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EL FUEGO EL FUEGO Poemáticas _____________________ Rodolfo Daluisio A.D. 2017 (“que el fuego pa’ calentar debe ir siempre por abajo”.)

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EL FUEGO

EL FUEGO

P o em á t i c a s _____________________

Rodolfo Daluisio A.D. 2017

(“que e l f u e go pa ’ c a l en t a r

d eb e i r s i emp re po r ab a j o ” . )

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EL FUEGO

E L F U E GO

Poemáticas

M.F.(1879) Vuelta-Cap.XXXIII- Versos 4839-40

José Hernández(1834-1886)

– Pertenencia

– Paisaje

– Nada escondido

– Angustia de los tiempos

– ¡Oh, acontecer !

– Barro, el hombre. Oro, Dios

– El fuego

– Me voy

– Índice

I

II

III

IV

V

VI

VII

VIII

. . . 3

. . . 17

. . . 25

. . . 33

. . . 44

. . . 53

. . . 66

. . . 77

. . . 81

(que e l f u e go p a ’ c a l en t a r

d eb e i r s i emp re po r ab a j o . )

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EL FUEGO PERTENENCIA 3

I

PERTENENC IA

( R e g a l o d e D i o s )

Rodolfo Daluisio - .a.D. 2017

Florencio Molina Campos – Paisaje

Óleo pintado en Estados Unidos, recordando su tierra.

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EL FUEGO PERTENENCIA 4

I

¡Vengan … ¡ ¡Vengan … ¡ … días. ¡Vengan … ¡ … noches. ¡Vengan vueltas de los soles¡ ¡Vengan caras de las lunas, por la inquieta soledad¡ No se precisa variar porque vamos construyendo; el origen del origen, el comienzo del comienzo. Al abrir camino nuevo, donde no se abrió camino, por detrás queda la huella, y por delante el destino. Por debajo de la planta el pié su suelo tamiza; y por arriba la llama al infinito del fuego. La fatiga de unas manos mezclan la harina y el agua; si de Dios viene el fermento para que crezca la masa. Cielo que viene y que va, viene nuevo como el viento, tan leve como la idea, tan fuerte como el dolor.

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EL FUEGO PERTENENCIA 5

En el venir no se va, y en el irse no se ausenta. Entra nuevo y sale nuevo buscando su eternidad. Como fortuna del alma viene a enriquecer la vida. Y no se va sin el alma, al cielo que la ilumina. Se queda en la brisa suave, hasta el dulce atardecer; aunque se luche en la herida, y quede exhausto su llanto. Se le llama propia vida; pertenencia de los campos. Regalo alto de Dios y un canto para entonar.

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EL FUEGO PERTENENCIA 6

II

Paisaje Paisaje. Es ahí donde mora la memoria en la mente. Cuando arribó la imagen allá en la gestación, en que el oído oye por fuera de los mares, en aguas que refugian y crean los anhelos. Paisaje. Es ahí donde aflora la visión de horizonte. Cuando llegó el suspiro del aire de “mi” tierra tragando los espacios junto a las almas propias. En afecto nutricio y en la prueba del fuego. Estados del aprecio; medidas del ardor; tejidos de memoria, de dolor y de goce. Fuego de amor en fruto; y de amor en renuncia. Paisaje. Es ahí donde yace el exhausto suspiro. Por la luz que declina en llanura y ocaso, de cuanto fuera propio y se ofrece en legado. Si ocultando el camino el fin se desdibuja.

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EL FUEGO PERTENENCIA 7

Paisaje. Es ahí donde el alma regala su esplendor. Más allá de la espina. Más allá de la herida. Más allá del afecto y del pulso que ansía. Más allá del silencio y del pan dela ausencia. El adiós al amor da un amor impensado. En un reino de siempre; en un canto que dura. Paisaje que comienza; paisaje que perdura. Es ahí, donde vive, y sin fin, vivirá.

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EL FUEGO PERTENENCIA 8

III

¡ Es de día . . . ¡ ¡ Es de día . . . ¡ – Gritaban los centinelas – . Se disipan las tinieblas de la noche que termina. Y la bruma indescifrable deja ver la orilla franca. ¡ Es de día . . . ¡ – Dice el canto de las aves – . Sobre la fronda del verde que reluce de verdores. La brisa llamando al alba, y la rama al mediodía. ¡ Es de día . . . ¡ – Dice la piedra en silencio – . En rigurosa aspereza que promete allí quedarse. En reflejos de los tiempos, tan quieta en lluvia, y en soles. ¡ Es de día . . . ¡ – Dice el Espíritu al alma – . Cuando el ansia de la noche anhela asome la luz, por un resquicio del bosque o entre nubes que se van.

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EL FUEGO PERTENENCIA 9

¡ Es de día . . . ¡ – Dice el Templo de la ofrenda – . En tanto es regalo el día, donado para donar. Viene el paisaje y el aire a encontrar un corazón. ¡ Es de día . . . ¡ – Y mucho se va aclarando – . Por sentirse más unidos en sorber la misma luz. Y ser, en la luz, destello, destinado a perdurar.

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EL FUEGO PERTENENCIA 10

IV

Nuestro barro Nuestro barro; en el palpar de las manos, fino tacto que ahonda los contornos, y entra el pulso por la fibra hasta moldear la idea del afecto. Nuestro barro; donde se asienta el reposo, y adormece el descanso del suspiro, que toma aire profundo, hasta el bajo clamor que busca hablar. Nuestro barro; guarda el secreto del brote, con velada sorpresa que resguarda un renuevo de lo propio y el capullo que un día brillará. Nuestro barro; donde los hijos al frente, y las hijas danzando, se adelantan, más allá de los presagios, llevando el pan brotado del esfuerzo. Nuestro barro; un día será el espejo de las obras que nacen desde el alma, y hacen pié en el horizonte que nos espera erguido en las alturas. Nuestro barro; volverá a desintegrarse en el ignaro don de los regresos, cuando nos hayamos ido, junto a la bendición de lo divino.

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EL FUEGO PERTENENCIA 11

V

Reminiscencia Reminiscencia, en la nostalgia. que llama a la templanza como el calor del fuego, que hierve las delicias, o reduce a cenizas. Templada la medida justa, balancea la vida. Medidas del hacer, y las de deshacer; retazos de la forma. Movimientos que dan los tiempos. Cordatura del pulso de acordes cadenciados, natural al oído, natural a la mente. Simpleza de la idea pura, como es pensar lo propio, alejado en pasado, de aquella vida de antes con la que hoy respira. Templados el ayer y el hoy, en la reminiscencia que vuelve y siempre vuelve, para estar transitando, como un vital recuerdo.

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EL FUEGO PERTENENCIA 12

VI

Nacer de abajo Nacer de abajo, como nacer de adentro. Para crecer; para manifestar. Por abajo el calor, por arriba el llamado. Desde adentro el fervor; hacia fuera la voz. De la raíz hasta la luz de un cielo; el canto propio sube como la savia. Escalando la rama hasta la fronda erguida; con el brote que ensancha, enarbolado al viento. De la fogata de ardoroso fervor, desprende un fuego que levanta el ardor. Como un furor sediento quema por el deseo la pertenencia propia, designada en el alma.

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EL FUEGO PERTENENCIA 13

VII

Lo alto Hay un fuego en lo alto sideral con un sol que presagia lo sabido, como oro que guarda lo vivido y espera renovarlo en su final. Hay un signo de voz providencia, que se anuncia fraterno y encendido, para caldear el barro del gemido, que bulle en el fervor del ideal. Es oro Dios, que en alma permanece. Es barro el hombre que moldea el día, en visión del camino providente. Cambia el barro en oro que ennoblece, sube lo propio a ser sabiduría, con el fruto amparado por su fuente.

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EL FUEGO PERTENENCIA 14

VIII

Susurro Un susurro al oído, por el sutil secreto desde dentro del cuarto de propia habitación. En el patio de casa donde el viento pasea, y la rama se mece con su onda habitual. Se dice una palabra con frescura de un brote. Se canta una canción con corazón sensible. Se dibuja una danza con donaire casero. Y se sirve una mesa con sabores comunes. Porque no hay nada oculto susurrado en secreto, que no deba decirse revelado en lo alto. Que llega el día bueno, designado y preclaro, donde todo se vea en luz de perdurar.

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IX

Olvidar la raíz Al olvidar la raíz la rama sube su espacio, por el vacío del aire, sintiendo solo la altura. Y no exige recordar el alimento del día, sin atenerse de un suelo para entroncar sobre firme. Separada de su árbol la rama sigue su sueño, sin saber porqué perece, ni porqué su soledad. Si en el árbol de la vida, el alma abraza su fuente, puede verse por su origen unida con su raíz. Porque el alma tiene el don de verse unida a su Dios, que la creó y la alimenta criando la nueva vida. La rama ignora su muerte separada de la savia. Mas, el alma puede amar, y en el amor alumbrarse.

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X

EL FIN El fin, según la obra, cumplido se verá. El fin de lo propuesto; el fin de lo querido. El fin ya percibido en paisajes de origen. El fin ya prometido en clamores del tiempo. La obra es el paisaje, cuando vive en el alma lo vivido en el tiempo, como pan de lo propio Cuando lo propi es obra que se ofrece al paisaje. Según recibe, da; según conquista ama. Que la espina incumplida rememora dolor. Dolor del improperio. Negación en la ira. El fin que se define según la obra dice. La obra que recobra el fruto de su bien.

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EL FUEGO PAISAJE 17

I I

PA ISAJE

Pablo Uriburu (*1986)

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I - Mirando

Mirando el fuego parece que hay un alma que fuera aún, más mía que mi alma. Como un paisaje, que comenzado aquí, me lleva hondo a un mundo más allá.

II - No siendo mío

No siendo mío lo hago mío. Recién llegado llego a lo propio. Aunque me iré, se irá conmigo. Que sin quedarme me quedaré. Estaba aquí lo que encontré, eso que nunca me dejará. Guarda un tesoro de mis afueras, este paisaje de mis adentros.

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EL FUEGO PAISAJE 19

III - Veredas

Miro las veredas y me dicen tan poco de las almas. Como noche muda, que en su enigma, esconde de los otros lo que oculta en mí.

IV - Desear

Quiero desear y se ciega mi deseo. No desea lo que ve y no ve lo que desea. Por conquistar lo que el deseo no ve, se obnubila lo que veo de ignorar cómo desearlo.

V - Sombra

De mi paisaje soy sombra; de mi silencio, soy luz. No vivo yo, él vive en mí. No brilla él, destella en mí.

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VI - Viento

Viene del viento; y con el viento se va Por un susurro en el viento va llegando. Con su silencio muestra que siempre se dice. Por ser callado es que todo lleva dicho. Viento que habla, nudo en el sol y en la sombra, andamos juntos, con mi alma tan callada. Viene del viento y con el viento se va. Como suspira la vida que viene y va.

VII - Tres

Es noche. Con cielo limpio. Brilla en su pleno la luna. Por la senda del vacío viene la sombra a mi lado. Ya somos tres en camino, por el eterno destino.

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VIII - Seis

Fuera un padre y una madre; tras el pan de los abuelos. Seis en uno que resurge; brote nuevo en aire nuevo. Por delante va el enigma, y por detrás una historia. Por arriba quía Dios, por debajo la raíz. Por fuera pena el acaso, por dentro la vocación. A cada lado la ayuda, el tropiezo, o el dolor.

IX - Vals

Un noble vals debajo la arboleda. El sol huyendo por el poniente tibio. Allí quedaron las tardes del asombro, como un deseo cobijado de acordes. Por infinito, los álamos llegaban hasta la cumbre, de toda pretensión. Que quede lejos al alma no le importa; tan abrazada ha quedado al recuerdo.

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X - Un llanto

Un llanto apenas susurrado oculta un gran dolor. Espera, que la honda esperanza espere, tras el fin.

XI - Siempre

Salir, sin querer salir. Volver, temiendo volver. Huir, como huye el alma; estando, como está la espina. Dolor, que sigue en dolor, bebiendo de la vida viva. Mañana, es otro mañana. El hoy, se busca en el siempre.

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XII - Canto

Paisaje es tierra, que es alma. Paisaje es alma que sube. Como el canto sube alto y se lleva, tierra y alma.

XIII - Palabra

Palabra para decir, cuanto se deba decir. Palabra para callar sin ocultar de lo propio, cuanto se deba ofrecer, en decir cuanto se es.

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XIV - Intención

Paisaje es intención para arrojarse sobre la extensa brisa del horizonte. En la propia ilusión se lleva el pulso, que nacido en el tiempo trasciende al tiempo. Los ojos se sinceran; y el canto propio trasvasa los oídos de los anhelos. Todo es tocar el aire de cuanto existe; que promete ser más de cuanto es.

XV - Espina

La espina inútil cundió bajo la piedra; aun en la guarida de algún insecto, quedó en la sombra de un vacío recuerdo.

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EL FUEGO NADA ESCONDIDO 25

I I I

“ n i h i l … a b s c o n d i t u s ”

.(Lc.12:2)

NADA

ESCOND IDO

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I - Todo va conmigo

Si todo va conmigo, por la senda elevada que me guía, cautivada de dulce providencia; algo se va diciendo en cuanto dice, como se va ocultando cuanto calla. Si todo brilla en mí, por una luz deseosa de brillar, como el día destella por un rostro, algo se ve por el reflejo digno, como oscurece en su dolor lo indigno. Si en mí todo se ofrece, que viniendo a la vida para dar, consigue el bien valerse en otra alma, como la mezquindad se oculta ingrata. Si en mí la vida vive, por la mano de Dios que en bien recrea, algo relumbra plano en vida eterna, y algo irredento debe ser sanado.

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II - La vida fiel

La vida fiel termina por manifestar aquello a lo que sea fiel. Otra doblez, concluye por desbaratar el plan más firme de la astucia. Si Dios dador vendrá a decir su conclusión, en luz de gracia de lo eterno. Yo he visto el bien sentido por mi corazón, que se complace iluminar. Yo he visto el mal, aunque se empeñe en su secreto, deshilvanando su ficción.

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III - Secreto

Dio la flor al insecto su tal secreto polen; que por semilla y árbol, un día edificó hasta la rama alta entre las ramas altas. Oculta en la semilla la altura y el verdor.

IV - Anida

En su guardado corazón resuelve oculto fin el alma, hasta que expresa lo que anida, que en propiedad dispone el don. Abre la brecha de la vida el buen Espíritu dador, que dando el campo a lo expresado otorga digna infinitud. Emprenda recta su intención o se desvíe al mal su línea; en elección de propia el alma que se revela en acto nuevo.

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V - Seno del alma

La importancia del acto va en el seno del alma. No en grandes luminarias ni replicar de voces. Porque Quien todo ve, ve lo digno del grado. Así venga escondido o dicho por los aires.

VI - Nacido

Concepto, en lo interno de uno; según vibre el latido. Si el cuerpo es el refugio que resguarda los sueños. Nacido, acampado en el tiempo y en carpa temporaria. Aunque aspira lo eterno escondido y de paso.

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EL FUEGO NADA ESCONDIDO 30

VII - En alto

En alto traspasa la nube. Sideral espacio, la estrella y aún más allá, lo inmenso, huyendo del ojo, y largo silencio. Tan oculto y lejano vibra el signo, esperando milenios ignorados.

VIII - Canción

Una canción que representa, diciendo su señal, si donde canta uno cantan muchos. La melodía guarda el canto, memoria del anhelo, para ir deshojando lo sentido. Cuánta palabra tan sencilla, que al descorrer el velo permite ver profundo lo muy hondo.

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IX - Mucho escondido

Mucho escondido tras el velo que teje la fibra, o la piedra obstruye. Mucho va oculto tras la mente, tras el pensamiento, o la idea que vela. Viaja alumbrado lo vivido, por su realidad donde todo se muestra. Saber oír, saber ver, por saber decir o saber comprender. Aunque la fibra o la piedra obstruya el camino, expresión es la vida.

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X - Va oculto en mí

Si todo cuanto sé, va oculto en mí, debe decir mi verbo y el verbo en mí, diga canto trasciende. Si todo cuanto ignoro no llega a mí, debo decir mi anhelo, y brille en mí cuanto deseo ser. Si todo cuanto ansío es deuda en mí, y generosa ofrenda por querer dar, cuánta luz hallaré. Si todo cuanto olvido se va de mí, ni oculto ni expresado no vive en mí, ni en goce, ni en dolor.

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EL FUEGO ANGUSTIA DE LOS TIEMPOS 33

IV

ANGUSTIA

DE LOS

TIEMPOS “…in angustia temporum”

Dn. 9-25

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EL FUEGO ANGUSTIA DE LOS TIEMPOS 34

I

Va el paisaje Va el paisaje, sin angustia ni dolor; sin olvido y sin recuerdo, sea luna, sea sol, pradera, río, arboleda, camino, piedra o yuyal. Va el paisaje, cada día demudado, nacido para existir. Hasta que el ojo lo observa y un corazón lo palpita. Va el paisaje, viviendo por las entrañas hasta sentir que va unido al destino de las ansias y hasta el anhelo incumplido. Va el paisaje, siendo amor en el sosiego hasta que invada la ausencia. Que al fundirse a la memoria viene con pan de nostalgia. Va el paisaje, llevándose el alma innata a más allá de los vientos. Pulsando suelos y cielo, como con alas eternas.

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II

Construir Construir, para que dure un tiempo, deseando dure más; decepción de no ver en infinito. Enseñar, y acercarse al saber, pretendiendo entender; deplorar la fatiga en la ignorancia. Indagar, con afán de encontrar, hasta el pulso agotado; presunción de creer haber hallado. Despedir, para alejarse en tiempo, e irse por el signo del recuerdo plasmado en el silencio. Recordar, para alumbrar la historia velada en el pasado, y en un saber que aspira perdurar.

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III

Hoy Hoy, ya trazado el camino, camina el pié. Ya dispuesto el paisaje observa el ojo. Hoy, al estrechar de anos confía el alma; que por pasar las horas palpita el hoy. ¡Cómo diluye el ansia sobre lo incierto, de un devenir temido con su dolor! ¡Cómo el temor reposa sobre lo hecho; que ya fuera confiado a lo vencido! Hoy, ya venida a criatura por existencia, todo ocupa su signo por los criterios. Hoy, arriesgado va el juicio sobre lo dado; pero pasado el hoy, el hoy se ha ido.

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IV

Angostura Angostura en el alba. Estrechez en la noche. Al mediodía, prisa. Por la tarde latidos. El pasado apresado. El devenir callado. El ayer se ha escapado al furtivo mañana. Perentorio camino que resuelve el instante. Se abandona la espina; y la espina regresa. Administra la urgencia, lo que viene de eterno, y a eterno se encamina, por destellos y sombras. ¡Oh!, cuánto el hombre yerra en querer capturar, lo que se va en los aires, sin poblar su presente. Deberá capturar cuanto viene viniendo, y saber despedir cuanto huyendo se va. Que lo eterno es el alma, y cuanto viene en gracia, dela mano de Dios, que hacia Dios se encamina.

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V

Construir Construir; y construir, en la angustia de los tiempos.

Afán del siglo; con sus anhelos.

Levantar sobre la piedra, y sobre el aire elevar.

Como de humanas las pretensiones.

Ahí, el Dador, con su don, refugio de lo durable.

Dando lo bueno, por lo mejor

Ahí, el Amor, renovando, espíritu renacido.

Donde se busca, donde Dios da.

Construir y construir donde los tiempos perduran.

Un más allá de los reencuentros.

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VI

Hay un Cristo – I – Hay un Cristo, en cada alma que vive; donde refleja la vida acontecida ante Dios. Hay un Cristo, detrás del pan de los días, como un cimiento que eleva el refugio de una luz. Hay un Cristo, que da un camino a los cielos, enseña el modo de amar, y la bondad que se ofrece. Hay un Cristo, que derroca los afectos, en la sangre que claudica, y en suspiros que se van. Hay un Cristo, como un Niño con los niños, que enseña cómo apreciar el ejemplo de Evangelio. Hay un Cristo, en la cruz y en el llamado, donde el alma aprende amor, como el amor de esa cruz.

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VII

Hay un Cristo – II – Hay un Cristo, en cada alma que sufre, donde refleja la lucha acontecida ante Dios. Hay un Cristo, dolido de indiferencia, hacia la fuente de vida, que da la gracia de Dios. Hay un Cristo, herido de desamor, ante el amor lastimado, que lastima por el odio. Hay un Cristo, llagado por esa ausencia de apostasía del alma, desviada su voluntad. Hay un Cristo, adormecido en su muerte, cando el alma desalmada cierra sus puertas a Dios. Hay un Cristo, que en vida va dando amor, esperando ser amado, en camino a redimir.

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VIII

Hay un Cristo – III – Hay un Cristo, en alma que resucita, donde ilumina la vida, las cimas altas de Dios. Hay un Cristo, en que la ofrenda perfecta restaura la vida en ciernes del alma por trascender. Hay un Cristo, que alimenta con un pan y con un vino restaura, la pequeñez virginal. Hay un Cristo, que expira al mundo en la carne, y en Espíritu resurge para vivir en lo eterno. Hay un Cristo, que brilla dentro del alma. En la condena va muerto; y vivo en la salvación. Hay un Cristo, que paciente espera al alma, alerta para la gracia, y benigno en el amor.

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IX

Ser Angustia de ser y de no saber ser. De tener y no saber tener. De amar y no saber amar. Amar, tener y ser es de Dios. No saber del hombre confuso. Angustia de no ser quien se pretende. De no tener la paz que se ambiciona. Y siendo del amor no amar. Que pretender, ambicionar y no querer amar es del hombre enemigo; siendo la angustia del Crucificado.

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EL FUEGO ANGUSTIA DE LOS TIEMPOS 43

X

Angostura Grados de saciedad en el hambre interminable. Beber el don del tiempo en la sed irrefrenable. No acallar al deseo sin saber qué bien desear. La intención traza al tiempo y el tiempo apaga el intento. Se anuncia puro el goce y se va apenas gustado. Se teme a la tristeza y deja en fruto al temor. Angustia de los tiempos en la falible angostura; que en el hallar la puerta se estrecha el paso del hombre. Angustia de los tiempos; se pide en la desazón; y Dios regala con su gracia, lo que en el hombre se angosta.

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V

¡ OH, ACONTECER !

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I - ¡ Oh, acontecer ! (esa chispa que se esfuma)

Se ha empleado tiempo. Se ha ocupado espacio. Se han requerido presencias. Han concurrido actos a coordinar una cierta unidad del parecer común. Ha sucedido el suceso acontecido el acto; ocurrido el correr temporal ha pasado cuanto pasa, yéndose la presencia del acto. Acción efímera, en el tiempo; de alejarse en el espacio; de movimiento esfumado de la cambiante materia. Escapado todo factor concurrido para el acto; unidad que se difuma con su primaria memoria. Solo queda en las conciencias, de criaturas de conciencia, cuanto se haya expresado cuanto se haya omitido. Desde allí por la unidad de un camino trascendente, se cree un “alma” del tiempo que el espíritu sostiene. Una unidad superior de divina consistencia, une el acto en la memoria que transita y que perdura.

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II - ¡ Oh, acontecer ! (esa chispa que se esfuma)

¡Oh, acontecer!, has quedado prendado en una ciencia inversa, desde adelante, a atrás, y desde atrás al siempre. Aunque nada ya sea de cómo entonces fuera. Aunque tan poco quede del antiguo presente. Una ciencia tan propia como propia es la vida. Una ciencia tan cierta, tan oculta y tan sola. Si quien ha de saberla como quien la viviera, como insigne experiencia de una propia experiencia. ¡Oh, acontecer!, ¿de qué misterio fluyes, de qué fuente conectas? ¿En qué campos planeas, o a qué cielos reflejas? Si jamás volverás a acontecer.

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III - ¡ Oh, acontecer ! (esa chispa que se esfuma)

Intención del acto que rectifica hacia el centro, Dios; o por desvío se descentra. Bien avanza hacia la luz por memoria de lo eterno. Bien degrada hacia el error, por fatal desavenencia. Intención del acto que viaja por las conciencias, nítido, y con el propio lenguaje, que no cambia, por ya sucedido.

IV - ¡ Oh, acontecer ! (esa chispa que se esfuma)

La ausencia lo devora. La presencia lo alumbra. El pasado lo guarda. El presente lo anhela. De cerca se percibe. De lejos se enajena. Si es propio se comprende, por conocer las caras. Si es ajena se indaga; curiosidad de enigma. Pero pasado el tiempo ni ausencia, ni presencia, ni si es propio, o ajeno, se ve desconocido. Si son más las preguntas: de “porqué”, y de “para qué”; por “quién”; y “para quién”; “hasta dónde”; “hasta cuándo”.

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V -¡Oh, acontecer!(esa chispa que se esfuma)

Me ha llevado con él; pero yo sigo aquí. Me fui por muchas sendas, pero “él” se quedó, rectilíneo y lejano, bien directo al pasado. Desvío de la vida unido a cuanto soy, marcha el acto cumplido formando en mí su línea. ¿Dónde estás acontecer del tiempo? Si te fuiste a morar a una luz del olvido. Si te hiciste tan mío, que no te vas de mí; donde a mí no me llevas, aunque fuiste a lo mío. Se que un día vecino regresarás sin tiempo ara mostrar mis manos vacías de justicia. Mirando con los ojos de plena certidumbre, dirás lo mío a Dios, y lo de Dios a mí.

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VI - ¡ Oh, acontecer ! (esa chispa que se esfuma)

Selladas mis palabras en lo que dije ayer. Solo queda el intento refugiado en el hoy; tratando de decir lo que mañana brille.

VII - ¡ Oh, acontecer ! (esa chispa que se esfuma)

Lo actual, accidental, conspira, contra el acontecer. Tantas formas etéreas; que son, y luego ya no son. Solo dura en el hoy, la espina, dolida, y sin olvido. De tan escasas huellas se vive, costeando aconteceres. La nube pasajera, confusa, se lleva el accidente. Ha quedado tan solo, del alma, la certeza de ser.

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VIII - ¡ Oh, acontecer ! (esa chispa que se esfuma)

¡Oh, acontecer!, etapas del amor gozoso, etapas del amor en pena; calado; por interno grito. ¡Oh, acontecer!, que va dejando su retazo de pérdida por los caminos que desintegran lo corpóreo. ¡Oh, acontecer!, qué tanto queda y no queda; es mío, y ya no es más mío; palpita y ya no palpita. ¡Oh, acontecer!, soy yo de lo que es en mí;, es presente, por ser presencia; que viaja por su realidad. ¡Oh, acontecer!, etapas del amor que ama, en la verdad de su conciencia, o aquel, que no sabe que ama.

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IX - ¡ Oh, acontecer ! (esa chispa que se esfuma)

Acontecer; grande; pequeño. Que haya acontecido ya es grandioso. El provecho humano, caprichos de las dimensiones, baja y sube la estima por sobre la luz de vida. Pequeño acontecer de un pecho que respira, sube el anhelo, hasta pretender un cielo. Conmocionada estrella de morir a los días, va arrumbada de noches vagando en los olvidos. Acontecido, ¡oh, acontecer!, designa una luz, que alcance tus horizontes.

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X - ¡ Oh, acontecer ! (esa chispa que se esfuma)

Acontecer tras acontecer, cruzando los campos del tiempo, son eslabones en las manos que obran. Funciones de la organicidad, cabeza y pies, corazón y vientre. Presencia y adiós, de cuanto traje al mundo, y me llevo de él. Solitario vine y así me voy, sin cabeza, ni pies, ni corazón, ni vientre. Solo las manos llevan de la obra: lo acontecido. Acontecer sin ayer ni mañana, con eslabones de haber pertenecido, de haber amado, y de haber sido amado.

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VI

BARRO, EL HOMBRE.

ORO, DIOS.

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I - Hombre de barro

Aquel hombre, terreno como el hombre terreno, de barro la cuna; de barro la tumba. El lecho de barro, la idea, la espina, la risa y el llanto, donados del barro. La sombra que oculta, la luz que despierta, la calma del sueño, y el lento reposo. La vida que agita al largo latido, y al paso del pié resuenan en barro. El ansia de afecto, la espera del pan, el agua ligera, el aire y la brisa. Paisajes de barro del barro de tierra, del suelo de patria, de hijos y padres. Aquel hombre, terreno como el hombre terreno, volverá a la tierra; de tierra su olvido.

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II - Hombre de cielo

Aquel hombre de cielo como el hombre de cielo. Renuevo del alma, bautizada en Cristo. La espina de cielo si es ofrenda justa: dolor que perdona, y llanto que aguarda. En luz de aprender caminos de vida en verdad y fuerza, que invita a un destino. Destinado en Dios sueña con la meta en la vida eterna, con la luz del alma. Lucha en lo terreno sin ser de la tierra; llora algún fracaso, sin ser del fracaso. Pesa cuanto tiene como que no tiene. Y el mundo no premia con lo pasajero. Aquel hombre de cielo como el hombre de cielo, se irá de la tierra a poblar su cielo.

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III - Hombre - Arcilla

Arcilla húmeda moldea el día

por esas horas donde cruza el viento,

y bambolea el paso de lo inquieto

verseando en la palabra desmedida.

Arcilla blanda, que camina el tiempo,

buscando un paso de la orientación.

Horas del alba van a la oración,

y el agua gira por el son del viento.

Amasijo de tierra, donde fluye,

la pesadez del hombre modelado,

en la húmeda arcilla de su carne.

Sequedad polvorienta que rehúye,

disgregada en partículas del barro,

transitando la forma caminante.

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IV - Hombre - Espíritu

Vasija rígida, del cocimiento;

que va en la muerte , el fuego fundidor.

Quedó olvidado el signo y el clamor,

y la semilla que buscaba al viento.

Descendió la penuria del aliento,

y las ramas que buscan el verdor;

feneció por el sueño del dolor,

cuando no vale ya ningún sustento.

Siendo invisible a la materia dura,

entra en caminos donde el alma ve,

como se ve sentido todo amor.

Como sube aquel Hombre de la altura,

resucitado Cristo hasta su Gloria,

hasta su cielo sube quien amó.

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V - Hombre del miedo

Hombre del miedo de perder la vida.

Hombre del pan, el del esfuerzo propio.

Hombre de la palabra que fluctúa,

la que recuerda, como la que olvida.

Hombre del desconcierto en la caída;

la desazón que arrumba en el fracaso;

y en el dolor que quita sin consuelo,

aprende de la suerte desvalida.

De lo débil, lo frágil, o lo incierto;

a no confiar de aquello no confiable,

a despojarse desde el descontento.

Decadencia del hombre cavilante,

como un barro surgiendo al desaliento,

trepando por las gradas transitables.

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VI - Hombre de fe

Hombre de fe, que ha conocido a Cristo.

Hombre que espera en Dios, todo Dador.

Hombre de amor, sirviendo al Creador;

de todo ser, hermano fidedigno.

Hombre del goce por el don benigno,

de verse destinado a la labor

de ser discípulo de la pasión,

que halla su propia cruz en la de Cristo.

De la humildad del alma vence al mundo

de la ofrenda sincera del dolor,

confiando en el camino a lo fecundo,

que arrulla el Evangelio de la vida;

si sobre el mal del otro va el perdón,

y sobre el bien de Dios sana la herida.

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VII - Providencia de Dios

Providencia de Dios, por con el hombre;

el de después convive en el de antes;

el uno no envejece, sí el otro;

uno eterno, el otro temporal.

Uno llevado, y dejado el otro,

en los campos del último resuello;

el uno se despierte con su gloria,

y el otro duerme el polvo desdorado.

Sin dividir, el hombre confrontado,

donde el cuerpo contra el alma abjura,

y el alma por el cuerpo compadece.

A la unidad del ser que haya triunfado,

que no haya más después, ni antes magro,

sino esplendor de Dios, solo en la luz.

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VIII - No te atreves

No te atreves a dar lo atesorado

en estrechas veredas del desvío,

por un miedo a perder, lo que es perdido,

y ganar, de lo dado y lo quitado.

Si eres tierra que la tierra agita,

y eres barro, que en el barro duermes.

Lo que un día entregarás al irte,

te dejará vacío y solitario.

Si te atreves a dar en la piedad

ese bien amasado desde el barro,

harás el intercambio prometido:

un barro que es el hombre fenecido,

por un oro de Dios, que te renace;

siendo el hombre oro, con su Dios.

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IX - Barro y oro

“Amó Dios tanto al mundo”, en el barro pequeño en lo chico del signo, lo breve del instante, “que ha enviado a su Hijo” al ciclo breve y puro de la labor del día, y al sueño de sus noches; “y en Él se salve el mundo”, llevando todo empeño como ofrenda de cruz, y peso de expiación.

En la vida sencilla, “oculta en Nazareth”, las manos laboriosas de Jesús carpintero, transforman la materia del barro de los tiempos, con argucia y esfuerzo, en obra y en amor. Como amor que se ofrece al servicio benigno, que valora pequeño el pan de la bondad.

Ha llevado a la cruz el Ungido de Dios, esa ofrenda perfecta, que es barro de lo humano. Y como es Hombre y Dios, en su santo martirio, como en un horno ardiente, se fragua lo que es barro, en oro y sacramento, que valora lo poco y valora lo mucho: barro y oro hasta Dios.

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X - Volver atrás

Emprendido el camino de la cruz,

de ser discípulo del Evangelio,

conspira el riesgo de volverse atrás,

y regresar al barro primitivo.

El mismo barro de antes y de ahora,

según a quien se siga y se edifique,

se diviniza en Dios, por Sacramento,

o vuelve al signo oscuro del “sí mismo”.

Si siendo un mismo cuerpo, en misma alma,

y se abraza al “renúnciese a sí mismo,

tome su cruz, y sígame”; va en Dios.

Pero no siendo de quien vuelve atrás,

lucha en cruz para la Redención,

y se une al Espíritu Dador.

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XI - Martirio

¡Oh, martirio!, que pierde lo ofrendado;

da su fidelidad, y lo deshonran.

Da de su amor benigno, y lo expulsan.

Pone en Cristo su fe, y es perseguido.

Un barro primitivo quiere estarse

en su cómodo imperio reposado.

Un barro dado a Dios, busca su luz,

y emprende aquel Camino, de la Vida.

Lucha en un corazón que aún aspira,

y hasta no derribar el propio barro,

no encontrará su oro celestial.

Hasta el final persevere lo emprendido,

que, si fuerte es la lucha dentro el alma,

más fuerte podrá ser llegar a Dios.

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XII - Pretende la vida eterna

Pretende la vida eterna. Que es vida porque es de Dios, y en Espíritu es eterna. Para vivir de la Vida. Si te distraes de Dios, por voluntades desviadas, y te alejas de la vida, puedes entrar en la muerte. Cernidor es la conciencia para mejor discernir, que eligiendo al elegir, te quedes con lo mejor. Lo mejor va en un camino cuando el camino es persona, como verdad, como vida, que alojan en la persona. Como el mal personifica cuando actúa en la persona, siendo agente de un error, o se pierde en un desvío. Pretende la vida eterna, que vas cambiando tu barro por ese oro de Dios donde vive toda vida.

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EL FUEGO VII - EL FUEGO 66

VII

EL FUEGO

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EL FUEGO VII - EL FUEGO 67

I

Un fervor Un fervor del fondo del sentir, quieto en el don de ser, posa un velo, en la resolución del acto del momento, donde impulsa el deseo. “Quiero ver”; en el pasar el velo, querer o no querer, en blanda voluntad. “No veré”; en el cerrar el velo; no darse en el querer, de opuesta voluntad. “Esto haré”; en traspasar el velo y arrojarse a querer, dispuesto a obedecer. “No lo haré”; en el bloquear el velo, evitando el querer, cerrando a voluntad. Por el fuego que dio la Providencia, en volcarse a querer, buscando el propio ser. Por el fuego que llama hacia la luz, de encontrarse con Dios, y amar su Voluntad.

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II

Sube el fuego Sube el fuego desde la leña seca con su luz y calor, dando color al aire tibio, y un crepitar que da su ritmo sobre el asombro que rehúye desvaneciendo en las alturas. Sube el fuego desde abajo de un suelo, de un ardor combustible de inquietas flamas que remontan, como un soplido despidiendo algo de abajo, de la tierra, hacia una altura reluciente. Sube el fuego, si todo cuanto sube arde por escalar, como un ansia que busca altura; como imposible de un designio; busca encontrar lo no encontrado. Sube el fuego, como todo lo bueno, que promete bondad, ha de venir estando abajo, de los suelos a germinar, de lo chico para agrandar; desde nacer, buscar un siempre.

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EL FUEGO VII - EL FUEGO 69

III

De abajo (Vivir) Para hacer bien el trabajo el fuego ha de ir de abajo, con las manos por en medio, y las ideas arriba. Siendo las ganas motor, y la esperanza, horizonte. El trabajo es un destino. El fuego viene de Dios. Las manos de la pericia y del espíritu, ideas. Las ganas las da la vida y la esperanza el amor. Cumpla el hombre su destino. El fuego queme al dolor. La inteligencia despeje lo que la mente proyecta. Persevere la labor que todo lleva su fe. Si el fuego por calentar deba ir siempre por abajo, en el alma la semilla germina en la sangre fértil con destino a un solo fin la eterna vida de cielo.

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EL FUEGO VII - EL FUEGO 70

IV

De abajo (Morir) En las alturas del fuego se esfuman ondas al vuelo; que se llevan el calor y la luz, lejos del suelo. Colores de transparencia y reflejo en el recuerdo. Si, lo que ha de ser llevado, al tránsito de un misterio, se despide sin estar, y sin estar se concierta; que ausente de su latido son manos que ya se fueron. Porque lo que ha de quedar será el resuello expirado y lo que ha de ir a Dios al alma por lo salvado. Como un vuelo que ha nacido y en un cielo, renacer. Cuando en el hombre creado se concibe un solo ser, sus realidades son dos. De tierra uno es origen y de Dios, el otro eterno, que un día vuelvan a uno. Morir, es morir de tierra, que vivir solo es en Dios. Por el mundo que se apaga y una altura que se alumbra. Mire la luz que perdura el hombre que aspira a Dios.

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EL FUEGO VII - EL FUEGO 71

V

Pobreza El ardor de la pobreza va bordeando las orillas, donde hay vientos que se agitan con pasajes de inquietud. Donde el pan es la justicia, con su pobre don de amor. La virtud de estar abajo es que se quiere subir. Como con ardor del fuego que se impulsa a las alturas la pobreza es un vacío, que se pretende llenar. La pobreza es un dolor con un pan que se lamenta. Pero es ofrenda de amor con un vino que la alienta, que si se es pobre en Dios, Dios llena con su riqueza. Es un ardor como el fuego que arde de lo más bajo, para subir en la llama donde se quema del mundo lo que en el mundo se muere, en cuanto el mundo lo olvida. Es el ardor de un incendio que arde en lo más profundo. La pobreza que se elige. La pobreza que se ama, porque busca un bien mayor en la promesa de Dios.

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EL FUEGO VII - EL FUEGO 72

VI

Tristeza Tristeza de dolor me has unido a la tierra, en un suelo arrasado de reflejos de noches. Tristeza de dolor que ya no tiene rostro, cuando un rostro se ha ido por los mares del odio. No olvides alma mía, que un surco es hendidura, herida que desciende buscando suelo abierto. No olvides alma mía, que debajo, en la sombra, es donde el fuego enciende; y por él todo sube. Tristeza de dolor, aviva el fuego hiriente, que consume lo viejo y alumbra en una altura. Toma fuego valiente, que incinera la espina, y conquista los aires, de renovada aurora.

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EL FUEGO VII - EL FUEGO 73

VII

Canto El canto de las orillas, periferia de los sueños. Las voces de las afueras inspiradas en la altura. Van por debajo de una margen del oleaje de los tiempo. Cansancio de la pobreza no llamada a navegar. El canto que nace abajo, y abajo queda sumido, queriendo subir la luz, si subir es lo que pide. Cuando sube por su alma y las ramas de la altura, luego no quiere bajar porque se sabe en la luz. El canto de las alturas es como un fuego que sube, cuando abajo se ha quedado la ceniza de un pasado. Un fuego de lo inspirado subió a la rama más alta, y desde allí se perdura como perdura su vuelo. El canto que fuera orilla y sube en su perfección, queda en un signo del alma, y es su signo el corazón.

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EL FUEGO VII - EL FUEGO 74

VIII

Obrar Para hacer bien el trabajo mucho se ha de recordar, aplicar temperamento sobre piedras de entusiasmo, como abrazadas de un fuego que se inflama para obrar. Para hacer buena la obra el calor que reconstruye, ha de venir desde adentro, desde el fondo de la pena, donde conspira el conflicto de lo nuevo por obrar. En la obra que perdure se inflama un don de verdad, en línea sencilla y simple de lo exacto que se da, sin pudor que ruborice y un signo de realidad. Para hacer bien el trabajo en la obra de sustento, se ha de venir como un fuego calentando desde abajo. Desde el fondo su raíz, y en las alturas el brote.

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EL FUEGO VII - EL FUEGO 75

IX

Humilde madera De la humilde madera que voy siendo,

soy la chispa que enciende una fogata.

Como un aire cruzado por dos alas,

y dos manos buscando un firmamento.

Una gota de lágrima en el viento,

como un soplo, que agita, y pronto apaga;

que precisa del fuego y de la llama,

para arder en el ansia y el anhelo.

Si la frágil madera fortalece

como gracia de ofrenda que se eleva,

busca un punto infinito a donde vuele.

Que viniendo de un bajo de la tierra

a recobrar su fruto, ya no vuelve

sino, en la flama ve su propia estrella.

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EL FUEGO VII - EL FUEGO 76

X

Pequeña gota Pequeña gota que cayó en el alba

por la vida que aspira renacer;

palabra por palabra quiere ser

la Palabra de espíritu inflamada.

Bautismo del Ungido que señala

en un cielo que quiere florecer.

Naciendo con el Cristo de Belén

aspira al de faz resucitada.

Pequeña gota que cayó en la angustia

alejando la sombra que cernía,

sobre el alma sin campo en el amor.

La gota, como el fuego de una lucha;

desde abajo rehace sus primicias

bautizada en un cielo redentor.

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EL FUEGO VIII - ME VOY 77

VII I

ME VOY

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EL FUEGO VIII - ME VOY 78

I - Por el contorno de la llama

Me voy, por el contorno de la llama

al punto de la cúspide del humo.

bordeando por el aire inoportuno,

como alcanzando alguna altura extraña.

Sin ver que nada alto fuera mío,

ni tan fugaz el paso de ese fuego.

Como un calor que sube pronto y ciego,

o alguna voz llevada en el descuido.

Era una vida que se fue aclarando,

al curso de los días que se dieron,

en riesgo de fracasos y de miedos.

Al partir, por arriba de los fuegos,

fue por querer subir sobre un llamado,

de ese Cristo, que en cruz se va ofrendando.

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EL FUEGO VIII - ME VOY 79

II - Por el temor envejecido

Me voy, por el temor envejecido,

que arrastra valentías desdoradas;

sujeta la contienda acostumbrada,

más cerca del final incontenido.

Espinas que resisten al olvido,

ni quieren ser jamás abandonadas.

Retazos de la vida arrinconada,

que quiso ver un fuego en lo vivido.

Derrotas d la cruz que fue del mundo,

y en el mundo fue sangre derramada,

como un pulso viviente, desigual.

Y ahora sea cruz en lo fecundo,

que pudo en la renuncia perdonada,

ser liviana en el fuego espiritual.

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EL FUEGO VIII - ME VOY 80

III - Por el espíritu liviano

Me voy, por el espíritu liviano

del viento que se eleva como un fuego,

tras el hilo de plata de los ruegos

y un humo que desliza de las manos.

El rezo a Dios se fue por los arcanos,

y los ojos de ayer ya fueron ciegos.

Moriré, sin morir, a los apegos,

con un fuego vencido y ya lejano.

Me voy, sin abjurar de la partida,

más allá de llorar lo abandonado,

saboreando la luz imposeída.

De toda desnudez, quedó al llamado

que hiciera Dios, en llamas de la herida,

con su sí, que del alma se ha volado.

Page 81: EL VIAJE DE LA VIDA EN CRUZ - Rodolfo Daluisio · la memoria en la mente. Cuando arribó la imagen allá en la gestación, en que el oído oye por fuera de los mares, en aguas que

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ÍNDICE EL FUEGO

I – PERTENECIA

¡Vengan . . . ¡

Paisaje

¡Es de día . . . ¡

Nuestro barro

Reminiscencia

Nacer de abajo

Lo alto

Susurro

Olvidar la raíz

El fin

I I – PAISAJE

Mirando

No siendo mío

Veredas

Desear

Sombra

Viento

Tres

Seis

Vals

Un llanto

Siempre

Canto

Palabra

Intención

Espina

I I I – NADA ESCONDIDO

Todo va conmigo

La vida fiel

Secreto

Anida

Seno del alma

Nacido

En alto

Canción

Mucho escondido

Va oculto en mí

I V – ANGUSTIA DE LOS TIEMPOS

Va el paisaje

Construir

Hoy

Angostura

Construir

Hay un Cristo – I –

Hay un Cristo – II –

Hay un Cristo – III –

Ser

Angostura

V – ¡Oh, ACONTECER

I – Se ha empleado tiempo

II – ¡Oh, acontecer!

III – Intención del acto

IV – La ausencia lo devora

V – Me ha llevado con él

VI – Selladas mis palabras

VII– Lo actual

VIII– ¡Oh, acontecer!

IX – Acontecer

X – Tras acontecer

V I –BARRO, EL HOMBRE. ORO, DIOS.

Hombre de barro

Hombre de cielo

Hombre - Arcilla

Hombre - Espíritu

Hombre del miedo

Hombre de fe

Providencia de Dios

No te atreves

Barro y oro

Volver atrás

Martirio

Pretende la vida eterna

V I I – EL FUEGO

Un fervor

Sube el fuego

De abajo (Vivir)

De abajo (Morir)

Pobreza

Tristeza

Canto

Obrar

Humilde madera

Pequeña gota

V I I I – ME VOY

Por el contorno de la llama

Por el temor envejecido

Por el espíritu liviano

– ÍNDICE

Rodolfo Daluisio a.D. 2017-18