el surgimiento del proyecto urbano

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  • 8/19/2019 El Surgimiento Del Proyecto Urbano

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    Nº3 - Perspectivas Urbanas / Urban perspectives  - P.1

    www.etsav.upc.es/urbpersp  El sur imiento del ro ecto urbano

     El artículo apunta algunos de los rasgos sustantivos sobre

    las recientes nociones del proyecto urbano, focalizándose

    en las formas de actuación de las estrategias locales

    mediante los correspondientes proyectos. La hipótesis

     fundamental es que el proyecto urbano está muy

    vinculado a los aspectos de imagen de los mega-proyectos

    metropolitanos de prestigio o de carácter excepcional,

     promovidos por la iniciativa pública o mediante

    incentivos que generalmente se concentran en transporte

    avanzado, tecnología, negocios o equipamientos lúdicos.

     El objetivo sería extender dicha noción para incluir un

    amplio tipo de proyectos de diversa dimensión y

    complejidad, para lo cual los poderes públicos deberían

    disponer no sólo de la iniciativa estratégica sino también

    de la capacidad operativa para mejorar o transformar las

    cuestiones más problemáticas de cara a la creación de

    una ordenación equilibrada. El cuadro sinóptico que se

    acompaña es un intento de establecer referencias

    cruzadas sobre los diferentes objetivos, las ocasiones y

    las situaciones territoriales de cada proyecto urbano

    (dicho marco ha sido utilizado por el equipo de la Escuela

    de Arquitectura de Oporto para clasificar conocidos

    ejemplos de regeneración de "waterfronts" en una seriede ciudades europeas).

     Aunque el programa de intervención establece el objetivo

     y alcance del proyecto, es la manifestación de una

    oportunidad anticipada e inesperada lo que hace posible

    la elección del método operativo adoptado para su

    realización, con la programación temporal y los recursos

    más claramente definidos. La combinación entre esos dos

    niveles de toma de decisiones permite el desarrollo y la

    configuración formal de los proyectos, por lo que resulta

    de creciente importancia la tercera dimensión relativa a

    la cultura y la transformación mediática de las políticas

    urbanísticas. El proyecto urbano entendido de esta

    manera no sería extraño a los procesos de adaptación del

     planeamiento, cuando se reformulan "desde abajo" losinstrumentos de ordenación sobre las bases de un proceso

    de compromiso y acuerdos. Mientras tanto, los proyectos

    recientes han representado, cada vez más, una

    concentración relativa de recursos en un espacio

    limitado, por lo que necesitan ser valorados en relación a

    sus efectos sinérgicos y catalízadores de las políticas

    relativas a la redistribución regional de los recursos.

    La expresión proyecto urbano no es nueva. De hecho,ya fue utilizada para referirse a aquellos proyectosunitarios de arquitectura, de dimensión apreciable, que

     pretendían representar, a pesar de los propios límitesfísicos, la forma ejemplar de la ciudad moderna. Piensoque esta visión, que aparece en los años ‘60 con elTeam X y las intervenciones propuestas entonces cuyanueva dimensión demostraría claramente el rechazo,

    entre los más conocidos arquitectos, al urbanismoambicioso aunque gris de los estados asistenciales de lasegunda posguerra. Al mismo tiempo, esta visión dabaa entender la imposibilidad de extender una lógica dearquitectura de autor a todos los frentes detransformación de las ciudades europeas. Esta doblelimitación inducía la intervención proyectual a la

     búsqueda de intensidad en ejemplos limitados, con unadimensión decididamente visible, más que a latentativa de definir una reforma planficada dirigidahacia la continuidad entre la ciudad y sus periferias. Deesta manera era posible integrar, en concepciónestridimensionales, todos los elementos estructurales

    normalmente separados en la ciudad genérica (Bakema,Smithsons, Candilis, Hodgkinson, Womersley, Tange,los metabolistas, Gregotti).

    La segunda generación del proyecto urbano empiezacon la crisis de los años ‘70 que lleva a optar por intervenciones puntuales, de naturaleza municipal ynormalmente no estatal. Estos proyectos mantienen laarquitectura de autor como señal de identificación, perose inscriben en tejidos preexistentes (Rossi, De Carlo,Solà-Morales, Bohigas, Portzamparc, Ungers, Siza y,como modelo general, el IBA de Berlín). El proyectono invierte en la extensión del capital fijo urbano sino

    en la tipología y en el lenguaje de lo edificado y, almismo tiempo, en la creación de un espacio colectivo,articulado con la morfología que lo delimita. En estecaso, está aún viva la esperanza de contribuir indirectamente a la recalificación de los entornoscorrespondientes. La insuficiencia de esas diferentesestrategias de intervención conjuntamente con losnuevos ambientes con los que se enfrentan las ciudades(determinados por la competición, cohesión ysustentabilidad), obliga a la teoría urbanística y a las

     políticas urbanas a investigar y definir tanto el sistemade planificación, como los procesos y los tipos deintervención, así como, finalmente, las relaciones entre

    estos dos aspectos.

     Nuno Portas (*)

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    La tercera generación de los proyectos urbanos no sedistingue de las precedentes ni por la dimensión ni por la composición funcional de la intervención. El propio

     protagonismo del arquitecto es, aún, una notadominante. Es más, estos proyectos se diferencian, bajonuestro punto de vista, sobre todo por el programa y lasnuevas oportunidades  ofrecidas a las intervenciones;asimismo, por los procesos, o mecanismos, de

    organización de las realizaciones; finalmente, ysubordinadamente, por la relación biunívoca y no jerárquica, que el proyecto tiende a establecer con el plan, es decir, por el estilo de planificación quecaracteriza al nuevo proyecto.

    El estilo de la planificación

    Es fácil entender que los gobiernos locales másinnovadores hayan intentado, durante los dos últimosdecenios, ejercer sus propias funciones de planificaciónterritorial y de desarrollo urbano según un régimen

    dualista. Es decir, según la articulación de decisiones pasivas (autorización de iniciativas de terceros) yactivas (determinadas por el aprovechamiento deocasiones imprevistas). El objetivo consistía,evidentemente, en intentar encontrar una respuesta paralas áreas problemáticas. En algunos casos, ladelimitación y la naturaleza de las transformacionesestarían previstas en un documento regulador generaly, por lo tanto, el proyecto urbano encontraría en las

     previsiones del plan, deductivamente, su justificación.En otros casos, la posibilidad de realización de unadeterminada intervención sería fruto de hechos odecisiones exógenas, no dependientes de la entidad

     política local, ni previsible en el momento de laelaboración del plan y, ni siquiera, con frecuencia,conformes a sus disposiciones. Por estas y otrasrazones, que en el fondo no dependen de los proyectosurbanos, los instrumentos de planificación del territoriohan llegado a adaptarse al nuevo contexto políticooperante. Esto exige del plan mecanismos deregulación variable que sustituyan el habitualdeterminismo de las reglas sobre lo que se puede hacer (división en zonas del uso de los suelos) por reglassobre cómo y con qué criterio debe ser tomada ladecisión administrativa, cuando intervienen input oiniciativas que no dependen exclusivamente de los

    agentes tradicionales.

    Por otra parte, el actual déficit de la intervención pública, en el mercado del suelo y en el capital fijourbano, determina que las decisiones que denominamosactivas sean cada vez menos la regla y cada vez más laexcepción. Así, las tomas públicas de posición sonahora mucho más selectivas e interactivas, habiéndoseconsumado la prioridad de la extensión física, ahorasustituida por el intento de alcanzar determinados

    efectos, especialmente cualitativos (catalizadores,sinergias, etc.). La solución procesual consiste, en loscasos más ortodoxos, en las formas típicas de lascandidaturas-convenios o de los contratos enmarcadosen el proceso de planificación estratégica; o en loscasos más arriesgados, en  partnership o sociedadesmixtas.

    La diferencia más evidente entre una intervencióngenerada por un plan regulador y una generada por un

     proceso de planificación estratégica, consiste en eldiverso margen de elección de la posición geográfica ode la configuración espacial del área. En particular, en

    el primer caso la localización está previamente definida por la zonificación, pudiendo sin embargo comprobarseque, en el momento de la decisión, el programa noencuentre en el suelo disponible las característicasconsideradas necesarias o aceptables. En el segundocaso (quizá el más frecuente) se concede prioridad a lascondiciones de viabilidad y a los impactos, positivos onegativos, siendo la localización y el terrenoúnicamente una de las variables a tener enconsideración y con frecuencia en forma dealternativas. Además, en el primer caso el método esdeterminista, deduciendo las partes desde el todo,mientras que en el segundo es iterativo y considera la

     previsión normativa del plan como una de las hipótesis,sujeta a la posibilidad de anulación en el momento enque el programa es definido y se pueden, por consiguiente, comparar las alternativas de localización.Ambos modelos de decisión están dentro de un campode planificación que cuenta con instrumentos de plande diversa naturaleza temporal y jurídico-administrativa. El método estratégico es más contínuoy menos definido espacialmente: esto se puedecomprobar en los magníficos ejemplos de articulaciónde las variables económico-sociales con las acciones denaturaleza territorial (Barcelona y Lyon, por ejemplo).El problema está en la resistencia, ideológica o

     burocrática, a aceptar la legitimidad del procesoestratégico. Éste, inevitablemente, no puede sino

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    ADecisiónPUBLICASECTORIAL

    BEventosUNICOS /CATÁSTROFES

    CIniziativeINVERSIÓNPRIVADA

    DProgramaIntegralCOMUN

      OCASIONES

    OBJETIVOS  NegociacionesInstitucionales

    CandidaturaConvención

    ContrataciónPartnership

    CandidaturaContratos

    1Renovación / ExtensiónESPACIOCOLECTIVOInfraestructura +Equipamiento

    Puerto APL

    LisboaVilla Olímpica

    Barcelona Harbor Place

    BaltimorePort Vell

    Barcelona

    2

    TransformacionesCONEXIÓNRetícula, Interfase

    Ferry Terminal

    Hamburgo

     Estación de

    Santa JustaSevilla

     LD Railway

    Londres

     Erasmusbrug

    Rotterdam

    3RevitalizacionesACTIVIDADURBANA

    Puerto Antiguo

    GénovaChiado

    Lisboa Nestlé 

     Noisiel-sur-MarneKnsm

    Amsterdam

    4Fundación de nuevaCENTRALIDAD

    Guggenheim

    Bilbao Expo ´98 

    Lisboa Docklands

    LondresKop van Zuid 

    Rotterdam

    5InstituciónPARQUE TEMÁTICO+SISTEMA AMBIENTAL

    Parque de la

    Villette

    Paris

    Parque del Tajo

     y de Trancäo

    Lisboa

    Teleportown

    TokioPost-Expo ´92

    Sevilla

    Ciudad Histórica: Ciudad Consolidada, Intraurbano.Ciudad Emergente: Transición; Periferia en continuidad; Extensiones difusas fuera de la Ciudad; Espacio Natural , no urbano.

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    levantar sospechas, dado que puede implicar derogaciones que permitan, en una determinadacircunstancia, un programa no previsto por el plangeneral; aún así, con frecuencia, la razón de estaincongruencia está en la simple ausencia de estainformación en el momento de la redacción del plan.La oportunidad es así el factor perturbador de latradicional lógica sistémica (y también estática) que

    esconde, bajo la apariencia de la propia forma jurídica,las evidentes diferencias de aquellos grados de certezao incertidumbre, de aquellas razones políticas otécnicas, que en el momento de elaboración yaprobación de un plan, habían conducido a unadeterminada configuración. La noción de regulaciónvariable, que defiendo y que se aproxima a lasconsideraciones de Mazza, Faludi y otros, reduciría enla práctica los casos de conflicto entre previsión yoportunidades. Por consiguiente, veremos reducirse lafrecuencia de las peticiones de revisión de los planes o,como alternativa, los lastres burocráticos que hacen

     perder estas oportunidades cuando la racionalidad

    sistémica del momento de la intervención no coincidecon la previsión global u holística.

    El programa

    La posibilidad de que en una intervención destinada aun proyecto urbano no proceda de planes formales sinomás bien del aprovechamiento de oportunidades(especialmente cuando éstas no son previsibles),comporta que el momento del programa (deintervención) aparezca como una característicaespecífica de este proceso. De hecho, es el programa, yno tanto el proyecto en sentido estricto, el que

    interpreta la decisión política o el que es sometido a lacorrespondiente evaluación. Es en la misma fase del

     programa donde se definen las condiciones financieras,de organización, de márketing y, con frecuencia, laelección de los técnicos consultores, así como la

     búsqueda del consenso que reconfirmará por lo menosla viabilidad de la intervención. En función del

     programa se definen las candidaturas (a fondos,organizaciones tutelares o internacionales) en forma deconcurso, es decir, en competencia con otros

     programas de otras ciudades, de acuerdo con términosde referencia preestablecidos. El programa del proyectourbano debe responder por un lado a la prueba de

    eficacia (en relación a los objetivos), por otro a la prueba de viabilidad (en relación a los medios que

    moviliza y cataliza) y, finalmente, a la prueba devisibilidad o adecuación de la imagen en el contexto,urbano o territorial, seleccionado.

    - El programa así entendido es algo más que una vulgar lista de objetivos genéricos o de indicaciones sobre laordenación preliminar de los volúmenes a construir:deberá ser considerado como un programa urbanístico

    (para poder ser evaluado en relación a los planosformales de previsión) que considere los problemas deviabilidad, de las insfraestructuras, delaprovechamiento de los stocks de edificación y de losvalores patrimoniales en su capacidad de regeneración.

     Last not least , deben ser examinados los intereses degrupos sociales afectados o destinatarios de laoperación, como segmentos de demanda y sobre todo,como agentes de transformación a movilizar. Lacoherencia urbanística de la intervención impone,desde el inicio, un ejercicio de simulación, de impactossocio-económicos y ambientales, sobre el contextoterritorial de la intervención, reproduciendo “desde

    abajo”, la misma lógica sistémica que habrá justificadoel plan con el que ahora se contrapone.

    - La prueba de viabilidad es indisociable de la precedente y está ligada a la característica esencial del proyecto urbano, su carácter inmediato, con frecuenciaimpuesta por razones exógenas. Probablemente existiráun timing preestablecido (eventos, catástrofes, duraciónde programas financieros o de mandatosgubernamentales, articulaciones con grandesinfraestructuras, etc.). Así, el tratamiento de urgenciadeberá ser justificado a través de la solidez de suconcepción en términos de coste-beneficio, de

    mecanismo institucional y financiero, de disponibilidadinmediata de suelo y de infraestructura, etc. Elmomento del programa, generalmente, es también laocasión para las negociaciones entre  partner institucional y/o privado, conducidas en algunos casos

     por los organismos municipales, en otros por sociedades mixtas y en otros por consorcios privados.La importancia de este mecanismo institucional esresponsable de la aparición en la escena urbana de unnuevo tipo de experto: el gestor de grandes proyectos(amenageur , en Francia) que, siendo independientes de

     propietarios, inversores y proyectistas, y disponiendode una autonomía suficiente en relación a la autoridad

     pública, tiene como función la preparación del programa, la elección de los actores, de los autores y de

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    las condiciones de viabilidad, para, a continuación,conducir el proyecto y, fase a fase, comercializar o

     poner en funcionamiento las nuevas estructuras.

    - Sucede, al mismo tiempo, que la importancia de laimagen (arquitectónica, mediática) traducida en losconceptos de espacio público y de tipologíaarquitectónica, justifica, generalmente, una

     previsualización del resultado esperado que no sirveúnicamente para el márketing de la intervención sino,sobre todo, para la evaluación de las autoridades

     públicas y de otros actores, relacionados con losimpactos positivos o negativos. Las conclusiones setransmiten posteriormente, como hipótesis, al momentosiguiente del proyecto propiamente dicho.

    Puerto de Lisboa, vista aérea (Archivo Alcino Soutinho)

    El programa, con esta triple constitución, puede prescindir de la intervención de los proyectistas quecoordinarán las fases sucesivas. Hay que tener presente

    que la capacidad y la autonomía, en las fases de programa y de proyecto, no serán las mismas, inclusoen el caso de que el número y el nombre de losarquitectos permanezcan inalterados. Y como estasfases no siempre son linealmente dependientes, sinoque pueden superponerse, se puede considerar ventajoso disponer de grupos diferentes con diferentescualificaciones. Obviamente, el proyecto requiere elmáximo nivel de certidumbre posible para ser viable,incluso cuando esta conquista de la certeza se dé por etapas o por partes. Por el contrario, las posibilidadesdependientes de respuestas exógenas o de los efectoscatalizadores de las primeras fases del mismo proyecto

    se definirán gradualmente. En este sentido, el proyectourbano adquiere características de proyecto-plan o,cuando actúa a través de transformaciones de suelo, de

     plan-proyecto (o proyecto de suelo). Esto se debe a queel proyecto urbano es sobre todo un concepto (o modode intervención) que utiliza instrumentos de

     planificación y/o de proyecto de acuerdo con elcontexto; que contamina las soluciones, los grados decerteza y de incertidumbre, esto es, cuanto debe ser desarrollado o, mejor, cuanto debe inducir o regular todo lo que se irá ejecutando sucesivamente.

    Mientras la  form-appeal es un vector determinante del proyecto, el  process-condicioning  será su aspectocomplementario, decidido en el momento de redaccióndel programa. Esta estrategia de adecuación al contextodebe ser aclarada por el propio programa.El gran proyecto urbano de la modernidad podía

     El viejo Puerto de Génova, vista aérea (Publifoto)

    ignorar condicionantes tales como los vínculos de la propiedad, la diversidad de los actores contrapuestos, lacomposición del capital y las incertidumbres de losmercados o, incluso, la indeterminación de ciertas

     partes del proyecto que, por definición, era global ydefinitivo. Es decir, el tiempo no era un factor relevante en el proyecto sino, más bien un virus...Tampoco sería admitida una geometría variable paralas diferentes componentes de una operación: el“proyecto del suelo”, distinto de la forma edificada, las“acciones inmateriales” y los “efectos sinérgicos ocatalizadores” (simulables pero no determinables) o las“alteraciones de programa” dictadas por la oportunidado por la crisis...

    Por el contrario, las condiciones presentes son en

    muchos casos ineluctables e influyen desde el inicio enla concepción de las soluciones y por lo tanto de susformas. Cuando estas condiciones no son asumidas por 

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    los proyectistas o no fueron superados en el momentode la redacción del programa, el proyecto urbano sevuelve factor de rigidez o está sujeto a alteraciones oamputaciones que lo privan del carácter originario.

    Guggenheim, Bilbao, foto del museo en construcción (fuente:

     Arquitectura Viva 55)

    Para resistir mejor los imprevistos, el proyecto urbano

    deberá, entonces, superar la concepción holística deintegración en el espacio y en el tiempo, o sea,conservar grados de libertad entre sus partes sin perder elementos de continuidad e de legibilidad:

     precisamente en sintonía con la capacidad,característica en los proyectos urbanos de la segundamitad del siglo XIX, de transformar las incertidumbresen un nuevo arte urbano o, como se dice ahora, en unmeta-proyecto (aunque de grado cero). Este sistemaaseguraría que la integración de las formas y el mix delas actividades puedan resistir incluso aunque secompruebe la (relativa) desintegración, y consiguienteautonomía, de las partes. Una vez más, esta no será unaopción del proyecto sino del programa y condicionará,sin sorpresas, el propio proyecto.

    Aunque en este artículo se hable de proyectos urbanosque se materializan en intervenciones arquitectónicasarticuladas a través de elementos urbanísticos (sistemasgenerales, infraestructuras, espacio público, etc.), los

     proyectos más complejos de la última generación,especialmente los de iniciativa pública, llegaron aexplicitar y a reforzar los componentes consideradosinmateriales para explorar las lógicas de sinergia o decatálisis.

    Con frecuencia el análisis de las candidaturas a fondossupra-locales (nacionales, de la Unión Europea) o a

    grandes eventos internacionales (juegos, expos,capitales de la cultura) valora los efectos económico-sociales o culturales, obligando a explicitar lasrelaciones directas e inducidas entre “acciones físicas”

    Vila Olimpica, Barcelona, vista aérea parcial de la Vila

    Olímpica (fuente: Caputo,P. Le architetture dello spazio pubblico)

    (las piedras) y las no físicas (las personas). El momento programático es también, en este sentido, central ydecisivo, por lo menos tanto como aquel en que es másfuerte la expresión formal.

    Tipologías del proyecto urbano

    La gran variedad temática y territorial de lasintervenciones consideradas como proyectos urbanosno facilita ni la percepción de las características mássignificativas ni la comprensión de los papeles que

     juegan en las políticas urbanas. Como intervienenvariables de naturaleza muy diferente, experimentamosun marco definido por el cruce de dos coordenadasiniciales: la primera explica el objetivo o el problemaque se quiere resolver con un cierto proyecto (su

     programa principal) mientras que la segunda define lasituación exógena que lo desencadena o lo hace posible(el tipo de ocasión). Comprobamos después que podíaser interesante confrontar los ejemplos resultantes delas dos cuestiones iniciales con una tercera, que

     permitiría saber en que contexto territorial seríancolocados los proyectos. Este ejercicio didáctico sirvetambién para poner en evidencia las dificultades declasificación en los casos de los proyectos que puedanresponder a más de una característica elegida, ademásde la posibilidad de aclarar las deficiencias de las

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     propias formulaciones. Así, para desagregar los tiposde objetivos programáticos, escogemos como carácter dominante del proyecto urbano:

    1. El espacio colectivo como objeto derecalificación complemento o extensión deinfraestructuras, equipamientos y medio ambiente;

    2. Las articulaciones como objeto de

    transformación de las redes, sistemas modales einterconexiones;3. Las actividades como objeto de

    revitalización o nueva localización;4. La centralidad como objeto de

    recentralización o formación de sistemas policéntricos para superar, por ejemplo, una condición más periférica;

    5. El parque temático como recinto derevitalización e innovación funcional o de valorizaciónde corredores o áreas naturales.

    En cuanto a las ocasiones, imprevisibles o programadas

    en el proceso de planificación y que marcan el inicio, latemporalización, la localización y los recursosmovilizados para un proyecto, definimos:

    A. Decisiones sectoriales, en general públicasy supra-locales que, obedeciendo a lógicas de sistemaespecializadas, crean ocasiones de mejora del contextocuando es objeto de aquella negociación institucionalque pocura la articulación de decisiones sectoriales ylocales;

    B. Ocasiones excepcionales, de eventosespeciales y también de catástrofes, que permiten en el

     primer caso la organización de candidaturas y en elsegundo programas de emergencia con financiaciónespecial, siempre objeto de protocolos, regímeneslegales de excepción, etc.;

    C. Iniciativas de inversión privada que puedencoincidir con objetivos estratégicos y que tienencondiciones de escala o rentabilidad que permitennegociaciones de  partnership  o contrapartidas deinterés general;

    D. Programas de intervención municipal, previstas por el plan local o desencadenadas por 

    concursos a fondos comunitarios o nacionales, en

    régimen de contratos-programa o en la secuencia decandidaturas o de subvenciones temporales.

    La tercera dimensión de esta matriz define el tipo delocalización de los proyectos urbanos. Han sidotomadas en consideración dos grandes categorías (laciudad consolidada o histórica y la ciudad emergente)en las cuales los sistemas estructuradores son

    insuficientes y los tejidos construidos fragmentarios oinexistentes. En la primera indicamos los proyectos queimplican áreas centrales, del centro histórico omoderno, y espacios vacíos incluidos en la red urbana,o áreas obsoletas, y también edificios degradadosvinculados a infraestructuras existentes. En la segundacategoría encontramos proyectos tanto en tejidos

     periféricos o no urbanos, como en extensionesincompletas o antiguas del límite urbano, o bien enforma de urbanizaciones difusas entre centros;finalmente, espacios naturales o privados deinfraestructura. Aquí se encuentran terrenos cuyos usosse transforman por acción de nuevas infraestructuras

    que crean otras ocasiones y áreas con característicasmorfológicas o paisajísticas elegidas para nuevasactividades.

    Obviamente, se podría proceder a una mayor discriminación de situaciones tipo, referentes tanto alos objetivos como a las ocasiones y a los lugares.

    El proyecto urbano en la práctica reciente

     El PU y la política territorial.

    La nueva generación de proyectos urbanos refleja undinamismo municipal al cual no son ajenas dostendencias, de origen diferente, que en algunos casos seoponen y en otros se refuerzan: la competitividad entreciudades próximas o del mismo espacio globalizado ylas nuevas estrategias del capital privado. Éste cada vezcon más frecuencia manifiesta interés por programasmás complejos que justifican consorcios de agentes

     promotores con intereses diferentes perocomplementarios, cooperaciones con la iniciativa

     pública bajo forma de convenios o de sociedadesmixtas, o bien con la definición de una organizaciónúnica y global pero interesada en la promoción de

    acciones diferenciadas (parques temáticos, centralidad,infraestructuras).

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    El estímulo a la competitividad se materializa,frecuentemente, con perjuicio de la complementaridad“en red” que podría reforzar la competitividad deterritorios más amplios: piénsese en los casos de lasciudades capitales, dotadas de lobbies  potentes o deuna mejor organización que, sin embargo, han perdidola ocasión de reducir las inadmisibles diferencias desus periferias. Por otra parte, el surgimiento de las

    grandes empresas privadas de prestigio, que losorganismos municipales ven con interés porquesoportan problemas externos de otra forma irresolubles,se ha traducido en la oferta a la ciudad de recintosrelativamente cerrados en sí mismos, que hacen difícilla difusión de los efectos de recalificación extensiva delespacio público urbano.

     Nueva Estación de Ferrocarriles de Santa Justa, Sevilla

    (fuente: Architécti n.10)

    En todo caso, la falta de estrategias amplias y solidariasdel poder local, o la falta de poder contractual en laconfrontación de grupos de gran fuerza económica,

     pueden conducir a la pérdida de la oportunidad dediseminar o de compensar los efectos de sobredosis dela inversión concentrada en áreas restringidas,afectando frecuentemente a importantes fracciones dela inversión pública que faltarán en otras partes másdeficitarias del territorio urbanizado.

     El “grado cero” del PU.

    Se podría afirmar que la infraestructura urbana, sea denueva realización sea dependiente de la reconversión ode la conclusión de la existente, es el elemento baseque hace las funciones de soporte de los objetivos de laintervención y también a la articulación con loselementos urbanos externos.

    Una familia importante de proyectos urbanos sereduce, por estrategia o por táctica, a la(re)construcción de la infraestructura y del espacio

     público, realizando o recalificando los encuentros o larelación entre las distintas áreas. Este tipo de proyectourbano, de “grado cero”, no puede ser, sin embargo,tomado en consideración como un simple proyectosectorial (de ingeniería municipal o paisajístico), no

    sólo porque es en sí mismo complejo, sino también porque está pensado para producir efectos sobre los“espacios servidos”. Considérese una  favela de Río deJaneiro o un sector periférico de Lyon y se verá que el

     papel del espacio público es similar, a pesar de los“diferentes medios” utilizados, en el sentido de que

     Expo ´98, Lisboa, vista aérea del área (Parque Expo ´98)

    supone una relativa autonomía, desde la consideracióntemporal, con respecto a lo edificado.

    En consecuencia, el proyecto urbano será elaboradocomo proyecto de ejecución para el espacio público ycomo un conjunto de reglas procesuales o formales

     para los elementos urbanos que se espera que ahí puedan ser inducidos por la intervención. Y tambiéneste mismo elemento infraestructural, cuando implica yconjuga sistemas de transporte diferentes (nudos ointerconexiones complejas, que contienen actividadesdiferenciadas directamente ligadas a las conexiones queesos sistemas permiten), justifica la existencia de

     proyectos urbanos (como  Euralille  o Paris, RiveGauche) en las cuales la tridimensionalidad se impone

    a través del tratamiento proyectual, no sólo del sistemade soporte, como ocurre en el caso precedente, sinotambién (generalmente o en parte y en simultáneo o

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    de sus componentes) se refleja en la mismarepresentación proyectual. No es necesariamente mejor el proyecto que define todo al mismo tiempo y almismo nivel (visión tradicional del arquitecto, quesubestima los procesos y el factor tiempo), de igualmanera que no es mejor su opuesto, que se limitaría adefinir intenciones programáticas o coordenadas dereferencia para proyectos parciales (visión simplista del

    gestor que subestima la importancia de laconfiguración y de la continuidad espacial).

     Diseño para el distrito de negocios Canary Warf (fuente:Lotus International n.67)

    Por lo tanto, el proyecto urbano, variable por definicióny geometría, responde a la naturaleza de la actuación yal desarrollo temporal previsto o, en otras palabras, losdiversos grados de certidumbre de cada componente,aproximándose, de vez en cuando, al proyecto global o,

     por el contrario, al metaproyecto. Por consiguiente, esnecesario definir un conjunto de reglas sintácticas (ysemánticas) para articular proyectos de ejecución en loscuales cliente y proyectista no son aún conocidos o,

    siéndolo, no están en condiciones de establecer un programa ni de definir la propia contribución para elconjunto. De este modo, el denominado “proyecto desuelo” puede ser simultáneamente entendido como

     proyecto de ejecución del soporte, y también comometaproyecto para los componentes con respecto a loscuales este soporte constituye el elemento irrenunciablede referencia espacial.En caso de que la entidad que dirige la intervención noesté interesada en la ejecución inmediata, el proyectourbano adquirirá semejanzas de plan sea en términos degestión, consecuente con la operación inicial, sea en ladefinición de reglas perdeterminadas por terceros. En

    estos casos, será aprobado y dirigido como tal por lasautoridades correspondientes. Esta variación de

    contenidos, presentada por los proyectos urbanos, poneen evidencia la importancia decisiva del mecanismooperativo de las transformaciones que se quierenrealizar a través del proyecto y constituye unacomponente del programa a cuyas indicacionesexplícitas debe someterse el proyecto. El mecanismoguía las elaboraciones del proyecto, sobreviviéndoles(a ellas), en la medida en que éste será parte o etapa de

    las soluciones programadas.

    PU y participación.

    Algunos grandes proyectos urbanos recientes se hanencontrado con obstáculos en su desarrollo, por laoportuna oposición de movimientos promovidos por las poblaciones locales directamente afectadas, o por grupos de opinión preocupados con los posiblesimpactos negativos (piénsese en los acontecimientosdel King’s Cross  en Londres). Independientemente dela discusión de fondo sobre condiciones según lascuales un movimiento local se puede oponer con éxito

    a un proyecto de ámbito urbano o regional aprobado por los órganos democráticos, la frecuencia de estassituaciones levanta preocupaciones en el momento de

     programación de un nuevo proyecto. En estascircunstancias no bastan las condiciones de viabilidadfinanciera y la presunción del interés colectivo si,contemporáneamente, no se alcanza el nivel detransparencia y de consenso necesario para laaprobación. O sea, cuestiones controvertidas como lade la “sustentabilidad” o la de los “mix” de lacomposición social o de las actividades pretendidas, ytambién las derivadas de la integración de la nuevaintervención con los valores patrimoniales próximos

    (para citar apenas aquellas que provocan los conflictosmás frecuentes) deberán clarificarse a través de loscanales formales e informales de la participación, antesdel inicio de los proyectos de ejecución. La formacióndel consenso y de los consecuentes compromisosnecesarios son condiciones de viabilidad a las cuales el

     programa debe ser sometido hasta consentir el proyecto.Otra consideración recurrente en los juicios que seelaboran sobre los proyectos urbanos de mayor impactovisual o funcional se refiere a la excesiva cercanía,cuando no directamente sumisión, al márketing políticoy a los calendarios electorales. Resulta obvio que el

    riesgo de perversión coyuntural de las iniciativas defuerte impacto sobre el perfil urbano, reforzado por la

  • 8/19/2019 El Surgimiento Del Proyecto Urbano

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    relación con eventos de gran magnitud o de innovacióntecnológica o arquitectónica, estará siempre latente enla actuación por grandes proyectos. Por lo demás, lahistoria urbana presenta está condición como norma,independientemente de los sistemas o de las

     personalidades implicadas.

    Lo cierto es que, por sus mismas cualidades, estas

    “intervenciones de magnitud” sirven también a lademocracia local o supra-local, consolidándolas graciasal prestigio que puedan producir en la ciudad y/o por los problemas que resuelven. Al mismo tiempo, sirven

     para confirmar los juicios del electorado sobre partidosy personalidades que los hayan propuesto ydesarrollado. Se trata de una ambigüedad inevitable,tanto más discutible cuanto más exploren los proyectosen cuestión las señales o se alejen de criterios deeficiencia/costes razonables.

    La actuación a través de grandes proyectos siempre podrá ser contrastada con una alternativa producida por 

    la dispersión de sistemas de acciones discretas, estandoasí quizá más cerca de las deficiencias que afectan a lamayoría. En cualquier caso, este segundo tipo deestrategia se efectuará igualmente a través de proyectosurbanos, a pesar de que el nuevo término está másconnotado con intervenciones mediáticas, siendomenos horizontales o dispersas en el territorio enfunción de que lo sean los problemas aludidos.

    Este será el espacio de validación de la intervención através de proyectos urbanos. En los casos mejor considerados (recuerdo Lyon y Nantes, Barcelona,Glasgow o Curitiba y Río de Janeiro) coexisten

    inteligentemente proyectos urbanos de dos tipos y por eso habrá tenido un papel decisivo la explicitación deestrategias a medio plazo, con el recurso a pacientesnegociaciones inter-institucionales y de  partnership

     público-privado, con la implicación más o menosexplícita de la sociedad civil. También en estos casosson todavía excepción aquellos que han implicado en lamisma estrategia de cohesión ciudades fuertes yciudades débiles, inductoras e inducidas, con prestigioy “sin calidad”. En este sentido, los proyectos urbanosrecientes constituyen, todavía, un tipo de intervención

     privilegiado y de algún modo deformador. Lalegitimación de la intensidad del capital invertido,

    sobre todo público, que es difícil en puntos concretos

    del “territorio problemático”, es aún posible en lamedida en que se demuestre la eficacia de estos

     proyectos en la multiplicación y dispersión decontaminaciones positivas, tanto si son territorialescomo si son sectoriales. Urge, por esta razón, ampliar la investigación sobre los impactos, la evaluación de la

     productividad económica y social de los recursosmovilizados y siempre concentrados, como también

    sobre la capacidad de apropiación más generalizada delas cualidades ambientales, arquitectónicas, en losespacios vacíos entre las intervenciones de magnitud,en ocasiones transformadas en “cadáveres exquisitos”.

    Referencias bibliográficas- BARNETT, J. (1995), The Fractured Metropolis, Harper Collins, Nueva York - BORJA, J., CASTELLS, M. (1997), Local y Global. Lagestión de las ciudades en la era de la información, Taurus,Madrid- BOSMA, K., HELLINGA, H. (eds.), (1997), Mastering theCity. North European City Planning 1900-2000, Nai

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    (*)Nuno Portas, profesor de urbanismo, Universidade

    do Porto.

    (**)Una versión inicial de este artículo fue publicada -

    en italiano- en la revista Urbanística, n.110, 1998 

    (traducción F.J.Monclús)