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VATIU KORALSKY

Diplom ingenieur

La historia la escriben

los vencedores: ¿y la verdadera?

EL SOBREVIVIENTE

de Alemania en llamas ydel terror

soviético 

* * * 

Testimonios presenciales 

4ª edición ampliada y actualizada 

Editorial dunkEn Buenos Aires

2008

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Koralsky, VatiuEl sobreviviente de Alemania en llamas y del terror soviético. La historia la escribenlos vencedores: ¿y la verdadera?

4a ed. - Buenos Aires: Dunken, 2008.320 p. 23x16 cm.

ISBN 978-987-02-2933-9

1. Testimonio. I. TítuloCDD 863

Página web de la obra:  www.vatiukoralsky.com E-mail: [email protected] 

Primera Edición - Diciembre 2001Segunda Edución - Abril de 2003

Tercera Edición - Abril de 2005Cuarta Edición - Mayo de 2008

Impreso por Editorial DunkenAyacucho 357 (C1025AAG) - Capital FederalTel/fax: 4954-7700 / 4954-7300E-mail: [email protected]  Página web: www.dunken.com.ar  

Hecho el depósito que prevé la ley 11.723Impreso en la Argentina© 2008 Vatiu KoralskyISBN 978-987-02-2933-

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DEDICATORIA

Dedico este libro con tomo mi corazón a los millones de seres humanos detodas las banderas, que han sufrido y muerto durante y después de la SegundaGuerra Mundial. 

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CITAS 

• “Las guerras me repugnan, no porque en ellas muera mucha gente, sino por- que laspersonas que mandan a las demás a la muerte quedan vivas” 

Dr. Duffe Booth

• “Después de la Tercera Guerra Mundial, la que sigue se llevará a cabo con piedras”  Albert Einstein

• “Matar a un hombre es asesinato, mientras que matar millones es estadística” Robert Kennedy

• “En tiempos de paz, los hijos entierran a los padres; en las guerras, los padresentierran a los hijos” 

Herodotus

• “El enemigo sólo es grande cuando estamos de rodillas” Gral. San Martín

• “No son amantes de la guerra los pueblos, sino sus líderes” 

Ralph Bunche• “Si ustedes han visto un día de guerra, van a rogar al Todopoderoso Dios a no ver

nunca más otraEl Duque de Wellington

• “Yo no gobierno a Rusia; decenas de miles de empleados la gobiernan” Nikolai I

• “Los errores que la Humanidad comete, la Historia no los perdona” 

Bogomil (El autor de este libro)

• “La verdad es siempre la primera víctima de la guerra” Harry E. Burns

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Prólogo 

Un testimonio, una conciencia

Un narrador

Por Bernardo Ezequiel Koremblit

Es lúcido, sensible, valiente sin eufemismos el autor de este libro, al que se leerácon ansiosa impaciencia por conocer no sólo como fueron los hechos relatados sinotambién como continúan; declara en el emotivo y conceptuoso comienzo de suprimera página, que en su lengua materna un proverbio afirma que quien en su casase queda nada le pasa, pero si el mundo sale a recorrer algo le sucederá. Más que unasentencia popular, ésta es una verdad irrefutable, escrita en el cielo. Debo repetir laspalabras del lúcido Ingeniero Vatiu Koralsky: en correspondencia con el proverbiobúlgaro, los barcos están seguros en el puerto, pero los barcos no han sidoconstruidos para eso. También imaginamos que el cielo es un lugar apacible, plenode paz y bonanza, y sin embargo ¿en qué cielo y bajo qué cielo no hay tormentas?

El bien documentado, el muy informado autor de “El sobreviviente” – cuyostrece capítulos henchidos de ardientes relatos constituyen un testimonio tan es-tremecedor como revelador –  posee el arte de la narración, la privilegiada facultad deatrapar al lector, de conmoverlo llevándolo a la ansiedad de sumirse en una lecturaque le mostrará un caleidoscopio de un siglo cuyos acontecimientos Vatiu Koralskyha vivido en su condición de fidedigno y sufrido testigo, revelando que quizás latierra sea el infierno de otro planeta por las atrocidades que han pasado y pasan en lahistoria de la Humanidad.

El don de comprender y razonar, el don de análisis y la interpretación pro- fundaestán presentes en Vatiu Koralsky, que no por mirar mucho el panorama se atrasaen la labranza. “El sobreviviente” es un viaje a través de hechos, dramas,ferocidades que pertenecen a la historia del “inhumano” género humano. El autorcreador de estas páginas es ingeniero, es un espíritu romántico por una parte yclarividente por otra, es un testigo cuyo inventario hace con una prolijidad yobjetividad de quien quiere decir verdades, mostrar evidencias y ofrecer realidades.Las dice, las muestra y las ofrece.

Pero eso no es todo y no es sólo eso. Evocador, tanto en los sucesos objetivoscomo en el cálido campo de la ternura, el insomne Vatiu Koralsky hace un tor-naviaje a su patria, a los orígenes y los devenires del pueblo búlgaro, a la infancia ricade todo lo que es sustancia emotiva.

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Fidedigno relato de la contemporaneidad que nos ha sido dada vivir: la familia, lahistoria, la política, el engendro del nazismo, los horrores del comunismo y la sutilfalacia del marxismo, con los capítulos que, interesante es señalarlo, ha subtitulado

con admirable acierto.Con verdad relata paisajes dramáticos, otros con suspenso que envidiaría el cine.

Que no pueda hacer referencia a ellos es una de las injusticias de la actividadliteraria, como la que padece ahora el prologuista que se complacería en adelantarrelatos que el lector saboreará después. Pues he de decirlo de una vez: Elsobreviviente  –“de una Alemania en llamas y del terror soviético” es un muyindicado y pertinente subtítulo –  es lo que se entiende y califica como narración deatrapador interés.

El ansioso lector agradecerá una obra pletórica de subyugación, de ininte-rrumpida atracción, con caracteres imborrables, propios de una conciencia, unespíritu y una sensibilidad que florece merced a un hombre, un escritor, un testigoelocuente como es él mismo, el escritor, el hombre que tiene por sobrenombreBogomil y es, en esencia y existencia Vatiu Koralsky a quien el Señor y la litera- turatestimonial premiarán por la excelencia de sus intensas y fecundas páginas, queterminan por ser pocas considerando el interés que ellas contienen.

* * *

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Palabras del Autor

Si bien el tiempo borra el pasado y lo sepulta en el olvido, cuando reflexio-

namos en profundidad afloran los recuerdos con vigor, con esplendor, y a veces,también con todo su horror. De regreso nuevamente a la realidad, es posible queaparezcan, sin darnos cuenta, algunas lágrimas en nuestras mejillas.

Desde hace tiempo he sentido la necesidad de escribir este libro y poner alalcance del lector la vivencia singular que la providencia puso a mi alcance y en micamino. No logro precisar, en verdad, si lo que protagonicé en mi larga y apasionadaexistencia fue pura casualidad o un mandato del destino. Tantas circunstanciasconjugadas me hacen suponer que cuando me hallaba al borde del colapso, Dios meextendió su mano. Por ello me considero un “Bogomil” (Que- rido por Dios),

teniendo en cuenta que de muchacho fui un fervoroso cristiano y luego metransformé en un empecinado comunista estalinista y absoluto ateo.

En mi lengua materna un proverbio antiguo dice: “El que en casa se queda nadale pasa, mas si al mundo sale a recorrer, algo le sucederá”. En rigor, es lo que a mime ocurrió.

 Ya sea como una virtud o por desgracia, así como existen personas adictas adistintos vicios, también hay otras con una espiritualidad más grande que la que elpecho puede cobijar y, por consiguiente, necesitadas de encontrar una vía de escape.En algunos seres la inquietud se canaliza escribiendo, y es justamente lo que me

 viene sucediendo en estos últimos años.todo lo puntualizado en estos escritos es real: lo vivido y sufrido, visto y

escuchado personalmente de fuentes fidedignas, por lo que quiero dejar mitestimonio. Fui protagonista de mis propios éxitos y fracasos. Residí por diversasrazones en siete países y por necesidad aprendí ocho idiomas. Ello me posibilitóconocer mejor el mundo en su real dimensión. No son desconocidos para mi lossufrimientos, la orfandad, el hambre y la miseria. Padecí horrores durante y despuésde la Segunda Guerra Mundial, así como regímenes tan despóticos como el nazismoy el comunismo.

Ese extenso trayecto me brindó experiencias y anécdotas, algunas crueles ydolorosas. Desde luego, hubo también momentos de gozo y plena felicidad, tan- tode los apasionados amores de mi juventud, como por ejemplo en el año 2005 habersido distinguido en un solemne acto, como “Mayor Notable de Tucumán” conDiploma y Medalla de Oro, por lo cual sería desleal no consignarlos en estaspáginas. Y bien, lector amigo, espero que este libro lo lleve a experimentar lasemociones de las tragedias y felicidades vividas.

Dipl. ing. Vatiu KoralsKy

( Bogomil, “Querido por Dios”) 

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El sobreviviente de Alemania en Llamas

Y del Terror Soviético

INTRODUCCIÓN

Como es sabido, los fundamentos de la historia los escriben los vencedores, deacuerdo a lo que les conviene. Muchos afirman que el mundo se sostiene so- bretres pilares: la paz, la verdad y la justicia. Solamente conociendo la verdad,podremos lograr la paz y alcanzar la justicia.

Por eso he decidido volcar en estas páginas la verdadera, triste y estremece- dora

historia de la Europa del siglo XX. Como testigo presencial de los hechosacontecidos en la Segunda Guerra Mundial, tengo un compromiso ineludibleconmigo mismo, por todo lo vivido y sufrido en mi larga y accidentada vida. Escribíestas páginas porque no me moriría tranquilo sin dejar este testimonio. Y además,para ser sincero, también quería aclarar algunas situaciones que me tenían a vecesmuy preocupado.

1) Como mi apellido termina en “sky”, para mucha gente, aún gente culta y mispropios colegas, me tildaban de judío, hasta tal punto que a veces llegaba a tenerdificultades en mis tramitaciones ante las oficinas públicas. Esa impresión estaba

reforzada por las muchas amistades que tenía con gente de esa colectividad, porqueal llegar a la Argentina y no hablar el castellano, con ellos me entendía en alguno delos siete idiomas que ya conocía. Además, nunca entendí por qué me dejaron taninexplicablemente cesante en la Caja Popular de Ahorro de Tucumán esgrimiendoque ya no había dinero. Como también al prescindir de mis servicios en laMunicipalidad de San Miguel de Tucumán como jefe de revisación y aprobación delos planos de construcciones, donde trabajaba solo hasta los sábados para acelerarlas tramitaciones. Sin embargo, con pretexto de “reorganización”, para realizar elmismo trabajo debían emplear dos profesionales con afiliación peronista. Todo eso

sin duda respondió a las suposiciones sobre mi origen, como muchos opinaban.2) Como explicaba que soy búlgaro y estudiaba en Alemania bajo los nazis y enplena guerra, muchos decían “¡Ahhh... entonces usted es nazi!”, especialmente loscomunistas al escuchar que me había escapado luego de Bulgaria al ser invadida porlos tanques soviéticos.

Pero lo más desagradable de esta confusión fue cuando empecé a jugar golf

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y por años no me querían admitir como socio en la cancha propiedad del JockeyClub de Tucumán, por ser una institución tradicional donde no se admitían jamitasni semitas –o sea “turcos”–  ni judíos como socios. Sin embargo, al aclarar mil y una

 vez que no pertenecía a ninguna de esas dos etnias, y al escalar una notable posiciónsocial y económica, fui admitido como “socio propietario”. Sin embargo, hasta el díade hoy debo soportar las miradas sospechosas cada vez que pronuncio mi apellido;eso significa que a los judíos no se los quiere en muchas partes. Si bien esto pasó yamuchos años atrás (aunque todavía se repite) me vi obligado a escribir ciertaspáginas manuscritas de este libro que estaban esperan- do, dadas mis múltiplesocupaciones, para ordenarlas, depurarlas y editarlas.

Esta locura humana exacerbada por el incontenible deseo de poder, sumergió aEuropa en la angustia, la desesperación, el hambre y la muerte de millones de

inocentes, en la locura nazi y en el terror soviético. Lo más lamentable fue sin dudala persecución y el Holocausto de los judíos, y en especial el colosal e infernalHolocausto desatado por los implacables “benditos” bombardeos de los aliadossobre toda Alemania. Sobre un indefenso pueblo abandonado por el enloquecidoHitler, quien había soñado con grandes conquistas. O sea, derrotar a las potenciascoloniales que en parte consiguió, y la amenazante penetración en Europa del terrorsoviético, que lo obligó a suicidarse por haberse apresurado demasiado y sin estarpreparado para esa gran guerra.

Las tristes consecuencias vividas en la Segunda Gran Guerra fueron tomadas por

los vencedores en provecho propio, como los únicos herederos de la verda- derahistoria, sin tener en cuenta los sufrimientos de tantos millones de seres humanos.No es justo que el siglo XX haya terminado como si hubiera ocurrido un solosuceso, el Holocausto de los judíos y nada más, cuyas verdaderas causas y trágicasconsecuencias explicaré detalladamente mas adelante. ¿Acaso no habría queacordarse de que hubo una Primera Guerra Mundial? ¿Que sus vencedores yarmamentistas prepararon el terreno para que surgiera un agitador ávido de poder ypreparara a Alemania para una nueva e inevitable guerra para recuperar lo perdido?O sea, todo lo que le habían saqueado.

Como si los aliados, durante la Segunda Guerra, no hubieran destruido eincendiado a sangre fría a todo un gran país. ¿Y no mataron, despedazaron yquemaron vivos a muchos millones de indefensos seres humanos? (muchos de ellosmujeres y niños). Que no eran para nada nazis ni responsables del proceder delodiado partido obrero nazi, para lo cual yo soy un testigo presencial. ¿Hay queolvidarse de que los rusos arrasaron la provincia alemana de Prusia Oriental, cuyapoblación de entre 4 y 5 millones de personas fueron masacradas por completo ydesaparecieron, y cuya capital Königsberg, hoy se llama Kaliningrad? Tampocodebemos olvidarnos de que nuestros seis países de Europa Central fueron

entregados por los aliados al terror de Stalin y de los soviets, que masacraron amillones de inocentes para quitarles los bienes e implantar y mantener

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su despótico régimen. Muchos, como yo, a duras penas tuvieron que abandonarsus patrias y ser “gringos” el resto de su vida. Qué juego del destino: siendo unfanático comunista y estalinista en la secundaria, al conocerlo bien tuve que es-

caparme de aquel infierno.Este libro es una cuarta edición con ampliaciones y aclaraciones, de mi ante- rior“Bogomil”, que es una crónica de vivencias personales, escrita con la verdad, elcorazón y los sentimientos, por haberme encontrado inmerso en aquellos trágicosacontecimientos.

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Estimados lectores

Ustedes conocen la historia de Europa del siglo XX, escrita y propagada hasta elcansancio por los vencedores y sus socios, a su gusto y según sus intereses. Yotrataré de presentarles la historia verdadera, de acuerdo a lo que realmente suce- dióy de lo que pude ver, escuchar y sufrir, personalmente en el mismo escenario; contoda su crueldad y desesperación, tanto del fanatismo nazi, como del terror soviéticoy de la crueldad aliada. “La historia debe escribirse de nuevo, pero esta vez la verdadera: tal como sucedió”, como dijo el gran poeta y político francés Lamartine,en su diario “Consejo del Pueblo” de 1849. 

Debo aclarar que no soy un escritor que vive de historias, muchas vecesimaginadas, para ganarse la vida. Tampoco pertenezco a ninguna ideología ocolectividad interesada en revelaciones sensacionalistas poco fundadas. Estudié tresaños en Alemania, durante la guerra y un año después de ella. Es por ello queconozco bien al dictatorial régimen nazi por una parte, y al sufrido, laborioso,callado y resignado pueblo alemán, junto al cual yo SOBREVIVÍ por obra y graciadel Todopoderoso.

Quisiera expresar mi indignación con la prensa internacional, que con tandoempeño sigue machacando al pueblo alemán de haber sido nazi y antijudío. Esas

maliciosas afirmaciones son totalmente inexactas, son puras mentiras; yo viví y sufríjunto a ellos en plena guerra y los conocí muy bien. En un 90% el pueblo alemán noera nazi y muchos de ellos eran antinazis, pero debían cuidarse; y yo nunca escuchéa nadie pronunciarse contra los judíos, salvo la prensa nazi. Nin- gún escritor puedeafirmar que observó, como yo, a Hitler pasar despacio, a un metro de distancia,frente a un grupo de estudiantes extranjeros, un año antes de terminar la guerra,cuando ya parecía un demente acabado, con la mirada perdida en el infinito. Unidiota.

Es difícil que alguien haya vivido tantas experiencias a la vez. Porque además,

para salvar mi vida de los bombardeos y de la artillería de los dos frentes quecercaban a Alemania, tuve que abandonarla, como la mayoría de los estudian tesextranjeros. Sin pensarlo mucho, un grupo decidió volver a nuestra patria. Tuvimosque cruzar por IugoSlavia tan convulsionada por los guerrilleros y contraguerrillerosque tiraban de todas partes, más los bombardeos ingleses, todos concentrando susmetrallas contra las vías terrestres y el ferrocarril inter- nacional que la cruzaba deOeste a Este. La angustiosa odisea que sufrimos allí fue espantosa, y será biendetallada más adelante.

Como si todo eso fuera poco, al llegar a mi patria, el 8 de septiembre del ´44, me

topé con los temibles ejércitos soviéticos que habían cruzado el Danubio einvadido Bulgaria, por más que había sido neutral y no había participado en laguerra. La libertad que teníamos en Alemania los estudiantes extranjeros bajo el

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régimen nazi se terminó de golpe. En mi propia tierra, bajo los soviéticos, reinabanel miedo y el terror.

Debido a las experiencias vividas, considero con humildad que difícilmente se

pueda encontrar, en un solo libro, toda la verdad historica, las injusticias co- metidasy el miedo vivido en Europa la cuna de la civilización occidental. Pocos autores hanescrito la verdad sobre el “paraíso soviético” y el despiadado “cama - rada” Stalin,porque muchos de ellos siguen siendo izquierdistas, esperando con eso que algúndía se les dé la oportunidad para apoderarse de ese régimen, para siempre. Yo tuvela suerte o la desdicha de vivir en esas dos ideologías extremas: el fanatismo de lossoberbios y vanagloriados nazis, que se acabó al terminar la guerra, o sea, “muerto elperro, muerta la rabia”, y el terror soviético q ue se extendió nada menos que setentay tres largos años, amenazando al mundo entero.

En el último capítulo, el número XIII, el lector encontrará revelaciones quemuchos no conocen y quizás ni se imaginan. Quisiera compartirle también mi gransatisfacción de escuchar y recibir correspondencia de personas de buen nivelcultural, afirmando que mi libro será un valioso tertimonio histórico.

En este libro el amable lector encontrará y verá la real dimensión del nazismo yel comunismo. Porque a mí nadie me lo contó, sino la verdad histórica que yomismo viví y sufrí bajo esos dos regímenes. Conocí bien a los dos grandes dic-tadores del siglo XX. Como uno, de un soñador y luchador por la justicia social ynacional y contra la amenaza marxista, es recordado, como el asesino más repudiado

. Y el otro, del asesino más grande de la historia de la humanidad, se convirtió en vencedor, aceptado por el sitema internacional.

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CAPÍTULO I

MI TURBULENTA INFANCIA

Nací en Bulgaria el 3 de marzo de 1918 (día de la liberación de mi vieja patria delos turcos), cuando todavía se olía la pólvora de la Primera Guerra Mundial, en unremoto pueblo de unos mil habitantes, Chercovo, a cuarenta Km del Mar Negro y asetenta de la frontera con Turquía. Considero que la coincidencia de mi cumpleañoscon la fiesta patria más importante del pueblo búlgaro levantaba mi espíritu desuperación.

Me produce mucha tristeza recordar los helados inviernos, cuando a los sieteaños, tiritando, temprano por las mañanas, debía atender a los distintos animales. Teníamos una iglesia, escuela primaria, captación y cañería para agua potable ytambién un puente de piedra de dos arcos, sobre el riachuelo, que crecía violen-tamente en la época de lluvias y el deshielo. Todo eso, construido por los propioscampesinos que además habían levantado sus propias casas.

Se trabajaba sin cesar. Cuando no podían ir al campo y durante los sábados,domingos y feriados, trabajaban en la huerta familiar. Sólo los gitanos vivían enranchos, que hacían con palos trenzados y con una capa de tierra mezclada con paja,para resguardarse de los intensos fríos del invierno, mientras los búlgarosmoldeaban y cocían el barro para hacer los ladrillos. Buscaban una veta de piedracaliza para quemar su propia “cal”. Aprendían los unos de los otros, para hacer todotipo de trabajo de albañilería.

Fui huérfano de padre a los tres años y quedamos bastante pobres. Por eso,desde chico aprendí de todo. La gran necesidad me obligó a ser curioso y obser- vador. Aprendí a arar con los bueyes, sembrar con la mano, cosechar y trillar.Muchos dicen hay que separar la paja del trigo sin tener idea de que eso se hace enrealidad; para eso yo tiraba la paja trillada contra el viento, con lo que el trigo que esmás pesado caía al suelo, mientras la paja era arrastraba por el viento.

Supe lo que era plantar vides y árboles frutales, podarlos, injertarlos y hacer vino,todo en pocas cantidades, claro está. Me cosía mis zapatos de cuero de animalesfaenados, nuestros o de algún vecino. Mirando a los padres de los otros chicosaprendí a hacer mis propios juguetes. En los veranos, mientras llevaba los bueyes apastar, de noche en el campo, muchas veces me quedaba dormido sobre el caballo. Aprendí a trasquilar ovejas, sacarles la leche, el rico y debidamente ma- duradoqueso blanco, sacar la manteca y hacer la famosa leche cuajada búlgara, que hagohasta hoy, por lo cual espero llegar a una larga vejez. También aprendí a cantar yhablar el turco, ya que este país está cerca de mi pueblo, y había muchos de ellos.Eran años de gran crisis y sufrimiento, especialmente después que el desalmado“camarada” Stalin resolvió hacer el dumping con el trigo ucraniano, para

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someternos al hambre. Este genocidio lo detallare más adelante. También era el cantor en el salón de la escuela de mi pueblo (en el teatro in-

fantil), por lo cual coseché muchos aplausos; eso me hacía sentir muy contento y

seguro de mi mismo. Quizás por eso, una maestra le repetía a mi madre: “Aunquedeba economizar en todo, a Vatiu hay que hacerlo estudiar”. Con los estudios ygracias a ella, pude conseguir los éxitos obtenidos hasta el día de hoy.

Pensando en mi adolescencia, me viene a la mente la siguiente reflexión: mientrasyo me sentía contento y feliz de ver el resultado de mis ocupaciones, gran parte de lajuventud de hoy pierde su valioso tiempo en mirar televisión, con programas vacíosde enseñanzas y llenos de violencia, sexo y tonterías, o encuentran placer parándoseen las esquinas para tomar cerveza y vaya a saber qué otras substancias mas,altamente nocivas.

Reforzando ese buen ánimo de chico, cuando desde la más temprana infanciallevaba las ovejitas a pastar, cantaba la siguiente canción popular que decía: “Cuandoera pastorcito / y llevaba la oveja a pastar, / estaba muy agradecido / aún siendomuy pobre”. Esa canción infantil en búlgaro es muy melodiosa, y todavía la tarareoacordándome de mi pasado.

Estoy totalmente convencido de que la pobreza y el sufrimiento han sido la basede mi progreso y éxito posterior.

LA VIEJA PATRIA

 Antes de continuar con mi vivencia personal, me gustaría relatar el lector algoreferente a mi pequeño y bello país búlgaro, ubicado en el centro de la penínsulabalcánica. Hacia el Este lo custodia el Mar Negro; el Danubio, por el Norte, losepara de Rumania; Grecia y Turquía son sus vecinos del Sur y Sudeste respecti- vamente, mientras Macedonia y Serbia son sus vecinos del Oeste.

Bulgaria tiene 8.500.000 de habitantes y 110.000 kilómetros cuadrados; dosterceras partes de ellos son montañas pobladas de ríos y valles. La cadena balcánica,que ofrenda su nombre a la península, divide el país en dos zonas típicas: Norte ySur, ambas con topografía y climas distintos. Las estribaciones balcánicasdescienden en tres ramales hacia las bellas playas del Mar Negro, frente al cualcrecen hermosos bosques de robles plantados por el régimen comunista. Quedóalgo útil.

En el legendario valle de los tracios, al sur de los Balcanes, protegido de los vientos siberianos, tiene asiendo la fértil cuenca del río Maritza. Allí, protegidos por

las montañas, los tracios y sus antepasados han desarrollado una notable cultura. Delos tesoros hallados en las escondidas tumbas se destacan los adornos de “oro  

trabajado” más viejos del mundo, de 4.000 años antes de Cristo, más viejos que  

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el oro elaborado en Egipto.Los vasos con carros y el bronce trabajado muestran una antigüedad cultural de

6.000 años. El fantástico museo histórico de Bulgaria se encuentra en la im-

presionante residencia del ex presidente comunismo y acérrimo dictador TodorZivkov en Boyana, cerca de Sofía. Allí encontrarán guías en todos los idiomas,incluso español. De los 5.000 túmulos (Mogilas) que existen en Bulgaria, hasta ahorasólo han sido descubiertos 460.

No es menos famoso el conocido Valle de las Rosas, ubicado a lo largo de lacadena balcánica y la montaña Credna Gora. Allí se cultivan rosas, aunque no muybellas, pero famosas en cambio por su intenso perfume. Desde tiemposinmemoriales, con sus pétalos, se elabora un aceite de gran valor para la industria delperfume. Cabe destacar que, por más de mil años, Bulgaria estaba compuesta por

cuatro provincias: los misios, tracios, ilirios y macedonios. Estos dos últimosterritorios han sido mutilados en la Guerra de los Balcanes (1912) contra los turcos,y en la Primera Guerra Mundial.

Hacia el Sudoeste existen varios macizos: el mayor es Rila, con su pico máxi- mo,el Musala, de 2.925 metros de altura.

Sofía, antiguamente llamada Sérdica, es la capital de Bulgaria. Se caracteriza porser una de las ciudades europeas más arboladas. Próxima a ella se erige Vtosha, unamontaña de 2.300 metros: centro turístico en cuya ladera prosperan villas y lugaresde recreación y veraneo. Son muy interesantes de observar las morenas, grandes

piedras bien redondeadas de granito, del antiguo escurridero de un glaciar.La segunda ciudad del país, Plovdiv, llamada en la antigüedad Philipopolis, esreconocida desde hace un siglo por organizar las ferias agroindustriales de mayorrelieve que se lleven a cabo en el Sudoeste europeo.

INÉDITA HISTORIA DEL PUEBLO BÚLGARO

En el siglo II de nuestra era, un intrépido pueblo que provenía de Asia, que vivía

al norte de los otros pueblos que hablaban sánscrito, lengua considerada la cuna delos idiomas, se instaló en la cuenta del río Volga, lugar de donde proviene sunombre actual: Bulgaria. Llegó a formar un imperio y valorizó esa región; sinembargo, soportó durante siglos las constantes invasiones a Europa de los bár-baros, que se precipitaban desde Asia, la cuna de las civilizaciones.

En el siglo VII, al morir el gran Kahn Kubrat, sus cinco hijos se dividieron elimperio, y bajo las oleadas de los invasores Hasares se vieron obligadosa llevar endistintas direcciones a sus pueblos. Uno de ellos, Kahn Asparuj, cruzó el Danubioen el 681 e invadió el Imperio Bizantino. Luego de vencer a sus poderosos ejércitos

en épicas batallas, ayudado por la población eslava que estaba subyugada y explotadapor el Imperio Bizantino, se radicó en el Norte de la Bulgaria actual.Su sucesor, con el propósito de consolidar el reino y extender pacíficamente sus

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dominios sobre la península balcánica por entonces poblada en su gran mayoría deeslavos que dos siglos antes habían inundado la península, dictó una ley que tendía apreservar las instituciones nacionales búlgaras, incluyendo la monarquía; pero

implantó la lengua eslava como idioma oficial, sus tradiciones, y convalidósolamente matrimonios entre búlgaros y eslavos. El Dios pagano de los búlgaros sellamaba Tangra, y la cola de caballo era su estandarte.

Siglo y medio después, el emperador bizantino Nikifor con un enorme ejér- cito,decidió atacar y aniquilar el nuevo y poderoso Estado búlgaro, entonces bajo elreinado del Kahn Krum. Se dirigió a su capital, Plisca (al norte de Bulgaria), queencontró abandonada. Nikifor, ante su impotencia, ordenó su total destrucción bajolas llamas, que no quedara “piedra sobre piedra”. Muy contento, creyendo que losbúlgaros se habían asustado y dispersado, emprendió su regreso triunfal. Lejos

estaba de sospechar que, al penetrar en los desfiladeros de los Balcanes, caería enuna mortal trampa tendida por los búlgaros que lo aguardaban. A consecuencia deello, el emperador bizantino fue tomado prisionero y decapitado, con lo que elEstado búlgaro se extendió hasta Constantinopla y gran parte de los Balcanes.

En el siglo IX (año 865) el rey Boris I oficializó en Bulgaria la religión cristianoortodoxa, dependiente de Constantinopla. A su vejez, por propia voluntad, seenclaustró en un monasterio dejando a cargo del reino a su hijo mayor. Ladisposición paterna sobre el culto cristiano no fue acatada por el nuevo monarca, ycon la complicidad de un grupo de señores feudales, retornó a las prácticas paganas,

a causa de lo cual Boris ordenó arrancar los ojos de su díscolo heredero y dejó en sulugar a su hijo menor, Simeón.Los santos venerados por el pueblo búlgaro, Cirilo y Metodio, nacieron en

Soloniky, sobre el mar Egeo, hijos de madre búlgara. A ellos debemos el cultoortodoxo que se extendió, junto con el alfabeto conocido como cirílico (en home-naje a Cirilo su creador), en los pueblos eslavos de la península balcánica y en lasnaciones hermanas de Rusia, Bielorrusia y Ucrania; se utiliza hasta la actualidad. Elalfabeto cirílico tenía como base el griego pero constaba de 32 letras, ya que estabaadaptado para la fonética del antiguo idioma búlgaro.

Simeón extendió su reino sobre la totalidad de la península balcánica. Se iniciócon él un siglo de oro de las letras nacionales. Hasta él mismo se deleitabaescribiendo poesías. En la gran batalla de Ajeloy (20 de agosto de 917), al derrotar alos bizantinos, es nombrado “Simeón el Grande”. Fundó la primer universidad deidioma eslavo y una de las primeras en Europa, con tres mil estudiantes, en la ciudadde Ojrid (Macedonia) sobre el cristalino lago del mismo nombre, sobre la fronteracon Albania.

 Varios reyes búlgaros llegaron hasta las altas murallas de Constantinopla (hoyEstambul) pero por carecer de una poderosa flota no pudieron asediarla por el lado

asiático y el estrecho del Bósforo que divide los dos continentes, Europa y Asia. Tanbien fortificada estuvo Constantinopla que los turcos atacaron Europa pasando porel estrecho de los Dardanelos en 1390, ocupando Bulgaria en 1393 y avanzando al

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Oeste, y recién en 1453 con una táctica largamente estudiada, embistieron aConstantinopla. Esa fecha divide la historia medieval de la moderna.

 A la muerte de Simeón el Grande, el esplendor cultural y militar búlgaro decayó y

coincidió con la época del famoso emperador bizantino Basilio, de origen griego,conocido como “matador de búlgaros” por su ferocidad. En una batalla en Tesalia,al Norte de Grecia, derroto a los ejércitos búlgaros, debilitados por las luchasinternas, y llevo a cabo, con cruento ensañamiento, un acto perverso. Entre los quequedaron con vida, a catorce mil indefensos prisioneros les arrancaron los ojos y auno de cada cien les dejaron sólo uno, con el fin de que sirvieran como guías de susdesdichados compañeros. Las leyendas cuentan que el rey búlgaro, desde sufortaleza en Ojrid, en Macedonia límite con Albania, cuyas impresionantes murallastodavía sobreviven, al ver las largas filas de sus desdichados soldados y recibir la

trágica noticia de lo que había sucedido, cayó muerto al instante de un infarto. Apartir de estos sucesos, en 1014 se instauró el dominio bizantino por espacio de unsiglo y medio.

En 1167, los hermanos Asen de Tarnovo (la tercera capital búlgara), en lasestribaciones Norte de los Balcanes, apoyados por los húngaros (o sea los magiares),que para entonces estaban asentados al Norte del río Danubio en la Rumania dehoy, recién llegados de Asia, en feroces batallas liberaron a Bulgaria de los cruelesbizantinos.

Los cruzados, en sus marchas hacia Jerusalén, encontraban beneplácito por parte

de los reyes cristianos ortodoxos búlgaros. En 1230, el arrogante rey Bal- duino deFlandria, en el Norte de Bélgica, con los ejércitos más poderosos de aquellostiempos integrados por 125.000 cruzados, al arribar a Constantinopla, fue seducidopor su esplendor y decidió coronarse emperador del Imperio Bizantino. En lugar dedirigirse a Jerusalén, a fin de liberarla de los “infieles” musu lmanes turcos según erasu misión, decidió someter primero al fuerte rey Kaloian de Bulgaria, que se negó apagarle tributos. Sin embargo, la caballería ligera de los búlgaros aliada con loscúmanos (pueblo bárbaro que entonces vivía al Norte del Danubio), resultó máseficaz que las prestigiosas y pesadas corazas.

El rey búlgaro derrotó a los cruzados e hizo prisionero al propio emperadorBalduino, quien fue conducido a Tarnovo y alojado en una torre que aún lleva sunombre. La misma subsiste a orillas del río Iantra, al Norte de los Balcanes. Pero, enrazón de que la mujer del rústico Kaloian visitaba al culto prisionero, el celosomonarca ordenó arrojarlo desde la torre al impresionante precipicio del turbulentorío. La torre hasta hoy es una atracción turística. Sus escalones de duro granito, acausa del incesante uso, se hallan cóncavos. De esa manera la codicia del hombre, lased de poder, hizo fracasar usa histórica misión, la liberación de la Tierra Santa que

quedó bajo el dominio turco musulmán hasta el fin de la Primera Guerra Mundial. A fines del siglo XIV, Bulgaria cayó bajo el yugo turco, pueblo en extremo cruely sanguinario. En sus correrías exterminaban pueblos enteros, arrancando de sus

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padres a los niños de siete a ocho años y, luego de una instrucción espartana, losconvertían en enicheres que tenían como “único padre” al sultán. Eran soldadosmuy despiadados que utilizaron los otomanos en la conquista de Europa

sudoriental, llegando a las puertas de Europa Occidental. Al frente de una gran coalición, las fuerzas del comandante polaco Ian Sobeskiderrotaron en 1676 a los otomanos frente a las murallas de Viena, salvando así aEuropa Occidental de tan inhumana esclavitud. Sin embargo, el poderoso reyfrancés de entonces, Luis XIV, no quiso prestar ayuda si no le reconocían laocupación de la zona alemana de Alsacia. Esta actitud provocó gran indignación entoda Europa, frente al tamaño peligro contra el que combatía.

La independencia de Grecia, en 1829, repercutió en Bulgaria recrudeciendo lassublevaciones y luchas por la liberación, seguidas por violentas represiones. Sólo en

la ciudad de Batak, en el Sur de Bulgaria, fueron degollados, frente a la Iglesia, susdiez mil habitantes en un espantoso río de sangre. El legendario Vasil Levsky esrecordado como el incansable organizador, en toda Bulgaria, de los comités desublevación. Traicionado por un cura, encontró la muerte en la horca.

Otro famoso héroe, en la larga lista, fue Hristo Botev quien, además de ser ungran luchador, era un fogoso poeta. Entre los veinte bellos poemas que compuso,uno titulado “Vive él vive”, describe cómo muere un héroe malherido en losBalcanes. Como una maldición del destino, él mismo encontró allí la muerte. Hoy,éstos héroes serían llamados guerrilleros, subversivos o terroristas, como los kurdos,

los chechenos, los afganos, los irakíes, y tantos otros que luchan por su liberación.Pero gracias a ellos, Bulgaria es un país libre y soberano.El zar ruso Alecander II, liberó a Bulgaria con un ingente sacrificio de hombres;

solamente en la fortaleza turca de Pleven, en el Norte de Bulgaria, sucumbieron cienmil soldados rusos. Sobre los Balcanes existe un monumento que exhibe los rostroscongelados de los soldados rusos y patriotas búlgaros, que defendían el paso de losrefuerzos turcos que venían desde Constantinopla. El 3 de marzo de 1878, en SanStéfano, lugar próximo a Estambul, los otomanos fueron obligados a firmar laliberación de Bulgaria, que por entonces abarcaba gran parte de la península

balcánica, incluso toda Macedonia hasta el Mar Egeo.Sin embargo, por temor a un nuevo e importante Estado aliado a los rusos, laspotencias occidentales convocaron a una conferencia en Berlín, a consecuencia de lacual el territorio búlgaro quedó mutilado a la mitad, hasta el día de hoy.

BRUJERÍAS Y CURANDERISMO

Cuando tenía unos siete años, murió un amiguito repentinamente. No entendí

por qué. Días después, encontré en la calle a su madre, una mujer morena de ojosnegros y profundos. Me miró tan insistentemente que quedé inmóvil. Escuché quemurmuraba: “Mi hijo está muerto y tú estás con vida”. Tuve una sensación extraña,

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como si me golpearan la cabeza y los pies se me aflojaran. Luego de esta impresiónreaccioné, y sin contestarle una palabra eché a correr hacia mi casa. Me arrojé a lacama y me acometieron los vómitos. Experimentaba un malestar espantoso, sentía

que se me partía la cabeza. Mi madre, con explicable aflicción, me preguntó la causade mi dolencia. Al referirle lo sucedido respondió escuetamente: “¡Ah! Esa bruja”.  Es que, en aquellos tiempos, la gente creía en brujerías, malos espíritus, talis-

manes, etc. Las prácticas populares de curación eran notables. Hasta mi propiamadre las utilizaba para curar a los chicos. Por ejemplo, eran comunes entonces lasenfermedades de garganta por la infección en las amígdalas. A propósito, recuerdoun típico remedio casero que ella utilizaba en estos casos: nos hacía morder un palocon el objeto de que mantuviéramos la boca abierta para no morderla, y con undedo nos exprimía el pus acumulado en las amígdalas. Al poco rato salíamos a jugar,

salvos ya de la enfermedad.Otro tanto solía hacer contra los malestares de cabeza y vómitos. Para com-batirlos mojaba con saliva sus pulgares, fregaba y soplaba sobre nuestras frentes,luego volvía a efectuar la práctica. Mientras repetía varias veces la operación,balbuceaba palabras que nadie entendía. Lo cierto es que, después de las curas, seiban los males y quedábamos restablecidos, como nuevos.

En una ocasión me sobrevino un malestar de vientre sumamente intenso. Te- níadiez años. Mi madre no podía ayudarme y hasta temía por mi vida. Ya tarde en lanoche, con urgencia, ataron los caballos al carro para que me revisara un médico de

Karnobat, nuestra ciudad departamental, a 20 km. de distancia. Al salir del pueblo pasamos por un lugar donde vivían los pastores de ovejas.Entre ellos estaba un pariente nuestro; después de saludarlo mi madre le contó midolencia. De inmediato me acostó sobre una cama de paja, y comenzó a realizarmasajes suavemente sobre mi vientre, con las manos embebidas en aceite. Poco apoco mis intestinos comenzaron a chiflar. Al percibir los sonidos el hombre dijo:“¡Ajá! Allí está el mal”. Luego de quince minutos de masajes sobre mi vientre, sentíalivio. Abrí lentamente los párpados y al mirar con asombro y gratitud al viejo, ésteexclamó: “ Ya estás curado, jovencito”, y a mi madre: “Doña Valca, pueden regresar

al pueblo ya no necesitan médico sino un buen jarro de leche caliente”. Por miparte, ya le había echado el ojo a una jarra de leche que observé en el suelo. De másestá decir que, de inmediato, habían desaparecido los malestares.

DE FERVIENTE CRISTIANO,

A FANÁTICO MARXISTA Y ATEO

 A pesar de las tantas labores que debía realizar fui un buen alumno, y además unferviente cristiano que soñaba con ser cura. De chico, mi pobre madre me llevaba a

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la iglesia a rezar, con todo fervor, arrodillado. Asimismo, ella observaba con todorigor los ayunos, según la Iglesia Cristiana Ortodoxa. Me acuerdo cómo, muchas veces, le contaba a mi madre que había hablado con Jesucristo. A pesar de que ella

me decía que eso era un sueño, yo le aseguraba que era verdad. Por eso estudié conahínco y terminé la primaria como el mejor alumno; al salir de la escuela el solbrillaba en mis lágrimas con esplendor y esperanza.

Sin embargo, al querer entrar al seminario ortodoxo mi solicitud fue rechazadapor haber pasado el límite de los 14 años. Había empezado tarde la escuela. Esto mehizo sentir muy mal, como si Dios, a quien yo tanto adoraba, me hubieradefraudado. Lloré desconsoladamente, no sabía qué hacer. No me quedaba otraopción que inscribirme en el primer año del secundario, en Karnobat (la ciudaddepartamental). Desilusionado de todo, en mi clase me sentaba en los últimos

bancos junto a un muchacho armenio, Agop, que tenía la cara llena de marcas de viruela. Era más feo que el diablo, pero un chico muy inteligente. Del otro lado sesentaba un muchacho judío, del gueto de la ciudad. Trabé, con los dos, una buenaamistad. El segundo de ellos me invitó a una reunión que no sabía de qué se trataba.

Hablaban de la injusticia entre ricos y pobres. Aunque en Bulgaria, en esostiempos, no se notaba tanto esa diferencia, me gustó mucho. Con suma habilidad, elinstructor hablaba de que la religión era un invento del hombre y que era el opio delos pueblos. Me llenaron de literatura marxista y anticristiana. Como era pobre yhuérfano al poco tiempo, sin darme cuenta, me había transformado en un fanático

comunista salinista y ateo absoluto.De tanto leer esa clase de libros, no pude rendir y perdí el año. Debía repetirlo.

Dos años después nos estaban preparando para tirar al blanco, sin duda, para serfuturos subversivos o guerrilleros. Como Rusia estaba cerca, a 600 km cruzando porel Mar Negro, proveía a los subversivos material bélico y de instrucción sobresabotajes. Con lo que el comunismo era una grave amenaza.

El sufrimiento de mi madre me preocupaba: era ya de edad avanzada, de escasosrecursos y sufría tensión alta. Muchas noches en casa, al acostarme a dormir, mi

pobre madre me bañaba la cara con lágrimas pidiendo que abandonara era peligrosautopía, cuyos subversivos seguidores terminaban en la cárcel, o colgados porcometer algún crimen.

En los años siguientes debía continuar mis estudios en la ciudad de Burgas, elsegundo puerto búlgaro sobre el Mar Negro. Los instructores marxistas nos habíandicho que en el “paraíso soviético” no existía el dinero porque no era necesario,todo era del Estado. La gente trabajaba y tenía todo lo que necesitaba. Me parecíaque era lo más justo y lo que yo anhelaba. Menos mal que un compa- ñero deestudio en Burgas, de padres pudientes que me invitaban a su casa, me mostró un

billete soviético con el rostro de Lenín. Igual que cuando me rechazaron delseminario, el marxismo se me cayó al suelo, haciéndose mil pedazos como una jarrade cristal.

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Otro impacto para mi fue el siguiente: El hábil secretario general del Co-minform, el búlgaro Jorge Dimitrov desde Moscú, había organizado una granpropaganda comunista antimonárquica. Nuestro rey, Boris III, muy querido por

todo el pueblo, había sufrido dos graves atentados. Uno de ellos dentro de unaiglesia, en el cual salvó su vida; todo eso agregado a las súplicas de mi desesperadamadre. Con lo que, sin darme cuenta, poco a poco me retiré de los camaradascomunistas subversivos que me rodeaban, y me convertí en un liberal independientey apolítico hasta el día de hoy.

PERDIDO EN EL VIENTO BLANCO – LOS LOBOS

Mientras cursaba la escuela secundaria en Karnobat, me solicitaron un certi-ficado de domicilio. Era invierno, época de vacaciones, y necesitaba trasladarme aotro pueblo, distante unos siete kilómetros, donde funcionaba una oficina deestadísticas que expedía las cédulas de los pueblos vecinos. Pensaba retornar antesdel anochecer. Me demoré conversando y, a pesar de que era tarde, decidí regresar.

 A poco de andar se complicó la marcha. Soplaba el famoso “viento blanco” que impedía la visibilidad y barría las huellas, tapando el camino. Arrastraba la

nieve, que se había acumulado en los lugares altos, y la depositaba en los bajos,nivelando parejo la superficie, pero ocultando las depresiones. Poco a poco so-

brevino la desesperación, y también el miedo a meterme en una trampa de nieve.Frisaba entonces los dieciséis años. Hubo momentos en que me hallaba exhausto. Eltiritar y castañetear los dientes me ocasionaba fatiga. No tenía fuerzas para avanzar.Deseaba arrimarme a un árbol para descansar, aunque esto pudiera resultar fatal.

El helado viento me atravesaba. No quería ni debía detenerme, porque corría elriesgo de congelarme y ser presa de la muerte blanca, que nos mata con la sonrisa enlos labios a causa de la helada contracción. No sólo era esto. La noche avanzaba ypodía ser devorado por los lobos. No tenía con qué defenderme, ni siquiera un garrote.La única alternativa, ante la presencia de una fiera, era subir a un árbol y prolongar la

 vida solamente unos minutos antes de caer congelado. Al avanzar, a los arbustos quedivisaba alrededor los confundía con lobos, por lo que temblaba de miedo. Meditabasobre la manera en que se acercaría la bestia, en círculo, sin apuro, lentamente, y depronto se lanzaría sobre mi.

Los lobos, para sobrevivir en el excesivo frío siberiano y ante la carencia dealimentos, suelen practicar un juego macabro. Corren en filas, uno detrás de otro,formando un círculo. Al principio, el juego tiene como propósito calentarse, pero pocoa poco de iniciarse se torna despiadadamente cruento. El animal que se caer por elcansancio tiene su suerte echada, porque terminará despedazado y devorado por la

hambrienta manada. En estas implacables leyes de juego, sobre- viven sólo losanimales más fuertes.El lobo no acostumbra atacar directamente a la presa que avista. Es muy precavido,

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no tiene apuro. Ensaya una vuelta alrededor, luego otra más cercana, hasta que al fin,con toda velocidad, se lanza contra la presa y muerde su garganta ya que es el lugarmás vulnerable. Tenía visiones de lobos, lobos por todas partes. De tanto correr se

había ausentado el frío. Mejor dicho, no lo sentía pensando quizás que los colmillos deun lobo interrumpirían mi último suspiro.Sonámbulo y perdido proseguí avanzando, cada vez con mayor lentitud. Al fin,

percibí las luces de mi pueblo. Me sobrevino la esperanza, abrí los ojos y el fríoretornó a mi cuerpo pero esta vez para darme fuerzas. Era cuestión de un esfuerzoextra. Avanzar un poco más. El ladrido de los perros me impulsó en el último tramo.Mi casa estaba ubicada en las orillas del pueblo. Al llegar no tenía vigor ni para abrir lapuerta. Con cara de asusto y asombro me recibió mi madre. No podía creer nientender cómo me había arriesgado a regresar solo, tan tarde, y con el peligro de

despedazado y devorado por los lobos.* * *

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LA HISTORIA DE EUROPA EN LOS DOS ÚLTIMOS SIGLOS

 A principios del siglo XIX Europa fue devastada, ensangrentada y convertida en uncementerio, como consecuencia de la Revolución Francesa y de las innumerablesguerras, lideradas por el ambicioso y obsesionado Napoleón, general a los 26 años.Este, con la riqueza que quitó a los Estados italianos y a Egipto, arrasó con todaEuropa, desde Gibraltar a Moscú, hasta que fue derrotado definitivamente en Waterloo, en 1815, por las tropas inglesas y alemanas. Sin embargo, hoy, Napoleón esel máximo héroe francés, que fomentó aún más su conocido chauvinismo.

Luego de la derrota napoleónica, y durante casi un siglo después, reinó unaaparente calma con el dominio de la flota inglesa en los mares del mundo, y cada vez

más cerca de Francia como segunda potencia industrial. Juntas atacaron a Rusia en laGuerra de Crimea entre 1854-56; tras un prolongado y sufrido ase- dio, con un inventode artillería, los rusos derrotaron a la poderosa flota anglo- francesa, agregada a ellostambién la turca. Con toda seguridad la cantidad de buques de guerra más grandejamás concentrada hasta entonces. Sin embargo, los rusos se alzaron con la victoria. Elinvento consistía en un nuevo proyectil con cabeza de plomo, de manera que, alimpactar en la carcasa del barco, el plomo se pegaba a la superficie y ayudaba alproyectil a seguir derecho, perforarla y explotar dentro del barco.

En la larga y sangrienta Guerra de Crimea, como estrategia militar se utilizó el

bloqueo naval que produjo la muerte de muchos civiles especialmente por el hambre ylas enfermedades. Fue un conflicto que introdujo novedades:• Por primera vez se usan los rifles con cañón estriado en vez de los lisos, conlo que se pudo luchar y matar a una mayor distancia.• Por primera vez se utilizaron proyectiles explosivos, en lugar de proyectiles macizos. Además los rusos agregaron plomo a la punta de los obuses, cosasque los historiadores suelen pasar por alto.• Por primera vez en el Mar Báltico se utilizaron minas marinas. • Desde entonces, y por esa razón, se comenzó a acorazar a los buques de guerra 

• En esa guerra, por primera vez, se usan en g ran escala las trincheras• Por primera vez, también, los globos aerostáticos se usan con fines bélicos. 

En la Guerra de Crimea murieron 450.000 rusos. Franceses y turcos perdieroncerca de 95.000 hombres cada uno, y otros 20.000 los ingleses. El 80% de las muertesfue por las pestes y la ineficiencia para atender a los heridos en combate. Por todo esose puede considerar como la primer guerra total.

Mientras tanto Alemania, compuesta por muchos reinos, se unificó. Se sa- cudió de

la era agraria con un rápido desarrollo industrial, y empezó a competir en los mercadosmundiales. Además llevaba el progreso a sus colonias, y eso fue intolerable para laspotencias occidentales. Porque ellas trataban de sacar el máximo provecho de sus

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Socavaron su estabilidad, se desabastecieron las tropas de alimentos, ropa ymuniciones, y bajaron su moral. En los panfletos, siempre renovados, los aliadossostenían que la guerra duraría mucho y, poco a poco, sería perdida. Que los únicos

culpables, que debían desaparecer, eran el káiser y el “militarismo prusiano”. Que lasdemocracias acogerían luego a Alemania en la Liga de Paz perpetua. En la gran batallafinal de Verdún, con la aparición de los tanques americanos, cayeron seiscientos milsoldados alemanes. Además, los aliados consiguieron sus propósitos. El 3 denoviembre de 1918, en la ciudad nórdica de Kiel, sobre el Báltico, se desencadenó larevolución. Con eso el káiser alemán, al ver el desastre que se avecinaba, a la semanatuvo que abdicar y se proclamó la República. Dos días después capituló Alemania, porlo que cesaron las hostilidades en el frente occidental. Seguidamente capituló elImperio Austro-Húngaro.

Rusia entró también en la Primera Guerra por su rivalidad con Alemania en laregión, atacándola por la espalda. Pero sus tropas fueron derrotadas con enor- mesbajas, con lo cual los comunistas aprovecharon la situación para realizar la sangrientarevolución bolchevique en Rusia, en noviembre de 1917

 Aunque los pueblos de los vencedores pensaban que con esa gran guerra acababa laposibilidad de otras en el futuro, se equivocaron. Porque los magnates financistas yarmamentistas no pensaban lo mismo. Con toda habilidad influyeron para que secrearan las condiciones para una nueva, más devastadora y lucrativa guerra. Total suscapitales, sus industrias y sus fastuosas y palaciegas residencias, estaban lejos, en el

inalcanzable continente americano.

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LOS ABERRANTES TRATADOS DE PAZ DE VERSAILLES

Los vencedores de esa gran guerra, Inglaterra, Francia, EEUU e Italia (que se alióprimero a Alemania en las dos guerras mundiales y luego se dio vuelta), no tuvieron lagrandeza necesaria para con los países vencidos, y no asumieron  – o no les interesó –  que la paz también se consolida con el respeto a los venci- dos. Convocaron a susrepresentantes en el Palacio de Versailles, en las afueras de París. Cuando el Kanzleralemán leyó los Tratados de Paz exclamó: “Señores, esto es una brutalidad; esto no sepuede aceptar”. La orden había sido “O firma, o las tropas aliadas marcharán sobre Alemania”. Lo mismo le sucedió al premier de Austria-Hungría.

Bulgaria había entrado también en la Primera Guerra al lado del Imperio austro-

húngaro; porque dos años antes, en la Guerra de los Balcanes, en 1912, se habíaconstituido la alianza balcánica: Bulgaria, Grecia, Serbia y Montenegro, para expulsar alos turcos de Europa y liberar a la población esclavizada. Mientras las tropas búlgarassoportaban encarnizadas batallas contra los turcos, los vecinos Serbia, Rumania yGrecia, al ver a Turquía derrotada, se aprovecharon y mutilaron sus territoriosinstigados por Inglaterra, por recelo de una Bulgaria fuerte en los Balcanes, con salidaal Mar Egeo, y tradicionalmente hermana de los rusos por haberlos libertado de laesclavitud turca.

Cuando el primer ministro búlgaro, Alexander Stamboliysky quiso leer la sen-

tencia, le dijeron: “No perdamos tiempo; o firma o cuando vuelva encontrará a supatria ocupada por sus vecinos”. Stamboliysky quiso suicidarse, pero no pudo. Conlágrimas y manos temblorosas, tuvo que firmar. Con eso Bulgaria quedó, hasta hoy,con la mitad del territorio que tenía al ser liberada por los rusos.

Los aliados destronaron al famoso káiser Francisco José y desmembraron elesplendoroso Imperio Austro-Húngaro. Sin embargo, fueron aún más duros con Alemania. No sólo liquidaron al Imperio y a su káiser, sino que le quitaron colonias, leconfiscaron la flota, le mutilaron los territorios, le prohibieron tener fuerzas armadas,etcétera. La región de Saar quedó bajo el dominio de Francia, los Sudetes fueron

entregados a Chequia, y quitaron la costa báltica, que unía Alemania con PrusiaOriental. La importante ciudad de Danzig (hoy Gdansk) pasó a tener statusinternacional; y, encima de todo eso, le aplicaron severas contribuciones de guerra. Sinduda, querían convertirla en un nuevo país agrícola de segundo grado, porque losfanáticos franceses de entonces, no toleraban que hubiera otro Estado vecino másfuerte que ellos. Fue el único país de Europa occidental que quedó sin colonias.Mientras todos los demás Estados, aún los más chicos, tenían amplios dominios enultramar, de donde extraían baratas materias primas explotando a sus pueblos.

Para los países vencidos era como el fin del mundo; lloraron no sólo su destino,sino también el de sus hermanos, masacrados en una trágica limpieza étnica, de la cual

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nadie quiso saber ni escribir una sola página.Considerándose dueños de la suerte de los pueblos, los aliados crearon a su antojo,

y por la fuerza, dos Estados artificiales: Checo-Slovaquia, que fue parte de los

dominios austro-húngaros, o sea Eslovaquia y la región germana de los Sudetes, bajo latutela de los checos, sin duda para tener otro Estado grande fuera de Polonia, a laespalda de Alemania; y también Iugo-Slavia (los eslavos del Sur), compuesta de ochopueblos milenarios y con tres religiones, bajo la tutela de los serbios, con capital enBelgrado. Todo al parecer como recompensa por el asesinato, por los serbios, delpríncipe heredero del Imperio Austro-Húngaro. Con la guerra que buscaron, losaliados consiguieron sus viles propósitos.

Los vencedores de aquélla Primera Gran Guerra lanzaron al pueblo alemán a lahiperinflación, desconocida hasta entonces. El hambre y la miseria en los sectores

humildes eran desesperantes.Los aliados fueron los únicos culpables de crear una situación tal que una revancha,una nueva gran guerra, era inevitable: y eso era justamente lo que querían. Había unclima ideal para que un exaltado agitador y oportunista como Adolf Hitler aprovecharaesta situación, y forjara al NAZIONAL SOCIALISTICHE DEUTSCHE ARBEITSPARTAI, Partido Nacional Socialista de los trabajadores alemanes (del cual proviene eltérmino “ NAZI” ), que era opuesto al partido obrero socialista inter- nacional rusoque instaló el terror soviético. Lamentablemente la clase trabajadora ha sido la causa delos regímenes dictatoriales en muchas partes del mundo.

HITLER Y SU MOVIMIENTO OBRERO NACIONAL SOCIALISTA

Se trata de un personaje que llegó a dominar gran parte de Europa. Un idea- lista eingenuo soñador de grandeza, un fanático perseguidor de sus enemigos y opositoresincluyendo a los judíos, considerándolos la base intelctual del comunismo queamenazaba tanto a Alemania como a toda Europa.

 Al pensar en Hitler me invade la melancolía al ver la fatalidad de los grandeshombres del mundo, que a pesar de haber conseguido encumbrarse, encontramos

detrás de ellos la mediocridad, la envidia, los celos, la venganza y la sed de gloriapersonal.

Hitler nació en Austria el 20 de abril de 1889, en la ciudad de Braunau, sobre el ríoInn, en la frontera con Alemania. Su padre, Alois, era hijo ilegítimo (según algunosautores, de María Anne Schickelgruber, quien había sido sirvienta en la casa de unjudío rico, por lo que consideran que Hitler poseía 25% de sangre judía, pero esto seha ocultado celosamente), por lo que Alois ha llevado el apellido de su madre. Sinembargo, al casarse ésta con Johann Hieder, el joven Alois toma el apellido de supadrastro, siendo corregido en las actas de nacimiento. Por lo que, a su vez, su hijo

 Adolf lleva este nombre, pero modificado: Hitler. Se sabe que su padre fue un granmujeriego. Quizás esto influyó para que el joven Adolf fuera una persona muyreprimida y poco ubicada con el sexo opuesto, formando un carácter obstinado,

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arrogante, intransigente y fogoso, entre lo que no se destacaba la audacia sexual.Hitler tenía una personalidad solitaria y obsesa, con una gran intolerancia hacia laoligarquía, a los no alemanes y más tarde a los judíos. Probablemente todo esto lo llevó

a ser un gran lector de libros de distintas ideologías. Con mucha razón sostenía que lospartidarios que son conquistados con la palabra escrita, son mucho menos que losconquistados con la palabra hablada. Que todos los grandes movimientos que hubo enel mundo fueron obra de grandes oradores y no de grandes escritores. Para mi, él, sindecirlo, había seguido el ejemplo tanto de Lenín como de Trotzky, que eran losmáximos oradores de la revolución bolchevique.No obstante, Hitler consideraba que, al menos en la unidad o en la base de cualquierdoctrina, es necesario que los principios sean formulados por escrito, por lo queescribió su único libro “Mi lucha” y, con eso, parece que quiso imitar a Karl Marx de

quien se sabe que era un resentido anticapitalista y antijudío – a pesar de tener la mismaprocedencia – .En un pasaje del libro, entre otros argumentos, para justificar su antijudaísmo, Hitleraduce que durante la guerra, mientras todos debían estar en el frente de las batallas,“las oficinas estaban llenas de judíos. Que todos los empleados eran judíos y todos losjudíos eran empleados”. 

En su trayectoria pública demostró una gran ambición de poder. Después determinar los estudios secundarios se fue a Viena, pero no encontró una ocupaciónestable, más que pintar carteles de publicidad. Al pasar allí algunos años, prácticamente

en la miseria, en 1913 se fue a vivir a Munich, que era la ciudad universitaria de Alemania y albergue de los grandes agitadores ideológicos, como el mismo Lenín,aunque en distintas épocas. Al principio, se mantuvo pintando cuadros. Fueconvocado al servicio militar provisorio, pero fue rechazado como no apto.

 Al empezar la Primera Guerra Mundial, se alistó como voluntario en el ejército deBaviera. Luchó en las trincheras alemanas, donde sufrió el impacto negativo deldesastroso desabastecimiento de ls tropas, por los continuos sabotajes y la revoluciónprovocada en el territorio alemán, en plena guerra. Además fue herido dos veces ysufrió las consecuencias del gas venenoso tirado por los aliados, por lo que debió ser

hospitalizado. Hitler consideraba que la derrota alemana se debía a la maliciosapropaganda aliada antialemana, a la gran especulación y enrique- cimiento de los judíosdurante la guerra, y a la agitación comunista apoyada por sus intelectuales, ya quemuchos de ellos realizaron la revolución comunista y ocuparon altos puestos en lacúpula soviética.

 Al final de la guerra, por las heridas recibidas, se encontró nuevamente en elhospital. Por el heroísmo demostrado en las batallas, en 1914 recibió la OrdendeHierro de 2ª clase y, en 1918, fue condecorado con la Orden de Hierro de 1ª clase, loque era poco común para un efreitor (cabo). El tormentoso período después de la

derrota alemana y el impresionante castigo por parte de los aliados fueron unaobsesión y un trauma para Hitler.En septiembre de 1919 se unió al pequeño Partido Obrero Alemán, en Munich,

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como encargado de propaganda. Con su impetuoso y avasallador carácter siempre seimpuso en las resoluciones, amenazando que lo iba a abandonar. El 25 de febrero de1920 presentó un programa de veinticinco puntos. Hasta que en julio de 1921 se erigió

como presidente, con poder irrestricto, y comenzó una gran propaganda en losmeetings y con el diario “Völkischer Beobachter” (Observador del pueblo). Prontoeste partido, de un puñado de afiliados, llegó a tener dos mil. Consiguió atraer a suauditorio con su penetrante mirada, magnéticas palabras y gesticulaciones.

El partido de Hitler tenía como propósito poner orden en Alemania, sacarla de lafrustración y la miseria en la que estaba sumida, formar una fuerza armada acorde consu país y poder así oponerse a los injustos dictados y al pago de las tremendascontribuciones de guerra. Y una vez conseguido el bienestar de todo el pueblo alemán,lanzarse a la liberación de sus hermanos subyugados bajo Polonia y chequia, y

unificarlos en un gran Reich (Estado), incluyendo a los austríacos que también sonauténticos alemanes. Estos eran uno de los tantos reinos alemanes que ellos mismosllaman “Österreich” (el Estado del Este), y no Austria como figura internacionalmente. Algo parecido a la República Oriental del Uruguay.

Prusia Oriental era una provincia de más de cuatro millones de habitantes, sobre elBáltico, al Norte de Polonia. Quería así también recuperar a los muchos alemanes del Volga traídos, pero engañados, por la emperatriz rusa Ekaterina, la que les habíaprometido tierras óptimas para la agricultura a las orillas del gran río Volga, así comotambién amplio apoyo financiero. Sin embargo, una vez que llegaron con gran

sacrificio hasta allí, fueron abandonados, como escudos humanos, contra lasinvasiones tártaras. “Los alemanes del Volga” son conocidos  como “El pueblo queemigró dos veces”, ya que muchos de ellos debieron llegar hasta la lejana Argentina,mayormente a la provincia de Entre Ríos.

De chico escuchaba decir: “Una revancha, una segunda Gran Guerra dentro de 20años, es inevitable”. Y así fue. Sin duda los grandes capitalistas, los fabricantes ytraficantes de armas, se frotaban las manos. Con toda seguridad, ellos mismosmandaban a sus agentes para preparar el ambiente de guerra.

Que Hitler estaba apoyado por capitales foráneos se puede deducir, entre otros

hechos, de lo siguiente. El residente búlgaro en Oregón, EEUU, Nicola Nikolov, ungran analista de la historia europea, en su libro “Las máscaras de   las celebridades”,escribe lo siguiente: “Los progresos de la familia Bush, varios de ellos presidentes deEEUU, no obstante su origen hebreo, dependieron mucho de los planes de Hitler, quefueron los planes de sus socios: el rey alemán del acero Thyssen, quien interviene conimportante capital, asociado a los industriales Harriman y Prescott Bush. Thyssen esmiembro oficial del partido nazi. Él, en su libro “ Yo pago a Hitler”, reconoce que lofinanció desde el año 1923. Un análisis realizado en los EEUU, constata que el BancoBush fue el defensor de los intereses de los “Fereinigte stahlwerke” (industria unificada

del acero) de Alemania, de Franz Thyssen y sus dos hermanos. Lo que en la guerra haproducido una gran parte del acero necesario para la industria armamentista nazi” 1. En otro párrafo del mismo libro, el Sr. Nicolov relata: “En la Primera Guerra 

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Mundial, las familias Rorhschild y Rockefeller, de origen hebreo, embolsaron unoscien mil millones de dólares-oro. Además, la familia del zar ruso, Romanov, tenía unoscincuenta mil millones de la misma moneda en depósitos en Francia, que después de la

revolución bolchevique, como es sabido, nadie pudo reclamar por el asesinato de todala familia real” 2. Conociendo  el nexo entre los revolucionarios soviéticos y losbanqueros internacionales, es fácil pensar que hubo una orden para ese exterminio.Cabe destacar que entre 1919 y 1923, el Partido Comunista había hecho varios intentosde apoderarse del gobierno en Alemania. En enero de 1923, con la hiperinflación,quebró el marco alemán. En noviembre de ese año, Francia ocupó de nuevo la regiónSudoeste de Alemania del Ruhr, con el pretexto de asegurarse el cobro de lasreparaciones de guerra, fijado por los dictados de Versailles. En esos tiempos, en Alemania, se habían producido incluso brotes de separatismo en varias provincias,

unas impulsadas por los comunistas y otras por distintos intereses.Desesperado, Hitler arriesgó el tan comentado como criminal Putsch, que enrealidad no era mas que un intento de tomar el poder en el Estado de Baviera, que sellevó a cabo el 8-9 de noviembre de 1923, al parecer alentado por el famoso generalLudendorff, reconocido como héroe nacional de la Primera GranGuerra, pero fracasó

1 Nikoloc, Nicola M., Las máscadas de las celebridades, 1ª edición, 1994, pág. 232 traducido del búlgaro

 por mí.2 Ibídem, pág. 233.

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como emblema de su partido la Hacken Kreutz (cruz svástica), símbolo religioso dela India, utilizado antiguamente como diagrama de buen augurio.

Detrás de marxismo, consideraba sus más grandes enemigos a los intelctuales

judíos por haber creado el comunismo y haberlo establecido en Rusia y ocupado losmejores puestos de jerarquía en el poder soviético. Según él, fueron una mí- tica figuraque le causaba gran temor por su enorme poder político y económico ya que lamayoría de los grandes banqueros eran también de esa colectividad.

Su más grande aflicción, según se lee en “Mi Lucha”, fue la política exterior. Suambición era unir a todos los alemanes de Europa. Su ideal era conseguir una cruzadaeuropea contra el comunismo y, al final, construir una Europa unida. A la fascista Italiade Mussolini la miró como su aliada más natural. Además, tenía un gran respeto porInglaterra y esperaba atraerla como aliada, pero con la condición de que dejara de ser

árbitro y componente de las fuerzas de Europa, y limitara su exorbitante poder másallá de los océanos.Mientras a Francia la consideraba enemiga eterna, por haber usurpado territorios

alemanes. Usó, hábilmente, los pesados e injustos dictados de Versailles, de la PrimeraGran Guerra, y ganó amigos no sólo en Alemania, sino en varios otros países. Seguroes desconocido que en muchas naciones de Europa había movimientos estudiantilescon plataformas del socialismo nacional, en contrapartida para frenar de alguna manerael tremendo avance del comunismo entre la juventud europea. Con su incansableoratoria, lo vi mostrarse como el líder europeo contra la amenaza soviética. Para

proteger mejor sus meetings de los ataques comunistas, en noviembre de 1925 elFührer (líder) creó sus propias tropas, llamadas más tarde “Sturm Soldat” (Soldados deataque), o sea, los tan nombrados “SS” que en realidad representaban el poder nazi.  

Otro gran impacto, para los males de Alemania de entonces, fue sin duda la quiebrade la Bolsa de Nueva York, en octubre de 1929. Con todo esto, el estanca- do partidode Hitler, prohibido en Alemania, empezó a crecer de nuevo cuando desbordó la grancrisis económica, el hambre y la miseria, entre la población con escasos recursos y laclase obrera. A todo eso se sumó un nuevo acontecimiento. En los años 1929-32, porel juego asesino de Stalin para someter al comunismo a través del hambre y a los

díscolos ucranianos con el trigo, que ellos mismos producían en su patria (que fue latriguera de la Unión Soviética), hacía dumping hasta los demás continentes, incluso lalejana Argentina.

Con eso, el astuto y cruel Stalin conseguía varios propósitos:

- Primero: someter a los ucranianos al comunismo, con un plan fríamentecalculado, ocasionando la muerte de 7 millones por el hambre. Eso fue con-firmado por el presidente Boris Yeltsin, al caer el comunismo.

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- Segundo: mostrar al mundo entero la bondad del sistema soviético, dondesegún la tremenda y eficaz propaganda sobraban los alimentos, que yo mismohabía creído y propalado ya que nadie podía penetrar en el “paraíso soviético”,

ni salir de allí para contar la verdad. Todo estaba celosamente planeado yescondido.- Tercero: arruinar las economías mundiales, provocar hambrunas y masivos 

disturbios, preparando la penetración y revolución comunista. En aquel tiem- po, yo tenía 12-13 años y trabajaba como agricultor. Me acuerdo cómo, por el cercano puerto de Burgas, pasaban barcos rusos cargados de granos, para ofrecerlos a precios más baratos que el costo del grano que nosotros produ- cíamos. No teníamos dinero ni para comprar las cosas más esenciales como azúcar, fósforos, sal, etcétera. La gran necesidad se instaló en nuestras casas. 

Con todo eso, los aliados no se compadecieron y cobraban compulsivamente, sin clemencia, los tributos de guerra que debía pagar cada familia. Quizás por eso yo nunca pude sentir aprecio por los ingleses. Tan agobiantes eran las contribu- ciones que yo mismo observé muchas veces las banderas rojas de los remates y la angustia pintada en los rostros de los desesperados campesinos. Era evidente que las potencias coloniales tenían práctica en este vil sometimiento y explotación, sin interesarles el sufrimiento ni la dignidad humana. 

Para conocer mejor la situación de entonces, sería conveniente recurrir a los autores que realizaron estudios a fondo, como por ejemplo M.J. Thornton, quien 

en su libro “El nazismo 1918-1945” dice: “  El principio de autodeterminación nacional  del presidente norteamericano Wilson, podía argumentarse. Para los alemanes, había sido aplicado sólo allá donde convino a los aliados. El corredor polaco, para no olvidar uno de los  tradicionales enemigos de Alemania, cortaba al Reich (al Estado) alemán en dos. Las colonias  de ultramar, habían sido asignadas, en mandato, a varios de los aliados, pero también ello  podía interpretarse como acción del imperialismo franco-británico. El ejército estaba reducido a 10.000 hombres, su Alto Mando había sido recortado y se le había privado de aviación y  tanques. Las sanciones eran exigidas en marcos, oro, carbón, barcos, madera, ganado y otros  c on ce  ptos...”   5. 

“ ...Con la República en evidente fase de desintegración, los nazis podían ya hacerse de la  oportunidad esperada por tan largo tiempo (...) También a los industriales supo dirigir palabras  halagadoras. En enero de 1932,Fritz Thyssen se las ingenió para que Hitler hablara en el Club  de la Industria de Düsseldorf. Enfáticamente, afirmó a su auditorio su ‘ inexorable decisión de  destruir el marxismo en Alemania ’, con tal persuasión, que aquellos magnates de la industria, duros de roer, que le habían acogido con frialdad, le concedieron una calurosa ovación cuando  

5 Thornton, M.J., “E l nazismo 1918-1945, 1ª edición en español 1967, Editorial Globus, pág.59.

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acabó su discurso. La oposición del nazismo a la amenaza del comunismo era el elemento más fuertede su llamada a las clases propietarias. “ Los oradores nazis, con aguda habilidad, alimentaron ydirigieron los resentimientos del empobrecido y desesperado pueblo alemán. La República estaba

corrompida; Francia se aplicaba a esclavizarlas; los especuladores prospera- ban a expensas de laclase obrera; los marxistas predicaban el odio de clase para dividir a la nación... Los partidos y los políticos existentes estaban teñidos del ‘ sistema ’ y  Alemania debía poner sus miras en nuevoshombres, para recobrar su lugar bajo el Sol ”   6.

El artífice de la futura propaganda nazi fue el ministro Josef Göbbels que, antesde aliarse a Hitler, lo consideraba un burgués. Mientras él, con otros que loconsideraban un intelectual muy inteligente, había organizado otra rama nacional,pero más de izquierda. Sin embargo, al ver un Hitler triunfante se alió a él, y al llegaréste al poder, fue nombrado Ministro de Propaganda.

Lo he escuchado muchas veces hablar por la radio pero, como yo era un excomunista, siempre tuve hacia él una profunda antipatía. Me parecía una pro-paganda mentirosa y sin fundamentos. Después, me di cuenta de que no todas eranmentiras, como por ejemplo la intención aliada de entregar los países de EuropaCentral al terror de Stalin y los soviets, entre cuyas desesperadas víctimas estaba yotambién.

LA LLEGADA DE HITLER AL PODER

En junio de 1929 se publicó el Plan Young de los Aliados para la reducción delas reparaciones de guerra pero sujeto a ciertas rígidas condiciones. Contra esto, sedesplegó una gran campaña, tanto por el presidente Hindenburg como por Hitler,con lo que pasa a ser una figura conocida en toda Alemania.Por eso, en laselecciones parlamentarias del 14 de setiembre de 1930, los nazis alcanza- ron ciertaimportancia al elevar sus escaños de 12 a 107, ya que había muchos millones dedesocupados.

En esos años reinaban el caos, el hambre y la miseria, que favorecieron a Hitler,

con su incansable oratoria. Lo he visto en los noticieros, que pasaban en los cinesantes de empezar las películas (ya que en ese entonces no existía la televisión).¡Cómo gritaba y gesticulaba el loco para conseguir enfervorizar a su auditorio!

Parecía un autómata, con gran agitación y propaganda. Cabe destacar que Hitler,recién el 25 de febrero de 1932 consiguió la ciudadanía alemana, o sea, un año antesde llegar al poder.

6 Ibídem, págs. 60-61.

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Muchos amigos me han preguntado: ¿por qué yo detesto tanto a Hitler? No esporque él no tuviera razón, en cuanto a las reivindicaciones nacionales y terri- toriales,por su lucha para implantar el orden y la seguridad, atraer inversiones y elevar elbienestar del pueblo, sino por cómo estropeó todo, con su personalidad psicótica, consu arrogancia, su altanería y su egolatría. Él, y nadie más, dio pie de nuevo a los aliadospara que, esta vez, toda Alemania fuera convertida en es- combros y todos nuestrospaíses, del centro europeo, fueran entregados al terror soviético... Hitler, por haberderrotado en pocos dias a Polonia y en cuarenta y cinco dias a la poderosa Francia, seconsideró invencible y, sin prepararse, se lanzó contra la enorme Rusia.

En las elecciones presidenciales del 13 de marzo del ’32, Hitler se postuló entreotros candidatos, pero fue derrotado por amplio margen por el Gral. Hindenburg,quien ganó su segunda presidencia. En esta época los sindicatos, tanto de la izquierdacomo los nazis, no cesaban de organizar huelgas de un ex- tremo al otro. El país estabaconvulsionado. En las elecciones de julio de 1932, los nazis consiguieron 230 escañosen el Reichstag, (Parlamento), compuesto de

608 diputados. Hitler se presentó para el cargo de canciller, pero el presidenteHindenburg lo rechazó. El 6 de noviembre de ese año, la cantidad de escaños nazis enel Reichstag se reduce a 196.

En poco tiempo dimiten tres sucesivos cancilleres: Bruening, Papen y Schleicher.En las elecciones presidenciales el partido obrero de Hitler había conseguido el

36,7% de los votos; aunque era tan sólo un poco más de un tercio, pero con eso estabaen segundo lugar, el presidente Hindenburg se vio obligado, el 30 de enero de 1933, anombrar a Hitler como canciller de Alemania, a pesar de las protestas de mucha gentede alto nivel. Un destacado mariscal, que sin duda no quería someterse a las órdenes deun arrebatado, escribió una carta a Hindenburg diciendo: “Ese Hitler arrebatadoarrastrará al Reich al abismo”. 

Cabe acotar que por aquel entonces la ciudadanía alemana estaba muydesmoralizada por las penosas circunstancias vividas en los últimos años, y en realidadno prestó demasiada atención a estas elecciones. Tanto es así, que la llegada de Hitleral poder apareció en sexto lugar en el noticiero cinematográfico, por de trás de unconcurso de salto de esquí y de una carrera de caballos. El pueblo no imaginaba sudestino.

“Actor talentoso, dominaba las relaciones per sonales y el arte de la entrevista.  Era capaz de representar multitud de papeles, posando como alguien indignamente vejado o  justificándose, a sí mismo, en una explosión de decorosa indignación. Aun ganado en apariencia  

 por una rabia ciega, en un instante podía sosegarse y continuar la conversación en tononormal. 

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En ocasiones, dio prueba de un gran encanto personal y muchos testigos no hanolvidado la magnífica cualidad de su personalidad, que se servía, al parecer, de unpoder casi hipnótico.

“Poseía una memoria notable, aunque con fallas, capaz de recordar los detalles, queutilizó para impresionar a sus generales cuando vertía torrentes de estadísticas en lasconferencias militares. Aunque muchas de éstas demostraran más tarde ser inexactas, laprimera impresión de concentración mental, que era lo que Hitler pretendía, nofaltaba.

“Fue uno de los oradores más eficaces de todos los tiempos. Su voz era áspera,frecuentemente repetía y divagaba, pero su entrega arrastraba tal impacto emocional,que las audiencias alema nas se le abrían e, incluso, escépticos periodistas extranjerosquedaban impresionados...”7. 

El día 27 de febrero de 1933, apenas con un mes en el poder, se produjo un granincendio en el Reichstag, por lo que el nuevo canciller, Hitler, decide la suspensión delas garantías y libertades individuales y empezó la persecución de los comunistas. Coneso, algunos se plegaron al partido nacional socialista, pero otros, más firmesactivistas, fueron enviados a campos de concentración

para trabajos forzados. Entre los cuales habría, seguro, no sólo alemanes sinobastantes judíos, que pertenecían al partido comunista, porque lo consideraban sualiado natural al verse perseguidos por los nazis y por su buena posición en la Rusiacomunista.

Entre otras iniciativas, los nazis crearon institutos para la educación de los adultos,se reglamentaron las vacaciones y los deportes eran tan organizados que muchosmillones podían competir. En las últimas elecciones, virtualmente libres, los nazisconsiguen 288 escaños parlamentarios, que tampoco eran mayoría, ya que, comomencioné, el total era 608, pero consiguen que se apruebe la Ley de Poderes.

Hitler copió la mayor parte de su actitud de Stalin, “al que hable más de la cuentahay que cerrarle la boca para siempre”. Pero la diferencia era que los ru sos trabajabanpor el miedo, mientras los alemanes hacían todo por su amor al trabajo, su disciplina ysu natural respeto a la autoridad para acatar las órdenes.

Por eso, Hitler se aprovechó de ese maravilloso pueblo. Los mandó a luchar ymorir adonde se le antojaba. Al poco tiempo de instalarse el nazismo en el poder, fue sancionada la ley por la

cual los profesionales y los funcionarios públicos debían ser sólo arios y no semitasporque, como ya mencioné, Hitler consideraba que entre ellos había muchoscomunistas.

El 17 de mayo de 1933 Hitler prohibió por ley las huelgas que asolaban el país y ellock-out. Con eso el nazismo logró atraer una sostenida inversión, ya que loscapitalistas en aquellos tiempos preferían un país seguro, con orden. Entre

7 Ibídem, págs. 87-77.

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ellos, sin duda, había muchos inversores judíos. En julio, el Partido NacionalSocialista fue declarado como único partido legal, al mejor estilo soviético. Elcomunismo quedó prohibido.

 Al estar vacío el Banco Central, sin divisas fuertes ni la tenencia de oro, yaentregado por las contribuciones de Guerra, Hitler declaró que el laborioso puebloalemán respaldaría el valor del marco alemán con el trabajo y la producción. Así, evitóuna futura inflación y aun en la cruel guerra, el marco alemán mantuvo intacto su valor. Eso me consta a mi.

El 14 de junio de 1934 se encontraron por primera vez Hitler y Mussolini en Venecia, dando comienzo a la integración de los dos sistemas: el fascismo y elnacionalsocialismo, como socios inseparables hasta la muerte de ambos.

 Al morir el presidente Hindenburg, Hitler asumió la presidencia, el 2 de agosto de

1934, y el ejército alemán le juró fidelidad. Al año siguiente, introdujo el servicio militarobligatorio y, fiel a su ánimo de establecer pactos estratégicos con Inglaterra, el 18 dejunio se formalizó el acuerdo naval anglo-alemán, que duró varios años.

Mientras tanto, en España, los líderes ávidos de poder agitaron al frustrado pueblocon todo tipo de propaganda, con lo cual, el 18 de julio de 1936, estalló la Guerra CivilEspañola.

En consecuencia, tanto Hitler como Mussolini  – el líder de Italia – , prestaron activaayuda al Gral. Franco, el máximo luchador contra el nuevo orden republicano, promarxista, quien, con la ayuda de los intrépidos moros de la guarnición de Tánger,

emprendió una sangrienta contrarrevolución. El 18 de noviembre de1936 Hitler reconoció al nuevo gobierno de Franco como un poderoso bastiónanticomunista en la Península Ibérica.

Cabe destacar que el Dr. Schacht fue el arquitecto de la recuperación de laeconomía alemana bajo el régimen nazi; con lo que el empleo aumentó y se aceleró elconsumo interno. Al estar más estabilizada la economía atrajo más inversiones. Alempezar el crecimiento económico se proyectó el famoso coche Volkswagen (el cochedel pueblo), que se decía fue diseñado por Porsche, con la ayuda personal del Führer,quien aseguraba que cada obrero alemán tendría un auto. Ese nuevo modelo debía ser

económico y no necesitaría usar agua para la refrigeración. Yo mismo leí esasalabanzas. Al ponerse en marcha el Plan Cuatrienal, bajo la dirección de Göring, se inició la

economía de guerra y el Dr. Schacht fue nombrado director general de la EconomíaBélica. Pero al no avanzar mucho en esa dirección renunció, porque se dio cuenta deque preparar a Alemania para la guerra en cuatro años era una empresa demasiadoambiciosa y difícil. Así como ordenar las importaciones necesarias, construir fábricasde caucho y textiles sintéticos con recursos que no eran suficientes, teniendo en cuentaque Alemania recién se levantaba del desastre económico y que no poseía riquezas

naturales ni colonias. Por eso al empezar la guerra el alborotado Führer, Alemania noestaba preparada más que para una “Blitz Krieg”, o sea, “guerra relámpago” (o rápida).  Como el imperio ruso, y luego soviético, había ocupado las islas japonesas de

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Sajalin, y por otro lado, Hitler tenía miedo de la avalancha comunista en Europa, el 25de diciembre de 1936 se firmó el pacto Anti-Komintern, entre Alemania y Japón. El“Komintern” era la difusión, desde Moscú, del comunismo internacional  y en

noviembre de 1937, Italia también se adhirió a ese pacto.Mientras tanto la economía de Alemania siguió en ascenso, dada la prohibición delas huelgas que provocaba el partido comunista. Por lo tanto, con los sindicatos en sumano y con el esforzado e ingenioso pueblo alemán, Hitler consiguió una granproducción, con lo cual llevó rápido a Alemania a ser una de las primeras potencias deEuropa, con un evidente alto nivel de vida. Eso, poco a poco, hizo que su régimen en Alemania, aunque no deseado, fuera tolerado. Si bien el nazismo sostenía que era unadoctrina nacional y no para la exportación, como el comunismo, el éxito obtenido yuna hábil propaganda habían logrado movimientos en otros países de Europa que

simpatizaban con el socialismo nacional que contrarrestaba el peligro marxista.En los años 1937-38 llegaba, a veces, algún barco de Rusia al puerto de Burgas, enBulgaria, sobre el Mar Negro, donde yo terminé el secundario. Eran turistas bien vestidos que querían impresionar con el tan propalado “paraíso  soviético”. En esamisma época empezó a demostrarse el bienestar en Alemania, con los nutridoscontingentes de obreros que viajaban de vacaciones a distintos países de Europa.

CONTACTO CON LOS NAZIS

Me acuerdo que un día, en 1938, había llegado un barco con turistas alemanes. Erauna novedad para la ciudad. Se pensaba que Alemania todavía era un país pobre. Sehabía congregado mucha gente en las veredas por donde tenían que pasar. Con ungrupo de amigos decidimos ir también. Apareció un primer grupo de alemanes; eranaltos, rubios, con ojos celestes, como expresión de una raza superior, los nazis.Estaban bien vestidos, con traje azul marino y guantes blancos, caminaban bienerguidos. Impresionaban muy bien, por lo que arrancaron muchos aplausos. Derepente, uno de mis compañeros gritó “nazi, nazi”. De improviso uno de ellos subió a

la vereda y le dio una trompada tal, que lo tiró al suelo. Aunque yo me había salvadodel fanatismo marxista, que me dominó varios años, esa agresión física me impresionómuy mal. Por eso mi antipatía, no sólo contra los nazis sino también contra todos losalemanes, prosiguió por mucho tiempo más, hasta conocerlos bien. Porque yo,ingenuamente, no podía distinguir entre el alemán común y los soberbios nazis de losque después, en Alemania, vi muy pocos.

El 12 de febrero de 1938, el presidente de Austria, Schuschnigg, visitó al Führer ensu residencia en Berchtesgaden, en los Alpes bávaros. En la entrevis- ta, Hitler le pidióque se legalizara el partido nazi en Austria, pero como éste no aceptó  – o aceptó pero

no cumplió, porque las comunicaciones fueron muy confusas –   quiso hacer unplebiscito. Yo tenía por entonces 20 años y seguía con fervor los acontecimientos enEuropa. En respuesta por el incumplimiento del presidente austríaco, un mes más

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tarde, el 12 de marzo, las tropas alemanas invadieron Austria. Resistencia, al parecer,no hubo y el día siguiente se proclamó el Anchluss (La Unión) y un mes después, fueincorporada como un nuevo estado alemán.

 Al ver el éxito de Alemania, el 10 de abril, el líder de los nazis en los Sudetes,Henlein, presentó un plan al gobierno Checo, con petición de que se le otorgara unaautonomía dentro de la federación Checo-Slovaca. Lord Runciman llegó a Praga, comomediador británico, pero no logró un acuerdo. En consecuencia, Hitler pidió laautodeterminación de los Sudetes, pero no la obtuvo, por lo cual, el 15 de setiembre,invitó al premier británico, Chamberlain, a Munich, para discutir el problema de losSudetes, que el 29 de setiembre del 1938 se anexaron a Alemania. Hoy forman parte dela República Checa.

EL COMIENZO DE LA PERSECUCIÓN JUDÍA

LA NOCHE DE LOS CRISTALES ROTOS

 Aunque Hitler demostró un notable antisemitismo al excluir a los judíos de los cargospúblicos por considerar que entre ellas había muchos comunistas pero, no hubo alprincipio una persecución ya que necesitaba de su notable actividad económica ysiertamente ellos invertían mucho aprovechando la estabilidad del orden establecido,

ya que en el resto de Europa el comunismo causaba huelgas y gran desorden einseguridad. Lamentablemente, algo totalmente inesperado sucedió: el día 7 denoviembre de 1938, el joven judío Herschel Grynszpan asesinó, dentro de la Embajadaalemana, en París, al secretario Ernst Von Rath (insistía en ver al embajador, al cualhabía decidido matar, pero por error disparó al primero que se le presentó).La propalación de esa trágica y confusa noticia que yo también leí (que habíanasesinado al Embajador), sacudió a toda Europa, trajo serias y desgraciadasconsecuencias de represalia, que se llevaron a cabo, con la mayor virulencia, el penosodía 9 de noviembre. Ese día, oleadas de enardecidos seguidores de Hitler cometieron

una serie de vandálicos ataques contra los más destacados y elegantes negocios judíos,rompieron vidrieras, saquearon e incendiaron. En muchas partes pegaron áticos conslogans que veíamos en los cines. “Alemanes, defiéndanse, no compren a judíos.”  

 También fueron atacada y quemadas varias sinagogas y cultos religiosos. Fue unmomento de gran zozobra para esa colectividad. A ese trágico acontecimiento lollaman “la noche de los cristales rotos”, o “Kristallnacht ”, o “El primer pogromnazi”, en rememoración a cuando el zar ruso ordenó que los hebreos se fueran deRusia o se convirtieran a la religión cristiana ortodoxa, justificando que ellos eran muyágiles en los negocios y se aprovechaban del ignorante pueblo ruso.

Sin duda, el zar imitó a los reyes católicos de España, que ordenaron su ex- pulsión osu conversión al catolicismo. Después de esa bárbara reacción de los nazis, mucha deesa gente, tanto los ricos como los de buena posición, previendo el futuro, empezaron

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una masiva emigración de Alemania (eso significa que ellos tenían plena libertadeconómica). Sin duda, desde ese momento, muchos de los israelíes de los países deEuropa que preveían la invasión nazi, se apresuraron a emigrar; y otros apoyaron

activamente su acción guerrillera. Por si el asesinato en la Embajada alemana en Parísfuera poco, otro hecho trascendental complicó mucho más su situación, como veremos más adelante. El 5 de setiembre de 1939 el máximo dirigente sionista, Chaim Weitzmann, declaró en nombre del judaísmo mundial la guerra sin fronteras contra Alemania, y sumió en una situación catastrófica a sus connacionales.Sin duda, el lector se dará cuenta que sin el asesinato en la Embajada no habríaempezado la persecución y los judíos seguirían haciendo excelentes negocios; y sin ladeclaración de guerra a Alemania, los judíos no habrían terminado en los campos deconcentración que, con el posterior desastre de Alemania, se convirtieron en campos

de la muerte. 

LA TRÁGICA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL LA INVASIÓN A POLONIA

En los años 1938-39 leíamos muchas veces en los diarios que la población alemana delos territorios mutilados y entregados a Polonia y Checoslovaquia, en la Primera GranGuerra, clamaba su liberación por la represión que recibían en esos países. Al parecerse quería hacer una limpieza étnica, mucho peor e injusta de la que hicieron ahora losserbios con los albaneses. Los serbios querían sacar a los albaneses de su milenario y

sagrado territorio,

porque allí, su héroe nacional, Marcos, luchó hasta morir contra la dominación turca;además los albaneses como tienen muchos hijos – fieles a la cultura islámica – , luchabanpor anexar Kosovo a Albania.Mientras los polacos y los checos querían echar a los alemanes de su propia tierra, quele usurparan en la Primera Guerra Mundial. Para entonces se cumplían los 20 años depaz, pronosticada por la vox populi. Del 10 al 16 de marzo de 1939, los nazis

liquidaron el estado checo y establecieron el Protectorado de Bohemia y Moravia, conlo cual los eslovacos aprovecharon la invasión para se- pararse de Checoslovaquia yestablecer su propio Estado independiente y neutral, Eslovaquia, encabezado por elpresidente Monseñor Tiso. El 24 de agosto, Von Pappen y Molotov suscriben el pactode “no agresión” entre Alemania y Rusia. 

Hitler, halagado por su éxito económico y por haber logrado los buenos resultados conla anexión de Austria que es un pueblo alemán y luego a Chequia, decidió liberar a suscompatriotas, subyugados bajo el fanatismo de los polacos. Esa decisión, según la

prensa de entonces que yo mismo leí con sumo interés, ya que tenía más de 20 años, seconsideraba la única solución a la grave situación y al clamor de la gente después delfracaso de la diplomacia. Algunos diarios escribían: “Es sabido, por milenios, que lo

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que se quita por la fuerza, por lo general, si no ayuda la diplomacia, se recuperatambién por la fuerza”. Además, era conocido el fanatismo checo y polaco.  Como la provincia de Prusia Oriental, sobre el Báltico, estaba separada de Alemania y

la ciudad alemana de Danzig (hoy Gdansk), fue puesta por los aliados bajo un controlinternacional. Hitler pretendía obtener de Polonia un corredor terrestre paracomunicarse con sus hermanos (de Prusia Oriental). Sin embargo, los polacos seopusieron tenazmente a ese corredor, máxime teniendo un tratado de defensa conFrancia e Inglaterra. En consecuencia, los nazis resolvieron recurrir a la fuerza militar ycomo desenlace, el 1º de setiembre de 1939 invadieron Polonia. La prensa de entoncesno consideraba que este hecho desencadenaría una tremenda conflagración mundial.Sin embargo, Hitler no tuvo en cuenta que los magnates capitalistas y armamentistasanglo-norteamericanos esperaban ansiosos ese momento. Desmembrar

Checoslovaquia y derrotar a Polonia era cosa fácil. Pero ingenuamente, o por ser unindividuo de mucha ambición pero de poca cautela y visión, no creía que los exaliados, Francia e Inglaterra, a los dos días, le declararían la guerra. Y si pasaron unosdiez meses sin atacarlo, era porque esperaban para armarse bien. El 28 de setiembre de1939 se firma el acuerdo, entre los soviéticos y los nazis, sobre la división de Polonia.En noviembre del mismo año, se produjo la primera conspiración contra Hitler queterminó en fracaso. Después de muchos intentos de salvar un conflicto de gran proporción en Europa, serealizaron innumerables encuentros diplomáticos, especialmente entre Hitler y el

premier de Gran Bretaña, Chamberlain, pero nunca se llegó a un acuerdo válido. Losarmamentistas “enturbiaban el agua”; esperaban ansiosamente una guerra total, y loconsiguieron.En todas esas reuniones al Führer se lo veía con “la sonrisa hasta las orejas”, que a míme parecía cínica, tratando por todos los medios de convencer a los ingleses de susbuenas intenciones con ellos. Los quería atraer a su principal objetivo, que fuecombatir la amenaza comunista. Ya bajo el miedo de que los aliados tomaranposiciones en las costas del continente europeo, en abril de 1940, Hitler ordenó alalmirante Röder ocupar Dinamarca y Noruega. A fines de abril de 1940, se estableció

el gran gueto de la ciudad polaca de Lodz (del que hace referencia el escritor judio queestuvo en campo de concentración Jack Fuchs en su libro “Tiempo de recordar ”, quecitaré más adelante), sin duda para evitar sabotajes.

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LA INCREIBLE DERROTA DE FRANCIA

Para asegurar su frontera norte frente al progreso de Alemania bajo los nazis, Franciahabía construido su entonces famosa línea Maginot, considerada la última palabra enfortalezas defensivas.Los nazis querían asegurarse y empezaron la construcción de la muralla defensiva,llamada Siegfrid, en memoria de su legendario héroe popular. Pero al ver que esollevaría mucho tiempo e insumiría muchos recursos, Hitler creyó que debía ganartiempo y demostrar su poderío. Por eso, el 10 de mayo de 1940 ordenó la invasión deFrancia, pero sin tratar primero de quebrar la línea Maginot, sino que puso en marchasu plan de pasar por las Ardenas, en Bélgica, y así avanzar rápido hacia París, hecho

por el que después recibió alabanzas de sus partidarios y generales.Su estrategia consistía en atacar por aire la línea Maginot con los famososcazabombarderos Stukas, que se largaban de gran altura sobre los objetivos paradescargar sus bombas, que atemorizaban a los defensores franceses con su infernalsilbido. Me acuerdo que en los cines, al escuchar esos silbidos, debía taparme los oídos.Eran insoportables. Se observaba que los pilotos quedaban casi desmayados, losStukas, al parecer, se levantaban automáticamente al bajar hasta cierta altura ydescargar su mortífera carga.Considero que los colegas franceses, al calcular la resistencia de la protección de las

defensas, seguro tenían en cuenta el impacto de las bombas, por la caída libre desdecierta altura. Sin embargo, los alemanes, al inventar los modernos Stukas, tenían encuenta que el impacto de las bombas lanzadas desde gran altura, impulsadas yaceleradas por la velocidad del avión, sería mucho mayor y varias veces másdestructivo, por lo que las formidables defensas duraron poco. Al abrir algún hueco,las tropas alemanas cruzaban rápido la línea defensiva francesa y atacaban por atrás.De manera que esa elogiada línea francesa no les sirvió mucho. Sin embargo, el avanceprincipal de las tropas alemanas sobre el norte de Francia fue invadir Holanda yBélgica.

Mientras tanto, Mussolini se encontraba eufórico con el gran éxito que obtenía sualiado. El 10 de junio de 1940 le declaró la guerra a Francia, que mantenía territoriositalianos ocupados. Con eso el Führer esperaba tener, a su lado, un valioso aliado. Sinembargo, con el fracaso que tuvo Italia al invadir Grecia, el 28 de octubre del mismoaño, y en el norte de África, en vez de que Italia ayudara a Alemania resultó sercontraproducente. Por lo que debía disponer de valiosas fuerzas y material bélico,enviando al norte de África al famoso mariscal Von Römmel, más tarde conocidocomo “Zorro del desierto”. 

El poder nazi era tan grande, que Francia no pudo resistir más que unos cuarenta días,de manera que el día 22 de junio se firmó el Armisticio franco alemán. Por orden delFührer ese acto se realizó en el mismo vagón en el que tuvo lugar la firma de la

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rendición incondicional de Alemania en la Primera Guerra Mundial. Se dijo que,después de este acto, Hitler ordenó que se volara por los aires ese vagón, para que nosirviera de tumba para los dos pueblos. Él creía, ingenuamente, que con tratar bien a

los derrotados franceses, con ir a rendir un homenaje e inclinarse ante sus tesorosculturales en Paris, ganaría su apoyo a la causa principal, hacer frente a la amenazasoviética.He visto a Hitler quizás cien veces en los noticieros de los cines (ya que no existía latelevisión), pero nunca lo vi tan sonriente y desbordado de felicidad. Supongo que fuepor dos razones: primero, por haber derrotado al principal enemigo de Alemania ysegundo, por la gran oportunidad de mostrar a los franceses que las rivalidades entrelas dos naciones se habían terminado y que les extendía una mano par una futuracooperación mutua en una Europa unida, como señalaba el loco Hitler.

Efectivamente, Hitler trataba que los franceses del Norte y del Oeste (la costa atlántica)de la Francia ocupada, se sintieran atraídos por su discurso y pudieran, además,desarrollar sin problemas sus actividades productivas. Eso se comprobó después.

 También se opuso ingenuamente a la intención de sus generales de darles un ultimátuma los 350.000 soldados ingleses atrincherados en el puerto de Dunkerque, para que serindieran o, caso contrario, serían aniquilados, y ordenó la detención al avance de lostanques, permitiéndoles escapar hacia la isla británica. Esperaba llegar a un acuerdocon Inglaterra y que lo ayudaran a derrotar al coloso soviético que era una amenaza, nosólo para Alemania sino para toda Europa.

Sin embargo, el ingenuo y vanagloriado Hitler se equivocó amargamente.Se encontró entre dos poderosos enemigos. Por un lado el gran orgullo inglés, con suenorme flota y poder en ultramar al otro lado de La Mancha, apoyadaincondicionalmente por el poder económico y militar de EE.UU. (libre de la presenciade soldados extranjeros), y en la espalda la enorme Unión Soviética, con su riqueza ygran caudal humano, una importante industria bélica y una gran ayuda en alimentos ypertrechos bélicos de la poderosa e invulnerable industria norteamericana.

INGLATERRA, EN JAQUE

En todo momento, Hitler insistía en que unificaría el continente en torno a Alemania yal fascismo de Mussolini en Italia. Sólo entonces llegaría el momento del gran acuerdocon el único pueblo que era digno de compartir los delirios del Führer, que eraInglaterra. Es sabido que en junio de 1935 se firmó un acuerdo marítimo con la coronaya que el Rey, duque de Windsor, y su hermosa amante y modelo norteamericana Wallis Simpson, se decía entonces eran admiradores de Hitler  – especialmente Wallis,

quien influyó al rey Eduardo VIII – . Pero al casarse con ella, Eduardo se vio obligado aabdicar en 1936, lo que desorientó y cambió los planes de Hitler.Sin embargo, al parecer por lo irresponsable e imprevisible que se mostró en toda la

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guerra, Hitler, al no poder llegar a un acuerdo con Inglaterra, con cuya diplomaciahabía realizado numerosas conversaciones, decide los preparativos para invadirla, algoparecido a lo que quería hacer Napoleón, pero su gran flota fue destruida por los

ingleses. Pero el Comando Supremo alemán le advirtió que no estaba preparado paraesa aventura y del gran peligro que esa empresa significaba, con la Unión Soviética asus espaldas. Por lo que resolvió cambiar de estrategia, doblegar a Inglaterra con supoderosa fuerza aérea y su moderna flota submarina.Leía entonces en la prensa que Hitler amenazaba con cubrir con sus aviones el cielo deGran Bretaña. Asimismo esperaba tener pronto una bomba atómica fabricada por losgenios alemanes, como Von Braun y otros. Pero Inglaterra era un hueso duro y difícilde roer. Sin embargo, ni su fuerza aérea ni sus submarinos pudieron doblegar aInglaterra tan fácilmente como él pensaba. Como tenía un poderoso ejército a

disposición, tanques y artillería, resolvió una nueva “blitz krieg”– guerra relámpago –  ycomo era un creído, soñador y arrebatado, sin pensarlo mucho decidió liberar aEuropa del “peligro rojo”, a pesar de que Von Ribentropp y Molotov habían suscriptoun pacto de no-agresión.Muchos quedaron asombrados por la facilidad con la que el astuto Stalin aceptó esepacto que, como se comentaba en la prensa de entonces, era una trampa para queHitler emprendiera un desembarco a Inglaterra y entonces atacarlo por atrás. Stalin eraladino, muy inteligente, buen estratega, muy cauteloso y precavido que, como yamencioné, por más que fuera un empecinado perseguidor y asesino de los jerarcas

judíos en la cúpula soviética, por precaución y para no ser tildado de antisemita nomencionaba esa identificación. Para alertar a sus más fieles camaradas rusos que locuidaban día y noche, decía “ellos” o los “extranjeros”, culpándolos siempre de sercontrarrevolucionarios. Él tenía bien en claro que, derrotando al nazismo, tendría elcamino abierto al resto de Europa lo que sería convertir en realidad su preciado sueñode extender el comunismo en toda Europa.

 Al verse en la guerra, la marina alemana entró de inmediato en acción contra la inglesa,cuya primera pérdida fue el transatlántico Athenía, torpedeado por un submarino. Apesar de su superioridad marítima, Inglaterra fue atacada por submarinos,

bombarderos, las nuevas minas magnéticas y por navíos corsarios. Con eso,numerosos buques, durante días y noches, iban al fondo del mar. El 14 de octubre de1939 se difundió una impactante noticia. El U47 había burlado la dificilísima entradade la base inglesa más segura, Scapa Flow, torpedeó y hundió al acorazado Royal Oak ysalió ileso. Éste fue un duro golpe para el prestigio inglés. Más tarde, en una de lasnotables batallas marítimas, el moderno acora- zado alemán Bismarck, con suimpresionante poder de fuego, consiguió hundir al orgullo de la flota inglesa, elenorme acorazado Hood, de 110.000 toneladas, el mas poderoso del mundo, que seconsideraba una fortaleza flotante.

Los ingleses organizaron los convoyes, escoltados por buques de guerra, pero éstosfueron atacados por grupos de submarinos llamados “Manadas de lobos” que atacabana un convoy, se retiraban, y luego de nuevo se lanzaban al ataque, haciendo una

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 verdadera masacre hundiendo decenas de buques en cada opera- ción. Como estabanequipados con motores diesel, podían salir a la superficie y desarrollar una gran velocidad, superior a los cruceros ingleses. Entre otras tantas pérdidas, ocho de estos

UB habían hundido nada menos que treinta y dos barcos de un convoy, en ataques queduraron cuatro noches consecutivas. Esos éxitos enloquecen a cualquiera, y en especialal altanero Hitler.

 Al derrotar a Francia y ocupar sus costas occidentales, los bombarderos alemaneshacían estragos en los buques de cabotaje, en el litoral oriental y en el Canal de laMancha, y en pocos meses hundieron 192 barcos. Aparecieron tam- bién las rápidaslanchas torpederas. Hasta fines de 1940, según una publicación posterior a la guerra,Inglaterra había sufrido las siguientes pérdidas: buques hundidos, por UBoot,2.600.000 tn; por las minas, 772.000 tn; por bombarderos 583.000 tn; por buques

corsarios 514.000 tn y por las rápidas lanchas torpederas 48.000 tn. De esa cantidad,sólo en 1940, fueron hundidos 1.059 barcos. Al ver que la flota inglesa perdía cada día más y más buques y la Luftwaffe ganaba loscielos sobre Inglaterra, tal era el temor a una invasión alemana, que en las ciudadescosteras cambiaban las indicaciones del tráfico para desorientar a los invasores.Leíamos en los diarios las declaraciones del premier inglés, Winston Churchill, quienaseguraba que Inglaterra no se rendiría jamás. Si Gran Bretaña era invadida, éltrasladaría el gobierno a Canadá y desde allí proseguiría la guerra.Hace poco salió en la prensa que, en junio del año 1940, Inglaterra estaba casi a la

deriva. Justo en esa época se escuchó, en Europa, el famoso discurso de WinstonChurchill, en el Parlamento británico: “Seguiremos luchando hasta el fin,  lucharemosen los mares y en los océanos, lucharemos en el aire y defenderemos nuestra isla,cueste lo que cueste. Lucharemos en los campos y en las montañas, lucharemos en lascalles y en las casas; ¡ jamás nos rendiremos!”. Sin embargo, dos hechos levantaron el ánimo de los británicos: uno, sin duda, fue laevidencia de que los nazis preparaban la suicida operación Barbarroja (el ataque aRusia) y otro, que sorprendió a medio mundo, el no esperado por nadie vuelo aInglaterra del Reichsministro, Rudolf Hess. 

EL ENIGMA DE RUDOLF HESS

Nació en 1894 en Alejandría – Egipto – , donde su padre operaba como comerciante. Alescuchar a Hitler hablar en un meeting, Hess había dicho: “Éste es el hombre quesalvará a Alemania”. Se afilió al partido “Nazional Socialista” y pronto llegó a ser elhombre de mayor confianza del Führer, nombrado como el segundo en la jerarquíanazi. Sin embargo, el nombre de Hess lo escuchaba rara vez. Fue un hombre de poca

publicidad y no le gustaba la aparición pública. Antes de ponerse en marcha el ataque a Rusia, Rudolf Hess decidió volar a Escocia ensu excéntrica misión de paz, para entrevistarse, según se comentaba, con el duque de

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Hamilton, a quien había conocido en los juegos olímpicos de 1936, en Berlín. En latarde del día 10 de mayo de 1941, cuarenta días antes del ataque a Rusia, desde elaeropuerto militar de Ausburg, en Baviera, R. Hess se preparó para un vuelo solitario.

Como experto piloto abordó un avión de combate, Messerschmitt, para dirigirse a losdominios del Duque. Como el gobierno nazi no dio ninguna información oficial, setejieron entonces muchas hipótesis; los ingleses tampoco proporcionaron datosfehacientes.En ese vuelo, Hess pasó dos veces sobre los terrenos de Dungavel House, el hogar delDuque, pero para desorientar cayó en paracaídas a 45 km de distancia. Fue capturado einterrogado antes de llegar a su proyectado destino. Como no quería dar su verdaderonombre, se identificó con nombres apócrifos, lo cual perjudicó su credibilidad y sumisión “personal”, al tratar de convencer a los ingleses de llegar a un pacto contra

Rusia. Pero el enojo de los ingleses por los eficaces ataques aéreos y marítimos nazisno daba lugar a ninguna reconciliación.Hess no logró su extravagante y ambicioso propósito y se sumió en una profundadepresión. Quedó prisionero durante cuatro años, en Inglaterra, bajo estricta vigilancia.Los médicos que lo atendían nunca sabían con seguridad si los males de los que sequejaba eran reales o imaginarios; si las sensaciones de persecución que parecía sufrireran genuinas o simuladas; si estaba mentalmente desequilibrado o perfectamentecuerdo. Se llegó a creer que el verdadero Hess había muerto al estrellarse su avión, oabatido sobre el Atlántico, y que el prisio- nero era un sustituto enviado por los nazis,

como se comentaba entonces.En el juicio de Nüremberg, Hess permaneció durante horas estático, con la miradaperdida. Fue condenado a cadena perpetua, quedó varios años como el únicoprisionero en la enorme cárcel de Spandau que los cuatro aliados se turnaban cada mespara custodiar, bajo el impresionante y costoso operativo que el pueblo alemán tuvoque soportar, además de los gastos de todos los ejércitos de ocupación de las cuatropotencias.La duda acerca de la identidad del prisionero Nº 7 nunca se disipó. Se sa- bía que el verdadero Hess tenía una herida en el pecho, de la Primera Guerra Mundial, pero a

éste no se le encontraba. Incluso por años se negó a recibir a su esposa, Frau Hess. Tampoco quiso reunirse con Albert Speer, el ex ministro de producción de guerra, quefue otro de los reclusos. El preso Nº 7 no podía recordar su pasado, y el enigma deRudolph Hess quedó para siempre.

LA OPERACIÓN FÉLIX Y EL ASTUTO GENERAL FRANCO

Durante la segunda mitad del año 1940, una vez derrotada Francia, se inicia- ron

febriles conversaciones entre Hitler y Franco para la ocupación del estrecho deGibraltar. Los españoles estaban de acuerdo con entrar en la guerra, pero que- rían queHitler les asegurara tres cosas: armamentos, alimentos que les faltaban y en especial la

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reivindicación sobre las colonias francesas en el norte de África.

La estrategia de bloquear el Mar Mediterráneo consistía en un ataque simultáneo de la

flota italiana y la ocupación del Canal de Suez. Alemania, con todo su poder aéreo y desubmarinos, atacaría a la flota inglesa en las inmediaciones de Gibraltar. Además, conun ataque en gran escala, de artillería de todo tipo, y con bombardeos stukas (depicada) demolería a la fortaleza de Gibraltar. Para eso se trasladaría también artillería ala ciudad de Tánger, en la costa de África, y se contaría con la flota española y quizáscon la francesa, ya que las relaciones del Führer con el mariscal Petain (jefe delgobierno autónomo francés en Vichy) eran muy cordiales.Para la entrevista acordada, para el día 23 de octubre de 1940, en Hendaya, Franco yase había reunido con sus generales, quienes le manifestaron que no debía aceptar

imposiciones de Hitler, por temor a quedar dominados. En la entrevista Franco ledeclaró que la situación económica de España era muy difícil. Sería necesaria unaganancia territorial sustancial para poder unir a los españoles y no dividirlos aún más. Al escuchar todas las pretensiones territoriales de Fran- co, Hitler le manifestó que pormás que Francia se encontrara derrotada, para mantener un equilibrio, el nuevo ordende Europa no podía construirse sin la cooperación de los franceses y era necesarioconversar con el mariscal Petain, el viejo héroe francés de la Primera Guerra Mundial,al cual Hitler trató con suma consideración después de la derrota.Por entonces la opinión general en Europa era que Alemania pronto invadiría

Inglaterra. Mientras duraban estas maratónicas tratativas con España, el 28 de octubrede 1940 Italia atacó a Grecia, lo que se convirtió en un verdadero desastre; con lo quela toma necesaria de Suez, por parte de Italia, era imposible. El terco caudillo español,Gral. Franco, insistía en sus demandas territoriales; Hitler no quería ofender a losfranceses, por lo que prefería destruir Gibraltar con sus poderosos bombarderos“Stukas”. Pero los rápidos e imprevistos avances de los acontecimientos frustraron suspropósitos. Sin duda, el astuto gallego daba tantas vueltas porque quería ver cómo sedesarrollaría la batalla contra Inglaterra. Además, la situación se complicó aún más conla invasión a Rusia. En consecuencia, la España de Franco se quedó sin Gibraltar, pero

se salvó de entrar en la guerra y ser perdedora, con las consecuencias que esosignificaba frente a los poderosos e insensibles aliados. 

MIS ESTUDIOS UNIVERSITARIOS EN BELGRADO

Por haber empezado a ir tarde a la escuela, y perdido un año con el comunismo, reciénen mayo de 1939, a los 21 años, concluí mis estudios secundarios. Mi gran dilema eraqué estudiar. Me gustaba mucho la ingeniería, pero en Sofía no existía esa disciplina.

 Alemania desde siempre atraía a los estudiantes búlgaros con becas y además con lagran ventaja del 33% de descuento que hacían en el precio del marco alemán.Sin embargo, la situación en aquel momento no era para pensar en eso, debido a la

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guerra que desataron los nazis. Además, no hacía mucho que yo me había despegadode mi fanatismo marxista y les tenía todavía odio a los alemanes. Los consideraba atodos nazis, o sea que para mí Alemania estaba llena de la tenebrosa Gestapo (policía

secreta) y de los soberbios S.S., hacia los cuales los instructores marxistas nos habíaninculcado un miedo y odio espantosos. A pesar de que me aseguraban que losestudiantes extranjeros, allí, no tenían problemas de ninguna clase, ese miedo me costóestudiar casi tres años en universidades de segunda categoría. ¡Un grave error!Como ya había cumplido la mayoría de edad pude vender una hectárea de la pequeñafracción de tierra heredada, lo que me sirvió para iniciar la carrera universitaria. Con unamigo decidimos comenzar los estudios en Belgrado, capital serbia y de Yugoslavia, unpaís limítrofe y de aparente tranquilidad, donde esperaba poder trabajar ydesenvolverme con mis humildes recursos.

El viaje a Yugoslavia fue particularmente trascendente. Visitaba Sofía, la capital búlgarapor primera vez y además, por primera vez salía de las fronteras de mi patria, con locual me convertía en un “ciudadano del mundo”, según decíamos en el Comsomol(juventud comunista). Ese año resultó durísimo. Administraba mis escasos recursoscon tacañería. Belgrado, (la ciudad blanca), es una bella capital; la mayoría de susedificios son de color blanco, de allí se origina su nombre. A fin de gastar lo menosposible, busqué una habitación en la casa de una familia humilde. Allí me encontrabacómodo y en ocasiones solía compartir un plato de comida en la mesa familiar degente obrera.

El invierno, de 1939-40 fue riguroso y me sorprendió sin ropa adecuada, por lo que meenfermé de neumonía; pasé un tiempo en cama y para no afligir a mi madre no le hicemención de ello en mis cartas. Me cuidaba solícitamente una agraciada jovencita. Leagradaba cantar sentada junto a mi lecho. Resultaba placentero escuchar susmelancólicas canciones folclóricas de Serbia y Macedonia. Por lo que la cama noparecía ya tan molesta. A pesar de mi restablecimiento continuó buscando mi cercanía. Al levantarme, su padre, un celoso serbio, sin preámbulos ni explicaciones dispuso queme mudara de su departamento.

 Aunque buscaba trabajo no se conseguía, y menos para un estudiante extranjero. En un

restaurante conocí a un búlgaro que trabajaba en calidad de mozo. Intenté hacerexactamente lo mismo en un pequeño comedor. A los pocos días me pasaba de listocon la bandeja haciendo piruetas, hasta que un día salió un plato volando y fue a darsobre un atónito cliente. Cuando se apaciguó el escándalo, estaba ya despedido.

Como yo era un admirador de Francia, por eso estudié francés en el secunda- rio y noalemán o inglés, como hacían los demás alumnos, quería alistarme en el batallón que sepreparaba para ir a defenderla. Sin duda era una locura. La guerra terminó mucho antesde lo que uno se imaginaba. Claro, yo era un admirador de los principios de la

Revolución Francesa. Los gritos de: Liberté, égalité y fraternité me llenaban desatisfacción.En esos tiempos perdía fácil de vista que esa misma revolución costó la vida de

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millones de seres humanos. Que poco después, en 1804, la revolución llevó alambicioso Napoleón Bonaparte nada más ni nada menos que a ser emperador deFrancia. Con un gran poder y una fastuosa aristocracia que no existía hasta entonces.

Sin embargo los franceses siguen adorándolo. Napoleón, Hitler y Stalinensangrentaron a toda Europa.

LA NECESARIA INVASIÓN A YUGOSLAVIA

Los estudiantes, generalmente, estábamos al tanto de lo que sucedía en políticaeuropea. Como yo tenía ya 22 años y estaba bien informado, me interesaba muchosaber qué pasaba en Europa con la guerra que desataron los nazis. Se insistía en que

Hitler tendría que pasar por Yugoslavia, no por meros intereses expansionistas, sinopor una necesidad estratégica, porque constituía un paso obligado hacia Grecia y,desde allí, a sus islas en el Mediterráneo y así aliviar la situación del legendario mariscalRommel, que luchaba desesperadamente, en África del Norte, contra los aliados yporque estaba prácticamente sin municiones. Sus famosos tanques no teníancombustible para avanzar.

 Abandonado y hasta saboteado por los italianos, sus propios aliados, la flota enemigatenía libre circulación por el Mediterráneo, desde Gibraltar, Egipto y el Canal de Suez.El gobierno de Yugoslavia y representantes de los pueblos metidos en la bolsa serbia

querían dejar pasar a las tropas alemanas para Grecia. Incluso se firmó un acuerdo con Alemania, pero ese gobierno fue derrocado por los chauvinistas serbios, que seoponían tenazmente. Por lo que era inevitable una invasión. En consecuencia,proseguir en Belgrado sería una imprudencia y no nos equivocamos. Todo sucedió talcual se pronosticaba. El dilema era qué hacer, adónde ir. Aunque Alemania había sidola mejor alternativa para muchos que se fueron allí, para mí, el miedo a los nazis eramás fuerte.

MIS ESTUDIOS EN BRATISLAVA - SLOVAQUIA

Hitler había invadido Checoslovaquia, para liberar a la región de Sudetenland, pobladapor alemanes, de la que los checos se apoderaron después de la Primera GuerraMundial, como un obsequio de los aliados. Por ello el pueblo eslovaco aprovechó laoportunidad para independizarse y formar su propio Estado. Cabe destacar que tantola región Checa como Slovaquia formaban parte de del Imperio Austro-Húngaro. El

primer presidente de Slovaquia fue un demócrata, un prelado de la iglesia católica,monseñor Tiso. En consecuencia, con varios com- pañeros decidimos proseguir

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nuestros estudios en Bratislava, su capital. La gente de Eslovaquia era encantadora ysingularmente acogedora. A pesar de haber sido liberada por los nazis del poder checo,se mantuvo totalmente neutral, al igual que Bulgaria, si bien los nazis utilizaban

también su territorio para llegar a Rusia. Sólo algunos voluntarios fueron a lucharcontra el comunismo.Se gozaba allí de una libertad que, ciertamente, empezaba a perderse en otras partes deEuropa. El nivel de vida se mantenía prácticamente como en la pre- guerra.Funcionaba, en la capital eslovaca, un instituto de apoyo a los estudiantes pobres,“Y.M.C.A.”, que me benefició mucho. En la federación  checoslovaca todo estabaconcentrado en la región checa de Brno y Praga, mientras en la capi- tal de Slovaquia,Bratislava, sólo se podía cursar la primera parte de ingeniería. Al cabo de los cuales seotorgaba un certificado de “Candidato a Ingeniero”, con las asignaturas aprobadas y

las notas obtenidas. Este hecho, y muchos otros, explican por qué los eslovacos seindependizaron del fanatismo checo, los cuales por ocupar la zona de los Sudetesalemanes fueron la causa de la invasión nazi. Un día se propaló que el mariscal Keitel,uno de los máximos lideres nazis, estaría en Bratislava.

 Todo el mundo se dio cita en la gran avenida por donde iba a pasar. Yo, como siempre,era muy curioso, así que no podía faltar. Escuché los aplausos y vi que se acercaba un Volkswagen descubierto y, parado allí, se desplazaba el por entonces renombradomariscal, que fuera uno de los más íntimos del Führer. Debo reconocer que tenía unapinta bárbara. Alto, bien plantado, como un buen nazi, aunque era un militar de los

 viejos cuadros prusianos. Estaba ornamentado con quien sabe cuántas órdenesmilitares. Mientras que en la mano izquierda sostenía el bastón de mariscal, con laderecha, bien estirada, hacía el famoso saludo nazi. Si bien me impresionó mucho, nopor ello me sedujo como para aplaudirlo, como lo hacía todo el mundo, quizás porgratitud de haber sido liberados del dominio checo. 

EL EXTRAÑO EXAMEN DE GEOLOGÍA, Y LA HORA 10

Prosiguiendo con mis estudios en Bratislava, mi último examen fue Geología. Elprofesor era un “ruso blanco”, inmigrante de la revolución bolchevique, viejo y de malgenio. Había convocado a examen final justo un día antes de que se reuniera el consejoque nos otorgaría el preciado certificado que acreditaría la aprobación de la primeraparte de la carrera de Ingeniería. Cuando el asistente pronunció mi nombre y antes deque yo subiera al podio, ya el profesor había lanzado la pregunta: “Koralsky, ¿cómo se

llama el agua lechosa que existe en algunas costas de Australia y se forma aconsecuencia del batido de las olas contra las formaciones rocosas de corales?” La verdad es que jamás había escuchado nada de eso. Tuve la sensación de que el piso se

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me hundía. Tenía memorizado el nombre de más de doscientas piedras y minerales quese exhibían en la sala de práctica. Con sólo ver la mues- tra, podía identificar y hablardel período de formación, peso, resistencia a la presión y hasta el sabor de cada

mineral, pero nada de eso me preguntó. Acto seguido se lanzó con la segunda pregunta. “Dígame: ¿Cómo se denomina la nievegris que se encuentra en el polo Norte, cuyo color proviene del polvillo suspendido enel aire de la arena del África y que los vientos transportan a gran altura hasta el Polo?”Mis com- pañeros y yo quedamos atónitos. Faltaba el golpe de gracia y era éste. Nosabía nada de la nieve gris. No tuve otra alternativa que reaccionar y exclamé:“¿Profesor, por qué no me interroga sobre Geología?” Encolerizado me replicó:“¡Usted no sabe nada, retírese!”, y llamó al siguiente estudiante. Tendríamos querepetir el semestre los que reprobábamos y, en mi caso particular, resultaba

catastrófico.Esa noche tuve un sueño premonitorio: un río profundo y turbio me arrastraba. Laorilla estaba a mi alcance. Estiraba las manos para sujetarme a los arbustos que había,hasta que, finalmente, podía salir de las correntadas. Me senté en la orilla a observar elturbulento río. Me desperté y al pensar en mi sueño, rápida- mente interpreté susentido. El río furioso era mi fallido examen. “Entonces voy a aprobar”, p ensé.Riéndome como un loco grité a mi compañero de habitación Dimo: “Mañana voy aobtener el bendito certificado”. “Estás en la lona, así que déjame dormir”, contestó élenojado.

 Al día siguiente fui a la politécnica a ver qué novedades había. Antes de tras- pasar elumbral miré el gran reloj que había encima del portal. Marcaba las diez de la mañana. Justo al traspasar el umbral, desde el fondo del largo pasillo, una voz gritó:“Koralsky...” Era el asistente del profesor. “Traiga el estampillado”, requirió. Mientrasyo, corriendo a su encuentro, pregunté: “¿Y el profesor?”, interrogué con la suposiciónde que debía rendir nuevamente. “Traiga urgente el estampillado que se hace tarde, elConsejo se reúne a las once.” Considero que el estimado lector habrá interpretado quemi intensa aflicción y mi estado de relajación sobre el lecho produjeron una empatíacon la mente de aquel injusto y arbitrario profesor.

Hice según se me ordenaba y vi cómo agregaba la estampilla sobre el certificado queestaba firmado por el profesor. No entendía nada de nada. En aquel papel seconsignaba que había aprobado Geología. Pero “¿Y el examen?”,  

 – pregunté –. “Nada de examen”, replicó el asistente. Mi angustia había influidotelepáticamente en la mente del lunático profesor haciéndole entender la injusticiacometida conmigo. Al salir de la politécnica, como si volara de felicidad, pensé: “ya soycandidato a Ingeniero”. “Dios es inmenso”, repetía al modo de los árabes: “Allah Akbar”. 

Me sentí rebosante de felicidad, avizoraba un futuro brillante porque Dios estaba juntoa mí y me lo demostró. “Soy un BOGOMIL”, pensaba, “un querido por Dios”,porque el día anterior habían reprobado varios compañeros y sin embargo yo era el

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CAPÍTULO III

LA CATASTRÓFICA INVASIÓN A RUSIA

Hitler, al verse impedido de invadir fácilmente a Inglaterra, optó por lo más factible:atacar a Rusia. Estaba cebado por los éxitos contra Polonia y Francia y quería seguircon la Blitz Krieg. Nadie podía pararlo. Era omnipotente. En la primavera europea de1941, los nazis, con toda prisa, se alistaban para esa empresa. Por los suburbios deBratislava, día y noche se escuchaba la marcha de los trenes de carga, sobre los cualesse observaba que transportaban grandes cajones de madera. Para ninguno de nosotros,los estudiantes, era novedad que la invasión a la Unión Soviética fuera inminente.

En las vacaciones de junio de 1941, una veintena de estudiantes búlgaros, en lugar deatravesar Hungría y proseguir por el territorio de la desmembrada Yugoslavia parallegar a nuestra patria, según lo hacíamos siempre, decidimos realizar el viaje porHungría, Transilvania y de allí a Bucarest, la capital de Rumania. Era una monarquíaconstitucional viciada de libertinaje. Tenía especial interés en conocer a nuestro vecinodel norte, la nación más rica de la región, de la cual sabía muy poco.Rumania explotaba la agricultura, la madera de sus hermosos bosques y sus pozos depetróleo. Dicha riqueza era importante para la maquinaria bélica de Hitler, con lapromesa de devolverle la provincia de Moldavia, arrebatada por los rusos, que hoy

quedó independiente por el poder de la comunidad que allí reside. En la noche del 20de junio de 1941, al llegar a Bucarest, nos avisaron que el tren no proseguiría paraBulgaria. La mayoría dormimos en los vagones, estacionados frente a la estación,ahorrándonos así el alojamiento. Despertamos por la mañana del trágico 21 de junio,un día sábado, en medio de un gran alboroto. Observábamos trenes que cruzaban entodas direcciones colmados de soldados, algunos sobre los techos o colgados de lospasamanos. No entendíamos lo que sucedía, pues no encontrábamos quien nosexplicara. Resultaba extraño que en un país rico sus soldados vistieran uniformesrotosos. Sin duda, la corrupción generalizada que lo aquejaba podía explicarlo. Además

se comentaba que los grandes capitalistas ya conocidos eran los dueños de todo el país. Al ver los diarios entendimos. Hitler había ordenado la invasión a Rusia. Unainexplicable barbaridad. Parecía el fin del mundo. A pesar de la gran amenaza soviética,nadie hubiera imaginado que se llevaría a cabo una locura semejante, tan deprisa. Conesto Hitler demostró su inestabilidad e inmadurez estratégica. Después de haberfirmado dos años antes un tratado de no-agresión con Rusia.

 Algo así hizo Napoleón, quien había firmado un pacto de amistad “eterna” con el zar

ruso Alejandro I y, sin embargo, lo atacó y pagó caro su falta de palabra. Los éxitosobtenidos en los primeros meses eran grandes; al tener un gran territorio dominado,con cuatro millones de prisioneros capturados, según se propagaba; la mayoría de ellos

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eran ucranianos que se resistían al comunismo de Stalin. El Führer enloqueció y seconsideraba invencible, pero se equivocó: el invencible era Stalin.Sin embargo, Hitler había extendido por miles de kilómetros los frentes de batalla y no

sólo contra el coloso soviético, sino contra Inglaterra, en las costas atlánticas y hasta enlas lejanas costas africanas, y con eso había distraído mu- chas fuerzas militares. Comolas tratativas con Yugoslavia y con Bulgaria para pasar a Grecia con permiso, singuerra, demoraron más de la cuenta, Hitler empezó tarde la campaña contra Rusia.Cabe destacar que por más que al norte del Danubio, el Feldmarschal List, con700.000 hombres, en Rumania esperaba la orden del Führer para cruzar por Bulgariahacia Grecia, eso no se llevó a cabo hasta que nuestro rey, Boris III, se decidió, cuandoHitler prometió entregarnos los territorios que nos habían sido usurpados en laPrimera Gran Guerra, tanto por Serbia y Grecia como por la misma Rumania. Este

logro justifica por qué los ejércitos alemanes eran vitoreados con flores a su paso. Alconquistar el territorio de Bielorrusia de hoy y su capital, Minsk, los ejércitos alemanesse dirigieron a Smolenks, en dirección a Moscú. Aunque la invasión parecía cosa fácil,al llegar allí los nazis encontraron algo totalmente imprevisto.

EL COMIENZO DEL DESASTRE

La fortaleza de Smolenks estaba defendida por la nueva y famosa artillería rusa“Katiuscha”, cuyos proyectiles, vistos por primera vez, explotaban en el aire y lasesquirlas herían, por debajo suyo, todo a su alrededor. Los alemanes tuvieron muchas víctimas y demoraron como dos meses su avance. Esa liviana artillería, de cortoalcance, era más eficaz que los grandes cañones. Porque al herir tan solo un tercio delos atacantes, los demás compañeros debían sacarlos a salvo. Era un desastre, mientraslos grandes cañones podían matar a la mitad de los soldados atacantes pero los demás

seguían su avance. Causa gracia que 60 años después los llamados “Hezbollah” en elLíbano, con esas viejas y oxidadas armas, ata- caban Israel. Por más que los alemanesllegaron a 25 km de Moscú, sus tanques no pudieron avanzar más por las intrincadasdefensas y trampas que los rusos habían aprovechado construir durante días y noches. Además, había empezado el tiempo de las lluvias y el barro.

 Al avanzar los ejércitos alemanes sobre Rusia se encontraron con un graninconveniente. Las trochas de los ferrocarriles europeos eran más angostas que las de

los rusos, por razones estratégicas. No sólo debían ajustar los rieles y colocarlos a ladistancia necesaria, sino que el equipo rodante, los vagones y las locomotoras rusas no

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podían ser utilizadas. La gran movilidad automotriz necesitaba mucho petróleo, ya quelos pozos de Rumania no bastaban. Por eso, mientras Hitler quería llegar a los pozospetroleros rusos en Batum y Bakú, los ingeniosos alemanes se vieron obligados a

destilar el carbón natural del Rhur y, de él, sacar combustibles líquidos. Un trabajoextremadamente difícil y costoso. Por entonces todo el mundo comentaba que Alemania no estaba preparada ni pertrechada para una guerra contra el enorme“coloso soviético”, contra el formidable poder de Stalin.  Leíamos que el mariscal Walter von Brauchitsch, comandante general del ejércitoregular alemán de los viejos cuadros, propuso un retroceso de al menos 100 km parapasar mejor el invierno. Sin embargo, el ya vanagloriado y desequilibrado Hitlergritaba: “El ejército alemán no retrocederá jamás”. El hasta entonces  triunfanteFührer, en todo lo que emprendía no podía admitir un fracaso por más lógico que

fuera.Por ello gritaba y culpaba a sus generales, alabándose de que la fácil derrota de Poloniay Francia se debía a sus planes. Por eso, empezó a tomar las decisiones él mismo, sintener en cuenta los consejos de los viejos y experimentados generales. Sin pensarlomucho destituyó al mariscal von Brauchitsch, y se nombró él mismo comocomandante general de toda la fuerza armada de Alemania. ¡Qué locura! Un ex cabo enla Primera Guerra Mundial, hoy comandante general de un formidable ejército regular. Todo el mundo comentaba que los nazis estaban preparados solamente para unaguerra relámpago. Creían ingenuamente que, en dos meses, podían arrasar Rusia,

tomar Moscú y derrocar a Stalin. El principiodel desastre no se demoró y le cayó encima. Al no estar preparados para un inviernotan crudo, que llegó a 40°C bajo cero, solo frente a Moscú, murieron cien mil soldadosregulares alemanes por congelamiento. Una impresionante tragedia, causada por unenloquecido dictador.Otros tantos miles quedaron inválidos. Las indefensas tropas sufrieron constantesembestidas por parte de los rusos, que estaban bien pertrechados con ropa bienpreparados para los ataques por sorpresa. Algo parecido a lo que hicieron cuandoNapoleón se retiraba de Rusia. Me acuerdo que en ese tiempo se pedía con urgencia

ayuda de ropa de abrigo y frazadas a los países amigos. Sin em bargo, hasta que seorganizaron las donaciones, que no eran muchas, y llegaron al lejano frente, lleno deobstáculos y, sumado a eso, también el congelamiento de los motores de los vehículos,hicieron que el sufrimiento de los millones de soldados alemanes por falta dealimentos, abrigo adecuado, pertrechos militares y medicamentos en los lejanos frentesdel inmenso territorio enemigo, fuera espantoso.Mandar a morir congelados y de hambre a cientos de miles de soldados regularesalemanes fue sin duda el peor crimen cometido por Hitler al imponer su necia voluntad. Porque no fue sólo el desastre frente a Moscú, sino en muchos otros frentes,

como la tragedia de Stalingrado y Leningrado. Lo que los ejércitos lucharon ysufrieron, era realmente una obra titánica. Todo eso por salvar a Europa delcomunismo que tenía una tremenda propaganda y demoledora penetración, pero

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apresurado y mal preparado. Hitler creía que al destruir el comunismo seríaproclamado “el Salvador de Europa”. Por eso no debe sorprender ni extrañar quemuchos europeos, sin ser nazis, se alistaran como voluntarios junto con los ejércitos

alemanes en los frentes de batalla. Fuera de la activa participación de países comoHungría y Rumania, en la guerra estaba también el famoso general zarista Vlasov,quien había organizado un ejército de 200.000 hombres, especialmente entre losllamados “rusos blancos”, o sea los que fueron contrarios a los “rojos” y que muchosestaban exiliados en los países europeos.Había también regimientos de voluntarios provenientes de Italia, la ex Yugoslavia,Bélgica y Holanda, entre otros. La unidad más memorable de todas era el regimientofrancés “Charlemagne”, que luchó encarnizadamente para la defensa de Berlín contrala embestida soviética. Hasta el padre del general norteamericano John Kaligaschvily,

que era comandante de la NATO y comandante en jefe de las fuerzas armadas deEE.UU., era uno de esos voluntarios.El resto lo ha registrado la historia, al gusto e interés de los aliados. Lo ri- sueño eraque, en los primeros tiempos de la guerra, Stalin se quejaba de que desconocía elpropósito nazi, por el cual sufrió inicialmente tantos reveses militares. Otro tantoocurrió con Hitler de quien, después de sus fracasos para el año nuevo de 1943, loescuché quejarse amargamente en su discurso: “Wir haben nie geglaubt dass dieRusen...”. Algo así como: “Nosotros jamás creímos que los rusos tuvieran tantas armasy divisiones en pie de guerra; tantos tanques y artillería”. Al loco de Hitler quizás se le

puede creer, porque Rusia era realmente impenetrable. Pero que Stalin se sorprendiera,cuando había tantos agentes soviéticos infiltrados en toda Europa, era difícil de creer.

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MIS ESTUDIOS EN ALEMANIA EN GUERRA. UNA SORPRESA

Con el fin de viajar a Braunschweig tomamos inicialmente el tren desde Bratislava a Viena, donde llegamos de noche. Ninguno de los tres compañeros de viaje hablábamosalemán, por lo que debimos arreglarnos en lengua eslovaca, ya que Viena y Bratislavaestán muy cerca y por siglos formaban parte del majestuoso Imperio Austro-Húngaro.Corría marzo de 1942. Lo que más nos llamó la atención era que la por mí temidaGestapo (policía nazi) no apareciera. Y ese fenómeno prosiguió en todos los años queestudié en Alemania. En plena guerra nunca nadie me pidió documentos de identidad;parece mentira. El lector verá más adelante cómo se mantenía el orden. A lamedianoche ascendimos a otro tren, vía Breslau, hacia Berlín. Dejamos en la estación

nuestros equipajes, y aprovechamos para conocer la capital de ese gran país durantedos días.Los aviones aliados ya hacían incursiones para bombardearla, pero todavía con menosseveridad. Visitamos la célebre confitería “Vaterland”, de ocho pisos. Cada uno estabadedicado a una colectividad extranjera. Era un símbolo de la cultura y convivenciaalemana. Desde luego, los búlgaros junto con los yugoslavos también tenían, allí, surepresentación. Lo que se podía beber era cerveza y, por cierto, barata; pero no faltabatambién la bebida fuerte que traían los visitantes. No nos iríamos de Berlín sin haber visitado la famosa Avenida Unter den Linden, arbolada de tilos, y sin haber caminado

bajo la puerta triunfal de Brandemburgo. Con el correr de los años esa arteriaadquiriría celebridad, pues dividiría las dos Alemanias. Sobre ella, además, se erigiría eltristemente famoso muro de la vergüenza, echado abajo finalmente en 1989.Según lo previsto, viajamos a Braunschweig. Descendimos en su estación como si viniéramos de Marte. Llevábamos con nosotros direcciones de amigos, peroignorábamos cómo ubicarlos. En aquella Alemania no había taxis y utilizar tranvíasresultaba dificultoso a causa del idioma. Por eso dejamos el equipaje en losguardarropas y nos bañamos en el vestuario de la estación ferroviaria. Como losalemanes son un pueblo muy pulcro, esas instalaciones estaban en todas las estaciones.

Felizmente pudimos asegurarnos un sitio para dormir aquella noche. Al día siguiente,me hallaba alojado en casa de Frau Henschel.Cuando quedé solo advertí cuán indispensable era aprender el alemán. Llevabaconmigo un diccionario, un manual sobre preguntas y respuestas y un texto degramática bilingüe búlgaro-alemán, pero sin abrirlo siquiera. En realidad me manejaba,discretamente, en varias lenguas, incluso francés y ruso, pero no en alemán. Un graveerror, fruto de mi anterior fanatismo marxista y erróneamente anti-alemán, del cual medí cuenta al vivir entre ellos y conocerlos bien.

MARGOT – UNA NIÑA BONITA

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El idioma alemán me resultó decididamente impenetrable, pero necesitaba aprenderlo atoda costa. “Debes buscarte una novia”, me aconsejaban mis compañeros. Pero yo era

tímido, en tal grado que ni siquiera sabía cómo iniciar la búsqueda. Días despuésdecidí, no obstante, dar unas vueltas en el centro y como no logré ningún adelantoentré a un cine. Deseaba escuchar alemán. Observé alrededor con detenimiento ydistinguí a una muchacha entre los contados espectadores que había en la sala. Tomécoraje y me senté a su lado. Era bonita. Nos miramos repetidas veces. Comencé atranspirar. La intranquilidad me obligaba a cambiar de postura en la butaca a cadainstante. Me olvidé que quería ver la película, hasta que tomé la iniciativa. Los jóvenesde aquella época no poseían la facilidad de la juventud actual. Junté fortaleza de dondeno la tenía y tomé su mano. Reaccionó sorprendida. “Gut, sehr gut”, dije señalando la

pantalla y como queriéndole expresar que mirara la película, que era muy buena.Debo hacer notar que a causa de la guerra había pocos jóvenes, por lo que suponía quese sintió halagada de tener uno a su lado. “¿De dónde eres?”, búlgaro, le repe tí varias veces, mientras me apuntaba el pecho con el dedo índice. Al encender las luces y antesde que se marchara me presenté: “Vatiu, estudiante búlgaro”. Era una estimable cartade presentación. “Margot”, me respondió de la misma manera. La invité a caminarpero ya anochecía y deseaba regresar pronto a su casa. Ya oscurecía y la iluminaciónestaba prohibida por los bombardeos. Me ofrecí a acompañarla y ella hizo esfuerzospara darme a entender que vivía en un sitio retirado en los suburbios. Sin embargo, yo

no quería separarme de ella por miedo a perderla y no verla más; era muy bonita.Subimos a un tranvía y via- jamos un tiempo prolongado hasta la estación terminal.“Bien, puedes volverte ya”, me dijo, o al menos, es lo que entendí. Me valía de gestos,  del movimiento de las manos y de las pocas palabras que tenía aprendidas. El manualcon las preguntas y respuestas que llevaba me resultaba inútil en la oscuridad de las ca-lles. Mis vacilaciones y torpezas idiomáticas le producían mucha gracia. Se reíamuchísimo y poseía una voz dulce. Insistíen acompañarla hasta su casa. Pronto mepercaté de la distancia considerable que había entre la terminal y su domicilio. “Bien,hasta acá no más. Vivo a la vuelta.” Trató de explicar que pasado un día nos

encontraríamos nuevamente frente al cine. Me dio rápidamente un beso y se alejócontenta con un “chau, querido Vatiu.” Quedé suspendido en el aire. Taninesperadamente había conocido una bonita muchacha que tanto anhelaba.Lo más notable de una mujer alemana es que cuando llegue el momento de ir a la camale diga a un hombre: “Heute nicht ” (hoy no). Eso se debe a que son un pueblo tanpulcro que una chica quiere estar bien limpia y adecuadamente vestida. No tienen nadaque ver con las francesas, que no quieren perder tiempo y siempre llevan un frasquitode perfume que tapa todo.

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PERDIDO EN LA NOCHE ROGUE POR ENCONTRAR LA GESTAPO

“...Y ahora, ¿cómo regreso?” La larga explicación que me hiciera, rato antes, Margot nola podía descifrar. Hice lo único que podía hacer: apelé a mi instinto de orientación. Enprincipio ubicaría, de ser posible, la estación terminal del tranvía. Caminé largo trechosin éxito. Era pasada la medianoche y en Alemania, después de las diez, las callesquedaban desiertas. Intenté hacer ruido con el propósito de llamar la atención dealguien, así fuera de la misma policía. ¿Y la maldita Gestapo, de la que tanto miedo nosinculcaron los instructores marxistas, dónde demonios estaba? Desde mi llegada nuncalos había visto en las calles, y eso me producía una especial tranquilidad. Pero en

aquellos momentos los necesitaba imperiosamente. Cómo podía ser, un país bajo unrégimen dictatorial, en plena guerra y sin policía  – me preguntaba – , ¿era un mito?Pensé en golpear la puerta de una casa, cualquiera, al azar, aun sabiendo de antemanosu inutilidad, dado que hombres casi no había y una mujer sola no se hubiera atrevidoa salir en la oscuridad. Con el agravante de que mi desastrosa pronunciación delalemán la habría asustado aún más; iba a creer que era un prisionero escapado. Medetuve para reflexionar. Por suerte escuché unos pasos a la distancia y desesperado medirigí a su encuentro. Me aterraba pensar en la posibilidad de que se fueran.Finalmente, cuando divisé una figura, ordené mis preguntas, me acerqué a él y le dije:

“¿Adónde centro?”. El trasnochado caminan- te parecía ser un obrero. Escuchópacientemente mi pregunta y, sin pronunciar palabra alguna, levantó su manoindicándome, así, la dirección aproximada y prosiguió su camino.

 Aproveché para tomar aliento. Eran como las dos de la madrugada. Tropezaba en laoscuridad, me detenía, descansaba y proseguía adelante. Mis pies no soportaban más,finalmente me encontré con una avenida que me llevó al centro. Me senté en un bancode una plazoleta a descansar. Comencé a tiritar, porque estaba sin abrigo adecuado.Pero la suerte no me abandonó. Topé con un alemán amable, toda una rareza enaquella zona de Alemania poblada mayormente de prusianos, gente fría y hosca. Le

hice entender adónde vivía: “gut, gut”, dijo el buen alemán y me acompañó unascuadras, señaló las vías del tranvía que debía tomar. Le expresé mi agradecimiento ycuando se alejaba, corrí tras él. “Perdón, señor, ¿desearía un cigarrillo búlgaro?”; desdeluego, me agradeció el gesto su- mamente complacido.

 Al día siguiente visité a un compañero, que estudiaba en Braunschweig, a fin de que mepusiera al corriente de los estudios y la vida en Alemania en guerra. Aproveché parapreguntar sobre la ausencia de la policía en las calles. En el Consomol me habíaninstruido de que Alemania estaba llena de la maldita Gestapo y resultó que no la vinunca, incluso cuando más la necesitaba. “Una cosa es la propaganda – dijo él –  y otra

es la realidad. Alemania nunca estuvo llena de policías pero, eso sí, el único queencuentra aquí a un policía es precisamente quien le huye, y no hay que tener ningúnmiedo. A los estudiantes extranjeros los reconocen desde lejos. No se meten con

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nosotros. Por más que sepan que tenemos algunos simpatizantes marxistas, jamás lesdamos motivos. Además los nazis saben que muchos ingenieros alemanes sucumbiránen la guerra, por lo que nosotros seríamos una posibilidad para reemplazarlos y además

sus universidades no tendrían que cerrar sus puertas.” Antes de irme, le pregunté: “¿Yqué hay que hacer con el saludo oficial heil Hitler (viva Hitler)? ¿Se hace levantando lamano derecha?” “En este país – respondió –   sin ese saludo en las oficinas públicas, esimposible vivir, por consiguiente hay que hacerlo automáticamente, sin pensar”. Aldespedirme, y salir a la calle, reflexioné. Todos los regímenes dictatoriales saben lo queles conviene: no meterse con los estudiantes. Esa charla me sirvió mucho porque,después de aquel momento, nunca más les tuve miedo a los nazis. Fue siempre unorgullo para mí decir que era estudiante búlgaro. Efectivamente, en tres años, en plenaguerra en Alemania, nunca nadie me paró.

En esos años estudiaban allí, en distintas disciplinas, más de diez mil estudiantesbúlgaros, que procedían en su mayor parte de hogares humildes, como en mi caso. Losque pertenecían a familias pudientes, si no podían entrar en la Universidad de Sofía(porque existía numerus clausus, o sea cupo limitado), iban a estudiar en lugares másseguros, aunque fueran muy caros. Tanto en Italia como en Francia.En Alemania escaseaban muchos productos para los que tenían cierto vicio: uncigarrillo costaba cincuenta veces más que en mi tierra. Con uno o dos paquetesmensuales se pagaba una habitación. Ninguno de los estudiantes concurría a losbancos a cambiar sus monedas por marcos alemanes, a pesar de la obligación que

existía, además del 30% de descuento que nos hacían. Sin duda los nazis lo sabían,pero lo toleraban. Las autoridades alemanas sabían de qué vivíamos y también que,gracias a los estudiantes extranjeros, especialmente búlgaros, yugoslavos e italianos, susuniversidades funcionaban. Y gracias también a nuestros cotizados cigarrillos, los viejos alemanes se daban el gusto de fumar, a veces, un buen tabaco. De los italianosconseguían el café y de los yugoslavos el chocolate tan deseados. Por más que lescostaba mucho porque son gente buena y melancólica.

Prosiguiendo con Margot, como establecimos, nos encontramos en la puerta del cine.

Parecía ansiosa. Pude observarla entonces con mayor detenimiento. Era delgada peroproporcionada y dueña de un rostro muy bonito. Al verme llegar se puso contenta.Besé su mano, con el obligado guten tag, según correspondía a un caballero de laépoca. Nos miramos emocionados sin pronunciar siquiera una frase. De prontorompió el arrobo y sugirió: “¡Mi querido Vatiu, ahora, a estudiar alemán!”. Deinmediato nos sentamos en un bar. En ese tiempo, principio de1942, Braunschweig no era todavía bombardeado. 

SOLO EN CLASE - UN BOCHORNO

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 A los quince días de practicar el idioma con mi encantadora amiga, decidí entrar a laPolitécnica. De acuerdo a los horarios de las cátedras y por satisfacer mi curiosidad

concurrí a una clase de hidráulica. Yo conocía sobre la puntualidad germana, de suerteque estuve a la hora exacta en aquella aula totalmente vacía. No entendía por qué nohabía asistido nadie, y antes de pensar qué hacer, por detrás entró el profesor y mesentí atrapado. Cumplió con el clásico saludo heil Hitler, al que respondí. Alistó sobreel pupitre sus apuntes y comenzó a desarrollar sobre el pizarrón fórmulas, esquemas ya hablar sin parar. Con un solo alumno, sin embargo el profesor cumplía con su deber.Para una exposición académica el alemán me resultaba todavía tan incomprensiblecomo la lengua china. No podía hacerle un desplante al disertante, un excelenteprofesor, y aguardé que concluyera la clase. Pero ante mi sorpresa giró la cabeza y me

interrogó. Repitió la pregunta. Le respondí con un alemán chapurreado: Ich, sprechenicht Deutsch, es decir: “No hablo alemán”. El pobre me miró desconcertado y sinmás juntó sus papeles y se marchó no sin antes murmurar algo así como: “Noconcurre nadie a clase y para colmo el único que viene es sordo y mudo”.  Pronto me di cuenta de que siendo Braunschweig una ciudad fácilmente al alcance dela aviación inglesa, muchos estudiantes se estaban yendo. Mi alemán progresaba. Conmi adorada Margot visité en diversas oportunidades la bella ciudad de Hannover,ubicada no lejos, al Oeste. Era el único lugar adonde podíamos amarnos con delirio; yoera su primer hombre.

Le expliqué a Margot que el pueblo búlgaro merecía también no poca admiración porsu historia y laboriosidad. Le manifesté que Hitler mismo en su famosa organización“Tod”, con la cual inundó de obras y caminos al país alemán, estaba inspirada en unmodelo búlgaro. Tanto a Alemania como a nosotros, finalizada la Primera GuerraMundial, se nos había prohibido mantener fuerzas armadas, salvo en una proporciónmuy reducida para la seguridad interna. Por esta razón en Bulgaria se formaroncuerpos tipo militar sin armas, para realizar diversas obras. Se capacitaba a los jóvenesen tareas y oficios útiles, a los analfabetos se les impartió instrucción y a losmuchachos del campo a expresarse en forma clara y precisa.

Muchos jóvenes salieron de allí capacitados en oficios como carpintería, herrería,electricidad, etcétera. Tanto la organización como el vestuario eran de estilo militar. Aquellos batallones de trabajo, no sólo levantaron nuestro país, sino el nivel delpueblo. Nuestra juventud llegó a ser una de las más capacitadas en esa región deEuropa, a pesar de que Bulgaria fue la última nación que se liberó de la esclavitudotomana, en 1879. Pese a las compulsivas contribuciones de guerra, se pudieronconstruir obras públicas de magnitud que de otra manera no hubiera sido posibleemprender. Por eso quizá la gente, al capacitarse desde joven, podía construir no sólosus casas sino las escuelas e iglesias, porque se los había instruido.

Con Margot aprendí a admirar a los alemanes por su tenacidad, capacidad y honestidad,e incluso la resignación para enfrentar la vida y la muerte. Quisiera aclarar que midelicada novia trabajaba como telefonista en el correo central y por sus manos pasaban

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órdenes militares. Sin embargo, nunca tuvo algún problema por la intimidad quemantenía con un extranjero. Más tarde, bajo los soviéticos, me di cuenta de que en uncaso similar la hubieran expulsado y hasta enviado a un campo de concentración.

El régimen nazi se hallaba tan ensoberbecido por los logros obtenidos en los añosanteriores a la guerra y a principios de ella, que a modo de burla cruel afirmaban que, silos judíos eran los elegidos por Dios en el cielo, ellos lo serían en la tierra. Sin ningunaduda eran ateos, como los marxistas, y la primera vez que entré a una iglesia alemanarecuerdo haber visto al ingresar un busto de Hitler.

LOS PRIMEROS BOMBARDEOS

Braunschweig era un centro industrial de cierta relevancia, por lo que llegó a su turno.Una noche, las mortíferas cargas se precipitaron sobre una gran fábrica de aviones.Según los boletines aliados, había sido arrasada por las bombas. A los estudiantesextranjeros de la Politécnica nos invitaron a conocer las instalaciones de la fábrica, ypoder así desmentir las noticias. Trabajaban en ella cinco mil operarios. A pesar dehaber sufrido, en efecto, dos días atrás, el rigor del bombardeo, el complejo industrialfuncionaba a pleno de acuerdo, claro está, con lo que se nos mostró. Almorzamos enel comedor obrero. Con la escasez de alimentos, no olvidaré jamás el menú: un

exquisito y bien elaborado guisado de porotos y tocino.En la ciudad, como en toda Alemania, funcionaban pocos restaurantes y la comida quese servía era bastante mala. A los jefes que estaban en nuestra mesa, mientrascomíamos, les gastamos una broma: “¡Ojalá pronto haya otro bombardeo! Así nosinvitarán nuevamente a comer”. Los gremialistas nazis se vanagloriaban de que ese tipode comida era la que normalmente comían los trabajadores en el nuevo ordennacionalsocialista. Ciertamente, antes de empezar la guerra contra Rusia los obreros delrégimen nazi tenían un envidiable bienestar. A propósito, nos informaron además queel propietario de la fábrica había lucrado con los alimentos asignados a los comedores

y como castigo, Hitler lo había enviado al frente de batalla. Era fácil entender que lagran mayoría de la población alemana no era nazi, pero no tenía otra alternativa queobedecer y maldecir en voz baja. Por otra parte, mucha gente que había admirado loslogros de Hitler quedó espantada frente a la locura del dictador al declarar la guerra amedia humanidad.

MIS ESTUDIOS EN MUNICH:

LA CUNA DEL NAZISMO

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podrían ver el infierno mismo desatado sobre Munich. La ciudad de las universidades,de los estudiantes, de las pinacotecas y del mayor museo tecnológico del mundo deentonces, el Deutsche Museum. Aterrorizados en el subsuelo del edificio de

alojamiento nos esperaba quedar sepultados bajo los escombros y morir aplastados yasfixiados, quemados vivos por las llamas o volar en pedazos por los aires por unimpacto directo al edificio.

 Además de las pesadas bombas de destrucción, los aliados arrojaban toneladas debombas incendiarias de fósforo, que al estallar convertían todo en llamas. Re- cuerdo ados soldados regulares, probablemente de vacaciones, murmurar: “Esto es mucho peorque el frente ruso”. Desesperados, mujeres, niños y ancianos, todos nosotrossuplicábamos a Dios que salvara nuestras almas. El momento culminante del terror fueal escuchar una tremenda explosión cercana, cuya onda expansiva arrancó y tiró al

suelo la pesada puerta del sótano, fuertemente apuntalada. Una furia de aire y polvonos tiró a todos al suelo, iluminado por las lenguas de fuego que se desataban afuera. Aalgunos de los estudiantes que estábamos allí nos costó mucho poder levantar la puertade nuevo.

 Al anunciar las sirenas que el enemigo se alejaba, pueden imaginarse la desesperación,los pisotones y golpes para salir del sótano antes de que las llamas que veíamos afueranos abrasaran. No sabíamos si nuestro edificio no estaba también en llamas. Como en Alemania hay muchos bosques de pino los viejos edificios eran construidos el 90% consu madera, sostén de la estructura, pisos, cielos rasos, escaleras, techos, muebles,

etcétera. Al salir a la calle con algunos colegas de la pensión, entre ellos un portugués,pude observar el espectáculo más fantástico de mi vida, de esplendor y de horror quenunca podré olvidar al ver miles de edificios, de tres y cuatro pisos, toda una ciudad de800.000 habitantes convertida en un mar de llamas de veinte y treinta metros de altura. Trastornados por el terror y el espectáculo dantesco, decidimos recorrer el centro consumo cuidado, porque de los edificios en llamas, al calentarse el aire adentro por elinmenso calor, se escuchaban violentas explosiones que propagaban el fuego a losedificios colindantes.En la cuadra siguiente observamos cómo una cuadrilla sacaba de debajo del fuego a

una persona; en ese momento se escuchó una fuerte explosión dentro del edificio y vimos cómo una parte del mismo en llamas se les precipitó encima, cubriendo confuego a los desafortunados socorristas. Yo me tapé los ojos para no ver algo tanhorroroso. Frente al inmenso calor debimos retroceder y tomar otra calle apurando elpaso frente a los altos edificios abrasados por el fuego. El espeluznante olor decuerpos quemados se percibía por todas partes. Era un espantoso Holocaustos, engriego “todo quemado”. 

 Amanecimos dando vueltas, esquivando las llamas por donde pudimos para llegar a laPolitécnica. Estaba muy dañada. Frente a la plazoleta de ésta, dos mujeres ofrecían una

taza de café (de cereales, por supuesto) al que se acercaba. Nunca alcanza miadmiración al valor, coraje y abnegación del pueblo alemán. Al volver a la pensión, queestaba parcialmente destruida, la conserje nos avisó que las dos hermanas dueñas de la

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pensión se encontraban muy golpeadas por los pisotones y estaban internadas, por loque iban a cerrar la pensión. Debíamos sacar nuestras pertenencias. Al día siguiente laradio BBC de Londres, propagó (en alemán) con orgullo: “Anoche la ciudad alemana

de Munich fue arrasada por 1.200 superfortalezas, los daños son enormes”. Hay quetener en cuenta que los grandes aviones podían cargar veinte toneladas de bombas, osea nada menos que unas 20.000 toneladas de explosivos, y al menos mil toneladas debombas incendiarias.Claro, sembrando el terror, fuego, destrucción y muerte. Con ese impresionante poderdestructivo, los aliados no fueron a destruir objetivos militares ni fábricas dearmamentos, sino que fueron a arrasar a una ciudad de 800.000 habitantes y matar a lamayor cantidad de población que pudieran. Eso se repetía todas las noches en distintasciudades. No había paz para nadie. Con toda seguridad los aliados (Francia ya no),

ingleses y norteamericanos asesinaron a sangre fía no menos del 20% de la poblaciónde Alemania, o sea unos 15 millones de indfensos seres humanos. La búsqueda de otroalojamiento con mi compañero de habitación duró todo el día, hasta que al final, congran suerte, cerca de la estación central encontramos una pequeña habitación para cadauno. Era un milagro. Se trataba de la memorable pensión “Central” sobre PrielmeyerStrasse Nº 5, que se había salvado intacta junto a algunos edificios colindantes. Me alo-jaron en el último piso, el 4º bajo el techo; ascensor no había. Tiempo antes me llamóla atención que frente de la pensión, cruzando la calle, en una plazoleta se estabaconstruyendo uno de los muy pocos bunker. Observé sus gruesos muros de hormigón

que servían de apoyo de la enorme losa de más de un metro de espesor que sepreparaba encima. No pensé que allí salvaría más de una vez mi desdichada vida. Antes de invadir Rusia, los alemanes disponían de mucha aviación. Incluso en la batallaaérea con Inglaterra destruyeron la ciudad de Coventry, con lo que se creó el verbo“coventriren”. Sin embargo, los ingleses no se quedaron atrás y en varias noches deduros ataques destruyeron por completo la importante ciudad portuaria de Hamburgoy crearon el verbo “hamburguiren”. 

LA VIDA EN ALEMANIA DURANTE LA GUERRA

 Antes que nada quisiera aclarar que la entrada y salida de Alemania era totalmente libresolo con un sello de “entrar” ó “salir”. Con el único requisito de revisar las valijasrapidamente en el vagon, para evitar contrabando. Visas entonces no existía.La comida que podíamos encontrar en los ya precarios restaurantes era cada día máspobre. Todos los días, mañana y tarde, papa hervida con chucrut y un plato de sopacolor negruzco, al parecer de harina tostada (la nombrada “ochs schwanzen supe”,

supuestamente de cola de buey) pero que no tenía más que algunas gotas de grasa, nosé de qué. Ingiriendo ese supuesto almuerzo día tras día, meses tras meses unoquedaba con el estómago hecho pedazos.

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Las raciones de alimento con cupones fueron mermando cada vez más. Antes deabandonar Alemania, siete meses antes de terminar la guerra, a los estudian- tes nosentregaban por mes 2 kg de pan, 200 gramos de carne, 50 gramos de manteca cuando

había, y nada más. Con gran lamento a veces entregábamos en los ya miserablesrestaurantes 50 g de cupón de carne para recibir algo de comida más pasable.Solamente en el comedor universitario  – aunque semi destruido –   todavía una vez pormes nos servían un buen plato de pato con papas al horno que podíamos repetir conun recorte de cupón de 50 gramos de carne y a veces sin eso. Con la juventud y elhambre que teníamos, quizás después de tanta papa hervida con chucrut, que ya “nossalía por la nariz”, hasta el día de hoy me parece que nunca había comido cosa tanexquisita. Según el encargado y revisor del comedor, un inválido de la guerra, siemprenos recordaba que eso era un obsequio del Führer.

Claro, los patos los traían de la laguna adonde iba el desagüe cloacal. Perolamentablemente, un año y medio antes de terminar la guerra ni el precario comedoruniversitario existía más. Todo había volado por los aires. Lo que recuerdo deentonces con cariño es la popular canción Lili Marlen, que se la escuchó con muchaalegría en toda Europa, en todos los frentes de ambos bandos. Me puedo imaginar elhambre que habrían pasado en Alemania en los últimos meses de la infame guerra,cuando yo había vuelto a mi patria que cayó bajo el poder soviético: con la producciónpor el suelo y los transportes destruidos.Con toda seguridad los innumerables campos de concentración en Alemania, Austria,

Chequia y Polonia, tanto de prisioneros de guerra como de los opositores al nazismo yde los judíos, habrán quedado totalmente desabastecidos, sucumbiendo de hambre yde enfermedades. Los gritos del enloquecido Führer de que debía atenderse a losprisioneros incluyendo a los judíos y aumentar la producción, ya no entraban en losoídos de nadie. Con la pequeña bolsa negra (que nadie nos prohibía), teníamossuficiente dinero para gastar, pero no había nada para comprar. En todo el tiempo dela guerra en Alemania los precios no sufrían ningún aumento. Mientras Alemaniaprogresaba, la gente toleraba a Hitler, pero cuando los gobernantes nazisemprendieron la locura de la guerra, el pueblo alemán se retrajo y enmudeció.

 Trabajaban día y noche sin abrir la boca. Nunca escuché en Alemania a nadie queprotestara, pero tampoco que justificara la guerra.Nunca escuché a ningún alemán expresarse a favor de Hitler ni contra losjudíos, como sucedía y sucede en otras partes de Europa y del mundo .Porque los judíos se sentían muy integrados con los alemanes. Pero eso sí, todos,incluso los estudiantes extranjeros, en público o en las universidades, teníamos laobligación de hacer el saludo “heil Hitler” con la mano ligeramente levantadaautomáticamente, aunque lo hacíamos como de mala gana, pero debíamos cumplir conla orden. Me causa risa cuando me acuerdo cómo las mujeres que se juntaban en los

escasos puestos de compra de víveres protestaban entre sí en voz tan baja que no se laspodía escuchar a un metro de distancia. Las mujeres “schimfen” protestan, decía FrauKetty, mi última y apre- ciada ama de casa. El pueblo alemán vivía sin esperanza,

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estaban resignados a cualquier sacrificio y a cualquier muerte más dolorosa yespantosa. Sin embargo nunca escuché gritos o llantos como sucedería en un paíslatino.

LOS ESTUDIANTES EXTRANJEROS EN LA GUERRA

 Aunque desde siempre la técnica y la ciencia de Alemania atraían a muchos estu-diantes extranjeros, al llegar al poder el nacionalsocialismo quiso atraer aún más con elobjeto de mostrar al mundo su superioridad frente al avance del comunismo. Para esose extendían becas a los estudiantes pobres y además, como ya mencioné, se nos

otorgaba un 30% de rebaja en el cambio del marco alemán. Al comenzar la guerra, losmiles de estudiantes extranjeros provenían de los países que no estaban en guerra conel régimen nazi ni que pudieran resultar peligrosos como guerrilleros.Por eso los estudiantes extranjeros, durante la guerra, gozaban de ciertos privilegios. Laentrada y salida en las fronteras era totalmente libre, salvo en casos extremos, lacirculación dentro del país era libre, sin habernos pedido alguna vez documentos deidentificación. Para mí era como si la policía secreta, la Gestapo, nos individualizara delejos y tuviera órdenes de no tener roces con nosotros. Teníamos en todo sentidomuchos más derechos que la propia población alemana. Ellos tenían que trabajar,

callarse y no pensar, al mejor estilo soviético. Mientras, nosotros podíamos escucharlas radios y las propagandas aliadas; teníamos toda la libertad en ese sentido. Lo únicoque no podíamos hacer era expresarnos públicamente contra el régimen. Lamartirizada población alemana nos acogía de muy buen ánimo. Nunca nadie denosotros tuvo ni los más mínimos problemas. Está de más decir que las mujeresjóvenes y viudas recibían con sumo agrado nuestra compañía. Pero como laalimentación escaseaba al máximo, debido al exceso sexual muchos compañeros seenfermaron de tuberculosis. Incluso un amigo mío que se divertía mucho tocando el violín, tuvo que abandonar este mundo.

Salvar la vida a toda costa era lo principal porque muchos desaparecieron sepultados vivos bajo los escombros, o con muertes más horrorosas, quemados vivos por lasbombas incendiarias o despedazados por las explosiones de las enormes bombas. Eranmomentos por demás desesperantes, de mucho sufrimiento. Escuché a mucha gentecomentar que preferiría estar en un campo de concentración, donde seguro llegabapoco para comer, para no sucumbir de hambre, pero vivirían al menos sin elinsoportable terror diario porque los campos de concentración no fueronbombardeados. Por eso allí se producía hasta que fueron prácticamente abandonadosantes del final de la guerra. Ya que los pocos nazis que los gobernaban preferían ir a

luchar contra los temibles soviéticos rusos que se acercaban. Sin duda preferían, deacuerdo a su arrogancia morir luchando y no esperar ser acorralados, azotados, violados y acribillados. Los estudiantes ya estaban obligados a vivir en los pueblos más

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En Alemania en guerra, como ya mencioné, no se observaban policías en ningunaparte, debido a la idiosincrasia del pueblo alemán y a las estrictas órdenes impartidas.

1) Había muchos letreros que decían: “Reder roller für den Sieg”  (“Las ruedas dan vueltapara la victoria”), que impulsaban el transporte, que tanto necesitaban, por lo quedebían mantenerlos permanentemente en condiciones.2) Letreros que mostraban a un operario que exclamaba maldiciendo: “Donner wether past nicht” , que trataba de acoplar dos mangueras frente a un incendio, pero las medidasno coincidían; por eso se impusieron las conocidas normas DIN   ( Deutsche Industri Normen), que hasta hoy están en uso en muchos países del mundo.3) Como los nazis tenían mucho miedo al sabotaje, alertaban a la población conletreros con una gran figura negra en posición sigilosa, con la inscripción: “el enemigo no

duerme”. 4) Había muchos letreros que decían “Eintrit Verboten” (“Prohibido entrar”), y como losalemanes son muy disciplinados, nadie entraba para ver por qué. Y nosotros, a pesarde nuestra curiosidad, aprendimos rápido a imitarlos.5) Los letreros más severos y contundentes en lugares visibles rezaban: “Ver plündertwird ersch ösen” (“El que roba será fusilado”) y nada más. Pero nunca escuché que esohubiera sucedido, porque a ningún alemán se le ocurría robar y tampoco a ningúnestudiante u obrero extranjero.6) El que no trabajaba o no estudiaba no recibía cupones de alimento y tenía que dejar

el país. Pero al empezar la guerra ni los alemanes ni los hebreos podían irse, y debíantrabajar y aguantar la situación. Debían trabajar porque Hitler gritaba e insistía quenecesitaba producción. Por eso, a pesar de infundadas y maliciosas versiones, no habíaen Alemania ni un solo gitano antes ni durante la guerra, pues no les gustaba trabajar.

LOS NAZIS “SS” 

UN REGIMEN AUTODESTRUCTIVO

Los nazis, durante la guerra, casi no se veían y no se sentía su presencia en toda Alemania. Su origen empieza con los grupos que el nacional-socialismo formó paradefender los meetings del Führer, como ya mencioné, que fueron constantementeatacados por los comunistas, o sea los famosos camisas pardas.Más tarde, a modo de la juventud comunista a la cual yo también pertenecía,

“Comsomol”, Hitler instauró la renombrada “Hitler Jugend”, de los que se selec -cionada a los jóvenes más aptos para la raza superior, principalmente los hijos de los

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obreros más fieles al Partido Nazi. Esos cuadros formaron los soldados de elitellamados Sturm Soldat, soldado de choque, o sea los “SS”. Quisiera hacer unacomparación aunque sideralmente opuesta; en China se venera a Confucio que decía

“El que no vive para servir, no sirve para vivir”. Para los nazis, el que no v ive paraservir al Führer, es el que no sirve para vivir. Esa fuerza no tuvo más que 8 a 10% delejército regular, el que debía luchar y morir en los frentes de batalla; mientras las tropasde elite “SS” con sus comandantes organizaban la producción, el transporte a losfrente, organizaban los campos de concentración para los prisioneros y la lucha contralas guerrillas apoyadas por los judíos en muchos países de Europa, contra la resistenciafrancesa y luego la italiana, contra la gran resistencia del mariscal Tito, etc.Se consideraban los caballeros de la raza superior. Eran arrogantes, imperturbables,seguros de sí mismos. Aunque pretendían ser amables y correctos, se percibía su

odiosa prepotencia. Por más que su Führer predicara en su máximo slogan “Mentesana en cuerpo sano”, sin embargo, por lo que pude comprobar personalmente,parecía que sus mentes estaba perturbadas por el exceso de fanatismo y soberbia.Se los veía pulcros, robustos, altos, rubios, de ojos celestes, tratando de mostrarsesuperiores, y no solo con los extranjeros sino con los mismos alemanes. Lo heobservado mucho; eran tan distintos de los demás alemanes, como si se consideraranseres de otro planeta. Aunque no eran como los comunistas, que sospechaban yperseguían a toda persona que no compartía su ideología, los nazis eran antipáticos porel solo hecho de observarlos, o al menos, así me parecía a mi, por la adquirida fobia

como ex marxista. Usaban uniformes especiales, con “SS” a cada lado del cuello de laschaquetas. Eran inconfundibles, se los distinguía de lejos por su porte y por losparches de cuero que llevaban en los codos y las rodillas; sin duda para poderarrastrarse por el suelo. La diametral diferencia con sus adversarios comunistasconsistía en que mientras los “SS” caminaban como en exposición, sin fijarse en losdemás, los comunistas se fijaban bien para ver quien “los miraba mal” para ponerlo enla lista negra o azotarlo sin piedad.Como eran una minoría bien seleccionada de unos 8-10% de la población, al parecerpara ellos, el honor de ser “SS” estaba sobre todo. Tenían inculcado   que en todo

momento debían mostrarse más caballeros y superiores a los demás.Eran tan consentidos como si se consideraran seres de otro mundo. Me consta que lapoblación alemana no los quería y los evitaban, y menos los toleraban los soldados yoficiales del ejército regular.El que haya leído el libro “Hora 25” recordará cómo el escritor describe al capitán nazial ver ya el nefasto fin de la guerra que nunca esperó. Se refugia en una casa, se da unbaño, se afeita, se viste y coloca todas las condecoraciones, se pone la gorra. Luegolimpia, engrasa y carga su pistola. Al final se mira bien al espejo,levanta bien estirada la mano derecha y exclama “¡Heil Hitler!”, y luego apunta con   la

pistola a su sien, y dispara. Con toda seguridad los nazis (SS) que no habían caído enlas batallas para defender a su Führer y su vida terminaron pegándose un tiro para no ver el desastre final, sabiendo además que nadie les daría refugio, ni los mismos

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alemanes. Por eso, cuando escucho decir que la Argentina está llena de nazis, esdemasiado exagerado. No fueron más que los pobres marinos del acorrrasado alemánGraf Spee hundido frente a Montevideo y uno que otros pocos verdaderos nazis

iscuridos desde Italia después de la guerra.Para mayor definición del tipo nazi, citaré la opinión de un sobreviviente judío de loscampos de concentración, el escritor Jack Fuhs, quien en su libro “Tiempo paraRecordar”, dice: “Los nazis, simplificando, fueron individuos fríos e in capaces de amar. Y esaincompetencia hizo que se volcaran hacia la supremacía de los medios.Toda su libido se dirigió al orden, las máquinas, la puntualidad... Se ha hablado, casi hasta elcansancio, sobre sus habilidades organizativas. Esto produce la sensación de que esa estructura, másque las armas, fueron las que hicieron realidad una sociedad de dominación total. Pero la culturahumana separada de la dimensión moral, puede ser demoníaca”8. (1)  

Cuando después de la guerra conocimos las atrocidades y los abusos que co-metían los soldados soviéticos y los aliados, recién nos dimos cuenta de que másallá de que los nazis fueran detestables, nunca escuché de las emisoras aliadas quese hubieran dedicado al robo y depredaciones, y menos la violación, sencillamen-te porque se consideraban superhombres. Mientras, claro está, que los soldadosregulares alemanes eran un ejemplo de comportamiento, digno de su origen. Poreso me animo a decir que si Alemania ganaba la guerra, con Hitler ya muerto, elmundo de hoy sería muy distinto, mucho más justo y sin interminables guerras queinventan los yanquis y los armamentistas.

8 Fuchs, Jack, “Tiempo de Recordar”, Editorial Milá, 1995, pág. 6.  

LOS ALEMANES, UN PUEBLO CON DESGRACIAS

Para muchos, el pueblo alemán es poco conocido. Para otros, influidos por unaconstante, tendenciosa, distorsionada y demoledora propaganda aliada, mantenidadurante decenios, es tildado como un pueblo belicoso e intolerante. Para otros, losalemanes son racistas, antisemitas y “nazis”. Los que han viajado a Alemania o Austriasaben que los alemanes son el pueblo más amable del planeta.

 Y no exagero si digo que de cada tres frases una es “bitte schon” –“por favor”–   o“Danke schon” –“gracias”– . Nunca durante mis cuatro años de estudio en Alemania – tanto en la guerra como después de ella –  escuché un solo alemán que cantara su himnonacional. Salvo, claro está, por las radios durante el régimen nazi. Pero no puedo decir

lo mismo de los franceses, con su “Vive la France”, que conocí bien durante mi cortaestadía allí, así como también de los hermanos rusos, que son sumamente imperialistasy aunque parezcan sentimentales con el grito “Rusia”... son capaces de cometer

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barbaridades con los demás pueblos, como el caso actual de Chechenia, un heroicopueblo milenario que sigue sub- yugado y pisoteado, sin esperanza y totalmentedestruido.

 Yo conocí a los alemanes en el peor momento de su historia. Un régimen totalitario dela clase obrera había tomado el poder y al levantar el nivel de vida, se vanaglorió y losllevó a una guerra total para recuperar lo perdido en la Iº Gran Guerra, supuestamentepara salvar a Europa de la amenaza comunista. La guerra se extendió por los cuatropuntos cardinales de Europa, algo que las grandes masas populares no deseaban. Peroera imposible oponerse a ese régimen tan rígido. Sólo eran posibles varios atentadoscontra Hitler de los que estaban cerca de él, pero los cómplices fueron fusilados sinpiedad. Al conocer bien a los ale- manes me di cabal cuenta de que ha sido y es unpueblo nacido y que vive para trabajar como símbolo de una cultura, mientras conocí a

muchos otros pueblos que trabajan porque tienen que vivir, y si pudieran vivir de lasdádivas y sin tra- bajar nada, sería mejor aún. Los alemanes tienen un gran sentido deldeber, son honestos, ingenuos, pacíficos y carecen de viveza. Les gusta decir: “Lebenund lebenlasen”  “Vivir y dejar vivir”, cosa que a los países coloniales no les entraba en lacabeza. Además, en varios años de suma necesidad nunca escuché que algún alemánhubiera robado algo ajeno.La fama de que constituyen un pueblo autoritario y agresivo no tiene fundamentohistórico, por lo que citaré las opiniones de algunos estudiosos. El historiador inglésFrederick William Meitland opina que “los alemanes son seres senti - mentales, que se deleitan

con la música, el cigarillo y el café”.  También la escritora francesa Madame de Staël teníauna buena opinión de los alemanes, muy distinta de la que tenían los aliados de las dosguerras mundiales. Según ella “los alemanes son un pueblo de escritores, poetas,músicos, estudiosos e investigadores. Son una raza no muy práctica y tampocochauvinista. Ellos no poseen ningún tipo de deseo de guerra, como otros pueblos”. Esbien sabido que el alemán es totalmente con- trario a tomar lo ajeno, lo considera unrobo propio de los bárbaros, de gente de baja cultura. Por eso en plena guerra, y auncon grandes necesidades, me consta que nadie tomaba algo ajeno por más que estaba ala intemperie.

En cuanto a las guerras, Madame de Staël se pregunta si acaso no es Francia la culpabledel desastre europeo del siglo XIX. Según el historiador británico Russell Grinfeld, enel período desde Waterloo hasta Sarajevo Inglaterra ha iniciado 10 guerras, Rusia 1, Alemania 3 (pero era Prusia y no Alemania, ya unificada), Austro-Hungría 3 y Francia5.

 Todos culpan a Alemania por la Segunda Guerra Mundial, pero pocos reco nocen quefue una trágica e inevitable consecuencia de la Primera Gran Guerra.

 Todos decían que sólo Alemania se preparaba para la guerra, mientras Inglaterra yFrancia dormían. Eso no es verdad. Porque dos años antes de la guerra, Chur chill

declaró que dinero para la defensa de Gran Bretaña se juntaba por todas partes.En 1939, Alemania no estaba preparada para una guerra tan prolongada. Losacontecimientos muestran que los nazis se preparaban para una inevitable guerra

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recién en el año 1944, pero el fatalismo y el lunático Fhürer la adelantó. Los fran cesesestaban mucho mejor preparados para una guerra, hasta habían construido laformidable línea Maginot; pero no tuvieron buenos comandantes ni estrategas Los

alemanes sólo estaban preparados para un Blitz Krieg de dos meses.

LAS CRUELES TÁCTICAS DE LOS BOMBARDEOS

Con la invasión a Rusia y en los primeros meses de batalla, los nazis, al verse engrandes dificultades, necesitaban de toda su aviación y poder militar. Con eso losaliados se adueñaron de los cielos y podían enviar miles de bombarderos“superfortalezas” con decenas de miles de toneladas de bombas destructivas e

incendiarias. Al faltarle aviación, los científicos alemanes inventaron los cohe- tes. Elprimer cohete era el V1, pero era más chico y de poco alcance y después inventaron el V2 (ese signo proviene de la palabra alemana “Vergeltung ”, o sea “arma de venganza ” ),que era en realidad para entonces de poca envergadura y precisión.

Conociendo en “carne propia” lo que significaba un bombardeo aliado, que hacíatemblar la tierra y sembraba el terror, la destrucción y las muertes, puedo imaginar elterror y la destrucción que provocan hoy el super sofisticado y pode- roso armamentoaliado en las naciones que hoy están atacando con el pretexto del terrorismo, pero para

destruirlos y apoderarse de sus riquezas.Los bombardeos continuaban día y noche sobre toda Alemania como un “safari”, contanta saña para sembrar el pánico, la desesperación y la destrucción, martirizar yaniquilar a la indefensa población alemana, y por qué no decir también a losestudiantes extranjeros. Lo más atroz era cuando a media noche los bombarderos sedirigían a una ciudad; las sirenas sonaban trágicamente y la gente se levantabacorriendo desesperada para buscar un refugio, el más ele- mental que fuera, y derepente giraban y atacaban otra desprevenida ciudad sin darle tiempo para accionar lassirenas siquiera. Siempre me llamó la atención que los sobrevivientes de los campos de

concentración no mencionaran el terror de los implacables bombardeos. Al parecer losaliados estaban bien informados y tenían en cuenta adónde había campos deconcentración para los prisioneros de guerra y los judíos.Siempre tuve la sensación de que a Hitler se le ocultaba muy celosamente las derrotas,porque era evidente que la información le llegaba muy atrasada. Los máximos jerarcasnazis manejaban la situación a la deriva prolongando su propio poder y su vida aexpensas de la destrucción de su propia patria. Hitler estaba ya desbordado y limitabacon la demencia.Seguramente pocos saben que las grandes industrias de armamento fueron sólo

dañadas, pero no destruidas, como lo fuera el resto del país. Porque a los influyentesmagnates armamentistas anglonorteamericanos muchos de ellos de orígen hebreo, porinterés y otro tanto de odio, no les convenía que los nazis se quedaran sin armas y la

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guerra, ese magnífico negocio, pronto terminara. Querían tener tiempo  para arrasarcon todo, destruir por completo a toda Alemania y diezmar y matar a toda la población que pudieran.

Querían pulverizar los monumentos de un gran pueblo, sus museos, sus uni- versidades, sus grandes edificios públicos, y borrar todos sus tesoros nacionales, conuna increíble sangre fría. Era admirable ver que la gente grande, hombres y mujeres,día y noche trataban de reconstruir algo para poder sobrevivir. Parece mentira, pero lascervecerías de Munich, propiedad vaya a saber de quién, fue- ron sólo parcialmentedestruidas. Me acuerdo que en Gräfelting, donde vivía, pasaban día por medio carrostirados por gordos caballos de patas anchas, haciendo tal trac-trac que se les escuchabade lejos; proveían de cerveza (de papa) sin problemas, tanto en la guerra comoinmediatamente después de ella. Por eso yo nunca tomé agua en Alemania. Además era

muy barata.

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UN AMOR A PRIMERA VISTA:

MI BELLA URSULA

 Al llegar a Munich empecé la búsqueda de otra amiga alemana para proseguir elaprendizaje del idioma y poner fin a la soledad. Mientras mis colegas se alababan detener las novias que quisieran, sin embargo mi timidez me impedía concretar mi deseo.La señora del director de mi escuela de Cherkovo suponía que en Alemania era factibleconseguir medias finas sin costuras, según le habían comentado. La disuadíasegurándole que allí no se conseguía en absoluto nada de nada, ni siquiera medias concostura. Pero ella insistió en que le comprara a cualquier precio. Pregunté al respecto a

la conserje de la pensión, Frau Guerber, porque yo no estaba vinculado aún con losestudiantes italianos, que solían con- seguir lo que uno les solicitaba.Un día, la conserje me llamó al hall de la recepción y me presentó a una mu- chachamuy bonita de ojos azules. Al contemplar a la rubia germanita supuse que era algo asícomo recibir imprevistamente un regalo del cielo. Por mirarla tanto no retuve sunombre. Las medias sin costuras que buscaba, de pronto se esfuma- ron de mi mente.“Soy Ursula Bergmann”, repitió ella, que en alemán significaba Osa. Me pareció muyinadecuado el nombre para una tan bella joven.Como yo estaba asombrado y con mi penetrante mirada no terminaba de observarla y

salir de la sorpresa, me preguntó: “¿Usted busca medias sin costuras, verdad?” Sí, sí – lerepliqué –   Así es. “Aquí tiene un par.” Antes de examinarlas me interesé acerca delprecio. “Un paquete de cigarrillos búlgaros.” “Muy bien”, contesté yo sin pensar, y deinmediato corrí a mi habitación para traérselo. Simpatizamos mucho, nos estábamosmirando uno a otro sin pronunciar palabra hasta que me salió del corazón: “¡Qué bellaque sos!”; parecía como si ambos hubiéramos estado esperando una maravillosaoportunidad como aquélla por lo que no la desaprovechamos. Sin ninguna “malaintención”, la invité a mi habitación para conocernos mejor. Al conversar de losferoces bombardeos, llegamos a la conclusión de que no debíamos perder la

oportunidad, ya que al día siguiente podíamos no existir más. El amigo lector se puedeimaginar como terminó este tan feliz encuentro. Ella ocupaba una habitación en elprimer piso, puesto que no siempre podía regresar de noche a su casa fuera de Munich.Ella tenía 20 años y yo 25, nos enamoramos perdidamente. Para mí la vida cambió porcompleto. Aprendí de Ursula a resignarme, ya que la muerte podía arrancar mi vida encualquier momento. Aprendí que para el hombre enamora- do la muerte no existe.Ursula, días después, me sugirió que los libros y la ropa que no utilizaba todos los díasla llevara a Tützing, un poblado sitiado frente a Starnbergersee, a unos 40 km deMunich, donde vivía con su madre viuda y una tía, alquilando una casa de un pudiente

campesino. Un día sábado fuimos a lle- var mi valija, pero las damas no estaban, demodo que decidimos quedarnos allí gozando de la tranquilidad, la intimidad y de unanoche inolvidable de amor..

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 Al día siguiente, me llevó al gran depósito de forrajes. “Vos sos de confianza, por loque te voy a mostrar algo”, me dijo mientras empezaba a sacar las pajas, y de prontoapareció un auto completamente nuevo. Lo habían escondido para que los nazis no lo

requisaran para uso militar. “En lindo lío se metieron”, le dije, “si los nazis seenteraran”. Seguro que su madre no se sal varía de ir a parar a los campos de trabajosforzados. Las hermanas tenían una gran tienda en la ciudad de Dusseldorf, pero en losprimeros, todavía esporádicos bombardeos ingleses, había sido destruida. Paraentonces Hitler todavía indemnizaba a los damnificados. Sin embargo esa ayudadesaparecería rápidamente.En Feldafing, una estación anterior, cerca del mismo lago, vivía su otra tía, FrauleinElwine, una dama ya madura e inválida de una pierna. Úrsula y yo esperábamos conansia los fines de semana para estar juntos en su casa. Porque al ser única hija, su

madre trataba de alejarla de mi por miedo a que algún día la lleve a Bulgaria. Cada vezque llegábamos, la tía Elwine nos esperaba impaciente en la puerta de su pequeña peroacogedora “villa”. Y siempre tenía preparada una cómoda cama para los dos. Cada finde semana yo dejaba todo para viajar a Feldafing, lejos del terror que cada tanto sedesataba sobre Munich. Ursula, bien vestida y muy coqueta, me esperaba en la estaciónferroviaria. Abrazados y llenos de felicidad caminábamos las tres cuadras bastanteempinadas, sin darnos cuen- ta. Al escuchar nuestros pasos, la tía Elwine salía rápido,aunque rengueando, a abrirnos la puerta. Estaba tan feliz con nosotros como sifuéramos los hijos que no tenía.

Cuando ya teníamos mucha confianza, su tía contaba un chiste o un cuento de losnazis. De Goering decía que era morfinómano, que aceptaba sobornos por otorgarfavores políticos o a algún judío rico para sacar su riqueza, aún empezada la guerra.Decía que Hitler predicaba una cosa, pero hacía otra; quería que los hombres y mujeresse casaran y tuvieran muchos hijos y sin embargo él mismo no se casó, ni tuvo hijos.

 A veces repetía una rima más o menos como la siguiente:

“Gobierna a la manera rusa Se peina a la francesa

Se corta el bigote a la inglesaNo nació en Alemania

Enseña el saludo romanoQuiere que tengamos muchos hijospero él no es capaz de tener unos.Ese es el dueño de Alemania”. 

Mientras las mujeres preparaban la comida con algún ingrediente que la muchachapodía conseguir entre los campesinos, yo trabajaba con gusto como jardinero en lapequeña huerta que había atrás de la casa, cosa que conocía muy bien. Ursula vivía

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tanto en Tützing con su madre, como en Feldafing con su tía. Cada vez que las iba a visitar era un huésped muy querido. Después del almuerzo y la cena le regalaba uncigarrillo a la tía Elwine. Ella prendía el viejo gramófono, colocaba un disco con una

canción melancólica, se sentaba cómodamente en un sofá, y encendía el cigarrillo almejor estilo alemán. Mientras escuchaba la música y saboreaba el cigarrillo inspirabaprofundamente y exclamaba “O Got, o Got, wie gross ist mein glüch”  (“Qué grande es mifelicidad”). Eso era una clara demostración de que los alemanes son sentimentales ymelancólicos.

 A pesar de mi desagrado, los lunes temprano por la mañana debíamos tomar el trenpara Munich y bajar hasta donde podíamos llegar. Ursula trabajaba como dibujante enla Municipalidad de Munich y no quería faltar, salvo que las vías férreas estuvieranbombardeadas y totalmente interrumpidas. En esos casos, se nos complicaba la vida.

LA ESCANDALOSA FIESTA PATRIA EN MUNICH

Se acercaba el 3 de marzo de 1943, aniversario de la liberación búlgara del yugo turco.La fecha nacional más significativa y, desde luego, para mí con mayor razón, porque esel día de mi cumpleaños. Los compatriotas deseábamos celebrarla con entusiasmo.Solicitamos un salón en la única chopería que aún subsistía, aunque medio destruida.

El gerente, Herr Franz, nos manifestó que en tiempos de guerra las reuniones estabanprohibidas. Insistimos. Nos indicó que pidiéramos la autorización ante la Gestapo.Respondimos que si la gestionábamos, era seguro que nos la negarían. Lemanifestamos que la fiesta no sería bulliciosa y no daríamos lugar a ninguna queja. EnMunich había unos 1.200 estudiantes búlgaros, y tanto su conducta como suscomportamientos habían sido siempre inobjetables. Sin embargo, la contestación eranegativa.Por mi iniciativa juntamos varios paquetes de cigarrillos y regresamos al día siguiente.Herr Franz no quiso recibirnos, pero le manifestamos que teníamos en mente otra idea

para proponerle. Al sentarnos le pusimos, frente a él, 6 paquetes de 20 cigarrillos cadauno: “Sr. Gerente, dada su gentileza resolvimos hacerle este obsequio, si nos facilita la chopería ”. Elhombre abrió los ojos con sorpresa. No podía creer lo que veía: tanta cantidad decigarrillos inesperadamente de su propiedad. Para un alemán en aquellos tiempos eraun sueño.Era sin duda una viveza, casi un soborno encubierto. Aproveché entonces sudesconcierto, y con tono de inocencia añadí: “¿ No nos va a decir que no, verdad? Por otra parte, somos estudiantes de un país neutral y amigo”; le aseguramos que todo saldría bien, que“no haremos bulla y seremos prudentes ”. 

Cuando concluí, Herr Franz no sabía qué decir ni qué hacer. Miraba los paquetes decigarrillos, luego a nosotros hasta que se decidió: “Gut, abgemacht  ” (bien, trato hecho).El grupo encargado de la fiesta concurríamos a diario para organizarla.

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Comprometimos un conjunto musical de veteranos y finiquitamos todos los detalles,adónde correríamos a dispersarnos en caso de un ataque aéreo, rogando a Dios quepara ese día el cielo estuviera muy nublado y nos protegiera.

Conforme con la puntualidad alemana, a las veinte la sala estaba llena. Mila-grosamente los aviones aliados aquella noche llevaron el terror a otras ciudades y lassirenas estuvieron silenciosas. De no haber sido así habría sido un desastre, pero yaestábamos resignados. Esa noche se vaciaron muchísimos barriles de cerveza, que en Alemania nunca faltó, y bebidas de todo tipo que los comensales llevaron consigo.Había entre nuestros invitados compañeros, amigos alemanes y profesores. Llevélógicamente conmigo a mi adorada Ursula, quien estuvo aquella tarde frente al espejo,cambiándose peinados y vestidos que todavía poseía de las grandes tiendas de sumadre, por lo que llegamos un poco más tarde. Mi acompañante despertó un visible

interés, se daban vuelta los asistentes y compañeros a contemplarla, no sólo por subelleza, sino porque estaba elegantemente vestida. Aquello era un bochinche. Losbúlgaros suelen ser bulliciosos. Se fumó como en los mejores tiempos, se tomó y cantóen exceso a pesar de la prohibición de hacerlo. Celebramos mi cumpleaños entre losque me acompañaban en la mesa que, como todas, estaba adornada con tempranasflores. Ursula no ocultaba su alegría, luego de aquellos tiempos grises, penosos y deangustia. Al concluir la fiesta y ya en plena calle, prosiguió el alboroto y los cantos enbúlgaro, cada cual como mejor podía. Nos habíamos olvidado que nos hallábamos enun país en guerra, y que las fiestas, los bailes y los escándalos estaban estrictamente

prohibidos, que la gente trabajaba y temprano estaba de pie. Considero que losestudiantes son iguales y poco responsables en todas partes del mundo. Afortunadamente nada ocurrió; tampoco hubo quejas de ninguna índole.Salvo el diario local Völkischer Beobachter que publicó un comentario sobre el“festejo ruidoso” en el día patrio de los estudiantes búlgaros. Supongo que lo hizo paramostrar que ninguna noticia le era ajena y otro tanto, para poner de relieve que elgobierno “Nazional Socialista” era tolerante con los estudiantes universitarios.  De regreso a la pensión nos dirigimos a la pieza de Ursula. Allí encontramos a sumadre, a quien ya conocía, ella había arreglado bien la pieza. Luego de enterarse de los

pormenores de la fiesta y al vernos tan contentos, se despidió con un beso y se fue adormir a otra habitación, no sin antes darse vuelta, mover un dedo y con una pícarasonrisa advertirnos: “Kinder machen sie keine dummheit ” (Chicos, no hagantonterías).

LA CARTA DE DOÑA SARA

En las vacaciones de verano del norte de 1943 encontré en Karnobat al Sr. Isaac,comerciante en granos, de quien me había hecho muy amigo y le vendía mi pequeña

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cosecha cuando trabajaba en agricultura. Me pidió que llevara una carta a una familiaranciana que residía en Munich, lo que acepté sin problemas.En realidad no me interesó mucho quién fuera el destinatario. Estaba preocupado con

los tortuosos trámites cada vez que salía de Bulgaria, en razón de que no habíacumplido con el servicio militar por ser estudiante. A mi llegada a Munich tomé mibicicleta y corrí para entregar la carta de Doña Sara. Era una zona alejada del centro.Me recibió una mujer de edad y repitió varias veces su agradecimiento. Por mi parte,no le hice ninguna pregunta y me fui contento.Hecho eso me despedí y me sentí muy satisfecho de haber cumplido con la palabraempeñada a don Isaac. Había hecho además una obra humanitaria.

 Al llegar a la Politécnica relaté a mis compañeros las novedades con los ins pectoresaustríacos de la frontera, que nos dejarían entrar con cuarenta paquetes de cigarrillos

sin problema, si dejábamos el 20% para los soldados en los campos de batalla, pero sinrecibo, lo cual fue recibido con alegría. Claro está que con ese arreglo no éramosrevisados y podíamos esconder todo lo que queríamos.Sin embargo, cuando comenté que había traído una carta a una señora judía, mehicieron severos cargos a causa de la imprudencia cometida. Una cosa era el sentidohumanitario y otra distinta correr riesgos de esa índole. Según ellos nadie estaba encondiciones de saber si dentro de ese sobre se escondía un mensaje en clave con finesdesconocidos. El temor provenía del hecho de que si entrábamos en sospecha de laGestapo comprometía no sólo a mí sino a toda la colonia estudiantil y, a partir de allí,

seguramente habría una más estricta fiscalización en la frontera.El temor nazi al sabotaje o espionaje era enorme ya que el sionismo le había declaradola guerra sin fronteras, por lo que en todas partes se leían leyendas de prevención:“Cuidado, el enemigo no duerme ”. La maquinaria de propaganda hitleriana estaba provistade slogans. Por eso también al empezar la guerra trataban de llevar a los campos deconcentración a todos los judíos a su alcance, y de esa manera, evitar los sabotajesademás de tener mano de obra calificada y gratis. Debo reconocer que pasé días deangustia. Por mucho tiempo las pesadillas de que la Gestapo me perseguía no me

abandonaban, me reflotó el viejo miedo que le tenía. Pero con el tiempo, lapreocupación fue perdiéndose.

MI PAPELÓN CON UN CAPITÁN NAZI

Mi amiga Margot de Braunschweig no se resignaba a que nuestros caminos se hubiesen

distanciado. Incluso antes de partir de allí ella estaba bastante alegre y me dijo “Ich binmal gespant”, algo así como “estoy segura que vos vas a volver”, y teniendo unteléfono a mano, me hablaba muy seguido.

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En el otoño de 1943, alegando que me extrañaba, decidió viajar a Munich para verme yde paso conocer Baviera. “No estás en tu juicio” – contesté –. “Con tantos bombardeosy aviones aliados en los cielos arrasando todo lo que encuentran y complaciéndose en

bombardear las estaciones y ametrallando los trenes de pasajeros no puedesarriesgarte.” Te van a matar, le repetía. Traté inútilmente de convencerla, al final leconfesé que tenía otra amiga para que no cometiera tonterías. Ni siquiera me escuchó:“Una sola vez en la vida se muere y además ya adquirí el boleto, viajo el próximosábado, pero ignoro cuándo llegaré, de cualquier manera te buscaré en la pensión”, fue  la respuesta, y el teléfono se cortó. “Otra mujer sin miedo de morir”, reflexioné.Consiguientemente no quedaba otra salida que desaparecer por una semana de los ojosde Ursula.En efecto, el lunes siguiente, al entrar en la pensión, sorprendí a Margot sentada en el

hall. La recibí con el afecto que merecía. A pesar de sus escasos veinte años su rostrode muñeca parecía desmejorado, con signos de cansancio. Enumeró los peligros ycontratiempos a los cuales se había expuesto para llegar a Munich. Frau Guerber mereprochó porque la muchacha había aguardado varias horas. La llevé a mi habitación.Mientras Margot se quedó a cambiar y descansar, aproveché para salir en mi viejabicicleta a buscar un restaurante de los pocos que quedaban en pie. Recordé uno en elpaseo de Munich, frente a la Rathaus, la Alcaldía de la ciudad, de los pocos en pie,reacomodado.Era una chopería donde a veces se conseguía, con un precio mayor, comer algo sin la

entrega de cupones de racionamiento. Tuve suerte. Corrí a la pensión con el propósitode regresar antes de las 20 horas. Después de ese horario no se encontraba nada. Tomamos el tranvía y pronto llegamos a Marien Platz. Antes de entrar, contemplamosla majestuosa Rathaus, y aunque había sido víctima de bombardeos y mostraba un aladestrozada, aún presumía su colosal estructura. Poseía un reloj corso con “bing  beng”que resonaba cada quince minutos, cada treinta asomaban algunas figuras danzantes ycada sesenta un desfile de damas y cortesanos danzaban al compás de la ronda. Margotno pudo dejar de expresar su admiración ante ese notable atractivo visual; nosdemoramos en entrar al restaurante, y el bar estaba colmado.

Es costumbre en Alemania, aún lo es, ubicarse en cualquier lugar con asientosdisponibles, compartiendo la mesa con desconocidos. Tomé la mano de Margot y nosdirigimos a una mesa que parecía vacía. Una columna impedía ver quién es- taba dellado izquierdo. Antes de llegar, Margot, que se encontraba a mi derecha, apretabainquieta mi mano, pero yo no presté atención; en un primer momento, por la poca luz,no pude advertir quién estaba allí. Supuse que era un oficial del ejército regular.Después de saludar y acomodar a mi dama, al levantar la vista, con gran sorpresa vique al frente teníamos nada menos que a un capitán de la SS. Además de loinconfundible de su porte y mirada, eran visibles las dos SS en cada lado del cuello de

su chaqueta y las condecoraciones que lucía. Muchas veces me he sentado a pensar;más allá de que uno ha odiado a los nazis, debo reconocer que – me guste o no – , los demayor jerarquía tenían metido en la ca- beza que debían mostrarse como caballeros.

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Margot me miraba con ojos de súplica, como implorándome que nos fuéramos. Yo, encambio, no estaba dispuesto a admitir signos de temor. Pero al observar al nazi erguidocomo una estatua de bronce e ínfulas de superhombre, con su pecho adornado de

condecoraciones y una cruz colgada de su cuello, nosé de qué maldita orden, como en las calles se los veía muy rara vez y los observabacon curiosidad ahora me invadieron los nervios. Si bien jamás había tenido problemascon los intocables y temibles SS, les profesaba un marcado recelo. Me indignaba suinsolencia, pues no había quitado la mirada de Margot desde que nos sentamos. Habríadeducido, sin mayores esfuerzos, que se trataba de una joven alemana en compañía deun extranjero. Además, al verse solo, frente a un extranjero tan bien acompañado,seguro que los celos lo invadieron. La sensación de inseguridad que invade a unindividuo sentado sobre una canasta de huevos, en esos momentos yo la

experimentaba. Me hallaba confuso. Supuse, no sé por qué, que el imponente varónestaba por marcharse. Al parecer la columna impidió a la servidora colocar el chopfrente al orangután con charretera, por lo que lo colocó frente a mí.Mis nervios me hicieron cometer una torpeza infantil e imperdonable. Para recuperar elánimo, de inmediato levanté la jarra e hice un trago sin aguardar ni siquiera que lesirvieran la limonada a mi compañera. “La cerveza no era para ti” , me reprochóMargot en voz baja, invadida de un gran nerviosismo. Recién me di cuenta de que elindividuo no se retiraba, sino que había llegado poco antes que nosotros. Caí en lacuenta de que me había portado como un mal educado, yo que tanto me esmeraba en

ser un caballero. “Perdón señor”, le dije. Me con- templó con una soberbia no exentade una ráfaga de odio. “¿Usted es extranjero?”, preguntó con un gesto altanero.Repliqué con orgullo: “Soy estudiante búlgaro”. “¿Y de este modo se comportan lossoldados alemanes con las muchachas búlgaras?” agregó. Con toda seguridad loembargaron los celos, ya que un insignificante extranjero estaba acompañado por unabella mujer mientras él, con semjante jerarquía, contaba solo con el acompañamientode su soledad. Era igual a que me introdujeran una espina en alguna herida. A mi lado,Margot, que adivinaba el desenlace, lagrimeaba. Acaso pensé: ¿este tipo tiene elderecho de hacerme esta clase de pregunta? Lleno de odio y sin justificación contesté

una barbaridad: noch wie (más que esto), y lo peor del caso fue que al gesticular yo conlas manos, rocé la alta jarra con cerveza que se volcó contra el orgulloso nazi y lo bañó íntegro.Cobré entonces conciencia de que estaba haciendo un tremendo papelón. El capitán nopronunció palabra alguna, se irguió como un autómata. Sacudió tranquilamente suuniforme empapado, en momentos en que la moza servía la jarra destinada a mídándose de plano con el incidente. El energúmeno entonces sacó una moneda de dosmarcos, que excedía el cuádruple del valor del chop, la depositó sobre la mesa, levantósu gorra y el sable que tenía puesto sobre una silla a su lado, se inclinó levemente ante

Margot y se marchó con militar desplante. Mientras, mucha gente miraba sin entenderlo que pasaba. El maldito nazi se dio el gusto de mostrarse como un caballero, comosiempre pretendían. Me sentí violento e incómodo por haber protagonizado aquel

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accidente tan bochornoso ante un esbirro hitlerista. Nunca antes me había sentido tanmal desde mi llegada a ese país. Mi vergüenza no tenía límites. No me animaba a mirara Margot, pero percibía sus sollozos.

Debo reconocer que había exagerado en cuanto al comportamiento de los alemanescon las chicas búlgaras. Las tropas regulares germanas, a su paso por nuestro país parallegar a Grecia y de allí al Mediterráneo para ayudar a sus compatriotas que luchabanen el Norte de Africa prácticamente abandonados por sus propios aliados italianos,levantaban suspiros entre las muchachas. Soñaban con estos soldados apuestos ygustaban exhibirse con ellos en los bares y en las calles. Los jóvenes sentíamos laimpotencia y el fastidio de los celos. Lo cierto es que no se veía allá a estos SS, quizásporque éramos un país neutral y para no causar rechazo. Se sabía además que lastropas alemanas entraban en los países dominados con desfiles militares y con orden y

respeto hacia la población, como era la vieja costumbre del ejército germano. “Vamos – le dije a Margot – , porque ahora lo único que falta es que esos pájaros de mal agüeronos despedacen.” Pasamos por la cercanía de la basílica Frauen Kirchen, que exhibíasus dos altas cúpulas pero sin poder disimular por dentro las huellas del feroz incendioque la había calcinado. Era lo que quedaba de la iglesia erigida en homenaje a la mujery símbolo de München. En silencio retornamos a la pensión.Esa noche no pude conciliar el sueño. Estaba abatido por no haber podido controlarmis nervios y demostrar al nazi mi habitual caballerosidad, digna de un estudianteuniversitario de aquellos tiempos. No podía olvidarme de otro capitán que conocí en

un viaje a Bulgaria. Al pasar el tren por Budapest, un capitán del ejército regularalemán se sentó a mi lado. Conversamos muy amablemente, como corresponde a dospersonas civilizadas. En todo el trayecto hasta Belgrado, adonde bajó, conversamossobre el desastre de la guerra en la que Hitler había metido y sacrificado al puebloalemán. Le pregunté si estaba de acuerdo conmigo en que Alemania no podía ganarnunca esa guerra frente a tantos ejércitos enemigos, por más que tuviera razón deliberar sus territorios mutilados en la Primera Guerra.Que al invadir Rusia, Hitler cometió un error imperdonable, por apurarse sin estar bienpreparado, y porque Stalin y el comunismo eran invencibles. El pobre capitán me

escuchó atentamente, diciendo: “Todos los alemanes, incluso los mismos nazis, somos conscientes y resignados de que perderemos la guerra, pero no tenemos otra salida que sufrir y morir atrapadas porlas órdenes del Führer y del alto mando naz i” . Considero que el mundo nunca entenderá entoda su dimensión los sufrimientos del pueblo alemán en las dos guerras mundiales ysus trágicas consecuencias. Lamentablemente muchos me consideran como un judíorenegado diciéndome: “Los aliados cosecharon grandes ventajas en la Iº GuerraMundial, pero a los judaísmo de la 2ª le serviría por siglos, repitiendo el pretexto delHolocausto ” Porque el antisemitismo es muy grande en la Argentina, a veces me daganas de cambiar el apellido pero eso no es fácil.

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EL POBRE SOLDADITO ALEMÁN

Después de las vacaciones de verano, de 1943 en mi patria, me aprovisioné con víveres,con unos cuarenta paquetes de cigarrillos y algunos medicamentos (porque en Alemania ya no se encontraba nada). La única posibilidad para entonces era elferrocarril por la desmembrada Yugoslavia, con el pertinente riesgo. En Yugoslaviaoperaban todo tipo de facciones guerrilleras y antiguerrilleras separatistas y tropas delgobierno títere en Belgrado. Además, las tropas búlgaras que custodiaban la vía férrea,para asegurar el necesario tránsito a occidente.

Como es sabido, la guerrilla más famosa de todas las que había en Europa durante laSegunda Gran Guerra estaba bajo el mando del mariscal Josef Broz, “Tito”, oriundode Croacia. Su apelativo venía de su costumbre de impartir órdenes a cada uno de sussubordinados acerca de lo que debían hacer: “tito” o sea: “tú esto” y “tú aquello” .Mientras viajábamos, el tren detuvo de repente su marcha, antes de cruzar un ríobastante caudaloso. Al asomarme por la ventanilla pude observar que un tramo delpuente se hallaba colgando sobre el lecho del mismo. El día anterior la aviación inglesalo había bombardeado. El tren estaba repleto de todo tipo de pasajeros civiles yalgunos militares búlgaros. Comenzamos a bajar con los equipajes a cuestas. Para bajar

por el empinado terraplén, la pesada puerta me molestaba. Con toda la fuerza que tuvela tiré para cerrarla.Escuché un grito. Al darme vuelta vi un joven soldado del ejército regular alemán que,con gran expresión de dolor, me mostraba su mano derecha bañada en sangre. Supulgar estaba completamente seccionado. Al parecer, al estar la puerta abierta elsoldadito tenía su mano apoyada sobre el filoso bastidor, para ver qué pasaba abajo.“Señor – me reclamó el muchacho, que sin duda no tenía más de20 años –, mire lo que me ha hecho.” Yo sólo atiné a expresarle mis disculpas,asegurándole que había sido sin querer. Levanté los hombros y, en medio de la

confusión y el griterío de la gente, bajé como lo hacía el resto de los pasajeros, crucé elrío a través de tablones acondicionados sobre la retorcida estructura de hierro. Erapleno verano. Entre el gentío, el calor y las pesadas valijas, era como si me hubieseolvidado, sin ningún remordimiento, del dolor que había ocasioado a un desdichado eindefenso soldadito, que de seguro tenía permiso por unos pocos días para ver a susseres queridos.Las iniquidades de la guerra habían endurecido los corazones. Hasta el día de hoy nome puedo perdonar que no haya ayudado en nada a un ser abandona- do en ladesgracia. El pobre soldado posiblemente no sabía hablar más que su idioma, mientras

yo hablaba ya varios idiomas, incluso el serbio. Yo, un antiguo idealista-marxista,criado en la humildad cristiana, hice un daño irreparable sin conmoverme, dejándololibrado a su desdicha mientras yo ya tenía veinticinco años, podía hablar el idioma y

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encontrar quién lo puede auxiliar. Porque si bien yo era un antinazi, de ningún modoera antialemán. Menos mal que el pobre chico no era un soldado de elite de la “SS”,porque entonces quizás me hubiera costado un gran dolor de cabeza por considerarlo

un daño intencional.

LA TERRORÍFICA FUGA AL REFUGIO

Una noche Ursula llegó a la pensión y me invitó a visitarla en su cuarto del primer piso.Estando abrazados con un apasionante amor en su cama, de improviso las aterradorassirenas comenzaron su trágico sonar sin cesar. El prolongado ulular evidenciaba que de

nuevo los bombardeos se lanzaban sin piedad sobre sus víctimas, que éramos nosotrostambién. A pesar de mi intranquilidad, abrigaba aún la remota esperanza de que setratara de una falsa alarma, ya que, como dije, frecuentemente nos aterrorizabandirigiéndose de repente a otro objetivo. Sin embargo, al percibir los lejanos estallidosde las baterías antiaéreas (que todavía existían algunas) no hubo dudas de que las avesdel terror estaban ya sobre nosotros. “Úrsula, vamos”   – le dije – , “esto va en serio”. “¿Dónde?”   – respondió – . “Al búnker, mi amor.”  “¿Tanto miedo tienes? Para morir ésta sería lamejor ocasión” , me respondió, abrazándome con todas sus fuerzas. A duras penas me liberé de sus brazos y le pedí que se vistiera de prisa mientras yo

subía a mi pieza en el cuarto piso, corriendo por la crujiente escalera de madera parabuscar mi valijita, que siempre estaba lista. Cuando bajé para buscarla los estallidosestaban muy cerca, prácticamente sobre nosotros. Ella, tranquila, estaba todavía amedio vestir. De pronto, un estallido tremendo sacudió el edificio. Me entró pánico. Tomé su mano y la arrastré por la escalera: ella se quejaba, protestaba y mereprochaba ser un búlgaro torpe. Yo más me aferraba a su mano. En plena callecorríamos desesperadamente al refugio mientras las ondas expansivas, con brutalfuerza, nos lanzaban de un lado para otro.El fragor de la violencia era indescriptible, pavorosas las explosiones de las bombas,

el repiqueteo de las baterías, la conmoción de la tierra por los impactos y elensordecedor rugido de las oleadas de los gigantescos aviones cuatrimotores, que volaban a baja altura. Teníamos la gran suerte de contar quizás con el único búnkerde Munich, fuera del nazi. Hoy mis palabras resultan pálidas para lograr describir elinfierno que vivíamos entonces a cielo abierto con Ursula, aferrada a mi mano.Nunca me había visto amenazado de muerte a tal extremo. A duras penas pudimosembocar la larga escalera del búnker, que se encontraba en la plazoleta al otro lado dela calle frente a la pensión. Al bajar, nuestros corazones estaban por estallar. Larespiración se nos cortaba por la agitación. Escuché a una persona decir a otra:

“¿Viste cómo volaron por los aires el puesto de la batería antiaé rea con sus soldados que estabaemplazada sobre la torre de la cuadra siguiente, cerca de la estación?”   Muchas veces habíaestado en ese refugio y nunca lo había sentido tan estremecido, como si fuera víctima

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de un pavoroso terremoto. Parecía que en cual- quier instante el búnker sedesplomaría. El pánico se apoderó de todos. Aquel sector de la ciudad, cerca de laEstación Central del FF.CC., sufría una implacable descarga de explosivos. Se

apagaron las luces y empezó a funcionar el equipo electrógeno. El enemigo, saciadode sembrar tanto horror y muerte, se alejó de Munich y las sirenas nos devolvieron elalivio y la esperanza de vivir. Salimos apresurados para ver que por un milagronuestra pensión, por más que estaba dañada, era el único edificio en pie de lamanzana, en escombros y llamas, llena de enormes cráteres, como toda la ciudad. Esebombardeo lo recordamos con mi amada Ursula como “el bombardeo del terror”. Hasta donde alcanzaba la vista todo estaba a ras del suelo, donde reinaba la muerte.La señora conserje conjeturó que la escalera no estaba en condiciones y podíaderrumbarse en cualquier momento, por lo que Úrsula sugirió que viajáramos a

 Tützing: “Mi madre está allí con mi otra tía, que desde hace tiempo desea conocerte. Deben estarmuy afligi das”. La estación central ya no existía, convertida en escombros, razón por lacual debíamos caminar varios kilómetros fuera de la ciudad adonde, después deaguardar hasta la madrugada, pudimos finalmente abordar un improvisado tren. Apesar de que gran parte de los edificios de la Politécnica estaban en ruinas, lasactividades seguían cumpliéndose, aunque en condiciones muy precarias, en las aulasque tenían las paredes sin derribar y techadas con chapas recogidas de los edificiosdestruidos.

EL BÚNKER NAZI

En el invierno de 1943/44 los bombardeos masivos sobre Munich merma- ron,sospecho que porque quedaba poco para destruir, incendiar y convertir enescombros. Pero se sucedían en cambio incursiones aisladas que nos mantenían enconstante zozobra. La consigna de la aviación aliada parecía ser la de barrer con todolo que estaba en pie y aniquilar todo lo que quedaba con vida.

Cerca de la Politécnica se había construido un búnker, un refugio que quedaba en elámbito del santuario nazi. Aunque estuviera cerca, nadie de la Poli- técnica lo usaba,ni aun los mismos profesores, claro, ellos no eran nazis. Nos teníamos que conformarcon el refugio en el sótano de la Politécnica, que era seguro siempre y cuando no lecayera una bomba encima y nos hiciera volar en pedazos o sepultara vivos comosucedía en muchos lugares.Cierto día, de manera imprevista y mientras conversábamos en la cercanía con unoscompañeros, nos sorprendió el terrorífico aullido de las sirenas y con nitidezescuchamos la proximidad de los enormes aviones superfortalezas y los estallidos de

las bombas casi sobre nuestras cabezas. Sin pensar nos dirigimos corriendo al cercanobúnker nazi. Acostumbrábamos hablar en voz alta en búlgaro y mientrasdescendíamos la larga escalera, nos dimos de frente con dos guardias de los odiosos

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CAPÍTULO IV

BORIS III, REY DE BULGARIA

Y EL ALMA HUMANA DE LOS ALEMANES

 Al capitular Bulgaria en la Primera Guerra Mundial, el rey Ferdinand, de la realezagermana, abdicó y dejó a su hijo como zar Boris III, con grado militar de tenientegeneral por su heroísmo y abnegación. Boris luchó en las trincheras junto con lastropas para defender a Macedonia, arrebatada por Serbia y Grecia en la guerra de losBalcanes, en 1912. Al reunirse los excombatientes, el rey Boris se presentó con lasinsignias de general pero con el uniforme de las trincheras.Esa humildad hizo al nuevo rey muy popular y querido por el pueblo. Al hablarsetanto de una nueva guerra, en el año 1938 el rey Boris fue invitado tanto por el rey deInglaterra como por el gobierno de Hitler. Nuestros soberanos fueron recibidospersonalmente por el rey de Inglaterra. según el libro de un escritor búlgaro,amigo personal de nuestro monarca, boris III: “En Inglaterra ya han organizadounas formidables maniobras marítimas”. Al ser primo del rey de Inglaterra y soberanode Bulgaria, fue especialmente invitado como la única personalidad extranjera, lo quellamó mucho la atención.El comando naval inglés había desarrollado con suma eficacia una impresionantedemostración de defensa. Los buques de guerra se han representado como fortalezasflotantes. El propio almirante inglés explicó a Boris la abruma- dora defensa de laflota inglesa contra un ataque enemigo por buques de guerra, submarinos y aviacióncombinados. En medio de todo ese despliegue estaba el acorazado, insignia de la flotainglesa de entonces, el más grande y famoso del mundo, el “Hood”, de 110.000toneladas (sin embargo más tarde, en la guerra, fue hundido por el moderno cruceroalemán Bismarck). Después de las maniobras nuestro rey fue invitado por el premieringlés Chamberlain, para preguntarle su opinión sobre el poderío inglés. “Estoyimpresionado por vuestro formidable poder marítimo” – dijo el monarca. “Su Majestad, nosotros sabemos que usted ha sido invitado también por Hitler, le rogamos decirle quesus amenazas no nos asustan, tenemos cómo responder y repeler sus ataques.”   Al llegar a Berlín y contarle de las maniobras que había visto y la misiva del premieringlés, Hitler se rió diciendo: “Es que los ingleses no saben el poder secreto de fuego de nuestras fuerzas armadas”. De Berlín, el rey búlgaro viaja a París. Allí lo esperaban unos grandesamigos, el presidente del gran banco francés, monsieur Duval, casado con la joven yelegante búlgara Lili Gülemesova. Esa vez el matrimonio lo recibió muy desanimado

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y apagado, a pesar de sus enormes riquezas y sus bellas residencias.  “Alemania seguro vaa atacar Francia y será ocupada, y a mí, como un judío tan conocido, me van a detener y confiscaránmis bienes.”   Pero con tiempo el señor Duval transfirió todos sus capitales a Suiza y

 América, teniendo todo listo para partir cuando llegase el momento. Sin embargo, sedemoró demasiado en marcharse; como sufría del corazón, al escuchar por la radioque los alemanes rápidamente derrotaron a los ejércitos franceses y se dirigían a París,recibió un infarto mortal.

Lo interesante es que la señora Lili recibió un formulario traído por los franceses parallenar los datos como sucesora del banco. Como su madre era de origen hebreo tuvomiedo y pidió que volvieran al día siguiente. De inmediato cargó su valija con joyas yse dirigió a su refugio secreto  – un lujoso departamento en París, frente al Sena – . No

obstante, a los dos días fue ubicada. La visitó un oficial, segundo jefe de la Gestapoen París, el capitán Kluger. Después de presentarse muy amablemente le pidió que loacompañara. “Está bien” , dice ella, “pero me gustaría esta noche, por última vez , preparar unalinda cena para los dos” . Entre el deber y la tentación, el oficial se quedó un ratopensativo y decidió sentarse y esperar tranquilamente. Después de saborear unaagradable comida y haber elegido un vino de sus propios viñedos, la señora Lili loesperó perfumada en la cama. Sin embargo, Herr Kluger se acostó en el diván. “Allíno”, le dijo Lili. “Venga a mi cama”, lo invitó ella. Aunque tenía cinco años de viudo,la rígida disciplina militar alemana le impedía atreverse con una mujer de los países

ocupados, las- timarla y ni siquiera caer en la tentación. Con toda astucia, ella se leacercó hasta provocarlo. Y esto no es un cuento. Se sabe bien que los soldadosalemanes, y con mas razón los nazis que se consideraban unos caballeros, se portabancon sumo cuidado. Además les fue totalmente prohibido caer en la tentación, y eraun delito violar una mujer. Unica moral de soldados que se respeta en el mundo, laalemana.Mientras los soldados rusos y los aliados (especialmente los negros) han sido unterror en Alemania, donde hasta se podían dar la libertad de asesinar a una mujer si seresistía a la violación, o a cualquier otro que se interpusiera. Pero de eso la prensa

internacional nunca se ocupó, nunca hizo la más mínima intención. Si eran alemanes,¡que aguanten! Temprano por la mañana el oficial se levantó y empezó a vestirse diciendo a su dama:“Lo lamento, señora, pero hoy debe acompañarme a la Gestapo, caso contrario pagaré muy caro  el placer vivido” . La señora Lili lo abrazó y le pidió que dijera en su oficina que no la habíapodido localizar. El alemán, aunque fuera nazi, titubeó un largo rato entre el deber yel sentimiento humano, le hizo una venia y se fue. La bella Lili tomó su valija con lasjoyas y se zambulló en los suburbios de París.Después de conocer personalmente a los “camaradas rusos”, pensé que en un  

caso como ése un oficial de la KGB no la dejaría escapar por nada del mundo.Encima se habría llevado la valija con las joyas, y con toda seguridad la habría violado

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El rey regresó de aquella entrevista con la salud muy afectada y falleció a los pocosdías. Fueron tiempos muy duros para el pueblo búlgaro, que lloró desconsoladamentesu muerte. En ese momento yo estaba en Bulgaria para proveerme del “oro blanco”

(los cigarrillos búlgaros). Circulaban comentarios asegurando que Hitler, en susacostumbrados arrebatos, le descargó un tiro.Por las dos páginas de una revista alemana de esa visita, que mi hermosa y amadaUrsula me había guardado (y que hasta ahora pude conservar), de la ida y la vuelta delrey, indican que esa posibilidad no tuvo lugar. Pero sí podría ser la que supone que enel vuelo de regreso se ordenó que abrieran la compresión del avión, con lo cual elmonarca, que tenía dolencias de corazón, habría sufrido una grave crisis cardíaca.Como siempre, al volver de vacaciones de Bulgaria pasaba por la ciudad de Burgas,sobre el Mar Negro, adonde terminé el secundario. Allí por todas partes se veía en las

 veredas hombres y mujeres derramar lágrimas. Era el 28 de agosto de 1943.Como reconocimiento por la salvación de los judíos para que no sucumbieran en losimprovisados campos de concentración nazis, el Estado de Israel erigió un busto denuestro rey en Tel-Aviv y recientemente se inauguró en la nueva parte de la ciudad de Jafa un jardín llamado “Pueblo búlgaro”, de acuerdo a lo que leí en la prensa búlgara.  

En la primavera del año 1940 Hitler pidió paso a Bulgaria para avanzar con sus tropashacia Grecia y sus islas en el Mediterráneo para poder atacar desde allí a la flotainglesa y aliviar la situación al mariscal Rommel, que avanzaba en el norte de África.

Como ya mencioné, Hitler había prometido protección a Bulgaria para no pagar máslas pesadas contribuciones de guerra a los aliados. Además, había asegurado larestitución de sus territorios mutilados en la guerra de los Balcanes, en1912 y en la Primera Guerra Mundial, por los serbios, griegos y rumanos, cosa quecumplió. El pueblo búlgaro apreció ese gesto de solidaridad para recuperar sus tierrassin un solo disparo. Eso explica por qué, cuando las tropas regulares germanaspasaron por su suelo, en avance hacia Grecia, se las recibiera con flores y festejos entodo el país. Hasta los mismos marxistas lo hicieron, sencillamente porque enaquellos tiempos todavía Stalin y Hitler estaban en buenas relaciones a causa de

haberse repartido Polonia. Al atacar a Rusia, y verse en dificultades, Hitler exigió la participación de Bulgaria,como lo hicieron varios otros países, y máxime como una recompensa por los tanimportantes servicios prestados. Sin embargo nuestro sabio rey, Boris III, se opusocon sumo valor y claridad. Si bien nuestro pueblo agradecía el gesto del Führer, noolvidaba el sacrificio hecho por el pueblo ruso en las encarnizadas batallas contra elimperio otomano para la liberación de Bulgaria en 1878, de quinientos años desangriento yugo bajo el dominio turco.Durante años los nazis prosiguieron la presión para la entrega de los hebreos,

alegando que integraban la guerrilla subversiva búlgara, de filiación comunista, queatacaban y acribillaban a los soldados alemanes heridos en el frente ruso que muchosde ellos, teniendo en cuenta el cercano frente ruso y nuestra floreciente economía,

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 Al finalizar la orgía, apretujándome entre la ya poca pero desesperada muchedumbre,salí rápido. Con horror me fijé allí donde estaba “mi pensión”, adonde con mi amadaÚrsula, a pesar de las zozobras, habíamos pasado momentos inolvidables: quedaba

sólo una montaña de escombros en llamas. Allí seguro habían sucumbido, calcinadoso aplastados, los que se habían refugiado en el sótano ya que había gente de edad,como los mismos dueños y la conserje que no podían correr para llegar a tiempo albunker.No me quedaba ya nada más que una valija con libros técnicos y algunas pocas ropasque estaban en la casa de la madre de Ursula, y mi valijita en las manos. La gente delbúnker ya se había dispersado. Estaba solo contemplando atónito las fogatas, sinsaber qué hacer. El espeluznante olor a cuerpos quemados me revolvía el estómago.Decidí dirigirme a la cercana estación central para buscar algún vagón, aunque medio

destrozado, para pasar la noche acurrucado, aunque fuera sin poder conciliar elsueño. Me acordaba de la desdichada conserje Frau Guerber, cuando, al volver deBulgaria, había traído un poco de uva. Cuando comí los granos sanos del últimoracimo, dejé el resto en un plato para que ella lo tirara a la basura. Sin embargo, lamujer, pasada de hambre, empezó a espulgar el racimo y comerse con ganas losgranos ya en descomposición. Eso me había hecho sentir muy mal por no haberleofrecido todo el último racimo. Me acordaba también de mi pobre madre que meescribía y suplicaba que volviera a Bulgaria. Al amanecer estaba tiritando por la fría mañana de la temprana primavera del año

1944, sin saber qué hacer. Un buen hombre, alemán viejo, al que pregunté meaconsejó ir a un lejano centro gubernamental “büro” de alojamiento. “Quizás ellostienen algo”   – me sugirió – . Como ya no tenía mi vieja, pero muy útil bicicleta, y habíapocas líneas tranviarias, debía caminar mucho hasta llegar allí. Esperé bastante en lacalle hasta que al final pude llegar al mostrador. Le expliqué a la empleada que meatendió que era estudiante búlgaro y deseaba hablar con el jefe. Me hizo pasar. Merecibió muy amablemente una señora rubia, alta y delgada – bien presentable –  que meofreció asiento. Al explicarle mi situación, la Frau Director me explicó que ni enMunich ni en la cercanía, ya no existían más posibilidades de encontrar ningún

alojamiento “ni bajo los escombros”. Lo único que estaba a su alcance era una viviendaparticular distante veinte kilómetros. Como gesto de agradecimiento, le ofrecí uncigarrillo que aceptó muy satisfecha e incluso me acompañó hasta la puerta de suoficina.Me dirigí a la dirección indicada con la orden oficial que decía: Familia Färber,Gräfelfing, Spitzelbergerstrasse Nº 3. Era de un bello pueblo situado en el trayecto aStarnbergersee. Al llegar allí a duras penas, vi una antigua y señorial residencia. Laobservé un largo rato pensando: “ Yo que salí de un remoto  y humilde pueblo podría llegar aresidir en ella, y nada menos que en una Alemania en guerra y ya totalmente destruida” . Cuando

toqué el timbre, apareció una distinguida señora sorprendida de mi presencia, y alexplicarle el objetivo que me llevaba quedó atónita. Después de leer dijo: “Será unerror, nunca declaré que poseía comodidades para ofrecer ”. Luego frunció el rostro:

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“Ah, Frau Brunner, vive cerca de acá, ahora me explico”. Al parecer sabía quepertenecía al partido nazi de Hitler.Me hizo pasar a un confortable hall donde observé los muebles, cuadros y adornos.

Me ubicó en un cuarto del primer piso: “Ésta será su habitación, Herr Koralsky, pase por favor, mi nombre es Ketty. Si necesita algo avíseme. ¿Cuánd o piensa traer su equipaje?”   “Esta valijita que traigo conmigo es todo lo que tengo”, le respondí. Al quedar solo observépor la ventana el amplio y bien arbolado parque. Con el correr de los días traté deganar la confianza tanto de Frau Ketty como de sus dos hijas: Hellen y Angélica, aquienes les divertía sobremanera la pronunciación de mi alemán. Semanas después,mi amigo y compañero Dimo consiguió también allí una habitación, gracias a laamable Frau Ketty.Gräfelfing era una zona netamente residencial, con propietarios de buen nivel

económico y todavía con poca destrucción. A la vuelta del pueblo existía un nutridobosque de pinos con ejemplares tan frondosos que el sol jamás penetraba entre sustupidas ramas. Cuando caminaba por las sendas descubría imágenes pintadas de vírgenes, apóstoles y cazadores enanos, lo que atestiguaba una cultura de un elevadonivel que nunca volví a ver en ninguna otra parte. La gente de allí poseía una marcadadevoción religiosa.De sus bosques se extraía madera que servía para la construcción y para fortificarmuchos sótanos. La casa de los Färber contaba con uno. Cierta tarde las sirenassonaron intensamente. “Rápido al Keller”  gritó la Frau. Cuando se escucharon algunos

cercanos estallidos la señora alertó: “Van a volar l as cosas, me olvidé las ventanas abiertas enel primer piso”.  Supongo que para demostrar valentía ante las damas y pese a susprotestas corrí por las escaleras. Recuerdo que en el preciso momento en que estirélos brazos para tomar las persianas, un fuerte impacto me sorprendió. A unosquinientos metros explotó una poderosa bomba, seguramente de una tonelada. Laonda de succión me levantó y poco faltó para hacerme volar desde la ventana. Si bienen estos casos la onda expansiva es violenta, la contracción no lo es menos. Deregreso al sótano los vi asustados. Me decían que mi cara estaba amarilla como untrapo.

Hellen trabajaba en la Municipalidad del pueblo y Angélica, más joven aún, cursabatodavía el secundario, mientras que el hijo varón, Armín, debió interrumpir susestudios de medicina convocado por el ejército. Estaba combatiendo en el frente rusoy no sabían si estaba aún con vida. Frau Ketty era una buena pianista. En losprimeros días la oí tocar con talento la serenata de Schubert. Me encantó, por lo quebajé despacio al hall para escucharla. Ella estaba como transportada a otra esfera. Alterminar la aplaudí diciéndole: “¡La felicito Fray Ketty, es usted una gran pianista!”  Desdeese día yo me transformé en un confiable amigo para la familia. Trataba de viajarmenos a Munich y retornaba lo más pronto que podía.

EL DISTINGUIDO DR. FÄRBER

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El esposo de Frau Ketty, Dr. Herbert Färber, se desempeñaba como mayor delejército y jefe de la defensa antiaérea de Stuttgart. Venía a su casa los fines de semana,

una o dos veces al mes. Tendría cincuenta años, y era doctor en CienciasEconómicas. Me asaltó la curiosidad de saber si era nazi, y no me costó muchotrabajo descubrirlo. Era un hombre culto y no tenía nada que ver con el régimen. Nossentábamos en la Verande , la terraza frente al parque.Conversábamos durante horas sobre distintos temas y naturalmente, lo referente a lopolítico no estaba ausente. Mi condición de búlgaro le daba seguridad y discreción.Había sido tiempo atrás uno de los auditores de la Deutsche Farben Industrie deDusseldorf, que producían las conocidas anilinas para la elaboración de pinturas. Notoleró el atropello del sindicalismo nazi y decidió retirarse. Me relataba con lujo de

detalles el surgimiento de Hitler facilitado por el hambre, la miseria, y la caóticasituación germana, las pesadas contribuciones de guerra, las colonias enajenadas y susterritorios mutilados. Cada vez que pronunciaba el nombre de Hitler, el Sr. Färber seenfurecía gritando “¡es un Ferükt!” repitiendo “es un loco”. Le hacía notar que Alemania perdió la guerra en el mismo momento de atacar Rusia y verse frustrada alOeste.Existen en esta triste historia circunstancias que, a mi entender, resultanincomprensibles. Nadie en su sano juicio, una vez iniciadas las acciones bélicas,despreciaría la rendición de cuatro millones de soldados, en su mayor parte ucra-

nianos, que aspiraban no solamente a luchar por la independencia de su patria, sinocontra la dictadura soviética y el despotismo de Stalin. En vez de entregarles amuchos de ellos un arma para combatir contra el común enemigo, los llevó a trabajardonde se le antojaba. Armín, el hijo de los Färber, sorpresivamente nos visitó en Gräfelfing hacien- do usode una corta licencia. Contó las atrocidades que había vivido en aquella experiencia enel frente en Ucrania. Que los nazis no otorgaron las libertades y el derecho depropiedad que tanto anhelaban los pueblos subyugados por el comunismo. Suarrogancia, en lo que atañe a diplomacia y política, frustró esta oportunidad histórica

y mantuvo sin variar los koljos existentes y para que produjeran los alimentos quenecesitaban. Sabiendo del ejemplar comportamiento de los soldados regularesalemanes, especialmente con las mujeres, pregunté a Armín: “ Y qué dices tú de los SS” ;se rió y contestó: “Ellos son unos maricones, viven en pareja como lo hacían los soldadosromanos”  

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HITLER PASÓ DESPACIO AL ALCANCE DE MI MANO

 Transcurrían los primeros días del verano de 1944. Una noche sobrevino untremendo ataque que parecía estar destinado a pulverizar y llenar de cráteres loscascotes que todavía quedaban en la plaza del santuario nazi. A la mañana del díasiguiente trascendió por la radio que Hitler llegaría a nuestra ciudad para inspeccionarlo sucedido como un acto nostálgico. Alguien dijo que el Führer, seguro pasaría porla famosa chopería Hofbräuhaus de Agustiner Strasse, donde se había acuñado elmovimiento nacionalsocialista de los obreros alemanes, liderado por él, y donde habíapreparado el tan renombrado putsch en Baviera, en el año 1923. Además, al salir de

allí debía doblar por Theresienstrasse, o sea delante de la Politécnica.Cuando escuchamos las sirenas de la comitiva un grupo de estudiantes extranjeroscorrimos hacia la vereda y lo vimos aparecer a una cuadra de distancia. Llevabadelante por escoltas dos motocicletas de la “SS” y otras dos detrás de su vehículo. Venía por nuestra izquierda dentro de un Volkswagen descubierto. A medida que seacercaba, yo me puse prácticamente sobre el cordón de la vereda. Lo miré tanfijamente como si mis ojos quisieran salirse de sus cavidades; no podía creer lo que veía. Estar frente a frente con Adolf Hitler, el hombre que arrasó con toda Europa. Viajaba sentado detrás, a la derecha. En el vehículo venían en total cuatro personas,

incluyendo el chofer. Como buen alemán, el conductor conservaba su derecha, demanera que pasaron tan cerca y lentamente al lado nuestro, que de haber estirado lamano podría haberlo tomado por los pelos que le caían sobre la frente. No habíanadie en la calle para ver el otrora gran líder: estaba solo. Tantas veces que lohabíamos contemplado en la pantalla del cine, en las fotografías de la prensa, en loscarteles callejeros y escuchado por las radios. Ahora lo teníamos al Führer sólo paranosotros, como únicos espectadores. Sin duda, todos se sentían defraudados,derrotados e insensibles. Ya nada les interesaba: ni la gran nación, ni el bienestarconseguido, ni las conquistas relámpago. Ahora sólo existía la destrucción, los

incendios, el hambre y la muerte. Nadie podía evitar el desastre total que seavecinaba. Tantas veces habíamos hecho el famoso saludo “heil Hitler” y ahora anadie de nosotros se le ocurría hacerlo. Lo mirábamos atónitos, indiferentes.Confieso que me desilusionó, esperaba ver algo digno de contar. Abría los ojos para descubrir en aquella personalidad alguna expresión, algún detalleque mostrara al genio, al criminal o al demente... La impresión que me causó era deun enajenado con la mirada perdida. El gran líder de otrora, genial, altanero, violento,el gran orador, había perdido definitivamente su brillo, su imagen y su vigor. Estabainmóvil, silencioso, más que un ser humano parecía un muñeco en desuso, con sus

ojos hundidos y la mirada extraviada en la lejanía. Ni reparó en que unos diezjóvenes, cerca del cordón de la vereda, tenían puesta una enorme curiosidad sobre supersona. Deseo insistir en esa histórica experiencia vivida frente al tan comentado

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dictador. Había en aquel rostro una sensación de cansancio, de abatimiento, o quizásla que correspondía a un ser anormal. Nos parecía inverosímil que aquel individuocon bigotitos chaplinescos, bajo, hosco, pudiera haber arrastrado al infierno a una

gran nación.¿Acaso no se daba cuenta de que no era un verdadero estratega, sólo un arrebatadosoñador, y que su lucha y su causa habían de llegar irreversiblemente a un trágicofinal? Sólo su egoísmo o terquedad lo mantenían en pie. La escolta que llevaba erainsignificante para un dictador como él en una guerra total, mientras Stalin rara vezsalía de la fortaleza del Kremlin, y si lo hacía era escoltado por un gran operativo. Eraevidente que un año antes de que la guerra terminara ya no le interesaba ni su propia vida. Hay que tener en cuenta también que bajo la sombra de los grandes personajesde regímenes dictatoriales o despóticos, hay muchos jerarcas de distintos niveles que

son los que ostentan el verdadero poder y de ninguna manera desean capitular portemor a perder no sólo su status y sus privilegios, sino también su vida. Son notableslos dichos del Zar ruso: “ Yo no gobierno Rusia. Miles de funcionarios la gobiernan”. Ellosson los que empujan al dicta- dor por todos los medios a que siga y no se rinda.Puedo pues, considerarme un afortunado. No mucha gente ha tenido la oportunidadde ver tan de cerca y con toda tranquilidad a personajes históricos comoindudablemente lo fue Hitler.Regresé a Gräfelfing y no se me iba del pensamiento el capitán nazi, el mito de la razasuperior y el Führer que tantas veces había visto sobre un palco con uniforme pardo,

brazalete con la cruz esvástica estirando al máximo su brazo derecho, mientras quecon la izquierda se sujetaba de su ancho cinturón sostenido por una bandolera. Lucíaun recortado bridge y botas altas de cuero bien lustradas. Un porte espléndido ybrillante. Poseía el don de exaltar a las masas. Sin duda por eso la clase obrera lo llevóal poder con sus votos.Hitler no era ni alto, ni rubio, ni poseía ojos celestes. Ni siquiera había nacido en Alemania y hasta tenía cabellos negros. Era más bien de baja estatura, por esosiempre se erguía sobre un podio. Pensaba en aquel trastornado vidente que soñó conun Tercer Reich de mil años, como él declamaba. También en la amiga de un

estudiante búlgaro (amigo mío) quien, meses atrás, recibiera la orden de acostarse conun oficial de la SS designado para concebir con ella un hijo perfecto para una razasuperior. Esos atropellos los había escuchado antes, pero me parecían merasfantasías; sin embargo era cierto, ya que vi la orden con mis propios ojos. Ella erasoltera, alta, rubia y apta para el fin buscado.Una madre soltera que concebía un hijo para la “raza superior” gozaba de privilegiostales como vacaciones extra, Marken, o sea, doble cantidad de cupo nes alimenticios,etcétera. Se pretendía disimular a través de estas prebendas el avasallamiento a ladignidad del ser humano.

Según el investigador Nicolás Nikolov, en su libro “Las máscaras de las celebri - dades” ,donde dice: “La trágica situación de Alemania, las derrotas en los lejanos frentes, el arresto de sualiado e íntimo amigo (Mussolini), su rescate con un comando nazi, etc. so- brepasaron al pequeño

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 gran hombre que fue el Führer. Su más íntimo colaborador y secretario privado, Martín Bormann,se convirtió en un filtro de información, de modo que sólo le llegaran las noticias benignas. AdemásHitler se hace muy dependiente de su médico personal, quien le mantiene los nervios controlados con

inyecciones diarias” . Me parece que ese día, cuando pasó frente a la Politécnica, no lepusieron la inyección, o más bien estaba dopado para que no le viniera un parocardíaco al ver el soberbio y desbordante de poder “santuario nazi” con las enormesbanderas, convertido en un cementerio con enormes cráteres, escombros y cenizas.Cabe destacar que después de la invasión a Polonia hubo varios intentos paraderrocar e, incluso, asesinar a Hitler. Ya en noviembre del año 1939, fue el primeratentado llamado la fallida conspiración Rossen. Más conocida fue la conspiración“Rote Kapelle” contra el gobierno nazi en 1942, que fue totalmente desbaratada. Comotambién la conspiración llamada “Cartas de la Rosa Blanca” en febrero de 1943, cuyos

organizadores fueron arrestados y ejecutados.Sin embargo, la conspiración de más alto nivel fue la de los viejos generales, del 20 dejunio de 1944 (unos dos meses después que yo lo vi), la que por poco no tuvo éxito.El principal autor fue el héroe del Tercer Reich, coronel Karl Klaus Stauffenberg, quecolocó una valija con explosivos bajo la mesa de deliberación frente a Hitler, quien alexplotar el artefacto sólo recibió algunos golpes y rasguños. Después de aquelatentado fueron fusilados varios altos oficiales, incluso el famoso mariscal VonRommel. Las represalias prácticamente duraron hasta el final de la guerra. De todosestos atentados conocidos se desprende que tanto el pueblo alemán como los altos

mandos del ejército regular querían liberarse del maniático Fhürer y de su cúpula nazi.Por lo cual los que culpan al pueblo alemán por el desastre cometido por Hitler, sonmalintencionados que lo usan como pretexto para generar lástima, o sacar ventajas.

EL FAMOSO DÍA “D” 

La invasión de los aliados a Europa era esperada y deseada por muchos países,incluso por el mismo pueblo alemán. Con eso, todos esperábamos que esa tremendapesadilla de la guerra y los implacables bombardeos aliados sobre Alemaniaterminaran de una vez. Todos esperábamos que la invasión se produjera en la costade Calais, que era la zona más angosta del Canal de la Mancha y por lo tanto la partemás cercana a Inglaterra. Allí los nazis habían preparado grandes defensas yconcentrado la mayor parte de sus ejércitos occidentales.

Sin embargo, los aliados engañaron a Hitler con algunos ataques esporádicos. Al final,recién el 6 de junio de 1944 los aliados pusieron en marcha el renom- brado Día “D”.

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muchos otros, lo que demuestra la habilidad y la visión para aprovechar laoportunidad. Incluso sus operaciones más arriesga- das, por lo general, son bienremuneradas porque saben como manejarlas y son muy hábiles, bien informados y

unidos.En cuanto a la ciencia, las artes, la música y la cultura en general, tuvieronpersonalidades del más alto nivel en todas las partes del mundo. Ningún otro pueblodel mundo es tan dedicado a los distintos partidos políticos, a los distintos medios dedifusión. Nadie puede negar que son muy hábiles diplomáticos y utilizan todos losmedios a su alcance pero al final consiguen lo que quieren. Todo eso dependetambién de que “la unión hace la fuerza”, por lo que nadie podrá superarlos.  Ellos estaban tan bien integrados con los alemanes que su idioma, el idisch, es elalemán de la época medieval que habían llevado y conservado en Rusia como propio

al emigrar de Alemania. Con este idioma desarrollaron por siglos una verdaderahistoria de literatura y poesía, como su gran escritor Amiel, al que admiro y leí consumo interés. Incluso después de la Gran Guerra, con los salidos de los campos deconcentración, me resultaba muy interesante intercambiar algunas palabras con ellosen ese viejo idioma, que yo captaba con facilidad. Entonces entendí por qué a lamayoría de la gente del gueto de la ciudad cabecera de mi pueblo, se los considerabacomo gente muy rara. Se discriminaban. En su barrio no podía entrar nadie que nofuera de su comunidad; se sentía como un extraño. Porque ellos se entendían enotros idiomas o escribían en alfabetos incomprensibles para nosotros. Además vivían

encerrados, se frecuentaban poco con los cristianos y mahometanos (que era unacolectividad aún mayor), se casaban sólo entre ellos. Al parecer eran grandes racistas, aunque la prensa de entonces no mencionaba esetérmino, cosa que nadie entendía ni objetaba. Ahora, al leer el libro “Tiempo derecordar”, de Jack Fuchs, cuenta que su bisabuelo tuvo siete varones y una hija en Widam, Rusia, “probablemente fue un sitio tan hostil para los judíos como cualquier localida d enPolonia. Sin embargo, la convivencia por generaciones fue posible” 9. Lo que significa que losrusos y los polacos son antijudíos, pero no los alemanes, donde antes de Hitler noexistían esos sentimientos, que fueron usados por sus más estrechos seguidores. Es

común que muchos de los descendientes de los emigrantes a distintas partes delmundo se fundan con los autóctonos, como los millones de alemanes en EEUU.Sin embargo los judíos, vayan donde vayan, a la fuerza o por su propia voluntad, sejuntan, conservan sus tradiciones de milenios. Es admirable que esa gente, a pesar deque han sido considerados no gratos en algunos países o pueblos, han seguido sus viejas tradiciones a pesar de todo, como si fueran del día de ayer. Quizás por eso hoyson no sólo unidos, sino poderosos.Quisiera aclarar por qué en muchos países ocupan importantes puestos públicos. Ensetiembre de 1999 estuve en mi vieja patria, Bulgaria. Me llamó la atención un

reportaje de una página, en el semanario “El Faro”, de la ciudad de Burgas, sobre elMar Negro, del conocido dirigente hebreo Leon Alkalai. En la pregunta: “¿Por quéustedes son tan talentosos en el mundo entero?” , el Sr. Alkalai responde: “No considero que esto

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empañar la matriz forjadora de grandes genios e inspiradores alemanes. Todas las áreas del intelecto y la acción humanas siempre han tenido figurassobresalientes que han sido sostén de la ciencia, las artes y la política más allá de sus

fronteras. Es en Alemania donde nacerá un Gütenberg, inventor de la imprenta, unode los avances más significativos de la Historia para la comunicación humana. De ellaprovienen personajes filosóficamente combativos, espiritual- mente independientescomo Lutero, padre de todas las corrientes posteriores del Protestantismo enrebelión, no con el Dios Cristiano, sino con las autoridades romanas. La nueva vertiente de la fe arraigará fuertemente en toda Europa (Holanda, Suiza, GranBretaña, etc.), trascendiendo el continente para llegar a otros, especialmente Américadel Norte.En estas tierras florecerá el Arte de manera incomparable y mundialmente

reconocida. La música encontró en Alemania poco menos que su residenciapreferencial, y fue allí adonde Wolfgang Amadeus Mozart desplegó su atormentadogenio. Donde Behetoven superó su limitación acústica para transformarse la cumbrede la música clásica. Donde Johann Sebastian Bach decoró su tiempo con un estiloinconfundible que sigue despertando admiración. Alemán es Johannes Brahms, quehizo de su arte musical un compendio de profundidad. Alemán es Richard Wagner, elgigante operístico que volcó en su obra el espíritu de los Dioses y la HistoriaNibelunga, sin olvidarse del gran compositor Johan Strauss que si bien nació en Austria, pero es también un pueblo alemán, y muchos otros.

Nadie puede ignorar el impacto en la Filosofía que fue Emmanuel Kant con superspectiva idealista; o la marca que dejó Hegel con su particular perspectiva de laHistoria como “la marcha de Dios sobre la Tierra” ; o la matriz creadora de ideología quefue Karl Marx, o la insondable búsqueda de las profundidades del hombre deNietzsche. Todos nacieron de la misma Alemania, nutridos de su envidiable cultura, que puedeseguir agregando nombres a su nómina de hombres ilustres. Alexander vonHumboldt un pionero entusiasta y un científico inspirador de uno de los Centros deEstudios Universitarios más prestigiosos del mundo. Albert Einstein el padre de la

relatividad y del mundo atómico; fue Max Planck su amigo, pero también objetor consu Teoría Cuántica, llave increíble para interpretar las leyes más complejas de la Físicamás avanzada de la actualidad. Y sin mencionar al genial Werner von Braun, elcreador de los cohetes espaciales que revolucionaron la ciencia. Y qué decir de Goethe, de Lessing, de Schiller, poetas y escritores que son citapermanente en cualquier círculo literario, coronando recientemente con el PremioNobel de Literatura a otro “grande” alemán como Gunther Grass. O genios de la Arquitectura, el Diseño y la Pintura como lo fueron los creadores de la Escuela de laBauhaus, que marcaron una época tanto en Europa como en América, proveyendo de

nuevas y revolucionarias ideas estéticas. Por eso es importante este reconocimiento,esta máxima expresión del espíritu trabajadory consecuente del pueblo alemán, esa convicción para superar cada crisis con un

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 ímpetu que merece ser tomado de ejemplo por otras naciones del mundo.En 1991 con mi hija y nieta abordamos un crucero, “Enrique Costa”, y fuimos porlos canales fueguinos y Ushuaia. En la parte delantera del barco, sobre lacubierta,

había una gran confitería donde conocí mucha gente. Vi varias veces a un matrimoniode gente mayor sentado solo en una mesa. Al pasar cerca de ellos escuché quehablaban alemán. La mujer estaba bien provista de joyas de oro, de manera que nome costó mucho adivinar su origen. Siempre me gustaba trabar amistad con gente deesa comunidad. Al saludarlos en alemán me invitaron a su mesa. Los dos erandentistas jubilados y de esmerada cultura.Me contaron que en Alemania bajo los nazis estaban mal los que ocupaban puestospúblicos, pero los que desarrollaban actividades privadas lícitas de cualquier índole yno estaban en el partido comunista, no tuvieron ningún problema. Hasta el asesinato

en la Embajada alemana en París, y la trágica “noche de los cristales rotos” (que yarelaté); los dentistas se vinieron a la Argentina. “Pero,  ¿cómo todavía están hablando enalemán?” , les pregunté. Entonces el hombre muy ceremoniosamente dijo: “No hayalemán más alemán que un  judío alemán” . Esta frase lo resume todo… Nunca la voy aolvidar.Eso me dio a entender aún mejor que realmente el pueblo alemán nunca tuvo nadacontra los judíos, y éstos se sentían muy bien entre ellos. Ese distinguido matrimonioera tan amable conmigo que en los días siguientes siempre me sentaba a su mesa, ynunca me permitieron que yo pagara la consumición. Nos hicimos muy amigos.

Lástima que yo postergaba pedirle la dirección, y el último día era un alboroto tangrande que no los encontré mas.Siempre me pregunto: si los judíos de entonces se sentían tan alemanes ¿por qué losactuales, que ni siquiera conocieron a Hitler y sus malditos nazis, deben exigirles a losdescendientes alemanes, que tampoco los conocieron, que paguen lo que no deben? Toda esa trágica historia fue por culpa de los aliados, que en la Primera GuerraMundial dictaron tan drásticos castigos sobre Alemania. Que llevaron al abismo de lamiseria y la desesperación a la clase trabajadora, lo que preparó el clima para llevar alpoder a un alborotado dictador llamado Hitler. Al final debo recalcar que tanto he

conocido a los alemanes y a los judíos que tengo especial aprecio y admiración, pordistintas razones, por estos dos pueblos

CAMPOS DE CONCENTRACIÓN

Como ya mencioné, el sionismo por intermedio de su máximo dirigente Chaim Weitzman había declarado la guerra sin fronteras contra Alemania, por lo que Hitler,según se decía, se valió de los tratados internacionales para apresar en campos deconcentración a sus enmigos. Del mismo modo, los norteamericanos pusieron en

centros de detención a los japoneses al entrar en guerra. Lo para- dójico fue que enlos EUU sobraba de todo, allí nunca cayó ni una sola bomba, mientras que en Alemania reinaba la destrucción, el caos y la miseria.

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Mucho se habla de los lamentables y terribles campos de concentración insta- ladosapresuradamente y por necesidad por los nazis en plena guerra, y no tengo ánimo dedefenderlo porque los he detestado toda mi vida. Pero nada se dice de los que

existían a lo largo y ancho de los países satélites rusos y la inmensa y helada Siberia enla ex U.R.S.S., donde murieron muchos millones, y no sólo en el tiempo de la GranGuerra sino antes y después de ella. Alguien se hace esa pregunta?El mundo se olvida de los seis países centroeuropeos que, justamente al terminar laguerra, los benditos aliados regalaron al terror de Stalin y de los so- viets; conocípersonalmente la instalación del cruento régimen marxista. Conocí cómo,compulsivamente, con amenazas y torturas, la población debía entregar al PartidoComunista todos los bienes que poseía y convertirse en sus esclavos con la bocacerrada.

Su slogan: “El que no está con nosotros, está contra nosotros y hay que liquidarlo” , se imponíapor todas partes. Los campos de concentración soviéticos no sólo eran para trabajosforzados, sino también para insoportables interrogatorios y torturas. Era fácil caeradentro, pero muy difícil salir con vida. Existía un miedo terrorí- fico de saber quealguien del soviet le podía tener bronca o envidia, que deseara algo que tú poseyeras,y que podría ser hasta tu propia mujer o hijas. Pocos eran los que sobrevivían a tantostormentos, de hambre, frío y enfermedades. Todo ese mar de sufrimientos en elllamado “paraíso soviético” era velado y escondido para el mundo exterior hasta eldía de hoy. Conocí hasta dónde pueden llegar el sadismo y la perversidad humana en

un régimen despótico, inventado e instala- do por notables intelectuales  – ”extranjeros” como decía Stalin– , y financiado y explotado junto con los banquerosinternacionales. Conocí a ese régimen como a las palmas de mis manos y tuve la gransuerte de poder escapar de ese “infierno terrenal” que no tiene comparación conningún otro régimenLos sufrimientos y muertes en los campos de concentración del régimen nazi,especialmente durante el último año de la guerra, eran enormes, debido a ladesastrosa situación. En una Alemania destrozada todo escaseaba al máximo. Por loque los campos de concentración, se convirtieron en campos de la muerte. Muchos

me preguntan ¿Si el judaísmo no hubiera declarado la guerra a Alemania no hubierahabido campos de concentración ni el llamado Holocaus to? Pero otros, más sagaces,me dicen: “ No entiendo por que los nazis debían buscar, juntas, trasladar por los destrozadostransportes tanta gente, raparlos, fumigarlos, meterlos en la cámara de gas para matarlos, sacarlos,llevarlos a los hornos crematorios, estando tan ocupados y atareados con la guerra que estaban perdiendo”. ¿No era mucho más fácil y rápido, cada vez que encontraban un judíopegarle un tiro y listo? A estas preguntas ya me costaba responder. Ese planteo lohizo también, no hace mucho, nada menos que un genral francés.Muchos autores presentan aquellos acontecimientos a su manera. Además de todo lo

que yo personalmente sabía durante ese triste período, y no perdía oportunidad deconocer algo más por los sobrevivientes. Por eso con gran interés asistí a laconferencia y la presentación del libro “Tiempo de recordar” , de Jack Fuchs.

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 – un sobreviviente de aquellas espantosas muertes – , que adquirí dedicado por el autor,y leí con gran interés más de una vez. Porque quería saber, de primera mano, cómo semanejaban tantos campos de concentración; ya que los nazis SS  – o sea los cuadros

especiales de Hitler –   no eran numerosos. Esas tropas fieles al Führer debían estardesparramadas por todas partes, donde más se necesitaba; especialmente paraorganizar los destrozados transportes y escoltarlos hasta los lejanos frentes de batalla.Debían proveer a los desesperados soldados de víveres, armamentos y municiones,debían combatir las numerosas guerrillas y obligar al ejército regular que lucharahasta la muerte y no se rindiera ni retrocediera, como quería su Führer , e inclusoentrar en las batallas cuando era más imperioso. Con todas esas colosales necesidadesno podía admitir que los soldados de elite “SS” estuvieran parados   de guardias oencargados como capataces, para los grupos de trabajo, y esperar que los soldados

regulares sucumbieran sin alimentos, sin armamentos ni municiones, y que losejércitos enemigos vinieran para acribillarlos. Del mencionado libro se desprende conclaridad a quiénes delegaban los comandantes nazis el cuidado y el orden en loscampos, y cómo estos guardias cumplían esos encargos.Había escuchado que los guardias y encargados de los grupos de trabajo eran otrosprisioneros, pero por ingenuidad o por el odio a los nazis, no lo podía creer. Ahoraentiendo, de seguro que era una norma de los comandantes nazis, ya que lossoldados “SS” no alcanzaban. El distinguido escritor Jack Fuchs relata, en preguntas y respuestas con Liliana Isod,

los sufrimientos que tuvo que atravesar, que me emocionaron mucho.Me resultaron estadísticamente interesantes las afirmaciones del Sr. Fuchs de queen “Alemania había sólo 1% de judíos, mientras que en Polonia llegaban al 10%, por lo que  había una “situación de mayor ‘competitividad’, diferente religión, idioma, vestimenta...” 10. Lapregunta de L. Isod es: “¿Cree que la población polaca, checa o al e- mana –  porcitar algunos ejemplos –   sabía de la existencia de campos de concentración yde exterminio?” , a lo que responde: “Campos de concentración hubo en Polonia, desde antesde comenzar la Segunda Guerra Mundial. Y, también en Alemania destinados a los revolucionarios judíos y otras personas que se oponían al régimen en Polonia y Alemania. 

“Esto no era ningún secreto. Mucha gente que estuvo algún tiempo recluida, salía y contaba. El casode Bruno Betthelheim es de los más famosos. Pero antes de comenzar la Segunda Guerra Mundial fue liberado...” 11.El Sr. Fuchs considera que el mundo libre sabía más de los campos que la poblaciónalemana debido a su desesperante situación. También cuenta que la

10 Jack Fuchs, “Tiempo de Recordar”, conversaciones con L. Isod, copyright 1995 y Edit. Meliá, Ayacucho632 1º piso (1026) Bs.As., Argentina11 Ibídem, pág. 46

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relación con los polacos era poca y que a veces recibían gritos y hasta pedradas deellos. De manera que debía transitar por otro camino para no verlos. Ante la pregunta: “¿Cómo se produjo la guetoización de Lodz?” , el Sr. Fu- chs

responde: “ Al principio el gueto estaba semiabierto. La gente se mudaba pensando que sería algo pasajero; que pronto terminaría la Guerra. Imagino que calculaban: ‘Bueno; vamos a vivir juntos. No es la primera vez que pasa con los judíos’. Por más fanático que fuera, nadie imaginó lo quevendría después ”12. El Sr. Fuchs cuenta también cómo vivían al venir al gueto: “Ocupaban las casas quedejaban los polacos, que a su vez , fueron a vivir en las casas que dejaban los judíos. Hacer tantoscambios, con los enormes problemas que tenían los nazis, sólo se puede llegar a una conclusión; que ya se habrán vuelto locos o llenos de miedo por los sabotajes” . Justamente en todas partes deEuropa donde había alemanes, sean nazis o tropas regulares, había guerrilleros y actos

de sabotaje.En la pregunta “¿Hubo algún tipo de organización para resistir?”: “En   1943algunos bundistas formamos un grupo. Nos reuníamos con ‘alguien’ que había estado en el ejército polaco. Él se encargó de enseñarnos cómo se manejaba un arma. Todo era con la imaginación, porque yo nunca vi ni un revólver...” No fue como en Varsovia que tenía  canales, diversas formas deentrar y salir, de introducir armas...” 13.Cuando L. Isod pregunta: “¿De qué se ocupaban?” , el Sr. Fuchs responde:“Rápidamente se formaron grandes talleres. Mi madre trabajaba en uno en que se hacían zapatos de paja, muy grandes, especiales para los soldados del ejército que debían estar parados mucho tiempo. 

 Esos calzados protegían del frío. Mi padre trabajaba haciendo calzado... Un tiempo trabajé en lacocina del Bunol. Mi hermanita colaboraba en algo referido al cuero. La pequeña no cobraba .” 14“¿Me puede hablar sobre la alimentación, en ese  período en que vivió en el gueto?” “Se empezó a racionar la comida, la mayoría de la carne era de caballo, también escasa(tal vez comíamos una vez cada dos semanas). Durante los cinco años en que permanecimosencerrados, nunca vi un huevo o una fruta... Los rabinos autorizaban a comer carne de caballo,siempre que no se chupase el hueso. La mayoría de los judíos religiosos no comieron, aunque se laservían a sus hijos” 15.“¿Cuándo los deportaron a ustedes?” : “Lo más dramático y doloroso fue cuando se

ordenó la liquidación del gueto y, con ella, el fin de los últimos judíos, incluida mi familia.  Es algo que aún no puedo entender. Habíamos escuchado que los rusos estaban al lado, a cien ociento treinta kilómetros de Lodz... Detuvieron su avance por el levantamiento de los polacos,

12 Ibídem, pág. 74.13 Ibídem, pág. 76.14 Ibídem, pág. 80.15 Ibídem, pág. 80

en Varsovia. Si no hubiese sido por esa rebelión, hubieran entrado en Lodz y nos hubiéramos

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salvado. Pero los rusos no querían, en ningún caso, que los polacos se liberaran solos. Una vez quelos alemanes hicieron su trabajo los rusos entraron. Creo que nos deportaron el 5 u 8 de agosto de1944...” 16 . 

* * *

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DE AUSCHWITZ A LA LIBERACIÓN

“¿recuerda cómo fue la entrada en Auschwitz?”  “Llegamos a Auschwitz en agostode 1944. Era verano. Inmediatamente nos aislaron; los hombres por un lado y las mujeres y niños por el otro. Todo se hizo con tanta rapidez que no nos dimos cuenta de nada. Hicieron la ‘ selección ’. Yo estaba junto a mi padre. Nos dividieron. Un kapo* judío le dijo a mi padreque era mejor que nos separásemos. Mi papá me empujó para que me fuera. No sé si sabía cuál ibaa ser su destino. Nos llevaron a las duchas. Previamente nos sacaron las ropas. Nos raparontotalmente...”17. Para evitar confusiones: ese trabajote rapado se realizaba para evitar quelos piojos se multiplicaran por falta de higiene. Pero esa tarea no se hacía por los nazis,sino por otros prisioneros y por sus “capos”(*) los jefes judíos. Para evitar latremenda peste bubónica. Incluso después se le gasificaba la cabeza para matar loshuevos de los piojos.

“  En Auschwitz estuve diez días o, tal vez , unasemana. Después nos enviaron a Dachau, en Alemania. Antes de subir a los vagones  nos registraron con un número. En mi caso fue el 95.798, sin tatuarnos. Nos dieron pan y algunasropas. Y los kapos judíos dijeron: “ Ustedes se s al v aron ”   18. Sin duda los capos tenían ciertopoder y privilegios en ropas, comidas, etc.Cabe destacar que Auschwitz ha sido un gran centro industrial construido con todaprisa por los nazis. Porque ha sido un lugar más lejos de los bombardeos y más cercadel frente ruso, y como territorio amigo no fue bombardeado. Además han podidoatestarlo con prisioneros de guerra. Y para no escaparse los metían en campos deconcentración.En cuanto al campo de concentración de Dachau, el Sr. Fuchs relata que era uncampo de trabajo. Que tenía un centro y varios satélites a la vuelta y que al principiono fue tan difícil, pero con el tiempo la situación había empeorado; especialmente enel helado invierno de 1944-45, con lo cual muchos prisioneros

16Ibídem, pág. 87-88.17 Ibídem, pág. 91. 

(*) Nombre de los prisioneros que tenían cierta autoridad sobre otros prisioneros en los campos generales, responsables por grupos de trabajo. 

18 Ibídem, pág. 95

habían enfermado. Es conmovedor cuando el Sr. Fuchs relata que cuanto más cercaestaban de la liberación, más inalcanzable parecía, que el desastre en los campos deconcentración en los últimos tiempos de la guerra fuera total, cuando los nazisestaban acorralados y desesperados. Con toda seguridad, los coman- dantes de loscampos ante la grave situación (al no tener provisiones ni poder producir),impotentes, esperaban el final por lo que muchos de ellos preferían ir a luchar contra

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los soviéticos, que esperar su llegada y que los acribillaran. Nunca pude entender tantairresponsabilidad de parte de la cúpula gobernante nazi, seguir la guerra sabiendoque la iban a perder.

 A la pregunta : “ Sí. Se convirtió en un campo de enfermos... a principios de marzo de 1945. Primero comenzó el tifus. No fue lo único: hubo disentería, tuberculosis ydesnutrición. La fiebre era altísima. Todo el campo se colocó en ‘ cuarentena ’. Nos enfermamos. Cadavez había menos comida. Nos alimentábamos una vez por día y casi nada. La gente se moría. Loscadáveres eran llevados a Dachau central para c r e mar ...”   19.Es triste el relato del Sr. Fuchs cuando a unos días de la liberación estaba muy mal,sentía cómo poco a poco se iba muriendo. En el campo, de unos 2.000 prisioneros, veía a su alrededor cómo amigos y compañeros se iban apagando. Tan grande ha sidoel desorden en el campo, que por eso pudo escapar hasta llegar a un galpón, donde

pasó la noche en una parva de heno. Al ser encontrado por los habitantes de la casa,éstos, sin hacerle ninguna pregunta, lo alojaron en una pie- za, lo calentaron y le dieroncomida. Entonces pesaba nada más que 38 kilos.

RECUPERANDO LA VIDA

“Tras esos dos o tres días me llevaron a Saint Ottilien (  Bavaria): fue unmonasterio transformado, durante la Guerra, en hospital. Fue utilizado para la internación de los

soldados alemanes heridos. Los americanos lo ocuparon. Trasladaron a los germanos a otros lugares,agrupando allí a los ex prisioneros de campos de concentración ”   20. “ ...Las monjas y médicos  – alemanes  –  nos trataban bien, con cariño. Nuevamente el misterio del ser humano. Si dijese otra cosa,me ntiría ...”   21.

“Luego me enviaron a un sanatorio especial paratuberculosos, en el que permanecí seis meses, ubicado en Gauting (  Bavaria  ), no lejos del anterior. Esa institución estaba bajo supervisión de los americanos. Antes había sido destinada a aviadores germanos. ...Era un lugar en el que se reponían los asmáticos de la Fuerza Aérea  

19 Ibídem, pág. 100.20 Ibídem, pág. 105. 

21 Ibídem, pág. 106

 Alemana. Nuevamente retiraron a todos los enfermos alemanes. Nos asignaron ese lugar paranosotros. Había rusos, polacos... La mayoría éramos sobrevivientes de Da ch au .”   22 

Me permito una reflexión: me parece bien que se haya dado buena atención a losenfermos de los campos de concentración. Pero como conocí bien la crueldad de losaliados durante

la guerra, puedo imaginarme que a los enfermos o heridos alemanes los habránechado sin misericordia, “fuera” y se acabó. Como si el ser alemán, que en un 90% noera nazi, no tuviera alma, no sintiera dolor ni tuviera sufrimientos. Esos eran los

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“derechos humanos” de los implacables aliados y sus socios.Quisiera aclarar que después de la presentación, el libro del escritor Jack Fuchsdesapareció y nunca nadie pudo encontrarlo en ninguna librería del país. Me alegro

de haber sido uno de los primeros adquirentes y tener además una dedicatoria con lafirma de ese sincero autor.Sobre esa triste historia se ha desarrollado lamentablemente una gran industria,altamente lucrativa para algunos. Me resulta llamativo que en algunas películas se hanmostrado una “montaña”  de dientes de oro. Sin embargo, cualquier persona quepueda reflexionar llega a la conclusión de que es una fantasía cinematográficamacabra.El proyecto es llenarse de dinero y hacer quedar pésimamente mal no solo a los nazisque ya no quedaron después de terminada la guerra, sino a los pobres alemanes paraquitarles dinero con algunas tergiversaciones históricas. Y para colmo, muchas vecesal hablarse de esto, algunos que creen que soy judío hasta el día de hoy, muestran suindignación por esos abusos. Muchas veces he notado alguna mirada incriminatoria.En ningún libro documental de los sobrevivientes de los campos de concentraciónmencionan algo semejante. Sí hubo casos de sustracción de ropas, de objetospersonales o de dentaduras, han sido casos individuales de los “capos” o de suscompañeros. Las SS, por un lado no manejaban directamente a los prisioneros y por elotro, si se tiene en cuenta su arrogancia ególatra y su ínfula de seres superhombres,uno no puede imaginárselos metiendo las manos en la boca de un prisionero muerto. Además se sabe que a vecs en un campo había un solo capitán nazi; pero para ganardinero se inventan cosas que realmente dan asco.He visto como los nazis, en su desesperación, sacaban las campanas de las grandesiglesias para fundirlas, porque no tenían con qué comprar los metales quenecesitaban. Por eso, me resulta llamativo cuando veo en los cines la monta- ña dedientes de oro supuestamente sacados de los prisioneros sin fundirlos.

* * * 

22 Ibídem, pág. 10

Para esclarecer más la verdad sobre el holocausto y la muerte de gente ino- cente,sería interesante también mencionar el testimonio de otro sobreviviente, eldistinguido Dr. Víctor Frankl, psiquiatra, renombrado analista y creador de laLogoterapia, que escribió, entre otros, el libro “  El hombre en busca de se ntido”   23, donderelata su penoso cautiverio.

Citaré sólo algunos pasajes del mencionado libro en donde presenta los su-frimientos, la vida y la muerte por falta de alimentos, ropa y medicamentos (quetampoco había en toda Alemania), así como también los comportamientos, a vecessádicos, de los guardias, los “kapos”, que eran otros prisioneros seleccio- nados porel comandante SS. Presenta un drama desolador.

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ferrocarril. Así también se alegraban al no tener como capataz a uno queacostumbraba a tratarlos a los golpes. Al parecer ésos eran “prisioneros de guerra” y  no políticos, opositores al régimen, o judíos que le declararon la guerra a Alemania,

sino contrarios de Stalin como fueron los ucranianos que estaban convocados para laguerra por sus amigos los rusos.En el relato: “ La psicología de los guardias del campamento”  se pregunta cómo podía ser quelos hombres trataran a sus semejantes en la forma en que contaban que eran tratadoslos prisioneros. Llega a la conclusión de que por increíbles que parecieran estos relatos,eran verídicos. Que entre los guardias había algunos sádicos (pero en un sentidoestrictamente clínico). Y ese criterio de selección se repetía también entre los propiosprisioneros, los cuales desempeñaban la función de kapos, que resultaban ser los másbrutales y egoístas. He visto que en la guerra y en las grandes desgracias el ser humano

se hace insensible, hasta inhumano.Me resultó muy llamativo lo que el Dr. Frankl cuenta en las págs. 124-1 25: “  Al acabarla guerra y ser liberados por las tropas norteamericanas, tres jóvenes judíos húngaros escondieron alcomandante del campamento en los bosques bávaros. A continuación se presentaron ante elcomandante de las fuerzas americanas, quien estaba ansioso por capturar a aquel oficial de las SS, para decirle que únicamente bajo determinadas condiciones le revelarían dónde se encontraba; elcomandante norteamericano tenía que prometer que no se haría ningún daño a aquel hombre. Tras pensarlo un rato, el comandante prometió a los jóvenes judíos que cuando capturara al prisionero seocuparía de que no le causaran la más mínima lesión y no 

24 Idídem

sólo cumplió su promesa, sino que, como prueba de ello, el antiguo comandante del campo deconcentración fue, de algún modo, repuesto en su cargo, encargándose de supervisar la recogida deropas entre las aldeas bávaras más próximas y de distribuirlas entre nosotros .”  

 Al leer ese libro uno llega a la conclusión de que, durante las guerras y en loscampos de concentración, sucedían tantas calamidades que en la vida real, uno nose puede imaginar. Le recomiendo al lector la lectura de este libro del distinguido

Dr. Víctor Frankl.

UN ASESINO ACTO DE LOS ALIADOSEL BOMBARDEO: MÁS QUE UNA BOMBA ATÓMICA

Muchos lectores no sabrán que la hermosa ciudad de Dresden, llena de mo-numentos, estaba declarada abierta. No tenía ninguna defensa antiaérea: al lí no huboni un soldado nazi (SS) y ni siquiera un soldado regular. Por eso muchos cientos demiles de civiles alemanes que vivían en los países limítrofes habían abandonado todossus bienes, y corrían despavoridos ante el avance de los ejércitos soviéticos se

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refugiaron allí, pensando que esa ciudad no sería bombardeada. Muchos se ampararonen barracas, en las escuelas, plazas y hospitales. Antes de terminar del todo la guerra,al parecer para no dejar bombas sin utilizar y gente sin aniquilar, los aliados

mandaron durante un día tres mortíferos ataques con1.200 bombarderos superfortalezas cada uno, como era su costumbre, masacran- domás de 300.000 seres totalmente indefensos. Escuché que el último ataque había sidopara ametrallar a los sobrevivientes que corrían desesperados de un lado para otro.

Siempre me acuerdo que en un torneo de golf seniors en Chile, en la cena dedespedida en la cancha del “Prince of Wales”, estaba yo sentado en una mesa con unirlandés que había sido aviador de la RAF (Royal Air Force) que, según él, en principiotenían mucho miedo de los veloces cazas alemanes. Pero después ya desaparecían. Nopude aguantar decirle que, mientras para ustedes: “ volar sin resistencia sobre un

territorio enemigo y tirar bombas adonde querían era una diversión más. Pero paranosotros abajo, era un terror indescriptible”. Nos miramos un momento y yo mesonreí. Alguien del grupo le preguntó por qué destruyeron Dresden, que era unaciudad abierta, a lo que él contestó: “Se decía que los nazis guardaban allí armassecretas y había que destruirlas”. Lo mismo sucedió con Saddam Hussein, cuando losaliados insistían falsamente en que él tenía armas secretas de destrucción masiva ydestruyeron todo un país, Irak, que no tenía ni siquiera armas para defenderse comocualquier otro país del mundo

Sus tanques y su aviación estaban oxidados; sin embargo los norteamericanos, comolos ingleses, votaron por segunda vez a George W. Bush y a Anthony Blair. Esosignifica que hay importantes pueblos que prefieren las guerras, la destruc- ción,matanza y dominación de las riquezas ajenas.

 Todo el mundo se acuerda de la bomba atómica que el 6 de agosto de 1945 el avión estadounidense, llamado “  Enola Gay ” , dejó caer sobre Hiroshima y  Nagasaki (el día 9). Si tenemos en cuenta que una bomba atómica de entonces tenía un poder de explosión de 20.000 ton de TNT, mientras cada oleada de  1.200 superfortalezas llevaban unas 20 ton de bombas cada uno, quiere decir que 

arrojaban unas 24.000 ton., estará claro para el lector el poder de destrucción que arrojaron los aliados, en un día, sobre Dresden. Con ese solo crimen, los aliados mostraron que no tenían alma. Hay que re- cordar la opinión del líder francés, Daladier, quien decía antes de empezar la 2ª guerra mundial que Alemania debía ser reducida a un país agrícola, con no más de cuarenta millones de habitantes. Con toda seguridad eso justificaba la matanza despiadada de la gente indefensa. Porque los franceses no se podían conformar con la existencia de un pueblo tan grande, trabajador y vigoroso como son los alemanes. Así Inglaterra quedaría dueña de los mares 

del mundo, y Francia, la potencia dominante en Europa que fue el legado de Napoleón. Todo estaba fría e inhumanamente calculado. Derrotar por todos los medios a Alemania y mantenerla ocupada para siempre. Y efectivamente la 

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ocuparon las cuatro potencias, nada menos que por 45 años, casi medio siglo. Sin embargo se dieron cuenta al final de que el coloso soviético era una verdadera y  latente amenaza, y no sólo para Europa sino para el mundo entero. 

¿Se puede justificar el feroz bombardeo de la capital de Bulgaria, Sofía, en el último tramo de la guerra, teniendo en cuenta que Bulgaria no entró en ella y quedó neutral? Además, por las hábiles tratativas de nuestro rey, fueron de- morados varios meses los ejércitos alemanes para pasar a Grecia y atacar a la flota inglesa en el Mediterráneo. Eso demoró la campaña de Hitler contra Rusia. Llegó el tremendo invierno y fracasó el rápido avance del ejército alemán y la toma de Moscú. Además Bulgaria no entregó al nazismo ni un solo judío que, en vez de estar muchos de ellos integrando la guerrilla, Hitler los quería para que le trabajaran y evitar que maten a sus soldados heridos que se reponían en 

Bulgaria. Pero como en Inglaterra había abundancia de bombas, de aviones y  pilotos acostumbrados a destruir y matar gente y sin tener ya nada que hacer, es que el “pulgar” se bajó sobre Sofía.

* * * 

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CAPÍTULO V

LA PELIGROSA GRAN ODISEA

Los bombardeos sobre toda Alemania eran mortíferos, crueles e insoportables. Temerosos por sus vidas muchos colegas habían viajado para sus patrias. AunqueUrsula aún me retenía, la precaria Politécnica y las devastadas líneas férreas (el únicomedio de transporte para llegar a Munich) ya que al no haber combustible tampocohabía transporte de ómnibus, y el peligro de los sorpresivos ataques aéreos doblegaronmi voluntad de proseguir allí. Cansado de cuidar mi vida, un día arreglé mi valija ydecidí viajar en el primer tren internacional que viniera de París en dirección alOriente. Con las pesadas valijas llenas de libros que tenía en la casa de la madre de

Ursula (taxis no había) y con la lengua afuera, llegué tarde a la estación. Como teníasuficiente dinero por la venta de cigarrillos, había comprado por primera y última vezpasaje en la lujosa Segunda Clase, que aún existía de la preguerra.El tren estaba repleto de gente que quería salvar sus vidas, viajando en dirección alEste, por el ferrocarril “El expreso de París”, que pasaba por Munich, Viena,Budapest, Belgrado, Sofía y llegaba a Estambul. Como yo llegué tarde, el tren estabaatestado de gente sin respetar la clase, y próximo a partir. Ayudado por unoscompañeros, después de levantar las valijas por la ventana, me tiraron de los brazos yfui a tumbarme al suelo. En el tren viajaban unos treinta estu- diantes búlgaros. En el

trayecto por Austria, Hungría, y a lo largo de la independiente Croacia viajamostranquilos, sin inconvenientes: Parece mentira que en plena guerra y de un régimennazis, centrales en la frontera como ya mencioné no había más que un sello en elpasaporte de “salió” ó “entró” y nada más.Por eso ahora cada vez que tendo que viajar en avión, no de un país para otro, sino deuna ciudad para otra debo soportar los humillantes controles policiales. Sin embargo,al llegar a Belgrado el tren se detuvo. Nos avisaron que el expreso no proseguiría haciaSofía. Que las líneas férreas no eran seguras porque de no- che estaban en manos delos guerrilleros, y de día bombardeadas por la aviación inglesa. Nos acomodamos para

pasar la noche en los vagones del tren abandonado. A la mañana siguiente unos veinte estudiantes, incluidas las muchachas, resolvieron volver atrás, hacia Hungría y Alemania.

Los restantes varones decidimos seguir a toda costa adelante hacia nuestra patria.En una peligrosa y novelesca odisea proseguimos por Yugoslavia hacia Sofía, conun improvisado tren de pocos vagones, principalmente con pasajeros serbios y unoscuantos soldados alemanes. A unos 100 km, el tren paró en una estación de campo.De repente vimos que los experimentados soldados saltaban por puertas y ventanas yse alejaban del tren a toda carrera.

Percibimos recién entonces el característico zumbido de los aviones y pronto susmetrallas lanzaban fuego sobre nosotros. Despavoridos saltamos por donde pudimos. Yo corrí con todas mis fuerzas para esconderme. Al escuchar que los aviones se

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alejaban recién me di cuenta que me encontraba en un pequeño depósito de carbón.Me acordaba que en el momento de mayor terror trataba de meter mi cabeza en algoque resultó ser carbón. Al salir del cuarto, mientras intentaba limpiar mi cara vi un

soldado alemán con un saco colgado en un dedo que tranquilamente preguntaba: “ Wem gehört das ”  (de quién es esto). Me di cuenta de que era el mío. Le pregunté dónde lohabía encontrado: “allí”, dijo él mostrándome el cerco de púas trenzadas y postes conpuntas filosas. No entendía cómo había saltado por encima de aquel cerco tanpeligroso. Recordaba que el equipaje lo había dejado en el vagón y el saco lo teníacolgado en mis hombros, pero el soldado demostró un solidario gesto humano. Eraevidente que ese sol- dado no hacía ya mucha diferencia entre la vida y la muerte. Seocupó de un saco ajeno, que podría no tener en cuenta. Más tarde, cuando conocí alos soldados soviéticos, me di cuenta de que la diferencia era como del día y la noche. O

mejor desde la Tierra a la Luna.Los vagones estaban acribillados y de la locomotora saltaban chorros de agua y vaporpor los agujeros causados por los impactos. Mientras nos agrupamos y pensábamosqué hacer, los pasajeros se iban dispersando.

Como por milagro divisamos dos camiones militares alemanes a cierta distancia.Nos dimos cuenta de que cargaban a los soldados que viajaron en nuestro tren. Eraevidente que seguirían viaje al Este para ayudar a sus camaradas que retrocedían deGrecia, o a los enfermos que se encontraban en Bulgaria. Des- esperados, con valijas en mano y a duras penas, corrimos hacia ellos antes de que se marcharan.

Encarecidamente le pedimos al oficial que nos acercara hacia Bulgaria lo más quepudiera. El pobre trató de convencernos de lo peligroso que sería para nosotros,porque ellos eran blanco de ataques guerrilleros o de la aviación enemiga. “  Es queno nos queda otra alternativa ” , le explicamos. “ Porque de noche los guerrilleros nos atacarían ymatarían .”   Al final el buen hombre se rindió y aceptó. “ Suban rápido que partimos, nohay tiempo para perder.”  ¿Qué les esperaba a estos desdichados soldados obligados porel enloquecido Hitler a sacrificar su vida por nada, en una Yugoslavia infectada deguerrilleros y ataques aéreos in- gleses que los obligaban a saltar de los camionesdesesperadamente con lo puesto y quedar con el transporte destruido? Eso resalta

aún más el valor de su actitud humanitaria. Viajábamos parados, tambaleando de unlado para el otro. El sol yugoslavo era abrasador bajo la carpa del camión, entre los yademasiado sufridos  soldados alemanes. El calor y la tierra que saltaba por todaspartes era tan sofo- cante que me ahogaba, me parecía que iba a desmayarme. Dehaber sido tropas de elite SS, no creo que nos hubieran aceptado. Porque ellos,aunque pretendían ser caballeros desconfiaban de todos.

 A unos 60 km el camión paró frente a otra estación del ferrocarril en el cam- po.El oficial saltó del camión y nos pidió que bajáramos, haciéndonos rápido la veniamilitar, subió al camión y se marcharon. No tuvimos tiempo de darle las gracias por

la atención tan grande y tan humana. Vimos un pequeño tren que seguro sería el último en dirección a nuestra patria.El maquinista hacía silbar la locomotora para apurar a los pasajeros, por lo que

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corrimos para no perder esa gran oportunidad. Aunque la capacidad del pequeño tren se había colmado con gente serbia de la zona, nosacomodamos con cierto alivio pensando: “ ahora no hay soldados alemanes, así que no hay que

temer un ataque inglés ” , pero nos equivocamos. Los que manejaban los aviones se habíanconvertido en asesinos, no hacían diferencia. Al parecer, cuanta más gente mataban,más contentos se iban. Seguro que no les importaba que hubiese gente inocente eindefensa y que la mayoría fuesen serbios, sus aliados. No tenían sentimientos. Al prepararse para arrancar, el tren se detuvo. De repente los que estaban sentadoshacia las ventanillas empezaron a gritar “¡Allí vienen!”, y ya se percibía el trágicozumbido de los aviones que volaban a baja altura, ya que defensa antiaérea no existía.Las metrallas y las muertes eran espantosas e interminables.Con mis compañeros teníamos siete vidas, todos nos salvamos. Como éramos más

jóvenes y corríamos más rápido, nos habíamos alejado más y escondido mejor. Sólouno estaba herido en la mano y a otro le habían volado la punta de la nariz. Se veíanuestra locomotora, que vomitaba chorros de agua y vapor por los agujeros en lacaldera. Al bajar nuestro equipaje, sin prestar atención a los heridos y muertos, nos alejamoslentamente de la estación. Estaba anocheciendo. Como yo sabía serbio, al ver una casacercana nos dirigimos allí para pedir albergue, pero la gente no quiso saber nada conforasteros.De pronto un hombre anciano se acercó y nos dijo: “ Allí, a dos km por la vía hay un

puesto de soldados búlgaros”. Suponía que todavía no se habían ido. Nos aconsejó quenos apuráramos porque pronto empezarían los tiroteos; aquella zona estaba infestadade guerrilleros del Mariscal Tito. Al caminar entre los rieles y tropezar en la oscuridadcon las valijas en las manos, el cansancio nos agobiaba. De repente escuchamos una voz que dijo: “  Alto o disparo” . Nos dimos cuenta de que era un soldado búlgaro. En voz baja le pedimos que nos llevara al refugio. Fue espantoso llegar hasta allí bajo elsilbido de las balas de los dos bandos.

En el momento de entrar en el precario “fortín”  en pleno campo abierto, sedescargó una ráfaga de ametralladora guerrillera, por lo que nos tiramos al suelo.

Unos 20 soldados estaban apostados a la vuelta del parapeto de bolsas de arena deun metro de altura, respondiendo al ataque con tiros de fusiles. Todos se sor-prendieron con nuestra inesperada llegada. Su jefe, un teniente primero, al saber quenosotros éramos estudiantes sin rumbo exclamó: “  Ahora sólo esto nos faltaba, y encima ya se nos terminan las municiones ” . De inmediato envió al sargento con dos soldadospara ir a traer (por la fuerza) a un campesino con un carro, para cargar el pocoequipaje que había.

 Al lado del fuerte se divisaba una torre de madera para observación, pero nohabía nadie arriba. Pasó una tensa y prolongada espera. El sargento no volvía. Un

soldado preguntó: “ Teniente, y si los guerrilleros han degollado al sargento y a los dos soldados, ¿qué hacemos? ¿Esperamos una embestida? ” . Visiblemente el teniente se mordía los labios,pero no pronunció palabra. La noche era oscura.

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 Al final llegó el carro. Muy sigilosamente cargamos nuestras valijas y la pocapertenencia militar. “  Ahora caminen todos rápido pero agachados, sin hacer ruidos ” , ordenóel jefe. Al alejarnos escuchamos un furioso ataque sobre el fortín. Gracias a Dios ya

no estábamos allí.El teniente ordenó que el sargento con unos soldados se separaran de nosotros ytrataran de distraer y desorientar a los guerrilleros.

Llegamos a un bosque donde nos tiramos en el suelo, muertos de cansancio ysueño. Al amanecer vimos que los soldados habían hecho ya un caldo de poroto ycarne de oveja que seguramente habían traído de las cercanías con toda seguridad nopagadas, sino robadas o llevadas por la fuerza. Mirábamos cómo tragaban elcontenido con rapidez, mientras nosotros tragábamos saliva. Al terminar nosprestaron sus tarros y sirvieron el aguado caldo que quedaba con algunos pedacitos

muy grasosos. Pero “cuando hay hambre no hay pan duro”, dice el refrán.El teniente bromeó: “  Ahora estamos tranquilos: los guerrilleros son como los vampiros.Duermen de día y salen de noche ” . Teníamos que proseguir el camino paralelo a las víasdel ferrocarril, que ya no funcionaba.

Llegamos al puente derribado por la aviación, en donde yo corté el pulgar delsoldadito alemán. Allí el teniente liberó al serbio con el carro. Nosotros rá-pidamente juntamos unos pesos y se los ofrecimos. El tosco hombre se negaba arecibirlos, hasta que aceptó.

Cruzamos por los tablones al lado del puente y proseguimos el largo y penoso viaje a pie

con las valijas a cuestas. Nuestros brazos estaban ya al final de su resistencia. Lerogamos al jefe que parara un rato la marcha. Hasta que llegamos a la sombra de unárbol. Los soldados la ocuparon rápidamente. Nos conformamos con tirarnos al sueloy poner la cabeza sólo a resguardo del fulminante solazo

Pero pronto proseguimos. Con las pesadas valijas en las manos, el viaje resultabainsoportable. Yo quería abandonar mi valija, pero no quise ser el primero. Losestudiantes nos estábamos arrastrando y el jefe nos apuraba y alentaba.

 Al final el teniente dijo: “ Ya llegamos”. Era otra pequeña estación con un tren detres vagones de carga, listo para marcharse. El oficial que nos esperaba preguntó si

 venían más soldados búlgaros. “Somos los últimos”, contestó el teniente: los quequedaron, cayeron prisioneros o degollados por los guerrilleros. Nos acomodamosrápido en un vagón sobre algo duro. El tren era militar, seguro llevaba proyectiles deartillería. Proseguimos sin problemas hasta llegar a una importante estación de laciudad de Nish, que los serbios nos la habían usurpado en la Primera GuerraMundial.

 Al lado derecho de la vía, bajo el alto terraplén vimos muchas barracas conheridos, soldados alemanes que habían salido de Bulgaria por orden de nuestrogobierno, para que no fueran motivo de que los rusos nos invadieran.

En ese momento vino una motocicleta con sidecar, donde un soldado búlgaro seretorcía de dolor. “  ¿Qué pasa ?” , resonó la voz de un coronel. “  En una pelea  

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 – dijo el motociclista –   los alemanes lo han herido”. “  ¿Y qué diablos han ido a hacer allí? A provocarlos seguro. Llévalo de nuevo a ellos y pídeles que lo curen, porque nosotros ya no tenemos nimédicos ni remedios ” .

El convoy estaba listo para arrancar en dirección a Sofía. Estábamos acostadossobre la misma carga dura. De pronto escuchamos explosiones y vimos que lossoldados corrían a toda prisa. Desesperado yo salté del vagón y di varias vueltas;corríamos por unos campos de girasoles cuyos discos me daban justo en la cabeza. Alllegar a una hondonada, me tiré al suelo. Metía la cabeza bajo la alta vegetación y medi cuenta de que mi nariz estaba en un charco de agua. Aunque no podía respiraraguantaba lo más que podía, mientras cientos de esquirlas silbaban sobre nosotros.

 Al cesar las explosiones y salir hacia arriba, vi que de los dos últimos vagonesdonde estábamos con nuestro equipaje, quedaban sólo hierros retorcidos. Las valijas

que sufrimos tanto para traer, habían volado por los aires. Quedamos sólo con lopuesto encima, y un compañero tenía la oreja arrancada.Se dio orden de abordar los vagones que se salvaron. Me tocó subir al vagón dondeestaban el coronel y los oficiales. El tren marchaba a paso de hombre. Varios soldadoscaminaban a lo largo de la vía como escoltas ante posibles ataques guerrilleros.

En el gran silencio un oficial dijo: “  ¿No habrán sido los alemanes que dispararon a losvagones con los proyectiles? ” . El coronel respondió: “  Eso es poco probable, los alemanes no soncapaces de eso. Pero de lo que estoy seguro es de que ustedes no observaron la pólvoradesparramada en el piso de los vagones. Alguien tiró un cigarrillo sin apagar, o una chispa de la

locomotora que maniobraba provocó las explosiones ” .“  Además  – prosiguió el alto oficial – , mientras ustedes corrían para salvar sus vidas, elconductor del tren y yo salvamos estos vagones. Si no tendríamos que caminar a pie 200 km. hastallegar a nuestra patria ¿No tienen conciencia de que yo también tengo alma y tengo mujer e hijos queme esperan? ” . Era evidente que la moral entre las rígidas tropas búlgaras había caídomuy bajo. Sentado a un lado del vagón me dormí profundamente. Desperté alescuchar los ruidos de una gran estación: la capital de Bulgaria, Sofía. Era el 8 desetiembre de 1944.

LA LLEGADA DE LOS TANQUES SOVIÉTICOS

 Vi la gente muy asustada y desesperada. Los vendedores de diarios gritaban: “ Lostanques rusos cruzaron el Danubio e invadieron Bulgaria arrasando con todo” . Subí al primertren que iba para el Mar Negro, atestado de gente sin boleto y sin control alguno.

 Al día siguiente, el memorable para los comunistas y trágico para el resto de lapoblación búlgara, “9 de setiembre de 1944”, un nuevo gobierno pro soviético declaróla bienvenida a los ejércitos invasores y ordenó la cordial recepción, con flores, a lastropas; con eso la población respiró aliviada al evitarse los ataques, violaciones y

desmanes. Esa fecha fue convertida por los comunistas en el máximo feriadonacional. Ni siquiera superado por el día patrio de la liberación de la esclavitud turca,conmemorándolo con grandes desfiles militares.

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lo acompañara. Me despedí del jefe con una inclinación.  Aquella orden de marcharme trajo a la vez alivio y temor. Confieso que misprimeros pasos fueron intranquilos y temerosos; temía recibir en cualquier mo- 

mento un disparo por la espalda argumentando luego que yo me había fugado. Caminé un trecho despacio y al zambullirme en la plena oscuridad eché a correr igualque si mil fieras feroces me mordieran los talones. O como si los temibles disparos nohubieran dado en el blanco. Corrí sin parar hasta el pueblo. Mi madre, aquejada de tensión arterial, al temer por mi vida se hallabadescompuesta. Pasé una noche de pesadillas. Este episodio fue demasiado fuerte yno podrá jamás desaparecer de mi mente ni pasar al olvido. Al día siguiente decidí viajar a Karnobat, nuestra ciudad cabecera, y alojarme en casa de algún amigo hastaque las tropas rusas se marcharan. Mientras recorría a pie los veinte kilómetros dedistancia cambiaba de planes, sin saber adónde ir. Por aquellos días la genteatemorizada se golpeaba el pecho jurando su lealtad al partido de Lenin. Antes quelos rusos invadieran Bulgaria había muy pocos comunistas. Ahora todo el mundodecía serlo.

 Ya en Karnobat pasé por el frente del negocio de don Varban, dueño de unasombrerería. Entré a saludarlo, años atrás le había comprado gorras estudian- 

tiles cuando la usaba volcada hacia la izquierda, como lo hacían los fanáticosmarxistas. Nunca supe su afiliación política. Simpatizaba conmigo, y si bien yo habíaabandonado el marxismo, cada vez que pasaba por Karnobat solía verloLe relaté con detalles mi problema. Respondió que me quedara sin ningún re- celo en su casa. Entendí entonces por qué se mostraba tan bueno conmigo. Él también, alguna vez, se había dejado seducir por el paraíso comunista. Vivía junto a su esposa e hija. Al día siguiente, mientras él atendía su negocio  – pues esperaba vender mucho a los rusos –  las acompañé a ver un contingente de tro- pas rusas que llegaban. Con flores arrancadas del jardín fuimos frente al parque donde desfilaron con marcial postura, los vivamos y aplaudimos, yo no sería una excepción. 

Mientras tanto los rusos habían abierto los bancos, sacado el dinero y distri- buido entre sus soldados. Cabe aclarar que, como Bulgaria no entró en la guerra, 

había de todo. El pueblo se había enriquecido porque vendía bien su producción a los alemanes. Los negocios estaban repletos de mercadería. Pero ahora todo se dio vuelta. Los soldados rusos entraban y salían de ellos comprando lo que veían.   A un comerciante de bebidas, en un santiamén no le dejaron ninguna botella. En cuatro días los negocios quedaron vacíos. Intenté sin éxito comprar una valija para reponer la que había perdido en la explosión del vagón, pero ya era tarde. 

Don Varban me trajo una. No me quiso cobrar, pues un amigo se la había regalado antes de que se la “compraran los soviéticos”. El comercio quedó sin mercaderías y el dinero acumulado no les servía de nada, ya que no se encontraba 

nada para comprar. Bulgaria no conocía prácticamente la inflación, el costo de la vida había aumentado tan sólo 40% durante los cinco años de la guerra. Las tropas germanas que pasaron por Bulgaria sólo podían cambiar en los bancos 

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una limitada cantidad de marcos, lo que no permitió vaciamiento y un alza en los precios. La situación ahora había sido distinta; los camaradas repartían el dinero entre sus tropas “haciendo el comunismo”. 

Cuando los rusos advertían negocios cerrados, con los camiones enganchaban las persianas y las arrancaban de cuajo. Luego cargaban lo que encontraban a mano. Al finalizar acomodaban las persianas y se marchaban. Lo cierto es que no quedó comercio en el país con existencias, sólo algunos pudieron esconder algo de mercadería y evitar el saqueo total

 Al llegar los rusos, el 5% de comunistas que había en Bulgaria se multiplicó. Unospor miedo, y otros por interés. En todos los poblados y en varios sectores de lasciudades se formaron los temibles soviets (comités), que implantaron rápida- mente elcontrol y el terror sobre la población. Empezó la persecución y matanza de todos losgobernantes chicos y grandes anteriores, de los ricos y los opositores y hasta losenemigos personales. Hasta en un armado juicio sumario colgaron a nuestro príncipeKiril, hermano del rey Boris III, ya muerto, que nunca se me- tió en política y comoregente del rey infante, Simeón II, también se opuso a la inquisición de los nazis deentrar en la guerra. Es digno de comentar que antes de ser colgado, el príncipe leregaló su reloj de oro a su verdugo.

La propaganda de los comunistas era una desmesurada falsedad y mentira. Justificaban la invasión rusa para perseguir a los alemanes y liberar a Bulgaria de 

los nazis. Todo el mundo sabía que no había soldados alemanes, salvo algunosenfermos o heridos, ¿qué iban a hacer allí? Y mucho menos nazis. Ni siquiera habíaya soldados heridos. A los pocos que había, el gobierno búlgaro les había ordenadosalir del país; los que nosotros vimos en la estación de Nish, seguro nadie podríahaberlos rescatado y fueron masacrados por los guerrilleros serbios. 

Los soviéticos no venían a liberarnos de nada, sino a quitarnos la libertad yfelicidad de que el pueblo búlgaro gozaba. Después de instalarse un rigurosocontrol sobre toda la población, me enteré de que en la Rusia comunista nadie 

podía desplazarse de un lado a otro sin un permiso por escrito que se llama putovka , osea derecho de “caminar”, de “desplazarse”. Ese régimen había existido antes de larevolución bolchevique, cuando los terratenientes prohibían un viaje sin permiso.Lenin vivía escribiendo slogans, repetía a menudo algunos, como: “ Los pobres no perderían nada, salvo sus cadenas ” , y el más popular era “ Pan, paz y li-  berta d” ; sin embargo, después de terminar la revolución, se comprobó la falsedad detoda la demoledora propaganda. Quisiera aclarar que todo este relato lo realicé para que el lector conozca de primeramano lo que ha sido el comunismo.

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LOS JUICIOS POPULARES - UN TEATRO SINIESTRO

Lo que más me impresionó y nunca olvidaré fue que al volver a mi unidad de servicio,

en una ciudad en el sudeste de Bulgaria, a todo el batallón nos llevaban, de noche, a laplaza pública. Allí estaban convocadas miles de personas. Nadie se animaba a faltarEn un balcón, encapuchados, estaban paradas entre 10 y 15 personas. Un “fiscal

del pueblo”  empezaba a nombrarlos uno por uno y acusarlos de delitos contra elpueblo, de explotadores y nunca faltaba la acusación de colaboración con los nazis, ypreguntaba: “  ¿Qué condena merece este reo? ”   Abajo del balcón, en la oscuridad, habíaunas 30-40 personas que de inmediato gritaban: “  Muerte, muer- te ” . Así a cada uno,sin conocerlo, todo el mundo gritaba muerte; los ecos de los soldados retumbaban enla plaza.

La primera vez me sentí muy mal, se me revolvió el estómago de gritar muerte agente que no conocíamos y que seguro no tenían culpa alguna. O siendoanticomunistas era suficiente para condenarlos a muerte, ya que era la únicacondena para todos. Se escuchaban comentarios de que los “condenados” ya estabantodos muertos, liquidados las noches anteriores. Porque los soviets (comités) erantodopoderosos e implacables, ávidos de poder. Ellos no tenían obligación de rendircuentas por sus actos a nadie. Disponían de la vida y la muerte en su “territorio”.

Entonces entendí por qué los encapuchados – supuestos reos –  nunca protesta- ron,nunca gritaron o lloraron, no se les escuchaba decir nada. Seguro era gente del

partido que se prestaba al escenario. Después de terminar el “gran show ” seguroiban a festejar su hazaña y dedicarse a buscar y matar a los anotados en las listasnegras.

JORGE DIMITROV Y SU SOBRETODO DE MADERA

Por el gran desorden reinante y la falta de autoridad constitucional legítima y popular,el nuevo régimen de Bulgaria llamó a elecciones. Los comunistas aspiraban ampararseen las elecciones para adueñarse del poder por el voto popular, que sabían comoconseguirlo. Próximo a las elecciones, el viejo dirigente comunista búlgaro regresó deRusia: era el gran camarada Jorge Dimitrov. Tenía cumplidos importantes servicios enel Estado Mayor de Stalin en calidad de secretario general de la “Comintern”(Internacional Comunista) en Moscú. En Karnobat se organizó una concentración yel principal orador fue él. Estuvo magistral, creo que por primera vez aplaudí conganas, porque tuvo la virtud de hacerme revivir los años de mi idealismo marxistaque había experimentado alguna vez. En consecuencia muchas de las políticas delotrora poderoso partido agrario se pintaron de rojo y se unieron a un gobierno de

coalición que subsistió hasta el fin del comunismo. Se suponía que la coalición ganaríapor abrumadora mayoría, por lo cual no sólo voté por ella, sino que traté de que se

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supiera. George Dimitrov fue elegido presidente. Al año siguiente, 1946, por decisión de aquel brutal y demagógico régimen, se llevó acabo un plebiscito de la manera más coercitiva posible y con el pretexto de que,

habiéndose Bulgaria convertido en una República Socialista, el joven rey Simeóndebía abandonar el trono y marcharse al exilio. Sin duda por gran mayoría se impusola tendencia republicana antimonárquica. Eso hace recordar lo dicho por Stalin: “  Noimporta por quién se vota, sino quién recuenta los votos ” .No pasó mucho tiempo y el legendario mariscal Tito de Yugoslavia cortó el nexo quelo unía a Stalin, y éste temió que Dimitrov hiciera lo propio y formara la federaciónEslava del Sud, o sea, una “Gran Yugoslavia”  incluyendo a Bulgaria. Antes de queDimitrov viajara a Belgrado invitado por Tito se difundió la noticia de que seencontraba enfermo y que Stalin estaba afligido por su salud. Sin duda, todo estabaorquestado por el comando ruso que existía en Bulgaria. Fue invitado a Moscú, oquizás llevado a la fuerza, para que se sometiera a exámenes y, de ser necesario, a unaintervención quirúrgica. Volvió de Rusia dentro de un suntuoso ataúd. Sus funerales enBulgaria ya estaban preparados. Stalin manejaba con suma habilidad sus métodos para“operar”  a sus colaboradores íntimos, y especialmente cuando adolecían de “malospensamientos”. Sabía deshacerse de ellos con cumplidos honores. Como más tarderelataré, en el centro de Sofía, en la plaza frente al ex Palacio Real, se levantó unostentoso mausoleo en su honor, muy parecido al de Lenin en Moscú, desde donde lasmáximas autoridades de la República presidían los pomposos desfiles militares. Como el dictador ruso no había logrado convencer al mariscal Tito de que fuera aconversar con él, mandó una comitiva a Belgrado. Desafortunadamente para Stalin, elavión que transportaba a la delegación rusa entre los cuales viajabaun general de suplena confianza, “se estrelló” antes de aterrizar. Sabedor de alguna traición en sucontra, Tito jugó quizás una partida decisiva y riesgosa para evitar ser secuestrado ensu propia casa, como le sucedió a Dimitrov. Stalin se violentó muchísimo, a talextremo que circuló la noticia de que se preparaba una invasión a Yugoslavia. No pasónada. Las potencias occidentales le sugirieron que evitara un nuevo conflicto. Además, el déspota sanguinario sabía bien que Tito era el guerrillero más experto dela historia contemporánea. 

KARL MARX – CREADOR DEL COMUNISMO

Nació en Alemania el 5 de mayo de 1818, descendiente de rabinos. El padre de KarlMarx había sido abogado y asesor de juzgado en Trier, norte de Alemania, con elnombre de Henrich Marx, aunque su verdadero nombre era Herschel Levi. Pero comoes sabido, los judíos por conveniencia al emigrar de un país a otro, muchos secambiaron el nombre y apellido. Solo yo, que tengo mi característico apellido por elque muchos creen que soy judío, no lo hice. En el año

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1817 el padre de Marx se pasó a la religión protestante y años más tarde, tanto su madre como él y sus hermanos tomaron la nueva religión. En el libro “ Las máscaras de los célebres ” , Nicola Nicolov comienza su exposición sobre

Marx diciendo: “ La primera parte del siglo XX se define con el movimiento marxista y elvertiginoso desarrollo del imperio financiero de la dinastía Rockefeller... Karl tuvo un gran complejo deinferioridad debido a su ascendencia. Él siempre consideró que por eso la gente no puede dar valor asu dignidad. De todo eso culpaba a su origen, al que ha profesado un profundo odio. Sus sentimientosson expuestos en sus publicaciones de 1844 en ‘ Deutsch Französishe Jarbuch ’   en la que hace preguntas a las cuales él mismo contesta (en forma muy agresiva): ‘  ¿Quién es el Dios de los judíos? – el dinero. ¿Cuál es la base del judaísmo?  – el egoísmo, la altanería y la avaricia, etc...”   25

 

El Sr. Nicolov prosigue: “ Con todas estas declaraciones el renegado Karl Marx se hace fundador y padre no sólo del comunismo sino del nazismo, el que más tarde Hitler y sus íntimos utilizan …”   ...

“  En la universidad de Derecho, Marx en un principio hace ostentación de su religión cristiana yestudia las bases de las leyes canónicas y religiosas, con lo que con euforia es cribe una carta a su padre,el 10 de noviembre de 1837: ‘ Yo me baso en las ciencias exactas …’  

 Más tarde se define no sólo como antijudío sino antirreligioso, especialmente contra el catolicismo en particular. En muchos de sus escritos calificará a la religión cristiana como religión judía; él ataca a lareligión y la califica como ‘ opium ’ de las masas, pero a la vez roba su doctrina diciendo que ‘ si se produce para obtener ganancias es un pecado muy grande  – haciendo de esta afirmación la base de sunueva religión marxista, ateísta o comunista …”  26. De sus lecturas de Hegel, Marx aprendióla dialéctica de la tesis, antítesis y síntesis. Sin embargo, se define por la idea del

materialismo dialéctico. Por un lado había quedado muy pobre y por otro, por ser un hombre muy ocupado yapresurado, Marx no aguantaba sentarse en la peluquería para que le cortaran elcabello y la barba. Como más tarde fue famoso por su rebeldía, se puso de moda quepara ser rebelde y obsesionado por algo, para ser izquierdista y parecerse a Marx, debíadejarse crecer la barba. Marx tenía muy claro que la riqueza de los capitalistas se debía a la explotación de losproletarios, o sea la plusvalía que obtenían por el trabajo mal pagado. 

(La verdad es que hoy yo no soy para nada marxista, pero estoy en gran parte de acuerdo

con ese pensamiento.) Escribió un voluminoso tratado en alemán, “ Das Kapita l”  que fue para él una obramagna  – aunque para mí, muy extensa y un poco aburrida. Marx y Engels, unimportante intelectual del mismo origen, en el famoso “  Manifiesto Comunista ”  

25 Nicolov, Nicola M.: op. cit., pág. 50.26 Op. cit., págs. 51-52

 vaticinan: “ Una sombra se avecina sobre Europa y hace temblar a la burguesía. Proclamando así la

lucha de clases ” .Sin duda, el comunismo no es para pueblos atrasados. El comunismo era para

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pueblos con un nivel cultural mucho más alto, pueblos que aman el trabajo y ladedicación útil y provechosa. Pueblos que han nacido para trabajar como son losalemanes, incluyendo Austria y los países nórdicos de Dinamarca, Noruega, Suecia y

Finlandia.Pero los capitalistas que financiaron y después explotaron la revolución bol-chevique lo hicieron además con otra visión, la dominación del mundo con lademocracia. Les sirvió de buena experiencia al ver cómo se maneja, desde arriba, a lasmasas populares, y como se aprovecharon del sistema al máximo, como lo verán másadelante. Porque eso les puede servir, en el futuro, cuando tengan en sus manos elpoder total mundial, el económico-financiero y, con eso, el poder político; y eso yano es novedad para nadie.

STALIN, EL ASTUTO Y DESPIADADO DICTADOR NUNCA DECÍA “LOS JUDÍOS”,

SINO “ELLOS” O “LOS EXTRANJEROS” 

 José Visarionovich Zhugashvili – apodado Stalin –  nació en Gori, Georgia, el22 de diciembre de 1879 al sud de la cadena caucásica, por lo tanto era un asiá-  tico. Stalin, sin ninguna duda, fue el dictador y político más vivo, astuto, preve- nido y calculador que ha existido en la historia humana. Sus crueldades fueron fríamente meditadas y ejecutadas; nadie en la historia humana ha podido supe- 

rarlo. No se escribe, no se difunde mucho. Sencillamente porque él fue aliado de “los aliados”. Y porque gracias a él “los aliados” pudieron descargar injustamente su odio al sufrido pueblo alemán, tanto en la guerra y aún mucho peor después de terminar la misma. Stalin empezó sus estudios en la Escuela Tecnológica y  luego (desde 1894-99) en el Seminario Cristiano Ortodoxo en Tbilisi, capital de Georgia. Siendo muy propenso a las discusiones a los 19 años fue reclutado por los marxistas de esa ciudad, como colaborador en la publicación de su diario. El 24 de noviembre de 1901 fue elegido miembro del Comité de la Social Democra- cia. Por las actividades subversivas Stalin fue deportado varias veces a Siberia, de donde se evade con facilidad. Conoció a Lenin en la conferencia del Partido Comunista en Finlandia en 1905. 

En febrero de 1912 fue elegido en el Comité Central dirigido por Lenin y  pronto preparó, con otros, el lanzamiento del famoso diario soviético Pravda (  Verdad), pero por quinta vez fue arrestado y deportado a Siberia. Por el duro carácter que tuvo Stalin, Lenin, que sabía bien el alemán, le puso de apodoSthal(acero) que al final se modificó a estilo ruso por Stalin. Después de la revoluciónde febrero de 1917 y al abdicar el zar ruso, nació el gobierno provisional socialdemócrata con Lvov, Miliukov y Kerenski. Al volver del cautiverio a Petrogrado seincorporó de nuevo a la redacción del Pravda. En mayo del mismo año, Stalin formóparte del prohibido Comité Central Revolucionario.

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El 7 de noviembre de 1917 estalla la revolución bolchevique al abrirse ca- minopor la noche aguas arriba, en el río Neva, el acorazado ruso Aurora y el bombardeoal Palacio de Gobierno, en San Petersburgo, con lo que masacran al gobierno

socialdemócrata y someten toda la enorme Rusia a un pandemónium de destruccióny muerte que duró varios años.El 7 de mayo de 1920 Rusia soviética firmó un tratado de amistad con Georgia.

Sin embargo, el 11 de febrero del año siguiente, por orden de Stalin, el ejércitosoviético invadió su patria.

En marzo de 1922 empezó la enfermedad de Lenin y el XI Congreso del Partidose declara en oposición a su grupo y Stalin fue elegido secretario general, con Molotovy Kuibishev como asistentes.

El 8 de diciembre de 1923 Trotzky (Bronstein) fue acusado de traición por su

conexión con “elementos occidentales”. El 21 de enero de 1924 murió Lenin y dosdías después, en el IIº Congreso del Soviet, Stalin hizo el juramento de fidelidad. En1925 surgió la primera diferencia entre la fracción de Stalin y de Zinoviev (Apfelbaum)y Kamenev (Rosenfeld). Estos dos se unieron a Trotzky, hijo del rico judío DavidLeontievich Bronstein. Esa procedencia le ha servido para destacarse como un buenescritor, muy hábil orador y el principal organizador del ejército rojo. Su mas graveerror fue que primero era menchevique, minoría socialdemócrata que en lasreuniones se sentaba a la derecha, y luego se convirtió en bolchevique, mayoría que sesentaba a la izquierda. A quien Stalin consideraba su más encarnizado enemigo y

obstáculo en el poder, repitiendo las palabras de Lenin, quien había dicho: “ Trotzkyes un charlatán de quien no se puede estar seguro ni confiar en él ” . Pero también cuandoLenín se enojaba se refería a Stalin diciendo: “  El hombre que puede destruirlo todo con subrutalida d” . Sin embargo, tanto Trotzky como Stalin fueron sus más cercanoscolaboradores.

Quizás ésta fuera la primera actitud encubierta, contra los jerarcas judíos, delastuto y precavido Stalin. Como es sabido, la gran mayoría de los intelectuales de esaprocedencia tenían los apellidos cambiados para no llamar la atención al puebloruso. Ese proceso fue lento pero sostenido. En 1927 estos tres visibles opositores de

Stalin fueron expulsados del Partido Comunista y dos años más tarde, Trotzky fueexpulsado de la Unión Soviética.Después de esconderse en distintos países, atacando a Stalin, años más tarde esasesinado en México por orden del implacable dictador. El 1º de diciembre de 1934el miembro del politbüro Kirov es asesinado, quizás por los mismos opositores, poradmirar a Stalin y afirmar que era “  El hombre más grande de todos los tiempos, de todas lasépocas y de todos los hombres ” . En 1935 fueron procesadas 19 per- sonalidadesbolcheviques, casi todas de origen hebreo con nombres cambiados, acusadas deactividad contrarrevolucionaria y cómplices del asesinato de Kirov, por lo que son

encarcelados; entre ellos Zinoviev y Kaménev, que fueron nada menos queintegrantes del 1er. Triunvirato del poder soviético junto a Stalin.En 1936 Zinoviev, Kaménev y otros 14 bolcheviques acusados de conspiración

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trotskista fueron condenados a muerte y ejecutados. Ésa fue la más conocida de lasacusaciones y ejecuciones de las tantas que realizó Stalin para liberarse de jerarcas“extranjeros”  (como él decía) con nombres rusos, por desviación y trotskismo. En

todos esos años Stalin, por su rudo carácter, tuvo muchos enemigos dentro delpartido y el politbüro. Pero también siempre tuvo a sus espaldas muy fielescamaradas. Nunca se escuchó de un atentado directo contra su persona, como tantosatentados se cometieron, en tan poco tiempo, contra Hitler. Stalin estaba siemprefuertemente custodiado detrás de las altas murallas de la fortaleza del Kremlin por“ verdaderos rusos ” , como él decía, y alertándolos para que vigilen a “ ellos ” , losextranjeros. Salía de allí sólo en raras ocasiones, muy de imprevisto, por cualquierade los múltiples puertas del Kre- mlin, con una gran escolta.

El proceso de la más ínfima “desviación”  siguió hasta el año 1938, cuando fue

eliminada toda forma de oposición. Mientras tanto, la industrialización pesada deRusia estaba en pleno desarrollo. En 1939 Stalin reemplazó a Litvinov al que no letenía mucha confianza a causa de su origen, y nombró en su lugar, para másseguridad, a su más fiel amigo ruso, Molotov, como ministro de RelacionesExteriores de la Unión Soviética, y con él se firmó un pacto de no agresión con Alemania bajo los nazis. El 1º de setiembre de ese año comenzó la invasión a Polonia ysu posterior repartición con Rusia. El 29 de noviembre de 1939 estalló la guerra entreRusia y Finlandia, donde a los rusos les sucedió algo parecido como en Afganistán,años después. En Finlandia perdieron por el intrincado territorio de los innumerables

lagos, y en Afganistán, por las grandes montañas y el invalorable apoyo logístico,económico y de armamentos brindado por los E.E.U.U. a los tan nombradostalibanes, que años después debieron ir a combatir.

El 22 de junio de 1941, mientras las tropas alemanas invadían Rusia, Stalinforma el Comité de Defensa Nacional bajo su presidencia, con lo que se nombrócomandante de las fuerzas armadas de la U.R.S.S. y comisario de Defensa. En1942 Stalin firmó el tratado de alianza con Inglaterra y más tarde con EE.UU. Yafracasada la ofensiva nazi ordenó el contraataque. Ese año, el 19 de noviembre, losejércitos alemanes, compuestos por 600.000 soldados bajo la orden del famoso

general Von Paulus, habían atacado Stalingrado, sobre el legendario río Volga, yocupado la orilla occidental. Stalin, temeroso de perder el dominio de la ciudad quelleva su nombre, con toda prisa transportó los 900.000 soldados soviéticos que teníaen el lejano oriente, en Vladivostok, que estaban como reserva por temor a un ataquejaponés. Sin embargo, con una enorme concentración de fuerzas militares, tanque yartilleria pesada, desde la costa oriental del Volga, bien pertrechados con artillería degrueso calibre, los rusos atacaban sin cesar a las tropas alemanas.

Dado que Hitler desparramó sus fuerzas por toda Europa, el ejército del Gral. VonPaulus carecía de abastecimiento. De nuevo se desató un crudo invierno y cientos de

miles murieron de frío y de hambre. A pesar del pedido de Von Paulus de retroceder, el Führer, como siempre, se

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opuso tenazmente a ello, nombrándolo mariscal de campo, título que él no quiso usar. Al fin, después de tantos sufrimientos y muertes, el 30 de enero de 1943 Von Paulus se rindió, llevando al cautiverio a los restantes 110.000 sobrevivientes y

maltrechos soldados.En noviembre de 1943 se realizó la conferencia entre Stalin, Roosevelt yChurchill en Teherán, donde echaron las bases del nuevo orden internacional.Mientras, en febrero de 1945, ante el fin de la guerra, Stalin convoca a la Confe-rencia de Yalta, en Crimen sobre el Mar Negro, donde los líderes occidentales leentregan en forma oficial como “regalo”, como ya mencioné, los seis países deEuropa Central, desde el Mar Negro hasta el Báltico. O sea: Bulgaria, RumaniaHungría Slovaquia, Chequia, Polonia y Alemania Oriental, incluso los tres paísesbálticos. Con eso Stalin se erigió como el gran triunfador. Por todo el éxito

obtenido en la guerra fue nombrado “Generalísimo Stalin”.Derrotada Alemania, y al ocupar todos los países centroeuropeos, comenzó elterror para instalar el duro régimen soviético: todo en manos del Estado. Después deobtener todos los honores y provisorias aspiraciones territoriales, Stalin emprendióuna dura política de penetración ideológica en todas las posiciones de Occidente. Alfinal ese excepcional político, estratega, ideólogo, extremo y cruel dictador de todoslos tiempos, murió el día 2 de marzo de 1953 de un ataque al corazón a los 74 años.Fue uno de los más grandes dictadores que se mantuvo por más de treinta años enel poder y murió por causas naturales.

Considero que por los enormes dominios rusos obtenidos en tiempos de Stalin, tarde otemprano será reivindicado como el héroe más grande de su historia, por cuanto losrusos son un pueblo muy imperialista. Siendo nacido y criado en Georgia, con unidioma diferente, él nunca había aprendido a expresarse bien en ruso. Por eso susdiscursos fueron muy pausados pero concretos

Sería interesante mencionar que, en el Organismo de las Naciones Unidas(O.N.U.), las cinco potencias mundiales aliadas por conveniencia, EE.UU., Rusia,Inglaterra, Francia y China, tenían derecho de “ veto”, o sea, al oponerse su re-presentante a algunas de las resoluciones del organismo, ésta quedaba sin efecto. Así

disponían de la suerte del mundo. Qué “ dictadores democráticos ” , ¿verdad?Como el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Molotov, hacía exagerado

uso de este derecho, con el término ruso “NIET”, se ganó el apelativo “Mr. Niet”.

ALEMANIA Y SU CRUEL DESTINO

Cuando vi a Hitler pasar tan despacio frente a nosotros, era como si quisieradecirnos “ si quieren ver un moribundo andando, aquí estoy ” . Era totalmente al revés de loque sucedió con el legendario héroe español “El Cid”, quien aun muerto, puestoerguido sobre su caballo, parecía un guerrero invencible, inmortal.

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 Tanto el Führer como cualquiera en estos casos que representaba el máximopoder se convirtió antes del final en un prisionero de su propio poder y de sussoberbios seguidores.

Nadie de la cúpula gobernante ni de las fuerzas de elite “SS” quería ver su podery sus privilegios extinguidos, y menos verse en manos de los implacables enemigos. Todos preferían luchar hasta el último día de su vida. Tanto se había instalado enellos el “berretín” de la soberbia y el orgullo, que se habían olvidado de que había unpaís entero que sufría los implacables bombardeos de destrucción, fuego y muerte.

El poder enceguece al ser humano, lo hace insensible al dolor ajeno. Eso lo vemos hoy con los capitalistas, los banqueros y los magnates armamentistas queoprimen a los pueblos, empobreciéndolos cada día más.

Parece mentira que un Hitler que se mostró durante años como idealista y

luchador por la clase obrera y los pobres, que levantó del caos a una gran nación queal perder la Iº Guerra Mundial fue severamente castigada por los tratados de Versalles con una gran pobreza y miserable existencia, pero después de levantarlacomo la primera potencia económica y militar, la haya llevado a la total destrucción.Después que Rudolf Hess, el segundo en la jerarquía nazi, voló a Escocia en 1941en su excéntrica misión de paz, la cúpula partidaria nazi se recompuso. Hitler fuerodeado por Martin Bormann, el jefe de la policía secreta (la Gesta- po), HeinrichHimmler, el comandante de las tropas de elite “SS”, Albert Speer, que desde 1941fue ministro de producción de armamento, y Josef Göbbels  como ministro de

propaganda. Todos ellos se esmeraban por ser más cercanos y confidentes delFührer . El que la llevó mal fue el otrora preferido por Hitler, Herman Göring,ministro de las fuerzas aéreas, quien era la estrella de la guerra aérea contra Polonia,Francia e Inglaterra antes de empezar la invasión a Rusia. Con las enormes distanciasen tantos frentes de batalla, inclusive sobre la misma Alemania, la Luftwaffe (laaviación) llega prácticamente al colapso. Ya que los ataques aéreos aliados estabandirigidos más sobre la industria aeronáutica que sobre la restante producciónarmamentista, para poder así neutralizarla y evitar posibles ataques aéreos sobreInglaterra, o derribar sus aviones.

En la prolongada guerra se habían sucedido muchos fracasos para Hitler: lafrustrada ocupación de Moscú, la derrota del famoso mariscal Von Römmel en El Alamein, en Egipto, la amarga derrota de Stalingrado, la destrucción de lasinstalaciones para la bomba atómica, las derrotas en todos los frentes rusos más lainvasión, por los aliados, de Italia y la costa de La Mancha en Normandía habían sidoduros golpes, uno tras otro, al régimen nazi y en especial al antaño vanagloriadoFührer .

En los últimos tiempos de la guerra, mientras toda Alemania estaba hecha escombros y la muerte danzaba sobre su pueblo, Hitler estaba encerrado en el 

búnker del Reichstag. Qué hacía y qué esperaba ese trágico personaje, nadie sabe. Recién cuando ya los cañonazos soviéticos se escuchaban en la cancillería Hitler resolvió tomar sus últimas decisiones. El día 30 de abril de 1945 se casó con su 

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compañera, Eva Braun; nombró como su reemplazante al almirante Dönitz; se despidió de sus allegados y puso fin a su vida y la de su flamante esposa.  

No dejó ni un mensaje ni una palabra de disculpas al pueblo alemán, que su- 

frió tanto, que dio tantos muertos y que quedó a merced de la ocupación de los aliados, que habían demostrado su crueldad en los bombardeos. Las promesas de Hitler de un Reich por mil años, la destrucción del comunismo ateo y la creación de una Europa unida tuvieron el mismo fin que un plato de cristal que se cae al  suelo y se hace mil pedazos. No sé si por haberse suicidado Hitler se lo puede to- mar como un acto heroico, o una decisión egoísta. Pero de lo que sí estoy seguro es de que llevó a Alemania al desastre total y, ya desesperado, no le quedaba otra alternativa que quitarse la vida, y todo por haber atacado a Rusia. 

El nombrado sucesor, almirante Dönitz, se vio obligado una semana después 

a suscribir el 8 de mayo de 1945 la rendición incondicional más humillante que se conozca en la historia de la humanidad al entregar en manos de los implacables aliados la otrora gran nación, que quedó dividida. Saqueada de todo lo que que- daba en pie y en especial de sus mejores cerebros como Von Braun, y ocupada durante casi medio siglo por nada menos que los ejércitos de las cuatro potencias 

enemigas. ¿Habrá peor suerte que eso?

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Lo que el mundo no sabe y yo tampoco lo sabía, hasta el año pasado, 2006, fui apresentar mi libro en alemán. No podía creer que Alemania, hasta el día de hoy, notiene firmado con los vencedores de la IIª Guerra Mundial un Tratado de Paz,

adonde figure lo que debe perder y lo que debe pagar. Por eso, de esa manera,además de las indemnizaciones nunca definidas del famoso Holocausto de cientos demiles de millones de dólares de un mayor valor ya pagados, se le agregaron: oronazi, pago de trabajos esclavos, pago de joyas y cuadros supuestamente robados(¿por quién y cuándo?), etc., etc.

Desgraciadamente, todas las aberraciones cometidas por Hitler y su piaratuvieron que ser injustamente pagadas por el sometido pueblo alemán, primero porel duro régimen nazi y después por los crueles vencedores. Nunca me cansaré derepetir que el pueblo alemán no era nazi, ni antisemita. En tres años viviendo con

ellos, nunca escuché a alguien que alabara a Hitler ni decir una palabra contra losjudíos. Aunque hoy prácticamente no tengo amigos alemanes pero sí muchos judíos,me llamó mucho la atención y me dolió ler el diario “La Nación” del 27/08/2007, pag.9: “La comunidad judía da un paso para reconciliarse con Alemania”. Después demás de 60 años, “el presidente de la DAIA nunca había ido a Alemania ni planeabahacerlo. Hasta procuraba evitarlo como no pocos miembros de la comunidad judía,cuando el aeropuerto de conexión para ir a Israel era Frankfurt”. Qué fanatismo,¿no? ¡Pobres alemanes!

DESESPERADO, QUISE ABANDONAR BULGARIA

Como último recurso, en el otoño de 1945 mi pobre madre me entregó las pocasjoyas que tenía guardadas. “  Es todo lo que tengo, hijo, tómalas y márchate lejos de aquí .”   A los68 años y sin medicamentos su salud estaba quebrantada. Me resultaba dolorosoalejarme de ella. No tenía otra alternativa: o partía o me quedaba atrapado parasiempre.

El nuevo gobierno había abierto una facultad de Ingeniería. Pero sus profeso- res

poseían poca experiencia y carecían hasta de programas de estudios. Además, con elestallido de los vagones al regresar por Yugoslavia, mis certificados de estudio habíandesaparecido. Encontré en Sofía a otros estudiantes de Alemania en la misma situaciónque la mía. En los primeros meses después de la guerra algunos habían logrado salir delpaís (mientras yo estaba haciendo el servicio militar), y antes de que los comunistascerraran las fronteras, pero en esos momentos era ya imposible. Después de habersoportado los tormentosos bombardeos, de ningún modo me resignaría y triplicaría losesfuerzos que fueran necesarios para escapar de aquella barbarie. Sabía que la peorderrota era la falta de acción.

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Concurrí a la Central de Policía para gestionar el pasaporte. Desde fuera deledificio entreví ametralladoras en ambos lados del amplio hall. No me permitieronni siquiera entrar. Busqué amigos, conocidos o parientes. Alguna salida debía haber.

 A fin de economizar pernoctaba aquí y allá, en casas de ocasionales amigos. Sufrí elrigor del crudo invierno de los años ’45 al ’46. Caí en cama, víctima de un cruelresfrío, con temperatura de 40°C y una tos similar a la de un tísico. Me acogió unamigo que vivía solo con su madre. Quedé afónico, sin habla. Una noche la señorame aconsejó que me envolviera el cuello con un diario mojado en agua fría, porencima un papel seco y, sobre los dos envoltorios, una toalla. Soporté el frío, mecubrí la cabeza con un grueso acolchado, dormí toda la noche como angelito. Aldespertar mi garganta estaba sana y mi voz como si nada hubiera sufrido. Mi fe en lasabiduría popular seguía afirmándose cada vez con mayor convencimiento. Recorrí

como antes los bares de la capital, en ellos circulaba mucha gente; sin embargo,nada útil pude recoger de ellos.

TEODORO, MI INOLVIDABLE PRIMO

Me anoticié de que mi primo querido Teodoro Zelev, de Kazanlak, la principalciudad del famoso Valle de las Rosas, se hallaba en Sofía. Me puse en el empeño deubicarlo; costó bastante, pero lo encontré. Si bien nos escribíamos, hacía tiempo queno nos veíamos. Sentía por él mucha estima. Igual que el resto de sus hermanos, eraun profesional que estaba afiliado al PC (Partido Comunista). Un marxista noobstante muy especial: era internacionalista y bastante pragmático. Coleccionabasellos postales y practicaba el esperanto. Regresaba mi primo de un congresomundial de esa lengua realizado en La Haya.

La compañía de Teodoro en Sofía me dio mucha esperanza: le pedí encarecidamenteque me ayudara a regresar a Munich. Había sufrido mucho como para resignarme alfracaso. Me dio tranquilidad. A los dos días fuimos a entrevistar a un amigo que sedesempeñaba en la Central de Policía. En cuanto se identificó y mencionó el nombreque quería entrevistar, nos hicieron pasar a la temible milicia del pueblo. Superamos lasametralladoras de los pasillos. Teodoro caminaba con naturalidad, como si lo hicieraen su propia casa. Yo en silencio, a su lado, lo hacía tan bien que parecía una sombramuda pegada a él. Llegamos al primer. piso frente a una puerta con la inscripción: ChefKonz-Laguer (   Jefe de campos de concentración). Se me erizó la piel. Pensé queestábamos entrando en la boca del mismo diablo. Teodoro golpeó la puerta y sinaguardar respuesta la abrió y se introdujo en el despacho.

Encontramos un hombre atento detrás de un amplio y lujoso escritorio. Habríaapostado que pertenecía a una familia adinerada. “  ¡Hola camarada Yelev, qué alegríaverte! ” . El jefe se interesó por su viaje a Europa Occidental. Teodoro abordó deinmediato mi problema, o sea, volver a Alemania para concluir mi carrera

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interrumpida. El hombre no se extrañó por la índole del pedido, solamente seinteresó por mi afiliación política. Tenía decidido decir la verdad, porque siempreme daba resultados positivos. Le conté que de joven había sido comunista, aunque

últimamente estaba vinculado con grupos nacionalistas monárquicos (términoindigesto para un marxista), pero que mi legajo estaba limpio. Nunca había sidofuncionario ni colaborador de nada ni de nadie, sino un humilde estudiante en Alemania, igual que miles de compatriotas.

Le expliqué que como se tornaba difícil proseguir los estudios allí preferíregresar a mi patria y esperar hasta terminar la guerra. “ Deseo obtener el título deingeniero y le aclaro que no quiero jurar que regresaré porque a lo mejor usted no me lo cree ” . “ Delo que estoy seguro  – agregué  –   es que en nuestra patria hay mucho por hacer y necesitará muchosingenieros.” El funcionario nos miró pensativo: “ Me gusta la franqueza de tu primo, hablo

todos los días con individuos que juran y rejuran que van a volver y me doy cuenta que mienten. ¿Tiene Ud. dos fotografías? ” preguntó. “  No” , respondí inundado de alegría. “ Bien, mañanalas lleva a la secretaria tal, de la planta baja ” . Nos despedimos muy agradecidos. Mientrasyo volaba de alegría, mi primo caminaba muy confiado, como un triunfador.

 Al día siguiente presenté las fotografías a una señora que sacó de su cajón unpasaporte, anotó en él mis datos personales, adhirió una foto, y estampó lossellos. Con sorpresa advertí que estaba firmado en blanco. Al entregármelocomentó: “Se ve que usted posee buena recomendación”. Pregunté cuánto debíaabonar. “Nada, absolutamente nada”, contestó. El estampillado y los trámites de un

pasaporte en cualquier lugar de la tierra cuestan dinero. No lo podía creer. No sabíaa quién expresar mi agradecimiento. Salí a la calle. Mis pies de nuevo no tocaban elsuelo, parecían volar. Me tocaba el cuerpo para cerciorarme de que no era un sueño. Tanta alegría en tan poco tiempo.

El pasaporte extendido bajo el número 58 de fecha 12 de enero de 1946 que aúnconservo rezaba: “En nombre de su Majestad el Rey Simeón II”. Cada vez más,tenía la indiscutible convicción de que yo era un Bogomil, protegido, un queridopor Dios. Horas después, al encontrar a Teodoro, éste levantó su pulgar en señal de victoria. “  No puedes ocultar tu alegría ” , dijo. Le exhibí el pasaporte, estampé un beso

sobre el mismo y lo guardé nuevamente. Acabé abrazado con él como si lo hicieracon un padre que no tenía. Teodoro, antes de marcharse a Kasanlak, observó que faltaba algo esencial:

los visados del Ministerio del Interior, del comando ruso, por cuanto Bulgaria seencontraba ocupada por sus ejércitos, y finalmente por la Embajada de los EstadosUnidos, pues Munich estaba en la zona bajo su jurisdicción. Me aconsejó que fuera a ver directamente al ministro del Interior, un profesor de Derecho que no era todavíatan comunista y se trataba de un hombre accesible del gobierno izquierdista todavíade coalición. Resultó cierto, pero costó llegar a su despacho. Debí alegar que lo

buscaba por razones personales  – ya que seguramente sus secretarias marxistashabrían obstaculizado mi visado – .Mientras conversábamos olvidé que era sordo como una tapia. Me pidió que me

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acercara y hablara más alto. Me escuchó con especial deferencia y expliqué

detalladamente mi problema. Pedí, le supliqué que de él dependía que yo cum-pliera mi sueño de ser ingeniero y llegar a ser útil a mi patria. “ Veré qué hago, véngasemañana ” , respondió. Retorné según lo indicado y tras varias consultas, elsecretario pidió el pasaporte indicándome que volviera al cabo de dos días. Antes de

salir sospeché que fuera una trampa y se quedaran con el documento. “  ¿Obtendréla visa ?” , pregunté temeroso. El secretario levantó los hombros: “  Espero que sí ” . Laobtuve, por suerte, dos días después con lo que di las gracias y partí rumbo a laEmbajada de Rusia.

EL REPULSIVO “NIET” RUSO 

El recepcionista de la Embajada rusa me informó que las visas estaban defi-nitivamente suspendidas. Lo miré atónito, sin saber qué responder.

Me di cuenta de que los rusos, a quienes tanto admiro, carecen de alma ycorazón, nada ni nadie les importa, hay que obedecerlos o sucumbir. Sin otraalternativa debía insistir primero en la Embajada norteamericana (quizás con su visalos rusos aflorarían) donde, sin vueltas, también rechazaron mi pedido.

Hacía años que no entraba a rezar en una iglesia: ese día lo hice. Pedí a Dios valor,sabiduría y paciencia para enfrentar a los rusos. Me cansé de intentar hablar con elembajador; no había caso. Mi indignación con ellos era inmensa, nunca más losperdoné. Me venía a la mente iniciar una huelga de hambre frente a la Embajadasoviética y llamar así la atención de los corresponsales occidentales, pero Teodoro senegó. Aquello lo afectaría también a él. Aunque el solo pensar en el intenso frío quehacía afuera me hacía tiritar. Al final decidí escribir una carta al embajador ruso. Ami primo le pareció una buena idea. Ocupamos un día entero para redactarla,hicimos borradores tras borradores. Al final, la carta quedó bien fundamentada y

con la debida consideración. Hice alusión al buen corazón de los rusos que contantos sacrificios nos liberaron de la esclavitud turca, a quienes el pueblo búlgaroquería y admiraba, y que de ninguna forma deseaba recurrir a una huelga dehambre, sino que el Sr. embajador se enterara de lo justo de mi pedido.

Después de llevar la carta me acosté a dormir temprano. Soñé con un torrente queparecía aumentar. Daba la impresión de que me arrastraba. Sin embargo, al mirarhacia delante, el suelo estaba escarpado pero seco. Como siempre, basándome enmis sueños premonitorios tuve la impresión de que los rusos me deja- ríanabandonar el país, que se convirtió en un enorme campo de concentración, como

todos los países que cayeron bajo la bota soviética. Al obtener la visa rusa salí poco menos que corriendo a la calle, levanté la vista yexclamé: “  ¡Oh Dios, cuánto te agradezco! ”  Una vez más me sentí un Bogomil. Después de

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ese episodio jamás me dejé vencer por el contratiempo ni menos me resigné. Habíaconseguido algo que los demás compañeros no podían ni soñar. Mi autoestima mehacía pensar que “a Dios rogando y con la cabeza pensando se podían remover

montañas”. Con el pasaporte y las visas en mis manos mi alegría era inmensa, pero

olvidaba que me encontraba encerrado en el “paraíso soviético”, porque faltabantodavía innumerables escollos por superar.

Confiado me fui a la Embajada de Estados Unidos. Sin embargo su impe-rialismo era grande e insensible. “ Vaya a Viena”, me dijeron, y “allí obtendrá elpermiso para viajar a la zona americana de Alemania y a Munich”. Sin embargo, erauna gran mentira.

* * *

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CAPÍTULO VI

1946: LA CAPITANA POLÍTICA STEFANK A, MI ENAMORADA PROTECTORA

En aquel invierno frío no había transporte de pasajeros desde Bulgaria alOccidente. Tampoco quién los utilizara. Las fronteras estaban cerradas, los pueblossubyugados. Por suerte, unos días atrás había conocido a un hombre que mecomentó acerca de un tren fantasma con destino a Viena. Fui a buscar- lo. Sellamaba Jorge, un viejo servidor de la Embajada búlgara en Viena. Seis meses atráshabía regresado para aprovisionarse de “oro blanco”  (cigarrillos) y otrasnecesidades. Había obtenido los permisos para volver, pero no tenía con quéhacerlo. Los trenes para Occidente se hallaban interrumpidos, y por orden deStalin, las relaciones con Yugoslavia estaban sumamente resentidas. Tras la muertede nuestro líder Dimitrov comenzó la desconfianza del mariscal Tito hacia elgobierno búlgaro, ligado estrechamente a los soviéticos.

 Jorge me ratificó la salida del “tren especial”, pero para viajar debía pre- viamente pedir permiso a un viejo general búlgaro. Agregó que buscarlo en elcuartel resultaba imposible y sugería que lo intentara a la salida de su domicilio. Anoté el nombre y dirección. Debía actuar sin demora. Con mis pies en un gruesocolchón de nieve me instalé una madrugada muy temprano en la puerta de su casa.

Con veinte grados bajo cero, el vapor de mi respiración se congelaba en la bufanda,de tanto tiritar mis dientes traqueteaban. Imploré que no demorara, pues sentía queme helaba y me podía desplomar. Un auto se detuvo al frente y renació miesperanza. Rato después apareció el distinguido general. Lo abordé, exhibía elpasaporte autorizado; le rogué que me permitiera viajar en el tren que saldría a Viena.Lo perseguí hasta el automóvil y, seguramente compadecido de verme temblar defrío me indicó que entrevistara a una mujer con rango de capi- tana política. Leagradecí respetuosamente. Fui de inmediato al cuartel.

Cuando la dama escuchó mi drama, con un gesto amistoso respondió: “  No

 permitiremos que vaya caminando, vendrá con nosotros ”   y me señaló que estuviera pre-parado, porque la partida era inminente. Pregunté cuánto debía pagar. Sonrióaclarándome que no se trataba de un tren de pasajeros y por consiguiente seríagratis.

Me despedí muy agradecido. Mientras me alejaba di vuelta la cabeza y vi que lacapitana me miraba; seguro pensaba: qué recomendación de alto nivel poseía paraobtener un permiso de viajar al extranjero.

Debía vender las joyas que me había dado mi madre y adquirir cigarrillos, queescaseaban, alimentos y otros efectos personales. Los rusos se habían llevado

también nuestros excelentes cigarrillos y en su reemplazo trajeron un tabaco negrode pésima calidad que ahogaba a quienes lo fumaban. Jorge me presentó a un amigoisraelita de su confianza, don Abraham, que me trató con mucha con- sideración.

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 Adquirió las joyas y me consiguió cincuenta paquetes de cigarrillos de igual calidad alos que traficábamos en tiempos de la guerra, así como también varios otros víveresque necesitaba para el incierto viaje y que ya no se encontraban. Ahorré dinero

gracias a la gentileza de don Abraham. Además, Teodoro me regaló una abrigadafrazada. Con eso ya estaba listo para viajar. A la hora señalada para la partida del “convoy ”, estuvimos con Jorge en la es-

tación. El tren “famoso” se componía de una vieja locomotora de pequeño porte contres vagones de carga. Uno de ellos con carbón, en el segundo viajaban los soldados,el tercero reservado a “los pasajeros” y la plana mayor. Esto era Jorge, un subtenientey un teniente (todavía del anterior régimen), la capitana política y yo. Para decirlo conexactitud: la mujer era nuestro “comisario de a bordo”. Nos pusimos en marcha.Comenzaba la tarde del 10 de febrero de 1946. Esperábamos que la locomotora en

algún momento aceleraría la marcha pero jamás, en toda la travesía, pasó los treintakilómetros por hora. La nieve cubría los rieles y se tornaba riesgoso el viaje.Las únicas comodidades “espartanas” que ofrecía nuestro vagón eran tres camas

turcas y ningún otro mobiliario. Quizás los oficiales que compartían el viaje nuncahabrían imaginado que en tiempos de paz pudieran realizar un “ viaje internacional”en condiciones tan deplorables. No obstante, era una ocasión oportuna para saberen qué forma empezábamos a gozar del “nuevo orden”, del “paraíso soviético” No setrataba de una mejor vida o mayor riqueza, sino la cruda cara de la extrema pobrezadespués de la guerra y ya bajo el comunismo. Los confortables vagones de nuestros

ferrocarriles, seguramente prestaban servicios en la hermana Rusia. Jorge y yodormimos en el piso; la noche se tornó larga y fría en el vagón en movimiento. Meacosté vestido con el sobretodo encima, me calcé dos pares de medias y me envolvíen la colcha que llevaba. Todo era en vano.La energía que utilizaba al tiritar proporcionaba más calor en el cuerpo que toda laropa. Con la salida del sol los pasajeros del vagón se levantaron: los mi- litares porhábito, Jorge probablemente a causa de la vejez, todos menos yo, que tenía fama dedormilón. Alcancé a percibir que alguien me cubría la espalda. A pesar del traqueteode la marcha y la conversación de mis acompañantes continué durmiendo hasta que la

locomotora, al frenar de golpe en una estación, sacudió los vagones. Desperté.Estaba avergonzado. “ Buenos días, joven ingeniero” , era el saludo de la muchacha. “  ¿Hadescansado?”  “  Muy bien, sobre todo gracias a la colcha que me tiraron encima ” . “ Se lo hice para quese calentara ” , aclaró. La miré con la intención de expresar mucho más que un formalagradecimiento. Tuve la impresión de que su femenina perspicacia descifró mi mudomensaje. Le pregunté cómo se llamaba. Stefanka, dijo alegremente. Era una chicaguapa.

 Al llegar a Belgrado la capitana se alistó y descendió del tren junto a uno de losoficiales y se dirigió a la jefatura de la estación con el propósito de programar el

sucesivo viaje. Jorge padecía una tos persistente, por lo que Stefanka le cedió sucama y sugirió que nosotros dos durmiéramos en el suelo, espalda contra espalda,para generar calor entre ambos. Teníamos aproximadamente la misma edad, 28

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años. No usaba el uniforme militar tradicional, sino uno de color oliva con insigniade comandante de guerrilla. “  ¡Buena nena debía haber sido para merecer tal distinción! ”  dijodespacito mi viejo amigo. No dormí cómodo, más aún, simulaba hacerlo

profundamente para evitar tentaciones. La jefa movía el cuerpo constantemente sobremi espalda y yo rehuía cualquier temerario compromiso. Al despertarnos, el teniente preguntó con sorna cómo había sido nuestro

descanso. “ Bueno” , respondió ella sonriente, “ a pesar de que el ingeniero me tenía miedo porque cada dos por tres aflojaba la espalda ” .

Fuera del frío que padecíamos en aquel vagón de carga soportábamos además elproblema sanitario. Jorge, a causa de sus males, orinaba junto a la cama, en unaesquina del vagón. Que no se inquiete el lector, porque con el intenso frío todo secongela y sin originar mal olor. Los restantes aprovechábamos la oscuridad para

abrir discretamente la puerta corrediza. Stefanka, en cambio, esperaba que el tren sedetuviera en las estaciones del trayecto. Cada vez que el tren paraba en algunaestación nos apurábamos a buscar el “ toilette ” .

EN BUDAPEST, DESTRUIDA Y OCUPADA POR LOS RUSOS

 Al cuarto día nos detuvimos en una estación próxima a Budapest: Shorokshar.Dicho nombre no se me borró jamás. Por cuestiones diplomáticas paramos allí varios

días. La jefa, en compañía de los oficiales, fue a informarse dónde estacionaríamos.Cumplido el trámite, los cuatro fuimos a la capital. El boleto del tranvía nos costó200.000 “  pengües ” . Observamos los billetes remarcados varias veces, lo que indicaba lagalopante desvalorización de la moneda.Con Stefanka fuimos a la Embajada de Bulgaria. El edificio deteriorado atestiguabalos bombardeos soportados por Budapest. En realidad, aquella zona correspondía aBuda, la parte oeste del Danubio más elevada que Pesta en la zona oriental. Ocurríaque en Buda se habían atrincherado las fuerzas alemanas mucho tiempo,bombardeadas ferozmente por los rusos, lo que explicaba las escasas construcciones

en pie. Fui presentado al embajador en calidad de “secretario privado”. Dialogamosen su despacho. En cierto momento expresó que para visitantes como nosotros teníareservado slivovitza , aguardiente de dulces ciruelas blancas búlgaras. Brindamos por eléxito de la revolución y de puro intruso agregué: “ Y por nosotros también”. Miprotectora explicó que el objeto del viaje era localizar a nuestros soldados, prisionerosde guerra caídos en manos de los alemanes, ahora en poder de los aliados. Antes dedespedirnos, el embajador nos invitó a almorzar el domingo siguiente.

Esa noche, pretextando que había tomado demasiado frío, me acosté sobre unapunta de la colcha y me envolví en ella. “ Pareces una momia ” , dijo la capitana. Respondí:

“  ¿No es mejor que soportar el frío? ”   Por cierto, envuelto de ese modo era inviolable ycoherente con el proverbio que enseña: “  Es mejor caer en brazos de una mujer, que en susmanos ” , y yo, por las dudas, me cuidaba de ambas sorpresas. Fuimos ese sábado a

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explican situaciones todavía peores.Su puesto en la Embajada en Viena durante la guerra y aun después le posibilitó

conseguir cigarrillos, café, chocolate, fiambres, etc., y era más que suficiente y

explicable para elegir la belleza que se le antojara. Entre tanto saqué dos paquetes decigarrillos, los entregué al changador y se marchó más que contento. La mujer de Jorge vivía con su madre en una casa acogedora. Me acompañó hasta el dormitorio,interesándose por las penurias del viaje.

 Advertí que le agradaba ser codiciada y también conquistar lo que deseaba. Susinsinuaciones de evidente coquetería las desplegó mientras almorzábamos. En lamesa se sentó frente a mí. Había calefacción y vestía con ropa liviana. Al servir seinclinaba exageradamente sobre la mesa, lo que obligaba inevitablemente a lanzarmiradas sobre sus exuberantes senos. Por fortuna pronto concluyó el almuerzo.Me apresuré a agradecer la comida y salí en busca de un antiguo condiscípulo, DimoGürov: con él habíamos compartido estudios en Bratislava y Munich. Era mayor queyo en edad, no así en estudios, pues le llevaba alguna diferencia. Al ocupar los rusosnuestro país, había sido enviado como muchos otros a combatir contra los alemanes,y al concluir la guerra le fue fácil obtener las visas para trasladarse al extranjero.Conocía su dirección. El encontrarnos fue una sorpresa. Yo, porque lo creía ya enMunich y él porque me creía en Bulgaria.

La situación era complicada, según me adelantó, porque tanto Viena como toda Austria estaban divididas en cuatro zonas; similar a Berlín y Alemania. Los rusos,dominaban una considerable porción. Por si fuera poco, los norteamericanos nopermitían que los búlgaros fueran a su zona de Alemania en razón de que nosconsideraban afines a los rusos y por consiguiente presuntos espías, y eso que enSofía me aseguraron que aquí conseguiría sin problemas la visa que necesitaba parallegar a Munich, lo que significaba que su palabra no valía nada. Dimo se habíainscripto en la Politécnica de Viena para continuar sus estudios y no perder tiempo.En ese caso, ¿qué podía hacer si únicamente me restaba rendir las últimas materias?

En Viena los exámenes eran parciales y se rendía por separado en distintasfechas. En Munich, contrariamente, las pruebas semestrales se tomaban todas al

mismo tiempo. Pero como los programas de estudios eran similares me resultaba más ventajoso rendir todo lo que más pudiera en Viena. Le participé a Dimo lo que mesucedía en casa de Jorge y que no deseaba quedarme allí, sino salir de inmediato.

 A pesar de que Viena no sufrió muchos bombardeos, pero como muchísimosextranjeros del Este no deseaban regresar a sus países, se tornaba difícil encontrarhabitaciones. Regresé a la hora de cenar. El problema suscitado con la mujer lollevaba en la cabeza. Jorge se había comportado como un verdadero padre y yo porninguna causa lo lastimaría. En la mesa se repitió el jueguito seductor. Cuando Jorgecontó los sucesos acontecidos con la joven capitana, ella exclamó: “  ¿Así que dormían

 juntos ?” . Yo dirigí la conversación a su madre, pero me traicionaba el inconsciente ycorrespondía a su insistente mirada. Era una situación embarazosa. La veía tan joveny linda que me daba vuelta la cabeza. Me apresuré a retirarme en busca del

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los dedos sobre la boca indicando silencio. Me explicó que el sujeto había traído auna jovencita. “  ¿Ud. no escucha esos gritos de desesperación de la muchacha? ” , le dije. “  Elcapitán es un buen inquilino y no deseo perderlo” , contestó la viejita. Mis nervios estaban de

punta.Sucedía que en Viena, como en toda Austria y Alemania, el hambre y lasnecesidades eran enormes. Mientras tanto reinaba la opulencia en el casino de losoficiales norteamericanos, provisto de buena comida, bebida, café, chocolate,cigarrillos, etc., que eran tan codiciados, por lo que las muchachas merodeaban denoche en procura de encontrar quien las invitara. Poco a poco apaciguaron losgritos, no así los sollozos. Dormir no podía, estudiar tampoco, y menos salir a la calleen medio del frío intenso de la madrugada, así que comencé a caminar por lahabitación como animal enjaulado. Me acerqué otra vez a la cocina para preguntar a

la viejita si aquellos escándalos se repetían con frecuencia, pues sería imposible entales condiciones dormir y estudiar. “  El capitán viene a menudo con muchachas y nunca sesabe cuándo lo hace con una novicia .”  “ Caramba, si las novicias gritan de esa forma será paraenloquecer .”   Hasta que el sueño me invadió, se escuchaban los sollozos de aquellapequeña víctima de la necesidad. Participé a Dimo la experiencia vivida. Me dijoque no era para alarmarse demasiado, existían tragedias aún peores. “  A su llegada losrusos arrasaron con todo, no quedó mujer sin ser violada y ultrajada, desde las criaturas hasta lasviejas. Los norteamericanos hacen lo suyo ahora, de otra forma: con su opulencia .”  

No era fácil encontrar otra habitación en pleno invierno. Debía resignarme.

Cuando percibía bullicio de faldas o gritos de desesperación en la pieza del yanqui,tosía con fuerza. Al abusivo seductor no le importaba un rábano. Me asaltó lacuriosidad y me puse en el trabajo de conocer personalmente al autor. La señora meexplicó que se trataba de un oficial de cuarenta años aproximadamente que llegabatarde en la noche y salía de madrugada. Caí entonces en la cuenta de por qué unoficial del ejército de los EE.UU. se conformaba con aquella mísera habitación. Lahacía funcionar como “bulín”  para satisfacer sus deplorables instintos. Terminéresignándome a escuchar cualquier escándalo. Era cierto que el hombre es como elperro: por un trozo de comida soporta los golpes del amo.

Habían transcurrido dos semanas desde mi llegada a Viena. Una tarde, mientrasaguardaba el tranvía en el Ring-Boulevard, que rodea el centro de la capital dondeestuvo erigida la muralla circular que le servía de defensiva, escuché: “¡Vatiu!”.Era la capitana, de quien me había olvidado a causa de mis problemas. Gritó desde laacera opuesta y ya se aprestaba a cruzar la avenida en dirección a mí. Me asusté. Untranvía que arrancaba me sirvió de salvavidas. La despedí con la mano pero alcancé aescuchar: “Me defraudaste”. Ojalá hubiera sido aquella la mayor defraudación quecometí en mi vida, pensé yo.

 Ya me había enterado de que aquel miserable tren no era para transportar,después de tanto tiempo, prisioneros de guerra búlgaros, sino a los compatriotas quese habían escapado de Bulgaria y eran secuestrados con la ayuda de los rusos. Con ella

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todavía en Viena y sabiendo que yo no había viajado a Munich, surgía otra seriapreocupación. A part ir de allí me encerré en la habitación y extremé los cuidados. Alerté a la

señora de que por ningún motivo permitiera el paso de desconocidos, así insistierancon pretextos. 

EL TRÁGICO RELATO DE AGOP DEL SALVAJISMO SOVIÉTICO

Una tarde divisé en la calle un perfil que me miraba con insistencia. Sentí terror.Supuse que alguien me seguía por orden de la “uniformada”. Por suerte, al mirarlobien lo reconocí. No era otro que mi apreciado amigo Agop, de Karnobat. Hacíamucho que no veía al armenio.

 Agop estudiaba ingeniería industrial en Viena y no había regresado a Bulgaria,quizás por haber tenido más información de sus connacionales dispersos por todaEuropa y prever lo que iba a suceder allí. Cabe notar que los armenios eran y aúnson una colectividad muy adinerada y de un alto nivel cultural. Los armenios soncristianos ortodoxos igual que los rusos, ucranianos, bielorrusos, búlgaros, serbios ymacedonios.

Los armenos eran un pueblo tan importante que una cuarta parte de la ciudadsagrada de Jerusalem entre las viejas murallas les pertenece. O sea, musulmana,judía, católica, y el “armenian quarter”. Fue una gran alegría reconocernos. Nos

sentamos a recordar viejos tiempos en un banco frente al Ring. Evidenciaba un grannerviosismo.

 Agop me relató sobresaltado que una hora antes, mientras hablaba algo con unsoldado ruso, percibió que éste no le sacaba la vista a su anillo de oro. Cuando quisodespedirse, el ocasional interlocutor le ordenó: “ davay colzi ”  (entrégame el anillo). “  Al principio no le di importancia. Sin embargo empecé a temblar cuando con gesto duro me repitió la frase y comenzó a desenfundar la bayoneta. Con dificultad saqué el anillo para entregárselo, ya quesabía de muchos casos en que habían cortado los dedos de la gente para robarle .”   Junto a eseepisodio relató, además, las iniquidades que cometieron en Viena los soviéticos a suinvasión. “  Al lado de mi domicilio, en un edificio de varios pisos, los brutales y desalmados soldadosrusos subían buscando mujeres para violarlas. Se escuchaban desesperados llantos de sus víctimas, asícomo también disparos acribillando a los hombres que veían por las escaleras. Sin la más mínimacontemplación pasaban por encima de sus cuerpos. Era aterrador ver a un soldado ruso con unametralleta que se podía ver de lejos por el tambor que cargaba los proyectiles .”  Según mi amigo Agop, que sin duda había igualmente conocido bien a los nazis, medijo: “  Mira Vatiu, yo a los nazis no los quiero, porque fueron tan fanáticos, altaneros y orgullososde sí y porque estúpidamente fueron antisemitas, pero debo reconocer que fueron unos niños de pecho en comparación con todos estos vandálicos soldados rusos ” . Me confirmó que al invadir losrusos Alemania y Austria empezaron el pillaje Stalin decretó 15 días de “  plündert freit ” ,o sea derecho a saqueo y abuso (que yo escuché secretamente en Bulgaria). Después

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me confirmaron que hubo una masiva y desenfrenada violación de mujeres desde lamás temprana edad, durante día y noche, ya que no tenían más con quien luchar, sinosólo emborracharse y violar.

Para ellos todo era un botín de guerra, que se prolongó por largo tiempo. En losprimeros tiempos, me dijo Agop: “ Los rusos se llevaron todo lo que se les antojaba. Arrancaban hasta los teléfonos y los inodoros de los baños ” . Como ya mencioné, mientras lossoldados alemanes, hasta los mismos nazis “SS”, donde llegaron se mostraron como verdaderos caballeros. Yo nunca escuché de las emisoras de radio aliadas que algúnsoldado alemán hubiera violado a una mujer. Porque eso para el alma alemana esindigno, pero para los aliados todo es un botín de guerra.

Le comenté a Agop del tremendo Holocausto que los aliados desataron sobre toda Alemania, del que yo sobreviví. Le pregunté qué opinaba sobre el Holocausto

cometido sobre los judíos ya que, a los seis meses de haber terminado la guerra,en los diarios soviéticos (búlgaros y rusos) propalaban que los nazis habíanasesinado 2.000.000 de judíos, que me parecía monstruoso. “ Cuál fue la cantidad de judíos en los países ocupados por el nazismo, después que muchos emigraron o se dispersaron frentea su avance y expansión, cuántos muertos en la guerra, así como también cuántos lograronsobrevivir en la desastrosa situación en los campos de reclusión  – dijo el bien informadoarmenio –  quizás nunca se sabrá, pero lo cierto, como vos habrás escuchado desde  1943, es que Hitler gritaba desesperadamente que necesitaba más producción, porque escaseaba detodo por los desvastadores bombardeos aliados. No sólo destruyeron toda Alemania, sino que

mataron a muchos millones de alemanes y él necesitaba más mano de obra porque las tropas estabandesabastecidas. Pero lo malo fue que en los últimos tiempos de la guerra, los campos prácticamente fueron abandonados a su suerte .”  

Me contó también indignado que las atrocidades de los soldados soviéticos enlos países en guerra que ellos ocuparon, como Rumania, Hungría, Austria y Alemania, no tenían parangón en la historia de Europa después de los hunos, los vándalos y los tártaros de Genghis Kahn. Era realmente una vergüenza para ladoctrina marxista, de la cual yo también estuve tan convencido, por creer que era lamás humana entre todas las que han existido.

 Al escuchar todas estas barbaridades, me despedí de Agop muy consternado. Fui abuscar alguna habitación que se hallara fuera del sector ruso. Me di cuenta de queestaba en juego mi vida. Luego de trajinar el día entero, únicamente encontré unapensión en el centro de la vieja ciudad, a poca distancia del “Stefans Dom”, lahistórica iglesia gótica del Imperio Austro-Húngaro.La pensión era un edificio de madera de cuatro pisos, se encontraba en Jäguerstrasse 5.Había servido antiguamente como colegio de señoritas y por entonces se hallabaclausurado antes de llegar los rojos. Me atendió una mujer mayor de aparienciasevera. La ex directora dijo que no admitían pensionistas ni alquilaban habitaciones, e

ignoraba el destino que daría al edificio. Expliqué mi necesidad de alquilar un cuartopor poco tiempo y que pagaría con cigarrillos búlgaros. Dio un salto en el sillón.“ Trato hecho” , dijo sin vacilar. Me instalaron en una habitación confortable en el tercer

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piso, era el único inquilino. Estudiaba intensamente, sin salir a la calle. Dimoconstituía mi única visita.

Los alimentos traídos desde Bulgaria los había consumido y la posibilidad de

conseguir comida en los restaurantes vieneses era escasa, por lo que el hambre meapretaba.

LA INOLVIDABLE JOSEFINE, UNA DELICADA BELLEZA

Concurría a la Politécnica sólo cuando precisaba textos, o caso contrario, pararendir. Una tarde sorprendí en un banco del jardín a una muchacha rubia vestida deblanco y sombrero de aspecto delicado, cosa rara por aquellos tiempos. Leía un

libro. La contemplé desde lejos, parecía una princesa. No me iría sin observarladesde más cerca. La cuestión residía en saber qué decirle a una muchacha tan bellasin recibir a cambio un gesto de desaire o bien que directamente me mandara apasear. Tal vez un piropo de admiración por su elegante vestido o zonceras por elestilo. Seguramente, una chica así podía darse el lujo de elegir el hombre que quisieray quizás en una de esas estaba aguardándolo. Me arriesgué. Al fin de cuentas... noresultaría tan grave la cosa. Me aproximé, “permiso”, dije, y me senté a su lado.

No dejé transcurrir demasiado tiempo y con no poca indiscreción pregunté siesperaba a alguien. “  Nein ” , contestó con un tono de voz que era la esencia de la

misma dulzura. Ya mi coraje no tenía límites, pues al punto me interesé por eltítulo que tenía entre sus manos. “¿Es interesante?” Cerró el volumen y me dirigióuna mirada, sus ojos eran excepcionalmente bellos. Preguntó sobre mi nacionalidady, según había sucedido otras veces, el acento de mi alemán le so- naba gracioso. Leresumí mi vida; asimismo, la intención de proseguir a Munich para graduarme yfinalmente emigrar a otro continente, lo más lejos, quizás a la fabulosa Argentina.En Europa no veía futuro, sino miseria y sufrimiento. Me seguía con atención y estome infundía mayor seguridad. “  Me llamo Vatiu, ¿ y tú ?” “  Josefine ” , contestó sonriente. Miemoción, para qué contar. Su elegancia y atracti- vo sobrepasaban cualquier

ponderación. Ninguna beldad de las tantas que había conocido hasta entonces secomparaba a ella. Si bien Ursula era bella, Josefine era muy bonita, bellísima. Estabaanocheciendo; no quiso que la acompañe. Le di mi nombre y dirección, y nosdespedimos con un juramento de estar unidos para siempre.El día de la cita, una tarde brumosa y con llovizna, Josefine no apareció. Esperénerviosamente su llegada en vano. Regresé decepcionado y con el corazón hechotrizas, a tal punto había crecido mi ilusión. Su recuerdo, día tras día, seintensificaba. Podía asegurar: primero que era hermosa, segundo que conocía sunombre y finalmente, que me encontraba trastornado por ella. Al menos, de

haberle sucedido un contratiempo, podría haberme dejado un mensaje en lapensión. Pero ocurrió que Josefine fue a buscarme y al no encontrarme, dejó unmensaje con hora y día en que regresaría. A la directora no le agradaban las visitas.

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Frau Carmen, la camarera, al cabo de varios días, me confirmó que la muchacha vino dos veces y en la segunda, la directora le contestó que yo no vivía más allí. Deesta manera perdí la posibilidad de tener a mi lado el ideal supremo de cualquier

hombre. Una pérdida que lamenté por muchos años. El tiempo, pese a todo, enseñaque algunos reveses que nos suceden, al fin pueden resultar beneficiosos. Laspenurias que soporté pasado el tiempo y las extremas necesi- dades que sorteé, conuna mujer tan delicada a mi lado, hubieran transformado nuestras existencias en unatragedia.

LA PICARESCA SALIDA DE VIENA

Regresar a Munich fue como el cuento de nunca acabar. Para hacerlo des- de Viena, indefectiblemente necesitaba otra vez una visa rusa, además de unaamericana. En la comandancia soviética escuché otra vez el antipático niet. Nodejaban que ni un alma bajo sus extensos dominios se les escapara, porque queríanaprovechar su trabajo y sudor. Los yanquis respondían otra vez: “ Primero la visa rusa yluego veremos ” .

Recordaba al gran escritor ruso hebreo Amiel, al que admiré por siempre, quienen su diario íntimo del 1º de julio de 1856 escribió: “  ¡Qué amos terribles serían los rusos si

alguna vez extendieran la noche de su dominación sobre los países del Mediodía! Todo cuanto ellos podrían traernos habría de ser el despotismo polar, una tiranía tal como el mundo no ha conocidotodavía, muda como las tinieblas, cortante como el hielo, insensible como el bronce, con exterioresamables y la claridad fría de la nieve, pero la esclavitud sin compensación y sin alivio... Si ellos pueden convertir su dureza en firmeza, su astucia en gracia, su moscovitismo en humanidad, cesaránde inspirar aversión o temor y se harán amar, pues salvo su natural hereditario, los rusos tienenmuchas cualidades de fuerte atracción ”   27.Mientras iba y venía recogía algunas informaciones entre los estudiantes, quienessugirieron que para llegar a Munich debía cruzar el Tirol (los Alpes austríacos),

zona ocupada por los franceses que controlaban el paso a Baviera y Munich, esdecir, al territorio alemán bajo el dominio yanqui. Por casualidad conocí a unosestudiantes austriacos que iban de vacaciones al Tirol y solicité que me llevaran. Medijeron que el control ruso a la salida de su zona para el resto de Austria no era muyriguroso y quizás, con alguna suerte, se podía llegar a la parte francesa. Casocontrario, nos enviarían a Viena. Fui a avisarle a Dimo, quien de inmediato decidióacompañarme. Era el mes de julio de 1946. “ Vamos con rumbo desconocido”,comenté. Adquirimos los boletos para estar a la hora de partida.

Los muchachos viajaban acompañados de chicas, que al enterarse de nuestro

propósito vinieron a sentarse con nosotros. En el control ruso desplegaron suscoqueterías, sonreían a pleno, alzaban sus piernas y lograron un clima festivo. Unsoldado ruso pidió los documentos para entregarlos al sargento que lo acompañaba y

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éste, cuando observó el barullo y las piernas de las chicas, acortó la inspecciónaduciendo que se trataba de estudiantes austriacos. Nos abrazamos y obsequié a misocasionales amigos con lo único que podía: un cigarrillo a cada uno. Al fin

estábamos en la zona francesa, en el Occidente. Nos alojamos en el Hotel AlpenGluen , en plena montaña del Tirol. Debimos caminar un trecho para llegar. Noshallábamos lejos del mundo. Los chicos se divertían, algunos acompañados de susnovias. Paseábamos de día y bailábamos de noche. Con Dimo divertíamos a lasmuchachas sin acompañantes. Pese a la alegre vida, nuestra preocupación principalestaba cifrada en el puesto fronterizo. A los pocos días fuimos a ver cómo serealizaban los controles. Un teniente a cargo del puesto francés, al enterarse denuestro proyecto de cruzar por allí en dirección a Baviera, dejó en claro que elloscontrolaban pero no estaban autorizados para dejar pasar sin visas. Reiteramos,

suplicamos, pero la respuesta era: “  No, monsieur, deben soli- citarlas en Viena ” .Retornamos desilusionados al hotel con la perspectiva de caer nuevamente en lasmanos de los rusos y de los americanos.

Las muchachas nos animaron a insistir y que al día siguiente nos acompaña- ríanal puesto para convencer a los franceses. La única forma de llegar allí era a pie, por

27 Amiel, Diario Intimo, Edit. Sopena, Bs.As, 1941, pág. 53

lo que caminamos hasta el mediodía. Cuando el teniente concluyó su almuerzo,

nos atendió. Se mantenía impasible, pero poco a poco fue cediendo ante las súplicasde las muchachas, que trataban con insinuaciones de seducirlo. Remarcaban la viejaamistad francesa-austriaca y que los rusos, al fin de cuentas, jamás se enterarían y que,una vez más, el sentimiento de libertad de los franceses se pondría de manifiesto,etcétera. Cuando cansado el teniente dijo bon , explotó al unísono de nuestros labiosVive la France . De regreso en el hotel, esa noche brindamos con una botella dechampagne que el hotelero tenía reservada para casos especiales.Nos anoticiamos de que en la ciudad de Innsbruck funcionaba la única fábrica depiedritas de esmeril para encendedores del ex Tercer Reich, por lo tanto en Alemania

escaseaban y su precio era mucho más alto que los cigarrillos y el propio oro. A lamañana temprano viajé a Innsbruck en una bicicleta que compré en el hotel. Vendíallí la mayor parte de los cigarrillos que aún poseía. Con el dinero adquirí lascodiciadas piedritas.

Un día, después de concluir el desayuno, nos despedimos de aquel maravillosogrupo juvenil y de los propietarios del hotel, por cierto tan hospitalarios yserviciales. Cargamos lo que pudimos sobre la bicicleta con rumbo al puestofronterizo. Llegamos tarde y aguardamos dos horas, hasta que el jefe despertara de susiesta. Cuando llegó, a pesar de nuestro saludo, pasó junto a nosotros sin mirarnos.

Quizás no nos reconoció, o estaba arrepentido de la promesa y evitaba el encuentro.Pedimos hablar con él: a duras penas nos recibió en su despacho. Mientraspermanecíamos de pie, ensayé algunas palabras sin éxito. El francés seguía leyendo

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sin dirigirnos la mirada. Estábamos atemorizados ante su negativa. Luego de unalarga y angustiosa espera pidió los pasaportes, les puso un sello y los devolvió sinemitir una sola palabra. Le expresamos nuestra gratitud. Partimos hacia la próxima

estación ferroviaria con la bicicleta y nuestras pertenencias, sin que revisaranabsolutamente nada, hacia el territorio bávaro. En el primer recodo del camino,apresurado, saqué las malditas piedras que estaban escondidas en mis zapatos, comoclavadas en las plantas de los pies. Supongo que, al fin, teníamos de sobra motivospara estar contentos. Aguardamos hasta el oscurecer un tren que cumplía el recorridohasta Munich. Viajamos apretujados y nos turnábamos con Dimo para dormir,porque teníamos desconfianza de que nos sustrajeran las valijas. Al otro díallegamos a Haupt Bahnhof, la estación central de Munich, que se encontrabaligeramente reacondicionada.

* * * 

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CAPÍTULO VII

LA VUELTA A MUNICH EN ALEMANIA YA ESCLAVIZADA

Cabe aclarar que tanto Austria como Alemania durante la guerra estabansometidas bajo las rígidas normas del partido Nazi. Muchos alemanes, inge-nuamente, esperaban que una vez terminada la guerra serían liberados por losaliados del régimen nazi, que no habría más guerras, sino paz y libertad para todos.Pero sucedió todo lo contrario. Fueron ocupados por los cuatro vence- dores:Inglaterra, Francia, EE.UU. y Rusia; toda Alemania se convirtió en un enormecampo de concentración. Cada uno consideraba su zona de ocupación como un

botín de guerra, donde podían disponer a su antojo de la vida y la muerte de lapoblación, a la que trataban como esclavos. El paso de una zona a otra estaba bajoun severo control, pero pasar al sector soviético era totalmente imposible. La ciudadde Berlín, que se encontraba en Alemania del Este, o sea en el territorio deocupación rusa, estaba a su vez dividida y ocupada por las cuatro potencias vencedoras.

Desde Viena había escrito no sólo a Margot y Ursula sino, de modo especial a lafamilia Färber. Hellen, la hija mayor, respondió ofreciéndome nuevamente su casa. Al retornar a Munich, sin demora partimos, con mi amigo Dimo, a Gräfel fing. Los

Färber, siempre cordiales, nos recibieron muy bien. Mi gran urgencia era ver aUrsula, pero al llegar a Feldafing, “tía Elwine” me informó que estaba en Tutzing, apocos kilómetros, en la casa de su madre, frente al lago Standberg. Al llegar medivisó un muchachito que había conocido tres años atrás y que se lanzó a corrergritando: “ el Schwarzmann ” . El “hombre negro”  era yo. Pues allí todos eran rubios.Recibí abrazos y muestras afectuosas de Ursula y los demás. Fue aquel un día muyfeliz.Había conocido Munich en todo su esplendor. La ciudad de las universidades másdestacadas de Alemania, de la renombrada Politécnica, donde también yo estudiaba,

del Deutsche Technisches Museum más grande de Europa y de las pinacotecas, y “ahora”,al mirar ese mar de escombros en el que había quedado toda Alemania, me acordabade los contundentes discursos de aquel altanero Führer cuando gritaba: “ Denme diezaños y no conocerán a Alemania ” . Evidentemente pasó como él predicaba. En cinco añosde rígido régimen Nazional Socialista, realmente transformó aquel país. Lo sacó deldesorden y la miseria, y levantó Alemania como el país más desarrollado de Europa.Pero en otros cinco años el pueblo alemán, tan ordenado, aplicado al trabajo,respetuoso de las leyes y las normas, sufrió la total destrucción y muertes,desconocidas hasta entonces en la historia humana. Al final fueron sometidos

totalmente y esclavizados.  Además, el Führer sembró con tumbas, de sus propios soldados, todos los 

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rincones a lo largo y ancho de Europa, y hasta en el continente africano. Sin duda nadie podría reconocer más a la Alemania de antaño. Y aún peor, los que sobrevivieron después de tanto sufrimiento y terror de los furiosos bombardeos 

fueron ocupados, esclavizados, humillados y sometidos a nuevos sufrimientos, sin esperanzas, por los implacables y crueles vencedores. Por todas partes se observaban hombres y mujeres mal vestidos que removían los escombros de- sechos o hierros retorcidos. En las plazas públicas se acumulaban montañas de escombros. Por las largas rampas subían los camiones volcadores. Era muy triste  ver gente con esos rostros sufridos; eran mucho peor que los esclavos medieva- les. Como maquinarias prácticamente ya no quedaban y cada vencedor se había llevado lo que quería, los hombres, ancianos y mujeres destrozaban a martil la- zos los bloques y con palas manuales cargaban los camiones. Por retribución recibían salarios viles, fuera de los gastos de transporte y un guiso aguado al mediodía. Se escuchaban voces diciendo: “  Eso parece una venganza sin límites, quizás   por el hambre y las pestes que sufrieron los prisioneros en los campos de concentración durante  la guerra. Pero de eso el pueblo no tiene ninguna culpa, porque fuimos también víctimas de los  malditos nazis, que se metieron en una guerra contra Rusia ” . 

Por otra parte, alimentos y transportes escaseaban al máximo para todos, mientras entonces los aliados eran los dueños del mundo y tenían de todo. Sin embargo, en la esclavizada Alemania no se conseguía nada. La tenían desconec- tada del mundo. 

Durante la guerra los alemanes sufrieron, además de la gran escasez y el rudo trabajo, los furiosos bombardeos aliados. Pero “ahora”, trabajaban en con- diciones infrahumanas y seguían sufriendo un hambre aún mayor, y sometidos además a un terror moral. No tenían ningún derecho y por muchos años fueron humillados en una esclavitud total. ¿Puede el lector entender la brutalidad de los defensores de la libertad y los derechos humanos? 

 A veces los relatos eran aterradores, como por ejemplo: al entrar en un local escuché a un hombre sobresaltado relatar que “ hace rato en un tranvía un soldado de  color, norteamericano, discutió con un hombre y sacó una bayoneta, se la clavó en el pecho y le   partió el vientre en dos ” , o que “ anoche un soldado negro había arrinconado a una chica para  

violarla. Mientras ella gritaba desesperada socorro, él le decía: ‘  Yo darte chocolate vos darme  amor ’   ” . Y eso se repetía todas las noches en las distintas partes de las ciudades, en la zona ocupada no sólo por los norteamericanos, sino por todas las tropas de ocupación. Lo triste era que nadie se animaba a ayudar por temor a una puñala- da o un balazo, así que nadie se podía quejar de nada. Total, los alemanes eran 

esclavos; algo parecido a la feroz esclavitud turca

Eran tiempos de gran tristeza y sin esperanzas. Antes esperábamos que la guerra

terminara, pero ahora, ¿qué hacer?

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EXTREMA HAMBRE EN LA ALEMANIA YA DERROTADA

En la Politécnica me reconocieron sin dificultad los exámenes rendidos en Viena. Pero aún quedaban cuatro materias para lograr mi ansiado título. Entre ellas,una especialmente me preocupaba: Estática Superior.

Estábamos en agosto de 1946. Los exámenes estaban fijados para setiembre y lossiguientes, para marzo del otro año. Estática Superior era la principal materia pararecibirme; pero carecía de apuntes apropiados y algunos conceptos básicos. Decidíapelar a la ayuda de un compatriota amigo: Stefan Dobrev, que se había quedado enMunich y ya estaba graduado. Había sido un estudiante muy aplica- do. Vivíaprecariamente en la parte opuesta de la ciudad. Lo encontré. Trabajaba en unaempresa constructora, pero en realidad se dedicaba a la remoción de escombros.Betty, su mujer, me contó que a causa de la timidez y de los salarios magros quepercibía Stefan, después de llegar los americanos y por más que era ingenierodiplomado, pasaban hambre tanto ellos como la criatura que tenían. Mi amigo meprometió repasar conmigo Estática y yo conseguir cupones de alimento en la bolsanegra con las piedritas de encendedor que había traído. Era preciso, por lo tanto,estar en su casa diariamente a las veinte, hora en que volvía de sus ocupaciones.Estudiábamos hasta medianoche. Regresaba a la estación central mediante dostranvías y desde allí en el tren nocturno a Gräfelfing; finalmente caminaba trescuadras hasta la casa de los Färber. Tiritando llegaba a mi habitación, quegeneralmente estaba más helada que yo.

 A veces, mientras iba a lo de Stefan me detenía en algunos bares reacondicionados.Encontraba algunos yugoslavos, italianos, búlgaros y gente del Este que se negaba aretornar a sus patrias, ocupadas por los bolcheviques. Había también muchos jóvenesjudíos que llamaban la atención con sus cabellos largos y de mal vestir. Parecían habersalido días antes de los campos de concentración, pese a que la guerra había concluidoun año y medio atrás. A pesar de que ellos disponían de medios para conseguir ropa oquizás lo hacían para ser distinguidos y tratados con diferencia. Llenos de joyas, perodaban lástima; era una viveza. En las barracas de los soldados americanos ellos tenían

acceso a la compra de toda clase de comidas y delikatessen, a precio de EstadosUnidos, y podían venderlas en el mercado negro a los precios que querían. Era unsaqueo, pero sin violencia. Para entonces la comida estaba racionada al máximo, por loque no satisfacía las mínimas necesidades. Era mucho peor que durante la guerra. Conrazón Margot, cuando me escribía a Viena, expresaba: “ Vatiu, el inglés nos está matando dehambre ”  

se refería a los británicos que ocupaban la zona noroeste de Alemania, donde seencontraba Braunschweig. Más tarde entendí con claridad que diezmar al puebloalemán proseguía de toda forma.

Los “bares”  eran lugares donde se realizaba toda clase de transacciones y

trueques. Era un verdadero mercado persa. Escaseaban al máximo cigarrillos, café,chocolate, carne envasada, etcétera. A cambio de estos productos, los alemanesentregaban objetos valiosos como anillos, alhajas de oro, brillantes, etc., porque el

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dinero no tenía valor.Los aliados sabían que los alemanes se desprendían de todo lo que tenían de valor

para sobrevivir. El tráfico de cupones ya no pasaba por las manos de los estudiantes

italianos sino por la “mafia italiana”, que aprovechaba el hambre y la desesperación dela gente. Ursula a veces cambiaba en el campo algunas piedritas que llevé de Austriapor víveres, algunos de los cuales llevaba a lo de Stefan. Se me helaba la sangrecuando escuchaba que muchos alemanes, mujeres y niños, removían los desechostirados por los aliados en los basurales para buscar algo que pudieran devorar,aunque fuera en descomposición.

HOLOCAUSTO – SIGNIFICA “TODO QUEMADO” 

 Volviendo la mirada atrás, los que hemos vivido y sufrido durante y después de latrágica Segunda Guerra Mundial podemos distinguir con claridad dos tipos deholocaustos. Uno, cometido por los nazis contra el pueblo judío y opositores yprisioneros de guerra en los apresurados, improvisados, y al final mal abastecidoscampos de concentración. Y otro, cometido por los aliados contra el pueblo alemán.Personalmente soy un sobreviviente, un testigo presencial del colosal holocaustoconsumado sobre toda Alemania y su indefensa población bajo la destrucción y el

fuego, y la posterior ocupación y esclavización.Holocausto, según la Enciclopedia Universal Sopena, tomo V, pág. 4.376(Barcelona, 1972), es una palabra griega compuesta de “ Holos ” , todo, y “ kaustos ” ,quemado. Que también significa “ sacrificio especial entre los hebreos en que se quemabatotalmente a la víctima ” . Quisiera aclarar también que este término proviene de lostiempos antiguos, cuando los persas invadieron Tesalia, al norte de Grecia, yquemaron varios poblados. Un mensajero corrió a Atenas gritando “ Holoskaustos ” , osea, todo quemado.Ciertamente, toda Alemania fue totalmente destruida y abrasada por las llamas.

Porque los aliados arrojaban no sólo bombas destructivas, sino también cientos demiles de bombas incendiarias, convirtiéndola en un espantoso y pavoroso“ Holoskaustos ” . Allí, desesperado, estaba yo también. Al respecto alguno dicen quepor más que la gran mayoría del pueblo alemán no era nazi, ellos trabajaban para losnazis. Yo pregunto: “Si ésa era la lógica, debían entonces también bombardear loscampos de concentración de prisioneros tanto de guerra como de Judios que tambiéntrabajaban para el aparato nazi”, sin embargo no los bombardearon; los cuidabancelosamente.

Mientras, el nombrado Holocausto contra el pueblo judío fue causado por la

obstinada persecución cometida por los partidarios de Hitler del régimen nazi,después del (ya comentado) asesinato en la embajada de Alemania en París co-metido por un joven judío (en el umbral de la guerra), y después que el judaísmo le

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declaró a Alemania la guerra sin fronteras Con eso apoyaban, integraban yfinanciaban a las distintas guerrillas en muchos países de Europa.

 Agregando a todo eso que los malditos nazis “SS”  no eran muchos y estaban

rebalsados por los implacables bombardeos, destrucción de la producción y eltransporte, además de las guerrillas en muchas partes.En los lejanos y enormes campos de batalla los soldados regulares morían a

causa del frío, del hambre y de las pestes, antes que por la acción de las balasenemigas, sin estar en campos de concentración. El vanagloriado Hitler fue elimperdonable causante de aquellos brutales sufrimientos y muertes de alemanes,judíos y prisioneros de guerra. A los judíos que no habían emigrado antes de laguerra los veíamos limpiar las calles de las ciudades, con brazaletes “  jude ” .

Sin embargo, después del fin del año ’42, esa desdichada gente desapareció. Se

comentaba que al recrudecer la guerra, y necesitar el régimen más producción, fueronenviados a campos de trabajos forzados; con toda seguridad porque esta- ban máscapacitados para la producción industrial calificada que los rústicos prisioneros rusos,y además hablaban bien el idioma, por lo que eran más valiosos. Mientras, muchosde los prisioneros de guerra de los pueblos contrarios al régimen stalinista teníanmayor libertad y obedecían a sus propios comandantes.

Para Año Nuevo del ’43 escuché al enloquecido y desesperado Hitler gritar por laradio diciendo que recibió quejas (tal vez de la Cruz Roja Internacional) de que a losjudíos, en los campos de concentración, no se les proporcionaban suficientesalimentos para poder trabajar y producir y que no se les daba suficiente abrigo ni

medicamentos para los enfermos. “ Wir brauchen production ” , nosotros necesitamosproducción, se lo escuchaba gritar al loco. Como es sabido, los campos de concentraciónse vieron convertidos realmente en zonas industriales, como Auschwitz, por ejemplo,que era más cercano de los frentes de batalla de Rusia, más lejos para los bombardeosdesde Inglaterra, y además, estaba situado en un país amigo de los aliados. Se decía queHitler quería utilizar su trabajo además de evitar los sabotajes ya que le habíandeclarado la guerra, y después del conflicto (creyendo que lo iba a ganar), debíanempacar sus valijas para irse de Europa.

Mientras estaba en Sofía, Bulgaria, a fines del año 1945 a 7 meses de la termi-nación de la guerra (haciendo los tortuosos trámites para obtener el permiso y

 volver a Alemania), leí con sorpresa en los diarios comunistas búlgaros y rusos, conenormes titulares: “ Los nazis han matado 2.000.000 de judíos ” . Según los textos, se lopresentaba como el genocidio más grande en la historia de la humanidad. Con loscolegas que pude encontrarme allí nos parecía increíble, una monstruosidad. Otrosconsideraban que podía ser una propaganda o una expresión del odio de los marxistashacia los nazis, para cubrir sus propias atrocidades.

Sin embargo, al llegar a Munich, en el ’46, a año y medio después de la derrota y laocupación de Alemania, quedé shockeado al leer en los diarios que, según lasúltimas estadísticas, los judios muertos por los nazis ascendían a 4.000.000. Esos

titulares me consternaron, por mi aprecio a esa colectividad. Parecía una barbaridad,porque según algunos, bajo el dominio directo de los nazis, no podía haber tantos,teniendo en cuenta los que se fueron antes de empezar la guerra y los

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sobrevivientes después de ella. Muchos consideraban que ir los nazis a buscarjudíos de los países ocupados, cosa demasiado difícil, (como es lógico, ellos segurose desparramaron y escondieron, con lo que para hallarlos eran necesarios conocer el

idioma y la colaboración de la gente o la policía de los países ocupados); ademásdebían dejar abandonadas sin abastecimiento a sus soldados. Yo mismo leí, en 1943,que Hitler le había pedido personalmente a su aliado, el regente húngaro Horthy, quele juntara y enviara 100.000, que necesitaba urgente trabajadores para la producción.Pero al parecer Horthy no pudo satisfacer todo ese pedido, porque no quería, oporque necesitaba mucho personal policial, para buscar y apresar, para el transporte,alimento, etc., y el fragor de la encarnizada guerra no era para dedicarse a eso. Quéhabrá pasado después, no me enteré. Sin duda Hitler no se lo podía exigir porque eraun país amigo, y además no escuché de guerrilleros en Hungría.

Diarios alemanes nazis de la época aseguraban que el apresar a esa gente eraconforme a los tratados internacionales con respecto al trato a los enemigos, paraevitar sabotajes. Efectivamente, las distintas resistencias antinazis estabanintegradas en gran parte con miembros de esa comunidad. La más activa era laresistencia francesa, y la más numerosa eran los partisanos del mariscal Tito, dondese consideraba que había unos 20.000 combatientes judíos.

Estando ya en la Argentina, en 1948, todavía como un pobre, desorientadoinmigrante, de nuevo me sorprendieron las últimas noticias que se publicaron: que losmuertos ascendían a 6.000.000. No podía estar tranquilo sin saber en realidad quéhabía pasado para ese cambio en las cantidades, ya que el pueblo hebreo son un

pueblo unido, informado, y de gente culta. Entre mis colegas y amigos decidídirigirme a Agop, el fiero pero muy inteligente búlgaro-armenio

 Al recibir la contestación  – lástima que después perdí la dirección – , Agop meexplicó: “ Como se puede calcular, durante la guerra, bajo el dominio de Hitler, seguro no había tresmillones de israelitas ”  (eso escribió después un historiador británico). Además, “el loco” de Hitler gritaba que necesitaba producción.

Los nazis envueltos en el gran desafío y la falta de colaboración, no podían ir abuscar, juntar y apresar todos los judíos que seguro procuraron donde pasar

desapercibidos y otros, como es lógico, pasaron a formar parte de las guerrillas. Además de los que pudieron sobrevivir, aunque habían quedado solo con su “piel yhuesos”.

El vivo armenio, entre la verdad y la mentira, me escribe: “ Vos sabes que justo ahoraen Palestina se formó un nuevo Estado Israelí, y para su construcción, según calculaban, con laindemnización de dos millones de muertos no sería suficiente. Pero después de tener en cuenta losenormes costos y gastos, y el mayor interés de los inmigrantes, aumentaron el número al doble, y despuésal triple ” . Tantos eran mis problemas con esa declaración que resolví no pensar más enello. Además que cada día tenía más amigos de esa notable comunidad, y entre ellos

me sentía muy bien. Aunque hasta el día de la fecha la gente escarbe estos hechos,para mi ya son cosas pasadas. Aclaro que muchos son los que me han preguntadocomo sucedió todo ese genocidio, porque yo había estado allí y, como muchos

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creían que yo pertenecía a esa comunidad, cómo había logrado salvarme.Más allá de la cantidad y las causas, yo, que he sufrido tanto, considero lamentable y

repudiable el sufrimiento de cualquier indefenso ser humano, cualquiera fuesen los

números, se trate de las víctimas de ayer como las de hoy, en muchas partes,causados por los poderosos contra los debiles e indefensos.

Los responsables, los jerarcas nazis, fueron derrotados, capturados y conde-nados por el Tribunal Internacional de Nüremberg por los crímenes que habíancometido. Con eso cabe una definición: “Muertos los perros, muerta la rabia”. Además, sabemos que desgraciadamente fueron una híbrida consecuencia de lasinjusticias cometidas en los Tratados de Paz por los aliados en la Primera GuerraMundial. Allí debe buscarse todo el origen de los posteriores y trágicos sucesos,

tanto sobre el pueblo alemán como sobre la guerra y los prisioneros judíos.El lector debe saber que la culpa de los sufrimientos y de los millones de muertos no fue del pueblo alemán, que a su vez fue la máxima víctima del mismotrágico destino. Primero sufrió la derrota de la 1ª Guerra Mundial y luego soportómiseria y el desastre nacional, fue sojuzgado bajo el rígido y despótico régimenNazional Socialista, fue cruelmente bombardeado durante la 2ª Gran Guerra yesclavizado después, por el dominio de las cuatro potencias vencedoras, por casimedio siglo. Todos sus tesoros nacionales fueron saqueados. Cada uno de los vencedores se llevó los mejores cerebros de los científicos alemanes. Ade- más

tuvieron que soportar que su escaso territorio fuera, de nuevo, severamente mutilado.Hoy ese noble pueblo de unos 85 millones, el mayor de Europa, fuera de Rusia, tienemenos territorio que muchos otros países de Europa occidental como Francia,España, Italia. Mientras que Polonia está asentada hoy sobre una vasta zona alemanahasta cerca de Berlín. Encima de todo debían trabajar día y noche para reconstruir

de nuevo todo un país. También tenían que mantener los grandes ejércitos deocupación y pagar los pesados tributos de guerra. Para fina- lizar, no queda otradeducción: que los pueblos más afectados, a consecuencia de los tratados de Versailles, fueron en definitiva el pueblo alemán y los judíos, que sufrieronhorrorosamente y murieron unos bajo los implacables bombardeos o en los lejanoscampos de batalla, y otros de hambre y de pestes en los desabastecidos y finalmenteabandonados campos de concentración.

Las atrocidades cometidas durante y después de la 2ª Guerra Mundial y el

Holocausto no abandonan mi mente. Por eso, para mayor conocimiento men-cionaré las investigaciones realizadas por el estudioso de las ciencias europeas,residente en Portland, EE.UU., Nicola M. Nicolov, de su libro “ Las máscaras de las

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celebridades ”. “Los judíos han sido muy útiles en la producción de guerra nazi y de su interés ha sidoque se mantengan vivos. Por lo que la administración de todos los campos de concentración, incluso Ausch wit z  , el 3 de diciembre de 1942, envía una orden con críticas a la alta mortan- dad de los

campos, que se debía a diferentes enfermedades.Se ordena a los médicos disponibles que tomen todaslas medidas a su alcance para mermar la mortandad. Se insiste también que observen la comida delos prisioneros y que recomienden, a las distintas administraciones, que mejoren las condiciones deltrabajo”   28.

 Al final de esa directiva subraya que el Reichführer de las SS ordenó que lamortandad debía mermar a toda costa y que eso está en el documento de Nür-emberg P.S. 2171, Anexo NCBA red. Series, Vol. 4, págs. 833-834.

Por otro lado, el jefe de los SS destinado a los campos de concentración, Ri-chard Glück, el 20 de enero de 1943 manda circulares a todos los comandantes de

los “ lagers ”  ordenando: “ Como ya he subrayado deben tomarse todas las medidas posibles paramermar las muertes en los l ag ers ”   29. A pesar de la búsqueda – afirma Nicolov  –  no existió niun solo documento ni constancia en los archivos del proceso de Nür- emberg, parala liquidación masiva de judíos.

Luego el Sr. Nicolov continúa diciendo: “  Muchos lectores saben que el gobierno de   EE.UU. prohibió a la Cruz Roja Internacional y a la Comisión Central Sueca de observa doresque publicaran sus conclusiones referentes a los campos de concentración de la Segunda Guerra Mundial, porque sus cálculos de muertes han sido muchísimo menores que los de seis millonestomados como cifra oficial ”  30

28 Nicolov, Nicola M., “Las máscaras de las celebridades”, 1ª edición, Sofia, 1994, traduccióndel búlgaro real izada por el autor. 29 Documento de Nüremberg, Nº 1.523, Green series, Vol. 5, págs. 372-37330 Nicolov, Nicola M., Ibídem, pág. 155

Me llama la atención que todavía hoy en día hay gente culta e incluso pro-fesionales que no pueden distinguir entre el régimen nazi y el pueblo alemán,escuchando culparlo injustamente, por ejemplo, de que masacraron a los gitanos.Cuando yo aclaraba que en Alemania gitanos no había ni uno porque allí el que notrabajaba y producía se moría de hambre. Entonces me decían: “Sí, pero los llevabande Hungría”.

Eso ya limita con una mente macabra, ya que ni los malditos nazis abandona- ríanlas tropas que luchaban por su supervivencia e irían a buscar gitanos en otro país tansólo para matarlos. Es cierto que con la ignorancia no se puede luchar; con razóndecía el gran poeta ruso Pushkin al final de sus famosos poemas: “  y con duraku nespori ” , con el imbécil no se discute – perderás tiempo y te harás mala sangre – .

Parece mentira pero hace más o menos 7 u 8 años, estando en Bulgaria, leí en un

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diario que el auto-llamado “Rey de los Gitanos” manifestaba que si los judíos habíanconseguido que los alemanes le abonaran indemnización por seis millones de muertos,por qué ellos no podían reclamar el pago por quinientos mil gitanos asesinados por

los nazis. Faltaba sólo golpear a la puerta de Alemania. Sin duda el que leía elartículo se reiría de la ocurrencia gitana.Sin embargo observé algo ya mucho más serio en esta parte del mundo “civi-

lizado”, y es que se pueden publicar en la prensa de primer nivel, en el prestigiosodiario “La Nación”  del día 16 de junio de 2004, en la página 17, un artículo conletras grandes: “La Europa de los Gitanos”. La cronista, en casi una página, de- tallael origen, modo de vivir, las mañas, etc. y dice que “s u historia se parece a la de quienes fueron sus vecinos durante siglos, sobre todo en Moldavia: los judíos (no entiendo por qué allí)” .“  El estereotipo del gitano ladrón y el del judío avaro y peligrosamente inteligente, tienen su origen enel modo de vida obligatorio debido a la condición minoritaria ” . 

“ Por eso cuando Teodoro Herzl o el barón de Hirsch hablaron de “ normalizar ”  las masas judíasque escapaban de los progroms, lo primero que imaginaron fue darles tierras. Cualquiera, donde fuese, pero tierras... Volviendo a los gitanos y la sempiterna incapacidad de adaptación de estos curiososviajeros, ¿forzará a Bruselas a pensar en algún sitio del mundo apto para un “  país gitano” ? Losseis millones de judíos muertos por los nazis influyeron en la creación de Israel; los dos millones de gitanos que dicen ellos que fueron asesinados en las mismas circunstancias, no influyeron en nada. Quién sabe si la creación de una Europa amplia no tendrá por consecuencia la de una Gitania ouna Romia coronada de estrellas ” .

 Al leer ese artículo y ver cómo se quiere golpear a los alemanes de hoy, le escribíal jefe de publicaciones del diario “La Nación” diciéndole: “ Ahora veo por qué losnazis han perdido la guerra. Para encontrar y para asesinar 6.000.000 de judíos”. Porrazones obvias y respeto a mis amigos de esa colectividad, no deseo analizar niponer en duda; pero por la supuesta matanza de 2.000.000 de gitanos, que no habíaentonces esa cantidad en toda Europa, sí digo que es una mentira descarada. Si la leynazi era “el que roba será fusilado”, valía para toda Europa y los gitanos seguro losabían y no se atreverían a robar a los nazis. Pero se puede suponer quesorprendieron robando y fusilaron, en distintas ocasiones, quizás 20 o 30 gitanos;

pero dos millones es una mentira demasiado mal intencionada. Además, en Alemania seguro que no había ni un gitano. Pero la periodista Dujovne escribiótambién de la matanza de muchos homosexuales que, para los estudiantes deentonces, era difícil saber quién era homosexual porque la sociedad lo repudiaba yquizás linchaban, y considerábamos que los únicos probables gay eran los nazis que,por cuidarse del incurable sífilis, quizas vivían en pareja como los soldados romanos.Lo que yo puedo testimoniar es que si los nazis hubieran tenido un macabro interésen buscar, transportar y matar gitanos para no aburrirse, lo más fácil hubiera sidollevar a los gitanos que deleitaban a los pasajeros ferroviarios hasta el final de la

guerra, con las hermosas rapsodias húngaras ejecutadas por sus virtuosos violines.Para el que no conoce la historia y la verdad, todo da lo mismo. Pero yo mepregunto por

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qué se desfiguran cuestiones tan sensibles como son las muertes a través de lahistoria. ¿Será para dejar mal parados a los alemanes? ¿Pero hasta cuándo?

Me acuerdo muy bien que en una presentación en la televisión el fiscal nacional

Luis Moreno Ocampo, quien enjuició a la junta militar argentina, entre otras cosasno sé por qué habló del holocausto diciendo: “Se dice que los nazis mataron seismillones de judíos, y quien sabe si no fueron diez millones”. Me quería caer deespaldas cuando vi en el diario “La Nación” del día sábado 7 de mayo de 2005 unagran foto del distinguido fiscal tomando café y afirmando tener el cargo másimportante del mundo como Fiscal-general de la Corte Penal Internacional. O sea,podría enjuiciar a cualquier personaje mundial. Qué fantástico. Hay que ver quién lopropuso y quienes lo nombraron.

Hoy nadie puede poner en duda los 6.000.000 de judíos que al final fueron

publicados en 1948 como muertos o asesinados en los campos de concentración. Poreso hay que tener en cuenta que los judíos han conseguido que Alemania dicte unaley para castigar con 3 años de cárcel en juicio sumarísimo al que pone esosguarismos en duda públicamente.

Según la prensa, en el Parlamento europeo se ha presentado un proyecto en esesentido. Teniendo en cuenta la gran influencia de los diputados de esa colectividad,aunque sean 10%, con su oratoria es fácil imponerse.

UNA PREGUNTA MUY DIFICIL

Como ya aclare de mis problemas por tener el apellido que termina SKY, comoa muchos judíos que han vivido en Polonia o han pasado por allí, después del“POGROM” hecho por el Zar ruso al expulsarlos de sus territorios sindocumentos. Como se sabe la gran mayoría en Polonia, tiene apellido que terminaSKI.

Lamentablemente el antisemitismo (ante judaísmo es cada día mas grande). Selos considera ser dueños del dinero, de las grandes empresas y políticainternacional, en especial de ser crueles contra los palestinos.

Es conocido que yo como ingeniero, he sido un exitoso empresario en laconstrucción, hablo varios idiomas por lo que cuando llegue a Argentina, y noconocía español, podía conversar con ellos y por eso tuve muchos amigos y clientesde esa comunidad.

Por ser un aficionado escritor y conocido golfista, tengo relación con muchaspersonas de distintos niveles. No puedo evitar que a veces reciba preguntas que mecuestan contestar, sabiendo que estudie Ingeniería en Múnich, Alemania, durante lasegunda gran guerra, y de haber visto a Hitler a un metro de distancia, (hecho undemente; al pasar despacio frente a la Universidad Técnica de Múnich), debía saberbien lo que sucedió allí, pero eso era muy difícil.

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Como el lector sabrá que hay muchas y muy diferentes opiniones sobre elHolocausto, cosa que esta bastante bien detallado en el libro, lo que yo conocí.Quisiera referirme sobre una de las preguntas mas difícil que he recibido, algunos

dicen esta bien aceptar que hubo 6 millones de judíos ejecutados en los campo deconcentración, pero también hay por lo menos 2 millones sobrevivientes, que hanemigrado a distintas partes. Lo que quiere decir (me dicen) que en los campos hubomas de 8 millones de judíos y la pregunta difícil de contestar es de donde los nazisencontraron y apresaron tantos millones , a saberse que Europa entera no estabaocupada por Hitler. Lo que se sabe (yo ya tenia 21 años de edad) que el 9 denoviembre de 1938, se produjo la noche de los cristales rotos, por los fanáticosobreros nazis, contra los elegantes negocios judíos, como venganza por el asesinatoen la embajada Alemana en Paris, dos días antes, hecho por el joven judío Herschel

Grinspan que produjo una gran incertidumbre en toda Europa de entonces, comodescribí detalladamente antes.Quiero mencionar que hubo países como mi vieja patria, Bulgaria que quedo

neutral y a pesar de la guerrilla antinazis, en la cual había ,bastantes judíos. Nuestrorey Boris III, no permitió que ni un solo judío fuera sacado de Bulgaria. Él decía quesi se comprueba que de la guerrilla, un judío asesina a un soldado alemán (muchosde los cuales estaban en hospitales por ser heridos, en la guerra con Rusia) elculpable será juzgado en los tribunales de nuestro país, donde se aplicaba la penacapital.

Pero en definitiva merced a SKY, de mi apellido, sigo recibiendo preguntas omalas miradas, en especial en las oficinas publicas. Además dejo un problema a misdescendientes, por el antisemitismo que se agranda bajo la alfombra. Por lo queconsidero, que las autoridades judías, tengan en cuenta esa amenaza quelamentablemente con el tiempo puede ser peor.

LA PELÍCULA: LA LISTA DE SCHINDLERDespués de escuchar tanto sobre el éxito de esa película fui a verla con sumo

interés. Quería saber qué había de verdadero y rescatable. Pero la verdad es que nome pareció un acontecimiento tan impresionante como tantos otros que hubo en laguerra.

El personaje parecía más un playboy que un nazi, a los que yo conocí bien ydistinguía de lejos. Mientras todo lo demás me parecía una composición de unapelícula que ha sido muy publicitada y asistida. Se comentaba que Spielberg había

pagado tres millones de dólares por los relatos de la esposa de Schindler. Al propalarse por la prensa que la viuda vendría a Tucumán traída por lacolectividad israelita y que habría un acto, yo no podía faltar. Todos los temas

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relacionados con mis amigos de esa colectividad, con los que tuve muchas rela-ciones, me interesan sobremanera. Después que los oradores se expresaron sobre elHolocausto y celebraron ritos religiosos de esa comunidad, todos esperábamos

ansiosamente que la Señora, seguro, iba a hacer un novelesco relato de salvacióntantas vidas inocentes. Sin embargo, me llamó la atención que la distinguida pero yaanciana señora no quiso decir ni una sola palabra, como si la hubieran traído a lafuerza.

Solamente murmuró algo al oído de su asistente, la que dijo: “ La señora está muycansada y les agradece por su presencia ” , y nada más. Con razón se le veía la cara demolesta, como si la hubieran traído contra su voluntad. Con razón se corríanrumores de que, según la señora, los relatos en la película no eran ciertos, tal comoen la realidad sucedieron.

Pero aún más me llamó la atención cuando un miembro de la delegación pi- dió ala concurrencia que pasara y dejara lo que pudiera para ayudar a la notable señora,que vivía en la pobreza. Eso muestra, por otra parte, que era cierto que Spielberg leprometió tres millones de dólares para que ella confirmara y apoyara sus relatos. Sinembargo, al parecer, después de llenarse los bolsillos con millo- nadas de dólares, seolvidó de cumplir con su promesa. Además se deduce que los que la trajerontambién se olvidaron de recompensar su evidente molestia. Es lamentable queaquellos trágicos acontecimientos sean explotados hábilmente por algunos para sacarel máximo provecho monetario. La señora Schindler murió en la pobreza.

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LA TRISTE HISTORIA Y LA GRAN INJUSTICIA

Para muchos contemporáneos, la historia del siglo XX nos resulta triste y

desgraciada; queremos sepultarla en el olvido y mirar para adelante hacia la con-cordia, el entendimiento, la paz y la justicia entre los pueblos. Por eso es injustoresponsabilizar al pueblo alemán por algo que no cometió, y pagar con el sudor desu frente cientos de miles de millones de dólares como indemnización por lossucumbidos en los campos de concentración, por el “oro nazi”  y luego por lostrabajos esclavos, por riquezas sustraídas, por supuestas pinturas y cuadros, etc.Mucha gente me pregunta si eso tendrá fin alguna vez, o si seguirá hasta elcansancio, por muchos decenios, incluso por siglos.

Debemos tener en cuenta que el pueblo que está pagando no fue nazi, que

algunos eran chicos y otros ni siquiera habían nacido ni conocieron aquel régimen. Tienen sólo en mentes y oídos el lavado de sus cerebros y la demoledorapropaganda mundial para hacerlos creer en la culpabilidad de sus antepasadosaunque no fueran nazis, reírse de ellos, o avergonzarse, agachar la cabeza, aguantar ypagar todo lo que se invente. Con todos los libros, películas y espectáculos hubo ysigue un feroz lavado de cerebros, que no tiene fin.

Debe tenerse en cuenta que, mientras más se insista y se remueva esa triste ydistorsionada historia, más fácil será que surjan algunos movimientos antisemitas y nodigo en Alemania, sino en Europa y América como se está viendo. Mientras tanto mesiento afectado, porque mi apellido despierta miradas de suspicacia en cuanto miorigen, y aún peor cuando me empiezan a preguntar si soy ruso o polaco  – por nodecir judío, y no digo lo que a veces escucho a mis espaldas – , y he notado que esto,en vez de disminuir con la activación de “la memoria activa”, más se potencia. Por loque tengo miedo por el futuro de mis descendientes.

EL INHUMANO HUMANISMO DE LOS ALIADOS

Si hoy el tema de los derechos humanos es tan candente, es un estandarte delmundo occidental y de los eternos aliados, cabe una pregunta: ¿ese mundo civi-lizado, durante la Segunda Guerra Mundial y en la posguerra, acaso no existía?

¿Cómo pudieron los aliados tratar de una forma tan inhumana a todo el granpueblo alemán, forjador de la cultura occidental? Un pueblo que tuvo la desgracia decaer bajo la dictadura nazi, un pueblo que no tuvo la culpa de su trágico destino, yaque era el soberbio Hitler el culpable de todo, con o sin derecho Nunca puedoolvidar los desgarradores relatos de entonces: luego de la inva- sión aliada, cientos

de miles de soldados regulares alemanes que se habían entregado quedaronencerrados en campos de concentración, mal abastecidos, dejándolos perversamentemorir de hambre y pestes. Con toda seguridad, los aliados sabían que entre ellos

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había muy pocos o nada de soldados de elite, o sea “SS nazis”. Porque éstos,seguro lucharon hasta el fin para defenderse y no entregarse, sabiendo que seríanacribillados in situ .

 Tampoco puedo olvidarme de los impactantes relatos del investigador Ni- colov,quien refiriéndose a David Eisenhower, escribe: “  Al conocer a la hija del presidenteRoosevelt, de ser un desconocido coronel, empieza un rápido ascenso hasta llegar nada menos que acomandante general de los ejércitos aliados que invadieron Europa y Alemania . Ese “ luchador porlos derechos humanos ” paró a los ejércitos aliados, antes de llegar a Berlín, para satisfacer el pedidode Stalin de que fueran “ los heroicos ejércitos rojos ”  los que ocuparan la capital del na zis mo”   31.

Esto prolongó la guerra varias semanas y no sólo las “SS”  sino también lossoldados regulares, que pensaban rendirse, al llegar el momento, a los aliadosoccidentales, preferían morir luchando antes que rendirse al terror del ejército

soviético. Lo mismo sucedía con los combatientes extranjeros, que lucharon a lapar de los alemanes y sacrificaron sus vidas. No era para defender la capital nazi,sino parar el avance de los rusos, en el corazón de Europa Occidental. Eso causó lainútil caída de cientos de miles de soldados de ambas partes, ante los ojos impávidosde los benditos aliados occidentales.

Esos últimos días costaron severísimos estragos y depredaciones contra ladesdichada población civil, que fue tratada como un botín de guerra. Aún algo peor,el renombrado Gral. Eisenhower dejó todo en la palabra de su amigo el generalZukov, comandante supremo de los ejércitos soviéticos. La entrada a las zonas

aliadas en Berlín sería sencillamente por una autopista para llegar a Berlín cruzandouna amplia zona alemana ocupada por los rusos, o sea la conocida “ AlemaniaDemocrática del Este”, sin definir un corredor expresamente delimitado. ¿Podemoscreer y tener confianza en la palabra de los soviéticos? Como es público y notorio,más tarde los rusos cerraron la única entrada y los ejércitos aliados y toda lapoblación civil de sus zonas, en Berlín, debía ser abastecida por el famoso “puenteaéreo” que costó muchos miles de millones de dólares al pueblo alemán.

Cuando uno hoy conoce el escalofriante esfuerzo de miles de aviones entrando ysaliendo a Berlín y llevar hasta 5.000 toneladas de alimentos por día (muchos se

estrellaron) es de preguntarse: ¿Eso no constituyó un deliberado error estratégicode la comandancia aliada? ¿O hubo como siempre un interés, una mano negra poratrás de todo eso?..

31 Nicolov, Nicola M., Ibídem, págs. 164-165

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El presidente de EE.UU. Wilson ha sido considerado como un gran humanista ysin embargo, con sus “14 puntos” de los tratados de paz después de la Primera GranGuerra, calculó y preparó fríamente el camino para la devastadora Segunda Guerra

Mundial. También el reconocido humanista Roosevelt dejó la base naval de PearlHarbor, en Hawai, el 7/12/1941, insólitamente desprevenida ante un previsible ataque,en un momento de gran tensión con Japón. Esto salió a la luz en todo el periodismoamericano. Algunos medios de prensa llegaron más allá al decir que se dio la ordende que en la base queden sólo buques de carga y viejas naves de guerra de segundaclase. Ese esperado ataque fue bien aprovechado para la Gran Guerra, en el Pacífico,a causa de la cual millones sufrieron y murieron, pero también unos pocos seenriquecieron fabulosamente. Todo estaba fríamente calculado por los famososbanqueros y armamentistas.

Otro notable humanista fue Harry Truman, el mismo que mandó una bombaatómica que destruyó Hiroshima y otra sobre Nagasaki, con lo que mató sinmisericordia a varios cientos de miles de personas de la indefensa población civiljaponesa y causó graves daños de radiación nuclear, con sus consecuencias hasta eldía de hoy.

Mientras todavía estaba en Munich, escuché en los bares comentarios de losprisioneros del Este; la gran mayoría de ellos, después de la guerra, que queríanquedarse en Alemania y no querían regresar al “paraíso soviético”, fueron obliga- dos airse. Incluso, para complacer a Stalin, muchos fueron cargados en camiones del

ejército de EE.UU. y enviados a Rusia, terminando con toda seguridad con su vida,unos fusilados y otros enviados a campos de concentración en Siberia. Muchospedían, con lágrimas en los ojos, no ser repatriados y algunos hasta preferíansuicidarse. Quiero recordar que, en los primeros meses de la guerra contra Rusia, varios millones de soldados soviéticos, enemigos al régimen, se rindieron a losalemanes.

IAKOB, UNO DE LOS SOBREVIVIENTES LLENOS DE ORO

Conocí a Iakob un día al salir para la estación de Gräfelfing. Estaba frente a unacasa cercana, en la misma vereda. Tuve la sensación de que lo había visto antes,probablemente de ida o vuelta en el tren. Nos saludamos. Parecía aguardar a alguien.No me resultaba difícil darme cuenta de quién podía ser al haber visto tantos como élen los bares. En varias oportunidades nos encontramos en el tren y caminamosjuntos a nuestros respectivos domicilios. Nunca entendí por qué estando llenos detesoros, esos sobrevivientes seguían viviendo tan descuidados; quizás para que losamericanos los reconocieran de lejos, y en los bares les vendían de todo sin

problemas. O para inspirar lástima y que no los odiaran cuando vendían lasdelikatessen solo por oro.

Una tarde que regresaba de Munich observé a una pareja caminando delante de

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mí. Identifiqué a Iakob por la ropa vieja, la larga cabellera y los tacos gastados de suszapatos. Todo hacía suponer que era un pobre sobreviviente. La muchacha se detuvoimprevistamente, le dio un beso y cruzó corriendo la calle. Hacía frío. Apuré para

alcanzarlo y felicitarlo por la compañía; era una hermosa rubia. Me respondió quelas chicas eran muy interesadas. Me invitó a visitarlo a su casa, a20 metros de la mía. Ocupaba una habitación en un semisótano, después de unestrecho patio. Abrió la puerta con una llave común. Su único mobiliario: una camaturca, un ropero viejo y una pequeña mesa, sillas no había. Nos sentamos sobre lacama y me invitó con un trozo de chocolate, el que saboreé con todo gusto. Leconfesé mi envidia por la ventaja de su condición de judío. Habían padecido muchopero ahora podían acudir a las barracas de los soldados norteamericanos, dondeconseguía, como ya mencioné, toda clase de mercaderías críticas a precios similares

a los de Estados Unidos.Iakob se sintió halagado por mis felicitaciones y por mi visita a su humildecuarto. En medio de la charla y como en un acto de confianza, se agachó y arrastróde debajo de su cama un cofrecito viejo y maltratado de madera. Con unaherrumbrada llavecita abrió el candado. Lo que vi al levantar la tapa me hizoparpadear, abrí los ojos asombrado. No creía lo que estaba viendo. Iakob sonrió.“  ¿Todo es tuyo, amigo?”  , pregunté, entre asombrado y perplejo. “ Así es ”, contestóhumildemente. Hasta la mitad, el viejo cofre estaba lleno de joyas de oro de formasy calidades diversas, piedras preciosas, etcétera. “ Tu tesoro es mayor que el del legendario

Sir Francis Drake, ¿Hace mucho que lo tienes? ”  “  No” , respondió Iakob. “  ¡Ojalá pronto lollenes! ”  Una vez más me convencí de que los alemanes, aunque parezcan un pueblofrío, son gente muy sentimental que, por un poco de placer que puedan conseguir alfumar un cigarrillo o tomar una taza de café, son capa- ces de entregar todo lo quetienen. Aproveché la circunstancia para pedirle que me vendiera algunas de mispiedritas para encendedores que traje de Austria, ya que yo estaba estudiando todoslos días. “ Con mucho gusto” , contestó Iakob. Varias veces después viajamos por lo quenos hicimos muy buenos amigos. Lo notable era que no sentí ninguna envidia; todolo que sucedía entonces se lo veía normal y corriente. Al volver a mi frío habitáculo, me puse a pensar. Los alemanes sufrieron una duradictadura, una aberrante guerra, millones de muertos, destrucción total de su patria,la derrota total, las humillaciones y el saqueo y la esclavización por los invasores. Alfinal me pregunté: ¿qué les quedaba? Nada de nada!... 

Entonces no me imaginaba que después debían seguir pagando lo que les exigían los vencedores, y aguantar reproches sin fin, sin alivio. 

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LA ENTREGA DE TÍTULOSEN DEPLORABLES CONDICIONES

La otrora solemne y pomposa ceremonia de graduación de ingenieros di-plomados, el 22 de marzo de 1947, se llevó a cabo bajo condiciones sumamenteprecarias, para no decir miserables, en una “amplia aula”  que era igual a lasdemás, paredes de ladrillos recuperados, sin revoque ni cielo raso, totalmentedesprovista de mobiliario; contaba solamente con una estufa eléctrica en cadaesquina. Los asistentes estábamos abrigados hasta el tope porque todavía hacíamucho frío. Los profesores, parados en fila con el rector en el medio; atrás, losasistentes e invitados especiales. A tres metros, al frente en fila, al mejor estiloalemán, estábamos los veintidós egresados; lógicamente, también atrás de nosotros

nos escoltaban parientes, amigos y el público. Empezó con la entrega de losdiplomas y un apretón respectivo de manos a cargo del rector, que felicitaba a cadaegresado con un “ viel glück Herr diplom Ingenieur ” . “Mucha suerte señor ingenierodiplomado.” 

Este título lo obtenían quienes estudiaban en la Politécnica, que hoy es unaUniversidad Técnica. Si bien existía el título de ingeniero, era de menor jerarquía yaque el nuestro es superior.

Cuando recibió el título el segundo egresado, comenzó a deslizarse sangre pormi nariz. Escuché mi nombre en el preciso momento en que ya corría por mi rostro.

 Advertido de lo que sucedía, en lugar de adelantarme yo, como lo hacían los demásgraduados, el rector se adelantó diciéndome: “ Lamento mucho, colega, pero no era unaobligación estar presente ” . Con una mano recibí el preciado título enrollado, y como la otraestaba cubierta de sangre, me impidió retribuir su gentileza. Me tuve que conformarcon una respetuosa inclinación. Además de este accidente, me sentí aún peor porquecomo mi sobretodo tenía un agujero, yo lo cruzaba al revés reteniéndolo con lasmanos, con el objeto de ocultarlo. Concluyó el acto con pocas palabras decircunstancia. Mi promedio de 8,80 me colocaba en cuarto lugar entre los reciénegresados. Dimo compartió mi relativa alegría.

En casa de los Färber me aguardaba un sencillo agasajo. Conocí aquella tarde a unteniente y un teniente coronel del ejército de los EE.UU., los dos pretendientes delas hijas. Al haber comprobado que provenían de una distinguida familia, que suspadres eran declarados antinazis y que sus dos preciosas hijas tanto Ellen, de 24años, como Angélica, de 20, nunca se habían acostado con un hombre, a pesar de quedos estudiantes vivían en su casa, contrajeron matrimonio con ellas y las llevaron a América del Norte.

 Al poco tiempo, soporté un estado depresivo debido a la situación paradójica. Conel título en las manos, fruto de infinitos sacrificios y aun arriesgando mi vida a cadainstante, no me servía para nada. Ni para comer y vivir con dignidad, ni siquierapara calentarme. Todo estaba derrumbado, destruido, pero para hacerlo de nuevo eramenester contar con materiales, capitales, empresas, equipos, etc., que no existían.

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El único cambio que experimenté fue escuchar de labios de los Färber el Herrdiplom Ingenieur . El título profesional en Alemania merece altísima consideración,tanto es así que el tratamiento profesional se extiende a las esposas. Recuerdo que a

Frau Ketty la saludaban así: “ Grüssgott, Frau Doktor Farber ”  o sea “saludo a la señoradoctor Färber”.Me hallaba ante una opción inevitable, tratar de emigrar lo antes posible de

Europa. Pensé en Canadá o bien en Australia pero me anoticié de que los inglesesdesconfiaban del comunismo ruso y ponían trabas a los inmigrantes de origeneslavo. En toda Alemania, según comprobé, no funcionaba ninguna embajada, nisiquiera un consulado. Era un pueblo totalmente incomunicado con el mundoexterior. Como si se repitieran de nuevo los tiempos en que los otomanos, alconquistar un país, borraban todos sus derechos nacionales. La victoria de losaliados, sin dudas, les permitía disponer además de los vencidos, de cualquier otroser humano que viviera bajo su poder. El período de la guerra fue sumamente cruel,pero el de la posguerra era humillante, desesperante. Como si el tiempo, bajo laesclavitud, se hubiera detenido.

Para mayor contrariedad, la situación de nuestro hospedaje se complicó tanto paraDimo como para mí. Ellen y Angelica, ya próximas a casarse, necesitaban lashabitaciones. Nos costó conseguir alojamiento en una casa que antaño fuera de laservidumbre. No estaba dispuesto a engrosar la fila de los esclavos que removían losescombros de la ciudad. Pero mi ilusión de trabajar como profesional en grandesobras se esfumó. Ya tenía el título que ansiaba pero no tenía ni cigarrillos nipiedritas. La única posibilidad viable de sobrevivir era oficiar de revendedor en labolsa negra por pocas monedas.

Mi salud se resentía, cada vez más, por la falta de alimentos.

ELSE, MI INESPERADA SALVADORA

No recuerdo con qué motivo pasé con nostalgia frente a la vieja “PensiónCentral”. De ella no quedaban ni los escombros; crucé vagamente la calle,  trecho que había realizado muchas veces con pánico, y me dirigí a la plazoleta delBunker . Allí observé a una joven señora, sentada en un banco con una nenatomando sol. Las alemanas son afectas al sol y al aire libre, sobre todo durante laprimavera. Me senté a su lado. Conversamos sobre el drama que se vivía, así comotambién sobre nuestros propios problemas. Era viuda de guerra, se llamaba Else y supequeña, Renate. Me contó además que su tío era dueño de un pequeño negocio decomestibles y ella lo atendía en las mañanas. Al escuchar “almacén”, “comida”, parélas orejas y abrí los ojos, justo lo que necesitaba más que el aire. Las ventas serealizaban por medio de cupones. Pero “el que tiene los dedos en la miel...” dice elproverbio... La joven viudita me pareció más bella que Ursula y que todas las chicasbonitas del mundo. Era un ángel salvador. Vivía en Ninfen- burger Strasse 2800. Me

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invitó a cenar en su departamento al día siguiente, re- comendándome puntualidad yque anotara correctamente su domicilio, bastante distante del centro. Era un edificioque por encontrarse en las afueras de Munich, estaba sólo medio destruido. “ Pierda

cuidado  – le respondí – , tanto su rostro como su domicilio no los olvidaré jamás .”   En unmomento tan precario para mi, encontrar qué comer era un milagro.Estuve frente a su puerta tocando el timbre, tan puntual como el chofer de un

general. Se respiraba en el ambiente un olor exquisito. Contenta por la visita, merecibió con un cariñoso beso. Me encontré con una mesa arreglada, de buen gusto,en el centro una botella de vino. Después de tanta hambruna, cuando degusté elprimer bocado, no pude menos que exclamar: “¡Qué sabor tan delicioso!” Noté en surostro una inocultable felicidad. En aquella mesa nos juntamos una viuda de veinticuatro años, joven y agraciada, con lo suficiente para comer y un ingeniero

diplomado de veintinueve años, sin dinero ni ocupación, a punto de morirse dehambre. No dejaba de ser para ella un buen candidato. Todos mis colegas – pensé –  semorirían de envidia si pudieran sentir este aroma y saber que brindamos con vinoespumante una felicidad eterna. La conversación fue animada y se hizo tarde, yo depícaro me levanté para despedirme. “  No”   dijo ella. “  En el dormitorio hay una cama perfumada que nos espera, no sólo esta noche, sino todas las que quieras ” . Sin duda pasamosuna noche apasionada de la que nunca me olvidaré. Mi suerte no podía ser mejor. Labella Ursula en un santiamén se me había esfumado de la mente. Mientras regresabaa casa, al día siguiente, no se iba de mi pensamiento que en un momento tan

dramático la providencia de nuevo me lanzaba una cuerda de salvación. ¿Cómo noagradecer al Todopoderoso?, más me convencía que soy un Bogomil.

UNA TRAGICA EXPERIENCIA CON SOLDADOS DE COLOR

 Transcurría el verano de 1947. Un domingo invité a Boris, un compañero que sehabía graduado mientras yo estaba en Bulgaria, a la playa de Starnbergersee, dondeElse con una amiga nos esperaban. Mientras viajábamos sentados en uncompartimiento del tren, un soldado negro nos exigió que desocupáramos los

asientos para ellos. Nos miramos asombrados ante el atropello y como noreaccionábamos otro soldado de color se asomó y esgrimiendo una bayoneta gritó: ¡raus, raus! ( “¡fuera, fuera!” ); aterrorizados salimos disparados de allí. En esemomento, pese a mi distinguido título, me sentía un ser humano de terceracategoría, mucho menos que cualquier negro.

Me acordaba que como adolescente había leído con lágrimas en los ojos elconocido libro “ La cabaña del Tío Tom ” , sobre los sufrimientos de los negros comoesclavos en EE.UU., y ahora yo era esclavo de ellos. Sin duda habrá gente de colorbuena y bondadosa, pero mis recuerdos de terror no desaparecen. Al ver hoy un

negro, de inmediato, sin pensarlo, aflora frente a mí aquel desgraciado cuadro. Elnegro vencedor, ¡él como amo! Llegamos a la playa deshechos. Estas injusticias yatropellos las instauraron los “benditos” aliados, la crema de la civilización occidental

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y defensores de los derechos humanos.Con Boris decidimos huir de aquel enorme campo de concentración, no sólo de

Europa del Este, bajo los temibles soviets, sino también de Alemania, donde nos

sentíamos prisioneros. Quien haya leído el libro “La Hora 25” tiene una idea clara delo que fue ese enorme campo de concentración de los benditos aliados. La únicaesperanza consistía en llegar a Francia; los refugiados la consideraban como unapuerta de salida de Europa. ¿Pero cómo cruzar la frontera?

EL VIAJE ILEGAL A FRANCIA

Desde la ceremonia de graduación habían transcurrido cinco meses. No se

 vislumbraba posibilidad alguna de emigrar. Un día Boris me visitó en Gräfelfing yresultaba extraño que lo hiciera. Como él estaba en contacto con los yugoslavos metraía una esperanza. De boca de amigos se enteró de que podíamos cruzar lafrontera francesa, pero vestidos con uniformes de soldados de aquel país, quehabían luchado al lado de los aliados y que se desplazaban sin problemas entre Alemania y Francia. La noticia me pareció, además de absurda, riesgosa y tantopeor hacerlo clandestinamente, con uniformes y documentación falsos Al final meconvenció de los escasos riesgos, pues otros habían pasado antes sinproblemas.

 A cambio de los uniformes completos, documentos falsos con nombres su- puestos y fotografías auténticas, debíamos entregar una suma bastante elevada de nuestros pobres bolsillos. El proyecto comenzó a entusiasmarme. Desde siempre profesaba abierta simpatía hacia los franceses. Escuchaba durante la guerra “La Voz Libre” de Francia, además de la BBC de Londres y la poderosa radio de Moscú. Al fin de cuentas, lo nuestro tenía como único objeto la super-  vivencia, y en caso de que nos detuvieran no habría de ser tan grave como para fusilarnos. El problema era encontrar dinero. No nos quedaba otra variante sino  vender gran parte de nuestros valiosos libros técnicos, que habíamos adquirido durante la guerra con los cigarril los. Los cuales en la posguerra eran difíciles de conseguir, porque en verdad no había ni lápices, todo estaba quemado. También resolvimos vender parte de nuestra ropa en una casa de “ocasión”. Con ello logramos juntar el dinero exigido y a cambio recibimos la “documentación” y  los uniformes militares. Me quedé de nuevo prácticamente con lo puesto y una  valijita con un juego de ropa interior, mis enseres personales, una regla de cálculo y algunos pocos libros especializados. 

Me debía despedir de mi viejo amigo Dimo, que un año después terminó sus estudios y con ayuda mía emigró a Brasil. El adiós a Ursula no fue doloroso, ya que hacía un tiempo que no nos veíamos. Para celebrar la despedida no deseada por Else fuimos a un baile e invitamos a un señor Franz y su novia Gertrude. 

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puntapié. Di un paso atrás, pero como el tranvía arrancaba, perdí el equilibrio y caíal suelo con la valija encima de mí. Con los golpes que recibí quedé aturdido,avergonzado e indignado. “ Te advertí ” , me recriminó Boris. “  ¿Acaso no sabías que tus

entrañables amigos franceses son grandes chauvinistas? Yo los conocí bien. No puedes compararlos conla amabilidad alemana y con su trato humano. Ya tendrás tiempo para conocerlos.”   ¿Dóndeestaban sus principios de “liberté, egalité et fraternité ” con los que engañaron al mundohasta el día de hoy? Pero era evidente que, para un francés, todo aquel que no esfrancés era un “ sale étranger ” (extranjero sucio). En mi cabeza daba vuelta la pregunta:¿Cómo hubieran sido los franceses si les hubieran sucedido las injusticias que letocaron a Alemania y con un Hitler fran- cés? Toda Europa se habría derretido.

 Al rato se acercaba un viejo y destartalado tranvía que arriba rezaba: Pourétrangers . “  Este es para los alemanes y para nosotros, cabeza dura ” , exclamó Boris. Enton- ces

me di cuenta que los franceses discriminaban a todos los extranjeros. Al llegar al hotel tomamos dos habitaciones, dejamos nuestro equipaje y sa-limos para ir a caminar a la estación y comprar pasajes hasta Strasburg, ciudadalemana que fue arrebatada después de la Primera Guerra Mundial y en la que hoyse encuentra la sede del Parlamento de la Unión Europea. Mientras tanto Else habíallegado con los ricos pasteles. Sin embargo, Boris no quería por nada del mundo quela muchacha nos viera con los ilegales uniformes.

Me costó derramar muchos mimos hasta que la convencí de que volviera aMunich antes del anochecer. Después de una apasionada despedida de amor, que

tampoco olvidaré, con lágrimas en los ojos, mi última amante alemana tomó el trende regreso. Aquella tarde iniciamos los preparativos para el riesgoso viaje. Vestimos los

 viejos uniformes, nos pusimos las botas y las gorras, preparados para asumir el rolde soldados disciplinados y efectuar las venias que fueran necesarias ante cualquieroficial que apareciera. Por suerte no vimos ninguno. El tren estaba casi vacío y nossentamos en un compartimiento, aparentando suma tranquilidad. Aunque éramospoco creyentes, rezamos fervientemente por el éxito. El tren arrancó despacio, peropoco a poco comenzó a volar sobre las vías. Escuchamos al fin la temida pero

necesaria palabra “  ¡Pasaporte! ” en los labios del inspector, quien miró condetenimiento nuestras cédulas militares; el silencio se volvió eterno. Cuandopronunció “ Bon ”  empezamos nuevamente a respirar.

 A partir de allí, y conforme con las instrucciones recibidas, el siguiente paso selimitaba a lanzar los uniformes por la ventanilla junto con la documentaciónfalsificada. El plan marchaba a la perfección. En Estrasburgo, mientras Boriscuidaba los asientos y el equipaje, fui con urgencia a adquirir los boletos a París.Después de la hazaña merecíamos un descanso.

La verdadera incógnita era París, y con no poca ansiedad esperábamos

descubrirla. Al llegar nos refugiamos en un pequeño hotel de mala muerte, que noolvidaré nunca, en el 315 de la Rue de Belleville . Teníamos además en cuenta unaadvertencia: que evitáramos ser identificados por la policía en las calles antes de

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presentarnos voluntariamente a las autoridades de inmigración como exiliados.Contaba con suficiente tiempo para repetir la versión que tenía preparada. Relaté alsargento que nos atendió, que cruzamos la frontera arrastrándonos en la oscuridad, a

fin de no ser descubiertos y que desde Strasburg en tren llegamos a París. A fin decomprobar mi testimonio exhibí los pasajes. Me invadía la ansiedad de explicar que enel cruce de la frontera habíamos perdido la documentación, como nos habían instruido.Era evidente que los testaferros estudiaban hasta el último detalle. Nos quedaban porsuerte los diplomas de ingenieros. “¿De modo que carecen de pasaportes y cédulas deidentidad?”, preguntó. “ Así es, sargento.” Nos condujo ante su superior que escuchó demi boca exactamente el mismo cuento.

Después nos encerraron en una habitación hasta la tarde. Estábamos cansados deesperar, Boris preguntaba impaciente si estábamos detenidos. “ Puede que sí, puede que

no” , le respondí ambiguamente. “ Pero si así fuera, tendríamos asegurada la comida, lo que para nosotros es decisivo en estos momentos .”  Boris no podía disimular el malhumor que leprovocaba mi tranquilidad.

Cinco horas debimos aguardar en aquella oficina hasta que la policía termi- nó los trámites con los que quedamos en libertad. En París no racionaban los alimentos, pero sus costos eran inalcanzables para nosotros. Comíamos “pan flauta”, que además de su rico sabor, nos resultaba gracioso por su forma y su nombre. Agregábamos a ese “menú”, algunas veces, una botella de vino tinto cuyo precio era accesible. Con cada bocado bebíamos un sorbo. La botella nos alcanzaba para dos días. 

Unos meses tuvimos que andar con los documentos provisorios, hasta que finalmente nos entregaron los preciados documentos “Titre D’ Identité et de Voyage  Nº H.K. 95.386 del 14/11/1947”. Era gracioso, una cartulina doblada como fuelle en diez paños con doble carilla. Merecía, muy a nuestro pesar, que exclamara una  vez más: “ Vive la France ” , que tanto les gusta a los franceses. En Alemania, tan culpada de xenofobia, no existía una expresión similar. 

Liberados de preocupación y con los papeles en nuestras manos pasamos frente a la Embajada de Bolivia y sin perder tiempo pedimos hablar con el em- bajador, quien nos atendió con mucha amabilidad. Aseguró que su país poseía 

mucho futuro para la explotación de sus preciosos minerales. Nos parecieron extraños y sumamente exóticos los nombres de algunas de sus ciudades: Oru- ro, Cochabamba, Santa Cruz de la Sierra o su gran lago Titicaca. Sin demora llenamos los formularios para las visas para emigrar a su país. Igual diligencia cumplimos ante las embajadas de Venezuela y Argentina. Por culpa del apetitoso roast-beef paladeado en Viena que llevaba adherido la etiqueta “ made in Argentina ”  me sentía atraído más por este país, a pesar de que Boris prefería Venezuela. Nos advirtieron que los trámites serían lentos. En consecuencia, diligenciamos las tres visas optativas para viajar al nuevo continente. 

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los marxistas, la iniciativa privada, por temor a un giro al comunismo, se había resentido al máximo. En consecuencia, si bien Francia había recuperado la liber- tad, carecía de fuentes de trabajo, con el creciente descontento de la población. 

“ La France est mort ” , solía escuchar en las calles junto a otros epítetos irreproducibles.Cuando se enteraba la gente de que veníamos de Alemania expresaba que en Franciafaltaba disciplina, orden, anhelaban que viniera un “ Hitl ér” , cómicamente ponían elacento en la “e”. Al oír semejantes barbaridades no sabía decididamente qué pensar.Resultaba evidente que la democracia sin disciplina y moral no sirve al pueblo, sinosólo a los gobernantes. Al dormir con la imaginación alerta bus- cando unsalvavidas, Iakob, mi ocasional amigo de Gräfelfing, quizás hubiera sido la clave.Pensaba en su ingenuidad y en la confianza que había depositado en mí. ¿Por qué no lehabía pedido prestadas algunas joyas? Tarde o temprano, aquí o en cualquier lugar del

mundo, conseguiría trabajo y saldaría mi deuda.En caso de una negativa, pensaba que me hubiese sido fácil penetrar en suhabitación con la endeble cerradura. Mi imaginación volaba, no podía dormir, daba vueltas en la cama. La morbosidad no me abandonaba recordando que la puerta dela calle no tenía llave y la que sacó para abrir su cuarto era de las viejas y comunes.

Hasta el día de hoy no comprendo cómo en aquella extrema necesidad que paséen Munich no se me ocurrió ni siquiera ensuciar mis pensamientos con algo parecido.Eso se debía, ineludiblemente, al hecho de que era impensable, para un profesional deentonces, cometer un hecho de esta naturaleza y mucho más con los característicos

principios éticos de los alemanes que había adquirido; habría preferido morir dehambre antes de robar lo ajeno Muy por el contrario el secreto de Iakob, tan de buenafe que era sagrado, no lo confié a nadie, ni a Dimo y me- nos a Boris, por temer queme incitaran al robo o que lo hicieran ellos mismos.

Bailösov, que era un arquitecto búlgaro que se había recibido y vivía en París, conquien nos hicimos amigos, nos llevaba a conocer la Ciudad Luz. Alto, rubio, elegante,se jactaba de vivir más a costa de las mujeres que de su trabajo. A veces nos invitabacon unas salchichas que devorábamos como desesperados. Igual que otrosdesocupados vagábamos con Boris por los Campos Elíseos, el Arco del Triunfo, los

jardines de las Tullerías, la Torre Eiffel y los museos donde la en- trada era gratuita.Felizmente, el dueño del taller mecánico le dio trabajo a Boris y aunque el pago eramiserable pero al menos alcanzaba para pagar la pensión, además de recibir algo decomida de lo que sobraba de los obreros.El hambre que yo soportaba era espantosa. En mi organismo se notaban los signosde la desnutrición. Carecía de defensas orgánicas y a menudo me apare- cían granospurulentos en la piel, que hacía tratar en un hospital. Uno de ellos se posesionó de minuca y el dolor me impedía descansar. La enfermera lo limpió y quiso curarlo con unlápiz de nitrato de plata; de inmediato percibí la quemazón de la piel. El dolor me

provocó mareo y antes de caer al suelo me tomé de ella y ambos nos tumbamossobre el piso. Todavía conservo el agujero de la cicatriz en la nuca.

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Era el último entre otros miles de obreros de la fábrica sin derecho alguno. Mi títulono servía para nada, al contrario, me daba vergüenza confesarlo.

Lo paradójico era que eso sucedía en mi otrora admirada Francia. Asistí

 varias veces a los meetings del general Charles de Gaulle, que hostigaba al nuevogobierno de posguerra copado por los activistas de la “Resistencia”  contra laocupación nazi, en su mayoría marxistas, como ya mencioné. El general, al regresara Francia con las tropas aliadas, creía que lo recibirían como héroe y le correspondíaasumir el gobierno de Francia. Sin embargo, encontró que éstos habían tomado elpoder y ocupado los puestos clave de la administración. Nadie invertía, lo queachicaba las fuentes de trabajo y las empresas funcionaban a media máquina. Algunas de ellas, acusadas de colaborar con los nazis, fueron nacional izadas oconfiscadas. Entonces entendí por qué mucha gente afirmaba haber estado mejor

bajo la ocupación alemana.La ayuda económica norteamericana, a través del Plan Marshall, produjo mi- lagros en las naciones derrotadas en la guerra, como Alemania y Japón; en Fran- cia no alcanzó sus objetivos. El aparato estatal francés consumió los fondos y la corrupción clavó sus garras en las arcas del Estado y dilapidó el dinero fresco. 

La desocupación, la inseguridad y delincuencia aumentaban en tal medida, que en las calles de París era peligroso aventurarse a caminar de noche. Algo muy  raro para entonces, ya que en la ocupación alemana tuvieron plena seguridad. 

LAS TAN AÑORADAS VISAS

Llegaron finalmente las visas para emigrar a Bolivia y Venezuela, pero demorabanlas de la República Argentina; sin embargo el escollo insalvable para nosotros no erantanto las visas, sino los recursos para viajar. Las Naciones Unidas a través del I.R.O.( International Refugee Organization  ), subvencionado por los Estados Unidos, que seenriquecieron con la guerra, transportaba sin cargo a los refugia- dos hacia los paísesdel Nuevo Mundo, donde eran admitidos. Nuestra situación no se encuadraba en sus

estatutos, no estábamos catalogados como tales, por lo tanto, para conseguirlo huboque derramar lágrimas. Después de pedir y rogar día tras día, al final, en enero de1948, conseguimos orden para dos pasajes en un barco viejo. Nuestras alegrías secongelaron cuando advertimos que sin coimas no conseguiríamos lugar.Convenimos con Boris en que cada uno buscaría por su cuenta lo que necesitaba Mipensamiento estaba fijo en el viejo caballero, el Arq. Davidoff. Quizás se apiadarade mí. Siempre pensé que se trataba de un hombre bueno y, por lo demás, las vecesen que trabajé para él, cuando tratábamos los honorarios le respondía: “  Arquitecto, pague lo que supone que es justo”. Este comportamiento me había granjeado su simpatía.

Sin perder tiempo lo fui a buscar. Planteé mi dilema y la esperanza depositada en él.“Bien ”, dijo. “  ¿Cuánto necesita? ”  “ Doscientos francos nuevos ” , respondí. Luego de un corto

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silencio que duró una eternidad y mirando el suelo respondió: “ Bon ” . Esta palabra,en esa circunstancia tan extrema, sonó como si viniera de mi propio padre.

 Al día siguiente me entregó un sobre con el dinero. Me despedí de él emo-

cionado y agradecido. Le había prometido que el primer dinero que ganara sería paradevolver el préstamo. Regresé, muy contento, al ver que Boris también tenía yareunida su parte.

BUENA COMIDA, PERO... AMENAZADO DE MUERTE

El encargado de  Navivie France nos entregó los pasajes para un camarote doblecon destino a la República Argentina con la comida incluida. Otra mano de Dios,

que siempre me ponía a prueba pero también me salvaba cuando estaba a punto desucumbir. Tres días después, el 28 de enero de 1948, nos trasladaron al puerto deBordeau y de inmediato abordamos el “transatlántico”; un viejo barco de transportede tropas de guerra, adaptado ahora por el griego Onassis, según se decía, para viajes de pasajeros. Zarpamos antes del anochecer, afuera hacía mucho frío perohabía buena calefacción dentro de la nave. Buena, además, la comida. En la cenanos invitaron a brindar por un feliz viaje. Nuestra vida había cambiado del día a lanoche. La atención en el barco para dos pobres como nosotros, era una maravilla.Con el cansancio acumulado nos zambullimos en un placentero sueño.

Me desperté al amanecer asustado. Por primera vez viajaba en un artefactoflotante. El viento y las altísimas olas zamarreaban el barco como si fuera unacáscara de nuez, empecé a sentir malestar. Me parecía que con esa embarcaciónpodíamos naufragar en cualquier momento. Boris, que tenía experiencia, re-comendó que llevara conmigo un limón para combatir los mareos. Así lo hice perono fue suficiente, mi estómago se convulsionó y me atacó una catarata de vómitosinterminable. Mi amigo se burlaba indignándose conmigo:

“  Me produce asco verte ” . Sin embargo, al anochecer él también debió sujetarse a lasbarandas del barco expulsando de su estómago más de lo que había comido Me

mortificaba degustar la excelente comida que se servía y que a causa de mi malestar nopodía siquiera probar. Sufrir hambre es una tortura, pero ignoraba que los vómitoseran peor. Pensaba que mi destino era morir en alta mar. Me parecía que Dios sehabía cansado de socorrerme y se quería desligar de mí. Por fortuna, al acercarnos alEcuador, el mar se fue tranquilizando hasta convertirse en un espejo. Paulatinamentepasó el malestar y empezamos a saborear la exquisita comida francesa. En mitiempo libre procuré estudiar el español ya que, salvo algunas frases como “  Mucho gusto”  y “ Tengo hambre ” , mi sabiduría lingüística castellana, la lengua que hablarían misdescendientes, era nula.

Habíamos trabado amistad con dos ingenieros, uno ruso y el otro ucraniano, queeran prisioneros de guerra en Alemania y ahora huían del régimen comunista. Conellos hablábamos todo el tiempo en ruso. En aquel viaje, aprendí mucho más sobre el

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comunismo de lo que ya sabía.

LA REVOLUCIÓN BOLCHEVIQUEEL PODER GENERA DINERO Y RIQUEZA

Me parece importante comentar más detalles sobre esa ideología. Comoentusiasta marxista en el secundario, y luego acérrimo anticomunista, conocí encarne propia ese veneno para la desprevenida e idealista juventud. Además conocíbien sus métodos, sus mentiras y crueldades. Me gustó mucho el libro “ The worldconspiracy ” , del estadounidense de origen búlgaro Nicola M. Nicolov. Está basado enrecopilaciones de libros, durante diez años, de decenas de autores internacionales yregistrado en el Congreso de EE.UU. con el N° 90-91468; está traducido a variosidiomas, incluso al búlgaro.“  Mucho se decía antes que el comunismo y el capitalismo se comunicaban por la puerta trasera. Losingenuos consideraban puro invento que el comunismo fuera una perversa creación del capitalismo.Pero era la pura verdad, no hay ninguna duda. Todo empezó cuando en 1883 los rusos descubrenlos inmensos yacimientos petrolíferos en “ Baku ”  , sobre el Mar Caspio, y rápido comienzan laexplotación de esa riqueza. Un poco antes, en 1878, el Sr. Rockefeller, el hábil magnate (de origen judío), tenía la compañía “ Standard Oil ”   y controlaba el 90% de las refinerías norteamericanas,con ambición de tener el control mundial. Sin embargo encuentra serias competencias rusas, que en1888 estaban apoderándose del comercio mundial. Mientras la producción de petróleo en EE.UU.,en 1860, era de 700.000 toneladas anuales, los rusos alcanzaban solamente 1.300 tn. Sin embargo,en 1901 la producción se eleva a diez millones y doce millones respectivamente. Con eso, Rusiaempezó a industrializarse rápidamente, con un mejoramiento de la clase media . Eso no le gustó nadani a Rockefeller ni a los demás magnates banqueros, como la famosa dinastía Rothschild, oriunda del gueto de Frankfurt-Alemania. La otra causa es que el partido Social Demócrata de los obrerosrusos, se transforma en Partido Comunista bajo el l id e ra z   go de Lenín y Trotzky ” .

Muchosconfunden Karl Marx con la revolución comunista en Rusia. Marx quería elderrumbe del capitalismo pero lo que menos pensaba era que primero se produciríaen Rusia, un país todavía agrícola. Simplemente los intelectuales revolucionarios ylos capitalistas se unie- ron explotando el marxismo para destruir una Rusia modernay aprovechar que la mayoría de los intelectuales marxistas eran de origen hebreo, ypoder saquear a los pueblos subyugados.

Como prosigue Nikolov, “  Algunos banqueros de Nueva York y Londres le conceden  una importante donación a los bolcheviques. Por el otro lado, los banqueros Morgan y otros le  

dan un empréstito a Japón, de treinta millones de dólares (mucho dinero para entonces) para  que ataquen Rusia por el este y faciliten una revolución, que empezó el 1º de mayo de 1905,   pero no encontró eco en la clase obrera y fracasó. Con eso Lenin se tuvo que fugar a Suiza, 

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Trotzky a EE.UU., Stalin a Siberia. Por el importante servicio del préstamo Japón condecora  al banquero Kenan con la “ Orden Militar de Oro”  y el “ Santuario del T es oro...”   32

 

En la Primera Guerra Mundial Rusia atacó a Alemania pero pronto entró en 

una fase crítica y eso provocó un gran descontento en la población: el zar se vio obligado a abdicar el día 15 de marzo de 1917. El socialista Kerensky formó un gobierno provisorio y dio amplia amnistía. Seguro creyó, como muchas veces sucede, que al ser más liberal se puede descomprimir la presión revolucionaria. Con eso Lenin, Trotzky y Stalin volvieron a Rusia. El primero dejó Suiza y con un acorazado tren alemán y con 32 colaboradores cruzó la línea de fuego germa- na escoltado por soldados alemanes. Además le entregaron una buena suma de dinero con la esperanza de que él ganara la revolución y firmara un armisticio. 

Lenin gastó rápidamente los marcos alemanes y solicitó urgente préstamo 

al presidente Wilson, el que de inmediato le envió veinte millones de dólares del fondo especial para la guerra. Mucho dinero de entonces de dollar-oro. Ese préstamo a Lenin está inscripto en el Congreso bajo el N° H.J.8714.U5 con la aclaración de dónde provinieron los fondos33. En noviembre de 1917 triunfó la revolución bolchevique. Poco tiempo después se propala que toda la familia real había sido fusilada en Ekaterinenburgo. Así no quedaba nadie que podía recla-  mar la inmensa fortuna del zar en los bancos franceses. 

Según el libro documental “ The world conspiracy ” , la persona mejor informada de los acontecimientos antes, durante y después de la revolución bolchevique es 

el corresponsal del “ Times” Robert Wilton, quien vivió y estudió en Rusia. En 

32 Nicolov, Nicola M., “La conspiración mundial” - el original en inglés, registrado en EE.UU.,bajo el Nº 90- 91468. Printed in USA-TOP5 10170 S.W.Nimbus - Oirtland, O.R. 97223- 2  33 Ibídem, pág. 193

su libro “ Los últimos días de la dinastía de los Romanov ” , editado en francés, Wiltondescribe la nómina de los 12 hombres que han gobernado Rusia en 1918, en laspáginas 136, 137 y 138.

 Ellos son Bronstein (  Trotzky), Aptelbaum (Sinoviev), Luri (  Larin), Uritzki, Volodarski,

Rosenfeld (  Kamenev), Smidovich, Sverdlov (  Iankel), Nakjamkes (Steklov), en total nueve de origen judío, algunos con nombres cambiados y los tres restantes, Ulianov (   Lenin), Kirilenko yLunacharski, de origen ruso. El Comité Central Ejecutivo estaba compuesto por 61 miembros de loscuales 5 eran rusos, 6 lituanos, 1 alemán, 2 armenios, 1 checo, 2 de Grusia, 1 karaim, 1 de Ucrania, y los 42 restantes miembros de origen he br e o”   34. Hay varias listas mas extensas para losdistintos y amplios organismos centrales, incluso para el politburö, pero para noabrumar al lector no las mencionaré.

Eso significa la gran capacidad de avanzada y viveza de esos formidablesintelectuales Revolucionarios, sabiendo de antemano que un régimen totalitario les

aseguraría mientras viven a ellos y sus descendientes un gran poder político, unsuntuoso bienestar, considerándose verdaderos dueños de un país y sus riquezas,

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usando suntuosos automóviles, lindas secretarias pagadas por el Estado que podíancambiar cuando quisieran, suntuosas residencias de la vieja oligarquía, y elegantesrestaurantes bien custodiados en lugares privilegiados, etc. Además tenían la

posibilidad de amasar fortunas sin arriesgar ni un solo cobre, haciendo negociadoscon los banqueros. Hace medio siglo yo no entendía cómo se realizaban esosprocederes. Pero con tantos viajes al bloque soviético y mi vieja patria tratando decerca con mis viejos “camaradas”, despejé todas mis dudas sobre cómo se puedeamasar grandes fortunas sin dejar rastros, haciendo negociados con los banqueros,explotando al máximo a la clase obrera presentándose como sus fieles defensorescontra la explotación capitalista. Una perversa falsedad.

PARALELO ENTRE EL COMUNISMO Y EL NAZISMO

HITLER Y STALIN: SIMILITUD Y DIFERENCIA

La historia del mundo fue testigo de innumerables ejemplos de despotismo,crueldad y derramamiento de sangre. Motivaciones no faltaron: disputas territo-riales, religiosas e ideológicas fueron las de mayor expresión de la vigésima cen-turia. Aún hoy, al escribir este libro, no consigo olvidar aquellas crueles vivencias yrecuerdos, ya que conocí no sólo por fuera sino también por dentro esos dosdespóticos regímenes. Hace un siglo, una ideología impetuosa conquistó el idealismode los obreros, estudiantes e intelectuales como si fuera una verdad única e

irrecusable. Me refiero a Karl Marx, Engels y Trotzky, incluyendo a muchos de suscompatriotas intelectuales de alto nivel. La teoría de Marx era en definitiva resaltarque de no existir ricos en el mundo, no habría pobres que fueran explotados.Paradójicamente, en los países ensangrentados por las revoluciones marxistas, alaniquilarse los ricos, todos quedaron más pobres que antes. Marx murió sin enterarsedel éxito, pero también del estrepitoso fracaso de su doctrina.

 Tampoco sobrevino el colapso del capitalismo que tanto predicaba ni tuvo lugarel vaticinio de Lenin que decía: “El capitalismo nos facilitará la cuerda paraahorcarlo”. También instigaba a los obreros para destruir todo. Nada, decía él, que

esté en pie es de los proletarios. Hay que destruirlo para construirlo después, para quesea de la clase obrera. Lo que provocó el fanatismo y el resentimiento de unaimplacable y sangrienta revolución bolchevique. Al terminar la revolución nadie teníanada y murieron muchos millones de hambre y enfermedades, pero los jerarcasquedaron con su poder.

34 Wilton, Robert. Los últimos días de la dinastía de los Romanov. Editorial Trotón Butterworth,1925El gran capitalismo le ayudó a instaurar el marxismo destruyendo el imperio del

zar aprovechando por décadas el trabajo y el sudor de la clase obrera, y al final lo

estranguló y derrumbó porque no lo necesitaba más. Para la reconstrucción habíanecesitado de enormes préstamos y jugosos retornos y no por los intereses, sino porun buen porcentaje sobre las ventas brutas de la producción, ya que era fácil

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en cambio, era un témpano, un ser superinteligente, muy cauto, que calculaba suspasos fría y despiadadamente.

 A los dos dictadores, tanto a Stalin como luego a Hitler, no les tembló el pulso

para enviar a la cárcel o a la muerte a sus más allegados colaboradores y amigos.Los dos tenían incondicionales y sanguinarios títeres como los triste- mente célebresHimmler, jefe de las SS, y Martín Bormann, de la Gestapo a la que yo tuve tantomiedo. Pero durante la guerra, mientras estudiaba en Alemania vi a muy pocos deellos. Por su parte los rojos habían creado la “Checa”, la policía secreta que sembróterror en la Unión Soviética, que luego se denominó N.K.V.D., con su nefasto jefeLavrenti Beria, que impuso la crueldad y el terror con el objeto de salvaguardar laimplacable revolución proletaria, el poder de los soviets y del propio Stalin. Al morirStalin y caer Beria la policía secreta pasó a llamarse K.G.B., que duró hasta el

derrumbe del comunismo. Tanto Stalin como Hitler eran, por distintas razones, antijudíos. Stalin porque elpueblo no lo quería y por miedo a ser desplazado y hasta enviado a Siberia, mientrasHitler no los quería porque entendía que entre ellos había intelectuales másinteligentes que él, y sostenía que durante la guerra se aprovecharon ama-sando fortunas, considerándolos afines al comunismo. 

La gran diferencia entre ellos era que mientras Stalin nunca aprendió bien el ruso, hablaba poco y no movía las manos porque tenía una muñeca atrofiada, Hitler era considerado un incomparable orador que conquistó a medio mundo, y era

un artista moviendo las manos y brazos. Mientras Stalin era muy inteligente,un hombre con mucha viveza y precavido: cuatro veces fue enviado a Siberia yencontró como evadirse; me parece que si eso le hubiera ocurrido a Hitler, quizás nohubiera regresado jamás.

Durante el terror soviético, cada mes camiones especializados recorrían losdistintos establecimientos de la enorme Rusia. Allí cargaban como ganado a los queeran seleccionados por los soviets como sospechosos, opositores o inadaptables alrégimen, y los transportaban a los campos de concentración, en las heladas regiones delinmenso Sibir. De allí nadie podía escaparse porque no sabían dónde estaban ni

adónde podían ir, además del terrorífico control. Además sus parientes no tenían derecho de preguntar qué había pasado con susseres queridos, que no regresaron a sus hogares. La respuesta era “ está donde debíaestar ” . Si alguien lloraba en público o se ponía molesto e insistía, lo esperaba el mismodestino.

El vanagloriado Hitler engañó al pueblo alemán: le trajo orden, bienestar yrecuperó sus territorios mutilados, pero lo metió en una guerra que nunca podríahaber ganado. El sufrimiento del pueblo ruso se extendió sobre muchos otrospueblos que soportaron el terror soviético por más de setenta años y sufren aún las

consecuencias de la era soviética.Muchos autores sostienen que el comunismo es una maléfica creación del ca-pitalismo. Analizándolo bien, fríamente, uno llega a la conclusión de que tienen toda

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la razón, porque como verán más adelante, en contubernio con los jerarcassoviéticos, explotaron el sudor de casi 400.000.000 de oprimidos.

En la U.R.S.S., Lenin aniquiló 3.000.000 de seres humanos entre la vieja aris-

tocracia, las autoridades gobernantes, los intelectuales y opositores. Sin contar losmillones que se murieron de hambre y enfermedades. Cabe aclarar que el astutoStalin transportó muchos rusos a las repúblicas periféricas soviéticas que con eltiempo aprendían sus idiomas, cambiaban sus nombres (como lo hicieron muchos delos intelectuales revolucionarios) y, apoyados por el poder central, entraban en lospolitburos y en el aparato gobernante y la policía secreta de estos pueblos, de dondenadie los podía sacar. Hoy en día esos rusos se transformaron en peligrosas minoríasen muchas ex repúblicas soviéticas, y con poder económico.Con la revolución proletaria la tierra y los bienes pasaron a manos del Estado,manejados por los omnipotentes soviets y los jerarcas, y el pueblo quedódesposeído. Debía: “ rabotit molchat y ne rosozdat ”  (trabajar, callarse y no razonar), comodecía Stalin cada vez que se enfurecía. Observé a Hitler gritar y gesticular en susfogosos discursos que el Tercer Reich y el nuevo orden que implantaría en laEuropa Unida perdurarían mil años. Lenin, por su parte, pronosticaba el paraísosoviético para la eternidad. Sin embargo, las dos doctrinas sucumbieron y noquedaron ni cenizas de ellas.

El ideal comunista se sintetizaba en la expresión: “ Cada uno dará de sí mismo lo que puede para la comunidad y percibirá lo que necesite de acuerdo con su condición socia l” , peroStalin al ver que eso no era posible cambió los términos: “Cada uno producirá loque pueda y recibirá lo que merezca”. Sin duda, creó la dictadura mejor organizadaque se conoce en la historia, que perduró después de su muerte.

Para el adoctrinamiento y la militarización de la juventud comunista, Stalinimplantó el Comsomol, organización que inculcaba a la juventud disciplina férrea ylealtad infalible. Para asegurar un poder eterno se aceptaba en el partido un máximodel 10% de la población, y tras severa selección. Ello posibilitaba que entraran en elpartido los hijos de los jerarcas, de algunos encumbrados científicos y militares dealta graduación. Debían demostrar ser fieles, despiadados y hasta ofrendar sus vidasy la de los suyos si el partido lo exigiera. Con tener un mínimo porcentaje deafiliados y privilegiados, el duro régimen comunista se aseguraba fidelidad en lossoviets, en el aparato gubernamental, en la oficialidad de las fuerzas armadas (comoyo podía haber llegado a ser si hubiera proseguido en el colegio militar) y muy enespecial en la policía secreta, que era el órgano con más poder en el Estado soviético.No hubo ninguna autoridad más poderosa que ella. De esa manera, en el régimencomunista, más del 90% de la población debía trabajar duramente sin poderprotestar por lo más mínimo.

De igual manera, Hitler creó la recordada hitlerjugend (brigadas juveniles na- zis),escalón previo a la militancia en el partido, del cual seleccionaba a los másconfiables, llamados “SS”. En consecuencia, la gran mayoría del pueblo alemán noera nazi, como se insiste en afirmar hasta el día de hoy, para poder cobrarle lo que se

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les antoja, bajo distintas protestas e inventos.Entre tantas diferencias y coincidencias entre ambos dictadores, está también que

mientras Stalin se murió de viejo en la cama, Hitler en cambio, terminó dramá-

ticamente suicidándose. Stalin, considerado el dictador y asesino más grande queexistió sobre la Tierra, consolidó la Unión Soviética como segunda potencia mundial,extendiendo sus fronteras no sólo en Asia sino hasta el corazón de Europa.Muchos consideran que la historia la hacen los pueblos, eso es cierto, pero no esmenos cierto que son los líderes quienes la imponen, mientras los pueblos son losmedios para tal o cual fin.

DENTRO DE LO NEGATIVO, ALGO POSITIVO

(UNA FICCIÓN PARA PENSAR)

Más allá de todos los males que trajo el comunismo, su aporte fue grande. Hizotrastabillar las bases mismas del capitalismo, al cual no le quedaba otra salvación quehumanizarse y cambiar de metodología. En lugar de crecer a expensas de la mano deobra barata y de la explotación de las masas, se encaminó hacia una estrategia nueva. Afincó su prosperidad en la producción y en la sociedad de consumo. Para ellonecesitaba que la clase trabajadora tuviera mejores salarios y mayor poderadquisitivo, convirtiéndolos en sus propios clientes.

Lo dije ya, Hitler surgió de la nada, constituyó un enfervorizado partido obre- roantimarxista, y con su elocuencia galvanizó su nacionalismo. Sin embargo, el tanrecio Führer que yo vi tantas veces en los noticieros de los cines y escuché por lasradios, al verlo en persona pasar tan cerca, hundido en su Volkswagen , quedéimpresionado. Parecía realmente un loco, con la mirada perdida. Un muñeco endesuso, Hitler era muy cambiante, se decía que era adicto a las profecías y a losmisticismos. Por eso los que creían en el destino fatal pensaron que ese misteriosopersonaje realmente podía ser un “poseído”. Era un autómata incansable, que nunca

sonreía. Sin embargo, pensándolo bien, con el tiempo, y todo lo que sucedió despuésde la guerra llego a una clara conclusión: que Hitler u otro como él era necesario comoun “médium”, para los intereses de los grandes grupos de poder mundial.

Nunca se supo que fuera aquejado alguna vez de un resfrío siquiera. ¿Qué es loque iluminó su mente? ¿Acaso su patriotismo o su rencor contra las injusticias o suimpresionante odio contra la oligarquía, los judíos y la ideología marxista?¿Cómo pudo hacer de un país derrotado, humillado, saqueado de todos sus va- loresnacionales y convertido en un país de mendigos, la nación más poderosa de Europaen tan sólo cinco años? Pareciera no haber otra explicación que la de ser un

médium, enviado por fuerzas misteriosas y extrañas que de un modo enigmáticomanejan los destinos de la humanidad. Algo parecido al interrogante que nos dejara

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 Juana de Arco: ¿de dónde nació esa fuerza que brotó de aquella doncella que logróexpulsar a los ingleses de su tierra como si hubiera preparado el terreno para la granRevolución Francesa? Un extraño fin el de aquella mujer, la hoguera, quizás para que

no quedara nada de ella a la posteridad. ¿No tuvo acaso Hitler el mismo destino?sin profundizar en lo desconocido debemos quizás abrir los ojos hacia lacruda realidad. ¿no será que en los tratados de paz de la Iª guerra mundial,detrás de los representantes de los vencedores, estaba la mano negra de los yaconocidos grandes banqueros, financistas y armamentistas, que planifican elfuturo de los pueblos de acuerdo a sus intereses? Nadie puede dudar que losmismos capitalistas de origen judío, invirtieron en Alemania de Hitler,aprovechando el orden. con eso el rápido progreso era posible. 

 Al parecer, los propósitos eran múltiples:

1) Crear una ideología, progreso y un poder militar que detuviera la amenaza enEuropa del marxismo internacional y, en consecuencia, en el resto del mundo.Recuérdese que todas las alianzas armadas, las “Ententes”, para sofocar elcomunismo en Rusia fracasaron.

2) Con el gran poderío, basado en un rígido régimen y un sufrido, callado y  laborioso pueblo como el alemán, el “médium” provocaría una colisión con las potencias coloniales a tal extremo que las llevaría al colapso, facilitando la descolonización a vastas zonas del planeta y la independencia de innumerables pueblos, sin necesidad de derramar ríos de sangre para su liberación, sin dis- 

parar siquiera un solo tiro. Con eso los grandes capitales podrían libremente penetrar en los países descolonizados e imponer sus intereses, sin tener que pedir permiso a las potencias coloniales, ni pagar derechos. 

3) Crear las condiciones necesarias para amenazar la existencia del pueblo judío de tal forma que se viera obligado a salir masivamente de Europa para crear una “nueva patria”. Se me ocurre pensar que, a pesar de su enorme poder económico y político, sin ese sufrimiento, no hubiera logrado un nacionalis- mo adecuado ni una imperiosa necesidad sin esa señal suprema. 

4) Una conflagración mundial emprendida por este misterioso personaje, a la par 

de provocar muertes, sacrificios, esfuerzos y gastos bélicos extraordinarios, llegó a desarrollar una técnica balística tal (como los famosos cohetes V1 y   V2), con la cual el hombre podría proyectarse en el espacio y anhelar un en- cuentro con seres superdesarrollados a fin de salir del atraso mental, eliminar el egoísmo y la soberbia que nos dominan. Quizás sólo entonces sería factible alcanzar una nueva forma de vida, liberados del ansia de poder, del egoísmo y de los bajos instintos y de desmesuradas riquezas. 

5) Otro importante hecho es que después de las innumerables y desgarradoras guerras en Europa a lo largo de los siglos, Hitler desató una vasta conflagra- 

ción. Después esa gran tormenta se impuso la necesidad de la unificación definitiva de los pueblos de Europa en paz y concordia, sin derramamiento de sangre, como pretendían hacerlo tanto Napoleón como el mismo Hitler, 

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sueño eterno.He hablado con muchos alemanes que viven lejos de su vieja patria que se

expresan: Los alemanes políticamente “sind blodsinn” (son unos estupidos).

Leí también las duras críticas de algunos historiadores a ese joven pero hábilsociólogo por haber distorsionado la verdad y haber embolsado una inmensafortuna justamente de los bolsillos de los cerebros lavados. Por eso me sonrío cada vez que escucho a alguien decir que hay judíos peligrosamente inteligentes paraenvolver a la gente. Pero hay que reconocer que muchos de ellos son mas hábiles, vivos, preparados e instruidos.

Es raro que esos grupos ejecutores, según el escritor, “no fueron ni de laGestapo ni de los cuadros de las SS, sino que fueron normales alemanes”, con lo queinsiste en que la culpa del Holocausto fue colectiva, de “todos los alemanes”. Es una

falsa mentira. Quizás yo también lo hubiera creído si no hubiera convivido conellos, o que me hubiera quedado abrazando para siempre la ideología marxista o situviera otros intereses o procedencia étnica. Un artículo menciona que el padre delescritor ha sido otro sobreviviente de Rumania. Es raro escuchar mas desobrevivientes, que de muertos.

Como es sabido, en muchos países de Europa no querían a los judíos. Porrazones religiosas, o por considerar que tienen gran avidez de dinero y que eran peligrosamente inteligentes . De esto Rumania no estaba excluida. Sin duda por temor asabotajes, los perseguían; y porque entonces el escritor con mucha malicia

embestía al pueblo alemán, porque en Rumania tendría poco éxito: no tenían elcerebro tan bien lavado.Lo que más me inquietó en los comentarios de la prensa fueron dos cosas:

primero, que Goldhagen sostiene que “el Holocausto tenía que suceder en Ale-mania y en ningún otro lugar, sino únicamente en Alemania”. ¿Será que real- menteHitler era un “medium”, debidamente apoyado y financiado por algunos, necesariopara tal fin? Porque Alemania estaba económicamente en el suelo.En segundo lugar, no menos llamativo me resultó el comentario del editor del libro, Wolf Iogs Sidler (escrito en ruso)  – un miembro de la resistencia guerrillera – , que

dice: “Diez años atrás ese libro no habría tenido ningún éxito. El pueblo no estabamaduro para comprenderlo”. Si está muy claro. Lo que significa – según resalta –  quelos viejos testigos de la verdad histórica ya no están en este mundo y las nuevasgeneraciones no tienen posibilidad de reflexionar con sus cerebros lavados. Elcomentario prosigue... “los alemanes de hoy, sin titubeo toman ese texto del libro,que será el modo como el país acepta su pasado”. Eso significa que el constante ymasivo lavado de cerebros ha rendido el resultado buscado.

Es evidente que “los aliados”  se ocuparon de hacer un sistemático y constantelavado de cerebros en masa, por todos los medios de difusión, de tal forma que toda

la nueva generación, y los ya adultos, se sientan responsables de lo que ha hecho elrégimen nazi. Con eso los aliados y sus socios ocultos, además de sacar provechoeconómico, cultural y científico, han tratado de borrar el sentimiento de patria y de

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dignidad nacional de todo un pueblo impecable como es el alemán, que estaba tanbien integrado con los extranjeros, incluso con los judíos. Debo repetir de nuevo:que en cuatro años en Alemania, en el peor momento de su historia, yo nunca

escuché ni un solo alemán expresarse contra los judíos. Otra cosa es hoy; en elmundo entero cada día hay más antisemitas. Eso lo sé yo, lo siento en carne propia.Los aliados han logrado que la juventud alemana de hoy prefiera decir “soy

europeo” antes que decir “soy alemán”, como si quisieran despejar sus mentes de laincesante e injusta propaganda, y no quieren saber nada de su pasado de gran nación.Por eso los alemanes son incondicionales defensores de la unidad euro- pea y hancargado sobre sus espaldas gran parte del costo de la misma y aceptan todas laspropuestas y resoluciones. Incluso las dos más importantes sedes de la UniónEuropea, el Parlamento y el Poder Ejecutivo están en Francia y en Bélgica

respectivamente, los dos franco-parlantes.El lavado de cerebros se consigue con las reiteradas repeticiones de algo, paraconseguirlo: con diez repeticiones uno empieza a dudar, con cien el blanco se tornagris y hasta negro.

De esta forma Almania está excluida de las grandes decisiones mundiales,mientras Francia e Inglaterra tienen poder de veto en la ONU, en el Consejo deSeguridad, tienen arsenal atómico, etc. A todo lo cual los alemanes están resig-nados a no ser el país de primer orden que merecen.

¿Se ha preguntado el lector por qué la capital financiera de Europa está enFrankfurt y no en otro lugar de la Unión? No hay que olvidar que la dinastíacapitalista de Rothschild es oriunda del gueto de esa ciudad. En mi visita a lahermosa localidad de Wisbaden, que no fue bombardeada, observé suntuosasresidencias de miembros de aquella colectividad. Hoy se encuentra una autopistadirecta a 30 Km de Frankfurt que puede recorrerse en tan solo 10 minutos corre porencima de todas las demás rutas.

* * *

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Mientras aguardábamos el avión para La Paz me iba informando sobre ladiferencia entre Bolivia y la República Argentina. Convencí a Boris de que viajá-ramos a Buenos Aires. El amigo Kara no se mostró muy satisfecho de ese nuevo

cambio pero nos confesó que su único deseo como hermano era complacernos.“ Dentro de tres días, añadió, podríamos embarcar en un vapor italiano de primera categoría que sedirige a Buenos Aires: el Ugolino Vivaldi .” Nuestro cambio de parecer le costó al I.R.O.una semana de hotel para los dos en Río y el viaje extra en un transatlántico deprimera clase de Río de Janeiro a Buenos Aires.

Indudablemente no era nada, porque quienes sufragaban los gastos de losrefugiados en realidad eran los norteamericanos y no las Naciones Unidas. Losyanquis, en la posguerra, se habían transformado en los amos y señores del mundo. Tanto las antiguas colonias británicas y francesas como las de las restantes potenciasoccidentales embestidas por Alemania, estaban a su merced. Sin duda Hitler leshabía hecho un gran favor. En el comercio mundial, ellos fijaban los precios decompra y venta, y las mercaderías por los mares del mundo eran transportadas en susbarcos, llenándose los bolsillos como nunca antes.

Navegando ahora rumbo al sur, en pleno verano, después de salir del puerto deSantos volvieron a sacudirnos violentas tempestades y gigantescas olas. Según seinformó, eran inusuales, nuestro transatlántico parecía una hamaca. La buena vida seinterrumpió. Los malestares retornaron a mis vísceras con todo rigor. No salí másdel camarote. También soporté estoicamente los reproches de Boris por haberdespreciado el viaje en avión a La Paz.

LA LLEGADA A LA NUEVA PATRIA

 Al mediodía del 27 de febrero de 1948, llegamos a las serenas aguas del Río de laPlata. Los mareos habían cesado. No entendíamos por qué llamaban río a lo queparecía un mar, aunque nos llamó la atención el agua muy turbia, que no habíamos visto antes. Al anochecer atracamos en el puerto de Buenos Aires. Bajo unensordecedor griterío muchísima gente aguardaba a los viajeros y lasexteriorizaciones se hacían también desde la cubierta. A nosotros, nadie nos es-peraba. Ningún pariente, ningún amigo, nadie. Éramos desdichados refugiados a bordodel lujoso transatlántico gracias a la gentileza del señor Kara. Al descender la extensaescalera, entre continuos empujones contemplaba la oscuridad y, a la distancia, lo quesería ¡mi nueva y gran patria! Luego que fiscalizaron la documentación expedida enParís, nos derivaron al “Hotel de Inmigrantes”, un viejoedificio de dos plantas en el puerto. 

 Traía en el equipaje, aparte de lo puesto, una muda de ropa interior, un pullo-  ver usado, algunos libros de ingeniería, una regla de cálculo y nada más. Tenía

 en el bolsillo cinco dólares bien guardados, de los que el amable Sr. Kara nos había obsequiado a cada uno, y por último, aproximadamente treinta palabras 

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del idioma que hablarían mis descendientes. Confieso que me sentía emociona- do. A pesar del mal momento, en mi nueva patria yo me tenía mucha confianza. Estaba seguro de que con una firme y honesta dedicación, tarde o temprano iba 

a progresar, destacarme y lograr una vida decorosa. Sin embargo, algo se me escapaba: que a pesar de todo el éxito obtenido, ser un argentino naturalizado y un permanente analista de la política económica argentina, me sentiré extranjero mientras viva. Y lo peor del caso es que cada  vez que vuelvo a mi vieja patria me siento todavía más extranjero. Y por si eso fuera poco, en la Argentina muchos que no me conocen me consideran que soy  judío y lo malo es que me lo hacen notar. 

Nos instalaron en una amplia sala del primer piso del memorable Hotel de Inmigrantes, en la zona del puerto, poblada de camas destinadas a otros tantos desdichados como nosotros. Sin duda, la gran mayoría había llegado días antes con el barco Jamaique, porque su aspecto no era igual a la gente que observamos en el Ugolino Vivaldi . Lo que llamaban “Hotel” no nos agradó, pero después de tantos padecimientos, aunque hubiese sido una cárcel habría resultado lo mis- mo. La fatiga, o quizás la tierra firme, me sumergieron en un profundo sueño, e ignoré el mundo que me rodeaba en la enorme sala. 

Un estridente grito: “  ¡Arriba, giovanotti! ”  , despertó a los inmigrantes; aún era temprano, y especialmente para mí. De inmediato todos se agolparon para usar los baños con los zapatos mojados a consecuencia de las orinas estancadas. Quise suponer que sería la última desdicha por sufrir en mi tortuosa vida. La comida era generalmente a base de cereales con trozos de carne, que para nosotros, que habíamos conocido el hambre, resultaba más que suficiente. 

“YA SON NUESTROS” 

Salimos del puerto a pasear por Buenos Aires. Lo primero que vimos fue elantiguo reloj de La Torre de los Ingleses y hacia el fondo, un letrero llamativo

emplazado sobre un edificio oscuro. Se trataba de la estación ferroviaria Retiro. Unaenorme leyenda que anunciaba: “ Ya son nuestros”, despertó nuestra curiosidad; noentendíamos en absoluto cuál era su significado. El diccionario tampoco nos sacó dela incógnita, tiempo habría después para saberlo Poco conocíamos de la Argentina,a no ser lo que estudiábamos en nuestra secundaria. En todos aquellos años enEuropa, no había revistas ni tampoco informaciones sobre América Latina. Prontosupimos lo que era la República Argentina de entonces: un país atrapado por laengañosa política populista. Aunque afortunadamente en manos de militaresconducidos por el Gral. Perón y no bajo un tutelaje marxista o nazista. Perón, como

se sabe, ha sido agregado militar en la embajada de Italia y le ha gustado como fue elmanejo de las clases populares. Claro, no era el país que habíamos contemplado enel mapa ni el de las fabulosas riquezas con las que soñábamos. Habíamos caído en un

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prestarnos más apoyo. Estábamos notificados de que en un término de treinta díasdebíamos abandonar el precario alojamiento. En la misma condición que nosotros seencontraban los otros seis ingenieros y arquitectos de habla eslava que conocimos

del viejo barco Jamaique. Con el propósito de consolar- nos, nos sentábamos comoproletarios desocupados en el suelo, frente a lo que denominaban “Hotel”.Habíamos viajado atraídos por la riqueza y el futuro de la Argentina. Sin embargo,nos encontrábamos “atrapados y sin salida”.

HACIA EL JARDÍN DE LA REPÚBLICA

Cierta tarde nos atronó un altoparlante que difundía informaciones diversas que,

lejos de interesarnos, aturdían nuestros oídos. No sospechábamos que el mensajepodría estar dirigido a nosotros. Lo repetían, pero ninguno entendía un comino decastellano. De pronto apareció un empleado de la administración de nacionalidadyugoslava: “¿Acaso no escucharon los parlantes?” Comentó que una institución delnorte, del “ Jardín de la República”, “la Caja Popular de Ahorros” de Tucumán,buscaba técnicos.

Nos comunicó asimismo que un funcionario tucumano nos entrevistaría. Asísucedió. Preguntó si estábamos dispuestos a viajar a su provincia por trabajo. Lainvitación la hizo al grupo. En el acto recibió un rotundo “sí”. A la hora señalada del

día siguiente estábamos puntualmente en los andenes del Ferrocarril BartoloméMitre de la estación Retiro; el viaje duraría veintiuna horas. El contratista nosdespidió cordialmente. Los viajeros eran: el ingeniero ruso Galagán; unucraniano, Rabsiun; dos serbios, el arquitecto Zar y el ex ejecutivo Stipishich; doscroatas, el arquitecto Liebich y el ingeniero industrial Wugler y además dos búlgaros,Boris y yo. Mientras pausadamente oscurecía, admiramos la infinita llanura cubiertade ganado vacuno. No cabía duda, penetrábamos en un país que era un paraíso,pero cabía preguntarse: “¿Qué es lo que falla?”. El tiempo, poco a poco, me des- cifróel enigma. A pocas horas de Buenos Aires la polvareda comenzó a penetrar en el

coche y a cubrir nuestros rostros. Obviamente el vagón no era de primera clase,como suponíamos. El viejo arquitecto Zar, que era el mayor del grupo, nocomprendía cómo una prestigiosa institución oficial permitía que sus ingenieroscontratados viajaran en tales condiciones. La polvareda, entretanto, persistía conintensidad y era como atravesar el Sahara. Debo reconocer que llegamos puntual-mente a destino. Un arquitecto de la Caja, nos aguardaba. En dos automóvilesoficiales nos trasladaron al Hotel Excelente recepción: nos aguardaba una mesa bienprovista. Transcurría el 21 de marzo de 1948.

Concurrimos al otro día a la “Caja Popular de Ahorros”, donde nos recibió el

Directorio en pleno. A seis de nosotros se nos ubicó en la institución, a los dosrestantes en la Casa de Gobierno. Éramos recién llegados y no teníamos un peso enel bolsillo. De tal suerte que permanecimos alojados un mes en el hotel por cuenta

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de la institución.

MI APELLIDO Y LA FASTIDIOSA PREGUNTA:¿ES USTED JUDÍO O POLACO?

 Al llegar a la nueva patria la gente, en general, y mis colegas en particular, alescuchar mi apellido que termina con “sky ” me preguntaban si era ruso, polaco ojudío. Eso me fastidiaba. Nunca nadie en Europa me habría formulado esapregunta, ni los propios nazis porque allí no es habitual hacerla. “ Soy búlgaro” , lesrespondía. “  ¡Ah, judío de Bulgaria! ”   Yo, que me sentía tan orgulloso de mi nacio-nalidad, no comprendía el sentido de esa inquisitoria. Hasta que me enteré que a los

judíos no se los quería aquí, y que por mi “sospechoso”  apellido yo caía peor queellos, porque muchos se lo habían cambiado.

Muchos confundían “búlgaro” con “húngaro”. Cuando les repetía que erabúlgaro me contestaban “ ah sí, sí claro, húngaro” . Me cansé de explicar que los ape-llidos que terminan con “ski ” son de origen eslavo que significa “del” o “de los”, yque son muy raros tanto en Bulgaria como en Rusia o Ucrania. Con excepción dePolonia, pues en tiempos de los señores feudales sus súbditos se identificaban comopertenecientes a uno u otro amo.Suponía también que la gente informada sabía que en el tiempo del “  pogrom ” , cuando

el zar ruso expulsó a los judíos de su territorio, gran parte de ellos, al llegar a lafrontera polaca, les añadieron a las raíces de sus apellidos o a los nombres lasterminaciones “sky ”, muy utilizadas en ese país. Mientras a otros que llegaron a laex Prusia Oriental (provincia alemana al norte de Polonia sobre el Mar Báltico quefue devastada y anexada a Polonia y Rusia), en lugar del sufijo alemán “mann”  lesagregaban “man”. Se contaba que a cambio de alguna retri- bución monetariaobtenían apellidos atractivos como “Goldberg ”  (montaña de oro), “Rosenthal” (Valle de rosas), etc.

Los apellidos búlgaros, generalmente se forman con el nombre del padre y delabuelo agregándoseles el sufijo “ov ”, o “ev ”. Las terminaciones “off ”  y “eff ” provienen de la influencia de la lengua francesa. En Bulgaria extendían pasaportesen forma bilingüe, francés y búlgaro. Por esta razón la mayoría de los búlgaros queresiden en el extranjero tienen apellidos con dos “f ”, como el caso de mi salvador enParís, el Arq. David Davidoff.

Con todo, yo no sabía aún el origen de mi apellido ni qué significaba “Koralsky ”. Años después, estando de vacaciones en Córdoba conocí a un fotógrafo búlgaro, Varban Dimitrov. “ Usted, ingeniero, tiene lindo apellido.”  “  ¿Por qué? ” , le pregunté. “ Tengo unlibro de historia de Bulgaria, escrita por un autor ruso que puntualiza los diversos pueblos quehabitaron en tiempos remotos el actual territorio búlgaro. Menciona que a Ovidio, el poeta romano,al exiliarse en el siglo I lo hospedaron los gobernantes de ‘ Corales ’  , un pueblo situado en el nordeste

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de Bulgaria entre los Balcanes, el Danubio y el Mar Negro” . Entonces entendí que cuando loseslavos invaden aquella zona hacen referencia a la familia feudal a la cual llaman“Coralsky ”, o sea, los que dominan o gobiernan a los “Corales”. De igual modo, por

ejemplo, quienes dominan los Balcanes se apellidan Balcansky, etcétera. En elidioma de mi país “sky ”  señala título de nobleza, a tal punto que el rey búlgaroSimeón II, en el exilio, y sus hijos, llevan como título una de las antiguas capitalesde Bulgaria. Por ejemplo Tarnovo es “ Tarnovsky ”. Esos apellidos son muy raros, nosólo en Bulgaria sino en los demás países de lengua eslava, como el granChaikovsky, por ser graf (duque). Mientras que los polacos en un 80% tienenapellidos que terminan con “ski”.Repito que mientras estaba en Europa nunca nadie me preguntó si era judío. Nisiquiera en Alemania bajo los nazis, como ya mecioné ni siquiera en la Gestapo

cuando fui a registrarme como estudiante, para recibir cupones para alimentos. Sinembargo, al venir a la Argentina, dos por tres recibo esa pregunta. Está claro que espor mi apellido que termina con sky. Muchas veces, al escuchar mi apellido, sin queme pregunten, me siento como observado o sospechado. Y no faltan algunos quepor atrás y por debajo largan algún insulto. No es no- vedad que cada día en elmundo hay más antisemitismo por distintas razones, y en especial por el trágicoproblema del pueblo palestino, frente al poderoso Estado israelí. Si se sigue así,hasta mis descendientes pueden sufrir algún tipo de persecución muy injustificada.

CON LA DISTINGUIDA SEÑORA EVA PERÓN

 Al llegar a Tucumán, en la Caja Popular me designaron como director técnico de laconstrucción del barrio “Eva Perón”. No bien puse los pies en la obra, mi ánimocayó al suelo. Venía con la i lusión de encarar obras civiles de envergadura. En lugar deingeniero tuve la sensación de que me asignaban tareas de capataz. Me di cuenta dela trampa en la que había caído por despreciar la materia Construcción de Viviendas.Como si la providencia se burlaba de mí. Estaba frente a una tremenda realidad, una

prueba humillante del destino. Tanto título universitario y no tenía ni idea pordónde empezar.Existían dos alternativas: simular ser un gran ingeniero y mirar las cosas por

arriba del hombro, dejando la responsabilidad al capataz y esperar que pasara eltiempo o, muy a pesar mío, hacer frente a la situación y cumplir con mi obligaciónde la mejor manera posible. Opté por esta alternativa. El capataz de la obra, deapellido López, daba la impresión de saber mucho y resolví recurrir a él. Dobleguépues el orgullo. Le expliqué con toda sinceridad que de esa clase de tareas carecía enabsoluto de experiencia y que nunca había tenido interés en aprenderlas. En los

primeros días recorría la obra con él, observaba a la gente trabajar y hacía preguntassobre todo lo que me inquietaba. Mis consultas sin duda lo satisfacían, porque le

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otorgaba importancia. Poco a poco fui enterándome de todo.Indagaba a los albañiles, comparaba respuestas y extraía conclusiones. Luego de

un mes podía ufanarme de que nada había en la obra que no conociera al detalle.

En verdad, la escuela de la vida recién empezaba para mí. A mediados del mes de agosto de 1948 la urgencia vino inesperadamente. Fuinotificado de que la obra debía terminarse para el 17 de octubre – el día de la lealtadperonista – . El gobernador, mayor Domínguez, había invitado a la señora de Perónpara inaugurar el barrio que llevaba su nombre y al parecer había conseguido dinero.Mi sorpresa fue enorme. En ningún momento fui consultado sobre el estado de laobra. En un año se había realizado un 50% de la obra, escaseaba el dinero, y ahora, endos meses, debía realizarse la parte restante con un sinnúmero de detalles yterminación de obras auxiliares, calles, veredas, verjas, etcétera.

Debía elaborar un listado minucioso de los trabajos a realizar. No descansé hastaconfeccionar una planilla de las tareas y el tiempo que llevaría cada una. Para esatarea sí había estudiado y estaba preparado en la Politécnica. El objetivo: no perderuna hora de tiempo y avanzar paralelamente en todos los trabajos. Cada semanarealizaba reajustes en las planillas de la planificación. Se trabajaba en dos turnos ycon muchas horas extras. Su distribución y supervisión era un serio problema.Dedicaba todo mi tiempo a los trabajos y no descansaba, aunque no percibía ningúnpago adicional. Pensaba sólo en mi obligación y amor propio de terminar la obra. Loque parecía imposible, concluyó en el plazo fijado, con detalles, pinturas y hastacanteros de flores.

El 17 de octubre llegó la distinguida señora Eva Duarte de Perón a inaugurar elbarrio. La gente se aproximaba a ella y la besaba en las mejillas. Cuando tocó miturno respetuosamente le extendí la mano con una reverencia, pero los empujones dela gente me impidieron besarle la mano, como era costumbre en Europa. Junto a ella ylas autoridades, recorrimos las viviendas. Semejaba una autómata, aquella mujer noabría la boca. En cuanto a mí, me esmeré en explicar los detalles, pero al instante caíen la cuenta de que ella caminaba y miraba sin escuchar a nadie. Su rostro estabaavejentado, cansado, pálido, como el de un maniquí. Al poco tiempo supe que era víctima de una enfermedad incurable: el cáncer

En definitiva, el barrio “Eva Perón”  costó tres veces más de lo que corres-pondía al haberse prolongado innecesariamente tanto tiempo por falta de fondos,jornales improductivos y, después, por horas extras a mansalva por el imperiosoapuro. El gobierno peronista había ya gastado la riqueza acumulada durante laguerra, por lo que nos despidieron.

Después de buscar trabajo durante varios meses, finalmente encontré empleocomo técnico en la Municipalidad de Tucumán; sin embargo al cambiar el inten-

dente, en 1949, me despidieron porque no estaba afiliado al partido peronista. Paraentonces había conocido a mi esposa y habíamos fijado la fecha de casa- miento parasetiembre de 1950 (llamado por el Gral. Perón, “ Año del Libertador Gral. San

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Martín” ); sin embargo, mis pocos ahorros se agotaron pronto.Un compatriota me había prestado una vieja bicicleta con la cual, para sub- sistir,

debía pedalear durante horas cada día buscando trabajos de cálculo en empresas,

aunque fueran de poca monta.Mi situación se agravó aún más al nacer mi primer hijo. Muchas veces no mealcanzaba el dinero para comprar la comida que necesitábamos. Vivíamos lejos delcentro, por lo que en los días de lluvia, a causa de las inundaciones, no podíamosllegar a nuestra humilde casa. Tan escasa era la situación en la construcción que a veces lamentaba no haberme ido a otro país, o no haber sido un obrero rudo quequizás podía conseguir más fácilmente trabajo, aunque fuera de changarín.En enero de 1953 nació mi hija. Con eso, mi situación, nada menos que a cincoaños de haber llegado a este gran país, se tornó aún peor. En Europa, en Alemania y

en Francia pasé hambre pero estaba solo: ahora éramos cuatro víctimas. Estabapobre, desesperado y sin salida. Pero me había olvidado de que soy un “Querido porDios” y que Él no me iba a dejar llegar al colapso total.

LA SUERTE ME SONRIÓ DE NUEVO UN VIEJO JUDÍO ME SALVÓ

 A fines de junio de 1953, en la esquina de 25 de Mayo y San Martín, en SanMiguel de Tucumán, frente a la Casa de Gobierno, funcionaba un negocio de ventas

de comestibles y tienda, una especie de supermercado; era un antiguo edi- ficio de dosplantas muy altas. Fui allí a comprar algunos víveres y me apersoné al propietario a finde obtener algún descuento, ya que el dinero no me alcanzaba. Manuel Miranda eraun hombre extravertido, conversador. Cuando supo que era ingeniero recibido en Alemania y que había real izado los cálculos de hormigón del edificio más alto que seconstruyó en Tucumán, la Caja de Previsión Social, me pidió asesoramiento. Queríaabrir una puerta en una pared que dividía el gran salón de la esquina de otro acontinuación, sobre la calle 25 de Mayo. Los ingenieros que había consultado leadvirtieron que esa apertura era demasiado riesgosa por la pesada carga de arriba.

“  En absoluto” , respondí.Le expliqué entonces cómo debía procederse. Le señalé que algunos ladrillos de laparte superior se aflojarían y caerían, pero que una abertura de 90 cm no crearíaproblemas ya que la carga se distribuye en los costados, por la altura de la pared, yque no era necesario tomar ninguna prevención. Su cara se llenó de satisfacción.Quiso retribuir el asesoramiento. Me negué a recibir dinero por algo que carecía deimportancia. Surgió entonces un comentario: se encontraba desde hacía tiempo entratativas con gente de Buenos Aires para concretar la remodelación del edificio. Setrataba de una gran empresa de confecciones y ventas de trajes para hombres,

conocida como las famosas “noventa medidas de Suixtil”, que había sido unasubsidiaria de Sudamtex. Cuando quise pagar y llevar la poca cosa que habíaseparado, el agradecido Sr. Miranda me dijo que él me lo iba a enviar. Al anochecer,

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cuando llegué a mi domicilio, me esperaba un canasto colmado de una generosa variedad de alimentos. Confieso que, desde hacía tiempo, en casa no entraba ni losuficiente siquiera para comer.

 A las pocas semanas, recibí la visita del Señor Miranda. Habían llegado a Tucumánlos directivos de la Empresa Suixtil acompañados de los proyectistas responsablesde las remodelaciones que efectuaban en todas las sucursales del país. Con losplanos en mano, me explicaron las reformas que pensaban realizar. Luego deescucharlos, advertí sobre los peligros y riesgos de derrumbes que corrían.“Precisamente, por eso recurrimos a usted  – respondieron – , pues escuchamoselogiosos informes del señor Miranda.” En realidad la reforma era integral. Estabaprevisto demoler una gran parte y modernizar al máximo el edificio. Esbocé esamisma tarde un cronograma según yo estimaba debía proce- derse, con lo quequedaron bien impresionados. Surgió allí mismo una invitación para viajar a Buenos

 Aires cuanto antes, no sin dejarme material técnico, para estudiarlo en detalle.Debía buscar dinero para el viaje. Una semana después el directorio encabezado porsu presidente, el señor Salomón Rudman, mi salvador, me aguardaba a la horaconvenida en la casa central, ubicada en la calle Moreno1475 de la Capital Federal. 

Me invitaron a visitar las instalaciones. En todos los sectores contaban con aire acondicionado. Era un espectáculo observar cientos de máquinas auto- máticas. Unas cortaban varios moldes a la vez, y otras cosían prendas de vestir siguiendo varias filas de cadenas. Expresé mi sorpresa y felicitaciones por lo que 

 veía. El señor Rudman, en un amable gesto, dio instrucciones para que trajesen un muestrario para elegir la tela, que tomaran las medidas y me confeccionaran un traje. Era mediodía. Como demostración del poderío empresarial y al mismo tiempo de su sencillez, me invitaron a almorzar en un moderno comedor junto a los obreros. Por segunda vez en mi vida comía en un ambiente similar, aunque bajo circunstancias muy diferentes. La primera había sido en la bombardeada fábrica de aviones nazis en Braunschweig. 

 Al volver a las oficinas, el Sr. Rudman me ofreció que yo realizara la obra. “ Yo sólo la puedo dirigir, pero no realizarla – le dije – , ya que no poseo empresa constructora, no ten-   go personal, ni herramientas, y menos capital .”  “ Habiendo dinero – dijo el buen hombre  –  , todo 

el resto se arregla fácil .”   Acto seguido el presidente ordenó que me prepararan dos cheques como adelanto, cantidad que hoy equivaldría a más de 80.000 dólares.  A cambio firmé solamente un recibo que decía: “ A cuenta de trabajos de remo- delaciones...” No podía creer lo que tenía en mis manos. Durante toda la tarde me dediqué con los proyectistas a estudiar cada uno de los detalles constructivos. Cuando retorné al hotel, al anochecer, dos trajes de finísimos casimires estaban aguardándome en la habitación con una tarjeta: “Obsequio de Suixtil S.A.” 

 Al recostarme a descansar recordé todo lo que había sufrido en mi vida: des- de chico, como huérfano, los escasos recursos; las amenazas de muerte de los 

implacables bombardeos sobre Alemania; el terror vivido en mi patria bajo los soviéticos; el hambre demencial en Francia y mis sufrimientos en la nueva patria; sin darme cuenta, copiosas lágrimas se escurrían por mis mejillas. 

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INICIO DE LA CARRERA EMPRESARIAL

 –DE INTERÉS PARA TÉCNICOS – 

 Al volver a Tucumán, recurrí sin perder tiempo a un viejo contratista dealbañilería: don Caputo, un italiano de hierro. Contaba con andamios yherramientas necesarias. Le pedí presupuesto detallado de los trabajos de albañileríaque él realizaría. Para los restantes rubros me proporcionó direcciones de gente enquien podía confiar. Además de los posibles imprevistos, había tres tareas quemerecían ser estudiadas con mayor detenimiento. La demolición de la ochavacurvada que sobresalía en la esquina, de doce metros de altura, y su reconstruc- ción

reglamentaria; la demolición de la pared de los frentes, de 45 centímetros deespesor, donde estaba embutida la marquesina que bordeaba al edificio por las doscalles; y por último, el trabajo más inquietante, la abertura de un vano de nuevemetros de largo en la pared donde el señor Miranda abrió un vano de90 cm. Ahora la abertura debía ser diez veces mayor. El largo total de la pared erade 20 metros, 12 metros de alto con dos entrepisos que apoyaban allí más un tanquede hormigón, en la terraza, de 20.000 litros de agua.

 A los pocos días arribó a Tucumán el presidente de Suixtil acompañado dedirectivos y proyectistas. En una reunión preliminar le presenté el presupuesto de

todas las demoliciones y los trabajos a realizar referidos a la mampostería, revo- ques,yesería, pisos, azulejos, carpinterías, etc., quedando otros para el transcurso de la obra.Sus técnicos hicieron cotejos de precios con las cotizaciones que ma- nejaban deotras sucursales, mientras movían positivamente la cabeza. Rudman, que esperabadiscutirlos, debió bajar la guardia no sin antes sacar alguna ventaja: “  Acepto, ingeniero, pero a cambio de firmar un contrato especificando que la obra debe concluirse en tres meses y medio” .Se me hizo un nudo en la garganta; pretendí ensayar una moderada protesta, peromi mandante movió negativamente la cabeza: “ Antes de fin de año abriremos lasucursal”, lo que significaba que para esa fecha la casa Ñaró, como se llamaría lasucursal, debería estar instalada con toda la mercadería e inaugurada. Esa noche al ir acenar, no bien nos acomodamos en una mesa, el presidente sacó un billeteequivalente a veinte dólares y lo introdujo en el bolsillo del mozo. Quedédesconcertado al ver el dinero con que se movía.En los frentes del edificio existían pesadas columnas de hierro dentro de lamampostería. Apuntalé la marquesina y fui demoliendo por sectores el gruesomuro, quedando la misma suspendida en el aire sobre los puntales. Soldé, luego, bajoella una planchuela gruesa en las columnas situadas cada cuatro metros. Soldéademás tensores con torniquetas sobre las columnas a 45º de inclinación, los amarréen el extremo de la marquesina en forma de gancho y hormigoneé los boquetesabiertos. Siete días después ajustaba las torniquetas y saqué todos los puntales; conpocos gastos la marquesina quedó intacta, totalmente en el aire, hasta el día de hoy.

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Esa fácil solución, además de aportarme una ganancia apreciada suscitó lacuriosidad de los colegas y la sorpresa de los directivos de Suixtil.

Para que las tareas avanzaran rápido, organicé dos turnos. Para controlar todo

debía estar 15 horas en la obra. Si bien estaba ya en condiciones de adquirir un vehículo, me conformé con una vieja motocicleta.Los trabajos de yesería exigían tiempo y buen gusto, pues incluían cielos rasos

suspendidos y además, extensas y paralelas galerías con luces embutidas; porches enlas entradas con techos hexagonales y gargantas con diferentes relieves, etcétera. Paraeste propósito se confeccionaron un sinfín de moldes, hasta lograr los adecuados.En el gran salón de la planta baja se construyó un andamio a un metro y medio delpiso. Los puntales que lo sostenían eran colocados según acostumbraban los yeseroscuando trabajaban en superficies menores. El caso es que cuando trabajaban losoperarios y empujaban los moldes pesados observé que el andamiaje se movía. Pedí adon Caputo que fuera con su personal para reforzarlos convenientemente. Eltestarudo tano pretendía tranquilizarme: “Ingeniero  – decía – , no se aflija”. Unatarde, cuando caminaba bajo el andamio, examinando como debía reforzarse, mellamaron desde la calle. No alcancé a poner los pies en la vereda y el pesado andamioen pleno se desplomó. Tras ello se levantó una polvareda mayúscula del colchón deyeso seco acumulado sobre el inmenso andamio y el caído sobre el piso. El polvo,después de saturar el edificio, llegó a las calles y provocó corridas de la gentecreyendo que el edificio se había derrumbado.

Los yeseros se desplomaron junto a los tablones y por suerte, debido a la poca

altura, no hubo desgracias que lamentar, salvo golpes insignificantes. Quien salvó porcinco providenciales segundos la vida, fui yo.

 A partir de entonces fui inflexible con las órdenes, aunque me tildaran de de-masiado exigente. A propósito, me permito un consejo: “Para saber mandar, hay quesaber hacer”. De todos modos, si mandamos, que sea con mesura, porque el que sehace temer, se hace odiar.

Sin mayores alternativas proseguí la obra con ritmo acelerado. Tres días antes delplazo establecido, tuve en mis manos las llaves de la flamante sucursal Ñaró deSuixtil en Tucumán. La inauguración, consecuentemente, se realizó en la fecha

prefijada. Por aquellos tiempos, constituyó un verdadero acontecimiento comercialen nuestra ciudad, realzado con una brillante recepción. Al Sr. Rudman no lo olvidaréjamás, fue un padre para mí. Además de dinero, había ganado una gran experiencia yprestigio en mi primera incursión empresarial.Un año después recibí una triste noticia. El gran empresario Rudman se endeudópeligrosamente, el país no le respondió y terminó suicidándose. Fue en la segundapresidencia de Perón.

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experiencias de sus propios negocios y estas distracciones me producían respirosmomentáneos; luego re- anudaba con mayor vigor la carga. Mi corazón se aceleraba,a punto de explotar. Imperiosamente yo debía hablar y no tenía la seguridad de que

mi voz me res pondiese; por lo cual resolví guardar silencio todo el tiempo que sepudiera.Rogaba que jamás concluyera mi acusador. Cuando lo hizo, humildemente 

repliqué: “ Continúe, don Oscar, diga todo lo que tiene en mente ” . Don Oscar se sentía un magnífico orador y el vocero de todos. A esa altura, yo no asimilaba los golpes del despiadado fiscal. Estaba desarmado y moribundo, pero sentí alivio al notar que los restantes vecinos evidenciaban cansancio, ya que él solo hablaba y mo- nopolizaba la reunión. Comencé a revivir y respirar. 

 Al terminar mi acusador, ensayé una justificación: o sea, que subsanaría cuanto antes las molestias ocasionadas. Pero al parecer nadie prestó atención pues todos se levantaban, con lo que abruptamente se terminó la reunión. Me quedé solo. Reflexioné sobre una antigua máxima: “Hablar es oro pero callar es brillante”. Me provocó aquella reunión un grado de excitación tan pronunciado que sufrí insomnios. Decidí no dar más lugar a quejas como aquellas ni come- ter el error de entregar departamentos en un edificio inconcluso. Pero la mejor lección fue escuchar primero a mi adversario para recién esgrimir mi defensa. Experiencia que me permitió salir de no pocas dificultades. 

EDIFICIO “LIBERTAD”, DOBLEMENTE DEFRAUDADO 

Por suerte concluí el edificio “ Victoria”  con gran sacrificio y sin recurrir acréditos bancarios de los cuales me abstenía por temor de endeudarme. Con suterminación puse en evidencia mi capacidad empresarial. El directorio del BancoComercial de Tucumán, con su presidente, me visitaron para conocerme perso-nalmente y ofrecer los créditos que necesitara. El dinero provenía de su carterareciente de ahorro y préstamo, sin obligación de aportes por mi parte.

Me entusiasmó con el ofrecimiento y adquirí un terreno frente a la Plaza Inde-pendencia, en la misma vereda a metros de la Casa de Gobierno de Tucumán dondelevanté el edificio “Libertad”. Para este proyecto conseguí autorización para levan- taronce pisos de altura. A partir de allí quedé atado para siempre a Tucumán. A pesar de la experiencia adquirida como empresario, por ser muy confiado, tuveuna importante pérdida de dinero y una gran desilusión. Por compra de materiales aprecio “muy conveniente”  entregué grandes sumas de dinero a un compatriotabúlgaro que todavía no conocía y a un colega mío de la colectividad israelita que yaconocía. Sin embargo, me vi amargamente defraudado. El pri- mero se fugó del paístras haber “sorprendido” a unos cuantos, y el segundo se presentó en convocatoriade acreedores, estafando a varios como yo que habían creído en él. A causa de eso la

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U.N.T. exhibe un título debidamente legalizado, su validez es automática y asume los mismos  derechos que los otorgados a los ingenieros alemanes ” . con dolor me di cuenta de que era discriminado en mi nueva patria. Fui a entrevistar al entonces rector, Ing. 

Eugenio Virla, quien admiraba mi progreso y me prometió ocuparse personal- mente del caso. Además a mis edificios en construcción llevaban a los estudiantes de ingeniería para ver cómo se construía un edificio alto. 

Los trámites eran largos y tortuosos. Por un lado algunos profesores sin duda me miraban con recelo por el gran éxito y admiración que conseguí en Tucumán,  al parecer, tampoco les gustaba mi apellido; era una verdadera discriminación. Encima de todo, a los filocomunistas no les gustaba saber que me había graduado en Alemania, estudiado bajo los nazis, y escapado del paraíso soviético. Hasta buscaban trabas en los programas de los estudios en Alemania. 

Por último resultó que los estudios realizados en la alta politécnica bastaban y superaban las locales, pero debía equiparar mis estudios secundarios con los nacionales. Se incluía entre ellos lengua española, historia y geografía argentina, ingeniería legal e instrucción cívica. Como no contaba con tiempo suficiente durante el día, contraté a profesores para estudiar en mi oficina después de las horas de trabajo. Por lo general cerraba los ojos y escuchaba en silencio. En ocasiones, al estar cansado, me arrojaba sobre la alfombra del piso. El profesor a veces me interrogaba: “  ¿Ingeniero, se ha dormido? ”  “  No, le contestaba, prosiga que  lo escucho atentamente .”  Formulaba preguntas de modo que además de recibir in- 

formaciones demostraba que estaba atento y no dormido. Eso se repitió durante  varios meses. Más aún, al ir de veraneo con mi familia, estudiaba todos los días.  Al fijarse las fechas de los exámenes uno tras otro, que debía rendir, los aprobé sin dificultades. 

Siempre recuerdo cuando el profesor Gustavo Bravo Figueroa, profesor de literatura, me dio como tema escrito en castellano: “El viento blanco”, según el relato de Juan Carlos Dávalos. Al entregar el escrito le observé: “  Quizás, profesor,  yo debería saber de esto más que Ud. y quizás que el mismo autor, porque viví y sufrí estas  experiencias durante muchos años ” . En efecto, recién en el año 1964, o sea 16 años 

después de llegar en la Argentina después de arduas, cansadoras e ininterrum- pidas peregrinaciones conseguí que me otorgaran la reválida de mi título como ingeniero civil. Con eso tengo dos diplomas. Y con toda seguridad soy uno de muy pocos que ha revalidado su título de Alemania.

EL VIAJE A ESTADOS UNIDOS

Después de ese largo y penoso esfuerzo para revalidar mi título y poderfirmar los planos de los edificios que proyectaba, calculaba y construía, pensé que

merecía un descanso. En 1964 viajé con una excursión a la World Fair (ex- posicióninternacional) en Nueva York. Pasamos por la inolvidable Florida, la antiguaprovincia de pantanos del sur de EE.UU. y, desde hace décadas, uno de los estados

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más ricos y prósperos de la Unión. La exposición era realmente un evento de lo másextraordinario, una síntesis de los grandes adelantos obtenidos y la ciencia ficción delfuturo; mucho de lo que ahí se mostraba se hizo luego realidad.

Había stands y pabellones de los países más remotos de la tierra. Quizás lo quemás me quedó grabado fue el pabellón de la Logia Masónica Internacional. Cerca dela entrada vimos la impactante réplica del templo de Salomón realizado en mármolblanco. Algunos preguntaron a qué se debe el Templo de Salomón en esa organizaciónmundial. Todos esperábamos una aclaración satisfactoria, pero el funcionario pasó aotro tema. Penetramos sin tardar. Arriba de la redonda sala estaban los retratos de lospresidentes norteamericanos. Nos explicaron que todos los presidentes hasta aquelmomento habían pertenecido a esa organización, salvo los tres que faltaban: los de John Kennedy y Abraham Lincoln y el restante, que no tengo presente, que murieron

asesinados. Esto demuestra lo influyente que es mundialmente esa poderosaorganización que sin duda planifica el futuro de la humanidad al salir de allí más deuno se preguntaba qué tiene que ver el símbolo judío y otros mal pensadospreguntaban quién ordenó los asesinatos de los presidentes ausentes.

Como ingeniero vi con gran interés los grandes adelantos técnicos, no sólo delgenio inventivo americano sino también de su gigantesca industria y potenciaeconómica. Era realmente algo admirable.

DE MIS AMIGOS JUDÍOS

Como ya mencioné, desde chico tuve buena relación con gente de esa colec-tividad en la ciudad departamental de mi pueblo. El diario búlgaro 24 horas del2 de septiembre de 2002 con grandes letras titula: “Cien casamientos de judíos pormes en Varna, la bella ciudad de nuestras playas del Mar Negro”. Los recién casadosprovienen de los países vecinos, especialmente de Israel, debido a las excelentesrecepciones que se le brindan en Bulgaria.

 Al llegar a la Argentina la gran mayoría de mis amigos, así como mis clientes, eran

también de esa colectividad. Además me entendía mejor con ellos en algu- no de losidiomas que yo aprendí... y muy especialmente porque pronunciaban correctamentemi difícil apellido y no me hacían las preguntas que ya mencioné. Aunque la lista esmuy grande, todavía me acuerdo de algunos, como el Ing. Rodolfo Mochkovsky,director de la empresa Zollazo Hnos., del que aprendí cómo tratar a los operarios delas obras en construcción y desenvolverme como empresario. Con mi queridodentista, que fue el Dr. Samuel Scaliter, con quien un día, conversando frente a sucasa, después de la muerte de la Sra. Eva Pe- rón, pasaron dos tipos fornidos y al verque no teníamos las escarapelas negras se dieron vuelta y escupieron en nuestros

pies. No tengo más que palabras de agradecimiento al Sr. Rudman, de Suixtil, paraquien construí mi primera obra, ayudándome como un padre; lo mismo que al Sr.Salomón Dimon, como tam- bién a Santiago Kohn. Tanto el uno como el otro

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confiaron en transferir a mi nombre sus valiosas propiedades con sólo prometerlespor un simple escrito que les entregaría los salones en la planta baja de los edificiosque construía. Con mi educación búlgara y alemana, cumplí mis compromisos

impecablemente.Para no entrar en más detalles me quiero referir en especial a un entrañableamigo que fue el Sr. Salomón Henquin, hombre ya de cierta edad, jubilado comodirector de correo y telecomunicaciones de Tucumán. Durante años nos encon-tramos cada tanto para charlar. Sin embargo, al construir el Edificio “Libertad”,frente a la plaza Independencia de Tucumán, nuestras reuniones eran un ritual. Todos los días durante dos años, a las 14 horas el Sr. Henquin infaliblemente sesentaba en un banco en la plaza, frente a la obra, y pacientemente, esperaba que yosubiera y bajara del edificio para ir a tomar un café en el único bar que había sobre la

calle 24 de Setiembre. Lo notable era que a pesar de la diferencia de edad nosentendíamos a las mil maravillas.Durante todo el año, verano e invierno, el Sr. Henquin vestía a la perfección contraje oscuro, chaleco, camisa blanca y corbata. Para hacer honor a su origen nofaltaban los exquisitos broches, anillos y reloj de oro. Se expresaba de forma clara,ceremonial, por haber sido miembro de la Logia Masónica de Tucumán con elgrado nada menos que 32, como él mismo una tarde me confesó, hacia quienguardo un cariñoso recuerdo. Del excelente amigo Sr. Henquin aprendí muchosconsejos, como de un padre, por eso nunca me olvidaré de él. Siempre suena en mis

oídos su expresión con una gran emoción: “ Ingeniero, a Ud. los judíos deben levantarle unmonumento” ; “  ¿Por qué ?” , le pregunté, “ Porque muchos creen que Ud. es judío y porque Ud tieneuna maravillosa conducta que muchos de ellos no tienen ” .  Tampoco puedo olvidarme, entreotros, del Sr. Sisack, que me atendía con suma deferencia en el Banco de la Provinciade Tucumán y me daba útiles consejos.

Es interesante remarcar que si se considera que Argentina es el tercer país delmundo en cuanto a la cantidad de habitantes de esta religión, también es notable quesea el país donde más búlgaros viven fuera de Bulgaria.

Habiendo tenido un 90% de mis amigos de esa colectividad, me duele men-

cionar algo como el caso del ex Banco Mayo, que compró con préstamos del BancoCentral otros varios bancos de la misma colectividad que, curiosamente, se habíanpresentado en quiebra de la misma manera y al mismo tiempo, y cerraron suspuertas embolsando grandes cantidades de dinero en plazo fijo que desaparecieronimpunemente ¿con el ingenuo pretexto de préstamos incobrables de supuestosdeudores? El señor presidente del Banco Mayo por entonces distinguido señorRubén Beraja, vino a Tucumán e hizo una conferencia con un agasajo. Al mismofui invitado yo también y, al darle la mano, aproveché para agradecerlepersonalmente por haber adquirido el Banco Noar, donde yo quedé atrapado con80.000 dólares. Al hacer alarde de su poderío y del respaldo del Banco Central,muchos le creímos, máxime sabiendo que este tan distinguido señor era presidentede la DAIA, de máximo nivel social y cultural; aumenté mis depósitos porque nunca

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creí que después de poseer esa posición social y tener tanto flujo de dinero en plazofijo, un día también ese dinero desaparecería y cerraría las puertas del Banco Mayojunto con todos los bancos y sus sucursales adquiridas, según la prensa 184; pero la

justicia es demasiado lenta en esos casos y a veces, habiendo tanto dinero, todo sediluye y desaparece.No quisiera pasar por alto un especial agradecimiento a dos queridos amigos. Al

profesor Dr. David Lagmanivich, quien me aconsejó que escribiera este libro conrelatos separados, para facilitar una lectura más ágil.

 También al distinguido escritor Bernardo Ezequiel Koremblit, le hago llegar misincero agradecimiento por los elogios y afectuosos conceptos vertidos en el prólogo.La lista de mis amigos es larga, de modo que pido que me disculpen los muchos queno menciono. Únicamente que no puedo olvidarme de una persona muy especial, conla que nos apreciamos mucho mutuamente: el “contador atleta” Efraín Wachs, quien alos 85 años fue campeón regional, nacional e internacional como corredor a distintasdistancias y en todo terreno.

De esta colectividad aprendí algo muy sabio: “Si no tienes lo que quieres, quiere loque tienes”, así tu vida será mucho más pasadera y a la larga triunfarás.

MIS HIJOS, DANTE Y VICTORIA (CONSEJO PARA PADRES)

Mientras construía grandes edificios tuve felicitaciones de mucha gente. Meemocionaba recibir llamadas telefónicas de muchachos que yo no conocía, yposiblemente animados por sus padres me decían que cuando fueran grandes queríanser triunfadores como yo. Mucha gente en la calle me felicitaba. Sin embargo, es- tabatambién la otra cara de la moneda... Por entonces, dedicaba todo mi tiempo a laempresa. Había demasiadas cosas por hacer y compromisos que cumplir. Mi hijo fuecreciendo sin tener mi adecuada compañía; compartía su tiempo con los compañeros

del colegio o bien con los muchachos vecinos. Tarde me di cuenta de que Dante pocoa poco estaba distanciándose de mí y no entendía los motivos. Al parecer en las casasde sus compañeros comentarían que “el gringo Koralsky ” era rico, que ganaba muchodinero, lo cual se traducía, no en admiración  – como suele suceder en los pueblosavanzados –  sino en la maldita envidia.

Nunca olvidaré una competencia automovilística que debía pasar por Tu-cumán. Encabezaba la carrera una volante sueca. Su llegada a la ciudad fueanunciada para las once de la mañana del día siguiente. Los chicos estabanenloquecidos por ir a verla. Con timidez, la noche anterior, Dante se acercó a mi

mesa de trabajo después de la cena, contándome que deseaba ver la carrera con suscompañeros del colegio. “ Vaya a verla, hijo, ¿cuál es el problema ?”   Me contó que losdemás chicos astutamente llevaban notas de sus padres de que faltarían a la escuela

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olvidar el dolor que me acompaña desde que tuvo un brutal accidente en la ruta,donde un conductor, viniendo de contramano, se metió bajo la camioneta de mi hijo,muriendo en el acto, mientras mi hijo que ya era arquitecto sufrió mucho antes de

reponerse de las múltiples golpes y fracturas.Mi hija Victoria nació un año y medio después que Dante. Desde chica estabaapegada a mí. Tenía pocas amigas y contrariamente a su hermano, al ir creciendo meacompañaba a todas partes. Siempre recuerdo que al comprar mi primer auto, un Opelusado, ella me acompañaba de noche para ir a guardarlo en un garage. Porcostumbre y diversión, al volver hacíamos carreras hasta la casa. Hice lo imposible yempecé a dedicar más tiempo a la familia. En los fines de semana paseábamos conmi esposa y los chicos por lo general en el parque. Era un placer sacarles fotografíasque aún conservo con cariño.

Es gracioso recordar que Victoria vivía destapándose de noche. No sabía cómoresolver ese problema, hasta que decidí atar la sábana en los dos costados de la cama.Era cómico verla, por la mañana, sólo con la cabecita afuera, le costaba esfuerzosalir. Como no podía atarla mientras se hallara despierta recurría a un truco: todaslas noches me sentaba en la cama al lado suyo para contarle cuentos hasta que sedormía.

 A medida que crecía se hacía cada día más simpática y bonita. La llevaba a casi todas las fiestas. Cuando integraba el directorio del Banco Empresario de Tucumán realizábamos cenas mensuales de camaradería de hombres solos. Llevé una vez a Victoria y se convirtió en la mascota del directorio. Lo malo fue que se casójoven y no tuvo suerte. Por razones obvias no quisiera entrar en mas detalle; sóloquisiera advertir a muchos padres que presten mucho cuidado con quien se casa suhija y máxime si es un abogado, peronista y político. Lo bueno es que me dio unahermosa nieta, Natalia Verónica. Por fin tuvo coraje de separarse; además quedó viuda. Agradezco a Dios por tenerla siempre al lado nuestro.

* * *

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puesto a permanecer sentado en la pista del aeropuerto hasta la llegada de algúnavión de Occidente. “  No quiero ver a mi patria. No quiero quedarme un solo minuto aquí. Bastade humillarme con sus malditas preguntas degradantes. No soy un reo ni un delincuente y no le

contestaré ninguna pregunta más. Soy un ciudadano argentino, un profesional, un empresario,hombre honesto y respetable .”  El miliciano me miraba con asombro; al concluir se levantó,dejándome solo en la habitación.

 Al mirar hacia afuera por un vidrio, distinguí a mis primos Teodoro y aDimitar, hijos de mi querido tío Jielu, que habían ido a esperarme. Ambos eranmilitantes del Partido Comunista; uno contador; el otro periodista. Permanecíanparados como estatuas en el hall central. Los miré, ellos hicieron lo mismo sinexpresión alguna, mudos e impotentes. Podían haberme matado delante de ellos yno hubieran abierto la boca. Al rato apareció otro inquisidor, al parecer, el jefe.

Empezó con el mismo interrogatorio. Me mantuve de pie y a la segunda preguntaexploté de nuevo; gritando y repitiendo que era argentino, y que ya no era búlgaro nilo deseaba ser. Si pensaban detenerme se arrepentirían, porque medio mundo sabíaque me hallaba en Bulgaria. Que la prensa europea se haría eco de mi secuestro yque alguien sería responsable del atropello que cometían. Además que ningúnbúlgaro que vive en el extranjero pisaría más suelo patrio. Cuando callé, elfuncionario, después de hojear repetidas veces el pasaporte sin saber qué hacer niqué preguntar, llamó para que le pusieran el sello de entrada al país. De allí mellevaron al hall en medio del cual estaban mis dos valijas en el suelo junto a dos

empleados de la aduana, parados a su lado.Me ordenaron abrir las maletas. Obedecí. Preguntaron qué llevaba: “Ropa yregalos”, respondí. Exigieron que mostrara el contenido para que ellos miraran.Contesté que ellos mismos lo vieran. Había perdido totalmente la serenidad y elmiedo. Ya delante de mis dos primos y del personal que miraba enmudecido detodas partes, envalentonado y en voz alta pregunté: “  ¿Ustedes no son acaso empleados de la Aduana y les pagan para revisar los equipajes? Aquí están las valijas abiertas, las revisan siquieren ” . Para desahogar la furia di una patada a cada una. Los aduaneros se mirabanentre sí sin saber qué hacer. La atmósfera era tensa, yo estaba descontrolado;

supongo que recibieron alguna señal, porque de repente se marcharon sin revisar.Con maletas en mano, me dirigí a mis primos, los abracé en silencio. Al salir del hallno pude aguantar más: “  Esto no es mi vieja patria sino una prisión ” . Mis pobres primos,dos horas antes habían reservado un taxi. El recorrido a la ciudad lo hice ensilencio, además estaba la presencia del taxista, que quién sabe si no era un espía.Fue una tensa bienvenida, una situación desgraciada, como si paradójicamente,después de veintidós años sin vernos, no tuviéramos nada que decirnos.

Mi primera preocupación fue preguntar si la República Argentina tenía Em-bajada allí, para quejarme por el mal trato recibido. “  No existe ninguna relación con la

 Argentina ” , informaron. Me sentí solo y desamparado. Al llegar a mi habitación con Teodoro, me contemplé en el espejo y me vi envejecido. Por primera vez vi canasen mis cabellos. Sentí una desesperante angustia. Era tarde, no quise comer ni

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momento, le preguntó: “  ¿Qué harías si el partido te entrega un revólver y ordena que disparesa tu tío? No podrías rehusarte. ¿No es verdad? ”   Doncho perdió el aspecto festivo,enmudeció, y creí descubrir en sus ojos el asomo de las lágrimas: Entonces

interrumpí el diálogo: “  Animo Doncho  – le dije – , eso nunca sucederá, todos saben que meencuentro en Bulgaria y no podría desaparecer así nomás. Además en su tiempo salí con pasaporte yvisas ” .

Mientras recorríamos el camino observé por todas partes una cantidad deconstrucciones nuevas. Llegamos a Karnobat, donde residía mi hermana, la ma- drede Doncho. Se habían reunido algunos parientes para recibirme. Fue, como era desuponer, un momento realmente inolvidable. Me llamó la atención que mi sobrinafuera jefe de manzana, según lo indicaba un cartel en el frente de su casa. Ella las vigilaba y controlaba a todas.

Por la noche, mientras dialogábamos a solas, mi hermana preguntó por qué mehabía arriesgado a regresar. Su hija intentó una seña para que se callara, lo que meobligó a preguntar qué sucedía. “  Existía una ley que condenaba a muerte a quienes habíansalido del país y no retornaron, pero fue derogada ” , se apresuró a aclarar mi sobrina. Latranquilidad recuperada desapareció. Recordé los inquisidores formularios recibidosaños atrás, de cuatro páginas, adonde el régimen soviético quería saber todo yamenazaba de muerte a los que no regresaban, y a pesar de la aseveración de nuestrosembajadores de que fuera una provocación escrita por los enemigos del comunismo,comprobé que eran auténticos. Advertí con curiosidad que los trabajos manuales enlos campos lo realizaban corpulentas mujeres. Los hombres  – según señaló miprimo –  estaban en el ejército, en la milicia, o bien trabajan en los campos, pero enlas máquinas.

UNA SORPRESA: NO RECONOCÍA MI PUEBLO NATAL

Desde Karnobat a Cherkovo hay veinte kilómetros. En mis tiempos de joven mellevaba varias horas recorrerlo, ya fuera en carro o caminando. No tenía el mismo

trazado. Me absorbía el paisaje. Se extendían ante nosotros los sembra- díos de loscoljós. Así también más y más construcciones nuevas. El adelanto era enorme. “ Aquíse trabaja duro”, aseveró Teodoro. Al entrar a un pueblo observé un letrero, pero elpícaro de mi primo me distrajo para que observara hacia el lado opuesto. De prontodetuvo la marcha ante varios campesinos. Cuando miré con detenimiento reconocíentre ellos a George, mi hermano, en compañía de sobrinos y familiares. A causa delpavimento, el recorrido me pareció cortísimo, por lo cual sospeché que se habíanadelantado para esperarme en otro pueblo. Bajé apresuradamente para saludar yabrazarlos sin dejar de reprocharles porque se habían molestado en llegar hasta allí.

Expresé mi aflicción por su regreso. Me miraron sin entender y cuando preguntécómo se llamaba ese pueblo empezaron a reír. Desorientado me di vuelta a mirarhasta ver el letrero que decía Cherkovo. Yo también empecé a reír. “  ¿No reconociste tu

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 pueblo?” , preguntó mi hermano. “  Es que descubro todo cambiado y de no ser por el letrerohabría pensado que no era el mío” . Lo que observaba era inédito, increíble. “  ¿Quiénconstruyó esto, acaso el Estado? ”  “  No  – respondió mi hermano – , ahora, igual que antes, cada

campesino construye su casa con sus propias manos y todos juntos construimos las obrascomunitarias.”  Las casas eran todas de dos plantas. Las calles principales de Cherkovoestaban pavimentadas y el cementerio viejo ya no existía.

En el régimen monárquico, cada campesino poseía su pequeño campo, su vivienda, animales para consumo de carne, leche y labranza de la tierra. Ahoraposeía únicamente su casa y el terreno a la vuelta. Perdieron sus tierras y todo lodemás; debían conformarse con ser simples empleados del Estado o, en su defecto,de las cooperativas administradas por dirigentes comunistas. Todavía se recordabala bonanza de la Segunda Guerra Mundial, cuando los productores vendían a buen

precio su producción, manejaban dinero, vivían cómodos, celebraban sus fiestas y sedivertían. Ahora, se trabajaba duro y la existencia era austera. Los feriadosnacionales los celebraban con grandes desfiles donde asistían todos. Sin embargo, elEstado no perdía nada, la gente después trabajaba el sábado o domingo venideros lashoras que habían perdido por el festejo.Los campesinos, acostumbrados al trabajo duro y a la laboriosidad, se adaptaron a lanueva situación y pese a los magros salarios no pasaban hambre. El mínimo tiempodisponible, después del empleo, lo aprovechaban en sus huertas en los terrenos queposeían desde tiempos pasados alrededor de sus casas. Compraban lo que no podían

producir ellos mismos. Aquellos que no manejaban adecuadamente la cuchara dealbañil, cortaban, quemaban ladrillos y hacían mezcla con la cal que ellos mismosquemaban. Caso contrario, servían de auxiliares a los más hábiles que levantabanparedes, hacían revoques, colocaban pisos, etcétera.

En las afueras de Cherkovo construyeron espaciosos galpones donde losagricultores guardaban los equipos de la granja colectiva. Observé una edificaciónde magnitud: era el granero, junto a otros galpones destinados a la cría de cerdos,aves de corral, etcétera. Para mí, que conocía los modestos pueblos y las humildesparcelas de campo, eso parecía una verdadera maravilla, pero era menester vivir allí

para comprenderla. “ Tuvimos una tarea demasiado dura, me confió uno de los dirigentesde la granja colectiva, pero así pudimos obtener el premio Cinta de Plata en el departamento deKarnobat .”  Claro está que el partido realizaba una férrea planificación y controlaba suejecución en forma estricta. Se prometía que una vez consolidada la economía, lapresión laboral y sus exigencias desaparecerían. Pero aquellos que creían en laspromesas comprobaban que el régimen era una clase privilegiada y opresora, unaelite y un pueblo sometido que debía trabajar hasta el fin de sus días.

Un hecho me entristeció sobremanera: el estado de abandono en que encontré laiglesia. La puerta de entrada sujeta con alambre, el techo de tejas destrozado por

piedras de manos anónimas. Nadie se atrevía a repararla. Por las rendijas observéque crecían malezas en su interior.Como mi madre falleció cuando me encontraba en Viena, decidí hacerle un

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tranquilidad. Deseaba visitar todo lo que pudiera y ver a la gente amiga, sobre todoa Dimiter Valev, de una familia muy adinerada, que tanto me ayudara en elsecundario; especialmente para poder abandonar el marxismo. Envié un pariente a

buscarlo, en la casa paterna o donde fuera, indicándole que me encontraría a las 21horas en el nuevo y gran hotel de la ciudad. Lo aguardé largo tiempo sin saber que Valev estaba esperándome afuera, porque entonces era un hotel para extranjeros yno se animó a entrar. Cuando salí a la calle divisé a un anciano que se acercabadespacio. Ni remotamente imaginé que fuera mi amigo Dimiter. Te- nía un añomenos que yo, pero a los 48 era un anciano desgarbado, deteriorado físicamente, decabellos totalmente blancos como algodón, rostro arrugado y voz temblorosa: “ Vatiu,bienvenido”, decía mientras me extendía sus manos. “¿Dimiter, sos vos?”. Conlágrimas y sumamente emocionado balbuceó “Sí, soy yo”. Nos abrazamos. Advertí

que no deseaba separarse y esperé que se desahogara. Lo invité al hall con elpropósito de que conversáramos.Mi viejo amigo no se animó a entrar. Su ropa tampoco era adecuada para el

brillo del espacioso hall. Se había graduado como profesor en Literatura y pese aello, se sentía un ciudadano de cuarta categoría porque de primera era la elite, desegunda los acomodados, de tercera el pueblo que trabajaba y por último, de cuarta,los considerados opositores, que recibían malos tratos, peores trabajos y míserospagos. Dimiter Valev, siendo joven y culto, había poseído talento suficiente comopara triunfar en la vida por sus propios medios. Le gustaba escribir y publicaba en el

diario local sobre historia y cultura búlgara de la Edad Media y Antigua. “ Te observomuy decaído” , manifesté. “ Sufrí muchísimo” , contestó, ahogado en lágrimas. “  A la llegadade los rusos y los comunistas al poder, perdimos nuestra casa, la invadió gente extraña; fuimosarrinconados en una habitación. Mis padres sufrieron la falta de alimentación, enfermedades ycarencia de medicamentos y murieron en la miseria. Me detuvieron infinidad de veces. Mearrestaban, me liberaban, volvían nuevamente a detenerme hasta el h arta z  go. Me casé y en elmatrimonio no me fue mejor. Nos separamos de hecho y judicialmente, pero como no pude conseguirdónde ubicarme tuve que compartir con ella la única habitación que poseía y la misma cama.Vatiu, es un infierno insoportable vivir con una persona a quien no se le dirige la palabra. No

tienes idea del grado de sufrimiento que significa. Mi desgracia se origina en el hecho de haber tenidoun padre conocido y de buena posición económica. Como sabían que no era comunista, por más quenunca abrí la boca tú conoces su slogan: “  Quién no está con nosotros, está contra nosotros ” .

No encontraba palabras que pudieran consolarlo o animarlo. No tenía res-puesta que dar a un ser querido que estaba en mis brazos, sumido en la desgracia. Meera absolutamente imposible hacer algo a favor de él y ayudarlo a aliviar sudesesperada situación. Hasta me arrepentí de haberlo arrancado de su letargoexistencial. No sabía cómo separarme de él. Me dolía el alma. Retorné otras veces aBulgaria y a pesar de mi aprecio, nunca intenté reencontrarlo. Quise pensar que

únicamente en otra existencia, encontraría la paz que tanto necesitaba.

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LA TEMIBLE FRONTERA ENTRE EL YUGO Y LA LIBERTAD

Durante mi segunda visita a Bulgaria, mi primo Teodoro, que todavía gozaba de cierta

libertad bajo el comunismo para viajar a los congresos internacionales, se ofreció aacompañarme (con su Fiat 600) hasta Viena. Al acercarnos a la frontera de Hungríacon Austria, en pleno campo abierto, encontramos una barrera custodiada porsoldados rusos. Nos revisaron la documentación y nos dejaron pasar. Al avanzarunos 500 metros, encontramos otra barrera más grande con soldados conametralladoras a cada lado del camino, donde nos revisaron minuciosamente otra vez.

Creíamos ingenuamente que todo había terminado. Sin embargo, más adelanteme asusté. Era un espectáculo aterrador observar una gran barrera, una gigantesca

muralla y bocas de ametralladoras que nos apuntaban de todas partes. A la izquierdahabía un respetable edificio; calculo que sería la comandancia. Todos los soldadosllevaban metralletas en sus manos; parecían listos para disparar. Se me revolvió elestómago. Creí que por allí no pasaríamos nunca. Los rusos, a pesar de ser nuestros viejos hermanos, se habían convertido en símbolo del terror.

Lo gracioso era que a ellos no les interesaba lo que había del otro lado de la altamuralla, es decir, Austria y el Occidente. Lo que temían era que se les escapara lagente de su “paraíso”, de la esclavitud comunista, porque se consideraban los futurosamos del mundo.

Nos rodearon, ordenando que nos bajáramos del vehículo. Se llevaron nuestradocumentación. Nos miraban como a delincuentes. Sumido en la desesperaciónobservé los enormes alambrados seguramente electrizados que se extendían a losdos lados del alto paredón. Por todas partes soldados con perros amaestrados paracazar, pero no animales de presa sino a seres humanos como nosotros. Sólo faltabauna señal y me habrían despedazado en sus garras.

Pusieron el auto en una fosa y lo revisaron minuciosamente junto con nuestroequipaje. Nos interrogaron todo lo que quisieron saber hasta que nos devolvieron ladocumentación y se levantaron lentamente las pesadas barreras. Inseguro, mi

primo preguntó: “  ¿Ya podemos partir? ” . Sin respuesta, subimos al auto y nosmarchamos.

En suelo austriaco un solo soldado estaba en la garita. Levantó la barrera, nosdio cordialmente la bienvenida, pidió los pasaportes, los selló, los devolvió yhaciendo la venia nos deseó un buen viaje. Sin ningún problema, cuando ano-checía, llegamos a la Viena Imperial.Mientras viajábamos me trasladé en el tiempo, cuando las radios de la BBC deLondres y de Moscú propalaban noticias que le convenían como la única verdad,pero no el traicionero arreglo que los aliados habían hecho con Stalin, entregándole

seis países de pueblos milenarios al terror de los soviets. Siempre me pregunto ¿porqué eran tan desalmados? Quienes programaban el futuro sin piedad, ¿no eran losgrandes capitalistas y sus aliados? Los estudiantes extranjeros habíamos leído en la

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prensa nazi de ese infame arreglo, pero claro, como no le teníamos confianza a losnazis, nunca creímos que pudiera ser cierto. Hoy “los aliados”  de nuevo con susagresiones preventivas siguen masacrando millones de personas, destruyendo países

enteros sin alma y sin piedad.

DE NUEVO CON EL DR. FÄRBER

Estaba ansioso por volver a ver a Alemania, que había dejado totalmentedestruida y esclavizada. Fue grande mi sorpresa al ver todo lo que se había cons-truido. Se había convertido en un país nuevo. Era evidente que aquel sacrificadopueblo había trabajado día y noche.

Fui a visitar a la inolvidable familia Färber, que ya no vivía en la mansión deGräfelfing. Alquilaba una decorosa casa en las afueras de la ciudad. Su hijo Arminhabía sobrevivido la guerra y se había graduado de médico y trabajaba en una ciudaden el norte de Bavaria. Sus dos hijas se habían casado con los oficialesnorteamericanos y se fueron a vivir allí. Después de la larga conversación de los“ viejos” y tristes momentos que vivimos me comía la curiosidad por preguntarle: “ Dr.Färber, Ud. que es un apolítico y antinazi, y bien informado, ¿es cierto que al final de los cálculos, losnazis han liquidado nada menos que 6.000.000 de judíos? ”  Él, ya viejito, pero todavía con suhabitual y ceremoniosa expresión me manifestó: “ Pero Herr Koralsky, quién puede tener los

números exactos de aquel desastre en los abandonados y desabastecidos campos de concentración llenosde desdichados prisioneros. Ud. sabe que el loco de Hitler nos metió en una descabellada guerra quenunca podríamos ganar. Él se pegó un tiro pero dejó al masacrado pueblo alemán por el suelo y derodillas. La comunidad hebrea, desde su poder en el mundo, necesitaba mucho dinero para levantarun nuevo Estado en el desierto de Palestina.  ¿Quién más que el derrotado pueblo alemán debía poner los cientos de miles de millones dedólares? ”   Pero fue aún más expresivo y un tanto alegórico al decirme: “ Vea, HerrKoralsky, todas las ventajas que los judíos han obtenido de la persecución que el estúpido Hitler les haocasionado por haberles metido en los improvisados campos de concentración porque el judaísmo le

declaró la guerra, más la destrucción y la nueva humillación y castigo que ha traído al pueblo alemán, junto con ellos debemos levantar un enorme monumento, pagado claro está por nosotros, con lainscripción arriba: ‘ Gracias Hitler por habernos perseguido’, y abajo: ‘  ¡Oh maldito Führer  – de laclase obrera  –  , nadie en el mundo entero ha ocasionado como tú tanta destrucción, muerte yhumillación a su propio pueblo, por empezar una guerra sin prepararse lo suficiente, por más razonesque tuviera! ’”  Después de eso, para no quedarme corto, yo le contesté: “  Mire, estimado doctor, a Stalinlos innumerables pueblos que cayeron bajo su despiadado terror y por los 7 millones de ucranianosmuertos de hambre, deben elevarle un monumento aún mayor con la leyenda: “  ¡A vos, Stalin, te

declaramos el asesino y torturador más grande que ha existido sobre la Tierra! ”, para recuerdo de las futuras generaciones ”  EL GOLF, UNA SALVACIÓN.

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(CONSEJOS PARA AFICIONADOS)

Hasta los cuarenta y nueve años no había practicado ningún deporte a no ser

trabajar incesantemente, ir de un lado para otro, subir y bajar a las corridas lasinnumerables escaleras de los edificios que construía. Mientras mis piernas sefortificaron mis manos se debilitaban. Prácticamente no hacía nada con ellas másque calcular, comer y firmar cheques. Comencé a percibir una extraña sensación decalambres, como si perdiera la sensibilidad. Mis dedos en las mañanas parecíanentumecidos. Me posesionó el fantasma de la invalidez.

Recurrí a especialistas de Tucumán y luego me sometí a un sinfín de análisis en elCentro Privado de Córdoba. En la entrevista final con el Dr. Caeíro, me preguntóqué deportes practicaba. Trabajar, fue mi respuesta. “Le sugiero que empiece a jugar

golf.”  “Doctor, dígame cualquier otro deporte, menos golf.” Insistió que si no lopracticaba quedaría con los dedos duros, agarrotados. Me resultaba absurdo. A los pocos meses fui de vacaciones a Mar del Plata. Encontré a un amigo

golfista: José Muggeri, era el fabricante de los ascensores Volta que yo usaba. Alcomentarle mi dolencia de inmediato me invitó a “Sierra de los Padres Golf Club”.El profesor Manolo me impartió las elementales indicaciones, el modo de tomar elpalo y cómo hacer el swing. Me dejó practicando solo, hasta que ordenara la salidade los jugadores. En lugar de rozar el césped, como me indicó, descargaba la fuerzacontra el suelo. Tanto era mi empeño, que no me di cuenta de que mis manos se

estaban llenando de ampollas. Al retornar a Tucumán, el trabajo acumulado me agobiaba y durante un mes no

tuve tiempo de pensar en el golf. Las manos siguieron adormeciéndose. Un día melevanté con una idea fija. Dejar todo y buscar el dichoso campo de golf. Allí conocí ami futuro profesor, Jorge Ramón. Gracias a su extrema paciencia y a mi no menorempeño, años después llegué a ser “uno de los destacados golfistas”, según el diario“La Gaceta”  en su edición del 31/12/81. Ese deporte me costó una fortuna, porquedescuidé la empresa, realicé gratuitamente muchísimos trabajos de terminación de lanueva Country House, y muchas reparaciones de trabajos mal realizados, además de

costear desde hace ya más de veinticinco años el torneo de golf senior y presenior,incluyendo un almuerzo, pero salvé mis manos.

 Tengo la impresión de que la práctica en el manejo de las herramientas y en especialde la guadaña en mis años de adolescencia posibilitó un swing rítmico, suelto, con elcual pude recrearme y superar la movilidad de las manos. Además del placer deobtener incontables trofeos, tres medallas de oro y hacer en un torneo “hoyo enuno”, en la cancha del Jockey Club de Tucumán, donde fui admitido como sociopropietario. Creo que otro mérito es el haber llegado a doce de handicap y ademáslos halagos de mis compañeros, quienes dicen que tengo tiros como “tiralínea”.

Considero que no menos relevante es que en el año 1996, en un torneo internacionalde golf senior en la cancha Príncipe de Gales, en Santiago de Chile, entre 200jugadores, el primer día salí 1º con 64 golpes para lo que recibí un hermoso trofeo,

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nueva: había decidido construir gratuitamente la obra que necesitaba. Me dijo quehacía tiempo que la dirección de Construcciones Escolares le estaba haciendo losplanos que no llegaban. Según era mi norma de destacarme como “ingeniero alemán y

argentino también”  confeccioné rápidamente los planos hasta el último detalle yempecé la obra de inmediato. En un tiempo récord construí ocho aulas, unasecretaría y doce baños. Cuando comenzó el período lectivo de 1972, monseñorDíaz deseaba hacer una inauguración adecuada a la circunstancia: no me quedabaotra alternativa que correr con todos los gastos.

 Al lunch fue invitada la comunidad de Banda del Río Salí, el gobernador Prof. Sarrulley el arzobispo de Tucumán, Monseñor Blas Victorio Conrero, a quien conocíadesde su llegada a nuestra ciudad. Además, a las largas filas de mesas se agolpómucho público y sin duda los padres de los alumnos que no solo no cumplieron con

su deber, ni pusieron un peso pero se alistaron para festejar a costa ajena. Sobre unapared de la escuela, el párroco, sin que yo lo supiera, colocó una placa: “PabellónIngeniero Koralsky ”. En el discurso inaugural critiqué no sólo a las autoridadesprovinciales, sino también a los estudiantes que pretendían más de lo que merecían yespecialmente a los sacerdotes: “Hay sacerdotes que estando satisfechos, y bienalimentados en la tierra, consideran que tienen asegurado un lugar en el cielo,mientras monseñor Díaz, con su delgada figura, ojos profundos y con marcadasarrugas en su rostro, sacrifica su vida y salud en beneficio de la comunidad, comosacerdote y como educador”. A los estudiantes, que su deber era estudiar, graduarse,

capacitarse y no perpetuarse en las aulas ocupándose de política, que deben dejar enmanos de los mayores. A los políticos, a reflexionar: Si de sus bolsillos darían lo queofrecen y si como gobernantes cumplirían lo que prometen. Si no lo hacen sonirresponsables demagogos. Tras otros conceptos concluí, señalando que noolvidáramos que el símbolo de la paz es el desarrollo, el bienestar y si queremos unfuturo mejor, cada uno de nosotros debe trabajar para construir un país más justo enun mundo más feliz. Como los alumnos eran de una gran fábrica de azúcar mas otrainternacional, resalté: “ A los que tienen mucho dinero quisiera asegurarles que donarpara los mas pobres, para los nece- sitados, con amor, trae una gran satisfacción y un

gran alivio espiritual”. Recibí un gran aplauso por parte del enorme público. Al añoesas dos grandes empresas se esmeraron en ampliar la Escuela y otras dependencias.

COLEGIO DEL HUERTO CUIDADO CON LOS GRANDES ORADORES

 A pesar de que me formé bajo las normas cristianas ortodoxas envié a mis hijos acolegios católicos, porque siendo mi esposa católica, educada en un colegio de esaIglesia, yo tenía que bautizarme de nuevo y pasar al catolicismo. Mientras mi hijo

Dante concluyó el secundario en el Sagrado Corazón, Victoria lo hizo en el Colegiodel Huerto. Tanto me entusiasmaron los planes de la directora, reverenda madre

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 Angela Colomo, que me convertí en su asesor personal y un activo dirigente de lacooperadora de padres del colegio.

En varias oportunidades representé a la institución en los colegios de esa con-

gregación en otras provincias. Entre otras actividades, tengo siempre presente elrecibimiento del arzobispo Blas Victorio Conrero en el puesto fronterizo, a su llegadaa Tucumán desde Córdoba por vía automovilística. Fue la madre Angela, con otrareligiosa, mi esposa y mi hija los primeros que le dimos la bienvenida al pisar elsuelo tucumano. Hemos sido amigos de él hasta su temprano fallecimiento.

Lo mismo sucedió a la llegada de la Madre Superiora en el mundo de los co-legios del Huerto. Le tributamos una gran fiesta en las instalaciones de nuestra sedey un discurso de bienvenida a mi cargo. En aquel tiempo las uniones de los padresde los distintos colegios eran muy activas. En Tucumán se realizó un encuentro

nacional de alumnas y padres de todos los colegios similares en el país. Entre lasreuniones y los festejos realizados, el desfile llevado a cabo en el teatro San Martínfue inolvidable. Sin duda una obra minuciosamente planificada por la directora, aquien yo siempre apoyaba. En esos días Tucumán se vistió de fiesta. Algo así no serepitió más en ningún otro colegio.De entre mis iniciativas y actividades en el colegio me quedó una gran lección: en elgran encuentro mencionado, los padres resolvimos hacer un estatuto para quesirviera de guía y ejemplo de cómo deben educarse nuestras hijas, cómo debíanproceder las religiosas y qué apoyo moral y ético debían brindar los padres.

Se resolvió que cada unión de padres elaborara un anteproyecto y en una nuevareunión nacional, se debatieran los treinta puntos esbozados y se escogieran lasmejores propuestas. La conferencia se realizó en Catamarca durante un fin de semanalargo. Todavía recuerdo cómo fui derrotado y aplastado por la mayoría. A fin de quelas deliberaciones fueran más ejecutivas, a pedido de la madre superiora argentinacon asiento en Córdoba, se resolvió dividir la asamblea en tres comisiones. Sabedorde las discusiones que cuestan para llegar a un acuerdo, a fin de elaborar unapropuesta definitiva, tomé la palabra e hice notar que, como cada colegio traía suproyecto bien estudiado, aquellos 30 puntos estatutarios se dividieran en tres, y que

cada comisión elaborase una propuesta definitiva para diez de los puntos y con eldictamen de las tres comisiones se formaría el estatuto anhelado. Pero después demí, tomó la palabra un abogado de Santa Fe que me demolió. Apeló al derechodemocrático que cada unión de padres tenía para opinar sobre cada punto de losestatutos y, por lo tanto, que cada una de las tres comisiones estudiara los treintapuntos (con lo que habría tres proyectos). El orador hizo gala de su retórica alrepetir varias veces la palabra democracia, atrajo la atención de todos y sedujo de talmanera que cuando terminó, la sala explotó en aplausos de aprobación. Comoabogado el hombre tenía dotes de orador, pero carecía de imaginación. Al final la

 Asamblea, en vez de tener un estatuto completo de treinta puntos y corregir algo siquería, tenía tres proyectos, tres propuestas y no sabía con cual quedarse porque cadacomisión defendía su propuesta; las discusiones podían durar no horas, sino días.

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Claro, no se puede tener todo a la vez. Por eso en las elecciones ellos hablan,prometen, seducen, son nuestros gobernantes, nuestros legisladores, y no hablemosde la justicia y su entorno; por eso nuestra muy rica y gran patria llega cada tanto al

precipicio.El día sábado, una tarde entera hasta entrada la noche se escucharon los debates sobrelas propuestas de las tres distintas comisiones. Al final cada una entregó su propuesta.En definitiva, contábamos con tres proyectos de treinta artículos cada uno.Mientras, yo apuntaba a un solo proyecto definitivo. Al constituirse la asamblea, aldía siguiente, era lógico que cada comisión defendiera su proyecto de treinta puntos.Había tantos oradores que se explayaban sin duda para des- tacarse pero sinconcretarse nada. Al final llegamos a la siete de la tarde y aún faltaba más de lamitad del temario. La mayoría de las delegaciones empezaron a retirarse para viajar

a sus provincias. La asamblea de los catorce Colegios del Huerto había fracasadoporque la mayoría se dejó seducir por un simple manejo retórico. Como ingeniero eimportante empresario me consideraba un hombre práctico, por lo que antes deretirarnos con nuestra Madre Directora, insistí antes la Madre Superiora de Córdobaque elija treinta puntos y de un plumazo diera corte definitivo, promulgando losestatutos; y así sucedió, porque no había otra salida.

Conclusión: siempre tuve la certeza de que un buen orador es un peligro po-tencial porque es capaz de arrastrar a las masas donde quiera, frente a él no se tienetiempo de pensar ni de reflexionar y las masas se solidarizan con todo lo que el

orador dice y quiere. Todavía retumba en mis oídos el discurso del presidente defacto, general Galtieri desde los balcones de la Casa Rosada cuando gritaba: “Losingleses nos están amenazando, que vengan, les presentaremos batalla”. Estamosmás cerca de las Malvinas, pero se equivocó amargamente. Ellos tienn una gran flotay mucha experiencia en el mar. La masa popular que colmaba la Plaza de Mayorespondía: “Que vengan...” Después el pueblo, los jóvenes, sufrieron y murieron en vano... De este modo muchos políticos conquistan la voluntad de las masas y arrancansus votos, con el consiguiente fracaso y sufrimiento. En consecuencia: es evidenteque las masas, en conjunto, no actúan racionalmente y muestran un bajo cociente

intelectual.

DIRECTIVO EN EL BANCO EMPRESARIO

Conforme transcurrían los años me había convertido en un prestigioso em-presario de Tucumán, por lo cual en 1968 fui invitado a integrar el Directorio delBanco Empresario de esta provincia. Había sido una cooperativa fundada el 21 de

julio de 1958 y recibido la autorización para transformarse en banco el 15 dediciembre de 1966. A pesar de mis ocupaciones, accedí de buen grado. Considero queesa distinción no ha sido en vano. Durante los tres años que me desempeñé, creo

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 Terminada la estructura de hormigón armado y con adelantos en la mampostería, seprodujo el llamado “Cordobazo”; corría 1969. Se rumoreaba acerca de un estallidosimilar, “el Tucumanazo”. Tenía acumulada en la planta baja la madera usada en el

encofrado. A los estudiantes se los veía muy activos. En pleno centro preparabanbarricadas, lanzaban cohetes y “miguelitos” que son púas de tres puntas y pinchanfácilmente las cubiertas de los vehículos, encendían fogatas; se desplazaban de unaesquina a la otra o se introducían rápidamente en las casas prefijadas; subían ycorrían por los techos y cuando la policía menos lo esperaba, recibía de las cornisasandanadas de piedras y cascotes.

Hacia la noche, la ciudad oscurecida se convertía en un pandemónium de gritos,corridas, estallidos y gases lacrimógenos. En la noche del 29 de mayo, desde midomicilio privado, escuché gritos. La empleada doméstica me alertó sobre un grupo

de estudiantes refugiados en la obra. No sabía qué hacer. Temía que prendieranfuego a la montaña de madera, con los consiguientes daños en su Estructura que sepodía derrumbar. Observé que los revoltosos se llevaban tablones y tambores a labocacalle e improvisaban una barricada para detener el tránsito, y en especial a lasfuerzas de seguridad. Felizmente se dispersaron no sé por qué. Salimos con mi hijo atrasladar nuevamente los materiales al edificio.

Nos detuvimos luego junto a un vecino frente a mi casa a mirar hacia el centro,donde ya se alzaban fogatas alimentadas con cubiertas de automóviles, embalajes ymaterial combustible de los negocios. De repente aparecieron a contraluz dos jeeps

policiales. Mi vecino se perdió como una flecha en su casa gritando: “¡Corran,corran!”. No sabía que se había decretado un toque de queda después de las 21 horas.Lejos de asustarme, por haber colaborado con las fuerzas del orden, despejando lasbarricadas, nos dirigimos con Dante hacia la puerta de mi casa, ubicada justo en laesquina. Mientras embocaba la cerradura, escuché un disparo y el impacto dio en elrevestimiento del frente: era un proyectil lacrimógeno que no explotó. Temblando demiedo me di vuelta, levanté las manos clamando: “No disparen”  pero nadie meescuchaba. Del segundo jeep lanzaron otro proyectil desde corta distancia. Elcartucho dio en el costado derecho de mi abdomen, perforó el saco, pulóver y la

ropa interior; destrozó el cristal de la puerta de acceso, hizo un boquete en elrevoque de una pared interior y fue a parar en la cocina, pero por fortuna tampocoexplotó.

 Al rozar mi cuerpo el proyectil de 18 cm de largo por 3 cm de espesor, me arrojóal piso. Me incorporé preso de un intenso dolor y fui directamente a la cama, dondeadvertí un inmenso hematoma negro.

Mi indignación fue grande. Hasta tanto llegara el médico, llamé al diario “LaGaceta” para denunciar la barbarie que cometía la policía contra un ciudadanoinocente que había colaborado con ella. La noticia repercutió además en “La

Nación”  de Buenos Aires. Tuve que someterme a revisiones, radiografías y que-darme un tiempo inmovilizado. Aunque el hematoma se disipó y el dolor fuedesapareciendo, durante varios inviernos me abstuve de jugar golf, pues los tejidos

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internos afectados, al contraerse por el frío, me producían un dolor agudo.Días después del ataque se presentó un alto funcionario policial en casa para ofrecersus excusas, justificando la actitud policial ante la impotencia de encontrar a los

subversivos. Poca gracia me hizo su observación: “Tuvo usted mucha suerte porque desde esadistancia, de haber impactado de frente el proyectil, le habría hecho un boquete y no estaría vivo paracontarlo”  

En los meses posteriores agilicé la construcción del edificio “Bulgaria” y una vezconcluido, según acostumbraba, invité a la inauguración a personalidadesdestacadas de la sociedad, banca, industria y comercio. En mi discurso puseénfasis en el hecho de que muchísimos cristianos ricos van a la iglesia, golpean suspechos pero aferrados a sus bienes olvidan a los demás. No pagan a la gente quetrabaja para ellos lo suficiente para poder vivir con dignidad. Recibí forzados aplausos

por la severa recriminación, algunos habrán pensado que había sido un discursoacorde con una Bulgaria comunista, pero nadie podía objetar la verdad ni dudar demi ideología.

Frente al edificio coloqué en letras de mármol: “Edificio Bulgaria”. Saqué una fotografía, la enmarqué y la envié al embajador de mi país, con quien mantenía una estrecha amistad. No lo invité a la ceremonia por cuanto el comunismo estaba en su apogeo y temí ser tildado de marxista, según me lo advirtieron. Al obsequiarle la foto, en son de broma le pregunté: “  Al país lo tienen en bandeja, ¿qu é  hacen que no lo toman? ” . Respondió: “ Tomar el poder es un arma de doble filo. En primer  

lugar, no es tan fácil y además, para edificar el socialismo hace falta trabajar duro y a los ar-   gentinos no les gusta, por consiguiente habría que matar a la mita d” . 

* * *

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CAPÍTULO X

EL PRIMER CAMPO QUE COMPRÉ (UN GRAN DOLOR DE CABEZA)

Durante 1973 se consideraba buena inversión comprar campos como una formade “repartir los huevos en varios canastos”  – como dice la gente –  y decidí adquiriruno. Mientras que en Europa se trataba de pequeñas parcelas, por lo general de unahectárea, en la Argentina se hablaba de miles de hectáreas. Quería experimentar lasensación de ser dueño de tanta cantidad de tierra. Experiencia, confieso, que mecostó un grave dolor de cabeza. Adquirí 3.000 hectáreas. Aboné gran parte de ellasal contado y el resto en diez cuotas mensuales mediante pagarés garantizados conseis departamentos de un edificio construido por mi empresa. Me hice cargo

asimismo de un crédito de poco monto en el Banco Provincia, por el que el vendedorsuscribió un documento por once mil dólares. Fui de inmediato a reemplazarlo porotro firmado por mí, por lo que ese documento no tenía ya ningún valor. Pedí elpagaré del vendedor pero me contestaron que lo buscara en una semana. Pasaba eltiempo y el maldito documento no aparecía, hasta que nos olvidamos de él.

 Al tiempo recibí la notificación de que el vendedor me había demandado porincumplimiento de contrato, porque no devolví su documento dentro de lossesenta días fijados y por haber vendido por error uno de los departamentosofrecidos en garantía. Que seguro el vendedor mandó a alguien a comprar uno de

esos departamentos. No presté mucha atención, porque había abonado ya la mayoríade las cuotas. Pero el juicio siguió en todas las instancias. Se juntaban las cédulasamarillas, hasta que un día recibí la última. Vino mi abogado a darme la mala noticia:el juicio estaba definitivamente perdido.

 Antes de hacer la operación tuve referencia de que el vendedor no era buenapersona, pero como quien debía cumplir con los pagos era yo, no me afligí. Con eljuicio en marcha supuse que a la larga la justicia iba a prevalecer y que ningún juezme iba a condenar habiendo abonado puntualmente toda la deuda  – pero meequivoqué amargamente – . Ciertamente no había condena, pero tenía que abonar los

honorarios fijados por la justicia, no sobre el monto del documento del banco noencontrado y devuelto a término ni por el monto del departamento enajenado conanticipación, sino sobre el monto total de la venta, más de dos millones de dólares al valor de entonces. Sin duda había un acomodo con la justicia – algo muy peligroso yque se debe tener en cuenta que los rumores públicos de que hay jueces corruptos yabogados inescrupulosos; ¿sería cierto?

El largo juicio terminó en varios tomos y los honorarios resultaban una montañade dinero en dólares que en aquél momento no disponía. La justicia fijabaperentoriamente el pago. Entrevisté al abogado de la parte contraria para pedir un

plazo mayor y le ofrecí pagarle los intereses; pero el abogado que obraba de mala fe,sin titubear me dijo: “Ingeniero, o paga en término o embargo, y esoautomáticamente aumenta un 10% la deuda y usted tiene con qué responder.”  Era

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humillante. Salí a caminar sin rumbo. Estaba en plena actividad empresarial, con otroscompromisos y juntar de repente, en pocos días, varios cientos de miles de dólares enefectivo era difícil.

Me vi obligado a recurrir a los bancos, pero como construía con dinero genuinoy amplios créditos comerciales, por lo que no tenía legajos. Me costó lágrimas juntartodo el dinero y pagar a los pocos días. Me di cuenta cabal de que cuando hay malafe no hay contrato que valga, por más largo que sea, y la verdad y lo que uno creeque es justo, no existe para la justicia.

Días después se presentó mi abogado diciéndome: “Ingeniero, yo también hetrabajado y debo cobrar”. Sus honorarios, aunque la mitad de los anteriores, eranotra pila de dinero.

Durante más de dos años, tres veces por semana visitaba la finca. Invertí

muchísimo, trabajé junto a los operarios, compré dos grandes topadoras y des-monté dos mil hectáreas e hice de ella la mejor estancia agrícola-ganadera de laprovincia. Por los robos cometidos al no encontrar una persona adecuada paraatenderla y por el cuatrerismo que existía en la zona, agobiado de problemas resolví venderla en una época poco propicia, la del gobierno de “Isabelita”, pocos días antesdel famoso “Rodrigazo”, cuando en un solo día la inflación subió250%, con lo cual prácticamente perdí gran parte del dinero invertido y mi gransacrificio personal. 

 Ante estas numerosas y amargas experiencias me permito sugerir a mis lecto- res tomar precauciones para no caer en manos de la justicia. No confiar en nadie.  Además, no gastar dinero ganado con esfuerzo y rectitud en act ividades ajenas a su oficio, a su profesión y a su experiencia. 

PÉSIMA EXPERIENCIA SOCIETARIA

En 1974 adquirí una propiedad de más de ocho mil hectáreas en las estribaciones denuestra montaña Aconquija (que pertenece a las derivaciones de los Andes), a

cuarenta y cinco kilómetros de la ciudad de Tucumán, y a 15 km al noroeste de laciudad de Famaillá. Sus bosques, arroyos y paisajes me fascinaban; constituía un sitioexótico y salvaje, lo que me entusiasmó con las dos grandes topadoras a emprenderlos desmontes para las plantaciones de citrus y la refo- restación con pinos.

Cada vez que caía uno de los enormes árboles, el suelo temblaba. Había queempujarlos de inmediato con suma dificultad hasta algún zanjón o un enormecordón para limpiar el terreno; caso contrario, se cruzaban de tal forma queresultaba imposible arrastrarlos.

 Ahora bien, según el proyecto, yo tendría en un primer momento unas dos-

cientas hectáreas con plantas de limones. Por entonces en Tucumán había sólo dosfábricas para el procesamiento de frutas cítricas, de modo que cuando había buenacosecha el precio bajaba notablemente. Hoy, Tucumán es el tercer productor de

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limones del mundo. Por eso algunos citricultores fundaron la empresa TucumánCitrus para la extracción de aceites y concentrado del jugo de limón. Yo también caíen la maraña. Como la empresa estaba mal administrada por los llamados “tanos”, la

mayoría me eligió presidente.Lo peor fue que al poner con enorme sacrificio la fábrica a punto, la cosecha delimones de ese año bajó muchísimo y los accionistas incluso entregaban limonesjuntados del suelo en estado de descomposición, por lo que hacía falta de muchopersonal para la selección. Eso suscitaba discusiones diarias. La fábrica empezó atrabajar a pérdida.

 A pesar de todo, con un entusiasmo mayúsculo proyecté la ampliación en unaplanta de secado de cáscara de limón que se exportaría para su procesamiento y laobtención posterior de pectina. No percibía sueldo ni honorarios y hasta en los

 viajes gastaba de mi bolsillo. Esperaba algún día obtener, al menos, el reco-nocimiento afectivo por la desinteresada labor. Al final, la relación con los colaboradores se puso tensa. Noté poco apoyo y

algunos de ellos, a pesar de las continuas promesas no abonaban las accionessuscriptas. La fábrica tenía muchas deudas y todos los compromisos tenían mifirma. Cansado de todo, resolví renunciar.El nuevo directorio, con el consejo del abogado apoderado, resolvió una nueva ymuy importante emisión de acciones, sin revaluar el capital accionario histórico delos activos, que la inflación había convertido en escombros. En la asamblea advertí a

los señores accionistas que al no actualizarse el activo de acuerdo a la inflación, lanueva suscripción sería varias veces mayor que el capital, según los libros. Aclaré queyo no pensaba suscribir nada y pregunté quién de los accionistas, fuera de losdirectores, suscribiría acciones. Nadie respondió. Aclaré a la asamblea que eldirectorio, al suscribir la nueva emisión aun sin abonarla, ya tendría varias vecesmás capital y, en consecuencia, amplia mayoría y el control absoluto de la empresa.Hubo reacciones y la consiguiente revuelta. Claro está, los directivos insistieron enque si no se aprobaba la emisión de las nuevas acciones se produciría cese de pagos yla inevitable quiebra. Traté de calmar los ánimos, aclarando que hice consultas en

Buenos Aires y Montevideo, y la empresa se podía vender bien e incluso ganandodinero ya que yo me ocupé de buscar compradores. Nadie quiso creer, porqueparecía un cuento. Me abstuve de dar más explicaciones y me retiré.

Es largo de explicar cómo se logró que la fábrica, en situación de quiebrafinanciera, fuera vendida en un millón de dólares más de lo que realmente habíacostado, incluyendo su deuda e intereses.

 Tres años ya había sufrido con la dichosa empresa, pero al ser elegido comoliquidador, cobrar y distribuir el dinero de los accionistas fue otra odisea. Nunca meperdonaré haberme empecinado en hacer justicia. Para cobrar el saldo de la venta, seprecisaba una serie de actas y trámites de parte de los ex accionistas que yorepresentaba Nuestro abogado se había asegurado ser nombrado tambiénrepresentante de la empresa compradora, algo inmoral. Esto complicó mucho mi tarea

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por lo que nunca me perdoné mi ideal ismo.

EL PODER DE LA MENTE

Muchas veces había escuchado hablar del poder y control de la mente. Sinembargo, no tuve oportunidad de conocerlo sino hasta asistir al nombrado curso“Silva Mind Control”, que es similar a tantos otros de la misma disciplina. Enaquellos años trabajaba intensamente y me acorralaban innumerables preocu-paciones. A consecuencia de ello, padecía insomnios. Para combatirlos tomabapíldoras; al principio media, luego una y al final dos antes de acostarme. Por lamañana me levantaba demolido.

El curso me enseñó a relajarme, respirar mejor y mejorar no sólo mi con-centración, sino que mis insomnios desaparecieron por completo. Dormíaplacenteramente toda la noche. Un año después, asistí también a la inolvidableconferencia que realizó el Instituto “Silva Mind Control” durante una semana en elSheraton Hotel de Buenos Aires. Estaba presente no sólo el fundador, doctor Silva,sino profesores de renombre internacional, en un gran salón adornado con veintebanderas y repleto con asistentes de distintos países.De regreso mi entusiasmo era grande. Realizaba relajaciones en casa, en la oficina yhasta con grupos. Mis facultades subconscientes se acrecentaron lo suficiente como

para tener algunas experiencias muy útiles que deseo compartir

CON MI MENTE CURÉ MIS MALDITOS GRANOS

Desde años, cada dos o tres meses brotaban en mi nariz granos, tan dolorososque me impedía tocarlos. Visité los consultorios de varios médicos, incluso a unespecialista en Córdoba, probé muchos medicamentos pero los granos, con algunatardanza, volvían inexorablemente a aparecer.

Un día, jugando al golf con un gran resfrío, los malditos granos me impedían

utilizar el pañuelo. Aquella noche, antes de dormir, me relajé y pedí al subcons-ciente, a nuestro Señor Jesucristo y a la sabiduría universal que me ayudaran alibrarme de ese insoportable dolor, de esa perversa plaga que no me dejaba en paz.Dormí profundamente. A medianoche me desperté para ir al baño. Al sentarme enla cama advertí que no sentía ningún dolor. Palpé mi nariz, apreté, ni rastro dedolor. Corrí al espejo, miré, los granos habían desaparecido. Empecé a reír, teníatantas ganas de gritar de alegría.

Sin embargo, la repentina desaparición no duró mucho. Al mes surgió otroenorme grano y me dolía sobremanera. Al acostarme procedí de manera igual con

mis ruegos, pero supliqué aclarando que el forúnculo desapareciera para siempre.Mis plegarias fueron escuchadas y satisfechas. Todo sucedió según lo pedí. Losfastidiosos granos nunca más aparecieron. La orden fue grabada en mi mente y

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bloqueadas las causas que, al parecer, originaban los granos.Otra experiencia: estuve afectado de un tenaz dolor de muelas durante varios

días, me relajé y le “ordené” que me abandonara. Me fui a dormir y al levantarme el

dolor había desaparecido. Pero al tiempo la preciosa muela se quebró. No tuve encuenta la advertencia del instructor, o sea, que después de desalojar el dolor noolvidáramos de ir al dentista para eliminar las caries, que no dependen de nuestra voluntad; “siguen trabajando”.

Para obtener beneficios curativos de la mente no existe un patrón, cada indi- viduo debe elaborar su propio método y, una vez obtenido el éxito, considerarlocomo ejemplo y punto de partida, pero es necesario una fe inquebrantable en elpoder de su propia mente.

El profesor José Moubayet, de “Silva Mind Control”, nos instruyó sobre cómorelajarnos y ordenar a una bolilla de madera o bien a un anillo, atado a un hilocolgado entre los dedos de la mano derecha, moverse como el péndulo de un reloj depared. Sospeché que sería un truco o una facultad especial. No obstante, en base aprácticas, insistencias y fe en mí mismo, logré que la bolilla se moviera en formapendular con increíble velocidad. Asimismo le ordené que se detuviera, luego lohiciera en forma circular y se elevara hasta un nivel horizontal. Para eso es necesariorelajarse bien, poner en práctica la fuerza de la voluntad, la fe en la mente. Aunquemuchos crean que es un truco, se trata tan solo del poder de la mente.

LA HORA DIEZ Y LOS SUEÑOS PREMONITORIOS

Mientras construía uno de mis edificios, los trabajos concernientes a la yesería sedemoraban demasiado. Siempre lo posponía y al final me olvidaba de buscar alcontratista. Una noche me acosté preocupado, porque esa tarea acarrearía un atrasoperjudicial. Me desperté a medianoche y programé mentalmente el trabajo del díaposterior. Al día siguiente, sin falta, buscaría al contratista en su domicilio. Imaginéencontrarlo en la mesa y le rogaría que cuanto antes iniciara el trabajo. Me levantécomo siempre a las ocho, con el despertador. Cumplí algunas obligaciones y marché a

la oficina. Entré desde el garaje por la puerta trasera. Acababa de sentarme, cuandoentró mi secretaria a comunicar que el señor Guzmán había llegado impaciente porla puerta de adelante y quería hablarme. “  ¿Cuál Guzmán? ”  “  El yesero” , aclaró.

Me asombré de que en lugar de ir yo a buscarlo, él hubiera venido por propiadecisión. “  ¿Qué lo trae por aquí, señor Guzmán? ”   “ Sucede que anoche soñé que usted menecesitaba con urgencia; fui a trabajar pero me sentía intranquilo y aquí estoy.”  Su presencia mehizo reír de contento. Me di cuenta de lo sucedido. Observé el reloj y vi que eranexactamente las diez de la mañana. Ambos habíamos entrado a la oficina en elmismo instante, él por una puerta y yo por la otra.

Consideraba esta hora clave para mí, estaba registrada en mi mente y la habíacomunicado telepáticamente. Nunca olvidé aquel enorme reloj en el portal de laPolitécnica de Bratislava. Pocas veces me había fijado en él, hasta aquel día en que sus

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agujas señalaron las diez. Este episodio lo relaté cuando me referí al examen deGeología, cuando el profesor después del aplazo, arrepentido, me aprobó.

“  ¿De modo que usted se cambió dos veces las ropas y abandonó su trabajo para venir a ver- me en

la mitad de la mañana? ”  “  Así es, ingeniero, estaba intranquilo” , afirmó. Entonces le expliquéque lo necesitaba con suma urgencia. Arreglamos rápidamente el trabajo a realizar. Sinduda estaba preparado para aceptar mi propuesta. Nadie puede pensar que fue obrade la casualidad. Estoy totalmente seguro de que fue una orden subconsciente,telepática y condicionada, que debía encontrarse conmigo justo a la diez de lamañana. Como cualquier mortal tuve sueños premonitorios, pero claro está que ellosse manifiestan, para bien o para mal, en momentos en que nos hallamosangustiados. Hay que recordarlos y aprender a interpretarlos. Por lo general va asuceder lo primero que se nos ocurre. Quisiera relatar una de las premonicionesmás tristes que tuve: mi señora iba a alumbrar un bebé algo tardío. De corazóndeseaba que fuera otro varón, ya que entonces estaba en condiciones de tener máshijos. Faltando días solamente mi esposa se golpeó, por lo cual hubo que internarlaen un sanatorio.Esa noche soñé que juntos cruzábamos un turbulento río en un “sulky ”. El ríocreció tanto que nos arrastró la correntada. Al día siguiente temprano, adespertar, me acordé del sueño. Pensé que era de mal augurio y de inmediato fui alsanatorio. Vi a un médico que venía por el largo pasillo; lo reconocí, era el que atendíaa mi esposa. Su cara no me gustó, ya frente a mí se detuvo; justo allí, a mi derecha,abrió una puerta en silencio y me indicó que pasara.

 Yo estaba tembloroso, en medio de la habitación: sobre una camilla yacía elcuerpito de mi hijo, tapado de blanco: había nacido muerto. Me impresionó tanto surostro, quizás porque lo encontré parecido al mío en miniatura. No sabe el lectorcuánto me hacía falta un hijo, para sucederme en mis empresas.

ROMPÍ UNA JARRA CON LA MENTE

 Ya sabía que la mente tiene un gran poder y puede hacer cosas inexplicables. Undía caluroso de verano, al entrar en el bar del Country House del Golf del JockeyClub de Tucumán vi almorzando a dos matrimonios. El gerente de la sucursal delBanco Londres, su esposa y mi amigo Carlos con la suya. En su mesa había unajarra de cristal con clericó de vino tinto. “  Mirellita ” , la señora de Agüero, comocariñosamente la nombramos, sabía que yo practicaba control mental y a menudo mereprendía afectuosamente: “ Vatiu, nada de trampas ” .

 Al verlos reflexioné que con tanto calor, ellos la pasaban espléndidamentemientras yo estaba deshecho. En el mismo instante, al dirigir la vista hacia la jarra

sentí como si un rayo saliera de mis ojos, como si hiciera un disparo y la jarra explotó.Era porque en aquellos momentos mi mente se encontraba sensibilizada y Mirellitahabía conseguido activarla. Al estallar la jarra el líquido saltó justa- mente hacia ella,

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quien al levantarse prestamente con una sonrisa me recriminó: “ Vatiu, no era paratanto, mirá la forma en que me bañaste con el tintillo” . ¿Coincidencia, poder de nuestramente, misterio? Afortunadamente hubo testigos calificados que pueden aseverar

este extraño accidente, del que me consideré un involuntario protagonista. No hay queolvidarse, nuestra mente tiene un gran poder.

LOS NÚMEROS, BASE DEL UNIVERSO

Pensando bien en la importancia que tienen los números llegamos a la conclusión deque sin ellos el universo se derrumbaría. Todo lo que existe se encuentra vinculadocon ellos, empezando por los átomos, que de acuerdo a la cantidad de neutrones,

protones y electrones, como también a su velocidad forman las moléculas, y éstasdefinen la estructura de las distintas materias. Sin pensar en que el Universo, susmiles de galaxias, sus millones de soles y planetas, sólo se mantienen en equilibriogracias a sus masas y gravedades. Aunque en mis estudios superiores la matemáticanunca me gustó, por el contrario, en la vida diaria los números me sirvieron mucho ylos uso en todo momento. Los cálculos agilizan, desarrollan y fortalecen la mente y lamantienen activa. La mente quieta se atrofia.

 A veces se dice que tal o cual lengua o estudio no nos entra en la cabeza. No esexacta esta afirmación. Siempre que no se posea alguna lesión cerebral estamos

dotados de capacidad suficiente para dominar un saber, una ciencia, incluso mu- chosidiomas. Se necesita nada más que un real interés, una necesidad profunda o bienuna motivación.

 Aprendí  – según dije –   la técnica de la refrigeración, impulsado por mi in- vulnerable amor propio. Los ocho idiomas que aprendí en mi juventud, pornecesidad, no agotaron mi mente  – podría haber aprendido aún más – . Deboadvertir que el bienestar, el progreso y el éxito no son para los cómodos, vagos o viciosos.

* * *

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CAPÍTULO XILA PELIGROSA INSOLENCIA SINDICAL

 Al volver el Gral. Perón de España, en 1973, el nuevo gobierno peronista paraevitar la inflación restringió al máximo los créditos bancarios, por lo que realizar ventas de departamentos era difícil. Demoré algunos días en pagar una quincena alpersonal del edificio de la calle Laprida 340. No tardaron en hacerse presentes losdelegados sindicalistas para exigir el inmediato pago. Prometí que recurriría denuevo a los bancos en busca de dinero. El sindicato ordenó paralizar las tareas. Almediodía siguiente fui a ver cómo había quedado la losa del octavo piso, de recienteterminación. Estaba cerca del frente, subieron los sindicalistas y avanzaron hacia mí.Me di vuelta para explicarles que había conseguido parte del dinero y que daría un

anticipo.El “mandamás” del grupo se me acercó a los gritos y con amenazas: “Queremosque abone ya todos los jornales del personal”. Le repetí que yo nunca había atrasadoningún pago y si ahora ocurría, lo era por la nueva situación. Todos se veníanencima mío. Gritaban y tomaron una actitud que evidenciaba el propósito deagredirme; empecé a retroceder, hasta que escuché la voz del capataz, quien alenterarse de que estaba arriba con “ visitas” corrió por las escaleras y tomó mi brazo,advirtiéndome que estaba al borde de la losa. Al darme vuelta me vino pánico. Unpaso más atrás y me hubiera desplomado al vacío, sobre la calle. No había ningunaduda de que ésa era su intención. Bajé de prisa por las escaleras y no regresé a laobra hasta no conseguir, días después, el dinero necesario para completar el pago dela quincena. Cada vez que me acuerdo de ese perverso episodio, me recorrenescalofríos por todo el cuerpo.

EL DESASTROSO GOBIERNO DE ISABELITA

Quisiera dar mi modesta opinión sobre lo que precipitó el golpe de Estado del 24de marzo de 1976, que instauró el tan repudiado “Proceso de ReorganizaciónNacional”. Como otras veces, no faltaron políticos que fueran a golpear las puertas delos cuarteles para que saliera el ejército a imponer el orden. De todos modos lasituación, entonces, en el país era sumamente trágica. Es sabido que en el año 1973 losmilitares – que estaban en el poder por otro golpe de Estado –  llamaron a elecciones yentregaron el gobierno. El lema para que Cámpora gane las elecciones y no losradicales era “Cámpora al gobierno, Perón al poder”, aquél gobernante izquierdistaabrió las cárceles y dejó en libertad a los subversivos.

Pero poco después, al desilusionarse, Perón llamó a nuevas elecciones y sepropuso para presidente con su tercera esposa, María Estela Martínez, como vice.

Una “copera” según se decía, que había conocido en un bar de Panamá. Al morirseél, la famosa “Isabelita”  quedó de presidente y el país entró a la deriva, tanto

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económica como políticamente. Se vivían días de zozobra, los secuestros yasesinatos en plena calle eran noticia de cada día. Los empresarios se sentían tanamenazados, que la economía prácticamente se paralizó. Los estantes de los

comercios se vaciaron; escaseaba todo. Un repuesto que me costaba por la mañanaun precio, por la tarde faltaba o costaba el doble.La anarquía e inseguridad eran totales. Pero la memoria de la gente es muy corta,

o mejor la propaganda izquierdista muy grande, como los intereses foráneos Enaquellos días, en una charla, yo describía la situación así: “  El país parece un viejo ydestartalado ómnibus repleto de pasajeros, que vuela por la pendiente sin freno. Al volante está unamujer que no sabe manejar, con varios consejeros alrededor, que dan instrucciones, pero que tampocosaben conducir ” . De ninguna forma quiero justificar el golpe de Estado, pero de nohaber tomado los militares el poder, ¿qué hubiera sucedido? Dentro de toda la culpa

que se le puede echar a los militares, debe reconocerse que salvaron el país. Con todaseguridad una sangrienta guerra civil, un tremen- do derramamiento de sangre y,quizás, otro Vietnam.

LA PROVIDENCIA SE BURLÓ DE MÍ

No pueden imaginarse lo que se siente cuando uno ha sido muy religioso, y derepente se convierte en un fanático comunista y ateo absoluto, y sentirme después

prisionero de ese brutal régimen, del que logré escapar. Aún más, cuando empecé arespirar el aire de la libertad, mis “camaradas” aquí me perseguían para acribillarme.Recuerdo en este momento que al poco tiempo de caer el General Perón (1955) serealizó una importante asamblea internacional comunista en Tucumán (en el Teatro Alberdi). En ese tiempo yo era ya conocido empresario anticomunista. Alanoticiarme del evento, entre el gentío y la poca luz, me ubiqué atrás del colmadocoliseo. Al empezar la asamblea me llamó la atención que en el escenario, entre unos25 representantes o secretarios de distintos partidos nacionales o de los países vecinos, podía distinguir unos 20 que se destacaban por su excelente oratoria y

apellidos, por lo que no me costó mucho adivinar que pertenecían a la colectividadisraelita, de gente bien preparada.. Eran tan elocuentes y convincentes que casi meconquistan de nuevo en las fila marxista.

 Ahora, cuando escucho a las tan nombradas Madres de Plaza de Mayo deBuenos Aires, que piden incesantemente castigo a los culpables de la “guerrasucia”, que lloran por sus hijos desaparecidos quien sabe cómo, o abatidos en tantosenfrentamientos armados o escondidos afuera, me pregunto: ¿acaso ellas no sabíanen qué estaban metidos sus hijos? Ya una vieja sabiduría reza: “El que a hierro mata,a hierro muere” y  el que no llora a su debido tiempo, como mi pobre madre para

que dejara el comunismo, llora después mucho más amarga- mente. Nadie puededecir que no había subversivos y guerrilleros o que todo era un invento. ¿Cuántosfueron acribillados en las calles por los sediciosos? ¿Cuánta gente que no estaba en la

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política ni con los militares fue secuestrada y metida en un pozo por meses,tirándoles agua y pan duro, y ahí tenían que comer, hacer sus necesidades y dormiracurrucados en la asquerosidad? ¿Hay otra crueldad mayor que ésa? Ni la muerte.

He visto gente contar con lágrimas en los ojos esas crueldades. Sólo para podersacarles todo el dinero que podían, y además crear caos social, político y económico.¡Qué crueles fueron esos “inocentes”! ¡Qué despiadados eran! Era de suponer cómosería de dócil y justo un régimen instalado por ellos a los que yo conocípersonalmente. Perdónenme que relate toda esa cruda y triste realidad, porque conocílo que significa estar en la lista negra de los subversivos, por ser un prestigiosoempresario. ¡Qué miedo viví aquí, en la Argentina, adonde había escapado lejos delos soviets y había alcanzado desde la nada un apreciable éxito! Me amenazaban porteléfono, decían que era un “oligarca”  y que pronto llegaría mi turno. Me habían

 vuelto loco ya que había enseñado a mucha gente a trabajar, cumplir y vivir condignidad. Además de la exitosa empresa de construcción poseía importantes plantaciones

de limoneros en el pedemonte del Aconquija, más arriba de la ciudad de Famaillá.Un día, pocos minutos después de salir con mi auto de allí, los guerrilleros habíanido a buscarme. Sorprendieron al capataz al parar la camioneta apuntándole con unrevólver de grueso calibre preguntando por “el pez gordo”. Se llevaron la camionetapara perseguirme, pero gracias a Dios no me alcanza- ron, y por minutos me salvédel desastre.

 A los pocos días me hablaron del Comando del Ejército de Tucumán, invitán-dome a ir allí porque tenían algo muy importante para decirme. No, les dije, yo allíno voy. Si quieren, que venga una persona a mi oficina, pero vestida de civil porquelos subversivos pueden vigilarme y sería peligroso para mí.

 A la hora se presentó muy afligido el capitán Lazarte, yerno de un amigo mío, paradecirme que tenían malas noticias para mí. Que estaba en la lista negra de losguerrilleros. “  Eso ya lo sé ” , le dije, “ si a cada rato me amenazan por teléfono” .“  Es que después que acribillaron frente al aeropuerto al Ing. Paz (el presidente de un ingenio enTucumán que cayó muerto en un charco de agua, al lado del cordón) Ud. quedó ahora en primer

lugar .”   Desde ese momento fue como si se terminara la vida para mí. Estabadesesperado, sin saber qué hacer, hasta que los militares al final pudieron vencer yerradicar la guerrilla de Tucumán. Hay que pensar también en los militares que vivían con miedo día y noche, esperando que en cualquier momento los acribillaran.Un ingeniero amigo mío era jefe técnico de Vialidad y conocía todos los lugares de lasserranías. Todas las noches, subían con el general Antonio Domingo Bussi a unhelicóptero e iban a cenar lo que les quedaba a los soldados y a dormir con ellos. Antes que saliera el sol regresaban a Tucumán. Muchas veces sobrevolaba conhelicóptero zonas muy peligrosas en poder de la guerrilla. Tantos fueron

acribillados en plena calle, como el capitán Larrabure, incluso con su hija en losbrazos. Hago recordar que los militares estaban convocados por decreto presidencialde María Estela Martínez de Perón, para combatir la guerrilla y salvar la patria

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residencias de ellos. La política exterior del gobierno búlgaro iba cambiando,orientándose para atraer a los compatriotas exitosos en el exterior. En 1983 recibí laalta distinción de visitar oficialmente mi país. Seleccionaron 48 ciudadanos del

mundo en calidad de “dirigentes empresarios búlgaros en el extranjero”.Fuimos huéspedes con motivo de la gran Exposición Internacional efectuada enmayo de dicho año en la ciudad de Plovdiv, la segunda del país y la metrópoli de losantiguos tracios.Como en la Argentina residían más búlgaros que en cualquier otra nación,consideraron que tres empresarios merecían ser invitados: Don Asen Monov, elingeniero Zwetan Wolchev y yo. Viajamos con Asen hasta Amsterdam y desde allíen un avión búlgaro. Llegamos de noche a Sofía. Mientras bajábamos la escalerillaun reflector potente nos enfocaba insistentemente. Eran cámaras de televisión.“  ¿Quién será el personaje que arriba junto a nosotros? ” , pensé. Al bajar nos recibieron unoscaballeros que nos estrechaban las manos. Las luces me enceguecieron, así que noentendía nada. Apenas divisé un cercano ómnibus al cual me dirigí, como lo hacíantodos los pasajeros. Los funcionarios encargados de la recepción señalaron quefuéramos por el costado, donde esperaba un Mercedes Benz con las puertas abiertasy un chofer que señalaba con la mano que subiéramos. Nos aguardaban destacadasautoridades en la sala VIP del aeropuerto. Brin- damos por el encuentro con whisky.Recién después de satisfacer las preguntas de la prensa, me acordé muy afligido deldestino de mis valijas. Un funcionario me tranquilizó diciéndome que me esperabanen el hotel; y cómo las identificaban, pregunté, puesto que yo guardaba los talones.Recibí una sonrisa de suficiencia. “  Me olvidé que estaba en Bulgaria ” , agregué en broma.Claro, todo era como el día y la noche de la primera vez que visité mi patria“socialista”.

Fuimos alojados en el excelente Hotel Sofía, en el centro de la capital. En lahabitación me di no sólo con mis valijas, sino también con obsequios, perfumes y una valijita de las primeras que salieron para ejecutivos con varios mapas adentro, folletos,papel de correspondencia y además una lapicera fina de oro. Observé la amplia plazacon el monumento del zar Alexandro II, libertador de Bulgaria, y la hermosa catedralortodoxa Alexander Nevsky, con las cúpulas doradas del tiempo de la monarquía. Me

llamó la atención el gran despliegue de la milicia frente al hotel. Me sumé a losdemás invitados para ir a una deliciosa y bien servida cena que nos esperaba en unrestaurante al pie de la montaña Vitosha; donde nos aguardaban los músicos ybailarines de la ópera nacional, con trajes típicos del folclore búlgaro. Saboreamos lasricas comidas que hacía tiempo no probábamos. Se brindó repetidas veces conexquisitos y seleccionados vinos búlgaros.

 Al día siguiente recorrimos la ciudad y justamente visitamos el Palacio de laCultura. Es un espléndido edificio octogonal en una enorme plaza. Aquella noche larecepción y la cena en la terraza del enorme Hotel New Otan fue magnífica,

espectacular. Asistieron los ministros de Gobierno, de Comercio y de RelacionesExteriores. En nuestro hotel permanentemente funcionaba una sala para lascomunicaciones al extranjero con intérpretes y secretarias que concretaban

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entrevistas a pedido de los invitados, con esmerada atención.Recorrida Sofía y sus alrededores nos preparamos a emprender un viaje in-

olvidable. En las estribaciones norte de los Balcanes, visitamos localidades de

interés histórico. Con tantas finas atenciones, nuestro viaje parecía una fantasía denovela. Viajamos en dos enormes ómnibus pullman y la compañía de altos funcionariosincluyendo médico y enfermera, guías e intérpretes, porque algunos invita- dos erandescendientes y no dominaban el idioma. En todas partes nos escoltaba la milicia.Precedían la caravana motociclistas que detenían el tránsito fuera de las carreteras,hasta que pasábamos nosotros. Se nos explicó que se había dado rango presidenciala nuestra comitiva. En cada ciudad nos recibían las máximas autoridades con cantos,bailarines, escolares con ramos de flores para cada uno y obsequios alusivos a laregión. Los banquetes se reiteraban todas las noches: comidas, vinos y exquisitospostres en cantidades excesivas. Nunca faltaban tampoco conjuntos musicales ybailes de cada región. Cumplimos el maravilloso cruce de los Balcanes y conocimosel monumento “Shipka” de los caídos y congelados en las épicas batallas de laliberación de Bulgaria de los turcos. Visitamos fábricas y establecimientosagroindustriales bautizados con nombres y siglas que no entendíamos; iniciativa de lanueva intelectualidad.

En todas partes se notaba la seguridad, el orden y la limpieza. Me acuerdo que alpasar por Holanda, en Amsterdam, vimos muchas veces basura en las calles. EnBulgaria no vimos ni un papel tanto en las ciudades como en los campos y ni en lospueblos más remotos. Uno podía dejar la casa o su auto sin llave y nadie le tocabanada.

 Al final llegamos a la ciudad de Plovdiv, sobre el río Maritza, donde se reali- zananualmente desde siglos las ferias agroindustriales. Nos alojaron en el moder- noHotel Moscú. Eramos invitados especiales a la inauguración de la exposición

internacional. La enorme sala donde se realizó la bienvenida estaba colmada deasistentes locales y extranjeros. Fue tal el despliegue de comidas y bebidas que no

tengo un punto de referencia válido que me sirva para establecer comparaciones. Esosí, me pareció un derroche al estilo asiático. Dos días recorrimos las expo- siciones

hasta el esperado plenario “Encuentro Dialog ”, en el majestuoso salón del Nov-Hotel. En los tres lados del rectángulo de mesa ubicaron a los búlgaros invitados,“Dirigentes empresarios en el extranjero”; al frente nuestro estaban las máximasautoridades del país encabezadas por Lukanov, vicepresidente de la Re- pública ymáximo líder de la jerarquía comunista búlgara. Atrás de nosotros, en sucesivas

filas, los presidentes y directores generales de importantes empresas del Estado, de laproducción y el comercio. Cada invitado tenía un micrófono frente a sí. Debo

reconocer que en aquel momento el régimen mostraba una notable efi- ciencia. El Sr.Lucanov remarcó que mientras muchas naciones tenían abultadas deudas, el

gobierno búlgaro disponía, en el tesoro nacional, de varios miles de millones dedólares contantes y sonantes y sin deuda alguna. Unos decían que el se había

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embolsado varios miles de millones de dólares. Sus partidarios cercanos decían queno, sin embargo un día se lo encontró con un tiro en la cabeza, al parecer, porque

no quiso compartir el botín con nadie.

El vicepresidente remarcó los progresos obtenidos por el régimen y su decisiónde “acercarse a Occidente sin apartarse, por ello, de la doctrina marxista”.

DISCURSO Y OVACIÓN - UN GRAN ÉXITO

 Algunos de los invitados manejaban con impericia el idioma y me invadieron elaburrimiento y la modorra, quizás por tantos días sin dormir lo suficiente. Las treshoras y media del plenario resultaron interminables. Varias veces me dormí

apoyando la mano sobre la frente, disimulando leer o que escuchaba con atención.Entretanto, cada vez que despertaba agregaba una línea en mi ayuda memoria en elsupuesto caso de que tuviera que decir algo, y porque desde mi llegada me habíaabstenido de hacerlo. Cuando habló largamente mi amigo argentino Asen Monov,acerca de unos intrincados negocios de algodón, noté cansancio en todos, así que encuanto terminó, pedí la palabra. “ El ingeniero Koralsky, de Argentina ” dijo el ministro deComercio Exterior. Sentado, con el micrófono y los apuntes frente a mí, comencé laexposición tranquila, espontánea y totalmente relajada a causa de las dormitadas.

Por primera vez en la vida hablaba frente a un auditorio con destacados

empresarios, presidentes y directores de las grandes empresas del Estado y au-toridades de tanta importancia. Tenía confianza, pues abrigaba la seguridad de queera uno de los muy contados invitados que manejaba bien el idioma. Y hasta presumíade estar en condiciones de dar vuelta aquella, a ratos tortuosa y aburrida asamblea.Para comenzar, agradecí en nombre de mis compañeros el emocionante recibimientoen todos los lugares que recorrimos y lo que nos hicieron vivir y sentir en nuestramadre patria que, sin ninguna duda, sería inolvidable. Agradecí a los responsables latransformación de mi país, pobre y pastoril, en otro rico y pujante. Observé que mispalabras abrieron los ojos somnolientos. Hice hincapié en que nos sentíamos los

embajadores permanentes de la nacionalidad búlgara en el extranjero. En todosnuestros actos deberíamos cuidar el buen nombre de nuestra patria, por cuantonuestra conducta sería juzgada junto con ella. Mientras hablaba brillaban las pupilasno sólo de mis compañeros de viaje, sino de las autoridades políticas y económicasdel país. Tomé coraje, me sentí realmente inspirado.

Hice mención de la Argentina y especialmente de Tucumán, con sus hermosasmontañas y rica vegetación selvática y subtropical, justamente denominada “ Jardínde la República”. También acerca de mi actividad y las conquistas logra- das. Señaléque al arribar a Tucumán mis colegas preguntaban: “  ¿De dónde eres ?”. “ De Bulgaria ” , les

contestaba. “  ¡Ah húngaro! ”  “  No, señor, de Bulgaria ”   – repetía – . “ Sí, sí, de Hungría .”  Con locual las risotadas alegraron los rostros. Por ello construí y bauticé a uno de misedificios con el nombre de “Bulgaria”  y me encargué, a través de publicaciones

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producción y comercialización; emitían órdenes de trabajo programando diaria,semanal y mensualmente. No esperábamos ver tanto adelanto tecnológico.Explotaban, con éxito, frutales en lugares pedregosos no aptos para agricultura. Hacia

los postres al aire libre aparecieron sorpresivamente una orquesta y hermosasbailarinas con trajes típicos. Eran del teatro estable de Sofía, expresamente llevadas paradeleitarnos con su actuación. Por supuesto, bailamos con las apuestas muchachas hastael cansancio.

Cargados de regalos y atenciones retornamos a Sofía, donde nos esperaba unnuevo y espléndido agasajo de despedida. Se bebió a tal punto que terminamoshablando todos a la vez. Era una gran algarabía. Como si las autoridades hubierandecidido seducir nuestras almas, para que dejáramos nuestros corazones.

CON MI HIJO Y SU ESPOSA SILVIA

 Al terminar mi visita oficial a Bulgaria, según estaba previsto, llegaron a Sofía mihijo Dante y su esposa Silvia, los dos arquitectos, que querían conocer mi patria. Alquilamos un auto oficial para recorrer el país. Al llegar a mi pueblo, fue- ron tantaslas invitaciones con la obligación de sentarnos frente a mesas repletas de comidas ybebidas y la insistencia de servirnos de todo, que al segundo día mis hijos noaguantaban más y me pidieron que nos fuéramos cuanto antes.

 Visitamos las playas del Mar Negro. En Sosopol, pintoresca ciudad de pes-cadores sobre la costa, Dante se maravilló de la antiquísima arquitectura de sus viviendas y restaurantes, así como también de los floridos canteros y pisos de lasplazas públicas. Los cautivó también la bella ciudad de Varna (el principal puertodel país sobre el Mar Negro), especialmente por sus plazas y paseos de mármolesblancos. La riqueza y limpieza lucía en todas partes. Pasamos por la primera capitalPlisca de los antiguos búlgaros, cuya destrucción por Nikifora (cap. 1) testimoniabauna antigua fortaleza.

La ciudad de Shumen nos atrajo con otra espléndida peatonal con pisos demármoles blancos. Esos suntuosos paseos no los he visto en ninguna parte del

mundo. Sin duda era una demostración de riqueza del régimen comunista, claro está,fruto de la explotación humana. De allí fuimos a la tercera capital de Bulgaria, lapintoresca Tarnovo, enclavada en las montañas. Atravesamos los Balcanes paracontemplar el famoso monumento “Shipka” y el no menos impresionante Santuariodel Comunismo búlgaro en la cima del pico Busludya, que era otra demostración delpoderío alcanzado, que servía para realizar los congresos nacionales e internacionalesdel partido. Pensé mucho a qué se debía ese despilfarro y ostentación mientras elpueblo trabajaba duramente. Llegaba a las siguientes conclusiones: 1) Porque allífestejaban lejos de la vista del oprimido pueblo. 2) Para demostrar a sus camaradas

 visitantes qué bien se estaba bajo ese régimen y si deseaban gozar del marxismo quederribaran los gobiernos capitalistas de sus países. Estaba prohibido entrar allí. Se lopodía contemplar de lejos. Sin embargo, gozando aún del privilegio de la invitación y

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sin que advirtiera la guardia, me acerqué y saqué con rapidez una instantánea de laestrofa célebre del himno internacional escrita en relieve en su frente. Traducida alcastellano dice aproximadamente así:

En pie, oh parias despreciados.¡En pie, oh esclavos del trabajo!Subyugados y humillados¡levántense contra el t irano! Sinmisericordia y sin piedad¡hay que derribar el podrido sistema! Elmundo hoy a nosotros nos espera.¡Adelante en la batalla decisiva!

Parece mentira que estas frases adornaban el lujoso edificio de los jerarcassoviéticos. El que viaje a Sofìa tiene que ver el lujoso interior del Domo del exPartido Comunista.

La traducción ni por lejos podría expresar lo que estas estrofas significan enlengua búlgara. Si un comunista las leyera, se llenaría de goce por ese conmo- vedormensaje, mas si no lo es, se estremecerá de miedo. Así fueron los slogans de Lenin.Como si la lucha de clases debiera llegar a su máxima crueldad. Como si un pobre nopudiera llegar a ser rico o un rico no pudiera volverse pobre. Al retornar a Sofía,

 visitamos de nuevo el Palacio de la Cultura.Entre los monumentos y estatuas de aquella plaza, en el amplio panel dedi- cadoal gran poeta Ivan Vasov se destaca en relieve la famosa estrofa del canto a la patria,cuya traducción al castellano sería algo así:

Bulgaria, amada, añorada Tierrallena de bondad Tierra que meamamantaste Mi reverenciarecibe.

El régimen construyó monumentos en todo el país, lo que también demostraba quedurante décadas el pueblo había trabajado duro, sin respiro.

No podíamos regresar sin visitar el legendario monasterio medieval “Rilskimonastir”. Es el más grande monumento religioso de Bulgaria, repleto de frescos eimágenes y piezas artísticas de autores búlgaros de notable valor como son los íconosde Bulgaria. Enclavado en el corazón mismo del macizo montañoso más alto de losBalcanes, Rila, el sol aparece allí pocas horas en el día; algo parecido a los macizosdel Machu Picchu del Perú. Claro, las altas cumbres y su difícil acceso, en aquellostiempos, resguardaban al monasterio de la tenaz dominación otomana. Abandonamos Bulgaria con nostalgia e indelebles recuerdos.

* * *

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CAPÍTULO XIILA PERESTROIK A Y LA GLASNOST.

EL TOUR A LA U.R.S.S.

En 1986 leí el libro del “camarada” Mihail Sergeievich Gorbachov. Conociendola idiosincrasia de la dirigencia soviética, me impulsó a pensar: ¿acaso no resultaríaextremadamente difícil introducir cambios sustanciales en un régimen cerrado, quejunto a los temibles soviets y la policía secreta resisten esos cambios? La curiosidad nome abandonaba y como hablo el idioma ruso, en setiembre de1989, poco antes de la caída del Muro de Berlín producida el 9 de noviembre de 1989, que, como un juego del destino, sucedió en la misma fecha que la trág ica “noche de los cristales rotos”. O sea el día en que las hordas nazis pro v ocaron 

como venganza por el asesinato cometido en la Embajada de Alemania en París, perpetrado por un judío. Tomé un tour para visitar la U.R.S.S. Tanto al lleg ar como al salir el control aduanero fue breve, no así los controles policiales, que continuaban como antes, es decir que la conocida K.G.B. (Comité de Seguridad Nacional) o policía secreta seguía todavía intacta. 

Frente al Kremlin se extiende la no menos majestuosa Plaza Roja, donde se realizaban los imponentes y desafiantes desfiles del ejército rojo, para exhibir ante el mundo el poderío militar del coloso marxista llamado U.R.S.S. En la plaza estaba terminantemente prohibido fumar, hacer ruido o filmar, pues se encon- 

traba el famoso mausoleo de granito rosado de Lenin, el adalid de la re v olución y del comunismo mundial. Se lo veneraba más que a un rey o emperador. La plaza estaba saturada de policías. El acceso a la tumba era tortuoso y se lleg aba haciendo una larga fila de a dos. Se prohibía llevar paquetes, paraguas, las manos en los bolsillos, conversar, etcétera. 

 Al entrar en el mausoleo se tiene la sensación de estar en un templo. Después de bajar tres tramos de escaleras, llegamos al féretro del héroe de la rev olución bolchevique. Su rostro y figura son las de un gigante. Frente a Lenin los visitantes se detienen y hacen una reverencia en silencio. A la salida del Panteón se retorna 

caminando en una senda entre la muralla que da a la derecha y un bosquecillo con prolijo césped a la izquierda. 

 Al acercarnos de nuevo al mausoleo, detrás de la suntuosa tumba, el penúlti- mo semibusto correspondía a Stalin, el gran déspota de la historia. Según nuestro guía, mató más soviéticos que todos los caídos en la Segunda Guerra Mundial.  A su muerte le rindieron honores como al máximo héroe, fue colocado su g ran féretro al lado de Lenin. Por lo que habían sacado el granito sobre la entrada con laleyenda “Lenin”, colocándose en su lugar otro: “Lenin-Stalin”. Sin embargo, cuandollegó Nikita Kruschov al poder, con su programa de desstalinización, sacó tanto la

escultura de Stalin como la placa con ambos nombres y colocó el anterior granitocon el nombre sólo de Lenin.

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La segunda ciudad que visitamos fue la bella Leningrado. El rudo zar Pedro ElGrande, cuando derrotó a los suecos, que siempre invadían Rusia, construyó lamagnífica San Petersburgo, a fin de consolidar sus dominios. En idioma alemán

significa La Santa Ciudad de Pedro. En la Primera Guerra Mundial, luchandocontra Alemania fue rebautizada “Petrograd”, Ciudad de Pedro. Pero losbolcheviques la denominaron Leningrad, en homenaje a su líder. Visitamos tambiénel palacio Hermitage, famoso por su belleza. Allí vivía solitaria Catalina la Grande, laemperatriz que era una princesa alemana Merece especial mención la catedral de SanIsaac, diseñada por arquitectos italianos, suntuosamente de- corada conincrustaciones de piedras preciosas; su belleza sólo es comparable a la de San Pedro,en el Vaticano.

La hermosa muchacha rusa que oficiaba de guía allí hablaba el castellano con

mucha dulzura. Cuando le hicimos notar que no observábamos villas de emer-gencia, contestó que no nos equivocáramos, que en los bloques de viviendas que veíamos las familias vivían en una pieza, y que tanto la cocina como el baño erancompartidos entre varias. “ La gente  – agregó –   espera turno para utilizarlos. Departa-mentos algo mejores se construyen, pero para lograr uno hay que esperar pacientemente y contar conbuenas influencias .” Leningrado es sin duda la ciudad más bella de Rusia. La atraviesael río Neva y por la presencia de sus afluentes, canales y puentes mereció el nombre de Venecia del norte. Es, además, un gran centro político.

CÓMO SE DERRUMBÓ EL COMUNISMO. Y SUS GRAVES CONSECUENCIAS

Muchos creen que el comunismo se derrumbó por la acción de los sindicatos“Solidaridad”  y por el Papa polaco, pero eso no es cierto porque el régimen sepudrió más que nada por dentro.

Con toda seguridad había una convivencia entre algunos de los altos comi-sarios y jerarcas que Stalin tildaba de “ellos”, o “los extranjeros”, y los propios rusoscon los grandes capitalistas y armamentistas para proseguir la Guerra Fría, ya queamasaban grandes ganancias, pero eso agotó al coloso soviético.En los años ’80, encerrada en su doctrina y la corrupción, la Unión Soviética estabamuy atrasada económica y tecnológicamente, con un pésimo nivel de vida, y sinembargo no cesaba en su competencia bélica con Occidente. Eso obligó al presidentede los EE.UU., Ronald Reagan, a emprender el costoso plan llamado “Guerra de lasGalaxias”, que consistía en interceptar y destruir en la atmós- fera los cohetesintercontinentales atómicos soviéticos. Con eso el nuevo líder reformista, MijailSergeievich Gorbachov, llega a la conclusión de que no podía competir más con losEE.UU.

En la cumbre de Reykjavik – Islandia –  en 1986, Gorbachov propuso a Reagan unamoratoria armamentista, la que puso rápido fin a una larga y tremendamente costosaGuerra Fría. Sin embargo los grandes armamentistas seguían produciendo

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Debo aclarar que la esperanza puesta en el capitalismo y libre comercio que losliberados de los soviéticos esperaban se derrumbó demasiado pronto. Pasó lo mismoque al pueblo alemán durante la guerra. Creían que al llegar los aliados los iban a

liberar del régimen nazi, pero la nueva realidad fue de lo más humillante ydenigrante.En conclusión:

1) Mientras el coloso soviético se mantenía en pie, era un importante importador deproductos manufacturados de calidad, maquinaria, tecnología y equiposindustriales. Desarticulado ese régimen, su sistema democrático posterior no tuvoningún poder adquisitivo. Eso fue un duro golpe para la industria occi- dental quedesencadenó un continuo desempleo en muchos países de Europa, y especialmenteen Alemania, que fue su principal abastecedor de todo tipo de modernos

productos industriales.2) Además, la tan anhelada unión de las dos Alemanias le trajo sólo sinsabores a Alemania Occidental. Primero, debía abonar a Rusia 30 billones de dólares yrogarle de rodillas a Francia para obtener el “SI”. Segundo: debía recibir un paíscon todo obsoleto y socorrer a sus hermanos, que dejaron de ser “alemanes” y sehabían acostumbrado a trabajar sólo para vivir. Según las estadísticas, antes de launión Alemania Occidental, con mucha menos población que Japón, exportó 20mil millones de dolares, más que ellos. Mucho más que EE.UU. y más queFrancia e Inglaterra juntas. Después, esos guarismos cayeron a muy bajo nivel.

3) Al poco tiempo de caer las rígidas fronteras de los países soviéticos, Alemania se vio invadida, ilegalmente, por elementos indeseables llegados de todas partes, hasta vietnamitas, albaneses y gran cantidad de gitanos que antes, seguro, no habíaninguno. Me interesaba la violencia desatada, tan comentada y repu- diada por elmundo entero, y el incendio de un edificio que habían invadido los vietnamitasen la ciudad de Rostock, sobre el Báltico. Por lo que, hablando con dosmatrimonios de esa ciudad, de turismo en Tucumán, me explicaron: “ Vivimosinseguros en nuestras ciudades, estamos temerosos en nuestras propias casas. Los alemanesestamos apretados en un país mutilado que nos dejaron los benditos aliados y encima de todo la

 gente que no les gusta a nuestros vecinos, nos la envían a nosotros. Por eso la juventud ve peligrarsu futuro, sus fuentes de trabajo y su estilo de vida, lo cual despertó una violenta y descontroladareacción. Pero eso no tenía nada que ver con ‘ neonazismo’ ni nada por el estilo. Fueron inventosde la prensa internacional para hacernos quedar ma l” . 

nuamente, porque los grandes capitalistas saben cómo manejar a sus jerarcas y sacar el máximoprovecho sobre millones de seres humanos que trabajan para sobrevivir, dejando su sudor en laexplotación conjunta de comunistas y capitalistas.

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“ Sin embargo, el gobierno – dicen ellos –  notoma medidas, no cierra las fronteras, por temora ser tildado de racista. No sabemos hasta cuándo vamos a ser las ovejas negras y   ¿cómo vamos a vivir así? ”  

4) Mientras la U.R.S.S. estaba en pie, un millón de soldados rusos estaban en los países satélites, que los consideraban como su imperio, la pasaban bien y nadie podía quejarse. Ahora esas tropas, de regreso a Rusia, se convirtieron en una pesada carga en sueldos, alimentos y viviendas, además de ejercer una presión política y una agitación imperialista que fueron una verdadera amenaza para la débil democracia rusa y un peligro para las ex repúblicas soviéticas. 

5) Frente al gigante soviético, la trilateral Europa Occidental, Japón y Estados Unidos formaban una sólida al ianza económica, militar y espiritual. La Co- munidad Europea estaba más unida y más de acuerdo. Hoy ese bloque se está ampliando, pero la unidad se está aflojando. Alemania, cansada de ser tratada injustamente de agresora, se empeñaba pacientemente para edificar la Unión Europea, mientras los franceses se hacían rogar y los ingleses juga- ban en la cuerda floja. Por otro lado, desaparecido el coloso soviético, a los EE.UU. tampoco les interesa mucho una Europa unida y demasiado fuerte.  A veces eso deja en una situación incómoda al pueblo alemán. Por lo que está obligado a aferrarse a la amistad de Francia y aceptar lo que le pide EE.UU. Los alemanes de hoy no conocieron ni a Hitler ni a sus malditos nazis y sin embargo deben soportar todavía una culpa por algo que no cometieron. Los nazis, como ya hice notar, no eran mas que 10%. 

6) Mientras el comunismo estaba en el poder en los países soviéticos no había libertades pero había todavía orden, limpieza y trabajo para todos. Al caer ese no deseado régimen vinieron otros males mayores. Además de la carestía y la desocupación, los países “liberados” se llenaron de criminales por falta de seguridad. Me acuerdo el manifiesto del 2º presidente de la nueva Bulga- ria, que decía: “La democracia no le sirvió al pueblo sino a los bandidos y a los criminales.” Lamentablemente cada vez que visité mi vieja patria en los últimos años me dolió mucho escuchar a la gente grande, en especial a los jubilados, decir que “con el comunismo estábamos mucho mejor”. 

Sin ninguna duda, una de las consecuencias más graves del derrumbe del coloso soviético es la irrupción en el nuevo escenario de la tan temida mafia rusa. que trafica no sólo con todo tipo de contrabando y de drogas, sino con todo tipo de armamentos, elementos de fusión nuclear y hasta con misiles con cabezas atómicas, ya que los militares están en la miseria. Y eso es ya demasiado grave. La mafia rusa, como se supone, está formada por los ex comisarios y altos funcionarios de la despiadada K.G.B. (la policía secreta soviética). La misma re- presenta el crimen organizado más perfecto. Los rusos son asesinos por dinero, y ellos son los señores.

Mucho se habla de que en la Rusia de hoy hay más millonarios con mayorposesión de riquezas que en cualquier parte del mundo, incluso los Estados Unidos.Pero teniendo en cuenta lo antes mencionado sobre la jerarquía soviética, de

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exigen que primero se integren a la OTAN. Para ello deben deshacerse de los viejosarmamentos que tienen y adquirir nuevos, más modernos. Claro está, a costa de losgrandes sacrificios y préstamos que hipotecan su futuro y aumentan su pobreza.

No podemos olvidarnos de la ridícula guerra por la pequeña provincia deKosovo. Éste era otro escenario propicio para embolsar mucho dinero con lasarmas más nuevas, sofisticadas y costosas, destruyendo todo un país. Como eraevidente que los rusos estaban dispuestos a defender a Serbia, algunos segura-mente esperaban una tercera y devastadora guerra mundial.

Lo que el lector seguro no sabe es cómo se manejan esos enormes y turbiosnegocios.

LOS NEGOCIADOS ARMAMENTISTAS

Como ya mencioné, soy un golfista internacional. Jugué y conocí a muchaspersonalidades, no solo al ex presidente Carlos Menem, el brigadier general Agosti, exintegrante de la junta militar como jefe de la Fuerza Aérea.

Pero lo que nunca me olvido es de un ocasional competidor de golf en Brasil.Como siempre, después de jugar cuatro horas nos sentamos en el bar para charlar yconocernos mejor. Fue in industrial de armamentos quien me contó que perdió unalicitación para venta de armas por u$s. 600.000.000. Estaba amargado, por- que

después de haber ofrecido 30% de comisión al gobierno que las compraba, perdió laoferta porque otros habían ofrecido el 40%. Yo no podía creerlo. “  Es que la venta dearmas pasa por mas de una mano, para no dejar rastros ” . “ Una bomba , dijo él, que cuesta fabricarla unos mil dólares, se vende por tres mil. Como el armamento no se vende todos los días, secalcula 1/3 parte es el costo real, 1/3 la ganancia que debe quedar, y  1/3 parte es para la comisión de venta que a veces es mucho dinero, hasta miles de millones que sereparten entre los revendedores, los gobernantes, los jefes militares, hasta a políticos opositores de altonivel ” .Quizás por eso el ex presidente de España al perder la elección y el nuevo gobierno

de Rodríguez Zapatero retiró las tropas de Irak, salió en los diarios con amargoslamentos. “ Es que hay compromisos contraídos ” , dijo él. Pero qué compromi- so, no lomencionó Seguramente el “amigo Bush”  le pasó unos mil millones de dólares y yano puede devolverlos ni cumplir con la promesa. España, después de EE.UU. yGran Bretaña, era el tercero que votó para la guerra contra Irak, adonde se gastancientos de miles de millones en armamentos. Y también el tercero en cantidad deenvío de tropas.

LIMPIEZA ÉTNICA

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La limpieza étnica no es sólo una frase, sino una trágica realidad desde tiemposinmemoriales. Muchos pueblos bárbaros han practicado esa crueldad. Sin embargo,en el siglo XX, en la cumbre de la civilización occidental, después de la Primera y la

Segunda Guerra Mundial, la limpieza étnica tomó de nuevo una horrorosa realidad.Cómo no me voy a acordar, cuando de chico escuchaba a la gente grande llo-rando a nuestros hermanos desterrados, “desnudos y descalzos”, como se decía, delos territorios búlgaros que los aliados entregaron a nuestros vecinos, pero eso nointeresaba a nadie. Eran sufrimientos ajenos...

Nadie se interesó cuando en la década del ’90 los turcos masacraron al pueblokurdo y no sólo en su país, sino también en territorio iraquí, donde arrasaron yquemaron 135 poblaciones, como informaron los medios de difusión de entonces.Nadie ni siquiera levantó la voz en defensa de cientos de miles de asesinados,

indefensos seres humanos. Pero a Turquía nadie le objeta nada, porque es aliada delos aliados. Medio siglo atrás los turcos habían asesinado más de un millón dearmenios sin que el mundo levantara un dedo. Tampoco nadie se interesó por la atroz y cruel limpieza étnica cometida contra elindefenso pueblo alemán, a raíz de la desgraciada guerra emprendida por losaltaneros nazis para recuperar lo saqueado por sus vecinos después de la Iº GuerraMundial por Francia, Polonia y Chequia. En su reciente libro Berlín , Antony Beevor,escritor y ex militar británico, relata: “ Los ejércitos soviéticos que avanzaron sobre Prusiaoriental en enero de 1945, en enormes y largas columnas, eran una mezcla extraordinaria de lo

moderno y lo medieval: tanques conducidos por hombres con cascos armados, seguidos por caballeríacosaca montada en caballitos sucios con el botín del saqueo atado a la montura. Había saqueadoresque bebían y violaban sin límites. Todas las mujeres que quedaron al replegarse los alemanes fueronvioladas, cada una varias veces, por soldados del ejército rojo. Muchas, varias veces, niñas yancianas... Y bebían mucho, alcohol y sustancias químicas peligrosas robadas de laboratorios....”  Hay que ver el corto metraje de televisión. que refleja la tragedia de las 10.000desesperadas personas hacinadas en el lujoso transatlántico “Gustloff  ” para 1.800pasajeros, convertido en hospital para heridos frente a la costa de Prusia Oriental, queal zarpar para Alemania fue torpedeado en el mas Báltico, sucumbiendo la inmensa

mayoría en las heladas aguas.Hay que escuchar los trágicos relatos de un señor alemán, que me compró undepartamento en Tucumán. Había nacido en la región alemana de los Sudetes, hoybajo los checos. Al terminar la segunda gran guerra quedó huérfano de padre a los 8años, con su madre y dos hermanitos. Un día llegan unos paramilitares armadoschecos y les ordenan que de inmediato se vayan a Alemania. Su madre, llorando, lessuplica que los deje hasta la tarde, para poder llevar algo de ropa y comida, ya queno sabían adónde ir. “ Antes del anochecer volveremos” – le dijeron – , “y si todavíalos encontramos aquí, los fusilaremos a todos”. Lo que han sufrido después de

perder su casa, su tierra y todos sus bienes, es largo de contar. Y eso sucedió contodos los alemanes que vivían en sus propias regiones. Pero pregunto ¿Alguienalguna vez escribió dos líneas sobre estas aberrantes historias?

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En el año 1996 hice un tour por la República Checa. En el viaje de Praga a laciudad alemana Carlsbad que los chexos bautizaron como Karlovi Vary pasamos poruna extensa zona con casas diferentes al resto del país. Un hombre preguntó a qué se

debía eso. “  Es que aquí vivían alemanes ” , dijo la guía, “  pero se fueron después de la última guerra ” . Como yo conocía bien lo que sucedió le pregunté a la guía: “ Sra.,  ¿los alemanes se fueron así no más, abandonando todo, o los checos hicieron una implacablelimpieza étnica ?”   La mujer se quedó muda, aturdida al no esperar esa pregunta, derepente cambió de tema. No quiero entrar en detalles sobre la limpieza étnica quehicieron los fanáticos polacos. El mundo no sabe que una tercera parte de suterritorio hoy está asentado sobre tierras alemanas, de las cuales echaron o matarona sus habitantes. Entre muchas otras, la vieja ciudad alemana de Breslau seencuentra lejos, dentro de Polonia, y está rebautizada como Wroclaw. Su frontera

Oeste se ha trasladado cerca de los suburbios de Berlín.El mundo no sabe de la desgarradora suerte y limpieza étnica que se ha co- metidoen la historia de la humanidad en la mitad del siglo XX. La provincia alemana dePrusia Oriental, que se encontraba sobre el Mar Báltico, al norte de Polonia,lindando también con Lituania, con unos 4 ó 5 millones de habitantes, al invadirlalos rusos acribillaron a todo alemán que encontraban y violaban a todas las mujeresque encontraban. Los barcos alborotados de gente que trataba de salvar su vidafueron torpedeados al alejarse de las costas y hundidos sin misericordia. La restantepoblación fue llevada en trenes de carga a la helada Siberia para trabajos forzados. El

territorio de Prusia Oriental fue dividido entre Polonia y Rusia que queda hoy con unafranja. La vieja capital Königsberg se llama ahora Kaliningrad y los habitantes de esaprovincia alemana están en las tumbas, en el fondo del mar, o dejaron sus huesos enla helada Siberia.

LOS BALCANES: LA MACEDONIA Y KOSOVO

Macedonia fue la patria natal del genial conquistador Alejandro Magno. Hombre

multifacético, con puño de hierro, mente genial y sobrehumana energía. ConquistóGrecia antigua, Persia y Egipto y llegó hasta la India. Murió joven, a los treinta y tresaños de altas fiebres, en 323 a.C.

Macedonia quedó como una provincia inundada por los pueblos eslavos y fue mástarde incorporada al nuevo Estado búlgaro. En el siglo VIII l legó a ser la cuna de lacultura y literatura búlgaras. Hasta el día de hoy los ancianos hablan bien el búlgaro.En la Primera Guerra Mundial fue ocupada y repartida por Grecia y Serbia. Aldesmembrarse el imperio serbio (  Yugoslavia), al derrumbarse el comunismo, la parteserbia se declaró como la República de Macedonia. Tiene

25.000 km2 y dos millones y medio de habitantes con su capital, Scopie. Su religiónes cristiana ortodoxa y un 25% de su población son albaneses musulmanes. Losgriegos no la reconocen como República de Macedonia para no pretender la parte que

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está bajo su dominio, sino sólo como República de Scopie, su capital. Quizá por eso,el año pasado 2002, en una colina cerca de esa ciudad, los macedonios construyeronuna gigantesca cruz de 67 metros de altura iluminada por

650 con el objetivo de alumbrar más allá de sus reducidas fronteras.En mi viaje a Bulgaria en 1998 visité ese diminuto país, con sus treinta y  cuatro montañas. El país más montañoso que yo vi en mi vida. Entre otros, me gustó mucho el cristalino lago Ojrid, sobre la frontera con Albania, y la ciudad del mismo nombre, que fue justamente en la antigüedad la ciudad universitaria búlgara. 

 Al viajar a lo largo de la frontera albanesa pasamos por muchos pueblos de esa etnia. En la ruta, el ómnibus paró frente a un negocio en donde se vendían todo tipo de baratijas, bebidas, café, chorizos, etcétera. Al ver la poca limpieza 

me olvidé de mi sed y pregunté por el toilette. “ A los dos costados”, me dijeron. “Puede ser también al otro lado de la ruta”, me dijo otro.  Al salir, vi un sendero al costado en el bosque de unos 30 m de largo. A los 

dos costados se veía gente – hombres, niños y mujeres –  haciendo sus necesida- des. Miré desorientado un rato y por el apuro que tuve no me quedaba otra que buscar un lugar, evitando pisar los excrementos recientes. Como si el pudor allí no existiera, en especial para las mujeres musulmanas, con sus anchas y largas faldas.

Con las guerras de Bosnia y de Kosovo y la limpieza étnica hecha por los

serbios, muchos mahometanos emprendieron la emigración hacia el oeste. El primerpaís occidental en su ruta era Austria, lugar por donde pasé decenas de veces, dondeinclusive residí por más de seis meses. Los austriacos, como bue- nos alemanes, sonun excelente pueblo, con una cultura envidiable. Al que no conoce la VienaImperial le recomiendo hacerlo. Allí se respira un aire de los viejos tiempos. En elfamoso Ring (a lo largo de la vieja muralla defensiva), en los restoranes y choperías, lasorquestas tocan los conocidos valses vieneses, donde se baila con elegancia frente alos jardines con flores.

Pero no puedo dejar de pensar que allí, en la sombra nocturna, los albaneses,

bosnios, etc. hacen sus necesidades en un excelente lugar al aire libre como en su casa.¿Quién se los impide? Y si no es allí, ¿dónde van? Los inodoros para ellos son algoincómodo, desconocido y que no inducen a la evacuación.

 Ahora bien, quiero hacer una pregunta: los austriacos, ¿no son dueños de su paísy de su exquisita cultura? ¿No pueden oponerse a la inmigración de tan bajo nivel? ¿Eseso reprochable? ¿Se los debe tratar como xenófobos racistas, de nazis y no sé quémás? Sin embargo así lo calificó la poderosa prensa internacional.La llamada guerra de Kosovo costó mucho dinero en armamentos que causarongrandes destrozos de costosa reconstrucción. Se mantienen allí muchas tropas

llamadas K-FOR que cuesta mucho mantener y nadie sabe hasta cuando. Si sehubieran utilizado esos fondos para el crecimiento de Albania, ese pueblo se podríahaber reubicado en su vieja patria, abandonando el suelo serbio. Hoy Kosovo está en

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CAPÍTULO XIII

EL CULTO A LA POBREZA

En los años ochenta, la televisión local tucumana exhibía un cortometraje. Aparecía un hombre que lentamente conducía un asno para atarlo a un carrocargado con las pertenencias de la familia. Alrededor del rancho sólo había tierrapisoteada y muchos hijos desahuciados, desnutridos y semidesnudos. El hombre semovía con lentitud y pereza. Daba la impresión de que jamás se hubiera aga- chadopara sembrar una semilla y menos, haber producido siquiera algo de lo que consumía.Ese ciudadano, ese argentino, produjo al parecer sólo tantas criaturas como su mujerpudo traer al mundo. ¿Consideraba acaso que era así como se retribuía a la patria?

¿O quizás, que esa condición de pobreza vergonzante debía resaltarse como una virtud?

El documental era producido nada menos que por la Universidad Nacional de Tucumán en los años de la subversión. Se hacía un culto a la pobreza, a la pereza yal abandono. Faltaba solamente que los productores hicieran un canto a la vaganciay proliferación de niños sin futuro. Sin duda, quienes idearon esa serie seríanintelectuales que se consideraban sobresalientes, pero no entendidos ni reconocidospor su “genialidad”.

LA FAMILIA AMENAZADA

Desde siempre existe el dicho: “Para ser feliz son necesarias tres cosas: salud,dinero y amor”, apuntando sin duda al sexo.

Profundizamos tanto en la ciencia y la tecnología, queremos proyectarnos en elespacio y, sin embargo, poco nos miramos a nosotros mismos. Nada se avanza haciala verdadera y duradera felicidad del hombre. Pareciera que el mundo exterior

interesa más que la familia. La TV color nos pasó por encima. Por lo que vemos adiario, la moda, los cantos, bailes y la excitación llevan a la destrucción de la moral,las buenas costumbres y la base del hombre: su familia e hijos.Como siempre sucede, quienes llevan la delantera son los más activos. Y comoestán las cosas, los homosexuales y la prostitución sirven de modelos, arrastrandoa la juventud hacia las morbosas diversiones y la drogadicción. Considero queuno de los flagelos mas grandes de la Humanidad es proliferar muchos hijos sinhogar, sin alimentación adecuada, sin educación y, por lo tanto, sin futuro.Muchos de estos jóvenes se convierten en un serio peligro para la seguridad de la

comunidad. Cuando son apresados en las cárceles, no solo cuesta mucho mantenerlossino que, además, los penales son escuelas de delincuencia. Como se comprueba adiario, al salir de all í son mas peligrosos que antes.

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enseñó a los mismos a comprar barato y vender caro, antes que ellos pudieran caminar y luego,cuando ellos alcanzaron los 12 años, los puso a trabajar en el negocio familiar ” . Además el hábilseñor Rothschild aprovechó la siguiente situación, según escribe el diario: “ Gracias a

un decreto papal de los primeros siglos, la usura era prohibida para los cristianos, “  prestar para provecho” ; entonces los judíos tomaron el comercio del préstamo de dinero convirtiéndose en prestamistas, pequeños comerciantes y expertos en finanzas ”. Rothschild hizo fluir su dinero por toda Europa prestando incluso a los príncipes y reyes. Cada uno de sus cinco hijos estaba moviendo las finanzas de Europa diciendo: “  Nosotros somos como los mecanismos de un reloj, cada parte esesencia l” . Por lo que su hijo Amschel quedó en Frankfurt, Salomón en Viena, Nathan en Londres,Karl en Nápoles y James en París. Desde Londres se manejaban las materias primas que llegabande las colonias y los productos de su industrialización. De tanto dinero disponía la dinastía Rotschildque rebalsó a Norteamérica y gracias a ellos se convirtió en un motor de industrialización ” . Pero no

solo los Rothschild amasaron grandes capitales, sino muchos otros banqueros.Es cierto que los grandes capitales promueven el progreso y la tecnología. Contoda seguridad que sin ellos la humanidad no hubiera progresado tanto. Si sepudiera encontrar un modo de evitar la gran avidez del hombre de acumular más ymás riquezas en pocas manos, sería una bendición. El tipo yanqui que yo imaginaba,hoy en día desapareció. Los yanquis de hoy tienen un gran poder económico,político, armamentista, viven en opulentas residencias rodeados de sirvientes deguantes blancos, manejando a su antojo sus enormes intereses en las bolsas y en laseconomías mundiales. Tienen como base a disposición un país que en realidad es

prácticamente medio continente, lejos de ataques enemigos, con un pueblotrabajador y con un gran respeto a Dios, a las leyes y a las normas terrenales.Los yanquis disponen del signo monetario del mundo, que les cuesta sólo el papel yla tinta. Y desde que el ex presidente francés Charles De Gaulle llevó los billetes verdes, y pidió de vuelta el respaldo en oro que correspondía, ellos anularon todo elrespaldo. Pero eso vale sólo para su moneda. Mientras, los demás países deben tenerrespaldo en oro, en dólares, o en otras monedas fuertes. Para lograrlo, la granmayoría de los países deben pedirle dinero prestado, pagarles altos intereses yendeudarse hasta el cuello. Y no vaya Ud. a pensar que al concederle un gran

préstamo, le envían las toneladas de billetes. No, los billetes, por lo general, quedanallí guardados en respaldo de lo que Ud. debe. Pero EE.UU. es no sólo lasuperpotencia económica, sino también militar y política.

 Allí, en Washington y en especial en Nueva York, tanto en la ONU como en WallStreet se cocina el destino del mundo. Después de la Segunda Guerra Mundial, losyanquis no sólo representaban un país vencedor, sino el único país que estaba enguerra pero que no sufrió ni un solo ataque aéreo, ni un solo soldado enemigo pisósu suelo. Por eso toda su población pudo trabajar tranquilamente produciendo en

gran escala. Al terminar esa gran guerra, el único país intacto que quedó fueron losEstados Unidos. Mientras, las otrora potencias coloniales sufrieron grandes pérdidasnavales y no podían sostener el dominio y la explotación de sus colonias, que

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quedaron semi abandonadas, un fabuloso regalo del desgraciado Hitler. Eso cambióla cara del mundo. Los yanquis aprovecharon esa oportunidad, por lo que elcomercio internacional quedó en sus manos; con los barcos mercantes de su

impresionante flota de mar cruzaban los océanos y llevaban las mercaderías que vendían y compraban a precios que ellos querían. Ganaban tanto dinero quenadaban en la riqueza. Construían rascacielos, residencias más fastuosas quecualquier palacio real, grandes barcos petroleros y un desarrollo tecnológico y militarjamás imaginado.

Los hilos de la política internacional estuvieron y aún están en su poder. Pero losresultados han sido mediocres por su gran avidez de riqueza. En donde se metieronde gendarmes han sido un real fracaso. Esto es, con toda seguridad, porque tienendobles intereses.

No hay ninguna duda de que el mundo de hoy depende de ellos. Lamenta-blemente su riqueza y avaricia les atraerá la envidia y el odio, por la pobreza y lafrustración causada a tantos pueblos en el mundo entero.

CARTAS AL DIRECTOR

Mi interés por la justicia, la paz, la política y economía del país ha sido per-manente; he tratado pues de expresar estas inquietudes mediante innumerables“Cartas al Director” publicadas la gran mayoría en el importante diario “ La Gaceta ”  de Tucumán. (Escribí también varios artículos en Buenos Aires y Mar del Plata, yen especial en los diarios de mi vieja patria). Como así reportajes de páginas enterasen prensa de Tucumán, Mar del Plata y Bulgaria. Como muestra de mi estilo, citarétan solo algunos de ellos.

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APOCALIPSIS – 8 DE MAYO DE 1998

Durante milenios, los pueblos han derramado mucha sangre para defender- se,

 víctimas de invasiones, saqueos, dominaciones y explotación, hasta llegar a nuestrosdías. Hoy, para la penetración y la explotación no son necesarios ni la dominaciónfísica, ni la colonización, ni un solo soldado. Son totalmente incruentas. En todoeste siglo, con la manipulación de sangrientas ideologías y dos macroguerras, se creóuna nueva, sencilla, pero devastadora arma: el capitalismo en todas sus formas,invisible e invencible. Su sórdida hegemonía borró las fronteras y se esconde detrásdel mito de la globalización, tan bien planificado. Todo se perfeccionó. Grandesmasas de capitales con la meta fija de dominar al mundo pueden con facilidadendeudar, empobrecer y arruinar no sólo a un país o a una región, sino hacer temblar

al mundo entero aprovechándose del caos que engendra. Todos miramos cómo laoscura nube de la globalización cubre la Tierra; las grandes corporaciones financierasimponen sus políticas y con la cabeza gacha hay que rendirles cuenta. Mientras latécnica deshumanizada avanza, el individuo desaparece, hay ricos más hiperricos ypobres más desesperados.

El primer acto de la comedia trágica, son las quiebras y fusiones de grandesempresas y bancos. Más adelante vendrán bancos, monedas y gobiernos regio- nalesy continentales y al final, tarde o temprano, habrá un megabanco, moneda unificadamundial  – el dólar –   y un gobierno mundial en Washington, bajo el con- trol de los

hipercapitalistas-financistas. Con eso se cumplirá el sabio proverbio babilónico: “  El peor mal del mundo es el ojo voraz del hombre, que no se sacia ni con todo el oro del mundo” . Perono se aflijan. El hombre aguanta todo.

El Apocalipsis anunciado por los libros sagrados ya se hace realidad: se llamaglobalización.

¿LA PAZ MUNDIAL? – YA NO EXISTE MÁS

El siglo XX fue feroz, con las dos Guerras Mundiales, la guerra en Corea, lainfernal guerra en Vietnam y la costosa Guerra Fría y un sinnúmero de conflictosagitados en su mayoría por los yanquis norteamericanos. Al concluir la famosaGuerra Fría se creía la llegada de una paz mundial eterna. Sin embargo, tan prontoempezamos a caminar el siglo XXI, y con el pretexto de los ataques del terrorismo,se creó una nueva forma de guerra sin fronteras y sin fin. Con las guerraspreventivas, unilaterales del “imperio americano”, se pone en riesgo el ordenmundial.

Mientras existía la Guerra Fría, cada bloque se preparaba para “en caso deguerra”, como acostumbraban decir mis amigos comunistas en Europa. Ninguno delos dos bloques, los norteamericanos ni los soviéticos estaban dispuestos a iniciar

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una guerra total, temiendo su propia destrucción. Es decir, nadie pensaba ser elprimero que “apriete el botón”, como se decía.

Hoy, la Guerra Fría ya desapareció. Sin embargo, ¿está en marcha una “guerra

caliente”? Los grandes magnates armamentistas no pueden pensar en un mundo enpaz. Un mundo sin guerras, en el cual su espléndido negocio termine. Por eso nohabrá paz en la tierra mientras exista la voracidad de los armamentistas, lo queobligará al mundo a sobrevivir sufriendo bajo el reino del poderoso imperio delNorte.

Sin darnos cuenta, las diferencias religiosas y étnicas están creando chauvi-nismos y fundamentalismos, que ya están explotando. Pensando concretamente en elproblema entre Israel y sus vapuleados vecinos palestinos, con seguridad en los dosbandos habrá más gente por un arreglo pacífico, pero los belicistas son más fuertes

y se imponen.Los palestinos están enardecidos por recuperar los territorios injustamenteocupados por Israel, y por la vuelta “a casa” de millones de palestinos expulsa- dos,perdiendo todo. Los Hezbollah que luchan en El Líbano son descendientes de ellos,y su lucha contra Israel al parecer no terminará jamás. Por los dos soldados israelíesque ellos secuestraron, Israel le declaró la guerra y destruyó medio Líbano, y alfinal bajo la presión internacional debió retirarse, con lo cual Hezbollah sedeclaró victorioso y los dos soldados secuestrados no fueron rescatados.

Siempre me da ganas de reírme cuando escucho que Hezbollah “bombardea- ba” 

Israel con los “Katiuscha”, arma ya vieja y oxidada que los rusos inventaron antes dela IIª Guerra y seguro que la vendieron por poca plata para sacársela de encima. La“Katiuscha” dispara a poca distancia sus proyectiles que explotan en el aire, y eranmuy eficaces en la defensa. Porque al herir muchos soldados, esos debían serretirados por sus compañeros y con eso la presión alemana se demo- raba y con esotuvieron muchas bajas. Pero no es un arma de ataque. Además, los “Katiuscha” noson para disparar a la distancia; además sus proyectiles caen en cualquier parte, sinpresición y sin ocasionar grandes daños.

Lo más curioso es que para evitare que Hezbollah recibiera armas por el mar, no sede quien, nada menos que Alemania fue obligada a enviar al Mediterráneo, frente alas costas del Líbano, varios cruceros de su marina de guerra que también tenían laobligación de tener para formar parte de la NATO, con mucho personal y portiempo indeterminado.

Pero como siempre, se impone la razón del más poderoso. Además, su fiel aliado,los E.E.U.U., emprendió una guerra atroz para eliminar uno por uno a los Estadosque considere posibles enemigos cercanos o lejanos a Israel. Asimismo, esto leayudará a tomar por asalto las inmensas riquezas petroleras que posean los paísesislámicos.

Sin embargo su enorme poder está causando una gran cantidad de muertos y

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destrucción, que a su vez provocará un gran odio y un terrorismo suicida sinprecedentes que nadie podrá negar ni parar. Es fácil acusar de terroristas a gente quelo ha perdido todo. Pero el que es más terrorista y asesino es el que fue a destruir su

país, su futuro, sus bienes, y mató a gentes queridas. Eso sí que no tiene perdón.Son los que provocaron y multipl icaron el terrorismo. Todo  empezó en Palestina y debe solucionarse allí. Está bien que Jeru-

salem es la ciudad sagrada para los musulmanes, judíos y cristianos, pero no por esoel mundo debe ensangrentarse porque los judíos (que la tienen ocupada) y lospalestinos la quieren de capital. ¿Acaso no puede ser una ciudad universal y abierta?¿O el fanatismo de unos y otros imposibilita esa ecuménica y humana solución?

 Todo parece indicar que no es posible la paz entre el superpoderoso Esta- doisraelí que según sus propios científicos tiene arsenal atómico, y los pobres

palestinos, con sus mutilados territorios, con asentamientos judíos, con variosmillones de exiliados, con sus bienes destruidos. Israel culpaba al fallecido Yasser Arafat de intransigente porque pedía lo que es palestino. Si el nuevo presidente dePalestina, Abu Mazen, cede a las presiones israelíes, será bien mirado por el mundo.Pero para los damnificados será sin duda considerado un traidor. Por eso si Israel sesigue negando y no cumple con la resolución de las Naciones Unidas, no seráposible una paz duradera en la Tierra Santa de las tres religiones monoteístas.

EL NUEVO ORDEN:LA GLOBALIZACIÓN ES EL COMUNISMO AL REVÉS.RICOS MÁS RICOS Y POBRES MÁS POBRES

Desde los tiempos del gran conquistador macedonio Alejandro Magno, o delconquistador romano Julio César, los que se consideraban fuertes, poderosos einvencibles, querían construir un nuevo orden en el mundo. Tiempos más tarde,empezaron las colonizaciones encabezadas por Inglaterra. Mientras, los cañones delos cruceros tronaban, los soldados conquistaban y ocupaban vastas zonas delplaneta sometiendo a sus milenarios pueblos. Mientras, los barcos cargueroexportaban baratas materias primas y el sudor de estos pueblos por muchos si- glos. Toda esta explotación acumuló enormes riquezas en los países coloniales. Eso duróhasta llegar a nuestros tiempos con Stalin y Hitler, que también con la fuerza queríanhacer un nuevo orden mundial. Con la Segunda Guerra Mundial y la destrucción porparte del nazismo del poder militar marítimo de las potencias occidentales, lascolonias pudieron independizarse sin recurrir a la violencia o a las guerras. Entoncesempezó una nueva explotación a mano de los grandes capitalistas, que aprovecharonlas riquezas que acumularon durante las dos guerras mundiales y el vacío de poderproducido.

Hoy, el nuevo orden mundial se está imponiendo con el soborno, con los billetes

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 verdes, con las guerras, las amenazas o directamente con las masacres. El armainvisible es el capital, la seducción con la corrupción y el endeudamiento. Su armamás poderosa es el sometimiento de los pueblos por el hambre. El que no lo ha

sufrido, como el que escribe estas páginas, no lo conoce, no tiene idea de lo quesignifica sufrir el hambre, sin esperanza. Eso pasa hoy con muchos pueblos, enespecial los de Afganistán e Irak, invadidos y destruidos por Estados Unidos.

Como es sabido en el sistema comunista todo estaba en manos de Estado. Lasgrandes masas de los pueblos trabajaban día y noche mientras los jerarcas gozaban viviendo en la opulencia y llenándose los bolsillos con los negociados junto a loscapitalistas que eran, ni más ni menos, sus naturales socios en todo lo queemprendían. En la globalización, todos los bienes estarán en manos de los grandescapitalistas, que vivirán como príncipes, mientras las grandes masas populares

seguirán trabajando día y noche para pagar los servicios, los impuestos y las deudaspor todo lo que poseen. Todos esperábamos que, gracias a estos grandes capitales y empresas multi-

nacionales, fuera posible entrar en el umbral del siglo XXI en paz y abundancia paratodos. Sin embargo, nos olvidamos de una cosa: la insaciable y voraz avidez de másriquezas y más poder que el dinero trae desde hace milenios no tiene límites. Losricos quieren ser más ricos y poderosos. Se equivocan los que creen que se le puedepedir un favor al capitalista. El gran banquero conoce sólo sus intereses y no leimportan las necesidades ajenas.

Me resultó gracioso que nuestro ex-presidente, el Dr. Fernando de la Rúa, a los dosmeses de haber tomado el poder, en enero de 2000, abandonó los múltiplesproblemas que tenía encima y voló a la lejana Escandinavia. No quería estar ausenteen el encuentro de varios jefes de Estado en Estocolmo, para “concientizar” la luchacontra el racismo y el antisemitismo que sufrieron los judíos bajo el nazismo. Sinduda quería “codearse”  con los grandes banqueros (que esperaba encontrar allí)como los Rothschild, Rockefeller, Morgan, Lehman Brothers y muchos otros,como asimismo, con los nuevos multibillonarios George Soros, Bill Gates, etc.,incluyendo al poderoso Alan Greenspan, presidente de la “Reserva Federal

 Americana”. El ex presidente suponía que siendo este evento de esa colectividad, lagran mayoría de ellos estarían presentes. Por lo tanto sería una buena oportunidad,pensó nuestro bueno, pero ingenuo presidente, para pedir urgente un préstamo parasu déficit fiscal de entonces, de 7.400 millones de dólares. Antes de volver, seanunció la gran posibilidad de obtener pronto ese tan necesario préstamo. Como esde suponer, el capitalista, sea quien fuere y aún se trate de su propio hermano, nolarga así nomás la plata. Los banqueros, al enterarse de la desesperante situaciónargentina antes del mes, en vez de enviar el préstamo, enviaron a los inspectores delFMI que llegaron a la Argentina tantas veces para controlarnos  – con todos los

gastos por nuestra cuenta – , pero el dinero nunca llegó.

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LA RESERVA FEDERAL ¿ES DEL GOBIERNO DE EE.UU.?

Hay un gran desconocimiento acerca de lo que es la famosa Reserva Federal y el

inmenso poder que pose para manejar la economía mundial.Quisiera citar el libro “rumbo a la ocupación mundial”, de Gary H. Kah,quien dice: “ Contrario a la opinión popular, la Reserva Federal no es una institución guber-namental. Es una sociedad privada que imprime los dólares, cuyos dueños son los accionistas.Hasta hace pocos años los nombres de los dueños de la Reserva Federal estaban bien guardadosdebido a la aprobación del Acta de la Reserva Federal que establecía que la identidad de losaccionistas clase “  A”  , de la Reserva, no fuesen reveladas. 

 El Señor R.E. McMaster, editor de un boletín financiero titulado “ The Reaper ”   (el Cose-chador), pudo determinar quiénes eran los dueños principales a través de sus contactos en Suiza y

 Arabia Saudita. Según McMaster, los ocho accionistas mayores son: el Banco Rothschild deLondres y Berlín; el Banco Lazard Brothers de París; el Banco Israel Moses Seif de Italia; elBanco Warburg de Hamburgo y Amsterdam; el Banco Lehman Brothers de Nueva York; el BancoKuhn Loen de Nueva York; el Banco Chase Manhattan de Nueva York y el Banco GoldmanSachs de Nueva York” . Todo indica que son de la misma colectividad, y de allí provienesu inmenso poder. “  Estos intereses son los dueños del Sistema de la Reserva a través deaproximadamente trescientos accionistas, todos los cuales se conocen unos a otros y en algunos casos,están emparentados unos con otros. 

La aprobación del Acta de la Reserva Federal vino rodeada de muchos engaños y maniobras.

Sin embargo, el Congreso, viendo que tal sistema no estaba de acuerdo con la Constitución, derrotó elacta con la fuerte ayuda de los cabilderos de los pequeños bancos* (*El Art. 1, Sección  8, de la Constitución de EE.UU., prohíbe que los intereses privados impriman dinero o regulen

el valor del mismo.) Poco tiempo después, sin embargo, la misma propuesta, con solamente unasmodificaciones menores fue presentada otra vez con un nombre diferente y aprobada como el Acta de laReserva Federal (oficialmente, el Acta Owens Glass). 

Los que habían dirigido la oposición al Acta Aldrich, pensaron que la batalla había sido ganada y bajaron la guardia. Muchos de estos individuos, ya se habían marchado a las vacacio- nes de Navidad, cuando el acta fue presentada otra vez y pasada por la fuerza en el Congreso el 23 de

diciembre de 1913”   36.Se me ocurre hacerle una pregunta al lector: ¿quién es el hombre más pode- roso

del planeta? Muchos dirán que el Papa, pero el Santo Padre tiene, supues- tamente,unos mil millones de feligreses; otros dirán que es el presidente de EE.UU., perotampoco lo es. Hoy, el hombre más fuerte de la tierra, el que hace temblar losmercados y las bolsas del mundo con sólo estornudar, es el presidente de la ReservaFederal de los Estados Unidos; que es elegido por

los principales accionistas, pero que por costumbre formal, es nombrado por elpresidente de los EE.UU. Él decide bajar o subir los intereses en EE.UU. y eso

produce subas o bajas de las acciones, bonos y demás valores. Una opinión de supresidente puede repercutir muy seriamente en los mercados mundiales. Hasta elCongreso de EE.UU. lo invita para escuchar su opinión.

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El día 8 de enero de 2001, el diario  Ámbito Financiero sacó una página enterareferente al famoso Sr. Greenspan, presidente por muchos años de la ReservaFederal. Pero aún más impactante fue lo recuadrado al pie de la página, con el

título “El superpoder”, que dice: “  El poder de la Reserva Federal es tan grande, que nuncaha sido auditada ni inspeccionada por el Congreso o la Justicia. Si bien la “ Fed ” está sujeta acierto nivel de controles, es ella la que designa y contrata a sus propios auditores, aunque el trabajoque pueden realizar es sólo nominal. Ni siquiera el gobierno a través de la General AccountingOffice (contaduría general) tiene acceso a la información más importante... Las discusiones entre losmiembros de la Fed y sus empleados, se guardan bajo el más estricto de los secretos ” .

Permítanme mostrar un dólar e ilustrar mi visión del futuroOtra concepción de la magnitud del poder financiero de la banca internacio- 

nal es la que expresa el ya citado investigador Nicola M. Nicolov, justamente en su

libro, “ ”, donde comenta que “los países subdesarrollados adeudan a losbancos más de un trillón de dolares, que nunca podrán abonar. Impagables son también las deudas federales norteamericanas, que ascienden a U$S 5.000.000.000.000 (Cinco mil billones de dólares),mientras las deudas privadas son de unos 20.000.000.000.000”  – sólo estos escalofriantesdatos dan una real visión del poder de los financistas, como si 

todo se adeudara, todo está en sus manos – . Teniendo en cuenta que estos datos sonde muchísimos años atrás, nos podemos imaginar las cifras actuales, que aumentancada día más.

Figura 1: La base de la pirámide significala “masa gris” universal, o sea las clasesunificadas para abajo al estilo comunista,

pero en vez de que todo esté en manos delEstado, estará en manos de los grandescapitalistas, mientras lapoblación tendrá todo endeudado. Deberá trabajar obligadamente para pagar lospréstamos y sus intereses, los impuestos y los servicios que les brindan las grandescorporaciones.

Figura 2 : Mientras tanto, todo seráordenado y gobernado por la pirámide. Empezando desde lo estamentos más 

bajos, hasta llegar a la cumbre. 

Figura 3: La cúspide representa el poder central de los grandes capitalistas que dominan el mundo entero. El círculo representa el universo. 

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36 Gary. H. Kah. -“Rumbo a la ocupación mundial”- Editorial Unilit. Miami Fl. 33172. Tra-ducidomal español por Oscar Cortéz. 1997 págs. 19-20.

Es muy interesante también el relato del Sr. Nicolov en su libro“   ”, que dice: “  El Comité de los 300 o la

nombrada “ mano invisible ”   está guardado en secreto. De acuerdo a los relatos del Dr. GeorgeColman, ex miembro de la ultra secreta agencia de investigaciones británicas M.16, este reducidocomité no reconoce fronteras nacionales, está sobre las leyes de cualquier país y controla cualquiersituación política, religiosa, comercial e industrial. 

Sus miembros se consideran con derecho divino para lo siguiente:  • Crear un gobierno mundial y un nuevo orden bajo sus directivas  •

La liquidación de toda identidad nacional  • La liquidación de las grandes religiones, en especial la cristiana. • Controlar a cada persona con métodos para orientar sus pensamientos, •  para crear y formar un ser humano robot (¿será algo como lo que quería Stalin, trabajar, 

callarse y no reflexionar?

• Crear muchos nuevos cultos religiosos, para poder “ dividir y goberna r” . •  Apoyar el poder de sus instituciones como el FMI (  Fondo Monetario Internacional), • el BM (  Banco Mundial), el Tribunal de Justicia Internacional y la ONU, entre otros, con  

la meta final, un gobierno mundial.”  37

 

Eso explica las desenfrenadas fusiones que vemos en las grandes empresasmultinacionales. Sin duda los hipermagnates pujan, cada vez más, para escalar másalto al máximo poder. Nadie quiere ver otros por encima de sí.

¿Es difícil imaginar lo que nos espera? Mientras nosotros, “los mortales”, nosdesvelamos para ver cómo sobrevivir y no perder lo que tenemos, los grandes, losreyes del poder e hipermagnates capitalistas también se desvelan por ser máspoderosos.

Que la globalización ya está encima está claro al ver la foto en este libro de los 

30 ministros de Economía de toda América uniformados con chaquetas de color beige, después de una reunión en Toronto, Canadá. Cavallo, entonces Ministro de Economía argentina, sonríe en la primera fila”. Al parecer eso responde al “beige book ” del informe que hace el poderoso presidente de la Reserva Federal al Congreso de EE.UU.. 

EL TERRORISMO – ¿DE DÓNDE VINO?

Como joven antes de la IIª Guerra Mundial, rara vez escuché hablar del te-rrorismo; según mis inquisidores que me conocen afirman que el terrorismo seexpandió con la creación del Estado israelí en 1948 por haber desplazado a los

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palestinos de sus casas y de sus tierras, y la siguiente guerra con los países vecinosmusulmanes. El poderoso Estado de Israel, ayudado por sus compatriotas deEE.UU.. al ganar todas las guerras como se sabe, provocó el odio contra sí mismo

con lo cual el terrorismo se multiplicó, sumando a eso las guerras, destrucciones ymuertes ocasionadas por el poder americano. Y yo no me canso en repetirlo que conmi apellido, sin merecerlo, sólo debo aguantar las distintas formas deantisemitismo.

El trágico y fatal 11 de septiembre de 2001 estuve en París. Me enteré en la callede que las torres gemelas de Nueva York habían sido destruidas.Me dirigí rápidamente al hotel y escuché por el televisor una potente voz que decía:“Dos aviones de pasajeros en forma de cohetes convirtieron en llamas a las torresgemelas del poder financiero mundial judío”. Incrédulo observaba que una de lastorres estaba envuelta en llamas, mientras otro avión asesino se estrellaba contra lasegunda.

37 Nicolov, Nicola M., “Las máscaras de las celebridades”, primera edición, Sofía, 1994, págs.28 y 29, traducido por el autor

Ese tremendo espectáculo estremeció mi mente, sensibilizada, por la IIª GuerraMundial. Mi visión rápidamente se trasladó atrás en el tiempo, y fue como si volviera

a observar toda la ciudad de Munich convertida en llamas. Como si las dos imágenesse pusieran una al lado de la otra. Una en la estresante dimensión vertical y la otraen horizontal. Como si yo podía escuchar en una las desesperantes súplicas desocorro que no llegaba a tiempo, y en la otra ochocientas mil personas sumergidasen un mar de fuego cuyos desesperados y trágicos gritos nadie escuchaba, seperdían en la inmensidad.

En Munich murieron calcinadas, despedazadas o sepultadas vivas en losescombros de los edificios destruidos, al menos el 15-20% de la población, o sea unos120-160 mil inocentes solo esa noche, mas que nada mujeres y niños. Mientras en las

dos torres primero se propalaron unas 6.000 víctimas, pero al final se publicó2.800, incluyendo los socorristas, los policías y las supuestas víctimas en elPentágono. Muchas consideran, como unos inexpertos aviadores pueden estrecharsecon gran exactitud contra las dos torres gemelas en una ciudad llena de tantos altosedificios.

O sea, los que deseaban ese ataque emitieron señales desde las torres que fueroncaptados por los terroristas y dirigirse justo allí y facilitar de esta manera un impactoperfecto, como se pudo ver por la T.V. o sea todo hace suponer, que hubo uncontraespionaje perfectamente planificado.

Del ataque sobre el Pentágono, bastión logístico más sofisticado del mundo, nose dieron mayores detalles, por lo que cunde la sospecha. Además de las pre-sentaciones en la prensa sería interesante reunir a autores como Thierry Meyssan

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quien con su libro “ La terrible impostura ”   afirma que ningún avión se estrelló en elPentágono, que la versión oficial no sostiene un análisis crítico, que se trató de unmontaje (acompaña con importante cantidad de fotografías), y sostiene que “ no hay

razón para seguir creyendo las mentiras de las autoridades. En cualquier caso, el material que hemoselaborado permite poner en duda la legitimidad de la respuesta norteamericana en Afganistán, y dela guerra contra el Eje del M al ”   38.

 Teniendo en cuenta los numerosos ataques realizados en EE.UU. y contra susintereses en ultramar, incluso, contra esas dos torres, para muchos quedará una dudasiempre. Sin embargo, no faltan los que piensan que todo se sabía y esperaba para queE.UU. se declarara víctima de ataques enemigos y le sirviera de pretexto para atacarcualquier país en cualquier parte del mundo. Especialmente los países estratégicos,fundamentalmente los musulmanes y los que poseen petróleo.

38 Thierry Meyssan, “ La terrible impostura ” , Ed. El Ateneo, Bs.As. 2002, págs. 12 y ss. – 

Contra la mirada impasible del mundo por estar lleno de problemas, EE.UU. ya tienepresencia militar prácticamente en todo el planeta, salvo en unos pocos países comoChina, Rusia, Corea del Norte, Libia, Irán y Siria. Estos dos ya están esperando supronta destrucción y ocupación, pero no serán los últimos. Cuando escuchamos al

presidente de EE.UU. hablar de instaurar e incluso imponer la democracia, por lasbuenas o por las malas, el desprevenido oyente pensará qué bueno, qué humano quees. Sin embargo, los que ven más allá se darán cuenta que bajo este aparentealtruismo se esconden grandes intereses económicos y estratégicos. La democraciaallana el camino para la apertura del mercado, con lo cual los capitalistas puedenadquirir todas las propiedades del mundo entero a los precios que les convenga, ydespués destruir un país y sumergirlo en la pobreza. Sin duda, esto sería la totalrealización de la tan promocionada globalización… o sea, todo en manos de loscapitalistas y banqueros.

El esperado ataque de a Pearl Harbor por los japoneses sirvió para desatar la indignación popular y en consecuencia declarar la deseada guerra a Japón, derrotarlo, ocuparlo e imponer sus dominios en las costas pacíficas del conti- nente asiático e innumerables Estados oceánicos. La IIª Guerra Mundial podría haber durado 10 años, sabiendo que las guerras lejos de su territorio les ayuda- ban a desarrollar su industria, especialmente la bélica, lástima que Alemania no aguantó. 

Los dos enormes rascacielos eran un imponente símbolo del poder financiero mundial, llamados World Trade Center. Hace unos años, estando en Nueva York, un amigo, alto funcionario de la entonces Shearson- Lehman Brothers, me invitó 

a recorrer una de las torres y obtener una espléndida visión sobre la ciudad desde el piso 100, así como también almorzar en uno de los lujosos restaurantes en el subsuelo. Lamentablemebte las cientos de espléndidas oficinas adonde trabajaban 

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Hasta las tropas alemanas en el norte de Afganistán que se dedican de recons- truir esa región con escuelas caminos acueductos, etc. Son blanco de ataques, y  de esa manera los terroristas en ves de buscar la lejana yankilandia es más fácil 

atacar la más cercana Alemania. El 11 de septiembre de 2001 tendrá un gran significado en la posterioridad. Marcará no sólo un nuevo siglo, un nuevo milenio, sino que será una fecha clave,  que signará dos épocas, antes y después. Definirá el inicio real y concreto de la 

globalización que los hiperbanqueros esperaban para el dominio de las riquezasenergéticas del mundo39, como en especial los países petroleros, a los que con tan sóloculparlos de que albergan terroristas o los que pudieran amenazar al protegido porellos Estado de Israel, se los arrasa desde el aire hasta su aniquilación.

Los que creíamos en la “paz duradera” después de la terminación de la costosa

“guerra fría”, miramos atónitos cómo armas nuevas de exterminio masivo sefabrican sin cesar en el imperio americano, por lo que hay que emplearlas yengordar los bolsillos, y mientras tanto culpar a los países musulmanes de fabricararmas de destrucción masiva.

Por los insistentes discursos de los gobernantes estadounidenses y sus falderosingleses y otros, se percibe que están tan envenenados contra el terrorismo o tanentusiasmados con hacerse de la inagotable riqueza petrolera del golfo pérsico queculparon a Irak de fabricar armas de destrucción masiva, lo que les sirvió depretexto para descargar su enorme poderío militar sobre un país que ya había sido

destruido en 1991 y que no contaba ni siquiera con armamento para defendersecomo lo haría cualquier otro país.Ni Irak ni Saddam Hussein eran amenaza para nadie, lo que se ha comprobado.

Pero lo que consiguieron es tener en sus manos a la segunda riqueza petrolera delmundo. Además destruyeron y saquearon sus milenario acervo cultural. Es vergonzoso que el mundo mirara insensible que se destruyeran ciudades enteras conel pretexto de combatir la resistencia irakí que lucha por su libertad contra laocupación. Con las guerras que emprenden los americanos y la destrucción ymuertes que ocasionan, han multiplicado el terrorismo de gente que no le queda nada

más que la venganza, sea contra quien fuera.Como bien lo señala Juan Tokatlián (en el diario “La Nación” del 15/06/03), “ elestablecimiento de neoprotectorados en Kabul y en Bagdad; la consolidación de bases militares enUzbekistán, Turkmenistán, Kirguistán, Tajikistán, Omán, Bahrein, Qatar (y otros) , el controlde las fuentes energéticas en la zona pueden transformar a los EEUU en el primer poder política y geográficamente integral ”. 

Una vez dominado Irak le llegará el turno al vecino Irán, que también es un granproductor petrolero y que ya ha sido declarado que forma parte del “eje del mal”.Quién sabe también qué pasará con Siria, que limita con Israel y tiene disputa por las

alturas del Golán, que le fueran arrebatadas en la “Guerra de los Seis Días”. Al leer en los diarios sobre la conferencia de Münich, Alemania, del 08/

02/2003, me conmovió la manifestación del belicoso secretario de EE.UU. Do-

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39 Estados Unidos, el principal contaminante del planeta, valiéndose de su poder y soberbia, nosuscribió el imperioso e impostergable Protocolo de Kyoto, argumentando que reduciría su

crecimiento industrial. Según la opinión de los especialistas, eso perjudicará al resto del mundo, sinque a los Estados Unidos le importe 

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nald Rumsfeld, quien al enterarse del plan franco-alemán de buscar una soluciónpacífica a la crisis con Irak vía la ONU (como también sugiere el Santo Padre),

advierte: “Le decimos a cada francés y a cada alemán que creemos que esa no es lamanera de ganar el favor de Estados Unidos”.Eso ya es el colmo, “Paz no, guerra sí”. Es decir que con el poder político,

económico y militar del que dispone el coloso del norte ya liberado de la sombra del“coloso soviético” que lo frenaba, sus gobernantes se sienten dueños del mundo yde sus riquezas y que sin duda las usufructuarán a su gusto.

 Al asumir su segunda presidencia, en la primer reunión de prensa, George W.Bush pidió a los irakíes una masiva concurrencia a las urnas porque sería “ deter-minante para el futuro de su país ”  y, claro, para los planes de Washington – cuales son los

planes, sólo ellos lo sabrán – . Es lamentable que el imperialismo americano obligue,por las buenas o por las malas, a muchos países para que vayan a luchar en Irak o Afganistán, como es el caso de Alemania que no tiene nada que ver con la guerraque ellos fabricaron y que hoy es amenazada por los terroristas. La cruzada contra elIslam, culpándolo de retrógrado, dogmas absurdos y fanatismo, olvida que con sus1.300 años de existencia el Islam no es peor que el cristianismo en la Edad Media,con sus dogmas y crueldades religiosas.

En su segunda reunión de prensa después de empezar su segunda presidencia Bushprometió llevar la democracia a todo el mundo…  Con esa determinación, queda

claro que lo hará por las buenas o, más seguro, por las malas, a “punta de pistola” destruyendo Estados uno tras otro. Tampoco el presidente norte- americano seolvidó de acusar a Irán y Siria de “e xportar terrorismo” , por lo que se supone estápreparado para emprender una invasión con todo su tremendo poder bélico, del quedispone.

Pero a no olvidarse que Irán posee mucho petróleo, así que vamos de una guerraa otra.

 Al leer en la prensa que el nuevo presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, es deorigen judío, lo primero que se me ocurrió fue que estrecharía las relaciones con el

presidente Bush y no me equivoqué. En uno de sus primeros viajes al exterior fue alimperio americano y se ofreció a participar en un posible ataque a Irán. Debido aque el excéntrico presidente de aquél país había amenazado con borrar a Israel delmapa, pura fanfarronería que nunca podría ejecutar, por la habilidad de informacióny por su sofisticado poder militar. Y mientras su predecesor, el ex presidente francés Jacques Chirac, dejó entrever que Irán podía tener una bomba atómica, ya que Israeltiene muchas. Además, Rusia y China estaban en guerra hasta que las dos tuvieron bombasatómicas. India y Pakistán también tuvieron muchas guerras, hasta tener los dosbombas atómicas. Así que aquí no pasará más que por las amenazas, como pasó

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entre EE.UU. y la Unión Soviética en la Guerra Fría, amenazas pero nunca apretaron“el botón”.

En definitiva: Para los gobernantes y los que manejan los destinos del imperio

americanos todos los luchadores por la liberación de sus tierras, por la liberación de supatria por los invasores, los ocupantes son declarados terroristas por lo que deben seraniquilados incluso destruyendo las poblaciones, las ciudades adonde hay valientespatriotas. O sea destruir, matar y dominar.

***

Mi madre, Vala Nedeva. Mi padre, Kalcho Koralsky, de

quien no me acuerdo 

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Mi esposa Lidia, cuando la conocí Vatiu Koralsky, en mi niñez.Se

puede percibir la timidez.

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Mi hijo Dante, mi esposa Lidia, mi nuera Silvia y mi hija Victoria con mis

queridos seis nietos.

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Así son las casas de mi pueblo natal, Cherkovo. Las construían los

campesinos, ayudándose mutuamente. Hoy, la mayoría de ellas están

vacías, como en miles de pueblos.

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Acto de la conmemoración del 52 Aniversario del Holocausto, el 16 de abril

de 1996, en el que fui invitado a encender una vela.

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Emigrantes búlgaros destacados en el extranjero especialmente invitados

por el regimen soviético de Bulgaria, frente a la iglesia monumento de la

liberación de los turcos. Año 1983. Yo soy el primero de la izquierda.

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Foto histórica de una revista alemana de agosto de 1943. El rey Boris III de

Bulgaria revisa las tropas a su llegada al cuartel nazi, convocado por Hitler.

En la página siguiente, que guardo, se observa al rey antes de subir al

supuesto “avión asesino” quelo llevaría a Sofía, adonde, luego de tres días,

muere por una afección cardíaca.

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En la inauguración de la escuela de monseñor Díaz, donada por mí, en La

Banda del río Salí, Tucumán, 1970.

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Con mi hija Victoria, el rey de Bulgaria Simeón II y su esposa, la reina

Margarita, en su primera visita a la tierra natal en 1996, con quien tenemos

un gran aprecio mutuo. Hoy él es el premier de Bulgaria.

Figur 12

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El ojo de arriba representael poder global.

Esta figura representa laestrella de David.

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Uniformados con chaquetas beige, los ministros de Economía de toda

América posan al término de la reunión cumbre, efectuada en Toronto,

Canadá, en el año 2001. Cavallo sonríe en la primera fila (cuarto de la

derecha). En el texto del libro verán el gran significado de este color para los

hiper-banqueros.

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Facsímil de mi carnet de estudiante en la Politécnica de München (Münich),en plena 2da guerra mundial. Mi nombre está escrito según la

pronunciación alemana.

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El monumento del Soldado Ruso en Sofía, como en varias otras ciudades, en

expresión de su poderío al ocupar Bulgaria, aunque estaba neutral –la

liberaron de la libertad y la abundancia en la que se vivía –. 

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Esta foto, publicada por el diario Ámbito Financiero del 06/03/03 (sacada de

la película )

En una animada discusión con el premio Nobel de la Paz, Arq. Pérez

Ezquivel, en el año 1986.

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Este edificio que construí en el centro de la San Miguel de Tucumán en 1965

era el 2º en el país con portero-visor, con un monitor en cada departamento

para ver quién llama. Tenía antena colectiva y además fue el único edificio

con todo su exterior revestido con cerámica Tsuji, incluso la piscina sobre la

terraza, que fue obsequiada por el Ing. Alberto Tsuji.

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Acto conmemorativo de los graduados desde antes de 25 años en TUM

(Universidad Ténica de Munich) Alemania. El día 28 de Noviembre 2010.Estoy ubicado en la 1ra fila frente al presidente y el vice, por ser 1er

egresado.( recibido en 1947)

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Karl Marx León Trotzky.

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Lenin y sus fanáticos seguidores.

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Stalin en su apogeo. Hitler y Mussolini en su mejor

momento,observando un desfile.

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Hitler y su oratoria teatral

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Hitler saluda amistosamente al mariscal Pétain.

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Fila de prisioneros hacia un destino incierto. 

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La frustrada marcha sobre Rusia y

el gran sufrimiento de las tropas

alemanas

SynagogAS de las hordas nazis

quemadas en la "Noche de los

cristales rotos"

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Bombardeo de los aliados. Ciudad de Hamburgo totalmente destruida

El hambre en Alemania después de la derrota

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Golf Tournament - XXXIX Konferenz des Distrikts 4920 von Rotary

International. 4. April 2009 - Mar del Plata - 1. Platz 

El legislador Ramón Graneros entrega el diploma de MAYOR NOTABLE

de TUCUMAN aal Ing. Vatiu Koralsy 

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PENSANDO EN NUESTRA PATRIA Antes de terminar este libro, por la edad a la que llegué y la experiencia que

adquirí, resolví brindarle al estimado lector argentino los siguientes consejos:1°) Ya perdimos nuestras entrañables islas Malvinas, pero no permitamos que por

mal manejo político y económico sigamos perdiendo nuestra soberanía bajo el poderde los banqueros internacionales y F.M.I. y el Banco Mundial, como es público ynotorio.

Por decenios me cansé de escuchar los discursos de los políticos que inde-

fectiblemente terminaban: “Nosotros luchamos por el bienestar que el puebloargentino SE MERECE”, y con eso arrancaban muchos y sonoros aplausos. Eso eracomo una norma tal, que cuando yo mismo hablaba en público, muchas veces me veía obligado a expresarme de forma parecida, para no quedar mal. Porque sabíaque a la gran mayoría de la gente le gustaba escuchar eso, que no era más que unperjudicial populismo. Cuando en realidad los políticos deben insistir pidiendo alpueblo trabajar con ahínco para elevar su propio nivel de vida, que cada unoproduzca al menos lo que consume, tampoco gastar más de lo que gana y no llegar aconvertirse en mendigos de un Estado que cada tanto llega al borde de la quiebra.-

2°)Por años he escuchado a los “patriotas” que la Argentina es el país más ricodel mundo por la gran pampa húmeda que tenemos, y que era “el granero delmundo”, por el hambre que sufren muchos pueblos que necesitan alimentos. Sinpensar que esos pueblos que tienen hambre, no tienen dinero para comprar nuestrotrigo. Mientras que los países con poder adquisitivo defienden por todos los medios asu agricultura a través de los subsidios, por lo que hay que producir mas, de buenacalidad y buen precio, para poder competir y exportar más.

3°) Para muchos la parte sur del país no sirve porque tiene suelo árido. Sin embargo, no saben que la PATAGONIA es la parte más rica del país. Tiene lo quehoy mueve al mundo, la energía. Sin la energía hidroeléctrica que esa región produce,el enorme conglomerado de Buenos Aires y su gran industria se paralizarán. LaPatagonia además tiene muchas riquezas en petróleo, gas, carbón, energía eólica, sinhablar de su tan apreciada, por los extranjeros, riqueza de turismo. Tiene el “famoso” Valle del Río Negro con su gran producción de frutas de excelente calidad, susinagotables recursos del mar, muchos millones de ovejas, bosques vírgenes yposibilidad de puertos de gran calado para la exportación y algo fabuloso einsospechado hasta ahora: la gran reserva y fuente de agua dulce que el mundonecesitará. En una palabra, nuestra Patagonia es sin lugar a dudas la región más ricasobre la tierra. Por eso hay que cuidarla y no cederla.

Hay que ser consciente de que el país está lleno y saturado de empleados públicos,

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 varias veces más de los que necesita, y que el Estado no puede mantenerlos. Sin hablar delos jubilados. Todo el mundo tiene una meta: jubilarse cuanto antes y “ vivir tranquilo”. Yel dinero para eso, ¿quién lo pone? Con el desarrollo de la medicina y la expectativa de

 vida hasta 90 años, nadie sano debe convertirse en un pasivo, en una carga para lapoblación que trabaja, antes de cumplir al menos 75 años. A los que todavía quieren esta tierra, que no se sorprendan cuando en un tiempo

no muy lejano perdamos la región cuya riqueza es tan indispensable para nuestra vida:la Patagonia. Muchos nos alarmamos al escuchar tal o cual magnate norteamericano,sea George Soros o cualquier otro compran millones de hectáreas, equivalentes a todoun país europeo. Sin darnos cuenta que otros son dueños de esa fabulosa región, y elpueblo no puede hacer nada porque las leyes lo permiten. Vivimos en democracia, sedice. Quizás por eso el imperio norteamericano quiere implantarla aunque sea por la

fuerza, dominando los países atrasados, y poder adquirir cuando quieren todo lo que seles antoje, por el precio que ellos quieren.Hace varios años leí con sumo interés una página entera en el diario “Río

Negro”, un artículo sobre una predicción (escrita también por un ingeniero y no porun político, sindicalista ni un escritor) que preveía con el llamativo título: “Cuandola Argentina perdió la Patagonia”. Los criteriosos se habían dado cuenta de que como va el país, esa visión, tarde o temprano, lamentablemente y con toda tristezasucederá. Las provincias que la componen van a fusionarse hasta formar una unidadregional y al final, conscientes de su riqueza, conformarán un nuevo país, Patagonia o

 Andinia, como hace siglos está previsto40.

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UNA REFLEXION HISTÓRICA

“La Historia la escriben los vencedores… ¿y la verdadera?”  Con este inte-

rrogante empecé el libro que el lector tiene entre sus manos. A través de mis relatos,creo haber contribuido a corroer y cuestionar la versión de los hechos tomada comooficial, la misma que enaltece las atrocidades cometidas por los aliados durante lasguerras. Una visión parcial, interesada y distorsionada de la historia según la cualalgunos muertos deben esconderse bajo la alfombra de la ignominia. Tal es el casode los miles de alemanes aniquilados la noche del 13 de febrero de 1945 en la ciudadde Dresden, luego del sanguinario bombardeo de los aliados al final de la IIª GuerraMundial, sin ningún rédito militar, ya que la destrucción de Alemania era tal que eldesenlace de la guerra estaba decidido. Dresden era una de las ciudades más bellas de

Europa por lo que el régimen nazi la declaró “ciudad abierta”. Allí no habíamilitares, defensa antiaérea, ni la más mínima prevención por un ataque aéreo; todauna increíble atrocidad cometida por los aliados.

La tercera edición de la presente obra coincidió con los sesenta años de la libe-ración de los campos de concentración establecidos por los nazis en Auschwitz-Birkenau y posteriormente abandonados a su suerte frente al arrollador avance de lossoviéticos. Aquel trágico acontecimiento fue conmemorado en Enero de 2005, cuandose dieron cita las principales autoridades e instituciones mundiales, incluyendo alcanciller alemán Schröder y el presidente ruso Vladimir Putin.

Pero esa edición coincide también con las seis décadas del cruel y despiadadobombardeo sobre Dresden. En una actitud análoga, los alemanes que tambiénconmemoraron aquella barbarie aliada, fueron injustamente tildados de neonazis porel mismísimo canciller alemán Gerhardt Schröder, en un intento por congraciarsecon los EE.UU., en momentos de la inminente visita a Alemania de su presidente,George W. Bush. Con esto, el canciller pudo haber sacado réditos políticos para sugobierno e intentar así mostrar una Alemania sometida y sin rencores. Pero esto nodebería justificar el pisoteo de cientos de miles de muertos, de la verdad histórica y deldolor de los vivientes. A su vez, la prensa occidental minimizó groseramente esa

atrocidad y el número de muertos por los asesinos ataques41

, publicando que el totalalcanzó a unos 35 mil fallecidos, cuando en realidad los 1.200 enormes bombarderossuperfortalezas aliados descargaron una lluvia de bombas tal que no sólo arrasó el

41 Mencionados en las siguientes publicaciones: “Miles de neonazis marcharon en Alemania pararecordar el bombardeo de 1945”, en La Nación , pág. 3 del 14 de febrero de 2005, y Bernstein, Richard,“Germany seeks tighter curbs on protests by neo-nazis party ”, en The New York Times ,

12 de febrero de 2005 

40 Como vemos hoy en el vecino país de Bolivia, cuyas ricas regiones reclaman su indepen- denciadel poder central 80% de la hermosa ciudad, sino que segó la vida de más de 300 mil víctimas

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inocentes.No debe olvidarse que los alemanes que vivían en Rusia y en los demás países

debieron correr ante la retirada de los ejércitos alemanes y la desastrosa situación en

los frentes rusos, buscando refugio en Dresden por ser una ciudad abierta. Allífueron instalados en barracas provisorias y denigrantes que, más tarde, fueronquemadas y borradas de la faz de la tierra. Una vez más pareciera que los muertoscausados con crueldad por los aliados, no cuentan al momento de conmemorar lahistoria.

EUROPA Y EL MUNDO, SI HITLER NO HUBIERA EXISTIDO

En la primera guerra mundial 1914-18, los dos prósperos y distinguidos imperios

de Alemania y Austro Hungría fueron derrotados por los eternos aliados Francia eInglaterra, ayudados por EEUU.

Los aliados se conformaron con que Austria (el antiguo prospero reino Alemán)se quede sola, pero a Alemania la consideraban peligrosa por su prospera industria,su exitoso comercio y que imprimía el desarrollo de su colonia en la parte este de África. Porque las potencias occidentales estaban acostumbradas a explotar a suscolonias y no desarrollarlas- con más atraso mejor.

Por todas estas razones, Alemania fue duramente vaciada, castigada y conpesadas contribuciones de guerra, por lo que quedo un mísero estado sin colonias, sin

ejércitos, sin su prospero comercio, sin la flota y un gran desempleo, hambre y graninflación. Hasta que Hitler tomo el poder en 1933, y prohibió las huelgas y el partidocomunista. Mientras Stalin estaba en toda Europa conquistando a su juventud. Lasfronteras del coloso soviético estaban rígidamente cerradas. Nadie sabía que pasabaallí, más que la atractiva propaganda de grandes éxitos de la poderosa radio Moscú.

Cuando Hitler toma el poder, yo tenia ya 15 años, y fui atrapado como un fanáticocomunista, Stalinista y antinazis. Después de varios años, el destino me obligo quedebiera proseguir mis estudios de Ingeniero en Múnich, Alemania, en plena SegundaGuerra Mundial, y bajo el odiado nazismo. Pero para decir la verdad, nazis vi muy

pocos. Porque el pueblo alemán, no era nazi, y menos antijudío, como todavía sepropaga. Las universidades eran gratuitas. La vida de los estudiantes extranjeroscostaba poco. Por la pequeña, pero muy beneficiosa bolsa negra. Porque los viejosalemanes no conseguían nada que le diera placer. Los búlgaros llevaban cigarrillos, lositalianos café, y los yugoslavos chocolates. Por un paquete de cigarrillos se conseguíaun mes de habitación –  hasta los bombardeos-.

Lo que me sorprendió al llegar a Alemania, era que el maldito destapo no se veíaen la calles. Nunca se me pidió documento de identidad. Lo que se veían muchoscarteles de distintas y severas prohibiciones. Los más destacadas rezaban: “el que roba

será fusilado” pero nunca nadie robaba. Con eso aprendí para toda mi vida que loajeno no se toca. Por eso al llegar a Paris ya con mis títulos encontré un desorden

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increíble al haberse ido los alemanes, porque la resistencia francesa (la guerrillaantinazis) tomo el poder y todo se fue al suelo. Dos años de terminada la guerra casime muero de hambre en Paris.

Poco se sabe, que el partido de Hitler, era socialismo-nacional de los obreros y losmas fieles eran los altos, rubios, robustos y con ojos celestes, o sea la expresión de laraza aria. Llevaban uniformes militares pero distintos colores que los del ejército; y sunúmero no creo que pasaba de 5- 6% de la población. Porque Hitler copio de Stalin,pocos son necesarios para mandar mientras el pueblo debe trabajar y producir,callándose

Los comunistas hacían huelga en todos los países. Con la gran pobreza y miseriaen Alemania, todo el mundo en Europa consideraba que el poder comunista era

inevitable. Sin embargo Hitler llegado al poder, prohibió las huelgas, y la ideologíacomunista, hizo un orden y seguridad lo que imprimió a Alemania, un desarrollobasado en la actividad privada lo que trajo inversiones extranjeras y un adelanto que laconvirtió en un estado fuerte, política, económica y militarmente. Sin duda sin Hitlerel primer estado occidental caído bajo el comunismo, hubiera sido Alemania.

Mientras tanto, Stalin se concentro en el ángulo sudoeste de Europa- en España,donde en 1936 empezó allí la tremenda guerra civil española. Era seguro que el Gral.F. Franco, jamás hubiera ganado la guerra y salvado a España del comunismo, sin laayuda del armamento suministrado por Hitler.

Con el poder de Hitler, Mussolini y Franco, Europa se salvo del comunismo.“Pero no del todo antes del final de la segunda guerra mundial los aliados contentosdel poder de Stalin, le regalaron todos los países del este europeo: Bulgaria, Rumania,Hungría, Checoslovaquia, Polonia y el este de Alemania, con la mitad de Berlín. Yugoslavia quedo bajo el dominio del mariscal Tito (un croata), instalado en Belgrado,Serbia: que pudo mantenerse lejos de Stalin

Lo que me da seguridad de pensar que sin la existencia de Hitler, se habría evitadola tremenda guerra mundial, los millones de muertos en los combates, en los camposde concentración y la destrucción y envuelta en llamas, todo un prospero país

 Alemania. Donde millones de inocentes mujeres, niños y ancianos, murieronenvueltos en llamas, que yo tuve el horror de observar y considerarme un“sobreviviente de Alemania en Llamas” y del terror Soviético que viví en mi patria:Bulgaria. Pero sin Hitler lamentablemente toda Europa, hubiera caído bajo elcomunismo.

El llamado termino “Holocausto”, (refiriéndose a los judíos) se compone por lasdos palabras griegas “Holos: todo y  cautos: quemado “. Sin embargo, los judíos nofueron quemados vivos, como expresa el término, me parece que esa palabra:holocausto corresponde a toda Alemania, que yo mismo vi en llamas. A donde los

“benditos” aliados bombardearon día y noche con los enormes aviones llamados“súper fortalezas” de cuatro enormes motores,(de EEUU) que tiraban bombas dedestrucción incendiarias de fosforo con lo que convertían los edificios derrumbados y

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en llamas, en cuyos sótanos por lo general estaban resguardándose sus habitantes, queno tenían salvación. Morían envueltos en llamas. Un terror que la humanidad nuncatuvo en cuenta, porque claro esta los que tiene poder de propaganda son los

 vencedores.En realidad, como ya aclare que los horrorosos muertos en los campos deconcentración, se debían principalmente al hambre, a los fríos inviernos, sin ropaadecuada, y las pestes (por falta de higiene medicamentos), ya que los piojos semultiplicaban y contaminaban hasta la muerte. Lo mismo sucedía también con lossoldados alemanes que el enloquecido Hitler obligaba a ir a luchar y morir en loslejanos frentes de batallas de Rusia. Escuche decir que los soldados tenían también lamisma suerte, además incluidas las balas enemigas. Porque muchas veces no recibíanarmamento a tiempo.

Me acuerdo que la invasión alemana en Rusia, empezó el 21 de julio de 1941, enpleno verano caliente y los soldados estaban vestidos con camisas mangas cortas. Yaque Hitler consideraba que si en 45 días derroto la bien armada Francia, en un pocomas de tiempo derrotaría a Stalin. Pero al final, todo le salió mal, por lo que debíapegarse un tiro.

En caso de que el comunismo se había instalado en toda Europa occidental, consu cultura avanzada, podría haber convertido el comunismo ruso (soviético) en muchomas avanzado y humanizado y sin duda habría invadido todos los continentes.

 Yo tuve la experiencia de ver el desarrollo increíble, que el régimen comunista

consiguió en algunos países de Europa Oriental, en especial mi vieja patria Bulgaria,que no entro en la guerra. Lastima que el capitalismo consiguió sobornar y corrompera los jerarcas soviéticos, de tal manera que se convirtió en una explotación de lasmasas trabajadoras, bajo la feroz dictadura. De tal manera que el comunismo sederrumbo sin un solo tiro en todo el bloque soviético, y al mismo tiempo, porque susjerarcas llenos de millones en el extranjero, se pusieron de acuerdo.

O sea el comunismo podía y podrá traer un bienestar a los pueblos, pero sin laexistencia del capitalismo que tiene como principio: “el que más tiene, mas quiere”. Yeso no me lo contaron, sino que yo mismo lo viví. Saliendo de la extrema pobreza y

con mucho sacrificio, y con honestidad y cumplimiento llegue a poseer millones y nome conformaba, quería conseguir ganar mas y mas dinero. Lastima que la mala suerteen mi familia, me hizo sufrir tanto que abandone todo.

Mi temor es que: con la crisis mundial que tenemos actualmente, muchos paísespueden convertirse en grandes disturbios, desempleo, hambre y miseria, y hasta unaguerra civil. Terminando en que la masa proletaria tome el poder, para repartir lariqueza todavía existente. Lo que a su vez traerá mas desempleo, hambre y miseria, yque solo seria superado por la dictadura total, como fue el comunismo pasado en sucomienzo.

O sea, considero que si Hitler no hubiera existido, Alemania abría caído bajo elcomunismo antes que España. Con todo eso Europa y el mundo hoy tendrían otracara.

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Claro esta, que los aliados quisieron y consiguieron la primera gran guerra con elasesinato del heredero del trono del Imperio Austro-Húngaro, en Saraevo en 1914, enSerbia; con lo que estallo la primera guerra mundial, y a consecuencia de ella, luego la

segunda gran guerra, para la cual culpan a los alemanes , incluso tildándolos a todos denazis.Quisiera suponer que, si hay otras civilizaciones extraterrestres, tendrán seguro un

desarrollo comunitario que nosotros no podemos ni imaginar, adonde seguro noexisten pobres más pobres, ni ricos más ricos, ni tampoco las grandes injusticias quesoportamos.

PALABRAS FINALES

 Antes de concluir, debo confesar un secreto. Me costó encontrar las palabrasúltimas, finales, sin advertir que las tenía en mi mente:

Desdichado aquel que no crea en Dios. Desgraciado quien no lo encuentre. Pobre del que en los templos suplica el perdón, sólo para volver a pec ar .

Habiendo sido un ferviente cristiano y luego un ateo absoluto he llegado a 

una clara conclusión: si hoy sabemos con certeza que un átomo increíblemente pequeño encierra energía incalculable, por qué no suponer que la infinita chispa que poseemos de Dios, o de la Sabiduría Universal, contiene una fuerza de tal magnitud que resultaría imposible mensurar. Por qué, en lugar de escudriñar los cielos buscando a Dios, no miramos dentro de nosotros. Con seguridad que lo habremos de encontrar. Qué lástima no haberlo descubierto antes.

Desde estas modestas páginas, he querido ser equitativo e imparcial.

El lector será quien juzgue si he logrado mi cometido.

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ÍNDICE

Dedicatoria ................................................................................................................ ..4 CITAS ...................................................................................................................9  Prólogo. Un testimonio, una conciencia un narrador ...........................................  11 Palabras del autor .........................................................................................................13  El Sobrev i v iente...........................................................................................................15  Estimados Lectores .....................................................................................................  19 

CAPÍTULO I

Mi turbulenta infancia ................................................................................................21  La vieja patria ...............................................................................................................22  Inédita historia del pueblo búlg aro...........................................................................23  Brujerías y curanderismo............................................................................................27  De ferviente cristiano, a fanático marxista y ateo..................................................28  Perdido en el viento blanco –  Los lobos..................................................................29  

CAPÍTULO II

La historia de Europa en los dos últimos sig los.....................................................31 Los aberrantes Tratados de Paz de Versailles .........................................................34 Hitler y su Movimiento Obrero Nacional Socialista (De “Nazional” pro v iene el término N AZI ) ........................................................................................................35  La llegada de Hitler al poder......................................................................................42  Contacto con los nazis ................................................................................................46  El comienzo de la persecución judía La noche de los cristales rotos .................47  La trágica Segunda Guerra Mundial La invasión a Polonia .................................48  La increible derrota de Francia ..................................................................................50  Inglaterra, en jaque ......................................................................................................52  El enigma de Rudolf Hess..........................................................................................54  La Operación Félix y el astuto General Franco .....................................................55  Mis estudios universitarios en Belg rado..................................................................56  La necesaria invasión a Y ug osla v ia ...........................................................................58  Mis estudios en Bratislava - Slovaquia .....................................................................59 El extraño examen de Geología, y la hora 10 .........................................................60 

CAPÍTULO III

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La catastrófica invasión a Rusia.................................................................................63  El comienzo del desastre ............................................................................................64  Mis estudios en Alemania en guerra. Una sorpresa...............................................67  Margot –  Una niña bonita..........................................................................................68  Perdido en la Noche Rogue por encontrar la Gestapo .........................................69  Solo en clase - Un bochorno......................................................................................71  Los primeros bombardeos .........................................................................................72 Mis estudios en Munich: La cuna del nazismo.......................................................73  El primer y despiadado bombardeo sobre Munich ...............................................  74 La vida en Alemania durante la guerra ....................................................................76  Los estudiantes extranjeros en la guerra..................................................................78  La vida en la Politécnica .............................................................................................79 ¿Cómo se mantenía el orden? ....................................................................................80  Los nazis “SS” Un regimen autodestructivo ..........................................................81  Los alemanes, un pueblo con desgracias .................................................................83 Las crueles tácticas de los bombardeos....................................................................84  Un amor a primera vista: Mi bella Ursula ...............................................................86  La escandalosa Fiesta Patria en Munich ..................................................................88  La carta de Doña Sara.................................................................................................90  Mi papelón con un capitán nazi ................................................................................91  El pobre soldadito alemán .........................................................................................94  La terrorífica fuga al refugio......................................................................................95  El búnker nazi ..............................................................................................................97  

CAPÍTULO IV

Boris III, Rey de Bulgaria y el alma humana de los alemanes .............................99  La protección de los judíos búlgaros y la muerte del rey  ....................................101  La voladura de la Pensión Central y el pintoresco Gräfelfing ............................102  El distinguido Dr. Färber.........................................................................................105  

Hitler pasó despacio al alcance de mi mano .........................................................106  El famoso día “D”.....................................................................................................108  Mi admiración por los judíos y los alemanes ........................................................  110 Campos de Concentración ....................................................................................... 114 De Auschwitz a la liberación ...................................................................................  118 Recuperando la v ida ..................................................................................................  119 Un asesino acto de los aliados El bombardeo: más que una bomba atómica .... 12

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CAPÍTULO V

La peligrosa gran odisea ...........................................................................................125  La llegada de los tanques soviéticos .......................................................................130

 Fui elegido para el Colegio de Oficiales Rojos .....................................................133  Los juicios populares - Un teatro siniestro ...........................................................134   Jorge Dimitrov y su sobretodo de madera.............................................................135  Karl Marx –  Creador del Comunismo ...................................................................136  

Stalin, el astuto y despiadado dictador nunca decía “los judíos”, sino “ellos” o “los extranjeros” ...............................................................................138   Alemania y su cruel destino .....................................................................................142  Desesperado, quise abandonar Bulg aria ................................................................144   Teodoro, mi inolvidable primo................................................................................  145

 El repulsivo “Niet” ruso ..........................................................................................  147 

CAPÍTULO VI

1946: La Capitana Política Stefanka, mi enamorada protectora ........................149 En Budapest, destruida y ocupada por los rusos ................................................. 151 En la Viena imperial..................................................................................................154  Otro repudiable proceder del poder americano ...................................................156 El trágico relato de agop del salvajismo so v iético................................................158  La inolvidable Josefine, una delicada belleza ........................................................160  La picaresca salida de Viena.....................................................................................  161 

CAPÍTULO VII

La vuelta a Munich en alemania ya esclavizada ...................................................165  Extrema hambre en la Alemania ya derrotada .....................................................167 Holocausto –  Significa “todo quemado” ...............................................................168  La película: La Lista de Schindler...........................................................................  175 

La triste historia y la gran injusticia ........................................................................  176 El inhumano humanismo de los al iados ...............................................................  176 Iakob, uno de los sobrevivientes llenos de oro.....................................................  178 La entrega de títulos en deplorables condiciones.................................................180  Else, mi inesperada sal v adora..................................................................................181  Una tragica experiencia con soldados de color.....................................................183  El viaje ilegal a Francia .............................................................................................183 ¡La increíble discriminación f rancesa!....................................................................185  La espantosa hambre en París. (La contraproducente liberación ).....................187 

Fui un “grasiento” obrero en la fábrica Citroën...................................................190  Las tan añoradas v isas...............................................................................................191  Buena comida, pero... amenazado de muerte .......................................................192  

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La Revolución Bolchevique. El poder genera dinero y riqueza.........................193  Paralelo entre el Comunismo y el Nazismo Hitler y Stalin: similitud 

y diferencia ............................................................................................................195 

Dentro de lo negativo, algo positivo (Una ficción para pensar)....................... 200 Lavado de cerebros con crueles mentiras y lo que el pueblo alemán se tragó .............................................................................................................. 202 

CAPÍTULO VIII

 Arribando al Nuevo Mundo ................................................................................... 205 La Llegada a la Nueva Patria .................................................................................. 206 “ Ya son nuestros” ..................................................................................................... 207 Hacia el jardín de la República ............................................................................... 209 

Mi apellido y la fastidiosa pregunta: ¿Es usted judío o polaco? ........................210 Con la distinguida señora Eva Perón .....................................................................212  La suerte me sonrió de nuevo un viejo judío me sal v ó .......................................214  Inicio de la carrera empresarial – de interés para técnicos –  ...............................215  Una ambición: Edificio “ Victoria”. ........................................................................218  Edificio “Libertad”, doblemente defraudado .......................................................219  Cuidado con los juicios ............................................................................................ 220 La reválida de mi título............................................................................................ 220 El viaje a Estados Unidos........................................................................................ 222 

De mis amigos judíos............................................................................................... 222 Mis hijos, Dante y Victoria (Consejo para padres) ............................................. 224 

CAPÍTULO IX

La angustiosa visita a Bulgaria ............................................................................... 229 Una sorpresa: No reconocía mi pueblo natal ....................................................... 233 La desgraciada vida de mi amigo Dimiter Valev..................................................235  Bulgaria, un bello país que vale la pena conocer ................................................ 236 

La temible frontera entre el yugo y la libertad......................................................237  De nuevo con el Dr. Färber .................................................................................... 239 El golf, una salvación. (Consejos para aficionados) ............................................ 240 Edificio “24 de Setiembre” ......................................................................................241  La temible subversión en Tucumán ....................................................................... 242 Escuela de Monseñor Díaz ......................................................................................243  Colegio del Huerto cuidado con los grandes oradores........................................245  Directivo en el Banco Empresario .........................................................................247  El Edificio “Bulgaria” ............................................................................................. 248 

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CAPÍTULO X

El primer campo que compré (Un gran dolor de cabeza) ..................................251  Pésima experiencia societaria ..................................................................................252

 El poder de la mente ................................................................................................ 254 Con mi mente curé mis malditos g ranos ...............................................................255  La hora diez y los sueños premonitorios .............................................................. 256 Rompí una jarra con la mente..................................................................................257  Los números, base del uni verso ..............................................................................257  

CAPÍTULO XI

La peligrosa insolencia sindical ...............................................................................259  

El desastroso gobierno de Isabelita ........................................................................259  La providencia se burló de mí ................................................................................ 260 Cuento para no creer. El fabuloso préstamo en dólares .................................... 263 Me distingue el gobierno comunista de Bulgaria ................................................ 264 Discurso y ovación - Un gran éxito ....................................................................... 266 La opulenta fiesta de despedida.............................................................................. 268 Con mi hijo y su esposa Silvia .................................................................................269  

CAPÍTULO XII

La Perestroika y la Glasnost. El tour a la U.R.S.S. ..............................................271  Cómo se derrumbó el comunismo. Y sus graves consecuencias.......................272  

 Armamentistas y traficantes de la muerte ............................................................ 277 Los Negociados armamentistas ..............................................................................278 Limpieza étnica ..........................................................................................................279  Los Balcanes: La Macedonia y Kosovo ................................................................ 281 

CAPÍTULO XIII

El culto a la pobreza................................................................................................. 285 La familia amenazada .............................................................................................. 285 ¿Norteamericanos y yanquis o banqueros? .......................................................... 286 Cartas al Director ..................................................................................................... 288  Apocalipsis –  8 de mayo de 1998 ........................................................................... 289 

¿La Paz Mundial? –  Ya no existe más.................................................................... 289El nuevo orden: La globalización es el comunismo al revés. ricos más ricos y  pobres más pobres .....................................................................................................291 La Reserva Federal ¿Es del gobierno de EE.UU.?...............................................293 El Terrorismo –  ¿De dónde vino? ......................................................................... 296 Pensando en nuestra patria ..................................................................................... 302 

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Una reflexion histórica ............................................................................................. 304 Palabras finales .......................................................................................................... 305

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Se terminó de imprimir en Impresiones Dunken Ayacucho

357 (C1025AAG) Buenos Aires

Telefax: 4954-7700 / 4954-7300

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www.dunken.com.ar Mayo de 2008

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Este singular libro, escrito con el corazón, basado en testimonios

 presenciales históricos y actuales. Relata las experiencias de su autor,

un ingeniero búlgaro, empresario y destacado golfista, y distinguido

como “ Mayor notable de Tucumán” . Los siguientes sólo fueron algunas de las múltiples

felicitaciones recibidas por esta obra tan peculiar: 

«... notable experiencia de vida transcripta con

sensibilidad». 

Simeón II, ex Rey de Bulgaria (fue su Premier)

«...verdadero testimonio de sucesos trascendentes de la 

Humanidad». 

Risto Vertheim (Embajador de Finlandia)

«...su libro forma parte de la bibliografía de consulta de esta

Embajada». 

Mercedes Alfaro de López (Embajadora de Panamá)

«...valioso testimonio de un testigo directo de un período de particular

interés». Thomas Mc.Donald (Embajador de Canadá)

«...Mi agradecimiento por el libro “ El sobreviviente” de su 

autoría...» 

Lino Gutierrez (Embajador de Estados Unidos)

«...admiro su entereza al afirmar que “ fui protagonista de mis

 propios éxitos y fracasos” . Ramón Graneros (Legislador porTucumán)

«...libro que considero histórico y de gran valor». 

Margarita Stolbitzer (Diputada Nacional)

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