el vicenciano sencillo, humilde y transparente que...

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El vicenciano sencillo, humilde y transparente que camina hacia Dios se encuentra con Cristo en el pobre AMBIENTACIÓN Como discípulos de Cristo se nos invita a vivir una vida transparen- te, capaz de dejar pasar la luz de Dios a toda la humanidad; una vida que, al estilo de San Vicente, nos haga estar a corazón abierto ante las necesi- dades de nuestros hermanos; una vida que nos haga capaces de trabajar en favor del pobre, contemplativos en la acción. Que este tiempo de oración y silencio nos ayude a descubrir cómo actuamos en nuestra vida diaria de cristianos, especialmente en los mo- mentos en los que la vida no nos sonríe. Debemos ser capaces de vivir como experiencias de Dios los acontecimientos de nuestra vida, pues Dios actúa en nuestra propia historia como lo hizo en la de Vicente de Paúl. HIMNO: “Vengo aquí, mi Señor” Vengo aquí, mi Señor a olvidar las prisas de mi vida, ahora sólo importas tú, dale la paz a mi alma. Vengo aquí, mi Señor, a encontrarme con tu paz que me serena, ahora sólo importas tú, dale la paz a mi alma. Vengo aquí, mi Señor, a que en mí lo transformes todo en nuevo, ahora sólo importas tú, dale la paz a mi alma.

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El vicenciano sencillo, humilde

y transparente que camina hacia Dios se encuentra con Cristo en el pobre

� AMBIENTACIÓN

Como discípulos de Cristo se nos invita a vivir una vida transparen-

te, capaz de dejar pasar la luz de Dios a toda la humanidad; una vida que,

al estilo de San Vicente, nos haga estar a corazón abierto ante las necesi-

dades de nuestros hermanos; una vida que nos haga capaces de trabajar

en favor del pobre, contemplativos en la acción.

Que este tiempo de oración y silencio nos ayude a descubrir cómo

actuamos en nuestra vida diaria de cristianos, especialmente en los mo-

mentos en los que la vida no nos sonríe. Debemos ser capaces de vivir

como experiencias de Dios los acontecimientos de nuestra vida, pues

Dios actúa en nuestra propia historia como lo hizo en la de Vicente de

Paúl.

� HIMNO: “Vengo aquí, mi Señor”

Vengo aquí, mi Señor a olvidar las prisas de mi vida,

ahora sólo importas tú, dale la paz a mi alma.

Vengo aquí, mi Señor, a encontrarme con tu paz que me serena,

ahora sólo importas tú, dale la paz a mi alma.

Vengo aquí, mi Señor, a que en mí lo transformes todo en nuevo,

ahora sólo importas tú, dale la paz a mi alma.

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Vengo aquí, mi Señor, a pedir que me enseñes tu proyecto,

ahora sólo importas tú, dale la paz a mi alma.

Salmo 91: Alabanza del Dios creador

� Ant: Alabad al Señor, servidores del Señor, porque es eterna

su misericordia, su fidelidad dura por los siglos (bis).

Es bueno dar gracias al Señor y tocar para tu nombre, oh Altísimo,

proclamar por la mañana tu misericordia y de noche tu fidelidad,

con arpas de diez cuerdas y laúdes, sobre arpegios de cítaras.

Tus acciones, Señor, son mi alegría,

y mi júbilo, las obras de tus manos.

¡Qué magníficas son tus obras, Señor, qué profundos tus designios!

El ignorante no los entiende ni el necio se da cuenta.

Aunque germinen como hierba los malvados

y florezcan los malhechores, serán destruidos para siempre.

Tú, en cambio, Señor, eres excelso por los siglos.

Porque tus enemigos, Señor, perecerán,

los malhechores serán dispersados;

pero a mí me das la fuerza de un búfalo

y me unges con aceite nuevo.

Mis ojos despreciarán a mis enemigos,

mis oídos escucharán su derrota.

El justo crecerá como una palmera,

se alzará como un cedro del Líbano:

plantado en la casa del Señor,

crecerá en los atrios de nuestro Dios;

en la vejez seguirá dando fruto y estará lozano y frondoso,

para proclamar que el Señor es justo,

que en mi Roca no existe la maldad.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo...

� Ant: Alabad al Señor, servidores del Señor, porque es eterna

su misericordia, su fidelidad dura por los siglos (bis).

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aquí con uno de los rasgos anunciadores del temple de su santidad.

No se le ocurrió siquiera desviar las sospechas hacia el malhadado

mancebo de botica. Mansamente se limitó a decir: "Dios sabe la

verdad". Los hombres tardaron seis años en saberla.

Al cabo de seis años, el culpable fue arrestado en Burdeos por

otro delito. Movido por el remordimiento, hizo venir a su calabozo

al Juez de Sore y le confesó su falta. El juez no fue menos extremo-

so en sus excusas que en sus acusaciones. Le escribió a Vicente pi-

diéndole perdón y asegurándole que, si no se lo enviaba por escrito,

iría él a París a pedírselo de rodillas, en público y con una soga al

cuello. No fue necesario. Vicente otorgó su perdón generosamente.

Virtud de la Transparencia en JMV:

� REFLEXIÓN:

San Vicente no luchó por su inocencia, Dios y él sabían la ver-

dad, eso es actuar con transparencia.

� Ante la vida, en las dificultades, ¿actúas tú con transparen-cia?

� ¿vives con tal honestidad tu vida que te da igual los malos o buenos comentarios de los demás?

� ¿eres capaz de aceptar con serenidad los contratiempos del día a día porque sabes que tienes a Dios de tu parte?

� ¿te preocupas de ser sincero ante Dios o prefieres cultivar el aprecio de los hombres?

� Transparencia: Este valor nos llevará a vivir honesta y sere-namente nuestro propio proceso de maduración, integrando equilibradamente las dimensiones afectivo-sexual, cognitiva, espiritual y relacional, haciendo vida en nosotros valores como la honradez, sinceridad y fidelidad, y asumiendo la co-herencia fe-vida.

Lectura Vicenciana

"Dios sabe la verdad"

Una de las más grandes complicaciones sobrevino sin que Vi-

cente tuviera en ella la más mínima responsabilidad. A su llegada a

París, Vicente era demasiado pobre para tener casa propia. Alquiló

habitación a medias con un paisano, modesto juez de pueblo en la

localidad bordelesa de Sore. La vida en común tiene sus servidum-

bres. Vicente lo iba a experimentar pronto a costa suya. Un día, Vi-

cente se sintió indispuesto y tuvo que guardar cama. Su compañero

el juez salió temprano a la ciudad a despachar sus negocios. Vicente

se hizo traer de una farmacia vecina las medicinas necesarias. El

mancebo de la botica llegó, buscó un vaso en un armario, y en-

contró la bolsa del juez con unos 400 escudos. Era una tentación

demasiado fuerte que el jovenzuelo no pudo resistir. Disimulada-

mente, mientras seguía trasteando en busca del vaso, se apoderó de

aquella fortuna. En cuanto dejó servido al enfermo, salió para no

volver. Quien sí volvió al poco tiempo fue el juez.

Apenas llegado, echó de menos su dinero. ¿Quién podía

haberlo robado? No cabía duda: el falso enfermo, que seguía en su

cama como si nada hubiese pasado y que aseguraba no haberlo co-

gido ni haber visto a nadie cogerlo. El juez era hombre violento y

precipitado. A voz en cuello acusó del robo a Vicente, le expulsó de

su casa, le difamó ante amigos y conocidos. Hizo incluso que la au-

toridad eclesiástica lanzase contra él un monitorio. El pobre Vicen-

te, que empezaba apenas a levantar cabeza tras los desastres anterio-

res, se sintió de nuevo perseguido por el infortunio.

Había comenzado a relacionarse en París con personajes influ-

yentes. Acababa de conocer a Pedro de Bérulle, el futuro cardenal,

un hombre llamado a tener en su vida una influencia decisiva. Ni

ante él se detuvo la ira del despachado juez; en su presencia acusó a

Vicente de ladrón. La reacción de Vicente fue ejemplar. Topamos 3

Ezequiel 36, 24-28: Dios renovará a su pueblo

� Ant: Dame, Dios, un corazón nuevo para amarte.

Os recogeré de entre las naciones,

os reuniré de todos los países, y os llevaré a vuestra tierra.

Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará:

de todas vuestras inmundicias e idolatrías os he de purificar;

y os daré un corazón nuevo, y os infundiré un espíritu nuevo;

arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra,

y os daré un corazón de carne.

Os infundiré mi espíritu, y haré que caminéis según mis preceptos,

y que guardéis y cumpláis mis mandatos.

Y habitaréis en la tierra que di a vuestros padres.

Vosotros seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo...

� Ant: Dame, Dios, un corazón nuevo para amarte.

Salmo 8: Las maravillas de la creación

Ant: De la boca de los niños de pecho, Señor, has sacado una alabanza.

Señor, dueño nuestro, ¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!

Ensalzaste tu majestad sobre los cielos.

De la boca de los niños de pecho

has sacado una alabanza contra tus enemigos,

para reprimir al adversario y al rebelde.

Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos,

la luna y las estrellas que has creado,

¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él,

el ser humano, para darle poder?

Lo hiciste poco inferior a los ángeles,

lo coronaste de gloria y dignidad,

le diste el mando sobre las obras de tus manos,

todo lo sometiste bajo sus pies:

rebaños de ovejas y toros, y hasta las bestias del campo,

las aves del cielo, los peces del mar, que trazan sendas por el mar.

Señor, dueño nuestro, ¡qué admirable es tu nombre, en toda la tierra!

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo... Ant: De la boca de los niños de pecho, Señor, has sacado una alabanza.

Lectura Bíblica: 2P 3,13-15a

Nosotros, confiados en la promesa del Señor, esperamos un cielo

nuevo y una tierra nueva en que habite la justicia. Por tanto, queridos her-

manos, mientras esperáis estos acontecimientos, procurad que Dios os

encuentre en paz con él, inmaculados e irreprochables. Considerad que la

paciencia de Dios es nuestra salvación.

V/. Te aclamarán mis labios, Señor.

R/. Te aclamarán mis labios, Señor.

V/. Mi lengua recitará tu auxilio.

R/. Mis labios, Señor.

V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo

R/. Te aclamarán mis labios, Señor.

Cántico Evangélico Ant: Guía nuestros pasos, Señor, por el camino de la paz.

(se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)

Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo,

suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo,

según lo había predicho desde antiguo, por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos

y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia

que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza

y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos,

le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,

porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, 5

anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,

nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas

y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo...

Ant: Guía nuestros pasos, Señor, por el camino de la paz.

Preces

Adoremos a Dios, que por su Hijo ha dado vida y esperanza al mundo, y

supliquémosle respondiendo todos: Escúchanos, Señor

- Señor, Padre de todos, que nos has hecho llegar al comienzo de este

día, haz que toda nuestra vida, unida a la de Cristo, sea alabanza de

tu gloria. OREMOS

- Que vivamos siempre arraigados en la fe, esperanza y caridad que tú

mismo has infundido en nuestras almas. OREMOS

- Haz que nuestros ojos estén siempre levantados hacia ti, para que res-

pondamos con presteza a tus llamadas. OREMOS

- Defiéndenos de los engaños y seducciones del mal, y preserva nues-

tros pasos de todo pecado. OREMOS

Contentos por sabernos hijos de Dios, digamos a nuestro Padre: Padre nuestro.

Final

Dios omnipotente y eterno, luz resplandeciente y día sin ocaso, al

volver a comenzar un nuevo día, te pedimos que nos visites con el esplen-

dor de tu luz y disipes así las tinieblas de nuestros pecados. Por nuestro

Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíri-

tu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida

eterna.

R/. Amén.