en torno al lenguaje, entornos del lenguaje - … · quedarse corta para expresar el contenido...

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<http://tremedica.org/panacea.html> Tribuna Panace@. Vol. XII, n. o 34. Segundo semestre, 2011 239 * Traductora pública, Montevideo (Uruguay). [email protected]. ** Traductor de la Comisión Europea. [email protected]. En torno al lenguaje, entornos del lenguaje Carmen Carbone* y Miguel Turrión** A principios del siglo XX surgió en Alemania una nueva corriente de la psicología según la cual la mente configura como un todo los elementos que le llegan por la percepción o la memoria, y esta configuración prevalece sobre los distintos elementos. Dicho de otro modo, «el todo es más que la suma de sus partes». Y los iniciadores denominaron su movimien- to Gestaltpsychologie. (En sentido general, el término alemán Gestalt significa básicamente «forma, figura, aspecto»). Hace ahora exactamente cien años, la Universidad de Berlín demostró experimentalmente que la Gestalt no es producto de la percep- ción, sino que nuestra percepción está mediatizada por ella. Fondo y figura. En lo visual, según la Gestalt, al observar una escena fijamos la atención en un elemento destacado de la misma (la figura), que para nosotros prevalece sobre los demás elementos (el fondo). Por su parte, el lenguaje es el resultado de la colaboración entre ambos hemisferios cere- brales: el dominante, donde se aloja lo metalingüístico, y el dominado, que es el lingüístico. Esta dualidad lenguaje-me- talenguaje corresponde a la de figura-fondo de la Gestalt. Al por entonces novedoso concepto psicológico se le puso nombre por primera vez en alemán. ¿Qué hicieron las otras lenguas, concretamente el español, cómo lo denomina- ron? ¿Psicología de la forma?, ¿de la figura?, ¿del aspecto? Cualquiera de las acepciones habituales de la palabra iba a quedarse corta para expresar el contenido semántico que le daban los iniciadores del movimiento. Lo que ocurrió fue que, en este contexto, otras lenguas adoptaron el término, antes que traducirlo. También el espa- ñol. Y ahora vivimos tan felices con «psicología de la Gestalt», «teoría de la Gestalt», «escuela de la Gestalt» o, en otro orden de cosas, la «terapia Gestalt». Al apropiarnos conceptos que nos vienen de otras rea- lidades, es usual adoptar también su nombre. Cuentan que Marco Polo afirmó haber visto unicornios en uno de sus via- jes (siglo XIII), cuando lo que probablemente vio fueron rino- cerontes, que no existían en su realidad natal. Actualmente tenemos muchos ejemplos de esto en el campo de la infor- mática. Algunos lingüistas consideran que cada idioma brinda una manera de aprehender la realidad. En 1940 apareció el famoso artículo de Benjamin Whorf sobre la influencia del lenguaje en nuestra concepción del mundo. 1 En él, el autor se apoyaba en particularidades de las lenguas de los nativos americanos, en particular la lengua hopi, y comenzaba por citar a Edward Sapir: «El mundo real está en gran medida in- conscientemente construido sobre los hábitos lingüísticos del grupo. Vemos, oímos y sentimos como lo hacemos, en gran parte, porque los hábitos lingüísticos de nuestra comunidad inducen determinadas opciones interpretativas». Pero coexisten opiniones contrarias, como la de Schulte- Herbrüggen, 2 quien considera que cada visión del mundo depende de la realidad en que a uno le toca vivir y del subje- tivismo de la comunidad que vive en esa realidad. «Las co- munidades de estructura lingüística distinta ven la realidad de un modo diferente. Lo que la comunidad percibe está determi- nado, en gran medida, por factores culturales». El lenguaje es una de las pautas que definen la existencia de una comunidad y su modo de ver el mundo. El entorno influye en la cul- tura y el pensamiento de las comunidades lingüísticas. De ahí que haya comunidades que no entienden determinados con- ceptos, ya que no existen en su realidad. Cuando los primeros misioneros quisieron enseñar el padrenuestro a los esquima- les, se encontraron con que estos no entendían el concepto de «pan», que no existía en su cultura. En un nivel menos tangible, ¿son biunívocos, por ejemplo, el término español «realidad» y el alemán Wirklichkeit? ¿No Resumen: ¿Es demostrable alguna relación entre lengua y visión del mundo? Si se considera al individuo como ser al margen de su entorno, la visión del mundo es una facultad meramente individual, y la lengua no desempeñaría así ningún papel. En cambio, si el individuo no es concebible sino como fruto de su entorno, el sustento básico de tal visión sería la lengua. Palabras clave: alemán, entorno, comunidad, Gestalt, lenguaje, percepción. About language, around language Abstract: Is there a demonstrable relationship between language and world view? If we think of the individual as a being who is separate from his environment, his world view is merely a personal trait in which language would play no role. On the other hand, if the individual can only be understood as the product of his environment, then language would become the underlying basis of his world view. Key words: community, environment, German, Gestalt, language, perception. Panace@ 2011; 12 (34): 239-241 Recibido: 26.IX.2011. Aceptado: 7.X.2011

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<http://tremedica.org/panacea.html> Tribuna

Panace@. Vol. XII, n.o 34. Segundo semestre, 2011 239

* Traductora pública, Montevideo (Uruguay). [email protected]. ** Traductor de la Comisión Europea. [email protected].

En torno al lenguaje, entornos del lenguajeCarmen Carbone* y Miguel Turrión**

A principios del siglo xx surgió en Alemania una nueva corriente de la psicología según la cual la mente configura como un todo los elementos que le llegan por la percepción o la memoria, y esta configuración prevalece sobre los distintos elementos. Dicho de otro modo, «el todo es más que la suma de sus partes». Y los iniciadores denominaron su movimien­to Gestaltpsychologie. (En sentido general, el término alemán Gestalt significa básicamente «forma, figura, aspecto»). Hace ahora exactamente cien años, la Universidad de Berlín demostró experimentalmente que la Gestalt no es producto de la percep­ción, sino que nuestra percepción está mediatizada por ella.

Fondo y figura. En lo visual, según la Gestalt, al observar una escena fijamos la atención en un elemento destacado de la misma (la figura), que para nosotros prevalece sobre los demás elementos (el fondo). Por su parte, el lenguaje es el resultado de la colaboración entre ambos hemisferios cere­brales: el dominante, donde se aloja lo metalingüístico, y el dominado, que es el lingüístico. Esta dualidad lenguaje-me­talenguaje corresponde a la de figura-fondo de la Gestalt.

Al por entonces novedoso concepto psicológico se le puso nombre por primera vez en alemán. ¿Qué hicieron las otras lenguas, concretamente el español, cómo lo denomina­ron? ¿Psicología de la forma?, ¿de la figura?, ¿del aspecto? Cualquiera de las acepciones habituales de la palabra iba a quedarse corta para expresar el contenido semántico que le daban los iniciadores del movimiento.

Lo que ocurrió fue que, en este contexto, otras lenguas adoptaron el término, antes que traducirlo. También el espa­ñol. Y ahora vivimos tan felices con «psicología de la Gestalt», «teoría de la Gestalt», «escuela de la Gestalt» o, en otro orden de cosas, la «terapia Gestalt».

Al apropiarnos conceptos que nos vienen de otras rea­lidades, es usual adoptar también su nombre. Cuentan que

Marco Polo afirmó haber visto unicornios en uno de sus via­jes (siglo xiii), cuando lo que probablemente vio fueron rino­cerontes, que no existían en su realidad natal. Actualmente tenemos muchos ejemplos de esto en el campo de la infor­mática.

Algunos lingüistas consideran que cada idioma brinda una manera de aprehender la realidad. En 1940 apareció el famoso artículo de Benjamin Whorf sobre la influencia del lenguaje en nuestra concepción del mundo.1 En él, el autor se apoyaba en particularidades de las lenguas de los nativos americanos, en particular la lengua hopi, y comenzaba por citar a Edward Sapir: «El mundo real está en gran medida in­conscientemente construido sobre los hábitos lingüísticos del grupo. Vemos, oímos y sentimos como lo hacemos, en gran parte, porque los hábitos lingüísticos de nuestra comunidad inducen determinadas opciones interpretativas».

Pero coexisten opiniones contrarias, como la de Schulte-Herbrüggen,2 quien considera que cada visión del mundo depende de la realidad en que a uno le toca vivir y del subje­tivismo de la comunidad que vive en esa realidad. «Las co­munidades de estructura lingüística distinta ven la realidad de un modo diferente. Lo que la comunidad percibe está determi­nado, en gran medida, por factores culturales». El lenguaje es una de las pautas que definen la existencia de una comunidad y su modo de ver el mundo. El entorno influye en la cul­tura y el pensamiento de las comunidades lingüísticas. De ahí que haya comunidades que no entienden determinados con­ceptos, ya que no existen en su realidad. Cuando los primeros misioneros quisieron enseñar el padrenuestro a los esquima­les, se encontraron con que estos no entendían el concepto de «pan», que no existía en su cultura.

En un nivel menos tangible, ¿son biunívocos, por ejemplo, el término español «realidad» y el alemán Wirklichkeit? ¿No

Resumen: ¿Es demostrable alguna relación entre lengua y visión del mundo? Si se considera al individuo como ser al margen de su entorno, la visión del mundo es una facultad meramente individual, y la lengua no desempeñaría así ningún papel. En cambio, si el individuo no es concebible sino como fruto de su entorno, el sustento básico de tal visión sería la lengua. Palabras clave: alemán, entorno, comunidad, Gestalt, lenguaje, percepción.

About language, around languageAbstract: Is there a demonstrable relationship between language and world view? If we think of the individual as a being who is separate from his environment, his world view is merely a personal trait in which language would play no role. On the other hand, if the individual can only be understood as the product of his environment, then language would become the underlying basis of his world view.Key words: community, environment, German, Gestalt, language, perception.

Panace@ 2011; 12 (34): 239-241 Recibido: 26.IX.2011. Aceptado: 7.X.2011

Tribuna <http://tremedica.org/panacea.html>

240 Panace@. Vol. XII, n.o 34. Segundo semestre, 2011

le dará cada uno su impronta según su idiosincrasia, su entor­no, su sociedad, su cultura? Veamos:

realidad. Existencia verdadera y efectiva de algo. Ver-dad, lo que ocurre verdaderamente. Lo que es efectivo o tiene valor práctico, en contraposición con lo fantástico e ilusorio.

Wirklichkeit. Tatsächliche Existenz, Realität. Tätigkeit, Wirksamkeit, Aktivität. (Existencia real, realidad. Acción, eficacia, actividad).

¿Coinciden plenamente ambos conceptos? Tienen una coin­cidencia muy elevada, no cabe duda, que es la que justifica que traduzcamos Wirklichkeit por «realidad». Pero el alemán pare­ce concebir su término desde el punto de partida de lo activo, de lo dinámico, mientras que el español parece contraponerlo a «lo que no es».

En los últimos meses hemos leído diversos artículos y li­bros de profesionales que, desde distintos ángulos, se ocupan en profundidad de este tema eterno de reflexión y debate.

Así lo hace Lera Boroditsky,3 que se pregunta, entre otras muchas cosas, si los idiomas son simples herramientas de ex­presión de nuestros pensamientos o si realmente dan forma a estos últimos. Y que ha realizado estudios en sus laboratorios de la Universidad de Stanford y en el MIT, habiendo recaba­do datos lingüísticos de muy diversos orígenes. En definitiva, toma posición contra la teoría lingüística de Noam Chomsky sobre la gramática universal.

Comenta Boroditsky la distinta expresión del espacio, del tiempo y del color en lenguas muy dispares, como algunas occidentales y algunas de los aborígenes australianos, y se pregunta si estas diferencias son causadas por el lenguaje en sí mismo o por otros aspectos de la cultura. De igual modo se interesa por la cuestión del género gramatical de los objetos o de la asignación de un género a la personificación de concep­tos abstractos (muerte, pecado, victoria, tiempo).

De modo muy similar se pronuncia Guy Deutscher en su último libro,4 partiendo de la máxima expresada por Roman Jakobson: «Las lenguas difieren esencialmente en lo que tienen que transmitir y no en lo que pueden transmitir». Es decir, que una lengua puede influir en nuestro pensamiento no tanto por lo que nos permite decir, sino más bien por aquello en lo que habitualmente nos obliga a pensar. O, di­cho de otro modo, algunos idiomas nos hacen tomar con­ciencia de ciertos aspectos de la realidad que otros silen­cian. Así pues, al aprender otras lenguas dirigimos nuestra atención hacia aspectos del mundo que antes nos pasaban desapercibidos.

Deutscher se apoya en casi las mismas coordenadas que Boroditsky: espacio (percepción, orientación, memoria es­pacial), color (percepción y vocabulario) y género grama­tical (en las lenguas que lo marcan) asociado a cualidades más típicamente del hombre o de la mujer, para sustentar que las opciones lingüísticas que tenemos a nuestra dispo­sición dan forma a nuestro modo de pensar y tienen conse­cuencias prácticas.

Un ejemplo de estas consecuencias prácticas, en medicina, es la artrosis, tal vez la enfermedad reumática más frecuente. El inglés la denomina generalmente osteoarthritis, pese a que el sufijo «-itis» sirve para designar la inflamación (que no es el caso), lo que haría pensar que es preciso tomar antiinflama­torios. De modo similar, una de las causas más frecuentes del hombro doloroso es el síndrome de «conflicto subacromial o del hombro» (u otra de las múltiples denominaciones que re­cibe en español). Pues bien, en inglés suele designarse como impingement syndrome. El verbo to impinge viene a significar «desbordar», lo que puede inducir a algún cirujano a cortar trozos de hueso que «sobrepasan» (lo que tampoco es el caso). Otro ejemplo es el de la melancolía (del griego μελαγχολία, bilis negra). Hoy sonreímos pensando en que hubo un tiempo en que se drenaba la «bilis negra», pero así fue la medicina durante siglos. En otras ocasiones, incluso una nomenclatura técnicamente correcta puede introducir un sesgo con conse­cuencias terapéuticas: en la osteoporosis, los huesos son par­ticularmente porosos, pero si, por efecto del mero nombre de la enfermedad, solo se piensa en esa característica, pueden pasarse por alto otros factores de riesgo de fractura, como, por ejemplo, la debilidad general o la discapacidad visual.

Guy Deutscher también reflexiona sobre la investigación al respecto y el cambio de paradigma: los colonialistas consi­deraban que los «pueblos primitivos» tienen lenguas «primi­tivas» que no les permiten aprehender cuestiones complejas. En la era de la corrección política son inaceptables estas dife­rencias, y, supuestamente, todos los idiomas del mundo tienen aproximadamente el mismo nivel de complejidad. Deutscher demuestra que este dogma de la lingüística moderna no es sino retórica, al tiempo que deja claro que el pensamiento ló­gico de ninguna manera lleva al racismo.

Entonces, ¿entendemos el mundo según el lenguaje que hablamos o hablamos según el entorno en que vivimos? Si el lenguaje que hablamos surge del entorno en que vivimos, aquellos conceptos que no existen en el entorno tampoco se verán reflejados en el lenguaje.

¿Y qué sucede en un entorno políglota? ¿Cuál es, en de­finitiva, el «entorno» de la comunidad luxemburguesa, que con solo medio millón de habitantes cuenta con tres lenguas oficiales, otras dos o tres relativamente comunes y un total de más de ciento sesenta presentes?

He aquí un elemento de respuesta en clave de humor. La siguiente frase, en versiones francesa y alemana, puede leerse en todos los autobuses urbanos de la ciudad de Luxemburgo. Obsérvese que el francés insiste en lo que está prohibido, y el alemán, en aquello que es obligatorio.

Aucun voyageur n’est admis dans un moyen de trans­port public sans titre de transport valable. (No se admi­tirá a ningún viajero en un vehículo de transporte público sin boleto válido).

Im öffentlichen Transportmittel muss der Reisende in Besitz eines gültigen Fahrausweises sein. (En un ve­hículo de transporte público, todo viajero tiene que estar en posesión de un boleto válido).

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Panace@. Vol. XII, n.o 34. Segundo semestre, 2011 241

¿No sucederá esto así porque refleja la manera de ser de cada cultura? ¿Es, entonces, el bilingüismo realmente posible? ¿Es posible ser absolutamente bilingüe? Porque esto implica no solamente hablar y comprender sino también poseer la vivencia cultural de la segunda lengua en el momento de aprenderla.

¿Y es posible vivir dos realidades para poder aprehender dos modos de entender la realidad? Si aceptamos que el len­guaje depende de nuestro entorno, entonces no sería posible aprehender absoluta y perfectamente una segunda lengua, ya que aun aprendiéndola a temprana edad, incluso simultánea­mente a nuestra lengua materna y por el contacto con nativos de esa segunda lengua, nos faltaría el entorno cultural. Nadie puede estar en dos lugares al mismo tiempo, así que nos sería imposible vivir la «segunda realidad».

Resumamos, para concluir, con un comentario de la escri­tora argentino-catalana Patricia Gabancho.5

Ningún país es naturalmente bilingüe. Los países generan la lengua que les corresponde. Hasta el punto de que los lingüistas y los antropólogos saben bien que la lengua construye la comunidad, y viceversa, y que allí donde acaba el territorio lingüístico se para la comu­nidad, porque la comunidad es precisamente el grupo humano que se entiende, que se comunica sin tradu­cirse. Los países son bilingües cuando se ha producido un accidente en la historia, que puede ser demográfico (como la presencia imparable del español en los Estados Unidos, empujado por una migración de proporciones gigantescas) o fruto de una mera conquista militar. En Cataluña, el castellano se ha asentado por la suma de los

dos factores. Y a diferencia de los otros países europeos plurilingües, los dos factores —insisto: los dos facto­res— explican por qué la lengua no tiene una dimensión territorial pura, como sí que pasa en Bélgica o en Suiza, donde cada lengua es hegemónica en su espacio, y se eclipsa en el del vecino.

Así es: la lengua construye a la comunidad y viceversa.

NotasThe Relation of Habitual Thought and Behavior to Language1. [La relación entre el pensamiento y el comportamiento habituales y el lenguaje]. Puede consultarse en <http://sloan.stanford.edu/mouse­site/Secondary/Whorfframe2.html>.Schulte-Herbrüggen, Heinz (1963): 2. El lenguaje y la visión del mun­do. Santiago: Ediciones de la Universidad de Chile.How does our language shape the way we think?3. [¿De qué manera conforma nuestra lengua el modo en que pensamos?], 6.XII.2009, en <www.edge.org/3rd_culture/boroditsky09/boroditsky09_index.html>, o en un artículo similar publicado en The Wall Street Journal el 23.VII.2010, que puede consultarse, por ejemplo, en <www­ps­ych.stanford.edu/~lera/papers/wsj.pdf>,Deutscher, Guy (2010): 4. Through the Language Glass. Why the world looks different in other languages. Henry Holt. En español: Prisma del lenguaje: cómo las palabras colorean el mundo. Barcelona: Ariel, 2011. Traducción de Manuel Talens.Gabancho, Patrícia (2010): 5. Trampes lingüístiques (Trampas lingüís­ticas), Avui, 4.VI.2010. El artículo íntegro puede consultarse en línea en <http://tinyurl.com/42h9eay>.