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EL ESPACIO COMO PEDAGOGÍA Xenia Pacheco Soto El espacio es una construcción social e histórica y su organización no es neutra: responde a la lógica, las ideas y valores que la cultura jerarquiza como importantes y por tanto requiere de su reproducción para asegurar su continuidad. En ese sentido es que las configuraciones espaciales, de ma- nera más bien implícita y metafórica, adquieren carácter de "pedagogías" que "instrumentalizan" esa reproducción. Ta- les configuraciones propician aprendizajes para la construc- ción de mentalidades proclives al mantenimiento y la pro' pagación de dichos valores culturales, con adaptaciones y resistencias más o menos importantes, de acuerdo con las vivencias de cada persona y las características de su grupo social. Las ideas que expongo a continuación tienen su apoyo eónco especialmente en los planteamientos de la geografía de ENSAya; PIDAGóGlcos-23

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EL ESPACIO COMOPEDAGOGÍA

Xenia Pacheco Soto

El espacio es una construcción social e histórica y suorganización no es neutra: responde a la lógica, las ideas yvalores que la cultura jerarquiza como importantes y por tantorequiere de su reproducción para asegurar su continuidad.En ese sentido es que las configuraciones espaciales, de ma-nera más bien implícita y metafórica, adquieren carácter de"pedagogías" que "instrumentalizan" esa reproducción. Ta-les configuraciones propician aprendizajes para la construc-ción de mentalidades proclives al mantenimiento y la pro'pagación de dichos valores culturales, con adaptaciones yresistencias más o menos importantes, de acuerdo con lasvivencias de cada persona y las características de su gruposocial.

Las ideas que expongo a continuación tienen su apoyoeónco especialmente en losplanteamientos de la geografía de

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la percepción y del género y su referencia empírica la cons-tituye la configuración espacial de una casa que pertenece auna familia de clase media, en una de las ciudades del valleCentral de Costa Rica. El análisis pretende desentrañar lasinterrelaciones entre dicha configuración y la reproducciónde algunos de los valores de la cultura patriarcal como elconfinamiento de las mujeres en sus casas, en términos rea-les y simbólicos, como veremos, en tanto mujeres, madres,guardianas de familias y de los binarismos adentro/afuera oexterioridad/interioridad y otros que se encabalgan a esteesquema como naturaleza/cultura o privado/público.

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Nuestra vida de todos los días discurre en interacciónpermanente con los espacios que habitamos. Mediante esasinteracciones, que constituyen parte de la compleja tramaen la que se organizan las relaciones sociales, participamosen la construcción social de esa coordenada fundamentalpara la vida que es la espacialidad.

El espacio geográfico es al mismo tiempo personal ysocial, como también es físico y mental. Cada ser humanole confiere los límites y significados que aprende de su gruposociocultural y también los modifica de acuerdo con sus ex,periencias particulares, para que haya coherencia entre aquély su forma de comprenderse a sí mismo (a) y al mundo. Así,las diversas maneras de construir los espacios, de interactuarcon ellos, origina los conceptos que la geografía de la per-cepción denomina como "espacios vividos" o "espacios perci-bidos" de donde obtenemos el material para los mapas menta,les personales, importantes que elaboramos para orientarnos yrelacionamos significativamente con nuestro entorno (Ca,pel, H. 1984).

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Habitar y construir espacios es, simultáneamente, unquehacer personal y social que tiene como sustrato las ca-racterísticas de la cultura en la que se vive así como las con-diciones sociales y personales de cada quien, tales como cla-se social, etnia, sexo, edad, escolaridad, entre otras. El espa-cio no es el mismo para mujeres que para hombres, parajóvenes que para ancianos, para analfabetas que para profe-sionales y si bien hay un cúmulo de aspectos referentes a laterritorialidad que podrían ser compartidos, digamos, uni-versalmente, también es cierto que las características men-cionadas establecen interpretaciones, percepciones y signi-ficaciones diferenciadas acerca de la importante coordena-da espacial.

Estas diferenciaciones han otorgado a la geografía dela percepción el material mediante el cual ésta explica laforma en que se organizan las percepciones espaciales, a par-tir de una esfera íntima, personal, que llama "espacio ego-céntrico", al que se suceden los demás espacios, en una seriede esferas de amplitud creciente, aunque de finura percepti-va decreciente, conforme éstas se alejan de la persona y leson menos familiares. Es bueno aclarar que no existe acuer-do en cuanto al número, las características y el carácter con-céntrico de tales esferas de percepción espacial (Capel, H.1973. Bosque, J., de Castro, C. et al. 1992).

En concordancia con lo anterior, habitar los espacios,vivirlos, es una experiencia estrechamente relacionada conla posibilidad de asignarles significados, así como de inter-pretar adecuadamente sus signos y símbolos, de acuerdo conlos códigos que la cultura a la que pertenecemos, ha elaboradopara realizar tal lectura. De esta manera, la vida cotidianade cada persona tiene sentido, se "desplaza" fluida y cohe-rente mente con la coordenada espacial, la cual asume como

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"natural" al punto de que se toma "invisible" para ella. Míen-tras esto sea así, sentiremos que el traslape entre vida coti-diana y espacialidad conforman un único paisaje, sin ruptu-ras que interrumpan nuestro cotidiano discurrir: Nuestrossentidos percibirán las mismas informaciones para la elabo-ración de las imágenes espaciales familiares, que conformannuestra esfera personal.

Por ejemplo, las habitaciones de nuestra casa, su dis-posición, forma, colores, texturas y olores; el vecindario consus aceras e hitos de significación para nosotros como unparque, la pulpería de la esquina o el diseño arquitectónicode alguna casa y las partes de la ciudad por las que nos des-plazamos, el plano que organiza su tráfico mediante el traza-do de sus calles y avenidas, las aceras o alguna que otra edi-ficación destacada.

II

En la cultura patriarcal las metáforas que más frecuen-temente se utilizan para referirse a la casa probablementesean aquellas que la señalan como el espacio de lo domésti-co, el núcleo central de la femenidad, el sitio donde nosnutrimos afectiva y físicamente, el espacio del calor dondepermanece, custodiado especialmente por la madre, el fue-go del hogar. No obstante, lo anterior también tiene su "otrolado de la medalla" y la cotidianidad niega con mucha fre-cuencia, las románticas metáforas que se construyen acercade la casa, evidenciando aspectos que ponen en tela de dudasu calidad de "oasis de quietud", planteando entonces, fuer-tes contradicciones. Por ejemplo algunos autores afirmanque la casa representa la naturaleza femenina establecidapor el patriarcado como esencialmente fija e inmutable yque ésta retoma y expresa dicha esencia en su orden espacial

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unificado, cerrado e intemporal, con la figura materna comocentralidad. Dicho orden se organiza mediante un procesode domesticación espacial de los cuerpos individuales asícomo el de las familias, que le confiere a la casa característicasde espacio violento (Stephenson, M. 1998, p. 61 Y ss.).

Siempre en esta misma línea argumental, Mark Wigley(1993), considera que el rol de la casa es el de proteger losderechos genealógicos del padre, al pretender, muchas ve,ces con éxito, aislar a las mujeres de otros hombres para ase'gurarse que la reproducción sea sólo la del padre y su sitiosea la casa. Así, el confinamiento de las mujeres en el espa-cio de la casa, asegura, en el imaginario masculino, que lasexualidad de aquella puede ser controlada, "entre cuatroparedes", quedando la virtud de la mujer íntimamente liga,da al sitio de la casa y a la interioridad que ésta representapara su cuerpo. Marcia Stephenson (1998) señala que lossignos fundamentales de la mujer son "el cuerpo cerrado, laboca cerrada y la casa cerrada" y explica que la organizacióndel espacio de las casas reproduce esas imágenes, mediantela promoción de la idea de que tal encierro confiere abrigo yresguardo seguro.

Por otra parte, en el espacio doméstico que representala casa, se crea y reproduce la institución de la familia, tal ycomo la entiende la ideología patriarcal; en ella, la identi-dad de la mujer se desdibuja en tanto persona, para pasar aser la "mujer-madre" que se asimila con el sitio fundante de lacasa y el hogar. Ya sea que la familia se adhiera al modelo idealelaborado por la cultura patriarcal o se exprese de otras mane'ras, lo cierto es que su lugar es la casa y su rol fundamental es,entre otros, participar en la socialización temprana de las:lijas e hijos, modelándoles los respectivos roles genéricos demanera que éstos sean internalizados por aquéllos y formen

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parte de sus identidades genéricas correspondientes. En estatarea juega un papel importante la configuración del espa-cio de la casa, el cual, por ejemplo, asigna habitaciones dife-rentes para cada género, de acuerdo con su posición en laestructura familiar. La ubicación de una puerta que separa ycomunica, o de aposentos con mayor o menor exterioridadrespecto de la calle, constituyen parte de la pedagogía espa-cial para los aprendizajes de la femenidad y la masculinidad.La casa está espacialmente organizada para la ejecución detales aprendizajes: la semantización de su territorio, su ta-maño y diseño, su decorado, por ejemplo, colaboran connuestras primeras lecturas y memorizaciones de gestos, guío-nes, elección del vestuario, para esas primeras puestas enescena del género que cultural mente se nos ha asignado.

Así, los procesos pedagógicos mediante los cualesaprendemos a ser mujeres y hombres, encuentran apoyo di,dáctico en la configuración de los espacios internos y exter-nos de la casa. Si recordamos, algunos de nuestros primeros"perforrnances" del género que se nos asignó, los ejecutamosen nuestras casas, con la censura o los aplausos de la familiao quien la representara. Viene muy a cuenta en esta partedel análisis la profunda síntesis que Simone De Beauvoir(1987) hace en tomo a la participación de la cultura en laconstrucción de los estereotipos genéricos: "No se nacemujer, llega una a serlo", la cual podría también aplicarse alos hombres y quizás hasta a otros tipos genéricos que secreen en el futuro.

La fuerte significación femenina de la casa desborda,también, los límites físicosde su construcción, para trasladar oampliar sus significados fuera de ella, hacia espacios quepodrían denominarse como espacios "morales". En este senti-do, podría pensarse que los modales, hábitos y maneras

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"femeninas" ejecutadas fuera del ámbito físico de dicho in-mueble, provocan una especie de trascendencia del mismo,de manera que mediante ese comportamiento panicular, lamujer, aunque fuera de la casa, está dentro de ella, en tantoguarda las normas dictadas para su género, que contienen yexpresan la moral patriarcal. La conducta catalogada culru-ralmente como "femenina" tiene como uno de sus ejes irn-portantes a la "interioridad el "recogimiento", la "contén-ción", muy relacionados con la simbolización de la casa cuyoespacio representa el sitio, por excelencia, de la interioridad.

Existe un sinnúmero de metáforas acerca del tema dela casa que han sido singularmente recogidas por refranespopulares. Recordemos algunos de estos ejemplos de la sabi-duría popular que ha sintetizado tales metáforas: "la casada,casa quiere", "la mujer en la casa y el hombre en la calle","la madre es la reina del hogar", "la mujer y la casa, nuncaterminan de arreglarse", "cada uno en su casa y Dios en la detodos", "la ropa sucia se lava en casa". Cada uno de ellos aludea alguna de las características que se asignan a la casa comoespacio simbólico de lo femenino en la cultura patriarcal.

III

Hemos aprendido a organizar la realidad en grupos oesquemas binarios de opuestos excluyentes que conformanjerarquías en las que los lugares privilegiados correspondena 1 hombres y lo masculino, en cambio los subvalorados a

- mujeres y lo femenino. La organización de los espacios,.' •por supuesto, los de la casa, colabora con esta for-

ma e comprender la realidad y de reproducirla. Así, poreiemn o el QTUpoque corresponde a lo exterior o público

ica 'produce la cultura se asocia con lo mascu-entras que us opuestos como lo interior, privado o

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doméstico donde se halla la naturaleza, se asocia con lasmujeres y lo femenino (Amorós, C.1983: pp.25,31).

La organización espacial, los usos a que predispone,las funciones que cumple, actúa como una pedagogía que deforma permanente y callada interviene en nuestros apren-dizajes de la genericidad, legitimando y reproduciendo lasvaloraciones sociales que se asignan a cada territorio, segúnsu connotación principal sea femenina o masculina.

Si aplicamos ese marco a la lectura espacial de la casa,podremos ir desentrañando los significados que subyacen asu construcción simbólica, que adquiere expresión física ensu organización, diseño y arquitectura y que al mismo tiern-po, predispone a sus funciones para el uso cotidiano, el cualincluye, además, las formas particulares de sentirla y vivirla.Así, en la interrelación cotidiana con tales espacios, las per-sonas aprendemos a significarlos e interpretarlos, de maneraque su ordenamiento adquiere el sentido que le conferimosdesde nuestras propias interpretaciones de los esquemas cul-turales en los que hemos vivido. Las relaciones entre la con'figuración espacial, los usos que permita y el sentido que ledamos deben ser coherentes y correspondientes; lo contra'rio origina tensiones y rupturas que alteran la continuidadsimbólica, así como las formas de percibir y significar el es'pacio de la casa, con lo que sobrevendrían la pérdida de iden-tidad espacial, la desorientación y el extrañamiento, con laconsecuente dificultad para realizar la lectura del espacio ysu interpretación.

Una de las expresiones más claras de la "complicidad"entre la casa y el aprendizaje de los esquemas dicotómicos,son las múltiples formas en que ese espacio delinea una seriede fronteras que refieren al binarismo mencionado, especial,mente, como veremos, a aquellos que connotan exterioridad/

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interioridad, afuera/adentro, abierto/cerrado, público/priva,do, naturaleza/cultura, que constituyen, como sabemos, prin-cipios ordenadores del territorio.

IV

Para encontrar las mencionadas "complicidades" en'tre los esquemas binarios de la cultura y la configuraciónespacial de las casas y ejemplificar cómo es que aquélla esuna "pedagogía" para los aprendizajes acerca de los géneros,tracé un eje horizontal imaginario a lo largo de la plantaedificada de una casa que pertenece a una familia de clasemedia del valle Central de Costa Rica, según lo expliquépárrafos atrás y asigné como límite exterior e interior de di,cho eje a la calle y al patio, respectivamente' . El análisis dela localización de las habitaciones de la casa en relación conlos límites del eje, evidencian que los aposentos vinculadoscon funciones o usos más relacionados con actividades fe'meninas tienen una situación más interior dentro de la vi,vienda, cercana al patio; en cambio aquellos más relaciona'dos con actividades masculinas, encuentran una localiza,ción más exterior, próxima al límite externo, o sea a la calle.Entre los primeros están la cocina, la sala de lavado y plan'chado de la ropa que aparecen abiertamente comunicadoscon el patio, que estaría representando, en el contexto de lacasa, el lugar de la naturaleza, por sus características de sitiodespejado, algunas veces con vegetación, árboles o jardinesinteriores. Entre los segundos, veremos cómo a las habita'ciones casi contiguas a la línea externa de construcción dela casa, se asignan usos masculinos, exteriores, sociales, comoson las oficinas, consultorios, corredores o bien la sala y elcomedor, en los que la familia "hace" vida social y se reciben

Este análisis sigue la orientación general planteada por el antropólogo español,Dr. Francisco Sánchez Pérez, en el capítulo III de su libro La liturgia del espacio,pp. 41-70. (1990).

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las "visitas". La cercanía de estos aposentos con la calle, lesconfiere connotaciones que los ligan con lo público, lo ex'terior, el sitio de la cultura y por tanto, de los hombres.

El ejercicio anterior representa y reproduce tambiénuna visión estereotipada del espacio y sus significados degénero. Por ello es importante aclarar que la organizaciónde la estructura de las casas, en general, puede expresar otrasformas de concebir las relaciones genéricas que podrían con'tradecir el esquema aquí planteado, mostrando así las ten'dencias que hoy día están tomando las nuevas formas derelación intergenéricas que contienen, en algunos ámbitosmás que en otros, importantes cambios.

A tono con lo anterior, el análisis nos lleva a aclararque si bien las configuraciones espaciales no son genérica'mente neutras, éstas tampoco son unívocamente femeninaso masculinas. No significa que siempre un consultorio si,tuado en el límite más externo de la casa va a representar asus habitantes masculinos o que la cocina, por estar cerca deese límite va a ser asignada como de ese género. Más bienson los comportamientos territoriales o espaciales de las per-sonas y sus géneros los que determinan, en diferentes mo-mentos, si un espacio es femenino o masculino, pero, lo quesí parece claro, es que el ámbito de exterioridad se asignaculturalmente a lo masculino y el de interioridad a lo feme-nino. Además, los lugares son femeninos o masculinos tarn-bién de acuerdo también con las posiciones relativas quecada uno de los géneros tenga respecto del otro, cuidandosiempre que no haya ni una posición ni una inversión de espa-cios de distinto género. Por ejemplo, la calle, considerada comoel ámbito de lo masculino, podría "ferninízarse" en horas dela mañana cuando las mujeres salen hacia sus trabajos, obien a hacer sus compras, pero hacia la tarde y la noche casi

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siempre es considerada el "coto" masculino por excelencia.Hay también tendencias de exteriorización de las casas, ex'presados en los jardines que le rodean, sobre todo si en ellostrabajan las mujeres cuidando sus plantas, por ejemplo.

La multiplicidad de expresiones de la configuraciónespacial, que pueden incluso, contradecir o no los estereoti-pos de género, no invalida la cualidad del espacio como "pe'dagogía" que las contiene y comunica, evidenciando las di,versas formas de organización social, las ideas y valores, losesquemas mentales, las maneras de ver el mundo y com-prenderlo, que dan sentido a su propio ordenamiento. Sesubraya así la importancia y utilidad del análisis espacial, ensus diferentes escalas y ámbitos, para identificar las tenden-cias sociales en los procesos de cambio, por ejemplo, los queseñalan nuevas orientaciones hacia la construcción de rela-ciones genéricas democráticas y respetuosas.

vTales relaciones se expresan hoy en las formas y dise-

ños de las casas, pudiéndose encontrar transformaciones quemuestran el carácter diacrónico del ordenamiento espacialy en ese sentido, su permanente actualización como peda-gogía para los nuevos aprendizajes de la genericidad.

Dichas transformaciones evidencian el importanteacercamiento de las mujeres a los espacios públicos, las mo-dificaciones en las concepciones tradicionales acerca de lafamilia y de los roles genéricos, todo lo cual ha provocadorupturas en la construcción y constitución de los paisajescotidianos, tanto personales como sociales.

Si observamos con detenimiento la arquitectura de lascasas, su distribución espacial, veremos que los sitios para la

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actividad intelectual, por ejemplo, son ahora compartidospor la pareja, así como por los hijos e hijas. Las cocinas, máspequeñas, evidencian que "la dueña de casa" no pasa ahítodo el día, que ya no es el espacio de reunión de la familia,sino que se le ha integrado, mediante diversos recursos deldiseño arquitectónico, a las áreas sociales de la casa como elcomedor y la sala. Los patios y jardines también se han sa-crificado en cuanto a su tamaño, como corresponde a la ló-gica de la urbanización que propicia la densidad en el usodel suelo y lo encarece; pero esto también señala una sepa,ración de la casa del ámbito de la naturaleza: ya no tenemosen éstas, los enormes patios, sin tapias entre sí, muchas ve'ces atravesados por acequias y poblados árboles frutales, queconferían un marcado acento rural al entorno y enriquecíanlas experiencias sensoriales de sus habitantes, con sonidos,sabores, texturas y dimensiones variadas y estimulantes.

El espacio es parte de la misma construcción socialque elabora los contenidos diferenciados por género de lacultura, en la que participamos mujeres y hombres, cotidia-namente. Observar su ordenamiento, levantando ligeramen-te el telón del escenario que nos parece tan familiar, naturaly neutro, nos permite descubrir los hilos ocultos de su tra-ma, de manera que la verosimilitud de la apariencia del pai-saje da paso a la duda, a la incertidumbre y propicia nuevaslecturas, resignificaciones y aprendizajes.

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