el simbolismo del arco de odiseo

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  E l  simbolismo del  arco de  Odiseo SU SA N A RE BO RE D A  M OR ILLO Universidad de Vigo R ESU M EN El arco  y  la s  flechas,  e n  la Grecia  arcaica  y  clásica,  eran consideradas  como  armas prototipo  d e  bárbaros o  d e  cobardes,  y a  qu e  s u manejo contravenía  la ética  bélica  impe- rante  en  am bos períodos. Sin embargo,  y  a  pesar  d e  ello,  e l héroe  O diseo  logra  restaurar e n  su  reino la situación  previa  a su  partida a  la guerra  d e  Troya  gracias  a su  mítico arco. L a causa  e s que d icha  anna poseía,  en  el contexto  de  l a  mitología  griega,  u n  significado simbólico com pletamente opuesto  a l an teriormente  descrito  para  el mundo terreno . Consideración social del  arco  en el contexto bélico de  la Gre cia arcaic a El  punto  d e  partida de  este  articulo es  la existencia  de un  hecho  aparente - mente con tradictorio  que  se  refleja en la  Odisea,  no s  referimos  a la  estrecha unión  existente  entre  un  héroe  épico,  Odiseo,  y  un  arma esp ecífica,  el arco y la s  flechas.  E s  importante  recalcar el  hecho  de  que  gracias  a esta  arma dicho héroe  lograría  la difícil  tarea de recuperar  s u  status  de  padre,  marido,  hijo  y basiteus, perdido tras veinte  años  de ausencia de  su patria,  Itaca. Esta  aparente  contradicción  estriba  en  la  consideración  sociológica  que, sobre dic ha arma y  su  u so  e n  el  contexto bélico,  imperaba en la  Grecia arcaica y  qu e pue de hac erse extensible al período c lásico  (H.L.  Lo rimer,  1950;  A .  Snod - grass,  1964  y  1967).  Gracias  a la  información  reunida a  través  de  la s  fuentes arqueológicas 1,  iconográficas  ( G .  Ahlberg,  1971;  E.  Vermeule  y y.  Kara - georghis,  1982;  5 .  A .  hnmerwahr,  1990;  E Lissarrague,  1990;  E .  Borgna,  1992) y  literarias2  y  especialmente  en  estas  d os  últimas—  se  deduce,  ta l  y  como 1  En funci ón de l os  materiales perecederos con que el arco era construido y  las características  edafo- lógicas  y  climáticas de Grecia, para detectar el  uso  de dicha arma debemos volver  nuestros  ojos  hacia lo s hallazgos  de punta s de flecha. 2  A  pes ar d e la escasez de fuentes  literarias en el  período arcaico  griego, para el tema que aquí  trata- mo s  contamos con una fuente de valor  inestimable:  la Ilíada,  qu e  por centrarse en  u n  cont exto bélic o, n os ofrece unos  datosde gran  importancia  para determinar la ética  guerrera imperante:  la que deriv a del  comba - te sing ular entre ansio,. Gerión,  n Y  13 .  ¡995. Servicio de  Publicaciones.  Universidad  Complutense.  Madrid.

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Simbolismo, mitología

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  • El simbolismo del arco de Odiseo

    SUSANA REBOREDA MORILLOUniversidad de Vigo

    RESUMEN

    El arco y las flechas, en la Grecia arcaica y clsica, eran consideradas como armasprototipo de brbaros o de cobardes, ya que su manejo contravena latica blica impe-rante en ambos perodos. Sin embargo, y a pesar de ello, el hroe Odiseo logra restauraren su reino la situacin previa asu partida a la guerra de Troya gracias a su mtico arco.La causa es que dicha anna posea, en el contexto de la mitologa griega, un significadosimblico completamente opuesto al anteriormente descrito para el mundo terreno.

    Consideracin social del arco en el contexto blico de la Grecia arcaica

    El punto de partida de este articulo es la existencia de un hecho aparente-mente contradictorio que se refleja en la Odisea, nos referimos a la estrechaunin existente entre un hroe pico, Odiseo, y un arma especfica, el arco ylas flechas. Es importante recalcar el hecho de que gracias a esta arma dichohroe lograra la difcil tarea de recuperar su status de padre, marido, hijo ybasiteus, perdido tras veinte aos de ausencia de su patria, Itaca.

    Esta aparente contradiccin estriba en la consideracin sociolgica que,sobre dicha arma y su uso en el contexto blico, imperaba en la Grecia arcaicay que puede hacerse extensible al perodo clsico (H.L. Lorimer, 1950; A. Snod-grass, 1964 y 1967). Gracias a la informacin reunida a travs de las fuentesarqueolgicas1, iconogrficas (G. Ahlberg, 1971; E. Vermeule y y. Kara-georghis, 1982; 5. A. hnmerwahr, 1990; E Lissarrague, 1990; E. Borgna, 1992)y literarias2 y especialmente en estas dos ltimas se deduce, tal y como

    1 En funcin de los materiales perecederos con que el arco era construido y las caractersticas edafo-lgicas y climticas de Grecia, para detectar el uso de dicha arma debemos volver nuestros ojos hacia loshallazgos de puntas de flecha.

    2 A pesar de la escasez de fuentes literarias en el perodo arcaico griego, para el tema que aqu trata-mos contamos con una fuente de valor inestimable: la Ilada, que por centrarse en un contexto blico, nosofrece unos datos de gran importancia para determinar la tica guerrera imperante: la que deriva del comba-te singular entre ansio,.

    Gerin, nY 13. 995. Servicio de Publicaciones. Universidad Complutense. Madrid.

  • 28 Susana Beboreda Morillo

    demostraremos a continuacin, que el arco era considerado como el arma de loscobardes, de aquellos que solan poner en prctica la tctica de la emboscada, quelanzaban la flecha agazapados con la finalidad de sorprender a su enemigo sin nisiquiera ofrecerle la posibilidad de reaccionar en su defensa si el arquero acerta-ba el blanco. El siguiente ejemplo de la Ilada3 resulta muy ilustrativo:

    Pero al hijo de Telamn le seguan sus leales huestes, numerosas y valien-tes, que le tomaban su escudo siempre que la fatiga y el sudor alcanzaban susrodillas; y en cambio, no seguan los locros al magnnimo hijo de Oileo, pues sucorazn no les aguantaba en la refriega cuerpo a cuerpo, ya que no tenan cascosguarnecidos de bronce, adornados de tupidas crines de caballo, ni tenan escudosde hermoso cerco, ni lanzas de fresno. Antes bien, lo haban seguido a Ilin con-fiando en sus arcos y en sus bien trenzadas cuerdas de lana de oveja, con los que,por tanto, intentaban romper, disparando copiosamente, las falanges troyanas. Yprecisamente en ese momento, cuando los otros con sus armas ricamente traba-jadas luchaban por delante contra los troyanos y Hctor el guerrero armado debronce, ellos disparaban sus arcos por detrs sin ser vistos... [XIII, 710-723].

    Por otro lado, el arco tambin era colocado en manos de los brbaros, esdecir de aquellos que, desde el punto de vista griego, desconocan o no respe-taban las normas impuestas por la tica blica civilizada que constitua la basede los enfrentamientos blicos, es decir, la lucha cuerpo a cuerpo que exiga noslo la proximidad fsica de los combatientes sino tambin el conocimiento desus respectivas genealogas4. De hecho, la razn del fuerte rechazo al arco y atodos los que eran habilidosos en su manejo era, sin lugar a dudas, la fuerteoposicin con la tica guerrera imperante en dicha poca tanto en lo que serefiere a la lucha cuerpo a cuerpo (F. J. Fernndez Nieto, 1975), como al com-bate hoplitico (A. Snodgrass, 1965, y J.-P. Vernant (dir.), 1968) y podemos afir-mar que la misma consideracin social respecto a este objeto fue mantenida enel perodo clsico y prueba de ello es la asimilacin que Esquilo hacia en suobra Los Persas en donde identificaba la victoria de los griegos sobre los br-baros, en este caso concreto los persas, como la de la espada sobre el arco.Tambin en la obra de Eurpides, Heracles5, se recoge esta discrepancia entreel hoplita y el arquero:

    ... pero en lo dems nunca fue guerrero insigne: jams abraz escudo consu mano izquierda ni se arrim a las lanzas; sosteniendo su arco el arma delos cobardes siempre estuvo presto a huir La prueba del valor de un hombre

    Homero, La Ilada. Traduccin de Cristbal Rodrguez, Alonso. Editorial Akal Clsica. Clsicos grie-gos, Madrid, 1986,

    Aunque en las fuentes escritas tambin se nos describe esta unin entre los brbaros y el arco, sonlas fuentes iconogrticas las que nos proporcionan los mejores ejemplos, especialmente en la cermica jicade Figuras Negras, en donde los portadores de dicha arma son o bien personajes de la mitologa, o bien songentes pertenecientes a la raza escita (cfr. F. M. vos, 1963 y E Lissarrague, 1990).

    Eurpides, Heracles. Traduccin de J. L. Calvo Martnez. Editorial Gredos, Madrid, 1985.

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    no es el arco, sino el mantenerse a pie firme y sostener la mirada frente a unapuntiaguda mies de lanzas, firme en su puesto [Heracles 158-164].

    Analicemos de cerca las contradicciones existentes entre la tctica em-pleada por unos y otros. En primer lugar, podemos citar el espacio, mientrasque en la tica guerrera de los griegos era imprescindible que la lucha fuera lle-vada a cabo en una llanura a campo abierto, los arqueros preferan los lugaresescarpados que les permitieran ocultarse de su visible enemigo. Tampoco eltiempo era coincidente, si en la primera se exiga que la guerra transcurrieradurante el da, el aprendizaje del tiro al arco se efectuaba en la noche dirigien-do la flecha hacia velas encendidas (McLeod, 1988); tenemos atestiguada estaprctica del tiro al arco en la noche durante algn asedio (Tucdides, III, 23, 4).En tercer lugar, hacemos mencin al tipo de enfrentamiento, frente a la luchaque presupona el contacto directo entre los contendientes, para el arquero unade las bazas necesarias era la distancia, imprescindible para disparar a su blan-co. Tampoco podemos olvidamos de la armadura, frente a la del guerrero grie-go que inclua un equipo pesado, el arquero debera llevar consigo lo impres-cindible que le permitiera efectuar rpidos movimientos. Y ya por ltimo, citarque si en la tica guerrera griega el elemento que ms se apreciaba en el com-batiente era su fuerza en el caso de la lucha cuerpo a cuerpo o su perfec-ta coordinacin con el compaero en el caso de la lucha hopltica, en elarquero se primaba la astucia y el saber hacer individual (salvo cuando arroja-ba su flecha parapetado en el escudo de su compaero).

    Los datos expuestos son suficientes para que surja la siguiente pregunta:por qu el autor de laOdisea coloc en manos de su protagonista un arma cali-ficada como despreciable en su tiempo?

    La Odisea, nueva tica heroica

    La respuesta ms inmediata que podramos dar se dirige a dos campos: enprimer lugar a Odiseo y a su peculiar personalidad y en segundo a la renovado-ra tica heroica que presenta la Odisea con respecto a la Ilada (W. Stanford,1954). Que Odiseo aparezca caracterizado como opuesto al prototipo heroicopor excelencia, Aquiles, se demuestra, entre otros, en los siguientes datos. Enprimer lugar, en su propia genealoga en la que nos encontramos que su abuelopor va materna era Autlico, ladrn y engaador por excelencia6; un segundo

    6 A travs de la Ilada observamos la importancia que tienen en un hroe sus antepasados, entre los quefigura por lo menos un personaje divino y algn hroe de renombradas hazaas. Llamo la atencin el hechoque en esta obra se mencione a Autlico como ex-propietario del casco que Merlones cede a Odiseo en laDolona, sin que aparezca la relacin familiar entre abuelo y nieto (II. X, 260-270). Por el contrario en laOdisea se quiere resaltar esta unin: Autlico es quien da el nombre a Odiseo (Od. XIX, 403-4lO) y quienasiste y premia con importantes presentes la hazaa iniciatoria del hroe, la caza de un jabal en el Parnaso(Od. XIX. 413-466).

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    punto a resaltar sera la supremaca que en la Odisea se le concede a la mtispersonalizada en Odiseo frente a la bie encabezada por Aquiles7 yparejo a ello la posibilidad legal de recurrir a la emboscada (A. Edwards,1985); en tercer lugar, su capacidad de resistencia y de adaptacin, tanto referi-da al dolor moral como a las mltiples tentaciones que se le presentan al hroey que, a diferencia de sus compaeros, demuestra saber contenerse y mantenerde este modo una relacin de concordia con el padre de los dioses y de los hom-bres8; y por ltimo, referimos al hecho de que Odiseo, frente a los grandes h-roes de la Ilada, es definido como el hroe de la reflexin y de la actuacin conextremada cautela9. Respecto a la diferente tica defendida por ambas picassimplemente denunciar que resultada totalmente ajena a los hroes de Ilin unaperspectiva que demostrara que la meta ms importante para alcanzar la felici-dad no era la inmortalidad que posean de forma exclusiva los diosest0, sinolograr mantener la vida de uno mismo para alcanzar una tranquila vejez en latierra natal en compaa de los seres ms queridos. Ello se refleja en todo elnostos del hroe y en las palabras que Odiseo dirige a Calipso1:

    Diosa venerada, escucha y perdname: yo me digo todo esto~ - Contodo lo saba que ella Penlope es, yo s que comparada contigo no ten-dra ni magnitud ni belleza; no es ms que una mortal y tu no conocers ni lavejez ni la muerte... A pesar de todo, el nico deseo que tengo cada da es el deregresar all, de ver en mi casa el da del regreso! [Od.V, 215-221].

    Ambas razones la peculiar personalidad del hroe y la nueva tica quepresenta la Odisea frente a la Ilada, aunque importantes, no resultan sufi-cientemente satisfactorias paraexplicar la unin de Odiseo con su arco, y nosllevan a pensar que esta arma en la matanza de los pretendientes, en particu:

    7 Aunque en toda la Odisea se observa la necesidad de poseer mtis para mantenerse con vida, el ejem-plo ms definitivo es el enfrentamiento entre el hroe y el cclope Polifemo. Slo gracias a una cadena deastucias ideadas por Odiseo -ofrecer vino sin mezcla al gigante, cegarle su nico ojo, darle un nombre falso(Ods), atase a s mismo y a sus conipaileros a los lomos de las ovejas lograron, l y la mayor parte de sushombres, no ser devorados por el hijo de Polifemo (Od. IX, 345465>. Esta situacin es trasladable a la cadade Ilin, ya que sta no se produjo por la fuerza de Aquiles, sino gracias a la astuta idea de Odiseo de la cons-truccin del caballo de madera.

    8 El ejemplo ms representativo de estas tentaciones es el de la necesidad de respetar el ganado sagra-do del dios Helios. No lo hicieron los hombres de Odiseo y este acto acab con la vida de los escasos com-paeros que todava se mantenan a su lado (Od. Xli, 340-419).

    En la Ilada vemos cmo los grandes hroes se mueven, ms que por la razn, por impulso. El casode Aquiles es el mejor ejemplo, a pesar de las mltiples splicas que le dirigen, no slo sus compaeros dearmas, sino su mejor amigo Patroclo: se niega a participar en la batalla por la ofensa que le hizo Agamenn.El cambio de esta actitud fue provocado por la desaparicin de Patroclo, a partir de este momento su hybrisle transforma en una mquina de matar. En ambas situaciones se reflejan posturas extremas cargadas deirracionalidad y as es demostrado por sus propios aliados. Por el contrario, al protagonista de la Odisea sele describe constantemente reflexionando sobre las diversas alternativas antes de tomar una determinacin.

    O Recordemos que Odiseo incluso llega a despreciar la oferta de la diosa Calipso, quien a cambiode que permaneciera con ella en su paradisaca isla le ofrece la inmortalidad que lo equiparara a un dios(Od. y, 208-210>,

    LOdyse. Posie Ho,nrique. Traduccin de Victor Brard. Ed. Les Reiles Letires, Paris, 1972.

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    lar, y en el plano de la mitologa griega, en general, adquira un nuevo simbo-lismo que se encontraba en oposicin con el que acabamos de describir en elmundo terreno.

    Para el difcil estudio del simbolismo de este arma en el mundo mitolgi-co, se desarrollarn dos vas. En la primera, se tratar de llevar a cabo el estu-dio de las divinidades arqueras por excelencia, es decir, Apolo y Artemis, y elsignificado que tiene su arma emblemtica12; la segunda directriz se dirigir alsimbolismo de dos arcos que descuellan por su importancia en la mitologagriega, el que perteneci a Heracles y el del propio Odiseo.

    Artemis y Apolo

    Es en la Ilada donde por primera vez encontramos a esta pareja divinacomo hermanos gemelos hijos de Zeus y de Leto. En los Himnos Homricos,concretamente en el dedicado a Apolo Delio3, se nos narra su complicadonacimiento14. En ambas fuentes los dos dioses aparecen descritos como estre-chamente unidos a su arco y a sus flechas. Recordemos que en la ltima deellas se nos informa que el dios Apolo, justo en el momento de nacer reclampara s dos objetos: la citara y el curvado arco; a partir de este momentoambos instrumentos de cuerda pasaron a ser los atributos definitorios del dios.Otra prueba de su vnculo con este arma son gran parte de los eptetos que apa-recen unidos a ambas divinidades: oxophoms que lleva el arco, wxotes/isarquero/a, iokhaira que lleva flechas en la mano, khruselakatosde flechas de oro, klitooxos arquero glorioso, ekeblos que dispa-ra certeramente, Flechador, ekaergos que alcanza o hiere a su volun-tad... Tambin en la iconografa de Apolo y Artemis se le concede granimportancia al arco; atributo que acompaa al primero en la mayor parte de lasrepresentaciones, y que es prcticamente inseparable de su hermana, la divini-dad de la caza por excelencia. Un dato ms que subraya la misma vinculacines que en ciertos santuarios dedicados a estos dioses se encontraron, entre lasdiversas ofrendas, puntas de flecha, como es el caso del Artemision de Delosen donde se localizaron treinta y cuatro puntas de flecha de bronce y una de

    ~E Borgna, 1992, 98 al estudiar el arco como objeto cultual unido a Arteniis y posiblemente aApolo en el contexto minoico y micnico concluye que este arma tiene un sentido enminentemente apotro-paico.

    13 Se ha aceptado que el Himno dedicado a Apolo Delio se trata de un himno antiguo que posterior-mente fue ampliado. Parece ser que el originario datara del s. viii-vil a.C. y la ampliacin sera producidaen el s. Vi a,C. CIt Himnos Homricos. La Batraconsia,na qua. introduccin, traduccin y notas de Alber-to Bernab Pajares. Editorial Gredos, Madrid, 1988, 92.

    4 Tal y como nos informa el Himno a Apolo Delio, nadie queda acoger en so tierra a Leto en elmomento de parir, no slo por temor a la celosa esposa de Zeus, sino al hijo que traa en sus entraas; slola isla de Delos consinti, no sin antes obligar a jurar a Leto que se construira en ese lugar el primer san-suado a su hijo (30-91>.

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    marfil (H. Gallet de Santerre y J. Trheux, 1947-1948); tambin en el santua-rio de Apolo en Epidauro se localiz este tipo de ofrenda (J. Papadimitriou,1949). Por ltimo, citamos los propios mitos relativos a sus personas en los quesiempre utilizan como medio de defensa el implacable arco. Pero antes deadentramos en estos mitos y en el simbolismo que, a travs de ellos, observa-mos que posee su arma debemos referimos a la evolucin particular que sufriApolo.

    Si de la diosa Artemis podemos afIrmar que aparece caracterizada con unapersonalidad bastante definida desde los primeros tiempos como Ponia Theron,es decir, Seora de los Animales y que, aunque con pequeas variaciones, semantuvo a travs del mito lo ms esencial de su identidad, no podemos afirmarlo mismo de su hermano Apolo. Existe plena unanimidad entre los investigado-res en que los rasgos que definen al Apolo arcaicols tal y como se reflejan en laIlada y en los Himnos Homricos poco tienen que ver con el Apolo del perodoclsico, oracular y en cierta medida salvaguardia de los seres humanos por con-siderarlo el transmisor de los oscuros designios de su padre, Zeus. De todas for-mas, a pesar de esta evolucin, tenemos que decir que el arco, junto con la lira,permaneci como atributo inmutable del dios. Para esta investigacin nos intere-sa subrayar su personalidad arcaica, aquella que se defina como temible, no slopara los hombres sino tambin para los dioses. Esta ltima idea aparece clara-mente reflejada en el Himno dedicado a Apolo Delio16:

    Voy a conmemorar que no quiero olvidarme a Apolo el Certero, antecuya llegada tiemblan los dioses en las moradas de Zeus y se levantan todos desus asientos al aproximarse l, cuando tiende su ilustre arco. Leto es la nicaque permanece sentadajunto a Zeus que se goza con el rayo. Ella es la que dis-tiende el arco, cierra el carcaj, y tras tomarcon sus manos de sus robustos hom-bros el arco, lo cuelga en un clavo de oro de la columna de su padre y asimis-mo lo lleva a sentarse en un trono. El padre entonces le ofrece nctar en unacopa de oro, saludando a su hijo. A continuacin las dems deidades se sen-tan y se alegra la venerable Leto por haber parido un hijo poderoso y capaz dellevar el arco [Himno a Apolo Delio, 1-14].

    La idea de que la presencia del dios con su arco genera temor entre quie-nes lo observan es una constante en este prrafo y debemos subrayar que eneste caso no se trataba, como en el inicio de la Ilada, de simples humanos quese estremecan ante la aparicin de una divinidad que llegaba en medio de lanoche y que en el sonido de sus flechas amenazadoras adivinaban la muerte

    5L. R. Farnell, 1907, 310 llega incluso a pensar que el arco como atribulo constante de Apolo debealudir a su etapa primitiva en la que la divinidad era adorada por tribus que vivan de la caza. G. Mautis,1959, y J. Ducheim, 1960. defienden que su aspecto arcaico y la unin de este dios con el arco obedecen asu Origen asitico.

    tC Himno ila: A Apolo Delio, en Himnos Homricos. La Batracomio,oaquia . Traducin de Alber-to Bernab Pajares. Editorial Gredos. Madrid, 1988, 106-114.

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    inminente, provocada sta por la ofensa infligida por los aqueos protagonI-zada por Agamenn a un sacerdote dedicado al culto de Apolo17. En elHimno a Apolo Delio se nos est describiendo la actitud de las divinidades delOlimpo que, ante la llegada de otro dios, se levantan de sus asientos e inte-rrumpen su diversin. Esta reaccin se encuentra tan vinculada a su amena-zante arco como a la respuesta de su padre Zeus18; de hecho no puede obede-cer a la casualidad que slo cuando ambos se muestran distendidos el arcodesmontado y Zeus ofreciendo a su hijo la bebida de los dioses la situacinrecobre la normalidad.

    Una sensacin de pnico similar es la que incita Artemis con su arco, aun-que en un contexto distinto. No se trata de provocar tensin entre sus igualessino que sta se impone en su propio dominio; esta divinidad reina sobre losanimales salvajes y el territorio en que stos se desenvuelven. Es el mundo que,por definicin, se opone al espacio cultivado en el que desarrollan su vida losseres humanos. Y de nuevo, como ejemplo ilustrativo de los sentimientos queprovoca la presencia de la diosa en su propio reino, recurrimos a los HimnosHomricos, y en particular a aquel que aparece dedicado a Ai-temist9 y que seinicia de la forma siguiente:

    Canto a la tumultuosa Artemis, la de las ureas saetas, la virgen venera-ble, cazadora de venados, diseminadora de dardos, la hermana carnal de Apoloel del arma de oro, la que por los montes umbros y los picachos batidos porlos vientos, deleitndose con la caza, tensa su arco todo l de oro, lanzando dar-dos que arrancan gemidos. Retiemblan las cumbres de los elevados montes yretumba terriblemente el bosque umbro por el rugido de las fieras. Se estre-mece tambin la tierra y el mar prdigo en peces. Pero ella, que tiene un ardi-do corazn, se dirige de un lado a otro, arruinando laraza de las fieras. Y cuan-do se ha complacido la diosa que ojea las fieras, la diseminadora de dardos, yha deleitado su espritu, tras aflojar su flexible arco, se dirige a la espaciosamorada de su hermano, Febo Apolo, al esplndido pueblo de Delfos, dispo-niendo all el hermoso coro de las Musas y las Gracias. Tras colgar all su els-

    t7 Es perfectamente equiparable la sensacin de terror que la presencia de Apolo provoca entre los dio-ses y la que provoca entre los hombres, veamos literalmente la descripcin de su aparicin en la Ilada, 1(45-48>: Resonaban con estridencia las flechas sobre los hombros del encolerizado dios al ponerse en,novimien;o, y avanzaba 1 parecido a la noche. Fue a senarse luego lejos de las naves e inmediatamentelanz una flecha y un terrible silbido sali del arco de plata Fue primero sobre los mulos y los rpidosperros. Ms sigui lanzando l sus flechas de penetrante punta, alcanzndolos tambin a ellos.., durantenueve das cruzaron por el ejrcito las/lechas del dios.

    tS J, 5, Clay, 1984,38-43 afirma que el temor que inspira el dios es debido a la posibilidad deque ste,siguiendo el Mito de las Sucesiones destronara a su padre Zeus para ocupar su lugar; en el momento en quese muestra entre ambas divinidades una relacin de concordia el poeta del Himno esta introduciendo unanueva dimensin csmica. Nosotros aadimos que esta buena relacin entre el padre y el hijo es subrayadapor el hecho que se desmonte el arco.

    t9 Himno XXVII: A Arsemis, en Himnos Homricos. La Ba:racomiomaguia . Traducin de AlbertoBernab Pajares. Editorial Gredos, Madrid, 1988, 287.

  • 34 Susana RetorecIa Morillo

    tico arco y las saetas, dirige los coros, iniciando el canto con encantador ade-rezo sobre su cuerpo [Himno a Artemis, 1-18].

    Y de nuevo observamos que, a pesar de la evidente diferencia de contextos,hay una intencin clara por parte del autor de plasmar sentimientos y reaccionessimilares ante la visin, por separado, de las divinidades gemelas. El arco y supuesta en accin resulta amenazador, provoca el pnico, no slo en aquellos ani-males a los que la diosa dirige sus mortferas flechas, sino en todo lo que seencuentra en su contexto inmediato. Tambin una vez ms volvemos a encon-tramos con la idea de que es ladistensin o el reposo del arco el desencadenan-te de un profundo cambio de escenario que rompe de forma tajante con la laten-te agresividad anterior En este caso, tras este acto nos vemos traspasados a unmundo de dulzura marcado por el comps de los coros femeninos que la mismadiosa dirige. Es decir, una vez que desaparece la unin fsica entre la divinidad ysu mortfera arma, el pnico desaparece, la tensin se relaja y esta relajacin apa-rece subrayada por la concordia establecida a travs de un dulce canto.

    En otros mitos se nos narra la inflexibilidad de la diosa en lo que se refie-re a los atentados dirigidos en contra de su soberana. Uno de los casos ms cla-ros20 es el que se relaciona con Agamenn quien cuando se diriga a Troya consus guerreros, atrac en Aulide; all, tras haber dado caza a un ciervo, se jactafirmando que ni siquiera la diosa de la caza por excelencia sera capaz desuperar esta hazaa. La reaccin de la divinidad es inmediata, paraliza los vien-tos que habran de conducir a los griegos a su destino y a cambio exige queAgamenn sacriflque a su propia hija, Ifigenia (Eurpides: Ifigenia en Aulide,357-360), a la que finalmente, antes de que se lleve a cabo el sacrificio, Arte-mis sustituye por una cierva e incorpora a lajoven al grupo de sacerdotisas vr-genes que conviven con ella en los bosques (Eurpides: Idem, 1585-1627; Apo-lodoro, Eptome III, 21). A pesar de que en este caso no se aluda a una actua-cin directa de la diosa con su arco, se nos ofrece una buena informacin sobreel fuerte carcter de la divinidad arquera y su implacabilidad respecto a lasofensas recibidas sobre su dominio en su reino.

    La conclusin inmediata resulta bastante alentadora, especialmente alobservar que confirma las sospechas anteriormente expuestas. En ambas divi-nidades el arco se contrapone a la identificacin que se realizaba en el contex-to blico con la cobarda; este arma, al menos en sus manos, se convierte en unindiscutible smbolo de poder que provoca terror entre quienes los observan.Poder y temor que se hace extensivo no slo a los hombres, sino a la naturale-za salvaje y a otras divinidades. Nada ni nadie puede excluirse de esta afirma-

    20 Otro mito que tambin se relaciona con la soberana ultrajada de la diosa es el del jabal de Calidn.El rey de este lugar, Eneo, haba ofrecido un sacrificio a todas las divinidades despus de la recoleccin olvi-dndose de Artemis. La diosa, en venganza, enva un jabal de gran tamao para que asolara continuamentelos campos del citado reino (cfr. Apolodoro 1, 8. 2>.

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    cin y de este modo vemos a ambos hermanos luchando al unsono, mostran-do su furia y seguros del triunfo que les ofrece su poderosa arma. El ejemplode la Ilada sobre los acontecimientos que le ocurrieron a los hijos de Niobe,en el que se nos describe a los dos hermanos combatiendo por la misma causa,sirve para completar la definicin sobre el simbolismo que llevaban implcitossus arcos:

    ... Niobe a laque doce hijos le perecieron en sucasa, seis hijos y seis hijasen la flor de la vida. A ellos dioles muerte Apolo de una flecha de su arco deplata en su enojo contra Niobe; y a aqullas Artemis la que lleva flechas en lamano, porque Niobe sola compararse con Letona de hermosas mejillas. Decaque sta habaparido a dos y ella, en cambio, haba engendrado a muchos. Masaunque dos, fueron stos los que perdieron a todos los suyos. Nueve das per-manecieron tendidos en su sangre, y nadie para enterrarlos, pues el Crnidahaba convertido a la gente en piedras. Mas al dcimo da le dieron sepulturalos dioses descendientes de Urano... [11.XXIV, 600-613].

    Ante la descripcin de la matanza de los hijos de Niobe si nos quedabaalguna duda sobre el simbolismo del arco en el contexto mitolgico, sta haquedado resuelta. Nada ni nadie debe jactarse o dirigir algn improperio con-tra estos dioses o quienes se relacionen de forma directa con ellos. En este casoconcreto el atentado y el origen de la ofensa se relacionaba con la fertilidad desu madre. Sus temidos arcos y sus amenazadoras flechas no slo provocarn ladesgracia sobre quienes osen contrariarles sino que tambin son un medio claropara restituir el orden establecido. Est bien claro el mensaje que se nos tras-mite en la Ilada: aunque Leto, frente a Niobe, haya tenido tan slo dos hijos,stos son los ms poderosos. Es decir que lo que realmente cuenta no es la can-tidad, sino la calidad.

    Pero la simbologia del arco es todava ampliable y no slo reducible a laecuacin arco=poder-i-terror. Si sta es la visin negativa de su estrechaunin con este arma, tenemos tambin como suele ocurrir en el plano mito-lgico griego una caracterizacin positiva aplicada a esa misma unin.Ambas divinidades y sus flechas se encuentran estrechamente ligados al hechode provocar entre los humanos la muerte sbita. Aquella que era caracterizadacomo dulce en oposicin a la muerte lenta que traa consigo una larga agonay una conciencia del sufrimiento. Por lo general nos encontramos con una claradiferenciacin sexual, Artemis es la que a travs de sus flechas provoca lamuerte repentina en el gnero femenino y su hermano gemelo en el masculino.Son abundantes los ejemplosque podemosextraer sin ni siquiera abandonar lostextos homricos. El propio Odiseo, cuando se encuentra a su madre muerta enel Hades, le interroga sobre la causa de su fallecimiento y le inquiere si fuedebido a las flechas de Artemis o auna larga dolencia (Od XI, 170-173). Tam-bin Eumeo cuando ledescriba a un Odiseo disfrazado de mendigo el lugar dedonde proceda hace alusin a este tema del modo siguiente:

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    Se llama Siria conocas t este nombre?, una isla que se encuentraen la cima de la Ortigia, del lado del ocaso; quizs algo de ella oste. No estmuy poblada, pero es un buen pas: vacas y ovejas, vino en abundancia y trigoen cantidad. No se conoci nunca el hambre, ni las plagas, calamidades de losmortales, sino cuando los ciudadanos al entrar en vejez, el dios del arco deplata, que Artemis acompaa, Apolo, les dan muerte bajo sus dulces flechas...[Od. XV, 403-412].

    Simplemente nos gustara destacar un importante dato para la presenteinvestigacin. Eumeo est describiendo su pas con grandes similitudes con laedad de oro y uno de los elementos que forman parte de la felicidad en queviven sus habitantes, junto a la abundancia de productos alimenticios y la faltade enfermedades, es el de alcanzar una muerte dulce gracias a las flechas deambos hermanos. Esta es la otra versin de la simbologa de estos arcos divi-nos, sus flechas, en este caso benefactoras, proporcionaban una muerte sinsufrimiento, sin que la persona ni siquiera tuviera tiempo para que le alcanza-ra la consciencia de lo que realmente le estaba sucediendo.

    En definitiva se puede afirmar que la simbologia de estos arcos divinos esdoble, si por un lado su asociacin con Apolo y Artemis representa su poder enfuerte asociacin con el terror de los otros; por otro sus flechas son solicitadaspor los hombres a la hora de su muerte. Si est asumido que sta tiene que lle-gar, es preferible que asome sin connotaciones de agona, que se produzcarepentinamente, con una flecha divina que se clava en el corazn y que marcael paso al ms all de una forma dulce o, quizs, inconsciente.

    Heracles

    Ante todo lo expuesto referido a las divinidades arqueras se podra aducirque la simbologia que se le concede al arco cuando se encuentra en sus manospodra obedecer a su elevado status, por esa razn consideramos necesariohacer un estudio similar referido a un hroe, Heracles, hijo de Zeus y de la mor-tal Alcmena, que tambin aparece caracterizado en la mitologa griega, comouno de los arqueros por excelencia. De hecho, su principal atributo, junto conla maza y la piel del len de Nemea, es el arco. Dejaremos para ms adelanteel origen y la trayectoria que sigui este arco para detenemos en la simbologiaque adquira dicha arma en sus manos y que no es ajena a la que describamoslineas ms arriba respecto a las divinidades arqueras. Tambin el uso del arcoen Heracles nos lleva a un simbolismo de dicho objeto que se opone a la defi-nicin de un arma adoptada por los cobardes o por los brbaros. Un primer datoa resaltar, de gran importancia para este anlisis, es la seguridad que este armaproporcionaba al, por entonces todava humano, hijo de Zeus para enfrentarsea cualquier tipo de enemigo. Entre ellos incluimos, por un lado a los peligros-simos monstruos a los que el hroe tuvo que hacer frente en las doce labores

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    que le fueron encomendadas por Euristeo, como el caso de la hidra de Lerna,descrita como un ser de nueve cabezas de las cuales ocho eran mortales y unainmortal y a la que logr abatir gracias al uso de flechas incendiadas (Apolo-doro II, 5, 2); esta hazaa recobra ms importancia en nuestro estudio si tene-mos en cuenta que una vez vencido el monstruo, Heracles impregn la puntade sus flechas en la sangre o la bilis de este animal aumentando, todava ms,su capacidad mortfera (Pausanias U, 37, 4; Eurpides, Heracles 419 ss.). Perola seguridad que a este hroe le proporciona su arco no slo se encuentra enrelacin con los monstruos, sino que permanece en sus enfrentamientos con losseres divinos. Son varios los ejemplos en que se nos describe al hijo de Zeusamenazando a las divinidades con su poderosa anna. Al finalizar su dcimo tra-bajo, cuando trasladaba a los bueyes de Geriones, sintiendo que el sol era abra-sador, mont su arco amenazante contra Helio, quien ante su valor le regaluna copa de oro para que pudiera trasladarse por el ocano. Precisamente elotro ejemplo al que vamos a referimos se relaciona con el dios Ocano, a quientambin demostr la confianza y el poder que le otorgaba su arco ensendolede forma amenazante sus flechas, asegurndole que si no aplacaba la rudeza delas olas lo utilizara en su contra. En ambos casos vemos al hroe consiguien-do sus deseos de las divinidades y no gracias a sus sacrificios, si no a la ame-naza de su arco y sus temibles flechas. De hecho, si resulta paradjico que unsimple mortal por mucho que sea hijo de Zeus se atreva a amenazar a lasdivinidades, lo es todava ms la reaccin de las mismas, ya que como vimosen ambos casos ceden ante la visin de la terrorfica arma. No es una exagera-cin, no encontramos otra justificacin que resuelva la benevolente actitud deHelios y Ocano, especialmente cuando comprobamos que la osada de Hera-cles es todava mayor cuando, no contento con ir distribuyendo amenazas entrelos Olmpicos, llega incluso a montar su arco en contra de ellos y dispararlessus dainas flechas. Tenemos dos ejemplos que narran este enfrentamiento yprecisamente con dos grandes divinidades. Porun lado Hera, la esposa de Zeusy, por otro, Hades, to de Heracles. Ambosdatos son tomados de la liada, justoen el momento en que Afrodita se quejaba ante su madre Dione por la heridaque le infringi un mortal, Diomedes. La respuesta de la madre es contunden-te y muy interesante para el tema que planteamos:

    Sufre hija ma y aguanta, por mucha que sea tu afliccin; que muchos sonya los moradores de las mansiones olmpicas que han sufrido de parte de loshombres hasta causarse unos a otros arduos sufrimientos... Sufri Hera, cuan-do el fornido hijo de Zeus le alcanz en el pecho derecho con una flecha de tri-pe aleta: fue incurable el dolor que de ella hizo entonces presa. Entre ellossufri tambin el monstruoso Hades una rauda flecha, cuando el mismo hom-bre, hijo de Zeus portador de la gida, le dispar en Pilos, en medio de losmuertos, y lo entreg a terribles dolores.., la flecha se le haba hundido en elrobusto hombro e inquietaba su corazn... l Heracles no se abstena de

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    cometer atrocidades, que con su arco era la preocupacin de los dioses queposeen el Olimpo [It V, 382-405].

    Los ejemplos son tan claros como contundentes. Heracles, a quien nadiecalificara como un cobarde, adquira un poder con su arma que le permitaenfrentarse no slo a los ms terribles monstmos de hecho utiliz su arcocontra el len de Nemea, la hidra de Lerna, la cierva de Cerinia, las aves dellago Estinfalo, los centauros..., sno a aquellas divinidades que se interpon-an en que sus hazaas alcanzaran el deseado fin, la prneba definitiva la encon-tramos en el texto que vimos de la Ilada en el que se subraya que su arco erala preocupacin de los Olmpicos.

    Pero todava tenemos ms datos sobre este objeto y su muy diferenteconsideracin social en el plano del mito en relacin con el mundo terreno.Veamos la trayectoria de dos arcos que descuellan en la mitologa griega: el deHeracles y el de Odiseo.

    Dos arcos mticos. Su origen y trayectoria en el mito

    La razn de agrupar esto dos arcos es por poseer una serie de importantescaractersticas en comn. En primer lugar, nos llevan en el ltimo peldao de sugenealoga al propio Apolo21; unasegunda similitud, es que los dos en uno u otrosentido se convirtieron en mercanca de intercambio, es decir, en un preciado donque sellaba relaciones de dependencia (J.M. Servet, 1984, 133). El de Heraclesofrecido aFiloctetes por haber sido el nico en atreverse a prender fuego a la piraque llevara al hijo de Zeus a la ansiada inmortalidad (Apolodoro II, IV), y elsegundo fue entregado por Ifito a Odiseo a cambio de una espaday una lanza, enel momento en que ambos se prometen mutua hospitalidad en sus respectivoslugares de origen (Od. XXI, 15-38). Todava nos encontramos con un tercerpunto en comn y es que ambos arcos adquirieron el rango de talismn; la pre-sencia del arcode Heracles en Troya fue una de las condiciones imprescindiblespara que la batalla fuera ganada por los griegos a los troyanos (Apolodoro, [Epi-tome IV, 8), en el caso de Odiseo tambin su arco se hace insustituible para lograralcanzar la victoria sobre los pretendientes, temidos ms que por su talla por suelevado nmero; arco que por otro lado pareca resistirse a ser tensado por cual-quiera que no fuera su amo. Todas estas concomitancias sitan a dichos objetosen el plano mitolgico en lacategora de agalma (L. Gernet, 1980, 85-122), obje-to que procede de un dios, que posee el rango de talismn y, lo que para noso-tros es ms importante, era utilizado para sellar relaciones dQdependencia y fide-lidad que se perpetuaran a travs de las generaciones futuras.

    2 Tambin en la Ilada los hroes que aparecen retratados como arqueros obtuvieron directa o indi-rectamente su arco de las divinidades arqueras por excelencia. Paris, Pndaro, Hleno y Filotectes dc Apoloy Estrofio de Artemis.

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    A pesar de que ambos arcos siguieron distintas trayectorias se convirtieronen objetos que, de forma individual, encerraban un simbolismo concreto.

    El arco de Heracles

    Empecemos por examinar las circunstancias del arco de Heracles. Yavimos que este arma, inseparable de su dueo en sus duras tareas, se convirtien uno de sus principales atributos22. A partir del momento en que este hroese lo cede a Filoctetes se convierte en un objeto definitorio de la amistad. Laprimera prueba de esta afirmacin la tenemos en el motivo del regalo, Heraclescon toda seguridad ofreci de entre todos sus objetos el ms preciado parasellar su relacin con el hombre que hizo posible que el sueo perseguido ensu vida terrena se convirtiera en una realidad: participar de la inmortalidadexclusiva de los dioses (Apolodoro II, 7, 7). Pero esta unin entre el arco y laamistad es todava ms clara en una tragedia clsica, el Filoctetes de Sfocles,que narra las peripecias llevadas a cabo por el hijo de Aquiles, Neoptlemo,dirigido por Odiseo para tratar de llevar el mitico arco desde la isla de Lem-nos23 a Troya. Recordemos que este hecho se transform en un requisito indis-pensable para que los griegos alcanzaran la victoria sobre los troyanos. Debi-do a la conocida enemistad de Filoctetes con los griegos y especialmente conel jefe de esta expedicin24, Odiseo traz un plan engaoso para apoderarse deltalismn. Plan que en un principio fue seguido por Neoptlemo a quien por estemotivo lo vemos en permanente conflicto con su propia conciencia. Es preci-samente en el momento en que el engao alcanzaba la meta ansiada el arcoya estaba prcticamente en poder de los griegos cuando el hijo de Aquiles,guiado por su honestidad, narra toda la verdad al hroe herido en la pierna.Cuando todas las esperanzas se haban perdido por el manifiesto enfado deFiloctetes y su negativa a ceder su arco o aacompaarlos, la situacin se resuel-ve con la aparicin de Heracles ex machina que convenci al hroe de la nece-sidad de su presencia con su arco para derribar los muros de Ilin.

    Si analizamos de cerca este episodio es posible percibir que el arco juegaun papel mucho ms importante que el de objeto/talismn. En este contexto enel que la relacin que mantienen los dos principales protagonistas Filoctetesy Neoptlemo se puede definir como fluctuante (O. Taplin, 1978), las direc-

    22 Es interesante la asociacin que se hace de Heracles y su arco con el primitivismo y con el fen-meno prehopltico. Cfr. vv. AA., Los enigmas de Tarteso, en J. Alvar y J. M. Blzquez, 82-89.

    23 Los griegos haban abandonado a Filoctetes en la isla de Lemnos cuando se encontraban camino deTroya. La causa fue la mordedura de una serpiente en una pierna que no slo provoc una herida incurable,sino que sta despeda un olor pestilente (II, II, 72 1-722).

    24 En el Filoctetes de Sfocles, el principal causante del abandono del hroe fue el propio Odiseo, alque Filoctetes odiaba ms que a nadie en el mundo,

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    trices que sigue esta amistad vienen determinadas por el propio arco. Esta afir-macin se explica en la prctica del modo siguiente. Cuando el hijo de Aqui-les logra, mediante engaos, la amistad de Filoctetes y ste lo considera comoun verdadero amigo, la prueba que le ofreci de su confianza y agradecimien-to fue la posibilidad de tocar el mtico arco. Son las siguientes palabras las quele dirige el hroe25:

    ... lo tendrs a tu disposicin, de modo que puedas cogerlo y devolverlo alque te lo presta, y ufanarte de ser el nico de los mortales que, gracias a su vir-tud, puede tocarlo. Por rendir un favor lo he conseguido yo tambin... [Filoc-tetes, 667-670].

    Dos datos queremos resaltar de este texto: que Filoctetes es muy conscien-te de que Heracles le entreg su arma por amistad y en segundo lugar, estehroe consiente que su nuevo amigo lo toque por la virtud que le ha demostra-do. Si seguimos con el texto observamos que esta identificacin entre el arco yla amistad se mantiene invariable. Podemos afirmar que el hroe demuestra suplena confianza en el joven Neoptlemo cuando es aquejado de profundosdolores en su herida y consciente de que a continuacin le espera un largo yprofundo sueo, cede la custodia de su preciado objeto que recordemos per-miti que continuara con vida en la descrita como inhspita Lemnos al jovenhijo de Aquiles. De hecho, ste, consciente de lo que ese acto significaba, nopudo mantener por ms tiempo el engao y narr al hroe enfermo toda la ver-dad. El lazo ficticio de amistad que entre ambos se haba sellado por el con-tacto mutuo con el arco qued definitivamente roto y as se observa en las pala-bras de Filoctetes:

    Estoy perdido, infortunado, he sido traicionado! Qu has hecho, ohextranjero? Devulveme al punto mi arco!... Con que devulvemelo. An estsa tiempo de volver a convertirte en ti mismo... [Filoctetes, 925-926 y 950].

    Tras la lectura de este prrafo queda patente que si la amistad no estababasada en la virtud y toda su relacin se haba cimentado sobre el engao, eljoven Neoptlemo no tena derecho a tocar un arco que por otro lado habasellado en el pasado una relacin de amistad, entre Heracles y su nuevodueo. La prueba de esta amistad la encontramos en la aparicin del, porentonces, ya dios que con sus palabras logr el objetivo que, para los aque-os, pareca ya inalcanzable: el traslado de Filoctetes y su arco a Troya paravencer a los troyanos.

    El arco de Odiseo

    Detengmonos ahora de forma ms especfica en la trayectoria del arco queOdiseo obtuvo de manos de Ifito. Apolo se lo entreg a! padre de este ltimo,

    25 Sfocles. Filoctetes. Traduccin de A. Alamillo. Editorial Gredos, Madrid, 1986

  • El simbolismo del arco de Odiseo , 41

    Eurito, el rey de la mtica Ecalia, a quien instruy en su manejo; a su muertefue heredado por uno de sus hijos, Ifito, y ste se lo entreg a Odiseo, en lascondiciones anteriormente expuestas. A partir del momento en que fue inter-cambiado por una lanza y una espada, este arco se identificar con el respeto alas normas de hospitalidad. Su primera vinculacin es obvia: el intercambio depresentes sellaba entre ambos jvenes la promesa de mutua hospitalidad. Lasegunda, disfrazada en un relato ms amplio, es el motivo por el que tal pro-mesa nunca lleg a tener la efectividad deseada. Ifito fue asesinado por Hera-ces en unas de las ms flagrantes subversiones de las normas de hospitalidad,ya que este ltimo en el momento de darle muerte era husped del primero (0ffXXI, 27-30). Aunque el arma, ya en posesin de Odiseo, no determin estedesenlace fatal, la historia es narrada en el momento en que el hroe, ya en sucasa pero disfrazado de mendigo, entra en contacto directo con su mortferaarma que iba a ser, en breve, la perdicin de los pretendientes.

    Alejmonos por un instante del objeto y su relacin con las normas dehospitalidad y vayamos al contexto general en que se ubica la Odisea que, sintemor a la exageracin, podemos definir como un relato volcado a destacar laimportancia del respeto o de la falta de respeto por dichas normas. En ella nosencontramos con un Odiseo errante que cada vez que llegaba a tierras desco-nocidas deseaba, en vano, ser atendido por sus habitantes segn las normasbsicas que protegan al extranjero y que se encontraban bajo el patrociniodirecto de Zeus. Los ejemplos de las transgresiones a lo largo de toda la obrason tan significativos como generales: los lotfagos ofrecan a sus huspedesuna planta que, una vez ingerida, provocaba el efecto de olvidarse de la propiatierra natal y de los seres queridos (Od. IX, 83-97); los cclopes y los lestrigo-nes devoraban a todos aquellos que osaban buscar cobijo en sus dominios(Od. IX, 288-290 y X, 116-117); las sirenas que encandilaban con su canto alos navegantes que pasaban cerca de la isla que habitaban, se servan de susdespojos para delimitar su territorio (Od. XII, 45-46); sin olvidar a Circe que,tras aparentar una buena acogida a sus huspedes, les suministraba una drogaque los transformaba en animales con el terrible agravante de que su mentecontinuaba siendo humana (Od. X, 229-240). De todos los ejemplos aludidosel que hace una referencia ms concreta al tema que tratamos es el siguienteepisodio del Cclope Polifemo:

    Nosotros hemos llegado a tu casa, a tus rodillas, esperando recibir tuhospitalidad y algunos de los presentes, como se hace entre los huspedes.Teme a los dioses, bravo amigo! Somos suplicantes: Zeus es el vengador delos suplicantes de los huspedes [Od. IX, 266-270].

    Pero este episodio no slo resulta representativo de los deseos de Odiseo alllegar a una tierra extranjera, tambin es ejemplar de muchas otras acogidas quehubieron de soportar el hroe y sus hombres. Veamos dos ejemplos de las res-puestas que el hijo de Poseidn ofrece a las splicas presentadas por Odiseo:

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    Pareces un nio, mi husped! o vienes de lejos! T quieres que yotema y respete a los dioses! S que los Ojos Redondos no se preocupan ni delos dioses afortunados ni de Zeus el de la gida: nosotros somos los ms fuer-tes [Od. IX, 272-276].

    Bien! Comer a Nadie -el nombre falso que se dio a s msmoOdiseo el ltimo, despus de todos sus amigos; el resto ir antes; ste es elpresente que yo te hago, mi husped! [Od. IX, 368-370].

    Este ejemplo, relativo de forma concreta a Polifemo pero, tal y comovimos, extensible al conjunto de los habitantes de los lugares a los que arri-b Odiseo con la nica excepcin de los feacios, es suficiente para afirmarque todos contravenan las normas de hospitalidad y con ello demostraban noslo el estado salvaje en que vivan, entendido como opuesto a la cultura,sino una falta de respeto a la divinidad que gobernaba sobre los dioses ysobre los hombres.

    Pero la transgresin a dichas normas no slo es observable en el contextofantstico en el que se mueve Odiseo, primero con sus hombres y despus ensolitario, sino que constitua la forma de vida de su propia tierra, Itaca, dondetras veinte aos de ausencia del basileus, nadie desempeaba el papel que lasociedad le haba asignado (J. Redfield, 1983, 244). Laertes, el padre de Odi-seo, alejado de su palacio, llevaba una vida similar a la de sus siervos; su espo-sa, Penlope, acosada por ciento ocho pretendientes, no asuma ni el papel demadre ni el de viuda ni el de ama de casa; Telmaco, su hijo, en edad de hacer-se cargo de la situacin, no acababa de despertar de su ya tarda pubertad; Euri-clea, el ama que cri a Odiseo y a su hijo estaba ms cerca de asumir el papelde duea de la casa que de sierva de confianza; y por ltimo se nos describe alporquerizo Fumeo cuidando de la hacienda como si fuera la suya propia(Od. XIV, 525). A toda esta completa anarchia debemos aadir la presencia yactitud de los numerossimos galanes que sembraban de forma continua elcaos. Retomemos en relacin con estos ltimos el tema de la hospitalidad, yaque los pretendientes, conocedores de las normas impuestas por Zeus, lasignoraban contravinindolas de un modo equiparable al que lo hacan losCclopes, a pesar de que el contexto de los galanes se encontraba, al menos enteora, del lado de la cultura, es decir en un oikos civilizado. Nada ms lejosde la realidad.

    En primer lugar hay que afirmar que los pretendientes, a pesar de estarprcticamente viviendo en casa de Odiseo de hecho slo la abandonabanpara dormtr, ni siquiera merecen el calificativo de huspedes, porque nj.tncafueron invitados por algn miembro de esta casa. A pesar de este important-simo dato no dudaban en alimentarse con los productos de la hacienda delhroe que estaban minando a base de continuos banquetes en los que tratabande equiparase a los dioses (J. Griffin, 1980). Un tercer hecho es que los gala-nes deseaban la mano de una mujer casada a pesar de que no tenan la com-

  • El simbolismo delarco de Odisea 43

    pleta seguridad de que su marido hubiera muerto. Todava tenemos ms datosde su oposicin consciente a las normas de hospitalidad, tan pronto como atis-baron la posibilidad de que Telmaco se hiciera cargo de la desastrosa situa-cin planearon una emboscada que result fallida para asesinar al anfi-trin de la casa, ya que ste se estaba preparando para asumir el papel decabeza de familia (Od. IV, 660-675; XVI, 364 ss.). Pero su transgresin vatodava ms lejos ya que los vemos adoptando el impropio papel de anfitrio-nes y despreciando y negando alimento a aquellos que, tal y como dictabanlas normas del mundo civilizado, eran bien acogidos por los verdaderos due-os de la casa.

    Esta es la situacin con la que Odiseo se encuentra a su regreso al hogar yque adems debe sufrir sobre su propia persona cuando aparece en su palaciodisfrazado de mendigo. Con la nica finalidad de divertir a los galanes, tuvoque enfrentarse en un agn al mendigo Iros (Od. XVIII, 40-99), soportar lanegativa de la comida que mendigaba y las continuas agresiones, no slo ver-bales sino tambin fsicas (Od. XVII, 4 15-464). Todos estos factores de impie-dad, aparecen todava ms resaltados en contraposicin con el respeto que pordichas normas demostraban los partidarios del hroe.

    Es el momento de retomar el arco y continuar su trayectoria de unin conlas normas de acogida al extranjero.

    Tras la propuesta de Penlope en la que anunciaba que se casara con aquelhombre que fuera capaz de traspasar con el arco de Odiseo y una flecha el hie-rro de doce hachas, se hacen los preparativos para el concurso. El resultado fueque los pretendientes ni siquiera fueron capaces de llegar a tensar el arco y,Odiseo, gracias a su mtis y a la ayuda prestada por su hijo, los sirvientes quese haban mantenido fieles en su ausencia y, aunque de forma inconsciente, dela propia Penlope que todava desconoca la verdadera identidad del mendigo(Od. XXI, 311-353), se encontr con el arma homicida en sus manos. La per-fecta identificacin entre el hroe y su arma es expresada por el autor de la obracon una gran maestra:

    Mientras ellos hablaban, el sagaz Odiseo acababa de tantear su gran arco,revisndolo al completo. Como un cantor, que sabe manejar la ctara, tiendefcilmente la cuerda nueva sobre la llave y fija a cada extremo la tripa bienretorcida, Odiseo tendi, sin esfuerzo el gran arco, despus su mano derechacogi5 e hizo vibrar la cuerda, que cant bello y claro, como un trino de golon-drin [Od. XXI, 404-410].

    Slo una vez que Odiseo se encuentra en contacto con su arco obtiene laseguridad que la victoria va a ser suya, es ese mismo poder y confianza que unarma similar otorgaba no slo a las divinidades arqueras, sino tambin a Hera-cles. En el caso de Odiseo surge ante unos enemigos que eran temidos ms quepor su mediocre talla, por su elevado nmero. A pesar de esta ventaja, sus ene-migos sintieron la misma sensacin de pnico que la que hemos descrito en

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    otros contextos y con otros personajes ante la visin del arco y su estrechaconexin con su dueo:

    ...y el plido espanto tom a los galanes que miraban por donde escapar ala abrupta ruina [Od.XXII, 42-43].

    Y fue precisamente este arco, en estrecha conexin con las normas dehospitalidad, el que iba a ser el artfice principal para que en el oikos y en elreino de Odiseo existiera de nuevo el respeto hacia unas leyes que dictamina-ban las relaciones entre los individuos de la Grecia Arcaica y que se encontra-ban bajo la proteccin del padre de los dioses y de los hombres.

    Las concomitancias entre la escena de la matanza de los pretendientes porOdiseo y la de los hijos de Niobe por Artemis y Apolo son evidentes. En amboscasos el arco inspira terror y demuestra que es el anna ideal para enfrentarsecon un nmero superior de enemigos. Tambin en los dos ejemplos la matan-za tiene un objetivo general comn, el restablecimiento no slo del orden enuna situacin catica sino la recuperacin del status de aquellos que son porta-dores del arco. En el caso de Odiseo como padre, marido, hijo y basileus y enel de Apolo y Artemis como poderosos hijos divinos de Zeus y de Leto.

    Y ya para finalizar, nos gustara dejar constancia de una fuerte sospechaderivada del caso concreto de la matanza de los pretendientes: sirve el arcopara recuperar el geras y la time del hroe su status heroico y su lugar en lasociedad de los hroes cuando alguien deja de reconocerlos como tales enuna clara violacin de las normas sociales?

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