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Ellos, ellas y los celos: Una nueva mirada a un viejo problema Ester Pérez Opi * El artículo consta de dos partes. En la primera se aportan algunas consideraciones generales respecto a los celos. Así: aclaraciones terminológicas, dimensión emocional, análisis de las características cognitivas asociadas a ellos, aspectos de personalidad y características del juego celotípico. En la segunda se presentan y ejemplifican algunos de los recursos terapéuticos que en nuestra consulta habitualmente usamos para el manejo clínico de determinadas demandas relacionadas con los celos. Estos son: Reestructuración Cognitiva, Prescripción del Síntoma, Ordalía, Externalización, Visualización, Rituales, Fármacos y Reerotización. El enfoque del artículo parte de una perspectiva sistémica, luego toma el sistema diádico como unidad de análisis y aborda- je y en él prevalece lo interaccional sobre lo intrapsíquico. Y ello porque consideramos, especialmente en estos casos, que el sujeto clínico es la relación. Palabras clave: Celos, Juego Celotípico, Pareja y Sexualidad, Recursos Terapéuticos, Terapia Sistémica. MEN, WOMEN AND JEALOUSY: A NEW LOOK INTO AN OLD ISSUE The article is divided in two parts. In the first one, some general contributions on jea- lousy are brought in, such as emotional aspects, cognitive characteristics, personality features and a number of celotypic game rules, and terminological clarifications are made. In the second one, therapy resources relating to cases of jealousy are exposed and explained. We usually put in practice in our therapy session such resources as Cognitive Re–structuring, Symptom Prescription, Ordaly, Externalization, Visualization, Rituals, Pharmacy and Re–erotization. The article departs from the systemic perspective, then goes on to take on dyadic perspective in order to use it as a framework in the approach and analysis, interactive aspects prevail over the intra–psychic aspects. We think, indeed, that, especially in these cases, the clinical subject is the relationship itself. Keywords: Jealousy, jealousy game, Sex and Marital Therapy, Clinical resources, Systemic Therapy. Anuario de Sexología 2004 • Nº 8 • pp. 69–89 © Anuario de Sexología A.E.P.S. ISSN:1137–0963 * Biko Arloak, Centro de Atención a la Pareja, Erdikoetxe, 1–C, Entrepalnta. 48015 Bilbao. Tel.: 94 476 35 12 Fax: 94 476 42 77 E–mail: [email protected] “No soy celosa pero he conocido los celos. Los moralistas están mejor preparados para combatirlos que los libertinos, pues no los aceptamos, no admitimos que existan y eso hace imposible controlarlos”. CATHERINE MILLET.

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Page 1: Ellos, ellas y los celos: Una nueva mirada a un viejo ... · Ellos, ellas y los celos: Una nueva mirada a un viejo problema Ester Pérez Opi * El artículo consta de dos partes. En

Ellos, ellas y los celos:Una nueva mirada a un viejo problema

Ester Pérez Opi *

El artículo consta de dos partes. En la primera se aportan algunas consideracionesgenerales respecto a los celos. Así: aclaraciones terminológicas, dimensión emocional,análisis de las características cognitivas asociadas a ellos, aspectos de personalidad ycaracterísticas del juego celotípico. En la segunda se presentan y ejemplifican algunosde los recursos terapéuticos que en nuestra consulta habitualmente usamos para elmanejo clínico de determinadas demandas relacionadas con los celos. Estos son:Reestructuración Cognitiva, Prescripción del Síntoma, Ordalía, Externalización,Visualización, Rituales, Fármacos y Reerotización. El enfoque del artículo parte de unaperspectiva sistémica, luego toma el sistema diádico como unidad de análisis y aborda-je y en él prevalece lo interaccional sobre lo intrapsíquico. Y ello porque consideramos,especialmente en estos casos, que el sujeto clínico es la relación.Palabras clave: Celos, Juego Celotípico, Pareja y Sexualidad, Recursos Terapéuticos,Terapia Sistémica.

MEN, WOMEN AND JEALOUSY: A NEW LOOK INTO AN OLD ISSUE The article is divided in two parts. In the first one, some general contributions on jea-lousy are brought in, such as emotional aspects, cognitive characteristics, personalityfeatures and a number of celotypic game rules, and terminological clarifications aremade. In the second one, therapy resources relating to cases of jealousy are exposedand explained. We usually put in practice in our therapy session such resources asCognitive Re–structuring, Symptom Prescription, Ordaly, Externalization,Visualization, Rituals, Pharmacy and Re–erotization. The article departs from thesystemic perspective, then goes on to take on dyadic perspective in order to use it as aframework in the approach and analysis, interactive aspects prevail over theintra–psychic aspects. We think, indeed, that, especially in these cases, the clinicalsubject is the relationship itself. Keywords: Jealousy, jealousy game, Sex and Marital Therapy, Clinical resources,Systemic Therapy.

Anuario de Sexología2004 • Nº 8 • pp. 69–89

© Anuario de Sexología A.E.P.S.ISSN:1137–0963

* Biko Arloak, Centro de Atención a la Pareja, Erdikoetxe, 1–C, Entrepalnta. 48015 Bilbao.Tel.: 94 476 35 12 Fax: 94 476 42 77 E–mail: [email protected]

“No soy celosa pero he conocido los celos. Losmoralistas están mejor preparados paracombatirlos que los libertinos, pues no losaceptamos, no admitimos que existan y esohace imposible controlarlos”.

CATHERINE MILLET.

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ESTER PÉREZ OPI

1. INTRODUCCIÓNEn nuestros días y en nuestra cultura, los

celos son una emoción despreciable y despre-ciada. La persona misma en su globalidadqueda descalificada si es etiquetada como”celosa”. Y esto porque los celos guardan cier-ta relación con el dolor, con las agresiones(incluso muertes), con las invasiones interper-sonales, con la desconfianza, con la inseguri-dad, con la traición, con el conflicto en pareja,etc. Todo ello, curiosa y paradójicamente, apesar de que estamos en un momento históri-co de revitalización del modelo amorosoconocido como “amor–pasión”, lo cual vieneacompañado del incremento de la deseabili-dad de determinados valores morales como:la fidelidad, la posesión, la abstinencia, elardor emocional y la sacralización de la sexua-lidad. Como luego diremos, hay una relaciónentre amor y celos, de suerte que cuanto másapasionado es el primero, más pasionales sue-len ser los segundos.

En cualquier caso y al margen de la posi-ción social que los celos ocupen en el “ran-king” (históricamente cambiante) de las emo-ciones, lo cierto es que existen y seguiránexistiendo. Se muestren o se oculten a títulopersonal; se gestionen de forma controlada ode forma desabrida en el escenario de la pare-ja; se promocionen o se inhiban en el abreva-dero cultural.

Así pues, digámoslo con claridad, todaslas personas sentimos celos —más o menos,poco o mucho— a lo largo de nuestra vida.Otra cosa es el grado en que esto ocurra, lossíntomas que ello conlleve, la vivencia subjeti-va que de ellos tengamos y las consecuenciasque del manejo de esta emoción puedanderivarse. Pero aclarados esos puntos, varia-dos y variables en cada sujeto y en cada rela-ción, podríamos afirmar que todos “somoscelosos”. O mejor, que “todos sentimoscelos”. O, incluso más, que “todos sufrimosde celos”. Porque los celos, como ocurre tam-bién con otras emociones, producen dolor.Paliar este sufrimiento individual, marital ysocial puede ser labor de profesionales de la

Sexología que trabajan con parejas. A ellos vadirigido este artículo.

1.1. Celos: el término1.1.1. El problema del pluralRespecto de los celos lo primero que

llama la atención es que la palabra no puedeencontrarse directamente en ningún dicciona-rio castellano. Y esto porque el término con elcual definimos esta emoción (celos) es plural;y las entradas de los diccionarios están en sin-gular. Por supuesto el término singular (celo)nos ayuda bien poco a entender nada de estaemoción que aquí abordamos, pues tiene sig-nificados bien distintos y aún contrapuestos.Pues, además de las acepciones que hacenreferencia a la “bondad”, al “cuidado” o a la“perfección” en otra acepción diferente, eltérmino “celo” se refiere al “estro”.

En este caso, el singular y el plural, nosólo no se corresponden, sino que nos llevana universos semánticos bien diferentes. Elloproduce algunos equívocos en el uso dedeterminadas palabras derivadas. Por ejem-plo, el adjetivo “celoso” hace referencia —indiscriminada— a ambos (singular y plural).E igual ocurre con los antónimos que que-dan polarizados en torno a dos extremos:“confianza” e “indiferencia” para el sustantivo“celos”; y “confiado” y “descuidado” para eladjetivo “celoso”.

No ocurre igual con otros idiomas que sítienen un término concreto —y, por cierto,de raíz común— para expresar específicamen-te esta emoción. Así: en inglés, “jealousy”; enfrancés, “jalousie”; en euskera, “jelosi”; o enitaliano, “gelosia”.

1.1.2. Celos: definiciónPuesto que vamos a hablar de celos con-

viene aclarar mínimamente a qué nos referi-mos con este término. Y esto porque, comobien dice José Antonio Marina en su“Diccionario de los Sentimientos”, la meradefinición de una palabra hace que construya-mos un universo de creencias, valores y senti-mientos que orbitan en torno a la vivencia

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que de esa emoción tengamos. Dicho de otromodo, según definimos sentimos; y segúnsentimos, definimos y creamos las palabras.Véamos someramente cómo hemos definidolos celos.

En el Diccionario de la RAE nos encontra-mos con la siguiente definición de celos:“Sospecha, inquietud y recelo de que la perso-na amada haya mudado o mude su cariño,poniéndolo en otra”.

En el Petit Robert (Diccionario de laLengua Francesa) se dice: “Sentimiento peno-so experimentado por una persona al ver queotra cuyo cariño o amor desearía para sí solalo comparte con una tercera”.

Si nos acercamos a definiciones más psico-lógicas, Castilla del Pino señala: “Los celosaparecen cuando, a la desconfianza sobre laposesión o propiedad del objeto, se añade lahipótesis —la sospecha— de que el objetopuede pasar a ser propiedad de otro; de queel objeto, por tanto, podría serle sustraído poralguien que lo ha enamorado. Los celos noaparecen por el hecho de que el objeto hayadejado de amar al que hasta entonces amaba,sino porque, además, pueda amar a un terce-ro” (1993).

Mientras que Echeburúa y Fernán-dez–Montalvo definen así: “Los celos constitu-yen un sentimiento de malestar causado porla certeza, la sospecha o el temor de que lapersona querida, a quién se desea en exclusi-va, prefiera y vuelque su afecto en una tercerapersona” (2001).

En definitiva, y para no extenderme, resu-miría todo lo dicho hasta ahora sobre loscelos en la siguiente expresión: “sentimientoque se expresa como temor (inquietud, sos-pecha, desconfianza, ...) ante la pérdida delamado/a frente a un tercero“.

1.2. Celos: consideraciones generales1.2.1. Se trata de una emociónLos celos no son una enfermedad, ni un

rasgo de personalidad, ni un valor, ni undefecto, ni una medida del amor (o de la inse-guridad o de la desconfianza) en pareja. Los

celos son simplemente una emoción. Una delas emociones humanas básicas y universales.Por lo tanto ocurren, o pueden ocurrir, a cual-quier persona, en cualquier cultura y en cual-quier momento de su biografía; aunque nopueden ocurrir en cualquier situación, porquelos celos requieren de dos condiciones pre-vias sin las cuales no pueden darse. Estas son:un vínculo afectivo con un alguien concreto; yla presencia —real o imaginada— de un terce-ro que amenaza la continuidad del tal vínculo.

Como cualquier otra emoción —la conoz-camos o no— los celos tienen su bioquímica,su soporte histórico, su deseabilidad cultural,su biografía personal, su expresión gestual, susimbolismo, sus significados, su vivencia sub-jetiva, etc., etc.

Pero sobre todo, y esto es lo que aquí nosimporta, los celos tienen: sus intransferiblesmodos de ser vividos (sentidos, experimenta-dos); sus peculiares modos de ser pensados; ysus particulares modos de ser gestionados(internamente, cada quien dentro de su pelle-jo; y externamente, cada quien en interaccióncon los otros dos actores). No podemos ayu-dar a nadie a sentir o a dejar de sentir celos,pero sí podemos ayudarle a mejor vivirlos, amejor pensarlos y a mejor gestionarlos.

1.2.2. Celos, amor y posesiónBuena o mala, hay una relación entre

amor y celos. El amor siempre antecede a loscelos. Ahora bien, el término amor es dema-siado escaso —vago, inasible, etéreo, etc.—para el universo ilimitado de sus significadosposibles. La relación entre celos y amor es tanevidente y determinante, que podríamos dife-renciar múltiples formas de los celos en razónde múltiples formas del amor. Así hay celosentre hermanos, celos entre amigos, etc.

Sin embargo, en este trabajo nos centrare-mos en los celos —digamos eróticos— enpareja. Y subrayo el adjetivo “erótico”, porquepodemos distinguir también otras formas decelos que también pueden darse en pareja sincontenido erótico —al menos explícito—. Porejemplo los celos por los hijos (fundamental-

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mente: madre–hija y padre–hijo), los celospor los padres (fundamentalmente: espo-sa–suegra y marido–suegra), los celos porrelaciones muy íntimas (fundamentalmente:hermanos y amigos).

Al respecto de esto tres breves apuntes:a) El amor erótico es de sí un “amor pose-

sivo”, pues —más o menos, mucho o poco—es un amor que trata de poseer (no necesaria-mente por dominio, sino por anhelo defusión). Al respecto de esto J.A. Marina nosdice: “ El diccionario, se lo recuerdo, definíaenamorarse como tener deseo de poseer loamado. Les recuerdo también que el términoposesión había aparecido ya, y que había pos-tergado su explicación. Su relación con elamor me tiene confuso, porque unas veceslos humanos hablan del amor como despren-dimiento y otras como afán de dominio”. Ymás tarde: “El léxico de los celos nos ayudaráa ver, por caminos retorcidos, las relacionesentre amor y posesión” (1999). Con frecuen-cia se han relacionado los celos con la pose-sión, pero a mi juicio los celos sólo se relacio-nan con la posesión a través del amor (de laposesividad del amor), que es previo a ellos.

b) Ya hemos dicho antes que los celos pro-ducen sufrimiento. Ahora bien, con respecto ala expresión “sufrir de celos” no queda nadaclaro quién es el que más los sufre: si el actoro el receptor, el celoso o el celosado (el térmi-no es una licencia lingüística que me he toma-do), porque lo que se dice sufrir, lo sufrenambos. Y lo que realmente se resiente alentrar en el juego circular de los celos es larelación misma. De ahí el interés del abordajeclínico de esta emoción en pareja.

c) Los celos suelen ser más duraderos queel propio amor o que la propia pareja. Así quecon suma frecuencia los celos son lo únicoque queda después del amor y tras la rupturade la pareja.

1.2.3. Características de los celosAclarado que los celos son una emoción,

trazaremos muy brevemente algunas de suscaracterísticas generales; especialmente

conectándolos con otros sentimientos que asu vera brotan y apuntando siquiera un pocode las características del juego celotípico.

El asunto de la dinámica “actor–receptor”es importante, puesto que estamos ante unaemoción que siempre requiere de un otro;luego de una interacción entre dos. Más aún,porque añade —sea de forma real o imagina-da— la presencia amenazante de un tercero,introduciendo una dinámica triangular en elseno de un sistema diádico, que produciráunas específicas características que deben sertenidas en cuenta cuando se trabaja en clínica.

Al hablar de juego celotípico nos referi-mos a las pautas de interacción entre dosque tienen un vínculo, con respecto a un ter-cero “intrusivo”. En el juego celotípico pue-den observarse determinados patrones quese expresan en ideas, sentimientos, conduc-tas e interacciones, etc. que, como en cual-quier otro juego, responden a ciertas pautasregladas.

En la propia definición que nos dimos másarriba conectábamos los celos con otra emo-ción básica: el temor (u otras formas delmiedo como: el terror, el pánico, la inseguri-dad, la inquietud, etc.). Este miedo se activaen razón de la presencia de una amenaza con-creta: la pérdida de algo muy valioso (el amor,el amado, la relación, el estatus, etc).

Como repetiremos a lo largo de este traba-jo, al hablar de celos nunca podemos dejar deconsiderar el amor previo. A través de eseamor sentido, un otro (el amado) pasa a ser“nuestro” y con él co–construimos un “noso-tros” común. Por razón de ello (“el otro esmío”, “yo soy suyo”, “somos el uno del otro”,“somos de los nuestros”), los celos suelen lle-var aparejado un sentimiento de traición quese activa precisamente por la participación —real o imaginada— de este otro amado en eljuego amenazante con el tercero rival. La trai-ción requiere de una previa identidad comu-nitaria: de un nosotros. En pareja es precisa-mente el amor previo quien produce estaidentidad común. Quien sufre de celos, sesiente traicionado porque el amado (uno de

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los nuestros) de un modo u otro co–participaen la intrusión del tercero (uno de los otros),incrementando así la amenaza.

Activado el sentimiento de traición, suelenasociarse respuestas de potente hostilidadhacia la traición misma y hacia el traidor. Peroel traidor siempre es el “nuestro”; o sea elamado. El otro —el invasor— es el rival. Locual produce una paradoja, en los sentimien-tos y en las interacciones, pues el amado es —a la vez— el sancionable traidor que suscitasentimientos negativos de repulsión y recha-zo; y el anhelado premio en la competicióncon el rival.

Pues además de la traición, los celos acti-van la rivalidad (hacia el tercero amenazador)en una competición cuyo premio es la conti-nuidad del amor. Pero en esta competiciónfrente al agresor, el supuesto aliado se com-porta como un “caballo de Troya” ejerciendoun cierto quintacolumnismo, lo cual incre-menta el sentimiento de traición e instaura ladesconfianza.

La confianza —que es resultado diádico—suele ser una de las primeras bajas en eljuego celotípico. Pues el amado (que, porunos u otros motivos, nunca vive del mismomodo la amenaza invasora), sí se defiende dela hostilidad, del castigo y de la descalifica-ción de la que es objeto. Y más se defiendecuanto —por unos u otros motivos— másinjusto o injustificado le parezca el trato reci-bido. Por lo general el “celosado” se defien-de: negando, rebajando, disimulando, ocul-tando, callando, contraatacando, etc. Incluso,con ánimo bondadoso, ofreciendo garantías(que no suelen garantizar).

Frente a esta percibida ausencia de infor-mación (vacío, distanciamiento, ocultación,etc.), el celoso se comporta como una agen-cia de contraespionaje: interpreta silencios,busca indicios y pruebas ocultas, lanza mensa-jes cifrados, marca el territorio, etc. Todo ellosuele llevar al celoso a un estado de perma-nente sospecha y alerta crónica que propendea la obsesión, al delirio y al pensamiento para-noide. Además la búsqueda compulsiva de

conocimiento oculto (pruebas, indicios, con-fesiones, etc) produce, además de un marcode interacción obsesivo, una propensión alas invasiones de los límites intradiádicos(cacheos, seguimientos, escuchas, etc). Asímismo la búsqueda de alianzas (amigos, elpropio rival, etc) suele producir problemascon los límites extradiádicos.

2. ASPECTOS COGNITIVOSDE LOS CELOSCitando de nuevo a J.A. Marina: “las creen-

cias dirigen en parte nuestros estilos afecti-vos” (1999). Así pues, siendo cierto que pen-samos como sentimos, y sentimos como pen-samos, resulta interesante indagar cuál es elsustento cognitivo de tal emoción.

En rigor habría que decir que detrás de estaemoción hay toda una teoría del amor. Una teo-ría que cuelga de un concepto central: el de laexclusividad. En toda institución formada a pro-pósito del amor se produce explícita o implíci-tamente un contrato de exclusividad. Ahorabien, esto produce la paradoja del monopolioen un mercado que siempre ofrece competen-cias diversas en todos los planos. Así, las parejasmutuamente se (com)prometen, se (im)pideny se dan múltiples exclusividades. Entre otras:exclusividad erótica, exclusividad de intimidad,exclusividad de tiempo y dedicación.

Pero, ¿qué es exactamente la exclusividad?.Por ejemplo la exclusividad erótica ¿afectasólo a la conducta erótica o también a la res-puesta erótica?. Si es a la respuesta erótica,¿cómo evitar atracciones, deseos, fantasías,excitaciones, etc. que ocurren con otros queestán fuera del campo de la exclusividad? Si esrespecto a la conducta, ¿cuáles son las con-ductas eróticas excluidas? ¿El coito, una mira-da cómplice, un roce retenido, un besolabial?. De modo que el concepto de exclusivi-dad —en este caso erótica— es un continuorelativo que se incardina en el continuo fideli-dad–infidelidad, de manera que a más exclusi-vidad, más riesgo de infidelidad.

En otro plano, son ya clásicas las ideas delos celos como medida del amor (“si me ama

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sentirá celos de mi”, “cuánto más celosa semuestra, más me siento amado”), así como laidea de los celos como acicate del deseo(“dale celos para que se interese más por ti”,“haz que se sienta menos seguro de ti”).Todavía hoy es posible hallar manuales y con-sejos populares en esta línea, sin ser raro tam-poco que éstos provengan de amigos íntimosque en el fondo lo único que pretenden esayudar. Lo curioso de estas estratagemas esque en ocasiones se convierten en profecíasque se autocumplen. Y, efectivamente, a tra-vés del filtro de los celos (y del sufrimientoque ocasionan) se reaviva el interés, se reacti-va el deseo, se catalizan cambios o se reinstau-ra el compromiso .

Otra de las ideas adosadas a los celos es lade ficción/realidad, o la que engarza celos coninfidelidad. Al punto de que hablamos decelos justificados, los basados en una reacciónhacia el infiel, así como de celos injustificados,que serían el producto de escenas inventadas,fantaseadas u imaginadas, y denominadoscomúnmente celos patológicos. Siendo que elconcepto de fidelidad es un continuo relativoque se plasma en un riquísimo abanico deposibilidades, y que dependerá de en dóndecada pareja establezca el límite de lo permiti-do o prohibido, la variabilidad de respuestasserá múltiple y relativa.

Al respecto de esta dicotomía ficción/reali-dad, convine recordar que a menudo el fan-tasma del uno puede ser la fantasía del otro.Esto, en un tiempo en el que se prima y sevende la vivencia de las fantasías sexuales eincluso su expresión y relato en pareja cómoun elemento más de estimulación erótica. Dehecho, los consejos de ciertas revistas femeni-nas en este sentido sirven a menudo y lamen-tablemente para alimentar nuestras carterasde clientes.

Por último, es interesante también refle-xionar sobre el concepto de dependen-cia/independencia emocional. Parecería quelos celos son una medida de dependenciaemocional. Todo esto en un momento en elque también la dependencia emocional es en

nuestra cultura un contravalor y por lo tantoalgo a evitar, dado que existe la creenciapopular de que “si dependes demasiado delotro, sufrirás mucho”.

3. CARACTERÍSTICAS DE PERSONALIDADHemos dicho al principio de este artículo

que todos sentimos celos y que todos somoscelosos. Por lo tanto no tiene mucho sentidohablar de la etiqueta celoso–celosa en tantoque rasgo de personalidad. Sin embargo tam-bién es cierto que personas con determinadascaracterísticas de personalidad suelen manejarpeor esta emoción, y sí puedo asegurar que alo largo de mi experiencia clínica he encontra-do ciertos rasgos comunes en personas aque-jadas de celos, características y déficits que síson susceptibles de ser trabajados en terapia.En rigor, cuando decimos que alguien es unceloso no estamos tanto definiendo la emo-ción que siente, ni la intensidad de la misma,sino su déficit de gestión de esta emoción.

En general, el celoso o celosa es un indivi-duo que se muestra muy inseguro tanto en laexpresión de sus afectos, como en la satisfac-ción de sus necesidades afectivas; poco cons-ciente de sus carencias y con escaso controlde sus emociones en general. A menudo sesiente frágil y vulnerable en la intimidad, muydependiente emocionalmente y por ello muylimitado en su actividad autónoma, muy nece-sitado de la aprobación del otro, y porsupuesto de su valoración muy expresa. Suelenecesitar dosis altas de pasión y romanticismopara creerse los sentimientos del otro. Ademássuele tener una muy baja autoestima y unpobre autoconcepto general. Con frecuencia—sobre todo en mujeres— una imagen corpo-ral negativa, distorsionada en su percepción, ydevaluada que justificaría la duda crónica en laposibilidad de ser amada. En resumidas cuen-tas suelen ser personas que —en última instan-cia— creen no merecer ser amadas. Y cuandosí los son, dudan, y es porque creen que el otroestá loco o les engaña.

Además en su biógrafía suele haberpobres vínculos parentales, episodios de pér-

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didas de afecto imprevistas e injustificadas,sensación de abandonos varios, etc. Lo cualsuele propiciar que la profecía se autocumpla(“ya sabía yo que nadie podría amarme deverdad”). Por lo general, son conscientes deque con sus reacciones de celos están ponien-do en peligro la relación, y resultan insoporta-bles para el otro, de manera que —denuevo— ratifican su creencia de que nomerecen ser amados.

Las personas celosas suelen tener estiloscognitivos muy negativos, poco operativospara sobrevivir en la jungla de las emociones,y estilos de atribución casi siempre internospara el fracaso y externos para el éxito (conlo cual no se apuntan ningún tanto: los éxi-tos se los dan a otros y se autoculpabilizande los fracasos).

Si nos adentramos en los resbaladizosterrenos de lo psicopatológico, vemos que lamayoría de estos individuos rozan el trastornoobsesivo–compulsivo (TOC), entrando en unaespiral de rituales y de pensamiento–emocióncerradas, de autocentrifugado de ideas nega-tivas sobre la sospecha que va in crescendo.Esta espiral llega a convertirse en algo convida propia, de manera que escapa al controldel individuo llevándole a escenarios cercanosa la locura en los cuales es difícil distinguir silo que ven y oyen es cierto o solo un produc-to de su imaginación torturada. Es tal la sensa-ción de descontrol, que llegan a creer queestán locos, pero no suelen estarlo.

En este epígrafe es relevante mencionarlos abusos de sustancias estupefacientes, nor-malmente drogas recreativas y alcohol. Amenudo descubro en mi consulta que indivi-duos que han pasado por una época descon-trolada de su vida, en la cual abusaron de dro-gas (especialmente alucinógenos), han queda-do sentimentalmente “tocados”. Desconozcolas causas de esto, pero constato que, espe-cialmente, en situaciones de estrés y de altaintensidad emocional, reproducen sensacio-nes antiguas, perdiendo el control de sí mis-mos y conduciéndose sobre la línea que sepa-ra lo psicótico de lo neurótico.

Al hilo de todo esto, conviene el diagnósti-co diferencial, pues en ocasiones, oculto bajouna historia de celos, existe un cuadro de psi-cosis paranoide, que puede incluir delirios,alucinaciones (por ejemplo de visualizaciónde conductas eróticas entre la pareja y un ter-cero), que pueden ir acompañados de otrostrastornos y síntomas, como el temor a seraniquilado (para dejar de ser un impedimentoen la otra relación), así como la obsesiva bús-queda de pruebas. Al respecto de esta bús-queda, en la actualidad pueden incluir sofisti-cados métodos dignos del mejor cine negro(por ejemplo: contratación de detectives, sis-temas de radioescucha, grabaciones conmicrocámaras, análisis en laboratorio de cabe-llos, etc.) u otras de naturaleza delirante (porejemplo: sopesado testicular — o mediciónseminal— anterior y posterior a la supuestaconducta erótica infiel).

4. EL JUEGO CELOTÍPICOComo ya se ha dicho, los celos no son

sólo una emoción que una persona indivi-dualmente siente dentro de sí. Los celos sonuna emoción que ocurre con relación a otros(como mínimo: el amado y el rival). Conmotivo de ello, se produce lo que llamamosel juego celotípico. Con este término nosreferimos a la trama de interacciones que, apropósito de los celos, se produce en la pare-ja. Sean o no conscientes de ello, los dosmiembros de la relación juegan a un juegocon unas reglas determinadas. Desvelar estejuego inconsciente puede ser el objetivo prin-cipal del tratamiento. O incluso puede ser eltratamiento mismo.

Uno sólo puede dejar de jugar a un juegoinconsciente y lesivo si: 1º sabe que estájugando; 2º sabe a qué está jugando; 3º sabeque no obtendrá beneficios del juego al queestá jugando; y 4º se da cuenta de que losperjuicios qué obtendrá serán más y peoresque los siempre garantizados beneficios delproblema.

Con mucha frecuencia las reglas de estejuego se cumplen por amor y la premisa cen-

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tral es —en principio— muy moral y benéfica:“no herir al otro” o “evitarle el sufrimiento”.Sin embargo en pareja en ocasiones ocurreque la evitación del daño causa más sufrimien-to que el daño que se trataba de evitar. Ydarse cuenta de esto no es fácil. La terapiapuede ser, precisamente, un facilitador deeste conocimiento.

Las reglas generales de este juego celotípi-co son básicamente dos:

A) No voy a contarle toda la verdad, paraque no sufra le ocultaré ciertos datos, disimu-laré ante sus dudas y sospechas, le mentirépor piedad.

B) Me oculta cosas, no me dice toda la ver-dad, me engaña, disimula que no tiene inte-rés, se muestra raro. Luego es seguro queesconde algo.

Establecidas estas reglas y seguidas fiel-mente por los jugadores, tendrá por conse-cuencia una enmarañada tela de araña que seva tejiendo lentamente en el tiempo a base dementiras, ocultaciones, dudas, preguntas insis-tentes, enfados, y variadas escenas de celos,que se van reforzando en espiral creciente.

Consecuencia de este juego es la necesi-dad del celoso por controlar lo que no contro-la (sus propias emociones y conductas a tra-vés del control del otro), y que el otro siem-pre percibirá como deseo de control de suvida, aumentando su desazón y agobio al per-cibir que “por muy bien que se comporte”nunca es suficiente para el celoso, cuya nece-sidad de control y de querer saberlo todo iráaumentando en un proceso sin límite. Todoesto produce un circulo vicioso en el cual ladesconfianza, la amenaza, la sospecha, el sen-timiento de traición, la hostilidad, la rivalidad,el resentimiento, el odio, el control, el conflic-to y la necesidad de huida se irán adueñandode sus vidas.

Con mucha frecuencia, para cuando solici-tan ayuda especializada, muchos elementoscentrales de la relación estarán ya resquebraja-dos, y la curación de las mutuas heridas, altiempo que la reconstrucción de sus claves de

relación, llevarán un tiempo importante deltrabajo terapéutico.

Basándonos en nuestra teoría de pareja ysus claves, vemos que generalmente uno delos aspectos más dañados por el juego celotí-pico suelen ser los límites intradiádicos yextradiádicos.

Normalmente, respecto de los límitesintradiádicos suele ser la necesidad de controldel celoso la que propiciará invasiones intra-diádicas (revisiones, escuchas, seguimientos,interrogatorios, etc). Los límites entre el “tu” yel “yo” se irán diluyendo de suerte que cadauno de los dos se entromete en el terreno delotro. Se husmea entre papeles, se revisanfechas, llamadas, carteras o bolsos, se pregun-ta por aspectos de la vida del otro que anteseran privados, se siguen sus pasos, y con fre-cuencia se trata de sorprender en situacionescomprometidas. También comienza unacuriosidad mórbida por aspectos por los queanteriormente no se mostraba interés alguno(relaciones personales en el trabajo, detallesdel tiempo de ocio, relaciones con la familiade origen, y por supuesto en las relacionesinterpersonales ajenas a la pareja). Frente atodo esto la reacción de defensa del persegui-do suele ser la de tratar de escapar del controlexcesivo y que denota desconfianza en laspropias acciones. En ocasiones se abandonatoda actividad sospechosa, mutilando unaparte importante de la propia vida. Con sumafrecuencia, se entra en el juego de dar explica-ciones excesivas con el ánimo de tranquilizary de demostrar “inocencia” (con lo cual para-dójicamente se activa el mecanismo de sospe-cha de “excusatio non petita, accusatiomanifiesta”). Y se permite al celoso (para des-pejarle las dudas) que entre en su vida íntima,colaborando así en la propia invasión y contri-buyendo a la difuminación de esos límitesintradiádicos. Casi nunca se decide seguiradelante con las costumbres anteriores, igno-rando el daño que esto puede causar, porqueel propio sentimiento de culpa lo impide.

En esta dinámica de destrucción de loslímites intradiádicos, los límites extradiádicos

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también empiezan a diluirse. No es raro queel celoso busque alianzas e implique a terce-ras personas (amigos y familiares fundamen-talmente) en sus pesquisas. En su afán colabo-rador ( y en la búsqueda de la verdad), es muyprobable que todo el mundo social cercano ala pareja acabe inmiscuido en el tema. Lo peorde las sospechas es que pueden alimentarsede sí mismas. Y nunca hay ninguna pruebadefinitiva de que efectivamente “no haynada”. Al revés, siempre acaban apareciendopruebas o indicios que pueden apuntar a queefectivamente “sí hay algo”.

Otra de las claves de pareja muy afectadases la vinculación. Los tres vínculos que con-templamos en nuestra citada “Teoría de pare-ja” (compromiso, intimidad y sinergia) suelenverse dañados por el laberinto sentimental ylas paradojas interaccionales que el juegocelotípico produce. Así, el compromisoempieza a cuestionarse; se preguntan losjugadores si harán bien en mantener el com-promiso inquebrantable, empiezan también apercibir que el otro da un paso atrás en larelación; que ya no está tan comprometidocomo lo estaba antes, lo cual una vez máshará dudar al celoso de si no serán ciertas sussospechas y, por supuesto, les sumirá en elmiedo a si podrán aguantar así toda la vida,cuestionándolo todo desde el principio: laelección, la apuesta y el futuro de la relación.

Por si fuera poco, y por razón de la propiadinámica de desconfianza, control y conflicto,la pareja se distancia emocionalmente produ-ciéndose un proceso de fisión que debilita engran manera la intimidad que hubiesen alcan-zado. La comunicación íntima, tanto verbal,como corporal se debilita. La confesión emo-cional, la comunión de intimidades y engeneral la verbalización afectiva se decremen-ta notablemente. Por otro lado, la presenciasimbólica de un tercero en la propia camaobstaculiza la comunión íntima de cuerpos yemociones. Finalmente, el vínculo de ganan-cia —la sinergia— se debilita notablemente,porque cada uno ve al otro como el lastreque le impide desarrollarse, progresar y ser

feliz. Pues es, precisamente el otro, el focofundamental de infelicidad.

En cuanto a la comunicación, se va produ-ciendo un progresivo deterioro que gira entorno al fenómeno del acoso verbal y la croni-ficación de conversaciones circulares (mono-tema) que impide hablar de cosas entreteni-das y enriquecedoras. De tal suerte que cual-quier interacción verbal es un suplicio paraambos, que suele terminar en discusiones aca-loradas, broncas, reiteraciones, ruidos e inco-municación real.

Algo parecido ocurre con los encuentroseróticos que se convierten en estímulo querecuerda (y rebrota) el problema. El distancia-miento erótico, a su vez, no hará sino confir-mar las sospechas.

En general todo el reparto de tiempo severá trastocado: el tiempo individual porqueuno ya no se siente con libertad para hacer ydeshacer sin tener que dar explicaciones, ypor ello la dinámica de celos modificará lasrutinas de ambos; el de pareja porque serádifícil encontrar espacios en donde pasarlobien sin que esté rondando el tema, e insistoen que al final se tratará de evitar estar con elotro a solas, o rodeado de amigos o familia,porque no ver al otro es casi el único métodode no confrontarlo.

En resumidas cuentas, éste es muy sucin-tamente el juego, que no deja de ser una con-catenación de profecías que se autocumplen,confirmando en cada uno de sus tramos a losjugadores en todas y cada una de sus ideasproféticas. Ésta es la dinámica que hay queromper porque, llevada a sus últimas conse-cuencias, no significa más que la propia ruptu-ra de toda interacción posible, ya que el con-trato de pareja queda dañado en todas suscláusulas y, roto el contrato, quedará rota larelación y sus potenciales beneficios.

CELOS: RECURSOS TERAPÉUTICOSAl abrir este capítulo soy muy consciente

del riesgo que conlleva. Con frecuencia losprofesionales de la Sexología criticamos el maluso de muchas de las técnicas de las que nos

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dotamos, en la medida en que éstas se hanpopularizado y son dispensadas como si deaspirinas se tratase. Nada más lejos de miintención; no pretendo escribir un recetariode tareas, ni tampoco un vademécum derecursos para la terapia de los celos; mi únicaambición, y por eso quiero aclararlo, es abrirposibilidades nuevas donde parece que yaestá todo dicho.

No hay que olvidar que detrás de toda téc-nica hay siempre un o una terapeuta y, detrás,su persona, su carisma, su empatía, su capaci-dad de convencer y adherir, y más cosas queapenas hemos estudiado e investigado.Sabemos también que detrás de algunas tareashay magia, pero también debemos presupo-ner que la magia no depende solo de que latécnica sea buena, sino de un sinfín de varia-bles, insisto, apenas investigadas. Sirva esteapunte para animar a mis lectores a queempecemos a cuestionarnos por qué hace-mos lo que hacemos.

1. REESTRUCTURACIÓN COGNITIVASin duda podríamos afirmar que el terreno

de las terapias cognitivas, junto a la terapia sis-témica es uno de los ámbitos que más ha evo-lucionado en los últimos tiempos. No voy aentrar en las razones de esta evolución, quelógicamente está muy relacionada con el cre-ciente desarrollo de las ciencias neurológicasy del lenguaje, así como tampoco volveré acitar a J.A. Marina. Lo que sí es cierto es queen mi caso particular el trabajo cognitivo enlos problemas de celos ocupa un lugar pre-ponderante de la terapia, es decir, siempre yen todos los casos dedico bastante tiempo atrabajar los aspectos cognitivos e ideológicosde mis clientes que, entiendo yo, son el sus-tento donde mejor se apoyan los sentimien-tos de celos.

Ni que decir tiene que creo firmementeque si la persona no cambia sus estilos cogniti-vos y formas de pensar, difícilmente cambiarásu forma de percibir la realidad, y con ello suforma de sentir, y por tanto de actuar. Y me esindiferente que lo haga a la inversa, es decir

que cambie sus acciones (“hacer algo diferen-te”es casi una máxima en terapia sistémica)para llegar a pensar diferente; pero que cambie.

Se podrían contar por cientos los aspectosque elaboramos en este sentido, puesto quese trata de un verdadero ejercicio de decons-trucción y reconstrucción, de decodificación yrecodificación, en suma de reestructuracióncognitiva, pero por no extenderme citaréalgunos de ellos que en mi experiencia meresultan muy relevantes.• Profecía que se autocumple• Pensamiento positivo versus pensamiento

negativo• Estilos de atribución interna–externa para

el éxito y el fracaso• Pensamiento–emoción–conducta–gestión• Aumentar la tolerancia a la frustración• Aprender a vivir con un cierto grado de

incertidumbre• Aprender a pedir y a concretar los deseos• Autorreestructuración cognitiva personal

(detención de pensamiento)• Darse cuenta del juego celotípico y de sus

reglas• Aceptar las diferencias hombre–mujer

(comunicación y expresión de afectos)• Reducir las expectativas de pareja• Reforzar el autoconcepto, la autoestima y

la imagen corporal• Aceptar el coqueteo como forma de expre-

sión social• Aceptar el deseo del otro de otros• Relativizar el continuo fidelidad–infidelidad• Reducir la necesidad de garantías• Buscar fórmulas alternativas de expresión

del amor• Cambiar las creencias dominantes sobre el

amor, el deseo y la exclusividad• Ser consciente del modelado familiar, los

vínculos afectivos y los estilos de apego

2. PRESCRIPCION DEL SINTOMAMás que de una técnica, se trataría de una

táctica. Y es una de las tácticas clínicas quemejores resultados arroja en terapia sistémica.Consiste en prescribir al sujeto el síntoma del

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que es víctima y que no puede controlar.Dicho en otras palabras: que haga más de lomismo, pero prescrito. Respecto del juegocelotípico usamos la prescripción del síntomapara trabajar con el pensamiento obsesivo ycon los diálogos circulares y repetitivos (espe-cialmente interrogatorios).

En cuanto a la imposibilidad de hablarsobre el problema (los propios celos, las sos-pechas, el rival, etc.) nuestra apuesta clínica esclaramente hablar sobre ello, pero no demanera desorganizada ni persecutoria, sinode forma planificada y prescrita. Con esto con-seguimos que el celoso se tranquilice porquesabe que sus preguntas tendrán respuestas yque el celosado tenga la seguridad de quededicado ese tiempo, el interrogatorio tendráfin y podrá negarse a hablar del problema.

La articulación técnica de esta tácticapuede tener tantas variantes como inventivatenga el terapeuta. A veces puede consistirsencillamente en dedicar un tiempo (nosotrossolemos aconsejar entre 30 y 60 minutos) ahablar de las dudas, sospechas y agobios delceloso en conversación libre. El posible riesgode esta variante es fácilmente imaginable: laconversación libre siempre podrá ir porderroteros más incontrolables y, por tanto, losefectos indeseables serán tanto más gravescuanto más arriesgada haya sido la conversa-ción. Por lo tanto, antes de decidirnos poresta variante, valoraremos el grado de celos yel manejo que tiene la pareja de la situación;nos aseguraremos también de un cierto nivelde entrenamiento en la habilidad de no caeren el juego de la sinceridad ya descrito y, porsupuesto, daremos claves para abortar la con-versación en el supuesto de que la situaciónse escape al control. Por todo esto nosotrospreferimos acotar más la técnica y sólo encasos muy avanzados la prescribimos como seha explicado.

En la mayoría de los casos de celos usa-mos la técnica del “Cuaderno de preguntas”,por ser mucho más cerrada y controlada. Enalgunos casos supervisamos antes la lista depreguntas censurando aquellas que nos pare-

ce que no van a ayudar al propósito de reesta-blecer la comunicación franca sobre el proble-ma. La técnica del “Cuaderno de preguntas”consiste en que el celoso escribe una lista depreguntas tan larga como sea posible, siempreteniendo por tema el origen o razón de suscelos. Puede —y debe— repetir preguntas oescribir varias con diferencias mínimas dematiz. Se trata de que la lista sea tan larga yexhaustiva como sea posible y que contempletodas las dudas y sospechas que ronden por lacabeza del celoso. Confeccionar este listadosupone un esfuerzo, lo cual debilita el pensa-miento obsesivo por agotamiento. Además lareiteración y circularidad de las preguntas seven perfectamente sobre un escrito. Despuéssólo consiste en que acoten un espacio detiempo en el que realizarán la tarea, que con-sistirá en dedicar entre 30 y 60 minutos a queel celoso pregunte, siempre sin salirse de laspreguntas que aparecen en la lista, y a que elcelosado conteste, sabiendo ambos que cuan-to más largas sean las respuestas menos tiem-po habrá para acabar todas las preguntas. Conestas reglas han de manejarse ambos. El restodel día no podrán dedicar ni un solo minuto ahablar del tema. Podrán hablar de cualquierotra cosa; pero el “monotema” está prohibidofuera de su tiempo. Así hasta el día siguienteque, a la misma hora y con las mismas reglas,volverán a repetir la operación. Hasta que seaburran.

Dependiendo un poco de los casos, estatarea podemos usarla también para trabajarepisodios ya pasados que por alguna razón serecuerdan de forma recurrente no dejando alos sujetos avanzar en la terapia.

Decíamos al principio de este punto queutilizamos la táctica de la prescripción del sínto-ma para otro foco central, que es el pensamien-to obsesivo. Con esto lo que pretendemos esque el sujeto en vez de intentar dejar de pensaren sus obsesiones —o querer controlar su pen-samiento— dedique parte de su tiempo a pen-sar en ellas, (de nuevo “más de lo mismo, peroprescrito”), añadiendo las emociones negativasque esos pensamientos suscitan.

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Para estos casos usamos la técnica de“Leer, Escribir y Quemar” descrita por Stevede Shazer (1969). La técnica consiste básica-mente en que la persona debe encontrar unlugar cómodo en el que pueda pasar a solasun rato tranquilo y siempre a la misma horadel día. El periodo de tiempo no debe de sermenor de una hora, ni mayor de una hora ymedia. Los días impares tiene que concentrarsus esfuerzos en escribir todos los pensa-mientos obsesivos que se le presenten, asícomo todas las emociones asociadas a ellos.Debe volcarlo todo, incluso repitiendo una yotra vez lo ya escrito, hasta agotar el tiempo.En los días pares debe leer las notas del díaanterior y después quemarlas. Si esos pensa-mientos indeseados vuelven a aparecer fuerade ese horario, debe decirse a sí misma lasiguiente orden: “ahora tengo otras cosassobre las que pensar, pensaré sobre esto enel horario que corresponde” o bien —enalgunos casos— tomará alguna nota brevepara recordar posteriormente estos pensa-mientos y volver sobre ellos en el horarioasignado.

En general, en uno y otro caso son los mis-mos sujetos quienes abandonan la tarea cuan-do se dan cuenta de que los pensamientosobsesivos han desaparecido y tienen cosasmás importantes que hacer. Así, incumplien-do la prescripción, resuelven el problema.

Para concluir, recordar otra vez que la tác-tica no tiene más limites que la imaginación yla pericia del terapeuta. En nuestra experien-cia hemos visto que da muy buenos resulta-dos no solo con pensamientos obsesivos odiscusiones circulares, sino con otros ritualesy conductas repetitivas como: control delotro, seguimientos y vigilancia, registros depertenencias, etc.

3. ORDALIADedicaré especial atención y espacio para

hacer una detallada exposición de la ordalía,pues la considero una de las tácticas más efi-caces para el trabajo terapéutico de los celos.Como ocurría con la “prescripción del sínto-

ma”, puede articularse mediante un abanicoimportante de técnicas concretas. En realidadla ordalía está muy emparentada con la pres-cripción del síntoma, así como con otras pres-cripciones paradójicas frecuentemente usadasen terapia sistémica.

La terapia de la Ordalía ha sido desarrolla-da por Jay Haley, basándose éste a su vez en lateorías e innovaciones terapéuticas de sumaestro Milton H. Erickson.

Básicamente, la ordalía es un ritual pres-crito por el terapeuta, que causa más aflic-ción y esfuerzo que el propio síntoma, y queel sujeto debe realizar hasta la extinción deaquél. En palabras de Haley: “el procedi-miento se basa en una premisa bastante sim-ple: si hacemos que a una persona le resultemás difícil tener un síntoma que abandonar-lo, esa persona renunciará a su síntoma”(1984). En el campo de los celos, si cogemoslos síntomas celotípicos (determinadas con-ductas y pensamientos obsesivos), los pres-cribimos y además los complicamos, demanera que supongan un especial esfuerzo,lleven tiempo y gasten energía, estaremosprescribiendo una ordalía.

Los requisitos básicos que una ordalíadebe cumplir son: 1) que la ordalía provoqueuna zozobra igual o mayor que la ocasionadapor el síntoma, 2) conviene que la ordalíasuponga un beneficio para el sujeto, aunquepuede incluir también un sacrificio para otrapersona, 3) la ordalía debe ser algo que la per-sona pueda ejecutar y a lo que no pueda opo-ner objeciones válidas (no debe contravenir nisus creencias ni principios morales; peromejor si contemplamos su propia lógica) y 4)no debe causar ningún daño al propio sujetoni a ninguna otra persona.

A partir de ahí, las posibilidades de diseñaruna ordalía son tantas como síntomas se nospresentan en la consulta, de hecho podríamoshablar de ordalías estándar, (como por ejem-plo ponerse a planchar en mitad de la nochecuando se presente el insomnio), hasta elsofisticado diseño de ordalías ad–hoc, para lascuales proponemos un ejemplo.

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ELLOS, ELLAS Y LOS CELOS: UNA NUEVA MIRADA A UN VIEJO PROBLEMA

CASO ANE Y JONAne, de 34 años, conoció a Jon, de 42,

cuando él aún estaba casado, aunque en trámi-tes de separación de su anterior matrimonio.Conviven desde hace 6 años en un piso desdeel cual se puede ver la anterior vivienda de Jon,en la que actualmente sigue viviendo suex–esposa, con la que todavía comparte unperro. Jon y su ex-esposa trabajan en la mismaempresa, con lo cual, aunque muy fugazmente,se ven diariamente en las entradas y salidas.Jon y Ane acuden a consulta porque desdehace un año las relaciones sexuales son apenasinexistentes. El relata falta de deseo sexual ycon cierta frecuencia pérdidas de erección.Coinciden ambos en que su relación de parejase ha deteriorado mucho a raíz de la obsesiónde Ane —que ella reconoce— por la ex-esposa.Celosa de aquella relación, le interroga cons-tantemente y manifiesta multitud de conductasde rivalidad con ella (estar más delgada, másguapa, mejor vestida, ser más considerada enel pueblo, etc). Además, Ane desea tener unhijo, pero él muestra resistencias. Por un ladopiensa que lo que Ane de verdad quiere es sermás que su ex-esposa (con la que no tuvo des-cendencia), y en el estado actual de su relaciónno le parece que sea un buen momento paraello. Los dos están de acuerdo en arreglar pri-mero la relación de pareja y su sexualidad, paraluego replantearse el tener hijos.

Con esta pareja (en formato de cotera-pia), nos planteamos trabajar simultánea-mente la relación de pareja, las demandassexuales de Jon, el juego celotípico en el queya estaban inmersos y la obsesión de Ane porla ex-esposa. Lo hicimos así por la propiasposibilidades que la coterapia ofrece y por-que entendimos que tanto los síntomas deAne como los de Jon tenían una funcionali-dad y unos beneficios muy claros, y quisimostratar su problema como un todo. A pesar deesto, en este artículo sólo me referiré a laparte que dedicamos a trabajar los celosobsesivos de Ane, puesto que contar todo elproceso terapéutico —que fue exitoso entodos los frentes— sería larguísimo.

Aunque había un sinfín de cognicionescirculares que Ane intentaba no expresarpara evitar los enfados de Jon, se producíanfrecuentes escenas de celos con su consi-guiente enfado, por ejemplo cada vez queJon recogía o devolvía al perro, o con motivode cualquier otra actividad que Jon hiciese yle pareciera a ella que estaba hecha para vera la ex-esposa o saber algo de ella. La mayoríade estos pensamientos de Ane no se corres-pondían con la realidad, puesto que Jonhabía roto todo vínculo afectivo —negativo opositivo— con su ex-esposa, con quien, aun-que no mantenía una buena relación, sí trata-ba de comportarse civilizadamente.

En lo que respecta a la competición obsesi-va que Ane mantenía con la ex-esposa, se con-cretaba fundamentalmente en las siguientesconductas:1) vigilancia a través de su ventanade las ventanas y portal de la ex-esposa (paraver sus horarios, su modo de vestir, calcular supeso, etc); 2) vigilancia de lo que ocurre en elgaraje que comparten (si el coche está o no);3) preguntas a Jon sobre el trabajo de su ex-esposa (a qué hora ha fichado, si el coche esta-ba aparcado, si está de baja o de vacacionescuando no ha ido a trabajar, si también ella ha“metido horas”, etc.); 4) preguntas a vecinas ygente que la conoce sobre su ocio, su incipien-te relación, etc. 5) preguntas a Jon sobre suvida pasada con ella (especialmente en el terre-no íntimo y erótico); 6) una preocupaciónobsesiva por no engordar (que la obliga apesarse varias veces al día, en su intento deseguir estando más delgada que ella).

Una vez concretadas estas conductas, nospusimos a diseñar la ordalía. En un primermomento le pedimos a Ane que hiciera un“registro de situaciones relacionadas con laex” en el que detallase el momento del día, elmotivo que lo había suscitado, el pensamien-to que había tenido y los sentimientos quehabía sentido. En la primera semana Ane rela-tó 46 situaciones y pensamientos vividos res-pecto a la ex-esposa. La segunda semanasiguió con el mismo registro, y solo relató 10situaciones, en palabras de ella, porque no

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sentía la misma curiosidad de antes y porquetenía otros problemas familiares que le preo-cupaban más. Además, les pedimos que dedi-caran un rato de 15 minutos todos los días (ysiempre a la misma hora y en el mismo con-texto) para hablar de la ex-esposa. Y, por últi-mo, le pedimos también que se pesara 3 vecesal día y que llevara un registro de su peso.

En la siguiente semana le pedimos a Aneque se esforzase más con el registro. Debíaser un “verdadero registro detectivesco”, en elque se describiese con todo detalle todo loque pudiera ver e incluso aquello que pudierainferirse de los datos obtenidos, y relatarlotodo, sin ahorrar detalles. Así, empezó a escri-bir sobre cómo estaban las ventanas de lacasa; si las persianas y cortinas estaban abier-tas o no; qué luces y a qué horas se encendíanpor las noches; qué se veía de la casa a travésde las ventanas; qué mejoras había realizadoen la casa; qué ropa colgaba del tendedero;cómo había ido vestida; las entradas y salidasdel coche del garaje (con la hora, descripciónde las personas que iban en el vehículo y cual-quier inferencia posible sobre dónde iban,qué problemas tenían, etc.). En esta ardualabor ella podía contar con cualquier dato quevecinas y conocidas le aportasen en sus disi-muladas pesquisas, así como con la propiaayuda de Jon, que en el rato que dedicaban ahablar de la ex-esposa y que les habíamosaumentado expresamente a 30 minutos, leaportaba datos de incalculable valor para susindagaciones (sobre todo, si la había visto —ono— en el trabajo, cómo iba vestida, si lahabían recogido, etc.), lo cual le servía a Anepara corroborar muchas de sus hipótesis.También le pedimos que hiciese un registrode las variaciones de peso a lo largo del día,para lo cual debía de pesarse 5 veces al día yapuntarlas todas.

Ane empezaba a manifestar cierto cansan-cio, pero a pesar de ello en la siguiente semanale solicitamos que el registro detectivesco con-tuviese ahora datos comprobados, para lo cualAne tenía que ejecutar determinadas accionesun tanto vergonzosas para ella, como dejarse

ver en sitios que la ex-esposa frecuentaba.Además, tenía que madrugar para ser más exac-ta en las horas de entrada y salida del vehículodel garaje, así como pedirle a su colaborador,Jon, que le confirmase datos como la hora enla que la ex-esposa había fichado en el trabajo,o si estaba de baja y cuál era el motivo.

En la quinta semana mantuvimos esteregistro tal y como lo estaba efectuando; perole solicitamos que se pesara con botas, abrigo,guantes y bufanda, al menos seis veces al día,apuntando los resultados en el registro depeso y pesando aparte el “equipo de monta-ña” para hacer los cálculos. Además, debíapesarse una vez diaria adicional en la farmaciadel pueblo y traernos los tiques. Y otra máscada vez que viera a la ex-esposa entrar o salircon el coche del garaje. Como el lector puedefácilmente suponer, esta tarea empezaba aparecerle a Ane una verdadera tortura, noobstante la cumplía religiosamente. Además,empezaron a dedicar 40 minutos a hablar dela ex-esposa, lo cual ya para los dos empezabaa resultar absolutamente aburrido y pesado.

En las siguientes tres semanas, Ane conti-nuó con los registros hasta que pareció aconse-jable, por como estaban las cosas y porquepara Ane todo aquello se había convertido enun auténtico trabajo del cual apenas ya disfru-taba, suspender la ordalía, con una consignapara ella muy clara, al menor indicio de apari-ción de sentimiento de celos o de pensamien-to obsesivo o de “seguimiento” hacia la ex-esposa debía volver rápidamente a los regis-tros. Esto sólo ocurrió una vez, y Ane que esta-ba preparada para ello porque habíamos habla-do de la posible recaída positivizando el sínto-ma, volvió al registro durante dos días. En estecaso la amenaza de volver a repetir la ordalíafuncionó como si se hubiera hecho. A partir deahí, seguimos trabajando cuestiones relativas ala pareja y al hijo que por fin podrían tener. Unaño después Ane estaba embarazada, su rela-ción de pareja afianzada y su relaciones sexua-les eran plenamente satisfactorias para ambos.

En este caso la ordalía que se diseñó fuelarga, compleja y creciente dado que la

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paciente se mostró muy cumplidora de lamisma. No ocurre así en todos los casos. Amenudo nos encontramos con que la simpleamenaza de ejecución de una ordalía sirvepara que la persona abandone el síntoma.

4. EXTERNALIZACIÓNHace ya tiempo que empezamos a utilizar

en terapia la posibilidad de poner etiquetas(nombres ingeniosos) a los problemas quetraían nuestros clientes, cosificando susdemandas al tiempo que les invitábamos aluchar contra aquel enemigo exterior aunan-do sus energías y fuerzas. Posteriormente,tuvimos conocimiento de que un autor lla-mado M. White a eso le había denominado laexternalización del problema. Así que, conpoca conciencia de ello, estábamos usando laexternalización como otro potente recursoterapéutico.

En el caso de los celos resultaba tremenda-mente fácil cosificar al enemigo para hacerlefrente, analizar con la pareja cómo había sidovencido en anteriores ocasiones y tratar deextender aquel triunfo a situaciones venideras,dotándoles a ellos de esta forma de una mayorsensación de control sobre el problema quenos traían, puesto que “no son la persona nila relación las que constituyen el problema.Es el problema lo que es el problema, y portanto la relación de la persona con él se con-vierte en el problema” (White, 1993).

M. White había empezado a trabajar coneste enfoque en 1984, y lo define así: “La«externalización» es un abordaje terapéuti-co que insta a las personas a cosificar y , aveces, a personificar, los problemas que lasoprimen. En este proceso, el problema seconvierte en un entidad separada, externapor tanto a la persona o a la relación a laque se atribuía. Los problemas consideradosinherentes y las cualidades relativamentefijas que se atribuyen a personas o relacio-nes se hacen así menos constantes y restricti-vos” (1993).

Así pues esta técnica nos permitía rescatar ala pareja enmarañada en el problema, y desde

fuera poder hacerle frente usando su historia ysus propios recursos, porque como sostieneWhite “ la externalización del problema per-mite a las personas separarse de los relatosdominantes que han estado dando forma asus vidas y sus relaciones” (1993).

Hemos hecho uso de esta técnica en innu-merables ocasiones y con bastante éxito,entre ellas la hemos aplicado también enaquellos casos en los que además de celos lapersona sufría de pseudoalucinaciones visua-les, que le impedían distinguir lo real de loimaginario, de manera que a través de laexternalización el cliente conseguía espantaresas visiones que le atormentaban.

Animo al lector ávido de saber más sobrela externalización y todo el campo que la tera-pia sistémica abre con ella a través de las tera-pias narrativas a leer a autores como M.White, D. Epston y K. Tomm, porque cierta-mente considero que amplían el campo de laintervención terapéutica de forma original ymuy prolífica.

5. VISUALIZACIÓNOtro de los recursos terapéuticos que usa-

mos a menudo es la visualización. Se trata deinducir al paciente a ver (o verse) en situacio-nes agradables y lógicamente alejadas del sín-toma; verse con control, verse con éxito, ycon el problema superado, en realidad conse-guir que el futuro, libre del problema, se des-taque sobre el presente.

Aunque el campo de la visualización esmuy rico y variado normalmente la técnicaque utilizamos es la “Bola de Cristal”, diseña-da originalmente por Erickson. Aunque noso-tros solemos usar la versión de De Shazer quela expresa del siguiente modo: “La técnica dela bola de cristal se emplea para proyectar alcliente a un futuro en el que tiene éxito: en él,el motivo de queja ha desaparecido. He halla-do que basta con que el cliente, en estado detrance, vea su futuro como en una bola decristal o en una serie de bolas metafóricas,para impulsar una conducta diferente, lo cuallo conduce a una solución” (1986).

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La razón por la cual usamos esta versión esporque no supone necesariamente la induc-ción de trance ni la mención de la hipnosis,cuestiones éstas que en nuestra cultura nodejan de ser un tanto increíbles, lo que noquita para que convenzamos a nuestros clien-tes de que la bola de cristal tiene un compo-nente mágico.

Básicamente, los pasos a seguir son: 1)enseñar al cliente a desarrollar visualizaciones—como en una bola de cristal— haciéndolerecordar un episodio de su vida ya olvidado yagradable, prestando especial atención a supropia conducta y a la de los otros; 2) poneral cliente a recordar algún éxito de su vida,que en particular constituya una excepción alas reglas que rodean a la queja; 3) orientar alcliente hacia el futuro, imaginando situacio-nes varias en las que maneja el problema conéxito y describiendo las resoluciones almismo; 4) recordar la manera en que fue solu-cionado el problema, sus reacciones a eseproceso y las reacciones de las otras personasinvolucradas en el paso tercero, para luegoreorientar al cliente hacia el presente.

A partir de ahí, consiste en esperar a queel cliente nos cuente situaciones de hechomanejadas con éxito y que con frecuencia sehan resuelto de manera diferente a como lashabía visionado en la cuarta bola de cristal. Loque resulta sorprendente es que una vez queel cliente ha sido capaz de imaginar su vidacuando la queja ya no existe, es más fácil quehaga cosas diferentes en el presente que sir-van a la solución del problema.

CASO ITZI Y JAVIItzi, de 35 años, y Javier, de 47, llevaban 10

años de relación, 4 de ellos casados. Para losdos era su segundo matrimonio. Acuden aconsulta porque desde hace 6 meses ella sufrede ataques de celos frecuentes siempre moti-vados por el trabajo de Javier, en particularpor las comidas y cenas de trabajo en las quecomparte mesa con otras mujeres, y por losmúltiples viajes al extranjero que realiza, amenudo en compañía de esas mismas muje-

res. La situación de Itzi al llegar a la consultaes que ha consultado a un psiquiatra y está entratamiento con un antipsicótico y un somní-fero. Tiene muchos deseos de “curarse ya”porque es consciente de que con sus celos seestá cargando la relación y teme que Javieracabe dejándola. Él por supuesto cumple elpatrón del juego celotípico de manera que leoculta información para que ella no sufra, loque a su vez sirve para que Itzi sospeche cadavez más de las salidas de Javier. En general lasescenas de celos son bastante abruptas, congritos, lloros y reacciones de agobio y huidapor parte de Javier. Itzi, movida por el odio,tiene ideaciones muy catastrofistas y violentassobre la solución a sus problemas. Así, amenudo fantasea con la muerte de Javier, asícomo confecciona planes de agresión para susrivales, que en alguna ocasión ha llevado acabo. También se habían producido episodiosviolentos entre ambos.

Con este panorama, empezamos a interve-nir en varios frentes y con especial dedicacióna las posibles consecuencias violentas de lamala gestión de los celos. Itzi entró de manerafácil a la mayoría de las tareas encomendadaspuesto que se autoetiquetaba como “enfermade celos” y su motivación para “la cura” eramuy alta. No obstante, y pese a nuestra reco-mendación en sentido contrario, abandonó eltratamiento farmacológico para la cuartasesión. Cuando le propusimos hacer la bola decristal, se mostró al principio incrédula y reaciaaduciendo: “no sé imaginar, no quiero imagi-nar y no puedo prever mis reacciones”. Peroposteriormente aceptó, porque estaba dis-puesta a hacer lo que fuera con tal de solucio-nar el problema y no tomar medicación.

En la primera visión de la bola, trabajamossobre recuerdos del pasado que hubieran sidoagradables; le costó concentrarse al principiopero lo logró con relativo éxito. Siempre semostraba muy ansiosa y quería ir deprisa, mani-festando su deseo de ir al paso cuarto cuantoantes. En la segunda visión recordó un éxitomuy reciente y relativo al motivo de su queja.En ella Javier había hecho un viaje relámpago a

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Burgos, para visitar un banco, e Itzi se habíaenterado a su vuelta, pero no dudó ni unmomento de la veracidad de su relato y no sepreocupó en absoluto de no haberlo sabido deantemano. Este recuerdo la hizo ponerse muycontenta y adquirir una mayor conciencia delcontrol de sus emociones. En la tercera bola decristal visionó diferentes situaciones futuras enlas que presumiblemente manejaba con éxitosus celos. En concreto: un próximo viaje deJavier a un país extranjero que la tenía muyobsesionada, determinadas situaciones labora-les de Javier como reuniones de trabajo, etc. Lacuarta bola no llegamos a hacerla porque en lasiguiente sesión Itzi relató con mucho orgullolo que había pasado: había aceptado ir a unacena de compromiso con su marido en dondese sentaría junto a aquellas mujeres que tantasveces le habían hecho sufrir. Había estado agusto, tomando cierto protagonismo, mostran-do en la conversación lo divertida e ingeniosaque era, disfrutando de la cena; hasta tal puntoque había cambiado su percepción sobre unade sus rivales, que ahora le caía bien, cuandosiempre la había odiado.

No hicieron falta más visiones, ni tampocomás sesiones; Itzi pedía el alta, se sentía pode-rosa para controlar sus sentimientos y emo-ciones, tenía ciertos temores de cómo afron-taría los siguientes viajes de Javier, pero tal erasu necesidad de enfrentarse por sí misma aesas situaciones que aceptamos su reto amedias; le dimos una sesión de control duran-te el tiempo que él estaría fuera de viaje.Acudió a la cita y nos manifestó su convicciónabsoluta de que esto no le volvería a pasar.Estaba feliz por terminar la terapia, eso sí que-ría venir a una última sesión con Javier paradespedirse y celebrarlo. Fue la primera vezque brindamos con champán en consulta.

6. RITUALESEl uso de rituales en terapia merecería por

sí mismo un artículo propio. Pero puesto quetambién los usamos en la terapia de celos,aunque sea muy resumidamente, hablaremosde ellos.

En rigor, habría que decir que la terapia esen sí misma un ritual, y por supuesto la mayo-ría de las tareas lo son. En este sentido, ejem-plos de rituales son buscar un espacio aparta-do para estar solo un rato, siempre a la mismahora, para realizar la tarea de escribir, leer yquemar; o también el ya descrito Cuadernode preguntas; o, como cuando añadimos aesas tareas, la recomendación de romper oquemar una fotografía del rival, ejecutandouna especie de rito vudú; o, sin ir más lejos, laexplicación detallada de la focalización senso-rial; son todas ellas ejemplos claros de ritualesque utilizamos en terapia.

No obstante, en este apartado queremosreferirnos específicamente a aquellos ritualesque codiseñamos junto a la pareja para quelos realicen juntos con la finalidad de limpiar,ventilar y evaporar el problema; o la más clási-ca de obtener el perdón y pagar la deuda, orealizar una penitencia por el daño causado.Casi siempre el ritual tiene algún componentemágico e incluye elementos simbólicos, queresultan mejor si pertenecen al universo sim-bólico de la pareja. El objetivo siempre enestos casos es restañar la herida, ayudar en lacicatrización y superar el hecho para que lapareja pueda seguir adelante en su proyectode vida común.

Cuando digo que codiseñamos quierodecir que casi nunca decimos a la pareja quées lo que tienen que hacer; pero sí les explica-mos en qué consiste un ritual, qué finalidadtiene, qué pasos hay que dar, qué condicionestiene que cumplir dependiendo de los casos.Y sí les hacemos sugerencias en su construc-ción y puesta en escena, máxime cuandoobservamos cierta inercia. Pero siempre elritual es cosa de ellos, tiene un ceremonialíntimo, se ha de celebrar con cierta liturgiacomo acto solemne que es y ha de poner enmovimiento su universo simbólico y activardeterminadas emociones.

Damos tanta importancia a la preparacióndel ritual como a su ejecución. Para ello pedi-mos a la pareja que piensen qué cosas podríanhacer, donde las harían y, lo que es más

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importante, que decidan una fecha que a par-tir de ese momento, adquirirá un valor simbó-lico y entrañable para ellos. Además, les sugeri-mos que escriban algo que, si es sobre el pasa-do, deberán quemar o, en su defecto, quema-rán algo viejo, que tenga significado simbólicoy relacionado con el problema; y, a su vez,deberán plantar o sembrar algo que tenganque cuidar para que crezca, porque represen-tará su futuro; o también algo que hayan escri-to, por ejemplo sobre sus promesas y compro-misos de seguir adelante juntos. Todo estoson ideas que les damos, para que luego seanellos quienes decidan los qués concretos.

Es importante que en el ritual quede expre-sado el dolor del pasado, el presente comomomento crucial de sus vidas reflejado en elritual mismo, así como el futuro, como en unritual de tránsito, a través de la proyección dedeseos y proyectos comunes. A veces inclui-mos una especie de prueba de amor o peniten-cia, como acto de entrega del dañante, quesirva para demostrar su sacrificio y que supon-ga algún tipo de beneficio para el dañado. En lamayoría de los casos realizamos una sesiónterapéutica para que nos cuenten qué tal les haido, sin que eso suponga que tengan que con-tarnos todos los detalles de la celebración.

CASO MARTA Y KOLDOMarta, de 39 años, lleva casada 7 años con

Koldo, de 40. Para ella son sus segundas nup-cias. Con ellos viven dos hijas de 18 y 11 añoshabidas en su anterior matrimonio y una hijade 5 años que es de ambos. El motivo por elque acuden a consulta es por los celos y laobsesión de Marta debido a la infidelidad deKoldo, quien le ha confesado que en tres oca-siones “se ha ido de putas”, según relata: enestado ebrio y por la presión de los amigos enla primera; mientras que las dos siguientes porestrés personal, agobio y problemas con supareja. Marta ha tenido conocimiento de todoesto por el contagio de una enfermedad detrasmisión sexual, que ha supuesto que Koldole haya contado la verdad con un grave costopara su relación. Cuando acuden a consulta ella

ha perdido cinco kilos, apenas duerme y losinterrogatorios son constantes; quiere saberlotodo: cómo ocurrió, por qué ocurrió, que leexplique bien las fechas, porque le ha mentidoy no le cuadran; incluso Marta ha ido a visitardónde y con quién fue. Además sus relacionessexuales están afectadas porque Marta no con-sigue abstraerse del hecho y constantementelo saca a relucir, a lo que se añade su temor aque él vuelva a contagiarla. Incluso ha pensadoen vengarse yendo ella a un prostituto. Marta leha pedido la separación, pero quieren darseuna última oportunidad y se dan un margen deun año para ver si mejoran.

Después de varias sesiones con ellos, enlas cuales trabajamos muchos de los aspectosplanteados a lo largo de este artículo, les pro-pusimos la posibilidad de realizar un rito quecreíamos iba a servirles para superar el hecho;a este rito le llamaron “el funeral”, porque dealguna forma serviría para “enterrar un muer-to” que convivía con ellos. Marta y Koldo fue-ron bastante activos en la elaboración del rito,planteando muchas ideas que nosotrosacogíamos con entusiasmo. Sobre todo Martatenía mucha confianza en este simbolismo ydecía que el día del funeral se iba a liberar dealgo grande. Habían acordado la fecha del ritoque sería un 31 de Mayo; para ella significabamucho esa fecha.

Entre otras cosas decidieron celebrar unacena solos en una casa que tenían en elcampo, adornaron la sala con velas e inciensopara crear un ambiente solemne, cenaronmarisco (que ella odiaba por asociación) yquemaron en la chimenea del salón elCuaderno de preguntas que habían estadorealizando semanas antes, así como la camisaque él llevaba la noche que estuvo con la pri-mera prostituta y que ella guardaba sucia conmanchas de maquillaje; además escribieroncada uno en un papel una promesa, queluego metieron en una caja junto a las cenizasde lo que habían quemado, y todo ello loenterraron en el jardín de la casa.

En la siguiente cita nos contaron lo quehabían hecho, y que para ellos había sido

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muy emotivo y simbólico; habían llorado,reído, se habían hecho promesas, habíanrezado y hasta habían hecho el amor a la luzde las llamas; ella se había quitado un granpeso de encima y él se había liberado de laculpa, aunque los dos eran conscientes deque estaban todavía con el duelo. Aparte,cosa que habían decidido mientras prepara-ban el rito, habían cambiado los muebles desu dormitorio y se habían comprado unacama nueva, porque Marta le había cogidomanía a aquella “cama manchada”, y los doscoincidían en que este cambio les había sen-tado muy bien. Estaban contentos y dossesiones después les dimos el alta.

7. USO DE FÁRMACOSNo siempre ni en todos los casos la terapia

es suficiente para solucionar los problemas decelos. En ocasiones hemos podido comprobarque la colaboración con el psiquiatra y la pres-cripción de un ajustado tratamiento farmaco-lógico no solo es positiva sino que a veces esimprescindible. Estaríamos hablando desimultanear ambos tratamientos con el fin demejorar el estado anímico del cliente y conello su capacidad de discernimiento, de escu-cha, de adherencia terapéutica y de cumpli-miento de las tareas asignadas; casi nada. Esde suma importancia este punto cuando tra-bajamos con personas con síntomas claros dedepresión y cuya característica principal es laapatía y pocas ganas de hacer nada, nopudiendo poner estos pacientes la energíanecesaria ni para salvarse ni para salvar la rela-ción porque carecen de ella; es en estos casoscuando la prescripción de un antidepresivoresulta casi obligada con vistas a un mínimoaprovechamiento de la terapia clínica.

Otro tanto de lo mismo ocurre en el caso,muy frecuente, de los trastornos obsesivosde la personalidad. Como ya hemos dichoanteriormente, parte de la dinámica psíquicadel celoso consiste en ideaciones obsesivassobre sospechas de infidelidad de su pareja,cuando estas ideaciones se convierten enobsesiones que no dejan descansar mental-

mente al paciente ni un segundo de su tiem-po, la eficacia de la ayuda de un fármaco, nodeja lugar a dudas.

No cabe tampoco la duda para aquellospacientes que son víctimas de alucinacionespor presentar un cuadro de psicosis delirante.Me refiero a los llamados celos patológicos.Seguramente estos casos no nos lleguen a laconsulta por acudir directamente al psiquia-tra, pero en cualquier caso hay que saberhacer un diagnóstico diferencial y, en sumomento, hacer una deriva, porque éstos sintratamiento farmacológico poco o nadapodrán mejorar con la clínica.

Para terminar, decir que en mi particularexperiencia, y no me privo de repetirlo, la efi-cacia combinada de terapia clínica apoyadacon un tratamiento farmacológico es unaopción terapéutica nada desdeñable enmuchos casos.

A MODO DE COLOFÓN:Pareja y SexualidadUna de las peores consecuencias de los

celos en pareja es sin duda la desconfianzaque queda instalada entre ellos. Si a la pérdidade confianza unimos la merma de la intimi-dad, más el deterioro en la comunicación, elresultado es una relación no ya solo proble-matizada por lo celos, sino tocada en sus pila-res básicos y muy vaciada de la cohesión quesuponen los vínculos afectivos.

En todos los casos, bien sea simultánea-mente o en ocasiones de forma posterior alabordaje centrado sobre los celos mismos,dedicamos mucho de nuestro trabajo a repa-rar todos aquellos aspectos que de la relaciónhan quedado dañados.

En primer lugar, y una vez desvelado eljuego celotípico y analizado su particularpatrón, nos dedicamos a desbaratarlo, cons-cientes de que en un primer momento noestamos colaborando en la recuperación de laconfianza básica, puesto que mucho de esedesbaratamiento consiste en poner en dudasus creencias a propósito de la sinceridad o latiranía de tener que contarlo todo. Tratamos

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de inculcar el derecho a la intimidad y alsecreto, y con ello a la reposesión de la indivi-dualidad y la independencia, como pilaresbásicos, para posteriomente trabajar sobre laintimidad diádica y la confianza como entre-gas voluntarias ajenas al cierto grado de obli-gatoriedad que se presupone en toda relaciónde pareja.

Entre otros aspectos, trabajamos con tena-cidad por la reimplantación de límites intra yextradiádicos, puesto que somos conscientesde que parte del éxito ante una posible recaí-da radica en que estos límites estén claros yprecisos (que no impermeables), los dos losacepten y estén dispuestos a defenderlos enel futuro; es decir, que el binomio indepen-dencia–dependencia entre ellos esté aclaradoy no existan miedos al respecto.

Otros de los focos de atención especialson los que dedicamos a trabajar la comunica-ción, la prestación de atención, haciendoespecial hincapié en aprender a pedir y anegociar las necesidades y deseos, así como lareorganización de usos y repartos de tiemposy espacios, en particular cuando la pauta era“pareja de 100% todo juntos”.

Por último, y sabedores de que la intimi-dad, por ser cosa frágil queda muy vulneraday más al estar emparentada con la confianza,serán dos elementos muy básicos que necesi-tarán de mucho de nuestro mimo y empeñopara su recuperación. Y aquí es donde traba-jaremos a tope con el cuerpo a cuerpo, quees sin lugar a dudas el escenario idóneo pararecuperar esa intimidad. Así entramos delleno en la interacción erótica de la pareja,en la dimensión intercorporal, fenoménica,peculiar, gratificante e intersubjetiva de lacorporeización de los afectos. Nos referimosa la erótica contextual, por un lado, o sea, alos aspectos intercorporales de la comunica-ción de pareja ( la complicidad gestual, losrituales amorosos, las cercanías corpóreas) ypor otro a la erótica ejecutiva o lo que es lainteracción erótica explícita (o hacer elamor).

En la terapia subrayamos mucho este pri-mer aspecto de la erótica contextual porentender que es en ese lecho en dondemejor yace la intimidad de pareja, y lo con-cretamos en tres aspectos fundamentales dela interacción: el desarrollo de la ternura, elencuentro no posesivo de los cuerpos, y laejecución erótica no exigente. La tácticabase para trabajar todo este universo eróticono podía ser otra, aunque eso sí con algunasvariaciones y matices en su ejecución y desa-rrollo, con respecto a la focalización senso-rial diseñada por Master y Johnson en 1970,en su l ibro “Incompatibi l idad SexualHumana”. Volver a las caricias, al masaje y alcontacto cuerpo a cuerpo, sentirse vulnera-ble pero protegido, son la mejor receta parauna vivencia de la intimidad ajena al miedo,al pudor y a la necesidad de defensa. Y es enese nuevo escenario donde, sin lugar adudas, habrá poco espacio para los celos.

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