el tejido como escritura y el orden femenino

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  • 7/24/2019 El Tejido Como Escritura y El Orden Femenino

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    El TEJIDO COMO ESCRITURAY EL ORDEN FEMENINO

    Marta Lpez Castao

    Consejera Presidencial

    para los Derechos Humanos

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    Tal como lo comprendi Horneroen la Odisea1, Penlope teje y d esteje,haciendo uso del tiempo para con-cebir la salida frente al acoso que letienden los pretendientes. Penlopeal modo de las tejedoras, sabe delpoder que el tejido propone a lasmanos femeninas, toda vez que esaotra piel que es el tejido, se incertaen el misterio de las horas. El regre-

    so de Odiseo a Itaca es ya una mara-a de incertidumbre, y la esposamodela el trofeo de su cuerpo porva del sacrificio como conviene a laopcin admitida, para conjurar elcaos que se cierne sobre la tierrahurfana del legislador ausente, elpadre aventurero. La mujer, fiel a laespera de su amor sin fronteras urdeel ingenio que brota de sus ded os, elsendero entre los hilos desarma yopciona la va que borda el infinito.Podramos hablar del poder pa-triarcal de la sentencia, podramossealar el rigor de una ley sin histo-ria que hace de la sujecin femeninaun lugar del infortunio, pero lo queaqu veremos -la propuesta a desa-rrollar- es mas bien, la ingeniosaforma, esa magia paciente dePenlope que urde como ardid en-tre sus manos, el misterio que forjadel devenir: Penlope es la tejedoraque diariamente pospone el objeto,su no proyecto, dad a la perseveran-cia de su empresa evita as el trmi-no, la conclusin que cierra el suce-so de la espera. La obra evocada enel propsito mantiene abierto el rit-mo insondable del tiempo, ese vol-

    ENCICLOPEDIA DE LABORES DE SEORA

    ver propicio de los ciclos, la figurarepetida de la eternidad que el teji-do vindica, que propone el juego.

    Gilbert Durand nos dice :

    "Los instrumentos y productos deltejido y del hilado son universal-mente simblicos del devenir. Hay,por otra parte, una constante conta-minacin entre el tema de la hilan-dera y de la tejedora, al repercutirpor otra parte en los smbolos delvestido, del velo. Tanto en la mito-loga japonesa o mexicana como enel Upanishad o en el folkore escan-dinavo, se encuentra este personajeambiguo, a la vez atadora y dueade los lazos. Przyluski hace derivarel nombre la Moira. tropos delradical altro, emparentado de cercacon Atar, nombre asitico de la grandiosa. El huso y la rueca con loscuales las hilanderas hilan el desti-

    no se vuelve atributo delas grandes diosas espe-cialmente de las teo-gonias lunares. Seranesas diosas selnicas lasque hubieran inventado laprofesin del tejedor y sonfamosas en el arte deltejido"2.

    De hecho, la relacin con laluna que rige el ciclofemenino y las mareas esrelevante cuando se des-entraa el proceso variable

    que circunscribe el orden de loscambios, o el crculo del tiempoque evoca el retorno, la muerte y elrenacimiento. Antes del calendariosolar estaba el ciclo femenino, elcultivo y la fertilidad de la tierraregido por la luna: "el celeste

    tesoro de la rueda" que beba elastro3. Doble encarnacin de vida ydestrucin la Itshar babilnica en-carnaba las fases de la vida. LasMoiras que hilan el destino poseenesa duplicidad del carcter lunarexpreso en el movimiento circularde la rueca que gira. El girar conti-nuo del huso est engendrado porese movimiento alternativo y rtm i-co producido por el arco o el pedaldel torno.

    Tejer implica abrir desde el centro,la onda en espiral cuya metforagalctica remeda el ciclo de los as-tros. El destino es all evocado, des-tino se deriva del indoeuropeo ven

    1Ver el pasaje de Hornero enLa Odisea IV, traduccin de Luis Segal y Estatella , cuando Penlope espera tejiendo -destejiendo en regreso de su esposoOdiseo a Itaca-.2Durand, Gilbert.Las estructuras simblicas del imaginario. Editorial Taurus, Madrid, I982, pg 306.3Ver al respecto el texto G.S. KrK,El mito. Barcelona, Paidos studio, 1970, pg 170 y ss.

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    que quiere decir girar e involucra elsuceder aludido. Porque el podercsmico inapelable es un hilo quese hace y deshace.

    El tejido est adems asociado alhecho tranquilizador que el hilodispone, ese lazo que encontramosen medio del abismo y que ata oretiene la cada, es dirase un sm-bolo de continuidad, un dispositi-vo de salida al modo del laberintogriego que propone Ariadna anteTeseo4, es un ritmo productivo quese opone al desgarramiento como ala ruptura y que repara o rene dospartes separadas. El mundo diurno

    y nocturno se reencuentran en eltejido como apartes de un hito con-venido donde la continuidad estimplicada, slo hay una aparenteseparacin entre la vida y la muer-te, entre la noche y el da entre elmundo de la conciencia y el ordenignorado de los sueos, o el trazoimaginado entre los sexos que elYin y el Yan suscriben, cuando seengendran recprocamente; todasestas recurrencias simblicas incon-testables subtienden el nudo de loslazos que emulan el destino.El simbolismo textil gira en torno algran misterio del tiempo, el pndu-lo de la diferencia y la repeticinson dase la grafa escondida deltejido, como desde la entraa de lamola, el color interior se exteriorizasobre la pizarra de un fondo sem-brado de signos, las figuras: chu-chumor, la mariposa; la kurkurmor

    que pinta el calabazo,

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    estn hechascon la materia del tiempo que pal-pita en el frescor del arte cuna, ofi-cio femenino fundamental que bro-

    ta del contacto y mantiene toda suvitalidad hasta ahora.

    La comparacin entre el tejido y laescritura es un asunto dado en los

    anlisis. Escritura viene de la pala-bra griega "graphein" o de la latina"scribere", que corresponde msbien, a la idea de grabar o tallar, elburil sobre la piedra, sobre el metalo la arcilla, era ya un trabajodispendioso y requiera la destre-za, la tarea de llenar uno a uno elespacio en blanco, la accin de tapar,de recubrir, es un proceder pacien-te ante el vaco. Con estas caracte-rsticas, slo puede haber una com-

    paracin o un smil con el tejido. Setrata entonces, de construirse otrapiel, un velamen de sentido frenteal fro o la desnudez, cuya referen-cia aterradora nombra lo insonda-ble. La escritura al igual que el teji-do, circunscriben el dato del con-tacto, la primera categora del calorque provee una instancia de seguri-dad, que nombra una primera ra-zn de confianza proporcionandoabrigo.

    Antes de hablar nos dice Derrida:"Los hombres se inscriban el cuer-po en plena carne"6; el tatuaje es la

    TEJER IMPLICA ABRIRDESDE EL CENTRO, LA

    ONDA EN ESPIRAL

    CUYA METFORA

    GALCTICA REMEDAEL CICLO DELOS ASTROS.

    primera otra piel, el bordado inicialde significacin que provee un re-conocimiento, que da razn de unlugar de identidad, un s mismoprevio a la constitucin de un yo

    devenido y la idea de lo real que linstaura. Se trata aqu de una formaexpresiva anterior a la palabra, don-de el paisaje habitado hecho con elrojo de la sangre se porta expresocomo talismn en el cuerpo, el pro-verbio mgico que asegura un con-venio al desenlace o preserva em-pero la carne de una posible funestaalusin. Como en los indios Bororoen el Brasil o las mujeres Cunas enColombia y Panam, el rostro he-

    rldico, pintado en trasversal, re-present la primera investidura dela piel, donde el sentido proyectalas lneas de una grafa que permiteleer los visos de su ms clara defini-cin. Podramos decir, haciendo unaconversin, que "el tejido es la pieldel alma".

    Despus dirase vino el lenguaje, ycomo lo anota Leroi-Gourhan: "Ellenguaje ms antiguo tena una fun-cin sagrada, las primeras unida-des significativas habladas estabanproferidas por un recitante que almismo tiempo designaba con ungesto las figuras pintadas corres-pondientes a la ocasin de las pro-cesiones solemnes que celebraba latribu en templos y cavernas "7.

    Es este lenguaje gestual una segun-da forma expresiva en relacin con

    la escritura que le precede, donde lapalabra se profiere en presencia dela cosa designada no en ausencia deella, all la cosa no es una cosa sinoun smbolo. Ms tarde todas/os

    4 Ver Ovidio Nason, Metamorfosis, 8174 y siguientes, donde se narra la aventura de Teseo enfrentado al minotauro, Ariadna le facilita el hilo que

    conduce la salida del laberinto.

    5 Nombres de las figuras tejidas en las molas. Ver Friedemann de, Nina S y Arocha, Jaime. Herederos delJaguaryla anaconda,. Bogot, Carlos

    Valencia Editores, I982, pg, 275.

    6 Derrida, Jaques. De la gramatologa, Buenos Aires Siglo XXI, 1971.

    7 Leroi-Gourham. Le geste et la parole. Vol II. Pars, Albin Michel, I965, pg II7.

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    sabemos, los signos reemplazan alos smbolos y se produce as, todala arbitrariedad disyuntiva del len-guaje que conocemos. Se lleva acabo el reemplazo efectivo de lacosa por la palabra,y es ella final-mente, quien se encarga de suplir la

    ausencia con una producin de loreal que desde entonces no ha para-do de adecuar su mirada sobre elmundo, dando a ver la verdad dellenguaje o ese trasfondo de presen-cia que dispone de la costatacin delo visible sobre lo invisible y detodo aquello nocturno que desco-nocemos.

    La categora del contacto, est pre-sente tanto en la escritura como en

    el tejido y corresponde a una esferade los sentidos donde el tacto ex-presa, toda la conversin primerade la forma frente a la alteridad.Esta primera piel que arde como elalma, est hecha con smbolos en elprimer caso; del trazado de la ur-dimbre y la trama de los hilos en elundo; pero ambos consolidan unprimer momento expresivo cuyoefecto an no conocido, devuel ve lapregunta del comienzo humano enel origen y apunta a la explicacinprimera de su definicin. Este len-guaje sin palabras, o apenasinsinundose como preludio de al-ternativas comunicativas posibles,es una fuente afectiva previa a laconstitucin de un yo, previo elintervalo que convalida la palabray la idea o las funde en una mismalocomocin, porque la coper-tencencia al cosmos hace de lo hu-

    mano un diferido, una pieza con-juntiva al Todo y a su incersin. Asel arte de tejer, es el lenguajeoculto de los sentidos hecho de si-lencio. Porque la materia de la es-critura y del tejido es la mismamateria del silencio que refiere lo

    LA CATEGORA DELCONTACTO, EST PRE-SENTE TANTO EN LAESCRITURA COMO

    EN EL TEJIDO Y

    CORRESPONDE AUNA ESFERA DE LOSSENTIDOS DONDE EL

    TACTO EXPRESA, TODA LACONVERSIN PRIMERA DE

    LA FORMA FRENTE A LAALTERIDAD.

    abismal de la vida: "ella siempre

    calla y espera".

    Partiendo entonces del silencio,tomo materia expresiva de las dos,podramos decir que entre palabray palabra ese mismo silencio pro-vee de sentido al texto escrito o lohace sin duda legible y significati-vo; al igual que en el tejido, el revsconfigura un negativo donde per-manecen vivos los puntos del en-vs, el silencio evoca la transparecia

    del ensueo antes de toda consoli-

    dacin. Los agujeros del tejido pre-ceden, marcan la afinacin .

    Como dira un proverbio Berber"Si lo que tienes que decir no es msbello que el silencio cllate pues",de ah entonces el lgubre caminar

    del desierto sin palabras que hace elmapa del tiempo, de ah esa ob-secada filigrana de los tapices queidentifica los pueblos del Mahgreby que de alguna forma en ellos, hamoldeado el sin fin del desiertocomo apuesta muda del peregrinajenmada. Porque es este espacioabierto el que hermana el ciclo, eltejer del nmada se territorializaextendindose como una alfombrao un mapa certero, la gua al cami-

    nante, su pie borrado en la arena,las huellas escritrales previas.Cuando la naturaleza excede a laimpresin, como en las selvas y lasbastas llanuras, cuando el ro es elmar y el alma un grito, quedan lasformas bellas del tejido que registrasu tenor y afinan el sentimiento.

    El tejido est compuesto de hilos, esdecir originariamente de fibras ve-getales, el papel de la escriturahomlogo de esa misma constitu-cin, tiene sus fuentes ms remotasen el papiro. Al igual que los ind-genas descubrieron en la forma ve-getal de la liana matapalo, la telavirgen para vestirse, (a Waxninse le atribuye el descubrimientoentre los Sikuani de los llanos co-lombianos)8, los Egipcios a su vez,comercializaron el papiro, los in-dios escriban en las hojas de pal-

    mera, y los romanos, en un princi-pio sobre tejido librico (capa vege-tal intermedia entre la corteza y lamadera, lber, de donde procede elnombre de libro), la fibra natural esal rgano, lo que el tejido al cuerpode los smbolos. El relato mtico, la

    8Ver el relato:"Waxanin y la tela de vestir", de la compilacin de Francisco Queixalos. del libro Entre cantos y llantos.Bogot, Publicaciones de etnollano, 1991, Pg. 105

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    escritura, su proceso narrado esel mecanismo mediante el cual seconjura el tiempo, la contencin

    ante el tiempo que huye y esaesperanza que devuelve laconfianza en la realizacin delmismo. De ah que sea el mitoegipcio el ms adecuado paraexpresar la dimensin de susignificado: el origen de laescritura nos dice Derrida, aludea la doble nocin de Pharmacon:el mito de Theut, un nobleegipcio que pasa por ser elinventor de la escritura.

    "Theut, muestra su invento al reyThamus como aquello que conse-guir hacer a los egipcios ms sa-bios y ms venerables. Permitirque los hombres se rememoran a smismos, dice Platn literalmenteen el Fedro: la respuesta de Thamusno se deja esperar y le replica aTheut que no siempre el inventorde un gran invento est a la alturade saber si este invento ser benefi-

    cioso o perjudicial para los hom-bres. Los inventores estn para in-ventar y los gobernantes paradosificar los inventos. Entonces elgobernante dice que no est muyclaro si esto ser beneficioso para loshombres "porque lo que tu hasinventado es literalmente unFarmacn, en el sentido dobleque tiene el trmino como venenoy medicina"9

    De hecho la alusin a la memoria,ese "rememorarse a s mismos"como tema que el pa rgrafo dePlatn alude, es una deuda, unlegado de la experiencia vivida,refiere directa- mente el tiempo,esa "doble cabeza de condenaciny salvacin" de la que hablabaProusto aquellos trmi nos deOscar Wilde tan lapidarios:

    "Experiencia es el nombre con elque la gente designa sus errores"10

    Porque la memoria es suceptible deconstituir una doble alternativa deltiempo, aquel itinerario donde cabeel resentimiento, donde media elpasado hipotecndonos con la im-posible supresin del dolor; y eseotro recordar sobre nosotros mis-mos que propone la recreacin dela vida, del principio que la nutre:ese saber que "slo hay una serie depresentes sucesivos, un camino per-

    petuamente destruido y continua-do, por donde avanzamos todos" yque tanto la escritura como el teji-do, proponen toda vez que son in-terminables y por que no intercam-biables: Penlope y Schahrasadcmplices de un mismo devenirfrente al drama del recomienzo. Es-cribir y tejer recuperan esa memo-ria de los siglos que dota nuestroser de un s misma/o, una clase derelacin sin precedentes con la di-

    solucin y la muerte desde la cualsalimos afirmando el hecho de vi-

    VOLVER A LOSORGENES DEL TEJIDOES ENCONTRARSE DE

    NUEVO CON LO

    FEMENINO, CONLA MATERIA YLAS TEXTURAS, ES

    PODER DESDE AQU,CONTROVERTIR

    AFREUD,

    vir de suyo, es quizs el punto msdiafano de unin con eso que se hallamado la "experiencia interior"

    como un lmite, y que recuerda lim-piamente a Bataille:

    "Es preciso vivir la experiencia, noes accesible fcilmente e incluso,considerada desde fuera por la in-teligencia, sera preciso ver en ellaun conjunto de operaciones distin-tas, unas intelectuales, otras estti-cas, otras finalmente morales y sehara preciso retomar de nuevo todoel problema. Slo desde dentro, vi-

    vida hasta el trance, aparece unien-do lo que el pensamiento discursivodebe separar"11

    La experiencia es ese llegar al lmitede lo posible; mediante la escritura,ese lmite se pone a prueba, se evi-dencia: narrar es deanvular por lashuellas de la memoria que borrannuestra identidad y la rehacen. Esdirase, la forma como accedemos aotro modo de comprendernos y de

    sentirnos como consecuencia de unasomarnos a la ventana del tiempo.

    Volver a los orgenes del tejidoes encontrarse de nuevo con lofemenino, con la materia y lastexturas, es poder desde aqu,controvertir a Freud, la idea deque la mujer invent el tejidopara cubrir sus genitales, la ca-rencia tan trada por una teoraque en nada consulta la mujer

    como portadora del cuerpo da-dor de la vida. O aquella queentiende el phalo como elsignificante (lacan) "de la faltaque organiza el deseo". Y lavida esta dada en ese periploprximo al devenir como ac-cin del recomienzo, el lugarde la experiencia incomu-

    9 Derrida, Jaques.La diseminacin.Madrid, Ed. Fundamentos, 1975, pg 140 y ss.10 Citado por Fitzgerald Scott.A este lado del paraso. Madrid, Alianza Editorial, 1971

    11 Bataille, George. La experiencia interior. Madrid, Taurus, I973, pg. 19.

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    nicable de los ciclos que vuelven,de las estaciones que cultivan la luzen los jardines o maduran el frutode la tierra, pero que tambin dejansentir con el rigor del invierno laespera que restablece el acontecer ohace resurgir la vida como adveni-miento.

    La mujer invent el tejido para co-municar el sentido ms profundode su relacin con el cosmos, unamanera de emular la piel de esaidentidad difusa que le constituye,de nombrar la imposibilidad deconstreir en el permetro del cuer-po, ese s misma por donde transitala memoria de los periodos lunares.O por donde de cara al cambio y latransformacin nos replanteamos.De ah el pasaje reiterado de lasagujas en el doble sentido del tejidoy la cronometra que marcan lashoras de los relojes diluidos -el esti-lo de Dal- tantas veces evocados

    por la literatura. Quizs ah radi-que la asociacin milenaria del enig-ma que se le atribuye como natura-leza de las cosas inaprensibles, dehecho es la misma conexin entre lofemenino y el tiempo lo que ahondala dificultad del pensamiento o loinvalida.

    Otro parece ser el pasar de la di-mensin germinativa, de la gesta-cin en el vientre de la madre, eltranscurrir que implica la forma-cin y el cuidado infantil que defineel alma humana propone otra muydistinta concepcin del tiempocuantificable o medible y admiteas su trasposicin. Quizs deca-mos, all radique su ms clara rela-cin con la escritura. La materia deuna experiencia que desafa el con-venio de la conciencia, hermana aslo femenino y la creacin artsticaque el tejido propone y disponecomo reiteracin de lo mismo, pero

    en verdad, convierte en diferenciacada puntada. Ese hacer diversoque mantiene vivo el tejido en lahistoria humana propone la diver-sidad y la irrepetible identidad del

    diseo como condicin del estilo.

    Como dice Derrida: "Quizs es aesto a lo que Nietzsche llamaba elestilo, el simulacro, la mujer"12.

    Esa manera simulada que teje ydesteje como Penlope el tiempo, espropio de la operacin femenina,porque ella sabe que el mundo estodo apariencia y sin embargo,merece la pena vivirlo, el modo

    como afirma esta idea, est como laaraa, hecha con la entraa de suser, consabido su significado sobe-rano desde la prdida de la seguri-dad que da la verdad y el yo oproporciona el respiro ante la in-conclusa condicin del proceso sintrmino. Y sin embargo ella urde lamadeja del destino, sus manos detejedora, su pluma de escritora, supropia piel convierte en figura ycolor la locomocin de un nuevosentido, las texturas y las ternurasabren una opcin para el encuentrode hombres y mujeres deviniendoinvento de otro universo de suscuerpos, otro rgimen, otra actitudque invita a vivir, lo que merece lapena ser vivido.

    12 Derrida, Jaques. Espolones o los estilos de Nietzsche. Valencia, Pre-textos, 1981, pg. 93.