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EDUARDO MATA EL PREMIO ELlAS SOURASKY Sr. Presidente de la Repúblic.a, Sr. Secretario de Educa- ción, Sr. Rector de la UNAM, Don Elías Sourasky, señoras y señores: Con grata sorpresa he recibido la notificación de este premio donado generosamente por Don Elías Sourasky para estimu- lar la labor de artistas, intelectuales y científicos. Es relevan- te el hecho de que se le el premio a un músico, pues no estamos acostumbrados a este tipo de reconocimientos. Vivi- mos del estímulo aleatorio, circunstancial, del público que nos aplaude y sigue. Con frecuencia nos preguntamos si lo que hacemos tiene una justificación social. Un momento de goce de una sola persona del público a quien nos dirigimos basta para hacernos olvidar la inquietud que nos despierta la razón de ser de nuestro arte y ello basta para sentirnos justificados socialmente. La brega del artista de concierto o del compositor es de hecho una lucha permanente contra el medio. Creador e intérprete ofrecen un prodj.lcto que por la estructura de nuestra sociedad y sus opciones de divertimiento, muy pocos quieren consumir. La competencia (¿monopolio?) de la radio y televisión comerciales es abrumadora. Por otra parte nuestro sistema educativo continúa soslayando.la formación artística y humanística del individuo cediéndola casi exclusi- vamente a la influencia u orientación familiar. ¿Cuál es el común denominador del entretenimiento familiar?: la radio, la televisión, el cine, lleno de falsos símbolos mexicanistas, y, en el mejor de los casos, los deportes. Gradualmente la subcultura origmada en los medios de comunicación va sustituyendo a la auténtica cultura, pues la penetración de la radio y televisión es infmitamente mayor que la de ningún libro de texto o que la de cualquier otro esfuerzo que el Estado pueda hacer por la culturización masiva. Hay muchos caminos para remediar esta situación pero no debemos hacernos ilusiones. Cualquie.r intento llevaría más de una generación para producir resultados. Lo que debe preocuparnos es la falta de acción efectiva, drástica, en esa dirección. No es sólo por demanda gremial por lo que los músicos de concierto aspiramos a tanto, sino por la necesi- dad imperiosa de brindar al pueblo el acceso a una cultura digna, que complemente su educación básica y que lo lleve a estadios de madurez que se reflejarán inevitablemente en su vida cotidiana, en la política, en las relaciones humanas o en su actividad profesional, cualquiera que ésta sea. Sólo en un contexto donde los valores intelectuales tengan la jerarquía adecuada, podemos aspirar a reconocer y valorar a nUestros creadores. . La historia musical de México es brevísima. Nuestra tradición, me atrevería yo a decir, está aún en proceso de formación. Los primeros héroes de nuestra historia musical están en el pasado inmediato, algunos todavía vivos: Revuel- tas, Chávez, Ponce, Moncayo y Galindo están a una y dos generaciones de distancia respectivamente. A ellos debemos las primeras muestras de un lenguaje musical específicamente mexicano. A Chávez debemos la creación de las instituciones musicales que operan hasta la fecha: Conservatorio, Sinfónica Nacional, Bellas Artes. Pero de poco han servido los esfuer- zos y la labor señera de unos cuantos. Subsiste el desinterés de la sociedad por los valores artísticos. No logramos asimilar la idea de que éstos son parte esencial de la personalidad e idiosincrasia de un pueblo. Estamos encerrados en un círculo vicioso. Las escuelas profesionales de música cumplen a medias su función. Sin presión, ni demanda y con pocos maestros capaces, los niveles académicos se relajan; los planes de estudio son obsoletos prácticamente desde su nacimiento. El joven músi- co -aun el mejor preparado- carece de los estímulos más elementales para su desarrollo ulterior. La falta de competen- cia y el desinterés general de la sociedad van castrando sus potencialidades y empujándolo al chambismo, fm de toda aspiración artística. Los pocos músicos de nivel sobresaliente egresados de escuelas mexicanas han tenido que terminar sus estudios en el extranjero. Sintiendo los estímulos de medios culturales superiores al nuestro se desarraigan para siempre al alcanzar niveles profesionales de excelencia y al obtener_ reconocimiento artístico justo. El círculo vicioso sólo puede romperse atacándolo simul- táneamente por varios lados. Es urgente la reorganización de la enseñanza artística elemental y por supuesto la profesio- nal. Que nuestras escuelas produzcan buenos músicos, y que nuestra sociedad esté en un nivel superior para escucharlos y juzgarlos. Cuando haya reclamo, habrá calidad. Si hay cali- dad, el público demandará cantidad y ésta traerá consigo la competencia. Los músicos mexicanos se debaten ahora en una lucha, que parece sin fm, por conseguir mejoras de tipo láboral. En el proceso de esta lucha, han obtenido el co-gobierno de algunas instituciones musicales. Si este co-gobierno está guia- do por criterios de superación artística o por consideraciones de política y poder, está por verse. En nuestro sistema, donde el gobierno ha elegido patrocinar y manejar las instituciones art ísticas, el experimento puede resultar peligro- so. 33

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EDUARDOMATA

ELPREMIOELlASSOURASKY

Sr. Presidente de la Repúblic.a, Sr. Secretario de Educa­ción, Sr. Rector de la UNAM, Don Elías Sourasky, señoras yseñores:

Con grata sorpresa he recibido la notificación de este premiodonado generosamente por Don Elías Sourasky para estimu­lar la labor de artistas, intelectuales y científicos. Es relevan­te el hecho de que se le dé el premio a un músico, pues noestamos acostumbrados a este tipo de reconocimientos. Vivi­mos del estímulo aleatorio, circunstancial, del público quenos aplaude y sigue. Con frecuencia nos preguntamos si loque hacemos tiene una justificación social. Un momento degoce de una sola persona del público a quien nos dirigimosbasta para hacernos olvidar la inquietud que nos despierta larazón de ser de nuestro arte y ello basta para sentirnosjustificados socialmen te.

La brega del artista de concierto o del compositor es dehecho una lucha permanente contra el medio. Creador eintérprete ofrecen un prodj.lcto que por la estructura denuestra sociedad y sus opciones de divertimiento, muy pocosquieren consumir. La competencia (¿monopolio?) de laradio y televisión comerciales es abrumadora. Por otra partenuestro sistema educativo continúa soslayando.la formaciónartística y humanística del individuo cediéndola casi exclusi­vamente a la influencia u orientación familiar. ¿Cuál es elcomún denominador del entre ten imien to familiar?: la radio,la televisión, el cine, lleno de falsos símbolos mexicanistas, y,en el mejor de los casos, los deportes.

Gradualmente la subcultura origmada en los medios decomunicación va sustituyendo a la auténtica cultura, pues lapenetración de la radio y televisión es infmitamente mayorque la de ningún libro de texto o que la de cualquier otroesfuerzo que el Estado pueda hacer por la culturizaciónmasiva.

Hay muchos caminos para remediar esta situación pero nodebemos hacernos ilusiones. Cualquie.r intento llevaría másde una generación para producir resultados. Lo que debepreocuparnos es la falta de acción efectiva, drástica, en esadirección. No es sólo por demanda gremial por lo que losmúsicos de concierto aspiramos a tanto, sino por la necesi­dad imperiosa de brindar al pueblo el acceso a una culturadigna, que complemente su educación básica y que lo lleve aestadios de madurez que se reflejarán inevitablemente en suvida cotidiana, en la política, en las relaciones humanas o ensu actividad profesional, cualquiera que ésta sea. Sólo en uncontexto donde los valores intelectuales tengan la jerarquía

adecuada, podemos aspirar a reconocer y valorar a nUestroscreadores. .

La historia musical de México es brevísima. Nuestratradición, me atrevería yo a decir, está aún en proceso deformación. Los primeros héroes de nuestra historia musicalestán en el pasado inmediato, algunos todavía vivos: Revuel­tas, Chávez, Ponce, Moncayo y Galindo están a una y dosgeneraciones de distancia respectivamente. A ellos debemoslas primeras muestras de un lenguaje musical específicamentemexicano. A Chávez debemos la creación de las institucionesmusicales que operan hasta la fecha: Conservatorio, SinfónicaNacional, Bellas Artes. Pero de poco han servido los esfuer­zos y la labor señera de unos cuantos. Subsiste el desinterésde la sociedad por los valores artísticos. No logramos asimilarla idea de que éstos son parte esencial de la personalidad eidiosincrasia de un pueblo.

Estamos encerrados en un círculo vicioso. Las escuelasprofesionales de música cumplen a medias su función. Sinpresión, ni demanda y con pocos maestros capaces, losniveles académicos se relajan; los planes de estudio sonobsoletos prácticamente desde su nacimiento. El joven músi­co -aun el mejor preparado- carece de los estímulos máselementales para su desarrollo ulterior. La falta de competen­cia y el desinterés general de la sociedad van castrando suspotencialidades y empujándolo al chambismo, fm de todaaspiración artística. Los pocos músicos de nivel sobresalienteegresados de escuelas mexicanas han tenido que terminar susestudios en el extranjero. Sintiendo los estímulos de mediosculturales superiores al nuestro se desarraigan para siempre alalcanzar niveles profesionales de excelencia y al obtener_reconocimiento artístico justo.

El círculo vicioso sólo puede romperse atacándolo simul­táneamente por varios lados. Es urgente la reorganización dela enseñanza artística elemental y por supuesto la profesio­nal. Que nuestras escuelas produzcan buenos músicos, y quenuestra sociedad esté en un nivel superior para escucharlos yjuzgarlos. Cuando haya reclamo, habrá calidad. Si hay cali­dad, el público demandará cantidad y ésta traerá consigo lacompetencia.

Los músicos mexicanos se debaten ahora en una lucha,que parece sin fm, por conseguir mejoras de tipo láboral. Enel proceso de esta lucha, han obtenido el co-gobierno dealgunas instituciones musicales. Si este co-gobierno está guia­do por criterios de superación artística o por consideracionesde política y poder, está por verse. En nuestro sistema,donde el gobierno ha elegido patrocinar y manejar lasinstituciones art ísticas, el experimento puede resultar peligro­so.

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11

1

II

I

¿Cuánto tiempo más va a pasar para recoger y evaluar 101fruto de esta situación'!

Si atacar el pr blema de la educ ción artística general yprofesional es una forma de romper el círculo vicioso, otrano menos importante e reforlar el aspecto de difusión conlas instituci nes ya e isten tes, por imperfectas que sean. Nopodem s daro el luj de esperar una generación para exigira I rquestas y demás grupo el cumplimiento de una laboracial en gran e cala que Ju~tdiq ue la Inversión que el Estado

ha e en e1l in embargo lodu esto resulta difícil enmoment m el actual, cuando la Iniciativa artística está

i e cJusiv rll nte cn Illano de los trabajadores de orques-y c r qu han cuestlonJ<.!o la actitud paternalista del

tud ,¡¡pro cJl:índo de I:J 1:0 untura provocada por lacrisis de principi de 1971. Jos urKcntc que de los co-gobier­n . o de I mú ICOS connotad,)s de México o de lasnut rid de que tienen n su cargo la tutela artística del país

d d nde n. ligan las InICiativas que nos sitúen en elmin de p nerle remedio a nucslros grave pr blemas.

n e rio el d iscllo de una pulítlca educativa quec n.~idcrc prim rdinll1lcnte la !OrlnaClón artí tico-humanlsticadel individu y la trun 'forlllJclón de las IIIstituciones existen­t de edu i n profeslunal y d difusión, o se puedepermitir p r m ti mpo que esl ra¡o:ue y deforme el gustodel puebl p r I burda l:ol1lerciall¡.aclón de los instrumentosrna iv de difu i6n. ben aplaud IrsC los esfuerzos que el

stad ha hecho ha ta ahura por :llender estos problemascom adquirir un órgano de difusión masiva. Por desgracia lacompet ncia e de igual los resultados mínimos, La accióndebe ser total para conseguir objetivos de significación en laformación del gusto del mexicanu.

Pedir que a travé de divertimientos de altura se nos déopción a una cultura superior, ya no e un lujo en ningunaparte del mundo; en nue tro casu es el mejor camino paraencontrar la afinidad con la expresión de nuestros hombresde genio y la salida más rápida del ubdesarrolJo.

Acepto el premio ourasky con emoción y agradecimien­to. Quiero verlo como un símbolo de reconocimiento atodos los que difunden y trabajan para la músiea de México,no como un premio a los logros particulares de Ed\!ardoMata.

He sentido la obligación de compartir con ustedes estaspreocupaciones. o sería sincero en mí hablar de otra forma.Deseo fervientemente que en el futuro haya muchos premiospara los músicos mexicanos. Sería el mejor síntoma delperfeccionamiento de nuestra educación e índice de laapreciación unánime a los esfuerzos artísticos. Muchas gra­cias.