el vaticano y los grandes genocidios del siglo xx

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El Vaticano y los Grandes Genocidios del Siglo XX Alberto Treiyer Doctor en Teología Visité hace poco el museo Holocausto en Washington. Está muy bien equipado, con mucho material en fotos, videos con películas que fueron tomadas en directo, y materiales de diversa índole. Es tanto el material en cuadros, materiales y videos que han sido elaborados a partir de los discursos mismos de Hitler, así como de las reacciones progresivas de los EE.UU., Inglaterra y los demás países, que requeriría una tarde entera para poder ver lo esencial. Más de seis millones y medio de judíos fueron exterminados de la manera más cruenta, de los cuales cerca de un millón y medio fueron niños. La tragedia fue tal que el genocidio de los niños solamente, equivalió a la masacre diaria de todos los niños de una escuela normal, durante ocho años. Ese siglo “idiotizado” ya pasó a la historia, y con él también un milenio cristiano más. Muchos tratan de hacer una síntesis de lo que ocurrió durante ese

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Historia de la iglesia cristiana

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El Vaticano y los Grandes Genocidios del Siglo XXAlberto TreiyerDoctor en TeologaVisit hace poco el museo Holocausto en Washington. Est muy bien equipado, con mucho material en fotos, videos con pelculas que fueron tomadas en directo, y materiales de diversa ndole. Es tanto el material en cuadros, materiales y videos que han sido elaborados a partir de los discursos mismos de Hitler, as como de las reacciones progresivas de los EE.UU., Inglaterra y los dems pases, que requerira una tarde entera para poder ver lo esencial. Ms de seis millones y medio de judos fueron exterminados de la manera ms cruenta, de los cuales cerca de un milln y medio fueron nios. La tragedia fue tal que el genocidio de los nios solamente, equivali a la masacre diaria de todos los nios de una escuela normal, durante ocho aos.Ese siglo idiotizado ya pas a la historia, y con l tambin un milenio cristiano ms. Muchos tratan de hacer una sntesis de lo que ocurri durante ese siglo. A la luz de las profecas bblicas, nosotros hemos recibido como legado protestante un anlisis de lo que sucedi en la primera parte del S. XIX, incluyendo la ltima parte del XVIII. Pero, nos hemos sentado a evaluar tambin, siempre a la luz de las profecas bblicas, lo que ocurri durante el S. XX?Ese museo sobre el holocausto presenta por etapas, uno de los cuadros ms horrorosos que conoci la historia de nuestro mundo. Un aspecto, sin embargo, me indign. Haciendo una sntesis del odio contra los judos a lo largo de la historia, una de las pelculas menciona que cierta tradicin cristiana hered de los romanos la enemistad contra esa raza, acusndolos de haber entregado a muerte al Hijo de Dios. Pero no menciona para nada a la Iglesia Catlica, ni tampoco a la Inquisicin. En su lugar, menciona a Lutero que pretendi, al principio, ganar a los judos mediante mtodos persuasivos y no por la violencia. Sin embargo, al ver que ese mtodo no los ganaba tampoco, termin odiando a los judos de una manera tal que declar que sus libros y sinagogas deban ser quemados... Despus del holocausto, segua el reporte, muchas iglesias cristianas han estado reconsiderando su posicin con respecto al judasmo, y consideran que el odio contra los judos no tiene fundamento en el Nuevo Testamento. La Iglesia Evanglica, incluso, ha terminado rechazando esa enseanza negativa de Lutero con respecto a los judos. Jess fue judo, celebr la Pascua al instituir la Santa Cena, sus discpulos tambin fueron judos, y muchos de ellos murieron en manos de los romanos como tambin lo fueron los dems judos de su raza. Sumado a esto, el museo pone a los sacerdotes catlicos tambin como vctimas junto con los judos, del nazismo alemn. En esencia, la Iglesia Catlica Romana queda limpia de todo ese drama del S. XX, y ensuciado el protestantismo. A qu se deber semejante distorsin de la historia? Cmo es posible que un museo tan bien documentado y serio, pueda exonerar, en parte con el silencio, y en parte con la inclusin de algunos sacerdotes, a la Iglesia Catlica de ese terrible drama? Hubo sacerdotes heroicos que defendieron a los judos, e incluso murieron por ellos. Pero fueron casos aislados y lo hicieron, en ocasiones, contraviniendo las claras directivas que recibieron de Roma. Asimismo hubo protestantes, inclusive un hermano adventista que salv cerca de 1000 judos, arriesgando su vida y siendo perseguido por la Gestapo, por lo que se gan despus de la guerra varias medallas (recomiendo leer su libro, Flee the captor). Nuevamente, por qu ese museo limpia directa e indirectamente a la Iglesia Catlica sobre algo en lo que estuvo implicada en forma tan notable? [No alcanc a ver las pelculas de la ltima parte del museo, titulada The Final Solution (1940-1945), porque fui a ver antes otro museo sobre el espionaje en la historia humana, en especial en el ltimo siglo. Deduzco, sin embargo, que esa ltima parte del museo Holocausto no tendr nada diferente a lo que v con respecto al involucramiento de la Iglesia Catlica]. Sobre las presuntas razones por tal silencio histrico en un museo tal, quiero ofrecer las siguientes sugerencias. La Iglesia Catlica est muy bien organizada para intervenir en todo el mundo buscando limpiar su triste pasado. A diferencia de los protestantes que no tienen problemas en admitir sus errores por no creerse infalibles (hasta consideran positivo el ser capaces de arrepentirse), la Iglesia Catlica se cree infalible. Es por esa razn que se esfuerzan tanto por cubrir su imagen. La fortaleza del romanismo catlico est en la creencia en que su Magisterio, a diferencia de las dems iglesias, es infalible. Si se muestra lo contrario, la fe del catlico se va a la deriva. Cuando uno ve los museos de la Inquisicin en Lima y Cartagena, por ejemplo, se indigna tambin viendo una tremenda apologa de la Iglesia Catlica en relacin con esos crmenes y genocidios del pasado. Lo mismo vemos en los museos de Europa, en donde se busca, por regla general, ignorar a la Iglesia Catlica Romana por sus crmenes del pasado, y en su lugar referirse a la mentalidad de la Edad Media. De esa manera se busca evitar herir cualquier sentimiento religioso. Actualmente, el Vaticano est ponderando a los pocos sacerdotes que arriesgaron su vida para proteger a los judos, y buscando desligarse de todo enlace con el nazismo. Es probable que, ante un museo de tanta importancia que visitan miles cada da, los catlicos hayan ofrecido datos bien precisos de opresin nazi contra ciertos sacerdotes para crear otra vez la imagen de vctimas (despertar compasin, rasgar vestiduras, etc), y desvincularse del genocidio nazi. A su vez, los organizadores del museo parecen intentar evitar todo mal sentimiento entre religiones diferentes, y buscan aminorar como pueden la actitud antisemita histrica del cristianismo contra los judos. Debemos recordar que estamos en la poca en donde se manifiesta una falsa caridad que ha cegado a muchos con respecto al papado, ya que toda vez que se disculpe a alguien de hechos histricos, se deja la puerta abierta para que se los vuelva a cometer. Hay otro aspecto tambin a tener en cuenta. El museo del Holocausto se abri por primera vez en 1993. Para ese entonces estaba recin comenzando a despertarse el inters por revisar la historia de la 2da. Guerra Mundial, gracias a la apertura de los archivos secretos de la mayora de los pases involucrados en esa guerra. Todos, menos el Vaticano, abrieron sus archivos de la guerra en torno a la ltima dcada del siglo que pas. El Vaticano termin siendo categrico en su negativa, pese a las insistentes demandas de quienes estn interesados en tener todos los datos para un estudio objetivo de la historia. Algunas cosas obviamente filtradas han liberado del Vaticano, sin embargo, con respecto a la 2da. Guerra Mundial, y algo ms se solt con la autorizacin que dieron bajo juramento de confianza a John Cornwell, un periodista catlico ingls, para trabajar en esos archivos. Pero la mayor parte permanece escondida en el tpico secretismo del papado. Es probable que los organizadores del museo sobre el Holocausto no hayan tenido toda la informacin de la que se dispone hoy. An as, creo que se conoca ya lo suficiente del papel del Vaticano para comienzos de los 90, como para no desvincular totalmente a la Iglesia Catlica de la escena. En este estudio que emprendemos ahora sobre la relacin del Vaticano con los grandes genocidios del S. XX, nos proponemos dar una mirada retrospectiva a la historia, a la luz de los hechos y de las creencias que estuvieron subyacentes en esa historia. Todo esto para mostrar, al mismo tiempo, cmo las fuerzas del mal estuvieron listas para dar el golpe decisivo ya en la primera parte del S. XX, y cmo Dios intervino para evitar que el mundo desembocase ya tambin, en el mismo fin. Haba mucha tierra que conquistar todava para el evangelio. Los intentos para recuperar la supremaca poltica perdida por parte del papado fracasaron, a costo de tantos millones de vidas. Pero esos intentos nos muestran que, en donde tiene la oportunidad, el pontificado romano revela el mismo veneno de la serpiente que siempre tuvo. Babilonia no puede ser curada, porque no quiere ni querr ser curada (Jer 51:9-10). Es el centro y nido de toda corrupcin y mentira, la obra maestra de Satans. El mismo espritu genocida que marc su historia a lo largo de los siglos durante la Edad Media, y que rebrot repentinamente en el S. XX, brotar en el acto otra vez, si las condiciones que las motivaron polticamente en lo pasado, vuelven a repetirse. En general, podemos anticipar ya en nuestro estudio, que el Vaticano apoy a Hitler, as como a Mussolini y las dems dictaduras del S. XX. En cuanto al genocidio judo, hay testimonios inequvocos de haberse lavado las manos. Es ms, muchos sacerdotes participaron actvamente en el homicidio no slo contra los judos, sino tambin contra los ortodoxos y los comunistas, con pleno conocimiento del papado. Para ello encontraban siempre la luz verde de Roma o, a veces, un silencio cmplice que ha llevado a muchos a acusar al papado de pecado de omisin. Otros, analizando las encclicas papales desde fines del S. XIX hasta fines del XX, creen que se trat de un pecado de comisin.El Vaticano y los Grandes Genocidios del Siglo XX (2)Alberto TreiyerDoctor en TeologaLos grandes genocidios medievales. Bastante conocidos son los grandes genocidios de la Edad Media perpetrados por el papado romano mediante guerras expansionistas de exterminio en la segunda mitad del primer milenio cristiano, y mediante los tribunales de la Inquisicin durante la mayor parte del segundo milenio. Esos genocidios cristianos comenzaron en el S. VI con la exterminacin de los paganos y arrianos que se negaban a aceptar el cristianismo catlico romano, igualndolos y hasta sobrepasndolos en crueldad y brutalidad. Mediante reyes paganos que se convertan al cristianismo catlico, y exigan luego a todos sus sbditos elegir entre la nueva religin o la decapitacin, el papado fue despejando su camino y expandiendo su autoridad por todo el continente europeo y el norte de Africa. Apenas comenzado el segundo milenio cristiano (mayormente en el S. XIII), el pontificado romano lanz cruzadas de exterminio contra los ctaros, albigenses y waldenses. Los ctaros haban llegado a contar en Europa con ms de un milln de adherentes que fueron borrados del mapa mediante la decapitacin y la hoguera. A menudo los destruan en masa, con sus mujeres y sus nios. Aunque muy diezmados, los waldenses fueron los nicos que lograron sobrevivir en las ms altas montaas del Piamonte (entre Italia y Francia). Una vez exterminados los ctaros les toc el turno a los (presuntos) brujos y hechiceros del S. XIV, con ms de un milln de gente decapitada y quemada en la hoguera durante los siglos que siguieron. Tambin les tocara a los judos y musulmanes de ese siglo y los siguientes, ser deshalojados, expulsados de los territorios presuntamente cristianos (catlico-romanos, para ser ms exactos), y quemados en la hoguera. Con la aparicin de los Protestantes en el S. XVI, las hogueras y decapitaciones se multiplicaron por toda Europa y los pases catlicos del Nuevo Mundo. Todo esto continu as hasta que en el S. XVIII, llegaron los tiempos modernos con la abolicin de tales mtodos de exterminio y genocidio medieval. Las dos grandes corrientes libertadoras que forjaron la civilizacin moderna fueron la protestante y la secular. Ambas tuvieron que librar grandes batallas de liberacin ante monarcas y papas que no queran ceder su autoridad suprema. Ambas tuvieron sus puntos dbiles que fueron perfeccionando a medida que aprendan a vivir en libertad, y generaban gobiernos cada vez ms libres y democrticos. Mientras que los gobiernos protestantes lograron establecer en forma notable la libertad de conciencia y de religin (su expresin mxima se dio hasta hoy en la Constitucin de los EE.UU), los gobiernos seculares puramente seculares no se preocuparon tanto de la libertad religiosa, sino mayormente de la civil. En sntesis, qu podemos decir del S. XIX? Que aunque quedaban para entonces sus buenas batallas por librarse en los dos terrenos de liberacin mencionadosprotestante y secularen especial en los pases catlicos de Europa y Amrica Latina, ese fue uno de los siglos ms benignos de la historia. A la luz de los grandes genocidios medievales y modernos, el S. XIX marc un parntesis. En l millones encontraron un oasis de libertad inigualables en la historia de la humanidad. Qu poda augurarse, entonces, para el S. XX? No poda esperarse que el ltimo siglo del segundo milenio cristiano continuara as, con tan buenos antecedentes del siglo anterior? Los triunfos tan notables logrados en pro de la libertad y de los derechos humanos en la mayora de los pases civilizados parecan, en efecto, sealar una era extraordinaria de libertad y progreso para el S. XX. Y, aunque mucho de todo eso iba a darse, en especial en todo el continente americano, quin podra predecir para entonces, brotes tan espantosos de regresin medieval en el viejo continente, con sus tpicos exterminios en masa de gente indeseable, y con genocidios millonarios que se iran extendiendo hasta el dormido continente asitico?El Vaticano y los Grandes Genocidios del Siglo XX (3)Alberto TreiyerDoctor en TeologaUna advertencia proftica menospreciada. La Biblia adverta que el fin del mundo caera sobre los hombres en forma repentina, "como ladrn" (2 Ped 3:10). En lugar de evolucin moral, la degradacin espiritual llegara para entonces a su punto ms bajo de la historia (2 Tim 3:1-7). El mundo se vera envuelto en una situacin de violencia y corrupcin tal como la que tuvo lugar en los das de No, cuando la tierra debi ser destruida por las aguas del diluvio. Los hombres en la poca diluvial "no conocieron", dijo Jess, que haba llegado su hora, "hasta que vino el diluvio y se los llev a todos. As tambin ser", concluy el Seor, "la venida del Hijo del Hombre" (Mat 24:37-39). Esta vez, en cambio, la tierra ser destruida por el fuego en la venida del Seor (2 Ped 3:6-7,1-12). a) Un mensaje impopular. Los que esperaban el retorno de Cristo y eran guardadores del sptimo da heredaron de los protestantes y evanglicos de los siglos XVIII y primera parte del XIX, la conviccin de haber llegado a esa poca final descrita por la Biblia. Para comienzos del S. XX, ya estaban por todo el mundo anunciando la cercana del fin, y exhortando a toda "nacin, tribu, lengua y pueblo", a prepararse para el da del Seor (vase Apoc 14:6-7). Eso iba, sin embargo, contra la corriente general, por lo que fueron acusados de alarmistas y sensacionalistas. Aunque tenan libertad para predicar, no era fcil convencer a la gente con un cuadro tan negativo que presagiaban para el nuevo siglo, como el que ofrece la Biblia para el fin del mundo. El cuadro que proyectaba la pluma inspirada para el futuro tampoco era promisorio. Advirti que "no deben verse seales halagueas de gloria milenial..." (RH, 27-12-1898). "No disponemos de un milenio temporal para cumplir con la obra de amonestar al mundo..." (FE, 357). En visin vio grandes barcos hundirse en el mar, bolas de fuego que caan sobre casas destruyndolas en un momento, ciudades enteras arrasadas por llamas, tempestades, pestilencias, y huracanes. Veamos algunas de sus anticipaciones sobre lo que iba a ocurrir durante el S. XX, dadas bien antes de las primera y segunda guerras mundiales. "La tempestad se avecina y debemos prepararnos para afrontar su furia mediante el arrepentimiento para con Dios y la fe en nuestro Seor Jesucristo. Veremos desgracias por todas partes. Miles de barcos sern arrojados a las profundidades del mar. Armadas enteras se hundirn, y las vidas humanas sern sacrificadas por millones. Estallarn incendios inesperadamente y no habr esfuerzo humano capaz de extinguirlos. Los palacios de la tierra sern arrasados por la furia de las llamas.," MJ 87 (1980), cf. EUD, 24. "En las escenas finales de la historia de esta tierra, la guerra prevalecer. Habr epidemias, mortandad y hambre.", Mar 172 (1897), cf. Eventos de los Ultimos Das, pg. 24. Pensemos por unos momentos, en cmo podan caer tales declaraciones ante tantas esperanzas y seales halagadoras para el futuro. Demasiado osadas parecan las declaraciones de "miles de barcos" que seran hundidos, y "millones" de seres humanos que seran sacrificados. En efecto, la nueva doctrina acerca de los orgenes, conocida como evolucin, haba despertado tambin, hacia fines del S. XIX, una creencia milenarista de paz y progreso en donde mediante la educacin y la ciencia, el mundo iba a lograr ponerse de acuerdo y hasta convertirse. La paz pareca una realidad no difcil de alcanzarse. La amenaza musulmana que haba aterrorizado a Europa por tantos siglos durante toda la Edad Media, eran ya cosa del pasado. El espritu de la libertad y modernidad se respiraba por doquiera. De qu lugar de la tierra podra provenir, por consiguiente, tal cuadro negativo que la Biblia ofreca del fin del mundo? Las iglesias hablaban de unirse. Grandes proyectos polticos y religiosos de concordia y paz llamaban la atencin de todos. Cmo, pues, poda hablarse de las claras advertencias del fin del mundo acerca de su destruccin? Por el contrario, los "nuevos cielos" y la "nueva tierra" prometidos en la Palabra de Dios, parecan poderse lograr por las buenas, no por un dramtico desenlace entre las milenarias fuerzas antagnicas del bien y del mal. Pero el balde de agua fra cay para tales sueos de prosperidad terrenal. Con el advenir de las dos guerras mundiales, el mundo tuvo que reconocer que, si los hombres no cambian su corazn, la educacin y la ciencia los vuelven ms peligrosos y despiadados. Con el surgimiento del bloque comunista ateo, el mundo fue partido en dos, y los sueos de globalizacin poltica, econmica y religiosa, quedaron trabados. Durante prcticamente todo el S. XX, pendi sobre la civilizacin occidental una permanente amenaza de destruccin. As permanecieron en jaque tantos sueos de grandeza y prosperidad con los que se haba iniciado ese siglo. b) Una proyeccin apocalptica inverosmil. Otro cuadro proftico que los adventistas hacan revivir en vsperas del S. XX, como herederos del protestantismo, tuvo que ver con los sueos de supremaca del pontificado catlico romano. No era difcil hacer ver cmo las profecas indicaban que, al caer el imperio romano, el papado aparecera con un carcter cruel y desptico inigualables. Eso se cumpli admirablemente en la historia. Tampoco resultaba difcil probar cmo su poder poltico recibi una herida mortal al concluir el S. XVIII, como resultado de la Revolucin Francesa. Desde entonces y, durante prcticamente todo el S. XIX, la voz poltica del papado haba sido reducida al silencio. Pero, qu poda decirse con respecto al resurgimiento del poder papal anunciado tambin en el Apocalipsis? Eso pareca inverosmil, razn por la cual an los protestantes y evanglicos fueron abandonando esa interpretacin historicista del Apocalipsis. Quin poda creer, en plena poca moderna, que la herida de muerte que recibi el papado sera sanada, recuperando su poder poltico, esta vez en una dimensin realmente universal? (Apoc 13:3,15-18). Los principios monrquicos invocados por el obispado de Roma para mantenerse conjuntamente en el poder, haban caducado. Los pocos y raros reyes que quedaban en Europa cumplan slo un papel nominal. Mediante quines, pues, iba el papado romano a lograr imponer sus dogmas, como lo haba hecho en el pasado? Cmo podra volverse a los tiempos de opresin y despotismo medievales, con gobiernos que en su mayora, se volvan cada vez mas democrticos y republicanos?El Vaticano y los Grandes Genocidios del Siglo XX (4)Alberto TreiyerDoctor en TeologaSueos papales en vsperas del S. XX. Desde que se inici la poca moderna y fue suprimida la autoridad poltica del papado, el pontificado romano nunca dej de soar con recuperar, algn da, esa autoridad que haba ejercido durante 1260 aos. En este respecto, sus sueos para el S. XX estuvieron tan en contradiccin con la poca como las predicciones de los observadores del sbado acerca de esa recuperacin poltica del papado que se dara al final, y que se basaban simple y puramente en la Palabra de Dios. En la mayora de los pronunciamientos y encclicas papales que se dieron a partir de la segunda mitad del S. XIX, la iglesia de Roma no ocult su aversin hacia los regmenes democrticos y republicanos que requieren la separacin de la iglesia y el estado. Una autoridad que emana del pueblo, es decir, de la base, era vista por los obispos romanos como demasiado nefasta para un sistema monrquico-papal cuya autoridad se encuentra en la cpula. Si el poder descansa en las masas, quin o qu podr controlarlas? 1. Fundamento papal para el ejercicio del poder. Siendo que todo gobierno debe buscar la paz de sus sbditos, y siendo que no puede haber paz sin unidad, el mejor sistema de gobiernosegn argument Toms de Aquino en el S. XIIIes el gobierno de una persona. Por qu? Porque la unidad se obtiene en forma ms eficaz por uno que por varios o muchos (cf. John W. Robbins, Ecclesiastical Megalomania. The Economic and Political Thought of the Roman Catholic Church, 129). Lo que Tomsquien puso el fundamento del sistema de gobierno absolutista papalpareca ignorar es que, al razonar as, estaba promoviendo un sistema de gobierno pagano, con sus caractersticas tendencias a la centralizacin del poder en una sola persona. Llmese monarqua, fascismo, nazismo, lo que sea, tal filosofa que busca centralizar el ejercicio del poder en forma absoluta en una persona, forma la base para todo poder autoritario que logre apoderarse de cualquier sociedad. Esa filosofa pagana fundamenta no solamente el absolutismo papal, sino tambin toda monarqua o dictadura que pretenda acapararse de la autoridad civil. Contrastes con la Biblia. La Biblia menciona a Nimrod, el fundador de Babilonia, Nnive, y otros grandes imperios antiguos, como siendo el primer hombre poderoso de la tierra (Gn 10:8-11). Sus descendientes intentaron, poco despus, centralizar la accin gubernamental de todos esos reinos del mundo en Babel. Dios, en cambio, los dispers al confundir el lenguaje comn que se haban fabricado (Gn 11). En su lugar, llam a Abraham, y a travs de l dio a luz un pueblo al que le ofreci un sistema de gobierno diferente, una especie de repblica constitucional orientada por Dios, y basada en las leyes que le transmiti mediante Moiss (Ex 19:6-8; 24:1; Nm 11:16,25,29). El pueblo de Israel, en cambio, prefiri para su propia desgracia, el sistema pagano de gobierno que posean todos los dems pueblos de la tierra, con la plenitud del poder centralizada en una persona (1 Sam 8:5ss). Cuando vamos al Nuevo Testamento, vemos de nuevo el intento divino de fundar la iglesia sobre un sistema de gobierno diferente al sistema centralizado en una persona de los gobiernos de la tierra, y en donde la Iglesia y el Estado estaran separados (Mat 22:21). Los gobernantes de las naciones, declar Jess, se enseorean de ellas, y los que son grandes ejercen autoridad sobre ellas. Pero entre vosotros, no ser as (Mat 20:25-26). La autoridad que Dios design para su iglesia en la tierra descansara en Dios, y en el sacerdocio de todos los creyentes (1 Ped 2:5,9; cf. Hech 15:22,28), no en el de un presunto vicario impostor que ostentase una preeminencia que el Seor nunca leg a nadie sobre la tierra. Al contrarioadvirti el Seorel que desee ser grande entre vosotros, debe ser vuestro servidor. Y el que quiera ser el primero entre vosotros, deber ser vuestro siervo (Mat 20:26-27), como lo fue Jess cuando estuvo sobre la tierra, antes de su exaltacin final a la diestra de Dios (v. 28). Por esta misma razn, el nico sucesor que dej el Seor en la tierra fue el Espritu Santo (Juan 14:26; 15:26; 16:7-15), quien obrara a travs de una constitucin establecida por Dios mismo mediante el testamento dejado por los profetas y apstoles del Seor, esto es, mediante la Palabra de Dios (Ef 2:19-22; 1 Ped 2:4,7-8). 2. Fundamento democrtico de los gobiernos protestantes. Lutero probablemente jams percibi toda la dimensin de sus descubrimientos bblicos. Los principios de libertad que extrajo de la Biblia e introdujo en medio de un mundo monrquico y absolutista como lo fue el de la Edad Media, estaban destinados a ir produciendo mutaciones asombrosas en el ejercicio de la autoridad an en la esfera civil. La libertad de conciencia por la que abog sent las bases para regmenes que respetasen las minoras, trajesen dignidad a la persona humana al hacerla honorable y responsable por s misma ante Dios y el mundo, y se fundasen en la autoridad que emanase libremente del pueblo. La democracia misma tiene sus races en la creencia en el sacerdocio de todos los creyentes, no controlada por un poder autoritario, sino por una constitucin. 3. La primaca papal mediante gobiernos absolutistas. Volvamos al criterio tomista-catlico de centralizar el poder en una persona para poder afianzar la paz y la unidad en la sociedad. El modelo medieval sobre el que se construy esta teora no fue el de una sola persona gobernando el mundo. Era obvio que dos poderes gobernaban el mundo, el rey (o emperador) y el papa. Cmo explicar tal dualismo, dentro del criterio de unidad mediante el gobierno de una sola persona? Para ello, el astuto telogo de la Iglesia romana encontr un soporte en otra doctrina errnea, no fundada en la Palabra de Dios, sino en la filosofa dualista pagana griega. As como el alma es superior al cuerpoconcluy Toms, y junto con l tantos papas en el futuro, hasta en los tiempos modernosas tambin la autoridad espiritual debe estarlo sobre la temporal. Si sumamos este enfoque al anterior de la unidad en una persona, vemos que por encima de todos los gobiernos absolutistas y autoritarios de la tierra, debe estar el Sumo Pontfice romano, garantizando la unidad, sin la cual no podr haber paz. Siendo que el poder espiritual est por encima del temporal, segn el pensamiento papal, se requiere unidad eclesistica para poder lograr la unidad poltica. De all que se vio al papado procurar la unidad eclesistica en el S. XX an por la fuerza de las armas y aperturas ecumnicas sin precedentes. Mediante acuerdos ecumnicos y concordatos polticos, en donde se reconoce una cabeza suprema, la del pontfice romano, busca el papado incansablemente lograr la unidad y la paz mundial. Roma siempre crey que slo en la persona del papa se junta tanto el poder secular como el espiritual. De all que se lo represent durante la Edad Media tan a menudo con una llave (smbolo de la autoridad espiritual), y una espada (smbolo de la autoridad civil). El es sacerdote y rey, rey de reyes y Dominus Dominantium. Como nico Vicario de Cristo, todos los gobernantes seculares pasan a ser vasallos del papa, quien a su vez, posee toda autoridad para interferir en los gobiernos temporales (cf. Megalomana, 130-131). Su triple corona lo designa como rey del cielo, de la tierra, y de los mundos inferiores. Cuando asume el poder, se le entrega esa corona con las siguientes palabras: Toma la tiara adornada con la triple corona, y conoce que eres el Padre de los prncipes y reyes, y el Gobernador del mundo (ibid, 132). 4. Contra el capitalismo protestante. De la misma manera en que el papado romano se opuso a las democracias durante el S. XIX y la mayor parte del XX porque, en su criterio, se vuelven ingobernables y no pueden por naturaleza lograr la unidad que conduce a la paz, tambin se opusieron los papas al capitalismo democrtico, tomando como fuente de inspiracin a Marx. Esto podan hacerlo entonces porque el marxismo estaba en sus comienzos, y sus principios de solidaridad proletarial no se haban probado todava. Todo lo que necesitaba el papado por el momento era una argumentacin adecuada para oponerse al capitalismo protestante con sus proclamas de libertad, an para comerciar. Diez aos despus que Marx escribiera su libro Das Kapital (1881), el papa Len XIII publicaba su encclica Rerum Novarum [De Cosas Nuevas]. Sobre la Condicin de las Clases Trabajadoras (1991), que en muchos respectos parece una copia de Marx. Hasta el da de hoy esa encclica es citada y a menudo, por el papa de turno. Aunque se otorga cierto grado de libertad a individuos y familias para comerciar, debe haber controles, asegur el papa entonces, para que las riquezas persigan un fin comn, la necesidad y el bien de todos. Es as como nace la doctrina poltico-social de la Iglesia Catlica. Segn Rerum Novarum, y tantas otras encclicas despus de ella, quin est a cargo de controlar el comercio? El Estado. Bajo qu principios? Bajo los que dictaminan la necesidad y el bien comn de todos. As, el Estado no slo tiene el derecho, sino tambin el deber de intervenir en la sociedad, para asegurar una justa distribucin de los bienes de este mundo. Pero, quin determina lo que es necesidad y bien comn? Quiere decir que, si tengo necesidad, tengo derecho de quitarle la propiedad a otro que tiene ms que yo? Es eso moral superior? Por otro lado, quin controla al Estado? Por supuesto, el poder espiritual, as como el alma lo hace al cuerpo! No es el cuerpo quien juzga al alma, sino el alma al cuerpo. De all que la curia romana est constantemente interfiriendo en los asuntos de Estado, y de las naciones en una dimensin internacional, denunciando, advirtiendo, fiscalizando la labor comercial, jurdica y estatal en general. Estas demandas de interferencia estatal por parte de la Iglesia, sin embargo, no tocan a la Iglesia Catlica en s, ya que sus propiedades pertenecen constitucionalmente al papa, smbolo de la unidad de la Iglesia y de los gobiernos de la tierra. Mientras que el Estado tiene derecho para interferir en la accin empresarial y privada, no puede hacerlo en lo que se refiere a las propiedades de la Iglesia, porque esos bienes les fueron concedidos por Dios. Y, as como el espiritual juzga todas las cosas y no es juzgado de nadie (1 Cor 2:15), tampoco nadie tiene derecho de juzgar a la Iglesia ni intervenir en sus bienes. Segn este criterio, nadie puede, como ella, tener la justa dimensin de las necesidades y bienes de todos. En su encclica Quadragesimo Anno, Po XI confirm los principios de Len XIII diciendo que es Nuestro derecho y Nuestro deber tratar con toda autoridad los problemas sociales y econmicos, algo que fue ratificado a su vez en la revisin de la Ley Cannica de 1983 en los siguientes trminos: Le pertenece a la Iglesia el derecho de anunciar siempre y dondequiera sea, los principios morales, incluyendo los que tienen que ver con el orden social, y hacer juicios sobre todos los asuntos humanos... (Canon 747). Hasta hoy, el papa Juan Pablo II ha insistido en que la Iglesia tiene la visin moral necesaria para determinar los lmites que los gobiernos no pueden sobrepasar en relacin con la distribucin de los bienes y del comercio. De all tanto inters que ostenta en la causa de los pobres, y de los pases menos desarrollados. Todo entra dentro de la escala piramidal que caracteriz al papado siempre durante la Edad Media, cuando la Iglesia se fue apropiando de todas las tierras de Europa para distribuir los bienes de acuerdo a su criterio espiritual superior. Con criterios semejantes pretendi recibir de Constantino el continente entero que haba pertenecido antiguamente a los csares durante el imperio romano. Ahora busca lograr el control de los asuntos humanos mediante la constitucin de un gobierno mundial por el que tanto estn abogando desde la ltima parte del S. XX los pontfices romanos.El Vaticano y los Grandes Genocidios del Siglo XX (5)Alberto TreiyerDoctor en TeologaLos grandes genocidios del S. XX. Amargo fue el despertar del Vaticano en el S. XX, al descubrir que las prdicas papales sobre un nuevo sistema de gobierno con su visin moral fueron escuchadas, pero negndole toda autoridad moral para controlar la distribucin de los bienes de la tierra. El tiro iba a salirle, en efecto, por otro lado. Repentina e inesperadamente apareci un nuevo brote ateo y despiadado de intolerancia antirreligiosa en la revolucin bolchevique rusa, que se hizo eco de tales prdicas sociales papales, a menudo citndolas, pero sin reconocer en nada al pontificado romano (Megalomana, 63). 1. El genocidio comunista ateo. Quedaban monarquas autoritarias por destruir todava en el lado oriental, pero que estaban ligadas a la Iglesia Ortodoxa. La revolucin marxista-leninista encontr su camino con este fin, primeramente en la Europa oriental. Cay en un momento propicio cuyo terreno haban abonado admirablemente las encclicas papales que reclamaban justicia social en favor de las masas trabajadoras, con denuncias contra el capitalismo que confirmaban la posicin de Marx. Pero por tratarse de una revolucin atea, la visin moral que reclamaba tener el papado para redistribuir los bienes de este mundo no era tenida en cuenta. En ese nuevo ordenamiento mundial, el papado quedaba otra vez fuera del juego, y corra el riesgo de ser totalmente destruido. La religin era considerada ahora como el opio del mundo, y los genocidios humanos comenzaron a multiplicarse con cifras jams alcanzadas antes. Slo en Ucrania, seis millones de campesinos fueron brutalmente aniquilados en las purgas soviticas (una rplica de las purgas inquisidoras que en el medioevo haban estado en manos de los sacerdotes catlicos). Qu no decir de los dems millones que fueron sacrificados en el resto de la Europa oriental, y posteriormente en el Asia, en un intento de limpiar el mundo de los religiosos y burgueses que se haban apoderado de los bienes de las clases trabajadoras? El mismo freno que le impusieron los poderes seculares a la Iglesia de Roma desde la Revolucin Francesa comenz a serle impuesto, desde esta nueva revolucin en el S. XX, a la Iglesia Ortodoxa en los pases orientales, as como a las dems religiones asiticas y paganas en donde fueron repitindose los horrores de Francia. Se trataba, ahora, de una guerra contra todos los credos, en manos de gobiernos comunistas ateos que amenazaban con destruir no slo el cristianismo oriental, sino tambin la civilizacin occidental, y an toda otra religin y cultura. El mundo cristiano enteroen cumplimiento de lo que haba escrito la pluma inspirada en vsperas del S. XXpareca como una mole a punto de desmoronarse en ruinas, como resultado de la predicacin de los principios ateos que haban convulsionado a Francia poco ms de un siglo atrs (Conflicto de los Siglos, cap 37 en castellano). 2. Dilema papal causado por el comunismo. Bajo un contexto tal, cambiara el pontificado romano su prdica? Se volcara en favor de los regmenes capitalistas occidentales para librarse del avance intempestivo del mundo comunista? No, por supuesto que no! El magisterio romano es infalible! En su encclica Immortale Dei, La Constitucin Cristiana de los Estados (1885), el papa Len XIII haba insistido en su condenacin al protestantismo con su principio de libertad de conciencia, que interpretaba cmo dejar hacer a quien quisiese lo que se le diese la gana. Ese principio interrumpa la conexin ordenada de alma y cuerpo, volvi a enfatizar Len XIII, en el ejercicio de la autoridad. Por consiguiente, un capitalismo que permite comprar y vender libremente, sin controles, no puede traer paz sino violencia por la injusticia que genera. A pesar de percibir el contraste entre el genocidio salvaje comunista y la libertad econmica y poltica de Occidente, el Vaticano sigui condenando los regmenes democrticos capitalistas occidentales durante todo el S. XX. Pero sum en su prdica otra condena a los regmenes comunistas y colectivistas ateos por su carcter antirreligioso, y por su apropiacin de toda propiedad. Roma no poda aceptar una colectivizacin completa como se daba en el comunismo, con un Estado no slo controlador sino tambin dueo de los bienes de la sociedad (Megalomana, 57). Los bienes intocables de la Iglesia corran riesgo con una centralizacin estatal semejante (manejada por un partido ateo), tan excluyente como para no aceptar ninguna religin en su medio, ni menos una visin espiritual presuntamente superior. Pero, a quin recurrir para frenar la democracia y lograr otra vez el reconocimiento de los pueblos de la tierra? Asombra ver que ni en la primera mitad del S. XX pierde el papado toda esperanza en el resurgimiento y fortalecimiento del sistema monrquico, especialmente en Austria, un pas tradicionalmente catlico. An as, se da cuenta que algo debe hacer tambin para congraciarse con las masas presuntamente explotadas de la poca moderna. Todo esto, sin perder su conviccin de que la autoridad debe descansar en el tope, no en el fondo; en una persona, no en muchas; para poder hacer prevalecer la unidad que garantiza la paz. Su presunta devocin por las masas le sirve, en efecto, de pretexto moral para justificar su visin piramidal del poder. En 1931, Po XI volvi a insistir en su encclica Quadragesimo Anno (Sobre la Reconstruccin Social), que el estado debe encargarse de armonizar la propiedad privada con las necesidades del bien comn.... El correcto ordenamiento de la vida econmica, insisti, no puede dejrselo librado a una libre competencia de fuerzas... Segn l, debe mantenerse la competencia libre dentro de ciertos lmites..., sujetados y gobernados por un principio directivo efectivo y verdadero (Megalomania, 65). El criterio sobre el que se bas Po XI, y continan basndose las encclicas papales hasta hoy, es el que tom Toms de Aquino de Aristteles. En qu consiste? En admitir el derecho a la propiedad privada, pero negar su uso privado. Se acepta que la riqueza se herede, pero se condena como inmoral su obtencin mediante el comercio. La ganancia era considerada como egosta y daina. As, la Iglesia Catlica rechaz el comunismo poltico, afirmando que el Estado debe respetar la propiedad privada. Pero en oposicin al capitalismo occidental, declar que su uso es social, no particular (Megalomania, 53). Un problema adicional y fundamental que no debemos olvidar en todas estas bonitas prdicas papales, tiene que ver con el ejercicio de la autoridad. El control econmico y poltico debe venir de arribasegn el papadode un poder centralizado, de una persona que encarna la autoridad divina y la impone sobre los que estn debajo. Trajo un sistema tal un mejor estilo de vida en el medioevo? An en la poca moderna, sus mecanismos de control exigidos por la iglesia a los gobiernos civiles comprometidos con el catolicismo, no han hecho otra cosa que trabar el desarrollo econmico y fomentar la pobreza y la corrupcin en todas sus formas. Los ms grandes dictadores y sistemas de poder abusivos y explotadores del S. XX, se dieron mayormente donde el vivo, el afortunado, logr trepar a la cspide y para robar. No deba extraarnos que eso sucediera bajo una orientacin en donde se debilitaba el esfuerzo individual y responsable para lograr metas individuales, prometiendo en cambio una compensacin monetaria a la ociosidad y negligencia. Hagamos un parntesis para adelantar aqu que, cuanto ms grande es el control estatal, ms dependiente har a la gente de ese poder central. El xito de todo gobierno consiste, sin embargo, en educar al hombre, al ciudadano, para que se gobierne solo. De all que a la iglesia le compita trabajar nicamente sobre las conciencias individuales sin forzar la voluntad, para que sean regidas por la Palabra de Dios y la labor conjunta del Espritu Santo, no por el temor de enfrentar autoridades externas y superiores. Si no se logra elevar al hombre a un plano de responsabilidad individual, de nada servirn todas las prdicas sociales de control que se establezcan sobre l. An as, las leyes sociales que se establezcan para evitar los abusos, deben responder a criterios establecidos sobre bases democrticas, no monrquicas ni dictatoriales. Los gobernantes no estn ni deben estar fuera de las diferentes facciones de la sociedad. Los hombres no cambian su naturaleza cuando asumen un cargo pblico. Por consiguiente, un sistema de auditora, revisiones y equilibrios para confrontar las diferentes facciones dentro del gobierno, es necesario para controlar al gobierno mismo. Pero una monarqua o sistema dictatorial no admite ninguna limitacin del poder de los gobernantes, ni tampoco la libertad (Megalomania, 159).El Vaticano y los Grandes Genocidios del Siglo XX (6)Alberto TreiyerDoctor en TeologaLos grandes genocidas del S. XX. El sistema de gobierno catlico-romano es monrquico por naturaleza, y sigue sindolo as hasta el da de hoy. No son los creyentes catlicos los que eligen al papa, quien por otro lado, se considera infalible en materias de fe y costumbres. Subsiste en el romanismo un sistema medieval monrquico de gobierno cuyo representante mximo es establecido en forma vitalicia, como los reyes en las monarquas europeas anteriores. Lo ms sorprendente, es que tal sistema de gobierno haya podido perdurar en medio de regmenes modernos elegidos democrticamente por el pueblo, y cuyos gobernantes ejercen su oficio en forma temporaria, segn lo decida la autoridad que emana no de una cpula, sino del mismo pueblo. El peligro para esta visin piramidal del poder se agrand para el Vaticano cuando comenzaron a levantarse en Europa y Amrica partidos polticos catlicos que abrazaban el sistema democrtico de gobierno y, por consiguiente, no se sujetaban fcil e incondicionalmente a las directivas de la cpula romana. Esto sucedi a comienzos del S. XX, especialmente en Francia y en Alemania, y an en la misma Italia y otros pases de orientacin religiosa catlica. Qu hacer entonces, para evitar que con tal corriente, se terminase democratizando an el mismo sistema jerrquico de la Iglesia Catlica Romana? (Popes Hitler, 35-40). Si se desprenda el papado de esos partidos polticos catlicos liberales, a qu sistemas de gobierno podra recurrir para hacer oir su voz, y se acatasen sus dogmas poltico-econmico-religiosos? Vanos haban sido los intentos del papado por lograr concordatos con los pases democrticos de Europa, en donde al menos sus escuelas fuesen reconocidas y pagados los obispos de la Iglesia. Algn logro obtuvo en la regin catlica de Baviera en 1924. Pero tal concordato favorable a la Iglesia Catlica le cre mayores problemas para lograr otros concordatos con Prusia, por ejemplo, y con el Reich alemn. Mientras que en Baviera logr que el clero fuese pagado por ese estado regional de Alemania, en Prusia tuvo que dejar la cuestin de las escuelas fuera del acuerdo (Popes Hitler, 100-104). Una nueva opcin intermedia aparece, entonces, con el nazismo alemn y el fascismo italiano entre la segunda y tercera dcadas del S. XX. Ambos se autoproclaman favorables a la Iglesia Catlica y contrarios al comunismo. Ambos necesitan un reconocimiento moral para superar las crticas de las dems corrientes democrticas occidentales y del comunismo. Cmo desaprovechar, pues, el papado romano, semejante oportunidad para resarcirse del golpe de gracia que haba recibido en la Revolucin Francesa, y del que no se poda recuperar todava? Es ms, su presunta posicin intermedia entre el capitalismo y el comunismo apuntaban en esa direccin. El Vaticano vio en Hitler y Mussolini una oportunidad para afianzarse en el poder y recuperar el centro de Europa para la Iglesia Catlica. Ms an, los vio como divinamente sealados para poder deshacerse del comunismo y relanzar la evangelizacin catlico-romana del resto de Europa, inclusive del mundo ortodoxo en el este. Con ellos (los dictadores), iba a poder firmar y, por la va rpida, concordatos de mutuo reconocimiento. Al ver luego, los dems pases catlicos de Europa y Latinoamrica, cun rpido el papado daba reconocimiento a tales gobiernos, iban a saludar con el mismo beneplcito a gobiernos dictatoriales que apareciesen sbitamente en su medio y con motivos semejantes. En efecto, todos los grandes dictadores y genocidas del S. XX en occidente, fueron catlicos y contaron con el respaldo abierto y explcito del papado romano. Este hecho no puede ser negado ni debe pasarse por alto. La Iglesia vio en ese nuevo sistema una oportunidad para recuperar el dominio perdido en el centro de Europa, e imponerse, a partir de all, en el resto del mundo como la nica autoridad moral, poltica y espiritual reconocida. Siendo que la Iglesia Romana es una institucin autoritaria por definicin, no deba extraar a nadie que favoreciese gobiernos hechos a su imagen y semejanza. Consideremos por unos momentos los nombres de los dictadores del S. XX. Indiscutiblemente, todos fueron catlicos. Entre los ms sobresalientes podemos mencionar los siguientes. Benito Mussolini (Italia), 1922-1943; Engelbert Dollfuss and Kurt von Schuschnigg (Austria), 1932-1934; Adolf Hitler (Alemania), 1933-1945; Antonio Salazar (Portugal), 1932-1968; Francisco Franco (Espaa), 1936-1975; Ante Pavelic (Croacia), 1941-1945; Juan Pern (Argentina), 1946-1955; Videla (con la Junta Militar que gobern a Argentina durante la guerra sucia en los 70s), Pinochet en Chile, etc. De entre ellos, los ms criminales fueron Hitler, Musolini, Franco y Pavelic (tambin, aunque en no tan grande nmero, Videla y Pinochet). Corresponder, a continuacin, demostrar la relacin de estos regmenes dictatoriales y sus genocidios con el Vaticano y la Iglesia Catlica en general.El Vaticano y los Grandes Genocidios del Siglo XX (7)Alberto TreiyerDoctor en TeologaEl concordato del Vaticano con el rgimen fascista de Mussolini. Para entender la desesperacin que tena el Vaticano por firmar acuerdos con los poderes polticos del S. XX, tenemos que ubicarnos en el contexto del S. XIX y la dramtica lucha por la supervivencia del pontificado romano. No slo haba perdido el papado toda autoridad poltica, sino que tambin corra el riesgo de ser aniquilado o, en los trminos comunistas, ahogado. Las democracias, con el traspaso de la autoridad al pueblo, no le reconocan ninguna autoridad para intervenir en la sociedad. El grito de libert, fraternit y egalit, que hacan sonar las masas, era un grito de guerra contra todo gobierno autoritario, inclusive el del papado. Todo era del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. 1. El siglo de muerte poltica papal. El golpe de muerte que recibi el papado en 1798 en manos de las autoridades seculares francesas que apresaron al papa y declararon que nunca ms se levantara un reino tal, marc todo el espritu del S. XIX. El papado fue repetidamente humillado con Napolen, quien tom como prisioneros a Po VII y a Po VIII. Po IX debi escapar el 16 de Noviembre de 1849, vestido con una sotana de sacerdote comn y un par de grandes gafas o anteojos, cuando fue saqueado su palacio de verano Quirinal que estaba sobre la ciudad de Roma. Huy a la fortaleza de Gaeta en el reino de Npoles, para no volver al Vaticano sino un ao ms tarde gracias a la ayuda de las bayonetas francesas. Algo semejante ocurra con el predominio papal que, en mayor o menor intensidad, continuaba quitndosele a la Iglesia Catlica en los dems pases de Europa. Inclusive en la misma Italia, le fueron quitando al papa su dominio territorial en su confrontacin con las fuerzas que luchaban por la unidad y modernizacin de la nacin. Esto desemboc en su prdida definitiva sobre la ciudad de Roma y el centro de la pennsula, bajo un gobierno independiente conducido por Vittorio Emanuele que confisc el patrimonio papal.[1] Po Nono rehus llegar a un acuerdo con el nuevo estado italiano, y se encerr en su palacio apostlico. Ya haba prohibido con la amenaza de la excomunin en 1868, la intervencin de los catlicos en las polticas democrticas. Es en ese contexto que logra la proclamacin de la infalibilidad papal en el Concilio Vaticano I que tuvo lugar en 1870. La Iglesia corra el riesgo de ser desalojada completamente de Roma, y deba permitrsele al papa emitir decretos para los catlicos desde cualquier lugar de la tierra al que fuese eventualmente arrojado. Esos decretos o encclicas papales deban tener la misma autoridad conciliar de los siglos precedentes que ostent siempre en forma infalible el Magisterio de la Iglesia. Todo este rgimen jerrquico centrado en el papa se complet con la publicacin del Cdigo de Ley Cannica que se puso en vigencia para toda la Iglesia Catlica desde 1917. Pero tales leyes eclesisticas se veran muy recortadas o limitadas mientras no hubiese gobiernos seculares que estuviesen dispuestos a reconocerlas y respaldarlas. En la ltima parte del S. XIX, las tpicas procesiones catlicas, as como sus servicios externos, fueron proscritos de Italia como consecuencia en parte, de la proclamacin de la infalibilidad papal. A consecuencia de la misma infalibilidad proclamada, los catlicos comenzaron a ser perseguidos tambin en Alemania en lo que se conoci como Kulturkampf (cultura de lucha). Sus comunidades religiosas fueron siendo dispersadas en Italia y en toda Europa, inclusive en la tradicional catlica Austria, y confiscadas las propiedades de la iglesia. Se requiri que los sacerdotes se enrolasen en el ejrcito. Leyes sobre divorcio fueron aprobadas, se secularizaron las escuelas, y se disolvieron numerosos das santos. Un monumento a Emanuele comenz a levantarse en 1885 para glorificar la unificacin del pas bajo su primer rey. Tambin se levant otra estatua de Garibaldi montado sobre su caballo en el lugar ms alto de la colina de Janiculum. Esa imagen poda verse no slo desde la nueva capital, sino tambin desde el Vaticano. Slo un contingente de la milicia italiana logr que el cadver de Po Nono se salvase de un ltimo insulto cuando una turba anticlerical intent arrojarlo al ro Tber, mientras el cortejo fnebre se diriga hacia la tumba de San Lorenzo.[2] Apenas comenzado el S. XX, el gobierno francs de Waldeck-Rousseau prohibi ensear a las rdenes religiosas (1901). Los jesuitas cerraron sus escuelas y se dedicaron a otras actividades. Comunidades enteras de religiosos emigraron a Inglaterra, Blgica, Holanda y los EE.UU. Emile Combes, sucesor de Waldeck-Rousseau, ostentaba en septiembre de 1904, haber cerrado 13.904 escuelas catlicas. Actitudes semejantes tenan otros gobiernos europeos. El golpe de muerte sobre la autoridad poltica del papado profetizada en Apoc 13:3 estaba durando ya ms de un siglo, y ningn gobierno ni pas sala en defensa de la Iglesia Catlica.[3] [1] A travs de un documento falsificado, como la Donacin de Constantino, haba pretendido el papado apoderarse de toda Europa a partir del S. XVIII. Pero la falsedad de ese documento fue demostrado ya en el S. XV. Poco a poco fue perdiendo su dominio de los pases protestantes que comenzaron a levantarse a partir del S. XVI. Finalmente, su autoridad poltica sobre toda Italia le fue quitada al formarse un nuevo Estado italiano que le quit an la ciudad de Roma en 1870. Lo nico que le qued fueron los pocos edificios que forman parte de lo que hoy se conoce como Ciudad del Vaticano, de apenas 108.7 acres. Pero el papa Po Nono se neg a dialogar con la nueva autoridad civil establecida, as como haba prohibido a los catlicos tomar parte en las polticas democrticas, Hitlers Pope, 13. De manera que ni siquiera logr un reconocimiento pblico, del nuevo estado laico, de sus edificios en el Vaticano mismo. [2] Hitlers Pope, 14,16. [3] Ibid, 45-47. Manning, el arzobispo de Westminster, se refiri en 1876 a la oscuridad, confusin, depresin..., inactividad y enfermedad de la Santa Sede. John Cornwell mismo se pregunta si el oscurantismo del avejentado Po Nono, en conflicto con la imparable corriente de modernidad, volva al papadola ms longeva institucin humana que sobreviva sobre la tierramoribundo?, ibid, 15.El Vaticano y los Grandes Genocidios del Siglo XX (8)Alberto TreiyerDoctor en TeologaUna primera seal de restauracin. Apenas comenzada la tercera dcada del S. XX, una nueva esperanza naci para el papado. En su primer discurso ante la Cmara de Diputados, el 21 de junio de 1921, un ao antes de llegar a ser Il Duce, Benito Mussolini declar que la tradicin latina e imperial de Roma est representada por el catolicismo, y que la nica idea universal que todava existe en Roma es la que brilla del Vaticano... En esa oportunidad abog por un concordato con el Vaticano en donde el papado renunciase legalmente a sus reclamos temporales [por largo tiempo ya perdidos sobre la ciudad de Roma] y recibiese, en cambio, ayuda material de parte del gobierno civil. En las palabras mismas de Mussolini, el desarrollo del Catolicismo en el mundo... nos interesa y enorgullece a nosotros que somos italianos. Pocos meses despus, Mussolini volvi a ponderar la Iglesia Catlica. Es increble, fueron sus palabras, que nuestros gobiernos liberales no hayan sido capaces de ver que la universalidad del papado, heredero de la universalidad del Imperio Romano, representa la ms grande gloria de la historia y tradicin italianas. Siete aos ms tarde, el arreglo de Mussolini con la Santa Sede se hizo realidad en el Concordato Laterano de 1929, mediante el cual el estado italiano se reconciliaba con la Iglesia Catlica. En qu consisti el tratado Laterano de Mussolini con el Vaticano? Por un lado, el estado italiano reconoca el estatus extraterritorial del Vaticano y al catolicismo como la nica fe dominante o reconocida en Italia. Por el otro, la Iglesia Catlica se comprometa a colaborar con el rgimen fascista. As, y por primera vez en Roma desde que el Cdigo de Ley Cannica se haba editado, el estado Italiano reconoca el derecho de la Santa Sede de imponer ese Cdigo en Italia. De acuerdo con la Ley Cannica, el Estado terminaba reconociendo la validez de los casamientos efectuados en la iglesia. El papado, adems, era galardonado con la soberana del pequeo estado llamado hasta hoy Ciudad del Vaticano. Tambin obtena soberana sobre varios edificios e iglesias de Roma, y el palacio de verano de Castel Gandolfo sobre el Lago Albano. En compensacin por los territorios que haba perdido, el Estado le pag al Vaticano el equivalente para la poca de 85 millones de dlares. Una vez reestablecida la autoridad poltica del papado de esa manera, el Vaticano la us para apoyar al gobierno de Musolini. En las elecciones de Marzo que tuvieron lugar despus de haberse firmado el Tratado Laterano, el Vaticano anim a los sacerdotes catlicos por toda Italia a apoyar a los fascistas. El papa mismo habl repetidamente de Musolini como un hombre enviado por la Providencia. Y esto, a pesar de comprometer al clero y a las organizaciones religiosas, segn el artculo 43 del Cdigo de Ley Cannica, a no enrolarse en ningn partido poltico. La Accin Catlica sera reconocida siempre que desarrollase su actividad fuera de todo partido poltico y en directa dependencia de la jerarqua de la Iglesia para la diseminacin e implementacin de los principios catlicos. Despus que Mussolini gan las elecciones, se entrevist con el papa Po XI, y report las palabras del pontfice que no fueron desmentidas por el Vaticano. Segn Mussolini, el papa le haba dicho que estaba feliz de que se haba reestablecido la compatibilidad entre el partido fascista y la Accin Catlica... No veo, continu el papa, en lo entero de la doctrina fascistacon su afirmacin de los principios de orden, autoridad y disciplinanada contrario a las concepciones catlicas. En efecto, como se ha hecho notar vez tras vez, el dogma fascista que conceba todo dentro del Estado, nada fuera del Estado, ms la centralizacin del gobierno en una sola persona, y la afirmacin de que la Iglesia era la nica religin del Estado, cuadraba perfectamente con la visin y sueos papales. 3. La campaa imperialista catlico-fascista contra Etiopa. Aparte de su apoyo a los dems regmenes fascistas de Alemania y Croacia en especial, y de su carcter dictatorial en Italia, se destaca Mussolini en forma especial por las masacres espantosas que efectu en su campaa contra Etiopa en los aos 30 (1935-1936). El papado apoy abiertamente a Mussolini en esa campaa imperialista, a pesar de las barbaridades y brutalidades tan flagrantes que ejecut contra tantos civiles no armados. Pblicamente aplaudi el papa el deseo imperialista expansivo de esta nacin pacfica (Italia). Altos prelados italianos reclutaban sargentos para esa guerra expansionista. El clima final cruento de la guerra que se vio marcado con asesinatos masivos de miles de primitivos desarmados, fue celebrado por orden del papa mediante servicios de agradecimiento y sonido de campanas en las iglesias de Italia. En esto no hizo el papa del S. XX otra cosa que repetir las escenas medievales de regocijo papal por la masacre de San Bartolom, el 24 de Agosto de 1572. En aquella ocasin, los catlicos cometieron uno de sus peores genocidios en la historia medieval, al dar muerte en una noche a decenas de miles de protestantes franceses (Hugonotes), cifra que en los das sucesivos super los 100.000. Por qu apoy el papado la campaa fascista de Mussolini contra Etiopa? Hasta el S. VIII, la tradicin cristiana se haba visto libre en Etiopa de muchas de las desviaciones del cristianismo que se haban introducido en occidente, y que se haban extendido a todo el antiguo mundo romano durante ese primer milenio cristiano. La Iglesia de Roma no pudo dar otro legado a la Europa Medieval que ese producto hbrido pagano-cristiano que se haba gestado en ella durante los primeros siglos de apostasa imperial. Cuando los papas se hicieron fuertes en la segunda mitad del primer milenio, y descubrieron que en Etiopa no se respetaba el domingo, quisieron prohibir que se guardara el sbado. Hubo guerras con ese fin, y a travs de diferentes estratagemas, el papado termin finalmente logrando imponer la cultura cristiana medieval en esa relativamente lejana tierra africana. Sin embargo, los focos antipapales nunca se apagaron del todo en Etiopa. En efecto, la Iglesia Cptica de ese pas siempre resisti el imperialismo eclesistico Catlico-Romano. En el S. XVII, los jesuitas fueron expulsados de Etiopa. Ahora, en pleno S. XX, Mussolini lograba otra vez, mediante opresiones de estilo medieval y genocidios brutales, traer a una iglesia y pueblo presuntamente rebeldes, bajo la tutela de la Iglesia de Roma. Cmo no iba a ser el hecho festejado por orden papal, en todo Roma y en toda Italia, sin importar que se viviese ya en plena poca moderna? Bastaba simplemente con recibir un reconocimiento poltico e iniciarse la restauracin as, de su herida mortal, como para que en el acto resurgiese el espritu perseguidor y asesino que siempre tuvo para con los que se negaban a reconocer la autoridad poltica y espiritual del papado.El Vaticano y los Grandes Genocidios del Siglo XX (9)Alberto TreiyerDoctor en TeologaConclusin. El concordato entre el Vaticano y Mussolini en 1929 fue el primer acto efectivo de reestablecimiento del poder poltico del papado. Poda ahora pisar de nuevo sobre tierra firme, una tierra que era de nuevo suya. Es cierto que haba perdido grandes territorios en su perodo de muerte, y que ahora le devolvan un pequeo Estado. Pero adems de la gran suma de dinero que se le dio en compensacin por los territorios que perda, tuvo otra ventaja que iba a saber explotar por el resto del S. XX y probablemente hasta el mismo fin del mundo. Lo ms importante para el papado era volver a ser ahora un monarca espiritual y secular al mismo tiempo. Todas las naciones y todas las religiones del mundo, en sus foros respectivos, iban a tener que escuchar su voz y, de buen o mal grado, respetarla. En efecto, el Vaticano pasaba a ser la nica ciudad-estado del mundo, con posibilidad de ser reconocida diplomticamente por toda la tierra, en todo rgano internacional, inclusive en las Naciones Unidas. El hecho de ser apenas una ciudad dentro de otra ciudad, le permita tambin seguir identificndose con Roma y toda su fama histrica. De hecho, el papado no se haba mudado, no se haba ido de la legendaria ciudad. Por supuesto, la pequea ciudad que ahora recuperaba legalmente no iba a limitarlo en su proyeccin poltica y religiosa internacional. Por el contrario, al poseer la soberana sobre un espacio de slo 108.7 acres, lo haca insignificante pero slo en apariencias. Gracias a su extenso poder religioso internacional, podra emprender sus enormes ambiciones polticas pasando ms fcilmente desapercibido. Como lo reconoci el sacerdote jesuita Malaquas Martin, los dems poderes que compitiesen por el dominio mundial no lo veran como competidor, lo que le permitira salir a la postre, ganador de la contienda. Lo que hizo el papado al aprobar de diferentes maneras la campaa de Mussolini a Etiopa, y su agenda religiosa exclusivista, no lo hara tambin en todo el mundo, una vez que lograse formar concordatos de la misma naturaleza poltico-religiosos con otros pases y religiones? Y la mujer que viste es aquella gran ciudad que impera sobre los reyes [o gobernantes] de la tierra (Apoc 17:18). Y dice en su corazn: Estoy sentada como reina. No soy viuda, ni ver llanto (Apoc 18:7). VII. El vnculo del Vaticano con Hitler y Alemania. Es probable que el museo del holocausto en Washington vindique en parte con el silencio el antisemitismo catlico por el hecho de que Alemania es normalmente considerada como Protestante, y la Iglesia Protestante alemana termin doblegndose ante Hitler. Pero los Protestantes no firmaron un concordato con Hitler antes que lo hiciera el Vaticano, vindose compelidos a seguir su ejemplo. Para entender el contexto, basta con mencionar al abad benedictino Alban Schachleitner, quien argument que apoyaba a los nazis por razones tcticas contra los luteranos. El padre Wilhelm Maria Senn crea tambin que Hitler haba sido enviado al mundo por la providencia divina, citando as indirectamente las palabras del papa en referencia a Mussolini (Popes Hitler, 110). Aunque de a momentos, Hitler pareci ni creer en Dios, fue siempre catlico y se form en un hogar catlico tradicional. Asista regularmente a misa, fue monaguillo, y soaba con ser sacerdote. Cuando iba a la escuela en un monasterio benedictino en Lambach, Austria, descubri la cruz vstica hind que adopt ms tarde como smbolo de su movimiento Socialista Nacional. La Iglesia Catlica nunca lo excomulg. Por el contrario, Po XI fue el primer jefe de estado que reconoci el gobierno de Hitler en 1933, y alab a Hitler en pblico, an antes de reconocer oficialmente su rgimen. Siempre en 1933, Po XI expres a Fritz von Papen, vice canciller de Hitler, cun complacido estaba de que el gobierno de Alemania tuviese ahora en su cabeza a un hombre inflexiblemente opuesto al comunismo (Megalomania, 164). El partido Nacional Socialista de Hitler provino de Munich, no de Berln; de la Baviera catlica en el sur de Alemania, no del protestantismo del norte. Luego del concordato con Mussolini, el Vaticano invirti gran parte de los 26 millones (equivalente a 85 millones de dlares para la poca que recibi de Mussolini en compensacin por los territorios que ceda al estado italiano), en la industria alemana. Una parte menor la invirti, sin embargo, en el partido de Hitler, mediante el arzobispo Eugenio Pacelli, nuncio del Vaticano en Berln y futuro papa Po XII. Esto lo hizo luego que Hitler le asegur que su partido tendra por misin frenar el avance del comunismo ateo (Unholy Trinity, 294-295). Gracias a directivas que provinieron claramente del Vaticano, los catlicos se unieron en masa y entusiastamente al rgimen de Hitler. Ms de la mitad de las tropas de Hitler fueron catlicas (a pesar de ser el pas mayoritariamente protestante). Austria, un pas catlico, tena un porcentaje mayor de miembros del partido nazi. Cuando se dio el complot militar para matar a Hitler, la Iglesia Catlica ofreci un Te Deum para agradecer a Dios por el escape del Fhrer. Nada de todo esto debiera extraarnos ya que, como catlicos, estaban acostumbrados a someterse a gobiernos eclesisticos autoritarios que los regan en su vida espiritual y material. La poblacin catlica de Alemania superaba en nmero a la de cualquier otro pas de la tierra, a pesar de representar luego de la primera guerra mundial, un tercio de la poblacin (23 millones). Con Hitler ms tarde, esa poblacin iba a crecer hasta llegar a la mitad de la poblacin de toda Alemania, mediante la inclusin de las regiones catlicas del Saar, del Sudentendland y Austria (Popes Hitler, 80-81,106). Para entender la complicidad del Vaticano en el genocidio de Hitler, es importante tener en cuenta tambin la situacin de Alemania con el Vaticano antes de Hitler, cuando la autoridad poltica del papado era desafiada por doquiera. Esto sigui as hasta el posterior crecimiento catlico y la toma de poder del Fhrer en 1933. A nadie deba extraar entonces, que el Vaticano firmase un tratado con el nazismo de Hitler para afirmarse con privilegios especiales en toda Alemania, sin importarle que estuviese pactando con un racista criminal.El Vaticano y los Grandes Genocidios del Siglo XX (10)Alberto TreiyerDoctor en TeologaEl Vaticano y el Kulturkampf (cultura de lucha). Desde la Reforma Protestante del S. XVI, el papado haba estado perdiendo autoridad en los pases del Norte de Europa que abrazaban el protestantismo. Los protestantes no destruyeron, sin embargo, la autoridad poltica del papado. Crean en las profecas del Apocalipsis que advertan que Roma (bajo el smbolo de Babilonia), iba a ser destruda por Dios mismo (Apoc 17-18). Otros albergaron siempre la esperanza de que el poder del evangelio hara que finalmente el catolicismo se convirtiese. Por otro lado, los protestantes mismos se transformaron en estados-protestantes, impidiendo a veces una plena liberacin de la conciencia individual. Esta no se obtendra en forma tan abarcante antes que se promulgase la Constitucin de los EE.UU. En la Revolucin Francesa al concluir el S. XVIII, el papado recibi un golpe de muerte a sus ambiciones polticas. El poder secular que se levant entonces era abiertamente destructivo en materia religiosa. No slo fueron reducidas al silencio las actividades polticas del papado, sino que an en los gobiernos protestantes de Europa se inici una tendencia ms secularizadora. A partir de entonces Roma fue perdiendo, como ya vimos, su autoridad poltica an en los pases que haban permanecido catlicos, pero que se transformaban en estados seculares. Esto hizo que el papado anduviese a tientas durante todo el S. XIX, intentando pactar infructuosamente con cualquier estado que se le apareciese y que estuviese dispuesto a reconocer polticamente otra vez, su autoridad en materia religiosa, poltica, social y econmica. Cuando en 1870 el Vaticano proclam el dogma de la infalibilidad papal, se produjo una reaccin negativa en toda Europa, y en especial en Alemania. Como resultado, el Bismark inici en 1872 lo que se conoci como Kulturkampf, que consisti en una poltica de persecucin contra los catlicos. Los jesuitas fueron desterrados y se prohibi a las rdenes religiosas ensear. La instruccin qued bajo control estatal. Las propiedades de la iglesia pasaron a ser controladas por comits laicos. Se inici el casamiento laico en Prusia. Los sacerdotes que rechazaban la nueva legislacin fueron multados, encarcelados y exiliados, y se les quitaban los subsidios que hasta entonces haban estado recibiendo del estado. Se cerraron muchas iglesias y seminarios catlicos. Unos 1.800 sacerdotes fueron encarcelados o expulsados. A diferencia de lo que iba a hacer el Vaticano ms tarde, en la poca de Hitler, el papa Po IX no intent controlar a los catlicos que reaccionaron al Kulturkampf respondiendo con la violencia a la violencia, y rehusndose a colaborar con el rgimen del Bismark. Al contrario, el 5 de febrero de 1875, Po IX emiti su encclica Quod nunquam declarando nulas las leyes del Kulturkampf para los catlicos (Popes Hitler, 194-195). Eso hizo que, finalmente, el Bismark tuviese que atenuar su ataque a los catlicos una dcada ms tarde. Un cuadro semejante al Kulturkampf contra el catolicismo ya vimos que se dio en Italia y Francia. En Blgica la enseanza les fue quitada a los catlicos. En Suiza se desterraron tambin las rdenes religiosas. En la catlica Austria el estado se apoder de las escuelas y seculariz el matrimonio. Los esfuerzos por lograr concordatos polticos que beneficiasen a las escuelas y al sacerdocio catlico eran infructuosos. El estigma de la muerte poltica pesaba todava gravemente sobre los papas y obispos de la Iglesia Catlica. En 1882 ces la hostilidad del Bismarck contra la Iglesia de Roma, pero sin que eso pudiese servir para coronar los esfuerzos papales por lograr un concordato con las autoridades polticas vigentes. 2. Un aparente logro de dramticas consecuencias. En sus incansables y estriles esfuerzos por lograr reconocimiento estatal, el Vaticano logr establecer un Concordato con Serbia en 1914. Eso significaba el reconocimiento oficial de la Iglesia Catlica por parte del gobierno Serbio, y la subvencin estatal de los obispados catlicos. Cmo pudo lograr semejante concordato la Iglesia Catlica, siendo los catlicos de Serbia una pequea minora frente a una mayora ortodoxa? Anulando, mediante ese concordato, el protectorado que Austria ejerca desde la poca medieval sobre los catlicos de Serbia. De esa manera satisfaca a los serbios, pero contrariaba a los austracos. A pesar de la tendencia secularizante que afectaba tambin a Austria, el imperio Austro-Hngaro gobernado por los Habsburg continuaba siendo, al comenzar el S. XX, un baluarte catlico que le quedaba al Vaticano en el centro de Europa. Era un baluarte contra el protestantismo de Prusia en el Norte, y la Iglesia Ortodoxa de Rusia. Pero tal era el ansia de reconocimiento poltico que tena la Iglesia, que estuvo dispuesta a humillar a Austria con tal de obtener ese reconocimiento en el concordato Serbio-Vaticano. La tensin internacional se increment ms an cuando, cuatro das despus de firmar el Vaticano el concordato con Serbia, se asesin en Sarajevo a Franco Fernando de Austria. As se encendi la chispa que iba a estallar en la Primera Guerra Mundial con el desmembramiento y destruccin del imperio austro-hngaro. Esto nos muestra hasta qu punto el ansia de reconocimiento poltico poda llevar al papado a pasar por encima de las ambiciones de los gobiernos y pueblos, y sin miramientos a sus consecuencias en tantas vidas que podan ser destruidas en la contienda. En cuanto a sus ambiciones de reconocimiento poltico, sin embargo, deba seguir el papado soando, ya que los resultados les fueron adversos, y sus esperanzas de recuperacin poltica parecan alejarse cada vez ms. 3. Intentos posteriores a la primera guerra mundial. Antes de la primera guerra mundial, los catlicos sumaban un tercio de la poblacin de Alemania (23 millones). Ese pas haba donado ms fondos a la Santa Sede que todas las otras naciones del mundo juntas. Cuanto ms demorase Alemania en recuperarse, luego de la primera guerra mundial, ms iban a afectarse las entradas del fisco Vaticano. Pero esa guerra dej un saldo de dos millones de bajas alemanas, y el malestar era muy grande porque no se haba ganado nada. A esto sigui un caos social y econmico gigantesco, que hizo temer que Alemania terminase volcndose al comunismo. Luego del Kulturkampf de 1872, el catolicismo se haba organizado de tal manera que, para fines de la segunda dcada del S. XIX, surga como una voz fuerte y reconocida en todos los mbitos sociales, con diarios, sindicatos, escuelas, colegios y casas editoras que se multiplicaban. En los aos 20, tena la Iglesia Catlica 400 diarios y 420 peridicos (Popes Hitler, 107). El Partido Centrista Catlico pas al segundo lugar detrs de los Demcratas Socialistas, y logr durante la guerra que se anulasen las leyes antijesuitas de 1872. Esto permiti que los jesuitas entrasen de nuevo en Alemania y trabajasen incansablemente para fundar sus propias comunidades, escuelas y colegios. Despus de la primera guerra mundial, el Partido Centrista Catlico decidi jugar un papel preponderante en la formacin de una Alemania post-monrquica, democrtica y pluralista. Ese partido catlico procuraba formar pactos con el partido mayoritario Social Demcrata, a pesar de los intentos del Vaticano por evitarlo. Los criterios democrticos que ostentaban los catlicos de Alemania permitan la inclusin de protestantes y an judos en sus planes polticos. Pero eso iba contra la visin exclusivista y piramidal del poder que acababa de proyectar el Vaticano con la Ley Cannica de 1917. Al ver que no prosperaban sus intentos por lograr un concordato con el gobierno democrtico alemn (conocido como Weimar), el Vaticano decidi hacer un concordato por separado con la regin catlica de Baviera. Para ello logr la aprobacin del Reich en 1920, jugando polticamente con la decisin de apoyar o no apoyar a Alemania en los litigios limtrofes post-guerra que involucraban a poblaciones mayoritariamente catlicas. El Concordato de Baviera fue concretado, finalmente, en Marzo de 1924, beneficiando grandemente a la Iglesia Catlica con el pago estatal del clero y con la subvencin de las escuelas catlicas. La enseanza de la religin se impuso en las escuelas, con plena autoridad del obispo para determinar quin poda ensear y quin no. Todo cuadraba con el Cdigo de Ley Cannica que el Vaticano quera implementar en toda la tierra. Ese concordato de Baviera, sin embargo, le cre mayores problemas al papado en sus intentos de lograr un acuerdo con la protestante Prusia y el Reich alemn. Con Prusia logr un concordato el 14 de Junio de 1929 que no le sirvi de mucho porque el Vaticano debi dejar de lado todos sus requerimientos relativos al reconocimiento y apoyo estatal de las escuelas catlicas. Deba esperar a que subiese al poder un fhrer catlico como lo fue Hitler, para poder lograr un concordato con el Reich alemn que entrase dentro de los principios de la Ley Cannica, y que implicase un reconocimiento de la autoridad poltica del Vaticano en toda Alemania.El Vaticano y los Grandes Genocidios del Siglo XX (11)Alberto TreiyerDoctor en TeologaApoyo Vaticano a Hitler antes de ser el Fhrer. Para comienzos del S. XX, el Vaticano se estaba dando cuenta que mediante los partidos catlicos no ganaba demasiado sino que, por el contrario, tenda a perder el control piramidal tradicional an de la misma iglesia. Por un lado, como lo haba argumentado Mussolini, las estadsticas demostraban que los partidos catlicos no ganaban ningn converso. Por el otro, esos partidos tendan a aceptar el modernismo o liberalismo democrtico que estaba en boga en los pases protestantes y seculares, y buscaban formar pactos con otros credos y otros partidos polticos. Por consiguiente, el papado vio conveniente hacer arreglos polticos con gobiernos civiles que reconociesen la autoridad espiritual de la Iglesia, y desprenderse de los partidos catlicos democratizados a los cuales le costaba poder controlar. El caos social y econmico en que haba cado Alemania despus de la primera guerra mundial, por otro lado, ms la frustracin de haber perdido tantas vidas intilmente (dos millones), parecan reclamar un gobierno centralizado y fuerte que pusiese orden y restaurase el orgullo herido de la poblacin. Esto concordaba con la conviccin papal acerca de la necesidad de gobiernos en donde la autoridad se ejerciese desde la cima y estuviese encarnada en una persona que a su vez, reconociese la autoridad suprema de la Santa Sede. Despus de todo, era evidente que ningn Concordato iba a poder lograr el Vaticano con el Reich en Berln, por la caracterstica democrtica del gobierno alemn (Weimar). Un gobierno pluralista tal tampoco iba a querer ajustarse al Cdido de Ley Cannica que quera imponer el Vaticano. Al mismo tiempo, el gobierno dbil que haba quedado en Alemania dejaba aparecer el espectro comunista como una alternativa plausible que asustaba a muchos. En Espaa y en Mxico, adems de Rusia, se estaban levantando gobiernos de izquierda que afectaban grandemente a los intereses de la Iglesia Catlica. Por qu no hacer en Alemania tambin, como siempre haban hecho los papas desde que recibieron el reconocimiento de Clodoveo en Francia en el 508, y del emperador Justiniano en el 533? Ambos monarcas haban emprendido batallas para defender la fe catlica, que culminaron con la liberacin de Roma y el comienzo del ejercicio del poder poltico del papado en el 538. Las cosas comenzaban a ir mejor tambin en Italia para la Iglesia Catlica. Al concluir la segunda dcada del S. XX, el papado haba logrado por fin un acuerdo con Mussolini que reconoca la soberana del papa sobre el Vaticano, y decretaba que la nica religin de Italia era la Iglesia Catlica. No era de sorprender que quien ms se alegrase en Alemania con ese Concordato Laterano fuese Adolf Hitler. Pocos das despus de ese acuerdo escribi, el 22 de febrero de 1929: El hecho de que la Curia est ahora haciendo la paz con el fascismo muestra que el Vaticano confa mucho ms en las nuevas realidades polticas que en las de la democracia liberal anterior con quien no pudo ponerse de acuerdo. Hitler no se qued all tampoco. Acus al Partido Centrista Catlico de estar en flagrante contradiccin con el espritu del tratado que firm ese da la Santa Sede en Italia, por predicar ese partido catlico alemn que la democracia forma parte de los mejores intereses de los catlicos alemanes. El hecho de que la Iglesia Catlica lleg a un acuerdo con la Italia fascista, insisti Hitler, prueba fuera de toda duda que el mundo de las ideas fascistas est ms estrechamente ligado al cristianismo que al del liberalismo judo o al marxismo ateo, a los cuales el as llamado Partido Centrista Catlico se ve ms estrechamente ligado en detrimento del cristianismo de hoy y de nuestro pueblo germano (PH, 115). No de gusto Pacelli, ahora obrando en calidad de cardenal Secretario del Estado Vaticano (el futuro Po XII de la guerra), comenz a insistir a los lderes del Partido Centrista Catlico alemn en evitar al partido Social Demcrata y cortejar al partido Nacional Socialista de Hitler. Era conveniente, segn Pacelli y el actual papa Po XI, aprovechar tcticamente las ventajas de un pacto con Hitler que favoreciesen grandemente los intereses de la Iglesia Catlica en su confrontacin contra el comunismo. Un ao despus que Heinrich Brning, uno de los diputados ms populares del Partido Centrista Catlico, fuese nombrado canciller de Alemania, Pacelli comenz a insistir de nuevo en un concordato entre Alemania y el Vaticano para que se impusiese la enseanza de la religin bajo la autoridad del obispo local, y se subvencionasen las escuelas catlicas. Cuando el canciller le hizo ver que deba hacerse un concordato en conjunto con los protestantes, mayoritarios en Alemania, Pacelli se opuso diciendo que un canciller catlico jams deba firmar un concordato protestante. La conclusin de Brning, publicada ms tarde, con respecto a Pacelli el futuro papa, fue la siguiente: Todo xito [segn Pacelli] puede obtenrselo nicamente mediante la diplomacia papal. El sistema de concordatos lo condujo a l y al Vaticano a despreciar la democracia y el sistema parlamentario... Gobiernos rgidos, centralizacin rgida, y tratados rgidos deban supuestamente introducir una era de orden estable, una era de paz y quietud (PH, 124). Para diciembre de 1931, el papa insista al enviado de la Santa Sede en Baviera, sobre la necesidad de la Iglesia en Alemania de cooperar con el partido Nacional Socialista de Hitler tal vez slo temporariamente y por propsitos especficos para prevenir un mal an ms grande (PH, 125). El 30 de mayo de 1932 Brning era reemplazado por otro diputado del Partido Centrista Catlico, Franz von Papen, quien disolvi el Reichstag y llam a nuevas elecciones parlamentarias. Cansados por el aumento desorbitante de la desocupacin y la inflacin galopante, el pueblo alemn le dio la victoria al partido de Hitler. Alemania se volva ingobernable, ya que los dos partidos que rechazaban la constitucin y la democracia (el Nacional Socialista y el Comunista), sumados ocupaban ahora la mayora de los puestos del gobierno. El Partido Centrista Catlico acept entonces, bajo las constantes presiones de Roma, apoyar al partido Nacional Socialista de Hitler. Ludwig Kaasel actual lder del partido catlico y ms fiel amigo de Pacelli, quien jug un doble juego leal a Roma pero traidor para el partido centrista catlico de Alemaniaescribi para entonces un ensayo sobre la bondad de hacer concordatos con regmenes fascistas, que reflejaban los puntos de vista del Secretario de Estado Vaticano (Pacelli). El tratado laterano con Musolini, arguy, era un acuerdo ideal entre un estado totalitario moderno y una iglesia moderna. La Iglesia autoritaria, razon, deba entender al estado autoritario mejor que otros. Por otro ladoargumentaba sin ambages Kaasla concentracin jerrquica del poder en Mussolini cuadraba perfectamente con la concentracin jerrquica del poder en la Iglesia Catlica, segn se estableca en el Cdigo de Ley Cannica de 1917.El Vaticano y los Grandes Genocidios del Siglo XX (12)Alberto TreiyerDoctor en TeologaEl concordato del Vaticano con Hitler. En la bsqueda de una solucin para la anarqua que se viva en Alemania, Franz von Papen convenci finalmente al presidente Hindenburg de aceptar su renuncia, y darle la cancillera a Hitler, aduciendo que si l (von Papen), permaneca como vice-canciller, podran tener a Hitler bajo control. En realidad, von Papen presuma llegar a ocupar el cargo de Hindenburg como presidente, dado ciertos escndalos econmicos en los que haba cado Hindenburg. Hitler jur como canciller el 30 de Enero de 1933, pero nada lo detuvo en sus requerimientos de plenos poderes para restaurar el orden. Para el 5 de marzo, luego de haber acusado al comunismo de haber incendiado el Reichstag el 27 de febrero, Hitler estaba llamando a nuevas elecciones parlamentarias con el propsito de controlar los medios de difusin, oprimir los partidos democrticos de oposicin, y comenzar la persecucin de los judos e izquierdistas. Gracias a la histeria anticomunista que se desat como resultado de ese incendio, su partido creci ms todava y obtuvo mayores asientos en el Reichstag. a. Conveniencias mutuas. Una de las oposiciones ms significativas que Hitler tena para entonces era el Partido Centrista Catlico que denunciaba las verdaderas intenciones dictatoriales de Hitler, y adverta sobre el desastre peor en el que iba a caer Alemania si suba al poder y conduca a la nacin a otra guerra mundial. El papa Po XI, sin embargo, sorprendi al felicitar al vice-canciller de Hitler por tener en Alemania ahora a un hombre que sera inflexible contra el comunismo, y fue el primer hombre de estado en reconocer su gobierno. Tambin Eugenio Pacelli, Secretario de Estado del Vaticano, vino para comerciar con Hitler un tratado con el Vaticano. Lo que no iba a poder lograr nunca con el gobierno democrtico de Weimar, ahora esperaba el papa poder hacerlo ms fcilmente con un dictador. La solucin ideal para Hitler era lograr un concordato con el Vaticano semejante al Laterano que haba firmado la Santa Sede con Mussolini, en donde a condicin del reconocimiento estatal, el Vaticano aceptase desentenderse de todo partido catlico. Eso no haba significado para el Vaticano desprenderse de toda accin social o poltica, sino de todo partido poltico que lo comprometiese. La intencin del Vaticano era mantenerse por encima de toda faccin poltica, de acuerdo con la filosofa verticalista y dualista que tuvo el papado durante todo el medioevo, pero dndose la libertad de intervenir polticamente toda vez que se le pidiese o lo viese oportuno. Hitler quera asegurarse ahora, sin embargo, que la Iglesia Catlica se retirase de toda accin social y poltica, a cambio de otorgarle libertad para practicar la religin y la educacin (PH, 133). El Partido Centrista Catlico deba, por otro lado, acceder al Acto de Poder para facultarlo como dictador, sin lo cual no aceptara concordato alguno. El Vaticano capt tambin que slo mediante un dictador podra lograr un concordato con Alemania que le permitiese ejercer un control absoluto sobre todas las instituciones religiosas y catlicas, y esperaba as, como en Italia, lograr eventualmente el predominio de la religin catlica sobre toda Alemania. En esencia, se trataba de volver a poner la religin de Alemania bajo el control del catolicismo romano, segn lo establecido en el Cdigo Cannico de 1917. Cortejando a Hitler, Pacelli mismo llam la atencin del fhrer a los elogios del papa por su cruzada antibolchevique, que deba ser entendido, segn el enviado papal, como un respaldo de la Santa Sede a su campaa anticomunista. Al captar las intenciones papales que se escondan tras el reconocimiento del gobierno de Hitler, las iglesias protestantes de Alemania se vieron compelidas tambin a reconocer su rgimen el 26 de Mayo de 1833, y a buscar negociar con l un acuerdo semejante, basado en el modelo catlico (PH, 138). Dicho y hecho, Hitler convenci a su partido de que la nica manera de anular al partido centrista catlico era logrando alejar al Vaticano de ese partido. En su discurso al Reichstag declar tambin que era una gran provisin cultivar y fortalecer relaciones amigables con la Santa Sede. Pacelli, por su parte, contaba ahora como presidente del Partido Centrista Catlico a un fiel amigo, Ludwig Kaas, quien se prestaba a un doble juego. Mientras pretenda apoyar a su partido catlico, lo instaba a votar en favor del Acto de Poder de Hitler. Su argumento era que el voto positivo catlico iba a ejercer un control moral para el fhrer y mantener sus promesas de apoyar la Iglesia Catlica. b. Implicaciones del Concordato. El Acto de Poder se dio en Marzo de 1933 con 441 votos a favor, y 94 en contra. Hitler poda ahora decretar leyes sin el consentimiento del Reichstag y firmar tratados con gobiernos extranjeros, el primero de los cuales fue con el Vaticano. Hitler para entonces invocaba a Dios y aseguraba a la poblacin que el cristianismo constituira la base de su reconstruccin de la nacin (PH, 137). LOsservatore Romano reconoca la legalidad constitucional del gobierno de Hitler. Kaas, luego de hablar con Pacelli, elogi el discurso de Hitler en el Reichstag como reflejando el desarrollo lgico de la idea de unin de Iglesia y Estado (PH, 139). En este respecto, consideraba que el vnculo prometido de Hitler con el Vaticano era el ms grande xito que haba sido logrado en cualquier pas en los ltimos diez aos (PH, 135). El partido centrista catlico deba colaborar en el proceso, segn deca, como sembradores del futuro. El 8 de julio de 1933 el Vaticano y el Reich firmaban el concordato. Hitler declar: El hecho de que el Vaticano est concluyendo un tratado con la nueva Alemania significa que la Iglesia Catlica reconoce el estado Nacional Socialista. Este tratado muestra al mundo entero clara e inequvocamente que la afirmacin de que el Socialismo Nacional es hostil a la religin, es una mentira. El 14 de julio declar a sus ministros que una oportunidad se ha dado a Alemania en el Concordato del Reich con el Vaticano, y una esfera de confianza se ha creado que ser especialmente significativa en la lucha urgente contra el judasmo internacional (PH, 130). Pacelli respondi el 26 y el 27 de julio en dos artculos de LOsservatore Romano, asegurando que el Cdigo de Ley Cannica es el fundamento del concordato, mediante el cual se permite a la Iglesia Catlica tener plenos poderes con la Iglesia en Alemania. La histrica victoria con ese tratado, aseguraba Pacelli, no era la aprobacin moral de la Santa Sede del estado Nazi sino, por el contrario, el reconocimiento y aceptacin totales de la leyes de la Iglesia por el Estado (Hitlers Pope, 131). As quera el Vaticano mantener la posicin catlica medieval, que consiste en estar por encima de los estados civiles, como el alma sobre el cuerpo. Ese concordato haba sido logrado en el mximo secreto entre dos autcratas, pasando por encima del obispado catlico de Alemania y de las diferentes facciones polticas que haban gobernado a la nacin alemana. Para cuando el tratado fue ratificado el 10 de septiembre, Pacelli quiso abogar no por los judos, sino por los catlicos de ascendencia juda que estaban siendo includos en la persecucin Nazi de los judos. En su lugar, los nazis le dijeron que no interfiriese en asuntos de estado. A pesar de este revs, sigui adelante con la celebracin de la ratificacin del concordato, y con toda pompa. Un servicio de agradecimiento a Dios se dio en la catedral berlinesa de Hedwig, en donde presidi el nuncio papal. Las banderas nazis se mezclaban con los estandartes catlicos tradicionales. Quin poda negar que el regimen Nazi contaba ahora con la bendicin de la Santa Sede? El arzobismo Grber felicit al Tercer Reich por la nueva era de reconciliacin del estado alemn con la iglesia catlica (PH, 159-160). Hitler mantuvo, adems, durante su rgimen, los trminos del Concordato de Baviera en 1929, en relacin con los impuestos que se destinaban a la Iglesia. La mitad iba para la Iglesia Catlica en Alemania, y la otra mitad para el Vaticano (Megalomania, 165, n. 12). Ms all de todas las declaraciones de una parte y otra, la firma del Concordato entre el Vaticano y el Reich implic dos cosas innegables. En primer lugar, la aprobacin moral del Vaticano a las polticas de Hitler. Esto trajo el desbande en masa del Partido Centrista Catlico, cuyos miembros se pasaban de a miles al partido Nacional Socialista que haba sido aprobado por la cpula de la iglesia romana. En segundo lugar, implicaba una nueva actitud que deban asumir la jerarqua alemana, el clero y los fieles, as como la Santa Sede. Deban guardar silencio ante cualquier cosa que hiciese el gobierno nazi en materia poltica y social. El gran problema de ese concordato, segn se arguye, es que intencionalmente no dej claramente establecida una diferenciacin entre la actividad civil y la religiosa. Mientras el Vaticano pretenda conformar en Alemania un clero-fascismo equivalente al de Italia, en donde la Ley Cannica del papado formase la base del acuerdo, Hitler quera usar a la Iglesia para su conveniencia, y se negaba a aceptar la primaca del clero. Esa actitud de Hitler amargaba de a momentos al Vaticano. Pero le iba a servir despus de la guerra para destacar las indisposiciones catlicas espordicas contra las polticas del fhrer, con el propsito de ocultar su complicidad con el gobierno nazi. Al mismo tiempo, Hitler termin descubriendo que el Vaticano tena normas dobles. Mientras reciba la aprobacin pblica del Vaticano que prometa no intervenir en la poltica nazi