque de
color. H
«Son una adicción
y pueden suponer
un problema para
gente con poca
autoestima»
Tras el toque de atención de
los expertos, Instagram empezó
a modificar su política de uso pa-
ra intentar cuidar de la salud
mental y el bienestar de los
usuarios. «Los responsables de
las redes sociales son muy cons-
cientes del impacto de estas pla-
taformas a nivel social. Por eso
mismo no debería extrañarnos
que tomen decisiones que, aun-
que puedan parecer impopula-
res, están pensadas para prote-
ger el bienestar de los usuarios»,
explica Gemma San Cornelio,
investigadora especializada en
cultura digital, prácticas artísti-
cas y nuevos medios de la Uni-
versitat Oberta de Catalunya.
«Ahora son las mismas plata-
formas las que promueven estu-
dios para medir su impacto, mi-
tigar sus efectos negativos y pro-
mover un uso más saludable de
estas herramientas tecnológi-
cas. Las redes saben que pueden
generar malestar y, por lo que
parece, son las primeras en que-
rer entender la magnitud del
problema y proponer solucio-
nes», añade la investigadora del
proyecto Selfies Stories. H
Los selfis muestran la nariz el 30% más ancha de lo que esb Algunos estudios logran cuantificar la distorsión generada por los autorretratos
El reflejo que vemos en
los selfis no solo no se
corresponde con la rea-
lidad sino que, además,
suele mostrar un rostro bastante
deformado. Un estudio publica-
do en la revista especializada en
cirugía facial JAMA aporta la ex-
plicación científica a este fenó-
meno que salta a la vista. La in-
vestigación demuestra que un
selfi estándar, captado a unos 30
centímetros en línea recta de la
cara, distorsiona el tamaño apa-
MIRIAM LÁZARO / V. R.
BARCELONA
rente de la nariz, haciendo que
parezca hasta el 30% más ancha
y el 7% más larga de lo que es.
El trabajo, planteado por
unos cirujanos para demostrar
a sus pacientes que los selfis no
representan la realidad, deter-
minó que para obtener una ima-
gen lo menos distorsionada po-
sible deberíamos alejar hasta un
metro y medio la cámara del te-
léfono de la cara. O, como expli-
can influencers como Kim Kar-
dashian, jugar con la distorsión
aportada por la distancia, los án-
gulos y la iluminación.
Una fotografía captada desde
arriba, por ejemplo, hará que los
ojos parezcan más grandes, la
nariz más fina y la mandíbula
más estrecha. Una reciente in-
vestigación sobre los fundamen-
tos científicos de un selfi perfec-
to argumenta que las imágenes
captadas desde un ángulo de 30
grados son las que más favore-
cen las facciones del rostro.
Finalmente, el tipo de luces
que hay durante un selfi afecta a
la percepción de las texturas de
la cara. Si la iluminación es ceni-
tal (es decir, que llega desde arri-
ba) se potenciarán las sombras
y, a su vez, las imperfecciones.
Lo mismo ocurre con la luz ver-
de como la de los fluorescentes,
que altera el tono de la piel ha-
ciendo que el retratado parezca
mucho más pálido. H
Estos factores, entre otros
muchos, condicionan cómo van
a lucir las proporciones y la tex-
tura del rostro. Y, por lo tanto,
determinan la apariencia final.
DISTORSIONES / La distancia entre
la cámara y el rostro es uno de
los elementos más importantes
en cuanto a distorsión de la ima-
gen. En el caso de los autorretra-
tos, cuando el móvil se sitúa
muy cerca de nosotros, las pro-
porciones entre los diferentes
elementos de nuestra cara se al-
teran. Esto origina una distor-
sión similar a la de las lentes ojo
de pez en las que, por ejemplo,
la nariz parece mucho más gran-
de de lo que realmente es.
El ángulo desde donde se cap-
ta la imagen también condicio-
na las proporciones del rostro.
b Para obtener una imagen realista se debería alejar el móvil de la cara 1,5 metros
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