encuentros con el golem de praga

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ENCUENTROS CON EL GOLEM DE PRAGA Por María Negroni "Adán es, probablemente, la representación más difundida de un Golem de que tenga memoria la humanidad. Al margen de él (de nosotros), la lista de sueños sobre creación de seres animados es cuantiosa. El homunculus de Paracelso, la Olympia de T.E. Hoffman, el ruiseñor de Andersen, el engendro de Frankenstein, la prostituta-robot de Metrópolis, para no citar sino algunas, son todas manifestaciones más o menos nocturnas, más o menos musicales, de la misma pesadilla. En la base hay siempre una mutación, algún saber hermético que desemboca en el nacimiento de la una máquina sensible, a medio camino entre la béte noire y la conciencia de la finitud, entre el fetiche sexual y el desamparo infantil, entre la coraza monstruosa y la vulnerabilidad. El Golem propiamente dicho, sin embargo, es ciudadano de Praga. Allí lo hace nacer la leyenda, atribuyendo la autoría al rabino Loew (1512 – 1609), en épocas de Rudolf II de Habsburgo, cuando Praga era la capital del reino de Bohemia y en la corte convivían Kepler, Brahe, Archimboldo, las obras de Durero, la luz sombría del barroco y el fervor cabalista de la sinagoga de Pinkas. Esta primera representación del Golem, no es uniforme. En algunas versiones, el muñeco de greda y escritura, originariamente diseñado para proteger al ghetto de las persecuciones, se subleva y acaba destruyendo a su creador. En otras, se suicida. En otras, simplemente, el rabino borra la primera letra del nombre impreso en su frente (Emet, que significa verdad, sello del único) y el Golem regresa a la arcilla (Met, muerto). Todas variantes, como se ve, que posiblemente poco tengan que ver con el Golem, tal como lo imaginó Loew, hombre renacentista, más preocupado por desalentar el dogma y mantener vivo el espíritu de la Torah que por dramatizar un phatos político o personal. De todas las versiones, sin embargo, la más irreverente es la Gustav Meyrink (1868 – 1932).

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ENCUENTROS CON EL GOLEM DE PRAGAPorMara Negroni"Adnes, probablemente, la representacin ms difundida de unGolemde que tenga memoria la humanidad. Al margen de l (de nosotros), la lista de sueos sobre creacin de seres animados es cuantiosa. El homunculus deParacelso,la Olympia de T.E. Hoffman, el ruiseor de Andersen, el engendro deFrankenstein, la prostituta-robot de Metrpolis, para no citar sino algunas, son todas manifestaciones ms o menos nocturnas, ms o menos musicales, dela misma pesadilla. En la base hay siempre una mutacin, algn saber hermtico que desemboca en el nacimiento de la una mquina sensible, a medio camino entre la bte noire y la conciencia de la finitud, entre el fetiche sexual y el desamparo infantil, entrela coraza monstruosa y la vulnerabilidad.El Golem propiamente dicho, sin embargo, es ciudadano de Praga. All lo hace nacer la leyenda, atribuyendo la autora alrabino Loew (1512 1609),en pocas de Rudolf II de Habsburgo, cuando Praga era la capital del reino de Bohemia y en la corte convivan Kepler, Brahe, Archimboldo, las obras de Durero, la luz sombra del barroco y el fervor cabalista de la sinagoga de Pinkas. Esta primera representacindel Golem,no es uniforme. En algunas versiones, el mueco de greda y escritura, originariamente diseado para proteger alghettode las persecuciones, se subleva y acaba destruyendo a su creador. En otras, se suicida. En otras, simplemente, el rabino borra la primera letra del nombre impreso en su frente(Emet, que significa verdad, sello del nico) y el Golem regresa a la arcilla (Met, muerto). Todas variantes, como se ve, que posiblemente poco tengan que ver conel Golem,tal como lo imagin Loew, hombre renacentista, ms preocupado por desalentar el dogma y mantener vivo elespritu de la Torahque por dramatizar un phatos poltico o personal.De todas las versiones, sin embargo, la ms irreverente es laGustav Meyrink (1868 1932).En su novela publicada en 1915, un narrador annimo (un restaurador de joyas que ha recogido por error el sombrero de un tal Athanasius Pernath) suea en una sola noche la vida de ese hombre que -acabar descubriendo, como los pjaros del Simurgh- es l mismo.Borgesresumi casi todo al decir que, como Alicia en el Pas de las Maravillas, Der Golem es una novela onrica, Yo agregara que ese sueo contiene la novedad de un gtico religioso.Muchas cosas, como fuere, estn felizmente tergiversadas respecto de la leyenda.El Golemmismo apenas ocupa un quinto de las pginas, el rabino literalmente no aparece (aunque hay un archivero, Shemajah Hillel, que se le parece), el narrador ha sufrido una crisis de identidad y tiene clausurado el pasado (como Barba Azul) y la destruccin es reemplazada por la ms infructuosa bsqueda que una subjetividad pueda hacer de s misma. Quiz en esto ltimo radique lo ms claro; la verdadera creacin e traslada, enMeyrink, al fuero interior. De all que la pregunta central de este libro sea Quin es yo?. Porquela memoria y el conocimiento, se entiende, son una misma cosa; no hay ms viaje que el simblico, y se ejerce a travs de una trama mnemnica.Vista as, la aparicin del Golemcada treinta y tres aos(la edad de Cristo) es un recordatorio para el hombre que vive alienado como enun sueo de opio.Su rostro oscuro refleja el alma enferma de la comunidad. Como un visitante que llegara para anunciar la necesidad dela Gran Obra alqumica,ese opus nigrum que permite asociar el pensamiento que divide (la razn) con el que armoniza (la imaginacin), irrumpe slo en los bajos fondos de la ciudad y all se arrastra comoun fantasma asociado al crimen y el misterio. Algo en l recuerda a Cesare, el mueco sonmbulo de El Gabinete del Dr. Caligari. Su violencia rima con las callejas torcidas y afiebradas de ese reducto de pasin que es el ghetto. Hay que apurar la muerte, diraBataille, para que algo pueda nacer.En esa arquitectura expresionista, mezcla de la Pedrera de Gaud y de las ciudades porosas de Xul Solar, se interna tambin el narrador. Todo all es catastrfico, ojival, apocalptico. Basta cerrar los ojos y recordarlos planos que Paul Wegenerregistr en su filmEl Golem (1920)sobre dibujos o pesadillas vivas de Alfred Kubin y Marlne Poelzig: crujidos, falsas escuadras de tiempo, filas de tejados barrocos mostrndose comolosas sepulcralessin inscripcin, siluetas que ascienden y descienden, antorchas, puertas cuneiformes, tringulos y sombras que parecen aves de rapia. Lotte Eisner explic como nadie elnerviosismo de esa esttica. Habl de una dictadura del espritu y de una fotogenia del alma, de visiones goyescas y de cierta perfidia del objeto en medio de una suerte de lrica cintica, de bosque encantado. Tambin para ella el ghetto es un espacio malsano y superpoblado en el que se viveuna angustia sin fin, slo interrumpida por algunos gestos lineales, bruscos, esfumados luego hacia la noche. Es all, entre vecinos que ms bien parecen animales viejos y malhumorados y bouquets nupciales en las alcantarillas, que Pernath se deja arrastrar por sus pulsiones haciauna trinidad de mujeres(Rosina, la prostituta; Myriam, la juda mstica; y la inalcanzable condesa Angelina) mientras el Golem-sombra lo busca para mostrarle las mltiples imgenes de su ser ilusorio (artista, mrtir, chivo expiatorio) que podran si las aceptara- revelarle suidentidad ms recndita.No es que la cuestin poltica desaparezca; por el contrario, se espiritualiza, se vuelve una potica. Los crmenes del Golem, digamos, quedan ligados a las sagas del alma por recobrar su dppelganger y as suprimir el exilio y la separacin. La esperanza es liberarse de la dualidad, trocar la objetivacindel Malen una verdad concebida como proyecto y hacer de ese afn de materializacin, famlico e hipnotizante como el del vampiro, una oportunidad para integrar el deseo (vale decir, la risa, el pensamiento no petrificado, todas las estrellas e infiernos de lo sexual) a la casa mstica, complementaria, del ser.El cabalista Loewhabra encontrado aqu ecos prodigiosos.Pernath, por su parte, terminar por comprender: el Golem se le aparece, le trae un libro, Ibbur o lafecundacin del alma.Otro da, en un sueo, Pernath ve un signo grabado en su propia frente. Sistema de cajas chinas que hacen pensar en Las ruinas circulares y, en general, en el poder de los vestigios. Las seales se multiplican. No importa que el Golem vivaen un cuarto sin puertas, con una ventana enrejada. Como en El misterio del cuarto amarillo o en Los asesinatos de la calle Morgue, el enigma de la habitacin del vrtigo tiene explicacin. Toda pregunta, dice el archivero inspirado enel Zohar o Libro del Brillo,ya est resuelta, de hecho, en el instante mismo en que nos la planteamos a nosotros mismos. Y as, Pernath accede a la guarida del Golem, por un laberinto que existe debajo del ghetto como para corroborar la frmula gnstica igual que arriba, es abajo: tambinel ghetto es un laberintoque circula debajo de la ciudad celeste. Slo hay que pulir el espejo del corazn diran los sufes- para que cada objeto revele lo que esconde.Este secreto no se averigua fcilmente. Me pregunto siMeyrinklo habr aprendidoen su vida excntricaya que, dicho sea de paso, se registran en su biografa los oficios ms inslitos: fue playboy, titiritero, hijo bastardo de una actriz, mstico, traductor de Dickens, hombre de negocios, atleta, tuberculoso, coleccionista de ratones africanos y de confesionarios, estafador, contemporneo de Kafka, suicida fracasado, vido lector de tratados de teosofa, cbala y pensamiento oriental, y discpulo de Madame Blavatsky.Su libro lo atestigua. El gusto porlas sinfonas de horrorconvive en l con cierta debilidad por las arquitecturas nrdicas y las almas ariscas que son, a menudo, las ms propensas a airear lo suprimido. (Lo gtico, sera justamente este paseo del secreto). Mezcla de psicologa, ocultismo, thriller budista y novela dividida en captulos monosilbicos,El Golem de Meyrinkes un curioso bildungsroman y tambin, como Iggur el libro que recibe Pernath del Golem- un regalo de lo invisible. En unespacio irresuelto entre la vigilia y el sueo,all donde el afn es rendirse a una epidemia espiritual que puede traer a la poltica del ghetto un saber inesperado, laconstante pregunta por lo realenfrenta al Golem interno, no para destruirlo sino ms bien para redimirlo. En otros trminos, el narrador vive el pasado de lo que pasar y, en ese futuro anterior, re-construye como quera Proust- la sombra que lo vivido proyecta hacia delante, restaura (despus de todo, es su oficio), en medio dela vida turbia y tristede un ghetto delirante, lo olvidado, eso otro que leemos desde siempre en el Libro sin saber que somosnosotros mismos, sin saber que el paraso, como en aquel cuento jasdico, sera entender lo que leemos."