encuentro internacional de hispanistas

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Artículos de estudio sobre la música, su historia y la hispanidad - Varios autores - Temáticas diversas - Biblioteca Nacional de España

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    ACTAS

    Madrid,

  • Encuentro Internacional de Hispanistas con motivo del Tricentenario de la Biblioteca Nacional de Espaa Madrid, 12 y 13 de noviembre de 2012

    Coordinador Acadmico Carlos Alvar

    Organizado por Biblioteca Nacional de Espaa y Fundacin Telefnica

    Lugar Biblioteca Nacional de Espaa (Saln de Actos) P de Recoletos, 20-22 28071 Madrid

    Maquetacin Artes Grficas Palermo

    de las ilustraciones: Biblioteca Nacional de Espaa de los textos: sus autores de de esta edicin: Biblioteca Nacional de Espaa y Fundacin Telefnica

    NIPO: 032-12-016-0Depsito Legal: M-33852-2012Catlogo general de publicaciones oficiales de la Administracin General de Estado http://publicacionesoficiales.boe.es

    Catalogacin en publicacin de la Biblioteca Nacional de EspaaEncuentro Internacional de Hispanistas ( 2012. Madrid)Encuentro Internacional de Hispanistas : con motivo del Tricentenario de la Biblioteca Nacional de Espaa : actas; Madrid, 12 y 13 de noviembre de 2012 / organizado por Biblioteca Nacional de Espaa y Fundacin Telefnica; [coordinador acadmico, Carlos Alvar]. Madrid: Biblioteca Nacional de Espaa : Fundacin Telefnica, 2012 1 recurso en lnea Direccin electrnica: http://www.bne.es/media/Micrositios/Guias/

    Hispanistas/actas.pdf NIPO 032-12-016-01. Biblioteca Nacional de Espaa--Congresos y Asambleas. 2. Civilizacin hispnica--Congresos y asambleas. I. Alvar, Carlos. II. Biblioteca Nacional de Espaa. III. Fundacin Telefnica. IV. Ttulo. 027(460.27 M.)(063)930.85(460+8=134.2)(063)

  • NDICE

    Presentacin .................................................................................................................................................................................... 5

    La economa del espaol. Magnitudes, polticas y retos ......................................................................................... 7Jos Luis Garca Delgado

    Mesa sobre Lengua

    La Lengua Espaola en custodia ........................................................................................................................................... 15Francisco Moreno Fernndez, coord.

    La Lengua Espaola en el mundo actual .......................................................................................................................... 19Humberto Lpez Morales

    Mesa sobre Literatura

    La Biblioteca Nacional en los ochenta: los aos crticos ........................................................................................ 23Angel Gmez Moreno, coord.

    Revisitando algunos problemas vinculados al clebre Marco Aurelio de Antonio de Guevara de los aos 1525-1528 ................................................................................................................................................................. 31Augustin Redondo

    Persio y Epicteto. Del Brocense a Quevedo ................................................................................................................... 39La Schwartz

    Mesa sobre Historia

    La infancia de la Real Biblioteca Pblica (1711-1716). El peso del modelo y los resquicios de la originalidad ............................................................................................................................................................................ 49Carmen Sanz Ayn, coord.

    Carlos V y la historiografa francesa ................................................................................................................................... 63Joseph Prez

    La Real Biblioteca Pblica, entre la poltica, la erudicin y el servicio ......................................................... 71Mara Victoria Lpez-Cordn Cortezo

  • 4Mesa sobre estudios hispanoamericanos

    La poltica Rioplatense de Felipe V: las campaas migratorias a la banda oriental, 1712-1730 ...... 87Concepcin Navarro Azcue

    La BNE, centro de referencia americanista. Un caso ................................................................................................ 95Mariano Cuesta Domingo

    Mesa sobre Msica

    Los fondos de msica de la Biblioteca Nacional de Espaa: pasado y presente ....................................... 111Begoa Lolo Herranz, coord.

    Una reflexin sobre los fondos musicales espaoles de los siglos XVII y XVIII que se conservanmanuscritos en la Biblioteca Nacional de Espaa ....................................................................................................... 121Lothar Siemens Hernndez

    La investigacin musicolgica y las colecciones musicales de la Biblioteca Nacional de Espaa:algunos aspectos ............................................................................................................................................................................. 131Yvan Nommick

    Mesa sobre Arte

    Ilustraciones e ilustrados ........................................................................................................................................................... 143Felix de Aza Comella, coord.

    El Servicio de Dibujos y Grabados de la BNE, crisol para la investigacin iconogrfica ................... 147Rosa Vives Piqu

    Los tesoros de la memoria ........................................................................................................................................................ 157Valeriano Bozal Fernndez

    Clausura

    La importancia de llamarse Hispanistas ........................................................................................................................... 163Aldo Ruffinatto

  • PRESENTACIN

    La Biblioteca Nacional de Espaa ha cumplido trescientos aos. Para la conmemoracin de los tres siglos de existencia, se han sucedido manifestaciones de todo tipo destinadas a acercar al gran pblico los tesoros custodiados entre sus muros. El xito de la iniciativa no deja lugar a dudas, y la institucin del Paseo de Recoletos ha visto cmo miles y miles de personas se han acercado a curiosear, a aprender, a saber ms, gracias al esfuerzo de quienes han trabajado para que as fuera.

    Pero no habra sido suficiente con eso, porque la Biblioteca Nacional de Espaa acoge a diario a mu-chos Hispanistas que slo aqu encuentran las claves para sus trabajos, sean stos de la ndole que sean.

    Impulsado y propiciado con entusiasmo por la Direccin de la Biblioteca Nacional, y organizado en colaboracin con Fundacin Telefnica, este Encuentro de Hispanistas es un homenaje de agrade-cimiento mutuo, en el que unos pocos representantes, de los muchos estudiosos de Espaa y de todo lo que concierne a su cultura, se acercan a ofrecer a la Biblioteca el testimonio de un afecto profundo. Por su parte, la Biblioteca agradece con su hospitalidad, en unos das que resultarn solemnes, la devo-cin constante de generaciones de estudiosos llegados de los lugares ms diversos. Todos, Biblioteca e Hispanistas, quieren festejar as los trescientos aos de esta Institucin.

    Muchas felicidadesCarlos Alvar

  • LA ECONOMA DEL ESPAOL

    MAGNITUDES, POLTICAS Y RETOS

    Jos Luis Garca DelgadoCatedrtico de Economa Aplicada, U. Complutense

    Director del proyecto de investigacin Valor econmico del espaol de Fundacin Telefnica

    INTRODUCCIN: DESAFOS GANADOS

    En un mundo que suprime fronteras para la produccin y los intercambios econmicos y para las transacciones financieras, y en una poca que contempla el incesante despliegue de la sociedad del cono-cimiento, las lenguas de comunicacin internacional ganan en utilidad y se revalorizan; el espaol entre ellas. Es un fenmeno de alcance general, constatable da a da. El comienzo del siglo XXI est siendo especialmente prometedor para las potencialidades del espaol como lengua global. Dos hechos nove-dosos permiten afirmarlo con rotundidad; son de distinta naturaleza, pero su trascendencia tambin desde la perspectiva econmica apunta en la misma direccin.

    Uno es el formidable avance conseguido en la normativizacin consensuada, gracias al desarrollo del programa de poltica lingstica panhispnica desarrollado desde 1999 con la participacin de las 22 corporaciones que integran la Asociacin de Academias de la Lengua Espaola. Sus frutos estn a la vista: el Diccionario panhispnico de dudas (publicado en 2005), la Nueva gramtica de la lengua espaola (en 2009), la Ortografa de la lengua espaola (en 2010) y la ya inminente nueva edicin del Diccionario de la lengua espaola, para hacerla coincidir con el tricentenario de la Real Academia Es-paola, que ha liderado no es ningn secreto todo el trabajo conjunto. Se trata de un hecho de ndole estrictamente lingstica homogeneidad que hace ms atractivo el aprendizaje y facilita la comunica-tividad, esto es, el entendimiento mutuo, con efectos positivos sobre la expansin, la funcionalidad y, en definitiva, la economa del espaol en tanto que lengua de comunicacin internacional. Con otras palabras: solo el espaol, entre las grandes lenguas internacionales y merced a ese esfuerzo compartido, dispone de ortografa, gramtica y diccionario comunes, es decir, de los tres cdigos fundamentales de

  • 8 Jos Luis Garca Delgado

    toda lengua culta. La posicin aventajada que ello proporciona al espaol en su condicin de lengua in-ternacional es innegable: siempre la unidad ser preferible a la pureza por decirlo con Dmaso Alon-so cuando se trate de lenguas utilizadas en vastos dominios. No se olvide que el lenguaje matemtico, el ms normativizado, es tambin el ms universal.

    El segundo hecho de gran alcance para la proyeccin del espaol con el que ha arrancado el siglo pertenece ms bien al campo de la demolingstica, y atiende a la creciente penetracin del espaol en dos extensos territorios de Amrica: Estados Unidos y Brasil. En Estados Unidos la primera dcada de la actual centuria ha sido testigo de un aumento de la poblacin hispana que cabe calificar de histrico por su magnitud, un 43 por 100, mitad por inmigracin, mitad por nacimiento, alcanzando un total de 50 millones en el censo de 2010, con la previsin de que antes del ecuador de la centuria, entre 2040 y 2050, uno de cada tres norteamericanos ser de origen hispano. Es verdad que las previsiones en demografa se hacen para no cumplirse, pero la tendencia por ahora es muy vigorosa, con situaciones ya consolidadas bien llamativas: por ejemplo, la minora hispana, cuya edad media es casi diez aos ms joven que la del resto, es la primera en 21 estados de la Unin, suponiendo casi el 50 por 100 de los habitantes de Nuevo Mxico, en torno al 30 por 100 en Arizona y Nevada, y ms del 20 por 100 en Florida y Colorado; por ejemplo, son 21 millones los hispanos con derecho a votar en las elecciones presidenciales de 2012, el triple que en 1988; por ejemplo, el espaol encabeza la relacin de las lenguas que se cursan como extranjeras en el conjunto de las Universidades de Estados Unidos, con casi 900.000 matrculas, cuatro veces ms que la demanda de francs y nueve veces ms que la de alemn. As, pues, el horizonte para el espaol en Estados Unidos es promisorio. Y no hace falta elucubrar con la posibilidad en todo caso, remota de un bilingismo social ingls-espaol; si el espaol consigue asentarse como segunda len-gua de los Estados Unidos, tendr tambin prcticamente asegurado ser la segunda lengua internacional durante todo el tiempo que se prolongue la preponderancia econmica y la hegemona poltica y militar de ese gran pas. Geopoltica, economa y demolingstica tienden siempre a entrelazarse.

    En Brasil, a su vez, el arranque del siglo ha coincidido con la promulgacin de la ley que hace obligatoria, de manera gradual, la oferta del espaol en toda la enseanza media y opcional en los tres ltimos cursos de la enseanza primaria. Determinante apoyo oficial al espaol que est en consonancia con la declarada voluntad de liderazgo poltico y econmico de Brasil en Suramrica. Tambin en este caso la geopoltica, adems de la economa, no se separa de la demolingstica.

    Buen comienzo de siglo, en suma, para el espaol, convertido ya definitivamente en una lengua americana: americanos son 9 de cada 10 de sus hablantes. No es exagerado, por tanto, situar en nuestros das otro de esos momentos con gran tensin ampliatoria de las fronteras preexistentes que ha conocido el espaol en su historia ya milenaria. El primero fue el que, en la poca medieval, hizo del cas-tellano koin de intercambio peninsular, la lengua comn que, asimilando y amalgamando variedades dialectales, es aceptada libremente como tal por los hablantes perifricos. El siguiente salto coincidir con la expansin imperial de la Monarqua Hispana, desde el siglo XVI, cuando el castellano se con-vierta en lengua espaola, con rango de lengua universal, como subrayara Rafael Lapesa. Un tercer momento, y estelar, es el que contempla la conversin del espaol en lengua comn de la independencia de las nacientes repblicas hispanoamericanas, autntico vnculo de fraternidad, segn la afortunada expresin que en 1848 empleara Andrs Bello, reconocido defensor de la unidad del espaol desde su Venezuela natal; la lingua franca de la Amrica indohispnica que proclamara Carlos Fuentes siglo y medio despus, en la inauguracin del III Congreso Internacional de la Lengua Espaola (Rosario, Ar-gentina, 2004). De ah que el actual quepa entenderlo como un cuarto peldao en ese proceso ascenden-te. Un nuevo episodio internacionalizador que encuentra apoyo, a su vez, en la gradual apertura de las economas iberoamericanas con la emergencia de empresas multinacionales propias: multilatinas se las ha apodado y en la demostrada capacidad de irradiacin de los patrones culturales vale decir tambin latinos asociados a la lengua espaola.

  • 9La economa del espaol. Magnitudes, polticas y retos

    Cabra afirmar, en consecuencia, que el espaol ha superado tres duras pruebas, y las tres con nota sobresaliente: el paso del tiempo, las barreras de la geografa y el desafo de la unidad.

    La lengua espaola fue la que antes cont, entre las lenguas derivadas del latn, con Gramtica y Diccionario (antes de terminar el siglo XV, 1492 y 1495, respectivamente, de la mano de Nebrija en am-bos casos), y hoy, ms de cinco siglos despus, mientras aumenta con fuerza el nmero de sus hablantes, presenta un grado ptimo, y superior en trminos comparados, de normativizacin, resultado vulvase a sealar de un ambicioso programa de poltica lingstica panhispnica. Un logro formidable para una vieja lengua con vocacin internacional.

    El panorama que ofrece la geografa es tambin reconfortante. Lengua con significativa presencia en varios continentes desde temprana hora, el espaol mantiene hoy su condicin de lengua propia a ambos lados del Atlntico, ampliando a la vez las respectivas lindes. En Amrica la tradicional alta con-centracin de hispanohablantes en los pases con mayor impronta espaola lengua geogrficamente compacta tiende a disminuir, dado el doble y simultneo empuje del espaol hacia el norte, abrin-dose paso como lengua materna, y tambin extranjera, en Estados Unidos, y hacia el sur, al penetrar con firmeza en Brasil: el espaol har realidad el sueo imposible de Bolvar de unir a toda Amrica (Eduardo Lago). En Europa, por su parte, es gradual el ascenso del espaol a la posicin de segunda lengua de enseanza, tras el ingls, desplazando al francs y al alemn en buena parte del continente.

    Exitosa ha sido, en fin, la apuesta a favor de la unidad que no es uniformidad, evitando la frag-mentacin, como ocurri en su da con el latn al escindirse en un nutrido ramillete de lenguas romance. Hoy, la lengua espaola, no solo est menos dialectizada que el ingls y el francs, o que el chino y el hindi, sino que tambin presenta un ms alto grado de cohesin interna, pudindose subrayar la unitaria pluralidad del espaol merced al planteamiento panhispnico de la norma de correccin, no dictada desde Espaa sino policntrica. Homogeneidad y policroma del idioma se combinan as virtuosa-mente, ganando el desafo no menor, desde luego, de la preservacin de la unidad esencial de la lengua espaola, un autntico tesoro cultural para cuantos con ella se expresan.

    En resumen, a tenor del nmero de hablantes algo ms ya de 500 millones, las credenciales actuales del espaol son bien presentables: segunda lengua materna del mundo, tras el chino mandarn; segunda lengua de comunicacin internacional, tras el ingls, y tambin en la Red, y tanto por nmero de usuarios como por pginas web; segunda lengua adquirida en los pases de lengua no inglesa. Len-gua plurinacional y multitnica, el espaol rene adems importantes atributos cohesin, limpieza y simplificacin ortogrfica: una ortografa casi fonolgica, ni dormida en un arcasmo inoperante como la francesa ni nufraga en el caos genealgico de la inglesa, ha escrito Gregorio Salvador, que, al fa-cilitar su aprendizaje y potenciar su funcionalidad, le hacen especialmente apto como idioma vehicular. Es hoy, sin exageracin, la otra lengua internacional de alfabeto latino, la otra lengua de Occiden-te: si el ingls es la lengua sajona universalizada, el espaol es la lengua romnica universalizable. No una alternativa a aqulla, autntica lingua franca universal de nuestro tiempo, pero s su posible mejor complemento: la second global language, acompaante de la first one, ha sentenciado ngel Lpez Garca, rindiendo el correspondiente tributo.

    MAGNITUDES Y POLTICAS

    Qu valor econmico cabe asignar a tal activo intangible? El cientfico bilogo molecular y tambin acadmico de la lengua, ngel Martn Municio, dirigi hace una docena de aos un primer estudio que, adems de ofrecer algunas cifras que llamaron la atencin, abri un camino de anlisis por el que despus ha avanzado el equipo de investigacin multidisciplinar economistas, socilogos, eco-

  • 10 Jos Luis Garca Delgado

    nmetras y fillogos auspiciado por Fundacin Telefnica. Se resume a continuacin lo fundamental de lo realizado por este bajo el ttulo Valor econmico del espaol, un trabajo que prolonga y pone al da aquel otro pionero, adems de analizar aspectos del tema no contemplados anteriormente.

    Tres sucesivos pasos se han dado: primero conceptualizar, luego cuantificar y finalmente recomen-dar estrategias para la poltica de promocin del espaol. El empeo conceptualizador, como punto de partida, es obligado dada la especificidad de la lengua en tanto que recurso econmico, resultado de la confluencia de muy diversos rasgos, buena parte de ellos poco frecuentes, por no decir inditos, en los bienes econmicos. Se trata de un activo inmaterial, dotado de importantes externalidades, incapaz de ser apropiado en exclusividad por los agentes econmicos que acceden a su uso, que carece de costes de produccin en tanto que lengua materna y que no se agota al ser consumido. Son caractersticas que hacen de la lengua una suerte de bien pblico bien pblico de club, cuyo valor aumenta conforme crece el nmero de sus hablantes y conforme crece su capacidad para servir de medio de comunicacin internacional. Pertenecer a una comunidad lingstica es, por eso, como pertenecer a un club: el valor de ser socio ser tanto mayor cuanto ms alto sea el nmero de socios que acoja el club, y cuanto mayor sea su presencia en unos y otros pases, es decir, su condicin internacional.

    Tras la delimitacin conceptual, procede el trabajo de medir, de cuantificar. Qu peso tiene el espa-ol en trminos de renta y en trminos de empleo? Cules son sus efectos multiplicadores en el mbito de los intercambios comerciales, financieros y tambin en el mbito de los movimientos migratorios? Qu compensacin salarial tiene el dominio del espaol en ciertos casos? Peso, palanca, premio: tres dimensiones a cifrar.

    Respecto del peso, he aqu los datos ms significativos:

    el conjunto de los 500 millones de hablantes de espaol (en torno a 7 por 100 del total de la poblacin mundial) tiene una capacidad de compra, a tenor de las rentas medias per cpita co-rrespondientes, que representa el 9 por 100 del PIB mundial, todo un estmulo para las industrias culturales de productos en espaol, comenzando por las que atienden demandas de los hispanos en Estados Unidos, pues la renta per cpita de ese colectivo duplica el promedio de Amrica Latina;

    considerando los respectivos contenidos o coeficientes de lengua que cabe calcular en una u otras actividades productivas un clculo no exento, desde luego, de discrecionalidad al estable-cer las hiptesis de ponderacin, el espaol aporta aproximadamente el 16 por 100 del valor del PIB y del empleo en Espaa;

    las industrias culturales, en particular, suponen el 3 por 100 del PIB de la economa espaola.

    Especial relevancia presentan los datos relativos a la capacidad del espaol para actuar como pa-lanca, generando efectos multiplicadores. La lengua comn equivale en buena medida a una moneda comn: reduce los costes de casi cualquier intercambio, facilitando una familiaridad cultural que acorta la distancia psicolgica entre las partes (el trato) y dinamiza las transacciones (los contratos). Los resultados cifrados obtenidos son quiz en este caso todava ms contundentes:

    el espaol ha multiplicado por 3 la atraccin de emigrantes de la Amrica hispana hacia Espaa en el perodo 1997-2007;

    el espaol multiplica por 4 los intercambios comerciales entre los pases hispanohablantes, y

    compartir el espaol multiplica por 7 los flujos bilaterales de inversin directa exterior (IDE), ac-tuando as la lengua comn de potente instrumento de internacionalizacin empresarial: de hecho, para las multinacionales espaolas los pases de habla hispana han constituido durante los aos noventa del siglo XX el gran banco de pruebas, el lugar de aprendizaje de la gestin internacio-nalizadora.

  • 11La economa del espaol. Magnitudes, polticas y retos

    En fin, el premio salarial atribuible al dominio del espaol por parte de inmigrantes, alcanza hasta un 30 por 100 en Espaa y una proporcin no irrelevante en Estados Unidos (hasta un 10 por 100 para quienes dominen bien tanto el espaol como el ingls); apreciables diferencias positivas de salarios que van acompaadas de facilidades de integracin laboral y social, en trminos de acceso al empleo, traba-jos de calidad y posibilidades de promocin.

    La formulacin de propuestas para una poltica de proyeccin internacional del espaol ha sido el tercer paso del proyecto de investigacin. Tambin en la economa de la lengua la poltica cuenta, y mucho. El conjunto del estudio realizado para Fundacin Telefnica encuentra as un cierre lgico, componiendo una secuencia integradora: soporte conceptual, anlisis de datos y recomendaciones para la accin poltica. El soporte para estas ltimas se fija en un doble planteamiento: por una parte, que el espaol sea considerado como un bien preferente y que su promocin internacional se conciba como po-ltica de Estado; por otra parte, que se articule una estrategia compartida entre Espaa y todos los pases que son titulares, igualmente, de esta propiedad mancomunada que es la lengua.

    La respectiva significacin de tales tomas de posicin es obvia. De un lado reptase poltica de Estado para un bien preferente: una poltica que no quede constreida en un nico ministerio, pues concierne direc-tamente a varios (industria, educacin, cultura, comercio, asuntos exteriores) e indirectamente a todos; y una poltica que trascienda las alternancias gubernamentales, porque requiere continuidad, consistencia temporal.

    De otro lado, planes compartidos, programas consensuados. La realizacin del programa normativo panhispnico debe tomarse como referencia. La mejor defensa internacional del espaol exige acciones conjuntas. En el mbito de las organizaciones internacionales, eso es vital, pero tambin para la ense-anza del espaol como lengua extranjera con las debidas garantas de calidad. La actuacin conjunta puede ser asimismo decisiva para generar y estandarizar una variante sinttica del idioma, un espaol compendiado o internacional el equivalente al English as Global Language y el correspondiente paquete formativo que brinde las competencias mnimas para su uso prctico. Igualmente, en la pro-mocin del espaol en el mercado cultural de habla hispana en Estados Unidos, as como en el mundo rabe y en China donde el ingls est jugando con destreza sus bazas, la colaboracin de los pases hispanohablantes dotar a cada iniciativa de una fuerza que no podr igualar cualquiera de ellos en soli-tario (en Espaa no se debe ignorar que el inters por el espaol en China est en funcin de los intereses del gigante asitico en Iberoamrica). Para conseguir logros duraderos en cada uno de esos frentes se necesitar perseverante esfuerzo y no poca audacia, por supuesto, pero decisiva ser la cooperacin entre quienes comparten el condominio lingstico.

    Tiene sentido, por tanto, solicitar rango panhispnico para el Instituto Cervantes. Una opcin asumi-ble gradualmente, con el desidertum de un Instituto Cervantes compartiendo, a su vez, despliegue y es-trategia con el Instituto Cames, con el objeto de aprovechar todas las potencialidades de una extraordi-naria singularidad: que el patrimonio lingstico de la comunidad iberoamericana contenga dos lenguas internacionales, espaol y portugus, con 800 millones de hablantes en total en casi una treintena de pases, siendo adems portugus (sobre todo el de Brasil) y espaol (sobre todo el de Amrica) variantes romnicas mutuamente inteligibles sin demasiada dificultad, asentadas sobre un espacio cultural hasta cierto punto homogneo (A. Lpez Garca).

    RETOS PENDIENTES

    Las oportunidades son muchas, pero tambin los retos que debe encarar el espaol para asegurarse un puesto sobresaliente como lengua de comunicacin internacional, con los subsiguientes rditos eco-nmicos. Cinco retos son ineludibles.

  • 12 Jos Luis Garca Delgado

    El primero es de estatus, de reconocimiento de su condicin de lengua de comunicacin interna-cional en foros y organismos multilaterales. Es cierto que el espaol constituye una de las seis lenguas consideradas como oficiales en Naciones Unidas pero, en la prctica, su utilizacin es muy reducida. Y en el seno de la Unin Europea, el espaol es de hecho lengua subalterna, sin estatus real de lengua de trabajo (que s tienen ingls, alemn y francs). El reto, pues, es perentorio, y lo que en este campo Francia viene haciendo desde hace mucho tiempo, y con notable xito, convendra tenerlo muy pre-sente.

    El segundo reto, de creciente entidad, es el que plantea la debilidad del espaol como lengua efecti-va de comunicacin cientfica, lengua a travs de la cual se produce y difunde la ciencia, particularmente en las reas de ciencias de la naturaleza, ciencias bioqumicas y ciencias sociales, as como en el campo de la ingeniera y la tecnologa. Si el dominio del espaol conforma un club de hablantes, el prestigio que otorga la pertenencia a ese club estar vinculado decisivamente al papel que la lengua tenga en la produccin y trasmisin de conocimiento. Contrarrestar la situacin de inferioridad que hoy presenta el espaol en los dominios mencionados, es, en consecuencia, otro empeo indemorable.

    La todava reciente exclusin del espaol entre las lenguas seleccionadas para el Sistema Europeo de Patentes es, a este respecto, un episodio ciertamente aleccionador. Han podido influir factores relacio-nados con la gestin por parte de las autoridades espaolas, empeadas en conseguir al mismo tiempo el uso de los otros idiomas cooficiales de Espaa en las instituciones europeas y aceptando que en el cmputo de hablantes de espaol en la Unin Europea no se contabilicen los colectivos formados por quienes tienen alguna de esas otras lenguas como materna. Pero, sin duda, lo que al final ms ha pesado en contra de los intereses del espaol ha sido la irrelevancia de ste en la innovacin que cataloga la Unin Europea: en 2009 y 2010, slo el 1 por 100 de las patentes concedidas por el Sistema Europeo de Patentes ha recado en empresas espaolas, mientras que, en el otro extremo, el 41 por 100 se otorg a empresas alemanas. He aqu el ncleo de la cuestin.

    El tercer reto no es independiente de los dos anteriores: elevar, ms an que la presencia, el predi-camento del espaol en la Red, llave maestra para el porvenir del idioma. Cosechar logros ah exige, antes que nada, promover los contenidos en espaol en los medios masivos de consulta informtica, in-volucrando a centros educativos de uno u otro nivel, y a empresas, fundaciones y entidades culturales de diverso tipo. Una tarea capital para hacer del espaol instrumento bsico de trabajo en la cultura digital del tiempo que ha llegado.

    Los dos retos adicionales, hasta completar el quinteto aludido, atienden no a mejorar el tratamiento de la lengua, no a ensanchar sus dominios, sino a su conservacin, a impedir su merma. En un caso, para evitar la prdida de competencias lingsticas en espaol de los emigrantes hispanos a Estados Unidos. Es un cometido crucial, pues ah se juega en gran medida el futuro del espaol, sin que la suerte est an decantada. Crece, y rpidamente como se ha sealado antes, la poblacin hispana o de origen hispano, pero solo la mitad del total de los 50 millones que ya suma tiene un dominio aceptable del espaol, mien-tras que un tercio solo lo chapurrea y un quinto ha perdido la capacidad de expresarse en l. Adems lo ha subrayado en varias ocasiones Antonio Muoz Molina, las estadsticas demogrficas nada tienen que ver con el lugar del espaol en los crculos prestigiosos de cultura en Estados Unidos, as como en los de actividad financiera y mercantil. Consecuentemente, deviene fundamental respaldar la coopera-cin entre las comunidades de origen y destino, potenciando los espacios culturales de comunicacin entre ellas y todas las acciones que contribuyan a preservar el espaol entre los emigrantes de segunda y tercera generacin en la comunidad latina de Estados Unidos, con sus complejas lealtades tambin en el terreno lingstico.

    El otro caso en que se trata de no perder requiere actuar, por as decirlo, de puertas adentro. No debe eludirse el tema, y menos en Espaa, donde los problemas que suscita empeoran da a da. La

  • 13La economa del espaol. Magnitudes, polticas y retos

    tarea de impulso del espaol como lengua de comunicacin internacional hay que hacerla compatible con el cultivo de aquellas otras lenguas nativas que siguen demostrando vitalidad. Es algo que debe acometerse con tanta resolucin como cordura (el sentido comn que reclamara hace ya veinte aos Gregorio Salvador). El plurilingismo es un don, y nunca debera devenir en merma alguna, ni de las lenguas minoritarias en el mbito multilinge ni de la lengua que sea mayoritaria, comn o no: el espa-ol s lo es en Espaa. Se incurrir en un grave error el ms colosal despropsito, dijo sin ambages Julin Maras, con efectos socialmente regresivos, si se pierden competencias en el uso del espaol, lengua de comunicacin internacional, como consecuencia de promover otras lenguas vernculas de al-cance ms reducido, sean hispnicas o amerindias. La promocin de stas, minoritarias a escala de toda la comunidad hispanohablante, no ha de redundar en peor dominio de la lengua mayoritaria, que aporta tantas posibilidades en una economa y una sociedad globales, o en el debilitamiento de las acciones en su favor. Es desalentador, por eso, el contraste entre el activismo de que se hace gala hoy en ganar espacios para las lenguas cooficiales y la actitud meramente defensiva en relacin al espaol, incluso en el plano institucional: tmese como ejemplo la poltica del gobierno espaol ante las instancias de la Unin Europea.

    Como fuere, debe evitarse cualquier episodio de conflicto lingstico. Quien ama una lengua, ama todas las lenguas. Las lenguas son vehculos de entendimiento y no deben convertirse en motivos de disensin. Cada lengua ha de servir no para constreir en un crculo cerrado a quienes la hablan, sino para ampliar sus oportunidades de comunicacin: ni cerrojo idiomtico (la expresin es de Ramn Menndez Pidal), ni aduana lingstica (Lodares), y, mucho menos, arma arrojadiza. El plurilin-gismo es riqueza a condicin de que fomente la convivencia (la solidaridad, gustaba decir Miquel Sigun refirindose al tema) y no la confrontacin. Desde la perspectiva de la economa, la cuestin no tiene vuelta: recortar el uso de una lengua supone en todos los casos reducir su valor econmico, y tanto ms cuanto mayor sea la dimensin internacional de la misma.

    ECONOMA en ESPAOL

    No ser ocioso, como eplogo, insistir en el apretado vnculo que existe entre lengua y desarrollo econmico y social, una vigorosa interrelacin ahora acentuada por la emergencia de nuevos grandes actores en el mercado internacional y por la recomposicin del mapa estratgico mundial. Quiere decirse que el futuro de las lenguas que aspiren a tener relevancia en una economa globalizada se jugar, ms que en trminos de crecimiento demogrfico, en los terrenos de la fortaleza de la economa, de la inves-tigacin cientfica y de la calidad institucional. Para el espaol, desde luego, malo sera fiar su suerte al crecimiento vegetativo de las poblaciones de la Amrica espaola o de los hispanos en Estados Unidos. Lo bueno es contar, no que nos cuenten, se ha dicho con agudeza. Slo el desarrollo econmico y social en los pases que hablan espaol y la mejora del tejido institucional, pueden abrir la posibilidad de un porvenir confortable a una lengua la comn y compartida que es, nadie lo dude, el producto ms internacional de todos ellos, con Espaa a la cabeza.

    La economa de una lengua acaba por remitir a la economa que en o con esa lengua se hace. No hay mejor apoyo para una lengua que la robustez del tejido productivo y la reputacin de la sociedad que la utilizan. El buen producto que es el espaol solo ganar posiciones en el mercado global si las economas que lo sustentan se hacen ms competitivas, y ms slidas las democracias que hablan en espaol. Tambin desde la perspectiva de la lengua, en definitiva, la frmula ptima es la que combina crecimiento econmico competitivo, estabilidad democrtica y cohesin social.

  • 14 Jos Luis Garca Delgado

    * * *

    En fin, sirva el prrafo de cierre para recuperar la significacin de los iniciales: el aumento del n-mero de hablantes de espaol y el anlisis de su valor econmico como lengua de comunicacin inter-nacional, aportan a quienes con ella se comunican y trabajan fundadas razones para la autoestima. Una autoestima alejada, eso s, de la autocomplacencia. Una autoestima colectiva que, apreciando lo que se tiene, sirva de apoyo para ganar el porvenir.

  • LA LENGUA ESPAOLA EN CUSTODIA

    Francisco Moreno FernndezCatedrtico de Lengua Espaola. Universidad de Alcal.

    Director acadmico. Instituto Cervantes

    Espaa es cultura. Este es el lema que el Ministerio de Educacin, Cultura y Deporte est aso-ciando a un portal informtico para la promocin de la cultura espaola y que cuenta con la destacada referencia de la Biblioteca Nacional de Espaa (http://www.espaaescultura.es/). Pero, qu concepto de cultura encierra tan atractivo eslogan? Es bien conocido que existen decenas de definiciones de lo que es cultura, desde las ms puramente antropolgicas, como la de Margaret Mead (la cultura es el comportamiento aprendido de una sociedad. 1928), hasta las ms ecolgicas, como la de Rappaport (la cultura en s pertenece a la Naturaleza. 1998). Ante la conocida controversia sobre si la cultura ha de en-tenderse preferentemente como materialidad o como abstraccin, la visin ministerial que se nos ofrece es claramente materialista, pero admite matices.

    Espaa es cultura se presenta con un gran catlogo desde el que acceder a informacin sobre bienes culturales, ordenado por temas y estilos, por localizacin geogrfica o por los intereses del p-blico. Es comprensible que el concepto de cultura que sustenta el lema del Gobierno espaol remita a realidades inventariables, a elementos patrimoniales que pueden verse o visitarse y que constituyen importantes seas de identidad de Espaa, en este caso. El viajero, en definitiva, va buscando ver, or y tocar la cultura de las tierras visitadas. Sin embargo, tras los objetos, los actos, las obras de arte o los monumentos, hay todo un universo inmaterial que constituye la esencia de un pueblo, de una nacin, en definitiva de una comunidad humana.

    La Biblioteca Nacional de Espaa constituye uno de los principales acervos materiales de la cultura de Espaa, de Europa y de Hispanoamrica, en diferentes soportes y de distintas pocas. Asimismo los catlogos de la Biblioteca estn repletos de joyas de todas las lenguas ibricas, pero el valor que esos objetos tienen para la lengua espaola, para su pasado y su presente, es sencillamente indescriptible, por no decir inimaginable. Clifford Geertz, anteponiendo la trascendencia del lenguaje y la comunicacin,

  • 16 Francisco Moreno Fernndez

    defina la cultura como el conjunto de relatos que nos contamos de generacin en generacin. Esos re-latos de la cultura espaola y de la cultura en espaol estn contenidos en los fondos de las Biblioteca Nacional, de modo que la historia de nuestra lengua, sus cambios y adaptaciones, sus innovaciones y sus obsolescencias, pueden rastrearse y transmitirse gracias a la labor de custodia y servicio que realiza nuestra Biblioteca Nacional. No es la nica institucin que lo hace, es verdad, y sera injusto no aludir a los tesoros del Archivo General de Indias, de la Real Academia Espaola y de otros muchos centros culturales, pero en nada desluce el brillo de lo que contiene la Biblioteca Nacional. Simplemente, la lengua espaola, en su dimensin histrica e instrumental, no puede comprenderse sin gran parte de su catlogo, porque la lengua no se manifiesta solamente en los textos literarios, sino que se hace viva en la msica, en la cartografa, en la voz y en los productos digitales.

    Cuando desde Espaa se piensa en atraer pblico no hispanohablante para que conozca nuestra cultura y aprenda la lengua espaola, cada vez es ms frecuente que se hable de la competencia que en esos mismos trminos ofrecen otros pases hispanohablantes, como Mxico, Argentina, Colombia, Guatemala, por mencionar algunos de ellos. Realmente es magnfica la oferta cultural, en su ms amplio sentido, que desde all se presenta, pero poco tiene que envidiarle la oferta cultural y educativa de Espa-a, en tanto que desde la cultura espaola se accede tambin a la de todos los territorios que la historia ha vinculado al nuestro, en Amrica, en Asia, en frica, en distintas pocas y con diferentes fines. Por eso, la cultura espaola no puede presentarse como un simple y accesible paquete turstico, sino como un acervo patrimonial irrepetible y como una va para conocer de primera mano algunos de los hitos ms decisivos en la historia de Espaa, de sus lenguas y de sus pueblos.

    EL hISPANISmO INTErNACIONAL

    Con todo, quienes mejor conocen la trascendencia de este acervo cultural al que acabo de referirme son los que, segn el Diccionario de la Lengua Espaola, profesan el estudio de lenguas, literaturas o cultura hispnicas o estn versados en ellos. Me refiero a los hispanistas. Desde una perspectiva internacional, la lengua espaola presenta tres atributos que muy pocas veces coinciden en una lengua y que nos ayudan a perfilar nuestra personalidad cultural. Por un lado, la lengua espaola ha sido capaz de mantener una identidad reconocible a lo largo de muchos siglos y a lo ancho de unos enormes terri-torios; pocas lenguas hay que disfruten de una estabilidad tan marcada a lo largo del tiempo y por tan extensa geografa como la hispnica. El segundo atributo es el de ser una lengua portadora de una cul-tura portentosa y universal. Los nombres de Cervantes y Garca Lorca, de Gracin o Garca Mrquez, ligados para siempre a esta Biblioteca Nacional, son referencias de una cultura mundial que se expresa en lengua espaola. Y el tercer atributo destacable es el de la cantidad, la calidad, la fuerza, la pasin y la preparacin de los estudiosos de esta lengua espaola; de los miles de hispanistas, profesores, traductores e intrpretes dispersos por todos los rincones del orbe, que, adems de conocer la lengua, la estudian con rigor, la cuidan, la aman. Es difcil encontrar tal legin de defensores y seguidores para otra lengua del mundo.

    Por este motivo, la ley fundacional del Instituto Cervantes, del ao 1991, reconoca expresamente la importancia de prestar atencin al hispanismo internacional. Con este fin, una de las vas ms conocidas y de mayor alcance utilizadas por el Instituto Cervantes, en estrecha colaboracin con el Ministerio de Educacin, Cultura y Deporte, es el mantenimiento del Portal del hispanismo (http://hispanismo.cer-vantes.es). Este portal est concebido como una base de datos de departamentos de espaol y estudios hispnicos en todo el mundo, si bien con el tiempo ha ido ampliando sus intereses, para dar cuenta de la actividad acadmica e investigadora relacionada con los hispanistas, quienes, adems de recibir infor-macin, envan de forma continua convocatorias y novedades.

  • 17La lengua espaola en custodia

    Actualmente, el Portal del hispanismo contiene tres bases de datos: de departamentos universitarios de estudios hispnicos en todo el mundo; de profesores e investigadores y de asociaciones de hispanis-tas, con ms de 14.900 registros. Estas bases de informacin permiten conocer y cuantificar la presencia internacional del hispanismo, que en estos momentos es de ms de 2.800 departamentos de espaol en ms de 120 pases; de ms 11.200 de registros de hispanistas y profesores universitarios, con indicacin de sus reas de investigacin y especialidad; y de 204 asociaciones de hispanistas y de profesores de espaol de mbito internacional y nacional. Las estadsticas arrojan el dato de ms de 60.000 visitas mensuales durante el ltimo ao. Pero, adems de poner a disposicin de los usuarios esta informacin, el portal es, sobre todo, un punto de encuentro de la comunidad acadmica internacional especializada en los estudios hispnicos y una ventana abierta hacia su actividad y produccin intelectual. La relacin que se mantiene con esta comunidad es dinmica y constante, ya que presenta un sistema de acceso a noticias, congresos, seminarios, ofertas de empleo, cursos, becas, premios y tesis doctorales, convoca-dos por centros de investigacin e instituciones acadmicas, al tiempo que contiene un archivo biblio-grfico donde se incluyen revistas, boletines, actas de congresos, volmenes colectivos y artculos, entre otros. Adems, el portal cuenta con un boletn semanal de novedades, por el que se han enviado ms de 2.500 noticias desde 2009, que cuenta con 1.200 hispanistas registrados a los que se han enviado ms de 130.000 mensajes.

    CONCLUSIN

    Anteriormente me refera a tres atributos de la lengua espaola que la singularizan frente a otras lenguas de cultura. Dos de ellos se estn haciendo palmarios en este encuentro: la dimensin universal de la cultura hispnica, de la que existen innumerables muestras en los anaqueles de esta Biblioteca Na-cional, y la decisiva accin del hispanismo internacional, representado por todos ustedes. Pero hablaba tambin del peso internacional del espaol, de la fuerza de su identidad y de la extensin de su geo-grafa, y a ello quiero referirme especficamente, ya que los estudios demogrficos, socioeconmicos y acadmicos sobre la situacin del espaol en el mundo revelan un auge de la lengua y de la cultura hispnicas sin precedentes en la historia de nuestra cultura, ms all del fenmeno histrico de la colo-nizacin. El espaol, como segunda lengua internacional, despierta el inters de millones de estudiantes en todo el mundo y su revalorizacin es espectacular en territorios tan amplios y significativos como Asia, como Brasil o como los Estados Unidos de Amrica, donde la poblacin hispana es la primera minora del pas y donde los hablantes de espaol crecen a un ritmo de 1,4 millones por ao. Es algo sencillamente espectacular y de lo que los hispanohablantes, como comunidad idiomtica, nos sentimos satisfechos. Como nos llena de orgullo contar con instituciones como la Biblioteca Nacional, que nos hacen ms fciles el estudio, la enseanza y la promocin de la lengua espaola. Aunque solo ha habido un lingista en la direccin de la Biblioteca a lo largo de su centenaria historia (Toms Navarro Toms, de 1936 a 1939), podemos afirmar que nuestro trabajo de lingistas del espaol, de estudiosos de la lengua, sin duda es ms fcil gracias a los fondos y servicios de esta institucin, a la que expresamos nuestro agradecimiento, por custodiar gran parte del patrimonio lingstico hispnico, y nuestra felici-tacin, por su primer tricentenario.

  • LA LENGUA ESPAOLA EN EL MUNDO ACTUAL

    Humberto Lpez Morales(Asociacin de Academias de la Lengua Espaola)

    Segn algunos investigadores (Moreno Fernndez y Otero Roth, 2007), un hispanohablante es aquel que maneje alguna de las mltiples variedades dialectales del espaol. Basados en este criterio, el aba-nico que presentan es sumamente amplio pues adems de las variedades ms importantes (las europeas, las americanas y las africanas), aceptan tambin las hablas criollas de base hispnica y las variedades judeoespaolas. A otros estudiosos, sin embargo, esta propuesta les ha parecido demasiado amplia. En realidad, la discusin sobre el tema parecera un tanto desproporcionada habida cuenta de que las hablas criollas actuales son apenas anecdticas y de que los ncleos sefardes, que suelen manejar un espaol arcaico, son sumamente limitados.

    La sensatez parece abogar en primer lugar y nico para algunos lingistas a favor de los cuan-tiosos hablantes americanos, de estadstica ms limitada, pero muy importantes, como peninsulares y los isleos espaoles, y en mucho menor medida, los de frica. Quedan problemas pendientes, desde luego, porque no todos los hispanoamericanos ni los espaoles, y mucho menos los africanos, hablan espaol de manera aceptable o ni siquiera lo hablan. Como lo verdaderamente importante es el dominio de la lengua, la propuesta definitiva de Moreno Fernndez y Otero Roth, de trabajar con crculos concntricos, es sumamente adecuada: grupo fundamental integrado por hablantes de dominio nativo, a los que siguen otros dos: competencia limitada y aprendices de la lengua.

    Dos son los factores principales que han desempeado un papel importante en la expansin del espaol a travs de los tiempos: la historia, por una parte, y el contacto cultural, por otra. En el primer caso estn aquellos pases o territorios que estuvieron ligados a Espaa durante alguna etapa del pasado. En este caso hay que sealar a Andorra y Gibraltar, en Europa; a Marruecos, Argelia, Shara Occidental y Guinea Ecuatorial, en frica, y las Islas Filipinas, las Islas Marianas del Norte y Guam, en Asia y Oceana. Su contacto con el espaol europeo ha sido muy diverso, tanto en tiempo como en situacin geogrfica, como en la fortaleza de sus nexos con el poder central, y en la cantidad y calidad de hablantes de esta lengua, siempre ajena a esos lugares.

  • 20 Humberto Lpez Morales

    La situacin poltica actual y sus relaciones con la antigua metrpolis son muy diversas, y el nmero actual de sus hablantes tambin, pues van desde el 92,9% de Andorra hasta el 0,15% de Argelia. En el caso del contacto cultural y de la consiguiente presencia de la lengua espaola en Europa, tambin nos encontramos con un panorama muy desigual: entre Alemania (4%), Austria, (4%), Blgica (7%), Bul-garia (2%), Chipre (2%), Dinamarca, (5%), Eslovaquia (1%), Eslovenia (2%), Finlandia (2%), Francia (14%), Grecia (1%), Hungra (1%), Irlanda (4%), Letonia (1%), Luxemburgo (2%), Malta (2%), Polonia (1%), Portugal (9%), Reino Unido (8%), Rumania (3%) y Suecia (6%) (entre otros pases de nmeros menores), los ndices de hablantes de espaol van desde el 0,22% de Islandia hasta el actual 14% de Francia. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que estas cifras son en extremo fluctuantes, pero en nin-gn caso verdaderamente notables. Y fuera del mbito europeo: Israel y Turqua, en Asia, y Australia, en Oceana. Los porcentajes de hispanohablantes son insignificantes en Turqua (0,01%); tampoco son muy llamativos ni en Israel (2,49%), a pesar de la constante llegada de judos desde Hispanoamrica y Espaa, ni en Australia (2,19%), al menos hasta ahora, en que apenas empieza la emigracin de hispanos a esa nueva tierra prometida.

    En Amrica, la situacin es diferente y de una complejidad muy sealada. Hay pases, que adems de contar con un nmero diverso de hispanohablantes en residencia (Belice, por los inmigrados de los pases centroamericanos que los circundan, un 55,42%; las Islas Vrgenes, 15,51%, y las Islas Caimn, 5,13%), han sido y siguen siendo muy influidos por sus vecinos de habla espaola. Otros, como las islas ABC (Aruba, Bonaire y Curaao) en los que la notable presencia hispnica (71,47%) ha sido provocada, adems del asentamiento y del turismo, por la televisin venezolana, sus telenovelas y los partidos de bisbol. Tambin se dan casos, en los que a pesar de los largos aos de antigua convivencia con Espaa, la presencia del espaol es hoy superficial: Jamaica, 0,2%; Trinidad y Tobago, 0,15%. Estn, adems, aquellos que por razones de educacin, cultura y conveniencias econmicas (y no necesariamente en este orden) estn impulsando su enseanza con ahnco, como es el caso de Brasil, ahora con solo el 0,3% de hablantes de espaol, y la recepcin, querida o no, pero abundante, de inmigrantes: Estados Unidos, que lleva muchos aos ya recibiendo a hispanos de todo tipo, y en muchsimo menor grado, Canad (1,76%). Aunque se han mencionado aqu solo los lugares ms importantes, tngase en cuenta que el espaol se habla como segunda lengua, se lee, se escribe, se oye, se vive, en ms de 50 pases en total.

    Nadie ignora que el espaol va adquiriendo una importancia extraordinaria en casi cualquier parte del mundo, incluyendo el aparentemente lejano mundo asitico. Ni tampoco que dentro de esas posibi-lidades de expansin hay dos grandes gigantes que son, por una parte, los Estados Unidos, y por otra, Brasil. Se trata, desde luego, de dos realidades diferentes, que no obstante convergen en el mismo punto final: incremento importante de hispanohablantes en cada uno de esos pases. El caso de los Estados Unidos difiere considerablemente del de Brasil, ya que se trata de procesos muy diversos. De una parte est la inmigracin y los inmigrados hispanos, que ya desde antiguo han llegado a instalarse en ese pas, legal o ilegalmente. Y por otra, en lo que s hay coincidencia, el aumento considerable de estudiantes norteamericanos de espaol, aunque en los Estados Unidos se carece de una ley como la de Brasil, que apoya fuertemente la expansin del espaol. Mas bien todo lo contrario: los decretos legales de casi una treintena de Estados de la Unin americana van en direccin opuesta, la de la poltica del English only. En lo que respecta a Brasil, se trata fundamentalmente de hablantes de portugus brasileo que aprenden una lengua extranjera, el espaol, y que seguirn aprendindola, sobre todo ahora, que ya ha sido aprobada la ley que convierte en obligatoria la oferta de espaol en muchas escuelas secundarias del pas, y que aunque la obligatoriedad no llega an a todas ellas ni a la escuela primaria, muchas de esas ltimas aulas estn repletas de alumnos cuyos padres buscan ese mismo fin el bi o trilingismo , solo que desde antes.

    En resumen, el espaol es hoy la cuarta lengua ms hablada del planeta, pues la utiliza el 5,7% de la poblacin mundial. Hablamos de 450 millones que ocupan una de las reas lingsticas ms importantes

  • 21La lengua espaola en el mundo actual

    y extendidas del mundo, algo ms de 12 millones de kilmetros cuadrados, en la que el territorio euro-peo es una pequea parte que tan solo alberga un 10% de la poblacin de hispanohablantes del mundo. Las grandes extensiones fsicas y numricas estn en Amrica. Pero no se trata solo de esto. Es necesario subrayar que el espaol se ha convertido en una lengua absolutamente imprescindible para el estableci-miento de relaciones socioeconmicas en el mundo de hoy, sobre todo con el amplio mundo hispnico, como queda demostrado en los foros internacionales de intercambio multilateral sobre economa, polti-ca y cuestiones sociales y culturales. Esto hace, sin la menor duda, que el espaol sea la segunda lengua de comunicacin universal, solo detrs del ingls. Si no cambian los rumbos, es muy posible que dentro de tres o cuatro generaciones, si no antes, el 10% de la poblacin mundial se entienda en espaol.

    BiBLiOGrAfA

    Lpez Morales, Humberto. La lengua espaola en el mundo actual. Valencia, Aduana Vieja, 2012.

    Moreno Fernndez, Francisco y Jaime Otero Roth. Atlas de la lengua espaola en el mundo. Barcelona, Ariel, 2007.

  • La BiBLioteca NacioNaL eN Los ocheNta:

    Los aos crticos

    ngel Gmez MorenoCatedrtico de Literatura Espaola. Universidad Complutense de Madrid

    A Juan Pablo Fusi y su equipo de la BN

    Mi primer contacto con la Biblioteca Nacional data de 1980, cuando cursaba el cuarto ao de carre-ra, penltimo de la licenciatura en Filologa Hispnica. Al entrar en el majestuoso edificio de Recoletos que alberga esta institucin (no en balde, la manzana entera era conocida como Palacio de los Archivos, Biblioteca y Museos Nacionales), me dirig a la Sala Cervantes o Sala de Investigadores, donde tena que medir fuerzas con un manuscrito ureo. En concreto, me esperaba un auto sacramental indito que haba escogido, con ms suerte que olfato, en el Catlogo de Cayetano Alberto de la Barrera (1860). Con su sola transcripcin, justo donde dej todo parado, satisfaca la exigencia del profesor que imparta la asignatura Teatro espaol del Siglo de Oro. Aunque el texto, una alegora montada sobre la leyenda troyana, permaneca no hace tanto indito, no rentabilic mi esfuerzo: al trabajo le perd la pista, creo que para siempre, tras reaparecer fugazmente en una de las incontables cajas del trastero de casa.

    Ese mismo da recorr las distintas dependencias del edificio en que hoy nos hallamos y, para mi sorpresa, comprob que exista un Servicio Circulante: nada menos que una seccin encargada del prs-tamo externo de libros! Ya entonces me extra que el personal de la Biblioteca Nacional se dedicase a un cometido que corresponda por principio a las bibliotecas de los centros educativos (sobre todo, a las universitarias), a las bibliotecas municipales o populares (en las grandes urbes, cumplen esta funcin las bibliotecas de distrito) y a las unidades mviles (con su flota de bibliobuses que, en un pasado no tan lejano, acercaban la cultura libraria a los lugares ms recnditos de la geografa espaola). Afortuna-damente, el Servicio Circulante, al que, a decir verdad, nunca recurr, tena los das contados. Aquello no slo desentonaba: lo peor es que restaba parte de sus recursos a una institucin que los necesitaba desesperadamente para encarar un conjunto de tareas de una magnitud e importancia inconmensurables.

  • 24 ngel Gmez Moreno

    Atnito me qued al darme de bruces con la masa humana que abarrotaba la Sala General de Lec-tura, una leonera en la que bullan opositores y estudiantes de todas las especialidades. Asist a aquel espectculo, da tras da, durante ms de un lustro, slo interrumpido por el curso que pas en el Semina-rio de Estudios Medievales de la Universidad de Wisconsin-Madison. Entrada la maana o avanzada la tarde, se formaban largas colas para conseguir un asiento (entindase, un puesto de lector, que usurpaban al autntico investigador). Ya dentro, aquellos usuarios se caracterizaban porque rara vez, o ms bien nunca, solicitaban libros a los encargados del prstamo en sala; a decir verdad, ni siquiera recurran a los de libre acceso. Apenas si consultaban los diccionarios, enciclopedias y otras obras de referencia inexcu-sable; por ello, de ms est decir que jams haban dirigido la mirada, no digamos la mano, a la Patrolo-gia latina de Migne, la Biblioteca de Autores Espaoles, la Biblioteca de Autores Cristianos, los clsicos de Les Belles Lettres, la Bibliotheca Oxoniensis, la Teubneriana y un sinfn de obras imprescindibles para acometer cualquier investigacin, por muy somera que sea, en el mbito de las Humanidades.

    En la Sala Universitaria, ocurra exactamente lo mismo, aunque en ella, el ajeno, en principio, era el investigador, que se senta cmodo en ella por el fondo de libre acceso, no muy amplio pero s bien esco-gido, que pona a su disposicin. Esta nueva dependencia, inaugurada en 1977, era una solucin provisio-nal a un problema acuciante, derivado del aumento vertiginoso de la poblacin de estudiantes universita-rios en toda Espaa. Hiplito Escolar, que por tantos aos dirigi la Biblioteca, tena claro que, cuando se diese la ocasin y se dispusiera de los fondos necesarios, habra que acometer reformas de gran calado. De lo que no estoy seguro es de que, con l en la direccin, se hubiese llegado a desplazar al estudiante universitario hacia otro tipo de bibliotecas: lo habra impedido, creo yo, su compromiso con la difusin cultural en sus fases o estadios ms tempranos. No olvidemos que, en 1952, Escolar impuls la Biblioteca de Iniciacin Cultural y que, en 1962, se incorpor a la Comisin de Informacin y Publicaciones Infan-tiles y Juveniles de la UNESCO. Ello no quita que, en la saturacin de sus instalaciones, viese tambin el ms acuciante de los problemas a que haba de enfrentarse; por eso, fue l quien ide esa especie de aliviadero para la Sala General que fue la Sala Universitaria. Tras la noticia de su inauguracin, aparecida en el diario ABC el 30 de diciembre de 1977, se entrev la nota de prensa de la propia Biblioteca:

    Un muestreo entre lectores nos da un 90 por ciento de universitarios que se acogen a la Biblioteca Nacional por su clima, su silencio y tambin porque est de moda. Esto, que es bueno para el pas, para la Biblioteca es una plaga. Hasta el mes de noviembre dispona de unos 700 asientos. El resultado era pintoresco: largas colas y largas esperas a la caza de un asiento libre. Ahora se ha paliado de momento esta avalancha con la creacin de una sala universitaria en la que se han instalado 9.000 volmenes de libre acceso y con capacidad para trescientos lectores.

    No haba duda de quines eran los verdaderos amos de la Biblioteca Nacional. Para caer en la cuenta, bastaba mirar las mesas, donde se amontonaban apuntes manuscritos y folios mecanografiados,

    Fachada principal de la Biblioteca Nacional, que ocupa la mayor parte de un conjunto arquitectnico erigido entre 1866 y 1892 y que comparte hoy con el Museo Arqueolgico Nacional. En el pasado, cuando la manzana entera se conoca como Palacio de Archivos, Biblioteca y Museos Nacionales, alberg tambin el Archivo Histrico Nacional, el Museo de Ciencias Naturales, el Museo de Arte Moderno y la Biblioteca de la Facultad de Ciencias de la Universidad Central.

  • 25La Biblioteca Nacional en los ochenta: los aos crticos

    por lo comn subrayados y, segn el caso, levemente anotados o repletos de apostillas. Unos trabajaban con materiales propios, mientras otros se esforzaban en memorizar los temarios que haban comprado a academias especializadas en preparar tal o cual oposicin a los cuerpos estatales, autonmicos o mu-nicipales ms variopintos. As las cosas, la primera conclusin a que uno llegaba apenas traspasado el umbral de la Biblioteca Nacional es que aqul no era un mal sitio para preparar oposiciones; de hecho, era el elegido por la mayora de cuantos se hallaban en esa tesitura, por encima incluso del Ateneo de Madrid, que, por otra parte, slo permita el acceso a sus socios. Por fortuna, a comienzos de los aos ochenta, esta otra institucin madrilea cambi su poltica y expidi numerosos carns, con lo que las salas del vetusto edificio de la calle del Prado se repoblaron de nuevo. En mi recuerdo, en la Biblioteca Nacional nada cambi: todo segua abarrotado de estudiantes y opositores.

    Si me permiten bajar al detalle y me dispensan de dar su nombre, puedo aportar un testimonio curio-so: el de todo un ministro por entonces en activo que, durante meses, aprovech la Biblioteca Nacional para preparar el proyecto docente de un concurso de acceso a ctedra de universidad. Llegaba por la tarde y no se despegaba del enorme fichero que haba en la planta baja, justo a continuacin de la que entonces era la nica puerta de entrada para los lectores. Nada de aquello cuadraba. Cualquiera que hubiese estado en otras instituciones internacionales de idntica naturaleza y rango poda hacer suya la lacnica frase de don Jos Ortega y Gasset: No es esto, no es esto!. Como sabemos, el pensador espaol profiri tales palabras al ver cmo se desvirtuaban los ideales de la Repblica Espaola, de la que l haba sido idelogo y, digmoslo as, muidor o animador, junto al doctor Gregorio Maran y el diplomtico Ramn Prez de Ayala. De ideal frustrado y a estas alturas no costar nada entenderlo hay que hablar tambin en referencia a la Biblioteca Nacional, en una larga fase de declive que alcanza al inicio de la dcada de los ochenta.

    Los dinmicos aos ochenta del siglo pasado (y lo fueron en los tres sentidos que ms importan, el econmico, el cultural y el social) indujeron una serie de cambios drsticos en la Biblioteca Nacional. Con las medidas a que enseguida har referencia, se pretenda dotar de sentido a las actividades de una institucin que pareca carecer de norte cierto. Se impona, pues, recuperar el espritu fundacional que, en alusin a la Biblioteca Pblica de Su Majestad el Rey, expresaron claramente el confesor real Pedro Robinet y el poltico y polgrafo Melchor Rafael de Macanaz. Ambos crean que la Biblioteca Nacional estaba llamada a revitalizar la erudicin espaola, esto es, la investigacin en todos los campos del sa-ber. Por desgracia, ese proyecto era inviable si no se contaba con las instalaciones adecuadas para alber-gar una coleccin de libros que creca a pasos agigantados. Este objetivo tard mucho en conseguirse; de hecho, hubo que esperar siglo y medio para disponer de los primeros planos del edificio que la acogera y ciento ochenta aos exactos para celebrar la inauguracin de la Biblioteca Nacional.

    Recordemos que el edificio que nos acoge formaba parte de un ambicioso proyecto de Isabel II que lleva fecha de 1865. Si los sucesos revolucionarios de 1868 pararon las obras iniciadas por Francisco Jareo Alarcn, la actividad se retom con el retorno de la monarqua, aunque ahora bajo la direccin de Antonio Ruiz de Salces, que antes haba trabajado en el Ensanche de la Puerta del Sol. La Restauracin funcion como un poderossimo acicate en toda Espaa; sin embargo, su huella se percibe con mayor nitidez en la capital, ms concretamente en los desarrollos arquitectnicos acometidos en esa poca. Madrid se pobl de edificios necesarios (en su mayora, proyectados tambin en poca isabelina), como las estaciones de tren, los mercados de abastos y distintas sedes institucionales, destinadas a albergar el Banco de Espaa, la Bolsa de Comercio, el Ministerio de Fomento o aquellos centros, organismos e instituciones que haban de velar por la cultura espaola, a los que se busc una misma ubicacin en la gran manzana del Palacio de los Archivos, Biblioteca y Museos Nacionales.

    En el caso de las estaciones y los mercados, a los arquitectos les importaba dar una imagen de progreso y precisin tecnolgica, por lo que apostaron por las estructuras de metal y cristal vistos (en concreto, la estructura metlica de la Estacin de Delicias la fabric la compaa Fives-Lille de Blgica,

  • 26 ngel Gmez Moreno

    cuyos talleres haban montado previamente la de la Estacin de Orsay, en Pars). En los edificios insti-tucionales, el resultado ltimo dependa de la seleccin de ingredientes dentro del canon historicista del momento, que persegua transmitir una sensacin de solemnidad y poder. En ese eclecticismo, Ruiz de Salces encontr su particular lenguaje, grandilocuente (con su majestuosa escalinata, su doble prtico y sus ventanales) y sincrtico (ya que su clasicismo supona el encuentro de Grecia y Roma, de Italia y Francia, con Espaa). Aadir que el hierro se us y profusamente adems en el antiguo Depsito de Libros, del que por desgracia hoy nada queda. Por fin, el edificio era inaugurado en 1892.

    Ahora se dispona de las instalaciones y los medios adecuados para cumplir con la importantsima funcin que Robinet y Macanaz asignaron a la Biblioteca Nacional en tiempos de Felipe V. De ah, pre-cisamente, hemos de partir. Quede, no obstante, para otros la tarea de escribir la historia de la Biblioteca entre los prsperos aos de Primo de Rivera y el desarrollismo de los aos sesenta. Ya que mi interven-cin se basa ms que nada en mis vivencias y en mi memoria, vuelvo raudo a los inicios de los ochenta. La Biblioteca Nacional se encontraba, s, en un estado de postracin preocupante, debido, entre otras causas, a que estaba muy lejos de cumplir con su funcin primordial, que se resuma en dos objetivos: preservar la cultura espaola (y no slo la librara, ya que en sus depsitos haba y hay discos, carteles o mapas, entre otros muchos testigos de nuestra historia cultural) y facilitar el acceso a sus fondos no a un lector cualquiera sino a los miembros de la comunidad cientfica nacional e internacional. Para ello, se necesitaban financiacin, un personal capacitado (era lo nico que no faltaba en la Biblioteca Nacional), unos objetivos claros y valenta para tomar las decisiones necesarias.

    Las instrucciones que haran posible el cambio slo podan emanar del organismo competente, el Ministerio de Cultura, del que dependa la Direccin General de la Biblioteca Nacional. El entonces ministro, Javier Solana, acert plenamente al nombrar como director de la institucin a Juan Pablo Fusi Aizpura, catedrtico de Historia Moderna de la Universidad Complutense; de hecho, durante su direccin, que abarca el quinquenio 1986-1990, se marcaron las pautas y se dieron las rdenes opor-tunas para que la Biblioteca Nacional recuperase el pulso cuando pareca hallarse en una situacin irreversible. Antes de nada, se impona expulsar s, expulsar a cuantos nunca deban haber accedido al principal reservorio documental de la cultura en lengua espaola. Una tercera de ABC, fechada el 30 de septiembre de 1987 y firmada por el diplomtico y periodista Alfonso de la Serna, pona las cosas en su sitio y reclamaba reformas rpidas y profundas. Su escrito, Socorro a la Biblioteca Nacional, ms que denuncia de una situacin desesperada era un voto de confianza a la nueva direccin, que ya haba abordado algunos de los problemas de mayor gravedad. El de la ocupacin del edificio por estudiantes y opositores, en lugar de verdaderos lectores o usuarios, no era slo un mal en s mismo sino un sntoma del psimo estado en que se hallaba la institucin:

    Parece ser que el mal reside en que sta ha dejado de ser lo que debiera ser, para convertirse en biblioteca popular, en biblioteca estudiantil, en lugar de reunin y recreo, desbordado de ruidos y olores, aquejado de crisis de personal y de medios, todo lo que el tesoro de cultura que all se guarda exigira.

    As pues, era indispensable restringir el acceso a la Biblioteca Nacional para que slo tuviesen cabida en ella el investigador (convenientemente identificado por una tarjeta o carnet) o, a lo sumo, el lector ocasional (provisto del pase o autorizacin necesario para hacer una consulta o llevar a cabo pros-pecciones menores). As se hizo.

    La medida se acompa de otras igualmente necesarias, todas ellas enmarcadas en un ambicioso proyecto: el Plan Integral de Reforma de la Biblioteca Nacional de 1987. En l, se anunciaba la adap-tacin del edificio de Recoletos para atender a las necesidades del personal y los usuarios, un proyecto del que se ocuparon dos arquitectos asociados: Jernimo Junquera y Estanislao Prez Pita. Al mismo tiempo, se inici la construccin del nuevo depsito de libros de Alcal de Henares, imprescindible

  • 27La Biblioteca Nacional en los ochenta: los aos crticos

    para acoger la llegada masiva de nuevas publicaciones a travs del depsito legal y compras directas o subastas (en el caso de los manuscritos, de este extremo se daba cuenta gracias a una signatura temporal encabezada por las letras N. A., Nuevas adquisiciones). Todo lo explica el hecho de que, durante el cuarto de siglo de bonanza econmica (a decir verdad, y como hoy sabemos todos, ms aparente que real en su ltima dcada) que abarca desde mediados de los ochenta hasta 2008-2009, la Biblioteca Na-cional, del mismo modo que las principales bibliotecas universitarias, no dudaron en comprar todo libro de inters, nuevo o viejo, que llegaba a su conocimiento. Los tres grandes silos del depsito de Alcal iniciaron su actividad en 1993.

    Otro logro de la segunda mitad de los ochenta fue la automatizacin de la Biblioteca Nacional, con que se pretenda controlar la adquisicin de libros, la catalogacin de las distintas colecciones, la informacin relativa a los usuarios, as como distintos valores estadsticos de inters sociolgico o bibliomtrico. Haba experiencias previas, algunas tan tempranas como la impulsada por Luis Snchez Belda, director general de Archivos y Bibliotecas entre 1968 y 1974, que tuvo la fortuna de contar con una facultativa tan preparada como Mara Luz Gonzlez Lpez, autora de un panorama verdaderamente madrugador sobre la automatizacin de bibliotecas (me refiero a su gua de ANABAD, de 1971). Ms cercano en todos los rdenes, pues se haba creado en 1982, quedaba el sistema automatizado del citado Servicio Circulante. El diseo del nuevo proyecto recay en Ernesto Garca Camarero, aunque la Bi-blioteca Nacional contaba con otros expertos en ciberntica, como Luis ngel Garca Melero y Xavier Agenjo Bulln. En 1987, naca el Sistema Automatizado de la Biblioteca Nacional, ms conocido por el acrnimo SABINA; sin embargo, su desarrollo e implantacin slo fueron posibles cuando, un ao despus, se constituy la Comisin de Informatizacin de la Biblioteca Nacional, que, a comienzos de los noventa, puso en marcha ARIADNA.

    Los nuevos aires se perciban en detalles tan reveladores como el nuevo logotipo, con las letras BN en color rojo, que se hizo oficial poco antes de la dimisin de Fusi. Y es que la imagen se cuidaba en la misma medida en que se atenda a la organizacin y coordinacin de las distintas unidades, servicios y organismos que se incorporaron a la Biblioteca Nacional en 1985. Me refiero al Centro de Patrimonio Bibliogrfico (dirigido por Mercedes Dexeus, con el Catlogo Colectivo del Patrimonio Bibliogrfico), a la Hemeroteca Nacional, al Instituto Bibliogrfico Hispnico (con tres secciones, Depsito Legal, Bibliografa Nacional e Informacin Bibliogrfica, y dos proyectos, Bibliografa Espaola y Catlogo Colectivo de Publicaciones Peridicas) y al Centro del Tesoro Documental y Bibliogrfico. En esos mismos aos, se pens en un Museo de la Biblioteca Nacional que, a travs de exposiciones, catlogos y trabajos bibliogrficos, dara a conocer sus riqusimos fondos. En este proyecto, un punto primordial era el relativo a la cooperacin con otras instituciones y expertos procedentes en su mayora del mundo aca-dmico. Si me permiten el uso de un trmino brbaro, pero especialmente grato al mundo empresarial, se trataba de externalizar algunas de las tareas de que iba a ocuparse la Biblioteca Nacional.

    Tampoco es casual que, en la segunda mitad de los ochenta, surgiesen ex nihilo o se retomasen dis-tintas tareas de inventariado y catalogacin de fondos propios o de otros pertenecientes al patrimonio bibliogrfico espaol. Sin entrar en detalles, debo decir que, para acometer y llevar a trmino este tipo de trabajos, no bastan ni el voluntarismo ni los buenos propsitos: slo cuenta la obra acabada, que exige, en dosis iguales, competencia, tesn y unas circunstancias idneas. De lo primero y lo segundo andaban sobrados los facultativos, ayudantes y auxiliares de la Biblioteca Nacional, apoyados por un personal contratado que conoca su oficio al dedillo. Entre los facultativos que nos atendan en la Sala de Investigadores, estaban nada menos que Gregorio de Andrs, Miguel ngel Garca Craviotto, Manuel Snchez Mariana (por tantos aos, director del servicio), Amalia Sarri y, el ms joven de todos ellos, Julin Martn Abad.

    Por cierto, parece mentira que este gran especialista en libro antiguo, incansable e infalible, se haya jubilado hace poco ms de un mes (concretamente, el 1 de octubre de 2012). Me consuela en parte la

  • 28 ngel Gmez Moreno

    conviccin de que llevar a trmino los ambiciosos proyectos en que anda embarcado (como una ver-sin mejorada en todos los rdenes de los dos tomitos de Manuscritos con pinturas [1933] de Jess Domnguez Bordona) y que acometer otros muchos que saldrn igualmente exitosos (es marca de la officina Martn Abad). Por distintas razones, durante esa poca de grandes transformaciones en la Bi-blioteca Nacional, tuve tambin trato asiduo, y muy amistoso, con los responsables de otras secciones; Xavier Agenjo, Juan Delgado, Mercedes Dexeus, Lorenzo Fidalgo, Mara Luisa Lpez-Vidriero, Araceli Snchez-Piol y otros bibliotecarios ms jvenes, que andaban, como yo mismo en aquellos tiempos, por los veintitantos aos. Doy fe de su capacidad y su amabilidad.

    La dinmica Espaa de los aos ochenta tuvo reflejo directo en la Biblioteca Nacional, gracias a su direccin y su magnfico equipo de bibliotecarios. La institucin evolucion en la misma medida y al mismo ritmo que la nacin. En 1986, el ao en que Fusi tom posesin de su cargo, Espaa entraba en la UE, las magnitudes econmicas sorprendan a propios y ajenos, el precio de las viviendas se disparaba y, en mi mbito, la oferta de plazas de profesorado universitario era de tal magnitud que saturaba a diario el Boletn Oficial del Estado. A Fusi, slo le falt un mes para llegar al lustro completo como director de la Biblioteca Nacional. Durante ese tiempo, la institucin dio pasos de gigante en un sentido que pareca no admitir marcha atrs. En 1991, un ao despus de su dimisin, vean la luz los Estatutos de la Biblioteca Nacional, donde se indica su nueva naturaleza jurdica: Organismo Autnomo adscrito al Ministerio de Cultura. Era otro logro ms de la eficacsima gestin de Juan Pablo Fusi.

    Los sucesivos directores de la Biblioteca (entre los que se cuentan mis queridos y admirados cole-gas Luis Alberto de Cuenca y Jon Juaristi) hubieron de encarar otros problemas, nuevos o heredados, y les dieron la solucin que estimaron ms conveniente. Ahora bien, por muy mal que pintase todo, la situacin nunca ms se sinti como terminal o desesperada (y crucemos ahora los dedos para que ni los efectos de la crisis ni las dificultades derivadas del relevo generacional provoquen situaciones agnicas o aparentemente irresolubles). Tras lo dicho, ni siquiera preciso proclamar mi desacuerdo con Rosa Regs cuando, entrevistada por el diario El Pas (16 de octubre de 2005), hizo la siguiente afirmacin: Esta bi-blioteca no se ha tocado en muchos aos. Ni estaba en lo cierto ni haca justicia a quienes la haban pre-cedido en el cargo. En ese sentido, ni siquiera importa que su voluntad declarada consistiese en desandar buena parte de lo andado, ya que Regs pretenda hacer de la Biblioteca Nacional un espacio abierto.

    He hablado de un orden de cosas al que el investigador no es absoluto ajeno, pues las circunstan-cias de la Biblioteca Nacional han facilitado o entorpecido la consulta de sus ricos fondos; de hecho, la mayor parte de las reformas a que he pasado revista se hicieron pensando en l, en sus intereses y en la naturaleza de sus pesquisas eruditas. Aunque en los estantes de la Biblioteca Nacional hay libros de todo tipo, su importancia deriva primordialmente de su fantstica coleccin de manuscritos, incunables y libros raros, que atraen la atencin de expertos de las diferentes ramas de la Historiografa, la Filologa y la Bibliografa. En estos tres mbitos (con mucha frecuencia, imposibles de separar), encuentran su objeto de estudio primordial el Hispanismo y los hispanistas nacionales e internacionales (y recuerdo que la voz hispanista, frente a lo que algunos sostienen, no slo es aplicable al forneo que se da al es-tudio de la cultura hispnica).

    La historia de la Biblioteca Nacional, y con mayor razn la de la Biblioteca Real de la que form parte en el pasado, es la historia del Hispanismo. Y al contrario. A tal conclusin llega inevitablemente quien hojea mi Breve historia del medievalismo panhispnico (primera tentativa) (2011); no obstante, idntico resultado se obtiene cuando se atiende a otros periodos, gneros y autores de la literatura es-paola, incluida la que se expresa en lengua latina. Partamos, pues, de esa verdad irrefutable, pues no precisa demostracin, y disfrutemos sin ms con la presencia de dos grandes maestros: los profesores Augustin Redondo (Universidad de Pars-La Sorbona) y La Schwartz (Escuela Graduada, CUNY). Por sus mritos, que no precisamos recordar, han sido los elegidos para representar a los hispanistas del mundo entero y dejar constancia de la especial relacin que los une a la Biblioteca Nacional. Como

  • 29La Biblioteca Nacional en los ochenta: los aos crticos

    doctorandos, a ella acudieron para buscar las claves de Fray Antonio de Guevara y Francisco de Que-vedo, respectivamente. No por casualidad, a Guevara y Quevedo, sus autores (y enfatizo el posesivo), vuelven hoy. Esa eleccin fuerza la retrospectiva y aviva en ellos vivencias y recuerdos que van ms all de lo estrictamente profesional. Lo mismo ocurre en mi caso: el Marqus de Santillana y la Biblioteca Nacional han sido determinantes en todos los rdenes de mi vida.

    En cada una de las pginas que han escrito con motivo del tercer centenario de la Biblioteca Nacio-nal, los profesores Redondo y Schwartz revelan su particular taracea erudita, una eficaz combinacin de datos e ideas que rebosan en el cuerpo del texto y en las notas. Sus fuentes de informacin son de una diversidad sorprendente, aunque en su mayora proceden de la consulta de varios fondos antiguos, entre los que sobresale el de la Biblioteca Nacional. En su charla, el profesor Redondo tendr en cuenta una edicin del Marco Aurelio de Guevara de 1528 de la que se conoce un solo ejemplar custodiado en la Biblioteca Nacional; por su parte, la profesora Schwartz pondr de relieve la pasin de Quevedo por Persio y pasar revista a varios ejemplares de las Stiras custodiados en la Biblioteca Nacional, entre ellos el posincunable de 1504, con texto y glosa a cargo de Antonio de Nebrija, y la edicin de 1599, preparada por el Brocense. Con independencia de sus circunstancias, nadie puede decir que la Biblioteca Nacional le haya dado la espalda, haya vetado el acceso a sus fondos o haya puesto obstculos a sus in-vestigaciones. Con dificultad y lentitud en el pasado, hoy cmoda y rpidamente (sobre todo, cuando el ejemplar que interesa est digitalizado en la red), la Biblioteca Nacional auxilia a todos cuantos acuden al imponente edificio de Recoletos. De ah en adelante, los resultados dependen, lgicamente, de la ca-pacidad del investigador de turno, que en el caso de nuestros invitados ha sido contrastada en ocasiones sin cuento; por ello, incluso antes de que tomen la palabra, estamos plenamente convencidos de que sus intervenciones se convertirn en referencia inexcusable para el estudio de Guevara y Quevedo. Es su turno.

  • Revisitando algunos pRoblemas

    vinculados al clebRe Marco aurelio

    de antonio de guevaRa de los aos 1525-1528

    Augustin RedondoProfesor emrito de la Universidad de la Sorbonne Nouvelle-CRES

    Antonio de Guevara, el franciscano de la poca de Carlos V, que fue obispo de Guadix y luego de Mondoedo se le conoce sobre todo con el nombre de esta ltima dignidad, tambin desempe los cargos importantes de predicador real, a partir del 22 de agosto de 1523, y de cronista imperial, despus del 7 de diciembre de 1526. Fue uno de los escritores ms difundidos no slo en la Espaa del siglo XVI, sino en toda Europa gracias a las numerosas ediciones y traducciones de sus libros. En particular, tres de sus obras, el Marco Aurelio, el Relox de Prncipes y las Epstolas familiares le dieron una gran nombrada espaola y europea.

    El Marco Aurelio es una biografa novelada, con bastantes invenciones, del emperador filsofo, el cual se halla confrontado a los problemas del gobierno pero tambin a los de su vida familiar, reveln-dose buen soberano, buen marido (a pesar de las infidelidades de Faustina, su esposa) y buen padre, todo ello gracias a la ayuda de la filosofa. La segunda parte de la obra se compone de un epistolario apcrifo con epstolas de tema moral, pero asimismo con algunas, vinculadas a los amores del joven y fogoso Marco Aurelio, las cuales remedan parcialmente las cartas incluidas en el Tratado de Arnalte y Lucenda de Diego de San Pedro, y hasta incluyen unos cuantos trozos de ellas.

    Hay que aadir que, valindose de un estilo brillante, el texto guevariano actualiza esa Antigedad valorada por el Humanismo, que ya est de moda, y en el libro, se unen preceptos estoicos (con los cua-les el cristianismo poda compaginarse) y problemas de la vida cotidiana, indroducindose adems en l discursos y epstolas a la usanza contempornea. As pues el Marco Aurelio, que aportaba una doctrina moral asimilable por todos, y especialmente por aristcratas y letrados, al mismo tiempo que un entrete-nimiento segn la concepcin horaciana alcanz un gran xito, de manera que se ha podido decir,

  • 32 Augustin Redondo

    con alguna exageracin, que se le haba ledo tanto como la Biblia. Desde este punto de vista, bien se comprende la primera parte del ttulo: libro ureo de Marco Aurelio.

    Esta fue, tal vez, la obra de que el autor se haba encariado ms hasta referirse a ella varias veces en sus escritos, no vacilando en introducir la mayor parte de ella en el Relox de Prncipes y no dejando de referirse a ella varias veces en sus escritos.

    El Marco Aurelio se publica por primera vez en Sevilla en 1528 sin que figure en l el nombre del autor y sin que ste hubiera estado al tanto de la impresin que se realizaba, por lo menos en un prin-cipio. El proceso cronolgico de creacin y de difusin de este texto bajo forma manuscrita y el de las primeras ediciones (las de 1528) sigue planteando una serie de problemas y deseamos volver sobre ellos, partiendo de lo que hemos escrito en nuestro libro sobre Antonio de Guevara, editado en 1976, ya que desde entonces se ha adelantado muy poco sobre el particular1.

    * * *

    Segn lo que dice Antonio de Guevara en el prlogo del Relox de Prncipes, publicado en 1529, empez a trabajar en el Marco Aurelio en 15182 y hemos indicado hace aos por qu la fecha debe de ser exacta3. Luego, hasta 1524, no se divulg lo que estaba escribiendo pues lo tena muy secreto. Es incuestionable que todava en 1522-1523, estaba escribiendo el epistolario del emperador romano pues, como lo hemos demostrado en otro trabajo, el franciscano se sirvi de una nueva edicin del Tratado de Arnalte y Lucenda publicada en 15224. Por lo dems, la fecha de 1524 corresponde a la nueva insercin del minorita en la Corte imperial como predicador real, a finales de agosto de 1523, despus del regreso de Carlos V a Espaa a mediados de 1522, a raz del fracaso de las Comunidades.

    Es muy posible que la divulgacin de su actividad de escritor se hiciera por mediacin de sus pa-rientes directos, que tambin vivan en los crculos ulicos, especialmente se trata de su propio hermano, el doctor Fernando de Guevara, miembro del Consejo Real de Castilla, o de su primo, don Pedro Vlez de Guevara, Chambeln del Emperador5. Puede ser tambin que tal divulgacin incumbiera al conde de Nasau o al prncipe de Orange, Philibert de Chalons, que pertenecan al entorno directo del monarca y haban trabado relaciones de amistad con los Guevara6. De todas formas, la noticia vino a los odos de Carlos V, cuando este estaba en Madrid enfermo de cuartanas y le pidi el libro a su predicador para pasar tiempo y aliviar su calentura7.

    Casi con seguridad, el ejemplar de la obra que le present al Csar es el hermoso y cuidado ma-nuscrito que est en la Biblioteca del Escorial, y figuraba en la Biblioteca Real, publicado por Foulch-Delbosc en la Revue Hispanique, en 19298. Este manuscrito es particularmente importante porque, se-gn toda probalidad, fue puesto en limpio bajo el control directo del autor. La edicin crtica del Marco

    1. Ver nuestro libro, Antonio de Guevara (1480?-1545) et lEspagne de son temps. De la carrire officielle aux uvres politico-morales, Genve, Droz, 1976, en particular p. 471-522 y p. 522 sq. (por lo que hace al Relox de Prncipes). Acerca de las relaciones entre el Marco Aurelio y el Relox de Prncipes, ver tambin Blanco, Emilio, Las dos redacciones de la vida de Marco Aurelio, Archivo Ibero-Americano, LIII (1993), p. 17-66 y su introduccin a la ed. que ha realizado del Relox de Prncipes, Madrid, ABL Editor-CONFRES, 1994, p. XIII sq.

    2. Ver el trozo correspondiente en la ed. del Relox de Prncipes editada por E. Blanco cfr. nota anterior, por la cual citamos (p. 78).

    3. Redondo, Augustin, Antonio de Guevara, p. 468, 476, etc.4. Ver Redondo, Augustin, Antonio de Guevara y Diego de San Pedro: las cartas de amores del Marco Aurelio, Bulletin

    Hispanique, LXXVIII (1976), p. 226-239. Guevara utiliza siempre las variantes de la ed. de 1522, en vez de seguir la ed. princeps de 1491..

    5. Sobre estos personajes, Id., Antonio de Guevara (cfr. ndice). 6. Ibid. Ver asimismo, p. 498. 7. Es lo que dice fray Antonio en el prlogo del Relox ya citdo (p. 78).8. Se trata del manuscrito g-II-14.

  • 33Revisitando algunos problemas vinculados al clebre Marco Aurelio de Antonio de Guevara de los aos 1525-1528

    Aurelio, que todava falta hoy en da, tendra pues que tomar especialmente en consideracin este ma-nuscrito9.

    Antonio de Guevara le haba pedido al soberano que no dejara que alguien copiara la obra porque seala en el prlogo del Relox no tena intencin de publicarla de la manera que estonces es-tava sino que deseaba llevarla adelante. En realidad, todo parece indicar que el texto estaba listo para la publicacin, despus de conseguir el privilegio correspondiente. En efecto, lleva ya una dedicatoria prologal destinada a Carlos V, quien poda aparecer como el mecenas por excelencia al presentarle un dechado de soberano en la persona de Marco Aurelio, el emperador filsofo, que pareca encarnar el ideal platnico.

    Adems, esta dedicatoria va seguida de otro prlogo, titulado Argumento en que el franciscano explica las circunstancias de la creacin, presentndose como el traductor de un presunto manuscrito florentino custodiado en la prestigiosa biblioteca humanstica de Cosme de Mdicis, segn un esquema de elaboracin ya conocido. No obstante, tambin insista sobre el papel que a l le haba incumbido, mejorando el texto, de modo que se haba transformado en intrprete, es decir, en segundo autor, adoptando de tal modo un proceso algo parecido al que figuraba en los libros de caballeras, proceso que ha de recuperar nada menos que Cervantes.

    Este doble prlogo que corresponde a una tradicin atestiguada va seguido de la tabla de la historia a la cual sigue la del epistolario y luego empieza el texto.

    Esto significa que lo de la obra inconclusa no es sino un artificio utilizado por Guevara para justificar la insercin del Marco Aurelio ampliado en el Relox de Prncipes y poder aprovecharse del xito del Libro ureo.

    Ya en el prlogo del Relox y luego en el de la Dcada de Csares de 1539 indica lo que pas con el texto entregado a Carlos V: el libro fue hurtado y por manos de muy diversas personas trado y trasla-dado. Claro est que lo de hurtado hay que entenderlo en el sentido de copiado fraudulentamente. Posteriormente, en la primera parte de las Epstolas familiares de 1539, haba de precisar todava ms lo ocurrido en una carta dirigida al Condestable de Castilla, don Iigo [Fernndez] de Velasco:

    En lo que decs de Marco Aurelio, lo que pasa es que yo lo traduxe, y le d a Csar, an no acabado, y al Emperador le hurt Laxao y a Laxao la Reina, y a la Reina Tumbas, y a Tumbas, doa Aldonza, y a doa Aldonza, Vuestra Seora10.

    El proceso evocado tiene visos de verosimilitud y hasta de probalidad, por lo que hace al prstamo y a la difusin manuscrita del texto, ya que Laxao, es decir Charles de Poupet, seor de La Chaulx, era Gran Chambeln de Carlos V y uno de sus consejeros ms cercanos, por lo cual poda acceder a la cmara del monarca. De la misma manera, a causa de los cargos que desempeaba, vea con frecuencia a la reina de Francia Leonor, hermana del soberano, que slo se reuni con Francisco I, su esposo, en 1539. No sera pues de extraar que la Reina le pidiera a La Chaulx una copia del libro del franciscano y que alcanzada esta, el propio maestresala de la soberana de Francia, Monsieur des Tombes, hubiera mandado sacar otra copia de la obra, entregndola a una de las damas de la hermana del Emperador, llamada doa Aldonza (de Velasco?), que deba de ser pariente del Condestable, remitindole a este una copia del libro11.

    9. En poca moderna, el texto del Marco Aurelio ha sido publicado de nuevo por Emilio Blanco, segn la edicin de Sevilla, 1528. Ver Guevara, Antonio de, Obras completas, I (Libro ureo de Marco Aurelio. Dc