en torno a la academia norteamericana-libre

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1 [Publicado en Revista Extremoccidente 2-3 (Santiago, 2005): 14-16] En torno a la academia norteamericana por Sergio Villalobos-Ruminott Hipótesis Si la globalización pudiera ser leída como agotamiento o disyunción de la clásica relación de articulación entre Estado nacional, universidad nacional y cultura; articulación en la cual la cultura estaba inexorablemente referida a una representación geopolítica que se estructuraba en torno a las diferencias entre primer y tercer mundo, entonces ello impone como exigencia al pensamiento, la necesidad de pensar la producción cultural, y con ello el mismo trabajo intelectual, ya no sujeta al llamado patrón de acumulación de la economía nacional, circunscrito al modelo clásico de cultura versus imperialismo (por ejemplo, Edward Said o Fredric Jameson), sino que por el contrario, sujeta al patrón de acumulación de la llamada economía mundo. Desde este desplazamiento, cualquier reivindicación sustantiva basada en la especificidad cultural, en la identidad qua diferencia, es un señalamiento del valor agregado a la oferta de circulación mundial y tiene como horizonte final a la acumulación de crítica universitaria, en su cada vez más sofisticado archivo, pero sin crítica del archivo, es decir, sin crítica de la acumulación. Argumentos ¿Qué queremos decir con la noción de academia norteamericana? Nos estamos refiriendo a la universidad norteamericana y a su sui generis tradición, incluyendo lo que desde los albores de la Guerra Fría y por explícita encomienda estatal se conoce como estudios de área, entre los cuales el latinoamericanismo es uno y muy importante. Pero, también nos estamos refiriendo a una ubicación del conocimiento, una suerte de representación territorial de los flujos de financiamiento, investigación, circulación y uso de los saberes universitarios, más allá de si éstos resultan útiles a agendas emancipatorias o agendas de dominación. De tal manera, la academia norteamericana implica tanto una ubicación geográfica como simbólica de la práctica intelectual, respecto de la cual es posible encontrar, en diversas regiones del llamado tercer mundo, una supuesta diferencia. Sin embargo, cuando nos confrontamos con las condiciones actuales de producción y valoración del saber académico, una pregunta que no podemos evitar tiene relación con la viabilidad de tal noción: ¿Existe realmente la academia norteamericana o se trata más bien de una caracterización que heredamos de los años de lucha anti-imperialista? Esta pregunta tiene, al menos, dos respuestas alternativas:

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    [Publicado en Revista Extremoccidente 2-3 (Santiago, 2005): 14-16]

    En torno a la academia norteamericana

    por Sergio Villalobos-Ruminott

    Hiptesis

    Si la globalizacin pudiera ser leda como agotamiento o disyuncin de la clsica

    relacin de articulacin entre Estado nacional, universidad nacional y cultura; articulacin

    en la cual la cultura estaba inexorablemente referida a una representacin geopoltica que

    se estructuraba en torno a las diferencias entre primer y tercer mundo, entonces ello

    impone como exigencia al pensamiento, la necesidad de pensar la produccin cultural, y

    con ello el mismo trabajo intelectual, ya no sujeta al llamado patrn de acumulacin de la

    economa nacional, circunscrito al modelo clsico de cultura versus imperialismo (por

    ejemplo, Edward Said o Fredric Jameson), sino que por el contrario, sujeta al patrn de

    acumulacin de la llamada economa mundo. Desde este desplazamiento, cualquier

    reivindicacin sustantiva basada en la especificidad cultural, en la identidad qua diferencia,

    es un sealamiento del valor agregado a la oferta de circulacin mundial y tiene como

    horizonte final a la acumulacin de crtica universitaria, en su cada vez ms sofisticado

    archivo, pero sin crtica del archivo, es decir, sin crtica de la acumulacin.

    Argumentos

    Qu queremos decir con la nocin de academia norteamericana? Nos estamos

    refiriendo a la universidad norteamericana y a su sui generis tradicin, incluyendo lo que

    desde los albores de la Guerra Fra y por explcita encomienda estatal se conoce como

    estudios de rea, entre los cuales el latinoamericanismo es uno y muy importante. Pero,

    tambin nos estamos refiriendo a una ubicacin del conocimiento, una suerte de

    representacin territorial de los flujos de financiamiento, investigacin, circulacin y uso

    de los saberes universitarios, ms all de si stos resultan tiles a agendas emancipatorias o

    agendas de dominacin. De tal manera, la academia norteamericana implica tanto una

    ubicacin geogrfica como simblica de la prctica intelectual, respecto de la cual es posible

    encontrar, en diversas regiones del llamado tercer mundo, una supuesta diferencia.

    Sin embargo, cuando nos confrontamos con las condiciones actuales de

    produccin y valoracin del saber acadmico, una pregunta que no podemos evitar tiene

    relacin con la viabilidad de tal nocin: Existe realmente la academia norteamericana o se

    trata ms bien de una caracterizacin que heredamos de los aos de lucha anti-imperialista?

    Esta pregunta tiene, al menos, dos respuestas alternativas:

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    1) Que la academia norteamericana segn se la ha entendido habitualmente --como

    una actividad universitaria que realizada en Estados Unidos y que, para nuestro caso, est

    remitida bsicamente a las ciencias sociales y a las humanidades-- ostenta un cierto

    privilegio poltico y epistemolgico respecto de las prcticas acadmicas desarrolladas en el

    llamado tercer mundo. En tal sentido, las diferencias entre primer y tercer mundo seran

    cruciales para una representacin de los afectos polticos con que estn investidas nuestras

    prcticas acadmicas, es decir, si es cierto que las agendas impuestas por la academia

    norteamericana dominan los debates y las investigaciones por cuestiones tan sencillas

    como abundancia de circulante y recursos en general-, tambin lo es que la intelligentsia

    universitaria del llamado tercer mundo ostenta, en compensacin de su carencia de

    recursos, una cierta reserva de historicidad con respecto a las des-contextualizadas agendas

    intelectuales norteamericanas de las cuales el llamado orientalismo es un ejemplo ya clsico.

    2) Pero, la segunda alternativa a la pregunta apunta a la viabilidad de seguir

    esgrimiendo como fundamentacin de las prcticas acadmicas tercer mundistas dicha

    reserva de sentido que las dotara, compensatoriamente, de un saber poltico cuya

    pertinencia sera indisputable y opuesta a la neutralidad erudita de los estudios

    metropolitanos. Estar en la universidad tercer mundista sera, casi automticamente, estar

    al otro lado del espectro poltico-epistemolgico, toda vez que la realidad se deja percibir

    ms crudamente en la accidentada historia del mundo perifrico. Sin embargo, la

    posibilidad de esta diferencia estara siendo afectada por el proceso de globalizacin, y una

    de sus manifestaciones ms cruentas est en la dificultad de configurar una perspectiva

    alternativa, opuesta y antagnica a la globalizacin de la academia norteamericana.

    Con el desplazamiento que supone la segunda alternativa, la prctica universitaria

    tercer mundista quedara des-investida de su afeccin distintiva, o, lo que es correlativo,

    esta prctica universitaria estara perdiendo su misin fundamental en la formacin de

    ciudadana, produccin cultural y valoracin crtica de la diferencia. De ello se sigue que la

    necesidad de comprender el proceso universitario norteamericano sea tan urgente como la

    necesidad de vigorizar una perspectiva anti-imperialista ajustada a las condiciones del poder

    global. Respecto de ello, se hace evidente la irrelevancia de las querellas que no trascienden

    ni el resentimiento y ni el recurso nostlgico a supuestas tradiciones gloriosas. Todo

    aquello que podra ser llamado a comparecer como tradicin alternativa, comparece a su

    vez, a un proceso inexorable de institucionalizacin. Si an quedase algo nuevo, pronto

    ser archivado, no sin antes haber sido tematizado en incontables tesis, y depotenciado

    hasta el punto de convertirlo en referencia y nota a pie de pgina. Un tanto

    provocativamente, podra sealarse que Latinoamrica, tanto como lugar afectivo, cuanto

    como objeto de conocimiento dej de existir en los aos 80, quedando convertida en la

    actualidad, en una suerte de territorio virtualizado del conocimiento.

    Entre estos dos planteamientos se ordena gran parte de los debates

    contemporneos en torno a la pertinencia de las modas intelectuales norteamericanas:

    estudios culturales, post-modernismo, post-colonialidad, subalternismo, feminismo,

    etctera. Por otro lado, la posibilidad de elaborar acercamientos alternativos a estas modas

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    intelectuales se encontrara, de una forma u otra, limitada a la dependencia de los

    financiamientos metropolitanos: en rigor, es posible conseguir financiamiento y desarrollar

    interesantes programas en el tercer mundo, manteniendo las sospechas y las crticas

    respecto a las modas norteamericanas, pero en algn momento hay que mostrar el producto y

    ello equivale a hacer comparecer la diferencia al proceso de valoracin metropolitano del

    conocimiento. Esto, toda vez que el financiamiento estatal ha decrecido notoriamente en las

    universidades latinoamericanas (y tercermundistas en general), que vienen enfrentando

    procesos de racionalizacin y privatizacin desde los aos 80, junto con el florecimiento

    explosivo de instituciones de ndole privada, en las que la formacin profesional (pues ya

    no sera propio hablar de formacin intelectual) est sujeta a criterios de mercado.

    Por supuesto, existira una diferencia ms decisiva que las anteriores y estara dada

    por las relaciones a la temporalidad con que estas prcticas acadmicas se auto-conciben:

    bsicamente se trata de la diferencia entre un productivismo exacerbado de papers y libros,

    es decir, de ideas textualizadas segn formatos previamente institucionalizados, en

    oposicin a una cierta intempestividad crtica que, en principio, no apuntara a la lgica de

    reproduccin institucional, sino que a una nocin cada vez ms problemtica de lo

    pblico. Pero, en un contexto de circulacin ampliada del capital, recordando al Marx de

    los Borradores, la misma diferencia entre tiempo de produccin y tiempo de circulacin se

    desvanece, acelerando vertiginosamente y, espacializando a la vez, la temporalidad. No hay

    tiempo por fuera del proceso de valoracin o, lo que es lo mismo, la virtualizacin de lo

    pblico implica el agotamiento del vnculo moderno entre intelligentsia universitaria e

    inteligencia social. Desde esta perspectiva, la vuelta al modelo sartreano de intelectual, por

    muy sentida y compartida, evidencia todava un cierto afn voluntarista.

    En concreto, es posible seguir pensando las diferencias entre tercer y primer

    mundo en dichos trminos? O ms radicalmente, es an hoy posible seguir argumentando

    desde la diferencia entre tercer y primer mundo?. En un sentido esencial: No.

    Decimos en un sentido esencial pues debemos ser muy cautos. No se trata de las

    obvias disimilitudes de recursos, salarios, regmenes de contratacin, presupuesto, etctera.

    Se trata de la relacin constitutiva de la universidad moderna, es decir, de la relacin entre

    universidad y contexto: sociedad y Estado nacional. Quiz sea pertinente sealar que la

    especificidad de la universidad norteamericana estriba precisamente en haber sido

    concebida con un cierto margen de flexibilidad respecto al encargo estatal de formacin de

    ciudadana. En concreto, la desvinculacin entre universidad y nacin en un contexto

    norteamericano no es algo que haya sido vivido dramticamente por sus funcionarios,

    incluso aquellos que trabajan en los llamados estudios latinoamericanos suavizan tal

    desvinculacin con la construccin de una nacin imaginada y a distancia, mediada por

    vnculos prestigiosos con los intelectuales o los sujetos sociales de all (de

    Latinoamrica).

    Dicha disyuncin entre Estado, nacin y universidad, que para el caso chileno se

    hace obvia en el llamado nuevo contrato social con que Jos Joaqun Brunner ha

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    pensado y problematizado la universidad nacional desde fines de los 80, es lo que de

    manera ms prosaica puede ser llamado giro neoliberal de la universidad,

    independientemente del hecho que en su interior an puedan cobijarse interesantes

    saberes crticos. En este contexto, podemos afirmar que los llamados procesos de des-

    referencializacin que afectan a la universidad norteamericana, como efecto inexorable de

    la globalizacin y que se traducen en: 1) flexibilidad curricular, 2) indiferenciacin del

    pensamiento crtico, 3) institucionalizacin de los saberes marginales, 4) proliferacin de

    cartografas epistemolgicas y, 5) reinvencin de subjetividades emancipatorias; no son

    procesos remitidos ni geogrfica ni simblicamente a la llamada academia norteamericana:

    estamos en un momento en que es posible percibir una americanizacin del mundo, no

    slo referida a las obvias dimensiones del poder imperial norteamericano y a la

    globalizacin del estilo de vida americano -consumo, endeudamiento, estupidez meditica-

    sino que tambin cruzan la llamada vida universitaria. En este contexto, el problema que

    aparece y al que debemos enfrentar sin nostlgicas reivindicaciones sobre nuestra

    pretendida diferencia, sobre nuestra aguerrida tradicin intelectual o, sobre nuestra

    aventajada ubicacin territorial y simblica, tiene que ver con las posibilidades de un

    pensamiento crtico que est advertido de los proceso de valoracin e indiferenciacin con

    que las producciones intelectuales se archivan y depotencian en un men informatizado y

    des-referencializado globalmente.

    Es decir, la llamada norteamericanizacin de la universidad est referida a un

    agotamiento o capitalizacin del trabajo intelectual que debe ser entendido en trminos de

    1) indiferenciacin y, 2) excelencia. Lo que queda indiferenciado es la potencialidad del

    discurso categorial, universitario, an cuando este discurso se presente como crtica de la

    misma universidad. La excelencia corona este proceso de indiferenciacin pues como

    categora ordenadora de las agendas universitarias describe a la universidad contempornea

    como una institucin autrquica, cuyo nico vnculo relevante est dado por las demandas

    del mercado acadmico: excelencia en planes de estudio y de retiro, excelencia en

    bibliotecas y tecnologa, excelencia en estacionamientos y control policial al interior del

    Campus, excelencia en la formacin de profesionales, etctera.

    Ejemplos metropolitanos

    Parafraseando la retrica de una economa poltica crtica de los procesos de

    valoracin del trabajo universitario, podemos advertir que en un contexto de circulacin

    ampliada (realizado por la globalizacin), las posibilidades de apelar al llamado valor de uso

    de los insumos culturales se ve impedida por la rpida capitalizacin con la que, el

    curriculum flexible de la universidad de la excelencia, se apropia de todo. Incluso de

    aquello que parece contener en silencio una reserva de sentido. Algunos recientes ejemplos

    de los debates actuales en el campo latinoamericanista resultarn aclaradores:

    a.- Existe, desde hace un tiempo ya, una importante discusin sobre el llamado

    valor esttico de la literatura, en oposicin al valor crtico de los estudios culturales. Sin

    embargo, en la medida en que esta discusin sigue presa del problema del valor, nos

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    remite, necesariamente, a aburridas discusiones burocrticas. Si es posible pensar, en el

    contexto actual, la crisis de la literatura, debiramos ser cuidadosos en no repetir

    inadvertidamente en nuestras defensas de lo literario, aquella valoracin metafsica

    constitutiva del canon occidental. William Spanos (1993) habra apuntado certeramente a

    este problema, cuando seala una compleja continuidad entre la razn imperial romana y

    el rescate y defensa de la tradicin humanista y del canon occidental, en el contexto de la

    reforma educacional de Harvard, despus de la guerra de Vietnam. Efectivamente, el

    privilegio del valor esttico o cultural de la tradicin, no slo es un problema de ndole

    filosfica, sino que est a la base de la re-estructuracin conservadora de las humanidades

    en las dcadas recientes. Por otro lado, las pretensiones crticas de los defensores de los

    estudios culturales, toda vez que son impotentes en trascender los valores pragmticos de

    verdad con que se concibe la pertinencia de estos estudios, no van ms all que una

    reedicin permanente de curiosidades folclricas o de re-investimientos emancipatorios.

    b.- En una reciente discusin en la Convencin del MLA, en Nueva York

    (diciembre del 2002), se trat sobre la importancia de construir el archivo latinoamericano

    no slo limitando su alcance a los hegemnicos contenidos criollos que, tradicionalmente,

    han representado al latinoamericanismo metropolitano. Se trata de un reclamo no slo por

    ampliar, sino que por cuestionar la pertinencia del archivo criollo, desde un cierto boom

    indigenista que, aunque de extrema pertinencia, todava aparecera relegado a un segundo

    plano. Sin embargo, antes de un cuestionamiento a la lgica auto-correctiva del archivo, de

    lo que se trataba era de una querella inscrita en la representacin. Las relaciones entre

    valoracin y representacin se hacen, nuevamente, obvias. Cualquier posibilidad de

    trascender la representacin implica una apertura a la multiplicidad in-archivable de los

    conflictos sociales, cuestin que conlleva estar advertidos de la operacin archivstica, en

    cuanto operacin de ordenacin, jerarquizacin y valorizacin universitaria.

    c.- En una reciente conversacin con John Beverley, llegamos a advertir una cierta

    limitacin en el debate sobre testimonialidad. No se trata de ampliar el campo de saberes

    universitarios sobre el testimonio, cuyo nfasis estuvo en Centroamrica, hacia otro tipo de

    narrativas testimoniales, como las post-dictatoriales en el Cono Sur, o incluso hacia ciertas

    testimonialidades sin textualidad, pues todo ello estara pasando ya, muy deprisa. Se trata,

    pensbamos, de una cierta imposibilidad de pensar el testimonio ms all de las

    pretensiones de valor que caracterizaran las posiciones en el debate actual: sea el valor de

    uso comunitario de aquellos defensores de testimonios como el de Rigoberta Mench; o

    bien, sea de aquellos defensores de los valores de verdad que representan esa otra

    comunidad cientfica virtual - y que se opondran al testimonio de Mench por sus

    denunciadas adulteraciones. O bien, sean aquellos que reniegan absolutamente del

    testimonio, cuando sienten que su ingreso al curriculum universitario podra afectar el

    valor esttico de la literatura, ninguno sera capaz de pensar crticamente la valoracin en

    cuanto operacin universitaria.

    Incluso, la posibilidad de seguir concibiendo la prctica intelectual desde una cierta

    transvaloracin debe ajustar cuentas con el experimentalismo escritural (mezclado con

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    deconstruccin la americana), que han popularizado los hbridos paper

    estudioculturalistas.

    Propuesta

    La posibilidad de trascender esta lgica valorativa y espacializadora, sin embargo, no

    se encuentra en ninguna apelacin a lo sublime, ni en ninguna comprensin redentora de la

    historia acontecida. Nada queda fuera de la representacin, pues precisamente cualquier

    afuera sera rpidamente capitalizado, mostrando su condicin de reserva como valor

    agregado. Tampoco se tratara de la reinstalacin apresurada de un vnculo entre

    intelligentsia universitaria e inteligencia social, pues el resultado ms probable de tal re-

    instalacin es la substancializacin de alguna nueva subjetividad emancipatoria (el boom

    indigenista, las hipotecas emancipatorias en los movimientos sociales, el trfico con la

    nocin de multitud, etctera). Pero, si nada queda por fuera de la circulacin, si la

    temporalidad reflexiva comparece a la valoracin, si el slo hecho de nombrar pareciera

    institucionalizar aquello que es llamado a resistir a la misma academia norteamericana,

    entonces: estamos condenados a la universalizacin del prototipo americano de prctica

    universitaria? Respecto de este problema pueden decirse, al menos, dos cosas:

    a.- Si dicho prototipo implica una relacin laxa entre universidad y contexto, entonces

    pareciera no haber posibilidad de reinstalar un vnculo entre teora y prctica que no

    reinstale a su vez, las denunciadas debilidades del pensamiento moderno universitario:

    humanismo, investimiento emancipatorio, voluntarismo.

    b.- Pero si dicho proceso implica no slo un prototipo cerrado y ya consagrado, sino una

    orfandad radical de la prctica intelectual, que divorciada de su contexto natural de

    recepcin, se ve obligada a preguntarse permanentemente por su relevancia (e incluso, por

    su valor), entonces lo que esta desvinculacin produce no es solamente un agotamiento del

    imaginario intelectual moderno, sino una radical situacin eventual en la que la prctica

    intelectual misma, ya no segura de su pertinencia, se encuentra exiliada de su cmodo

    hogar para-estatal y enviada a una mundaneidad vertiginosa, en la que su nica posibilidad

    de existir sin dejar de ser una expresin de la inteligencia- est en la posibilidad de

    concebirse como elaboracin poltica permanente. Aqu es donde se hacen evidentes las

    limitaciones de las luchas identitarias por la autenticidad que han marcado a los estudios

    de rea y que definen la economa de posicionamientos entre su exponentes

    metropolitanos, investidos con un saber terico sobre lo real, y sus exponentes

    tercermundistas, investidos con una cierta pretensin, la pretensin de tener un cierto

    acceso privilegiado a lo real. La consecuencia fundamental de este desarraigo, para decirlo

    en forma positiva y no ser confundidos con el discurso heideggeriano sobre la

    universidad, es que una vez desbaratada la economa nmica de la moderna divisin del

    trabajo universitario, nos encontramos con la posibilidad de re-elaborar un cosmopolitismo

    crtica, secular y mundano, para el que ms que las limitaciones de objeto y localizacin, lo

    que se juega, lo que importa es, precisamente, el destino de la humanidad en el contexto

    de la universalizacin de la acumulacin capitalista. Pero esta re-elaboracin debe ser

    cuidadosamente distinguida, en todo caso, de la operacin categorial reconstructiva que

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    caracteriza a gran parte de los saberes de rea sobre la diferencia. Se trata de una

    elaboracin ficcional, pantpica, agramatical, en la que las dimensiones figurativas an-

    humanistas del pensamiento sean priorizadas por sobre la reduccin metafrica y la

    operacin jurdica del reconocimiento. En otras palabras, la crisis de la moderna idea de

    universidad que estamos experimentando nos permite reformular la pregunta por la

    historia humana, por la comunidad y por la verdad, sin que estas preguntas, en su aparente

    maximalismo, restituyan la agenda humanista e ilustrada tradicional.

    Se sigue de este ltimo punto, que la tarea del pensamiento crtico no es tanto la de

    resistir la vertiginosa traduccin de contenidos que implica el curriculum flexible de la

    universidad de la excelencia desde lo que, por ejemplo, Spivak ha llamado un

    esencialismo estratgico, sino que elaborar alternativas polticas ficcionales que alteren la

    lgica representacional cartogrfica de la teora universitaria.

    Nos encontramos en un frgil terreno rodeado, por un lado, por la insistencia en la

    nominacin valorativa sin atender a las especificidades contextuales: des-referencializacin.

    Y por el otro lado, por la insistencia en ciertos contenidos intraducibles, en perpetua

    condicin de reserva, desde los que es posible resistir estratgicamente. Por primera vez en

    la historia moderna del pensamiento universitario, la imposibilidad de resguardo, y el

    agotamiento del vnculo social nos dejan en una situacin de absoluta exposicin frente a

    la mundaneidad de un mundo en permanente reconfiguracin. Habitar ah exige una

    disposicin poltica del pensamiento, pues ante la ausencia de mediaciones categoriales

    eficientes y duraderas, las dimensiones espaciales de la cuestin de la verdad se hacen

    ostensibles (no necesariamente presentes), justo ah donde la configuracin de una nueva

    razn imperial ya no necesita de la traduccin de la verdad griega como adecuacin

    (dejndonos ya ms all de la crtica a la mmesis moderna), sino donde dicha razn

    imperial vuelve irrelevante la misma cuestin de la verdad, dejndonos extraviados en la

    informacin. Por ello, comprender la lgica no referencial de la academia norteamericana

    es tan slo un paso en la elaboracin de una crtica adecuada de la razn imperial,

    condicin irrenunciable del trabajo intelectual en nuestra poca.

    Fayetteville 2005