emisión privada de dinero - friedrich august von hayek

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1 Emisión privada de dinero Friedrich A. Hayek (*) Concebimos la abolición del monopolio estatal sobre el dinero como un medio para prevenir los ciclos de inflación y deflación agudas que han azotado al mundo durante los últimos 60 años. Un atento examen demuestra que se trata también del tan necesitado remedio para una enfermedad mucho más enraizada: los ciclos periódicos de depresión y desempleo que se han considerado como el defecto intrínseco y mortal del capitalismo. Se podría confiar en impedir las violentas fluctuaciones del valor de dinero que han tenido lugar a los largo de los últimos años volviendo al patrón oro o a algún otro régimen de tipos de cambio fijo. Sigo creyendo que, mientras la administración del dinero esté en manos del gobierno, el único sistema tolerablemente seguro, con todas sus imperfecciones, es el patrón oro. Por supuesto, podemos mejorarlo, pero no a través del gobierno. Siendo innegable que el patrón oro tiene graves defectos, los detractores de tal medida pueden ciertamente señalar que se precisa una dirección centralizada de la oferta de dinero en las circunstancias actuales para contrarrestar la inestabilidad inherente al actual sistema crediticio. Pero una vez se reconozca que esta inestabilidad inherente al sistema crediticio es un efecto de la estructura de depósitos bancarios producida por el control monopolista de la oferta de dinero real en el que han de abonarse estos depósitos, estas objeciones caen por su propio peso. Si queremos que sobrevivan la libre empresa y la economía de mercado (cosa que hasta los defensores de la llamada “economía mixta” desean), no tenemos mas opción que sustituir el monopolio estatal de la moneda y los sistemas nacionales monetarios por la libre competencia entre bancos emisores privados. El control de dinero nunca ha estado en manos de instituciones cuyo único y exclusivo interés fuera ofrecer al público la moneda que éste prefiriera de entre la variedad ofrecida y que al mismo tiempo dedicasen su existencia al cumplimiento de las expectativas que habían creado. Puede que, al principio, con una competencia libre entre distintos tipos d dinero, las monedas más populares fueran las de oro. Por este mismo hecho, el aumento de la demanda de oro conduciría a tal incremento ( y quizás también a violentas fluctuaciones) del precio del oro que, aunque todavía se utilizara generalmente para atesorarlo, pronto dejaría de ser una unidad conveniente para las transacciones comerciales y la contabilidad. Desde luego, debería mantenerse la misma libertad para su utilización, pero no creo que esto le concediera la victoria sobre otras clases de dinero emitido privadamente cuya demanda dependiera de

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Emisión privada de dinero - Friedrich August von Hayek

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Emisión privada de dinero

Friedrich A. Hayek (*)

Concebimos la abolición del monopolio estatal sobre el dinero como un medio para prevenir los ciclos de inflación y deflación agudas que han azotado al mundo durante los últimos 60 años. Un atento examen demuestra que se trata también del tan necesitado remedio para una enfermedad mucho más enraizada: los ciclos periódicos de depresión y desempleo que se han considerado como el defecto intrínseco y mortal del capitalismo.

Se podría confiar en impedir las violentas fluctuaciones del valor de dinero que han tenido lugar a los largo de los últimos años volviendo al patrón oro o a algún otro régimen de tipos de cambio fijo. Sigo creyendo que, mientras la administración del dinero esté en manos del gobierno, el único sistema tolerablemente seguro, con todas sus imperfecciones, es el patrón oro. Por supuesto, podemos mejorarlo, pero no a través del gobierno. Siendo innegable que el patrón oro tiene graves defectos, los detractores de tal medida pueden ciertamente señalar que se precisa una dirección centralizada de la oferta de dinero en las circunstancias actuales para contrarrestar la inestabilidad inherente al actual sistema crediticio. Pero una vez se reconozca que esta inestabilidad inherente al sistema crediticio es un efecto de la estructura de depósitos bancarios producida por el control monopolista de la oferta de dinero real en el que han de abonarse estos depósitos, estas objeciones caen por su propio peso. Si queremos que sobrevivan la libre empresa y la economía de mercado (cosa que hasta los defensores de la llamada “economía mixta” desean), no tenemos mas opción que sustituir el monopolio estatal de la moneda y los sistemas nacionales monetarios por la libre competencia entre bancos emisores privados. El control de dinero nunca ha estado en manos de instituciones cuyo único y exclusivo interés fuera ofrecer al público la moneda que éste prefiriera de entre la variedad ofrecida y que al mismo tiempo dedicasen su existencia al cumplimiento de las expectativas que habían creado.

Puede que, al principio, con una competencia libre entre distintos tipos d dinero, las monedas más populares fueran las de oro. Por este mismo hecho, el aumento de la demanda de oro conduciría a tal incremento ( y quizás también a violentas fluctuaciones) del precio del oro que, aunque todavía se utilizara generalmente para atesorarlo, pronto dejaría de ser una unidad conveniente para las transacciones comerciales y la contabilidad. Desde luego, debería mantenerse la misma libertad para su utilización, pero no creo que esto le concediera la victoria sobre otras clases de dinero emitido privadamente cuya demanda dependiera de

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que su cantidades regulara de suerte que su poder adquisitivo se mantuviera constante.

El mismo hecho que actualmente hace que el público se fie más del oro que del papel moneda controlado por el gobierno, es decir, que su cantidad total no pueda ser manipulada a voluntad al servicio de metas políticas, le haría aparecer a la larga inferior al dinero fiduciario utilizado por instituciones competidoras cuyo negocio dependería de que regularan correctamente la cantidad de sus emisores para mantener el valor de sus unidades aproximadamente constante.

Siempre hemos tenido dinero malo por que nunca se ha permitido a la empresa privada ofrecernos uno mejor. En un mundo dominado por los grupos de presión, la verdad importante que hay que tener presente es que no podemos confiar en la inteligencia o la compresión, sino sólo en el puro interés propio para obtener las instituciones que necesitamos. Será un gran día aquel en el que no tengamos que depender de la benevolencia del gobierno para tener un buen dinero, sino en la preocupación de los bancos por su propio interés.”

(*) Premio Nobel de Economía 1974. Extraído del libro La Desnacionalización del Dinero. Ediciones Orbis S.A.1985.(1978: Denationalisation of money. An analysis of the theory and practice of concurrent currencies. The Institute of Economic Affairs, 2da.ed)

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