el uso perverso de la lengua
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usos y mal usos de la lenguaTRANSCRIPT
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La intoxicacin lingstica.
El uso perverso de la lengua
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Prlogo
El lenguaje
Para K. Marx y F. Engels, los tericos del socialismo, el lenguaje es la
conciencia real, prctica, existente tambin para otros seres humanos, la
realidad inmediata del pensamiento.1 Surgi del trabajo y para ponerse de
acuerdo en l.
El lenguaje permite la comunicacin social y, con ella, la realizacin
lingstica de las relaciones sociales. La palabra es un regulador importante de
los procesos psquicos del comportamiento.2 El lenguaje sirve para la
formulacin de enunciados comunicativos. Es expresin, llamamiento y
orientacin (K. Bhler). Transmite una situacin o una intencin del
comunicador, influye en el receptor y comunica algo sobre estados de cosas y
relaciones. Ms all de las funciones que le atribuye K. Bhler (expresin,
actuacin y orientacin), la palabra desempea una doble funcin: como
representacin y como regulacin.
Si bien es el trabajo el que modifica las condiciones sociales, el lenguaje
es el instrumento utilizado para acelerar o frenar el cambio de esas
condiciones. A travs de la comunicacin, del intercambio de informaciones,
los seres humanos toman conciencia de sus experiencias, que contrastan con
otros al expresarlas. La primera toma de conciencia se efecta en el
pronunciamiento del mundo, como deca Paulo Freire. As, por ejemplo,
cuando las experiencias son dolorosas o insatisfactorias y se expresan, el
dolor, la insatisfaccin, puede pasar de la resignacin a la provocacin, a la
exigencia de eliminar la causa del sufrimiento. La comunicacin es necesaria
para la verificacin del conocimiento y el acuerdo en la modificacin de las
condiciones sociales. En este sentido, la fuerza de conviccin de las palabras
reside en su concordancia con la realidad. El lenguaje le da forma al mundo.
La palabra es el primer ejercicio del poder (in principium verbum erat)3
Pero, como es bien sabido, el lenguaje permite tambin frases y
razonamientos contradictorios o absurdos. Consciente de su poder creador, 1 La ideologa alemana, La Habana, . 1966. p. 30 . 2 Cf. Albrecht, Erhard: Weltanschaung, Methologie, Sprache, Berln 1979, p. 53.3 Cf. Mosca, Stefana. La palabra sana o mata, La Jiribilla, febrero 2006. Vase tambin Klaus, Georg: Die Macht des Wortes, Berln 1972.
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Pablo deca a sus discpulos sed hacedores de la palabra, y no solamente
oidores, engandoos a vosotros mismos4 Aunque en esa misma epstola
deca tambin que la lengua es fuego, un mundo de maldad (3, 6). Las
palabras pueden emplearse tambin para ocultar la realidad. Ya en otro lugar
decamos que el principal instrumento de manipulacin es el lenguaje.5
Talleyrand deca que el lenguaje est para ocultar los pensamientos del
diplomtico. La intoxicacin lingstica tiene sus causas polticas y
econmicas. En la actualidad, el empleo encubridor del lenguaje no hace sino
aumentar. El estado de bienestar est en crisis y cambia radicalmente su
naturaleza. Con ella cambia igualmente el lenguaje poltico. Se requiere un
verdadero tour de force lingstico para calificar de moderacin o contencin
el genocidio del pueblo palestino a manos del ejrcito sionista de Israel, o de
liberacin a la ocupacin no menos genocida y brbara de Iraq por el fascismo
usamericano. La formulacin de una noticia esencialmente mala de modo que
parezca buena es lo que en poltica se ha llamado siempre retrica. Hoy da,
cuando las malas noticias se acumulan, se hace imprescindible aplicar la
fuerza embellecedora y encubridora del lenguaje poltico.
Pero lo cierto es lo opuesto. Si se analiza con detalle o detenimiento, el
lenguaje lo revela todo. Un buen ejemplo lo proporciona el siguiente pasaje de
Alicia en el pas de las maravillas:
Cuando uso una palabra, dijo Humpty Dumpty en un tono de voz
muy superado, sta quiere decir lo que quiero que diga, ni ms ni menos.
La pregunta es insisti Alicia- si se puede hacer que las palabras
puedan decir tantas cosas diferentes.
La pregunta dijo Humpty Dumpty, es saber quin es el que manda
eso es todo.
Ahora bien, el empleo deliberado del lenguaje para la confusin de las
conciencias y la ocultacin de la realidad es lo que se suele entender por
manipulacin. Como hemos dicho en otra parte, en el contexto de la
confusin y sumisin de las conciencias, la manipulacin se entiende como
comunicacin de los pocos orientada al dominio de los muchos. Se manipula
4 Epstola universal a Santiago, 1, 22.5 Cf. Romano, Vicente: La formacin de la mentalidad sumisa, varias ediciones.
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cuando se producen deliberadamente mensajes que no concuerdan con la
realidad social.
El uso manipulador del lenguaje es tan antiguo como el dominio de unos
seres humanos sobre otros. Todos los dominadores, magos, religiosos,
polticos, econmicos, intelectuales, etc., utilizaron las palabras para
confundir, aterrorizar, ocultar y mantener la ignorancia sobre las verdaderas
relaciones de dominio y explotacin.
De ah la necesidad de desarrollar un pensamiento crtico, independiente.
Este principio forma tambin parte de la esencia de la educacin. En el
lenguaje de la educacin, la economa, los medios, la poltica, etc.,
predominan los trminos utilizados deliberadamente para confundir, para
intoxicar las mentes.
Preocupados por las dimensiones que ha adquirido el fenmeno,
empiezan a publicarse trabajos que lo estudian y denuncian. Juan Maestre
Alfonso denunci hace tiempo la intoxicacin de la informacin.6 No hace
mucho que varios pensadores espaoles se reunieron en el crculo de Bellas
Artes de Madrid para exponer su preocupacin por las trampas, mentiras y
violaciones de la retrica actual del poder.7 El columnista de este diario,
Eduardo Haro Teglen, teme que ya no se pueda liberar el lenguaje de esta
contaminacin. La perversin afirma se multiplica en mayor proporcin
que el nmero de palabras que circulan. Solo el poder tiene la capacidad de dar
a las palabras su uso real, a condicin de que d a los hechos su valor real, y
no recompense a quienes los usan para crear vctimas, crceles, pobres.8 El
uruguayo Eduardo Galeano tambin ha prestado atencin a este fenmeno en
su libro El mundo patas arriba, o el artculo Las paradojas de la mquina9
Pero la preocupacin por el empleo intoxicador del lenguaje y su estudio
surgi con la industria del reclamo, tan necesario en el modo capitalista de
produccin, y la propaganda nazi en la primera mitad del siglo XX. Entre los
numerosos anlisis efectuados al respecto estn los de Victor Kemperer, Lutz
Winckler, Walter Hagemann y George Orwell.10
6 Maestre Alfonso, Juan: , Medio ambiente y sociedad, Ed. Ayuso, Madrid 1978, cap.. 77 El Pas, 10 enero 2004.8 El Pas, 23 marzo 2004.9 El Mundo, 23 abril 2002. 10 Cf. Kemperer, Victor; The Language of the Third Reich, London New York 2002; Winckler. Lutz, La funcion social del lenguaje fascista, Barcelona 1979; Hagemann, Walter: Publizistik im Dritten reich,
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Por otro lado, las intervenciones recientes del imperialismo yanqui en
Afganistn e Iraq, el cmulo de mentiras propagadas por sus dirigentes y
epgonos, encabezados por el Tro de las Azores (Bush, Blair y Aznar), para
justificar la barbarie de sus crmenes de lesa humanidad, han dado lugar a toda
una proliferacin de publicaciones y anlisis. Entre ellos cabe destacar los
libros de Michael Parenti, Lila Rajiva y John Collins y Ross Glover.11
En Alemania, el Institut fr Kommunikationskologie viene analizando
desde 1989, ao de su fundacin, los aspectos contaminantes del lenguaje. La
Arbeitsgemeinschaft Sprachen in der Politik e. V., de la Universidad de
Magdeburg, se centra concretamente ne el estudio del lenguaje poltico.
Por ltimo, los lexicgrafos Enrique Montanillo y Ma. Isabel Riesco
publicaron en 1990 un anlisis pormenorizado de las incorrecciones
gramaticales de polticos y periodistas en nuestro pas.12 Aspecto ste que
retom luego, aunque con menos rigor, el socilogo ulico Amando de
Miguel en su libro La perversin del lenguaje (Madrid 1994, 2003).
Este trabajo se inscribe en lo que los prcticos del trepe llaman
despectivamente filosofa de la comunicacin. Ante el uso perverso que el
capitalismo y sus voceros hacen de la lengua se requiere el desarrollo de un
pensamiento esclarecedor, hoy reprimido y marginado. Frente a la consigna
del prohibido pensar, fomento del pensamiento crtico. Frente a la produccin
mercantil de la comunicacin, el valor de cambio y la sumisin de las
conciencias, produccin de valores de uso, de comunicacin para la
ampliacin de la conciencia (Ch. Caudwell), para el dominio del entorno, la
sociedad, y el aumento de la calidad de vida para todos.
Para eso se requieren expertos de la denostada teora. En una entrevista
concedida al New York Times en el otoo de 1952 explicaba A. Einstein por
qu no poda ser creadora en ciencia la persona carente de visin del mundo y
de conciencia histrica. No basta con ensear una especialidad, afirmaba. As
puede ser una especie de mquina aprovechable, pero no una personalidad
Hamburgo 1948: Orwell, George: Politics and the English Language, Horizont, abril 1946, includo en: The Collected Essays, Journalism and Letters of G. Orwell, vol. IV (1945-1950), Secker & Warburg, Londres 1968, pp. 127-140.11 Parenti, M.: Ms patriotas que nadie, Hondarribia 2004; Rajiva, L.: The Language of Empire. Abu Ghraib and the American Media, New York 2005; Collins, J. y Glover, R. (eds.): Collateral Language. A Users Guide to Americas New War, New York London 2002. 12 La perversin de la lengua, Barcelona 1990, con Introduccin de Vicente Romano.
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valiosa. Lo que importa es percibir aquello a lo que vale la pena aspirar. De
otro modo, con su conocimiento especializado se parece ms a un perro
entrenado que a una personalidad armnicamente entrenada.
El cientfico tiene que conocer las motivaciones de los seres humanos,
aprender a conocer sus ilusiones y sus penas, adquirir una actitud correcta ante
el prjimo y ante la comunidad.13
Estas valiosas cualidades se adquieren en el contacto personal, y no slo
a travs de los libros de texto y la especializacin temprana. Esto es lo que
constituye esencialmente la cultura.
Entre los rasgos esenciales de una educacin se cuenta el desarrollo de
una conciencia crtica en los jvenes, un pensamiento que conduzca a la
creacin de voluntad democrtica. Segn esto, habra que preguntarse: a) si la
creciente especializacin implica el distanciamiento de los cientficos
(expertos) respecto de la filosofa; b) qu aportacin hacen hoy los cientficos
al desarrollo de la imagen cientfica del mundo.
Cmo se entienda la relacin entre cosmovisin, pensamiento y
conocimiento puede facilitar la comprensin del devenir histrico de esta
relacin. Pero el pensamiento terico puntualizaba Engels no es ms
que una cualidad innata de acuerdo con la disposicin. Esta disposicin hay
que desarrollarla, educarla, y para esta educacin no existe hasta ahora otro
medio que el estudio de la filosofa. El pensamiento terico de cada poca, y
tambin el de la nuestra, es un producto histrico que adopta forma y
contenido muy diferente en tiempos distintos. La ciencia del pensamiento es,
pues, como cualquier otra, una ciencia histrica, la ciencia del desarrollo del
pensamiento humano.14
El lenguaje, como el terrorismo, va dirigido a los civiles y genera miedo,
ejerce violencia simblica o psicolgica. Produce efectos ms all del
significado. Las palabras son como minsculas dosis de venero que pueden
tragarse sin darse uno cuenta. A primera vista parecen no tener efecto y luego,
al poco tiempo, se manifiesta la reaccin txica. El hombre es tan propenso al
13 Cf. Albrec ht, Erhard: loc. cit. p. 9 y s.14 Engels, F.: Dialctica de la naturaleza, MEW vol. 20, p. 330.
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efecto hipntico de los lemas como a las enfermedades contagiosas, deca A.
Kstler. El arma ms letal es el lenguaje. Sin palabras no hay guerra.
Los grandes del nazismo, como Hitler y Goebbels, procedentes del
catolicismo, se ocuparon meticulosamente de la vitalidad milenaria de la
Iglesia Catlica. Ellos marcaron las pautas para los fundamentalistas actuales,
como Bush y la camarilla que rige hoy los destinos del mundo desde las
oficinas gubernamentales de Washington y los despachos de sus empresas
depredadoras.
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Introduccin
Periodismo y lengua
I.La informacin es, por su propia naturaleza, selectiva. Debido a las
limitaciones espaciotemporales, a los condicionamientos profesionales, ideolgicos, culturales, etc., los periodistas se ven siempre obligados a seleccionar. Casi nunca disponen del tiempo, ni del espacio, ni de la autodeterminacin suficientes para decir lo que a ellos les gustara. De ah que pueda afirmarse que el dominio poco comn de la lengua, su uso consciente y competente, sea una de las cualidades fundamentales del periodista. Entre los periodistas puede haber casos de ingenuidad profesional, aunque sean raros, pero en informacin no hay nada inocuo.
El empleo correcto de la lengua contribuye a que la comunicacin sea eficaz, a que aumente el conocimiento, es decir, a que reduzca la ignorancia, a ampliar el mbito de la libertad humana. Por eso hay que cuidar y dominar la lengua, los medios expresivos que se aplican para la transmisin de las informaciones.
En tiempos de guerra, de incertidumbre y de angustia social como los actuales, es fcil recurrir al efectismo, a la manipulacin sesgada de la emocionalidad. S, los profesionales de la informacin no pueden renunciar a su sensibilidad ante el dolor y la explotacin de los seres humanos. Sus reportajes y sus palabras reflejan su postura ante los hechos, aunque intenten ocultarlos. Pero no hay que olvidar que estos profesionales son observadores, no actores. Y, aunque la verdad tenga muchas caras y sea difcil conseguirla por entero, s se pueden aproximar a ella.
II.
Mas, como dijo ya el senador norteamericano Hiram Johnson en 1917, la verdad es la primera vctima de la guerra. El general prusiano Carl von Clausewitz se manifest en trminos algo similares cien aos antes: "Una gran parte de las noticias que se reciben en la guerra son contradictorias, otra parte an mayor son falsas, y la mayor parte son bastante inciertas..." En suma, concluye Clausewitz,
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"la mayora de las noticias son falsas, y el temor de los seres humanos refuerza la mentira y la no verdad". 15
Las palabras del senador estadounidense a principios del siglo XX y las del general alemn a principios del XIX no han perdido ninguna validez, como han demostrado la II Guerra Mundial, la desmembracin blica de Yugoslavia, la Guerra del Golfo o la agresin contra Afganistn, Iraq o Lbano. Al contrario, se revalorizan ms y ms.
El control de la informacin y la difusin de noticias e imgenes se ha utilizado siempre como arma esencial para someter voluntades y conquistar conciencias. Por eso, el Pentgono no dej ver ninguna imagen de la Guerra del Golfo, anunciada como la primera guerra televisada de la historia, ni la Administracin estadounidense muestra los cuerpos de las vctimas de los ataques terroristas del 11 de septiembre, ni tampoco permite hoy la difusin de ninguna noticia ni imagen de Afganistn o de Iraq que no est controlada, es decir, manipulada, por la CIA y el Pentgono. Y, para mayor sarcasmo, esto lo hace el gobierno de un pas que proclama a los cuatro vientos la libertad de expresin como uno de los pilares de su organizacin social.
El objetivo estriba, naturalmente, en que tan slo se conozca una versin de los hechos, o sea, la comunicacin unidireccional y unilateral, irreversible. Pero, por su definicin, la comunicacin contiene el elemento de la reciprocidad, de la diccin y contradiccin, de compartir el conocimiento. Por eso contradice la voluntad autoritaria, la cual recurre al uso de la fuerza, de la violencia fsica. Reciprocidad significa franqueza, apertura para los otros. En la comunicacin abierta se concreta el conocimiento y el raciocinio. La violencia, ya sea fsica o psicolgica, lo deforma, puesto que no pregunta por lo falso y lo correcto. Los medios que se cierran obstaculizan la comunicacin. No son medios de la violencia fsica, no son bombas, pero convierten a los seres humanos en cosas, y la poltica que se transmite a travs de ellos est sometida a la coaccin que los medios ejercen sobre los fines.16
La retrica de la guerra no slo contribuye a desacreditar al enemigo, a desorientar a la poblacin propia y ajena. Tambin minimiza los horrores de los bombardeos y la destruccin de vidas y haciendas. No deja de ser un sarcasmo cruel calificar a las guerras de "limpias" o de "humanitarias", igual que hablar de "bombas inteligentes, aunque caigan en las escuelas y hospitales.17
15 Clausewitz, Carl von: De la guerra. 16 Cf. Pross, Harry: Die meisten Nachrichten sind falsch. Fr eine neue Kommunikationspolitik, Stuttgart
1971.17
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En vez de llamar a las cosas por su nombre, esta retrica presenta la guerra con metforas del juego. As, cuando se compara con partidas de pquer o de ajedrez, o cuando se habla de teatro de operaciones, se excluyen las consecuencias mortales para la poblacin. Las metforas de la naturaleza aparecen en trminos como "guerra relmpago" (trmino preferido de los nazis), "oleadas de bombardeos", "tormenta del desierto", etc. Se suscita as la impresin de que las guerras son catstrofes naturales contra las que nada se puede hacer para evitarlas. Las vctimas reales pierden su categora de personas. Se pierden aviones o tanques, se destruyen instalaciones militares, etc., pero se omite el destino de los pilotos o de las vctimas civiles de esos ataques. Los objetos adquieren as categora humana: se trata de armas y bombas inteligentes.
Otro de los recursos utilizados para la desorientacin, o lo que es igual, para la desinformacin, es el empleo de neologismos que ocultan la barbarie de las acciones blicas. Los civiles muertos, las casas, escuelas, hospitales, fbricas, presas, campos, cosechas, etc., destruidos se presentan como "daos colaterales". Los indicadores de distancia reducen, asimismo, la credibilidad del enemigo. Se empieza con "segn fuentes...", o "el susodicho", y se sigue con una valoracin dicotmica entre el bien y el mal, en la que los buenos "confirman, "advierten", mientras que los malos "engaan", "amenazan". Los "buenos" tienen "gobierno", los "malos", "rgimen".
Se hace un uso agresivo de las analogas histricas para difamar a los representantes del enemigo. Castro, Hussein, Milosevic, etc., son como Hitler. Pero no as Mobutu, Idi Amin, Pinochet, Videla, etc. El islamismo se asocia a fundamentalismo, barbarie, locura... Pero se calla que el origen del fundamentalismo est en los Estados Unidos de Amrica, donde en algunos de sus estados est prohibido ensear la teora de la evolucin y mencionar el nombre de Darwin en las escuelas, donde est el Ku Klux Klan y organizaciones semejantes.
Para valorar la credibilidad de las crnicas hay que preguntarse por los criterios rectores de la informacin, por las fuentes, las condiciones de trabajo y de censura, hasta qu punto los periodistas son independientes a la hora de cumplir con su deber de informar, y por muchas ms cosas.
La tarea radica en investigar crticamente el lado oculto de la informacin en el marco de las limitaciones impuestas por la heterodeterminacin.
e
Cf. Serva, Leao: A batalha de Sarajevo, Scritta, Saao Paulo, Brasil 1994; Prksen, Bernhard: Die Konstruktion von Feinbildern: Zum Sprachgebrauch in neonazistischen Medien, Wiesbaden 2000; Schichta, Christian: "Kriegsberichterstattung zwischen Anspruch und 'Wircklichkeit. 'Kriterien fr einen Friedensjournalismus", en: Zeitschrift fr Kommunikationskologie, 2/199, pp. 10-13.
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La informacin periodstica en pro de la paz discurre por cauces preventivos, no reactivos. Se centra en los procesos creativos de la solucin del conflicto, en las ventajas sociales de la paz y no en los beneficios privados de la guerra. Importa, adems, reflejar de forma sensible el dolor de las vctimas y no excitar ms los nimos. De este modo los periodistas pueden contribuir a establecer un periodismo por la paz.
III.
En el uso periodstico de la lengua podra aplicarse la norma tica de
tratar a los dems como quisieras que te tratasen a ti. La traduccin poltica de este
principio reza: no tratar a los seres humanos como objetos de las medidas
administrativas del poder, sino como sujetos activos.
Los puntos de vista ticos que se aplican para criticar el lenguaje de los
polticos son vlidos tambin para los periodistas.18 Con motivo del II Congreso
Internacional de la Lengua, celebrado en Valladolid del 16 al 19 de octubre de
2001, han vuelto a surgir algunas tmidas voces que denuncian la
cocacolonizacin del espaol. El papanatismo por lo usamericano lleva a veces a
expresiones tan ajenas como la de la periodista que describa el desfile de las
Fuerzas Armadas el 12 de octubre en Madrid como una "hermosa parada". O el
cada vez ms frecuente empleo de la pasiva, que ya haba cado en desuso, o la
admisin por la RAE de trminos como Spanglish (supongo que con mayscula,
que es como se escriben los gentilicios en ingls), "web", "e-mail", etc., existiendo
trminos adecuados en espaol. Los ejemplos podan aducirse ad nauseam, en
especial los de los "falsos amigos". Pero la colonizacin lingstica del
anglosajn, pareja a la econmica, no es exclusiva del espaol.19 Como son
sobradamente conocidos, los pasaremos por alto a fin de resaltar, a cambio, otras
manifestaciones del uso inadecuado de la lengua por polticos y periodistas, en
especial los noveles. Entre ellas cabe destacar cinco fenmenos, apuntados ya por
18 Cf. Fontanillo, Enrique, y Riesco, Maribel: La teleperversin de la lengua, Anthropos, Barcelona 1990. . 19
1
Cf. por ejemplo, la Revista Journalistik, Ao IV, N 1, primavera de 2001, para el abuso de los anglicismos en el periodismo alemn.
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el profesor alemn Horst Pttker y que a nuestro juicio, estn directamente
relacionados con la tica periodstica.20
1) El uso inflacionario de los superlativos. Es tpico del empleo
propagandstico de la lengua. Eticamente es inhumano, polticamente
antidemocrtico, por subyacer en l un estilo de pensamiento que persigue
impresionar y persuadir a la audiencia con comunicacin ampulosa, pero sin
pretender convencer con informaciones y argumentos comprobables.
2) La ocultacin conceptual de la insuficiencia. Como los periodistas
tienen que prestar mucha atencin a la veracidad de los enunciados, su principal
tarea estriba en distinguir entre lo que saben y lo que suponen.
3) El empleo de eufemismos. En sentido estricto, el eufemismo es un
sustituto biensonante de una palabra malsonante, como, por ejemplo, "enajenacin
mental" por locura, "campaa" por guerra. En sentido amplio, los eufemismos son
tapujos, embellecedores de realidades desagradables que se quieren esconder ante
la conciencia de los lectores u oyentes. Los ejemplos ms sobresalientes se dan en
la economa y en la bolsa, como cuando se habla de "crecimiento negativo" para
indicar reduccin de la produccin, de las ganancias o incluso prdidas.
4) Apego a las frmulas y frases hechas. Cuando se repiten las mismas
frases el texto se hace montono y el inters del lector u oyente se pierde.
Polticos y periodistas que utilizan con frecuencia frases rutinarias muestran poco
respeto por la capacidad intelectual, por la mayora de edad de su pblico. Las
frases hechas constituyen uno de los peligros del uso periodstico de la lengua,
debido, sobre todo, a la presin del tiempo, relacionada, a su vez, con las
condiciones de trabajo, y a la coaccin de la actualidad.
5) El empleo del acusativo inhumano. Consiste en presentar a las
personas no como seres humanos que actan, sino como objetos tratados,
protegidos, proporcionados, vestidos, dominados, atendidos, etc. Como si no
20
2
Cf. Pttker, Horsst: "Weichspler und Schablonen. Fr einen verantwortungsvollen Umgang mit der Sprache", en: Jurnalistik, Ao iV, N 1m pp. 19-20.
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fuesen mayores de edad, como incapacitados para pensar y actuar por s mismos.
Por eso sera mejor el uso del dativo: ser fiel a alguien, actuar ante alguien,
suministrar algo a alguien, ayudar a alguien, etc.
Aunque es a la RAE a la que le corresponde limpiar, fijar y dar esplendor
a la lengua y cuidar de su correcto uso, los periodistas tienen tambin una
responsabilidad tica en esta tarea. Como el uso que hagan de ella lo perciben
muchos, es de suponer que tienen una gran influencia en sus lectores y oyentes.
Todo uso de la lengua presupone la apropiacin de sus normas. Pero, al
mismo tiempo, implica tambin la produccin de lengua, Y, nolens volens, eso es
lo que hacen los periodistas cuando escriben y hablan. Aunque entre sus tareas
profesionales no est el cuidado especfico de la lengua, s deben ser conscientes
de su responsabilidad ante sus audiencias en lo que al uso de la lengua se refiere.
Como ya apuntamos en otra ocasin, la comprensibilidad de los textos
"ocupa una posicin clave en el problema de la informacin periodstica, por ser
un factor decisivo para su eficacia". Pero no hay que "olvidar que la comprensin
es tanto un problema de codificacin como de descodificacin".21
Valga este recordatorio para insistir una vez ms en la necesidad de la
formacin cientfica de los comunicadores profesionales, as como de la
investigacin metdica del arte de la transmisin, esto es, de su uso de la lengua.
21 Cf. Romano, Vicente: Introduccin al periodismo. Informacin y conciencia, Teide, Barcelona 1984, p. 151/152.
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Captulo I
Rasgos del discurso capitalista
1. La economa de seales
La expansin de la industria de los medios tiene por objetivo alcanzar de la
forma ms rpida posible, a travs de los espacios ms amplios posibles, al mayor
nmero posible de gente. El gasto tcnico para el mensaje individual se reduce
proporcionalmente cuando el mayor nmero posible de receptores est conectado a la
red. El telespectador cree que elige cuando aprieta el botn del televisor o cuando
compra un peridico. Pero lo que elige es su conexin a un sistema heterodeterminado.
Este es el principio de la economa de seales, principio que recorre el desarrollo
de los medios de comunicacin desde los comienzos de la cultura hasta hoy. Esto hay
que tenerlo en cuenta a la hora de analizar el desarrollo tecnolgico. La tcnica de los
medios sigue este principio sin instrumento artificial, en la comunicacin primaria o del
contacto elemental humano, con instrumento en el iniciador de la comunicacin, lo que
se denomina medios secundarios, y con aparatos en el emisor y receptor, esto es, la
comunicacin de los medios terciarios. As, los satlites de TV slo tienen sentido si se
encuentra gente suficiente que compre los aparatos que se necesitan para poder recibir
el mensaje difundido por satlite. De ah que haya que hacer propaganda para que
millones y miles de millones de receptores tericos se compren los aparatos que permi-
tan traducir a ganancia la inversin de los promotores y explotadores de los satlites.
Este es el trasfondo de todos los hermosos elogios que se hacen en la actualidad acerca
del futuro de los medios: crear un pblico que aporte tiempo y dinero y ponerlos a
disposicin de los propietarios de las nuevas tecnologas. Las cuentas de la economa de
seales slo salen bien si un gran nmero de consumidores reduce el gasto del
explotador del medio para el mensaje individual.
La economa de seales se aplica cuando el mismo mensaje debe distribuirse a
varios. Cuando uno se dirige a varias personas, las rene a su alrededor. Es decir, hace
que otras personas entreguen una parte de su precioso e irrecuperable biotiempo
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subjetivo de modo que quien las rene no tenga que andar detrs de cada una de ellas,
lo que le costara mucho de su biotiempo al comunicador. Al hacer que otros acudan a
l se ahorra gastos de transmisin del mensaje.
La reduccin del gasto de seales es el origen de todas las reuniones, desde las
comidas conjuntas de las familias y grupos pequeos hasta la asamblea popular o las
cortes. Pero este ahorro slo se efecta cuando los otros acuden. Todo el mundo sabe
que cuando se disuelve la mesa familiar, cuando faltan los hijos, el padre o la madre, se
deshace la institucin de la familia. Lo mismo ocurre cuando la agrupacin local de un
partido ya no puede organizar ningn acto porque sus miembros se quedan en casa.
Quien ha perdido el poder de convocatoria carece ya de poder, pues el comienzo de
todo poder de un hombre sobre otro radica en que uno disponga del biotiempo de otros.
Quien acude reconoce el motivo, est o no est de acuerdo con lo que se comunica, en
virtud del tiempo que entrega.
Si se reflexiona sobre los medios actuales y los del futuro, cada cual deber tener
claro cunto de su precioso biotiempo quiere dedicarle a esos medios, o mejor dicho, a
sus propietarios, y cunto est dispuesto a pagar, pues ejercen poder sobre l.
La economa de seales es una cuestin de poder. El poder de unos seres
humanos sobre otros se inicia con la incautacin de biotiempo subjetivo de otros para
los mensajes del comunicador. As, el lactante tiene poder sobre la madre, los nios
sobre sus padres, los maestros sobre sus alumnos, el conferenciante sobre su auditorio,
el escritor y editor sobre sus lectores, el permanente chorreo de la radiodifusin sobre la
vida sentimental del pas, el Estado sobre sus ciudadanos al obligarlos a rellenar
impresos, la economa sobre los consumidores a travs de los reclamos publicitarios, y
as sucesivamente. No basta con buscar el poder en el adoctrinamiento a travs de
textos concretos. Subyace ya en la distraccin, en el apartamiento de otras
comunicaciones que no se pueden recibir al mismo tiempo. La percepcin selecciona,
pero no puede seleccionar lo que no llega a su entorno, a su medio ambiente. Esta
circunstancia convierte a la distraccin en una importante tctica de informacin en la
competencia represora de los grandes poderes sociales.
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La economa de seales y la coaccin de los plazos regulan la programacin de la
prensa y la radiodifusin con el control de las cuotas de audiencia y el monto de las
tiradas.
2. La simplificacin
Hoy da, la mayor parte de la comunicacin se hace a travs de los llamados
medios de masas, que, como el trmino de "comunicacin de masas", no deja de ser un
eufemismo. Como es sabido, ni las masas se comunican entre s a travs de esos medios
ni stos son de las masas, sino de unos pocos que producen masivamente para las
masas.
En suma, que estos pocos tienen el poder de definir la realidad para los muchos,
de decirles lo que pasa, lo que es bueno y malo, lo que hay que hacer y no hacer, cmo
hacerlo, etc. Este poder de fijar el programa social de cualquier comunidad es la clave
del control social. Lord Nordcliffe, dueo de uno de los consorcios ms poderosos de
peridicos de principios del siglo XX, lo explicaba as, sin pelos en la lengua: "Dios
ense a los hombres la lectura para que yo pueda decirles a quin deben amar, a quin
deben odiar y lo que deben pensar."
Y lo que nos cuentan suele ser casi siempre la historia de los otros, no la nuestra.
Y si estamos ocupados en vivir la historia de los dems no tenemos tiempo de
preocuparnos de la vida propia. Pues si nos ocupsemos de ella y descubriramos cmo
la determinan otros, no nos quedaramos de brazos cruzados e intentaramos cambiarla a
mejor.
Produccin masiva significa produccin en serie, indiferenciada, simplificacin y
estereotipacin. Como en la produccin comunicativa se trata de productos del
pensamiento, de contenidos de conciencia, esta serializacin e indiferenciacin tiene
tambin algo que ver con la produccin del pensamiento indiferenciado, acrtico, esto
es, mgico.
En la comunicacin, el engao no slo se da en el mbito de los medios
primarios, sino sobre todo en el de los medios terciarios, donde tanto uno como otro
participante necesitan un aparato para poder comunicarse. La tcnica de la
comunicacin, acelerada a travs de las grandes distancias para grandes cantidades de
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receptores dispersos, conduce a la simplificacin de los signos en imgenes y
abreviaturas lingsticas. De este modo reducen las posibilidades de descifrarlas, al
tiempo que sobrecargan con nuevas abreviaturas la percepcin y exceden la capacidad
de la memoria.
La mayora adquiere su conciencia a travs del trabajo. Todo el socialismo se
basa en la hiptesis de que hay que hacer conscientes a los seres humanos. Tras esta
ilustracin tomarn el destino en sus manos, se emanciparn del poder dominante de la
economa, de los propietarios de los medios de produccin. Toda esta concienciacin de
la gran mayora no puede llevarse a cabo en la era de la retificacin global de los
medios tcnicos, puesto que stos no fomentan el trabajo consciente, sino que lo
reducen. Esto se efecta de muchas maneras. Primero creando tensin. Se trata de un
proceso de distraccin. Segundo simplificando la realidad mediante la oferta de las
mismas pautas de comportamiento, que son siempre binarias: bueno y malo, arriba y
abajo, falso y correcto, etc. Estas pautas de comportamiento vienen dadas por la figura
esttica del televisor.
En este proceso se simplifica tambin la imaginacin. A la gente se le presenta
siempre lo mismo, en forma cada vez ms primitiva, puesto que con arreglo a la
economa de seales los propietarios tienen que hacer inversiones cada vez mayores y,
en consecuencia, tienen que llegar a un nmero cada vez mayor de receptores para
hacerlas rentables. Y slo se puede llegar a audiencias cada vez mayores excluyendo la
diferenciacin y volviendo a lo que todos entienden: coito, violencia, salida-entrada,
ascenso-descenso, esto es, modelos muy sencillos. Con estos pares binarios se tiene as
un fuerte efecto dramatrgico, pero a costa de una gran prdida de realidad y de
posibilidades de conocimiento, pues quien selecciona, abstrae, s, tiene que dejar fuera
ms y ms cosas. En consecuencia, es de temer una gran poca de idiotizacin a travs
de la humanidad medialmente retificada.
Lo que cuenta en la prensa es la presentacin visual de los contenidos, pues los
estructura al predeterminar modalidades perceptivas, as como lo que puede
interpretarse y conocerse.
Y es de suponer que siga as mientras persista la relacin directa entre
presentacin como captacin visual y la base comercial del medio. Cuanto mayor la
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tirada, tanto ms atractiva la presentacin y tanto ms cortos los enunciados. La
reduccin se debe en todos los medios a la economa de seales.
En la radiodifusin y en la prensa, el lenguaje est sometido a la ley de la
economa de seales, esto es, ganar tiempo y ahorrar espacio para llegar al mayor
nmero posible de consumidores con el menor gasto posible para el productor. As,
pues, la ganancia de tiempo es la mxima suprema de su praxis.
En el mbito de la prensa y de la radiodifusin hay que distinguir entre ganancia
de tiempo para el productor de la comunicacin y ganancia de tiempo para el
consumidor de la misma. Bajo el punto de vista de la autodeterminacin la ganancia del
primero no es necesariamente ganancia del segundo, pues tiene que dar algo de su
biotiempo, en el supuesto de que esta entrega valga la pena para l. Puede traducirse
muy bien en "tiempo perdido", es decir, en tiempo que no ha compensado sus dficits
cognitivos y emocionales, pero el tiempo gastado ya no vuelve.
Pero el productor est obligado a reunir a todos los consumidores posibles de su
comunicacin a fin de poder amortizar con la participacin de los muchos el gasto
tcnico que ha invertido.
Los receptores quieren entretenerse, participar, comunicarse, puesto que son
seres humanos y no pueden ni quieren vivir aislados. Pero cuando aprietan el botn de
la radio o la televisin o toman un peridico en sus manos tienen que aceptar la
presentacin lingstica e icnica en las reducciones especficas de cada medio, y
abandonar su aparato perceptivo a comunicaciones heterodeterminadas, sin poder
contradecirlas, como ocurre en la comunicacin primaria.
3. Rasgos del discurso periodstico actual
El periodismo, la comunicacin pblica, traduce los sucesos y acontecimientos a
los sistemas de signos especficos de los medios. El concepto de "medios" es un buen
ejemplo del cambio lingstico. Hoy se utiliza como abreviatura de medios de
comunicacin y en los ltimos aos se ha convertido en trmino comn de la prensa y la
radiodifusin, en expresiones como "medios de masas", "crtica de medios", "poltica de
medios", etc. Durante el apogeo de los intereses parapsicolgicos de la dcada de 1920
y 1930, "mdium" era una designacin habitual para la persona que transmita
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fenmenos ocultos. Es posible que este sentido lastre todava la discusin cundo, por
ejemplo, los polticos reprenden a los "medios" por la comunicacin de fenmenos de
su mbito de poder que ellos mismos no ven o no quieren ver.
Lo que se suele llamar lenguaje medial es el uso que hacen del lenguaje los que
manejan los medios, generalmente annimos.
En la actualidad, se observa cmo los medios "pblicos" adaptan su lenguaje al
de los privados reduciendo los plazos de sus emisiones cognitivas en favor de las
compensaciones emocionales. La divisa reza "small talk", hablar de trivialidades.
La prensa, la radio y la TV se basan en la repeticin. Lo que mejor ilustra esta
circunstancia es el rito del programa de TV, puesto que requiere la vista y el odo y
obliga a los espectadores a adoptar la postura sentada, mientras que la radio y la prensa
le permiten libertad de movimientos. Esta ltima porque se puede dejar y volver a coger
en otro momento, y la radio porque su mensaje slo depende del odo. Desde el punto
de vista de la transmisin tcnica, la radio es el medio ms rpido. Sus mensajes se
pueden transportar prcticamente en cualquier momento y con ayuda del telfono casi a
todas partes.
Pero la coaccin de los plazos tambin parte aqu del ritual del calendario que lo
interpreta, igual que ocurre con los otros medios. Donde hay interpretacin hay clero,
ya sea religioso o profano. El decide lo que puede orse, verse o leerse qu das y a qu
horas. Actualmente puede observarse cmo la TV estatal se amolda e incluso anticipa a
la competencia comercial de la TV privada soltndose la lengua y reduciendo los
programas de contenido cognitivo en favor de compensaciones emocionales o
trasladndolos a horas de escasa audiencia.
La minuciosa coaccin de los plazos educa para la fugacidad de la percepcin.
La brecha entre lo electrnicamente perceptible y lo que queda sealado en el papel
aumenta da a da. Hay que preguntarse si es de fiar lo que ven los ojos, pues desde
Aristteles se ha venido creyendo que ver es saber. Cuando el lenguaje se reduce cada
vez ms hasta convertirse en un cdigo de significados ominosos aumenta, claro est, la
velocidad de la transmisin. Pero la comunicacin a velocidad de relmpago de
insinuaciones binarias de smbolos positivos y negativos no es ms que un cdigo, y no
tiene ya nada que ver con el lenguaje en pugna por la expresin humana.
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Los medios visuales se rigen en la cultura actual por las condiciones bsicas
marcadas por el rectngulo. Lo que se coloca dentro y fuera, arriba y abajo, a la derecha
y a la izquierda, decide el juicio de valor de los periodistas. Entender el lenguaje de la
prensa y la televisin significa comprender los plazos del rito del programa y la
colocacin como expresin deseada.
La economa de seales y la coaccin de los plazos regulan la programacin de la
prensa y de la radiodifusin (radio y TV). No cabe esperar de los medios periodsticos
la expresin perfecta. Pero eso no significa que haya que aceptar como pasto espiritual
del pueblo los sucedneos de conceptos depurados. Si la crtica consciente de muchos
grupos de accin pequeos no toma la palabra frente a los grandes comunicadores
burocrticos y contradice su lenguaje, ser inevitable la idiotizacin y el regreso a una
simbologa colectiva dirigida por poderes annimos.
La presin de los plazos lleva a la reduccin, al estereotipo, a la economa de
seales, a la produccin de "miniaturas simblicas temporalmente consumibles"
(Pross). Las nuevas tcnicas, o al menos el uso que se hace de ellas, refuerzan y
aumentan los estereotipos.
En el estadio de los nuevos medios, la radiodifusin se encargar de que nadie
pueda aportar ya la concentracin que se requiere para entender una sucesin de frases.
Los receptores se educan en la fugacidad de la percepcin. El hueco existente entre lo
electrnicamente perceptible y lo que queda sealado en el papel aumenta de da en da.
Habra que preguntarse si uno puede fiarse ya de sus ojos.
Cuando el lenguaje se reduce cada vez ms hasta convertirse en un cdigo de
significados ominosos, se incrementa la rapidez de la transmisin. Pero la comunicacin
efectuada a la velocidad del relmpago de insinuaciones binarias de smbolos positivos
y negativos no es ms que un cdigo. Ya no es ningn lenguaje en pugna por la
expresin humana, tal como se ha entendido hasta hoy.
Se equivoca quien cree entender mejor el mundo mediante el periodismo de
titulares. Ningn medio puede anular la reflexin, pero s puede desplazarla y confundir
con la emocionalizacin.
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Con la mayor diversidad de ofertas audiovisuales se incrementan las
comunicaciones reducidas a costa del discurso lingstico. Los efectos psicofsicos a
largo plazo estn an sin investigar. Por lo que se sabe de su estado actual, parece ser
que los polticos, por ejemplo, tendrn que adaptarse cada vez ms en las competiciones
electorales a las imgenes que han adquirido validez mediante los estereotipos de la
publicidad comercial y de la industria del entretenimiento. La formacin de la
conciencia y de la voluntad polticas, cada vez ms complejas en virtud del aumento
global de las informaciones, se reducen simultneamente en la comunicacin
estereotipada que presenta los conocimientos de la realidad, la conciencia y esa
voluntad poltica cada vez ms simplificados, menos diferenciados. De ese modo tiene
que aumentar necesariamente la discrepancia entre el pueblo y sus delegados, en lugar
de reducirlas mediante la comunicacin recproca, dialgica, mutuamente
enriquecedora. Ejemplos de reduccin mgica en poltica y en comunicacin social:
cuando el anlisis de la realidad poltica se sustituye por el grito o por el eslogan,
cuando las seas de identidad de un partido poltico se remiten a sus smbolos en vez de
a su prctica transformadora, cuando se toma por opinin pblica la opinin publicada
de unos cuantos o por realidad la definicin interesada que esos pocos den de ella.
En el mbito de la prensa, la hiperabundancia de publicaciones de
entretenimiento y distraccin (prensa del corazn, por ejemplo), frente a la escasez de
diarios polticos (prensa de partido), no ha conducido a la ampliacin del espectro de
opiniones, sino ms bien al aumento de los estereotipos sociales creados por unos
cuantos productores dueos del mercado. La televisin, por su parte, no es una visin a
distancia, en el sentido de unos prismticos o de un telescopio, que refuerce la
percepcin de la realidad. Los medios audiovisuales y las nuevas tecnologas han
facilitado enormemente el control y el acceso de unos pocos a millones de personas. La
supuesta democracia aportada por esta tcnica se reduce al consumo millonario de
tcnica. Pues son estos millones los que mediante el gasto financiero empleado en la
adquisicin de los aparatos y el gasto de biotiempo dedicado al consumo de emisiones
socialmente ritualizadas permiten la reduccin del gasto de seales para la minora de
productores de comunicacin.
En el lenguaje, la metfora, como imagen lingstica, reduce el discurso. La
imagen lingstica puede facilitar la comprensin, pero no contribuye en nada a la
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explicacin, ya que la expresin grfica introduce otro modo de representacin. Se "ve"
lo que quiere decir "la nave del Estado", pero esta imagen no dice nada acerca del
Estado, sino que transporta al oyente a una representacin (grfica) del Estado.
Otro tanto ocurre con "la aldea global", "el medio es el mensaje" y dems
metforas, ms o menos ocurrentes, de M. McLuhan. La reduccin disminuye todava
ms el gasto de seales. Expresarse con brevedad significa dejarse cosas fuera,
descontextualizar la informacin. Pero esto no significa que esas cosas, relaciones,
contradicciones, etc., no existan, sino que son desplazadas. Al mismo tiempo, cuando se
comunica algo, ese algo adquiere un significado y una relevancia que no son los que
tiene de por s, sino el que se le d. Como se sabe, toda informacin es selectiva e
interesada.
Acuciado por la necesidad de hallar la expresin adecuada, el lenguaje recurre a
la imagen. Al presentar lingsticamente una imagen, la metfora reduce
momentneamente el simbolismo discursivo del lenguaje a la "presentacin integral
simultnea" (S. Langer) que caracteriza la imagen. Disminuye el gasto de la bsqueda
de la expresin. La metfora ahorra energa al reducir las explicaciones a una imagen
lingstica. De este modo ahorra tambin tiempo de emisin y papel, portadores
materiales de la expresin. La metfora es una expresin de la economa de seales.
Esto explica su omnipresencia en la prensa y en la radiodifusin.
Puede decirse entonces que cuanto ms corta y estereotipada sea la
comunicacin, tanto mayor ser la violencia simblica y el poder mgico de los medios,
y tanto menor el significado que puede utilizar para s mismo el sujeto receptor.
4. El pensamiento mgico
La produccin industrial de comunicacin se efecta con arreglo a las normas de
la tcnica, otro de los rasgos distintivos de la magia. Como en el resto de las industrias,
se produce en serie, de forma estandarizada. El lenguaje periodstico, los manuales de
estilo, formatos, informativos de radio y televisin, seriales, etc., confirman esta
produccin estereotipada y uniforme.
La comunicacin estandarizada borra la distancia crtica del consumidor con su
entorno, obstaculiza la reflexin necesaria para su conocimiento y dominio. De ah que
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refuerce el poder de los pocos al ocultar las contradicciones y conflictos, al suprimir la
diferencia entre imaginacin y percepcin, deseo y satisfaccin, imagen y cosa. La
sociedad productora y consumidora de comunicaciones simplificadas y estandarizadas
es una sociedad de necesidades insatisfechas. Semejante sociedad se revela como presa
fcil de los intereses autoritarios de los pequeos grupos productores.
El argumento racional de la simplificacin tcnica se basa en la superioridad
distribuidora de los pocos, manifiesta en el hecho de que son los muchos los que vienen
a los pocos.
La mediacin efectuada por los "medios de masas" es, por tanto, unificadora e
indiferenciada.
Para vivir y actuar el hombre necesita ordenar sus conocimientos en un marco
general de referencia que les d sentido. Tanto en la sociedad primitiva como en la
industrializada, el hombre debe prefigurar su mundo y construir su modelo de universo.
Si se dispone de un modelo racional, el conocimiento se obtendr mediante
diferenciacin y sistematizacin. Pero si se carece de l, como ocurre con el pen-
samiento mgico, se reafirma la imagen homognea del universo en donde hombres y
estados de cosas interactan sin saber por qu, sin conocer sus relaciones. Las
diferenciaciones establecidas por el pensamiento racional recaen as en la
indiferenciacin primitiva, en el conocimiento infantil.
En la era de la tcnica y de la especializacin, el pensamiento indiferenciado,
mgico, es una forma de integrar los "vacos" y carencias afectivas de la vida cotidiana,
creados por la fragmentacin del conocimiento y de las relaciones sociales. Apoyndose
en el principio de que la tcnica y la ciencia son omnipotentes, surge la creencia de que
se puede saber a travs de los medios, de que se puede conocer el mundo mediante el
consumo asiduo de comunicaciones mediadas y mediatizadas.
Ahora bien, cuanto ms numerosas son las informaciones que recibe el sujeto
individual, cuanto ms complejas devienen las redes de la mediacin social, tanto ms
probable ser que ese sujeto est sobrecargado como "recipiente" y colocado en la
imposibilidad de reducir esas informaciones a su experiencia personal. O de dirigir el
pensamiento hacia s mismo, distanciamiento que establecera la premisa de la di-
ferenciacin. Donde la reflexin es imposible, el mundo recibido debe considerarse
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como "la realidad". La autenticidad de la percepcin difusa con el medio tcnico hace
que la imagen televisiva o el texto de prensa sea la cosa misma. Lo "esencial" es
haberlo odo, visto o ledo en la radio, la TV o el peridico.
Se prometen informaciones y conocimientos. Pero, salvo la previsin del tiempo,
til para la excursin dominguera, lo que se transmite raras veces es reducible a la
prctica directa de la vida. La fe en la informacin se diluye en muchas noticias que se
olvidan al cabo de un par de horas y con las que el receptor no sabe qu hacer porque no
est en condiciones de comprender su origen, su alcance ni su significado Cuanto
mayor es la fe en la informacin, ms dogmtico es el retorno al mito. Los dficits
racionales se satisfacen emocionalmente. La fuerza bruta se rebela entonces contra los
smbolos de la magia ineficaz: universidad, representantes polticos, grandes almacenes,
etc. El culto a la informacin se puede traducir fcilmente en culto al poder y a la
fuerza.
Por ltimo, la fe en la informacin ha producido la impresin inexacta de que la
prensa, la radio, la TV o el cine sean medios de informacin o de comunicacin. Si se
miden por su volumen de produccin, los medios sirven sobre todo a la publicidad
comercial y al entretenimiento. La prensa del corazn es mucho ms numerosa que la
de informacin, la radio es por encima de todo un instrumento musical y la TV un lar-
gometraje transmitido en casa. Como se sabe, el video se compra para ver todava ms
pelculas y ms televisin. Se utilizan primordialmente, no para reducir la ignorancia,
sino para cubrir temporal y ficticiamente los dficits emocionales con la distraccin,
para matar el tiempo, por decirlo con una expresin muy espaola.
La conciencia indiferenciada responde a la vida sentimental estereotipada. El
pensamiento indiferenciado crea una conciencia conformista. Pero esto significa dejar
en manos ajenas la solucin de los problemas propios, con lo que pueden manipularlos
fcilmente en inters suyo. Ah radica el peligro de entregar las riendas de los asuntos
personales en manos de especialistas o del nuevo clero acadmico. Autodeterminacin
significa, sobre todo, liberarse de las angustias.
La reproduccin de la vida en datos e informaciones no basta. El hombre
pequeo, perdido en la masa, quizs pueda interesarse por los datos en que se puede
descomponer su mundo. Pero siempre buscar una imagen con la que pueda
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recomponerlo y le sirva para identificarse con su entorno y superar sus carencias
afectivas. Por eso la imagen sustituye a la informacin, el pensamiento indiviso a la
reflexin y el mito que rodea el poder al pensamiento crtico.
Donde impera el mito, el culto ocupa el centro de la atencin, desde el culto de la
personalidad hasta el culto sentado de la TV. El pensamiento mgico es el antdoto de la
inteligencia, cuya accin disgregante podra destruir tal vez la cohesin social con su
espritu crtico. La concepcin de la realidad como el peor enemigo del hombre y, por
consiguiente, la explotacin de la "ilusin redentora" se ha convertido desde hace
tiempo en la mxima de la industria del entretenimiento. El sentimiento se ha
convertido en mercanca rentable.
De ah que, como la conciencia es el resultado de la accin y la experiencia, haya
que crear otras condiciones sociales de vida y de trabajo que permitan al hombre
enriquecerse con experiencias personales y no permitir ninguna "explotacin de sus
almas" por poderes ajenos.
5. El modo indicativo e imperativo
El modo del discurso escueto es el indicativo e imperativo. Es la palabra que,
como deca Marcuse, "induce a actuar, comprar y aceptar". Y todo esto se transmite con
un estilo conciso, con una sintaxis comprimida y condensada que impide el desarrollo
del verdadero significado. No admite contradicciones ni matices. La definicin cerrada
de los conceptos pervierte de tal modo el discurso que puede llegar al resultado de que
en nombre de la libertad de expresin se bombardeen peridicos y emisoras de radio y
televisin, o a la guerra se la denomine paz y a las vctimas "daos colaterales". La
criminal guerra contra Yugoslavia, Afganistn, Iraq, Lbano, puede servir de ejemplo
de esta perversin del lenguaje. Dentro de esta lgica de la razn pervertida, los
negocios de la guerra y sus inconvenientes para todos, los intereses particulares de
quienes se enriquecen con la destruccin y la muerte, se identifican con las ventajas de
la paz y los intereses generales del bien comn.
Las proposiciones de este lenguaje indiferenciado, mgico, son intimidadoras y
glorificadoras al mismo tiempo. Son las formas de rdenes sugestivas, ms evocativas
que demostrativas. Se trata del discurso hipntico del reclamo publicitario, o de la
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brutalidad imperativa del "ordeno y mando", si el caso lo requiere. Es el lenguaje
unidimensional que persigue la formacin del hombre unidimensional.
El uso tan frecuente de abreviaturas (OTAN, ONU, UE, etc.) obstaculiza el
planteamiento de preguntas no deseadas. As, OTAN no sugiere lo mismo que
Organizacin del Tratado del Atlntico Norte. En este caso habra que preguntarse qu
hacen en ella pases que, como Turqua, Grecia o Italia, nada tienen que ver con el
Atlntico Norte, o que estas tropas se hallen ahora defendiendo los intereses de los
grandes consorcios petroleros usamericanos en Asia Central.
El discurso cerrado presenta la realidad en trminos dicotmicos de buenos y
malos. No demuestra ni explica, slo persigue el control reduciendo las formas y los
smbolos de la reflexin, la abstraccin, la contradiccin y la dialctica de la compleja
realidad social a imgenes simplificadoras. Y, aunque la gente no crea este lenguaje o
no le importe, acta, sin embargo, de acuerdo con l, sigue sus indicaciones.
Mientras los medios emplean cada vez ms el indicativo en la vida pblica, en
la vida la gente se pregunta diariamente qu pasara si... Esto tiene que ver con el
imperativo de la expresin corta y con la brevedad de la transmisin tcnica. La
informacin televisiva refuerza esta tendencia. Una imagen muestra lo que presenta. El
lenguaje tiene que explicar el significado plural de las cosas, la relatividad de los
conceptos. Pero, por razones de tiempo y espacio, no permite ningn subjuntivo ni
condicional, ninguna subordinacin. La mirada fugaz a los pequeos signos se
compensa con ilusiones que se pueden obtener de Internet desde la tranquilidad del
propio cubil Pero esto no proporciona ninguna certeza. Si se quiere sta, hay que
comprobarla por s mismo, en la interaccin con la realidad y con los dems seres
humanos, en el dilogo enriquecedor.
6. Prdida del dilogo y del discurso
La "sociedad de medios", como se denomina a veces el estadio actual de la
evolucin medial, esto es, la era de la comunicacin electrnica, no hace sino poner de
manifiesto la necesidad de la comunicacin primaria, la comunicacin del contacto
elemental humano. Son frecuentes las quejas de la prdida del trato con los dems, de la
conversacin pausada, del debate y la argumentacin dialogada. Si en la TV los
problemas se solucionan en media hora con un par de puetazos o disparos, en la
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realidad nunca es as. Aqu, toda respuesta suscita nuevas preguntas. As ocurre tambin
en la ciencia. Esta no est slo para dar respuestas, sino para plantear nuevas preguntas.
Y eso es lo que pasa en el trato elemental humano, en la comunicacin cara a cara.
La comunicacin unidireccional, no reversible, carece de verdadero interlocutor.
Y sin nadie enfrente no hay ningn objeto ni, sobre todo, ninguna presencia. La
comunicacin de masas es una prdida de presencia. En el dilogo, en la relacin
interhumana, la presencia es lo decisivo. Cuado alguien no est presente, no se tiene.
Todo el mundo conoce la diferencia entre la presencia virtual de una persona en
contraste con la intensidad de su presencia real.
En la conversacin con el otro, en el dilogo enriquecedor es donde puede
verificarse el conocimiento y de dnde puede surgir la solidaridad. Y esto no interesa
precisamente al poder de los gobernantes, que quieren dirigir la confrontacin con
unidades lo ms cerradas posible.
En comunicacin, la tensin surge de la posibilidad de contraponer al tema
comunicado un contratema, a la diccin una contradiccin, a la imagen la contra-
imagen. Pero si los medios electrnicos difunden al unsono el mismo tema, resulta que
el contratema, la contradiccin y la contra-imagen tienen que articularse en otra parte.
En vez de dilogo se tiene monlogo.
En la era de la televisin, prxima a su fin, la aparente privacidad y
autodeterminacin de la recepcin ha excluido en gran medida las componentes
dialgicas de comunicacin y respuesta. Las nuevas tecnologas permiten, en cambio, el
dilogo virtual a travs de Internet. La tcnica no permite el dilogo porque el medio
refina el principio asambleario porque condena a los participantes a ser mirones mudos.
Contemplan el aparato como un mueble de su pertenencia, mientras que los
comunicadores, los productores, conciben a los consumidores como meras magnitudes
estadsticas.
Para aproximarse a una sociedad de hombres y mujeres libres, sociedad que
jams ha existido en la historia, hay que incrementar la participacin de la mayora en
el producto de su trabajo y reducir la de la minora. Pero lo que ocurre es precisamente
lo contrario. Bienestar significa disponer de cosas, dominio es disponer de las personas,
y, en el caso de los medios, de su biotiempo. Con el biotiempo de los consumidores
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succionan la fuerza de trabajo gratuita de la percepcin. Esto forma parte de la
economa de seales. La fuerza de trabajo de los telespectadores se succiona por la va
del entretenimiento y a las diez de la maana siguiente se intercambian por dlares o
euros las cuotas de audiencia.
La comunicacin es cada vez ms mediatizada y menos dialgica (P. Freire), lo
que equivale a perder humanidad. El vaco dialgico de esta "sociedad de la
comunicacin" tiene su contrapartida ilusoria en el xito de las sectas y de las tertulias
de Internet.
En el dilogo normal se lee en la cara del otro lo que no se oye. El verdadero
dilogo resulta hoy demasiado exigente para muchos. En la sociedad donde cada vez se
dialoga menos, el dilogo genuino resulta cada vez ms difcil. El umbral dialgico se
eleva mientras que el de la excitacin se baja, puesto que la posibilidad de de
entenderse dialgicamete es menor y, en consecuencia, emergen con mayor claridad las
emociones. La sociedad de la imagen se queda sin discurso.
7. Aspectos epistemolgicos
La bsqueda del concepto continuar, y se har bien en considerar el lenguaje,
incluso en la revolucin electrnica, como "proceso ininterrumpido de creacin de
expresin espiritual" (G. Humboldt)
La bsqueda de la verdad depende del uso lingstico condicional, de la reflexin
y cognoscibilidad del sujeto y predicado. De eso se nutre el discurso crtico y la claridad
entre pregunta y respuesta. La claridad del lenguaje hace que el pensamiento est ms
abierto a la valoracin relativizadora. Esto no es bueno para los poderosos. As que hay
que eliminar las frases en condicional, suprimir el subjuntivo, el predicado se escurre en
una substantivacin y aparece en lugar del sujeto: no debe averiguarse quin acta. Los
sujetos responsables desaparecen en las instituciones que representan. Pero lo que
manifiestan es un uso lingstico absoluto : a partir de cierto nivel ya no se opina sino
que se afirma y declara, igual que la oferta se convierte en ley de la "economa" en el
lenguaje publicitario, y adems, con apariencia de objetividad.
Por otro lado, la precisin informativa est ntimamente relacionada con su
fiabilidad y con el reflejo objetivamente verdadero de los hechos y de su entorno.
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Surgen as, sobre todo cuando se trata de informacin escrita, problemas de equilibrio
entre concisin del lenguaje, exposicin lgica y densidad de informacin. Es decir, se
pide que las informaciones no sean contradictorias y que el texto o espacio dedicado al
tratamiento de una informacin sea proporcionado a la importancia de sta.
Desde la "brevedad lacnica" que vincula la orden con la economa de seales, la
expulsin del pensamiento fuera del lenguaje le ha venido siempre bien a los
gobernantes. Todos los imperios llegan hasta donde lo hacen sus medios de
comunicacin. En la era en que las redes electrnicas cubren toda la superficie de la
tierra, el poder de los explotadores de los medios aumenta de modo correspondiente.
8. Perspectivas
Todo el mundo sabe que las comunicaciones breves y fugaces deben percibirse
rpidamente, pero que slo se pueden reconocer paulatinamente pidiendo ms
informacin y haciendo preguntas. El pblico al que le est permitido or y ver pero que
no puede leer ve limitada su emancipacin. Lo que se tiene en negro sobre blanco y se
puede llevar tranquilamente a casa slo es el principio de la comunicacin. Proclamar lo
ledo, publicarlo, es el segundo paso, sin el que el primero carece de sentido. Es la
palabra la que hace vivir las letras muertas. La emancipacin no se demuestra apretando
un botn de la radio o la televisin, ni cambiando de canal cada dos por tres, sino nica
y exclusivamente tomando la palabra y pronunciando el mundo como es (P. Freire).
El reduccionismo actual del discurso periodstico conduce a la despolitizacin de
la sociedad, efectuada a travs del reclamo consumista, lo que equivale a la debilitacin
del estado. Este se reduce entonces a acciones simblicas.
Este mecanismo apunta a un orden econmico que ya no pretende satisfacer
necesidades, sino crearlas. Los mensajes de los medios de masas, acoplados a la
industria de la sugestin del reclamo comercial, despiertan en los receptores falsas
expectativas. Deben buscar la salvacin donde no puede estar: en el consumo de los
milagrosos mundos de los medios. Como afirma Pross, tal vez la explotacin de la
tierra, de los tesoros de la naturaleza, haya llegado tan lejos que la industria tenga que
recurrir ahora a la explotacin del alma de los hombres y mujeres. Los esfuerzos se
dirigen ahora no tanto a explotar de la fuerza de trabajo como a estimularla fisiolgica y
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psicolgicamente para crear las necesidades que hacen girar esta rueda de la
denominada "sociedad libre de mercado, o sea, del capitalismo.
Cierto, el pblico slo puede alcanzarse a travs de los medios. La "sociedad
global" carece de actitud, como tampoco es seguro que los "medios" o "la prensa" estn
en condiciones de adoptar una postura. En la actualidad, como el pblico debe aceptar
los nuevos medios electrnicos a fin de sufragar el gasto enorme de los inventores y
propietarios, apelar a los legisladores es tan ftil como apelar a la responsabilidad de
periodistas y editores.
Habra que partir, ms bien, desde abajo. Se podra intentar:
Crear pblico con medios alternativos que no funcionen con criterios
comerciales, y denunciar los intereses de la industria medial.
Realizar un trabajo de ilustracin en las escuelas, establecer el estudio de
los medios como asignatura.
Fomentar la competencia comunicativa. No basta con ser un receptor
"crtico". Hay que ser consciente del papel que uno juega en el proceso de
la comunicacin de masas y de las posibilidades que tiene para articular,
expresar y satisfacer las mltiples y variadas necesidades.
La reflexin sobre el futuro del periodismo no debe olvidar su origen ni sus
caractersticas profesionales: los periodistas investigan, producen y publican bajo las
condiciones materiales existentes. Las nuevas tecnologas aumentan la fascinacin por
lo ldico cuando se dominan las viejas artes de la investigacin, la formulacin y la
publicacin. Uno no se las puede arreglar sin alfabeto, sin el dominio de la
configuracin artesanal y sin la fantasa propia.
Descubrir las contradicciones, analizarlas y comentarlas sigue siendo el gran
cometido. La receta consiste en mantener la debida distancia ante los temas y el
compromiso con el pblico, esto es, con el pueblo.
Si la capacidad diferenciadora de los grandes medios y de la comunicacin
institucional, acadmica, no puede o no quiere plantearse preguntas en el sentido
ilustrador aqu expuesto, la inteligencia humana tiene que utilizar otros medios para
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hacerlas. La magnitud decisiva es siempre la sociedad polifactica de la poblacin, el
mundo multicolor de los movimientos populares, de los lectores y no lectores, negros y
rojos, hombres y mujeres, etc.
Si la comunicacin organizada de los grandes medios peridicos y de las
instituciones no indagan los conflictos ni se los cuestionan, stos estallarn de una
manera o de otra. Los medios de comunicacin son tiles mientras verbalicen los
conflictos latentes antes de que empiecen a volar las piedras y la fuerza bruta desplace a
la dialctica de pregunta y respuesta.
Plantear ahora preguntas incmodas, provocadoras, significa hallar las respuestas
de maana. Omitirlas equivale a no cumplir debidamente la profesin de comunicador o
de formador de comunicadores.
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Vicente Romano
Bibliografa
Freire, Paulo:
Pedagoga del oprimido, Pedagoga de la libertad, Comunicacin o extensin?,
Pedagoia da autonoma, etc., en sus numerosas ediciones.
Klenk, Dominik:
"Gegenwartsverlust" in der Kommunikationsgesellschaft , Mnster 1998
Marcuse: Herbert:
El hombre un idimensional, Barcelona 1968.
Marx, Karl:
La ideologa alemana, Montevideo 1959, La Habana 1966.
Pross, Harry:
La violencia de los smbolos sociales, Barcelona 1983
Pross, Harry y Romano, Vicente:
Atrapados en la red meditica. Orientacin en la diversidad, Hondarribia 1999.
Rauter, Ernst. A.:
Wie eine Meinung in einem Kopf ensteht, Munich 1971.
Romano, Vicente:
Introduccin al periodismo. Informacin y conciencia, Barcelona 1984.
La formacin de la mentalidad sumisa, 2a. edicin Madrid 1998.
El tiempo y el espacio en la comunicacin. La razn pervertida,
Madrid 1998.
Ecologa de la comunicacin, Hondarribia (Guipzcoa) 2004.
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Vicente Romano
Captulo II
La informacin
1. Concepto
En los vestbulos de las grandes estaciones, en los aeropuertos, en las
plazas y centros urbanos, es fcil encontrar la palabra informacin o el icono i.
Colocada en letras bien visibles seala el mostrador o la oficina donde se puede
averiguar toda clase de cosas que en ese momento tienen importancia prctica:
horarios de trenes y autobuses, direcciones y planos urbanos, hoteles, programas
de actividades culturales, etc.
Cuando se enciende el televisor o la radio, se abre una pgina del
peridico, omos o leemos las noticias sobre los ltimos acontecimientos
nacionales e internacionales. Como no los hemos vivido personalmente, hay que
creerse, de momento, lo que cuentan. Casi siempre estas noticias van
acompaadas de un comentario, una valoracin, esto es, una opinin. Todo esto
se denomina igualmente informacin. Por eso se dice que el cometido de los
periodistas es informar.
Cuando una autoridad poltica nacional llega a un pueblo, firma en el libro
de visitas ilustres del Ayuntamiento, es saludada por las autoridades locales, por
representantes de los gremios, inaugura la ltima obra pblica, etc. Esa
autoridad dice que quiere conocer la situacin econmica del lugar, dnde le
aprieta el zapato a la gente y cosas por el estilo. En estos casos se dice tambin
que esa autoridad se informa, es decir, se pone al corriente de las cuestiones
prcticas que pueden ser significativas para el desempeo de su funcin pblica.
Lo mismo podra decirse de la informacin policial, judicial, bancaria, etc.
En estos casos el vocablo informacin tiene un significado corriente,
actual, para quien lo oye. Informacin es, pues, una comunicacin actual y
prctica sobre cosas cuyo conocimiento es relevante, til.
Pero hoy da se difunde otro concepto de informacin. Desde hace unos
decenios tambin hablan de informacin fsicos, fisilogos, matemticos y
tcnicos. Aunque la persona no iniciada carece de una idea clara de su
significado. Slo sabe que tiene algo que ver con la transmisin de noticias en
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sentido tcnico, con el telfono, la radiodifusin o, recientemente, con el mundo
de los ordenadores personales.
Pero este concepto de informacin se deriva del significado corriente. Slo
que a los cientficos y tcnicos les gusta definir arbitrariamente palabras para su
uso especfico. Parece como si el trmino fuese producto de esta poca marcada
por la tcnica y el negocio lucrativo.
Ahora bien, si consultamos un diccionario de latn clsico, nos llevaremos
una gran sorpresa. Los antiguos romanos conocan bien el sustantivo informatio.
Derivado del verbo informare, la palabra se compone de in y forma, y significa
formar, dar forma a algo. As que informacin significa ni ms ni menos que
formacin, configuracin.
Este es su sentido literal. En sentido figurado significa educacin, esto es,
formacin como proceso de enseanza, de explicacin y aclaracin, y como
resultado (formacin adquirida).
Este es el sentido cotidiano ms frecuente de informacin si tenemos en
cuenta que comunicado y noticia tienen un significado prximo a exposicin,
explicacin.
Informacin significa as, para sorpresa nuestra, algo como educacin,
trmino que solemos colocar en el otro extremo de la escala de valores.
El significado clsico de informatio como formacin, configuracin, se
mantuvo en la filosofa medieval, en la escolstica, como terminus tecnicus:
proveer de una forma a la materia. Este significado desapareci junto con la
escolstica.
El significado de formacin mediante instruccin se destac en el
humanismo y el Renacimiento. Informador era el maestro. Una nocin que se
mantuvo hasta el siglo XIX.
Lo que ha quedado hasta hoy es el significado de informacin como
exposicin, comunicado, noticia. Y as ha permanecido para todos hasta que la
tcnica de la informacin ha redefinido el trmino. Lo ms interesante y
enigmtico de este proceso, afirma Helmut Seiffert, es que en los dos ltimos
siglos se ha perdido el significado pedaggico de la trmino .22 Evolucin
parecida ha sufrido, por cierto, el trmino instruccin.
22 Cf. Seiffert, Helmut: Information ber die Information, Munich 1971.
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Pero con la aplicacin del termino informacin a estados de cosas
meramente tcnicos por C. E. Shanon y N. Wiener en 1948 han surgido nuevos
problemas. Con su Teora matemtica de la informacin se abordan cosas que
transcienden el mbito de la transmisin tcnica de noticias. De ah la necesidad
de repensar de nuevo el concepto de informacin.
2. Necesidad de la informacin
De acuerdo con la biologa evolucionista, los seres vivos se definen por la
capacidad de accin y experiencia. La informacin y la comunicacin es un
nuevo tipo de experiencia. No se puede transmitir informacin ms que a los
individuos del mismo nivel. El animal es el primero que toma noticia de otro
animal del mismo medio. La informacin presupone el conocimiento del otro.
En los animales, la informacin es espordica, circunstancial. En los seres
humanos, la informacin y la comunicacin son esenciales. El ser humano lo es
comunicando. S, la ciencia de la comunicacin es la ciencia de la naturaleza
humana. No somos humanos ms que cuando comunicamos nuestra experiencia
a otros. El ser humano se realiza en experiencia comunicable.
Como se sabe, el ser evoluciona con el medio. La sociedad es el medio
para el hombre. Estudiando el medio se entienden perfectamente el ser.
Para entender el medio humano, la sociedad, se necesitan informaciones.
Las informaciones a que estamos expuestos devienen juicios y opiniones en
nuestras cabezas. Estos forman parte del mecanismo que gobierna nuestras
acciones. Para hacer cosas se necesitan herramientas. La herramienta con que se
hacen las personas es la informacin.
Slo puede entender la esencia de la informacin quien investigue sus
efectos en la vida de los seres humanos. No existe herramienta sin finalidad. Las
informaciones que se utilizan para hacer personas se rigen por la clase de
personas que se quieren hacer.
Lo que sabemos de las condiciones en que actuamos no lo decidimos
nosotros. Depende de las informaciones que recibimos. Nuestra influencia sobre
ellas es limitada. Determinadas informaciones son propiedad privada, y sus
propietarios las utilizan en funcin de sus intereses.
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3. Limitaciones
Toda informacin se produce , distribuye y consume en un lugar, en un
tiempo y en un grupo determinados. Est sometida, pues, a intereses concretos,
del latn inter.-esse, estar entre. Estas circunstancias de lugar, tiempo y grupo
determinan la direccin de la percepcin, el inters perceptivo.
Inters perceptivo e inters informativo no siempre coinciden. Siempre
estamos interesados, pero no con intereses perceptivos constantes.
La relacin del ser humano con la informacin tiene sus problemas y sus
limitaciones. No siempre quiere ni est en condiciones de ser informado. Entre
otros, pueden darse estos casos:
1) alguien quiere dar o recibir una informacin, pero no puede;
2) alguien podra ofrecer y comprender (aprehender) cierta informacin,
pero no quiere;
3) alguien puede y no quiere difundir una informacin o no tomar nota de
ella.
De la modificacin de la informacin por los intereses se ocupa la
sociologa del conocimiento. Esta entiende que no puede haber informacin pura
en el espacio social, que todo proceso informativo se ve afectado necesariamente
por intereses socioculturales, polticos y econmicos.
El concepto de inters informativo se asemeja, pues, al de ideologa. De
ah que, en lugar de sociologa del saber, se hable tambin de crtica de la
ideologa.
Ahora bien, por ideologa se entiende la falsa representacin y
presentacin de algo. Y, por regla general, en el sentido de que, quien as acta,
obtiene ventajas sociales, polticas o econmicas.
Falsa representacin significa que su portador o exponente tiene una
falsa conciencia del contexto, esto es, cree estar en lo cierto, tener razn, porque
no conoce nada mejor.
Falsa presentacin significa que su exponente no cree en su propia
ideologa, pero acta as ante los dems por su propio inters, es decir, miente.
Si una informacin es correcta o no depende de si es acorde con nuestro
inters. La luz que aclara todos nuestros problemas es nuestro inters. Si
ignoramos lo que nos interesa, no entenderemos las relaciones humanas ms
sencillas. Uno no puede conocer sus intereses si desconoce sus posibilidades de
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realizarlos. As, el explotado conocer sus posibilidades de emancipacin
mediante informaciones que concuerden con sus intereses.
La circunstancia de que todos nuestros intereses estn vinculados a
procesos econmicos hace que toda transmisin de informaciones econmicas se
convierta en un acontecimiento importante. En la sociedad capitalista, de libre
explotacin de los muchos por los pocos, los productores de todos los bienes y
servicios no controlan la produccin. Por eso permanecen ocultos sus intereses.
Los miembros de una tribu primitiva reconocen sus intereses con ms facilidad
que nosotros. Cuanto ms largos y complejos los rodeos que deben dar los
trabajadores y empleados para satisfacer sus necesidades, tanto ms tardan en
reconocer si su trabajo tiene consecuencias contrarias a sus intereses.
En la sociedad libre de mercado, eufemismo utilizado para embellecer la
barbarie del capitalismo, se produce informacin de acuerdo con los intereses
del capital. Es un producto mercantil ms que se rige por los criterios del valor
de cambio, esto es, por el beneficio privado. Y no por criterios del valor de uso,
del beneficio social, pblico, de mayor calidad de vida para todos. Los medios
orientados por el mercado son enemigos de la vida pblica. En contraste con los
guiados por el criterio de servicio pblico, los medios mercantilistas reducen el
mbito de lo que se puede decir pblicamente. La evolucin del capitalismo
reduce tambin el nmero de empresas que controlan la produccin y
circulacin de in formacin y cultura.
Se dan, pues, intereses contrapuestos entre los productores de
comunicacin, los dueos de los medios, y los consumidores, los usuarios. Los
intereses particulares de los propietarios se presentan como generales. De ah el
recurso a la persuasin
Esto conlleva la presentacin unilateral, descontextualizada, de los
acontecimientos y contingencias. Esta circunstancia impide que las personas
penetren la esencia de los fenmenos. Una cosa es por las dems, deca ya
Hegel.
El inters de los consumidores, en cambio, radica en determinar cmo se
emplean los resultados de su trabajo. En ltima instancia, su inters estriba en
crear condiciones ms democrticas.
Los diferentes tipos de control ejercido sobre los medios de
comunicacin, y, sobre todo, las dificultades con que tropieza el intercambio
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personal, la comunicacin primaria, condenan al individuo a ser receptor pasivo
de informaciones, mero recipiente.
Si se entiende la informacin como comunicacin reductora del
desconocimiento resulta que las medidas polticas son procesos informativos
porque manipulan comunicaciones a fin de aumentar o reducir el conocimiento.
As, suponiendo el acceso a los medios, pueden darse, al menos, cinco polticas
de informacin:
Se difunde informacin para aumentar el conocimiento.
Se retiene informacin para mantener la ignorancia.
Se distribuye para reprimir otras informaciones.
Se canaliza informacin para la identificacin de un grupo determinado
con su emisor.
Se desplaza informacin por comunicaciones que no eliminan la
ignorancia porque no pueden reducirse a o no concuerdan con las experiencias,
capacidades y posibilidades de los receptores.23
Se proclama, en cambio, que el papel de los medios en democracia
estriba en vigilar, separarse del poder, del gobierno, y ofrecer perspectivas
mltiples de sus acciones, de la actuacin de los polticos, etc.
El artculo 20 de la Constitucin espaola proclama solemnemente que
todos los espaoles tienen derecho a informar y a ser provistos de una
informacin veraz. Pero, de qu sirve esta declaracin si se carece de acceso a
los conocimientos o se reciben informaciones sesgadas? La libertad se reduce,
por tanto, a la libertad de acceso.
4. Comunicacin y conocimiento
En su informe sobre la situacin mundial de la comunicacin, la
UNESCO defina la informacin como la accin de:
Acopiar, almacenar, someter a tratamiento y difundir las noticias,
datos, opiniones, comentarios y mensajes necesarios para entender de un modo
inteligente las situaciones individuales, colectivas, nacionales e internacionales
y para estar en condiciones de tomar las medidas pertinentes.24
23 Cf. Pross, Harry: La violencia de los smbolos sociales, Barcelona 1983, 2 ed. 1989., p. 136.24 Cf. MacBride, S. y otros: Un solo mundo, voces mltiples, Mxico 1980, p. 37.
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La gnesis, la existencia y el efecto de la informacin estn ntimamente
unidos a la actividad social, creadora, de los seres humanos. Los procesos
sociales de adquisicin y transmisin de conocimientos constituyen, en la praxis
social humana, dos aspectos diferentes de un mismo proceso: la regulacin de
la transformacin del entorno natural y social conforme a determinados
objetivos y finalidades.
En trminos generales, la informacin se refiere a conocimiento necesitado
para su usuario y, por lo tanto, mvil, circulante. La informacin supone, pues,
una ampliacin de la conciencia. Puede afirmarse as que el grado de conciencia
y el conocimiento de la realidad entorno estn inseparablemente unidos. De ah
que todo ser humano aspire a un nivel cada vez mayor de comprensin de la
realidad, de su dominio y, en ltima instancia, de libertad. Pues, como afirma el
malogrado bilogo espaol Faustino Cordn, la nica manera