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Actas del III Simposio FHD. To be or not to be.
El papel del diseño en la construcción de identidades. Barcelona: 12-13 de marzo 2020
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Emigrantes y refugiados en el diseño mexicano.
Oscar Salinas
Introducción
¿Cómo se construye una identidad nacional, una identidad que marca un territorio y
caracteriza una época? Normalmente los grupos originarios de un espacio habitable van
construyendo al paso del tiempo una cultura a partir del roce social que unifica sus ideas y
su forma de vida. Pero también se ha logrado al aceptar, en casi todo el mundo, a
individuos o grupos humanos que se introducen en otra comunidad y los influyen de tal
manera, que se produce una simbiosis a veces afortunada, que define a partir de entonces a
una nueva cultura. De eso quiero hablar hoy al analizar la influencia de algunos destacados
emigrantes, que al integrarse a México provocan una interrelación que da paso a la base
conceptual de las primeras escuelas de diseño en el país.
Pero ¿Qué es lo que motivó a estos viajeros en busca de refugio y desarrollo, para escoger a
este país como punto final de su aventura?
En 1921, México superó la llamada Revolución Mexicana1, y el nuevo gobierno inicia una
estrategia para integrar a todos los ciudadanos a una nueva cultura, basada en una
revaloración de la historia y las tradiciones populares del país a partir de la unificación de
valores. Los objetivos del nuevo gobierno dieron paso a un sistema político que mezclaba
una ideología de izquierda, con el atractivo de un arte y una tradición popular que se
prolongaban hasta las culturas prehispánicas, que ahora eran rescatadas del olvido histórico
para ubicarlas como la simiente de una orgullosa identidad posrevolucionaria. Este
movimiento se expandió durante las décadas de los años treinta y cuarenta a buena parte de
la clase intelectual del país y se proyectó con fuerza hacia otras naciones que observaron
con aprobación en muchos casos, el movimiento social e intelectual que sucedía en México.
Es en este momento cuando se presenta el fenómeno que quiero analizar en este
documento. Durante los años treinta se produce un cambio social preocupante en diversas
partes del mundo y se presenta un clima de conflicto ideológico que desemboca en diversos
enfrentamientos bélicos –como La Guerra Civil Española, o la llamada Segunda Guerra
Mundial. Ante esta situación, fue inevitable que se iniciara la emigración de un gran
número de ciudadanos hacia zonas geográficas que les pudieran ofrecer no solo una mejor
1 La llamada Revolución Mexicana fue un movimiento armado iniciado en 1910 para destituir al
presidente Porfirio Díaz que mantenía el poder desde 1876. En 1911 Díaz es derrocado y exiliado, pero a
continuación se inicia una guerra civil que no concluye hasta 1920, en que el presidente Álvaro Obregón
termina con los caudillos y comienza la nueva era del presidencialismo institucional y una reforma social
que renovó la cultura mexicana.
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posibilidad de vida, sino además la oportunidad de desarrollar un proyecto profesional,
como sucedió en el medio del arte, la arquitectura y el diseño.
En 1934 Lázaro Cárdenas, hombre que simpatizaba con las ideas del socialismo, es
nombrado presidente, y esto atrae aún mas a la clase artística e intelectual de diversos
países, que buscaba un nuevo espacio para desarrollar su vida en un clima de tolerancia y
simpatía por un trabajo inspirado en el folklore y la identidad de un pueblo dispuesto a
experimentar y valorar lo que aportara una generación de emigrados ilustres que había
encontrado en México un campo propicio para llevar adelante sus proyectos y ampliar sus
horizontes.
Los refugiados de España
A partir de 1939, ante la violencia de la guerra civil española, llegan a México tres notables
artistas gráficos. Josep Renau, Miguel Prieto y Vicente Rojo, a los cuales ya he analizado
en el Seminario Diseño y Franquismo de la Fundación Historia del Diseño2, realizado en
este mismo lugar, que lograron, al asimilar la cultura nacional, un sincretismo que impactó
de manera importante al medio cultural del país, e incluso influir de manera importante en
el surgimiento de la disciplina del Diseño gráfico a través de trabajos notables en los
medios de comunicación y la industria editorial; asimismo, impulsaron la preparación
práctica de jóvenes diseñadores de una primera generación, que después fue la base para la
formación del gremio de profesionales contemporáneos.
2 Véase Salinas, Oscar Por Franco. La diáspora del talento español a México. (Simposio Diseño y
Franquismo, Fundación Historia del Diseño, Barcelona, 2018).
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Fig . 1: Josep Renau. Cartel para la película "Vértigo", 1945. IVAM. Depósito Fundación Josep Renau
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Fig. 2: Miguel Prieto. Cartel "Ópera Nacional" INBA, programa, 1951
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Fig. 3: Vicente Rojo. Portada de "Revista Artes de México", 1953
Colección particular
Los exiliados de la Bauhaus en México
En esta presentación, quiero referirme a seis miembros de la comunidad de la escuela
alemana Bauhaus que fueron: Josef Albers y su esposa Annneliese Fleischmann, conocida
como Anni Albers; Hannes Meyer y su esposa Helene Bergner, conocida como Lena
Meyer; y los exalumnos Michael van Beuren y Klaus Grabe. Tres profesores y tres
exalumnos de la histórica institución alemana, que tuvieron una presencia significativa en
México durante por lo menos dos décadas de la primera mitad del siglo XX.
Los Albers en México
Los primeros en llegar, fueron Josef y Anni Albers; en 1933 inician una nueva etapa
profesional en Los Estados Unidos de América como profesores en el Black Mountain
College de Carolina del Norte, y desde allí establecen contacto con México a partir de una
primera visita en 1935 y prolongan sus viajes, con estancias de varios meses, hasta 1967. El
impacto de la cultura mexicana provocó que con gran entusiasmo tanto Josef como Anni
decidieran inspirarse en las diversas expresiones artesanales y artísticas de un pueblo tan
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diverso y antiguo, al conocer y entender desde las altas culturas precolombinas, hasta el
trabajo de los artesanos con los que entablaron un diálogo muy productivo.
El resultado de este acercamiento generó un nuevo Josef Albers, pues sus fotografías, sus
muros de ladrillo, sus muebles, y principalmente sus pinturas con series como el "homenaje
al cuadrado", mostraron una simbiosis notable entre el diseño de los antiguos mexicanos y
las nuevas propuestas del arte abstracto, que lo proyectaron como uno de los grandes
artistas contemporáneos. En algunas cartas enviadas a su maestro, Wassily Kandinski, así
lo expresaron Josef y su esposa Anni, al comentar: “Art is everywhere!” o confirmar que:
“México, es verdaderamente la tierra prometida del arte abstracto”3.
Por su parte, Anni Albers, una de las mas destacadas diseñadoras de textiles en el siglo XX,
no solo se inspiró en los diseños mexicanos que pudo conocer tanto en museos donde pudo
observar y estudiar las manifestaciones mesoamericanas, como en la relación constante que
tuvo con los artesanos que producían cotidianamente y con gran calidad toda aquella
indumentaria que había heredado una riqueza técnica y estética acumulada por varios
siglos. Junto a su esposo, compartió el gusto de conocer y entender la cultura de México,
que le dio la posibilidad de experimentar con los tejidos tradicionales, y con esas
experiencias, Anni de inmediato generó nuevas obras inspiradas en sus experiencias, con
nombres en español que incluso fueron un franco homenaje a la cultura al llamarlas por
ejemplo, Monte Albán, o La luz. Su entusiasmo por la técnica, la composición y el uso de
los colores en los tejidos que en muchos casos tenían una antigüedad de hasta quince siglos,
la llevó en 1952 a viajar a Perú y Chile, en América del Sur, para seguir explorando junto a
Josef, los textiles de sus culturas precolombinas, también como inspiración para sus nuevos
trabajos sin perder la esencia de su estilo.
Al final, Los Albers , lograron una afortunada simbiosis con la cultura de México, y dejaron
múltiples ejemplos tanto en su obra como en el contexto del país que les ofreció una nueva
visión para la construcción de una identidad mas allá de la Bauhaus.
3 Danilowitz, Brenda. Anni y Josef Albers, viajes por Latinoamérica,
(The Josef and Anni Albers Foundation, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Colegio de San
Ildefonso, México, 2008), 3.
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Fig. 4: Josef Albers. "Homenaje al cuadrado" 1949-1950
Archivos de la Fundación Josef y Anni Albers Fig. 5: Anni Albers . Estudio para "Camino Real", 1967
Archivos de la Fundación Josef y Anni Albers
Los Meyer en México
Hannes Meyer, segundo director de la Bauhaus, arribó a México en 1939 en búsqueda de
un país que pudiera ofrecerle un medio de desarrollo acorde con su ideología y la calidad de
su trabajo, como él lo mencionó posteriormente: "Las razones que me animan a mí y a mi
esposa (…) a inclinarme precisamente por México, radican en nuestra voluntad (ya
comunicada verbalmente a usted) de trabajar en un país socialmente progresista en donde
podamos dar lo mejor de nuestra experiencia profesional…”4
Meyer tuvo su primer contacto con México al aceptar la invitación para participar en el
XVI Congreso Internacional de Vivienda y Planificación que se realizó en 1938 en la
ciudad de México. Muy pronto recibió una invitación por parte del gobierno de este país
para colaborar como arquitecto y planificador urbanista en instituciones educativas y
oficiales, y al aceptar el ofrecimiento a partir de 1939, inició una estancia que se
prolongaría durante diez años. A pesar de que siempre tuvo puestos importantes, su obra
profesional fue escasa ya que su ideología continuamente lo ubicaba en una situación
difícil, pues por un lado su postura socialista lo enfrentó a los arquitectos que no aceptaban
el marxismo y frenaban sus proyectos, y por otro, los propios militantes socialistas
identificados con Trotsky que presionaban a los que se identificaban –este era el caso de
Meyer– como Estalinistas. Como resultado, el único proyecto que pudo realizar en su
diseño y construcción, fue un balneario, en el Estado de Morelos al sur de la ciudad de
4 Rivadeneira, Patricia. Hannes Meyer, vida y obra. (UNAM, Facultad de Arquitectura, México. 2004), 47
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México, que hoy sigue abierto al público, donde pudo aplicar la llamada integración
plástica que seguían varios de los mas reconocidos arquitectos del país, al incluir pinturas
murales y esculturas con un tema inspirado en el agua.
Fig. 6: Hannes Meyer
Panorámica del balneario "Agua Hedionda"
Fotografía de Oscar Salinas, 2018
Esta situación y su amistad con artistas plásticos radicales que reivindicaban la llamada
Revolución Mexicana que había acontecido entre 1910 y 1921, y al mismo tiempo luchaban
contra los nacionalismos que se acercaban peligrosamente al nazi–fascismo en Europa,
llevaron a Meyer a interesarse en el medio de difusión con que estos grupos mostraban sus
ideas, llamado Taller de la Gráfica Popular,5 que recogió la tradición y experiencia del
grabado europeo por su facilidad técnica y bajo costo, para exaltar el ejemplo de la
revolución armada que se había vivido recientemente y mostrar su postura ante la realidad
de una segunda Guerra Mundial que se aproximaba rápidamente.
Tanto Hannes como Lena participaron con entusiasmo y compromiso en el desarrollo de
esta organización de artistas plásticos durante toda su estancia en México de 1939 a 1949,
no solo realizando grabados sino participando también en diversos proyectos, como fue el
caso del Libro negro del terror nazi en Europa, realizado en 1943, que fue ilustrado y
diseñado por Hannes Meyer, o la fundación de la editorial La Estampa Mexicana bajo su
5 El Taller de la Gráfica Popular TGP, fue fundado en 1937, en la Ciudad de México, por los artistas gráficos
Leopoldo Méndez, Pablo O´Higgins, Angel Bracho y Luis Arenal, de ideología socialista, que utilizaron el
grabado ( xilografía y litografía ) con el objetivo de difundir sus ideas y preferencias políticas. Su gráfica de
tema social utilizó el realismo para llegar a las masas de trabajadores y campesinos exaltando la Revolución
Mexicana (1910-1920).
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tutela y de Georg Stibi, otro alemán que se refugió en México, que publicó la obra del
Taller de la Gráfica Popular y editó otros libros ilustrados de gran calidad. Junto a todas
estas actividades, Meyer impartió una buena cantidad de conferencias y escribió artículos
donde plasmaba su postura teórica y su visión filosófica sobre la arquitectura. Fue desde
México donde Meyer lanzó el primer escrito donde definía su postura profesional como
director de la escuela de la Bauhaus, mismo que posteriormente provocaría un debate
público entre Walter Gropius y Tomás Maldonado sobre el papel histórico que jugó esta
institución educativa.
En México, Hannes Meyer inició un cambio hacia una postura menos radical, pues es claro
que su posición inicial sobre una visión irreductible frente a la arquitectura, que le valió
constantes fricciones en cada una de las experiencias que vivió desde su paso por la
Bauhaus, fue modificándose al ir entablando contacto con la cultura de este país.
Hannes y Lena habían sido influidos de tal manera que ya no volverían al funcionalismo; su
colaboración en el Taller de la Gráfica Popular y su contacto cotidiano con las tradiciones y
el arte de este país cambió su forma de interpretar al mundo sin perder su temperamento y
orgullo, por lo que empezó a rechazar los proyectos que lo ligaban al pasado.
Desgraciadamente, Hannes no tuvo oportunidad de mostrar con éxito su nueva faceta, pues
sus problemas económicos se reflejaron en una pérdida de salud que se agravó por un
accidente, hasta obligarlo a pensar en terminar su carrera profesional en Suiza su país natal,
para el que parten él y Lena a mediados de 1949 con ayuda de sus amigos. El cambio de
residencia no lo ayudó y su vida se fue apagando rápidamente hasta fallecer en 1954.
Michael van Beuren y Klaus Grabe
El último caso es el de Michael van Beuren y Klaus Grabe, exalumnos de la Bauhaus que
también decidieron buscar a México para desarrollar su profesión.
Van Beuren, nacido de familia holandesa en los Estados Unidos de América, estudió en la
última etapa de la Bauhaus, en Dessau y Berlín, donde se relacionó con el pequeño grupo
de alumnos que llegaron a esta escuela de su mismo país, como William Priestley, Charles
Ross, Nancy Ross y Bertrand Goldberg y asimismo al arquitecto Philip Johnson, que
después de visitar Dessau en esta época como representante del Museo de Arte Moderno de
Nueva York se hizo un buen amigo de van Beuren.
Al iniciar el acoso de los nazis sobre esta escuela y su comunidad, la mayoría de ellos
partieron a países cercanos para después llegar a Norteamérica. Si algo unió a este grupo,
fue Mies Van der Rohe, último director de la Bauhaus y profesor de todos ellos, que al
establecerse también en este país en 1937, los recibió en su estudio de Chicago para
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participar en sus primeros proyectos. Con van Beuren no sucedió así, pues no era un
entusiasta de la arquitectura sino del diseño de mobiliario, por lo que después de colaborar
en la preparación de la Feria y Exposición Internacional Golden Gate de San Francisco con
el diseño de asientos en madera contrachapada, viaja en 1936 a México, tal como se lo
comenta en una carta a Josef Albers,6 al aceptar realizar un proyecto relacionado con
muebles en el puerto de Acapulco. A Bertrand Goldberg, su buen amigo, le prometió
regresar para asociarse, pero ya en México y después de vivir las primeras experiencias
culturales y conocer a su gente, decidió permanecer en este país y desarrollarse en él
profesionalmente.
Para una primera etapa, Michael van Beuren se asoció con su amigo y compañero de la
Bauhaus Klaus Grabe que lo había acompañado en su periplo al abandonar Alemania, así
como con otro compañero conocido a su regreso en los Estados Unidos de América que fue
el arquitecto Morley Webb.
De esta manera, inició una labor basada en el diseño y fabricación de mobiliario con piezas
de alta calidad, utilizando la excelente manufactura que brindaban los artesanos y los
materiales como la madera y los tejidos, pero además introdujo a México el concepto de
diseño industrial al producir en serie varios conjuntos de muebles innovadores que venían a
satisfacer la demanda de la nueva clase media surgida en la posguerra.
En 1941, el aún joven Museo de Arte Moderno de Nueva York, EUA, convocó al concurso
Organic Design in Home Furnishing,7 que por primera vez incluía a los diseñadores de
muebles de las 21 naciones de América Latina además de los diseñadores y empresas
productoras más conocidos en ese país. Por México concursaron Clara Porset – de la cual
hablaré a continuación– y su esposo el pintor Xavier Guerrero, con un mobiliario de bajo
costo para campesinos, y Michael van Beuren y sus dos socios con el diseño de un asiento
para descanso tipo chaise-longue elaborado con madera tropical y tejidos artesanales.
El concepto orgánico del proyecto, la integración de los materiales y su gran calidad, le
valieron uno de los cinco premios continentales que otorgó el museo, y otro lo obtuvo
también Clara Porset, con lo que México fue el único país latinoamericano que logró dos de
estos reconocimientos. Van Beuren presentó una selección de muebles que mostraron un
diseño a la vanguardia y con posibilidades de comercializarse en otros países; aunque no se
6 Carta de Michael van Beuren a Josef Albers, 18 de diciembre de 1936: (…) miës showed me a couple of
cards you sent him from méxico, and i got one of your exhibition on my return. It is particulary interesting to
me now, as i am leaving right after christmas for México city. after january 15th i shall be in Acapulco for a
month or so, working on some tropical bungalows for a friend who knows México, but i wondered wheter
you might not have some suggestions for me, particulary any ‘simpaticos’ whom i could meet there. i should
appreciate it greatly if you have. The Josef and Anni Albers Foundation. 7 Vease Salinas, Oscar. Organic Design, MoMA, 1940. A whisper of modernism in Latin America,
( 8th International Conference of Design History & Design Studies, Sao Paulo, 2012).
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cuenta con información clara al respecto puedo decir de acuerdo a testimonios, que algunas
piezas se introdujeron al mercado de los Estados Unidos de América, mientras consolidaba
una forma de vida que lo llevó a permanecer en este país prácticamente toda su vida.
Fig. 7: Michael van Beuren. Chaise-longue "Alacrán", 1940. Catálogo "Organic Design in Home Furnishing", 1941
Archivo Clara Porset, CIDI, UNAM
Van Beuren no solo destacó como diseñador, sino también fue un reconocido empresario
fabricante y comercializador de muebles a través de su empresa Grabe & Van Beuren, que
fundó con su compañero por un tiempo, y después continuó con Muebles Domus, junto con
su hermano Fredderick van Beuren en una labor que lo conectó, igual como los otros
emigrados, con una red de arquitectos, empresarios y artistas profesionales que impulsaron
su trabajo, en el que combinó diseños inspirados en la cultura mexicana, junto con
proyectos que siguieron las tendencias del diseño moderno, como el estilo orgánico, y
después muebles de bajo costo, multifuncionales y estandarizados que lo ubicaron como un
empresario productor de prestigio, hasta su retiro y fallecimiento en el año de 2004, cerca
de la ciudad de México.
En cuanto a Klaus Grabe su destino fue diferente, pues su aventura en México no duró
mucho tiempo. En pocos años regresó a los Estados Unidos donde prosiguió su trabajo
dentro de la arquitectura y el diseño de muebles, aún inspirado en el estilo que él y van
Beuren habían adoptado y que tan buen resultado les había dado, pues no solo tuvieron
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presencia en México, sino también en los Estados Unidos como muestra de un diseño
moderno pero diferente a lo que se consumía normalmente en el mercado emergente de los
diseñadores industriales que cada vez tenían mas presencia en este país.
Por último, hoy es posible decir que los muebles de Grabe y van Beuren son parte de los
llamados clásicos del diseño moderno, se siguen reproduciendo y cada vez adquieren
mayor valor comercial en el mercado internacional.
Los emigrados de America
De cuatro destacados diseñadores de mobiliario y enseres domésticos en México entre los
años treinta-sesenta del siglo pasado, como van Beuren, otros dos emigraron de los Estados
unidos de América y una de la isla de Cuba, para encontrar un país, como ya lo he
comentado, con la oportunidad para desarrollar una obra diferente, innovadora y plena de
referencias culturales.
William Spratling
El primero en llegar, fue William Spratling nacido en Nueva York y arquitecto de
profesión, que después de varias visitas a México, atraído por el movimiento cultural y su
amistad con Diego Rivera, Frida Kahlo y otros artistas de esa época, decide en 1929 vivir
en este país, en Taxco, Guerrero, pueblo minero ubicado al sur de la ciudad de México. En
poco tiempo, Spratling dirigió un taller con varios departamentos constituidos por artesanos
y diseñadores locales que se encargaban de reproducir muebles tradicionales como el
butaque, un asiento con orígenes inciertos que habían traído los españoles a América, y que
a través del tiempo se había posicionado como un mueble tradicional en diversas regiones
de México. Gracias a su comercialización, el butaque empezó a ser adquirido por artistas e
intelectuales y a popularizarse mas allá del uso cotidiano que le daba la gente común de las
poblaciones con tradiciones populares.
No obstante, el trabajo que históricamente ha caracterizado a Spratling fue el diseño de
joyería en plata inspirada en rasgos de las culturas precolombinas que se desarrollaron en lo
que hoy es México. La calidad y originalidad de su trabajo han sido reconocidos
internacionalmente y gracias a él, Taxco es hoy un centro artesanal y turístico de prestigio
que sigue nutriéndose del patrimonio cultural que legó a pesar de haber fallecido hace ya
casi medio siglo.
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Fig. 8: William Spratling
Vasija en plata, 2003.
William Spratling. Anatomía de una pasión
Don Shoemaker
Don Shoemaker llegó de la ciudad de Chicago a México en 1946 en su viaje de bodas, y al
conocer la riqueza natural y cultural del país se establece en Michoacán, zona con una gran
tradición artesanal, donde decide experimentar con el diseño y desarrollo de lo que sería su
proyecto profesional hasta morir en 1990: una línea de muebles y accesorios en madera
donde predominó un estilo orgánico muy particular y el uso constante de maderas
tropicales finas, de la costa del Pacífico mexicano. El uso de las maderas tropicales lo llevó
a diseñar estructuras y uniones con otros materiales complementarios como cuero y tela,
que dieron como resultado un conjunto de muebles armables y desarmables, de gran calidad
técnica. Shoemaker los produjo hasta el momento en que el gobierno mexicano prohibió la
explotación de estas maderas por ser especies en peligro de extinción, y prefirió cerrar su
empresa antes que modificar la alta calidad de sus productos. Hoy, sus muebles, que se
conservan en colecciones privadas, han adquirido un valor comercial creciente, sin
comparación en el mercado de antigüedades del siglo XX.
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Fig . 9: Don Shoemaker
Silla "Slouchair" , 1960
Tomado de https://donshoemaker.com blog Karin Goyer
Clara Porset
Al final, menciono a Clara Porset Dumas ( 1895-1981) cubana de nacimiento, que llega a
México en 1936 después de una vida plena de experiencias difíciles de encontrar en una
mujer de aquellos tiempos. Con estudios en Nueva York y París en búsqueda de una
formación que la dejara satisfecha, concluye su preparación profesional en el Black
Mountain College, en Carolina del Norte, al lado de Josef Albers, exprofesor de la
Bauhaus, antes de arribar a México, dejando atrás el acoso del gobierno del presidente
Machado, que en Cuba había instaurado un régimen dictatorial que perseguía y reprimía a
opositores como Clara Porset, que además simpatizaba con la ideología comunista. En
México encontró un medio propicio no solo para desarrollar proyectos relacionados con el
mobiliario, sino también una actividad que la llevó a producir artículos para revistas
relacionadas con la arquitectura y el diseño, conferencias, y organización de
acontecimientos como la primera exposición sobre el diseño en América Latina, "El Arte en
la vida Diaria, Exposición de Objetos de buen Diseño hechos en México" presentada en
1952 en la ciudad de México y en 1957 en la Trienal de Milán, Italia. Una vida inquieta e
inconforme con lo obtenido, la lleva a ganar junto con su esposo Xavier Guerrero para
México, uno de los cinco premios continentales al participar en el concurso Organic Design
del Museo de Arte Moderno de Nueva York, como ya lo he comentado.
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Clara, con sus conocimientos sobre el diseño internacional, supo desarrollar bien una gran
cantidad de proyectos que la convirtieron en la consentida de los mejores arquitectos del
país que la buscaban para integrar sus muebles a sus propuestas arquitectónicas, pero
también desarrollar diseños de bajo costo para los trabajadores con pocos recursos
económicos.
Clara Porset, con el ejemplo de su esposo, siempre admiró la cultura mexicana, y esto la
impulsó a investigar la cultura material del pasado para encontrar ejemplos que le dieron la
oportunidad para desarrollar los que probablemente fueron sus mejores proyectos. Por ello,
su mejor trabajo de investigación fue el del butaque, ese asiento tradicional que Spratling
revaloró, y que hasta hoy no se sabe bien de donde es originario y cual es su antigüedad. Su
estructura es notable, pues con muy poco material logra esas curvas que se ajustan
perfectamente a la antropometría del usuario, y permite que la estructura se adapte a
diversos procesos artesanales del país.
Clara Porset desde su arribo a México experimentó sistemáticamente con este asiento y
extendió sus investigaciones a mas de veinte años, desarrollando docenas de nuevas
propuestas donde fue generando cuidadosas modificaciones en sus dimensiones, ángulos,
tipos de madera, materiales para el asiento y diversos planteamientos para la pieza
destinada a reposar los brazos, que se utiliza en algunos tipos de butaque. Es probable que
el más conocido de ellos sea el que desarrolló a fines de los años cuarenta para la casa del
arquitecto mexicano Luis Barragán, ganador del Premio Pritzker de Arquitectura en 1980,
al ser incluido en la colección de miniaturas de las mejores sillas de la historia moderna del
diseño, que promueve el Museo Vitra del Diseño en Alemania.
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Fig. 10: Clara Porset Dumas. Butaque de Casa Gálvez, Cd. de México, 1954
Fotografía Guillermo Soto. Archivo Clara Porset, CIDI, UNAM
Lo notable de esta diseñadora fue también su versatilidad, ya que experimentó tanto con
procesos artesanales en proyectos exclusivos para casa habitación u oficinas, como en
pequeñas series en madera, como es el caso de los muebles para el Hotel Pierre Marqués en
Acapulco, por los que recibió la medalla de plata de la Trienal de Milán en 1957, o
procesos de fabricación industrial como su serie H para oficinas, ambos trabajos diseñados
para DM Nacional, la industria de muebles mas grande de México, y por los que ella, una
mujer, recibió regalías por primera vez en el país.
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Fig.11:Clara Porset Dumas. Muebles en varilla metálica para exterior, 1949.
Archivo Clara Porset, CIDI, UNAM
El trabajo de Clara Porset fue excepcional por su profundidad en la investigación, por la
calidad en su diseño, por su inspiración y reconocimiento tanto de las culturas mas antiguas
como de las tendencias del diseño moderno mas recientes en su época, y por haberlo hecho
una mujer, en una época y una sociedad donde ellas estaban destinadas a otras tareas, muy
cercanas al hogar y a los hijos.
Clara Porset generó proyectos hasta cerca de los setenta años, cuando decidió dedicarse a la
docencia basada en sus experiencias y que impartió en nuestra Universidad Nacional
Autónoma de México hasta que el cuerpo ya no se lo permitió, falleciendo a los 86 años en
1981.
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Conclusión
Después de revisar la actuación de una generación de emigrantes y refugiados en México, y
el resultado de su trabajo en el marco del origen de las disciplinas del diseño local, surge la
duda sobre lo que identificamos como el diseño mexicano, ya que estos personajes se
integraron a un país y una cultura que influyó profundamente en su producción material e
intelectual, dando como resultado una obra diferente a todo su pasado y "mexicanizada" por
su integración a un sistema cultural de significados diferentes o incluso opuestos a los que
utilizaban antes de su llegada.
Al mismo tiempo, ellos también contribuyeron e influyeron en una cultura material en
formación que derivó en la estructuración de la base conceptual que caracterizó en sus
inicios a las disciplinas del Diseño Gráfico y el Diseño Industrial, y también a la
concepción de una identidad colectiva.
Es aquí donde la otredad se convierte en lo propio, donde el fenómeno del sincretismo se
manifiesta en la fusión de culturas para dar paso a una nueva cultura, y donde el mestizaje
de un pueblo –consecuencia de un proceso de colonización y descolonización– da como
resultado un nuevo concepto de diseño.
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Nota Biográfica:
Oscar Salinas es Profesor investigador posgrado en diseño industrial. Universidad Nacional
Autónoma de México. Y Director general Editorial Designio